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Se puede decir que cada uno de nosotros existen dos seres: El individual y el
social. El primero está constituido por todos los estados mentales que no se
refieren más que a nosotros mismos y a los acontecimientos de nuestra vida
privada punto y coma el segundo se va hacer un sistema de ideas sentimientos
y de costumbres que expresan en nosotros no nuestra personalidad, sino el
grupo o los grupos diferentes en los que estamos integrados. Tal pareciera que
es necesario que, por las vías más rápidas aquel ser egoísta y asociar que
acaba de nacer se intervenido por la educación, para que sea capaz de llevar
una vida moral y socialfull No se limita a desarrollar el organismo individual en
el sentido marcado por su naturaleza, hacer patentes fuerzas recónditas
deseos de salir a la luz. Le educación ha creado en el hombre un ser nuevo; de
esta manera no aprende nada que no hubiese podido descubrir a través de su
experiencia personal al igual que en el reino animal, sin embargo, En el
hombre, las actitudes de todo tipo que supone la vida social son demasiado
complejas para poder encarnarse en nuestro tejido y materializarse bajo formas
de predisposiciones orgánicas. De ahí se desprende que esas actitudes no
pueden transmitirse de una generación a otra por vías genéticas. Es a través
de la educación como se lleva acabo la transmisión de conocimientos, cultura,
y tradiciones, por lo cual responde ante todo a necesidades sociales es que
hay sociedades en las que esas cualidades no han sido cultivadas en absoluto,
y que, en cualquier caso, han sido consideradas muy diferente mente según las
unas y las otras. Rousseau, expresa que para satisfacer las necesidades
vitales, la sensación, la experiencia y el instinto podrían bastar de igual forma
que va estar el Aníbal, cuando la organización social era muy simple, siempre
igual así misma, la tradición si le va estaba de igual forma que El instinto le
basta al animal, el pensamiento y el libre albedrío resultaban inútiles e incluso
peligrosos, puesto que eran una amenaza latente para la tradición. Así pues,
incluso las cualidades que parecen, a primera vista, tan espontáneamente
deseables, el individuo no les busca más que cuando las sociedades le incitan
a ello, y les busca y la forma en que ésta se las prescribe. No obstante, en
realidad, ellos mismos están interesados en esa sumisión, pues, el ser nuevo
que la acción colectiva, a través de la educación, crea de esta suerte en cada
uno de nosotros constituye lo que di mejor se puede encontrar en cada
individuo, lo que de puramente humano hay en nuestro interior, El hombre no
es hombre más que porque vive en sociedad. Y en efecto es la sociedad la que
no se hace salir de nuestro aislamiento individual, la que nos obliga a tener en
cuenta otros niveles de intereses que no son los nuestros propiamente dichos
cómo es ella la que nos ha enseñado a dominar nuestras pasiones, nuestros
distintos, a canalizarlos, a limitarnos, a privarnos, a sacrificarnos, a subordinar
nuestros bienes personales en pro de fines más elevados, los frutos del trabajo
de una generación son provechosos para la que toma el relevo, los resultados
del experiencia humana se conservan casi integralmente y este en el menor
detalle, gracias a los libros a los monumentos con esculturas y dibujos, a las
herramientas, a los instrumentos de todo tipo que se transmiten generaciones
designaciones, a la tradición oral, etc. En vez de disipar si cada vez que una
generación desaparece y queda sustituida por otra, la sapiencia humana se va
a acumulando sin cesar, y es esa acumulación indefinida la que le iba el
hombre por encima de la bestia y por encima de sí mismo, para que legado de
cada generación pueda ser conservado y sumado a los otros, es menester que
exista una personalidad moral que perdure a través de las generaciones que se
suceden, que Las una las unas a las otras y esta personalidad moral es la
sociedad.