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RECURSOS:
TEXTOS LEGALES:
CÓDIGO CIVIL, ARTÍCULOS 19, 465 INCISO 2º, 1445, 1446, 1447 1698, 1699, 1700,
1701 INCISO 1º Y 1713.-
CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL, ARTÍCULOS 342, 384 N° 2, 428 Y 785.-
JURISPRUDENCIA:
"Que en la medida que los jueces del fondo respeten esas pautas elementales de
juzgamiento, son soberanos para apreciar la prueba y, en consecuencia, sus decisiones no
son susceptibles de ser revisadas por la vía de la casación, tanto en cuanto se basen en la
justipreciación de los diversos elementos de convicción. De este modo, queda excluido de
los contornos de la casación lo atinente a la ponderación comparativa de una misma clase
de medio probatorio o la apreciación que se realiza en conjunto de todas las probanzas;
salvedad que se apoya en el componente básico de prudencia en la decisión que exhibe la
actividad jurisdiccional, por cuanto las determinaciones que adoptan los jueces, si es que
acatan estos preceptos que rigen la prueba, les otorgan libertad para calibrar los diversos
elementos de convicción; quehacer situado al margen del examen que se realiza por la vía
de casación de fondo.
"Que en primer lugar, en lo que respecta a la supuesta vulneración a los artículos 1699 y
1700 del Código Civil en relación con el artículo 342 del Código de Procedimiento Civil, lo
que a juicio del recurrente se produjo al desconocer el sentenciador el valor de instrumentos
públicos de los certificados médicos contenidos en la ficha clínica de la cedente, basta para
desestimar este acápite del arbitrio señalar que del análisis del fallo recurrido se colige que
los jueces del fondo no desconocieron el valor de un instrumento público, ni negaron el
carácter de escritura pública a los documentos privados reconocidos por la parte a quien se
oponen o que se ha mandado tener por reconocidos en los casos y con los requisitos
prevenidos por la ley, ni tampoco han omitido el valor probatorio que ellos pudieran tener,
en tanto hayan cumplido con los requisitos legales, debiendo considerarse que el propósito
final de las argumentaciones que vierte el demandante a este respecto para expresar el error
de derecho que atribuye a la sentencia consiste en promover que se lleve a cabo por esta
Corte una nueva valoración de las probanzas, distinta de la ya efectuada por los jueces del
mérito, actividad que resulta extraña a los fines de la casación en el fondo.
En este punto cabe tener en consideración que los jueces de la instancia restaron mérito
de convicción a los certificados otorgados en los meses de mayo y octubre de 2005
justamente porque no se atuvieron a las exigencias que el legislador impone para este tipo
de instrumentos privados, pero principalmente desestimaron su peso probatorio atendido
que en ninguno de ellos se afirma lo pretendido por el actor, esto es, el estado de demencia
de la cedente de manera permanente y en especial al tiempo de la suscripción de los
contratos impugnados.
A lo dicho debe añadirse que tampoco puede entenderse que los certificados aludidos
formen parte de la ficha clínica de la paciente, puesto que ambos, si bien se encuentran
incorporados a la misma, fueron extendidos a petición de los interesados, según se
desprende de su propio tenor y aparecen descontextualizados dentro de una carpeta que
registra atenciones de salud que dan cuenta de exámenes y atenciones médicas que apuntan
a dolencias completamente diversas de aquella que el actor le achaca a su madre.
Al respecto es oportuno considerar que ella -confesión- comprende "la declaración que
hace una parte de la verdad de los hechos que le son desfavorables y son favorables a la
otra parte" (A. Alessandri, M. Somarriva y A. Vodanovic, citando el artículo 2730 del
Código Civil italiano "Derecho Civil, Parte Preliminar y Parte General", Ed. Conosur Ltda.,
pág. 479).
Pues bien, del análisis de los fundamentos del fallo recurrido no aparece en lo absoluto
que los magistrados hubieran incurrido en la falta antes descrita en cualquiera de sus
modalidades, debiendo hacerse presente que la conclusión a la cual arribaron de rechazo de
la acción impetrada lo fue por estimar que no se demostró que los contratos de cesión cuya
nulidad se persigue se celebraron cuando la cedente se encontraba privada de razón, estado
que por cierto no se acreditó que la afectara en ningún tiempo. Ese razonamiento derivó de
la ponderación que los sentenciadores efectuaron -con ocasión de las facultades que les son
propias- de las probanzas aportadas por las partes al pleito, sin que la sola circunstancia de
haber reconocido la cedente -a través de su abogado- su supuesta propia demencia pueda
restarse valor a lo concluido en este juicio, desde que el sustento de la pretensión del actor
requiere más que una simple aserción efectuada por quien se dice encontrarse privada de
razón, en tanto dicho diagnóstico necesariamente debe ser producto de un dictamen médico
emitido con conocimiento de causa, de modo que permita concluir la ausencia de voluntad
con carácter de permanente a la fecha de la suscripción de las cesiones de que se trata. Fue
esto lo que justamente se echa de menos en este proceso y que en definitiva derivó en la
decisión recurrida, de manera que la supuesta confesión no puede hacer variar lo que con el
mérito de la restante prueba se ha tenido por justificado.
Por lo mismo, ninguna conculcación cometieron los jueces del inciso segundo del
artículo 1698 del Código de Bello." (Corte Suprema, considerando 12º).
"Que misma suerte corre la alegada infracción del artículo 384 N° 2 del Código de
Enjuiciamiento, pues esta disposición forma parte de un marco normativo desde el cual los
jueces de mérito pueden hacer uso de una facultad privativa de comparación de la prueba
rendida, correspondiendo tal actuación a un proceso racional del tribunal, no sujeto al
control del recurso de casación en el fondo.
"Que al tiempo que queda en evidencia la inexistencia de una transgresión a las leyes
que rigen la prueba, se revela que las conculcaciones que se acusan en el libelo de casación
persiguen desvirtuar, por medio del afincamiento de nuevos hechos, el supuesto fáctico
fundamental asentado por los jueces del grado, esto es, que a la época de la celebración de
los contratos de cesión de derechos materia de la litis María Peralta Soto no se encontraba
privada de razón.
Apuntado lo precedente, cabe recordar que los tribunales del fondo son los únicos
facultados para fijar los hechos de la causa y que, efectuada en forma correcta esa labor,
con sujeción al mérito de los antecedentes, probanzas aportadas por las partes,
interpretación y aplicación de las normas pertinentes al caso de que se trata, ellos resultan
inamovibles para esta Corte conforme lo prevé el artículo 785 del Código de Procedimiento
Civil, no siendo posible revisarlos en sede de casación. Debido a que, como ya se ha
expuesto, los antecedentes involucrados en el alegato de casación del demandante no han
dejado de manifiesto que una desatención como la referida haya tenido lugar, no queda sino
entender que la sentencia impugnada no quebrantó los preceptos que rigen la prueba en
conformidad con los cuales este tribunal de casación habría podido variar los hechos que
vienen determinados en la litis y, por esa vía, revertir la decisión de rechazar la demanda de
nulidad absoluta." (Corte Suprema, considerando 15º).
A su turno, el inciso segundo del artículo 465 del Código Civil, ubicado en el Título
XXV que trata de "Reglas Especiales relativas a la curaduría del demente", dispone que
"los actos y contratos ejecutados sin previa interdicción, serán válidos; a menos de probarse
que el que los ejecutó o celebró estaba entonces demente".
Sobre la materia, el profesor Luis Claro Solar expone que "No puede caber duda alguna
respecto a que si en el momento mismo de la ejecución o celebración del acto o contrato se
halla demente el que lo ejecutó o celebró, el acto o contrato es nulo de nulidad absoluta por
la demencia en que se encuentra, pero la prueba de la demencia en ese mismo momento es
sumamente difícil de establecer directamente, y en la generalidad de los casos ella resultará
de presunciones graves, precisas y concordantes, que hará al juez en vista de los hechos que
el demandante acredite en juicio de nulidad del acto o contrato. La ley no dice que debe
probarse que el que lo ejecutó o celebró estaba demente en el momento mismo de la
ejecución o celebración, sino que debe probar que estaba entonces demente, en otros
términos, si el estado de demencia era habitual a la época de la ejecución o celebración del
acto o contrato; entonces, en aquel tiempo." ("Explicaciones de Derecho Civil Chileno y
Comparado", Tomo V, De las personas, Editorial Jurídica de Chile, 1979, página 146)."
(Corte Suprema, considerando 16º).
MINISTROS:
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sres. Patricio
Valdés A., Héctor Carreño S., Guillermo Silva G., Sra. Rosa Maggi D. y el Abogado
Integrante Sr. Carlos Pizarro W.
TEXTOS COMPLETOS:
VISTOS:
TERCERO: Que, sin perjuicio de señalar que la juez a quo se ha hecho cargo de toda la
prueba rendida, la que no sólo menciona sino que también valora conforme a las reglas del
Código de Procedimiento Civil, es preciso, recordar que el artículo 465 del Código Civil
establece que los actos y contratos del demente posteriores al decreto de interdicción, serán
nulos aunque se alegue haberse ejecutados o celebrado en un intervalo lúcido.
Y por el contrario, los actos y contratos ejecutados o celebrados sin previa interdicción,
serán válidos; a menos de probarse que el que los ejecutó o celebró estaba entonces
demente, asumiendo entonces que la demandante no acreditó ninguna de las hipótesis a que
se refiere la citada norma, esto es, ni que la señora María Luisa Peralta Soto estuviese
declara interdicta por causa de demencia al momento de la celebración de los contratos que
se impugnan en esta causa ni que, sin tal declaración, al momento en que los ejecutó o
celebró estaba demente.
Por los motivos referidos y vistos lo dispuesto en los artículos 186 y siguientes del
Código de Procedimiento Civil, SE DECLARA:
Rol N° 736-2015.-
VISTO:
En estos autos Rol 64920-2009, seguidos ante el Primer Juzgado de Letras de San
Antonio, compareció Eduardo Del Carmen Peralta Peralta, quien dedujo demanda ordinaria
de nulidad de contrato en contra de Luis Eduardo Torrejón Cortes, solicitando se declare la
nulidad absoluta de los contratos de cesión de derechos celebrados mediante escrituras
públicas de 14 y 15 de septiembre, ambos del año 2005, por haberse encontrado la cedente -
madre del actor- absolutamente incapacitada por causa de demencia y, en consecuencia, se
ordene la cancelación de las inscripciones de dominio a nombre del demandado, con costas.
Fundamentando su pretensión señala que su madre, doña María Luisa Peralta Soto,
nació el 20 de diciembre de 1917 y desde el año 2004 comenzó a sufrir una grave
enfermedad mental por la que fue tratada en el Consultorio de Atención Primaria de
Cartagena, padecimiento que fue calificado como un daño orgánico cerebral con deterioro
moderado a severo de las funciones cognitivas, según certificado extendido por el médico
cirujano Patricio Venegas con fecha 17 de mayo de 2005. Este diagnóstico fue ratificado
por la doctora Nancy Toledo Vallejos mediante certificado extendido el 5 de octubre de ese
mismo año, en que señala que María Peralta Soto padece de demencia senil.
A pesar de esto, el demandado -quien fue criado desde niño en casa de los hermanos
Peralta Soto- a mediados del mes de septiembre de 2005 concurrió al domicilio de doña
María Luisa Peralta Soto junto a una funcionaria de la Notaría Ximena Ricci Díaz,
portando dos escrituras públicas, la primera, fechada el 14 de septiembre de ese año,
mediante la cual María Luisa Peralta Soto y Julia del Carmen Peralta Soto cedieron al
demandado todos los derechos que les correspondían en la herencia de los bienes quedados
al fallecimiento de Ángela del Carmen Peralta Soto y Manuel de la Cruz Peralta Soto en el
precio total para ambas cedentes de $4.000.000, que supuestamente el cesionario pagó con
anterioridad a las vendedoras. En el segundo instrumento datado el día 15, doña María
Luisa Peralta Soto figura cediendo todos los derechos que le corresponden en las
propiedades que se singularizan, incluyendo tanto los adquiridos por compra como por
herencia de Pedro Nicolás Peralta Soto, en la suma de $8.000.000, que también
supuestamente se habría pagado con anterioridad por parte del demandado. Ambas
escrituras aparecen firmadas a ruego de la cedente por Marta Elena Álvarez Tapia, quien en
esa fecha se dedicaba a cuidar a su madre debido a su estado de salud.
Afirma que la señora Peralta Soto, de acuerdo con los antecedentes médicos existentes a
la fecha de otorgamiento de las escrituras públicas mencionadas, se encontraba
absolutamente inhabilitada para la celebración de los contratos de cesión de derechos
hereditarios y de dominio de que dan cuenta esos instrumentos.
Por todo lo reseñado y de conformidad con lo preceptuado en los artículos 1445, 1446,
1447, 1682 y 1683 del Código Civil, concluye que los contratos de cesión de derechos
supuestamente celebrados por doña María Luisa Peralta Soto son nulos de nulidad absoluta
por encontrarse demente la cesionaria al tiempo de su suscripción, atendido que resulta
irrefutable que la enfermedad que portaba le provocó un menoscabo permanente de sus
facultades mentales que se encuadra dentro del concepto de demencia a que se refiere el
Código Civil, y, por ende, dicha persona estaba afecta a una incapacidad absoluta.
Por otro lado, sostiene que las escrituras públicas fueron autorizadas por un ministro de
fe, cumpliendo su obligación legal de dar plena fe de que quien suscribe es plenamente
capaz. Asimismo, en los documentos se deja constancia de que existe un testigo que da fe
sobre la capacidad de la cedente al momento de suscribir los instrumentos y prestar su
consentimiento, más cuando se puede apreciar que en los mismos compareció una hermana
de la causante, quien también prestó su aquiescencia y en forma indirecta avaló la intención
de doña María Luisa.
Por sentencia de veinticinco de septiembre de dos mil catorce, que se lee a fojas 241 y
siguientes, se desestimó la demanda, sin costas.
Apelado este fallo por el actor, una sala de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, por
determinación de veintidós de junio del año recién pasado, escrita a fojas 281 y siguientes,
lo confirmó.
CONSIDERANDO:
Explica el recurrente que los jueces del mérito, asimismo, han desconocido el valor
probatorio de la confesión, atendido que se tuvo a la vista el expediente laboral Rol N° 53-
05 caratulado "Encina Hernández, Raúl Orlando con Peralta Soto, María Luisa y otro",
seguido en contra de la cedente por despido injustificado. En ese juicio, dice, la señora
Peralta otorgó válidamente patrocinio y poder al abogado Héctor González León, quien
presentó un escrito donde señala expresamente: "Que consta del documento que acompaño
que la demandada doña María Peral Soto, de 90 años de edad, se encuentra con demencia
senil y obviamente no se encuentra en condiciones de prestar declaración en esta causa...",
aparejando en el otrosí el certificado médico de la doctora Nancy Toledo Vallejos ya
aludido. A pesar del contenido del instrumento en cuestión el sentenciador le restó todo
mérito probatorio, lo que configura la infracción al artículo 1698 del Código Civil que en su
inciso final enumera los medios probatorios entre los que se cuenta la confesión de parte,
vulnerando asimismo el artículo 398 del Código de Procedimiento Civil que se refiere a las
distintas clases de confesión extrajudicial, considerando como tal "a la confesión prestada
en un juicio diverso", así como también a los artículos 1701 inciso 1° y 1713 del Código
Civil.
Sigue el recurso denunciando la transgresión del artículo 428 del Código de
Procedimiento Civil, puesto que a su entender el tribunal omitió efectuar un análisis de la
prueba presentada por ambas partes que pudiere resultar contradictoria. Explica que al
ponderar la prueba testimonial no consideró que la testigo de la demandante doña Marta
Álvarez Tapia expresamente declaró que conoció por más de 50 años a doña María Peralta
Soto, que era su madrina de bautismo y a quien cuidaba desde el año 1996. Además,
atestiguó que la señora Peralta se encontraba totalmente incapacitada a la fecha de la
suscripción de las escrituras de cesión, atendido que estaba aquejada de demencia senil y
que el propio cesionario le dijo que era algo momentáneo mientras se resolvía el juicio
laboral. Igual falta de ponderación existe en relación con los restantes testigos que conocían
a la cedente por varios años y la veían con frecuencia, a diferencia de los deponentes de la
demandada que sólo lo hacían ocasionalmente.
Por otro lado, indica que si no se estima que la ficha clínica es un documento público,
los certificados médicos son instrumentos privados, que coinciden con las declaraciones de
los testigos de su parte y aun cuando se considere que la confesión prestada en el juicio
laboral aludido no constituye plena prueba, a lo menos debe servir de base para una
presunción judicial.
Tales elementos -dice- no pueden ser omitidos al aplicar la norma del artículo 428 del
Código de Procedimiento, toda vez que el juzgador obligatoriamente tiene que formarse
convicción con lo que estime racional y fundadamente como "más conforme a la verdad",
lo que no fue respetado en la especie.
Por último y en estrecha vinculación con la transgresión a las normas que regulan la
prueba, lo jueces terminaron por quebrantar disposiciones sustantivas de orden público
relativas a la validez de los actos o declaraciones de voluntad y que se encuentran
contenidas en los artículos 1445, 1446, 1447, 1681 y 1682 del Código Civil, con arreglo a
los cuales debió acogerse en definitiva la demanda.
SEGUNDO: Que para una adecuada resolución del recurso, es útil tener en cuenta que
los jueces del fondo asentaron como hechos de la causa los siguientes:
b) Por escritura pública de fecha 14 de septiembre de 2005 María Luisa Peralta Soto y
Julia del Carmen Peralta Soto expresaron vender, ceder y transferir a Luis Eduardo
Torrejón Cortés todos los derechos que le corresponden o que puedan corresponderle, por
cualquier motivo o título, en la herencia quedada al fallecimiento de Ángela del Carmen
Peralta Soto y de Manuel de la Cruz Peralta Soto. Asimismo, se pactó que el precio de la
cesión asciende a la suma de $4.000.000, que se dividen en partes iguales por las cedentes,
monto que el cesionario pagó con anterioridad a las vendedoras y que éstas declaran haber
recibido a su entera conformidad, quedando pagado totalmente el precio de la cesión. En la
cláusula 8a se indica que en comprobante y previa lectura firma y a ruego de María Luisa
Peralta Soto, quien deja su impresión dígito pulgar derecho en señal de firma por no saber
hacerlo, doña Marta Elena Álvarez Tapia, labores de casa, cédula nacional de identidad y
rol único tributario número seis millones quinientos veinte mil setecientos noventa y tres
guión uno;
c) Por escritura pública de fecha 15 de septiembre de 2005 María Luisa Peralta Soto
vende, cede y transfiere a Luis Eduardo Torrejón Cortés todos los derechos que le
corresponden en su calidad de comunera y heredera de Pedro Nicolás Peralta Soto en la
propiedad que singulariza, estableciéndose en la cláusula 3a que el precio de la venta
asciende a $8.000.000 que el comprador pagó y enteró en dinero efectivo con anterioridad a
ese acto, declarando la vendedora haber recibido dicha suma a plena conformidad y
satisfacción. Finalmente se lee en dicho instrumento que en comprobante y previa lectura
los comparecientes lo ratifican y firman, y a ruego de María Luisa Peralta Soto, quien deja
su impresión dígito pulgar derecho en señal de firma por no saber hacerlo, firma por ella
doña Marta Elena Álvarez Tapia, chilena, casada, labores de casa, cédula nacional de
identidad y rol único tributario número seis millones quinientos veinte mil setecientos
noventa y tres raya uno;
Asimismo, afirman los jueces, carece de mérito probatorio el escrito presentado por un
abogado en la causa laboral en que la cedente fue demandada, puesto que se trata de un
tercero ajeno al juicio, cuya actuación fue desplegada en un proceso diverso.
Por otro lado -sigue analizando el fallo- las declaraciones de los testigos que depusieron
por el demandante resultan poco claras, vagas, imprecisas y además contradictorias, según
detalla, añadiendo que el certificado médico que consta de la ficha clínica remitida por el
Consultorio de Cartagena, emitido el 6 de noviembre de 2008, indica como diagnóstico
hipertensión arterial y diabetes mellitus, no existiendo en dicha carpeta diagnósticos ni
exámenes que digan relación con la demencia que supuestamente sufría la mencionada
señora Peralta Soto, considerando además que los antecedentes de control de salud
corresponden al periodo que va desde el 7 de diciembre de 2004 al 20 de diciembre de
2005, sin que haya referencia a algún estado de demencia, y la restante documentación que
la referida ficha clínica contiene se vincula al historial médico del año 2008.
QUINTO: Que de lo anotado en el motivo primero se advierte que por medio del
alegato de nulidad de fondo que se ha descrito la impugnante denuncia error de derecho en
la aplicación, por un lado, de normas legales sustantivas relativas al consentimiento y su
formación así como aquellas que sancionan con nulidad absoluta aquellos actos o contratos
viciados, en los términos que las mismas disposiciones consignan y; por otra, a preceptos
de índole probatoria referidos a los tipos de probanzas, al valor de los instrumentos, de los
testigos y de prueba confesional.
Para efectos de una adecuada articulación del raciocinio, habida cuenta que, según ya se
expresó en el motivo que antecede, el postulado de casación se encamina en la
contradicción por parte de quien lo patrocina acerca de la efectiva confluencia de los
requisitos y elementos de la acción que ha sido rechazada, es procedente abocarse a
determinar lo que concierne a aquellos que gobiernan la prueba antes que lo pertinente a las
normas sustantivas, las que sólo adquirirán protagonismo de ser posible para este tribunal
de casación volver a examinar los hechos de la causa.
SEXTO: Que ahora bien, incardinado con lo que precede, se hace necesario recordar
que, en general, la doctrina y la jurisprudencia han caracterizado a este medio de
impugnación como uno de índole extraordinaria, que no constituye instancia jurisdiccional,
pues no tiene por finalidad propia revisar las cuestiones de hecho del pleito ya tramitado,
sino antes que ello, se trata de un recurso de derecho, puesto que la resolución del mismo
debe limitarse en forma exclusiva a examinar la correcta o incorrecta aplicación de la ley en
la sentencia que se trata de invalidar, respetando los hechos que vienen dados en el fallo
que habrán sido fijados soberanamente por los jueces sentenciadores. En ese sentido, por
disposición de la ley, el examen y consideración de tales hechos y de todos los presupuestos
fácticos previos en que se apoya la decisión que se revisa escapan al conocimiento del
tribunal de casación.
SÉPTIMO: Que esas reglas que rigen la prueba, cuya infracción hace posible que en
sede de casación varíen los hechos de la causa, condicen con aquellas directrices que
constituyen normas fundamentales encargadas de determinar los diferentes medios
probatorios; el procedimiento y la oportunidad en que debe ofrecerse, aceptarse y rendirse
las probanzas; la fuerza o valor de cada medio y la manera como el tribunal debe
ponderarlos, importando verdaderas obligaciones y limitaciones dirigidas a ajustar las
potestades de los sentenciadores en dicho ámbito y, de esta forma, conducir a una correcta
decisión en el juzgamiento.
OCTAVO: Que en la medida que los jueces del fondo respeten esas pautas elementales
de juzgamiento, son soberanos para apreciar la prueba y, en consecuencia, sus decisiones
no son susceptibles de ser revisadas por la vía de la casación, tanto en cuanto se basen en la
justipreciación de los diversos elementos de convicción. De este modo, queda excluido de
los contornos de la casación lo atinente a la ponderación comparativa de una misma clase
de medio probatorio o la apreciación que se realiza en conjunto de todas las probanzas;
salvedad que se apoya en el componente básico de prudencia en la decisión que exhibe la
actividad jurisdiccional, por cuanto las determinaciones que adoptan los jueces, si es que
acatan estos preceptos que rigen la prueba, les otorgan libertad para calibrar los diversos
elementos de convicción; quehacer situado al margen del examen que se realiza por la vía
de casación de fondo.
En este punto cabe tener en consideración que los jueces de la instancia restaron mérito
de convicción a los certificados otorgados en los meses de mayo y octubre de 2005
justamente porque no se atuvieron a las exigencias que el legislador impone para este tipo
de instrumentos privados, pero principalmente desestimaron su peso probatorio atendido
que en ninguno de ellos se afirma lo pretendido por el actor, esto es, el estado de demencia
de la cedente de manera permanente y en especial al tiempo de la suscripción de los
contratos impugnados.
A lo dicho debe añadirse que tampoco puede entenderse que los certificados aludidos
formen parte de la ficha clínica de la paciente, puesto que ambos, si bien se encuentran
incorporados a la misma, fueron extendidos a petición de los interesados, según se
desprende de su propio tenor y aparecen descontextualizados dentro de una carpeta que
registra atenciones de salud que dan cuenta de exámenes y atenciones médicas que apuntan
a dolencias completamente diversas de aquella que el actor le achaca a su madre.
Al respecto es oportuno considerar que ella -confesión- comprende "la declaración que
hace una parte de la verdad de los hechos que le son desfavorables y son favorables a la
otra parte" (A. Alessandri, M. Somarriva y A. Vodanovic, citando el artículo 2730 del
Código Civil italiano "Derecho Civil, Parte Preliminar y Parte General", Ed. Conosur Ltda.,
pág. 479).
Pues bien, del análisis de los fundamentos del fallo recurrido no aparece en lo absoluto
que los magistrados hubieran incurrido en la falta antes descrita en cualquiera de sus
modalidades, debiendo hacerse presente que la conclusión a la cual arribaron de rechazo de
la acción impetrada lo fue por estimar que no se demostró que los contratos de cesión cuya
nulidad se persigue se celebraron cuando la cedente se encontraba privada de razón, estado
que por cierto no se acreditó que la afectara en ningún tiempo. Ese razonamiento derivó de
la ponderación que los sentenciadores efectuaron -con ocasión de las facultades que les son
propias- de las probanzas aportadas por las partes al pleito, sin que la sola circunstancia de
haber reconocido la cedente -a través de su abogado- su supuesta propia demencia pueda
restarse valor a lo concluido en este juicio, desde que el sustento de la pretensión del actor
requiere más que una simple aserción efectuada por quien se dice encontrarse privada de
razón, en tanto dicho diagnóstico necesariamente debe ser producto de un dictamen médico
emitido con conocimiento de causa, de modo que permita concluir la ausencia de voluntad
con carácter de permanente a la fecha de la suscripción de las cesiones de que se trata. Fue
esto lo que justamente se echa de menos en este proceso y que en definitiva derivó en la
decisión recurrida, de manera que la supuesta confesión no puede hacer variar lo que con el
mérito de la restante prueba se ha tenido por justificado.
Por lo mismo, ninguna conculcación cometieron los jueces del inciso segundo del
artículo 1698 del Código de Bello.
DECIMOTERCERO: Que misma suerte corre la alegada infracción del artículo 384 N°
2 del Código de Enjuiciamiento, pues esta disposición forma parte de un marco normativo
desde el cual los jueces de mérito pueden hacer uso de una facultad privativa de
comparación de la prueba rendida, correspondiendo tal actuación a un proceso racional del
tribunal, no sujeto al control del recurso de casación en el fondo.
Apuntado lo precedente, cabe recordar que los tribunales del fondo son los únicos
facultados para fijar los hechos de la causa y que, efectuada en forma correcta esa labor,
con sujeción al mérito de los antecedentes, probanzas aportadas por las partes,
interpretación y aplicación de las normas pertinentes al caso de que se trata, ellos resultan
inamovibles para esta Corte conforme lo prevé el artículo 785 del Código de Procedimiento
Civil, no siendo posible revisarlos en sede de casación. Debido a que, como ya se ha
expuesto, los antecedentes involucrados en el alegato de casación del demandante no han
dejado de manifiesto que una desatención como la referida haya tenido lugar, no queda sino
entender que la sentencia impugnada no quebrantó los preceptos que rigen la prueba en
conformidad con los cuales este tribunal de casación habría podido variar los hechos que
vienen determinados en la litis y, por esa vía, revertir la decisión de rechazar la demanda de
nulidad absoluta.
A su turno, el inciso segundo del artículo 465 del Código Civil, ubicado en el Título
XXV que trata de "Reglas Especiales relativas a la curaduría del demente", dispone que
"los actos y contratos ejecutados sin previa interdicción, serán válidos; a menos de probarse
que el que los ejecutó o celebró estaba entonces demente".
Sobre la materia, el profesor Luis Claro Solar expone que "No puede caber duda alguna
respecto a que si en el momento mismo de la ejecución o celebración del acto o contrato se
halla demente el que lo ejecutó o celebró, el acto o contrato es nulo de nulidad absoluta por
la demencia en que se encuentra, pero la prueba de la demencia en ese mismo momento es
sumamente difícil de establecer directamente, y en la generalidad de los casos ella resultará
de presunciones graves, precisas y concordantes, que hará al juez en vista de los hechos que
el demandante acredite en juicio de nulidad del acto o contrato. La ley no dice que debe
probarse que el que lo ejecutó o celebró estaba demente en el momento mismo de la
ejecución o celebración, sino que debe probar que estaba entonces demente, en otros
términos, si el estado de demencia era habitual a la época de la ejecución o celebración del
acto o contrato; entonces, en aquel tiempo." ("Explicaciones de Derecho Civil Chileno y
Comparado", Tomo V, De las personas, Editorial Jurídica de Chile, 1979, página 146).
Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en las normas legales citadas y
en los artículos 765 y 767 del Código de Procedimiento Civil, se rechaza el recurso de
casación en el fondo interpuesto por el abogado Pedro Piña Mateluna, en representación del
demandante en lo principal de fojas 283 contra la sentencia de veintidós de junio de dos mil
quince, escrita a fojas 281 y siguiente.
Rol N° 10.606-2015.-
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sres. Patricio
Valdés A., Héctor Carreño S., Guillermo Silva G., Sra. Rosa Maggi D. y el Abogado
Integrante Sr. Carlos Pizarro W.