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Orientalismo, Cultura e imperialismo y La

cuestión palestina
El objetivo de este artículo es analizar en conjunto la obra de Edward Said, así como su
influencia. Esta ha recibido el reconocimiento internacional por uno de sus libros
principales, como el que se conmemora y pone en nuevas valoraciones este año, el cual
forma parte de una trilogía que componen además Cultura e imperialismo y La cuestión
palestina, dos afirmaciones más teóricas y la presentación de un caso que hace cuatro
décadas era ignorado a escala mundial.

Orientalismo

El orientalismo es una noción con la que se buscó explicar la respuesta de Occidente


(entendido como Estados Unidos y Europa) al islam y la experiencia de la civilización
musulmana. Tanto es así que desde la academia, los medios y Hollywood, se representó
una imagen y se construyó una idea de Oriente. Dichos medios masivos han
desempeñado un papel preponderante en el siglo XX y lo que va corrido del XXI, hasta el
punto de que esa información fragmentada se presenta como una descripción objetiva de
la realidad. Las imágenes y conceptos que se divulgaron acerca del Medio Oriente y el
«mundo árabe» estuvieron al servicio de la política exterior occidental y el imperialismo
que impulsaban.

Luego de la disolución de la Unión Soviética, y por consiguiente del «comunismo»


enemigo, el nuevo «otro» fueron tanto el islam como los musulmanes. De ese modo, se
deshumanizó toda una cultura mediante la estrategia de representar a los países donde la
mayoría de la población es islámica como terroristas, salvajes y despóticos. Se resignificó
así una antigua demonización (Murphy, 2005).

Según las propias palabras de Said, el orientalismo es un estilo de pensamiento basado


en la distinción ontológica y epistemológica que se establece entre Oriente y Occidente.
En tal sentido, numerosos escritores han aceptado esta diferencia esencial entre Oriente y
Occidente para confeccionar teorías, novelas, descripciones sociales e informes políticos
relacionados con Oriente, su gente, sus costumbres, su «mentalidad» o su destino.

En líneas generales, la acepción de orientalismo más admitida es la académica, etiqueta


que sirve para designar una gran cantidad de instituciones de este tipo. Alguien que
enseñe, escriba o investigue sobre Oriente es un orientalista, y lo que él hace,
orientalismo. Orientalismo, por un lado, se trata de poner en discusión el término, y
comenzó con los imperialismos británico y francés decimonónicos.

El orientalismo es la más grandiosa de todas las narrativas, un discurso (o metadiscurso)


global que representa a Oriente. Los textos orientalistas, por una parte, ayudaron a crear
conocimiento y la realidad supuesta que describieron, y por otra parte, esto convergió en
el colonialismo y le sirvió como plataforma. Este libro, que se convirtió en una corriente de
pensamiento, estableció jerarquías en relación con lo político y el poder, dado que
demostró los vínculos entre el orientalismo y el imperialismo.

Las críticas hacia esta obra destacada fueron que estaba reducido al Medio Oriente y
dejaba de lado lo que podría denominarse los demás orientes: chino, indio o del Sureste
Asiático, a la vez que el análisis era muy general. Y principalmente, que no ofrecía una
resistencia al eurocentrismo —analizado, entre otros, por Samir Amin—, al tiempo que no
reconocía a predecesores de las ideas que planteó, tales como Tibawi, Abdel Malek o
Panikkar.

Retomaremos aquí en primer término a Tibawi, quien propuso que el orientalismo


moderno se basó en imágenes medievales del islam y buscó diseminar la idea de una
supuesta inferioridad árabe. Y en segundo lugar, a Abdel Malek, que esbozó una idea
persistente: el hombre europeo, blanco y cristiano, se puso desde la antigüedad griega
como la medida de todos los hombres en todas partes. En los diferentes aspectos, el
Oriente sería el pasado, estático, monolítico y ahistórico; el estudio del árabe como lengua
muerta lo ejemplifica. En suma, esto absolvería de culpa al colonialismo, al que se le
acusa de un pretendido atraso en las regiones conquistadas (Sardar, 2004, pp. 100-132).
Pese a esto último, debemos señalar que el orientalismo es tanto una disciplina como un
discurso de poder, e incidió para perpetuar el dominio de Occidente sobre las demás
regiones del globo. Esa visión, que estuvo acompañada de la visión eurocéntrica,
continúa en la actualidad, aun cuando con un pensamiento cada vez más crítico.

Cultura e imperialismo

En Cultura e imperialismo, otra de sus obras más destacadas, y como continuación de su


libro más conocido, Orientalismo, Said le otorga un papel notable a la novela como
constructora de sentido. Así pues, el orientalismo es un modo de relacionarse con Oriente,
basado en el lugar especial que este ocupa en la experiencia de Europa Occidental.

Allí analiza el siglo XIX, época en que el pensamiento relativo a la identidad resultó
estratégico en las culturas imperialistas. Estas influyeron a escala mundial, condicionadas
por nociones alusivas a «ser inferior», «razas sometidas» y «pueblos subordinados». En
esa misma centuria, la oposición Oriente-Occidente estuvo realzada por el racismo y el
colonialismo irradiados desde Europa. La distinción entre Occidente-Oriente predominó en
la literatura, la pintura y la música europeas decimonónicas. Esa imagen de Oriente con
su despotismo, sensualidad y fecundidad maravillosos, se usufructuó para justificar el
colonialismo. De acuerdo con los pensadores europeos, Oriente quedó establecido como
sinónimo de lo exótico, lo femenino y lo originario.

Así las cosas, surgió un abismo entre las dos identidades culturales supuestas al
promoverse la orientalización de Oriente y lo oriental, al igual que un fuerte sentimiento de
identidad cultural amurallado. Este estuvo esencializado hasta el grado de hacer de
Oriente el gran otro de Europa, junto con África y América (Said, 2001, pp. 40-41).

En ese sentido, los imperialistas proyectaron la idealización de una superioridad «blanca»


o europea, expresada en la «carga del hombre blanco» o la mission civilisatrice. La
academia europea generalizó la concepción de una supuesta supremacía a través de su
interpretación de las diferencias humanas. Las exploraciones en África, la conquista de
América, el colonialismo y la esclavitud son acontecimientos ocurridos en ese contexto
histórico (Martinelli, 2013).
La cuestión palestina

Su libro La cuestión palestina se tradujo al español en 2013, treinta y cinco años después
de su aparición, lo que implica varias cosas. En esa obra se aplican los conceptos de
orientalismo y de cultura e imperialismo al caso palestino, sobre el que Said escribió a lo
largo de su vida.

El contexto histórico de la región, al cual remite este escritor en su obra, se podría resumir
de la siguiente manera: la decadencia y la posterior disolución del Imperio otomano, así
como la intervención en la zona de los británicos y de los franceses, iniciaron este
proceso. Estas potencias dividieron la región en zonas de influencia y de mandatos, que
serían en buena medida los límites de los estados nacionales creados en esos territorios.
La diferencia sustancial con los demás países que surgieron en la zona fue que Gran
Bretaña y el movimiento sionista se aliaron (con algunos desacuerdos políticos) para crear
un «hogar nacional judío» en Palestina. En aquellos momentos, el proyecto de la Gran
Siria coexistía con esa propuesta. El desmembramiento del territorio palestino dificultó
crear un Estado independiente, a diferencia de lo que sucedió con el caso del mismo
Israel, o de Egipto, Siria, Irak, Jordania y Líbano.

Los palestinos se manifestaron contra la recomendación de partición de Palestina, puesto


que, por lógica, un movimiento nacional no repartiría su tierra con el movimiento
colonizador. En cambio, los sionistas la aceptaron como algo positivo, que les brindaría
legalidad internacional. Estados Unidos demostró su apoyo a la causa al presionar para
lograr una votación positiva en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Gran
Bretaña, luego de la recomendación de la partición de Palestina en 1947, indicó su retiro
de Palestina para el 15 de mayo de 1948. El Estado árabe estaba imposibilitado de nacer
como consecuencia de los impedimentos de los palestinos, el triunfo militar del nuevo
Estado de Israel y la complicidad de algunos líderes árabes, como el rey Hussein de
Jordania. Para tomar un parámetro, no hay otra región del mundo que haya interesado de
manera similar ni tan persistente al centro hegemónico.

El Medio Oriente tuvo una relevancia inusitada en la geopolítica mundial y fue una de las
zonas tradicionales de intervención militar en la historia contemporánea, lo que continúa
hasta el día de hoy, si bien reflexionó también acerca de la condición árabe que sufrió: por
una parte, la opresión otomana; luego de la Primera Guerra Mundial, la franco-británica, y
a partir de la Segunda Guerra, el imperialismo estadounidense. Y por otra parte, subrayó
el hecho de que esas poblaciones poseen lazos innegables —aun con sus disputas
internas— frente al divide y reinarás (Said, 2003b).

La relación Oriente-Occidente impregnó la cuestión palestina y al mismo autor: Edward


(inglés) Said (árabe). Se ha procurado presentar al Estado de Israel como el Occidente,
civilizado, sedentario, con un elevado desarrollo tecnológico y capitalista, en desmedro de
Palestina o los palestinos, vistos como el Oriente, lo tradicional, atrasado, el terrorismo,
los nómadas o beduinos. Said actuó en pos de exhibir algo diferente.

En cuanto al tema de Palestina y su relación con Israel, prosiguió con libros como
Crónicas palestinas, pero aquí nos referiremos al documental In Search of
Palestine(1998), el cual sintetiza parte del pensamiento saidiano. En ese video, Said
protagonizó el regreso a su tierra natal en una exploración de su pasado, además de que
buscó reflejar la concordancia entre los recuerdos personales del escritor y la memoria
compartida del pueblo palestino. En un pasaje, expresó: «La única palabra para esto es
desastre, y esta es, en esencia, la tragedia palestina». En ese momento, se refería a la
expansión de un asentamiento y a la manera en que se practicaban a diario nuevos
desalojos, expropiaciones y demoliciones de hogares. Finalmente, muestra cómo la
población palestina siente impotencia por no poder hacer nada para impedirlo.

Otro ejemplo es cuando este pensador palestino-estadounidense trazó una de las


reflexiones más profundas sobre la opresión del pueblo palestino en su libro After the Last
Sky (1999), en el que debatió sobre el desplazamiento, la falta de tierra, el exilio y la
identidad. Además, pidió el reconocimiento internacional de los reclamos palestinos, así
como también criticó la brutal ocupación y el desposeimiento que han sufrido durante más
de medio siglo.

Nuevo prefacio a Orientalismo(2003)


Desde la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) hasta los
sucesos actuales, la potencia hegemónica postuló al islam y el Medio Oriente como el
nuevo enemigo de Occidente, en remplazo del comunismo. Vale la pena retomar algunas
cuestiones de la etapa precedente inmediata, donde destacamos el cambio de escenario
previo: la Revolución iraní islámica de 1979; el pacto de Camp David entre Egipto e Israel
de 1978-1979; también en 1979, la invasión soviética de Afganistán con los muyahidines,
y la guerra entre Irak e Irán de 1980-1988. A su vez, Estados Unidos lideró la guerra del
Golfo de 1991, en detrimento de Irak, es decir, la intervención imperialista directa
estadounidense.
A partir del 2001, se realizaron las invasiones encabezadas por Estados Unidos sobre
Afganistán e Irak; el descubrimiento del desarrollo nuclear de Irán con una percepción de
amenaza, y el denominado «despertar árabe» en 2011, que generaron un proceso de
agitación o intento de variación del orden establecido. Esta situación demostró cómo el
balance de poder regional se inclinó hacia tres países no árabes: Irán, Israel y Turquía.

Veinticinco años después de publicado Orientalismo, Edward Said vislumbró ese nuevo
imperialismo que se avecinaba o, más bien, se intensificaba con la invasión
estadounidense a Irak y Afganistán, aunque la influencia de dicha potencia en la zona y su
acción directa no dejaron de estar presentes durante los siglos XX y XXI. En su nueva
introducción plantea, si la leemos en su contexto, y en conjunto con sus escritos, un hilo
conductor no solo humanista, como él mismo se define, sino que su destacado rol
intelectual fue acompañado por el activismo político y su denuncia de los avasallamientos
de los derechos humanos.

Said defiende la tesis de que todo imperio pretende establecer diferencias entre cuál es la
misión supuesta que se le encargó, para poder expandirse, apropiarse cada vez más de
territorios y recursos. En otras palabras, detrás del velo de una hipotética superioridad
occidental, y de la tarea de civilizar —mission civilisatrice o «carga del hombre blanco»—,
llevar el orden, el progreso y la democracia; en realidad, la fuerza es el recurso empleado
para dominar esas regiones.

Adicionalmente, Said estableció similitudes entre los académicos pagados por los
británicos en la India, la región de la Mesopotamia, Egipto y África Occidental; los ejércitos
franceses en Indochina y África del Norte, y los asesores estadounidenses que se valieron
de los mismos estereotipos y justificaciones con el objetivo de ejercer la violencia y el
despotismo que ellos mismos les atribuían a las poblaciones subyugadas.

Otra crítica presente en toda su obra fue hacia las ortodoxias religiosas y nacionalistas,
pero que igualmente los medios masivos —junto a la academia— inducen a una mirada
ahistórica y sensacionalista de los hechos. Esto último, en el caso analizado, no solo es
para vender su mercancía sino que se trata de demonizar a un enemigo desconocido,
«terrorista», el cual es merecedor de una «guerra preventiva» (acompañada de los
«daños colaterales»), que deviene en un cambio de régimen unilateral. Es decir, que
todos esos eufemismos y el control del lenguaje, las imágenes difundidas, actúan en
conjunto para perpetrar ese nuevo imperialismo sobre la región (recordemos que en 2016
se cumplieron los cien años del Pacto de Sykes-Picot), donde se repartió el territorio sin
atender a las características de los propios habitantes. Ese escrito engloba una serie de
ideas saidianas, en un ciclo sobre el que Said reflexionó pero que aún continúa, en el cual
tanto las potencias europeas como Estados Unidos, junto a la URSS (luego Rusia
también), pretendieron influir y prevalecer en la toma de decisiones del Medio Oriente.

Durante los cuarenta años transcurridos desde Orientalismo, así como también en este
último periodo, las potencias —encabezadas por Estados Unidos y los miembros de la
OTAN— intentaron reconfigurar el mapa y los estados nación de la región, al tiempo que
hubo intervenciones devastadoras de estas en Irak, Siria, Afganistán y Libia, cuyas
consecuencias sufren sus habitantes. Por lo tanto, esta imposición ideológica, simbólica y
material (aunque resistida por diversos medios) nos evidencia el accionar de las potencias
capitalistas, las cuales abusan —en esta región más que en otras— de su poderío militar
y financiero.

Intelectuales de la talla de Said marcaron la impronta de uno de los modos inequívocos de


enfocar el análisis de la coyuntura mundial, como sus reprobaciones a las presuntas
jerarquías de poder entre los sistemas culturales. Su voz nos resulta recurrente para
pensar estos entramados entre la cultura, el poder y el imperialismo. A través de este
breve recorrido por algunas de las obras de este activista palestino-estadounidense,
expusimos la manera en que denunció el imperialismo cultural con el que se trató de
enmascarar la opresión y apropiación de los recursos del «mundo árabe».

Referencias

Chedid, S. (2003). El legado de Edward Said. Buenos Aires: Canaán.

Martinelli, M. (2010). Antítesis, 3 (6), 1077-1093. Recuperado


de http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=193314445004.

Masalha, N. (2011). Edward Said: el sionismo y la visión democrática laica. En S. Chedid


y N. Masalha (eds.), La Biblia leída con los ojos de los cananeos. Recordando a Edward
Said. Buenos Aires: Canaán.

Murphy, S. (2005a). La imagen demonizada del islam: ayer y hoy. Recuperado de


cdsa.aacademica.org/000-006/538.pdf.

Said, E. (1979). The Question of Palestine. Nueva York: Times Book (versión en español,
2013. Barcelona: Debate).

Said, E. (1990). Orientalismo. Madrid: Prodhufi.

Said, E. (1996). Cultura e imperialismo. Barcelona: Anagrama.

Said, E. (2001). Crónicas palestinas. Barcelona: Grimaldo.

Said, E. (2005). Cultura, identidad e historia. En G. Schröder y H. Breuninger (comps.),


Teoría de la cultura (pp. 37-53). Buenos Aires: FCE.

Sardar, Z. (2004). Extraño Oriente. Historia de un prejuicio. Barcelona: Gedisa.

Documental

In Search of Palestine – Edward Said’s Return Home (BBC) (1998). Una producción de la
BBC (50 minutos).
Martín Martinelli
Universidad Nacional de Luján
martinellima1982@gmail.com

ZERO IMPRESA EDICIÓN 36


ISSN ELECTRÓNICO: 2344-8431
ISSN IMPRESO: 0123-8779

https://zero.uexternado.edu.co/orientalismo-cultura-e-imperialismo-y-la-cuestion-palestina/

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