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Wolfahrt Pannenber, fue un teólogo protestante, uno de los más grandes del
inminente unión con Dios más allá de la muerte y los desafíos que hoy día debe
unión con Dios eterno. San Pablo lo diría de esta manera: Nuestra resurrección tendrá
lugar por la unión con Cristo resucitado, en quien todos los cristianos formamos un
solo Cuerpo (1Co 12,12), vivificado por el Espíritu (Rm 1,4). Por tanto, la tarea de la
escatología cristiana es explicar esta unión con Dios, y tal explicación no es nada
superficial. En todos estos temas se trata, por tanto, de aspectos parciales de un único
hecho: la unión con Dios eterno por encima de nuestra existencia, finita y alejada de él.
aborda el tema acerca de la vida eterna; dice, citando al Concilio de Florencia, que
consiste en contemplar “claramente a Dios mismo, uno y trino, tal como es”, es decir
en la visión directa de Dios, “estando en presencia del Señor (2Co 5,8)” (n. 49), en la
gloria, “en la cual seremos semejantes a Dios, porque lo veremos tal como es (1Jn 3,2)”
por lo cual, mientras estamos en el mundo, ansiamos estar con Cristo (Fip 1,23).
“Jesús hombre no sólo fue por una vez de decisiva importancia para nuestra
salvación…, sino que es ahora y por toda la eternidad la permanente apertura de
nuestra finitud al Dios vivo. En la eternidad sólo se puede contemplar al Padre a
través del Hijo; y se le contempla inmediatamente precisamente de ese modo”
(Rahner, 1967, pág. 49).
Dios, por tanto, es de suma importancia, es la apertura de nuestra finitud al Dios vivo,
tomando en cuenta lo dicho, el autor de este artículo afirma y nos recuerda que la
esperanza no pertenece al estado acabado, sino al más allá; por tanto, fundar la
persona después de la muerte? Para responder a esta pregunta hará una mirada
nueva forma de vida. La respuesta de Jesús a los saduceos es un ejemplo: “serán como
ángeles en el cielo” (Mc 12,25). Pero más importante que anticipar esta sentencia es
constatar que la purificación del juicio se extiende a todos, cada uno a su manera, y que
los símbolos más antiguos (Símbolo apostólico DH 2, 10-30). Se han de destacar estas
lugar “el último día” (DH 72; cf. DH 76; 859; 1002; LG 48); b) será universal, es decir,
tanto para los buenos como para los malos (D 76; 540; 801; 859; 1002; LG 48). Esto no ve
reflejado en las grandes obras del arte cristiano, quizá renovar la conciencia de la
relación entre la percepción estética y la escatología cristiana podría ser un de las tareas
El autor concluye esta aportación con la tesis fundamental con la que comenzó:
constatando que la confianza y la firme unión del fiel con Dios eterno es el núcleo de
Bibliografía:
Biblia de Jerusalén.