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La construcción
del otro por la
desigualdad

Antropología

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La construcción del otro por la
desigualdad
Figura 1

Contexto histórico
Así como las contradicciones inherentes a la economía capitalista que
gestaron la Primera Guerra Mundial (1914) favorecieron la Revolución Rusa
(bolchevique), que construyó en 1917 el primer país socialista del mundo
(la ex Unión Socialista Soviética), la Segunda Guerra Mundial, movida por
aquellas mismas contradicciones capitalistas, posibilitó una segunda
revolución u otra Nación socialista: China (1949) y con ella, una serie de
rebeliones que buscaban la independencia nacional, su liberación o
descolonización. Desde la India de Gandhi, la Sudáfrica de Mandela o el
Egipto de Nasser contra el colonialismo inglés, pasando por la Argelia o el
Vietnam de los franceses (luego, este último país contra EE.UU.), al
Mozambique o la Angola del coloniaje portugués, como un reguero de
pólvora las revueltas y luchas de independencia o liberación se expandieron
por la tierra y, más particularmente, entre esos territorios habitados por los
“otros”, semejantes y diferentes, otrora considerados “salvajes”,
“primitivos” o “incivilizados”.

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Las imágenes de esos “otros culturales” construidas por Malinowski y Levi-
Strauss en función de sus alcances, en este contexto internacional, no
resultaron vanas. Ellas permitieron abonar o fertilizar la construcción de
una nueva imagen, en este nuevo período histórico de postguerra para el
surgimiento de nuevas reflexiones, fundamentalmente, a partir del
material aportado por la teoría económica y política de Carlos Marx.

Recordemos que el marxismo, que inspiró las revoluciones rusa (1917),


china (1949) y la cubana (1959), durante la última mitad del siglo XIX se
constituyó como la corriente de pensamiento más crítico de la economía
capitalista, al develar los intereses y las contradicciones intrínsecas a su
dinámica.

Figura 2

A partir de sus análisis sobre la lucha de clases y la distribución de la


riqueza, el marxismo no sólo aportó una teorización sobre la estratificación
social entre ricos y pobres al interior de las sociedades “civilizadas”, sino
sobre la ubicación que los países y los continentes del mundo cobraban
dentro del gran concierto de la economía capitalista. Aparece entonces la
noción de países pobres y países ricos.

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Figura 3: La distribución de la riqueza al interior de las sociedades
“civilizadas”.

Figura 4: El “desarrollo” de los paises ricos.

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Figura 5: El “subdesarrollo” de los paises ricos.

Al igual que los sectores explotados de los países más industrializados de la


tierra, otras regiones y países del planeta eran (y son todavía) explotados
por los mismos intereses de la economía mundializada, hoy denominada
economía global.

Figura 6: El “otro” explotado de la teoría marxista.

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Con este material teórico preexistente y el conjunto de definiciones y
conceptos que se fueron acuñando académicamente sobre las imágenes
que del “otro”, semejante o distinto que construyeron Malinowski y Lévi-
Strauss, en el marco planetario abierto posterior a la Segunda Guerra
Mundial recién descripto, no fue difícil el surgimiento de una nueva imagen
de ese “otro”; un “otro” desigual.

Figura 7: El “otro” desigual.

Figura 8: Los “otros” culturales “atrasados” de las colonias europeas

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La práctica de la Antropología dejó de ser un ejercicio casi exclusivo de los
europeos o americanos del norte (sin incluir allí a los mexicanos). En la gran
mayoría de los países del mundo sus universidades iniciaron su enseñanza
y práctica. De esta manera aquellos “otros”, semejantes pero distintos de
los europeos, otrora tildados de “salvajes”, “incivilizados”, “primitivos” o
“subdesarrollados”, se convierten en antropólogos. Ahora en este período
de postguerra no sólo ponen en cuestión las categorías de análisis que
sobre ellos aplicaban los europeos, sino que se comienza a pensar a éstos
en relación a los pueblos periféricos, en el marco de la economía
capitalista, así como también, las relaciones existentes al interior de sus
propias sociedades, las sociedades periféricas, entre los diversos “otros” y
distintos culturales que estas mismas relaciones generaron.

Figura 9: El “Tercer Mundo” expresión de los países pobres

En el concierto de las naciones, se había instaurado no sólo una relación


política de dominación sobre los pueblos sino también una relación
económica de dependencia para los países periféricos en relación a los
países centrales, esto es, las sociedades “ricas”, fundamentalmente
europeas.
Esta Antropología, que bien podemos llamar del Tercer Mundo, en tanto ni
producida por Europa y/o América del Norte (sin México) como tampoco por
la ex Unión Soviética, cruzada por las luchas de liberación nacional o contra
el colonialismo y neo-colonialismo, se encontró analizando las diferencias
entre los otros, semejantes y distintos, presentes en el seno de las
sociedades, universidades y centros de estudio donde iniciaba su enseñanza,
aprendizaje y ejercicio.

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Figura 10: Un peón agrícola preparando la tierra para el cultivo del arroz

En este panorama académico por el que transitaba, la Antropología del


llamado Tercer Mundo, no dejó de ser influenciada por las teorizaciones
requeridas por los procesos revolucionarios en la Unión Soviética (1917),
China (1949), Cuba (1959) y Vietnam (1973) o por las luchas
anticolonialistas.

Figura 11: Guerra de Vietnam

La mayoría de esas teorizaciones fueron movilizadas por las exigencias


históricas de los pueblos del Tercer Mundo y en un período histórico
caracterizado por profundas transformaciones políticas (luchas de
liberación por la autonomía de los pueblos), económicas (rechazo sobre las

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formas de explotación que el modelo capitalista de producción
representaba), sociales (cuestionamiento sobre la desigualdad de clases
sociales entre pobres y ricos), y culturales (crítica a la hegemonía cultural
como instancia ideológica de dominación de unos sobre otros). Esto
implicó que, a mediados del siglo XX, se recuperen o refloten aquellos
viejos conceptos sobre las contradicciones que planteaba en su propio
seno la industrialización, como modelo de producción capitalista,
instaurado por Carlos Marx en la última mitad del siglo XIX.

Figura 12: La dependencia económica de los países periféricos

De esta manera, esa Antropología formada en el pensamiento europeo que


la precedió, pero atenta al estudio de sus propias sociedades, fue incidida
por el marxismo en general.

La construcción del “otro” por la desigualdad.

Según Boivin, Rosato y Arribas podemos deducir algunas proposiciones


fundamentales sobre la desigualdad cultural:

1. Tanto la diversidad como la diferencia eran consideradas como


hechos empíricos constatables; en este caso, la desigualdad
también es considerada una realidad pero no está dada de
manera “natural” sino como producto histórico coyunturalmente
determinado.

2. En los modelos anteriores, la diferencia expresaba distintos grados


de evolución y la diversidad expresaba la heterogeneidad de las
modalidades de la vida humana. En este caso, la desigualdad expresa
(y es producto de) una relación de dominación.

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3. La dominación se funda en una apropiación desigual de bienes
materiales y simbólicos, una parte se apropia de algo a expensas de
otra. Esta apropiación genera relaciones sociales asimétricas que
toman formas diversas (entre sexos, entre parientes, entre clases
sociales, entre sociedades) y que se expresan en formas culturales,
económicas, políticas y sociales distintas.

4. La desigualdad se fundamenta en una relación de dominación de


algunos hombres, de algunos grupos y de algunas sociedades sobre
otros hombres, grupos y sociedades. Esa relación tiene una
estructura común, pero no hay idea de gradación sino de
transformación: cada forma distinta es una transformación de esa
estructura.

5. En los otros dos modelos, la especificidad de una cultura se explicaba


por ser parte atrasada de la propia o por su ordenamiento
funcional diferencial. En este modelo, la especificidad de una cultura
se explica como producto del modo particular que toman las
relaciones de dominación.

Figura 13

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El “otro” desigual: un nuevo paradigma antropológico

El período de postguerra es el contexto histórico que permite el


surgimiento de un nuevo paradigma antropológico. Los 50’ y los 60’
particularmente, corresponden a un tiempo de profundas
transformaciones políticas, económicas, sociales, culturales entre otras.
Estas transformaciones son producto de un cuestionamiento profundo al
“establishment”, a un modelo de desarrollo capitalista que muestra, en su
seno, contradicciones en un tiempo social de contrastes extremos.

Las luchas de liberación nacional, la guerra de Vietnam, los movimientos


feministas, las protestas estudiantiles, el “Mayo francés”, las
manifestaciones obreras, las ideas revolucionarias que llevaron a la
Revolución Cubana, la guerra de guerrillas en America latina, los
movimientos ecologistas, los partidos “verdes”, la aparición de métodos
anticonceptivos, la revolución sexual, los movimientos “hippies” enrolados
en pro de la paz, entre otros acontecimientos de alcance mundial, son el
abanico de fenómenos que sirven de plataforma para el nacimiento de
nuevos interrogantes sobre la realidad.

Las teorías que hasta entonces contestaron las preguntas planteadas en la


sociedad, ya no pueden responder sobre las problemáticas sociales de la
época. Entonces, resulta necesario que nuevas definiciones, conceptos y
nociones permitieran una reflexión profunda sobre los temas de la sociedad.
De esta manera en el campo de las ciencias sociales, la mirada de los
antropólogos redefine el objeto, dando lugar al “otro” desigual.

Ese otro desigual es el producto de las relaciones antagónicas de clases


sociales que pone de manifiesto la sociedad capitalista, según la teoría
marxista y que permite mostrar un mundo dividido entre países ricos y
países pobres y al interior de las propias sociedades, la oposición entre
sectores sociales. El espectro de la pobreza acusa conflictos de intereses
opuestos; unos ligados al poder hegemónico y otros, sometidos en la
hegemonía dominante.

Esta realidad abre fenómenos que la Antropología necesita explicar. La


cultura, se muestra desigual según pueda ser considerada como una
expresión de clase o sector social. Aparecen entonces, términos como
cultura “dominante”, cultura “hegemónica”, cultura de “elite” o culturas
“populares”, culturas “subalternas”, “contracultura”, que denominan
conceptualmente estas desigualdades culturales.

Esta nueva perspectiva de abordaje implicara que el objeto de estudio bajo


una mirada marxista o más bien neomarxista, pueda crear las condiciones

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históricas para comprender la desigualdad como un nuevo paradigma
antropológico.

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Referencias
Boivin, MF.; Rosato, A. y Arribas, V. (1999). Constructores de otredad. Una
introducción a la antropología social y cultural. 1ra Edición. Buenos Aires: Editorial
Eudeba.

Sanchez Fernandez, JO. (2014). Antropología. España: Alianza Editorial- Version E


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