Vous êtes sur la page 1sur 5

MARTIN HASELBÖCK, LA WIENER AKADEMIE Y EL APLAUSO EN SANTO

DOMINGO

Beethoven: la música en la recreación histórica

El entrenamiento auditivo, visual y las horas gastadas en lecturas son el camino para
disfrutar las artes y entre ellas la música, pero este entrenamiento no arrienda las
ganancias a quienes están ávidos de lo útil, y que pagan por asistir a exposiciones,
conciertos y subastas de arte solo con el interés de encontrar en estos lugares la utilidad
del roce social.

En la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito de Santo Domingo, se
escucharon, el pasado martes 6 de febrero, las Sinfonías No. 1 en Do Mayor, Op. 21 y la
No. 3, en Sib Mayor Op. 55 (Heroica); y el miércoles 7, la obertura de Las criaturas de
Prometeo, Op. 43, la sinfonía No. 8 en Fa Mayor, Op. 93 y la No. 7 en La Mayor, Op. 92.
Los intérpretes fueron La Orquesta Académica de Viena, bajo la conducción de Martin
Haselböck.

La Orquesta venía de hacer la integral de las sinfonías de Beethoven en el Teatro Mayor


de Bogotá, Colombia, durante cinco conciertos y después de estar en Santo Domingo
terminaron su gira en California con dos presentaciones; una, el día 10 en el Beverly
O´Neill Theater, de Long Beach; y otra, el día 11 en el Zipper Hall, de Los Ángeles.

Esta integral de las sinfonías de Beethoven fue grabada por esta institución bajo el título
de Resound Beethoven en las salas y teatros en los que fueron estrenadas las obras y
publicada en 2015. Así que aquí escuchamos el resultado de muchas horas de ensayos
y de estudio individual de cada uno de los integrantes de la Orquesta -como está mandado
en cualquier ensamble musical profesional-, pero sobre todo -y como valor agregado-,
como resultado de una investigación de las obras desde las partituras originales (Urtext),
de un profundo estudio del contexto histórico y del hecho musical con la intención de
recrear estas obras, de acercarse lo más posible a la estética de la época en que fueron
creadas y a la relación entre el autor, su obra y el público al que estuvo dirigida.

«Re-sonar» a Beethoven -y en general la obra de Martin Haselböck al frente de la Wiener


Akademie-, se inscribe en la corriente que a finales del siglo XX comenzó a disentir del
concepto de «autenticidad» en la interpretación de las obras musicales del pasado, el que
habían sustentado los integrantes del Movimiento de Música Antigua (Early Music
Movement), y se aviene con el concepto de «ejecución históricamente informada»
utilizado con más frecuencia en nuestros días. (Fabian 2001). La imposibilidad de
reproducir el sonido «auténtico» de las obras musicales del pasado, abrió el camino a la
idea de recrearlas desde una profunda información histórica, donde la partitura, los
instrumentos originales o los tratados, como fuentes de información, no pueden ser el fin
último, sino el camino hacia una interpretación más abarcadora, enfocada en el estudio
global del contexto en el que se produjo el hecho musical, con la intención de que aquellas
estéticas vuelvan a la vida. (Pérés 2002).

No intenta este trabajo, de un director investigador, crear, como pretendieron algunos


artistas en el siglo pasado, «interpretaciones auténticas» puesto que eso es imposible,
incluso, si partimos de la simple semántica. No son tampoco los instrumentos de época
los que le dan un carácter documental a la interpretación, sino el estudio de los
documentos que sustentan la interpretación y convierten el hecho artístico en una
interpretación históricamente documentada, no en una réplica de lo que se escuchó en
Viena en el siglo XIX, algo absolutamente imposible porque la música no es como la
escultura los palacios o los lienzos, la música nos impresiona únicamente cuando suena
y luego desaparece como polvo en el viento.

No se puede escuchar dos veces el mismo sonido, así como tampoco se puede beber
dos veces del mismo río; sin embargo, sí es posible acercarse a la estética del autor
mediante el uso de los timbres de los instrumentos con los que fueron estrenadas esas
obras, la acústica de las salas y teatros en los que se estrenaron y las técnicas de
interpretación que mandaban los tratados, los métodos de estudio y el gusto de la época.
Por otra parte, el instrumento antiguo no consigue nada si, por ejemplo, en la
interpretación de Beethoven las cuerdas usan el vibrato o rujen como en una sinfonía de
Tchaikovski, o si las maderas y los metales pretenden rubatear las melodías como en
Brahms, Liszt o Chopin. El instrumento y su uso documentado contribuye a re-crear la
música del pasado, pero no es la música del pasado.

Para disfrutar se necesita educación, estudio y atención.


Haselböck ha declarado en una entrevista para la revista Arcadia que: «la música es
intelectualmente tan demandante que para apreciarla necesitas conocerla bien. Por
supuesto puedes conocer la música, pero si quieres ir más allá necesitas educación,
estudio y atención»; sin embargo, esos saberes forman parte de lo inútil, son de esas
actividades que no son rentables, que se alejan mucho de las riquezas materiales, son el
camino para emprender inútiles estados de bienestar espiritual.

El entrenamiento auditivo, visual y las horas gastadas en lecturas son el camino para
disfrutar las artes y entre ellas la música, pero este entrenamiento no arrienda las
ganancias a quienes están ávidos de lo útil, y que pagan por asistir a exposiciones,
conciertos y subastas de arte solo con el interés de encontrar en estos lugares la utilidad
del roce social. Harnoncourt (Harnoncourt 2006 7) ha observado que «la música se ha
convertido en un mero ornamento para guarnecer noches vacías con visitas a óperas y
conciertos», y Nuccio Ordine (Ordine 2013 16) que «no es fácil entender, en un mundo
como el nuestro, dominado por el homo economicus, la utilidad de lo inútil y, sobre todo,
la inutilidad de lo útil».

Todo esto y mucho más lo pude apreciar en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional,
donde gran parte de las casi mil almas que cada noche llenó el coliseo, mostraron con
aplausos al final de cada uno de los cuatro movimientos de las cuatro sinfonías su
satisfacción y deleite por participar de un evento que, por la magnitud de los precios,
debía ser un magno evento útil, y mostraron también su magro hábito de asistir a
conciertos sinfónicos en vivo y de escuchar estas obras.

Es este en realidad el mismo comportamiento que desde hace algunos años mantiene el
público que asiste a los conciertos de las temporadas sinfónicas en esa misma sala, y el
mismo que, según recogen las crónicas, tuvo el público en Bogotá. Pero voy por partes,
según me comentó vía Twitter el profesor e investigador en música Julián Montaña, quien
estuvo en aquellos conciertos en el Teatro Mayor de Bogotá, el Maestro Haselböck
comentó, en un conversatorio que tuvo después del segundo concierto, que si sentían el
deseo podían aplaudir entre movimientos, aduciendo que los contemporáneos con
Beethoven así lo hacían. Sin embargo, Emilio Sanmiguel, en una crónica publicada en El
Nuevo Siglo, el 4 de febrero, afirma que «las sugerencias a guardar silencio (en el
concierto) fueron ignoradas» y que Haselböck, en la primera parte ignoró los aplausos,
pero luego se volteó «¿burlón? […] para agradecer las interrupciones»1.

1
Aquí el Maestro Haselböck intercambió miradas cómplices con algunos músicos al tiempo que, muerto
de risa, volteaba hacia el público y agradecía con una reverencia ¿sarcástica? los aplausos.
No estoy seguro por qué en Bogotá, a partir del tercer concierto, el público decidió aplaudir
después de cada movimiento, pero aquí no tengo dudas de que el aplauso después de
cada uno de los cuatro movimientos de las cuatro sinfonías de Beethoven se debió a la
falta de entrenamiento, al poco conocimiento del ritual que ha de seguir quien decide
sentarse en una sala de conciertos y escuchar, solo escuchar2.

Es verdad que hasta finales del siglo XIX los programas podían ser incoherentes, no
tenían en cuenta el uso de la unidad y el ritmo para conseguir la catarsis del público, y los
aplausos, los comentarios e incluso la iluminación tenían otro significado para músicos,
compositores y directores. Pero durante todo el siglo XX, el concepto del concierto como
un espectáculo total o como «obra total», con la intención de captar la atención del
auditorio de principio a fin -como lo había entendido Wagner ya desde el siglo XIX en la
ópera-, propició que se entendiera que una sinfonía, un concierto, un trío, un cuarteto,
etc., es una obra que debe captar la atención, que un movimiento lleva al otro e incluso
que una obra lleva a la otra, en un discurso en el que se deben equilibrar las tensiones y
distensiones que se crean -a través del estilo, las tonalidades, las dinámicas, los matices,
etc.-, y que si este ritmo se interrumpe por los aplausos se pierde el hilo del discurso, los
músicos la concentración y se inhibe la catarsis3.

Educación, estudio y atención es lo que no hay, es un mal mundial, pero el mal de muchos
suele ser consuelo para tontos, así que muy probablemente, una parte del público que
pagó boletos a precios de primer mundo4, poco ganó si no disfrutó la capacidad de la

2
Luis Montaña ha publicado un interesante artículo titulado: El placer, el aplauso y el concierto, en el
que afirma lo siguiente: «Luego de muchos años asistiendo a espectáculos de música clásica, aún no me
acostumbro al gesto grosero que acalla los aplausos espontáneos». [En línea] [fecha de consulta 13 de
febrero de 2018] Disponible en: http://blogs.eltiempo.com/-intermedio/2013/10/15/el-placer-el-
aplauso-y-el-concierto/
3
En la ópera y el ballet la unidad y el ritmo no están pensados de la misma manera que en la música,
sino que cada aria o cada variación es un todo y pueden ser ovacionadas sin que esto altere el ritmo o
desconcentre a los intérpretes.
4
En Bogotá los precios estuvieron entre US$65.00 y US$13.00. Fuente: Teatro Mayor [En línea] [fecha de
consulta 13 de febrero de 2018] Disponible en:
https://www.teatromayor.org/evento/musica/orquestra-wiener-akademy-austria-director-martin-
haselbock-integral-sinfonias-de-1. En Long Beach entre US$45.00 y US$20,00 y en Los Ángeles entre
US$59.00 y US$20.00. Fuente: Música Angelical [En línea] [fecha de consulta 13 de febrero de 2018]
Disponible en: https://www.musicaangelica.org/events/beethoven/ En Santo Domingo entre US$41.00 y
US$10.00. Fuente: Notiultimas.com [En línea] [fecha de consulta 16 de febrero de 2018] Disponible en:
http://notiultimas.com/digital/2018/01/22/fundacion-sinfonia-anuncia-la-presentacion-la-orquesta-
wiener-akademie/ En Viena entre €66.00 y €26.00. Fuente: Vienna Ticket Office [En línea] [fecha de
consulta 16 de febrero de 2018] Disponible en:
http://www.viennaticketoffice.com/musikverein-festival-wien-2018-orchester-wiener-akademie-tickets-
352889-de.html#tabs-2
Orquesta Wiener Akademie para ofrecer interpretaciones emocionantes. A pesar de la
acústica poco amable de la gran sala del Teatro Nacional pude escuchar todas y cada
una de las voces que dialogaron en las cuatro sinfonías y en la obertura. El timbre de la
cuerda lo sentí como terciopelo, más que frotadas me dieron la sensación de ser cuerdas
sopladas, con una amplia gama de matices, desde un susurro muy quedo hasta un
explícito forte. Pude disfrutar el modo en el que los intérpretes de los metales fueron
capaces de sortear pasajes dificilísimos y llevar los instrumentos al límite de sus
posibilidades, y las maderas, como de una pasta dulce, también al límite.

Un músico al que respeto mucho por sus amplios conocimientos discográficos me


comentó unos días después del concierto que aquellas dos noches no habían sido las
mejores para los cornos, pero no estoy seguro de eso, para mí el resultado total fue
simplemente emocionante, pude alcanzar un estado de satisfacción que pocas veces
consigo en un concierto en vivo, y sentí que, como pocas veces, había estado muy cerca
de Ludwig van Beethoven. Sí, lo disfruté como pocas veces he disfrutado esa utilidad de
lo inútil.

Santo Domingo, 16 de febrero de 2018

Bibliografía:
Fabian, Dorottya (2001) El significado de la Autenticidad, y el movimiento de música
antigua: una revisión histórica. Universidad New South Wales, Sydney, Australia. En
Revista internacional de estética y sociología de la música. Vol. 32.No. 1 (diciembre
2001), pp. 153-167 Recuperado el 9 de mayo de 2016.
http://www.laguitarra-blog.com/wp-
content/uploads/2012/05/el.significado.de_.la_.autenticidad-y-el-movimiento-de-la-
musica-antigua.pdf
Harnoncourt, Nikolaus (2006) La música como discurso sonoro. Hacia una nueva
comprensión de la música. Barcelona, Acantilado.
Ordine, Nuccio (2013) La utilidad de lo inútil. Manifiesto. Barcelona, Acantilado.
Pérés, Marcel (2002) La interpretación de las músicas antiguas y la necesaria
reevaluación de las herramientas historiográficas. En Los diez años de la investigación
musical: cursos de invierno 2002, coord., por Caros Villar Taboada, Jesús Martín Galán,
2004, págs. 183-210

Vous aimerez peut-être aussi