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CUÁNDO SOY UN USURPADOR

(Mi propio profeta, sacerdote y rey)

En Hebreos 6 y 7 se cita a Melquisedec y se menciona el significado de su nombre y sus oficios.

“Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del
santuario, hasta donde Jesús, el precursor, entró por nosotros, llegando a ser sumo sacerdote para
siempre, según el orden de Melquisedec. (Hebreos 6:19-20 NVI)

“Este Melquisedec, rey de Salén y sacerdote del Dios Altísimo, salió al encuentro de Abraham, que
regresaba de derrotar a los reyes, y lo bendijo. Abraham, a su vez, le dio la décima parte de todo. El
nombre Melquisedec significa, en primer lugar, «rey de justicia» y, además, «rey de Salén», esto es, «rey
de paz». No tiene padre ni madre ni genealogía; no tiene comienzo ni fin, pero a semejanza del Hijo de
Dios, permanece como sacerdote para siempre. Consideren la grandeza de ese hombre, a quien nada
menos que el patriarca Abraham dio la décima parte del botín. Ahora bien, los descendientes de Leví
que reciben el sacerdocio tienen, por ley, el mandato de cobrar los diezmos del pueblo, es decir, de sus
hermanos, aunque estos también son descendientes de Abraham. En cambio, Melquisedec, que no era
descendiente de Leví, recibió los diezmos de Abraham y bendijo al que tenía las promesas. Es indiscutible
que la persona que bendice es superior a la que recibe la bendición. En el caso de los levitas, los diezmos
los reciben hombres mortales; en el otro caso, los recibe Melquisedec, de quien se da testimonio de que
vive. Hasta podría decirse que Leví, quien ahora recibe los diezmos, los pagó por medio de Abraham, ya
que Leví estaba presente en su antepasado Abraham cuando Melquisedec le salió al encuentro.”
(Hebreos 7:1-10 NVI)

Como un tipo de Cristo, Melquisedec funcionó como profeta (bendiciendo a Abraham), sacerdote (del
Dios altísimo), y Rey (de Salem). Los oficios de Cristo y sus roles como mediador del Nuevo Pacto son
uno de los tópicos más ricos para meditar sostenidamente y regocijarse en el evangelio.

Pero hoy, pensé en la perversidad espiritual de colocarme a mí mismo en el papel de profeta, sacerdote
y rey de mi propia vida. Sé que suena loco, pero si somos honestos con nosotros mismos, somos más
propensos a actuar de esta manera que a reconocerlo.

La usurpadora = telenovela mexicana estrenada en 1998


con Fernando Colunga de protagonista masculino y
Gabriela Spanic de protagonista femenina. Ella
desempeñó un doble papel: Una joven humilde se deja
manipular por su hermana gemela para que la
reemplace y ella se pueda ir con otro hombre.

En esta otra historia, el y la protagonista eres tú y soy yo.


I. SOY USURPADOR CUANDO OIGO MI PROPIA VOZ Y LE DOY MÁS CRÉDITO QUE A LA
VOZ DE DIOS.

Jesús no solamente proclama fielmente la verdad, Él es la verdad. Jesús no solamente nos da la Palabra
directa de Dios; Él es la Palabra hecha carne. Como el escritor de Hebreos explica, “Dios, habiendo
hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas,
en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por
medio de quien hizo también el universo.” (Hebreos 1:1-2).

El autor Paul Tripp correctamente nota que nadie te habla a ti más de lo que tú te hablas a ti mismo; por
lo tanto, nadie tiene más influencia sobre tus pensamientos que tú mismo. Cada día y todos los días,
tenemos la opción de tener a Jesús como nuestro profeta, o podemos decirnos cosas a nosotros mismos
en nuestro propio proyecto de auto-salvación.

Cuando soy mi propio profeta, estoy propenso a creer medias verdades o mentiras completas en vez de
creer lo que Dios dice acerca de mí en Cristo. ¿Son suficientes las palabras de Cristo? ¿Tengo que declarar
cosas acerca de mí, o creer que lo que Jesús declara sobre mí es suficiente?

Si estoy en Cristo, lo que me define es la Palabra del Evangelio, dando al Evangelio el lugar más
importante y considerarlo el único mensaje que moldea mi identidad. Cuando yo soy mi propio profeta,
tonta y neciamente sustituyo el evangelio por mensajes falsos que pueden confortar momentáneamente
pero no sanar, pueden calmar pero no producir paz verdadera, pueden ayudar superficialmente pero no
salvar.

II. SOY USURPADOR CUANDO QUIERO PAGAR Y AGRADAR A DIOS HACIENDO MIS
PROPIOS SACRIFICIOS

Jesucristo es mi Sumo Sacerdote, no solamente ofreciendo un sacrificio aceptable, sino siendo para mí
un sacrificio aceptable y perfecto por mis pecados. A través de su expiación e intercesión, su sangre y
sus oraciones continuamente me hablan de perdón, aceptación, justificación, paz y amor.

Como el escritor de Hebreos dice, “...Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a
la diestra de la Majestad en las alturas,” (Hebreos 1:3 LBLA). El hecho que esté sentado a la diestra de
Dios habla de la expiación de mis pecados y la redención final y de una vez para siempre que Él logró, así
como de la satisfacción de Dios ante tal sacrificio. Por la fe, descanso en Cristo y me regocijo de ser
hallado en Él.

Cuando soy mi propio Sacerdote, sé que debo hacer expiación por mis pecados y errores y que debo
ofrecer sacrificios. En lugar de apreciar el sacrificio expiatorio hecho por Cristo en la cruz del Calvario,
busco la manera de hacer expiación por la forma en que vivo: siendo religioso, pensando que mi
desempeño espiritual (buenas obras) puede apaciguar mi conciencia culpable, tratando de abordar la
inquietud de mi corazón con mucho trabajo, haciendo muchas cosas, y tratando de anclar mi aceptación
en la naturaleza vacilante de mis esfuerzos por ser justo ante Dios.
Mis sacrificios socavan el sacrificio de Cristo, y en un esfuerzo de hacer expiación por mis pecados y
errores puedo llegar a creer que es posible hallar la reconciliación en lo que hago para mejorar mi vida,
en lugar de creer que la muerte de Cristo me da vida abundante y eterna.

III. SOY USURPADOR CUANDO INTENTO GOBERNAR SOBRE MI PROPIA VIDA

Jesucristo es Rey de Reyes. Toda autoridad le ha sido dada por el Padre. Su reino durará por siempre, y
aquellos que estamos bajo su reinado y gobierno experimentamos el shalom que este mundo anhela.
Sus súbditos han declarado por siglos, “Jesús es Señor," con corazones de gratitud y gozo.

Debido a que el Rey Jesús venció a todos los enemigos dispuestos contra Él, Él tiene derecho para
gobernar sobre todo, y su dominio y control no tiene fin. Como lo explica el escritor de Hebreos, Jesús
ha sido “nombrado heredero de todas las cosas, a través de quien también creó el mundo. Él es el
resplandor de la gloria de Dios y la impresión exacta de su naturaleza, y quien sostiene el universo por
la palabra de su poder" (Hebreos 1:2-3). Ya que esto es cierto, vengo a Jesús no sólo como mi Creador
sino también como mi redentor, en cuyo rostro irradia la gloria de Dios y quien me brinda la gracia que
necesito tan desesperadamente.

Cuando soy mi propio rey, me convenzo de que es mejor que yo gobierne mi vida y no Jesús. Ajustaré
mis días y mi agenda a mi antojo, no diré "venga tu reino, hágase tu voluntad en mi vida como en el
cielo". Si yo domino mi existencia no declararé "Jesús es el Señor", a través de una vida de
arrepentimiento y fe, sino más bien trataré de tener el control a través de mis ingenuos pensamientos y
planes.

"Si tan solo pudiera tener la vida como la quiero, entonces sí sería feliz y me realizaría totalmente, por
lo que actúo arrogantemente. No me doy cuenta que cuanto más controlo mi vida, más caos y
quebrantamiento traigo a ella. Tener nuestra vida como la queremos es una forma segura de construir
un reino sobre la arena que se hunde, lo cual lleva a una vida desperdiciada.

Estoy agradecido que Dios me ha dado en su Hijo un Salvador tan


poderoso que es para mí Profeta, Sacerdote y Rey. El reto que tú y
yo encaramos cada día es si en la vida ordinaria descansaremos en
los capaces brazos y en la obra completa de Cristo o en los tontos y
débiles esfuerzos de nosotros mismos para hacer por nosotros lo
que Dios nunca esperó o diseñó que hiciéramos. ¡Dios dio a su Hijo
como nuestro substituto!

Jesús es mi profeta de parte de Dios


Jesús es el Sumo Sacerdote de Dios para mí.

Jesús es mi Rey Soberano

Debemos tener cuidado de nunca volver a sustituir a Cristo


por nosotros mismos. Jesús es suficiente, y cuando nos
demos cuenta de eso, nos alegraremos con nuevos
sentimientos y afectos en la vida, la muerte y la
resurrección de nuestro gran y glorioso Rey.

Floriano Ramos Esponda a Iglesia Bautista Misional CAFE – 20 Enero 2019.

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