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La obra es planimétrica, en ella podemos hallar los ejes principales, el vertical, que pasa
por la parte central y está determinada por la posición del personaje sobre el que se
centra toda la atención, el eje horizontal determinado por la posición de las cabezas.
Además se nota un par de líneas más que se cortan formando un eje menor, que a la
vista ejerce cierta tensión, una horizontal marcada por la posición de la paloma y que
junto con las nubes del fondo da la sensación de continuidad, y otra línea vertical que
marca la posición del árbol y resalta la verticalidad de la escena.
Los personajes están todos estructurados por líneas verticales, a excepción de uno, cuya
postura se define por una línea curva.
A partir del trazo de estas líneas se puede hallar cuatro áreas delimitadas por triángulos
isósceles, dos invertidos y los otros dos no. Como se puede observar en la lámina de
áreas, al área 1 determina la posición y la postura de los 3 personajes alados, el área dos
encierra la escena principal y abarca a casi todos los personajes. El área 3 encierra en un
área más pequeña, el rostro, gesto y acto de bautismo, los lados iguales están
determinados por la posición de los brazos de Cristo y mientras la base lo está por los
codos. El área 4 nos da una vista más general pero solo del personaje principal, dejando
de lado a los demás personajes.
Los triángulos 2 y 4, al cortarse forman una quinta área de forma romboidal que
encierra únicamente al personaje principal, y en este caso, esto hace que haya una
actitud de separación figura principal – fondo y demás personajes.
Predomina el empleo de líneas curvas en su mayoría, que más que ritmo, porque la obra
es casi completamente estática; le da suavidad y encanto a la escena, también
encontramos líneas ondulantes, quebradas y rectas.
Se encuentra también una destacable alusión a la perspectiva, ya que las propias figuras,
configuran el espacio donde se asientan.
Las tonalidades no son muy vivas, la clave utilizada es alta, el autor ha bañado,
literalmente, a las figuras, de una luz blanca y uniformemente distribuida, con lo que
hago referencia que la luz es general.
El fondo de color más oscuro resalta aun más la tonalidad alta de los personajes.
Hay cerramiento, pues las diversas escenas y aun más la principal, se pueden encerrar
en una figura geométrica, de tal manera que las figuras representadas, quedan
independizadas del fondo, como se puede apreciar en la lámina de áreas. También hay
continuidad, como mencioné anteriormente, representada, por la paloma y la línea
imaginaria que se traza a partir de ella.
Tensión, en realidad a simple vista podría decir que no hay, pero de acuerdo con la
definición de tensión, la tensión puede establecerse de dos maneras en esta obra. Una,
que unifica los elementos Jesucristo – Paloma, y otra que unifica a Jesucristo – Sn. Juan.
Pero, el punto de contacto entre estos tres elementos está definido por el envase que
lleva en la mano San Juan Bautista, pues es el acto del derramamiento de agua sobre la
cabeza lo que caracteriza al Bautismo.
Hay una simetría aparente o equilibrio oculto, pues, al trazar las líneas estructurales,
resulta que al final tengo dos ejes, uno principal otro secundario, por lo que se crea una
necesidad de mover el eje, para lograr una compensación de los pesos.
Creo que hay un ritmo oculto, porque hay una línea que define la postura y posición del
personaje que representa a San Juan Bautista, la que da una ligera sensación de
movimiento, en medio de una completa inercia y falta de movimiento.
Análisis iconográfico
Objeto de interpretación:
En un segundo plano, tres personajes alados, uno junto al otro, dos de ellos llevan
coronas hechas, una con rosas y la otra con algo que parece romero y están cogidos de
la mano, mientras el otro personaje tiene un brazo semi extendido. Cada uno lleva ropas
distintas.
Y en un cuarto plano, un grupo de hombres con ropas orientales que en este caso, por no
resaltar mucho, formarían parte del fondo de la obra, el paisaje, el cielo y el río que pasa
por debajo de los pies de los personajes del primer plano.
El tema desarrollado en esta obra es la del Bautismo de Cristo, sacramento que recibió
de su primo San Juan Bautista, aquí se lo ve recibiendo el agua bendita. Sobre la cabeza
de Cristo, encontramos la paloma del Espíritu Santo y bajo sus pies las aguas del río
Jordán, y las figuras aladas, son ángeles que acompañan a Cristo en su bautizo.
El Bautismo, que representa un compromiso o lazo eterno con Dios, lo que implica
también la aceptación de sus normas de vida.
La paloma, que emerge del cielo posándose sobre la cabeza del ungido.
El agua corriente, que se renueva constantemente, símbolo de pulcritud, vida que fluye
y renueva.
La actitud sumisa de Cristo, que simboliza la obediencia a los mandatos de su Padre y
siendo Dios, se somete al bautismo como cualquier mortal.
Acto de interpretación:
La obra nos presenta, personajes no concordantes con la época, lo que se deduce por sus
vestiduras, y porque la escena representada no concuerda ni con el escenario presentado
en la Biblia, ni con la época, que se puede inferir de las construcciones representadas en
el fondo.
Análisis iconográfico:
El paisaje representado, según la historia del artista, estaría ubicado cerca de su lugar de
origen.
En esta obra encontramos una referencia paisajística básica para la pintura del
Quatrocento, y es considerada una imagen de las cercanías de San Sepolcro, donde el
artista nació y vivió la mayor parte de su tiempo. La figura de Cristo (Dios Hijo) se
sitúa en el centro de la composición, recibiendo el agua bendita de su primo San Juan
Bautista, las figuras aladas situadas junto al árbol, son identificadas como los ángeles
que acompañaban a Cristo en su bautismo, pero no portan ni las vestiduras ni los
elementos típicos de la época, lo que se interpreta, según la historia, como una alusión a
la Concordia entre las Iglesias occidental y oriental, que llegaron a acercamientos en el
Concilio Ecuménico celebrado en Florencia en 1439. Esta hipótesis se puede reforzar
por los atuendos orientales de los personajes que se aprecian tras el catecúmeno que se
despoja de sus ropas.
Jesús es bautizado
Jesús fue de Galilea al río Jordán, donde estaba Juan, para que este lo bautizara. Al
principio Juan quería impedírselo, y le dijo: Yo debería ser bautizado por ti, ¿y tú vienes
a mí?
Jesús le contestó: Déjalo así por ahora, pues es conveniente que cumplamos todo lo que
es justo ante Dios.
Entonces Juan consintió. En cuanto Jesús fue bautizado y salió del agua, el cielo se le
abrió y vio que el Espíritu de Dios bajaba sobre él como una paloma. Se oyó entonces
una voz del cielo, que decía: "Este es mi Hijo amado, a quien he elegido."
El nombre de Bautismo, en razón del carácter del rito central mediante el que se celebra:
bautizar (baptizein en griego) significa "sumergir", "introducir dentro del agua"; "la
inmersión" en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo
de donde sale por la resurrección con Él como "nueva criatura".
Piero della Francesca aplicaba en sus pinturas una serie de fórmulas que su público
estaba capacitado para comprender. Ese público estaba formado mayoritariamente por
comerciantes acaudalados que tenían la formación matemática necesaria para percibir la
belleza de la forma abstracta de un volumen cuya cuantía sabían calcular mediante el
cálculo.
Una regla de tres famosa es la llamada Escala Armónica Pitagórica, que al modo
renacentista se expresa:
6 8 9 12
6:8 = 9:12
Los musulmanes la planteaban tal como en la escuela se enseña la regla de tres a los
niños:
6 ------------- 8
9 ------------- 12
En sus obras aportará una iluminación especial, resaltando la volumetría de las figuras,
insertadas correctamente en el espacio.
Una característica de Piero della Francesca fue sumergir sus escenas en una luz que
envuelve completamente las formas sin producir casi indicio alguno de sombras. Con lo
que lograba un efecto de majestuosidad y de calma que el artista acrecentaba limitando
los movimientos de sus personajes o fijándolos en un gesto que simplemente lo
sugiriera, a esta calma se añaden el refinamiento que da la luz y la delicadeza de los
acordes cromáticos.
Así la historia, hasta entonces prácticamente una rama de la teología, se convirtió en una
rama de la literatura; los historiadores renacentistas rechazaron la división medieval
cristiana de la historia, que se iniciaba con la Creación, seguida por la encarnación de
Jesús, para terminar con el posterior Juicio Final. La visión renacentista de la historia
también constaba de tres partes: comenzaba con la antigüedad, continuaba con la edad
media y se completaba con la edad de oro, o renacimiento, que acababa de iniciarse.
Mientras que los eruditos medievales contemplaban con recelo el mundo pagano griego
y romano creyendo que vivían en la última etapa histórica, previa al Juicio Final, sus
colegas renacentistas exaltaban el mundo clásico, condenaban el medievo como una
etapa ignorante y bárbara y proclamaban su propia era como la época de la luz y de
regreso al clasicismo. Esta visión era expresada por muchos pensadores renacentistas
que recibieron el nombre de humanistas.
En el campo de las bellas artes la ruptura decisiva con la tradición medieval tuvo lugar
en Florencia en torno a 1420, cuando el arte renacentista alcanzó el concepto científico
de perspectiva lineal que hizo posible representar el espacio tridimensional de forma
convincente en una superficie plana.
El "espacio natural" suponía contar con una figuración y un conocimiento mas preciso
en la perspectiva lineal hasta conseguir una entidad y volumen que los pintores
florentinos consiguieron mediante la utilización de un color cada vez más natural, y de
la experimentación de los efectos lumínicos y de modelado; factores ambos que
contribuyeron a la consecución definitiva de estas representaciones tridimensionales con
esa apariencia natural pretendida; en clara oposición al espacio irreal, místico y
simbólico, que caracterizaba a la pintura inmediatamente anterior.
Esta es una de las primeras obras de Piero della Francesca, sin embargo, ya se refleja lo
que será el estilo de este gran artista.
Las figuras están tratadas como si fuesen formas arquitectónicas, tanto el árbol como el
cuerpo de Cristo nos recuerdan una columna.
La profundidad del paisaje y la luz clara y fría con el que está iluminada la obra es una
de las características de la pintura de Piero della Francesca.