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A los pequeños cofrades motrileños,

que en Domingos de Resurrección


tocan sus campanillas de barro.
Pues ellos serán el futuro asegurado
De esta pasión cofrade y motrileña
Llamada Semana Santa
PREPARADO ESTA MOTRIL
PARA REZAR SU PADRE NUESTRO
Motril ya está preparada…
Motril se ha vestido de gala con la llegada de una nueva primavera y ha
abierto de par en par los sentidos para disfrutar con cada chicotá, con cada
petalada, con cada levantá, con cada vivencia, con cada recuerdo, con cada
marcha, con cada saeta, con cada revirá, con esa calle estrecha, con una
carrera oficial…. Con una nueva Semana Santa.
Semana Santa. Que se anuncia en los corazones cofrades sin que hagan falta
calendarios que muestren su cercanía, de tanto como la sueñan, la sienten y la
viven. Semana Santa que es el milagro repetido de cada primavera, la ofrenda
de amor a Cristo Resucitado y a María Santísima, de aquellos que salen a la
calle a proclamar su fe, con el rostro tapado pero el alma al descubierto; de
aquellos que, en el día a día de su Hermandad, han ido escribiendo el más
hermoso pregón de Semana Santa.
Motril ya está preparada…
Preparada la calidez de sus calles con las esquinas encogidas y los balcones
empinados.
Preparado está el asfalto, enajenado de caucho y ávido de gotas de peniten-
cia.
Preparada cada una de las palmeras de su plaza mas señera y ese olivo cente-
nario de la Avenida de San Agustín donde Jesús con Humildad ora por todos
sus hermanos.
Preparados claveles motrileños para lanzar a la Madre de Dios, buganvillas
de pasión, azucenas florecidas, y lirios llenos de amor.

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Preparados badajos de la Encarnación desde sus horas canónicas hasta el
vuelo mayor de Pascua y preparadas campanillas de barro que sonarán a
alegría en Domingos de Resurrección.
Preparadas Madres Nazarenas para cantar misereres a la Misericordia más
bella.
Preparadas capas damasco, terciopelos de pasión, ruanes de penitencia,
mantillas de dolor.
Preparada la voz del saetero, la llamá del capataz y el silencio motrileño
ante la Buena Muerte de un crucificado sin igual.
Preparados alfileres y lancetas de rostrillo para enmarcar la belleza y la
pureza de las Dolorosas motrileñas.
Preparadas esquinas de Puerta Granada, Comedias y la plaza de España,
hasta vivir cercanías en la Plaza del Carmen y el Camino de las Cañas.
Preparadas Casas de Hermandad, desde donde saldrán las Cofradías, con-
virtiéndose por unos días en Capillas y Sacristías.
Preparado todo un cerro para convertirse en Amargura, y sentir sobre sus
piedras la Pasión más motrileña.
Preparados capirotes nazarenos, cíngulos de esparto, cirios de cera pura y
la alpaca de nuestros pasos.
Preparados rezos conventuales, pórtico de capuchinos, y una estrenada ca-
pilla de salida para el Señor que nos perdona.
Preparado un marmóleo Cardenal Belluga y un devocional Señor de Junes
para ver pasar junto a ellos los palios de sus amores.
Preparado un cáliz dorado, de un cristo que con Fe bendice, a los que des-
graciadamente tienen su casa en el Hospital de Santa Ana.
Preparadas coronas y cetros, espinas y platas, varales y candelerías con que
agasajar a María.
Preparados martillos de metal que al Yacente capuchinero harán levantar, y
manos motrileñas para subir a lo más alto a la Salud de un Cristo sumamente
devocional.

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Preparada madrugada del Miércoles Santo para el Señor del Gran Poder, y
el callejón de las Monjas que a su paso se abre para que Dios pase por él.
Preparadas cornetas y tambores, bandas, agrupaciones, nazarenos del penta-
grama, que forman la banda sonora de la Semana Santa motrileña.
Preparada la luna llena y todas las estrellas que servirán de palio a la Madre
que a todo Motril consuela.
Preparada está Motril con su gloria y con su gracia, preparados motrileños
para vivir ese tiempo que se va y que siempre vuelve, y que sin darnos cuenta
de nuevo de entre las manos se nos escapa.
Preparados olivos y palmas para recibir a Cristo vivo entre rosarios y ho-
sannas.
Preparadas cruces de archicofrades dispuestos a acompañar por sus calles al
Cristo que en Motril expira entregándonos a la Madre del Valle.
Motril vestida de gala, ofreciendo hospitalidad y cercanía, Motril vestida de
nazarena, con incienso, devoción y una plegaria contenida.
Motril, ya se acabó la espera, pues tú estás preparada para rezar tu particular
Padre Nuestro con cada palio, cada paso que a tus calles ponen tus cofradías.
Motril está dispuesta a entronizar a sus devociones, a pasearlas por los rin-
cones, a cantar una salva y hasta lanzar petaladas por todos sus balcones.
Todo Motril preparada para la llegada de su Semana más Santa

Porque el relojillo del tiempo, así lo marca


llega la Semana Santa,
porque no hay quien como Tú,
para lograr los reencuentros, de niños, mayores, de los que vienen a vernos,
de los que siempre en esa esquina y en ese mismo momento,
cumplen con el rito, de ver pasar al Maestro.
Los naranjos en las plazas y las calles encaladas,
los geranios en los balcones, para ti, Semana Santa,
una saeta que en el aire, rompe el llanto en la madrugada.

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y la abuela tras los visillos, para ver desde su casa,
cómo pasa el monaguillo, su nieto, fruto de sus entrañas.
Ya suenan los tambores y las cornetas en las bandas,
se preparan las cuadrillas y repican las campanas.
Ha sido sin darnos cuenta de que los meses pasaban,
cuando de pronto hemos visto, nuestras túnicas planchadas
y hemos vuelto a hacernos niños, hemos vuelto a la infancia
y hemos vuelto a la ausencia, de los cofrades que faltan.
Por eso, porque no hay quien como tú, que te gane en sentimientos,
nadie como tú, para citarnos en ese encuentro,
abramos el telón de la gloria, de siete días intensos,
Llenos de fe, devoción, hermandad y penitencia,
de cofrades que te quieren, que te rezan y te cantan,
de una pasión motrileña, que se llama SEMANA SANTA.

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AQUÍ ME TIENES MOTRIL
Excelentísima Alcaldesa del Ayuntamiento de Motril.
Autoridades Civiles y Religiosas de la muy noble y leal Ciudad de Motril.
Presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Semana Santa.
Miembros de su Junta de Gobierno.
Hermanos Mayores e integrantes de las Juntas de Gobierno de las Cofradías
de la ciudad.
Cofrades motrileños, amigos, hermanos todos.
Con vuestra venia.
Aquí me tienes Motril…

Agradeciendo de todo corazón tanto al Presidente de la Agrupación de


Hermandades y Cofradías de esta ciudad vecina, como a toda su Junta de
Gobierno, por haberme concedido el enorme honor de engrosar la lista de
pregoneros que ha tenido vuestra Semana Santa.
Hoy podría agradecer a amigos y familiares, pues sin ellos seguramente mi
fe y mi vida hubieran ido por otros derroteros y no estaría hoy entregándome,
como lo estoy, a la ciudad de Motril.
Podría agradecer a todo el mundo cofrade sexitano las palabras de ánimo
y las felicitaciones que durante estos meses, desde que se hiciera público mi
nombramiento como Pregonero, he recibido casi a diario.
Es de recibo agradecer a mi buen amigo Lolo sus palabras hacia mi persona,
nada merecidas y algo desorbitadas, pero sé que ha hablado tu corazón, y
sabes que desde el primer día que conocí el menester que me ha traído hoy
hasta aquí, tenía claro que tú tenías que compartirlo conmigo. Como tantos
y tantos otros muchos momentos cofrades, algunos buenos y otros no tanto,
que hemos vivido juntos, y los miles de ratos cofrades y de amistad que nos
quedarán por pasar. El mundo cofrade nos unió en sincera amistad y en él
estaremos hasta el final. Gracias por tanto amigo.

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Pero sobre todo hoy tengo que agradecerlo todo a Motril.
Porque esta ciudad abierta, hospitalaria, capital de la Costa Tropical, me ha
ido atrayendo hacia su Semana Santa como un verdadero imán.
Sin darme casi cuenta conocía, siendo aún casi un niño, lo que significaba la
devoción hacia la reina de la Victoria, siendo su rostro y su mano la primera
dolorosa motrileña que mantuve en mi memoria.
El bautizo de mi sobrino me hizo conocer cómo Motril celebra su Domingo de
Resurrección entre niños, alegría y sintonías de campanillas de barro.
Casualidades climatológicas hicieron que llegara aquí un Martes Santo a
descubrir la hermosura de una Madre, y me quedara tan prendado de Ella
que desde entonces y cada año, un Martes Santo para mí sin Ella no tendría
sentido.
Más tarde descubrí el potencial artístico y humano que encierra la Semana
Santa motrileña con actos como el Ecce Agnus Dei o la reciente Feria Cofra-
de, que me enseñaron lo que es capaz de hacer el cofrade motrileño cuando
está unido sin fisuras en torno a su Semana grande.
Gracias a la Tertulia a la que pertenezco conocí la labor de La Chicotá, ese
grupo de jóvenes con una única meta: luchar por su Semana Santa.
Y así… acercándome poco a poco de una manera discreta al mundo cofrade
motrileño… suena el teléfono una fría noche de diciembre y Motril me requie-
re para ocupar la cátedra de su Pregón Oficial.
La misma ciudad quiso que un almuñequero desembarcara por su puerto ma-
rítimo y pesquero y se convirtiera por unas horas en su humilde pregonero.
Así que aquí me tienes Motril…
Para hablarte de tus sentimientos, de tus hermanos cofrades, de cómo vive el
Motrileño la pasión más andaluza, de ese sinvivir cofrade de 365 días al año.
Motril, con tu lejanía y tu cercanía inconsciente, tus postureos, tu bondad, tus
tertulias acaloradas y hasta tus mentideros.
El Motril del que cuenta los días que faltan para el Domingo de Ramos, del
capillita, del que no suelta la cámara, del que lleva la cartera llena de es-

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tampitas, del que escucha marchas en el coche, de los que critican y los que
arreglan el mundo, de los amigos, y los amigos de los amigos.
El Motril de los costaleros esclavos de las trabajaderas, de los músicos cons-
tantes, de los capataces elegantes que conocen a su cuadrilla, de los peni-
tentes de luz, de insignias, de promesas, de caminar lento, de caramelos y de
cera.
La de los murmullos y la del silencio, la de saeteros con devoción, camareras
cuidadosas, floristas esmerados, acólitos fervorosos, bordadoras generosas y
vestidores ilusionados. Ni te quito ni te pongo, porque Motril todo eso eres tú.
Hoy no te hablaré de los avatares de las hermandades, de los sacrificios de
las juntas de gobierno, del trabajo incansable, de cómo aliviáis a familias
que pierden la esperanza en un malvivir de circunstancias. No hablaré de las
incidencias, ni de la climatología, que nos han dejado momentos tristes para
el recuerdo.
Ni siquiera, de vuestra entrega para mantener un patrimonio cultural que
sería imposible de valorar y que se afianza con los años. Ni del trabajo incan-
sable de las mujeres cofrades.
Hoy vengo a hablarte Motril, de tu Semana Santa. Porque mi pasión, siempre
ha sido y será... cofradiera. Vengo a describir cómo te luces presumida derra-
mando por calles y esquinas tu fe cristiana, tu alianza con la historia y con las
tradiciones que han pasado de generación en generación. Hoy me entrego a
Motril y sus cofrades y os traigo en sentimientos, narración y verso mi visión
de cómo en esta ciudad Cristo vive, muere y resucita.
Mi particular visión de esa oración contenida que Motril lanza al aire con
cada paso y cada palio que camina por sus calles.

Así que aquí me tienes Motril…


Y te pido déjame entrar!
que traigo el corazón
lleno de amor a rebosar,
y de sentimientos sinceros

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pa decirte que enamoras,
con cada una de tus chicotás.
Con tus cositas de siempre,
con tu arte y con tus calles.
Que me has atraído hacia ti,
y te bendigo cien veces
a ti y a cofrades de Motril.
Que el vaivén de tus cofradías
llevan compás y pura cera,
y el sudor de tu gente
en cada trabajadera.
Los ojos del penitente
que son la luz del camino,
y tus calles centenarias,
el contorno de ese Cristo,
un clavel en la ventana
una esquina y un suspiro.
Es la saeta espontanea
y la oración del vencido,
el jarrillo del aguaó,
la charla y los amigos.
La cera que se derrama,
y la carita de un niño,
el cristal del guardabrisa
y la danza del pabilo,
un ole! que se te escapa,
y tres golpes de martillo.
¡Motril!, déjame entrar,
que voy a perder el sentío,
traigo devoción a mis espaldas
y en mi garganta un quejío.

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Una pasión en los labios
y mis momentos vivíos,
traigo el pregón que escribí
“pa” compartirlo contigo.
Así que aquí me tienes Motril,
Dispuesto a abrir mi corazón,
A navegar por tus calles,
Por tus barrios y con todos tus cofrades,
Aquí me tienes Motril,
A tus plantas rendido,
Dándote gracias mil veces,
Por haberme bendecido,
Por haber venido a buscarme
y en plena crisis de mi ser cofradiero,
haberme convertido
en tu humilde PREGONERO.

PADRE NUESTRO
Cuando una nube de incienso recorre la ciudad, cuando los nazarenos van
saliendo de sus casas hacia los templos, cuando los costaleros se enfajan y
se santiguan para un trabajo bien hecho, cuando los monaguillos encienden
los ciriales y las pastillas para el incienso, cuando todo eso ocurre… Motril
renueva tradiciones e inicia su particular rezo, su particular Padre Nuestro.
Y en el inicio de su oración, en el inicio del día a día de la ciudad, en el inicio
de cada uno de los acontecimientos vividos, ahí estas Tú, centro de la devo-
ción motrileña, epicentro de la vida religiosa de la ciudad, sagrado copatrón
y sagrado protector de esta ciudad centenaria.
Porque Motril no sería lo mismo sin tu ayuda, sin tu intersección, sin tu
aliento día tras día para avanzar en la senda de la prosperidad y el progreso.
Motril rendido a tus plantas cada día de su vida y tu pueblo acompañándote
sin dudarlo en tu recorrido por nuestras calles en Jueves Santos motrileños.

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En cada esquina por la que pasas, en cada calle por la que transitas o en cada
plaza por la que tus costaleros te llevan en volandas un sentimiento motrileño
se enrosca en tu pesado madero.
Tú, sobre tu paso cargado con un madero de penas, llanto y quebranto mo-
trileño, Tú, desfilando entre incienso y morados nazarenos desde tiempo in-
memorial, mientras esta hermosa ciudad a tu manos se va encomendando.
Y es que Padre nuestro Nazareno, en cada una de las zancadas que vas dejan-
do en el recuerdo, labios cerrados elevan un rezo, manos inquietas quieren ir
a tu encuentro, pues Tú vas dejando en cada uno de los rincones motrileños,
almas de tus hermanos que se callan con tu mirada, ojos entornados que
sueltan lágrimas emocionadas y fuerzas que nunca flaquean de tus valientes
costaleros.
Y vas recorriendo Motril rogando por todos sus males, y vas recorriendo
Motril calmando las adversidades, renovando esta ciudad cada noche de
Jueves Santo un voto perpetuo de amor, plegaria, salud y rezo ante su Dios
Nazareno.
Y en el umbral de la madrugada en pleno Camino de las Cañas, se obra de
nuevo el milagro de cada Jueves Santo motrileño.
Que cuando se acerca el regreso, ante tu mirada enmudece el pueblo, se ele-
van hacia ti los rezos y una saeta entrecortada surca los aires para alcanzarte
en lo más dentro.
Motril alivia tu pena, tu dolor y tu sufrimiento arropándote en el regreso,
viendo cómo a lo lejos una llama verde esperanza se acerca hacia tu encuen-
tro.
Esperanza en el varal
Y la fina orfebrería
De candelabros de cola,
Jarras y candelería.
En alegres campanillas
De cada vela rizada,
En el verde terciopelo,
Y en unos varales de plata.

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En la gloria encarnada
Que va pintada en el techo,
En el jarrillo del agua
Que beben los costaleros.
Esperanza en los ciriales
Y en el medallón del pertiguero
Esperanza en cada uno
De sus blancos y verdes nazarenos.
En la caña y el pabilo
Que enciende los candeleros,
En la naveta, el monaguillo,
el capataz y el costalero.
Esperanza en el incienso,
En las calles y balcones
Desde donde se lanzan
Piropos, pétalos y auténticas verdades.
Pues ya se acerca la Madre
Subiendo Camino las Cañas
Llevando la esperanza
Hasta los pies del Nazareno.
Que va subiendo despacio
Arropada por su pueblo
Va llegando Esperanza,
Al encuentro del Nazareno.
Con sus mantillas por bandera
Camareras con devoción,
Y el pueblo motrileño
Que le lanza una ovación.
Que es noche de Jueves santo
Madrugada motrileña

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Y de nuevo se obra el milagro,
Camino de las Cañas,
Ese que ansiamos los cofrades
De ver al Dios Nazareno,
Señor único y verdadero,
Unirse con su Esperanza,
Sonando una bella marcha,
Y contando como testigo
Con el pueblo motrileño
Que lo sigue en alabanza.
Marchas para ese palio,
Que alivie a los costaleros
Que viene la Esperanza,
Al encuentro del Nazareno.
Marchas para ese palio,
Locura del cofradiero,
Que se acerca a Cristo la Virgen,
A los sones de campanilleros.
Marchas para ese palio,
Que de verde colorea el cielo,
Y pétalos desde los balcones,
Para la madre del Nazareno.
Marchas para ese palio,
Que viene subiendo la Virgen
Y quiere darle un abrazo
Al que carga con el madero.
Marchas para ese palio,
En madrugas de Jueves Santo,
Cuando se obra el milagro,
Más motrileño y más santo,

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De ver a como se unen,
En un solo momento,
El Nazareno, La Esperanza
Y el pueblo motrileño.

QUE ESTAS EN EL CIELO


Cristo está en el cielo que se extiende sobre la tierra y los mares que bañan
este rincón granadino y tropical… y aquí en la tierra, aquí en esta ciudad de
historia, de mares y cañas de azúcar, Cristo habita en los Padres Agustinos y
ora mirando al cielo.
Cristo orante bajo un olivo centenario, que se hace Humildad ante su madre
de la Victoria, que sobre sus valientes costaleros cada Lunes Santo ora, no
para que Dios aparte de si ese cáliz, sino para que aparte de su querido
Motril los males y pesares que azotan día tras día a las familias, que aparte
el cáliz amargo del maltrato hacia las mujeres, que aparte la sangría que
suponen las muertes en este mar de inmigrantes que buscan una nueva vida
huyendo de la desgracia, que ora en definitiva por cada uno de sus hermanos,
por cada uno de los motrileños que padecen algún mal y que el Lunes Santo se
postran, cual ángel confortador, al lado del Señor de la Humildad.
Orante va el Señor las noches de Lunes Santo sobre un paso plateado, rodea-
do de sus hermanos y del cariño de este pueblo que sus llantos y pesares pone
en sus extendidas manos.
Y Motril no se queda dormida, como quedaron sus apóstoles dormidos, que
Motril sigue tus pasos, Señor de la Humildad en el Huerto de los Olivos, para
reconfortarte y acompañarte por la Plaza Canalejas, Zapateros o la Plaza de
los Jardinillos.
Y es que sabe que tu sudor de sangre no es por la Pasión que se te avecina,
sino por el pueblo motrileño que te lleva acompañando desde la fundación
de tu Cofradía. Y como muestra de tu inmensa bondad, mientras por la plaza
de San Agustín ibas orante sobre tus costaleros, dejaste en Motril hace 25
años un joyero de plata y oro, vestida con sus mejores galas, Madre en los

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Agustinos y Reina de las Cañas, dejaste para quedarse y consolar a sus her-
manos una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y con corona de
12 estrellas, para que desde hace 25 años en Motril reinase por siempre, la
Virgen de la Victoria.
Madre y reina de la Victoria, primera señora que tuve el honor de conocer
del padrón mariano motrileño, llevas 25 años recogiendo junto a tu palio,
caricias, besos, petaladas, rezos y oraciones junto al Huerto.
El pasado mes de septiembre celebramos este aniversario y paseamos a esta
Reina rodeada del cariño del pueblo motrileño que no entendería ya el Lunes
Santo sin la presencia de su hermosura.
Y es que Madre de la Victoria…
Llevas 25 años siendo el faro y el timón de la Cofradía que te venera y te acla-
ma como Soberana, 25 años siendo la Reina de tu barrio y de los Agustinos su
Madre y su flor más deseada.
25 años siguiendo la Humildad de Cristo que arrodillado camina bajo los
olivos de un huerto, 25 años de belleza, de bambalinas que se mecen al ra-
chear de costaleros, de la luz de la candelería que ilumina tu belleza y tu
regia figura.
25 años de realeza que se observa en tu mirada, de un llanto entrecortado y
de una pena sosegada, 25 años de piropos que a Ti te lanza el cofrade, cuando
en paredes y ventanas se refleja tu semblante.
25 años Motril descontado días para verte Victoria vestida como una Reina,
con tu rostrillo de encaje, brocados, joyas y seda; caminando por las esquinas
como surcando un valle, entre rezos y penitencias.
25 años tras la Humildad de un Cristo que va rezando en el huerto por los
problemas de sus motrileños, con ojos llenos de incertidumbre sobre pies de
costaleros, que se mueren por mecerte como Motril muere por verte, rachean-
do ese paso de agonía, iluminado tu rostro por la cera de tu candelería.
Que Motril un año más quiere sentirte cerca y alabarte, como lleva haciendo
25 años desde que asoma tras la primera llamá ese rostro de belleza incon-
trolable.

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25 años recogiendo promesas y rezos, 25 años llenando los corazones de tus
hermanos, 25 años de una Reina con pañuelo de seda un su mano, sobre su
espalda un manto de cola, y sobre su cabeza bambalinas que al moverse dibu-
jan su semblante y sus andares de sublime “Emperaora”.
25 años custodiada por varales y por candelabros de cola, caminando entre
el gentío, acunada cuando sale entre el rumor de una marcha y rodeada de
ciriales.
Que suerte tiene Motril, de tenerte como Madre, que suerte tiene Motril que
en 25 años ha aprendido a quererte y a mimarte.
Y es que agustina Reina de la Victoria, no tengo que recordarte que llevas
25 años llenando de amor las calles, 25 años acogiendo bajo tu manto a tu
pueblo motrileño, 25 años de movimiento costalero, de trabajo y hermandad
bajo una trabajadera de ensueño y 25 años de hermanos a los que Tú les das
cobijo bajo el techo de tu palio.
25 años de vida que han quedado grabados a fuego en la historia de este
pueblo cofrade y motrileño, que sabe desde que vio su semblante, que tras
la Oración de Cristo en el Huerto caminará una hermandad con arte, una
Hermandad agustina y una hermandad valiente que siempre llevará en la
memoria, el día que vino para quedarse en Motril, por siempre, la Virgen de
la Victoria.

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE


Y Motril no se aleja de la Iglesia de la Victoria para seguir rezando su parti-
cular Padre Nuestro, pues Motril santifica el nombre de un Cristo crucificado
que en esta Iglesia tiene su reino y que en noches de Miércoles Santo, manos
de hombres motrileños elevan a lo más alto.
Si hay un Cristo devocional, al que nunca faltan flores, fotos, promesas y ex-
votos, ese es el crucificado de autor desconocido que en una pequeña capilla
encierra todo un misterio.
Un misterio de promesas, de rezos y de sentimiento cofrade puesto junto a los
pies de un Cristo crucificado, orgullo de este pueblo que a Él venera y reza
cada día de sus vidas, en la intimidad de su capilla.

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Santificado sea tu nombre, Salud, porque a Ti se acogen los motrileños. Esos
mismos hombres que te llevan en volandas, sobre el pulso de sus manos, para
elevarte al mismo cielo y con tu muerte colmes a este pueblo de esa salud tan
necesaria.
Santificado sea tu nombre, cuando un motrileño descalzo cumple la promesa
de acompañarte en tu penitencia mientras tu ciudad entera se une a tu porten-
tosa figura rezando un Vía Crucis de incienso y de pureza.
Santificado sea tu nombre en la salida, cuando la canción se hace plegaria,
cuando la música se calla y el padre agustino exhorta al pueblo que te venera
a seguirte pasito a paso hasta bien entrada la madrugada.
Y allí, allí se obra el milagro que Motril renueva cada primavera, de que
esforzadas costaleras salven la recoleta puerta para que la Madre del Mayor
Consuelo se una al Hijo de sus entrañas con el pueblo como testigo.
Consuelo para tu pueblo, y para tus orgullosas costaleras, primera cuadrilla
de ensueño que llevará sin pausa a la Virgen caminando por calles y plazas, y
que al llegar a Calle Comedias se obrará de nuevo un milagro, primaveral y
motrileño, de que esta Virgen coqueta pase rozando balcones y fachadas que
se abren de par par, para recibir entre sus muros a la Virgen del Consuelo y
la Salud que derrama Cristo cuando va crucificado en el madero.
Y en esa recoleta calle, una señora en el balcón, lanzará pétalos a la Salud de
Cristo, implorando que ésta no le falte, y casi acariciará la cara de la Madre
del Mayor Consuelo que a esta señora consuela cuando pase junto a su reja,
y la Virgen acariciará su rostro y Cristo escuchará su plegaria dando salud
a esa anciana que cada año enmudece cuando el Cristo de la Salud pasa por
su ventana.
Esa mujer enferma, que todas toditas las mañanas acudía a los Agustinos a
encenderte a ti una vela, a rogarte por su familia, y pedirte salud para ella,
ya espera impaciente la noche de Miércoles Santo más esperada, cuando
entrada ya la madrugada, Tú la bendigas al pasar por su ventana, dándote
gracias de nuevo por poder verte la cara.
Y así en esta nueva Cuaresma, igual que esa anciana que impedida ya no
puede visitarte en tu capilla, Motril entero ansía mirarte esos ojos y tu bo-
quita semientornada, rezar tu Vía Crucis, tradición cincuentenaria, ser farol

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granaíno que ilumine tu camino, esfuerzo de costaleras para portar al mayor
Consuelo, Mater Dolorosa que cantaran las nazarenas, y manos de devotos
que te subirán hasta el mismo cielo…
Que ya se descuentan los días que restan para que llegue esa bendita hora de
ver de nuevo a Cristo morir en una cruz, pidiendo con ello a Dios, que a éste,
su pueblo motrileño nunca le falte su nombre, que nunca le falte la Salud.

VENGA A NOSOTROS TU REINO


Si hay un reino que esperamos los cofrades, por el que descontamos días de
calendario, y por el que nos desvivimos sin pensarlo, ese es el reino que se
entrega en cada pueblo cada Domingo de Ramos. Un reino de penitencia, de
incienso, de vivencias y sentimientos, que se convierte en un reino de fe de tan
sólo 7 jornadas que llamamos Semana Santa.
Y en Motril ese reino llega en Domingos que se tiñen de nazarenos azules y
blancos, de Domingos de palmas y olivos, con Cristo sobre un borrico y rosa-
rios tintineando sobre los varales de un paso de palio.
Por la mañana Misa de Ramos, y por la tarde, tarde de estrenos, de capirotes
remangados, de brillos en los ojos, de padres con nazarenos en brazos, naza-
renas con tirabuzones, bola nuevas en papel de plata, palmas que se mecen pe-
ligrosamente, entre las manos inocentes de los más inocentes penitentes. Tarde
de algarabía, de bulla, de ir y venir, de saludos, de celebración y de júbilo.
Día de nervios ante una nueva Semana Santa que se inicia en Plaza de España
cuando a la tarde tres golpes se dan en la puerta por la que llegará Cristo a
Motril a lomos de la borriquita y rodeado de palmas.
Motril convertida en Jerusalén y los motrileños en hebreos que gritaran ho-
sannas cuando la hermandad dominica despliegue todo su encanto para inau-
gurar una nueva Semana Santa.
Y es que en Domingos de olivos y palmas, cuando la puerta de la gloria se ha
abierto de par en par….
¡Vámonos Capataz!, ¡dale fuerte al llamador! ¡vámonos al cielo con el Señor
que en Motril entra triunfal!

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Pies juntitos costaleros, la llamada muy cortita, casi sin andar, menos balan-
ceo en los costeros, que ya asoma el Señor por Plaza España y esos balcones
se mueren por besar las hojas verdes de ese frondoso palmeral.
Y cuando van pasando las horas, por Catalanes y Canalejas viene bendi-
ciendo, y bendecido ya se asoma para entrar, cuando la tarde está cayendo
enseñando al motrileño, como se debe de amar.
¡Hosannas, palmas y niños! cuando Cristo atraviese su puerta, y en Motril se
volverá a presentar bajo una palmera majestuosa, anunciando que la Semana
Santa de nuevo va a comenzar.
Y es que en tan sólo 4 semanas, Granada no será Granada que Granada será
Israel, y este pueblo motrileño se convertirá en Jerusalén.

Y Motril le entregará la ciudad,


Al Cristo de la Borriquita,
Y le rendirá pleitesía
a una Hermandad Dominica.
Que aquí los Domingos de Ramos,
Se hacen de motrileñas maneras,
Con imágenes y sonidos,
Vivencias y emociones,
Que guardar en la memoria.
Hosannas entre palmas y olivos,
Locura de los más pequeños,
Que visten por vez primera
Una estrenada túnica blanca.
Legión de costaleros,
Cuando suena la primera marcha,
Y Dios pisa Motril,
Bajando una bendita rampa.
Y a lo lejos tintineos,
Que se acercan por Plaza España,

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Tintineos de unos rosarios,
Al rozar contra varales
Repujados de fina plata.
12 varales de plata,
Que custodian a una Reina,
Orgullo de sus monjitas,
Y Madre de olivos y palmas.
Bambalinas danzarinas
Para envolver la dulzura,
La belleza y la pureza,
Del Rosario de María.
Que Cristo entra triunfal,
Seguido de una Reina,
Que con el sol o con la luna,
Brilla como una joya,
Que custodia con tesón
Una Hermandad dominica.
Primer palio en la calle,
Locura de sus cofrades,
Petalás en Señor de Junes,
Para engarzarlos en tus rosarios.
Y cuando tus costaleros con maestría,
Pasen por Puerta Graná,
Se habrá cumplido el sueño
De volverte a pasear.
Eres de las Dominicas la Madre,
Del colegio su Patrona,
Y del Domingo de Ramos,
La hebrea más hermosa
Que va junto a la Borriquita.

23
Por Motril entra triunfante,
Abriendo la Semana Santa,
una Reina, una Madre,
Una Virgen bajo palio,
Bendiciendo por Motril,
Las tardes de Domingo de Ramos
Se mece entre tintineos
La Virgen del Rosario.

HÁGASE TU VOLUNTAD
ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
La voluntad de Dios en el cielo se plasma en esta tierra motrileña cuando
Cristo crucificado, amor de archicofrades, tras el rezo de la hora nona, expira
entre sus calles.
Atrás quedaron esos años difíciles para esta Hermandad decana, esos años de
incertidumbre, de pesares y de obstáculos salvados, gracias a la voluntad del
Padre y a un grupo de locos cofrades que lucharon por salvarla.
Todo eso quedó atrás con el trabajo de una gran Junta de Gobierno, la valen-
tía de todos sus hermanos, el tesón de su hoy Hermana Mayor, y ese Grupo
Joven que se desvive día tras día por el Cristo que en Motril expira y por su
Madre del Valle.
Hoy por nuestras calles podemos deleitarnos con el regusto cofrade de las
cosas bien hechas, con la idiosincrasia de una hermandad silente, con naza-
renos de negra penitencia y con dulces y a la vez tristes melodías de una coral
con las que cada Viernes Santo enjuga su rostro María.
Con valientes costaleros que, sin marchas ni cortitas chicotás, salvan con
maestría esas empinadas escalinatas por las que Cristo baja colgado en una
cruz, como queriendo a su pueblo abrazar justo antes de expirar.

24
Faroles en las manos, túnicas de cola recogía, cruces al hombro de archico-
frades, y silencio por las calles, que las noches de Viernes Santo, por Motril
camina cadencioso, sobre un paso color caoba decorado de subtropicales,
ante San Juan Evangelista y bajo la mirada de María Stma. del Valle, culmi-
nando su motrileña pasión, el Stmo. Cristo de la Expiración.
Qué gran misterio, qué bella estampa, aunque parezca contradicción ver a
Cristo muerto clavado en la Vera Cruz. Y es desgarrador su rostro, y su piel
palidece por momentos, y vuelve tras Él a rasgarse el templo, pero reconforta
su tormento, porque cuando Cristo expira por las calles nos deja para cuidar-
nos a San Juan y a la Madre del Valle.
Cristo expira por nuestra salvación, y así lo vemos por Victoria o por la Plaza
de San Agustín cuando en un Calvario de Pasión, San Juan y la Madre del
Valle se consuelan mutuamente, dándose entre ellos la mano para calmarse
en su dolor.
Expiras por nuestros pecados cruzando Zapateros, expiras por redimirnos
cuando pasas por Jardinillos, expiras por tu pueblo al sonido de una coral y
expiras por las madres a tu paso por la Carrera Oficial.
Expiras por los pobres que no tienen donde cobijarse, expiras por el anciano
que pasa sus últimos días solitario, expiras por el que mata a su buena mujer
sin más motivo que ser un ser cruel.
Expiras por la injusticia cuando por Civantos asomas tu figura, y expiras por
la mentira, la envidia y la falsa acusación cuando vas de recogía rodeado de
tus hermanos vestidos de negra pasión.
Qué bella estampa verte expirar por tus hijos, verte expirar por nosotros, ver-
te sufrir en la cruz, verte agonizar en ella, ver Motril en silencio en la noche
más de luto de cuantas suceden en este pueblo, ver el mudismo que se apodera
de tu gente, oír únicamente el rachear de alpargatas, el desgarro de una saeta
o el lamento de la coral.
Y cuando se acerca la medianoche, qué bello es verte subir entre manos con
faroles, cruces, incienso y esparto por la Escalinata de la Encarnación y qué
bello es pensar que tras esa mustia estampa se esconde el mismo Dios, que ha
querido que así sea por su inestimable amor.

25
Y es que al llegar a tu Regreso, portentoso Cristo de la Expiración, en ese
atrio de locura, con el Cardenal Belluga de testigo, te vuelves a mirar al
pueblo, a ese que en Plaza España te espera, y justo antes de que expires, a tu
gente dejas para que los cuide, como hermano a San Juan Evangelista y como
Madre, a la Virgen del Valle.
Y de nuevo en Motril se cumple la voluntad del Padre, cuando a las 12 de la
noche de un Jueves Santo que ya se desvanece, aparece por ese mismo atrio
el Cristo de la Buena Muerte.
Luto, dolor, llanto y quebranto en la madrugada del Jueves Santo, pues a las
12 de la noche de un Jueves Santo silente, el atrio de la Encarnación enmu-
decerá de nuevo al verte.
Las luces de todo un pueblo se apagarán para que sólo tu figura ilumine el
calvario donde te mecen tus horquilleros, para que sólo la hilera de cirios
encendidos por las manos de decenas de penitentes que te anteceden den luz
a tu cortejo, y para que sólo la luz de una iluminada luna llena se asome a
través del cielo para no perderse un año más ni tu estampa ni tu silueta des-
garradora.
Luces que se apagan, mar que queda en calma para que ni las olas rompan la
magia del silencio que se apodera de esta bendita villa que te acoge entre sus
brazos cuando cae la madrugada.
Madrugada de ensueño, madrugada de silencio, de fuentes que se apagan, de
tambores y cornetas que quietas quedan para que no haya más sonido que el
rachear de las alpargatas.
Madrugada de delirios cofrades, de oraciones tras el capillo, de silencio, re-
zos y plegarias de cientos de promesas que te siguen tras de ti allá por donde
vayas. Madrugada de ensueño para el loco cofrade que disfruta de una Her-
mandad de negro.
12 de la noche, atrio de la Encarnación, llamá de corneta, redoble de tambor
e hileras de nazarenos con velas al cuadril, unidos por una cuerda hecha de
esparto, para acompañarlo por Motril.
Hermanos horquilleros que cargan con tu crueldad, que redoblan sus esfuer-
zos cuando una calle estrecha han de sortear, cuando en una estrechura an-

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gosta han de revirar, o cuando en una esquina llena de piedra y cal han de
hacer que reflejes esa bendita cara en el dintel de una ventana que se abre
al Tú pasar.
12 de la noche en un atrio de locura, 12 de la noche de un día santo donde los
haya, y esta bendita tierra que en los años 40 a ti te vio llegar, de nuevo caerá
rendida cuando te vean en tu salida.
Se parará hasta el mismo tiempo, se detendrán hasta las horas, porque el
pueblo que te aclama querrá que nunca acabe tu estampa reflejada en “toas”
sus caras.
La luna iluminará tu camino cuando asomes por Canalejas, las palmeras
te ofrecerán cobijo bajo el rocío que helará por la Plaza Garrido y Romero
Civantos será testigo de la crueldad que han hecho contigo.
La gente enmudece al verte, y tus hermanos, caminan a tu lado, tras de ti van
las promesas, un tambor que es llama viva, Tú ya vas valiente portado por
tus horquilleros, Tú ya vas de frente por calles motrileñas que apagadas y en
silencio al acogerte se estremecen.
E irá la Cruz de Guía, y seguirán tus penitentes, y la gente motrileña se pre-
sinará de nuevo al verte.
Y Motril se hará silencio, y Motril se hará plegaria, y Motril se hará calvario
para rezarte y acogerte.
Motril se hará saeta, Motril se hará testigo, Motril se hará Sagrario para los
rezos del creyente.
Que en Jueves Santos fervientes…
Motril se hará oración, y una oscuridad inminente, cuando por las calles
camine el Cristo de la Buena Muerte.

DANOS HOY
NUESTRO PAN DE CADA DÍA
Todos los creyentes, cristianos y cofrades hemos pedido ayuda cuando lo he-
mos necesitado a Cristo Nuestro Señor, en momentos de flaqueza, de angustia,

27
de enfermedad o de agonía, hemos siempre dirigido un rezo al Padre pidiendo
el necesario pan de cada día.
Motril soñaba con pedirlo desde hace tiempo a un Cristo que en este bendito
lugar impartiera la Eucaristía, y Dios mismo escuchó vuestra plegaria, e
insufló el valor, la vena cofrade, y por qué no, la valentía, para fundar en
Motril una Hermandad que repartiera el Pan de Cristo con su apostólica y
Última Cena.
Poco a poco, codo con codo, salvando obstáculos, y trabajando constante-
mente, hoy podemos asomarnos a los arcos mozárabes de la Parroquia de
San Antonio y comprobar cómo se va rodeando de sus apóstoles el Señor de
la Santa Cena, nuestro Padre de la Fe, para instaurar algún día la sublime
Eucaristía por las calles de la ciudad que lo está viendo crecer.
Y qué advocación más escogida, que advocación con más sentido, para un
Cristo que nos entrega el pan de cada día, su cuerpo y su preciosísima sangre
justo antes de morir por salvarnos. Fe lleva inculcando años este Cristo en
su barrio, en la gente humilde, en los más necesitados, Fe cada Domingo de
Pasión cuando sale a bendecir las calles de su barrio y se planta ante las
puertas del Hospital de Santa Ana para alentar de Fe y Esperanza a los que
allí pasan los días por alguna enfermedad o desgracia.
Fe que Motril quiere que impartas junto a 12 apóstoles los días de Semana
Santa, Fe que tu Hermandad pregona con cada una de sus actuaciones, con
su labor callada y su vocación caritativa, Fe para que dejes tu Domingo de
Pasión y vengas hasta el centro mismo de la ciudad a impartir la Eucaristía
y regalar tu compañía.
Cristo de zona norte, Cristo de Humildades, Cristo de la Fe que la última
cena por Motril impartes…

No tengas penas Señor.


Que en torno a una sagrada mesa
Motril sueña con verte
Por la Plaza las Palmeras.

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Así que no tengas penas Señor
Que Motril ya está contigo,
Y a quererte por entero,
Pone Motril todo su anhelo.
Desde el barrio de San Antonio,
Bajarás hasta la gloria
De ponerte ante tu pueblo,
Que te lleva en la memoria.
Así que no tengas penas Señor,
Tan solo ten Fe y tu gran Amor,
Porque Motril en volandas
Te espera con devoción.
Y para hacerte mejor la espera,
Mientras tus apóstoles
a tu mesa llegan,
llegará con aires malagueños,
de la gubia del maestro Israel Cornejo:
Una belleza perfecta,
Una reina con resplandor,
Con carita de madre buena
Y será madre del redentor.
Compañera de la Fe,
Reina en San Antonio
Princesa para Motril
y consuelo del desvalido.
Radiante como una rosa
El Cristo de la Fe la pidió
Y el pueblo motrileño
le entregará con devoción:

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La que reinará por San Antonio
Tras Cristo de la Cena Sagrada
Paseando todo su Amor
En una Semana Santa
Que cada vez está más cercana.

Y ese mismo pan que le pedimos al Cristo de la Fe cada Domingo de Pasión


por la zona alta de la ciudad, el Jueves Santo se lo pedimos al Cristo de
Pasión cuando del Cerro de la Virgen baja para que en Motril ponga rodilla
en tierra y caiga hasta tres veces mientras recorre la calle de su Amargura.
Y es cierto e histórico que en el CAMINO DEL CALVARIO, todos le aban-
donaron. Qué lejos estaban los clamores de su entrada en Jerusalén. Jesús
sabe que está solo ante su terrible destino de sufrimiento y muerte. Sabe que
sus discípulos terminarán huyendo asustados, en ese momento y en los siglos
venideros. Incluso en el siglo XXI muchos cristianos seguimos renegando
consciente o inconscientemente de él. Le seguimos flagelando y crucificando
todos los días con nuestro egoísmo, con nuestra falta de fe, con nuestras trai-
ciones, con nuestra falta de caridad, de comprensión. Sabe que los humanos
no tenemos capacidad de amar más allá de a nuestros seres más queridos y
poco más. Lo sabe. Sabe que su sacrificio será un testimonio necesario pero
insuficiente para el efecto que pretende.
Lo sabe, lo sabe y le duele, le angustia, le quebranta. Los sentimientos se
agolpan en su mente, sufre hasta llegar a sudar sangre, cae de rodillas re-
zando por su boca entreabierta y reseca, con manos implorantes y doloridas.
Todo es oscuridad, solo la luna llora lágrimas de azahar en su mejilla. Tu
Madre quiere gritar tu nombre, a Motril ¡oh Cristo de Pasión!
Quiere elevarse en tu triste pena, navegar en tu paz verdadera, crucificar en
la tarde el aire de espinas prendido, bordando en oro fino tu manto de púrpu-
ras henchido en la dulce suavidad de tu mirada.
La Amargura quiere gritar tu nombre, a Motril, oh Cristo de Pasión.
Quiere ser cruz, clavel y trabajadera, blanca paloma que recorra el susurro
de tu primavera, ser mendigo de tus tristes manos, soledad de tu humilde pe-

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cho, lágrima perdida de tus ojos, silencio eterno de tu lamento blanco, lirio de
tu garganta, nazareno de tu sufrimiento, llaga de tu espalda descarnada, espi-
na que cruce el viento, limpio aroma de tu suspiro, perfume de tu sentimiento.
Qué no daría Ella cuando recorres Motril, por estar un instante, un minuto,
un segundo junto a tu triste mirada. Por bajar también del Cerro bajo palio o
bajo escarcha y levantarte cuando con la rodilla por las calles caigas.
Qué no daría Ella, oh, Cristo de Pasión, por recostarte un poquito y pre-
guntarte despacito qué pena tu corazón atenaza, qué pesares te cohíben, qué
sufrimientos te quebrantan, por qué te fallamos entonces, por qué seguimos
sin dártelo, que tu amor implora y calla, que Ella quiere acompañarte los
Jueves en Semana Santa.
Ay Jesús de Pasión, y que no daría Motril entero, por ser bálsamo de tu dolo-
rida espalda, por ser alivio de tu desaliento, laúdano de tus rodillas cansadas.
Y yo quisiera mirarte y hablarte al oído sin versos y sin palabras. Quisiera
decirte cuánto te sufro, cuanto quisiera ser cirineo de tu herida amarga, Ve-
rónica que cruzara el aire, y confortara tu sudorosa alma, blanco azahar de
saeta que buscara la estrofa soñada para decirte bajito, allá donde las mares
se cruzan, allá donde mi voz llegue clara, que aquí está Motril eternamente
postrada ante el Cerro por el que bajas, ante tu amor rendida, siempre ante
tus sublimes plantas.
Cristo de Pasión y Nazareno, sueño bendito de luna clara, pórtico de nuestro
firmamento, redentor de nuestras almas, Padre que rezas y callas, costaleros
somos de tu cruz para lanzar al viento dormido, en voz de grandeza sagrada,
en verso de unánime grito, que eres luz suspirante, o puede que divina gloria,
y además aroma elegante, ángel vivo del perdón, caído rodilla en tierra, cuan-
do paseas por Motril malherido, la próxima Semana Santa a los pies de ese
Cerro bendito, tu pueblo se unirá a los ángeles para pedir cumplir el deseo de
tu Madre de la Amargura.
Que ella sólo desea que tras de ti no se cierre la puerta del Santuario de la
Patrona y que al llegar el Jueves Santo, Oh Cristo de Pasión, pueda aliviar
tu pena, tu agonía y tu tormento, la Virgen de la Amargura, junto al pueblo
motrileño.

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PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO
TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS
A LOS QUE NOS OFENDEN
La noche del Martes Santo, Motril entera se echa a las calles para buscar
al que apresaron mientras oraba en el Huerto de los Olivos, para seguirle
sobre su paso mientras va recorriendo las calles con chicotás de ensueño y
maestría costalera, buscando encontrarse y suplicarle el Perdón al Cautivo
del Carmen.
Y este año ese apelativo con que se conoce al Cristo del Perdón va a cobrar
más sentido que nunca, pues tras varios años, demoras y obstáculos salvados,
la Iglesia del Carmen será por fin testigo de la lectura de la Sentencia con la
que se inicia su Estación de Penitencia, y ese sueño de ver salir desde su casa
al Señor del Perdón se ha hecho realidad con el esfuerzo y la dedicación de
toda su Cofradía.
Pues aunque la Iglesia de la Encarnación acoja esta regia figura de Sánchez
Mesa durante el año, su presencia se deja sentir con fuerza en los muros de
esta recoleta capilla aún sin estar Él presente.
Porque su Cofradía, carmelitana y penitente, ha hecho esa capilla anexa des-
de la que Cristo saldrá con zancada valiente a recorrer las calles motrileñas
el próximo Martes Santo.
Cristo de manos atadas y túnica blanca, mecida en noches primaverales por
los aires de levante, preso por salvarnos y darnos el Perdón, preso por darnos
su Misericordia más infinita, preso de amor en los corazones cofrades motri-
leños que ante su paso se estremecen las noches de Martes Santo.
Preso de misereres monjiles a su paso por el convento, de saetas que surcan el
aire para intentar desatar sus manos, preso devocional de sus hermanos que
hacen de su penitencia el más claro ejemplo de sentimiento cofrade, recogi-
miento y alabanza para con Cristo y su Santa Madre.
Preso que con su entrega, imparte el Perdón más cofrade y motrileño.

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Viene bajando el Perdón,
la noche del Martes Santo
y vuelven los tambores,
de nuevo redoblando.
De una banda sexitana,
con acordes sentencieros,
que para aliviar la pena de Cristo,
elevan sus melodías al cielo.
Perdón Señor, por nuestras culpas,
por los errores de cada día,
Perdona a tu pueblo motrileño,
Que te quiere con locura.
Cuando paseas cadencioso,
Con larga túnica blanca,
Derramas perdonando,
La gracia con tu figura.
Porque el auténtico paso,
donde se cuece tu gracia,
son los corazones de este pueblo,
que en ti viven su penitencia.
Y así abrazando a Motril entera,
la noche abrirá sus ventanas
y el aire te sabrá dulce,
pues llevará la canela,
de las notas sentencieras,
Y el tiempo se irá contigo,
porque en ti, Señor del Perdón,
el tiempo mismo se para,
y Motril querrá por siempre
que se quede tu presencia en su memoria.

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Es la noche del Cautivo,
Que por Motril va perdonando,
Junto a la Misericordia de una Madre,
que lo acompaña sollozando.
Es la noche del Cautivo,
y Motril le irá rezando,
por las calles y las plazas,
por las que Cristo vaya caminando.
Pues saben de sobra los motrileños,
Que al Cautivo se van encomendando,
que en Motril los pecados se perdonan,
la noche del Martes Santo.

Y con el Cristo del Perdón…. La madre de la Misericordia. Belleza bajo palio,


faro en la noche oscura, y delirio cofrade de la Hermandad que te atesora.
A tus pies cayó rendida Motril desde el primer día que vio tu cara y tu hermo-
sura, como a tus pies cayó rendido este humilde pregonero, que no entendería
su Semana Santa sin verte caminando cada Martes Santo bajo el grácil movi-
miento de tus bambalinas.
Y Tú, madre de la Misericordia, no sólo eres la que colma de bienes la Her-
mandad que te custodia, si no que permíteme que esta noche te aclare que
estás en el centro de la devoción cofrade motrileña, pues Motril entera de ti
anda plenamente enamorada.
Madre de la Misecordia, Madre de belleza y carmelita, flor entre las flores y
tierna blancura en tu semblante de realeza. No te ruborices por lo que digo
porque todo lo que digo es verdad. Llegaste de la Sevilla más cofrade, para
ser el faro de luz blanca que iluminara Motril desde el primer día, que tras el
dintel de la Encarnación asomaste Tú la cara. Y desde ese día, de Ti, sólo de
Ti Madre, quedó Motril enamorada.
Desde el día en que te entronizaron en tu recoleta Capilla del Carmen, visita
obligada de este pregonero para quedarme sin aliento en la penumbra de ese
templo sólo iluminado por tu cara, hasta esos días en que te encuentras bajo
palio rojo y oro bordado por manos motrileñas, Tú enamoras a Motril entera

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con tu mirada, con tu llanto, con tu pena y con tu estampa. Tú enamoras a
esta tierra por donde quiera que pasas, por avenidas recién construidas o
por cálidas ventanas de rejas y macetas que decoran el paisaje de suntuosos
callejones que se abren de par en par para recibirte cada tarde y cada noche,
en que Tú decides visitarles.
Y es que Señora, cada noche de Martes Santo Motril quiere ser el rojo manto
que te guarde de la brisa marinera al llegar hasta tu casa casi ya de madru-
gada. Motril quiere ser la flor que decora tu paso y ese apóstol amado que
te acompaña bajo palio, con la única intención de consolarte en tu agonía y
en tu llanto.
Motril quiere ser el oro de tu saya, el pañuelo que seque tu llanto, quiere ser
una jarra plateada, quiere ser tu peana, quiere ser la llama de la pieza de
candelería que el viento nunca apaga. Motril quiere ser la luna que te mira
desde arriba, quiere ser el maniquetero que se agarre a tu paso y que sueñe
maravillas al verte de tan cerquita la cara.
Y es que como te digo, Tú y solo Tú Madre tienes a Motril enamorada. Y mira
si es verdad lo que digo que Motril entera anda buscando letanías rosarianas
para engarzarlas al rosario que manos cuidadosas colocan en tus manos.
Motril te quiere tanto que un miserere monjil quiere consolar tu pena por las
monjas Nazarenas cuando del fondo de la clausura se eleve el cántico hasta
tus plantas.
Si es que hasta el Cardenal Belluga quiere encender tu candelería por la Pla-
za de España cuando Tú ya vas de recogía. Y quiere poner Motril en tu pecho
Madre un broche de oro y plata en el que graben bien fuerte lo que te quiere
y te ama, el pueblo de tus amores.
Qué más ejemplos quieres que te ponga para que te des cuenta que desde el
primer día que pusiste tu mirada en la tierra motrileña te has convertido en la
luz que lo guía, en el faro que no se apaga, en su sueños, sus desvelos, en su
fe, su devoción, su tragedia y su alegría.
Tú que recorres las calles tras un Hijo de amores que apresan por salvarnos,
Tú que nos das la fuerza y la salud para luchar ante problemas, Tú que vives
por y para tu pueblo que te venera y te reza, pérmiteme Madre que repita una
y mil veces que Motril entera de Ti anda enamorada desde el primer diita que
te vió tu linda cara.

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Y se enamoró de tu arte, de tu paso, de tu andar, de tu manto, de tus ojos, de
tu pena y de tu llanto. Se enamoró de tu gracia, de la vela rizada de tu cande-
lería, de tu sonrisa, de tus manos, tu piel y tu mirada. Motril quedó prendada
al mirarte a la cara y hoy yo vengo a recordártelo, Madre la Misericordia
amada.
Eres la elegancia motrileña, eres el orgullo de tu pueblo, del Martes Santo
la Señora y del Carmen su Reina y Protectora. Tú, celestial Princesa, Virgen
Sagrada María, Tú serás por siempre la guapa motrileña, la princesa de tu
barrio y de Motril su Soberana.
Para Ti las mejores flores, para ti una enorme petalada, y para ti la luna lle-
na que su cuela entre tus varales. Para Ti mi mejor verso, una letanía y una
salve, para gritarle a los cuatro vientos que no hay mayor belleza, que la de
la Virgen de la Misericordia motrileña.

NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN


Y Motril se hace madrugada, y madrugada es sinónimo del Gran Poder.
La madrugada motrileña, esa que acontece entre el Miércoles y el Jueves
Santo, justo en el ecuador de la Semana Santa, es sinónimo de fe y devoción,
de marchas clásicas, de un Cristo de clausura, de aplausos espontáneos, de
costaleros con tesón, de una Madre del Mayor Dolor y de locura cofrade por
las calles.
Locura que se vivirá con sentimiento, respeto y devoción, por cada calle,
plaza, rambla o avenida por la que transite el Señor. En los Agustinos cuando
se encuentre con sus titulares allí presentes, o en el Callejón de las Monjas.
Allí de nuevo se sucederá el milagro de que a pesar de la estrechez, y con
el ímpetu de sus costaleros, el Señor del Gran Poder y la Virgen del Mayor
Dolor avancen rozando los balcones y fachadas, y desde las ventanas manos
piadosas y fervientes puedan tocar a Cristo y ser pañuelo para las lágrimas
de María.
Las Madres Nazarenas, custodias de esta portentosa figura, pasarán la noche
en vela viendo como a lo lejos se marcha para bendecir Motril el Cristo de sus
amores, mientras que este pueblo que llenará de madrugada cada uno de los

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rincones por los que pasa comprobará un año más el Poder del Gran Poder y
cada motrileño querrá de nuevo ser del Señor su cirineo.

En una nueva madrugada,


entre el humo del incienso
viene andando el Gran Poder,
firme y fuerte como el hierro.
Bajo el aire de la noche,
Fíjate en su valentía,
Y observa como lo mira
El Mayor Dolor de María.
En la Calle de las Monjas
de esta ciudad de ensueño
lo espera todo el gentío
que lo divisa de lejos,
que lo siente ya acercarse
porque el Miserere entona su verso;
la brisa se va llenando
de sentidos Padrenuestros,
de petición sostenida
de mentes que están en rezo.
Los faroles, encendidos
perfilan su cuerpo enhiesto
que es seguido de sus hermanos,
sus promesas y su pueblo.
Viene luchando el Señor
con el peso del madero,
viene luchando el Señor,
y aunque luchando, sereno;
Su paso poquito a poco de frente,
y en Su Andar no existe miedo.

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Mira su cara llagada
inundada por los besos
de sinceros corazones
y del arrepentimiento
de todos, porque en Motril
para el Señor hay respeto
porque sabe todo el mundo
que Tú, Señor, eres bueno;
porque Tú eres a Motril
lo que las letras al verso
lo que el sol al horizonte
lo que la nieve es al hielo
lo que el agua es a la lluvia
la tersura al terciopelo
lo que al molino las ruedas
lo que la sal al océano
lo que la arena a las dunas
y las dunas al desierto,
Lo que a los cirios la cera
y la plata al candelero,
el alba a la amanecida
el amarillo al albero
los ojos a la mirada
y el valor a los costaleros,
la flor a la Primavera
y a la noche los luceros;
el pincel a los pintores
y a los pintores el lienzo,
el brillo de las estrellas
lo que las llamas al fuego
lo que las gentes al barrio
y lo que el habla es al verbo,

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el cartón al capirote
y éste a los nazarenos,
el cíngulo al cinturón
y lo que el escudo al pecho,
el latido al corazón
y el razonar al cerebro.
Lo que el sol es a la luz
del mediodía más pleno,
lo que la raíz al árbol
y la verdad al sincero,
la sangre para las venas,
la templanza y el sosiego,
la cadencia de la música,
lo que el barro al alfarero
lo que el pigmento al color
y lo que el aire es al viento,
lo que el espíritu al alma
y lo que el alma es al cuerpo
lo que el sonido a la fuente,
lo que a la forja es el hierro,
el agua para el sediento
y lo que el frío al Invierno.
El repique a las campanas
el andar al costalero
el camino al peregrino
lo que al camino el sendero
lo que a las hojas el tallo
lo que a las aves el vuelo
el olor al azahar
y a la vejez el recuerdo;
lo que la voz a los cantes
y a los cantes el requiebro,

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lo que la sarga a la túnica
que a tantos viste de morado y negro,
lo que la hora al reloj,
el sentir al sentimiento
lo que al fruto la semilla
lo que el azul es al cielo
y la luna a la madrugada,
bajo estrellas en un sueño
porque Tú eres, Gran Poder,
la esperanza y el consuelo
la fuerza para seguir
la esencia del motrileño.
Alivio para las penas,
Salud para los enfermos,
Señor de madrugada,
Con su Madre del Mayor Dolor amada,
y Señor de esta Ciudad
que cada día es un ruego
ante tu hombro dolido
por la Cruz de tu tormento
caminando de madrugada
rogando por los que ya están en el cielo.
Y será de nuevo Madrugada,
Y tu figura reinará en la noche oscura,
Motril se hará sendero,
Se hará de tu madre auxilio,
Y renovará Motril entero
Un voto personal y sincero.
Pues cada Semana Santa
Al llegar esa bendita madrugada
El Callejón de las Monjas
Será Puerta del Cielo

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Y el pueblo motrileño
Será como cada primavera
Para el Mayor Dolor pañuelo,
Y del Gran Poder,
Por siempre, Su cirineo.

Y LÍBRANOS DEL MAL


Cristo dio la vida por salvarnos, por redimirnos de nuestros pecados y por
librarnos de todo mal. Y Motril puede sentirse orgullosa de que por sus calles
Cristo se haga sepelio y santa sepultura en dos ocasiones, librando con cada
una de ellas a esta bendita ciudad de cuantos males la acechen.
Cristo se hace sepultura por primera vez la noche de Viernes Santo, sobre
hombros motrileños, en un ataúd de plata, que más que un simple ataúd es
una auténtico cofre de plata, pues en él va el cuerpo del mayor regalo que
Dios hizo por su pueblo.
Viernes de duelo, llanto y quebranto, viernes de nazarenos de negro y blanco,
que tanto recuerdan a mi Hermandad almuñequera, viernes de silencios sólo
rotos por la música de una capilla, de estremecimiento al paso del cortejo
silente de esta hermandad castiza.
Palio de respeto negro enlutado detrás de la comitiva, autoridades civiles y
religiosas caminando tras Cristo en su Sepulcro plateado, simbolizando con
ello la oficialidad de esta Cofradía.
Oficialidad que este año se ha visto recompensada con la Medalla de Oro de
vuestra ciudad, símbolo perpetuo de la historia que atesora tras esos cristales
de plata el Cristo Yacente en el Sepulcro.
Medalla de Oro por la devoción, por el vínculo constante de esta Cofradía
con su pueblo Motrileño, por ser el Ayuntamiento, en calidad de representante
del pueblo, su Hermano Mayor Honorario, por lo que cada uno de sus veci-
nos podrías tener tal nombramiento.
Una Medalla de Oro de merecido reconocimiento para una hermandad como
la vuestra, la oficial, la de la urna plateada, la del silencio y el recogimiento,

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y la de una joya enlutada que hermosa se pasea recogiendo las promesas
de este pueblo motrileño, al que Ella lleva cada día del año en sus manos
entrelazadas.
Rostro moreno de sufrimiento, palio de cajón negro enlutado, y belleza plena
de la Virgen de los Dolores que sólo encuentra consuelo a su llanto en las
miradas y silencios de su pueblo motrileño.

Tras una jungla de cirios


oscilantes por el viento...
Rodeada de azucenas
y de clavelitos frescos,
mientras tocan “Amargura”
y el paso se va meciendo
entre mantillas negras
y capirotes largos,
la Virgen de los Dolores
viene vestida de negro.
Negros son sus bellos ojos.
Negros son sus nazarenos.
Negritas son sus mantillas.
Sus ojeras de humo espeso
y hasta el mismo corazón,
quebrado de sufrimientos
por la muerte de su Hijo,
lo lleva teñido en negro.
Un palio negro enlutado,
de Dolores santuario,
con aromas de incensario
y mecío con encanto.
Toda la plata para un joyero,
un templo en sus bordados,

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en oro fino traspasados,
como tesoro de este pueblo.
La noche del Viernes Santo,
Llenita de sufrimiento,
A Ella sólo consuela
su pueblo motrileño.
Al que das escalofríos,
Al que rompes los nervios,
Al que arrancas los sudores
Y pones firmes los vellos.
Con lágrimas entrecortadas,
Y petaladas desde balcones
Con silencios de respeto,
Y auténticos clamores.
Así es como consuela
Esta ciudad de ensueño
Cuando llorando pasa
Detrás de su hijo muerto,
A la Virgen de los Dolores,
toda vestida de negro.

Y vuelve Cristo a hacerse muerte cuando Yacente lo encontremos en el Barrio


de Capuchinos.
Hileras de Nazarenos negros y amarillos anteceden en la tarde noche del Sá-
bado Santo al último desfile pasional de la Semana Santa motrileña.
Acompañarán portando farolillos al Cristo Yacente que se venera en la capi-
lla donde la Divina Pastora de las Almas reina rodeada de su rebaño.
Anunciando lo que viene la figura de la chía, y cerrando el cortejo de esta
Cofradía de barrio, portada por costaleras, y postrada ante la cruz sin vida,
llega radiante la Soledad de María.

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El Sábado Santo Motril se deshace en darle compañía a esta venerada ima-
gen, Princesa de Capuchinos, como sólo Motril sabe, remediando su Soledad,
consolando su pena, enjugando sus lágrimas, haciéndola sonreír por un ins-
tante cuando ve por las calles de su barrio a su gente siempre pegadas a su
paso.
Y es que esta bella imagen, que ha sabido estar presente en Motril a pesar
de las adversidades, las guerras y el odio entre hermanos, nunca estará sola,
aunque su nombre sea el de Soledad.
No estuviste sola, Reina del Sábado Santo, cuando aun no teniendo Cofradía,
el pueblo de Motril en madrugadas ante ti acudía para sacarte en procesión
por la Rambla de Capuchinos y pedir tu intercesión cada Viernes Santo como
sólo tu pueblo sabía.
Que no estás sola, Soledad, Madre de Cristo Yacente descendido del madero,
que tienes el cariño de tus hermanos, de tus mantillas y de tu barrio que ante
ti se postran en tu capilla, en tu Casa de Hermandad, y el día de tu salida.
Que Tú nunca andarás sola por las calles motrileñas, pues no te faltarán los
pies ni el esfuerzo de tu cuadrilla de costaleras, auténticas hijas de María,
que son tus ojos y tus piernas, que sueñan durante el día en coger tu paso
con fuerza y elevarte a lo más alto de este cielo motrileño que te guarda y te
custodia.
Que no estás sola, Soledad, que Soledad sólo es tu nombre.
Pues tienes y tendrás por siempre el cariño de todo un barrio, el cuidado de
tus hermanos, las manos de tu vestidor, el mimo de tus camareras, las calles
motrileñas abiertas para ti, y reguero de promesas que en tu templo ponen
velas ante ti.
Que no estas sola, Soledad, que Soledad sólo es tu nombre.
Pues nunca faltarán a su cita tus valientes costaleras, tus hermanos nazare-
nos, la brisa marinera que te acaricie, y una bendición capuchinera.
Si no ha quedado bien claro en esta noche cuaresmal y pregonera, vuelvo
a repetírtelo y a ver si así consuelo esa lagrimita que derramas por esa, tu
dulce carita.

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Que no estás sola Soledad, que Soledad sólo es tu nombre.
Pues Dios mismo lo ha querido que en esta gloria motrileña, de tan solo 7
días, tú cierres la puerta de la pasión cofrade en esta tierra.
Y cuando se cierre tras de ti la puerta, cuando pasees por tu barrio, cuando
suene el martillo y te eleves hacia el cielo, cuando la banda arranque marcha,
o cuando ante ti se haga el silencio…
Habrá un alma motrileña acompañando tu tormento, diciéndote casi al oído
para conseguir aliviar tu llanto:
Que tú nunca estás sola, Soledad, pues siempre andará contigo, ayer, hoy y
por siempre, el Barrio de Capuchinos.

AMÉN CON CAMPANILLAS DE BARRO


No serán pocos los cofrades motrileños que sueñen con volver a tener entre
sus calles la figura de Cristo Resucitado y de Ntra. Sra. de la Paz para con
Ellos poner punto y final a esta pasión cofrade y motrileña, llamada Semana
Santa.
Pero permitidme, cuando consumo los últimos minutos de este pregón de
alabanza, deciros que tenéis una forma única, devocional, alegre y jovial de
celebrar el Domingo de Resurrección.
Pues esa gloriosa mañana de Pascua Motril celebra la resurrección de Cristo
de motrileñas maneras.
Lo hace paseando por sus calles a la venerada imagen del Dulce Nombre
de Cristo, sobre magistral paso dorado, portado por jóvenes costaleros, la
mayoría de ellos poniéndose por primera vez un costal y estrenando su cerviz.
Jóvenes que desean cumplir los 18 años y portar los pasos de los Cristos y
Vírgenes que llenan Motril de sentimiento cofrade los días de Semana Santa.
Jóvenes valientes, de fe inquebrantable y verdadera devoción que pasean al
Dulce Nombre entre melodías y acordes musicales, y que este año al fín la
propia Carrera Oficial va a ser testigo de vuestro buen hacer costalero.

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Juventud cofrade, que debéis ser como Laureano Rodríguez y tantos otros
motrileños, que qusieron en su tiempo hacer de la Semana Santa de Motril lo
que hoy es, un referente cofrade a nivel granadino y andaluz, vosotros tenéis
por delante el reto de mantener lo que se os ha legado, incrementarlo devo-
cional y culturalmente, y modernizarlo a los nuevos tiempos que lleguen, sin
olvidar las raíces y tradiciones que deben mantenerse.
Y el futuro prometedor de vuestra Semana Santa es grande con jóvenes tan
llenos de ilusión y entusiasmo cofrade como los que formáis La Chicotá. Por
separado cada uno trabajando por su Cofradía, y juntos bajo una misma pa-
rihuela común haciendo engrandecer la Semana Santa en su conjunto.
Pero en el Domingo de Resurrección motrileño lo más destacado e importan-
te, es que se siembra el futuro de esta Semana Santa, pues alrededor del paso
del Dulce Nombre de Cristo nunca faltarán los niños tocando sin cesar sus
campanillas de barro.
Motril diciendo un amén sincero a la oración de 7 días santos con jóvenes,
niños y campanillas de barro.
Niños de Motril, tocad campanas de barro, hacedlas sonar bien alto.
Hacedlo por lo que termina, por todas las chicotás vividas, por los momentos
de hermandad, por cada una de las levantás a la música o al cielo, por los
acordes de trompeta y los redobles de tambor que quedaron grabados en el
cofrade corazón.
Pero tocadlo también por ese tiempo de gloria, que también tiene razón de ser
cofrade, y que Motril llena de amor de un mayo Mariano constante, junto al
Carmen marinero, las Angustias soberana, la Reina de la Pastora y la que dé
sentido al motrileño, vuestra Regia Patrona la Virgen de la Cabeza.
Tocad Campanas de barro, hacedlas sonad bien alto.
Que en cada campanada va la sonrisa de un padre, el beso tierno de una
abuela y el cariño de una madre cada vez que vistes la túnica nazarena que
ellos supieron inculcarte.
Tocad campanas de barro, que lleguen a lo más alto, que las escuchen todos
esos cofrades que ya descansan allá arriba pensando seguramente como or-

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ganizar una magnífica procesión en el mismo cielo. Y que mirarán orgullosos
cómo en esas campanas está un futuro tan cierto para esta Santa Semana.
Tocad campanas de barro, niños de Motril hacedlas sonar bien alto.
Que no quede un solo hueco en esta hermosa villa, que no se entere que Dios
Resucita convertido en el Dulce Nombre, rodeado de la ilusión de pequeños
cofrades, que hoy son presente y mañana serán futuro de esta locura cofrade.
Así se despide el pregonero y así termina vuestra Semana Santa:
Con Dulce Nombre triunfante, con jóvenes costaleros, y centenares de infan-
tes, tocando llenos de felicidad melodías únicas y reconfortantes.
Campanillas de barro elevaros a lo más alto, pues en cada campanada está
el sueño de los mayores y de los que se fueron al cielo, sabiendo que en cada
campana está ese prometedor futuro que aguarda,
A esta pasión cofrade y motrileña… llamada Semana Santa.

HE DICHO

José Carlos Rodríguez Díaz

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