Vous êtes sur la page 1sur 11

Estado del arte sobre la agricultura urbana y soberanía alimentaria como

estrategias pedagógicas para fortalecer la apropiación social y cultural


del territorio desde el aula ambiental.
Luisa Fernanda Jiménez Higuera, Universidad Pedagógica Nacional, Departamento de
Ciencias Sociales, Investigación en Educación.
Docente: Mónica Ruiz

PALABRAS CLAVES
territorio, soberanía alimentaria, agricultura urbana, educación ambiental.

RESUMEN
La agricultura urbana y la soberanía alimentaria son estrategias que se pueden implementar
en las aulas ambientales ya que surgen como prácticas de educación ambiental que buscan
afianzar la apropiación cultural y social del territorio. El siguiente estado del arte expone los
siguientes documentos que muestran la agricultura urbana y la soberanía alimentaria como
herramientas pedagógicas que permiten que los estudiantes analicen las problemáticas de
Colombia como lo son: el desplazamiento forzado, la urbanización, la explotación ilegal
minera y la contaminación y a partir de las aulas ambientales, generar conciencia para que
los niños aprendan diferentes procesos de la agricultura que desconocen y así rescatar estas
técnicas para que permanezcan en las generaciones y creen un cambio en su habito
alimenticio.

INTRODUCCIÓN
El presente artículo muestra las diferentes investigaciones y proyectos formulados
para proponer la agricultura urbana y la soberanía alimentaria como estrategias educativas
para fortalecer los lazos entre el sujeto y su territorio, permitiendo la posible solución de
conflictos ambientales, territoriales y dependencia alimentaria para la formulación de
prácticas que vinculan de forma significativa a los estudiantes con su entorno. Estos espacios
constituyen una práctica y reflexión sobre los retos que propone la coyuntura social por la
que atravesamos, reconociendo que los estudiantes desde el inicio hasta el final de su
formación, se encuentren inmersos en dinámicas territoriales que logren la conformación y
configuración de principios y fundamentos de la vida en sociedad, además, que proporcione
el entendimiento de los factores estructurales que determinan nuestra realidad histórica y que
evidentemente se encuentran ligados al conflicto armado, la urbanización, globalización, la
contaminación y la economía.

Este estado del arte se centra en 2 categorías: la agricultura urbana y la soberanía


alimentaria. Fueron referenciados 7 documentos de los cuales encontramos proyectos de
grado, artículos de divulgación científica y proyectos educativos, pertenecientes a Colombia
y Latinoamérica. Estos documentos permiten visibilizar las características de la agricultura
urbana y la soberanía alimentaria en diferentes contextos.

LA AGRICULTURA URBANA.

Esta práctica se concibe como la siembra, producción y cosecha de alimentos


agrícolas para el autoconsumo o comercialización. Normalmente las áreas de siembra se
encuentran en zonas marginales y se utilizan los mismos recursos de la población para su
sostenimiento. (Linares, 2007 citado por Meneses, 2016, pg. 9-11)

Aunque existen varias definiciones, la definición que propone la FAO es punto de


referencia en la mayoría de los documentos relacionados con la agricultura urbana. Es así
como esta organización es una de las pioneras en proponer su definición: Agricultura
urbana: son prácticas agrícolas en pequeñas superficies (por ejemplo, solares, huertos,
márgenes, terrazas, recipientes) situadas dentro de una ciudad y destinadas a la producción
de cultivos. (Téllez, 2016, pg. 40.)

La funcionalidad económica, una de las constantes tensiones producidas por el


modelo democrático que caracteriza nuestro país, está ligado a las complejas condiciones que
caracterizan al sector primario de la economía en términos de operatividad más que de
productividad, pues el desigual acceso que se posee a la tierra y el fenómeno de concentración
de la misma es uno de los más importantes factores en los conflictos tanto económicos como
políticos y sociales, ya que la incidencia de la migración rural-urbana se genera por varias
causas.

Un gran ejemplo de esta situación es la firma de acuerdos comerciales (Tratado


de libre comercio) con los Estados Unidos y otros países, los cuales han traído
consigo múltiples problemas para los agricultores de nuestro país, ya que muchos
fueron lanzados a una competencia internacional sin las garantías necesarias,
además la creación de leyes que afectan las prácticas agrícolas tradicionales
como la conservación y la producción de semillas nativas. De este modo los
productos provenientes del campo no alcanzan a competir con los precios de los
productos importados, lo que genera una crisis económica en el sector rural y
menores garantías de progreso para quien labra la tierra y por esta razón se
produce una mayor migración a las ciudades. (Tellez,2016 Pg.17)

No solo el sector económico es causa de la migración rural-urbana Téllez (2016),


indica que hay otros factores que influyen en esto. Está la parte social, la cultural, la
ambiental y la política.

La parte social viene por el desplazamiento forzado que se da a partir de varias


problemáticas como el conflicto armado, delincuencia, terrorismo y sistemas de represión
causados por el estado. Por lo cultural existen falta de recursos económicos causados por la
inversión del fortalecimiento militar que generan desigualdad social y la no promoción de
prácticas de conservación y riqueza naturales.

La parte ambiental está dada por la explotación ilegal minera que afecta el suelo, aire
y agua sin permitir que pueda haber posibilidad de volver a cultivar.
Por último, la parte política, que está ligada a la impunidad para los delincuentes, leyes de
baldíos y recursos entregados a terratenientes.
Estas causas desproveen a los sectores populares y al sector agrario de fuerza de trabajo,
desplazando a los agricultores campesinos a los sectores industriales, tales como la
construcción, el trabajo en fábricas y en muchos casos la marginalidad propia de las periferias
urbanas.

Por eso es preciso aclarar, que uno de los factores más importantes en el desarrollo
de conflictos sociales de cualquier índole, se configura a partir de concepciones territoriales,
bien sea en su defensa o su expansión, por tal motivo es preciso establecer un trabajo tanto
practico como reflexivo con relación al sentido y al concepto mismo de territorio y fortalecer
tejidos entre las comunidades, es por eso que la agricultura urbana es tan pertinente para
estos procesos, para así no permitir que sigan ocurriendo estos problemas.

Según López (2007) y ASOINCA (2014) coinciden en que la agricultura urbana sirve
como un proceso que funciona para educar ambientalmente ya que genera vínculos y
motivaciones a los estudiantes con su entorno y permite que tengan conocimiento de la
situación ambiental actual para generar cambios en pro de su mejoramiento. En el aspecto
social, también propone que esta genera procesos de recuperación, restauración y
reconstrucción con su comunidad y su familia.

Y para Betancur (2015), La agricultura urbana, como escenario de aprendizaje es un


motivo para que los niños tengan más conocimiento e interés, además de favorecer
competencias científico – tecnológicas que el niño va obteniendo como resultado de su
vínculo continuo con todas las practicas que permite esta experiencia, además de crear una
transversalidad disciplinar que permite que el niño desarrolle un pensamiento complejo y
sistémico a través del tiempo.

Esta se centra en el individuo como eje central del proceso promoviendo el diálogo,
la participación y hasta la negociación de responsabilidades por parte de los mismos
estudiantes durante el desarrollo del cultivo, logrando replicarse en las familias de
los involucrados en el proceso. Aquí es necesario reflexionar, cómo por medio de
esta clase de proyectos que nacen desde la academia y sin necesidad de colonizar
conceptualmente, es posible generar espacios de apropiación y fortalecimiento
comunitario que vinculen de manera correcta a la comunidad para no transmitir
verticalmente el conocimiento sino promover “un proceso cíclico de interacciones
desde el conocimiento compartido por la comunidad y desde la acción
compartida(Gumucio, 2011, p. 37 citado por Meneses, 2016, pg. 68-69).

Téllez (2016) plantea que permite mejorar la economía del hogar y crea un mejor
ambiente, también mitiga la contaminación ya que disminuye los gases de efecto invernadero
en la ciudad y permite, como también lo propone ASOINCA, la formación de colectivos o
grupos que incentivan al conocimiento e intercambios tanto de productos como semillas.

“Se siembran nuevas plantas que los estudiantes llevan a su casa, esto con el
compromiso de retornar semillas para intercambiar, recuperando el trueque como
medio de fortalecer los principios de bien colectivo y ayuda mutua” (ASOINCA,
2014, Pg.23)
“Por esta razón, es preciso hacer un llamado a la conservación de las prácticas
ancestrales, en miras de frenar la producción masiva y destructiva de los monopolios
agroindustriales del país”. (Téllez, 2016, pg. 7)

Teniendo en cuenta que en la ciudad se desconocen las técnicas agrícolas ya que ella
esta creada para otros procesos, la agricultura urbana, tiene la capacidad de crear una fusión
entre lo rural y lo urbano, proporcionando a los niños, que están alejados de estos
conocimientos, pero que tienen otra forma de ver el mundo, con su capacidad de asombro y
sus preguntas frecuentes acerca de él, la facultad de crear en ellos una conciencia por medio
de la formación de su propia huerta demostrando que el trabajo del cultivo para los
campesinos no es un trabajo fácil y más aun con las problemáticas vistas anteriormente. El
resultado de esto es el reconocimiento de que existen estas problemáticas, que se deben
aminorar tanto social como ambientalmente y que, en nuestro país, continúan habiendo
experiencias hereditarias que son importantes.

Respecto a la propuesta de ASOINCA y Téllez es de resaltar el planteamiento con


relación a la recuperación de prácticas ancestrales como el intercambio o el trueque y
al trabajo colectivo, que buscan fomentar principios ligados a la ayuda, la solidaridad,
el esfuerzo, la autonomía entre otros valores y demuestran que el manejo de la
agricultura urbana aparte de permanecer y desarrollarse a través del tiempo para así
llegar a ser una “herramienta de resistencia a las dinámicas de sociedad impulsadas
por el capitalismo” (Téllez, pg.42), por las condiciones ambientales, se presenta
como una nueva tendencia del consumo; “en el marco de un consumo sostenible y
amable con el medio ambiente”. (Meneses, 2016, pg. 2)

Para finalizar, la utilización de la agricultura urbana es una herramienta que incentiva


a la formación de seres humanos que están en constante cambio como sociedad pero que se
benefician de forma exagerada de lo que brinda la naturaleza, manifestando que estos
recursos que nos brindan no son renovables y que a partir de este se debe generar un cambio
por medio de la educación para qué el ser humano no trate de superar la naturaleza, sino que
haya una relación favorable entre ambos.

SOBERANÍA ALIMENTARIA.

La globalización y el capitalismo nos han llevado a que consumamos de una forma


exagerada sin tener en cuenta las implicaciones que pueden existir, no solo en un futuro ya
que últimamente hemos visto las consecuencias de estas, en esta categoría también veremos
problemáticas como las de la anterior, ambientales, sociales, políticas y económicas.
Problemáticas que no se harán mucho énfasis ya que fueron enunciadas en la presentación
de la anterior categoría.

El paso de agricultura de autoconsumo a una agricultura agroindustrial orientada


hacia el mercado global ha conllevado a la degradación de los ecosistemas y de los
recursos, la tala de bosques y la pérdida de la biodiversidad y de la soberanía
alimentaria. (Bravo, 2017, pg.18)

El consumismo se da gracias a que el mundo nos vende esa idea de que necesitamos
cosas innecesarias y que necesitamos de ellas para satisfacer nuestras necesidades, pero son
necesidades creadas.

“Un ejemplo, entre muchos, serían las diversas campañas publicitarias que tratan de
hacer creer que su consumo da felicidad, o da bienestar. Pero ante la llegada masiva de
mensajes a través de los medios de comunicación, nos queda la responsabilidad política de
trabajar estudios que demuestren de manera contundente las consecuencias del consumo de
estos productos no solo a nivel físico, sino social y cultural”. (ASOCAL,2014, pg. 24)

El avance tecnológico y científico ha permitido que se juegue con la naturaleza, las


ambiciones del ser humano han hecho que se quiera superarla, así, se crean los alimentos
transgénicos, alimentos modificados genéticamente para que duren más tiempo y no se dañen
y tengan un mejor aspecto, no aportan un gran valor nutricional y pueden contener químicos
que son perjudiciales para el ser humano. Estos no solo afectan la salud del ser humano sino
hacen que, como ya no se tenga que cultivar nada porque todo está hecho en un laboratorio,
los campesinos dejen sus labores.

Detrás de esto, está el capitalismo, que como revela Bravo (2017) gracias a este no
solo existe la sociedad de consumo, sino que también se desconoce la identidad, la cultura y
las formas de percibir y estar en la tierra.
Entiéndase que la soberanía alimentaria es la libertad y la capacidad del pueblo y
de sus comunidades para ejercer su derecho a alimentarse, de producir su propia
comida, de luchar contra el poder de las trasnacionales y otras fuerzas que destruyen
los sistemas de producción populares a través del comercio, inversiones, y otras
formas o medios, sin la utilización de los agroquímicos ni semillas transgénicas que
han deteriorado el desarrollo natural de los alimentos. La Soberanía de un pueblo
también se ejerce sobre la Alimentación, así como en lo territorial, o de gobierno
propio y autónomo. En el caso de los alimentos, es el derecho a tener un acceso
regular, suficiente, permanente y libre, ya sea directamente o por medio de
intercambios con otros pueblos. (ASOINCA, 2014, pg.22)

Para Bravo (2017) Esta propuesta pretende aceptar la realidad, y a partir de ella, actuar
para que la soberanía alimentaria permanezca desarrollándose en diferentes contextos en los
que se encuentran las comunidades, pero para esto es necesario saber cual es la realidad
social, política y económica que en la que se esta cruzando para poder actuar.

Son bastantes las propuestas educativas que existen para generar soberanía
alimentaria, por medio del aula ambiental, los niños toman de una manera muy amigable
estos tipos de proyectos, ya que son una forma de aprender y conocer su contexto.

“Estas actividades que generan actitudes positivas para la vida, siendo aún tan
pequeños, empiezan a apropiarse de las bondades que brinda la naturaleza con la
tierra, el sol, el agua, la luz, el aire. Los estudiantes desarrollan habilidades para
vivir y compartir en comunidad. Es cuando ellos no sólo se limitan a copiar,
memorizar y reproducir conocimientos, sino que a través del proceso desarrollan
habilidades y alternativas para construir, analizar, argumentar, proponer, inferir y
sacar conclusiones, en un contexto dónde son protagonistas de sus propias
actividades, para compartir los propios saberes y enriquecer el de los demás”.
(ASOINCA, 2014, pg. 23)
Los niños actualmente tienden a consumir “comida chatarra” productos
empaquetados que no generan ningún tipo de alimento, la creación de estos tipos de proyectos
permite que ellos aprendan de soberanía alimentaria, que se concienticen sobre el consumo
de frutas y verduras, sobre las implicaciones ambientales y sociales que estos generan y que
formen conocimientos sobre estas experiencias para así no solo reproducirlos en la escuela
o en la comunidad sino que, si sus familiares no tienen conocimiento de esto, también
aprendan y esta se pueda expandir como un proceso de resistencia a la sociedad de consumo.

“Se trata de pequeñas acciones para derrotar la influencia de los medios de


comunicación en esta materia”. (ASOINCA, 2014 pg.22)

El conocimiento aprendido por los niños ya tiene la formación para hacer sus
huertas orgánicas en su propia comunidad con los alimentos a su elección. Dentro de la
granja orgánica se cultivó tomate, pimentón, pepino, lechuga, cilantro, zapallo, orégano,
tomillo y plantas medicinales; alimentos que eran utilizados para el almuerzo de los
menores. Y dentro la producción ecológica y sustentable que plantea el concepto de
soberanía alimentaria, el control fitosanitario de los cultivos se realizó de manera manual
por parte de los estudiantes a través de instrucciones impartidas por el investigador líder
del proyecto. Lo que permitió el evitar sustancias químicas, logrando obtener cosechas
100% orgánicas y autosostenibles. (Meneses, 2016, pg.65) “aspecto que también contribuye
a la seguridad alimentaria de los niños y sus familias, si se tiene en cuenta que dentro este
concepto se encuentra el poder acceder a alimentos sanos y nutritivos” (Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, 1996 Citado por Meneses, 2016, pg.
65).

Para ASOCAL Y ASOINCA (2014) De esta forma, la soberanía alimentaria cumple


la labor de producir experiencias sobre como pensar, experimentar, conceptualizar, generar
preguntas, agregar nociones a las diferentes áreas de conocimiento, responsabilizarse, y
concientizarse, esto en la parte cognitiva del niño. La recuperación de especies nativas de
plantas que estaban a punto de extinguirse, afianzar la economía local, favoreciendo a la
comunidad con la compra y venta de productos cultivados por ellos mismos, padres de
familia y campesinos, hacen parte de estas experiencias.

Junto a los alumnos, crear espacios de discusión, pues son ellos quienes consultan,
exponen y profundizan todos aquellos temas que han venido incidiendo en nuestra
alimentación. Es por ello que tenemos la certeza que los jóvenes tendrán una mejor
calidad de vida y la oportunidad de replicar lo que han ido logrando con su familia
y demás espacios donde se encuentren. (…) Así el trabajo realizado muestra que es
posible otra cultura, otra concepción de vida, de mundo; en un ejercicio que
revindica al ser más que el tener, en un camino que supera la superficialidad, el
consumismo; para dar apertura al ser humano. Este es un ejemplo que muestra,
además, desde la experiencia, el compromiso político, social de los actores de una
comunidad compleja y con múltiples problemáticas, pero que desde la reinvención
de la escuela y sus maestros, agencia y articula un trabajo colectivo que reconoce el
saber popular y la participación como principios fundamentales de vida (ASOCAL,
2014, pg. 26)

CONCLUSIONES

“Es, pues, el trabajo, lo que pone en la tierra la gran parte de su valor; sin trabajo, la
tierra apenas vale nada. Y es también al trabajo a lo que debemos la mayor parte de los
productos de la tierra que nos son útiles. Pues lo que hace que la paja, el grano y el pan
producidos por aquel acre de trigo sean más valiosos que lo que pueda producir
naturalmente un acre de tierra sin cultivar, es enteramente un efecto del trabajo”. John
Locke (Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil)

Hay que tener en cuenta que tanto la agricultura urbana y la soberanía alimentaria están
completamente ligadas y que una sin la otra no se podría aplicar de una forma efectiva y que
estos procesos son importantes para generar nuevos aprendizajes y cambios a un nivel
general. Son experiencias pequeñas, pero que si se reproducen de una forma óptima se podrán
ver los resultados en un futuro.
El aula ambiental se debe proponer como una estrategia que busca, por medio de la
integración de conocimientos y de la experiencia de los estudiantes y los docentes, reconocer
que los conflictos sociales, políticos y económicos de Colombia tienen una raíz histórica
ligada a la concentración y el despojo de la tierra, de ahí que la agricultura urbana y la
soberanía alimentaria sean espacios óptimos para el planteamiento de diversas situaciones
ligadas a las causas y el desarrollo del conflicto armado y político que aún hoy día prevalece
en nuestro territorio.

Para una ciudad como Bogotá que últimamente se ha visto afectada por las políticas de
la alcaldía, estos proyectos son necesarios para mitigar las causas de la tala de árboles, la
contaminación por el sistema de transporte y proporcionar múltiples medios de
representación, acción y expresión desde la huerta escolar, para que permita a los estudiantes
desde la integración de campos del conocimiento y de la experiencia, Facilitar una
comprensión más reflexiva y critica de la sociedad.

WEBGRAFIA

 Meneses Medina, Lorena (2016), Agricultura urbana: Espacio de encuentro


entre procesos de educación no formales y la comunicación para el cambio
social. Recuperado de
https://revistas.upb.edu.co/index.php/cienciassociales/article/view/7163
 Asociación de Institutores y Trabajadores de la Educación del Cauca
(ASOINCA) (2014), La agricultura urbana: Una experiencia de educación
popular desde la soberanía alimentaria. Recuperado de
http://www.asoinca.com/documentos/category/6-
ceid?download=351:pensamiento-popular-aportes-para-una-educacion-popular

Vous aimerez peut-être aussi