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UN ABECÉ

DE MATEMÁTICOS

Fabiola Irene Czwienczek Miler

Septiembre de 2.011
Dedicado a

Irene Miler

Francisco Czwienczek

Karolina Miler
PRÓLOGO
Fredy González, Presidente
Junta Directiva Nacional de la Asociación Venezolana de Educación Matemática
(2010-2013)
“Me gusta la pintura y la música
(de hecho, toco con mucho esfuerzo algunas piezas sencillas en mi teclado)
No desaprovecho oportunidad alguna de resaltar en mis clases
la estrecha relación de las artes y la matemática. Eso también lo reflejo en el libro”.
Fabiola Czwienczek

A la vida debe dársele gracias siempre, mucho más cuando ella nos brinda
oportunidades para retribuir todo lo que ella nos ha dado. Tal es el presente caso. En
efecto, Fabiola Irene Czwienczek Miler (con un apellido de difícil pronunciación en
español; por lo que todos quienes estamos cerca de ella hemos resuelto llamarla así …
simplemente Fabiola) me ha concedido el privilegio de escribir el prólogo de esta obra
(después de haber escrito ella la última letra) que está llamada a convertirse en uno de los
libros de Matemática más trascendentes de todos cuanto se hayan escrito en el país.
Bueno es decir que Usted, amable lector, tiene ante sí la síntesis de centenares de
horas de lectura, reflexión, análisis y buen trabajo matemático. Sí, Fabiola ha dedicado
varios años de su fructífera vida personal y profesional a auscultar en la Historia de la
Matemática (un quehacer que le apasiona tanto como el beisbol, “tanto como la pintura y
la música …” por lo que, como ella misma dice no desaprovecha “oportunidad alguna de
resaltar en mis clases la estrecha relación de las artes y la matemática”) para prepararnos
un excelente banquete de esta ciencia.
¡Cuánta historia hay en este libro!
Desde Arquímedes hasta Zenodorus, este ABC de Matemáticos nos pone en
contacto con varios siglos de Humanidad, resumidos y trascendidos mediante el intelecto,
la creatividad, la intuición, la genialidad y, porqué no decirlo, la suerte de veintiséis seres
humanos quienes con su aporte matemático lograron trascender lo efímero de sus vidas.
Encuéntranse en estas páginas, amorosamente hermanados, distintos ámbitos de
la Matemática: Aritmética, Álgebra, Geometría,… mostrándose así la armoniosa unidad
de su estructura, lo cual es una de sus cualidades estéticas más fascinantes: su multi-
unidad, es decir, la unidad existente entre sus diversas áreas; en este ABC de
Matemáticos, Fabiola nos muestra que la Matemática es una gran familia de muchos
miembros bien avenidos.
Fueron muchos los Matemáticos con meritoria obra, no incluidos en este ABC…
tantos que con ellos podría escribirse un ABC´…, otro que dé continuidad a éste; ojalá
que nuestra querida Fabiola logre la energía suficiente como para asumir ese nuevo
emprendimiento.
Gana la bibliografía matemática venezolana con esta obra; la Educación
Matemática lo hace también; en efecto, este es un libro catalogable como un libro de
Historia de la Matemática; sin embargo, por la naturaleza de los asuntos abordados, por el
ritmo de cada exposición, por la estructura adoptada para presentar a cada uno de los
matemáticos, por el nivel del lenguaje utilizado, de este libro podrían extraerse valiosas
lecciones acerca de cómo transponer el conocimiento (cómo decirlo, hablarlo) para que
éste le llegue a cada uno de los estudiantes; y esto tiene notables matices didácticos que
pueden ser apreciados cuando se examina cuidadosamente el texto.
Hay un aspecto que conviene destacar: lo impecable de las demostraciones que
se hacen presentes a lo largo del libro. Y hay más; muchas están antecedidas por el
estudio de casos particulares y la formulación de conjeturas a partir de los mismos; ello
constituye una modalidad de presentación del conocimiento matemático reconocidamente
idónea en el ámbito de la Matemática y su Didáctica; Fabiola maneja este recurso con
magistral soltura.
Igualmente notables resultan las ilustraciones (dibujos, gráficos) a los cuales
apela Fabiola para representar las proposiciones que se propuso demostrar. Aquí subyace
otra de las propuestas didácticas presentes en este ABC de Matemáticos: la visualización,
esta puede ser robustamente fundamentada desde el punto de vista teórico, apelando a la
noción de Registro Semiótico desarrollada por Raymond Duval.
Junta Fabiola aquí dos de sus áreas matemáticas de interés las cuales maneja con
gracia y soltura: la Geometría y la Aritmética, esto quizás haya privado en la selección de
los matemáticos que incluyó en este ABC… .
K es una letra muy útil a la ciencia en general y a la Matemática en particular; de
hecho es la inicial de Königsberg, palabra ésta que aún cuando alude a la montaña de
algún rey, es el nombre de una ciudad célebre por los famosos puentes (del Herrero,
Conector, Verde, del Mercado, de Madera, Alto, y de la Miel) que servían para unir las
cuatro regiones diferentes en la que quedaba dividido el terreno de la Isla Kneiphof al ser
bañada por el río Pregolya; así que ya desde el siglo XVIII resultaba un desafío recorrer a
pie toda la ciudad de Königsberg, pasando sólo una vez por cada uno de los puentes y
regresar el mismo punto de partida. Fueron muchos los recorridos realizados tratando de
resolver empíricamente el asunto, hasta que en 1736 fue resuelto matemáticamente por
Leonhard Euler (a quien Fabiola, con justicia, dedica el Capítulo 5 de su ABC…),
sentando con ello las bases de la Teoría de Grafos y de la Topología. Sin embargo, fue
Kepler el escogido para representar a la décimo primera letra de este ABC de
Matemáticos donde quedaron ausentes las antiguas Ch (´che ´) y Ll (´elle´ o ´doble ele´)
así como la resistente ñ. El Capítulo dedicado a Kepler (al igual que otros más) llama la
atención por los recursos aritméticos implementados para abordar objetos geométricos
puesto que la dinámica de las relaciones entre éstos tiene propiedades que son expresables
numéricamente, lo cual permite el uso de herramientas propias de la Aritmética.
Lo que más impresiona, entre muchísimos otros aspectos notables de esta obra
compuesta por Fabiola, es cómo permite aproximarse a una historia humana y geográfica
de la Matemática; en efecto, la lectura de sus diferentes capítulos (lo cual puede hacerse
de 26! maneras diferentes, porque el lector que desee darse el lujo de leerlo completo,
puede comenzar por uno cualquiera de sus capítulos y desde allí ir a cualquier otro en el
orden que mejor le parezca) propicia un recorrido por lugares y épocas muy disímiles que
permiten al lector enterarse de las circunstancias geográficas e históricas de la emergencia
de muchos de los conceptos y propiedades de los objetos matemáticos atribuidos a los
cultivadores de esta ciencia, biografiados aquí y que hoy forman (o deberían formar) parte
de los planes de estudio de la Matemática en diferentes niveles educativos.
Mientras más se avanza en el recorrido de las páginas de este libro, más
fascinante y atrayente resulta su lectura; entre los diferentes capítulos encontramos:
elementos de Historia de la Matemática, situaciones lúdicas, sociales, empíricas entre
otras, que sirvieron de contexto propiciatorio para el planteamiento de problemas que
hicieron posible la emergencia de áreas de la Matemática hoy en día sólidamente
robustas.
No cabe duda alguna de que en su escritura Fabiola revela su alma de profesora
de Matemática (condición que adquirió en el Instituto Pedagógico de Maracay en 1985, y
que luego fortaleció con el grado de Magister alcanzado en esta misma institución en
1991), profesión ésta que asume con gran sentido de responsabilidad y compromiso; así,
cada capítulo está escrito conforme un modelo didáctico que es apreciable en la forma
como está estructurado el texto: motivación inicial, referencia al contexto propiciatorio de
la emergencia del asunto tratado, planteamiento del problema o de la situación problema a
la que se refiere el capítulo, tratamiento matemático del asunto; aquí se nota la variada
gama de maneras matemáticas de abordar la solución de problemas de las que se vale
Fabiola, mostrando que en todas ella se maneja con desenvoltura.
Otro de los méritos de este ABC…, es la oportunidad que el lector (sea profesor
en servicio o en proceso de formación inicial) tiene de familiarizarse con los variados
modos que los matemáticos usan para comunicar sus ideas: dibujos, gráficos, tablas,
diagramas, ecuaciones, fórmulas, entre otros. Esta variedad representacional se nota a lo
largo de todo el texto. Una tarea interesante que puede llevar a cabo el lector (y que puede
ser utilizada didácticamente por el docente que haga uso de este ABC… como libro para
reforzar sus clases) es inventariar los diferentes modos de representar los objetos,
conceptos y situaciones matemáticas que aparecen en el libro.
Por todo lo dicho hasta ahora, podría asegurarse que este ABC de Matemáticos
está llamado a convertirse en instrumento de trabajo permanente para los profesores de
Matemática desde, al menos, la educación secundaria en adelante. En efecto, cada
capítulo puede dar lugar a la realización de proyectos de investigación matemática, pues
de los diferentes temas tratados quedan asuntos que son susceptibles de profundización,
lo cual podría constituir un desafío para los estudiantes.
Quien complete la lectura de este ABC… no saldrá ileso en cuanto a sus
maneras de relacionarse con la Matemática; dado que su contenido es asequible a
cualquiera que posea los conocimientos matemáticos que corresponden a la III Etapa de
la Educación Básica en adelante, al recorrer este libro su lector queda inmerso en una
atmósfera humanamente vívida de la matemática, haciendo que sea posible percibirla
como una creación hecha por seres humanos que no necesariamente estuvieron dotados
de cualidades extraordinarias, pero sí con la perspicacia suficiente como para poder
develar el trasfondo oculto en alguna situación que circunstancialmente les tocó vivir.
Russell (Bertrand), filósofo a quien se atribuye una de las más perturbadoras
definiciones de la Matemática (como la ciencia de la que nunca sabemos de qué estamos
hablando ni si lo que decimos es cierto), también fue matemático y a él Fabiola le dedica
el Capítulo 18, no tanto por esa, hoy en día, divertida definición de la Matemática, sino
por el manejo que hace de las paradojas, en especial una que a él le es atribuida (ocúpese
el lector de averiguar cuál es su enunciado) y que hizo tambalear el edificio conjuntista
que tan amorosamente había sido construido por George Cantor. Junto a la Paradoja de
Russel, Fabiola hermana las de Zenón (¿Para quién, estudiante de matemáticas
universitarias, no resulta familiar la célebre diada del rápido Aquiles y la lenta Tortuga?);
Epiménides (¿Será verdad que todos los cretenses mienten?), Berry (¿cuántos caracteres
serán necesarios para nombrar a un número?), Zwicker (En la lúdica sociedad actual,
¿qué pasará con los Hiperjuegos?) . Sin embargo, las numéricas no son el único tipo de
paradojas, también las hay de otra clase; por ejemplo, las visuales; es esto lo que permite
a Fabiola retomar el otro lado de su corazón matemático: la Geometría. Así nos reseña las
paradojas visuales debidas a Escher y Reutersvärd (diseñador del llamado triángulo de
Penrose), este último dio un vuelo importante a la Geometría con la elaboración de sus
figuras “imposibles”.
Sierpinski es el matemático escogido para ilustrar la S; este personaje es el autor
de “la figura autosemejante más famosa del mundo” y que hoy en día se utiliza
ampliamente para ilustrar la Geometría Fractal a niveles realmente elementales. Sería
interesante observar abierto el tapa-válvulas del motor de un carro y darse cuenta de por
qué a esa figura también, a veces, la llaman “Empacadura de Sierpinki”; también resultará
interesante leer este capítulo para saber qué tienen en común las alfombras con curvas de
“biunivocidad continua”.
T es la letra que le permite a Fabiola viajar desde Polonia (lugar de origen de sus
progenitores) hacia Italia y así continuar cultivando su agrado por la Geometría refiriendo
el trabajo de Torricelli quien, encontró solución a un problema de optimización (solución
que podemos recrear sólo usando regla y compás) que ya desearíamos que fuera
examinado por quienes han de tomar decisiones relacionadas con la ubicación de las
paradas del transporte público.
Un asunto que no podía soslayar Fabiola, dada su profunda amistad con los
números, era examinar el aporte de la cultura árabe, y aunque (Al)Umawi –el matemático
seleccionado para representar a la letra U- nació en España, toda su matriz cultural
provenía del Oriente. Sin embargo (¡sorpresa!), en este capítulo nuevamente aparecen
hermanadas la aritmética y la geometría, esta vez en una forma lingüísticamente
subliminal, puesto que Fabiola nos escribe acerca de cuadrados y cubos (expresiones
geométricas o ¿no?) pero numéricamente.
Varignon, sin embargo, le sirve para sumergirse nuevamente de lleno en lo
geométrico porque así como en capítulo dedicado a la U (de Umawi) revisó “la
periodicidad de los residuos módulo m”, en éste se dedica a descubrir un paralelogramo
especial que está escondido en un cuadrilátero dado; esto quiere decir que si se tiene un
cuadrilátero, éste contiene un paralelogramo de coordenadas específicas, precisamente
este es uno de los resultados de Varignon; ahora bien, ¿qué pasa si tenemos un
paralelogramo dado y queremos encontrar cuadriláteros para el cual el dado sea su
paralelogramo de Varignon? Pues bien Fabiola nos muestra que existen infinitos de tales
cuadriláteros ¿Quiere saber cómo? Pues váyase al Capítulo 22.
Wallace (William) fue un matemático escocés, geómetra acucioso, a quien se
deben notables aportes en este ámbito de la matemática, uno de ellos son sus famosas
rectas. El asunto del nombre de las rectas de Wallace pone de manifiesto lo delicado del
asunto de las publicaciones científicas oportunas, haciendo ver que –lamentablemente- la
gloria de un aporte científico le puede ser atribuida erróneamente a alguien que no es
necesariamente quien ha hecho el descubrimiento.
X: “Esa letra es difícil, aunque es la más utilizada por quienes trabajamos con
matemática: por tradición, x se relaciona con incógnita” (Fabiola Czwienczek: mensaje
de BlackBerry, 12/11/2011; 16:15). Xiong Quanzhi fue el matemático escogido por
Fabiola para representar a la “vigésimo cuarta letra de su ABC”; obsérvese que en la
escritura de esta expresión entrecomillada se han usado 26 caracteres, es decir, el mismo
número de letras a las que se refiere el ABC. Pero, volvamos a la X de Xiong (quien
nació en Shefong, el quince de febrero de mil novecientos quince; téngase en cuenta que
15+2+19+15 = 2(26)-1 ¿Casualidad?) fue uno de los matemáticos que dieron respuesta la
pregunta sobre ¿cuántas de las configuraciones que pueden elaborarse usando las siete
figuras de la Tabla de la Sabiduría china son convexas? Obra ésta monumental si se
considera que se cuenta por cientos el número de configuraciones de tal tipo. En este
capítulo Fabiola examina el paper inserto en el Volumen 49 de la revista American
Mathematical Monthly publicada en 1942 (y en Selected papers of Chuan-Chih Hsiung),
donde Xiong, junto con su colega Fu Traing Wang dan respuesta a la interrogante
¿Cuántos polígonos convexos pueden construirse con el Tangram? Y, precisamente esta
es otra de la actividades que los estudiantes y profesores deberían realizar con alguna
frecuencia: examinar los llamados paper, es decir, los artículos que aparecen en las
publicaciones periódicas dedicadas a la Matemática.
Y para continuar con su ABC, Fabiola vuelve de nuevo a China, donde se
encuentra con los Diagramas de Números de Yang Hui que, junto con el Tangram
(comentado en el Capítulo 24 dedicado a Xiong) aportan recursos didácticos muy útiles
en la enseñanza de muchas nociones matemáticas como lo son las configuraciones,
consideradas “mágicas”, circulares y cuadradas aunque, claro, las hay también
triangulares. En este capítulo dedicado a la Y, Fabiola nuevamente se solaza en dos de sus
grandes pasiones matemáticas: las figuras y los números. Esta vez (como tantas otras) los
números danzan tan armoniosamente en los cuadrados, los círculos y los triángulos que
parece que hicieran magia. Y ello es así, porque las propiedades aritméticas de los
números hacen que la disposición de los mismos, en configuraciones de tipo geométrico,
se comportan “mágicamente”. Sin embargo, como lo muestra Fabiola, nada mágico hay
en esto. De lo que se trata, precisamente es de representar de modo ideográfico las
propiedades aritméticas satisfechas por los números que participan en el “mágico”
arreglo, sea este triangular, cuadrado o circular.
Zenodorus es el matemático con quien Fabiola concluye esta extraordinaria
obra; quien logre llegar a este punto, con seguridad sentirá que su apreciación y
aproximación a la Matemática será muy diferente de aquella con la cual inició la lectura;
sencillamente, este es un libro que inspira Amor (así, con mayúscula) hacia la matemática
porque ese fue el sentimiento que Fabiola volcó con plenitud en su escritura. Así que la
invitación a disfrutarlo queda abierta; ojalá que sean muchos quienes la acepten,
especialmente aquellos que se están formando para ser profesores de Matemática, porque
de ellos depende mucho de lo que será el destino de la Matemática en nuestro país.
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 1
Capítulo 1 ARQUÍMEDES Y LOS CÍRCULOS GEMELOS EN UN
ÁRBELOS 5
A) Conozcamos el árbelos y sus medidas ………………………… 6
B) Los círculos gemelos de Arquímedes …………………………. 8
C) ¿Cómo construir los círculos gemelos con regla y compás? … 14

Capítulo 2 BACHET Y ALGUNOS CLÁSICOS DE LA


MATEMÁTICA RECREATIVA 19
A) Piense un número ……………………………………………… 20
B) El famoso problema de las pesas de Bachet……………………. 26
C) Otros dos clásicos, muchas veces versionados …………………. 30

Capítulo 3 CEVA Y SU TEOREMA DE CONCURRENCIA 33


A) Una concurrencia condicionada por una armoniosa relación … 34
B) El teorema de Ceva ……………………………………….…… 37
C) Una pléyade de puntos de concurrencia ………………………... 42
Capítulo 4 DIOFANTO Y LOS NÚMEROS FIGURADOS 49
A) Como un juego de niños ……………………………………....... 50
B) Triangulares, cuadrangulares, pentagonales, … , ¡n – gonales
todos! …………………………………..……………………….. 52
C) Y ahora … en 3D …………………………..………………… 58

Capítulo 5 EULER Y LA TEORÍA DE GRAFOS 63


A) Paseos dominicales por Königsberg ………………..………… 64
B) ¿Quién dijo que cruzar puentes no es un problema
matemático?.................................................................................. 66
C) La imborrable huella euleriana ………………………………… 73
Capítulo 6 FIBONACCI Y EL ÁLGEBRA DE LA EUROPA
MEDIEVAL 75
A) Comencemos con algo de historia ……………………………… 76
B) Liber Abaci: más que la referencia del problema de los conejos 79
C) La obra maestra: Liber Quadratorum ………………………….. 84

Capítulo 7 GAUSS Y LA ARITMÉTICA MODULAR 87


A) ¿Qué se entiende por congruencia módulo n? ………….……… 88
B) “La gran analogía que existe entre la igualdad y la congruencia
módulo n” ………………………………………………………. 90
C) Algunas aplicaciones de la aritmética modular …..…………….. 97

Capítulo 8 HERÓN Y SU FÓRMULA DEL ÁREA DE UN


TRIÁNGULO 103
A) Dos demostraciones sencillas, pero …………………………… 104
B) Preludio a la demostración dada por Herón …………………… 107
C) La elegante demostración heroniana ……………………..….... 113

Capítulo 9 INGHAM Y LA DIFERENCIA ENTRE PRIMOS


CONSECUTIVOS 119
A) Un primo por aquí, otro primo por allá…(pero siempre alguno
entre dos cubos consecutivos) …..……………………………… 120
B) Sobre la diferencia entre primos consecutivos ………………… 125
C) Contraejemplo a la conjetura de Polya ……….………………… 128

Capítulo 10 JIA XIAN Y EL TRIÁNGULO ARITMÉTICO 131


A) Crónica (en reversa) de un famoso triángulo aritmético ……….. 132
B) ¿Qué representan los números del triángulo aritmético?.............. 136
C) En este triángulo todos los caminos conducen … a alguna
propiedad aritmética ………………………………………….… 140
Capítulo 11 KEPLER Y LOS TESELADOS 149
A) La armonía del mundo en cinco libros ……………..………… 150
B) El todo y sus partes …………………………………….……….. 153
C) Cubriendo el plano con armonía ……………………………….. 159

Capítulo 12 LUCAS Y LA TORRE DE HANÓI 169


A) Cuenta la leyenda que … ……………………………………… 170
B) Trasladando la torre disco por disco …………………………… 171
C) Finalmente, según la leyenda, ¿cuándo el mundo se convertirá
en polvo y desaparecerá? …………………………………….… 180

Capítulo 13 MERSENNE Y SUS NÚMERO PRIMOS 183


A) Una apasionante búsqueda: una fórmula generadora de números
primos …………………………………………………………... 184
B) Los números perfectos ………………………………………… 188
C) Los primos de Mersenne ……………………………………….. 191

Capítulo 14 NICÓMACO Y DOS SENCILLOS TEOREMAS


ARITMÉTICOS 195
A) Un curioso patrón …………………………………………...….. 196
B) Cuidado con las falsas generalizaciones …………………….…. 200
C) Otra fascinante propiedad llamada teorema de Nicómaco ……... 202

Capítulo 15 ORE Y LOS NÚMEROS ARMÓNICOS 205


A) Funciones asociadas con los divisores positivos de un entero
n > 1 …………………….……………………………………… 206
B) Los números armónicos o números de Ore ………………...….. 212
C) Una perfección sin impar ………………………………………. 214

Capítulo 16 PAPPUS Y UNA SELECCIÓN DE “COLECCIÓN” 217


A) Synagoge o La Colección Matemática …………………...……. 218
B) La proposición I.47 y su generalización …………..…………… 224
C) El problema de los siete hexágonos ………………………...….. 229

Capítulo 17 QIN JIUSHAO Y EL TEOREMA CHINO DEL


RESIDUO 237
A) Unos problemas de rancio abolengo …………………………… 238
B) Un caleidoscopio aritmético ……………………………….…… 244
C) El legado de Qin Jiushao ………………………………………. 252

Capítulo 18 RUSSELL Y SU PARADOJA 255


A) ¿Respuestas en conflicto?: puede que estemos ante una
paradoja …………………………………………………...……. 256
B) Una carta de fecha 16 – 06 – 1.902 ………………………...…. 259
C) Breve catálogo de paradojas famosas ………………….……….. 261

Capítulo 19 SIERPIŃSKI Y DOS FIGURAS AUTOSEMEJANTES 273


A) El tamiz de Sierpiński ……………………………………..…… 274
B) La alfombra de Sierpiński ……………………………………… 277
C) ¿Qué tienen en común el tamiz y la alfombra de Sierpiński? …. 279

Capítulo 20 TORRICELLI Y EL CENTRO ISOGÓNICO DE UN


TRIÁNGULO 283
A) Al parecer, todo comenzó como un reto ……………………...… 284
B) Sobre triángulos equiláteros, ángulos inscritos y arcos
interceptados …………………………………………………..... 287
C) La solución dada por Torricelli al problema de Fermat ……… 292

Capítulo 21 AL – UMAWI Y LA PERIODICIDAD DE LOS


RESIDUOS MÓDULO m 297
A) Un cuadrado no tiene cualquier forma (incluso en términos
algebraicos) ……………………………………………………. 298
B) Más propiedades enunciadas por al – Umawi sobre cuadrados .. 302
C) ¿Qué formas puede tener un cubo? (recalcamos que seguimos
hablando en términos algebraicos) ……………………………... 305

Capítulo 22 VARIGNON Y SU PARALELOGRAMO 307


A) Todo cuadrilátero esconde un paralelogramo ………………….. 308
B) Un paralelogramo con nombre propio ……………...………….. 309
C) Paralelogramo de Varignon busca su(s) cuadrilátero(s)
asociado(s) ……………………………………………………… 315

Capítulo 23 WALLACE Y LA LLAMADA RECTA DE SIMSON 319


A) Alineaciones sorprendentes …………………..………………… 320
B) Una recta “rebautizada” ………………………………………… 323
C) ¡Esas dinámicas rectas de Wallace! ……………………..…….. 333

Capítulo 24 XIONG QUANZHI Y LOS TANGRAMAS CONVEXOS 339


A) La tabla de la sabiduría ……………………………………….… 340
B) ¿Cuántos tangramas convexos existen? ………………………... 346
C) El teorema de Xiong sobre el Tangram ………………………… 351

Capítulo 25 YANG HUI Y LOS DIAGRAMAS DE NÚMEROS


(CUADRADOS Y CÍRCULOS MÁGICOS) 365
A) El más antiguo de los clásicos de la matemática recreativa …… 366
B) ¿Cuántos cuadrados mágicos normales de orden 4 existen?........ 373
C) Los círculos mágicos de Yang Hui ………………………..…… 377

Capítulo 26 ZENODORUS Y LAS FIGURAS ISOPERIMÉTRICAS 379


A) El problema de Dido y algunas variaciones sobre el mismo tema 380
B) Zenodorus y la isoperimetría ………………………...…………. 386
C) Cuando el regular es el óptimo ………………………………… 395

BIBLIOGRAFÍA 402
INTRODUCCIÓN

En su artículo Matemáticas y Sociedad: Acortando distancias


(http://www.mat.ucm.es/catedramdeguzman/drupal/sites/default/files/mguzman/07leyend
olibros/ciprasaberleer/cipra.htm) , Miguel de Guzmán expone algunas reflexiones sobre
el papel que desempeña la Matemática en la civilización actual. Señala que la
Matemática es una ciencia que nos hace capaces de comprender muchos aspectos del
universo; que es un instrumento mediante el cual podemos intervenir en la realidad que
nos rodea; que es un modelo de pensamiento y una actividad humana creativa y
generadora de belleza. Pero, pese a todo esto, la Matemática no está lo suficientemente
visible y que, por tanto, se hace necesaria su divulgación adecuada a distintos segmentos
de la sociedad (al público en general, a los más jovencitos, a los estudiantes de educación
secundaria, a los profesionales dentro y fuera del mundo académico). El objetivo es
“animar a más personas a ser matemáticamente más activas”.

Ahora bien, ¿quiénes tienen la oportunidad y el compromiso de “animar a más


personas a ser matemáticamente más activas”?. Teniendo en cuenta que la Matemática
está presente como asignatura en todos los niveles educativos, la respuesta más natural
parece ser: los docentes de Matemática. Con estas ideas en mente (con las cuales siempre
he sentido gran afinidad), decidí emprender el proyecto de elaborar un libro de
divulgación dirigido principalmente a estudiantes y profesores de Matemática.
Veinticinco años de ejercicio de la docencia impartiendo distintas asignaturas de esta
disciplina, así como el deseo de compartir las experiencias adquiridas a lo largo de ese
ejercicio profesional, me dieron el valor y la motivación para acometer semejante
empresa. Y surgió el entusiasmo.

¿Sobre qué iba a escribir?. Las ideas venían en tropel: quería escribir sobre
puntos, rectas, triángulos, cuadriláteros y círculos. También sobre números primos y
compuestos, números perfectos y números poligonales, sin dejar de mencionar algunos
interesantes rompecabezas y juegos de matemática recreativa. Pero, además de estos
temas, quería incluir algunos aspectos de la dinámica del quehacer matemático en el aula:
formulación de conjeturas, validación y refutación de las mismas, formación de patrones,
métodos de demostración, resolución de problemas, … Tampoco quise dejar de lado otro
elemento que siempre consideré fundamental en mis clases: el de la historia. Me refiero a
la descripción – narración del momento, del espacio y de las circunstancias que están
asociados a un determinado tema de Matemática; una especie de coordenadas que nos
permiten ubicar y comprender el surgimiento y desarrollo de ese tema. ¿Cómo integrar
tantos elementos en un todo que tuviese alguna coherencia?. La respuesta no llegó de
manera inmediata.
Organizando el material que quería incluir en el libro, hice una lista. Recuerdo
que algunas de sus entradas eran: la fórmula de Herón, el triángulo de Pascal, la recta de
Euler, los primos de Mersenne, el problema de las pesas de Bachet, … y apareció la idea.
Decidí organizar el material por orden alfabético, como lo hizo John Allen Paulos en su
maravilloso libro Más Allá de los Números, pero no por temas sino por los apellidos de
los matemáticos. Refinando la idea, me dispuse a seleccionar, por cada letra del alfabeto,
un matemático cuyo apellido o apodo se iniciara con dicha letra. La geometría, la teoría
(elemental) de números y la matemática recreativa son las áreas que tomé en
consideración en la selección de los matemáticos y sus obras, procurando cubrir distintas
culturas y momentos históricos, así como los diversos medios de divulgación mediante
los cuales llegaron hasta nosotros sus trabajos: manuscritos, cartas, libros de texto,
artículos de revistas u otras personas (comentaristas, discípulos y colaboradores).

Al principio pensé que habría letras para las cuales no encontraría un


representante. Pero, una búsqueda acuciosa me demostró lo contrario. Hubo muchas
selecciones; en varias ocasiones, alguna elección no resultó ser la más acorde con los
objetivos planteados: había que introducir cambios, ajustes y reajustes. Entre sesiones de
trabajo muy sistemáticas y regulares a veces, y desaceleradas la mayoría, después de dos
años y medio, presento con profunda satisfacción el proyecto culminado. Como no podía
ser de otra manera, su título es Un Abecé de Matemáticos.

Un Abecé de Matemáticos es un conjunto de veintiséis artículos independientes


entre sí en el sentido que el lector puede leerlos en la secuencia que desee (característica
muy común en los libros de divulgación), pero que presentan una estructura común que se
evidencia en:

- el título (en todos los capítulos es la conjunción del apellido o apodo del
matemático y el respectivo tema)
- una introducción que incluye: los datos de natalicio y muerte del matemático;
una figura relacionada con el tema (que puede ser la gráfica de una función, el diagrama
de un problema, la página de alguna de sus obras, etc.) y una frase que contiene la idea
principal del propósito del capítulo (generalmente, la frase es de otro matemático o
científico).
- la división de cada artículo en tres secciones que, para ser cónsona con el título,
designé con las letras A, B y C.

Es importante recalcar que Un Abecé de Matemáticos no es un libro de


biografías. Tampoco de geometría, ni de teoría de números, ni de matemática recreativa,
aunque tenga algo de cada una de estas áreas. Cada capítulo está redactado con la
intención de compartir la maravillosa experiencia que es aprender y enseñar Matemática.
Quiero mencionar de manera muy especial a la Academia Venezolana de
Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales y a la Asociación Venezolana de Educación
Matemática (ASOVEMAT): gracias por ser los vehículos que materializaron el proyecto.

Mi más profundo agradecimiento también a:


 El Instituto Rafael Alberto Escobar Lara, el Pedagógico de Maracay.
Además de ser mi alma máter, me dio la oportunidad y el espacio para
ejercer estos años de docencia en sus aulas
 mis profesores, tanto de pregrado como de postgrado
 mis estudiantes
 mis colegas del Departamento de Matemática del Pedagógico de
Maracay, por los oídos prestos a mis inquietudes y por las palabras de
estímulo que me brindaron
 el profesor Fredy González por el hermoso prólogo que redactó.

En el ámbito familiar, un entrañable reconocimiento a mi hermana Rosanna y a


mi sobrino Julio, por el invaluable apoyo en el día a día. Y sobre todo, a mi madre, Irene
Miler, por su amorosa compañía y por innumerables motivos más.

Fabiola Irene Czwienczek Miler


fabiolacz@hotmail.com
Septiembre de 2.011
5

ARQUÍMEDES

Siracusa (Sicilia, Italia) 287 a.C CAPÍTULO 1


Siracusa (Sicilia, Italia) 212 a.C
ARQUÍMEDES Y
LOS CÍRCULOS GEMELOS
EN UN ÁRBELOS

"No hay nada nuevo bajo el Sol. Todo puede


remontarse a Arquímedes o aún antes.”

Stanislaw Ulam
(matemático ucraniano, 1.909 – 1.984)

La figura sombreada recibe el nombre de árbelos, palabra de origen griego que significa
cuchilla de zapatero. La región está comprendida entre las semicircunferencias cuyos
diámetros son AB , AC y CB , siendo C un punto cualquiera de AB, estando todos los
arcos del mismo lado de la recta que pasa por A y B. En el siguiente capítulo,
exploraremos el árbelos y conoceremos algunas de sus fascinantes propiedades, entre
ellas que su área es igual a la de un círculo de diámetro CD, siendo CD perpendicular a
AB y D en la semicircunferencia de diámetro AB. Arquímedes estudió esta figura y la
analizó en su obra El Libro de los Lemas. Famosa es la proposición 5 de este libro, que
se refiere a los Círculos Gemelos de Arquímedes.
6

A) CONOZCAMOS EL ÁRBELOS Y SUS MEDIDAS

Las siguientes figuras reciben el nombre de árbelos (figura A.1)

Figura A.1

La palabra árbelos proviene del griego y significa cuchilla de zapatero. Con este
nombre se designa a la región del plano comprendida entre las semicircunferencias cuyos
diámetros son AB , AC y CB, siendo C un punto cualquiera entre A y B (ver figura
A.2). Todas las semicircunferencias están del mismo lado del segmento AB.

Figura A.2

Determinemos la longitud de un árbelos. Por definición de esta figura, su


longitud L es la suma de las longitudes de las semicircunferencias de diámetros AB ,
AC y CB La longitud de una semicircunferencia es la mitad del producto de y su
diámetro. Por tanto,
7

AB AC BC
L = + + = (AB + AC + BC) = (AB + AB) = AB
2 2 2 2 2

(recuerde que AC + CB = AB)

En consecuencia, la longitud L del árbelos es igual a la longitud de la


circunferencia de diámetro AB.

¿Cuál es su área?. Denotemos por S el área del árbelos. Por definición de esta
figura, S es la diferencia entre el área del semicírculo de diámetro AB y la suma de las
áreas de los semicírculos de diámetros AC y CB Esto es,

AB
2
S= –

AB2 AC2 CB2


= –

= (AB2 – AC2 – CB2) (1)

Consideremos el segmento CD perpendicular a AB , siendo D punto de la


semicircunferencia de diámetro AB (ver figura A.3).

Figura A.3

Sabemos que el triángulo ADB es rectángulo con ángulo recto en el vértice


D. Entonces, por el teorema de Pitágoras, tenemos que

AB2 = AD2 + DB2 , AD2 = AC2 + CD2 y DB2 = CD2 + CB2

De estas igualdades, obtenemos AB2 = AC2 + CB2 + 2 CD2 (2)


8

Sustituyendo (2) en (1), obtenemos

CD
S= (AC2 + CB2 + 2 CD2 – AC2 – CB2) = CD2 =
4 2

Se concluye que el área del árbelos es igual al área del círculo de diámetro CD.
Ya conocemos el árbelos y sus medidas. Antes de continuar explorando otras de sus
propiedades, nos referiremos a Arquímedes, el protagonista de este capítulo.

B) LOS CÍRCULOS GEMELOS DE ARQUÍMEDES

En la costa sureste de la isla italiana de Sicilia, a 37° 5´ N y a 15° 17´ E se


encuentra la ciudad de Siracusa. Fundada alrededor del año 734 a.C., Siracusa prosperó
hasta convertirse en la ciudad griega más importante de la isla, alrededor del siglo III a.C.
Sufrió el asedio de Roma y llegó a formar parte del Imperio Romano. A la caída de éste,
fue invadida por los ostrogodos (pueblo germánico). En el siglo VI perteneció al Imperio
Bizantino y en el siglo IX fue sometida por los árabes. Actualmente, Siracusa es una
ciudad de casi 125.000 habitantes y alberga lugares de gran interés histórico tales como la
fortaleza de Ortygia (considerada el asiento original de la ciudad), la necrópolis rocosa de
Pantalica, las ruinas de un anfiteatro romano y varios templos griegos que fueron
convertidos en iglesias bajo la dominación bizantina y en mezquitas bajo la árabe. Ortygia
y la necrópolis rocosa de Pantalica fueron declaradas por la Unesco patrimonio de la
humanidad en 2.005. En Siracusa nació y murió Arquímedes (287 a.C. – 212 a.C.). De
hecho, su muerte tuvo lugar en los días del asedio romano. Fue ingeniero y matemático.
Entre sus valiosos trabajos, podemos mencionar:

 Sobre los equilibrios del plano


Obra que consta de dos libros: en el primero, Arquímedes determina los
respectivos centros de gravedad de un paralelogramo, un triángulo y un trapecio
y expone la teoría de la palanca. El segundo está enteramente dedicado a la
determinación del centro de gravedad de un segmento de parábola.
 Cuadratura de la parábola

Supongamos que tenemos una parábola y sea una de sus cuerdas. La región
rayada en la figura A.4 se denomina segmento de la parábola. En Cuadratura
de la parábola, Arquímedes demuestra que el área del segmento de parábola es
cuatro tercios del área del triángulo ABC (figura A.5) siendo C el único
punto de la parábola en el que la recta tangente a la misma es paralela al
segmento .

 Sobre la esfera y el cilindro (dos libros)


Obra que consta de dos libros. Contiene las fórmulas para determinar el área y el
volumen de una esfera y los segmentos de ella. El resultado más célebre de esta
9

obra es la demostración de que el volumen de una esfera inscrita en un cilindro


(ver figura A.6) es dos tercios del volumen del cilindro.

Figura A.4 Figura A.5

 Sobre las espirales


En este texto, Arquímedes define una espiral (la que posteriormente se bautizó
con su nombre, se muestra en la figura A.7); también calcula el área de las
porciones de la espiral y estudia las propiedades de las tangentes.

Figura A.6 Figura A.7

 Sobre las cónicas y esferoides


El principal propósito del trabajo es investigar el volumen de los segmentos de
estas figuras tridimensionales.

 Sobre los cuerpos flotantes


Consta de dos libros. En esta obra Arquímedes establece los principios básicos
de la hidrostática. Su más famoso teorema que da el peso de un cuerpo
sumergido en un líquido, llamado el principio de Arquímedes, está contenido en
este trabajo.
 Medidas de un círculo
En esta obra, Arquímedes establece una cota inferior y una superior para , las
cuales son 223/71 y 22/7, respectivamente. Esto lo obtuvo circunscribiendo e
inscribiendo un círculo con polígonos regulares de 96 lados.

 El Arenario o El contador de arena


10

En este texto, Arquímedes describe un sistema numérico que permite expresar


números extraordinariamente grandes, cuya base es 108. Su propósito es
establecer la cantidad de granos de arena del universo.

Estas obras se conservan en griego. Otras obras de Arquímedes se conocen por


las traducciones al árabe o al latín que se hicieron de las originales. El Libro de los Lemas
(o Liber Assumptorum, en latín) es una de ellas. En la figura A.8 se muestra una página
de esta obra, que llegó a conocerse gracias a una traducción al árabe realizada por Thabit
ibn Qurra (matemático famoso por sus aportes a la teoría de números) y se conserva una
versión en latín.

Figura A.8 Página de Liber Assumptorum


Fuente:
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/07/Liber_Assumptorum_Proposition_1.jpg

La propiedad del área del árbelos que demostramos en la sección anterior es la


proposición 4 del Libro de los Lemas. La proposición 5 de esa obra establece que los
dos círculos inscritos en las regiones ACD y BCD tienen el mismo diámetro. En la
figura A.9 se muestran varios árbelos y los respectivos círculos inscritos en las regiones
ACD y BCD. Estos círculos se denominan Círculos de Arquímedes. Como tienen el
mismo diámetro, suelen llamarse círculos gemelos.
11

Figura A.9

Demostraremos la proposición 5 del Libro de los Lemas, aplicando las


herramientas que Arquímedes presenta en esa obra. Una de estas herramientas es la
proposición 1. A continuación, damos el enunciado. Consideremos dos circunferencias,
centradas en O y C, tangentes interiores, cuyo punto de tangencia es A (ver figura A.10).
Sean BD y EF diámetros paralelos de las circunferencias. Sabemos que A, O y C están
alineados. Si B y E están del mismo lado de la recta (y, en consecuencia, D y F están
del mismo lado de dicha recta), entonces A, B y E están alineados (y A, D y F también
están alineados). Ahora bien, si las circunferencias son tangentes exteriores, entonces si B
y F están del mismo lado de (y, en consecuencia, D y E están del mismo lado de dicha
recta), entonces A, B y E están alineados (y A, D y F también están alineados). La
demostración de la proposición 1 se deja a cargo del lector.

Figura A.10
12

Concentremos nuestra atención en probar que los dos círculos inscritos en las
regiones ACD y BCD tienen el mismo diámetro. En la figura A.11 se muestra el círculo
inscrito en la región ACD.

Figura A.11

Sean
E el punto de tangencia del círculo inscrito con el segmento CD
F el punto de tangencia del círculo inscrito con la semicircunferencia de diámetro AB
G el punto de tangencia del círculo inscrito con la semicircunferencia de diámetro AC

Tracemos el diámetro HE (ver figura A.12). Nótese que el ángulo HED es


recto (recuerde que E es el punto de tangencia del círculo y CD). Como HE es
perpendicular a CD y CD es perpendicular a AB, tenemos que HE y AB son paralelos.
Tenemos, así, que HE y AB son diámetros paralelos de círculos tangentes en F. Por la
proposición 1 comentada anteriormente, los puntos A, H y F están alineados, así como
también lo están F, E y B (figura A.13). Por otra parte, HE y AC son diámetros
paralelos de círculos tangentes en G. Así, los puntos A, G y E están alineados y C, G y H
están alineados (figura A.14). Denotemos por J al punto de intersección de las rectas
y . Sea K el punto de intersección de la recta con la semicircunferencia de
diámetro . Tracemos los segmentos y (figura A.15). Probemos que los puntos
B, K y J están alineados. El ángulo AFB es recto, por estar inscrito en una
semicircunferencia. Recordemos que es perpendicular a . En consecuencia, y
son alturas del triángulo ∆AJB. Estas alturas se cortan en el punto E. Luego, la recta
contiene a la altura del triángulo ∆AJB correspondiente al vértice A. Como es
perpendicular a y K pertenece a la recta , se concluye que es la altura del
triángulo ∆AJB correspondiente al vértice A. Así, es perpendicular a . Luego, B, K
y J están alineados.
13

Figura A.12 Figura A.13

Figura A.14 Figura A.15

Nótese que los segmentos y son paralelos, ya que son perpendiculares a


. En consecuencia, los triángulos ∆AHC y ∆AJB son semejantes. De donde,

(3)

Por otra parte, como HE y AC son paralelos, los triángulos ∆AJC y ∆HJE son
semejantes. De donde,
(4)

De (3) y (4), se tiene que . En consecuencia, HE = .

Hemos demostrado que el diámetro del círculo inscrito en la región ACD es el


cociente del producto de los diámetros de las semicircunferencias menores y el diámetro
de la semicircunferencia mayor. Análogamente, se demuestra que el diámetro del círculo

inscrito en la región BCD tiene como diámetro . Provoca exclamar ¡eureka!, al


igual que Arquímedes, aunque la circunstancia, según la leyenda, es otra.
14

C) ¿CÓMO CONSTRUIR LOS CÍRCULOS GEMELOS CON REGLA Y


COMPÁS?

En la sección anterior, cuando determinamos el diámetro de los círculos gemelos


de Arquímedes, teníamos el árbelos, el segmento CD perpendicular a AB y el círculo
inscrito en la región ACD, cuya posición relativa con el segmento CD y con las
circunferencias de diámetros AC y AB, daba lugar a los puntos E, F y G. Con estos
elementos iniciales, construimos puntos, segmentos, ángulos y triángulos auxiliares cuyas
propiedades nos permitieron lograr el objetivo: hallar el diámetro del círculo inscrito.
Ahora, nos planteamos el siguiente problema: dado el árbelos y el segmento CD
perpendicular a AB, ¿cómo construir el círculo inscrito en la región ACD, utilizando regla
y compás?. Un círculo se puede construir con regla y compás si conocemos:

1. su centro y uno de sus puntos


2. los extremos de un diámetro
3. tres de sus puntos

Observemos de nuevo, detenidamente, la figura A.14. Exceptuando los puntos


A, B, C y D, dados, ¿hay algún punto clave, un punto que al construirlo nos permita
hallar otros puntos que dependan de él y que determinen al círculo inscrito en región
ACD, mediante alguno de los tres casos mencionados?. Una breve reflexión nos conduce
a que el punto J es el punto clave. Si determinamos el punto J, al unirlo con A hallamos a
F, al unir F con B hallamos a E y al trazar por E una paralela a AB, hallamos a H como
intersección de dicha paralela con la recta . Teniendo H y E, extremos de un diámetro,
la construcción del círculo es posible. El lector se dará cuenta que la “ruta” descrita no es
la única (le invitamos a encontrar otras). Sin embargo, en todas, el punto clave es J.

A continuación, veremos que el punto J es la intersección de la semirrecta y


un arco con centro en M (punto medio de AC ) y radio MB. Sean M y N los centros de la
circunferencia de diámetro AC y del círculo inscrito en la región ACD, respectivamente
(figura A.16). Como los triángulos ∆AJC y ∆HJE son semejantes y los puntos M y N son
puntos medios de los lados correspondientes HE y AC , respectivamente, se tiene que los
puntos M, N y J están alineados (la demostración de esto es sencilla, se deja al lector).
También están alineados M, N y G (los centros de las circunferencias tangentes y el punto
de tangencia). Por tanto, los puntos M, G, N y J están alineados. Sus posiciones
relativas nos permiten afirmar que

MJ = MG + GN + NJ (*)

Nótese que MG = MC = y GN = NE = . Pero, ¿qué


relación existe entre MJ y NJ ?. Los triángulos ∆MJC y ∆NJE son semejantes. Por tanto,
15

En consecuencia, MJ = NJ . . Sustituyendo esta igualdad en (*) y


simplificando, obtenemos

NJ =
Así,

MJ = MG + GN + NJ = = CB = MC + CB = MB

Figura A.16

A manera de ejemplo, veamos la construcción de uno de los círculos gemelos.


En el árbelos de la figura A.17, hemos trazado la semirrecta y el arco con centro en
M y radio MB, obteniendo el punto J (intersección de la semirrecta y el arco). Uniendo J
con A, hallamos F como intersección de con la semicircunferencia cuyo diámetro es
AB (figura A.18). Uniendo F con B, determinamos E como la intersección de con
(figura A.19). Trazamos por E una paralela a , cuyo corte con determina el punto
H. Hemos construido el diámetro del círculo de Arquímedes correspondiente a la
región ACD, diámetro que es paralelo a (figura A. 20). En la figura A.21, se muestra
el círculo. El procedimiento para construir el gemelo de éste en la región CDB es
análogo. Considere P como punto medio de y trace el arco con centro en P y radio
PA; este arco corta a en el punto R. Los demás detalles se dejan para el lector (ver
figura A.22).
16

Figura A.17 Figura A.18

Figura A.19 Figura A.20

Figura A.21 Figura A.22


17

Le invitamos a demostrar la proposición 5 de El Libro de los Lemas por otra


vía. Le indicamos unas pistas: en la figura A.23, O es el centro de la semicircunferencia
de diámetro , Q es la proyección de N sobre y los demás puntos representan lo que
hemos definido anteriormente. Aplique el teorema de Pitágoras a los triángulos ∆MNQ y
∆ONQ.

Figura A.23

Para concluir este capítulo, comentaremos un descubrimiento reciente


relacionado con los círculos gemelos de Arquímedes. Leon Bankoff era un dentista de
Los Ángeles, brillante matemático aficionado. Bankoff quedó tan fascinado con el
árbelos, y lo estudió con tanta pasión, que descubrió muchas nuevas propiedades. Es
famoso su artículo titulado "Are the twin circles of Archimedes really twins?" publicado
en Mathematics Magazine 47 (1974). Bankoff descubrió un círculo cuya área es igual a la
de los gemelos de Arquímedes. Es el llamado círculo trillizo de Bankoff (de allí la
intención del título del artículo en forma de pregunta: ¿son realmente mellizos (really
twins)?, porque él encontró el trillizo). Bankoff colaboró con el geómetra francés Víctor
Thébault en la redacción de un manuscrito, génesis de un libro de unos 10 capítulos que
planeaban publicar sobre propiedades del árbelos, tanto antiguas como recientes. Al morir
Thébault, el manuscrito pasó a Bankoff. Pero éste falleció el 16 de febrero de 1.997, a los
88 años de edad, sin concluir la obra. En 1.999, el material pasó a manos de Clayton
Dodge, de la Universidad de Maine, quien afirmó que le llevaría de cinco a diez años
ordenarlo: el volumen del manuscrito es equivalente al de tres maletines.

En la figura A.24 mostramos varios árbelos y en cada uno de ellos hemos construido los
círculos gemelos de Arquímedes (en el interior del árbelos) y el trillizo de Bankoff. A
continuación explicaremos cómo construir el círculo de Bankoff. Consideremos el árbelos
de la figura A.25, en la que y son perpendiculares, M es el punto medio de
y P es el punto medio de . Construyamos paralelas a , que pasen por los puntos
M y P, las cuales, respectivamente, cortan a las semicircunferencias menores en Q y
R (figura A.26). Tracemos el segmento cuyos extremos son Q y R. Dicho segmento
interseca a en el punto S (figura A.27). Sea T el punto medio de . El círculo
con centro en el punto T y radio TS es el círculo de Bankoff (figura A.28). Queda
18

como ejercicio demostrar que el diámetro de este círculo es , esto es, el mismo
diámetro que los círculos de Arquímedes.

Figura A.24

Figura A.25 Figura A.26

Figura A.27 Figura A.28


19

CLAUDE BACHET
Bourg-en-Bresse (Francia)
09 – 10 – 1.581
Bourg-en-Bresse (Francia) CAPÍTULO 2
26 – 02 – 1.638
BACHET Y ALGUNOS CLÁSICOS DE LA
MATEMÁTICA RECREATIVA

“Un buen pasatiempo matemático vale más, y aporta


más a la matemática que una docena de artículos
mediocres”.

John Edensor Littlewood (matemático inglés,1.885 – 1.977)

Se tiene dieciséis barajas: los cuatro ases, las cuatro sotas, las cuatro reinas y los cuatro
reyes. En la figura se muestra una forma de disponer estas barajas en un arreglo de cuatro
filas y cuatro columnas, de manera que en cada fila, en cada columna y en cada diagonal
principal se tenga una única carta de cada valor y de cada pinta (corazones, diamantes,
picas y tréboles). Trucos con cartas como éste, así como los tan populares del tipo
“piensa un número…”, los problemas de trasvase de líquidos, cruce de ríos bajo ciertas
condiciones y diversos rompecabezas numéricos, se proponen y resuelven en el primer
tratado de Matemática Recreativa, escrito por el matemático francés Claude Gaspar
Bachet de Méziriac (1.581 – 1.638), titulado Entretenidos Problemas que se plantean
con los Números. En este capítulo comentaremos algunos de estos problemas.
20

A) PIENSE UN NÚMERO …

… multiplíquelo por 5. Sume 6 al resultado anterior. Ahora, multiplique por 4.


Sume 9 a este producto. Multiplique por 5. ¿Ya? ... De seguro el resultado de esta
última operación es un número de tres o más cifras. El dígito de las unidades es 5 y el de
las decenas es 6, ¿verdad?. Muy bien, ahora, tache esas dos últimas cifras, por favor.
Seguidamente, reste 1. ¡Ha obtenido usted el número que seleccionó!.

Veamos la explicación del truco. Denotemos por x el número pensado. Sigamos


las mismas instrucciones anteriores, iniciando con x.

Paso 1: Multiplicar por 5  5x


Paso 2: Sumar 6  5x + 6
Paso 3: Multiplicar por 4  4(5x + 6)
Paso 4: Sumar 9  4(5x + 6) + 9
Paso 5: Multiplicar por 5  54(5x + 6) + 9

Nótese que

54(5x + 6) + 9 = 20(5x + 6) + 45 = 100x + 120 + 45 = 100x + 165

El número 100x es un múltiplo de 100 y sus dos últimas cifras son ceros. Por
tanto, al sumar 100x y 165, el dígito de las unidades de esta suma es 5 y el de las
decenas es 6. ¿Cuál es el paso que sigue en el truco?. ¡Ah, sí! . Ahora, debemos tachar
estas dos últimas cifras. ¿Cuáles son las operaciones involucradas en el proceso de
“tachado”?. Reflexionemos un momento. Tachar estas cifras equivale a restar 65 del
número 100x + 165 y dividir la diferencia entre 100. En consecuencia,

Paso 6: Tachar las dos  = = + =x+1


últimas cifras

Paso 7: Restar 1  (x + 1) – 1 = x

El resultado del paso 7 es x, el número con el que iniciamos. Truco develado.

Existen otras situaciones similares a esta, pero en los que una persona A puede
descubrir el número que pensó una persona B tan sólo con conocer el resultado de
algunas operaciones que B tuvo que realizar siguiendo las instrucciones dadas por A.
Al igual que en el truco anterior, éste tiene fundamento matemático. Encontrar este
fundamento pueden ser un desafío interesante, un excelente elemento motivador para
introducir algunos aspectos de la aritmética y del álgebra (relea la frase que encabeza
este capítulo). Los rompecabezas numéricos aparecen en la historia de muchas
21

civilizaciones antiguas y fueron pasando como una tradición de generación en generación,


versionándose en distintos contextos. Sin embargo, se considera que el primer tratado de
Matemática Recreativa es el libro Problèmes plaisans et delectables qui se font par les
nombres, título que en nuestro idioma es Entretenidos Problemas que se plantean con los
Números, cuyo autor es Claude Gaspar Bachet de Méziriac (francés, 1.581 – 1.638).
Esta obra se publicó en 1.612 y su edición más reciente es de 1.959. En la figura B.1 se
muestra un retrato de Bachet y en la figura B.2 la página inicial del libro en su edición de
1.624.

Figura B.1 Figura B.2

Fuentes:
Figura B1: http://images.wellcome.ac.uk/indexplus/image/V0004005.html
Figura B.2: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k5818046p

En la primera parte de Entretenidos Problemas, se enuncian y explican catorce


teoremas relativos a números enteros, entre ellos la propiedad asociativa de la
multiplicación y un análisis detallado del tipo de paridad del producto de números pares e
impares. Seguidamente, Bachet propone 32 problemas (los 10 últimos en una sección
anexa), los cuales son acertijos, trucos con cartas, problemas sobres pesas y trasvase de
líquidos, travesías por ríos en barcas bajo ciertas condiciones y diversos rompecabezas de
contenido aritmético y algebraico (no tanto geométrico). Después de cada enunciado,
Bachet da una explicación detallada de la respectiva solución.

El primer problema del libro de Bachet consiste en descubrir el número (entero


y positivo) que una persona seleccionó. Lo enunciamos así: la persona A le propone a la
persona B que elija un número, lo triplique y le diga si obtuvo un número par o impar. Si
el producto es par, A le indica a B que lo divida entre 2, mientras que si es impar debe
sumarle 1 y dividir esta suma entre 2. Luego, A le indica a B que triplique el resultado
del segundo paso, divida entre 9 el producto recién obtenido y le diga solamente el
22

cociente de esta división. En un abrir y cerrar de ojos, A le dirá a B cuál fue el número
seleccionado.
Bachet explica la mecánica del truco con dos ejemplos. El primero de ellos es el
siguiente: supongamos que B escogió el número 6. Entonces,

Paso 1: B triplica a 6. Obtiene 18 y le comunica a A que obtuvo un número par.


Paso 2: B divide 18 entre 2, le resulta 9.
Paso 3: B triplica a 9, obtiene 27.
Paso 4: B divide 27 entre 9, obtiene 3 como cociente y residuo 0.
Finalmente, B le comunica a A que el cociente es 3.
El siguiente ejemplo no es el que da Bachet para el caso impar, elegimos otro.
Supongamos que B pensó en el número 7. Entonces,

Paso 1: B triplica a 7. Obtiene 21 y le comunica a A que obtuvo un número


impar.
Paso 2: B añade 1 a 21 y divide la suma 22 entre 2, le resulta 11.
Paso 3: B triplica a 11, obtiene 33.
Paso 4: B divide 33 entre 9, obtiene 3 como cociente.
Ahora, B le comunica a A que el cociente es 3.
Nótese que, en el primer ejemplo, A sabe que
 el triple del número pensado por B es par
 el cociente de la división planteada en el paso 4 es 3.

Con estos datos, A debería deducir que el número secreto es 6. En el segundo


ejemplo, A sabe que
 el triple del número pensado por B es impar
 el cociente de la división planteada en el paso 4 es 3 (el mismo resultado que
en el paso 4 del ejemplo anterior).

Con esta información, A debería ser capaz de deducir que el número secreto es 7.
Observe el lector la diferencia sutil entre los dos conjuntos de datos en cada caso: el
cociente es el mismo, difieren en el tipo de paridad del triple del número pensado. Antes
de leer el fundamento algebraico del truco, invitamos al lector a experimentar sus propios
ejemplos.

Veamos cómo es posible determinar el número pensado. Parafrasearemos el


razonamiento dado por Bachet, pero con notaciones actuales. Denotemos con la letra n
el número desconocido, el cual es entero positivo. Este puede ser par o impar.
Analicemos cada uno de estos casos.
23

Caso 1: si n es par, entonces n = 2h, para algún entero positivo h. Apliquemos ahora
los pasos del truco.

Paso 1: B multiplica n por 3. Obtiene 3n = 6h. Se tiene que 3n = 2(3h), siendo 3h un


número entero. En consecuencia, 3n es par. B le hace saber a A que obtuvo un número
par.

Paso 2: como 3n es par, entonces B divide 3n entre 2. Nótese que

Paso 3: se triplica el resultado del paso 2. B obtiene 9h.


Paso 4: al dividir 9h entre 9, el cociente es h. B le comunica a A este resultado.
Nota: si n es par, el residuo de la división del paso 4 siempre es 0.

Caso 2: si n es impar, entonces n = 2k + 1, para algún entero no negativo k (aclaramos


lo del “no negativo”: nótese que el menor entero impar positivo es 1 y que 1 = 2 x 0 + 1,
con lo cual si n = 1, entonces b = 0. Para los siguientes números impares, b es positivo.
En todo caso, si n es un entero impar positivo y n = 2b + 1, entonces b es entero no
negativo).

Paso 1: B multiplica n por 3. Obtiene 3n = 3(2k + 1) = 6k + 3. Como 3n = 2(3k + 1) +


1, siendo 3k + 1 un número entero, se concluye que 3n es impar. B le hace saber a A
que obtuvo un número impar.

Paso 2: como 3n es impar, entonces B debe sumarle 1 y dividir la suma entre 2. Nótese
que

Paso 3: se triplica el resultado del paso 2. B obtiene 9k + 6.


Paso 4: al dividir 9k + 6 entre 9, el cociente es k. B le comunica a A este resultado.
Nota: si n es impar, el residuo de la división del paso 4 siempre es 6.

En la siguiente tabla se resume el análisis de ambos casos:

Triple de n Resultado del paso 4


Si n = 2h Par h (mitad de n)
Si n = 2k + 1 Impar k (mitad de n – 1)
24

Aunque h y k sean iguales, las paridades opuestas de 3n dan la clave para la


solución. Si B le dice a A que el triple del número pensado es par, entonces A debe
multiplicar por 2 el número que B obtuvo en el paso 4 y tendrá el número secreto. Si
B le dice a A que el triple del número pensado es impar, entonces A debe multiplicar
por 2 el número que B obtuvo en el paso 4 y sumar 1 a este producto y sabrá, de este
modo, cuál es el número secreto. Otro truco develado.

Existe una variante del primer problema de Bachet en la que no es necesario que
B le dé las dos informaciones a A, sino solamente una, la del resultado del paso 4. ¿No
existe el riesgo de que el truco falle?. No, la ligera modificación se hace en el primer
paso: en lugar de triplicar simplemente el número pensado, B triplicará el cuadrado del
número pensado y no le dirá a A el tipo de paridad de este producto. Los restantes pasos
se mantienen iguales.

Estudiemos cada caso.

Caso 1 n es par. En este caso, existe un entero a positivo tal que n = 2a.

Paso 1: el triple del cuadrado de n es 3n2 = 3(2a)2 = 12a2. Nótese que 12a2 es par, ya
que 12a2 = 2 (6a2) y 6a2 es un número entero.

Paso 2: como el resultado del paso 1 es un número par, B lo divide entre 2 y resulta
6a2.

Paso 3: B triplica el resultado anterior. Le da 18a 2

Paso 4: B divide 18a2 entre 9, obteniendo como cociente 2a2 (nótese que de nuevo en
este caso el residuo de la división es 0).

Caso 1 n es impar. En este caso, existe un entero no negativo b tal que n = 2b + 1.


Paso 1: el triple del cuadrado de n es 3n2 = 3(2b + 1)2 = 12b2 + 12b + 3. Se afirma que
este número es impar. En efecto,

12b2 + 12b + 3 = 12b2 + 12b + 2 + 1 = 2(6b2 + 6b + 1) + 1.

(recuerde que 6b2 + 6b + 1 es un número entero)

Paso 2: como el resultado del paso 1 es un número impar, B debe sumar 1 y dividir la
suma entre 2. Obtiene 6b2 + 6b + 2 (verifique)

Paso 3: B triplica el resultado del paso 2. Le da 18b2 + 18b + 6

Paso 4: B divide 18b2 + 18b + 6 entre 9, obteniendo cociente 2b2 + 2b y residuo 6.


25

En resumen:
 si la persona B pensó el número n = 2a, entonces, después de efectuar todas las
operaciones propuestas, le dirá a la persona A que obtuvo el número 2a 2.

 si la persona B pensó el número n = 2b + 1, después de efectuar todas las


operaciones propuestas, le dará como respuesta a la persona A el número
2b2 + 2b = 2b (b + 1).

Nótese que 2a2 es el doble de un cuadrado perfecto, mientras que 2b(b + 1) es


el doble del producto de dos enteros consecutivos, siendo a un entero positivo y b un
entero no negativo. En ambos casos, se trata de números pares. Para asegurarnos que con
esta información podemos determinar el número n, demostremos que 2a 2 y 2b(b +
1) no pueden ser iguales. Procedamos suponiendo que sí lo son. Entonces,

2a2 = 2b (b + 1)  a2 = b (b + 1) (*)

siendo a un entero positivo y b un entero no negativo.

Por ser a positivo, se tiene que a2 también lo es. Luego, b(b + 1) es un número
positivo. Esto implica que b y b + 1 son positivos o que b y b + 1 son negativos.
Como b es un entero no negativo, se deduce que los factores b y b + 1 deben ser
positivos. Ahora bien, comparemos los números a y b.

i) ¿Puede ser a = b ?. Supongamos que sí. Luego,

a2 = b (b + 1)  b2 = b (b + 1) sustituyendo a = b

 b =b+1 ley cancelativa de la multiplicación (recuerde que b  0)

 0 = 1 ley cancelativa de la adición

La igualdad obtenida es un absurdo. ¿De dónde provino semejante conclusión?.


De haber supuesto que a = b. En consecuencia, si asumimos la igualdad (*), a y b
no son iguales; uno de ellos debe ser menor que el otro. Veamos.

ii) Supongamos que a < b. Nótese que b < b + 1. Por transitividad de la


relación < , tenemos que a < b + 1. Como a < b y a < b + 1, siendo a positivo, se tiene
que a2 < b (b + 1) (justifique el lector). Esta última desigualdad contradice a la
igualdad (*). Luego, si asumimos la igualdad (*), entonces a no es menor que b.

iii) Supongamos que b < a. Nótese que:

b < a  b (b + 1) < a (b + 1) la desigualdad no se altera pues b + 1 es positivo


26

 a2 < a (b + 1) por (*)

 a <b+1 ley cancelativa de la multiplicación (recuerde que a  0)

Tenemos así, que b < a y a < b + 1. Esto es, b < a < b + 1. A simple vista, no
parece haber nada incorrecto en esta expresión. Pero, no olvidemos que a y b son
números enteros. La expresión subrayada señala que a es un número entero que está entre
los enteros consecutivos b y b + 1. Esto es absurdo. Luego, si suponemos que se cumple
la igualdad (*), b no es menor que a.

Resumiendo: dados los números enteros positivos a y b, hemos obtenido que no son
iguales y ninguno de ellos es menor que el otro. Esta situación, a todas luces, es
imposible. ¿Por qué llegamos a esta situación?. Porque supusimos que 2a 2 y 2b(b + 1)
eran números iguales. Luego, estos números son distintos, para cualquier entero positivo
a y para cualquier entero no negativo b. Es decir, para cualquiera que haya sido la
elección del entero positivo n.

Finalmente, ¿cómo descubrir el número que B seleccionó?. Lo primero que


debe hacer la persona A es dividir entre 2 el número que le dé B, a sabiendas que el
cociente será o un cuadrado perfecto positivo: el número a 2 o un producto de dos enteros
consecutivos: b (b + 1). Si el cociente es a2, entonces toma la raíz cuadrada positiva (la
cual es el entero a) y la duplica. Según el esquema analizado, el resultado 2a es el
número pensado n. Si el resultado es un producto de dos enteros consecutivos, entonces
toma el menor de éstos, que según nuestro esquema es b, lo duplica y le suma 1. Se
obtiene, así, 2b + 1 que es el número pensado n.

B) EL FAMOSO PROBLEMA DE LAS PESAS DE BACHET

Supongamos que tenemos una balanza de dos platillos, como la que se muestra
en la figura B.3 y tres pesas A, B y C, de 5 kg, 2 kg y 1 kg, respectivamente. En el
platillo de la izquierda, el platillo 1, sólo pueden colocarse las pesas, mientras que en el
platillo de la derecha, el 2, sólo las cargas (los objetos cuyo peso se ha determinar).
¿Cuáles son los pesos que podemos equilibrar con este juego de pesas y la restricción
establecida?. Por ejemplo, colocando las pesas A y B en el platillo 1, podemos pesar
una carga de 7 kg. En la siguiente tabla, se muestra todas las combinaciones posibles:

Platillo 1 Platillo 2 Peso de la carga


C Carga 1 kg
B Carga 2 kg
27

C +B Carga 3 kg
A Carga 5 kg
A+C Carga 6 kg
A+B Carga 7 kg
A+B+C Carga 8 kg

Figura B.3

Nótese que no es posible equilibrar la balanza para una carga de 4 kg. Ahora
bien, si se permitiera colocar las pesas tanto en el platillo 1 como en el 2, entonces sí
sería posible pesar una carga de 4 kg: colocando la pesa A (5 kg) en el platillo 1 y la
carga junto con la pesa C (1 kg) en el platillo 2.

De este tipo de situaciones trata el problema V de la última sección de


Entretenidos Problemas, uno de los más famosos y versionados de la obra de Bachet. Su
enunciado es: determinar el menor número de pesas con las que se puede equilibrar una
balanza para cualquier número entero de libras desde 1 hasta 40, si las pesas pueden
colocarse en cualquiera de los platillos.

Solución:
La más liviana de las pesas debe pesar 1 libra, pues, de lo contrario, sería
imposible equilibrar la balanza para este peso. Denotemos por P 1 a esta pesa. ¿Cómo
equilibrar una carga de 2 libras?. Hay dos formas a esta pregunta: con una pesa de 2
libras o con una pesa de 3 libras combinándola con la de una libra. En la siguiente tabla,
se muestra cómo se colocan los pesos en cada caso:

Platillo 1 Platillo 2 Peso de la carga


Pesa de 2 libras Carga 2 libras
Pesa de 3 libras Carga + P1 2 libras

No olvidemos que necesitamos equilibrar la balanza para toda cantidad entera de


libras desde 1 hasta 40, con la menor cantidad de pesas posible. Debemos elegir la pesa
28

que, combinada con la de 1 libra, nos permita realizar una mayor cantidad de medidas. En
las siguientes tablas se muestras las distintas combinaciones:

Con la pesa de 2 libras Con la pesa de 3 libras


Platillo 1 Platillo 2 Peso Platillo 1 Platillo 2 Peso
P1 Carga 1 libra P1 Carga 1 libra
Pesa de 2 Carga 2 libras Pesa de 3 libras Carga + P1 2
libras libras
Pesa de 2 Carga + P1 3 libras Pesa de 3 libras Carga 3
libras libras
Pesa de 3 libras + P1 Carga 4
libras

La pesa de 3 libras es la elección óptima. Denotémosla por P2. Ya tenemos dos


pesas con las que podemos equilibrar la balanza para cargas desde 1 libra hasta 4 libras.
Debemos hallar ahora la pesa P3 que, combinada con las que ya tenemos, equilibre la
balanza para una carga de 5 libras y permita realizar la mayor cantidad de mediciones
posibles: 6 libras, 7 libras, libras, … , no sabemos aún la mayor cantidad de libras.
Podríamos tantear, proceder por ensayo y error y elegir el peso que ofrezca la solución
óptima. Sin embargo, una forma de sistematizar la búsqueda es la siguiente: hagamos una
tabla en la que enumeremos todas las maneras posibles de colocar tres pesas (o menos) y
una carga en los platillos de la balanza, sabiendo que las pesas pueden colocarse en
cualquiera de los platillos. Para no repetir combinaciones, convengamos en que la carga
siempre se colocará en el platillo 2. Además, la carga y la pesa P 3 no pueden estar en el
mismo platillo, ya que ni colocando P 1 y P2 juntas en el otro, lograríamos equilibrar
la balanza (¿por qué?). Con estas condiciones, solamente se presentan 9 combinaciones,
las cuales están reflejadas en las tablas de la figura B.4 (en la tabla de la izquierda
tenemos la combinación expresada en forma genérica y en la de la derecha, habiendo
sustituido los pesos respectivos); estas combinaciones no necesariamente están ordenadas,
pero tenemos que una de ellas representa la manera de equilibrar una carga de 5 libras,
otra la de equilibrar una carga de 6 libras, …, hasta una carga de 13 libras. Ya
descubrimos cuál es la mayor carga que podemos pesar combinando las pesas P 1 , P2 y
P3 : 13 libras, aunque todavía desconocemos cuánto pesa P 3.

Platillo 1 Platillo 2 Platillo 1 Platillo 2


1 P3 Carga 1 P3 Carga
2 P3 Carga + P1 2 P3 Carga + 1
3 P3 Carga + P2 3 P3 Carga + 3
4 P3 Carga + P1 + P2 4 P3 Carga + 4
5 P3 + P1 Carga 5 P3 + 1 Carga
6 P3 + P1 Carga + P2 6 P3 + 1 Carga + 3
7 P3 + P2 Carga 7 P3 + 3 Carga
29

8 P3 + P2 Carga + P1 8 P3 + 3 Carga + 1
9 P3 + P2 + P1 Carga 9 P3 + 4 Carga
Figura B.4

Veamos la tabla de la derecha de la figura B.4: ¿Cuál es la combinación que


representa la menor carga posible, la de 5 libras?. Respuesta: Aquélla en la cual en el
platillo 1 esté solamente la pesa P3 y en el platillo 2 esté el mayor peso posible. Es la
combinación 4:

Platillo 1 Platillo 2 Peso de la carga


P3 Carga + 4 5 libras

En consecuencia, el peso de P3 es 9 libras. También pudiéramos razonar así:


¿Cuál es la combinación que representa la mayor carga posible, la de 13 libras?.
Respuesta: Aquélla en la cual en el platillo 2 esté solamente la carga y en el platillo 1 esté
el mayor peso posible. Es la combinación 9:

Platillo 1 Platillo 2 Peso de la carga


P3 + 4 Carga 13 libras

Organizando en forma creciente la tabla de la figura B.4 obtenemos la tabla de la


figura B.5, donde se muestra cómo colocar las pesas para equilibrar cargas que pesen un
número entero de libras, desde 5 libras hasta 13 libras.

Peso de la carga Platillo 1 Platillo 2


5 libras P3 Carga + P2 + P1
6 libras P3 Carga + P2
7 libras P3 + P1 Carga + P2
8 libras P3 Carga + P1
9 libras P3 Carga
10 libras P3 + P1 Carga
11 libras P3 + P2 Carga + P1
12 libras P3 + P2 Carga
13 libras P3 + P2 + P1 Carga

Figura B.5

Seguidamente, debemos determinar la pesa P4 que, combinada con las que ya


tenemos, equilibre la balanza para una carga de 14 libras y permita realizar la mayor
cantidad de mediciones posibles: 15 libras, 16 libras, 17 libras, …, de nuevo no
sabemos cuál es el peso máximo que podemos equilibrar en este caso, pero no importa.
30

Razonando de manera análoga a como lo hicimos anteriormente, nos preguntamos ¿cuál


es la combinación de estas cuatro pesas que representa la menor carga posible, la de 14
libras?. Respuesta: Aquélla en la cual en el platillo 1 esté solamente P 4 y en el platillo 2
esté el mayor peso posible, esto es la carga y las pesas P 1 , P2 y P3 (nótese que la suma
de los pesos de estas pesas es 13 libras). La situación es la siguiente:

Platillo 1 Platillo 2 Peso de la carga


P4 Carga + 13 14 libras

Se concluye que el peso de P4 es 27 libras. Nótese que la suma de los pesos de


las cuatro pesas determinadas hasta ahora es:

1 libra + 3 libras + 9 libras + 27 libras = 40 libras

Es decir, colocando las cuatro pesas en el platillo 1 podemos pesar una carga de 40 libras,
que es el peso máximo. Invitamos al lector a comprobar que cualquier carga cuyo peso
sea entero desde 14 libras hasta 40 libras, puede equilibrarse en la balanza colocando
adecuadamente algunas de las pesas determinadas.

Concluimos esta sección comentando que si se impone la condición de que las


pesas sólo se pueden colocar en el platillo 1, entonces el número mínimo de pesas es seis
y sus pesos, en libras son: 1, 2, 4, 8, 16 y 32. ¿No le parece curioso que en la primera
respuesta los pesos sean todos potencias de 3 (1 = 30, 3 = 31 , 9 = 32 y 27 = 33) y en la
segunda, sean todos potencias de 2 (1 = 20, 2 = 21 , 4 = 22 , 8 = 23 , 16 = 24 y 32 = 25)?.

C) OTROS DOS CLÁSICOS MUCHAS VECES VERSIONADOS

Otro tipo de problemas propuestos en el libro de Bachet son aquellos en los que
se pide medir o distribuir cierta cantidad de líquido, utilizando varios recipientes de
medidas dadas. Para resolverlos, se debe hallar una sucesión de pasos en los cuales se
llena uno de los recipientes, se trasvasa el líquido a otro, eventualmente se completa la
capacidad de otro de los recipientes, se vuelve a llenar uno de ellos, se completa la
capacidad de otro … (traigan un trapito, por favor,…). El problema III de la última
sección de Entretenidos Problemas es todo un clásico en lo que a situaciones de trasvase
se refiere. Dice así: dos buenos compañeros tienen una jarra que contiene 8 litros de vino
y quieren repartir el contenido a partes iguales. Pero, sólo tienen dos recipientes cuyas
capacidades son 3 litros y 5 litros. ¿Cómo pueden compartir su vino con sólo estos
recipientes?. Dejamos este problemita para usted. Como ayuda resolveremos el siguiente:
se tiene un recipiente con 24 litros de agua. ¿Cómo se puede distribuir el líquido en tres
partes iguales, si sólo se dispone de otros tres recipientes cuyas capacidades son 5 litros,
11 litros y 13 litros?.
31

Solución: Denotemos por A, B, C los recipientes cuyas capacidades son 5 litros, 11


litros y 13 litros, respectivamente, y sea R el recipiente donde están los 24 litros de agua.
En la tabla, se explican los pasos y se da un esquema indicando las cantidades de agua (en
litros) que contiene cada recipiente después de cada etapa.

A B C R

Situación inicial 0 0 0 24

Llenar B 0 11 0 13

Trasvasar de B a A 5 6 0 13

Trasvasar de A a C 0 6 5 13
Separamos 8 litros,
Trasvasar de R a A 5 6 5 8
los tenemos en el recipiente R

Trasvasar de B a C 5 0 11 8

Trasvasar de A a C 3 0 13 8

Trasvasar de A a B 0 3 13 8

Trasvasar de C a A 5 3 8 8 Ya separamos otros 8 litros, los


tenemos en el recipiente C

Trasvasar de A a B 0 8 8 8 ¡Distribución equitativa lograda !

El problema IV de la sección anexa de Entretenidos Problemas se trata de tres


maridos celosos que están con sus respectivas esposas en la orilla de un río y necesitan
cruzarlo. Se dispone de una barca pequeña, sin barquero, en la que caben solamente dos
personas. Teniendo en cuenta que ninguno de los tres maridos celosos quiere dejar a su
esposa con alguno de los otros dos hombres, ¿cómo pueden atravesar el río?.

Si el lector conoce el problema del pastor, el lobo y la oveja (o pastor, oveja y


col, según otra versión), notará la similitud de las situaciones. En vez de dar la solución
32

del problema IV, con tres parejas, veamos cómo se resuelve si fuesen dos parejas y las
mismas condiciones (capacidad de la barca, esposos celosos). Denotemos a los miembros
de una pareja por H1 y M1 y a los de la otra pareja por H2 y M2, siendo H1 y H2 los
esposos y M1 y M2 las esposas. Una forma de cruzar el río (pero no la única) es
siguiendo estas etapas:

1) H1 y M1 cruzan el río y M1 se queda en la otra orilla


2) H1 regresa
3) H1 y H2 cruzan el río y H1 se queda en la otra orilla con su esposa
4) H2 regresa
5) H2 y M2 cruzan el río.

Ahora, le proponemos que encuentre la solución del problema en el caso de tres


parejas.
33

GIOVANNI CEVA
Milán (Italia)
07 – 12 – 1.647

Mantua (Italia)
CAPÍTULO 3
15 – 06 – 1.734 CEVA Y SU TEOREMA DE
CONCURRENCIA
“Había afirmaciones como, por ejemplo, la referente a
la intersección de las tres alturas de un triángulo en un
solo punto que, a pesar de no ser en absoluto evidentes,
podían, sin embargo, demostrarse con tal grado de
certidumbre que cualquier duda parecía fuera de lugar.
Esa lucidez y esa seguridad me produjeron una
impresión indescriptible”

Albert Einstein
(físico alemán, 1.879 – 1.955)

Incentro, baricentro, ortocentro, punto de Gergonne y punto de Nagel son algunos puntos
notables asociados a cualquier triángulo. Cada uno de ellos es el punto de concurrencia
de rectas llamadas cevianas, rectas que pasan por un vértice de un triángulo y un punto
específico de la recta que contiene al lado opuesto a ese vértice. El matemático italiano
Giovanni Ceva (1.647 – 1.734) publicó en 1.678 un libro titulado De Lineis Rectis se
invicem secantibus statica constructio. En esta obra da a conocer un teorema que
establece condiciones necesarias y suficientes para que tres cevianas concurran.
34

A) UNA CONCURRENCIA CONDICIONADA POR UNA ARMONIOSA


RELACIÓN

Dibujemos un triángulo. Denotemos sus vértices con las letras A, B y C (figura


C.1(a)). Marquemos un punto en cada uno de sus lados, que no sea un vértice, es decir, un
punto interior en cada lado: P en , Q en y R en (figura C.1(b)). Tracemos los
segmentos , y (figura C.1(c)).

Figura C.1

Se puede observar que, en este caso, los segmentos , y no son


concurrentes, es decir, los tres segmentos no se cortan en un mismo punto. Supongamos
que ahora la actividad exige que los puntos interiores que marquemos en los lados sean
tales que los segmentos concurran, como se muestra en la figura C.2.

Figura C.2

Después de varios intentos y algunas estrategias, como marcar dos puntos


primero (P y Q, por ejemplo), trazar los respectivos segmentos ( y ), marcar su
intersección (T) y hallar el tercer punto (R) como el punto de corte de la recta que pasa
por B y T con el triángulo ∆ABC, el lector podrá percatarse que la concurrencia de los
segmentos está condicionada por una relación que vincula las distancias entre los puntos
seleccionados en cada lado con los vértices de dicho lado: que si P está más cerca de A
que de B, entonces Q deberá estar más cerca de C que de B, teniendo en cuenta que R
está…, bueno, ¿pero cuánto más cerca?, ¿existe alguna proporción específica?.
Otra estrategia puede ser la de marcar primero un punto interior del ∆ABC, en
este caso T, trazar las rectas , y y hallar los puntos P, Q y R como los cortes
de estas rectas con el triángulo ∆ABC. También con esta “estrategia”, se puede percibir
35

que la posición de T (más cerca de un lado que de los otros) condiciona la posición de los
puntos P, Q y R. Hay cierta “armonía” que debe cumplirse entre las medidas de los
segmentos determinados por los vértices y los puntos interiores de los lados.

La armoniosa relación entre las distancias AP, PB, BQ, QC, CR y RA que hace
posible que los segmentos , y sean concurrentes es la siguiente:
1 (*)

Recíprocamente, si los segmentos , y son concurrentes, entonces se


cumple la igualdad (*). Se trata de una condición necesaria y suficiente para que se dé la
concurrencia.
Si ahora se nos permite tomar puntos en las rectas que contienen los lados del
triángulo (figura C.3), entonces las rectas (ya no segmentos) , y concurren
si, y sólo si, se cumple ¡la misma relación (*)!.

Figura C.3

Quizás en este punto, el lector quiera experimentar un poco y dibujar triángulos


y medir segmentos, ya sea con soportes e instrumentos convencionales o con un software
de geometría dinámica, para internalizar la situación. Conviene recalcar algo acerca de la
relación dada que involucra las distancias entre los puntos marcados en los lados del
triángulo (o en sus prolongaciones) a los vértices respectivos, porque éstas han de tomarse
en un determinado orden. Nos explicamos. Supongamos que tenemos el triángulo cuyos
vértices son M, N y P, mientras que los puntos en los lados son: H en , J en y
K en . (figura C.4). ¿Cómo se establece, en este caso, la relación necesaria y suficiente
para la concurrencia?. Si recorremos el triángulo en un sentido (por ejemplo, sentido
horario, como en la figura C.4), procedemos así:
36

determinamos las distancias MH, HN y su cociente ; NJ, JP y su cociente ;

PK, KM y su cociente . Luego, la condición necesaria y suficiente para que los


segmentos , y concurran es

la cual es equivalente a =1 ya = 1. ¿Existen otras


expresiones equivalentes? (recuerde que puede recorrer el triángulo en otro sentido)

Figura C.4

Supongamos que tenemos el triángulo cuyos vértices son A, B y C, mientras que


los puntos son: P en , Q en (en el exterior del lado ) y R en (en el exterior
del lado ), como se muestra en la figura C.5. ¿Cómo se establece en este caso la
relación necesaria y suficiente para la concurrencia?.

Siguiendo el esquema de la figura C.5: de un vértice pasamos al punto marcado


en un lado adyacente (o en su prolongación) y de éste al vértice correspondiente,
haciendo un recorrido hasta llegar al vértice de partida. En este ejemplo, la condición
necesaria y suficiente para la concurrencia es

También, es equivalente a esta expresión, la siguiente: 1.


37

Figura C.5

Para concluir esta sección, destacaremos que si los puntos P, Q y R se toman


en los lados del triángulo ∆ABC y los segmentos , y son concurrentes,
entonces el punto de concurrencia es un punto interior del triángulo (figura C.2), en tanto
que si alguno de estos puntos se toma en la prolongación de un lado y las rectas ,
y concurren, el punto de concurrencia está en el exterior del ∆ABC. ¿ Es posible que
el punto de concurrencia esté en el triángulo?.

B) EL TEOREMA DE CEVA

Giovanni Ceva (1.647 – 1.734) fue un matemático italiano que publicó en 1.678
un libro titulado De Lineis Rectis se invicem secantibus statica constructio (en la figura
C.6 se muestra la primera página de una edición de esta obra). En este libro, Ceva da a
conocer el que, para muchos, constituye el aporte más importante a la geometría sintética
del triángulo desde los tiempos de los griegos antiguos. Este aporte es el que se conoce
actualmente como el Teorema de Ceva y el cual, de manera intuitiva e informal,
conocimos en la sección anterior.

En honor a Ceva, se denomina ceviana de un triángulo a una recta que pasa por
un vértice del triángulo dado y un punto de la recta que contiene al lado opuesto a dicho
vértice. Por ejemplo, en el triángulo ∆ABC de la figura C.1.(c), las rectas , y
son cevianas. Cabe resaltar que en algunos textos, se define ceviana como un segmento
cuyos extremos son un vértice del triángulo y un punto del lado opuesto a dicho vértice.
38

Figura C.6
Fuente:
http://books.google.co.ve/books?id=mCEOAAAAQAAJ&pg=PP5&dq=de+lineis+rectis+ceva&hl=es
&source=gbs_selected_pages&cad=3#v=thumbnail&q&f=false

El enunciado del teorema de Ceva es el siguiente:


Sea ∆ABC un triángulo. Sean , y tres cevianas del triángulo dado.
Las cevianas , y son concurrentes si, y sólo si,

Antes de demostrar el teorema, recordemos algunas propiedades relativas a las


proporciones del tipo , donde a, b, c, d son números reales, b y d no nulos.
Nótese que si b ≠ d, entonces:
 ad = cb  ad – ab = cb – ab  a(d – b) = b(c – a) 

(justifique los pasos anteriores)

Por otra parte, sabemos que . Hemos probado que si y b ≠ d,

entonces .

Si b ≠ – d, entonces:

 ad = cb  ad + ab = cb + ab  a(d + b) = b(c + a) 

(justifique los pasos anteriores)

Nótese que .
39

Hemos probado que si y b ≠ – d,, entonces .

El teorema de Ceva establece condiciones necesarias y suficientes para la


concurrencia de tres cevianas de un triángulo. Debemos demostrar las siguientes
proposiciones:
i) Si , y son tres cevianas del triángulo ∆ABC, tales que son
concurrentes, entonces

ii) Si , y son tres cevianas del triángulo ∆ABC, tales que


= 1, entonces las cevianas son concurrentes.

Desarrollaremos la demostración de la parte i) en el caso en que los puntos E, F y G


están en los lados del triángulo ∆ABC. Supongamos que tenemos el triángulo ∆ABC y
las cevianas , y del mismo, las cuales son concurrentes en el punto H, tal
como se muestra en la figura C.7. Debemos demostrar que 1.

Figura C.7

Respecto a la figura C.8(a), nótese que los triángulos ∆CHF y ∆FHB tienen la
misma altura , si consideramos los lados y como las bases respectivas. Luego, el
área (CHF) del ∆CHF es , mientras que el área (FHB) del ∆FHB es .
En consecuencia,

= =
40

Los triángulos ∆CAF y ∆FAB (figura C.8(b)) tienen la misma altura , si


consideramos los lados y como las bases respectivas. Luego, el área (CAF) del
∆CAF es , mientras que el área (FAB) del ∆FAB es . En
consecuencia,

Esto es: = =

(a) (b)
Figura C.8

Razonando de manera análoga, teniendo como referencia las figuras C.9 y C.10, el
lector encontrará las siguientes relaciones

= = y = =

(a) (b)
Figura C.9
41

(a) (b)
Figura C.10

Tenemos que: = =

Aplicando una de las propiedades de las proporciones que demostramos


anteriormente, se obtiene que

Ahora bien, el área del triángulo ∆ABG menos el área del triángulo ∆AHG es
igual al área del triángulo ∆ABH. Esto es, (ABG) – (AHG) = (ABH) (figura C.9).
Análogamente, (GBC) – (GHC) = (BHC). En consecuencia,

= (1)

Análogamente, el lector puede probar que

= (2) y = (3)

Luego,

= = 1 por (1), (2) y (3)

En el caso de que alguno de los puntos E, F, G no esté en un lado del triángulo,


sino en la prolongación, como se muestra en la figura C.11, el lector podrá hacer la
demostración análogamente como se hizo en el primer caso. Como ayuda, hemos trazado
42

los segmentos indicados en la figura como h1, h2 y h3, los cuales son las alturas del
triángulo ∆ABC. ¿Cuáles son los triángulos que tienen altura h1?. ¿Cuáles son los
triángulos que tienen altura h2 ? . ¿ h3 ?.

La parte ii) no la demostraremos aquí. Se puede demostrar por reducción al


absurdo: suponga que , y son tres cevianas del triángulo ∆ABC, tales que
= 1, pero que no son concurrentes. Razonando sobre estas suposiciones
llegará a alguna contradicción.

Figura C.11

C) UNA PLÉYADE DE PUNTOS DE CONCURRENCIA

Para concluir este tema, daremos una descripción de algunas cevianas notables
en todo triángulo, cuyos puntos de concurrencia, notables también, tienen nombres
propios.

1) En todo triángulo, las medianas son concurrentes.

Consideremos un triángulo ∆ABC y sean D el punto medio de , E el


punto medio de y F el punto medio de . Por tanto, AD = DB, BE = EC y
CF = FA. Nótese que las rectas , y son cevianas del triángulo dado, las
cuales contienen a las medianas , y , respectivamente. ¿Qué debemos hacer
43

para asegurarnos que estas rectas concurren?. Debemos probar que es

igual a 1. Veamos:

(porque AD = DB, BE = EC y CF = FA)


=

= 1 (simplificando)

El punto de concurrencia de las medianas de un triángulo se llama baricentro. (Figura


C.12)

Figura C.12

2) En todo triángulo, las bisectrices de los ángulos internos son concurrentes.

Las rectas que contienen a las bisectrices de los ángulos internos de un triángulo
son cevianas. La concurrencia de estas cevianas se prueba fácilmente mediante el teorema
de Ceva, pero previamente demostremos la siguiente propiedad: la bisectriz de un ángulo
interno de un triángulo divide al lado opuesto a dicho ángulo en segmentos
proporcionales a los lados adyacentes al ángulo. Esto es, dado el triángulo ∆ABC,
supongamos que la bisectriz del ángulo en A corta al lado en el punto Y. Queremos

demostrar que (figura C.13). Nótese que los triángulos ∆ABY y ∆ACY

tienen la misma altura correspondiente al vértice A. Luego, la razón de sus áreas es la

razón de sus bases. Esto es: (1)


44

Figura C.13 Figura C.14

Por otra parte, sean D y E los pies de las alturas de los triángulos ∆ABY y
∆ACY, respecto al vértice Y (figura C.14). Nótese que los ángulos DAY y EAY
son congruentes porque es la bisectriz del CAB. Además, los ángulos ADY y
AEY son rectos y, por tanto, congruentes. Se sigue que los ángulos AYD y AYE
son congruentes (¿por qué?). Nótese que el segmento es un lado común de los
triángulos ∆ADY y ∆AEY. Por criterio de congruencia ALA, los mencionados
triángulos son congruentes. Así, por partes correspondientes de triángulos congruentes,
podemos asegurar que YD = YE. Pero, YD es la altura del ∆ABY correspondiente a la
base , así como YE es la altura del ∆ACY correspondiente a la base . Luego,

= = (2)

De (1) y (2), se tiene que

Demostremos ahora que las bisectrices de los ángulos internos del ∆ABC
concurren. Con referencia a la figura C.15, sean

Y el punto de corte de la bisectriz del ángulo en A con el lado


Z el punto de corte de la bisectriz del ángulo en B con el lado
X el punto de corte de la bisectriz del ángulo en C con el lado

Por la propiedad de la bisectriz que acabamos de demostrar, tenemos que

, y (3)
45

Evaluemos el producto Veamos si es igual a 1.

(por las igualdades (3))

1 (simplificando)

Por el teorema de Ceva, las tres bisectrices son concurrentes. El punto de concurrencia de
las bisectrices de un triángulo se llama incentro (este punto es el centro de la
circunferencia inscrita en el triángulo).

Figura C.15

3) En todo triángulo, las alturas son concurrentes.

Las alturas de un triángulo son cevianas. De nuevo, el teorema de Ceva y un


poco de trigonometría nos permiten demostrar su concurrencia (queda como ejercicio).
El punto de concurrencia de las alturas de un triángulo se llama ortocentro (Figura C.16).
Por cierto, ¿ leyó la frase que encabeza este capítulo?.
46

Figura C.16

4) En todo triángulo, las cevianas que unen un vértice con el punto de tangencia del
incírculo con el lado opuesto son concurrentes.

El incírculo de un triángulo es el círculo inscrito en él, su centro en el incentro


del triángulo y es tangente a cada lado del triángulo. En la figura C.17, se muestran las
cevianas , y , siendo M, N y P los puntos de tangencia del incírculo con
los lados del ∆ABC. El punto de concurrencia de estas cevianas recibe el nombre de
punto de Gergonne, en honor a Joseph Gergonne (francés, 1.771 – 1.859).

5) En todo triángulo, las rectas determinadas por cada vértice y el punto de tangencia del
lado opuesto con el excírculo correspondiente son concurrentes.

Sea ∆ABC un triángulo. El excírculo correspondiente al lado es un círculo


tangente a dicho lado cuyo centro es el punto de intersección de las bisectrices de los
ángulos externos A y B. En la figura C.18, se muestran las cevianas , y ,
siendo X, Y y Z los puntos de tangencia de los excírculos con los lados del ∆ABC. El
punto de concurrencia de estas cevianas se llama punto de Nagel, para honrar al geómetra
y educador alemán Christian von Nagel (1.803 – 1.882).
47

Figura C.17

Figura C.18

6) En todo triángulo, las simedianas son concurrentes.

Una simediana es la recta que se obtiene por la reflexión axial de la mediana


teniendo como eje a la bisectriz del ángulo con vértice en A. En la figura C.19, las
cevianas , y son las simedianas del ∆ABC (los segmentos , ,
son las medianas). De nuevo, el teorema de Ceva y un poco de trigonometría permiten
48

demostrar la concurrencia. El punto de concurrencia de las simedianas recibe el nombre


de punto de Lemoine, como homenaje al matemático francés Emile Lemoine (1.840 –
1.912).

Figura C.19
49

DIOFANTO DE ALEJANDRÍA
200 (¿?)

284 (¿?)
CAPÍTULO 4

DIOFANTO Y LOS NÚMEROS FIGURADOS

“Los buenos conocedores de la matemática encuentran en ella


placeres comparables a los que proporcionan la pintura y la
música. Admiran la delicada armonía de los números y de las
formas. Se maravillan cuando un nuevo descubrimiento abre una
nueva perspectiva. ¿Y no es estético este placer, aunque los
sentidos no participen en él?

Jules Henri Poincaré (matemático francés 1.854 – 1.912)

Forma y número se relacionan de manera armoniosa en las configuraciones geométricas


de los números figurados, llamados también poligonales. Los matemáticos de la escuela
pitagórica fueron los primeros en estudiarlos, atraídos por sus hermosos patrones que
presentan evidencias empíricas y visuales de muchas propiedades aritméticas de los
números naturales. Matemáticos de todos los tiempos como Mersenne, Pascal, Euler,
Gauss, Lagrange, Legendre y Cauchy, entre otros, también fueron cautivados por ellos.
Diofanto de Alejandría, el protagonista de este capítulo, les dedicó la obra Sobre
números poligonales, explorando el tema no sólo en el plano, sino también en el espacio.
50

A) COMO UN JUEGO DE NIÑOS

Observe la figura D.1. Es una torre construida con cubos, en la cual cada cubo
que no está en la base descansa sobre otros dos. Analicemos su construcción.

Figura D.1

Comencemos con un cubo (figura D.2.a). ¿Cuántos cubos debemos agregar para
construir, a partir de éste, una torre de dos pisos?. Obviamente, dos cubos (figura D.2.b).
Nótese que la torre de dos pisos está formada por tres cubos. Si queremos una torre de
tres pisos, debemos disponer de tres cubos más y construir otra diagonal (figura D.2.c).
En total, esta torre tiene seis cubos. Agregando cuatro cubos, dispuestos en diagonal,
tendremos una torre de cuatro pisos, con un total de diez cubos (figura D.2.d).

(a) (b) (c) (d)


Figura D.2

En general, si tenemos una torre de p – 1 pisos, con p  1, y agregamos p cubos


en la disposición descrita anteriormente, obtendremos una torre de p pisos. Pero, ¿cuántos
cubos en total forman esa torre?. Es momento de introducir una notación y organizar
estos datos, para expresar mejor las ideas. Denotemos por
T1 a la cantidad de cubos de la torre de un piso
T2 a la cantidad de cubos de la torre de dos pisos
T3 a la cantidad de cubos de la torre de tres pisos
Así, sucesivamente, Tp es la cantidad de cubos de una torre de p pisos. Ahora, según
nuestra notación, podemos escribir lo siguiente:
51

T1 = 1
T2 = T1 + 2 = 1+2 = 3
T3 = T2 + 3 = 1+2+3 = 6
T4 = T3 + 4 = 1+2+3+4 = 10

Tp = Tp – 1 + p = 1 + 2 + 3 + … + (p – 1) + p = ¿?

¿Cómo calculamos Tp ?. Podemos proceder de dos maneras:

1) Sumamos p a Tp – 1.
Por ejemplo, para calcular T 15 (cantidad de cubos de una torre de quince pisos)
sumamos 15 a T14. Esto significa que para calcular T15 necesitamos conocer el
valor de T14; pero, para éste, requerimos del valor de T 13, a su vez para éste, de
T12, y de T11, y … así, sucesivamente.
La fórmula Tp = Tp – 1 + p , que describe con una elegante sencillez el patrón de
construcción de nuestras torres, no parece ser muy práctica a la hora de hacer
cálculos. Fórmulas como ésta, en las que un término se define en función del que
le precede, a excepción del primero cuyo valor está dado, se denominan
fórmulas recursivas o recurrentes.
2) Sumamos los primeros p enteros positivos.
En este caso, Tp = 1 + 2 + 3 + …. + (p – 1) + p. En este momento, la situación
no es muy distinta a la del caso anterior. Pero, podemos encontrar una fórmula
que nos permita calcular esta suma, sin mucha dificultad. Nótese que, por
propiedades de la adición de números enteros, podemos reescribir los sumandos
de mayor a menor y el resultado no se altera. Esto es, T p = p + (p – 1) + (p – 2)
+ …. + 2 + 1. Sumando miembro a miembro estas dos igualdades y asociando
los sumandos del miembro derecho, obtenemos:

Tp = p + (p – 1) + (p – 2) + …. + 2 +1
Tp = 1 + 2 + 3 + …. + (p – 1) +p
2Tp = (p+1) + (p – 1 +2) + (p – 2 + 3) + … + (2 + p – 1 )+ (1+p)

Así,
2Tp = (p + 1) + (p + 1) + (p + 1) + … + (p + 1 )+ (p + 1)

¿Cuántas veces está repetido el sumando p + 1 en el miembro derecho de la


última igualdad?. ¡Exacto!, p veces. Por tanto, 2T p = p(p + 1). Por lo que
concluimos que

Hemos obtenido una fórmula que nos permite determinar el valor de T p con sólo
conocer el valor de p. Es una fórmula explícita para calcular T p. Ahora es muy fácil
52

calcular la cantidad de cubos que necesitamos para construir una torre de quince pisos,
esto es, T15:

En la siguiente tabla se presentan los primeros diez valores de T p.

p 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Tn = 1 3 6 10 15 21 28 36 45 55

Si en lugar de armar torres con cubos, dibujamos círculos tangentes (figura


D.3.a), sombreamos cuadrados en un papel cuadriculado (figura D.3.b) o, simplemente,
marcamos puntos sobre una superficie (figura D.3.c), siguiendo siempre el patrón
descrito, entonces la cantidad total de círculos, de cuadrados o de puntos en el k – ésimo
paso de la construcción es la misma:

(a) (b) (c)


Figura D.3

Observe que en todas estas representaciones, se tiene una configuración


triangular. Por eso, los números 1, 3, 6, 10, 15, …, , … se denominan números
triangulares

B) TRIANGULARES, CUADRANGULARES, PENTAGONALES,, ¡n – GONALES


TODOS!

Analicemos, ahora, configuraciones cuadradas. Para representar estas


configuraciones, nos ayudaremos con cuadritos sombreados en una cuadrícula.
Comenzando con un cuadrito (figura D.4.a), se sombrean tres más (figura D.4.b), cinco
más (figura D.4.c) y siete más (figura D.4.d), para pasar sucesivamente, de un cuadrado
de lado 1, a otro de lado 2, de lado 3 y lado 4, donde la unidad de medida es el cuadrito
original.
53

(a) (b) (c) (d)


Figura D.4
Si denotamos por

C1 el número de cuadritos que conforman al cuadrado de lado 1


C2 el número de cuadritos que conforman al cuadrado de lado 2
C3 el número de cuadritos que conforman al cuadrado de lado 3
En general, Cp es el número de cuadritos que conforman al cuadrado de lado p.

Nótese que:

C1 = 1
C2 = C1 + 3 = 1+3 = 4
C3 = C2 + 5 = 1+3+5 = 9
C4 = C3 + 7 = 1+3+5+7 = 16

Cp = Cp – 1 + (2p – 1) = 1 + 3 + 5 + … + (2p – 1) = ¿?

Es fácil demostrar que Cp = p2. Obviamente, los números 1, 4, 9, 16, …, p 2, …


reciben el nombre de números cuadrangulares o cuadrados.

Tenemos también los números pentagonales P k :

P1 = 1
P2 = P1 + 4 = 1+4 = 5
P3 = P2 + 7 = 1+4+7 = 12
P4 = P3 + 10 = 1 + 4 + 7 + 10 = 22

Pk = Pk – 1 + (3n – 2) = 1 + 4 + 7 + … + (3k – 2)

La fórmula explícita para calcular P k se obtiene mediante un procedimiento


análogo al que se aplicó para determinar la fórmula explícita de los números triangulares.
En la figura D.5, se muestra la representación de los cinco primeros números
pentagonales: 1, 5, 12, 22, 35.
54

Los números hexagonales Hk se construyen de la siguiente manera:

H1 = 1
H2 = H1 + 5 = 1+5 = 6
H3 = H2 + 9 = 1+5+9 = 15
H4 = H3 + 13 = 1 + 5 + 9 + 13 = 28

Hk = Hk – 1 + (4k – 3) = 1 + 5 + 9 + … + (4k – 3) = k(2k – 1)

En la figura D.6, se ilustra la sucesión de los cinco primeros números


hexagonales 1, 6, 15, 28, 45. La fórmula explícita de H k también se halla por medio de
un procedimiento análogo al que se aplicó para determinar la fórmula explícita de los
números triangulares.

Figura D.5 Figura D.6

El lector puede hacer una lista de los primeros números heptagonales y


octogonales, así como construir los diagramas correspondientes (es un ejercicio muy
interesante).

Ya que nos hemos familiarizado con los números triangulares, cuadrangulares,


pentagonales, etc., estamos en condiciones de generalizar las definiciones particulares
que hemos visto para polígonos de 3, 4, 5, … lados a polígonos de n lados. Esta
generalización implicará también una modificación en la notación que hemos utilizado
antes; aunque pueda parecer más complicada a primera vista, el lector notará que, en la
práctica, tiene sus ventajas.

Sea n un entero tal que n  3. Consideremos los siguientes números:

1, 1 + (n – 2), 1 + 2(n – 2), 1 + 3(n – 2 ), …, 1 + k(n – 2), 1 + (k + 1)(n – 2), … (*)

( (*) es una progresión aritmética cuyo primer término es 1 y cuya razón es n – 2).

El k – ésimo número n – gonal , denotado por N(k, n) se define como la suma de los k
primeros términos de la lista de números (*). Esto es:
55

N(k, n) = 1 + [ 1 + (n – 2)] + [ 1 + 2(n – 2)] + [ 1 + 3(n – 2 )] + … + [ 1 + (k – 1)(n – 2)]

Al sumar estos términos (puede utilizar la técnica aplicada en la sección anterior), se


obtiene:
N(k, n) =

Veamos algunos ejemplos. El quinto número 3 – gonal , es decir el quinto


número triangular triangular, es

N(5, 3) = = = = 15

El sexto número 7 – gonal, o heptagonal, es

N(6, 7) = = = 81

Algunas propiedades de los números n – gonales , siendo n  3, son:

1) El primer número n – gonal, para todo n  3, es 1.


En efecto, sea n  3. Nótese que

N(1, n) = 1.

2) El segundo número n – gonal, para todo n  3, es n.

Sea n  3. Calculemos N(2, n)


N(2, n) = =n

3) La suma de dos números 3 – gonales consecutivos es un número 4 – gonal (la suma


de dos números triangulares consecutivos es un número cuadrangular)

Antes de hacer la demostración algebraica, invitamos al lector a observar la


figura D.7, que ilustra la propiedad para el caso de los números triangulares consecutivos
N(6, 3) = 21 y N(7, 3) = 28, cuya suma es el número cuadrangular N(7, 4) = 49
56

Figura D.7

Sean N(k, 3) y N(k + 1, 3) dos números triangulares consecutivos.


Hallemos N(k, 3) + N(k + 1, 3) (algunos cálculos elementales se omiten)

N(k, 3) +N(k + 1, 3)= + = = = (k + 1)2 = N(k+1, 4)

Las demostraciones de las siguientes propiedades se dejan al lector:

4) Todo número 6 – gonal es 3 – gonal (todo número hexagonal es triangular)

5) Todo número 5 – gonal es un tercio de un número 3 – gonal.

Observe las figuras D.8 y D.9: sugieren alguna relación entre los números
pentagonales y hexagonales, respectivamente, con los números triangulares. A partir del
análisis de las mismas, elabore conjeturas y demuéstrelas (o refútelas).

Figura D.8 Figura D.9

La figura D.10 (adaptada de una que aparece en el libro Mathematical


Recreations de Maurice Kraitchik) ilustra una propiedad que se le atribuye a Diofanto de
Alejandría, el protagonista de este capítulo. Podemos enunciarla, retóricamente, diciendo
que al multiplicar por ocho un número triangular y sumarle uno, se obtiene un número
57

cuadrangular. Invitamos al lector a formalizar el enunciado de esta propiedad y


demostrarla.

Figura D.10

De la contribución de Diofanto al tema de los números n – gonales trataremos en


la siguiente sección. Para concluir la presente, resumimos en un cuadro algunos
resultados relevantes discutidos hasta ahora. En el cuadro de la figura D.11, señalamos los
primeros seis números n – gonales, para n = 3, 4, 5, 6, 7, 8, así como la fórmula que
permite calcular el k – ésimo término en cada caso.

Ordinal 1° 2° 3° 4° 5° 6° k – ésimo término

Número

Triangular 1 3 6 10 15 21

Cuadrangular 1 4 9 16 25 36

Pentagonal 1 5 12 22 35 51

Hexagonal 1 6 15 28 45 66

Heptagonal 1 7 18 34 55 81

Octogonal 1 8 21 40 65 96

Figura D.11
58

C) Y AHORA … EN 3D

La representación geométrica de los números n – gonales proporciona una


evidencia empírica y visual de muchas propiedades aritméticas de los números naturales;
muestra la íntima conexión de la forma y el número: todo un tema pitagórico. Por eso, no
debe sorprendernos que los números n – gonales fueran estudiados por los matemáticos
de esta escuela en el siglo VI a. C.

Hipsicles de Alejandría (s. II a. C), Theón de Esmirna y Nicómaco de Gerasa


(ambos, aproximadamente en el s. I d.C) realizaron también contribuciones en el campo
de los números figurados. Luego, Mersenne, Pascal, Euler, Gauss, Lagrange, Legendre y
Cauchy. Sin embargo, destacamos aquí a Diofanto de Alejandría (200 – 284,
aproximadamente), quien escribió una obra titulada Sobre números poligonales. Diofanto
cita las definiciones que maneja Hipsicles y desarrolla la temática pitagórica, resolviendo
propiedades concernientes a estos números, haciendo uso de demostraciones geométricas.
Es de destacar que Diofanto extiende la construcción de los números figurados al
espacio. ¿De qué manera?. Apilando sucesivos números n – gonales podemos obtener:
números tetraédricos o piramidales de base triangular (figura D.12), números piramidales
de base cuadrada, números piramidales de base pentagonal, etc.

Figura D.12

Los números piramidales de base triangular se obtienen calculando las sumas


parciales de los números triangulares y suelen llamarse números tetragonales. Si
denotamos por TETk al k – ésimo número tetragonal y por T k al k - ésimo número
triangular, entonces, por definición, tenemos que

TETk = T1 + T2 + … + Tk
59

Los primeros cuatro números tetraédricos son:

TET1 = T1 = 1
TET2 = T1 + T2 = 1 + 3 = 4
TET3 = T1 + T2 + T3 = 1 + 3 + 6 = 10
TET4 = T1 + T2 + T3 + T4 = 1 + 3 + 6 + 10 = 20

A continuación, hallaremos una fórmula que nos permita calcular el k – ésimo


número tetragonal TETk en función de k. Por definición de número tetraédrico y de
número triangular, tenemos que

TETk = T1 + T2 + T3 + … + Tk = 1 + (1 + 2) + (1 + 2 + 3) + … + (1 + 2 + … + k) (1)

¿Cuántas veces se repite el número 1 como sumando en el miembro derecho de la


igualdad (1)?. La respuesta es k veces, porque cada uno de los números T 1, T2 , T3 , … ,
Tk tienen como sumando al número 1. Y el 2, ¿cuántas veces se repite en el miembro
derecho de (1)? . El número 2 aparece como sumando en cada uno de los números T 2 ,
T3 , … , Tk (excepto en T1). Por tanto, 2 está repetido k – 1 veces. Siguiendo este
razonamiento, tenemos que el número 3 se repite k – 2 veces; 4 aparece k – 3 veces y
así, sucesivamente, el número k – 1 está dos veces (lo aportan T k – 1 y Tk) y el número
k está sólo una vez (proviene de T k). Sumemos a ambos miembros de (1) el número

1.2 + 2.3 + 3.4 + … + (k – 2)(k – 1) + (k – 1)k (2)

Así, cada uno de los enteros 1, 2, 3, …, k aparecerá como sumando en el


miembro derecho la misma cantidad de veces, a saber, k veces. Obtendremos:

TETk+[1.2+2.3+3.4+…+(k–2)(k–1)+(k–1)k]=
1+(1+2)+…+(1+2+…+k)+[2+2.3+3.4+…+(k–2)(k–1)+(k–1)k]

(3)

La igualdad (3) implica que:

TETk+ [1.2 + 2.3 + 3.4 +…+ (k–2)(k–1) + (k–1)k] = k (1 + 2 + 3 + … + k) (4)

Analicemos la igualdad (4). Comencemos por el miembro derecho. Nótese que:


60

1+2+3+…+k= (5) (suma de los primeros k enteros positivos)

Ahora veamos el miembro izquierdo. Cada sumando de la expresión

1.2 + 2.3 + 3.4 +…+ (k–2)(k–1) + (k–1)k

es el producto de dos enteros consecutivos. Por tanto, cada sumando es par. Tenemos que
2 es un factor común y, por tanto,

1.2 + 2.3 + 3.4 +…+ (k–2)(k–1) + (k–1)k = 2 [1+3 +3.2 +…+ + ]

= 2 [1+3 +6 +…+ + ] (6)

¿No encuentra algo familiar en los números que se suman (entre corchetes) en la

expresión (6)?. 1, 3, 6, …, . ¡Por supuesto!, son los primeros k – 1 números


triangulares T1, T2, T3, … , Tk – 1. Por definición de número tetragonal, esta suma es
TETk–1 . Ahora bien, ¿qué relación existe entre TETk–1 y TETk ?. Las respectivas
definiciones nos permiten afirmar que

1+3 +6 +…+ + = TETk–1 = TETk – Tk = TETk – (7)

Sustituyendo (7) en (6), obtenemos:

1.2 + 2.3 + 3.4 +…+ (k–2)(k–1) + (k–1)k = 2 [ TETk – ] = 2 TETk – k(k + 1)

(8)

Sustituyendo (8) en el miembro izquierdo de (4) y (5) en el miembro derecho, tenemos


que

TETk + 2 TETk – k(k + 1) = k .

 3 TETk = + k (k +1)
61

 3 TETk =

 3 TETk =

 TETk =

Hemos hallado la expresión explícita que define al k – ésimo número tetragonal

TETk =

Los números piramidales de base cuadrangular o piramidales cuadrados (figura D.13)


se obtienen mediante las sumas parciales de los números cuadrangulares. Denotando por
PCk al k – ésimo número piramidal cuadrado y por Ck al k – ésimo número
cuadrangular, se tiene que

PCk = C1 + C2 + … + Ck

Los primeros cuatro números piramidales cuadrados son:

PC1 = C1 = 1
PC2 = C1 + C2 = 1 + 4 = 5
PC3 = C1 + C2 + C3 = 1 + 4 + 9 = 14
PC4 = C1 + C2 + C3 + C4 = 1 + 4 + 9 + 16 = 30

Figura D.13
62

Dejamos al lector demostrar que

 TETk + TETk+1 = PCk+1

Esto es, la suma de dos números tetraédricos consecutivos es un número


piramidal cuadrado. Observe la analogía con la propiedad correspondiente en el
plano: la suma de dos números triangulares consecutivos es un número
cuadrangular.

 La fórmula anterior permite demostrar fácilmente que

PCk =

Si adoptamos la notación P(k, n) para el k – ésimo número piramidal de base n


– gonal, la fórmula explícita que permite su cálculo es

P(k, n) =
63

LEONHARD EULER
Basilea (Suiza)
15 – 04 – 1.707
CAPÍTULO 5
EULER Y LA TEORÍA DE
San Petersburgo (Rusia)
18 – 09 – 1.783
GRAFOS

“Los matemáticos no estudian objetos, sino


relaciones entre objetos. Pueden reemplazar un
objeto por otro,siempre y cuando las relaciones
permanezcan inalteradas”

Henri Poincaré
(matemático francés, 1.854 – 1.912)

¿Cuál(es) de estas figuras puede(n) dibujarse sin levantar el lápiz del papel?. Este tipo de
acertijo suele aparecer en las secciones recreativas de periódicos y revistas. Una forma de
resolverlo es haciendo trazos (pacientemente) hasta hallar la solución, si ésta existe. Y, ¿si
no existe solución?. Habría que agotar todos los “recorridos” posibles y verificar que
ninguno cubre la figura. Esta actividad podría llevarnos un buen rato; pero, de eso se
trata, de un pasatiempo. Sin embargo, este entretenimiento tiene un trasfondo matemático
muy interesante y no es necesario ensayar con trazos para resolverlo: conociendo ciertas
propiedades de los grafos podemos hallar la solución por simple inspección. En este
capítulo veremos que el interés por resolver un acertijo análogo a estos llevó al
matemático Leonhard Euler a encontrar la solución general a este tipo de problemas. La
explicación detallada de esta solución fue publicada en el artículo titulado Solutio
problematis ad geometriam situs pertinentis (1.736). Esta obra es considerada el acta de
nacimiento de la teoría de grafos.
64

A) PASEOS DOMINICALES POR KÖNIGSBERG

En un triángulo de territorio ruso, enclavado entre Polonia, Lituania y el mar


Báltico, a 54° 34´ N y 20° 30´ E, se encuentra la ciudad que actualmente se llama
Kaliningrado. Fue fundada en 1.255 por el rey Ottokar II de Bohemia con el nombre de
Königsberg, palabra que se traduce del alemán como Monte del Rey o Colina Real
(König: rey y berg: montaña). Allí nacieron, entre otros personajes ilustres, los
matemáticos Christian Goldbach (1.690) y David Hilbert (1.862), el filósofo Immanuel
Kant (1.724) y el físico Gustav Kirchhoff (1.824). Cada piedra, cada muro, cada calle de
esta hermosa y sufrida ciudad puede contarnos muchas historias: sobre caballeros
teutónicos en su fundación; sobre invasiones de distintas procedencias: eslavas (siglo
XIII), rusas (siglo XVIII) y francesas (siglo XIX) y sobre los desmanes de las dos guerras
mundiales que arrasaron esa parte de Europa. Pero, veremos a continuación una historia
ambientada en Königsberg y que se vincula con la génesis de la teoría de grafos y cuyos
protagonistas son un río, dos islas, siete puentes y la personificación de la matemática del
siglo XVIII: Leonhard Euler (se pronuncia oiler, según la fonética alemana).

Imaginemos que estamos en la Königsberg del siglo XVIII. El río Pregel


(actualmente, Pregolya) atraviesa la ciudad y a su paso forma dos islas; éstas, están
comunicadas entre sí y con las dos márgenes principales del Pregel mediante puentes;
siete en total.. En la figura E.1, se muestra un esquema con los nombres de los siete
puentes. Se cuenta que los domingos y días feriados, los habitantes de Königsberg salían
a pasear y se entretenían intentando hacer un recorrido de tal forma que se cruzara cada
uno de los puentes exactamente una vez.

En la figura E.2 se muestra una ruta, pero no es la requerida, porque se ha


quedado un puente, el de la Miel, sin cruzar. Para cruzarlo, tendríamos que pasar de
nuevo por el Puente de Hierro, lo cual va en contra de las condiciones del paseo. ¿Se
anima, estimado lector, a encontrar la ruta?. Puede partir de cualquier lugar, ya sea en
alguna de las islas o en alguna de las márgenes del río e intentar hacer un paseo. ¿Puede
hacerlo pasando por cada uno de los siete puentes solamente una vez?. Vamos,
¡inténtelo!.
65

Figura E.1

Figura E.2

¿Ya encontró la ruta?. Algunos habitantes de Königsberg, luego de varios


intentos fallidos, negaban la posibilidad de tal paseo. Otros dudaban. Mas, en general,
nadie consiguió la tan ansiada ruta ni una explicación de que no existiera.
66

B) ¿QUIÉN DIJO QUE CRUZAR PUENTES NO ES UN PROBLEMA


MATEMÁTICO?

El problema de los siete puentes de Königsberg llegó a oídos de Leonhard Euler


(figura E.3), quien se interesó de tal forma en la cuestión que, no sólo lo resolvió, sino
que redactó un artículo titulado Solutio problematis ad geometriam situs pertinentis,
dando la solución al problema general (para cualquier número de puentes) y estableciendo
las condiciones para la existencia o no de soluciones. El artículo fue publicado en 1.736
por la Academia de Ciencias de San Petersburgo y es considerado el punto de partida de
la Teoría de Grafos. En la figura E.4 se muestra la primera página del citado artículo.

Figura E.3 Figura E.4


Fuentes:
E.3
http://www.europeana.eu/portal/record/9200103/7211EB41A6812B1614CB4F347D62E71EAC398
C59.html
E.4:http://math.dartmouth.edu/~euler/docs/originals/E053.pdf)

Euler planteó el problema en los siguientes términos:

“En la ciudad de Königsberg, en Prusia, hay una isla A llamada Kneiphof,


rodeada por los dos brazos del río Pregel. Hay siete puentes a, b, c, d, e, f y g, que
cruzan por los dos brazos del río. La cuestión consiste en determinar si una persona
puede realizar un paseo de tal forma que cruce cada uno de estos puentes sólo una vez”.

Además, Euler denotó mediante letras mayúsculas A, B, C y D las zonas de la


ciudad de Königsberg (las dos islas y las márgenes principales del río). En la figura E.5
tenemos un croquis de las zonas de la ciudad, así como de los puentes, con sus respectivas
notaciones.
67

¿Mediante cuáles puentes se puede acceder a una determinada zona?. En la


siguiente tabla resumimos las respuestas.

Zona Puentes de acceso Total


A a, b, c, d y e 5 puentes
B a, b y f 3 puentes
C c, d y g 3 puentes
D e, f y g 3 puentes

Figura E.5

El análisis realizado por Euler lo condujo a que la clave de la solución del problema
está en que a cada zona se accede mediante un número impar de puentes. Luego de una
extensa explicación, nuestro matemático generaliza la situación (para cualquier ciudad,
número de zonas y cantidad de puentes) y llega a las siguientes conclusiones:

1) Si hay más de dos zonas de una ciudad a las que se llega (o sale) por un número
impar de puentes, entonces el paseo es imposible.

2) Si solamente hay dos zonas de una ciudad a las que se llega por un número impar
de puentes, el paseo se puede realizar, siempre que se inicie en una de esas dos
zonas.

3) Si a todas las zonas se llega por un número par de puentes, el paseo siempre se
puede realizar, teniendo, incluso, la libertad de iniciarlo en cualquier zona.
68

La primera conclusión da respuesta al problema de los siete puentes de


Königsberg: es imposible dar un paseo de manera que se cruce cada uno de los siete
puentes exactamente una vez.

Antes de comentar y ejemplificar las otras dos conclusiones queremos añadir una
observación. Si las zonas A, B, C y D las representamos mediante puntos y los puentes
a, b, c, d, e, f y g los representamos mediante segmentos o arcos, la figura E.5 puede
esquematizarse como se muestra en la figura E.6. Nótese que dos puntos son extremos de
un segmento o arco si, y sólo si, existe un puente que los comunique. El lector puede
verificar que la información resumida en la tabla anterior y la figura E.5 son equivalentes.
Queremos destacar que la representación de los siete puentes de Königsberg en la forma
como se muestra en la figura E.6 no aparece en el artículo Solutio Problematis ad
geometriam situs pertinentis.

Figura E.6

Para ilustrar la segunda conclusión de Euler, veamos la figura E.7 en la que se


muestra el caso de cuatro zonas A, B, C y D y cinco puentes a, b, c, d y e. Nótese que
a A y a C se accede mediante dos puentes, mientras que a B y a D, mediante tres.
Tenemos, así, sólo dos zonas a las que se llega por un número impar de puentes. Se puede
encontrar un recorrido tal que cada uno de los cinco puentes se cruce una sola vez,
siempre que este recorrido se inicie en B o en D. Por ejemplo, partiendo de la zona B,
hacemos el siguiente itinerario:

B C D A B D

(la letra en la parte superior de la flecha indica cuál fue el puente que se cruzó para pasar
de una zona a otra). El lector puede encontrar otras rutas y observará que si parte de B,
llegará D y viceversa. Si parte de A o de C no podrá cruzar todos los puentes
exactamente una vez.
69

Figura E.7 Figura E.8

Para ilustrar la tercera conclusión, consideremos la figura E.8. Tenemos seis zonas y
ocho puentes. Se pueden cruzar todos una sola vez comenzando por el punto que se
desee, ya que a cada zona se accede mediante un número par de puentes. Uno de estos
itinerarios es:

E B E F A B C D E

Es momento de aclarar la intención del título que le dimos a esta sección del
capítulo dedicado a Euler: ¿quién dijo que cruzar puentes no es un problema
matemático?. Repasemos cómo procedió Euler para resolver el problema de los siete
puentes de Königsberg. Ante la situación real, planteó el problema en lenguaje natural;
luego, introdujo notaciones, hizo un diagrama con estas notaciones y aplicó herramientas
matemáticas para analizar la situación y obtener sus conclusiones. Después interpretó los
resultados, dando solución a la situación real inicial e, incluso, a otras análogas. Este
proceso se denomina modelación matemática; en la figura E.9 se presenta un esquema de
este proceso, tomado del fascículo 17 de El mundo de la matemática (Fundación Polar,
2.004, página 130). La modelación matemática es el proceso mediante el cual se
producen modelos matemáticos que simulan la dinámica de ciertas situaciones de la
realidad. Pero, ¿qué es un modelo matemático?. Es una construcción abstracta que
representa de manera simple algunos aspectos de una situación real y es el resultado de la
matematización del problema original. Un diagrama, una función, una ecuación son
algunos ejemplos de modelos matemáticos.
70

Figura E.9

Los diagramas de las figuras E.6, E.7 y E.8 son grafos. Un grafo es uno de los
modelos matemáticos que nos permiten simplificar problemas complejos. Consiste en un
número finito de puntos y segmentos (o arcos) que representan un determinado sistema.
Los puntos de un grafo reciben el nombre de vértices y los segmentos (o arcos) se llaman
aristas y conectan dos vértices diferentes siempre que exista, según los datos, alguna
relación entre ellos. Se dice que un par de vértices de un grafo son adyacentes si ambos
son extremos de una arista. Toda arista es incidente con sus vértices extremos. Se
denomina valencia o grado de un vértice al número de aristas incidentes con él. Por
convenio, un vértice no se considera incidente consigo mismo.

Para ejemplificar estas nociones, veamos la siguiente situación y su respectivo


grafo: Cecilia, Julio, Miguel y Rosa son cuatro jóvenes que se inscribieron en un
determinado curso. Se sabe que

1.1) Miguel ha estudiado algunos cursos con los otros tres jóvenes mencionados.
1.2) Rosa y Cecilia estuvieron juntas en cursos previos, pero ninguna de las dos estudió
curso alguno con Julio.

Podemos representar esta información en un grafo cuyos vértices denotaremos


con las letras C, J, M y R (iniciales de los nombres de los cuatro jóvenes). Si
convenimos que la relación es “estudió un curso con”, entonces, según el dato 1.1), debe
haber una arista que conecte M con C, una que conecte M con J y otra que conecte M
con R. Según el dato 1.2), el grafo debe tener una arista que conecte R con C. Nótese que
no existe conexión entre R y J, ni entre C y J (ver figura E.10). En la siguiente tabla
indicamos la valencia correspondiente a cada vértice.
71

Vértice Valencia
M 3
C 2
R 2
J 1
Figura E.10

Sigamos conociendo algunos otros aspectos de los grafos. Un camino es una


sucesión de vértices y aristas que describe una ruta en el grafo mediante la cual podemos
llegar de un vértice a otro mediante las aristas definidas en la sucesión. La longitud de un
camino se define como el número de aristas del mismo. Si el vértice inicial y el vértice
final de un camino son el mismo punto, el camino recibe el nombre de circuito. Los
circuitos que recorren cada arista del grafo exactamente una vez se denominan, por
razones históricas, circuitos de Euler.

El diagrama de la figura E.11 es un grafo que tiene seis vértices (A, B, C, D, E


y F) y ocho aristas (p, q, r, s, t, u, v y w). El vértice A se conecta con los vértices B,
C, D y E mediante las aristas p, w, s y t, respectivamente. Por tanto, los pares de
vértices A y B, A y C, A y D , así como A y E son vértices adyacentes. Nótese
que A y F no son vértices adyacentes, pues este par de puntos no son extremos de arista
alguna del grafo. Sin embargo, las siguientes secuencias de vértices y aristas son algunos
caminos de A a F:

(1) A D C F

(2) A E F

(3) A C F

El camino (1) tiene longitud 3, mientras que los caminos (2) y (3) tienen longitud 2.
¿Cuáles son las valencias de cada vértice?.

Nótese que como la valencia de cada vértice es un número par, entonces se


puede recorrer el grafo de tal manera que se pase por cada arista exactamente una vez
(tercera conclusión de Euler), teniendo libertad de comenzar por cualquiera de los
vértices. El siguiente camino es un circuito de Euler que se inicia y termina en A:

A E F C B A C D A
72

Figura E.11

Le dejamos como ejercicio hallar circuitos de Euler que inicien y terminen en


cada uno de los otros vértices. Recalcamos que un circuito de Euler es un camino en el
cual se pasa por cada arista del grafo exactamente una vez. Aquellos caminos que
recorren todos los vértices de un grafo exactamente una vez se denominan caminos
hamiltonianos, en honor al matemático irlandés William Rowan Hamilton (1.805 –
1.865). Por ejemplo, un camino hamiltoniano en el grafo de la figura E.11 es

D A B C F E

Hemos tratado apenas los rudimentos de la teoría de grafos, hay mucho más que
no expondremos aquí. Nuestra intención es despertar interés en el tema, destacando una
de las contribuciones del protagonista de este capítulo, el matemático suizo Leonhard
Euler.

Resumiendo lo visto en esta sección, tenemos que un grafo es un modelo sencillo


que permite representar desde una red de relaciones entre un grupo de personas, así como
también sistemas de carreteras entre ciudades, rutas aéreas, sistema de distribución de
aguas, etc., etc. Lo importante es que en el grafo sea fiel a la situación que modela en el
sentido de que refleje las conexiones existentes entre los vértices, ya sea que éstos
representen personas, ciudades u otros entes. Una vez diseñado el grafo, se procede a la
aplicación de las herramientas matemáticas (definiciones, propiedades, algoritmos, etc.)
con el fin de analizar la situación y obtener conclusiones. Éstas permitirán tomar
decisiones, evaluar la viabilidad de proyectos o implementar planes de optimización,
según sea el caso. Como decía Poincaré, en la frase que elegimos para encabezar este
capítulo: “Los matemáticos no estudian objetos, sino relaciones entre objetos; pueden
reemplazar un objeto por otro siempre y cuando las relaciones permanezcan
inalteradas”.
73

C) LA IMBORRABLE HUELLA EULERIANA

Tratar de enumerar las obras de Leonhard Euler es pretender describir la


matemática del siglo XVIII. Sus trabajos abarcan varias ramas de esta ciencia (cálculo,
teoría de números, geometría, ecuaciones diferenciales,…). Dio importantes aportes en
física (mecánica celeste e hidráulica, teoría ondulatoria de la luz, elasticidad), en
astronomía y hasta incursionó en teoría musical. Euler también se destacó en cartografía.
Se desempeñó como director de la sección de geografía de la Academia de San
Petersburgo y en el Atlas de Rusia de 1.745 aparecen unos veinte mapas realizados por él.
Se le considera el matemático más prolífero de todos los tiempos. A la edad de 28 años
perdió la vista del ojo derecho y alrededor de los 66 años de edad quedó totalmente ciego.
Pero esto no detuvo su incesante actividad científica; de hecho, en el período
comprendido entre 1.766 y 1.783 (desde los 59 años de edad hasta su muerte) Euler
produjo casi la mitad de la herencia intelectual que legó a la humanidad. Con la
cooperación de jóvenes matemáticos quienes tomaban dictado (entre ellos, su hijo Johann
Albrecht) este notable y persistente ser humano llegó a hacer tantos libros y artículos que
la Academia de San Petersburgo siguió publicando sus obras inéditas 50 años después de
su muerte. Por sólo citar algunos de sus libros, nombraremos los siguientes:

 Mecánica , obra en dos tomos (1.736 – 37)


 Ensayo sobre Nueva Teoría Musical (1.739)
 Methodus inveniendi lineas curvas (1.740)
 Tratado de Cálculo Variacional (1.744)
 Introducción al Análisis Infinitesimal (1.748)
 Cálculo Diferencial (1.755)
 Teoría del Movimiento de los Cuerpos Rígidos (1.765)
 Aritmética Universal (1.767)
 Cálculo Integral, obra en tres tomos (1.768, 1.769, 1.770)
 Nueva Teoría del Cálculo de la Órbita de la Luna (1.772)
 Teoría de la Construcción Naval y Navegación (1.778)

Muchas de las notaciones que empleamos actualmente en matemática se las


debemos a Euler, entre ellas:

 la letra e para la base de los logaritmos neperianos (1.727)


 la notación f(x) para la imagen de x a través de la función f (1.734)
 la notación ∑ para la sumatoria (1.755)
74

 la letra i para la unidad imaginaria (1.777)

Igualdades famosas llevan el nombre de Euler:

 La identidad de Euler: ei + 1 = 0, es considerada “la fórmula más


bella de la matemática”, ya que conjuga números tan notables como e, i
y , así como 0 y 1 (elementos neutros de la adición y multiplicación,
respectivamente).
 La fórmula de Euler para los poliedros: C + V – A = 2, siendo C el
número de caras, V el de vértices y A el de aristas de un poliedro
dado.
 La fórmula de Euler en análisis complejo: eix = cos x + i sen x, para
todo número real x.

Quedamos en deuda en este resumen de la huella dejada por Euler. Terminamos con
una frase atribuida al matemático francés Pierre Simón Laplace (1.749 – 1.827):

“Lean a Euler: él es nuestro maestro en todo”.


75

LEONARDO DE PISA
(FIBONACCI)
1.170 Pisa, Italia
CAPÍTULO 6
1.250 Pisa, Italia
FIBONACCI Y
EL ÁLGEBRA EN LA EUROPA MEDIEVAL

“Nueve son las cifras indias de los números: 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1


Con estas nueve cifras y con el signo 0, que los árabes llaman sirf,
se escribe cualquier número, como más abajo será demostrado”

Leonardo de Pisa , Fibonacci

Abacistas y algorítmicos en la Edad Media. (De la obra de R. Recorde, 1.543).

Leonardo de Pisa, más conocido como Fibonacci, introdujo en Europa el sistema de


numeración indo-arábigo en 1.202, con su libro Liber Abaci. A partir de entonces, se
desató una dura polémica entre los “abacistas”, partidarios de la notación romana para
asentar los resultados de sus cálculos realizados mediante ábacos y los “algorítmicos”,
detractores de dicha notación, dispuestos a mostrar la superioridad del nuevo sistema de
numeración y sus algoritmos. Se llegaron a dar competencias entre abacistas y
algorítmicos, verdaderos torneos medievales en el terreno de las destrezas en cómputo.
En algunos lugares de Europa el cálculo por algoritmos llegó a quedar formalmente
prohibido por la ley y tenía que realizarse en secreto. El nuevo sistema de numeración no
llegó a generalizarse por completo hasta el siglo XVI, cuando se empezó a disponer de
suficiente papel para efectuar los cálculos, con lo cual el ábaco fue cayendo en desuso.
La invención de la imprenta también fue un factor determinante en la consolidación del
sistema de numeración indo-arábigo y sus algoritmos. En este capítulo trataremos
algunos aspectos de dos obras de Fibonacci: Liber Abaci y Liber Quadratorum.
76

A) COMENCEMOS CON ALGO DE HISTORIA

Estamos tan acostumbrados a los numerales 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 que nos


parece extraño que en algún momento de la historia hubo sociedades que no los utilizaron
y hasta los rechazaron, imponiendo leyes que prohibían su uso (por ejemplo, el Consejo
de Florencia en 1.299). También nos puede resultar asombroso que los signos + y –
(sí, esos que cotidianamente utilizamos para la adición y la sustracción) aparecieran por
primera vez en 1.489, en un libro de aritmética escrito por el matemático checo Johannes
Widmann (1.462 – 1.498). ¿Y qué decir del símbolo de la igualdad, nuestro tan familiar
par de segmentitos paralelos = ?. Se utilizó por primera vez en el libro The Whetstone of
Witte, publicado en 1.557 por el matemático galés Robert Recorde (1.510 – 1.558). Cabe
destacar que = no ganó popularidad de manera inmediata, muchos prefirieron seguir
usando la abreviatura ae (primeras letras de la palabra aequalis, que en latín significa
igual) hasta bien entrado el siglo XVIII. Algo similar ocurre con la notación para las
incógnitas de una ecuación, los exponentes, los radicales, las desigualdades, … .
Debieron pasar años (y varias disputas entre adeptos y detractores) para que se llegara a
un consenso en la forma de simbolizarlos. No queremos que estos comentarios se
interpreten sólo como algo anecdótico. Debemos tener en cuenta que los sistemas de
numeración y las notaciones son algo más que un conjunto de símbolos adoptados por un
grupo de personas: son un vehículo para codificar y decodificar las ideas de esas
personas, ideas que están asociadas con los objetos de estudio y con los métodos propios
de la disciplina en cuestión (en nuestro caso, el álgebra). Si el vehículo es lento o
inapropiado (perdónenme la simpleza de la frase), no llegaremos muy lejos. Pero
también, la necesidad de llegar a un determinado lugar, nos obliga a cambiar de vehículo,
siempre que tengamos los recursos y la madurez para fabricarlo y conducirlo.

La notación algebraica se ha desarrollado a lo largo de la historia, pasando por


tres fases sucesivas. La primera fase recibe el nombre de álgebra terminológica o álgebra
retórica. Se caracteriza por la ausencia total de símbolos, todo se expresa mediante
palabras, en la lengua del autor (¿se imagina, estimado lector?, las ecuaciones, las
soluciones, los procedimientos de cálculo, todo, todo escrito en palabras). El álgebra de
las antiguas civilizaciones babilónica y egipcia, que nos legaron sus conocimientos en
tablillas de arcilla y papiros, respectivamente, están en esta fase. En la siguiente aparece
el álgebra sincopada. El verbo sincopar significa abreviar, acortar. Ciertas palabras de
utilización habitual y repetitivo en los procedimientos algebraicos comienzan a abreviarse
para aligerar el texto. Esta práctica de abreviación fue generalizándose cada vez más,
llegando a aparecer símbolos que ya no tenían ninguna relación con las palabras que
representaban. Hay que destacar, que las abreviaturas tenían un carácter “local”, se
transmitían de maestros a discípulos, de autores a lectores. El álgebra desarrollada por
Diofanto de Alejandría en su monumental obra Aritmética (siglo III) corresponde a la
fase del álgebra sincopada. De hecho, Diofanto introduce notaciones para las incógnitas y
77

para la resta. El álgebra de los matemáticos indios, retórica en sus inicios, se ubica ya en
la fase sincopada con los trabajos de Brahmagupta en el siglo VII. La mayoría de los
matemáticos indios se quedaron en esta etapa, ya que nunca tuvieron intención de utilizar
otros símbolos que no fuesen las primeras sílabas de sus palabras para indicar las
operaciones consideradas. Poco a poco, la palabra sincopada acabó adquiriendo el valor
de un auténtico símbolo algebraico. Por ejemplo, en Europa, la palabra latina minus
representaba la sustracción entre dos cantidades. En un primer paso se abrevió por ;
luego, se fue prescindiendo de la m quedando el símbolo – . La última fase en la
evolución de la notación del álgebra recibe el nombre de álgebra simbólica actual. Esta
fase surge a partir de los esfuerzos y contribuciones de los matemáticos europeos tales
como: Fibonacci, Gerolamo Cardano, François Viète y René Descartes, entre otros.

No podemos dejar de mencionar la influencia de los árabes en el proceso del


desarrollo del álgebra. A partir de la segunda mitad del siglo VIII acometieron un proceso
de traducción al árabe de las principales obras relacionadas con la matemática (y la
ciencia en general) conocidas hasta la época. Citaremos, entre ellas, los textos griegos,
como los Elementos de Euclides y el Almagesto de Ptolomeo (el catálogo estelar más
completo de la antigüedad) y los textos indios como los Siddhanta, con el que entraron
en contacto con el sistema de numeración indio. La persona más influyente en la
matemática árabe en esa época es Abu Al – Khwarizmi (Bagdad (¿?), 780 – 850). Se le
considera uno de los principales sabios del Islam: astrónomo, geómetra y matemático. Al
– Khwarizmi escribió un tratado de álgebra titulado Hisab al-jabr w'al-muggabala. El
significado de este título es ciencia de la completación (o transposición) y de la
reducción (o balance). El álgebra de Al – Khwarizmi es retórica. De la palabra al-jabr se
deriva la palabra álgebra, así como de Al – Khwarizmi se deriva la palabra algoritmo.

Volviendo al álgebra en la Europa Medieval, cabe señalar que fue de gran


impulso para su desarrollo la creación de los centros de enseñanza. Con anterioridad, tan
solo algunos monjes se dedicaron a estudiar las obras de ciencias naturales y matemáticas
de los antiguos. Hubo que esperar a que los musulmanes rompieran la barrera lingüística.
Hacia el siglo XII, la labor de los traductores fue determinante. Destacamos al
matemático italiano Gerardo de Cremona (Cremona 1.114 – Toledo 1.187), quien vivió
en Toledo (España) y tradujo del árabe al latín las obras del astrónomo griego Ptolomeo
(85 – 165) ; de los hermanos Banu Musa (tres hermanos árabes que individualmente
trabajaron en áreas diferenciadas y pero, grupalmente estudiaron la matemática desde los
griegos antiguos; vivieron entre los años 800 y 875); Abu al – Nayrizi (989 – 1.079),
comentarista de los Elementos de Euclides y autor de un tratado de trigonometría
esférica; Thabit ibn Qurra (836 – 901) , con valiosos aportes en teoría de números; Abu
Kamil (850 – 930) sucesor de Al – Khwarizmi, quien aplicó métodos del álgebra en la
resolución de problemas geométricos) y Ahmed ibn Yusuf (835 – 912) , cuyo trabajo
sobre razones y proporciones es una obra en la que comenta y complementa el quinto
libro de los Elementos de Euclides. Se reconoce que este trabajo de Ahmed ibn Yusuf, tan
78

detallado y cuidadosamente escrito, constituye una influencia temprana para los


matemáticos europeos de la época, entre ellos Leonardo de Pisa, mejor conocido como
Fibonacci (figura F.1).

Hemos llegado al protagonista de nuestro capítulo. Se sabe que su padre,


Guillermo Bonacci, era representante mercantil de la república de Pisa (sí, para la época
Pisa era una república) y fue enviado a Argelia a ejercer un cargo diplomático. Se llevó a
su hijo, Leonardo. Así fue como el pequeño filio di Bonacci (de ahí viene el apodo,
Fibonacci), nacido en Italia en 1.170, se educó en el norte de África y entró en contacto
con la matemática árabe, con toda su carga griega e india. En el año 1.200, Fibonacci
regresa a Pisa. De sus obras se conservan copias de Liber Abaci, publicada en 1.202 y con
una segunda edición en 1.228 (en la figura F.2 se muestra una de sus páginas); Practica
geometriae , publicada en 1220; de 1.225 datan las obras Flos y Liber Quadratorum.
Debemos destacar que Fibonacci vivió antes de la invención de la imprenta europea, por
lo que sus libros eran manuscritos (comentamos que la invención de la imprenta se
atribuye al alemán Johannes Gutenberg alrededor del año 1.440, pero hay polémica al
respecto y la imprenta parece tener varios “padres”). Es una fortuna contar con copias de
estas obras, pero se sabe que algunos trabajos de Fibonacci se han perdido. Hacia 1.240,
Fibonacci recibió, en forma de salario pagado por la República de Pisa, reconocimiento
por los servicios prestados a la ciudad, por las enseñanzas que de él recibieron los
ciudadanos. En las próximas secciones daremos algunos detalles de las obras Liber Abaci
y Liber Quadratorum.

Figura F.1 Figura F.2

Fuentes:
http://mt.wikipedia.org/wiki/Image:Fibonacci2.jpg
F.1:
F.2: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Liber_abbaci_magliab_f124r.jpg?uselang=es
79

B) LIBER ABACI: MUCHO MÁS QUE LA REFERENCIA DEL PROBLEMA DE


LOS CONEJOS

Comentamos anteriormente que el conocimiento de los numerales indios y los


algoritmos de las operaciones aritméticas llegaron a Europa (concretamente a España) en
la segunda mitad del siglo X traídos por los árabes. Sin embargo, su uso aún no era una
práctica generalizada en tiempos de Fibonacci, quien en 1.202 publica su obra más
conocida: Liber Abaci. Como lo establece el propio autor en el prefacio de su
manuscrito, gracias a sus viajes y sus estudios, él conoció el sistema de numeración indio
y sus métodos de cálculo (al cual cataloga de superiores a otros) y expresa su deseo de dar
estos conocimientos a sus conciudadanos. No oculta su propósito de reemplazar el
sistema de numeración romano por el indio y el cálculo mediante el ábaco por el cálculo
algorítmico con “lápiz y papel”, para que sean utilizados, no sólo por las personas de
ciencia, sino también por los comerciantes y el ciudadano común. Las demostraciones y
soluciones se presentan como un álgebra terminológica o retórica.

Liber Abaci es una obra teórico – práctica, organizada en quince capítulos.


Introduce con todo detalle los nueve numerales indios y el cero (que es indio también),
explicando cómo puede expresarse con ellos cualquier número (ver la frase que encabeza
el capítulo). Establece la forma de realizar operaciones en este sistema de numeración (sin
ábaco), con números enteros y fracciones. Para reforzar la enseñanza de estos nuevos
métodos aritméticos y algebraicos, Fibonacci presenta un cúmulo de aplicaciones, en
forma de problemas, a todo tipo de situaciones de negocios y comercio, conversión de
unidades monetarias, pesos y capacidad, métodos de trueque, repartición y asignación de
ganancias. En cuanto a los métodos algebraicos expuestos, se nota la influencia no sólo de
los indios y árabes, sino de los griegos: Fibonacci cita los Elementos de Euclides y aplica
muchas propiedades de los números dados por éste. De manera que en Liber Abaci
encontramos métodos antiguos, métodos adquiridos por los árabes, los cuales fueron
asimilados de las culturas griega e india, principalmente, y métodos que son
contribuciones originales de Fibonacci. A continuación, damos la lista de los capítulos y
sus títulos.

Capítulo 1: Sobre la lectura y escritura de los números en el sistema indo-arábigo.


Capítulo 2: Sobre la multiplicación de números enteros.
Capítulo 3: Sobre la adición de números enteros.
Capítulo 4: Sobre la sustracción de números menores de mayores.
Capítulo 5: Sobre la división de números enteros.
Capítulo 6: Sobre la multiplicación de números enteros por fracciones.
Capítulo 7: Sobre la adición, sustracción y división de números con fracciones.
Capítulo 8: Sobre la determinación de precios de las mercancías más comunes.
80

Capítulo 9: Sobre los cambios de mercancías y cosas similares.


Capítulo 10: Sobre compañías y sus miembros.
Capítulo 11: Sobre la conversión de Monedas.
Capítulo 12: Sobre problemas y soluciones.
Capítulo 13: Sobre la regla de la falsa posición.
Capítulo 14: Sobre cómo hallar raíces cuadradas y raíces cúbicas y la multiplicación,
división y sustracción de ellas.
Capítulo 15: Sobre reglas geométricas pertinentes y problemas de álgebra.

El problema número 18, del capítulo 12, es el más famoso del Liber Abaci y, no
siendo la mayor contribución del autor, es la que ha inmortalizado su nombre (o apodo,
en este caso). Lo comentaremos brevemente. Su enunciado más general es el siguiente:

“ Alguien metió una pareja de conejos en un lugar cerrado de muros para


conocer cuántas parejas de conejos nacerían en el curso de un año, si la naturaleza de
los conejos es tal que cada pareja produce otra pareja al cabo de un mes y las conejas
pueden parir a los dos meses de haber nacido”.

En la figura F.3 se muestra un esquema de la reproducción de los conejos,


suponiendo que la pareja inicial aún no está en edad de reproducirse cuando fue
encerrada; se tiene que la cantidad de parejas mes a mes es: 1, 1, 2, 3, 5, , 13, 21, …
Esta es la versión más generalizada de la solución del problema, de hecho se da la
siguiente fórmula de recurrencia para calcular la cantidad de parejas en el n – ésimo mes:

si n > 2

Lo cierto es que la fórmula anterior no aparece en Liber Abaci. Ésta, así como
muchas de las propiedades básicas de esta sucesión, fueron definidas y estudiadas por
otros matemáticos, entre quienes destacamos al francés Edouard Lucas (1.842 – 1.891).
En la solución dada por Fibonacci al problema de los conejos, se tiene el siguiente
razonamiento: puesto que la primera pareja da descendencia el primer mes, multiplíquese
por dos y resultan ya dos parejas; de ellas, una pareja (la primera) produce también al mes
siguiente de modo que en el segundo mes resultan tres parejas; de ellas, al mes siguiente
dos parejas darán descendencia de modo que en el tercer mes nacerán dos parejas más y
el número de parejas llegará a cinco,… Vemos que la secuencia de números es 2, 3, 5, 8,
13, 21, … y da como respuesta la cantidad de 377 parejas. Eso es todo lo que aparece en
la obra de Fibonacci acerca de los números o sucesión que lleva su nombre.
81

Figura F.3

Queremos destacar de la obra Liber Abaci algunos aspectos relacionados con los
métodos propios del álgebra de la época; por ejemplo, la resolución de sistemas de
ecuaciones diofánticas (ecuaciones con coeficientes enteros y soluciones enteras).
Consideremos el siguiente problema:
Un hombre compra 30 aves, entre perdices, palomas y gorriones; gasta un total
de 30 denarios. Sabiendo que cada perdiz costó 3 denarios, cada paloma costó 2
denarios y cada gorrión, medio denario. ¿ Cuántas aves de cada tipo compró este
hombre?.

En primer lugar, veamos una forma de resolver el problema con las


“herramientas” matemáticas actuales. Comenzamos reconociendo que tenemos tres
incógnitas, a saber, la cantidad de perdices, la cantidad de palomas y la cantidad de
gorriones que compró este hombre. Les asignamos una notación a cada incógnita y
siguiendo la tradición, sean

x la cantidad de perdices
y la cantidad de palomas
z la cantidad de gorriones

Como compró 30 aves, entonces x + y + z = 30 (1). Por otra parte, teniendo en cuenta
el precio de cada ave, tenemos que gastó

3x denarios en perdices
2y denarios en palomas
denarios en gorriones
82

Como pagó en total 30 denarios, entonces 3x + 2y + = 30 (2)

En consecuencia, la respuesta al problema debe ser la solución, en números


enteros positivos, del sistema de dos ecuaciones con tres incógnitas:

Multiplicando la ecuación (2) por 2, obtenemos 6x + 4y + z = 60 (3)

De (3) tenemos que z = 60 – 6x – 4y (4)

Sustituyamos (4) en (1) y reduzcamos términos semejantes. Obtenemos la


ecuación 5x + 3y = 30.

De donde, 5x = 3(10 – y) (5)

Recordemos que sólo nos interesan soluciones enteras positivas de la ecuación (5).
Observemos que:

 x y 10 – y son números enteros


 como x es no negativo, también lo son 5x y 3(10 – y)

En consecuencia, la igualdad (5) nos indica que 5 divide a 3(10 – y). Pero, como
3 y 5 son primos relativos, debe ser que 10 – y es un múltiplo positivo de 5. Se tiene
que 10 – y = 5, de donde y = 5. Luego, 5x = 15 y, así, x = 3. Finalmente, z = 60 – 18 –
20 = 22. La respuesta es la siguiente: el hombre compró 3 perdices, 5 palomas y 22
gorriones. Se comprueba que son 30 aves por el precio total de 30 denarios.

Ahora bien, ¿cómo resolvió Fibonacci este problema?. Recordemos que en su


época no se tenía ni las notaciones ni ciertos métodos con los que contamos actualmente.
Fibonacci hace un retórico análisis de los datos, relacionando la cantidad de aves
compradas (30) con la cantidad de dinero gastado (30 denarios) y da la idea para hallar
una relación que vincule n aves con n denarios. Señala que:

A) con cinco (5) denarios puede comprar cinco (5) aves:


una (1) perdiz y cuatro (4) gorriones.

B) con tres (3) denarios puede comprar tres (3) aves:


una (1) paloma y dos (2) gorriones.
83

Entonces, con quince (15) denarios puede comprar:

C) tres (3) perdices y doce (12) gorriones (que representa el triple de A)


o bien
D) cinco (5) palomas y diez (10) gorriones (que es el quíntuple de B)

Como 30 es el doble de 15, con 30 denarios se puede comprar los dos lotes
posibles C) y D), es decir, 3 perdices, 5 palomas y 22 gorriones.

Nótese que Fibonacci establece combinaciones lineales que representan el gasto


de n denarios en la compra de n aves. Trabaja con dos combinaciones: la de cinco aves
por cinco denarios, la cual denotaremos C5 y la de tres aves por tres denarios, la cual
denotaremos C3. La solución al problema es la combinación 3C5 + 5C3 (esta notación no
aparece en Liber Abaci), la cual relaciona treinta aves por treinta denarios. Fibonacci
concluye explicando que es posible encontrar combinaciones que permitan resolver el
problema para otros valores, aparte del treinta. Por ejemplo, si el problema se plantea con
los mismos precios por ave dados anteriormente, pero indicando que se compraron veinte
aves por veinte denarios, la combinación C5 + 5C3 da la respuesta: 1 perdiz (3 denarios),
5 palomas (10 denarios) y 14 gorriones (7 denarios). En la tabla siguiente se resumen las
combinaciones analizadas, así como se ejemplifican otras. Se deja esta interrogante para
el lector: ¿tiene solución el problema para n aves por n denarios, para todo entero positivo
n?. De existir la solución, ¿es única?.

Perdices Palomas Gorriones


C5 1 0 4
5 aves, 5 denarios (3 denarios) (0 denarios) (2 denarios)
C3 0 1 2
3 aves, 3 denarios (0 denarios) (2 denarios) (1 denario)
2C5 + C3 2 1 10
13 aves, 13 denarios (6 denarios) (2 denarios) (5 denarios)
C5 + 5C3 1 5 14
20 aves, 20 denarios (3 denarios) (10 denarios) (7 denarios)
3C5 + 5C3 3 5 22
30 aves, 30 denarios (9 denarios) (10 denarios) (11 denarios)
5C5 + 2C3 5 2 24
31 aves, 31 denarios 15 denarios 4 denarios 12 denarios
4C5 + 4C3 4 4 24
32 aves , 32 denarios 12 denarios 8 denarios 12 denarios
6C5 + C3 6 1 26
33 aves, 33 denarios 18 denarios 2 denarios 13 denarios
84

C) LA OBRA MAESTRA: LIBER QUADRATORUM

En 1.225, Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, durante
su paso por Pisa, decide conocer al famoso matemático de la ciudad. Comisiona a dos
miembros de su corte para que preparen el encuentro, el cual, como era la costumbre,
incluía un torneo matemático. Johannes de Palermo y Theodorus Physicus fueron los
encargados de organizar la justa, así como seleccionar los problemas para comprobar el
talento de Fibonacci. Le plantearon tres problemas. Afortunadamente, Fibonacci salió
bien librado del desafío. Uno de los problemas planteados por Johannes de Palermo es el
siguiente:

Halle un número cuyo cuadrado, al sumarle y restarle cinco, dé otros cuadrados.

La solución determinada por Fibonacci en el torneo es . Nótese que

Al parecer, a Fibonacci le resultó muy interesante el problema y empezó a


trabajar en una versión más general del mismo. Esta versión es

Halle un número cuyo cuadrado, al sumarle y restarle un número dado, dé otros


cuadrados

Fruto de este trabajo, es su obra Liber Quadratorum o Libro de los Números


Cuadrados, publicado el año 1.225. Curiosamente, el número 1.225 es un cuadrado: 352.
Liber Quadratorum está dedicado a Federico II y comienza con una exposición en la que
Fibonacci da a conocer cómo el problema que le planteó Johannes de Palermo le inspiró
la búsqueda de una solución a la versión generalizada del problema. La obra consta de
veinte proposiciones que constituyen una selección de propiedades que llevan a
resolverlo. Para muchos historiadores, Liber Quadratorum es la obra maestra de
Fibonacci y la catalogan como la mayor contribución que haya recibido la teoría de
números entre las obras de Diofanto en el siglo III y las obras de Pierre de Fermat en el
siglo XVII. Entre las principales propiedades que demuestra Fibonacci en este libro están:

 las relacionadas con ternas pitagóricas (ternas de números enteros x, y, z tales


que x2 + y2 = z2)
85

 la no existencia de enteros a y b tales que a 2 + b2 y a2 – b2 sean ambos


enteros
 la no existencia de enteros a, b, c tales que a4 – b4 = c2
 la llamada identidad de Fibonacci:

(a2 + b2) (c2 + d2) = (ac – bd)2 + (bc + ad)2

Hacemos la observación de que hemos enunciando estas propiedades con las


notaciones del álgebra actual, mas el Liber Quadratorum es una obra del álgebra en su
fase retórica. Para concluir, vamos a presentar una forma de resolver el problema que le
planteó Johannes de Palermo a Fibonacci, con las herramientas de las que disponemos
actualmente, pero en la línea de las ideas de Fibonacci. Se sabe que para cualesquiera m,
n se tiene que:
(*)

Para demostrar esta igualdad, consideremos la expresión .


Nótese que:

Observemos la igualdad (*) más detenidamente y tratemos de establecer


conexiones con el problema que nos ocupa: halle un número cuyo cuadrado, al sumarle y
restarle cinco, dé otros cuadrados. Vemos la figura F.4

Figura F.4

Si pudiéramos encontrar enteros m y n tales que = 5 el problema


tendría soluciones enteras, a saber, x = m2 + n2. Pero, de esta última igualdad se tiene
que, de ser m y n enteros, entonces 5 sería un múltiplo de 4, lo cual es falso. En
86

consecuencia, el problema no tiene soluciones enteras. Veamos cómo podemos encontrar


soluciones racionales, si existen. Dividamos ambos miembros de la igualdad (*) entre
p2, siendo p un entero positivo. Obtenemos así,

 =

Mediante un razonamiento análogo al que hicimos anteriormente, tenemos que

= 5 y la solución sería x =

Ahora bien, si = 5, entonces 4mn(m2 – n2) = 5p2 (**)

De (**) se deduce que 4 divide a 5p 2 y por ser 4 y 5 primos relativos,


debe ser que 4 divide a p2. Esto significa que p es un número par. En consecuencia,
existe un número entero h tal que p = 2h. Sustituyendo p = 2h en (**) y simplificando,
obtenemos

4mn(m2 – n2) = 20h2  mn(m2 – n2) = 5h2 (***)

Analicemos la igualdad (***). Como h es entero, uno de los factores del


miembro izquierdo debe ser un múltiplo de 5. Hagamos m = 5, el menor múltiplo positivo
de 5. Luego,
5n(25 – n2) = 5h2  n(25 – n2) = h2

El número n(25 – n2) debe ser un cuadrado. El lector no tendrá dificultad en


verificar que el menor valor de n que cumple este requisito es n = 4. Tenemos así,

4 (25 – 16) = h2  36 = h2  h = 6

En consecuencia, p = 2h = 12. Por tanto,

x= =

que la solución dada por Fibonacci. ¿Existen otras soluciones para este problema?.
87

JOHANN CARL FRIEDRICH GAUSS


Brunswick (Alemania)
30 – 04 – 1.777
Göttingen (Alemania) CAPÍTULO 7
23 – 02 – 1.855
GAUSS Y
LA ARITMÉTICA MODULAR
“La matemática es la reina de las ciencias y la
teoría de números es la reina de la matemática”
Gauss

Supongamos que en este momento son las 4 de la tarde. Si le digo: ¿qué hora era hace 2
horas?. Su respuesta, casi sin pensarla, es que eran las 2 de la tarde (por supuesto, 4 – 2 =
2). Y, ¿qué hora era hace 5 horas?. Su respuesta, casi tan espontánea como la anterior, es
que eran las 11 de la mañana (¿acaso 4 – 5 = 11?). Y, ¿ qué hora será dentro de 9 horas?.
Me responderá: la 1 de la mañana del día de mañana (es decir, ¿4 + 9 = 1?). Sus
respuestas son correctas, lo que parece algo absurdo son las igualdades 4 – 5 = 11 y 4 +
9 = 1. Claro, escritas así, sacadas de contexto, pueden parecer absurdas. Pero, lo cierto, es
que usted efectuó las operaciones en un sistema de congruencias módulo 12. Usted aplicó
aritmética modular. Carl Gauss sistematizó la aritmética modular en su obra
Disquisitiones Arithmeticae (Disquisiciones Aritméticas), publicada en 1.801. En este
capítulo veremos algunas propiedades de esta aritmética y algunas de sus aplicaciones.
88

A) ¿QUÉ SE ENTIENDE POR CONGRUENCIA MÓDULO n?.

En 1.801, cuando contaba veinticuatro años de edad, el matemático alemán Carl


Gauss (figura G.1) publicó el libro Disquisitiones Arithmeticae (Disquisiciones
Aritméticas). En la figura G.2 se muestra la portada de este libro. Esta obra es
considerada como inspiradora de todos los teóricos posteriores en lo que se refiere a la
teoría de congruencias módulo n (o aritmética modular). Si bien es cierto que la noción de
congruencia estaba presente en la matemática de la antigüedad (Grecia, India, China) y
fue tratada en los trabajos de Fermat y Euler, en Disquisitiones Arithmeticae se
sistematiza la teoría.

Figura G.1 Figura G.2


Fuentes:
G.1 : http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Carl_Friedrich_Gauss.jpg?uselange=s
G.2: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/e3/Disqvisitiones-800.jpg?uselang=es

Para introducir la idea de congruencia módulo n, siendo n un entero positivo,


consideremos las tablas que se muestran en la figura G.3 (observe cómo se han dispuesto
los números enteros en cada tabla). La primera tabla tiene una sola columna que se ha
denotado por 1A, la segunda tabla tiene dos columnas, denotadas por 2A y 2B y, así,
sucesivamente. Al disponer los números de esta manera, se tiene que la diferencia de dos
cualesquiera elementos de una misma columna es divisible por el número de columnas de
la tabla. En efecto,

 la diferencia de dos elementos cualesquiera de la columna 1A es divisible por 1.


 la diferencia de dos elementos cualesquiera de la columna 2A es divisible por 2,
así como también lo es la diferencia entre dos elementos cualesquiera de la 2B.
89

 la diferencia de dos elementos cualesquiera de la columna 3A (3B o 3C) es


divisible por 3.
 la diferencia de dos elementos cualesquiera de la columna 4A (4B, 4C o 4D) es
divisible por 4.

1A 2A 2B 3A 3B 3C 4A 4B 4C 4D

–2 –4 –3 –6 –5 –4 –8 –7 –6 –5
–1 –2 –1 –3 – –1 –4 –3 –2 –1
0 0 1 0 1 2 0 1 2 3
1 2 3 4 4 5 5 7
2 4 5 6 7 8 8 9 8 11
3 6 7 9 10 11 12 13 14 15
4 8 9 12 13 14 16 17 18 19
5 10 11 15 16 17 20 21 22 23
6 12 13 18 19 20 24 25 26 27
7 14 15 21 22 23 28 29 30 31
8 16 17 24 23 26 32 33 34 35
9 18 19 27 26 29 6 37 38 9

Figura G.3

Dicho de otra manera, si fijamos dos números cualesquiera en una misma


columna, podemos ir de uno de ellos al otro avanzando o retrocediendo “de n en n”,
siendo n el número de columnas de la tabla. Por ejemplo, si nuestra tabla tiene seis
columnas (ver figura G.4) y en la columna 6B fijamos dos números, supongamos – 5 y
13, entonces partiendo de – 5 llegamos a 13 avanzando tres veces de 6 en 6 (esto es, – 5
+ 3.6 = 13). Recíprocamente, partiendo de 13 llegamos a – 5, retrocediendo tres veces de
6 en 6 (13 – 3.6 = – 5). Si en la columna 6E fijamos 28 y 4, del primero al segundo
número llegamos retrocediendo de 6 en 6, cuatro veces (nótese que 28 – 4.6 = 4),
mientras que si partimos de 4 llegamos a 28 mediante 4 avances de 6 en 6 (4 + 4.6 = 28).

En general, si tenemos una tabla con n columnas y fijamos dos números a y b,


distintos, en una determinada columna, entonces existe un entero k, positivo o negativo
(según avancemos o retrocedamos para llegar desde b hasta a), de manera que a = b + nk.
90

6A 6B 6C 6D 6E 6F

–6 –5 –4 –3 –2 –1
0 1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11
12 13 14 15 16 17
18 19 20 21 22 23
24 25 26 27 28 29

Figura G.4

En la sección 1 de sus Disquisitiones Arithmeticae, Gauss formaliza esta idea y


establece la definición de congruencia módulo n y en la sección 2 presenta la notación
que se utilizará para indicar la congruencia entre enteros y que es adoptada por “la gran
analogía que existe entre la igualdad y la congruencia” (explicaremos esta analogía en la
próxima sección).

Parafraseando a Gauss, decimos que si n divide a – b, entonces a es congruente


con b módulo n. Se escribe a  b (mod n). Así, por ejemplo,

74 (mod 3) porque 3 divide a 7 – 4


16  – 4 (mod 5) porque 5 divide a 16 – (– 4)
– 17  – 9 (mod 8) porque 8 divide a – 17 – (– 9)
12  12 (mod 7) porque 7 divide a 12 – 12

Nótese que si a  b (mod n), entonces n divide a a – b y, en consecuencia,


existe un entero k tal que a – b = nk. De donde, a = b + nk, siendo k un entero.
Recíprocamente, si a = b + nk, con k entero, se tiene que a – b = nk y, por tanto, n
divide a a – b. Se concluye que a  b (mod n). Hemos probado que

a  b (mod n) si, y sólo si, a = b + nk, para algún entero k

Lo escrito en la línea anterior es la formalización de lo que habíamos comentado


al analizar la figura G.4 y, como se ve, es una equivalencia de la definición de
congruencia módulo n.

B) “LA GRAN ANALOGÍA QUE EXISTE ENTRE LA IGUALDAD Y LA


CONGRUENCIA MÓDULO n”

Sabemos que 10  1 (mod 9) y – 3  24 (mod 9). Si sumamos miembro a


miembro estas congruencias, obtenemos 7  25 (mod 9) , lo cual es verdadero. Sigamos
91

explorando: si las multiplicamos miembro a miembro, tenemos – 30  24 (mod 9), la cual


es también una proposición verdadera.

¿Qué pasa si sumamos un mismo entero a ambos miembros de una


congruencia?. Veamos. Sumemos 5 a cada miembro de la congruencia – 3  24 (mod 9).
Obtenemos 2  29 (mod 9), ¡lo que es de nuevo una proposición verdadera!. Al sumar 2,
– 7 y – 1, obtenemos, respectivamente, las proposiciones – 1  26 (mod 9), – 10  17
(mod 9) y – 4  23 (mod 9), ¡todas proposiciones verdaderas!.¿Y si multiplicamos
ambos miembros por un mismo entero?. Por ejemplo, multiplicando ambos miembros de
– 3  24 (mod 9), por – 4, obtenemos 12  – 96 (mod 9), la cual es una proposición
verdadera. Por otra parte, no tiene sentido que intentemos dividir ambos miembros de una
congruencia por un mismo entero, ya que la definición de congruencia módulo n se ha
establecido para números enteros y no siempre la división de dos enteros arroja como
resultado un número entero.

Estos ejemplos sugieren (no demuestran) que las congruencias, como las
igualdades, se pueden sumar y multiplicar miembro a miembro y que no se alteran si a
ambos miembros se suma un mismo número entero o ambos miembros se multiplican por
un mismo número entero. Para admitir como verdaderas estas propiedades, debemos
hacer patente que cualesquiera que sean los enteros a, b, c, d y n, se cumple que:

1) si a  b (mod n) y c  d (mod n), entonces a + c  b + d (mod n)


2) si a  b (mod n) y c  d (mod n), entonces a c  bd (mod n)
3) si a  b (mod n) , entonces a + c  b + c (mod n)
4) si a  b (mod n) , entonces ac  bc (mod n)

Demostremos la primera propiedad (las demás quedan para el lector).

Tenemos que a  b (mod n) y c  d (mod n). Como a  b (mod n) , por la equivalencia


de la definición de congruencia módulo n, existe un entero k , tal que a = b + kn (1) . Por
la misma justificación, como c  d (mod n), existe un entero h, tal que c = d + hn (2) .
Sumando miembro a miembro las igualdades (1) y (2), obtenemos, a + c = (b + kn) + (d
+ hn). Aplicando propiedades de la adición y multiplicación de enteros (asociativa,
conmutativa, distributiva), tenemos que

a + c = (b + d) + (k + h)n (3)

Como k y h son números enteros, su suma es también un número entero. Sea k + h =


m, entero. Sustituyendo en la igualdad (3) , obtenemos a + c = (b + d) + mn, siendo m un
92

entero. De la equivalencia de la definición de congruencia módulo n aplicada a esta


última igualdad, se concluye que a + c  b + d (mod n), que era lo que queríamos probar.

Otras propiedades de las congruencias son:

5) si a  b (mod n) y c  d (mod n), entonces a – c  b – d (mod n)


6) si a  b (mod n) , entonces am  bm (mod n), para todo entero positivo m.
7) si a  b (mod n) y c  d (mod n), entonces ax + cy  bx + dy (mod n), para
cualesquiera enteros x y y.
8) a  a (mod n)
9) si a  b (mod n) , entonces b  a (mod n)
10) si a  b (mod n) y b  c (mod n), entonces a  c (mod n)

Habiendo establecido las propiedades anteriores, queda clara la frase de Gauss


referente a “la gran analogía que existe entre la igualdad y la congruencia”, que le llevó
a denotar a esta relación entre enteros con un símbolo análogo al de la igualdad.

Ahora trataremos algo sobre la aritmética módulo n. Supongamos que en este


momento son las 4 de la tarde. Si le digo: ¿qué hora era hace 2 horas?. Su respuesta, casi
sin pensarla, es que eran las 2 de la tarde (por supuesto, 4 – 2 = 2). Y, ¿qué hora era hace
5 horas?. Su respuesta, casi tan espontánea como la anterior, es que eran las 11 de la
mañana (¿acaso 4 – 5 = 11?). Y, ¿ qué hora será dentro de 9 horas?. Me responderá que
serán la 1 de la mañana del día de mañana (es decir, ¿4 + 9 = 1?). Sus respuestas son
correctas, lo que parece algo absurdo son las igualdades 4 – 5 = 11 y 4 + 9 = 1. Claro,
escritas así, sacadas de contexto, pueden parecer absurdas. Pero, lo cierto, es que usted
efectuó las operaciones en un sistema de congruencias módulo 12. En efecto, 4 – 5 = – 1,
pero – 1  11 (mod 12). Por otra parte, 4 + 9 = 13, pero 13  1 (mod 12). Lo que
escribimos como igualdades, en realidad, son congruencias módulo 12. Podemos sumar o
restar horas, obteniendo de nuevo un número de horas que siempre es un número entero
entre 1 y 12.

Las operaciones que hemos efectuado módulo 12, se pueden efectuar en


cualquier módulo n y los resultados siempre se pueden dar reducidos a un número entero
del conjunto 0, 1, 2, 3, …, n – 1 , que son los posibles residuos que se obtienen al
dividir un entero a entre n. Las operaciones que se tienen definidas en tal sistema son la
adición módulo n y la multiplicación módulo n. Si necesitamos “reducir un número,
módulo n”, debemos dividir a entre n. El residuo r de esta división es un número del
conjunto antes mencionado tal que a  r (mod n) . Por ejemplo, si queremos reducir 75
93

módulo 4, dividimos 75 entre 4. El residuo de esta división es 3. Por tanto, 75  3 (mod


4). Esta propiedad es muy importante y la escribiremos formalmente:

si r es el residuo que se obtiene al dividir el entero a entre el entero positivo n,

entonces a  r (mod n)

Volvamos al conjunto 0, 1, 2, 3, …, n – 1, siendo n un entero positivo dado.


Si para un entero a de este conjunto, existe un entero b en dicho conjunto de modo que
ab  1 (mod n), se dice que a admite inverso módulo n, el cual es b. Consecuencia
inmediata de la definición es que si b es inverso de a módulo n, entonces a es inverso de b
módulo n. Es importante resaltar que no todo elemento de 0, 1, 2, 3, …, n – 1 admite
inverso módulo n. Por ejemplo, 3 y 7 son inversos módulo 10, porque 3.7 = 21  1 (mod
10). Sin embargo, 5 no admite inverso módulo 10 (el lector puede comprobar que no
existe un entero x, tal que 5x  1 (mod 10)). Puede ocurrir que un entero sea
autoinverso. Por ejemplo, 5 es autoinverso módulo 12, ya que 5.5 = 25  1 (mod 12). Por
otra parte, para cada entero h del conjunto 0, 1, 2, 3, …, n – 1 , existe un entero k
también en dicho conjunto, de manera que h + k  0 (mod n); h y k se dicen opuestos
módulo n. Por ejemplo, 2 y 5 son opuestos módulo 7, porque 2 + 5 = 7  0 (mod 7); 4 y
16 son opuestos módulo 20, ya que 4 + 16 = 20  0 (mod 20); el opuesto de 6, módulo
12, es 6, porque 6 + 6 = 12  0 (mod 12).

A grandes rasgos, la aritmética modular es una rama de la teoría de números en


la que se estudia las propiedades de las congruencias módulo n (la palabra aritmética es
de origen griego y proviene de las raíces arithmos, que significa número, y techne, que
significa habilidad; el adjetivo modular se le asigna porque los resultados se reducen
módulo n). Para concluir esta sección, comentaremos uno de los teoremas más
importantes de la obra de Gauss, al cual él mismo llegó a denominar teorema áureo y que
se conoce actualmente como Ley de Reciprocidad Cuadrática. Comencemos con algunas
ideas y definiciones previas. Sean m un entero positivo y a un entero, tales que (a, m) =
1 (esto es, el máximo común divisor de a y m es 1). Se dice que a es un residuo
cuadrático módulo m si existe un entero x tal que x2  a (mod m). Si no existe un
entero x tal que x2  a (mod m), se dice que a es un no residuo cuadrático módulo m.
Por ejemplo,

1) 4 es un residuo cuadrático módulo 5 ya que existe el entero 3 tal que


32  4 (mod 5)
2) – 5 es un residuo cuadrático módulo 7 ya que existe el entero 4 tal que
42  – 5 (mod 7)
3) 5 es un residuo cuadrático módulo 11 porque existe el entero 4 tal que
94

42  5 (mod 11)
4) 11 es un residuo cuadrático módulo 5 porque existe el entero 4 tal que
42  11 (mod 5)
5) 3 es un residuo cuadrático módulo 11, ya que existe el entero 5 tal que
52  3 (mod 11)

Observe el lector los ejemplos 3) y 4): 5 es residuo cuadrático módulo 11 y


11 es un residuo cuadrático módulo 5. En este caso, se observa reciprocidad. Pero,
cuidado con generalizar, esto no siempre es así. Nótese que 3 es un residuo cuadrático
módulo 11, pero 11 es un no residuo cuadrático módulo 3. En efecto, supongamos que
existe un entero x tal que x2  11 (mod 3). Nótese que debe ser verdadera una, y sólo
una, de las siguientes congruencias:

x  0 (mod 3), x  1(mod 3), x  2 (mod 3) (¿por qué?)

Si x  0 (mod 3), entonces, por la propiedad 6, x 2  02 (mod 3). De donde,


x  0 (mod 3) y x2  11 (mod 3), implica que 0  11 (mod 3) (aplicando las
2

propiedades 9 y 10). Pero, es falso que 0  11 (mod 3). Luego, x no es congruente con
0 módulo 3.

Si x  1 (mod 3), entonces x2  12 (mod 3). Así, x2  1 (mod 3). Sabiendo


que x  1 (mod 3) y x2  11 (mod 3), aplicando las propiedades 9 y 10, concluimos
2

que 1  11 (mod 3). Pero, esto tampoco es verdadero. En consecuencia, x no es


congruente con 1 módulo 3.

Finalmente, debe ser x  2 (mod 3). Pero, de ser así, entonces x2  22 (mod 3).
Esto es, x2  4 (mod 3). Esto significa que x2  1 (mod 3). De nuevo, llegamos a un
absurdo. Hemos probado que no existe un entero x tal que x 2  11 (mod 3).

Dejamos como ejercicio al lector, demostrar que 3 es un no residuo cuadrático


módulo 5 y que 5 es un no residuo cuadrático módulo 3.

Resumiendo: dados dos enteros a y m, tales que (a, m) = 1, hemos visto que puede
cumplirse que:

A) a sea residuo cuadrático módulo m y m sea residuo cuadrático módulo a


B) a sea residuo cuadrático módulo m y m sea no residuo cuadrático módulo a
C) a sea no residuo cuadrático módulo m y m sea no residuo cuadrático módulo a
95

¿Existirá alguna relación entre los enteros a y m que determine las situaciones
A), B) y C)? La Ley de Reciprocidad Cuadrática (LRC) demostrada por Gauss en
Disquisitiones Arithmeticae trata acerca de esto. Una forma de enunciarla es la siguiente
(más adelante veremos un enunciado más compacto): sean p y q números primos
impares distintos.

i) Si p  1 (mod 4) o q  1 (mod 4), entonces p es un residuo cuadrático módulo q


si, y sólo si, q es un residuo cuadrático módulo q.
ii) Si p  3 (mod 4) y q  3 (mod 4), entonces p es un residuo cuadrático módulo q
si, y sólo si, q es un no residuo cuadrático módulo q.

Gauss publicó varias demostraciones de éste, su teorema áureo y, actualmente, se


cuenta con decenas de demostraciones de esta hermosa propiedad desarrolladas por
matemáticos de distintas épocas. Sin embargo, aquí no daremos demostración alguna de
la LRC, pero sí algunos comentarios de lo que ella establece. Sabemos que 5 es primo y
que 5  1 (mod 4). La parte i) de la LRC nos permite asegurar que para cualquier
primo impar q  5, se tiene que

i.1) si 5 es un residuo cuadrático módulo q, entonces q es un residuo cuadrático


módulo 5.
i.2) si q es un residuo cuadrático módulo 5, entonces 5 es un residuo cuadrático
módulo q.
i.3) si 5 es un no residuo cuadrático módulo q, entonces q es un no residuo cuadrático
módulo 5.
i.4) si q es un no residuo cuadrático módulo 5, entonces 5 es un no residuo cuadrático
módulo q.

Por otra parte, 11 es primo y 11  3 (mod 4). Si q  11 es también primo y


congruente con 3 módulo 4, entonces por la parte ii) de la LRC podemos garantizar
que:
ii.1) si 11 es un residuo cuadrático módulo q, entonces q es un no residuo cuadrático
módulo 11.
ii.2) si q es un no residuo cuadrático módulo 11, entonces 11 es un residuo cuadrático
módulo q.

Es momento de introducir una notación muy sencilla. Sean p un número primo


impar y a un entero tal que (a, p) = 1. Se define el símbolo de Legendre de la
siguiente manera:
96

Nota: Adrien-Marie Legendre (1.752 – 1.833) fue un matemático francés que hizo
aportes significativos en esta área de la teoría de números.

De los ejemplos vistos anteriormente, tenemos que

=1, =1, = 1, = –1

Utilizando el símbolo de Legendre, se tiene una compacta y hermosa expresión


para la LRC: si p y q son primos impares distintos, entonces

En efecto, consideremos dos casos:

Caso 1:
Supongamos que uno de los primos es congruente con 1 módulo 4, digamos p. Entonces,
por la parte i) de la LRC sabemos que son ambos 1 o ambos – 1. En

cualquiera de los dos casos, = 1 (1.1) .

Ahora bien, como p es congruente con 1 módulo 4, tenemos que p – 1 es un


múltiplo de 4. Es decir, existe un entero h tal que p – 1 = 4h. Como q es impar,
entonces q – 1 es par. Luego, existe un entero k tal que q – 1 = 2k. Así, = 2h y
= k. De donde, . = 2hk . Tenemos que el producto . es un número
par. En consecuencia,
= = 1 (1.2)

De (1.1) y (1.2): =

Caso 2:
Supongamos que p y q son congruentes con 3 módulo 4. Entonces, por la parte ii) de la
LRC sabemos que son opuestos. En consecuencia, = – 1 (2.1)
97

Como p y q son congruentes con 3 módulo 4, existen enteros v y w tales


que p – 3 = 4v y q – 3 = 4w. Así, p – 1 = 4v + 2 y q – 1 = 4w + 2. Se tiene así que
= 2v + 1 y = 2w + 1. Nótese que y son enteros impares. Su
producto es impar. Por tanto,

= = – 1 (2.2)

De (2.1) y (2.2): =

C) ALGUNAS APLICACIONES DE LA ARITMÉTICA MODULAR

A continuación, veremos tres aplicaciones de la aritmética modular: en los


criterios de divisibilidad, en el método ISBN de diez dígitos y en la criptografía.

Criterios de divisibilidad:

uno de los criterios de divisibilidad más conocido y útil es el de divisibilidad por tres: un
número es divisible por 3 si, y sólo si, la suma de sus dígitos es divisible por 3. Por
ejemplo, 3.528 es divisible por 3, ya que 3 + 5 + 2 + 8 = 18. Apliquemos la aritmética
modular para demostrar este criterio. Antes, recordemos que todo número entero positivo
N puede ser expresado en numeración decimal en la forma

N = a0 + a1.10 + a2.102 + … + ak.10k

siendo a0, a1, a2, …, ak enteros no negativos y ak ≠ 0.

Por ejemplo,

3.528 = 8 + 2.10 + 5.102 + 3.103

10.719 =9 + 1.10 + 7.102 + 0.103 + 1. 104

Sea N = a0 + a1.10 + a2.102 + … + ak.10k un número positivo cualquiera.


Probemos que N es divisible por 3 si, y sólo si, a 0 + a1 + a2 + … + ak es divisible por 3.

Nótese que 10  1 (mod 3). Por la propiedad 6, tenemos las siguientes


congruencias:

10  1 (mod 3), 102  12 (mod 3), 103  13 (mod 3), …, 10k  1k (mod 3)
98

Es decir,

10  1 (mod 3), 102  1 (mod 3), 103  1 (mod 3), …, 10k  1 (mod 3)

Multipliquemos la primera de estas congruencias por a 1, la segunda por a2, la


tercera por a3, …., la última por ak (¿qué propiedad estamos aplicando?). Obtenemos las
siguientes congruencias :

a1. 10  a1 (mod 3), a2 .102  a2 (mod 3), a3 .103  a3 (mod 3), …, ak .10k  ak (mod 3)

Por otra parte, sabemos que a0  a0 (mod 3) (por qué?). Ordenando estas
congruencias y sumando miembro a miembro, obtenemos:
a0  a0 (mod 3)
a1.10  a1 (mod 3)
a2 .102  a2 (mod 3)
a3 .103  a3 (mod 3)

ak .10k  ak (mod 3)
a0 + a1.10 + a2 .10 + a3 .10 + … + ak .10k 
2 3
a0 + a1 + a2 + a3 + … + ak (mod 3)

Como a0 + a1.10 + a2 .102 + a3 .103 + … + ak .10k = N, sustituimos en la


congruencia anterior y, así,

N  a0 + a1 + a2 + a3 + … + ak (mod 3)

Hemos demostrado que un número entero positivo N siempre es congruente


con la suma de sus dígitos, módulo 3. Ahora bien, si N es divisible por 3, entonces 0  N
(mod 3). Tenemos, por tanto, 0  N (mod 3) y N  a0 + a1 + a2 + a3 + … + ak (mod 3).
Aplicando la propiedad 10, se concluye que

0  a0 + a1 + a2 + a3 + … + ak (mod 3)

lo que significa que a0 + a1 + a2 + a3 + … + ak es divisible por 3.

Recíprocamente, si a0 + a1 + a2 + a3 + … + ak es divisible por 3, entonces

a0 + a1 + a2 + a3 + … + ak  0 (mod 3).
Así, tenemos que

N  a0 + a1 + a2 + a3 + … + ak (mod 3) y a0 + a1 + a2 + a3 + … + ak  0 (mod 3)
99

Por la propiedad 10, N  0 (mod 3) y se concluye que N es divisible por 3. Hemos


probado que N es divisible por 3 si, y sólo si, a0 + a1 + a2 + a3 + … + ak es divisible
por 3.

El método del ISBN (International Standard Book Number) de diez dígitos:

este método permitió clasificar los libros que se imprimieron en el mundo desde 1.970
hasta 2007, asignándole a cada uno un número de diez dígitos (un número de
identificación). A partir de 2007, se utiliza el método del ISBN de trece dígitos, que no
explicaremos aquí. El IBSN de diez dígitos se estructura en cuatro bloques:

 el código del país o lengua de origen (por ejemplo, a Venezuela corresponde el 980;
a Colombia, 958; a México, 968 y 970; a España, 84).
 el editor (asignado por la agencia nacional de IBSN)
 el número del artículo (lo asigna la editorial e identifica al libro)
 un dígito de control (¡aquí se aplica la aritmética modular!)

Veamos cómo se asignaba el dígito de control. Suponga que el número de ISBN es


abcdefghix, donde los dígitos a,b,c,d,e,f,g,h,i son conocidos (país, editor, número del
artículo) y x es el dígito de control. Para determinar el valor de x, se multiplica a por 1, b
por 2, c por 3, …, i por 9. La suma de estos productos se reduce módulo 11 y ése es el
valor de x. Es decir,

1.a+2.b+3.c+4.d+5.e+6.f+7.g+8.h+9.i  x (mod 11)

siendo x un número del conjunto 0, 1, 2, 3, …,10. En caso de que x sea 10, se coloca
X como último símbolo. Veamos algunos ejemplos. El libro La Enseñanza de la
Matemática: proposiciones didácticas, cuyo autor es el profesor Fredy González, tiene
asignado el IBSN 980 – 327 – 201 – 2. Sabemos que el bloque 980 es el código del país,
(Venezuela en este caso), 327 es el código del editor (Impreupel), 201 (número asignado
por Impreupel) y ¿el 2?. Veamos cómo se determinó. Nótese que

1.9 + 2.8 + 3.0 +4.3 + 5.2 + 6.7 + 7.2 + 8.0 + 9.1 = 112

Al dividir 112 entre 11, obtenemos residuo 2. Por tanto, 2 es el dígito de control.

Otro ejemplo: el libro Geometría Moderna, cuyos autores son E. Moise y F. Downs,
tiene asignado el IBSN 0 – 201 – 04871 – X. ¿Por qué la X?. Según lo señalamos
anteriormente, debe ser que la respectiva reducción módulo 11 resultó ser 10. Veamos.

1.0 + 2.2 + 3.0 +4.1 + 5.0 + 6.4 + 7.8 + 8.7 + 9.1 =153
100

Al dividir 153 entre 11, obtenemos residuo 10. Por tanto, el “dígito de control” es X.

Criptografía:
la palabra criptografía se compone de las raíces griegas kryptos, que significa oculto y
graphia, que significa escritura. Es un conjunto de técnicas que permiten cifrar y descifrar
mensajes. Vamos a diseñar lo que se llama un cifrado afín, el cual es una aplicación de la
aritmética modular. En primer lugar, asignemos un número a cada una de las 27 letras del
alfabeto y al espacio en blanco (entre palabra y palabra), el cual se denota con la letra ,
como se muestra en la tabla que se presenta en la figura G.5.

A B C D E F G H I J K L M N
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14

Ñ O P Q R S T U V W X Y Z 
15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 0

Figura G.5

Trabajaremos en la aritmética módulo 28, pues estamos utilizando los posibles


residuos de la división entre 28, a saber, los enteros desde 0 hasta 27. A continuación, se
seleccionan dos enteros positivos a y b, menores que 28, de manera que a admita
inverso módulo 28 (b no necesariamente debe tener inverso módulo 28) .En este caso,
hagamos a = 3 y b = 16. Nótese que el inverso de 3, módulo 28, es 19; en efecto, 3.19 =
57  1 (mod 28). Ya tenemos lo necesario para codificar nuestros mensajes mediante el
cifrado afín 3x + 16  y (mod 28). Supongamos que queremos enviar secretamente el
siguiente mensaje: TEORÍA DE NÚMEROS. Para cifrar el mensaje seguimos los
siguientes pasos:

1) Utilizando la asignación de números a cada letra, dada en la figura G.5, convertimos el


texto del mensaje en una secuencia numérica (no olvide los espacios en blanco entre
palabras).

TEORÍA DE NÚMEROS  21,5,16,19,9,1,0,4,5,0,14,22,13,5,19,16,20.

2) Para cada número x de la secuencia anterior, determinamos el número t = 3x + 16.


Luego, se reduce t módulo 28. Denotemos este número por y. Así, 3x + 16 = t  y (mod
28), siendo y un residuo módulo 28. En la tabla de la figura G.6 resumimos este proceso.
101

x t = 3x +16 x  t (mod 28)


T 21 79 23 V
E 5 31 3 C
O 16 64 8 H
R 19 73 17 P
Í 9 43 15 Ñ
A 1 19 19 R
0 16 16 O
D 4 28 0 
E 5 31 3 C
0 16 16 O
N 14 58 2 B
Ú 22 82 26 Y
M 13 55 27 Z
E 5 31 3 C
R 19 73 17 P
O 16 64 8 H
S 20 76 20 S

Figura G.6

3) La secuencia numérica obtenida en el paso anterior se traduce a letras, según la tabla


de la figura G.6.

23, 3, 8, 17, 15, 19, 16, 0, 3, 16, 2, 26, 27, 3, 17, 8, 20  VCHPÑROCOBYZCPHS.

Luego, el mensaje que enviaremos es VCHPÑROCOBYZCPHS.

¿Cómo descifrar el mensaje?. En primer lugar, quien va a descifrar el mensaje tiene que
saber cuáles valores de a y b se tomaron para cifrarlo. Debe traducir las letras del
mensaje secreto a la secuencia de números, según la tabla G.3. Ahora, ha de hacer el
proceso inverso al que efectuó quien cifró el mensaje. El siguiente esquema muestra
cómo del entero x se obtuvo el entero y, realizando la respectiva reducción módulo 28.

x  3x  t=3x+16  y
Se multiplica Se suma Se reduce t a un residuo
por 3 16 módulo 28

Entonces, el esquema del proceso inverso, que nos lleva de y a x es:


102

y  y + 12  19 (y+12)  x
Se suma el opuesto Se multiplica por el Se reduce
de 16 módulo 28, el inverso de 3 módulo módulo 28
cual es 12 28, el cual es 19

Siguiendo este esquema, el receptor del mensaje podrá descifrarlo. El


procedimiento se resume en la siguiente tabla:

y 19(y+12) x t (mod 28)


V 23 665 21 T
C 3 285 5 E
H 8 380 16 0
P 17 551 19 R
Ñ 15 513 9 Í
R 19 589 1 A
O 16 532 0
 0 228 4 D
C 3 285 5 E
O 16 532 0
B 2 266 14 N
Y 26 722 22 Ú
Z 27 741 13 M
C 3 285 5 E
P 17 551 19 R
H 8 380 16 O
S 20 608 20 S

Pauca sed matura era el lema personal de Gauss. ¿Qué significa esta frase?.
Para saberlo, resuelva el siguiente problema. Hemos codificado la frase Pauca sed matura
según el cifrado afín módulo 28, tomando a = 9 y b = 20, obteniendo
EWRWDSEIVWSÑAUVWD . ¿ Se anima a descifrar el lema personal de Gauss?.
103

HERÓN
Alejandría (Egipto) , 10
sin datos, 75 (¿?) CAPÍTULO 8

HERÓN Y
SU FÓRMULA DEL ÁREA DE UN
TRIÁNGULO
“La elegancia de un teorema es directamente
proporcional al número de ideas independientes que se
pueden ver en él e inversamente proporcional al
esfuerzo necesario para comprenderlas”

George Pólya (matemático húngaro, 1.887 – 1885

El triángulo ABC tiene la siguiente particularidad: la medida de la altura


correspondiente al lado y las medidas de los lados , y , en ese orden, son
enteros consecutivos. Se han denotado estas medidas por n, n+1, n+2 y n+3,
respectivamente. ¿Cuál es el valor de n?. Una forma de resolver el problema es
determinando el área del triángulo mediante dos fórmulas: la usual y la de Herón. Luego,
igualar ambas expresiones del área y resolver la ecuación que queda en función de la
incógnita n. Para calcular el área de un triángulo mediante la fórmula de Herón sólo es
necesario que conozcamos las medidas de los lados del triángulo: si estas medidas son a,
b y c, el área (ABC) es , siendo s el semiperímetro del
triángulo. En este capítulo discutiremos tres demostraciones de esta fórmula: una
trigonométrica, una algebraica y la geométrica dada por Herón de Alejandría en su tratado
Métrica; es una demostración realmente interesante. Por cierto, el valor de n es el doble
del menor número perfecto.
104

A) DOS DEMOSTRACIONES SENCILLAS, PERO…

Dado un triángulo cualquiera, su área es el semiproducto de la base y la altura


correspondiente. Todos sabemos eso. Si nos dan el triángulo de la figura H.1, en la que
hemos trazado las alturas , y , tenemos que el área (ABC) del triángulo ∆ABC
es:
(ABC) = = =
Existe otra forma de calcular el área de un triángulo, sin necesidad de conocer o
determinar la altura correspondiente a alguno de sus lados. Si las longitudes de los lados
del triángulo son a, b y c, entonces el semiperímetro s de dicho triángulo es s =
Se puede demostrar que el área del ∆ABC es:

(ABC) =

Esta expresión se conoce con el nombre de Fórmula de Herón. Acerca de Herón


de Alejandría y de la obra en la cual da a conocer esta fórmula trataremos más adelante.
En este momento, nos interesa discutir algunas demostraciones de la Fórmula de Herón.

Figura H.1 Figura H.2

La primera que veremos es una demostración que utiliza básicamente


herramientas trigonométricas. Supongamos que tenemos el triángulo ∆ABC, cuyos lados
miden a, b y c y sea h la longitud de la altura correspondiente al lado (figura H.2).
Luego, el área del ∆ABC es (ABC) = (1)
Nótese que el ∆AFC es un triángulo rectángulo con ángulo recto en F. Por tanto,
sen (A) =  h = b sen (A) (2)

Sustituyendo (2) en (1): (ABC) = sen (A) (3)

Por otra parte, por el teorema del coseno, aplicado en el ∆ABC , tenemos que
105

a2 = b2 + c2 – 2 bc cos (A)  cos (A) = (4)

Por la identidad fundamental de la trigonometría, sen2 (A) + cos2 (A) = 1.


Así,

sen2 (A) = 1 – cos2 (A)

=1 – por (4)


= (en el numerador se tiene una diferencia de cuadrados)

– –
= (5)

Recordemos que s = . Consideremos cada factor del numerador de (5).


Nótese que:

b + c + a = 2s ; b + c – a = 2(s – a) ; a + b – c = 2(s – c) ; a – b + c = 2(s – b)

Sustituyendo en (5), tenemos que:

sen2 (A) = =

Luego, sen (A) = (6)

Sustituyendo (6) en (3):

(ABC) =

Simplificando, obtenemos lo que queríamos demostrar, a saber,


106

(ABC) =

Veamos otra forma de demostrar esta igualdad, sin utilizar herramientas de la


trigonometría. Advertimos que la siguiente demostración tiene ciertos pasos análogos a la
anterior, específicamente en la parte algebraica. En la figura H.2, supongamos que AF =
d y FB = e. Así, d + e = c (7).

Aplicando el teorema de Pitágoras en los triángulos rectángulos ∆AFC y ∆BFC,


se tiene que
d2 + h2 = b2 (8) y e2 + h2 = a2 (9)

De (8) y (9), obtenemos: d2 – e2 = b2 – a2.

Factorizando el miembro izquierdo, se tiene la igualdad: (d + e)(d – e) = b2 – a2 .

Como d + e = c, entonces c(d – e) = b2 – a2 . En consecuencia,


d–e= (10)

Sumando (7) y (10): 2d = + c, de donde obtenemos que

d= (11)

De (8), h = (12). Luego,

(ABC) =

= por (12)

= por (11)

=
107

= – –

Sabemos que
b + c + a = 2s ; b + c – a = 2(s – a) ; a + b – c = 2(s – c) ; a – b + c = 2(s – b)

Luego,

(ABC) =

Estas dos demostraciones de la Fórmula de Herón que hemos comentado (todo un


festival de factorizaciones) son muy sencillas e interesantes. Pero, ninguna de ellas es la
que dio el protagonista de nuestro capítulo, Herón de Alejandría, en su obra Métrica.

B) PRELUDIO A LA DEMOSTRACIÓN DADA POR HERÓN

Sobre la vida de Herón de Alejandría no se tiene datos muy precisos. El año de


su nacimiento se ubica alrededor del año 10 de nuestra era (aunque algunos historiadores
lo ubican antes de Cristo) y se cree que vivió hasta el año 75. Al parecer, Herón de
Alejandría tenía diversas áreas de interés; entre sus obras se encuentran tratados sobre
mecánica, técnica y matemática. Se le atribuye la fabricación de relojes hidráulicos,
máquinas de guerra (catapultas) y hasta un teatro de títeres “autómatas” que funcionaba
con cuerdas y pesas, además de algunos artilugios que se movían accionados por vapor
de agua. La obra que más nos interesa de Herón de Alejandría es Métrica, un tratado que
consta de tres libros. El Libro I se refiere a áreas de triángulos, cuadriláteros y polígonos
regulares en general hasta de doce lados; superficies de conos, cilindros, prismas,
pirámides y esferas. También explica un método, conocido por los babilonios, para
determinar una aproximación de la raíz cuadrada de un número. En el Libro II se
encuentran temas relacionados con volúmenes de figuras tales como esferas, cilindros,
conos, prismas y pirámides. El Libro III trata lo relativo a la división de áreas y
108

volúmenes en una razón dada. En este libro se encuentra un método para encontrar la raíz
cúbica de 100.

En el libro I se encuentra la demostración de la fórmula que comentamos en la


sección anterior. Es una demostración que nada tiene en común con las dos que
presentamos antes. Herón desarrolla la prueba de su fórmula empleando métodos
geométricos: a partir de un punto notable de todo triángulo como lo es el incentro,
establece una expresión para el área del triángulo en función de la distancia de este punto
a los lados (la cual es constante) y el perímetro; luego, construye segmentos y rectas
auxiliares, aplica criterios de congruencia y de semejanza de triángulos; utiliza, además,
propiedades de los cuadriláteros concíclicos y el teorema de la altura de un triángulo
rectángulo relativa a la hipotenusa. Como ve, estimado lector, es una demostración en la
que se aplican algunas nociones de la geometría elemental que parecen ser independientes
entre sí. Diríamos, parafraseando a Pólya (ver frase que encabeza el capítulo), que
estamos en presencia de un teorema elegante. En la última sección de este artículo
desarrollaremos la demostración dada por Herón. De momento, repasemos algunos
conceptos.

Comencemos con el incentro y algunas de sus propiedades. Por definición, el


incentro de un triángulo es el punto de intersección de las tres bisectrices interiores del
triángulo. Probemos que dicho punto equidista de los lados del triángulo. Consideremos
la figura H.3, en la cual se muestra el triángulo ∆ABC. Las semirrectas son
las bisectrices internas, las cuales concurren en el punto I, incentro del ∆ABC. Se trazaron
los segmentos , perpendiculares a los lados , respectivamente.
IG es la distancia del punto I al lado , IH es la distancia del punto I al lado , así
como IJ es la distancia del punto I al lado . Demostraremos que IG = IH = IJ.

Figura H.3
109

En la figura H.4, tenemos todos los elementos de la figura H.3, pero hemos
destacado los triángulos ∆JAI y ∆HAI. Nótese que JAI HAI , ya que es la
bisectriz del BAC. Además, AHI AJI, porque son ángulos rectos. Por tanto, los
triángulos ∆JAI y ∆HAI son semejantes (criterio de semejanza AA). En consecuencia,
. Como = 1 , entonces = 1 . Luego, JA = HA. Por criterio de
congruencia ALA, tenemos que ∆JAI ∆HAI. Así, IJ = IH.

Figura H.4

Razonando de manera análoga, pero con los triángulos ∆HCI y ∆GCI, se llega a
probar que ∆HCI ∆GCI, de donde IH = IG. En consecuencia, IJ = IH = IG. Denotemos
esta distancia constante del incentro a cada lado del triángulo con la letra r. La
circunferencia con centro I y radio r es la circunferencia inscrita en el triángulo ∆ABC;
esto es, el incentro es el centro de la circunferencia inscrita en el triángulo (figura H.5).

Sabemos que se dan las siguientes congruencias:

∆JAI ∆HAI , ∆JBI ∆GBI , ∆GCI ∆HCI

En consecuencia, AJ = AH, BJ = BG , CG = CH. El perímetro p del ∆ABC es

p = AB + BC + CA
= (AJ+JB) + (BG+GC) + (CH+HA)
= (AJ+HA) + (BG+JB) + (GC+CH)
= (AJ+AJ) + (BG+BG) + (CH+CH)
= 2AJ + 2BG + 2CH
= 2 (AJ + BG + CH)
110

Figura H.5

Hemos expresado el perímetro p en función de las longitudes de los segmentos


AJ, BG y CH, segmentos que tienen por extremos un vértice y el pie de la perpendicular
trazada desde el incentro a un lado del triángulo. Si s denota el semiperímetro del ∆ABC,
entonces s = AJ + BG + CH. Con relación a la figura H.6, nótese que IH = r es la altura
correspondiente al lado en el ∆AIC. Por tanto, el área (AIC) de dicho triángulo es
(AIC) = . r.

Figura H.6

Por otra parte, IJ = r es la altura correspondiente al lado en el ∆BIA (figura


H.7). Se tiene que el área (BIA) de este triángulo es (BIA) = r.
111

Figura H.7

Finalmente, IG = r es la altura correspondiente al lado en el ∆BIC (figura


H.8). Luego, el área (BIC) de este triángulo es (BIC) = . r.

Figura H.8

El área del ∆ABC es la suma de las áreas de los tres triángulos sombreados en
las figuras H.6, H.7 y H.8. Así,

(ABC) = (AIC) + (BIA) + (BIC) = .r+ .r+ .r= .r


112

Nótese que es el semiperímetro s del ∆ABC. Tenemos, así, una


expresión que vincula el área de un triángulo con su semiperímetro s y la distancia r del
incentro a sus lados, a saber, (ABC) = sr. No lo olvide, el área de un triángulo es igual al
producto de su semiperímetro y la distancia del incentro a un lado.

Trataremos ahora sobre cuadriláteros concíclicos. Se dice que un cuadrilátero es


concíclico si sus vértices pertenecen a una misma circunferencia. Los cuatro cuadriláteros
de la figura H.9 son concíclicos. No todos los cuadriláteros son concíclicos. El
siguiente teorema nos da una caracterización de este tipo de cuadriláteros: un cuadrilátero
es concíclico si, y sólo si, sus ángulos opuestos son suplementarios (ángulos
suplementarios son aquellos cuyas medidas suman 180°). La demostración de esta
caracterización se da en el capítulo 23.

Figura H.9

Hay un caso de cuadriláteros concíclicos que nos interesa particularmente porque


se presenta en la demostración del teorema de Herón. Si dos triángulos rectángulos y
coplanarios ∆ABC y ∆ABD tienen la hipotenusa como lado común, entonces los
puntos A, B, C y D son los vértices de un cuadrilátero concíclico (no necesariamente los
puntos están en ese orden como véertices del cuadrilátero). En la figura H.10 se muestran
dos ejemplos. Esta propiedad es consecuencia del hecho de que dado un segmento en
el plano, el lugar geométrico de los puntos P tales que ∆ABP sea un triángulo rectángulo
con ángulo recto en P es la circunferencia con centro en el punto medio M de y
radio r = AM.

Figura H.10
113

Para concluir este preludio a la demostración de la Fórmula de Herón,


recordemos el teorema de la altura correspondiente a la hipotenusa de un triángulo
rectángulo, conocido también como teorema de Euclides. Este teorema establece que
dicha altura es la media geométrica de los segmentos en los cuales dicha altura divide a la
hipotenusa. En la figura H.11 se tiene el ∆ABC rectángulo en C. La altura
correspondiente a la hipotenusa es el segmento , cuyo pie (el punto D) determina los
segmentos y . Entonces, CD es media geométrica de AD y DB. Esto es, CD 2 =
AD. DB.

Figura H.11

C) LA ELEGANTE DEMOSTRACIÓN HERONIANA

Consideremos el triángulo ∆ABC. Sean AB = c, AC = b y BC = a (figura

H.12). El semiperímetro s de este triángulo es . Denotemos el área del

∆ABC por (ABC). Queremos demostrar que (ABC) =

Procedamos con la demostración. Sea I el incentro del ∆ABC. Tracemos los


segmentos , , . Sean D, E y F los pies de los segmentos perpendiculares
trazados desde I hasta los lados , y respectivamente. Como el incentro de un
triángulo equidista de los lados del mismo, tenemos que ID = IE = IF. Denotemos estas
distancias por r, esto es, ID = IE = IF = r. (figura H.13). Por lo discutido en la sección
anterior, sabemos que el área del triángulo ∆ABC es (ABC) = sr, siendo s el
semiperímetro del triángulo (esta expresión del área la necesitaremos al final de la
demostración). También, sabemos que AF = AE, BF = BD y CE = CD (¿por qué).
114

Figura H.12

Tracemos la semirrecta y marquemos en ésta el punto G de manera que A


se encuentre entre B y G y AG = CE (figura H.13). Demostremos que AG = s – c,
AF = s – a y FB = s – b.

Figura H.13

s–c – AB =

(recuerde: BF = BD , CE = CD, AF = AE)

= CE = AG

Por otra parte,

s–a – CB =
115

(recuerde: BF = BD , CE = CD, AF = AE)

= AF

Análogamente, se prueba que s – b = FB.

Ahora, tracemos una perpendicular a por A y una perpendicular a por I.


Estas rectas se cortan en el punto H. Tracemos el segmento y sea J el punto de
intersección de con (figura H.14). Nótese que los triángulos rectángulos ∆HBA y
∆HBI tienen en común la hipotenusa . En consecuencia, el cuadrilátero AIBH es
concíclico. Luego, los ángulos AHB y AIB son suplementarios. Así, mAHB +
mAIB = 180° (1)

Figura H.14

Por otra parte,

mFIA = mEIA , mDIB = mFIB y mEIC = mDIC (¿por qué?)

Además, (mFIA + mEIA) + (mDIB + mFIB) + (mEIC + mDIC) = 360°

 2 mFIA + 2 mFIB + 2 mDIC = 360°

 mFIA + mFIB + mDIC = 180° (2)


116

Nótese que mFIA + mFIB = m AIB (3)

Sustituyendo (3) en (2):

mAIB + mDIC = 180° (4)

De (1) y (4) se obtiene que: mAHB = mDIC (5)

Tenemos que mHAB = mIDC, (6) ya que son ángulos rectos.

De (5) y (6), por criterio de semejanza AA, se tiene que ∆HAB  ∆IDC
(figura H.15). En consecuencia, . Esto es,

(7)

Figura H.15

Ahora bien, mAJH = mFJI (ángulos opuestos por el vértice) y mHAJ = mIFJ,
porque son ángulos rectos.

Por criterio de semejanza AA, se tiene que ∆HAJ  ∆IFJ (figura H.16) . Por
tanto, . Esto es,
117

(8)

Figura H.16

De (7) y (8): . Como DC = AG, se tiene que (9)

Sumando 1 a ambos miembros de (9), obtenemos

 + 1= + 1

 .1= .1 (1 es el elemento neutro para la multiplicación)

 ya que
118

 (10)

Ahora bien, recordemos que

AG = s – c, AF = s – a y FB = s – b.

Luego,

BG = BF + FA + AG = (s – b) + (s – a) + (s – c) = 3s – (a+b+c) = 3s – 2s = s.

Sustituyendo estas igualdades en (10):

s2. FJ . FB = (s – c) s (s – a)(s – b) = s (s – a)(s – b)(s – c) (11)

Por otra parte, nótese que en el triángulo rectángulo ∆JIB, IF = r es la altura


correspondiente a la hipotenusa (figura H.16). Luego,

r2 = FJ . FB (12)

De (11) y (12): s2 r2 = s (s – a)(s – b)(s – c)

Pero, el área del triángulo ∆ABC es sr (¿lo recuerda?). En consecuencia,

(ABC)2 = (sr)2

= s2 r2

= s (s – a)(s – b)(s – c)

¡lo que queríamos demostrar!


119

ALBERT INGHAM
Northampton ( Inglaterra) 03 – 04 – 1.900
Chamonix (Francia) 06 – 09 – 1.967 CAPÍTULO 9

INGHAM Y LA DIFERENCIA
ENTRE PRIMOS CONSECUTIVOS

"Los matemáticos han intentado en vano, hasta la fecha, descubrir


algún orden en la sucesión de los números primos, y tenemos
razones para creer que es un misterio en el que la mente no podrá
penetrar nunca".
Leonhard Euler (matemático suizo, 1.707 – 1.783)

Los puntos de esta gráfica tienen coordenadas (n, g(n)), siendo n entero positivo y
g(n) = pn+1 – pn , donde pn denota al n – ésimo número primo. Sabemos que p 1 = 2,
p2 = 3, p3 = 5 y p4 = 7. Por tanto,

g(1) = p2 – p1 = 3 – 2 = 1, g(2) = p3 – p2 = 5 – 3 = 2, g(3) = p4 – p3 = 7 – 5 = 2.

La función g definida de Z+ en Z+ mediante la expresión g(n) = pn+1 – pn es la


función de diferencias entre primos consecutivos, muy estudiada en teoría de números.
Nótese que g(n) es impar si, y sólo si, n = 1 (¿por qué?). Hacia 1.930, se demostró que
para valores de n muy grandes, existe una constante k tal que g(n) < pnk, pero no se había
precisado aún cuál era esa constante. En 1.937, la revista Quarterly Journal of
Mathematics publicó el artículo titulado "On the difference between consecutive primes”
(“Sobre la diferencia entre primos consecutivos”) cuyo autor es Albert Ingham y en el
cual se daba a conocer que k = .
120

A) UN PRIMO POR AQUÍ, OTRO PRIMO POR ALLÁ …


(pero siempre alguno entre dos cubos consecutivos)

2, 3, 5, 7, 11, 13, 17, 19, 23, 29, … son los diez primeros elementos del
fascinante conjunto de los números primos. Sí, esos enteros mayores que 1 y que admiten
exactamente dos divisores positivos distintos, son los números primos. El hecho de que
un entero n mayor que 1 sea divisible por otro entero m, con 1 < m < n, es motivo
suficiente para que n no sea miembro de este selecto conjunto. Que éste es infinito, es un
dato conocido desde la época de la antigüedad clásica. Euclides dio una elegantísima
demostración, en el siglo III a.C., que no podemos evitar escribirla a continuación.
Supongamos que existen únicamente k números primos, los cuales denotamos por p 1,
p2, … , pk. Consideremos el número N = p1· p2· … · pk + 1. Nótese que N es la suma del
producto de “todos” los primos y 1. Por tanto, N es un entero mayor que 1 y mayor que
cada uno de los únicos primos que, supuestamente, existen, con lo cual N ≠ pj , para todo j
desde 1 hasta k. Al dividir N entre cualquiera de esos números primos el residuo es 1.
Es decir, N no es divisible por ninguno de los números primos que, supuestamamente,
existen. ¿Qué se concluye?. Sólo hay dos posibilidades: que el propio N es un número
primo o que N es divisible por algún otro número primo que no aparece en la lista. La
primera no se cumple porque ya notamos que N ≠ p j, para todo j desde 1 hasta k; la
segunda contradice la suposición de que p1, p2, … , pk son los únicos primos que existen.
Por tanto, la suposición de que existen exactamente k números primos es falsa y se
concluye que existen infinitos números primos.

Lo que trataremos a continuación, muy someramente, es la distribución de los


números primos. Para empezar el tema, presentamos una tabla (figura I.1) con los 110
primeros números primos.

2 3 5 7 11 13 17 19 23 29
31 37 41 43 47 53 59 61 67 71
73 79 83 89 97 101 103 107 109 113
127 131 137 139 149 151 157 163 167 173
179 181 191 193 197 199 211 223 227 229
233 239 241 251 257 263 269 271 277 281
283 293 307 311 313 317 331 337 347 349
353 359 367 373 379 383 389 397 401 409
419 421 431 433 439 443 449 457 461 463
467 479 487 491 499 503 509 521 523 541
547 557 563 569 571 577 587 593 599 601

Figura I.1

Nótese que existen


121

 25 primos menores que 100


 21 primos entre 100 y 200
 16 primos entre 200 y 300
 16 primos entre 300 y 400
 17 primos entre 400 y 500
 14 primos entre 500 y 600
En los pocos datos analizados, parece que de centena en centena, la diferencia
entre la cantidad de primos no cambia de manera notable, de hecho, parece disminuir.
Podríamos pensar que, a medida que avanzamos en la secuencia de primos, estas
variaciones no fluctúan de manera significativa y lograríamos encontrar una especie de
patrón que nos permitiera describir la distribución de los números primos. Pero, debemos
ser cuidadosos. Lo cierto es que nuestros entrañables números primos son impredecibles;
se puede construir una secuencia de m enteros consecutivos, para cualquier m entero
positivo, todos ellos compuestos. Con lo cual, en una centena determinada, ni un número
primo encontraremos. ¿Que cómo es eso?. Comencemos con un ejemplo. Veamos cómo
construir una secuencia de 10 enteros consecutivos, todos ellos compuestos.
Consideremos la secuencia de enteros

11! +2, 11! + 3, 11! + 4, 11! + 5, 11! + 6, 11! +7, 11! +8 , 11! + 9, 11! +10, 11! +11

donde 11! es el producto de los enteros consecutivos desde 1 hasta 11. Esto es,

11! = 1 x 2 x 3 x 4 x … x 10 x 11= 39.916. 00

Afirmamos que los números

39.916.802, 39.916.803, 39.916.804, 39.916.805, 39.916.806,


39.916.807, 39.916.808, 39.916.809, 39.916.810, 39.916.811

son compuestos. Una forma de probar nuestra afirmación es encontrando un divisor no


trivial para cada número de nuestra lista (divisores triviales de un entero positivo n son 1
y n). Otra forma, es observando que:
11! +2 = 1 x 2 x 3 x … x 10 x 11 + 2 = 2 (1 x 3 x 4 x … x 10 x 11 + 1) Es múltiplo de
2
11! +3 = 1 x 2 x 3 x … x 10 x 11 + 3 = 3 (1 x 2 x 4 x … x 10 x 11 + 1) Es múltiplo de
3
11! +4 = 1 x 2 x 3 x … x 10 x 11 + 4 = 4 (1 x 2 x 3 x … x 10 x 11 + 1) Es múltiplo de
4

11! +10 = 1 x 2 x 3 x … x 10 x 11+10 = 10 (1 x 2x 3 x… x 10 x 11 + 1) Es múltiplo de


10
122

11! +11 = 1 x 2 x 3 x … x 10 x 11+11 = 11 (1 x 2x 3 x… x 9 x 10 + 1) Es múltiplo de


11

En general, los números

(n + 1)! + 2, (n + 1)! + 3, (n + 1)! + 4, … , (n + 1)! + n, (n + 1)! + n + 1

son n números consecutivos y compuestos, ya que (n + 1)! + k es múltiplo de k, para


cada k desde 2 hasta n + 1.

¿Se da cuenta el lector del alcance de lo que acabamos de demostrar?. Existen


secuencias de mil enteros consecutivos, todos ellos compuestos; existen secuencias de un
millón de enteros consecutivos, todos ellos compuestos; … de diez millones …, de cien
millones … No obstante, estas inmensas lagunas en las que no se encuentra primo
alguno, hay un teorema que asegura un intervalo en el cual encontraremos, al menos, un
número primo. Se lo debemos al protagonista de este capítulo: Albert Edward Ingham,
matemático inglés (1.900 – 1.967). Una consecuencia de sus trabajos es el siguiente
teorema

existe un primo p entre n3 y (n+1)3, para valores de n suficientemente grandes.

El estudio de la distribución de los números primos ha interesado a matemáticos


de todas las épocas y la búsqueda de un patrón que la describiera se había convertido es
un desafío. Los numerosos intentos fallidos desalentaron a muchos, llegándose a pensar
que tal patrón era un misterio imposible de develar (ver la frase de Euler que encabeza
este capítulo).

Sin embargo, en 1.896, dos matemáticos que trabajaron de manera independiente


demostraron lo que actualmente se conoce como el Teorema de los Números Primos.
Estos matemáticos son Jacques Hadamard (francés, 1.865 – 1.963) y Charles De La
Vallée Poussin (belga, 1.866 – 1.962). La demostración de este teorema requiere de
herramientas de análisis complejo y no la daremos aquí. Lo que haremos es explicar qué
establece el resultado demostrado por Hadamard y Vallée Poussin. Es interesante
destacar que el teorema de la distribución de los números primos fue conjeturado en
1.798 (casi cien años antes de su demostración) por el matemático francés Adrien-Marie
Legendre (1.752 – 1.833). También Carl Gauss (alemán, 1.777 – 1.855) había obtenido
sus resultados en esta área y llegó a desatarse una polémica entre ellos, pues Gauss
reclamó la primicia de la conjetura. En realidad, Legendre fue quien primero llamó la
atención de los matemáticos en este tipo de ideas. Con todo este preámbulo, seguramente
el lector ya está ansioso por conocer qué establece el Teorema de los Números Primos. A
continuación lo veremos.
123

En primer lugar, definamos lo que se conoce en teoría de números como la


función pi. Su dominio es el conjunto de los enteros positivos y se denota, como no
podía ser de otra manera, con la letra griega . Dado un entero positivo n, (n) es el
número de primos menores o iguales que n. Así,

(1) = 0 ya que no existen números primos menores o iguales a 1


(2) = 1 hay exactamente un primo menor o igual que 2 (el número 2)
(3) = 2 hay exactamente dos primos menores o igual que 3 (2 y 3)
(4) = 2 hay exactamente dos primos menores o igual que 4 (2 y 3)
(5) = 3 ¿por qué?

Nótese que para determinar (x), para un entero positivo x dado, debemos
contar los números primos menores o iguales a x. No existe una fórmula para hacer esto
y, mientras mayor sea x, más difícil es hallar (x). En la tabla de la figura I.2, se
presenta (10n), para valores enteros de n desde 1 hasta 23, indicando quién hizo el
hallazgo y cuándo. Observe que en 1.202, Fibonacci determinó que (100) = 25,
mientras que en 1.657, el matemático holandés Frans van Shooten (1.615 – 1.660)
determinó que (1.000) = 168 y (10.000) = 1.229. La imagen que la función  le
asigna a 1023 fue encontrada recientemente, en abril de 2.008.

n (10n) Referencia (autor, año)

1 4 Antigüedad

2 25 Leonardo de Pisa, Fibonacci (1202; Beiler)

3 168 F. van Schooten (1657; Beiler)

4 1.229 F. van Schooten (1657; Beiler)

5 9.592 T. Brancker (1668; Beiler)

6 78.498 A. Felkel (1785; Beiler)

7 664.579 J. P. Kulik (1867; Beiler)

8 5.761.455 Meissel (1871; corregido)

9 50.847.534 Meissel (1886; corregido)

10 455.052.511 Lehmer (1959; corregido)

11 4.118.054.813 Bohmann (1972; corregido)


124

12 37.607.912.018

13 346.065.536.839

14 3.204.941.750.802 Lagarias et al. (1985)

15 29.844.570.422.669 Lagarias et al. (1985)

16 279.238.341.033.925 Lagarias et al. (1985)

17 2.623.557.157.654.233 M. Deleglise and J. Rivat (1994)

18 24.739.954.287.740.860 Deleglise y Rivat (1996)

19 234.057.667.276.344.607 M. Deleglise (June 19, 1996)

20 2.220.819.602.560.918.840 M. Deleglise (June 19, 1996)

21 21.127.269.486.018.731.928 (n) Project (Dec. 2000)

22 201.467.286.689.315.906.290 P. Demichel y X. Gourdon (Feb. 2001)

23 1.925.320.391.606.803.968.923 T. Oliveira e Silva (Apr. 7, 2008)

Figura I.2
Fuente: http://mathworld.wolfram.com/PrimeCountingFunction.html


En la tabla de la figura I.3, se muestra los valores de (x), , Ln x y

para las primeras diez potencias de 10, donde Ln x es el logaritmo neperiano de x.


Observe las columnas sombreadas: para potencias muy grandes de 10, la diferencia entre
 
los números y es muy pequeña; es decir, se aproxima a , para

potencias muy grandes de 10. Lo que hemos ilustrado comparando únicamente potencias
de 10, es un comportamiento que se observa para los enteros positivos en general y
constituye lo que conjeturó Legendre y demostraron un siglo después Hadamard y Vallee
Poussin. El enunciado del Teorema de los Números Primos es el siguiente


, para valores grandes de x (*)

La interpretación de la expresión (*) es la siguiente: la proporción de números


primos a los números enteros es aproximadamente igual al inverso de Ln x , cuando x
es grande. Es realmente asombroso que la distribución de los números primos esté
relacionada de esta manera con la función logaritmo neperiano.
125

x (x)  Ln x

10 4 0,40000000 2,302585092 0,4342944820


2
10 25 0,25000000 4,605170185 0,2171472409
103 168 0,16800000 6,907755278 0,1447648273
4
10 1.229 0,12290000 9,210340371 0,1085736204
5
10 9.592 0,09592000 11,51292546 0,0868588964
6
10 78.498 0,07849800 13,81551055 0,0723824136
7
10 664.579 0,06645790 16,11809565 0,0620420688
108 5.761.455 0,05761455 18,42068074 0,0542868102
9
10 50.847.534 0,05084753 20,72326583 0,0482549424
1010 455.052.511 0,04550525 23,02585093 0,0434294481

Figura I.3

B) SOBRE LA DIFERENCIA ENTRE PRIMOS CONSECUTIVOS

Tratemos, en primer lugar, el curioso caso de los primos gemelos. Éstos son
pares de números primos de la forma p y p + 2. Es decir, los primos gemelos son primos
consecutivos pn , pn+1 en la secuencia de números primos, tales que pn+1 – pn = 2.
Aclaramos que la notación p n indica el n – ésimo número primo. Son pares de primos
gemelos los siguientes:

3 y 5; 5 y 7; 11 y 13; 17 y 19 ; 29 y 31 ;
41 y 43; 59 y 61; 71 y 73; 101 y 103; 107 y 109

entre otros muchos (el lector encontrará en la tabla de la figura I.1 algunos más).

Los números primos gemelos más grandes conocidos hasta agosto de 2.009 son
el par

65.516.468.355 · 2333.333 – 1 y 65.516.468.355 · 2333.333 + 1

que tienen 100.335 dígitos. Fueron descubiertos por Kaiser, Klanh et al.

No se sabe aún si existen infinitos pares de primos gemelos. La evidencia parece


indicar que sí, pero no se ha logrado una demostración.
126

Continuando con los casos de “seguidillas de primos”, ¿qué hay con los primos
trillizos?. ¿Existen? ¿Cuáles serían?. Extendiendo la idea de los primos gemelos, serían
primos consecutivos pn, pn+1 y pn+2 que van de dos en dos: pn+2 – pn+1 = pn+1 – pn = 2
¿Existen tales ternas?. Pues sí: los primos 3, 5 y 7 constituyen una terna de primos
trillizos y es la única. Vamos a demostrarlo. Supongamos que existe otra terna de
números primos pn, pn+1, pn+2, que no sea la ya citada, tal que

pn+ 2 – pn+1 = 2 y pn+1 – pn = 2

Podemos expresar pn y pn+2 en función de pn+1 y de pn+2 de la siguiente


manera:

pn+1 = pn + 2 (1) y pn+2 = pn + 4 (2)

Ya que la terna pn, pn+1, pn+2 es distinta de la terna 3, 5, 7, sabemos


que pn ≠ 3. Como pn ≠ 3 y es pn es primo, se tiene que pn no es divisible entre 3. Se
presentan dos casos:

Caso 1: pn = 3m + 1, para algún entero positivo m. Entonces, sustituyendo en (1):

pn+1 = pn + 2 = (3m + 1) + 2 = 3m + 3 = 3(m + 1), con m + 1 entero.

En consecuencia, pn+1 es un número primo y múltiplo de 3. Eso implica que p n+1 = 3.


Sustituyendo esta igualdad en (1), obtenemos que: 3 = p n + 2 , de donde pn = 1. Esto es
absurdo, porque 1 no es primo

Caso 2: pn = 3m + 2, para algún entero positivo m. Sustituyendo en (2), tenemos que

pn+2 = pn + 4 = (3m + 2) + 4 = 3m + 6 = 3(m + 2) , siendo m + 2 entero

De donde, pn+2 es primo y múltiplo de 3. Luego, debe ser p n+2 = 3. Pero, si pn+2 = 3,
entonces pn = – 1. De nuevo llegamos a un absurdo.

Todos los casos conducen a una contradicción. Luego, la suposición de que


existía otra terna de números primos pn, pn+1 y pn+2 , distinta de 3, 5 y 7, tal que
pn+2 – pn+1 = pn+1 – pn = 2 es falsa. Fin de la historia de los primos trillizos.

Con el tiempo, uno de los puntos de interés de los estudiosos de los números
primos se ubicó en la búsqueda de una relación entre la diferencia de dos primos
consecutivos y el menor de ellos. Esto es, ¿qué relación existe entre pn+1 – pn y pn ?.
Para acercarnos a la idea, observemos la tabla de la figura I.4.
127

n pn+1 pn pn+1 – pn
1 3 2 1
2 5 3 2
3 7 5 2
4 11 7 4
5 13 11 2
6 17 13 4
7 19 17 2
8 23 19 4
9 29 23 6
10 31 29 2
11 37 31 6
12 41 37 4
13 43 41 2
14 47 43 4
15 53 47 6
Figura I.4

Nótese que pn+1 – pn es menor que pn , para n desde 1 hasta 15. Pero, a la
luz de lo que vimos en la sección anterior, de que hay “lagunas” sumamente extensas en
las que no se encuentran números primos, debemos tener cautela y dudar: ¿ y si este
comportamiento cambia?. ¿Puede haber algún valor de n, para el cual la diferencia entre
los primos pn+1 y pn sea igual o mayor a pn ? . La respuesta es no. Más aún, hacia 1.930,
ya se sabía algo realmente asombroso:

existe una constante k para la cual pn+1 – pn < pnk, para todo n suficientemente grande

Lo que no se sabía era el valor de la constante k. Se tenía la certeza de que la


diferencia entre dos primos consecutivos es menor que una potencia del menor de ellos,
pero ¿cuál era el exponente de esa potencia?. En "On the difference between consecutive
primes”, Ingham demostró que el valor de k es . Es decir, a partir de un entero n
suficientemente grande, la diferencia entre pn+1 y pn es menor que la raíz octava de la
quinta potencia de pn (léalo de nuevo, es una frase maravillosa).
128

C) CONTRAEJEMPLO A LA CONJETURA DE POLYA

Sea n un entero positivo. Se dice que n es de tipo par si al descomponer a n en


factores primos se tiene una cantidad par de factores. Por ejemplo, son del tipo par los
enteros 6, 15 y 31, ya que

6 = 2x3 (dos factores primos)


15 = 3x5 (dos factores primos)
315 = 3x3x5x7 (cuatro factores primos)

Se dice que n es de tipo impar si al descomponer a n en factores primos se tiene


una cantidad impar de factores. Por ejemplo, son del tipo impar los enteros 7, 8 y 30,
porque

7 = 7 (un factor)
8 = 2x2x2 (tres factores)
30 = 2x3x5 (tres factores)

Nótese que el hecho de que un número sea par o impar es independiente del hecho de
que sea un número tipo par o tipo impar. Por convenio, se considera que 1 es del tipo par.
Una vez que tenemos un criterio para clasificar cualquier entero positivo como del tipo
par o impar, vamos a proceder a contar cuántos enteros del tipo par y del tipo impar hay
que no superan un entero m dado. Denotemos por

Par(n) al número de enteros positivos del tipo par que son menores o iguales a n

Impar(n) al número de enteros positivos del tipo impar que son menores o iguales a n

Por ejemplo,

Par(7) = 3 , ya que existen exactamente tres enteros de tipo par que menores o
iguales a 7. Estos son: 1, 4 y 6.

Impar(7) = 4 porque existen exactamente cuatro enteros de tipo impar que son
menores o iguales a 7 (2, 3, 5 y 7).

Nótese que Par(7) < Impar(7).

En la tabla de la figura I.5 presentamos los valores de Par(n), Impar(n) y sus


respectivas diferencias, para valores de n desde 1 hasta 20. Nótese que Par(n) – Impar(n)
es menor o igual a 0, para n desde 2 hasta 20 y para n = 1 esta diferencia es positiva. El
129

lector puede continuar dándole valores a n y observará que el patrón parece seguir
cumpliéndose.

n Par(n) Impar(n) Par(n) – Impar(n)


1 1 0 1
2 1 1 0
3 1 2 –1
4 2 2 0
5 2 3 –1
6 3 3 0
7 3 4 –1
8 3 5 –2
9 4 5 –1
10 5 5 0
11 5 6 –1
12 5 7 –2
13 5 8 –3
14 6 8 –2
15 7 8 –1
16 8 8 0
17 8 9 –1
18 8 10 –2
19 8 11 –3
20 9 11 –2
Figura I.5

En 1.919, el matemático húngaro George Pólya (1.887 – 1. 985) conjeturó que

Par(n) – Impar(n) 0, para todo entero positivo n.

(hemos cambiado la notación utilizada por Pólya con la finalidad de presentar la conjetura
en términos más sencillos, pero equivalentes).

En 1.942, Ingham fue capaz de encontrar un método muy ingenioso mediante el cual
se podría construir un contraejemplo para la conjetura de Pólya; este método requería de
130

cálculos ciertamente pesados. En 1.960, aplicando el camino indicado por Ingham, R.


Lehman encontró el contraejemplo: 906.180.359. Sí, el número novecientos seis
millones, ciento ochenta mil, trescientos cincuenta y nueve es tal que

Par(906.180.359) > Impar(906.180.359).

El mérito del método de Ingham es que permitió hallar un contraejemplo, que no


necesariamente era el menor número en el que fallaba el patrón observado. Es decir, no
requería evaluar la diferencia Par(n) – Impar(n) en forma sucesiva, sino que daba una
“ruta” para dar con ese número. El menor contraejemplo es n = 906.150.257, encontrado
por Minoru Tanaka en 1.980. La conjetura de Pólya falla para la mayoría de los valores
de m tales que 906.150.257 ≤ m ≤ 906.4 .079. Así es la teoría de números.
131

JIA XIAN
China 1.010
China 1.070 CAPÍTULO 10

JIA XIAN Y
EL TRIÁNGULO ARITMÉTICO

“Un matemático, como un pintor o un poeta, es un


fabricante de modelos. Si sus modelos son más duraderos
que los de estos últimos,es porque están hechos de ideas”

Godfrey Harold Hardy (matemático inglés, 1.877 – 1.947)

(a+b)0 = 1 a+b≠ 0
1
(a+b) = 1a + 1b
(a+b)2 = 1a2 + 2ab + 1b2
(a+b)3 = 1a3 + 3a2b + 3ab2 + 1b3
(a+b)4 = 1a4 + 4a3b + 6a2b2 + 4ab3 + 1b4
(a+b)5 = 1a5 + 5a4b + 10a3b2 + 10a2b3 + 5ab4 + 1b5
(a+b)6 = 1a6 + 6a5b + 15a4b2 + 20a3b3 + 15a2b4 +6ab4+ 1b6
(a+b)7 = 1a7 + 7a6b + 21a5b2 + 35a4b3 + 35a3b4 +21a2b5+ 7ab6 + 1b7
(a+b)8 = 1a8 + 8a7b + 28a6b2 + 56a5b3 + 70a4b4 +56a3b5+ 28a2b6 + 8a2b6 + 1b8

La figura de la izquierda aparece en la obra Siyuan Yujian (Precioso espejo de los cuatro
elementos) del matemático chino Zhu Shijie, publicada en 1.303. Su autor se refiere a ella
como tabla del antiguo método de las potencias hasta la octava. Los números que
aparecen en caracteres chinos dentro de los círculos en la mencionada figuracorresponden
a los números subrayados y en negritas escritos en la tabla de potencias del binomio a + b
que escribimos a la derecha. El lector seguramente conoce esta disposición de números
como triángulo de Pascal. Lo llamativo es que Zhu Shijie lo llama “antiguo método”, lo
cual significa que mucho antes de 1.303 y, por tanto, antes de que naciera Pascal, ya era
conocido este triángulo numérico con la interpretación correspondiente. En este capítulo,
veremos algunos antecedentes de este famoso triángulo, así como algunas de sus
propiedades. Veremos que la referencia más antigua nos lleva hasta el matemático chino
Jia Xian.
132

A) CRÓNICA (EN REVERSA) DE UN FAMOSO TRIÁNGULO ARITMÉTICO

Una de las configuraciones numéricas más famosa de la matemática es la que se


muestra en la figura J.1. Es una disposición triangular de números en la que lo primero
que resalta es que el primer número, así como el último de cada línea, son unos. ¿Qué se
puede decir de los demás números?. La figura J.2 sugiere el patrón de construcción: a
excepción de los unos, cada número es la suma de aquéllos que están inmediatamente
encima de él.

Figura J.1 Figura J.2

De manera que si queremos ampliar el triángulo de la figura J.2, la siguiente fila


será la secuencia de números
1 9 36 84 126 126 84 36 9 1
y la siguiente es la secuencia
1 10 45 120 210 512 210 120 45 10 1
y la siguiente
1 11 55 165 330 722 722 330 165 55 11 1

y, así, ad infinítum.

Esta disposición de números ha recibido diferentes nombres, según determinados


momentos históricos e, incluso, regiones geográficas. En el siglo XI, en el Asia Central,
se referían a él como triángulo de Khayyam. En China, en el siglo XIII, se le conocía
como el triángulo de Yang Hui, mas éste lo llamaba triángulo de Jia Xian. En Italia se le
llama triángulo de Tartaglia. Pero, nuestra sencilla configuración triangular de números se
denomina, en casi todo el mundo, triángulo de Pascal. Blas Pascal (francés, 1623 – 1662)
escribió en 1.653 Traité du Triangle Arithmetique avec quelques autres petits traitez sur
la mesme matière (Tratado del Triángulo Aritmético con algunos otros pequeños
aspectos sobre la misma materia). Este libro se publicó póstumamente en 1.665. En la
figura J.3 se muestra la página inicial de la obra. El tratado consta de unas treinta y seis
páginas y está estructurado en dos partes: la primera se titula Un tratado sobre el
133

triángulo aritmético y en ella se hace un estudio de esta configuración numérica; la


segunda, Usos del triángulo aritmético, está dividida en cuatro secciones en las cuales se
exponen las aplicaciones del triángulo aritmético en: la teoría de números figurados, la
teoría combinatoria, teoría de apuestas en juegos de azar y el desarrollo de las potencias
de un binomio.

Figura J.3 Figura J.4

Fuente:http://books.google.co.ve/books?id=y9NAAAAcAAJ&printsec=frontcover&dq=traite+du+triangle+pas
cal&hl=es&sa=X&ei=2S7uT_WjB4-E8QSE16CEDQ&ved=0CDcQ6AEwAQ#v=thumbnail&q&f=true

En la figura J.4 vemos el triángulo aritmético, tal como se muestra en el tratado


de Pascal. ¿Verdad que no es la misma configuración con la que estamos familiarizados?.
Pascal distingue filas paralelas y filas perpendiculares; lo que, en términos matriciales,
llamamos actualmente filas y columnas, respectivamente. Establece que, a excepción de
los números de la primera fila paralela (que son unos) y de los primeros de cada fila
perpendicular (que también son unos), el número de cada celda se obtiene sumando el
número de la celda precedente en la misma fila perpendicular y el número de la celda
precedente en la misma fila paralela. En la figura J.5 mostramos un esquema.

Figura J.5
134

No nos detendremos más en el Tratado del Triángulo Aritmético de Pascal. Sólo


agregaremos que es, al parecer, el primer libro en que dicha configuración de números es
el tema principal; es decir, un texto dedicado exclusivamente a este modelo numérico,
definiéndolo como ente matemático y demostrando algunas de sus propiedades y
aplicaciones. Posiblemente, ésta sea la razón por la que el triángulo se asoció con el
apellido del matemático francés. Antes que Pascal (recuerde que estamos haciendo una
crónica en reversa), otros matemáticos han hecho referencia al triángulo aritmético.
Algunos de ellos son:

 Henry Briggs (inglés, 1.561 – 1.630) en su Arithmetica Logarithmica


publicada en Londres en 1.624.
 Niccolo Fontana (italiano, 1.500 – 1.557), conocido como Niccolo
Tartaglia, en su obra General Trattato dei Numeri e della Misure
editada en Venecia entre 1.556 y 1.560.
 Michel Stifel (alemán, 1.487 – 1.567) en Arithmetica Integra
publicada en Holzdorf hacia 1.544. En la figura J.6 vemos una página
de la obra de Stifel en la que aparece su versión del triángulo aritmético
y en la figura J.7 mostramos el arreglo numérico. Nótese la disposición
en forma de escalera. En esta disposición, el número 1 aparece sólo
una vez, en la primera fila y primera columna. ¿Cuál es el patrón de
formación en este triángulo?.

1
2
3 1
4 6
5 10 10
6 15 20
7 21 35 35
8 28 56 70
9 36 84 126 126
10 45 120 210 252
11 55 156 330 462 462
12 66 220 495 792 924

Figura J.6 Figura J.7


Fuente:
http://books.google.co.ve/books?id=fndPsRv08R0C&printsec=frontcover&dq=arithmetica+integra+michel+stif
el&hl=es&sa=X&ei=tjXuT6ftHZGo8QTTzZmEDQ&ved=0CDMQ6AEwAA#v=onepage&q&f=false

 Peter Apian (conocido también como Pietrus Apianus o Peter


Bennewitz) fue un matemático alemán que vivió entre 1.495 y 1.552.
135

Hacia 1.527 publicó un texto de aritmética comercial en cuya portada


se encuentra una versión del triángulo aritmético. Se considera que
ésta es la primera aparición de esta configuración de números en una
obra impresa en Europa.

 Zhu Shijie (chino, 1.260 – 1.320). En 1.303, en la obra titulada Siyuan


Yujian (Precioso espejo de los cuatro elementos) se refiere al triángulo
aritmético como tabla del antiguo método de las potencias hasta la
octava. Ver figura J.8

 Yang Hui (chino, 1.238 – 1.298) hacia 1.261, escribió Xiangjie jiuzhang
suanfa (Análisis detallado de las reglas matemáticas en los Nueve
Capítulos y sus reclasificaciones). Se trata de un libro de doce capítulos
en el que hace comentarios y acotaciones al famoso Jiuzhang suanshu
o Nueve Capítulos sobre el Arte Matemático y a otros textos. Entre
ellos, al Huangdi Jiuzhang Suanjing Xicao (Detalladas soluciones a los
Nueve Capítulos del Arte Matemático), escrito por Jia Xian alrededor
de 1.050. Yang Hui expone en el prefacio que su intención es explicar
y dar a conocer la obra de su antecesor. La figura J.9 muestra la página
en la que Yang Hui hace referencia al método de Jia Xian para calcular
raíces cuadradas y cúbicas, teniendo como herramienta el triángulo
aritmético.

Figura J.8 Figura J.9

Fuente: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/c0/Jiaxian.jpg

 Omar Khayyan, matemático y poeta persa (1.048 – 1.131). Durante su


estancia en Samarkanda (actualmente, ciudad de Uzbekistán), alrededor
del año 1.070 escribió Tratado sobre demostración de problemas de
álgebra, cuyo tema principal es la clasificación de ecuaciones cúbicas y
sus soluciones geométricas. En ésta y otras de sus obras, Khayyan hizo
comentarios sobre lo que actualmente llamamos triángulo de Pascal.
136

 Jia Xian (chino, 1.010 – 1.070) escribió, como referimos antes,


Huangdi Jiuzhang Suanjing Xicao (1.050 aproximadamente). En esta
obra explica un método de extracción de raíces cuadradas y cúbicas (el
cual generaliza para raíces n – ésimas); utiliza el triángulo aritmético
para la determinación de los coeficientes del desarrollo de las potencias
de un binomio.

Hasta aquí, la crónica en reversa. Reiteramos que hemos listado algunos


matemáticos y las obras respectivas en las que se refieren al triángulo aritmético y de las
cuales se posee algún documento de respaldo de tal referencia. Hemos recorrido Europa
y Asia solamente. Esto no excluye que algunas versiones de este triángulo se encuentren
en otros contextos geográficos.

B) ¿QUÉ REPRESENTAN LOS NÚMEROS DEL TRIÁNGULO


ARITMÉTICO?

De los comentarios que Yang Hui hace sobre los trabajos de Jia Xian, se deduce
que éste último interpretaba el triángulo aritmético como una representación de los
coeficientes del desarrollo de las potencias de un binomio. Y aunque Jia Xian desarrolló
el triángulo sólo hasta la séptima fila (esto es, hasta la sexta potencia del binomio), su
comentarista sostiene que conocía la forma de generar las distintas filas, a saber, cada
número se obtiene sumando los números en las dos posiciones inmediatamente encima de
éste. Expliquemos un poco más lo de los coeficientes de las potencias de un binomio.
Consideremos el binomio a + b. Supongamos que a + b ≠ 0 (esta suposición se hace para
que tenga sentido la expresión (a+b)0 ). Nótese que

(a + b) 0 = 1 (1)

(a + b) 1 = 1a + 1b (2)

(a + b) 2 = (1a + 1b) (1a + 1b) = 1a2 + 1ab + 1ab + 1b2

= 1a2 + (1 + 1)ab + 1b2

= 1a2 + 2 ab + 1b2 (3)

(a + b) 3 = (1a + 1b)2 (1a + 1b)

= (1a2 + 2ab + 1b2) (1a + 1b)

= 1a3 + 1a2b + 2a2b + 2ab2 + 1b2a + 1b3

= 1a3 + (1 + 2) a2b + (2 + 1)b2a + 1b3


137

= 1a3 + 3 a2b + 3 ab2 + 1b3 (4)

(a + b) 4 = (1a + 1b)3 (1a + 1b)

= (1a3 + 3a2b + 3ab2 + 1b3) (1a + 1b)

= 1a4 + 1a3b + 3a3b + 3a2b2 + 3a2b2 + 3ab3 + 1b3a + 1b4

= 1a4 + (1 + 3)a3b + (3 + 3)a2b2 + (3 + 1)b3a + 1b4

= 1a4 + 4 a3b + 6 a2b2 + 4 ab3 + 1b4 (5)

¿Observó cómo se han obtenido los números que hemos subrayado en las
expresiones (3), (4) y (5) ?. En (3), 2 es el resultado de 1 + 1. En (4), cada uno de los
números subrayados es el resultado de 1 + 2. Y ¿en (5)?. ¿Le parece familiar el patrón?.
Si ahora disponemos los coeficientes de las expresiones que están en los miembros
derechos de las igualdades (1), (2), (3), (4) y (5), respectivamente, en filas y siguiendo
una disposición triangular, obtenemos la configuración que se muestra en la figura J.10.

Figura J.10

Si se desarrolla las expresiones (a + b)5, (a + b)6 y (a + b)7 , se podrá ampliar el


triángulo de la figura J.10. Denominemos a esta configuración, triángulo de los
coeficientes de las potencias de un binomio. El lector notará que este triángulo de
coeficientes coincide, al menos en las primeras filas, con el triángulo aritmético cuyo
patrón de formación se describió en la sección A). ¿Cómo podemos estar seguros que
estos triángulos son iguales?. Deberíamos probar que el número que ocupa una
determinada posición en el triángulo de coeficientes es igual al número que ocupa esa
misma posición en el triángulo aritmético, para todas las potencias n –ésimas de un
binomio (sobreentendiendo, n entero no negativo). Necesitamos establecer una especie de
sistema de referencia para denotar la posición de un número en el triángulo aritmético. No
es adecuado referirnos a filas y columnas, porque los números, a pesar de estar dispuestos
en filas, no están dispuestos en columnas. Pero sí podemos convenir en que nuestro
sistema de referencia estará basado en filas y diagonales: las filas las numeraremos de
arriba hacia abajo, comenzando con cero y las diagonales las numeraremos de izquierda a
derecha, también a partir de cero. Utilizaremos la notación t (j, k) para denotar al número
del triángulo aritmético que se encuentra en la fila j y en la diagonal k (ver figura
J.11).
138

Figura J.11

Como el primer número de cada fila, así como el último, son unos, se tiene que
para todo entero no negativo n, se cumplen las siguientes igualdades:

t (n, 0) = 1 , t (n, n) = 1

En consecuencia, para cualesquiera enteros no negativos m y n

t (m, 0) = t (n, 0) = t (m, m) = t (n, n)

Del patrón de formación del triángulo aritmético, tenemos que al sumar


dos números que están en la misma fila h y en diagonales consecutivas k y k+1,
obtenemos el número que está en la fila siguiente, la j+1, y en la diagonal k+1 (ver
esquema en la figura J.12). Así, la fórmula mediante la cual podemos calcular el número
que se encuentra en la fila r > 0 y en la diagonal s > 0 es la siguiente:

t (r, s) = t (r – 1, s – 1) + t (r – 1, s) (*)

Demostremos que para cualquier entero positivo n se cumple que:

(a + b)n = t (n, 0) an + t (n, 1) an – 1 b + t (n, 2) an – 2 b2 + …+ t (n, j) an – j bj + …+ t (n, n) bn


(**)
139

Figura J.12

La fórmula (**) se cumple para n = 1. En efecto,

(a + b)1 = 1a + 1b = t (1, 0) a1 + t (1, 1) b1

Supongamos que (**) se cumple para el entero positivo h. Esto es,

(a + b)h = t (h, 0) ah + t (h, 1) ah – 1 b + t (h, 2) ah – 2 b2 + …+ t (h, j) ah – j bj + …+ t (h, h) bh

Esta última igualdad es nuestra hipótesis inductiva. Demostremos que (**) se


cumple para h + 1. Es decir, demostremos que

(a + b)h+1 = t (h+1, 0) ah+1 + t (h+1, 1) ah b + t (h+1, 2) ah–1 b2 + … + t (h+1, j) ah+1 – j bj +


…+ t (h+1, h+1) bh+1

Nótese que (a + b)h + 1 = (a + b)h (a + b). Por la hipótesis inductiva, se tiene que

(a + b)h + 1= [t (h, 0) an + t (h, 1) ah – 1 b + t (h, 2) ah – 2 b2 + …+ t (h, j) ah – j bj + …+ t (h, h)


bh ] (a + b)

Al aplicar la propiedad distributiva y agrupar términos semejantes, obtenemos

(a + b)h+1 = t (h, 0) an+1 + [t (h, 0) + t (h, 1)] ah b + [t (h, 1) + t (h, 2)] ah–1 b2 + … +
[ t (h, j) + t (h, j + 1) ] ah – j b j +1 + …+ t (h, h) bh+1 (***)

Aplicando (*) en las operaciones indicadas entre corchetes, tenemos:

t (h, 0) + t (h, 1) = t (h + 1, 1)
t (h, 1) + t (h, 2) = t (h + 1, 2)

t (h, j) + t (h, j + 1) = t (h + 1, j + 1)
140

Además, t (h, 0) = t (h + 1, 0) y t (h, h) = t (h + 1, h + 1). Sustituyendo estas


igualdades en (***), llegamos a

(a + b)h+1 = t (h + 1, 0) an+1 + t (h + 1, 1) ah b + t (h + 1, 2) ah–1 b2 + … + t (h + 1, j) ah+1 – j


b j +1 + t (h + 1, j + 1) ah – j b j +1 + …+ t (h + 1, h + 1) bh+1

que es lo que queríamos demostrar.

De manera que la n – ésima fila del triángulo aritmético definido en la sección


A) contiene los coeficientes de la n – ésima potencia de un binomio, para todo entero no
negativo n. Concluimos esta sección mencionando que los números del triángulo
aritmético también tienen una interpretación en teoría combinatoria; no profundizamos
en este punto, entre otras, por razones de espacio.

C) EN ESTE TRIÁNGULO, TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A ...


ALGUNA PROPIEDAD ARITMÉTICA

A continuación, vamos a explorar el triángulo aritmético por distintos “caminos”


y destacaremos algunas propiedades interesantes.

Recorramos el triángulo por filas. Si sumamos los números de la fila 0


obtenemos 1 = 20. Los de la fila 1 suman 2 = 21; los de la fila 2, 4 = 22 ; los de la 3,
suman 8 = 23 … (ver figura J.13).

Figura
J.13

Al parecer, la suma de los números de la fila n es 2 n. Si lo expresamos en


términos de la notación introducida en la sección anterior, nuestra conjetura es que

t (n, 0) + t (n, 1) + t (n, 2) + …. + t (n, n) = 2 n , para todo entero no negativo n.


141

La demostración es muy sencilla. Sabemos que

(a + b)n = t (n, 0) an + t (n, 1) an – 1 b + t (n, 2) an – 2 b2 + …+ t (n, j) an – j bj + …+ t (n, n) bn

Haciendo a = b = 1, tenemos que

(1+1)n = t(n, 0) 1n + t (n, 1) .1n – 1 .1 + t (n, 2).1n – 2 .12 + …+ t (n, j).1n – j .1j +…+ t (n, n) 1n

Esto es, 2n = t (n, 0) + t (n, 1) + t (n, 2) + …+ t (n, j) + …+ t (n, n)

Recorramos ahora nuestro triángulo siguiendo el eje vertical trazado desde la


posición t(0, 0) = 1 (la línea punteada en la figura J.14) y fijemos nuestra atención en
los números que, en una misma fila, equidistan de dicho eje. ¿Qué observa?. ¡Son
iguales!. Eso significa que el triángulo aritmético es simétrico con respecto al eje vertical
trazado desde “su vértice”. ¿Cómo podemos escribir esto en términos de la notación dada
en la sección anterior?. De la siguiente manera: para todo entero positivo n, se cumple
que
t (n, k) = t (n, n – k)

para cada entero k, tal que 0 k n. Queda para lector demostrar esta igualdad.

Figura J.14

Otra propiedad interesante (y que será de gran utilidad en otros recorridos que
haremos por el triángulo) es la que sugiere la figura J.15. En esta figura se nos hace ver
que la suma de los cuatro primeros números de la diagonal 2 es el cuarto número de la
diagonal 3. Esto es:
t (2, 2) + t (3, 2) + t (4, 2) + t (5, 2) = 1 + 3 + 6 + 10 = 20 = t (6, 3)
142

También vemos que la suma de los tres primeros números de la diagonal 4 es el


tercer número de la diagonal 5. Es decir,

t (4, 4) + t (5, 4) + t (6, 4) = 1 + 5 + 15 = 21 = t (7, 5)

¿Cómo podemos enunciar esta propiedad en forma general?. Consideremos la


diagonal j. Entonces, para todo entero positivo n se cumple que

t (j, j) + t (j + 1, j) + t (j + 2, j) + … + t (j + n – 1, j) = t (j + n, j + 1) (P)

Demostremos esta proposición mediante el principio de inducción completa.

Figura J.15

La proposición (P) se cumple trivialmente para n = 1, ya que t (j, j) = t (j + 1, j + 1)

Supongamos que para un entero positivo h se tiene que

t (j, j) + t (j + 1, j) + t (j + 2, j) + … + t (j + h – 1, j) = t (j + h, j + 1)

Esta igualdad constituye nuestra hipótesis inductiva. Probemos que para h + 1


también se cumple la igualdad (P). Esto es, probemos que

t (j, j) + t (j + 1, j) + t (j + 2, j) + … + t (j + h – 1, j) + t (j + h , j) = t (j + h + 1, j + 1)

Nótese que al sustituir la hipótesis inductiva en el miembro izquierdo de la


última igualdad, obtenemos que:
143

[t(j, j) + t(j + 1, j) + t(j + 2, j) +…+ t(j + h – 1, j)] + t(j + h , j) = t(j + h, j+1) + t(j + h, j)

Por la fórmula (*) que vimos en la sección anterior, tenemos que

t (j + h, j + 1) + t (j + h, j) = t (j + h + 1, j + 1)

En consecuencia,

t (j, j) + t (j + 1, j) + t (j + 2, j) + … + t (j + h – 1, j) + t (j + h , j) = t (j + h + 1, j + 1)

La propiedad (P) suele llamarse la propiedad del bastón de hockey (o hockey


stick, en inglés). La hemos enunciado y demostrado en el caso en que sumamos los n
primeros números de la diagonal k. En la figura J.16 se muestra la propiedad del bastón
de hockey, pero en otra disposición. Queda como ejercicio enunciarla y demostrarla.

Figura J.16

Ya hemos recorrido el triángulo aritmético por filas, por su eje vertical y por rutas
finitas en sus diagonales y hemos hallado propiedades que nos hacen comprender por qué
esta sencilla configuración de números ha sido (y sigue siendo) tan fascinante, aparte de
útil, para los matemáticos de distintas épocas y lugares. Ahora recorreremos las distintas
diagonales y encontraremos unas sucesiones muy notables. La propiedad (P) nos será de
gran ayuda para determinar el término general de estas sucesiones.

 Consideremos la diagonal 0. Ésta nos presenta una sucesión muy sencilla: una
sucesión constante. Haciendo an = t (n – 1, 0), para todo n entero positivo,
tenemos que an = 1, para todo n entero positivo. La sucesión es la sucesión
constante en la que todo término es 1.
144

 Consideremos la diagonal 1. Hagamos bn = t (n, 1), para todo n entero positivo.


Por la propiedad (P)
bn = t (n, 1) = t (n – 1, 0) + t (n – 2, 0) + t (n – 3, 0) + … + t (1, 0) + t (0, 0)

= an + an – 1 + an – 2 +…+ a2 + a1

= 1 + 1 + 1 +…+ 1 + 1

¿Cuántos sumandos hay en el miembro derecho de la igualdad anterior?. Observe


los subíndices: nos dan una referencia, en este caso, para no dudar que tenemos n
sumandos, todos ellos iguales a 1. Por tanto,

bn = t (n, 1) = n. 1 = n, para todo n entero positivo.

La diagonal 1 presenta la sucesión de los enteros positivos.

 Ahora analicemos la diagonal 2. Hagamos cn = t (n + 1, 2), para todo n entero


positivo. Aplicando la propiedad (P), tenemos que:

cn = t (n + 1, 2) = t (n , 1) + t (n – 1, 1) + t (n – 2, 1) + … + t (1, 1)

= bn + bn – 1 + bn – 2 +…+ b1

= n + (n – 1) + (n – 2) +…+ 1

(recuerde la fórmula de la suma de términos de una progresión aritmética)

En la diagonal 2 tenemos la sucesión de los números triangulares.

 Con referencia a la diagonal 3, sea dn = t (n + 2, 3). Luego,

dn = t (n + 2, 3) = t (n + 1, 2) + t (n, 2) + t (n – 1, 2) + … + t (2, 2)

= cn + cn – 1 + cn – 2 +…+ c1

= + + +…+

¿Cuál es el resultado de esta suma?. Le dejamos como ejercicio comprobar que

+ + +…+ =
145

Así, dn = . La diagonal 3 contiene la sucesión de los números


tetraédricos.

 Se lo dejamos como ejercicio: la diagonal 4 contiene la sucesión de los

números de la forma en =

En la figura J.17 presentamos un esquema de las sucesiones que hemos analizado.

Figura J.17

¿Podríamos deducir la expresión del término general de la sucesión contenida en


la diagonal k, siendo k entero positivo?. Veamos, en la siguiente tabla destacamos
algunos aspectos de los términos generales de las sucesiones contenidas en las diagonales
1, 2, 3 y 4.
146

Diago Término general de la sucesión Cantidad de factores en Denominador del


nal el numerador del término general
término general
1 bn = n uno 1 = 1!
(sólo n)
2 dos 2 = 2.1 = 2!
cn =
(n y n+1)
3 tres 6 = 3. 2. 1 = 3!
dn =
(n , n+1 y n+2)
4 cuatro 24 = 4. 3. 2. 1 = 4!
en =
(n , n+1, n+2 y n+3)

¡Qué interesante patrón!. La cantidad de factores en el numerador es igual al


orden de la diagonal y dichos factores son números consecutivos empezando por n;
mientras que el denominador es el factorial del orden de la diagonal. ¿Será que la
diagonal 5 presenta la sucesión de enteros cuyo término n – ésimo es

?.

Invitamos al lector a que realice los cálculos y verifique que f1 = 1, f2 = 6,


f3 = 21, f4 = 56 y compare estos resultados con los cuatro primeros números en la quinta
diagonal. ¡Sí, coinciden!. Bien, esto no es una prueba formal, pero es una evidencia más
que nos permite conjeturar que en la k – ésima diagonal tenemos la sucesión tal
que

Vayamos ahora por unas rutas distintas, no tan convencionales como las filas y
las diagonales que hemos recorrido. Aventurémonos por unos senderos mixtos y nos
encontraremos con unos números famosísimos: los números de Fibonacci. La figura J.18
nos muestra “el mapa” que guía esta excursión. Recordemos que los números de
Fibonacci son F1 = 1, F2= 1, F3 = 2, F4 = 3, F5 = 5, F6 = 8, F7 = 13, F8 = 21, … La
fórmula que los define es: F1 = F2 = 1 y Fn = Fn – 1 + Fn – 2, si n > 2.
147

Figura J.18

Nótese que:
F1 = t (0, 0)
F2 = t (1, 0)
F3 = t (2, 0) + t (1, 1)
F4 = t (3, 0) + t (2, 1)
F5 = t (4, 0) + t (3, 1) + t (2, 2)
F6 = t (5, 0) + t (4, 1) + t (3, 2)

En general, tenemos las fórmulas:

Fn = t (n – 1, 0) + t (n – 2, 1) + t (n – 3 , 2) + … + t , para n impar

Fn = t (n – 1, 0) + t (n – 2, 1) + t (n – 3 , 2) + … + t , para n par

Concluiremos este capítulo con una curiosa conexión entre dos famosos
triángulos:
1) el triángulo aritmético que hace mil años construyó Jia Xian como modelo numérico
de los coeficientes del desarrollo de las potencias de un binomio y
2) el triángulo de Sierpiński, una figura autosemejante que se deriva de las
investigaciones que hace unos cien años realizó el matemático polaco sobre curvas en las
que todo punto es un punto de ramificación.
148

Para visualizar esta conexión hagamos la siguiente actividad: construyamos un


triángulo aritmético y encerremos cada número en un cuadrado; si sombreamos los
cuadrados que contienen números impares y dejamos en blanco los cuadrados que
contienen números pares, la figura resultante se asemeja al triángulo o tamiz de
Sierpiński. Mientras más filas representemos, mayor será el parecido entre ambas
configuraciones. En la figura J.19 presentamos el triángulo aritmético con treinta y dos
filas. En lugar de escribir los números, colocamos la letra P en los cuadrados ocupados
por números pares y la letra I en aquéllos que contienen números impares. No es una
actividad complicada: sabiendo que la suma de números pares es par, que la suma de dos
números impares es par y que la suma de un número par y un impar es impar, se rellenan
los cuadrados rápidamente. En la figura J.20 presentamos el triángulo de Sierpiński en su
cuarta iteración. Asombrosa semejanza entre ambas configuraciones.

Figura J.19 Figura J.20


149

JOHANNES KEPLER
Württemberg (Alemania) 27 – 12 – 1.571
Regensburg (Alemania) 15 – 11 – 1.630 CAPÍTULO 11

KEPLER Y LOS TESELADOS

“Considero el trabajo matemático como una necesidad


estética, exactamente como un pintor o un compositor”

Francisco Duarte (matemático venezolano, 1.883 – 1.972)

Con triángulos equiláteros, cuadrados y hexágonos regulares se puede construir mosaicos


que cubran el plano, como se muestra sobre estas líneas. ¿Son éstos los únicos polígonos
regulares que tienen esta propiedad?. ¿Cuántos mosaicos existen?. ¿Puede utilizarse
polígonos estrellados?. En este capítulo trataremos sobre estas configuraciones de
polígonos que cubren una región del plano (llamadas teselados) y de cómo el astrónomo y
matemático alemán Johannes Kepler dio su aporte a la matemática al hacer una
descripción de estas “constelaciones geométricas” en su obra Harmonices Mundi Libri V
publicada en 1.619.
150

A) LA ARMONÍA DEL MUNDO EN CINCO LIBROS

La palabra armonía proviene del latín harmonĭa y éste del vocablo griego
ἁρμονία que significa concordancia, combinación. En un sentido amplio, armonía es la
conveniente o adecuada correspondencia de unas cosas con otras, ya sean notas musicales
que se ejecutan simultáneamente, sílabas y pausas en unos versos o los distintos colores y
formas en una obra pictórica. Un atributo de la armonía es la proporción, entendiéndose
ésta como la relación entre las medidas de un objeto y sus partes constitutivas y entre las
medidas de dichas partes entre sí. Al comparar los objetos con sus partes constitutivas
estamos estudiando figuras: polígonos, segmentos, circunferencias, arcos, ángulos,
poliedros, etc. Pero, también, el estudio de las relaciones métricas no es posible sin el
número. En consecuencia, estimado lector, tenemos en escena al eterno tándem
constituido por número y figura, bases primigenias de la aritmética y la geometría. Por
eso, Johannes Kepler, protagonista de este capítulo, sostenía que existe un arquetipo
(modelo original y primario) de la armonía, el cual procede de la matemática.

Para algunos filósofos, entre ellos Tomás de Aquino, la armonía implica belleza.
Y no sólo ese tipo de belleza que se percibe con los sentidos, sino esa belleza que
transciende lo físico, lo material, y que satisface una necesidad innata en el ser humano.
Una necesidad estética que abarca, entre otros aspectos, el cognitivo. La creación, el
descubrimiento o el estudio de patrones armónicos, actividades matemáticas todas, son
una forma de satisfacer esa necesidad estética (sugerimos releer la frase del matemático
venezolano Francisco Duarte que elegimos para encabezar este capítulo). Una obra en la
que se hace un estudio de la armonía, tanto de las figuras geométricas del plano y del
espacio, de los sonidos y hasta del movimiento de los planetas es Harmonices Mundi
Libri V o La Armonía del Mundo en cinco libros escrita por el astrónomo y matemático
alemán Johannes Kepler (figura K.1). En la figura K.2 se muestra una página de esta gran
obra. Este conjunto de cinco libros (que reseñaremos más adelante) se publicó en 1.619 y
contiene dos importantes aportes:
- la tercera ley de Kepler del movimiento planetario
- el primer estudio matemático de los teselados

Entre 1.609 y 1.619, Kepler formuló sus tres leyes del movimiento planetario
mediante las cuales describe las órbitas de los planetas conocidos en aquella época:
Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno. Recordemos que fue en 1.609 cuando
Galileo Galilei construyó el primer telescopio, por lo que hasta ese año las observaciones
astronómicas se realizaban a simple vista. A continuación, comentaremos brevemente las
tres leyes de Kepler.

- Primera ley de Kepler: la órbita de cada uno de los planetas es una elipse
con el Sol en uno de sus focos (figura K.3)
151

- Segunda ley de Kepler: la línea que conecta al Sol con un planeta, barre
áreas iguales en tiempos iguales
En referencia a la figura K.4, si un planeta tarde el mismo tiempo en recorrer
el arco menor AB que el arco menor CD, entonces las áreas sombreadas
son iguales.

- Tercera ley de Kepler: el cuadrado del tiempo de revolución de un planeta


alrededor del Sol es proporcional al cubo de la distancia media del planeta al
Sol (se entiende por distancia media la mitad de la suma de la mayor y la
menor distancia del planeta al Sol).

Si denotamos por T el tiempo que tarda un planeta en recorrer su órbita alrededor


del Sol (completar una revolución) y por a la distancia media del planeta al Sol, la
fórmula que define esta ley es T 2 = ka3, siendo k una constante de proporcionalidad, la
misma para todos los planetas. Supongamos que medimos todas las distancias en
unidades astronómicas, cuya abreviatura es UA, siendo 1 UA la distancia media entre la
Tierra y el Sol. ¿Cuál es esa distancia?. Ciento cincuenta millones de kilómetros. En
notación científica, 1,5 x 108 kilómetros. Luego, si a = 1 UA y T es un año (tiempo que
tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del Sol), entonces k = 1. Con estas unidades,
la formulación matemática de la tercera ley de Kepler es T2 = a3 (ver tabla de la figura
K.5)

Figura K.1 Figura K.2

Fuentes:
K.1: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:JKepler.png?uselang=es
K.2: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b2100140z/f2.item
152

Figura K.3 Figura K.4

T en años, a en unidades astronómicas


Las discrepancias son debido a la exactitud limitada
Periodo T Distancia a del Sol
Planeta (en años) (UA = 1,5 x 108 kilómetros) T2 a3
Mercurio 0,241 0,387 0,05808 0,05796
Venus 0,616 0,723 0,37946 0,37793
Tierra 1 1 1 1
Marte 1,88 1,524 3,5344 3,5396
Júpiter 11,9 5,203 141,61 140,85
Saturno 29,5 9,539 870,25 867,98
Urano 84,0 19,191 7056 7068
Neptuno 165,0 30,071 27225 27192
Plutón 248,0 39,457 61504 61429

Figura K.5
Fuente: http://www-istp.gsfc.nasa.gov/stargaze/Mkeplaws.htm

A continuación, haremos una reseña de la obra Armonía del Mundo de Kepler y


detallaremos sus aspectos matemáticos más relevantes. Cada libro tiene su respectiva
introducción y organización en capítulos; éstos, a su vez, están divididos por secciones
muy breves, en las que se exponen las definiciones, axiomas, proposiciones, corolarios y
comentarios.

El Libro I se titula Sobre el origen, clases, orden y rasgos distintivos que dan
lugar a proporciones armónicas por el conocimiento y la construcción de ellos.
Básicamente, es un conjunto de comentarios del libro X de los Elementos de Euclides y
trata sobre los polígonos regulares y sus propiedades. Sin embargo, se destaca que en la
clasificación de los polígonos regulares según el grado de conmensurabilidad de sus lados
con el diámetro de la circunferencia circunscrita, Kepler introduce ciertas innovaciones.
También presenta una demostración novedosa de la imposibilidad de la construcción del
heptágono regular.
153

El Libro II se denomina Sobre la congruencia de las figuras regulares. Debemos


aclarar que la palabra congruencia no tiene, en la obra de Kepler, el mismo significado
con el que estamos familiarizados actualmente (lo explicaremos más adelante). En este
libro también se hace un estudio de los poliedros. Constituye una importante contribución
de Kepler a la matemática y se trata del primer documento en el que se hace un
tratamiento sistemático de los teselados (embaldosados o mosaicos). La siguiente sección
de este capítulo la dedicamos a este tema.

Sobre el origen de las proporciones armónicas y sobre la naturaleza y las


diferencias de aquellas cosas que están relacionadas con la melodía es el Libro III.
Como su título indica, en este libro se hace un estudio de la armonía en la música. Kepler
analiza en esta parte de Harmonices Mundi, entre otros temas relacionados con intervalos
musicales, las siete divisiones de una cuerda y las respectivas proporciones que dan lugar
a armonías consonantes y disonantes.

El Libro IV está dedicado a la astrología y lleva por título Sobre las


configuraciones armónicas de los rayos estelares sobre la Tierra y sus efectos sobre los
eventos en el cielo y otros fenómenos naturales.

Sobre la más perfecta armonía de los movimientos celestes es el título abreviado


del Libro V. Previa discusión de las proporciones armónicas de los cinco poliedros
regulares, Kepler expone las hipótesis de los astrónomos Nicolás Copérnico (polaco,
1.473 – 1.543) y Tycho Brahe (danés, 1.546 – 1.601) acerca del movimiento de los
planetas. Kepler fue asistente matemático de Brahe y tuvo a su disposición las notas de
las observaciones que durante más de treinta años fue acumulando el astrónomo danés.
En esta parte de Harmonices Mundi es donde Kepler publica su tercera ley del
movimiento planetario.

B) EL TODO Y SUS PARTES

La sección I del Libro I de Armonía del Mundo presenta la definición de


polígono regular como la figura plana que tiene sus lados de igual medida y todos sus
ángulos (internos) de igual medida. En el resto de las secciones de este libro, Kepler
expone diversas propiedades de estos polígonos y de los respectivos polígonos
estrellados. Nos detendremos un poco en una sección que presenta un aspecto
imprescindible para el desarrollo del tema que nos ocupará más adelante (los teselados).

En la sección XXXIII del Libro I se da la siguiente proposición: si del doble


del número de ángulos de un polígono regular se resta 4, se obtendrá el numerador de
las partes del ángulo recto que tiene el ángulo del polígono; el denominador es el
número de ángulos. A continuación se comenta el caso del triángulo equilátero, el cual
tiene tres ángulos: el doble de tres es seis; al restar 4, obtenemos 2. En consecuencia, el
154

ángulo de un triángulo equilátero es de un ángulo recto. Esto es, de 90°, que es


60°. En caso del pentágono regular que tiene cinco ángulos, el cálculo es el siguiente: el
doble de cinco es diez; al restar 4, nos queda 6. Luego, el ángulo de un pentágono regular
es de un ángulo recto. Y de 90° arroja como resultado 108°. El estilo de la
justificación que da Kepler a esta propiedad es retórica, no utiliza fórmulas tal como las
conocemos actualmente. Pero, nosotros, a medida que comentemos la demostración que
aparece en el libro de Kepler, vamos a aprovechar esta herramienta que tenemos a nuestra
disposición.

Sabemos que un polígono regular tiene tantos ángulos como lados. Así que
cuando Kepler se refiere al número de ángulos, nos podemos referir al número de lados.
Si convenimos en denotar por n el número de lados de un polígono regular y por a n a la
medida de su ángulo interno, tenemos que la formulación matemática de la mencionada
proposición dada en la sección XXXIII, es:

con n entero mayor o igual que 3 (no existen polígonos con menor cantidad de lados) .
Nótese que:

¿Por qué la medida de un ángulo interno de un polígono regular de n lados se


puede determinar con las operaciones expresadas en esta fórmula?. Tácitamente, Kepler
hace referencia en su demostración a la división que se puede hacer de cualquier polígono
regular en triángulos que él llama “elementales” (definidos en la sección V del mismo
libro). Reinterpretando la idea de Kepler, si fijamos un vértice de un polígono regular
(que no sea un triángulo equilátero) y trazamos todas las diagonales desde ese vértice, los
triángulos elementales de ese polígono son aquéllos que tienen por lados o dos diagonales
y un lado del polígono o bien dos lados del polígono y una diagonal, como se muestra en
la figura K.6. Todos estos triángulos tienen un vértice común, el que se ha fijado, y
algunos comparten un lado (que es una diagonal). En consecuencia, en palabras de
Kepler, “los ángulos del polígono están distribuidos entre los ángulos de estos triángulos”
y como la suma de las medidas de los ángulos internos de cada uno de ellos es 180°,
entonces el producto del número de triángulos y 180° representa la suma de las medidas
de todos los ángulos internos del polígono. Luego, para calcular la medida de un ángulo
interno se ha de dividir el producto del número de triángulos elementales y 180° entre el
número de lados del polígono, ya que todos estos ángulos internos tienen la misma
medida. Vemos que la clave está en determinar cuántos triángulos elementales se forman
en cada polígono regular.
155

Figura K.6

La división de un polígono en triángulos elementales no es exclusiva de los


polígonos regulares. Se puede realizar en polígonos no regulares. Los polígonos no
regulares pueden ser convexos o no convexos. Recordemos que un polígono es convexo
si al trazar la recta que contenga a cualquiera de sus lados, todos los puntos (excepto, los
de ese lado) están en un mismo semiplano respecto a dicha recta. Por ejemplo, el
polígono de la figura K.7 es convexo. En cambio, el polígono de la figura K.8 no es
convexo porque al trazar la recta que contiene al lado , los puntos del polígono no
están en el mismo semiplano respecto a la recta .

Figura K.7 Figura K.8

Volviendo a lo de los triángulos elementales. Decíamos que no son exclusivos de


los polígonos regulares. En efecto, en la figura K.9 vemos un cuadrilátero, un pentágono,
un hexágono y un heptágono no regulares, pero todos convexos, cada uno dividido en
triángulos elementales. En la figura K.10, tenemos un cuadrilátero, un pentágono, un
hexágono y un heptágono no convexos, en cada uno de los cuales también hemos
realizado una división en triángulos elementales.

Figura K.9
156

Figura K.10

En los polígonos convexos, cualquiera de sus vértices puede tomarse como punto
de partida para realizar la división en triángulos, mientras que en los polígonos no
convexos no todo vértice puede tomarse para iniciar el proceso. El lector puede
comprobarlo con los polígonos de la figura K.10. Ahora bien, ¿cuántos triángulos se
forman, en cada polígono, cuando hacemos la división en triángulos elementales?. En las
figuras K.8, K.9 y K.10, hemos denotado por T1, T2, T3, … las diferentes regiones
triangulares en cada polígono. Tratemos de hallar un patrón. Hagamos el conteo de las
diagonales que se pueden trazar desde un vértice y de los triángulos que se forman en
cada caso y registremos los resultados en una tabla.

De la exploración con los primeros polígonos, observamos que la cantidad de


diagonales así como la de triángulos es la misma para un determinado valor de n,
independientemente de que el polígono sea convexo o no. Además, podemos conjeturar
que si un polígono tiene n lados, entonces desde un vértice se pueden trazar n – 3
diagonales y la división respectiva en triángulos elementales consta de n – 2 triángulos.
Sería conveniente probar con otros polígonos convexos y no convexos, por ejemplo, uno
de diez lados y otro de doce (u otro valor que el lector elija) para ver si se sigue el patrón.
Vamos, le animamos a que haga el conteo.

Convexo No convexo
Polígono
Regular No regular
Número de (Fig. K.7) (Fig. K.8) (Fig. K.9)
lados n
diagonales triángulos diagonales triángulos diagonales triángulos

Cuadrilátero 1 2 1 2 1 2
n=4 (4 – 3 = 1) (4 – 2 = 2)
Pentágono 2 3 2 3 2 3
n=5 (5 – 3 = 2) (5 – 2 = 3)
Hexágono 3 4 3 4 3 4
n=6 (6 – 3 = 3) (6 – 2 = 4)
Heptágono 4 5 4 5 4 5
n=7 (7 – 3 = 4) (7 – 2 = 5)
157

¿Observó si el patrón se cumple también para otros polígonos?. Queremos


recalcar que, si bien es cierto que esa exploración no constituye una demostración, se trata
de una actividad necesaria cada vez que se elaboran conjeturas: el experimentar con otros
valores y con otras figuras puede llevarnos a encontrar algún caso en el que no se cumple
el patrón, con lo cual la conjetura se rechaza (o se refuta); pero, también, ese paso puede
permitirnos observar aspectos clave que pueden servirnos para hilvanar los argumentos de
una demostración.

Vamos a sistematizar el conteo de los triángulos elementales en el caso de un


polígono convexo.

Supongamos que tenemos un polígono convexo de de n lados, con n > 3 ;


fijemos uno de sus vértices. Denotémoslo por P1 y convengamos en que los demás
vértices geométricamente consecutivos serán denotados por P 2, P3, …, Pn–1, Pn a partir
de P1, siguiendo el sentido del movimiento de las agujas del reloj.

De esta manera, los dos vértices consecutivos a P1 son P2 y Pn, vértices con los
que P1 no puede formar diagonal alguna (figura K.11). En consecuencia, los segmentos

, , ,…, ,

son todas las diagonales correspondientes al vértice P 1. Aprovechemos de contar cuántas


diagonales son. Como las hemos listado ordenadamente, el subíndice del extremo que no
es P1 nos puede ayudar a contar las diagonales. Hay n – 3 diagonales. Ahora, hagamos la
lista, ordenada también, de los triángulos que se han formado al trazar las diagonales,
triángulos tales que sus lados son o dos lados del polígono y una diagonal o bien, dos
diagonales y un lado del polígono. Todos estos triángulos tienen en común el vértice P1 y
algunos comparten un lado (que es una de las diagonales trazadas). Para no repetir
triángulos ni omitir alguno, tomemos en consideración que en la notación de cada
triángulo escribiremos los puntos de tal manera que los subíndices estén en orden
creciente.

Figura K.11
158

Los triángulos son:

P1P2P3 , P1P3P4 , P1P4P5, P1P5P6, …, P1Pn– 3 Pn-2, P1Pn– 2 Pn-1 y P1Pn– 1 Pn.

¿Cuántos hay?. Observe los subíndices, como establecimos un orden son una guía para
contar. Sí, son n – 2 triángulos.

¡Muy bien!, ya hemos probado que tenemos los n – 2 triángulos que habíamos
conjeturado. Falta probar que la suma de las medidas de los ángulos internos del polígono
dado es igual a la suma de las medidas de los ángulos internos de estos triángulos.

Nótese que la convexidad del polígono original nos permite afirmar que

P3 está en el interior del ángulo 


P4 está en el interior del ángulo 
P5 está en el interior del ángulo 

Pn-1 está en el interior del ángulo 

Esto garantiza que la medida del ángulo interno del polígono con vértice en P 1 es
la suma de las medidas de los ángulos  ,  . Hemos marcado
estos ángulos en la figura K.12.

Figura K.12 Figura K.13

De nuevo, por la convexidad del polígono dado, estamos seguros de que el punto
P1 está en el interior de los ángulos  , , …,  , .
En consecuencia,

- la medida del ángulo interno del polígono que tiene vértice en P 3 es la suma
de las medidas de los ángulos  y 
159

- la medida del ángulo interno del polígono que tiene vértice en P4 es la suma
de las medidas de los ángulos  y 
-
- la medida del ángulo interno del polígono que tiene vértice en P n–1 es la
suma de las medidas de los ángulos  y  .

En la figura K.13 hemos marcado estos ángulos. ¿Están marcados todos?. Nos
faltan dos ángulos. Los ángulos que tienen vértice en P 2 y en Pn , los cuales son ángulos
internos de los triángulos P1P2P3 y P1Pn– 1 Pn, respectivamente.

En consecuencia, cuando sumamos las medidas de los ángulos internos del


polígono dado aparecen como sumandos las medidas de todos los ángulos internos de los
n – 2 triángulos de nuestra lista. Concluimos que la suma de los ángulos internos de un
polígono convexo de n lados es (n – 2)180°. Ahora bien, si el polígono es regular, sus n
ángulos internos tienen la misma medida an , la cual se halla dividiendo (n – 2) 180°
entre n. Esto es,

En resumen, un polígono convexo de n lados tiene n – 3 diagonales y n – 2


triángulos elementales, la suma de sus ángulos internos es (n – 2)180° y si es un polígono
regular, entonces la medida del ángulo interno es . Un comentario
importante: al iniciar el conteo sistemático de las diagonales y los triángulos,
establecimos que n es un entero mayor que 3. Esta excepción se hizo porque un triángulo
carece de diagonales. Sin embargo, si en las fórmulas que hemos deducido hacemos n =
3, se obtienen resultados consistentes:

Número de diagonales: 3 – 3 = 0 (en efecto, un triángulo tiene 0 diagonales)


Número de triángulos: 3 – 2 = 1 (el triángulo original)
Suma de los ángulos internos: (3 – 2) 180° = 180°
Medida del ángulo interno en el triángulo equilátero: = 60°.
De manera que las fórmulas son válidas para todo entero n  3.

C) CUBRIENDO EL PLANO CON ARMONÍA

En la introducción del libro II de Armonía del Mundo, Kepler comenta que una
vez discutidas las propiedades de los polígonos regulares individualmente, corresponde
ahora estudiar cómo se combinan estos polígonos entre sí para formar “congruencias”.
Debemos aclarar que este término tenía para Kepler un significado muy distinto al que
160

tiene actualmente. En la sección I del mencionado libro se encuentra una definición cuya
traducción del inglés (y ésta fue hecha del latín) se redacta así: la congruencia toma una
forma en el plano y otra en el espacio. En el plano, existe congruencia cuando los
ángulos de algunos polígonos regulares se encuentran (se juntan, se reúnen) en un punto
de tal manera que no dejan huecos. Sería algo así como lo que se muestra en la figura
K.14: en el punto A se reúnen cuatro cuadrados; en el punto B se encuentran tres
hexágonos regulares; en el punto C se juntan un hexágono regular, dos cuadrados y un
triángulo equilátero y en el punto D, seis triángulos equiláteros; en cada caso, la reunión
de estos polígonos no deja huecos. Lo que se muestra en la figura K.15, no serían
congruencias en el sentido de Kepler porque alrededor de E, tres pentágonos regulares
dejan huecos (cuatro pentágonos se solapan); alrededor de F, dos heptágonos regulares
dejan huecos (tres se solapan).

Figura K.14

Figura K.15

Kepler continúa luego definiendo lo que es una congruencia perfecta como


aquélla en la que los ángulos de los polígonos se reúnen de la misma manera en cada
punto de encuentro, formando un patrón que puede ser continuado indefinidamente,
cubriendo el plano. Por ejemplo, en referencia a la figura K.14, la forma en que se
encuentran los cuatro cuadrados alrededor del punto A puede ser repetida en cada
vértice distinto de A y continuar de manera indefinida. Igual ocurre con el patrón de
hexágonos regulares y el de los triángulos equiláteros. Sin embargo, la disposición de
polígonos que se encuentran alrededor del punto C no puede repetirse y continuarse en
cada vértice indefinidamente (invitamos al lector a comprobarlo). Las configuraciones de
161

polígonos regulares que Kepler define como congruencias perfectas son las que
conocemos actualmente con el nombre de teselados (también denominadas mosaicos o
embaldosados). Como comentamos antes, el libro II de Armonía del Mundo se considera
el primer documento que contiene un estudio sistemático de estas configuraciones.

En cualquier teselado, los lados de todos los polígonos regulares deben ser de
igual medida. Sin embargo, el número de lados no necesariamente ha de ser el mismo
para todos los polígonos. Cuando todos los polígonos regulares de un teselado tienen el
mismo número de lados, se dice que el teselado es regular. Un teselado semirregular es el
que presenta polígonos regulares de distintos números de lados. Kepler describe todos los
teselados regulares y semirregulares que existen. Sus demostraciones, al igual que en el
libro I, están dadas en forma retórica, exponiendo las medidas que deben tener los
ángulos de los polígonos que “armonizan” e ilustrando cada configuración. Sin embargo,
nosotros podemos hacer uso de la maravillosa herramienta algebraica que son las
ecuaciones y con elementales conocimientos de geometría llegaremos a los mismos
resultados.

En todo teselado, la suma de las medidas de los ángulos que concurren en


cualquiera de sus vértices debe ser 360°. Además, la cantidad de polígonos que
comparten un vértice cualquiera debe ser la misma. Ahora bien, ¿cuántos polígonos
regulares pueden concurrir en cada vértice de un teselado?. La respuesta es: un mínimo
de tres y un máximo de seis polígonos regulares (dejamos la demostración al lector). A
continuación, emprenderemos la búsqueda de los teselados, tanto regulares como
semirregulares; haremos un estudio de casos en función de la cantidad de polígonos que
concurren en un vértice: tres, cuatro, cinco y seis. En cada caso, plantearemos una
ecuación cuyas incógnitas serán el número de lados de los polígonos que conforman el
teselado, teniendo en cuenta que la suma de las medidas de los ángulos que concurren en
un vértice es 360°. Luego, determinaremos las soluciones de estas ecuaciones que sean
números enteros positivos. Finalmente, someteremos cada una de las soluciones obtenidas
a una evaluación desde el punto de vista geométrico, descartando aquellas que no
conduzcan a patrones que sean susceptibles de repetirse indefinidamente en cada vértice.
¿Por qué?, porque el álgebra nos proporciona una parte de la solución, una condición
necesaria, más no suficiente. Nos explicamos: como vimos en la figura K.14, en el vértice
C concurren un hexágono regular, dos cuadrados y un triángulo equilátero. La suma de
los ángulos que tienen como vértice el punto C es 360° (120° + 90° + 90° + 60°). Sin
embargo, el patrón no puede repetirse en otros vértices (pero, quien sabe,…, ¿qué pasaría
si en lugar de adosar los cuadrados, interponemos el triángulo equilátero entre ellos?).
Bien, expuesto ya el plan de trabajo, procedamos a la determinación de los teselados.

Teselados en los que concurren tres polígonos en cada vértice

Supongamos que tenemos un teselado tal que en cada vértice concurren tres
polígonos. Denotemos por a, b y c el número de sus lados. Sin pérdida de generalidad,
162

supongamos que a  b  c. Las medidas de los ángulos internos de estos polígonos son
180°, 180° y 180°. En consecuencia,

180° + 180° + 180° = 360° (1)

Hallemos todas las soluciones enteras positivas de la ecuación (1). Ante todo,
simplifiquémosla.

180° + 180° + 180° = 360°

 180° = 360°

 = 2  = 2

 = 2  = 2

 –2 = –1  = (2)

Hagamos el siguiente estudio de casos:

Caso 1: si a = 3. Luego, sustituyendo en (2), obtenemos:

=  =

 =  c= (3)

Nótese que para que la expresión (3) tenga sentido debe cumplirse que b sea
entero y mayor que 6 (¿qué pasaría si no fuese así?). Recordemos que b  c (4). De (3)
y (4), tenemos que b  1  b–6  6 b  12
.Resumiendo: si a = 3, entonces 6 < b  12 y c = . No olvidemos que estamos
interesados sólo en las soluciones enteras positivas. Entonces, démosle a b los valores
enteros desde 7 hasta 12 y determinemos el valor de c sustituyéndolos en la igualdad (3).
En la siguiente tabla, registramos el valor de b y el respectivo valor de c:

b 7 8 9 10 11 12
c 42 24 18 15 12
163

Nótese que si b = 11, entonces c = . Esta solución se descarta.

Caso 2: si a = 4. Luego, sustituyendo en (2), obtenemos:

=  =

 =  c= (5)

Para que la expresión (5) tenga sentido debe cumplirse que b sea entero y mayor
que 4 (otra vez preguntamos, ¿qué pasaría si no fuese así?). Recordemos que b  c (4).
De (5) y (4), tenemos que b  1  b–4  4 b  8.

Así, si a = 4, entonces 4 < b  8 y c = . Dando a b los valores 5, 6, 7 y 8,


obtenemos los respectivos valores de c. En la siguiente tabla, registramos el valor de b y
el respectivo valor de c:
b 5 6 7 8
c 20 12 8

Nótese que si b = 7, entonces c = . Esta solución queda descartada.

Caso 3: Si a = 5. Le dejamos al lector los detalles. Le presentamos la tabla de los


valores de b y c.
b 5 6
c 10

Caso 4: Si a = 6, se prueba fácilmente que existe una única solución: b = 6, c = 6.

Ya el álgebra hizo su parte: nos permitió hallar todas las soluciones en enteros
positivos de la ecuación 180° + 180° + 180° = 360° (1), condición
necesaria para que los polígonos regulares de a, b y c lados conformen un teselado.
Ahora le corresponde el protagonismo a la geometría. Consideremos, por
ejemplo, la solución a = 3, b = 8 y c = 24. En la figura K.16, vemos parte de un
polígono regular de 24 lados, cuyo ángulo interno mide 165°, un octágono regular
(ángulo interno de 135°) y un triángulo equilátero (ángulo interno de 60°), todos con el
punto A como vértice común y tales que sus lados tienen las mismas medidas.
¿Podríamos repetir el patrón en el vértice B?. Ya tenemos el triángulo equilátero y el
164

octágono regular con vértice en B. Faltaría construir el polígono regular de 24 lados de


lado . Al hacer la rotación del segmento , tomando como centro el punto C y ángulo
de rotación 165°, para construir el polígono de 24 lados, encontramos que se solapa con el
primer polígono de 24 lados (figura K.17). De manera que la solución a = 3, b = 8 y c =
24, queda descartada.

Figura K.16 Figura K.17

A continuación, presentamos un cuadro resumen de los resultados obtenidos al


buscar teselados en los que concurren tres polígonos en cada vértice. En aquellas
configuraciones que formen un teselado, indicamos la notación que les les da
actualmente.

a b c ¿Forman un teselado? ¿De qué tipo? Notación Figura


3 7 42 No ----------- -----------
3 8 24 No ----------- -----------
3 9 18 No ----------- -----------
3 10 15 No ----------- -----------
3 12 12 Sí. Teselado semirregular. (3,12,12) K.18
4 5 20 No ----------- -----------
4 6 12 Sí. Teselado semirregular. (4,6,12) K.19
4 8 8 Sí. Teselado semirregular. (4,8,8) K.20
5 5 10 No ----------- -------
6 6 6 Sí. Teselado regular. (6,6,6) K.21
165

Teselados en los que concurren cuatro polígonos en cada vértice

El lector puede organizar el trabajo de manera análoga a como se hizo en el caso


anterior. Presentamos el cuadro resumen que le servirá de guía. Estamos suponiendo que
a, b, c y d representan el número de lados de los polígonos.

a b c d ¿Forman un teselado? ¿De qué tipo? Notación Figura


3 3 4 12 No ----------- ---------
3 3 6 6 Sí. Teselado semirregular. (3,6,3,6) (*) K. 22
3 4 4 6 Sí. Teselado semirregular. (4,3,4,6) (**) K. 23
4 4 4 4 Sí. Teselado regular. (4,4,4,4) K.24
(*) Nótese que los dos triángulos no pueden ser adyacentes.
(**) Los cuadrados no pueden ser adyacentes

Teselados en los que concurren cinco polígonos en cada vértice

Las letras a, b, c, d y e representan el número de lados de los cinco polígonos


que concurren en un vértice. Hay una variante sumamente interesante en este caso: una
misma solución algebraica conduce a dos teselados diferentes.

a b c d e ¿Forman un teselado? ¿De qué tipo? Notación Figura


3 3 3 4 4 Sí, dos teselados semirregulares (3,3,3,4,4) K.25
(nótese la sutil diferencia entre ambos (3,3,4,3,4) K. 26
teselados)
3 3 3 3 6 Sí, teselado semirregular. (3,3,3,3,6) K. 27

Teselados en los que concurren seis polígonos en cada vértice

En este caso la única solución es a = b = c = d = e = f = 3, el cual es un teselado regular,


que se muestra en la figura K.28. Su notación es (3,3,3,3,3,3).

Figura K.18 Figura K.19


166

Figura K.20 Figura K.21

Figura K.22 Figura K.23

Figura K.24 Figura K.25

Figura K.26 Figura K.27

Figura K.28
167

En resumen, existen exactamente tres teselados regulares y exactamente ocho


teselados semirregulares. Todos ellos descritos detalladamente en Armonía del Mundo.
Para finalizar, queremos mostrar otras formas de cubrir el plano que se incluyen en el
libro II de la citada obra. Como buen astrónomo, Kepler no puede dejar de lado las
estrellas y combinando algunas de ellas con polígonos regulares obtiene unas
configuraciones realmente hermosas.

Figura K.29: decágono, pentágonos y estrellas pentagonales


Figura K.30: cuadrados y estrellas hexagonales
Figura K.31: cuadrados y estrellas octagonales
Figura K.32: triángulos equiláteros y estrellas dodecagonales
Figura K.33: Pentágonos, estrellas pentagonales, decágonos y pares de decágonos
fusionados

Figura K.29 Figura K.30

Figura K.31 Figura K.32


168

Figura K.33
169

FRANÇOIS EDOUARD LUCAS


Amiens (Francia) 04 – 04 – 1.842
Paris (Francia) 03 – 10 – 1.891 CAPÍTULO 12
LUCAS Y LA TORRE DE HANÓI

“El juego y la belleza están en el origen de una gran


parte de las matemáticas. Si los matemáticos de todos
los tiempos se lo han pasado tan bien jugando y
contemplando su juego y su ciencia, ¿por qué no
tratar de aprenderla y comunicarla a través del juego
y de la belleza?”

Miguel de Guzmán
(matemático español, 1.936 – 2.004)

Récréations Mathématiques es el título de los cuatro volúmenes que sobre matemática


recreativa publicó el matemático francés François Edouard Lucas. Sobre estas líneas
tenemos la primera página del volumen III, edición de 1.893. En la página 68 de esta
obra, Lucas comenta algunos sorprendentes aspectos del rompecabezas conocido con el
nombre de La Torre de Hanói. Este juego ha deleitado a generaciones desde que se
comercializó en Francia en 1.883. Se le ha calificado como uno de los más prolíferos de
la matemática recreativa por la cantidad de patrones y relaciones matemáticas que
encierra su solución. Actualmente, es uno de los problemas que con mayor frecuencia se
plantea en ciencias de la computación como introducción a la teoría de algoritmos.
170

A) CUENTA LA LEYENDA QUE…

En el Templo de la ciudad de Benarés (La India) hay una cúpula que marca el
centro del mundo. En los tiempos de la creación, el dios Brahma colocó, debajo de ésta,
una bandeja de bronce que servía de base a tres agujas de diamante; cada aguja era de
unos cincuenta centímetros de alto y su grosor era como el del cuerpo de una abeja. En
una de estas agujas, Brahma ensartó sesenta y cuatro discos de oro de distintos radios. El
mayor de estos discos estaba sobre la bandeja de bronce y en orden decreciente los
demás. Día y noche, sin cesar, los sacerdotes del templo deben mover los discos de una
aguja a otra, obedeciendo dos leyes inmutables que impuso el dios Brahma: no se puede
mover más de un disco a la vez y, en cada movimiento, se debe colocar un disco en
alguna de las agujas de modo que no cubra a un disco de radio menor. En el momento en
que los sesenta y cuatro discos sean transferidos desde la aguja en que los colocó Brahma
a otra de las agujas, entonces el templo y el mundo se convertirán en polvo y
desaparecerán.

El relato anterior aparece con las instrucciones de un juego que se comercializó


en Francia hacia 1.883. En la tapa de la caja original de este juego, con letras que parecen
estar terminándose de escribir por una persona parada sobre un bambú, se lee: La Torre
de Hanói. En la siguiente línea se señala: auténtico rompecabezas annamita.

Situada a 21°2´ N y 105° 51´ E, Hanói es, actualmente, la capital de Vietnam.


Su nombre proviene del idioma chino y significa “dentro del río” , denominación que
recibió por estar ubicada en la margen derecha del río Rojo. Fue ocupada por los
franceses en 1.873 y, a partir de 1.887, se convirtió en la capital de la Indochina
Francesa. Por otra parte, el término annamita se refiere a Annam, una franja en el litoral
al este de la península de Indochina en Vietnam. La parte de Vietnam que se convirtió en
protectorado francés hacia 1.883 se llamó Tonkin. En un detalle de la tapa de la caja, la
que parece un abanico negro, se lee: juego traído desde Tonkin por el profesor N. Claus
(De Siam), mandarín del colegio Li – Sou – Stian.

¿Quién era ese profesor N. Claus de Siam, mandarín (esto es, persona con algún
cargo administrativo) del colegio Li – Sou – Stian?. En realidad, estos nombres son los
anagramas del inventor del juego, de su ciudad natal y del instituto en el cual daba clase.
Observe cómo se reordenan las letras
171

Así es, el inventor del rompecabezas conocido como La Torre de Hanói es el


matemático francés François Edoard Lucas, quien nació en la ciudad de Amiens y era
profesor en el colegio Saint Louis de París. Lucas hizo importantes trabajos en teoría de
números, sobre todo en el estudio de la sucesión de Fibonacci, encontrando la famosa
fórmula explicita para el n – ésimo término de dicha sucesión: Fn = .
Además, es conocido por un test de primalidad (algoritmo para determinar si un número
es primo) y una sucesión que llevan su nombre. Pero, sobre todo, Lucas era un
divulgador de la matemática recreativa. Su obra en cuatro volúmenes Récréations
mathématiques publicada entre 1.882 y 1.894 constituye todo un clásico.

En este capítulo, Lucas es nuestro protagonista por su rompecabezas conocido


como La Torre de Hanói (también denominado Las Torres de Hanói, Las Torres de
Brahma y El problema del Fin del Mundo). En la figura L.1 se muestra un esquema del
juego: las varillas A, B y C representan las agujas de diamante descritas en la leyenda,
las cuales están sobre un soporte. En lugar de sesenta y cuatro discos, representamos sólo
doce, los cuales son de diferentes radios y están ensartados en la varilla A en orden
decreciente, estando el disco de mayor radio sobre el soporte. Se debe trasladar la torre
que está en la varilla A a la varilla C, recordando que no se puede mover más de un
disco a la vez y, en cada movimiento, se debe colocar un disco en alguna de las agujas de
modo que no cubra a un disco de radio menor.

Figura L.1

B) TRASLADANDO LA TORRE DISCO POR DISCO

Por la gran cantidad de patrones y relaciones matemáticas que conlleva su


resolución, la Torre de Hanói es considerado uno de los juegos más prolíferos de la
matemática recreativa. En esta sección veremos algunos de estos patrones. Partiremos de
casos particulares, en los cuales el rompecabezas consta de uno, dos, tres, cuatro y cinco
discos; estableceremos conjeturas y luego demostraremos algunas de ellas. No es preciso
que el lector tenga un modelo del juego con las varillas y los discos. Puede disponer de
172

fichas (de plástico o de cartón) o monedas que tengan distintos diámetros y apilarlas en
determinados puntos que representen la posición de las varillas. Lo importante es cumplir
estas sencillas reglas: no se puede mover más de un disco a la vez y, en cada
movimiento, se debe colocar un disco en alguna de las agujas de modo que no cubra a un
disco de radio menor. En cada caso, determinaremos la solución óptima, es decir, aquella
secuencia de movimientos mediante la cual se resuelve el juego en el menor número
posible de pasos. Convengamos en adoptar las siguientes notaciones:

n para indicar el número de discos


A, B y C para las varillas, siendo
A: la varilla en la cual inicialmente se encuentra la torre
B: la varilla auxiliar.
para los discos, ordenados en forma creciente según su
radio.

C: aquélla a la que debe ser trasladada la torre


D1, D2, …, Dn para los discos, ordenados en forma creciente según su
radio

Comencemos a jugar. Tenga a mano su modelo de Torre de Hanói.

Si n = 1, entonces sólo tenemos el disco D1 y el juego se resuelve moviéndolo


de A para C.

Si n = 2, entonces tenemos los discos D1 y D2, ambos en A, de manera que D 1


se encuentra sobre D2. El disco D1 es el único que podemos mover primero; tiene dos
posibles destinos: la varilla B y la varilla C. Si lo colocamos en C, entonces en el
siguiente movimiento estaríamos obligados a pasar el disco D2 a B y … un momento de
reflexión nos permite ver que ésa no es la solución óptima. Por tanto, en el primer
movimiento colocaremos el disco D1 en B. Pasamos luego a D2 a la varilla C y,
finalmente, D1 de B pasa a C. En la figura L.2 presentamos la solución óptima para el
caso de dos discos.
173

INICIO: todos los discos en A 1: D1 de A para B

2: D2 de A para C 3: D1 de B para C

Figura L.2

Ahora para n = 3, tenemos los discos D 1, D2 y D3 en A. No haremos


comentarios. Trate de realizarlo usted con su modelo. Disfrute de este rompecabezas, por
algo ha encantado a generaciones en todo el mundo. Luego, compare con el esquema que
damos en la figura L.3.

Para n = 4. Trate de resolver el rompecabezas con su modelo antes de ver la


solución que damos en la figura L.4. Ya puede ir observando algunos patrones. Por
ejemplo, el movimiento inicial que, obviamente, se hace trasladando el disco D 1, ¿en qué
casos se hace hacia la varilla B y en qué casos se hace hacia la C ?.¿En qué pasos se
traslada cada uno de los discos?. ¿Cuál es la secuencia de los movimientos de cada uno de
los discos con respecto a las varillas?. En cuanto a la cantidad de movimientos: ¿Cuántas
veces se traslada cada disco?. ¿Cuál es el número total de movimientos?.¿Cuál es la
secuencia de los discos en conjunto?.

Para n = 5. No mostraremos el esquema. Lo dejamos como ejercicio para el


lector. Responda las preguntas que se formularon en el caso anterior. Y disfrute de este
maravilloso rompecabezas.
174

INICIO: todos los discos en A 1: D1 de A para C

2: D2 de A para B 3: D1 de C para B

4: D3 de A para C 5: D1 de B para A

6: D2 de B para C 7: D1 de A para C

Figura L.3
175

INICIO: todos los discos en A 1: D1 de A para B

2: D2 de A para C 3: D1 de B para C

4: D3 de A para B 5: D1 de C para A

6: D2 de C para B 7: D1 de A para B

8: D4 de A para C 9: D1 de B para C

10: D2 de B para A 11: D1 de C para A


176

12: D3 de B para C 13: D1 de A para B

14: D2 de A para C 15: D1 de B para C

Figura L.4

A continuación veremos las respuestas a las preguntas que formulamos antes.


Las presentamos registradas en tablas. Anotar resultados en tablas es una práctica muy
útil cuando se maneja cierta cantidad de datos y se busca construir patrones.

n=1 Movimientos en que Secuencia de las Número de


se traslada varillas que ocupa movimientos
Disco D1 1 A –C 1
Total: 1

n=2 Movimientos en que Secuencia de las Número de


se traslada varillas que ocupa movimientos
Disco D1 1, 3 A–B–C 2
Disco D2 2 A–C 1
Total: 3

n=3 Movimientos en que Secuencia de las Número de


se traslada varillas que ocupa movimientos
Disco D1 1, 3, 5, 7 A–C–B 4
Disco D2 2, 6 A–B–C 2
Disco D3 4 A–C 1
Total: 7
177

Movimientos en que se Secuencia de las Número de


n=4 traslada varillas que ocupa movimientos

Disco D1 1, 3, 5, 7, 9, 11, 13, 15 A–B–C 8


Disco D2 2, 6, 10, 14 A–C–B 4
Disco D3 4, 12 A–B–C 2
Disco D4 8 A–C 1
Total: 15

n=5 Movimientos en que se Secuencia de las Número de


traslada varillas que ocupa movimientos
Disco D1 1, 3, 5, 7, 9, 11, 13, 15, 17, A–C–B 16
19, 21, 23, 25, 27, 29, 31
Disco D2 2, 6, 10, 14, 18, 22, 26, 30 A–B–C 8
Disco D3 4, 12, 20, 28 A–C–B 4
Disco D4 8, 24 A–B–C 2
Disco D5 16 A–C 1
Total: 31

En la siguiente tabla se muestran los valores de n y la sucesión respectiva de


movimientos de los discos

n Sucesión de movimientos de los discos


1 D1
2 D1,D2,D1
3 D1,D2,D1,D3,D1,D2,D1
4 D1,D2,D1,D3,D1,D2,D1,D4,D1,D2,D1,D3,D1,D2,D1
5 D1,D2,D1,D3,D1,D2,D1,D4,D1,D2,D1,D3,D1,D2,D1,D5,D1,D2,D1,D3,D1,D2,D1,D4,D1,D2,D1,D3,D1,D2,D1

Se observa cierto patrón recursivo. En efecto, si denotamos por S n la sucesión


de movimientos para resolver el rompecabezas que consta de n discos, es decir, si

S1 representa la sucesión del único movimiento D1


S2 representa la sucesión de los tres movimientos D1,D2,D1
S3 representa la sucesión de los siete movimientos D1,D2,D1,D3,D1,D2,D1
178

y, así, sucesivamente, entonces la tabla anterior se puede reescribir así:

n Sucesión
1 D1 = S1
2 S1,D2,S1= S2
3 S2,D3,S2= S3
4 S3,D4,S3= S4
5 S4,D5,S4= S5

¿Nota usted la recurrencia?. Vamos a formalizar el patrón. Denotemos por M n el


número total de movimientos de la solución óptima del juego que consta de n discos.
Para trasladar el disco Dn de A para C es necesario trasladar primero los n – 1 discos
menores hasta la varilla B, lo cual se logra de manera óptima en M n – 1 movimientos.
Después que pasamos el disco Dn, acción que constituye sólo un movimiento, debemos
trasladar los n – 1 discos menores desde la varilla B a la C, lo que representa Mn – 1
movimientos más. Así,
Mn = 2 Mn – 1 + 1 , con M1 = 1 (*)

La expresión (*) es la fórmula recursiva para el mínimo número de movimientos


Mn mediante los cuales se resuelve el juego de la Torre de Hanói con n discos. Veamos
cómo encontrar una fórmula explícita en función de n. Aplicando (*) reiteradamente,
tenemos que

Mn = 2 Mn – 1 + 1
= 2 (2 Mn – 2 + 1) + 1
= 2 2 Mn – 2 + 2 + 1
= 22 (2 Mn – 3 + 1) + 2 + 1
= 2 3 Mn – 3 + 2 2 + 2 + 1

= 2n – 2 (2 M n – (n – 1) + 1) + 2n – 3 + 2n – 4 + … + 22 + 2 + 1
= 2 n – 1 M 1 + 2n – 2 + 2 n – 3 + 2 n – 4 + … + 22 + 2 + 1

Como M1 = 1, llegamos a que

Mn = 2 n – 1 + 2 n – 2 + 2 n – 3 + 2 n – 4 + … + 2 2 + 2 + 1
179

Nótese que Mn es la suma de las potencias de 2, cuyos exponentes son los enteros
desde 0 hasta n – 1. Si no recuerda la fórmula para calcular esta suma ni tiene a mano
un libro para consultar, no importa. Vamos a deducirla para cualquier base, no
necesariamente 2. Supongamos que necesitamos calcular a p + ap – 1 + … + a2 + a + 1,
donde a ≠ 1. Denotemos a esta suma por T. Así, T = a p + ap – 1 + … + a2 + a + 1.
Multipliquemos T por a. Obtenemos, aT = ap+1 + ap + ap – 1 + … + a2 + a. Luego,

aT – T = (ap+1 + ap + ap – 1 + … + a2 + a) – (ap + ap – 1 + … + a2 + a + 1)

= ap+1 + ap + ap – 1 + … + a2 + a – ap – ap – 1 – … – a2 – a – 1
= ap+1 – 1

Como aT – T = (a – 1)T , entonces T = , expresión que tiene


sentido porque a ≠ 1.

Volviendo al cálculo de

Mn = 2 n – 1 + 2 n – 2 + 2 n – 3 + 2 n – 4 + … + 2 2 + 2 + 1

tenemos, en este caso, a = 2 y p = n – 1. Luego,

Mn = = 2n – 1

Así, si tenemos una torre de 8 discos, la cantidad mínima de movimientos que


haremos para resolver el juego es M8 = 28 – 1 = 255, mientras que una torre de 20 discos
requiere de M20 = 220 – 1 = 1.048.575 (sí, más de un millón de movimientos).

Veamos otros interesantes patrones (ver las tablas en las que se registraron los
movimientos):

 El disco D1 se traslada por primera vez en el primer movimiento y luego cada


dos movimientos. El disco D2 se traslada por primera vez en el segundo
movimiento y luego cada cuatro movimientos. El disco D 3 se traslada por
primera vez en el cuarto movimiento y luego cada ocho movimientos. En
general, el disco Dh, para 1  h  n, se mueve por primera vez en el paso
2h – 1 y sus otros traslados se hacen en los pasos 2 h – 1 + m2h, siendo m entero
no negativo.

 Cuando n es par, los discos de subíndice impar van ocupando sucesivamente las
varillas A – B – C, mientras que los discos de subíndice par las van ocupando en
180

la secuencia A – C – B. Se exceptúa el disco Dn, el cual sólo se traslada desde


A hasta C.

 Si n es impar, los discos de subíndice impar van ocupando sucesivamente las


varillas A – C – B, en tanto que los discos de subíndice par las van ocupando en
la secuencia A – B – C. Se exceptúa el disco Dn, el cual sólo hace el traslado
desde A hasta C.

 En una torre de n discos el disco D1 se traslada 2n – 1 veces, el disco D2 se


traslada 2n – 2 veces, …, el disco Dn se traslada una vez. En general, el disco
Dh, para 1  h  n, se traslada 2n – h veces.

C) FINALMENTE, SEGÚN LA LEYENDA, ¿CUÁNDO EL MUNDO SE


CONVERTIRÁ EN POLVO Y DESAPARECERÁ?

Recordemos que según la leyenda que narramos en la sección A) de este


capítulo, el fin de los tiempos ocurrirá cuando los monjes terminen de trasladar los
sesenta y cuatro discos que Brahma colocó en una de las agujas de diamante en otra de las
agujas. Esta tarea conlleva la ejecución de un mínimo de M 64 = 264 – 1 movimientos.
Resulta que
M64 = 18.446.744.073.709.551.615

¿Cómo se lee semejante cifra?. Recordemos algo de las jerarquías numéricas. En


el sistema decimal la base es el 10. Esto significa que 10 unidades de un orden
constituyen una unidad del orden inmediato superior, así como cada unidad se compone
de diez unidades del orden inmediato inferior. El número 1 es la unidad de primer orden a
la que se añaden una por una otras unidades hasta formar una decena o unidad de segundo
orden; se expresa con un 1 seguido de un cero: 10. Diez decenas o cien unidades forman
una centena o unidad de tercer orden; se escribe así 100 = 102. La unidad de cuarto orden
es el millar (1.000 = 103), la de quinto orden la decena de millar (10.000 = 10 4) y la de
sexto orden es la centena de millar (100.000 = 10 5). La unidad de séptimo orden es el
millón … bueno, mejor representemos esto en una tabla.

Unidad de 1er orden Unidad 1 = 100


Unidad de 2do orden Decena 10 = 101
Unidad de 3er orden Centena 100= 102
Unidad de 4to orden Unidad de Millar 1.000 = 103
Unidad de 5to orden Decena de millar 10.000 = 104
Unidad de 6to orden Centena de millar 100.000 = 105
Unidad de 7mo orden Unidad de millón 1.000.000 = 106
181

Unidad de 8vo orden Decena de millón 10.000.000 = 107


Unidad de 9no orden Centena de millón 100.000.000 = 108
Unidad de 10mo orden Unidad de millar de millón 1.000.000.000 = 109
Unidad de 11mo orden Decena de millar de millón 10.000.000.000 = 1010
Unidad de 12mo orden Centena de millar de millón 100.000.000.000 = 1011
Unidad de 13mo orden Unidad de billón 1.000.000.000.000 = 1012
Unidad de 14mo orden Decena de billón 10.000.000.000.000 = 1013
Unidad de 15mo orden Centena de billón 100.000.000.000.000 = 1014
Unidad de 16mo orden Unidad de millar de billón 1.000.000.000.000.000 = 1015
Unidad de 17mo orden Decena de millar de billón 10.000.000.000.000.000 = 1016
Unidad de 18mo orden Centena de millar de billón 100.000.000.000.000.000 = 1017
Unidad de 19mo orden Unidad de trillón 1.000.000.000.000.000.000 = 1018
Unidad de 20mo orden Decena de trillón 10.000.000.000.000.000.000 = 1019
Unidad de 21er orden Centena de trillón 100.000.000.000.000.000.000 = 1020

Etc., etc. Para leer un número que tenga muchos dígitos es útil separarlos en
grupos de seis cifras comenzando desde la izquierda. Entre el primer grupo de seis cifras
y el segundo colocamos como subíndice la letra m (m de millón), entre el segundo y el
tercer grupo de seis cifras escribimos el subíndice b (b de billón) y entre el tercer y el
cuarto grupo de seis cifras colocamos el subíndice t (t de trillón), entre el cuarto y quinto
grupo de seis cifras, el subíndice c (c de cuatrillón) y, así sucesivamente. Cada grupo de
seis cifras lo separaremos en dos grupos de tres cifras mediante un punto.
Comenzamos a leer el número desde la izquierda, leyendo la palabra trillón al llegar al
subíndice t, la palabra billón al llegar al subíndice b, la palabra millón al llegar al
subíndice m y leeremos la palabra mil cada vez que llegamos a un punto. Apliquemos
este procedimiento al número M64.

M64 = 18 t 446.744 b 073.709 m 551.615

Así, el rompecabezas de la Torre de Hanói constituido por sesenta y cuatro


discos se resuelve en

Dieciocho trillones, cuatrocientos cuarenta y


seis mil setecientos cuarenta y cuatro
billones, setenta y tres mil setecientos nueve
millones, quinientos cincuenta y un mil
seiscientos quince movimientos.
182

Supongamos que los monjes, que trabajan día y noche moviendo los discos,
hacen un movimiento por segundo, entonces el mundo desaparecería en dieciocho
trillones y tantos segundos, contados a partir de la creación. Parece bastante tiempo,
¿verdad?. Tratemos de ver esta cifra de segundos en otra unidad de tiempo. Por ejemplo,
¿cuántos años representan dieciocho trillones y tantos segundos?. Pues bien, unos
sencillos cálculos nos permiten determinar que un día tiene 86.400 segundos y que un año
de 365 días tiene 31.536.000 segundos. Dividamos M64 entre 31.536.000 y
obtendremos la cantidad de años que han de invertir los monjes para resolver la Torre de
Hanói de sesenta y cuatro discos. El cociente de esta división es 584.942.417.355 y el
residuo es 2.271.615. En palabras, invirtiendo un segundo por movimiento, los monjes
tardarán por lo menos quinientos ochenta y cuatro mil novecientos cuarenta y dos
millones, cuatrocientos diecisiete mil trescientos cincuenta y cinco años en completar el
traslado de la torre. Redondeando esta cifra, es unos 585 mil millones de años. Si
aceptamos que la antigüedad de la Tierra es de unos 4.500 millones de años, resulta que
M64 representa unas 130 veces la edad estimada del planeta actualmente. Según esta
leyenda, el fin del mundo no será muy pronto.
183

MARIN MERSENNE
08 – 09 – 1.588 Oizé, Francia CAPÍTULO 13
01 – 09 – 1.648 Paris, Francia
MERSENNE Y SUS NÚMEROS PRIMOS
“Puede que Dios no juegue a los dados con el universo,
pero algo extraño está pasando con los números primos”

Paul Erdös (matemático húngaro, 1.913 – 1.996)

(*)

Un número de la forma 2n – 1 que sea primo se llama Número Primo de Mersenne, en


honor al matemático francés Marin Mersenne quien los estudió ampliamente. En su obra
Cogitata Physico-Mathematica (Pensamientos Físico-matemáticos) publicada en 1.644,
Mersenne aseguró que 2n – 1 es primo para n = 2, 3, 5, 7, 13, 17, 19, 31, 67, 127, 257 y
compuesto para todos los demás primos menores que 257. Es de hacer notar que existen
cuarenta y siete primos mayores que 17 y menores que 259 para los cuales 2 n – 1 podría
ser primo o compuesto. Mersenne acertó cuarenta y dos. Los cinco errores que cometió
fueron: incluir como primos a 2n – 1, para n = 67 y n = 257 y omitir a 2 n – 1, para los
valores de n = 61, n = 89 y n = 107. El estudio de los Números Primos de Mersenne
sigue vigente, pues una de las preguntas abiertas en teoría de números es si existe una
cantidad infinita de ellos. El hallazgo de un nuevo Primo de Mersenne siempre es un
acontecimiento. En 1.963, cuando se anunció que 2 11.213 – 1 es primo, se diseñó en
Urbana (Illinois, EEUU) un sello postal para celebrar el descubrimiento.

(*)Fuente: http://bks8.books.google.es/books?id=ZY4PAAAAQAAJ&hl=es&pg=PP5&zoom=1&img=1&w=98
184

A) UNA APASIONANTE BÚSQUEDA: UNA FÓRMULA GENERADORA DE


NÚMEROS PRIMOS

Se dice que un número entero p mayor que 1 es un número primo si sus únicos
divisores positivos son 1 y p. Si un número entero mayor que 1 no es primo, entonces se
dice que es compuesto. Los primeros sesenta números primos están en la siguiente tabla:

2 3 5 7 11 13 17 19 23 29
31 37 41 43 47 53 59 61 67 71
73 79 83 89 97 101 103 107 109 113
127 131 137 139 149 151 157 163 167 173
179 181 191 193 197 199 211 223 227 229
233 239 241 251 257 263 269 271 277 281

Una de las primeras interrogantes que se plantearon los estudiosos de los


números primos es ¿cuántos primos hay?. En el siglo III a. C., el matemático griego
Euclides respondió esta pregunta mediante una de las demostraciones más elegantes de la
teoría de números. Euclides probó que existen infinitos números primos, razonando de la
siguiente manera: supongamos que existen únicamente n números primos, los cuales
denotamos por p1, p2, … , pn. Consideremos el número N = p1· p2· … · pn + 1. Nótese que
N es la suma del producto de “todos” los primos y 1. Por tanto, N es un entero mayor que
1 y mayor que cada uno de los únicos primos que existen, con lo cual N ≠ p k, para todo k
desde 1 hasta n. Al dividir N entre cualquiera de esos números primos el residuo es 1. Es
decir, N no es divisible por ninguno de los números primos que existen. ¿Qué se
concluye?. Sólo hay dos posibilidades: que el propio N es un número primo o que N es
divisible por algún otro número primo que no aparece en la lista. La primera no se cumple
porque ya notamos que N ≠ pk, para todo k desde 1 hasta n; la segunda contradice la
suposición de que p1, p2, … , pn son los únicos primos que existen. Por tanto, la
suposición de que existen únicamente n números primos es falsa y se concluye que
existen infinitos números primos.

Durante siglos, los matemáticos se dedicaron a una apasionante búsqueda: una


fórmula que generara los números primos de manera sucesiva o, por lo menos, que
generara solamente números primos. Pierre de Fermat (francés, 1.601 – 1.665) observó
que

= = 4+1 = 5  Primo
= = 16 + 1 = 17  Primo
= = 256 + 1 = 257  Primo
= = 65.536 + 1 = 65.537  Primo
185

y conjeturó que es primo para cada entero positivo n. En 1.772, Leonhard refutó
la conjetura de Fermat, al calcular y factorizar :

= = 4.294.967.297 = 6.700.417 x 641

Euler trabajó con la fórmula f(n) = n2 + n + 41 , con la cual se obtiene:

12 + 1 + 41 = 43 Primo
2
2 + 2 + 41 = 47 Primo
2
3 + 3 + 41 = 53 Primo
2
4 + 4 + 41 = 61 Primo
2
5 + 5 + 41 = 71 Primo
2
6 + 6 + 41 = 83 Primo
2
7 + 7 + 41 = 97 Primo
2
8 + 8 + 41 = 113 Primo
92 + 9 + 41 = 131 Primo
2
10 + 10 + 41 = 151 Primo
2
11 + 11 + 41 = 173 Primo
122 + 12 + 41 = 197 Primo
2
13 + 13 + 41 = 233 Primo
2
14 + 14 + 41 = 251 Primo
152 + 15 + 41 = 281 Primo

Invitamos al lector a descubrir cuál es el primer valor de n, para el cual la


fórmula anterior no da como resultado un número primo. De más está decir que f(n) = n2
+ n + 41 no es, por tanto, una fórmula generadora sólo de números primos. Una fórmula
bastante prometedora, pero que también falla, es la siguiente:
f(n) = n2 – 79n + 1.601
¿Cuál es el primer valor de n, para el cual f(n) no es primo?. Por último,
mencionaremos que la fórmula f(n) = 2n2 + 29 produce números primos para valores
enteros de n desde 1 hasta 27.
186

La búsqueda en este sentido cesó cuando el matemático C. Goldbach (ruso,


1.690 – 1.762) demostró en 1.752 que ningún polinomio podía generar números primos
para todos los valores de la variable entera n. Por su parte, Legendre (francés, 1.752 –
1.833) probó que ninguna función algebraica racional podía generar siempre números
primos.

Desde la época de Euclides, la fórmula f(n) = 2n – 1 resultó muy fructífera para


el estudio de los números primos y los números compuestos. Es fácil probar que si n es un
número compuesto, entonces 2n – 1 es también un número compuesto. Veamos. Si n es
compuesto, existen enteros h y k, mayores que 1 y menores que n, tales que h y k son
divisores de n. Esto es, n = hk. En consecuencia,

2n – 1 = 2hk – 1 = (2h)k – 1 = (2h – 1) (2h)k – 1 + (2h)k – 2 + … + 1 (*)


(recuerde que xn – yn = (x – y)( xn – 1 + xn – 2 y + xn – 3 y2 + … + x2 yn – 3 + x yn – 2 + yn – 1

La expresión (*) muestra una factorización de 2 n – 1. Nótese que, por ser h > 1,
entonces 2h – 1 > 1. Además,

(2h)k – 1 + (2h)k – 2 + … + 1 > 1

En consecuencia, el número 2n – 1 admite como divisores, entre otros, a los


números

2h – 1 y (2h)k – 1 + (2h)k – 2 + … + 1

los cuales son distintos de la unidad y de 2n – 1. Se concluye que 2n – 1 es un número


compuesto. Ahora bien, ¿qué tipo de número es 2n – 1, si n es primo?. Durante mucho
tiempo se creyó que 2n – 1 era primo, para todo primo n:

22 – 1 = 3
23 – 1 = 7
25 – 1 = 31
27 – 1 = 127
187

Esta conjetura fue refutada en 1.536, cuando H. Regius demostró que

211 – 1 = 2.047 = 23 x 89

no es primo. Ya sabiendo que 2n – 1 no es, necesariamente primo, si n lo es, comenzó


una búsqueda de aquellos números de esta forma que sí fueran primos. Hacia 1.603, Piero
Cataldi (italiano, 1.548 – 1. 626) confirmó que

217 – 1 = 131.071
219 – 1 = 524.287

son primos. Conjeturó que 223 – 1, 229 – 1, 231 – 1 y 237 – 1 también eran primos.
Fermat probó en 1.640 que

223 – 1 = 8388607 = 47 × 178481

237 – 1 = 137438953471 = 223 × 616.318.177

son compuestos, refutando parte de la conjetura de Cataldi. Euler se ocupó del resto: en
1.732 probó que 231 – 1 = 2.147.483.647 es primo y, en 1.738, dio a conocer que

229 –1 = 536.870.911 = 233 × 1103 × 2089


es compuesto.

Para concluir esta sección, veremos que si los enteros a y n son mayores que 1
y a – 1 es primo, entonces a = 2 y n es primo. En efecto, an – 1 = (a – 1) (an – 1 + an – 2
n

+ an – 3 + … + a2 + a + 1). Como an – 1 es primo, en la factorización anterior, uno de dos


factores debe ser 1. El segundo no lo es, ya que es una suma de sumandos positivos, uno
de los cuales es a > 1. Debe ser, entonces, que a – 1 = 1, de donde a = 2. Tenemos, así,
que 2n – 1 es primo. Falta probar que n es primo. Si no lo fuese, entonces n sería
compuesto y, ya se demostró anteriormente que si n es compuesto, 2 n – 1 también lo es,
contradiciendo la hipótesis.
En resumen:

 Si n es compuesto, entonces 2 n – 1 es compuesto


 Si n es primo, no podemos asegurar nada acerca 2 n – 1: puede ser primo o
compuesto
 Si un número de la forma an – 1 es primo, siendo a y n enteros mayores que 1,
entonces a = 2 y n debe ser un número primo.
188

B) LOS NÚMEROS PERFECTOS

Otro motivo por el cual la determinación de la primalidad de un número de la


forma 2n – 1 resulta tan atrayente es por la relación que existe entre los primos de la
forma 2n – 1 con los números perfectos. Para apreciar esta relación, debemos saber qué es
un número perfecto y algunas de sus propiedades. Un entero positivo n se dice que es un
número perfecto, si n es igual a la suma de sus divisores positivos menores que n. Los tres
primeros números perfectos son:

6 = 1+2+3
28 = 1 + 2 + 4 + 7 + 14
496 = 1 + 2 + 4 + 8 + 16 + 31+ 62 + 124 + 248

Dejamos como ejercicio al lector, verificar que 8.128 es también un número


perfecto (es el cuarto de la lista). Nótese que si n es un número perfecto, entonces la suma
de todos sus divisores positivos es 2n.

El estudio de los números perfectos requiere que tengamos algún patrón que nos
permita hallar los divisores positivos de un número entero dado. Antes de formalizar este
patrón, veamos un ejemplo. Los divisores positivos del número n = 60 son: 1, 2, 3, 4, 5,
6, 10, 12, 15, 20, 30 y 60. Por otra parte, la descomposición en factores primos de n =
60 es n = 22.3.5. Nótese que:

1 = 20.30.50
2 = 21.30.50
3 = 20.31.50
4 = 22.30.50
5 = 20.30.51
6 = 21.31.50
10 = 21.30.51
12 = 22.31.50
15 = 20.31.51
20 = 22.30.51
30 = 21.31.51
60 = 21.31.51
189

¡Exacto!, ya lo notó. Todo divisor de 60 = 2 2.31.51 es el producto de potencias


de los primos 2, 3 y 5, pero los exponentes respectivos son enteros desde 0 hasta el
máximo valor del exponente del primo correspondiente.

Podemos generalizar ahora la propiedad: sea n un entero positivo cuya


descomposición en factores primos es n = … . d es un divisor positivo de
n si y sólo si d = … , siendo para cada i = 1, 2, … , k.

La demostración es la siguiente. Sea n = … , la descomposición


factorial en factores primos de n. Sea un entero tal que . Luego,

n= …  n= …

n= …

Como , entonces son enteros (positivos) , al igual

que ,…, . Por tanto, existe el entero … tal que al multiplicarlo por

resulta n. En consecuencia, d = es un divisor positivo de n. El mismo


razonamiento se sigue para cada para cada i = 2, … , k, concluyéndose que

d= … , siendo para cada i = 1, 2, … , k, es un divisor de n =


… . Recíprocamente, supongamos que d es un divisor positivo de n =

… . Consideremos la descomposición d = … en factores primos.

Como cada divide a d y d divide a n, se sigue que divide a n. Recordemos que las

potencias de primos diferentes siempre son enteros relativamente primos. En

consecuencia, qj debe coincidir con algún ph y debe dividir a y j h .

Hemos probado que cada primo que aparece en la descomposición en factores primos de
d es también un primo que divide a n y su exponente en la descomposición de d es menor
o igual al exponente con que aparece en la descomposición de n. ¿Qué pasa con los
factores primos de n que no aparecen en la descomposición de d?. Los escribimos en la

descomposición de d con exponente 0. Concluimos, entonces, que d = … ,


siendo para cada i = 1, 2, … , k.
Ya tenemos el patrón que nos permite hallar fácilmente los divisores positivos de
un entero positivo n. Ahora, falta determinar la suma de estos divisores. Volvamos al
190

ejemplo de n = 60. Sea S60 la suma de los divisores positivos de 60. El lector puede
verificar que S60 = 168, hallando la suma de los doce divisores de 60.Pero, procedamos de
otra forma. Nótese que:

S60 = 1 + 2 + 3+ 4 + 5 + 6 + 10 + 12 + 15 + 20 + 30 + 60
= (1 + 2 + 4) + (3 + 6 + 12) + (5 + 10 + 20) + (15 + 30 + 60)
= (1 + 2 + 4) + 3(1 + 2 + 4) + 5(1 + 2 + 4) + 15(1 + 2 + 4)
= (1 + 2 + 4) (1 + 3 + 5 + 15)
= (1 + 2 + 4) (1 + 3) + (5 + 15)
= (1 + 2 + 4) (1 + 3) + 5(1 + 3)
= (1 + 2 + 4) (1 + 3)(1 + 5)
= (1 + 21 + 22) (1 + 31)(1 + 51)

Sabiendo que 1 + a + a2 + … + am = , siempre que a ≠ 1, tenemos que

. .
S60 = . . = = 7. 4. 6 = 168.

Dejamos al lector la demostración de la siguiente propiedad:

Sea Sn la suma de los divisores positivos de n = … , donde cada pi es primo.


Entonces,
. …
Sn =

A manera de ejemplo, nótese que 28 = 22. 7. Por tanto,

S28 = . = 7. 8 = 56

¿Verdad que ahora resultará más fácil comprobar que 8.128 es un número
perfecto?.

En la siguiente sección, veremos la conexión que existe entre los números


perfectos y los números primos de la forma 2n – 1.
191

C) LOS PRIMOS DE MERSENNE

Marin Mersenne (1.588 – 1.648) fue un monje francés que se relacionó con
muchos intelectuales de su época: Descartes, Roberval, Fermat, Hobbes, Etienne Pascal y
su hijo Blaise Pascal. La lista de las publicaciones de Mersenne es extensa. De ellas,
destacamos Cogitata Physico-Mathematica (Paris 1.644). En esta obra, Mersenne afirma
que 2p – 1 es primo para p = 2, 3, 5, 7, 13, 17, 19, 31, 67, 127, 257 y compuesto para
todos los demás primos menores que 257.

Es de hacer notar que existen cuarenta y siete primos mayores que 17 y menores
que 259 para los cuales 2p – 1 podría ser primo o compuesto. Mersenne acertó cuarenta
y dos. Los cinco errores que cometió fueron por incluir como primos a 2 p – 1, para p = 67
y p = 257 y por omitir a 2p – 1, para los valores de p= 61, p = 89 y p = 107. En honor a
Mersenne, los números Mn = 2n – 1 se llaman Números de Mersenne. Los primos de
Mersenne son, por tanto, Números de Mersenne que son primos. Los primeros veinte
primos de Mersenne son:

M2 M3 M5 M7 M13 M17 M19 M31 M61 M89


M107 M127 M521 M607 M1279 M2203 M2281 M3217 M4253 M4423

Recordemos que 6, 28, 496 y 8.128 son los primeros cuatro números perfectos.
Observemos la siguiente tabla:

Primo p Primo de Mersenne Mp Mp . 2 p – 1 Número perfecto


2 2–1
2 M2 = 2 – 1 = 3 M2 . 2 = 3.2 6
3 3–1
3 M3 = 2 – 1 = 7 M3 . 2 = 7.4 28
5 5–1
5 M5 = 2 – 1 = 31 M5 . 2 = 31.16 496
7 7–1
7 M7 = 2 – 1 = 127 M7 . 2 = 127.64 8.128

En el libro IX de sus Elementos, Euclides demostró que un entero par es un


número perfecto si es de la forma 2p – 1 (2p – 1), donde 2p – 1 es primo. Unos 2.000 años
después, Euler demostró el recíproco de este teorema. Esto es, si un número par es
perfecto, entonces es de la forma 2p – 1 (2p – 1), donde 2p – 1 es primo. Las demostraciones
no las daremos aquí, pues necesitamos algunas propiedades previas (lemas) que incluirlos
harían demasiado extenso este artículo. Lo que queremos destacar es que por cada
192

Número Primo de Mersenne tenemos asociado un número perfecto. Por eso, fue tan
estudiada la conjetura de Mersenne sobre la primalidad de los números que listó en su
obra Cogitata Physico-Mathematica en 1.644. Actualmente, el mayor primo de Mersenne
que se conoce es M47, el cual tiene más 12,5 millones de dígitos. Para concluir, veamos
algunas preguntas que aún no tienen respuesta:

¿Existe un número infinito de Primos de Mersenne?

¿Existe un número infinito de números perfectos?

¿Existe algún número perfecto que sea impar?

La siguiente tabla muestra los números primos de Mersenne conocidos, el número de


cifras respectivas, la fecha de su descubrimiento y su descubridor(es)

Nº de
Fecha del
# n Mn cifras Descubridor
descubrimiento
de Mn
1 2 3 1 antigüedad desconocido
2 3 7 1 antigüedad desconocido
3 5 31 2 antigüedad desconocido
4 7 127 3 antigüedad desconocido
5 13 8191 4 1.456 Anónimo
6 17 131071 6 1588 Cataldi
7 19 524287 6 1588 Cataldi
8 31 2147483647 10 1772 Euler
9 61 2305843009213693951 19 1883 Pervushin
10 89 61 970019…449562111 27 1911 Powers
11 107 162259276…0102 127 33 1914 Powers
12 127 1701411 3… 4105727 39 1876 Lucas
13 521 6 6479766…115057151 157 30-01-1952 Robinson
14 607 531137992…03172 127 183 30-01-1952 Robinson
15 1.279 104079321…16 7290 7 386 25-06-1952 Robinson
16 2.203 147597991…697771007 664 07-10-1952 Robinson
17 2.281 4460 7557…132 36351 687 09-10-1952 Robinson
18 3.217 2591170 6…909315071 969 08-09-1957 Riesel
193

19 4.253 190797007…3504 4991 1.281 03-11-1961 Hurwitz


20 4.423 2 5542542…60 5 0607 1.332 03-11-1961 Hurwitz
21 9.689 47 22027 …225754111 2.917 11-05-1963 Gillies
22 9.941 3460 2 2…7 9463551 2.993 16-05-1963 Gillies
23 11.213 2 1411201…696392191 3.376 02-06-1963 Gillies
24 19.937 431542479…96 041471 6.002 04-03-1971 Tuckerman
25 21.701 44 679166…511 2751 6.533 30-10-1978 Noll y Nickel
26 23.209 402 74115…779264511 6.987 09-02-1979 Noll
27 44.497 54509 24…011228671 13.395 08-04-1979 Nelson y Slowinski
28 86.243 536927995…43343 207 25.962 25-09-1982 Slowinski
29 110.503 52192 313…465515007 33.265 28-01-1988 Colquitt y Welsh
30 132.049 512740276…730061311 39.751 20-09-1983 Slowinski
31 216.091 746093103… 15528447 65.050 06-09-1985 Slowinski
32 756.839 174135906…544677 7 227.832 19-02-1992 Slowinski y Gage
33 859.433 12949 125…500142591 258.716 10-01-1994 Slowinski y Gage
34 1.257.787 412245773…0 9366527 378.632 03-09-1996 Slowinski y Gage
GIMPS / Joel
35 1.398.269 14717564…451315711 420.921 13-11-1996
Armengaud
GIMPS/ Gordon
36 2.976.221 623340076…729201151 895.932 24-08-1997
Spence
GIMPS / Roland
37 3.021.377 1274116 3…024694271 909.526 27-01-1998
Clarkson
GIMPS/ Nayan
38 6.972.593 437075744…924193791 2.098.960 01-06-1999
Hajratwala
GIMPS / Michael
39 13.466.917 92494773 …256259071 4.053.946 14-11-2001
Cameron
GIMPs / Michael
40[*] 20.996.011 125976 95… 556 2047 6.320.430 17-11-2003
Shafer
41[*] 24.036.583 299410429…733969407 7.235.733 15-05-2004 GIMPS / Josh Findley
GIMPS / Martin
42[*] 25.964.951 122164630…577077247 7.816.230 18-02-2005
Nowak
GIMPS / Curtis
43[*] 30.402.457 315416475…652943 71 9.152.052 15-12-2005 Cooper y Steven
Boone
44[*] 32.582.657 124575026…053967 71 9.808.358 04-09-2006 GIMPS / Curtis
194

Cooper y Steven
Boone

GIMPS / Hans-
45[*] 37.156.667 202254406…30 220927 11.185.272 06-09-2008
Michael Elvenich
GIMPS/ Odd M.
46[*] 42.643.801 169 73516…562314751 12.837.064 12-04-2009
Strindmo
47[*] 43.112.609 316470269…697152511 12.978.189 23-08-2008 GIMPS / Edson Smith

Fuente: http://mathworld.wolfram.com/MersennePrime.html

*No se conoce si existen más números primos de Mersenne entre el 39 (M13.466.917) y el 47


(M43,112,609) por lo tanto, esta tabla es provisional. Por poner un ejemplo histórico, el 29º
número primo de Mersenne fue descubierto después del 30º y el 31º.
195

NICÓMACO DE GERASA
Gerasa (Jordania), 60
sin datos, 120 (¿?) CAPÍTULO 14

NICÓMACO Y DOS SENCILLOS


TEOREMAS ARITMÉTICOS

“... la aritmética ... que es la madre de la geometría...”

Nicómaco de Gerasa

(A)
13 + 23 + 33 + 43

(B)

(1 + 2 + 3 + 4)2

Con cubos de juguete se puede construir una configuración como la que se muestra en
la figura (A) y luego reacomodar los cubos para obtener la configuración de la figura
(B). Estas construcciones permiten visualizar la siguiente propiedad: la suma de los
cubos de los cuatro primeros enteros positivos es igual al cuadrado de la suma de
dichos enteros. Este es un ejemplo en el que geometría y aritmética se conjugan de una
forma lúdica. Sin embargo, en este capítulo trataremos sobre el primer libro en el que la
aritmética se estudia como un tema separado de la geometría. Nos referimos a
Arithmetike Eisagoge (Introducción a la Aritmética), obra de Nicómaco de Gerasa.
Una propiedad señalada por Nicómaco, a saber, el cubo de un entero positivo es la
suma de impares consecutivos, da lugar a la hermosa propiedad que relaciona la suma
de cubos con el cuadrado de una suma.
196

A) UN CURIOSO PATRÓN
Observemos que

13 = 1 = 1
23 = 8 = 3+5
33 = 27 = 7 + 9 + 11
43 = 64 = 13 + 15 + 17 + 19

El cubo de 1 es 1 (realmente, no un resultado sorprendente, pero sigamos). El


cubo de 2, que es 8, es la suma de dos impares consecutivos. Algo similar ocurre con 27,
el cubo de 3: es la suma de tres impares consecutivos. Y no se queda atrás el cubo de 4:
64 es también la suma de impares consecutivos, específicamente cuatro. Se pone
interesante, ¿verdad?. ¿Qué pasa con el cubo de 5?. ¿ Será la suma de los cinco impares
consecutivos siguientes?. Veamos:
53 = 125 = 21 + 23 + 25 + 27 + 29
¿Cuánto suman los seis impares siguientes?.

31 + 33 + 35 + 37 + 39 + 41 = 216 y 216 = 6 3

Podemos, ante estas evidencias, conjeturar que el cubo de un entero n es la suma


de n impares consecutivos. Pero debemos matizar un poco más, porque no son impares
consecutivos cualesquiera: el primer sumando para el caso de n3 es, como vemos hasta
ahora, el impar consecutivo del último sumando para el caso de (n – 1)3 (estamos
pensando en n ≠ 1). Por ejemplo, si queremos verificar que 1.331, cubo de 11, es la suma
de once impares consecutivos, deberíamos saber cuál fue el último sumando
correspondiente a 103. Podemos hacer la lista de los números impares positivos,
agruparlos según el criterio descrito e ir verificando (quizás falle para algún valor de n, en
cuyo caso la conjetura se rechaza):

, , , ,

, ,

Figura N.1
197

El lector, con mucha paciencia, puede hallar con este método que

113 = 1.331 = 111 + 113 + 115 + 117 + 119 + 121 + 123 + 125 + 127 + 129 + 131

El patrón se cumple por lo menos para los primeros once cubos. La conjetura no
está probada ni rechazada aún. Tratemos de hallar una expresión algebraica que relacione
el cubo del entero n con la suma de esos específicos n impares consecutivos. Ahí está la
clave. ¿Cuáles son esos impares, para un entero n dado?. ¿Existe alguna relación entre n y
el sumando inicial en cada caso?. Hagamos una tabla, representando el valor de n y el
primer sumando a de la respectiva suma.

n 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11
a 1 3 7 13 21 31 43 57 73 91 111

Ahora bien, observando con detenimiento y, después de una cierta cantidad de


operaciones (y muchos intentos fallidos), podemos percatarnos que

n a
1 1 0.1 + 1
2 3 1.2 + 1
3 7 2.3 + 1
4 13 3.4 + 1
5 21 4.5 + 1
6 31 5.6 + 1
7 43 6.7 + 1
8 57 7.8 + 1
9 73 8.9 + 1
10 91 9.10 + 1
11 111 10.11 + 1

Es decir, dado un entero n, se tiene que a = (n – 1)n + 1. Nótese que (n – 1)n es


el producto de dos enteros consecutivos. Necesariamente, uno de ellos es par. Por tanto,
n(n – 1) es par. Luego, n(n – 1) + 1 es impar. Por tanto, a = n(n – 1) + 1 es impar. Los
siguientes impares después de a son a + 2, a + 4, a + 6, a + , …; estos números, en
función de n, son:

a + 2 = (n – 1)n + 3
a + 4 = (n – 1)n + 5
a + 6 = (n – 1)n + 7, …

Pero, nos interesan, a partir de (n – 1)n + 1, sólo n enteros impares. Luego, el


último sumando es (n – 1)n + (2n – 1). Verifiquemos la expresión que hemos hallado para
198

el último sumando, comparando los resultados con los valores que tenemos en la
agrupación de la figura N.1

n Último sumando
en la lista de la figura N.1 (n – 1)n + (2n – 1)

1 1 (1 – 1)1 + (2.1 – 1) = 1 

2 5 (2 – 1)2 + (2.2 – 1) = 5 

3 11 (3 – 1)3 + (2.3 – 1) = 11 

4 19 (4 – 1)4 + (2.4 – 1) = 19 

5 29 (5 – 1)5 + (2.5 – 1) = 29 

6 41 (6 – 1)6 + (2.6 – 1) = 41 

7 55 (7 – 1)7 + (2.7 – 1) = 55 

8 71 (8 – 1)8 + (2.8 – 1) = 71 

9 89 (9 – 1)9 + (2.9 – 1) = 89 

10 109 (10 – 1)10 + (2.10 – 1) = 109 

11 131 (11 – 1)11 + (2.11 – 1) = 131 

Nuestra conjetura ahora tiene la siguiente expresión: dado un entero positivo n,


se tiene que

n3 = (n – 1)n + 1  + (n – 1)n + 3 + … + (n – 1)n + (2n – 3)+ (n – 1)n + (2n – 1)

Nótese que: los números

(n – 1)n + 1, (n – 1)n + 3, (n – 1)n + 5, …, (n – 1)n + (2n – 3), (n – 1)n + (2n – 1)


199

son los términos de una progresión aritmética cuyo primer término es (n – 1)n + 1 y cuya
razón es 2, habiendo en total n términos. Existe una fórmula para calcular esta suma. Sin
embargo, preferimos deducirla, recreando el procedimiento que se sigue para la
determinación de la fórmula de la suma de n términos consecutivos de una progresión
aritmética. Denotemos por S a la suma. Si la conjetura es verdadera, entonces debe
resultar que S = n3, para todo entero positivo n. Veamos.

Tenemos que

S = (n – 1)n + 1  + (n – 1)n + 3 + … + (n – 1)n + (2n – 3)+ (n – 1)n + (2n – 1)
(a)

Ahora bien, si reescribimos los sumandos, de mayor a menor, la suma no se


altera. De manera que:

S = (n – 1)n + (2n – 1) + (n – 1)n + (2n – 3) + … + (n – 1)n + 3+ (n – 1)n + 1)
(b)
Sumando las igualdades (a) y (b), parcialmente los primeros sumandos, los
segundos sumandos, … , los últimos sumandos, tenemos:

2S = 2(n – 1)n + 2n +2(n – 1)n + 2n + … + 2(n – 1)n + 2n + 2(n – 1)n + 2n
(c)

Nótese que en el miembro derecho de la igualdad (c), tenemos el sumando


2(n – 1)n + 2n repetido n veces. Por tanto,

2S = n 2(n – 1)n + 2n = n (2n2 –2n + 2n) = n (2n2) = 2n3 (d)

La igualdad (d) establece que 2S = 2n3. En consecuencia, S = n3, como habíamos


conjeturado. Hemos demostrado que, dado un entero positivo n, se tiene:

n3 = (n – 1)n + 1  + (n – 1)n + 3 + (n – 1)n + 5 + … + (n – 1)n + (2n – 3)+ (n – 1)n
+ (2n – 1)

Una nota antes de pasar a la sección B): el procedimiento que seguimos para demostrar
la propiedad conjeturada, nos permitió recrear, como lo comentamos antes, que la suma S
de los n términos de una progresión aritmética de primer término a1 y n – ésino término
an es S = (lo que, en palabras, se traduce así: la suma de los n términos de
una progresión aritmética es la mitad del producto de la cantidad de términos y la suma
200

del primer y último términos). Otra forma de demostrar nuestra propiedad es aplicando el
principio de inducción matemática (o inducción completa).

B) CUIDADO CON LAS FALSAS GENERALIZACIONES

Jarash o Gerasa es el nombre de una antigua ciudad, ubicada al noroeste de


Jordania. Alrededor del año 63 a.C. formaba parte de una confederación de diez ciudades
(lo que se conoce como la Decápolis) en la frontera oriental del vasto Imperio Romano.
En la segunda mitad del siglo I, Gerasa disfrutó de gran prosperidad por su dinámica
actividad comercial. Actualmente, sus ruinas representan una de las ciudades romanas
más importantes y mejor conservadas del Cercano Oriente. Fue allí, alrededor del año 60
de nuestra era, donde nació Nicómaco, el protagonista de este capítulo.

Nicómaco de Gerasa es considerado un neopitagórico por la temática y estilo de


sus obras, en las que el tema principal eran los números y la música, estudiando sus
relaciones, no sólo aritméticas propiamente dichas, sino místicas. Se ocupó de los
números perfectos; éstos son los enteros positivos que son iguales a la suma de sus
divisores positivos propios, como 6 (6 = 1+2+3), 28 (28 = 1 + 2 + 4 + 7 + 14), entre
otros. Su obra principal es Arithmetike Eisagoge (Introducción a la Aritmética), la cual
fue libro de texto por ¡más de 1.000 años!. La Introducción a la Aritmética de Nicómaco
es el primer libro en el que se trata la aritmética como un tema separado de la geometría.
En la figura N.2 se muestra una página de una traducción de esta obra.

Figura N.2
Fuente:
http://books.google.co.ve/books?id=MkYZAQAAIAAJ&q=nicomachus&dq=nicomachus&hl=es&sa=X&ei=hnDvT
63mLYiu9ASdlvCEDQ&ved=0CDcQ6AEwAQ
201

Una de las “debilidades” del texto (quizá para la época no lo era) es que
Nicómaco no demuestra los teoremas que expone en él, sólo los verifica con ejemplos
numéricos (algunas veces, tan sólo con un ejemplo). Uno de tales casos es el que
tratamos en la sección anterior. Nicómaco señala en su Introducción a la Aritmética que

13 = 1 = 1
23 = 8 = 3+5
33 = 27 = 7 + 9 + 11
43 = 64 = 13 + 15 + 17 + 19

y con ello le es suficiente para aceptarlo como una propiedad válida para todo entero. Al
parecer, una demostración de este teorema fue desarrollada un siglo después de la
aparición de la obra de Nicómaco. Honrando su origen, la propiedad que actualmente
enunciamos como

(n – 1)n + 1  + (n – 1)n + 3 + … + (n – 1)n + (2n – 3)+ (n – 1)n + (2n – 1) = n3

es conocida como Teorema de Nicómaco, aunque algunos autores le dan esta


denominación a otra maravillosa propiedad, la cual trataremos en la siguiente sección.

Antes, queremos resaltar lo peligroso que puede ser la generalización de una


propiedad a partir de unos casos particulares. Por ejemplo, supongamos que tenemos la
expresión n2 – n + 11 = m. Calculemos el valor de m, para cada n entero desde 1 hasta
10. Los resultados se muestran en la siguiente tabla

n n2 – n + 11 = m
1 12 – 1 + 11 = 11
2 22 – 2 + 11 = 13
3 32 – 3 + 11 = 17
4 42 – 4 + 11 = 23
5 52 – 5 + 11 = 31
6 62 – 6 + 11 = 41
7 72 – 7 + 11 = 53
8 82 – 8 + 11 = 67
9 92 – 9 + 11 = 83
10 102 – 10 + 11 = 101
202

Observe que para cada valor de n, desde 1 hasta 10, el valor de m = n2 – n + 11


es un número primo. Supongamos que nos conformamos con estas evidencias y hacemos
la siguiente generalización: “para todo entero positivo n, se tiene que n2 – n + 11 es un
número primo”. Resulta que la proposición es falsa, se refuta fácilmente. En efecto, para
n = 11, m = 112 – 11 + 11 = 112, el cual no es primo.

C) OTRA FASCINANTE PROPIEDAD LLAMADA TEOREMA DE


NICÓMACO

También se suele llamar Teorema de Nicómaco a una consecuencia, hermosa por


demás, que se obtiene al combinar la propiedad de los cubos y una propiedad (conocida
en tiempos de Pitágoras) referente a la suma de los primeros números impares. La de los
cubos ya la conocemos. Conozcamos la otra propiedad a la que nos hemos referido.
Observe:

1 = 1 = 12
1+3 = 4 = 22
1+3+5 = 9 = 32
1+3+5+7 = 16 = 42

Experimente con las siguientes sumas. ¿Se mantiene el patrón?. La conjetura que
podemos establecer es que la suma de los primeros n impares positivos es el cuadrado de
n. ¿Cuál es la expresión algebraica de esta conjetura?. Veamos: 1 es el primer impar
positivo, 3 es el segundo, 5 es el tercero, 7 es el cuarto, … El n – ésimo impar positivo es
2n – 1. Luego, conjeturamos que

1 + 3 + 5 + … + (2n – 1) = n2

¿Cómo lo demostramos?. Una forma es aplicando el principio de inducción


matemática (se lo dejamos como ejercicio). Aprovechemos que estamos en presencia de
la suma de los n términos de una progresión aritmética cuyos primer y n-ésimo términos
son 1 y 2n – 1, respectivamente. Aplicando la fórmula comentada al final de la primera
sección, denotando por S a 1 + 3 + 5 + … + (2n – 1), tenemos que

S= = = n2
Por tanto,
1 + 3 + 5 + … + (2n – 1) = S = n2

En la figura N.3, se muestra una disposición de mosaicos que ilustra, para n = 7,


la fórmula que hemos demostrado. Practiquemos esta fórmula, aplicándola a un ejemplo.
203

Supongamos que queremos determinar el resultado de 1 + 3 + 5 + … + 155.


Necesitamos saber cuántos impares estamos sumando. El último sumando nos da esta
información (se sobreentiende que los sumandos están ordenados en forma creciente). En
este caso, resolvamos la ecuación 2n – 1 = 155. De donde, n = 78. Luego,

2
1 + 3 + 5 + … + 155 = 7 = 6.084.

No lo olvide: la suma de los 100 primeros impares positivos es 100 2, la suma de los m
primeros impares positivos es m2, la suma de los h primeros impares positivos es h2, … Y
ya que estamos sumando términos de una progresión aritmética, ¿cuál es el resultado de 1
+ 2 + 3 + … + n? (la suma de los primeros n enteros positivos). El primer término es 1, el
último es n y estamos sumando n términos. Por tanto,

S=
Esto es,
1+2+3+…+n=

Ahora, la hermosa propiedad que también recibe el nombre de Teorema de


Nicómaco. Determinemos la suma de los cubos de los primeros n enteros positivos:

13 + 23+ 33 + … + n3 = ¿?

1 + 3 + 5 + 7 + 9 + 11 + 13 = 49 = 7 2

Figura N.3

En primer lugar, sabemos que cada uno de estos cubos es la suma de números
impares consecutivos. Por tanto,

13 + 23+ 33 + … + n3 = 1 + (3 + 5) + (7 + 9 + 11) + … + (n –1)n +1+ … +(n –1)n + (2n – 1)


204

En el miembro derecho tenemos la suma de impares consecutivos, a partir de 1, pero,


¿cuántos impares consecutivos estamos sumando?.

Denotemos por x a la cantidad de sumandos. Recordemos que el último


sumando nos da la información que requerimos. Resolvamos la ecuación

2x – 1 = (n – 1)n + (2n – 1)

Se obtiene x = . Es decir, la suma de los cubos de los n primeros

enteros positivos se expresa como la suma de los primeros impares

consecutivos, la cual es el cuadrado de . En consecuencia,

13 + 23+ 33 + … + n3 =

Pero, = 1 + 2 + 3 + … + n. Sustituyendo en la igualdad de la suma de


los cubos, obtenemos:

13 + 23+ 33 + … + n3 =

¿No es sorprendente?. La suma de los cubos de los n primeros enteros positivos


es igual al cuadrado de la suma de los primeros n enteros positivos. La figura N.4
muestra una disposición de mosaicos para el caso n = 5.

1 + 8 + 27 + 64 + 125 = (1 + 2 + 3 + 4 + 5 ) 2

Figura N.4
205

ØYSTEIN ORE
Kristiania (Oslo), Noruega
07 – 10 – 1.899 CAPÍTULO 15
Oslo, Noruega
13 – 08 – 1.968 ORE Y LOS NÚMEROS ARMÓNICOS

“... la existencia de un número perfecto impar es fantasía,


o sería lo mismo decir que, desde el complejo entramado
de condiciones que le rodean por todos los lados, parece
más un milagro” .

James J. Sylvester (matemático inglés, 1.814 – 1.897)

Cada punto de la gráfica tiene coordenadas (n, HD(n)), donde n es entero positivo y
HD(n) es la media armónica de los divisores positivos de n. Es decir, si d 1, d2, d3, …,
dk, son todos los divisores positivos de n, entonces
HD(n) =

De manera que
HD(1) = = 1, HD(2) = = , HD(3) = = , HD(4) = = , etc

Nótese que HD(1), HD(6) y HD(28) son números enteros. El matemático noruego
Oystein Ore denominó números armónicos a aquellos que, al igual que 1, 6 y 28, tienen
esta característica. En 1.948, Ore publicó sus investigaciones acerca de las medias
aritmética y armónica de los divisores positivos de un entero n > 1. Demostró que todo
número perfecto es armónico y estableció una conjetura relacionada con la pregunta
abierta más antigua de la teoría de números: ¿existe algún número perfecto impar?.
206

A) FUNCIONES ASOCIADAS CON LOS DIVISORES POSITIVOS DE UN


ENTERO n > 1

Muchos de los problemas más antiguos de la teoría de números, algunos de los


cuales aún son problemas abiertos, están relacionados con los divisores positivos de un
entero positivo. Respuestas a determinadas interrogantes sobre los divisores positivos de
un entero n > 1 permiten, no sólo clasificar a n en alguna categoría específica (primo,
compuesto, perfecto, abundante, escaso, etc.), sino también relacionarlo con otros
números enteros positivos (números primos relativos, números amigos). Las tres
interrogantes básicas acerca de los divisores positivos de un número n > 1 son: ¿cuáles
son?, ¿cuántos son?, ¿cuánto suman?. Por ejemplo, consideremos el entero n = 24 y
hagamos las tres preguntas básicas acerca de sus divisores positivos.

 ¿ Cuáles son los divisores positivos de 24 ?. Recordemos que un entero positivo


d es un divisor de 24 si existe un entero h tal que 24 = dh. Nótese que de esta definición
se tiene que si d es un divisor de 24, entonces h también lo es. Luego, para hacer la lista
de todos los divisores positivos de 24 (o de cualquier otro entero n > 1), procederemos de
manera ordenada, en forma progresiva desde el primer divisor positivo posible que es 1;
el hallazgo de un divisor nos proporciona inmediatamente otro divisor. El proceso
concluye cuando lleguemos al divisor o divisores centrales. Veamos, en nuestro caso:

1 divide a 24, ya que existe el entero 24 tal que 24 = 1 . 24

2 divide a 24, ya que existe el entero 12 de manera que 24 = 2 .12 (ahora tenemos a 2 y
a 12 como divisores de 24)

3 divide a 24, porque existe el entero 8, tal que 24 = 3 . 8 (pasan a nuestra lista de
divisores 3 y 8)

4 divide a 24, pues existe el entero 6 tal que 24 = 4 . 6

Observemos que entre 4 y 6 no existe divisor alguno de 24. Luego, 4 y 6 son los
divisores que ocupan las posiciones centrales en la secuencia ordenada de todos los
divisores positivos de 24. Escritos en forma creciente, los divisores positivos de 24 son: 1,
2, 3, 4, 6, 8, 12, 24

 ¿ Cuántos divisores positivos tiene 24 ?. Obviamente, apoyándonos en la


respuesta dada a la interrogante anterior, 24 tiene 8 divisores positivos.

 ¿ Cuál es la suma de los divisores positivos de 24 ?. De nuevo, gracias a la


respuesta obtenida en la primera pregunta, calculamos:
207

1 + 2 + 3 + 4 + 6 + 8 + 12 + 24 = 60.

Hasta ahora podríamos pensar que para saber cuántos son y cuánto suman los
divisores positivos de un entero n > 1 deberíamos primero hacer la lista de todos ellos.
Esto no necesariamente es así. Veremos a continuación que cada respuesta a las tres
preguntas que hemos formulado respecto a los divisores positivos de un entero n dado
(¿cuáles son?, ¿cuántos son?, ¿cuánto suman?) se puede obtener de manera
independiente de las demás. Volvamos al número 24. Si lo descomponemos en factores
primos, tenemos que 24 = 23. 3. Nótese que los divisores positivos de 24 se pueden
escribir como productos de potencias de 2 y 3, en las que los exponentes son enteros no
negativos menores o iguales a 3 y 1, respectivamente. En efecto,

1 = 20. 30
2 = 21. 30
3 = 20. 31
4 = 22. 30
6 = 21. 31
8 = 23. 30
12 = 22. 31
24 = 23. 31

Cada una de las cuatro potencias de 2 (2 0, 21, 22 y 23) se combina con las dos
potencias de 3 (30 y 31), dando lugar a un divisor positivo de 24. Las cuatro elecciones
de potencias de 2 se combinan con las dos elecciones de potencias de 3, dando lugar a
los 4.2 = 8 divisores de 24.

Generalicemos esta idea. Sea n un entero positivo. Si n = 1, su único divisor


positivo es 1. Si n > 1, supongamos que su descomposición en factores primos es

n= …

Nótese que d es un divisor positivo de n si, y sólo si,

d= … , siendo

para cada i = 1, 2, … , k (la demostración se da en el capítulo 13). Observe que tenemos:

potencias del primo p1


potencias del primo p2
potencias del primo p3
208

potencias del primo pk,

¿Cuántas combinaciones podemos hacer con estas potencias para formar todos los
divisores d de n ?. El principio de la multiplicación nos permite concluir que la cantidad
de divisores positivos de n es

( … (*)

Así, a cada número entero positivo n se le hace corresponder un entero positivo


positivos. Estamos en presencia de una función definida de Z+ en Z+. Existen distintas
notaciones para esta función:
 la letra latina d (utilizada por los matemáticos Hardy y Wright)

 la letra griega  (sigma) con subíndice cero, esto es, 0 ; es una de las
notaciones más frecuente

 la letra griega  (nu) también se utiliza en muchos textos, entre otros, en los
del matemático noruego Oystein Ore, protagonista de este capítulo y de
cuyos trabajos trataremos en la próxima sección. Esta notación es la que
adoptamos aquí.
Luego, dado el entero n > 1, cuya descomposición en factores primos es

n= … ,

el número de divisores positivos de n es

(n) = ( … (**)

Para saber cuántos divisores positivos tiene el entero n > 1, no es necesario


hacer la lista de todos ellos, basta con descomponer n en factores primos y aplicar (**).
Nótese que, por definición, (1) = 1.

Veamos una forma de calcular la suma de los divisores positivos de un entero


n > 1, sin necesidad de hacer previamente una lista de los divisores. Para llegar a la
fórmula, analizaremos algunos casos particulares. En primer lugar, supongamos que n es
una potencia de un primo p, es decir, n = p , con  entero no negativo. Los divisores
positivos de n son: p0, p1, p2, …, p – 1 , p. Denotemos por S a la suma de estas
potencias de p. Luego,

S = p0 + p1 + p2 + … + p  – 1 + p
209

Nótese que S es la suma de los  primeros términos de una progresión


geométrica de razón p cuyo primer término es 1, ¿ recuerda la fórmula ?. ¿No?. No
importa, la recrearemos. Multipliquemos S por p. Obtenemos la siguiente igualdad:

pS = p1 + p2 + p3 + … + p + p+1
Por tanto,

pS – S = (p1 + p2 + p3 + … + p + p+1) – (p0 + p1 + p2 + … + p – 1 + p)

= p1 + p2 + p3 + … + p + p+1 – p0 – p1 – p2 – … – p – 1 – p

Nótese que al factorizar el miembro izquierdo y simplificar términos semejantes


en el miembro derecho, se obtiene:
(p – 1)S = p+1 – p0

Sabemos que p0 = 1. Como p es primo, entonces p > 1. En consecuencia, p – 1


≠ 0. Ya tenemos la fórmula para la suma S:
S=

Supongamos, ahora, que n es un entero que tiene exactamente dos divisores


primos p1 y p2. Esto es, n = . Un entero d es un divisor positivo de n si, y
sólo si, d es de la forma d = , con , . Luego, la suma
S de todos ellos es

S= + + +…+ )+ + + +…+ )+…


+ + + +…+

= ( + + +…+ )+ ( + + +…+ )+…+ ( +


+ +…+

= ( + + +…+ )( + + +…+ )

Tomando en cuenta que

+ + +…+ y que + + +…+ ,


podemos concluir que
S= .

Este resultado se generaliza para el caso en que el entero n tiene k divisores


primos y podemos calcular la suma de los divisores positivos de n sin necesidad de
210

hacer la lista de todos ellos. La función que a cada entero positivo n le asigna como
imagen la suma de sus divisores positivos se denota con la letra griega  (sigma).
Formalizando nuestros resultados con la notación correspondiente: si la descomposición
en factores primos de n es

n= …
entonces

(n) = . ...

Obviamente, la suma de los divisores positivos de n = 1 es 1; esto es, (1) = 1.

En la siguiente tabla de la figura O.1, mostramos los valores de (n) y de (n),


para n desde 1 hasta 80. El lector observará que estas funciones no son inyectivas. ¿Son
sobreyectivas?. En otro orden de ideas, ¿son funciones crecientes?, ¿decrecientes?.
Observe que para los enteros desde 1 hasta 80, (n) es impar si, y sólo si, n es un
cuadrado perfecto. ¿Será cierta esta proposición para todo cuadrado perfecto?.

n (n) (n) n (n) (n) n (n) (n) n (n) (n)


1 1 1 21 4 32 41 2 42 61 2 62
2 2 3 22 4 36 42 8 96 62 4 96
3 2 4 23 2 24 43 2 44 63 6 104
4 3 7 24 8 60 44 6 84 64 7 127
5 2 6 25 3 31 45 6 78 65 4 84
6 4 12 26 4 42 46 4 72 66 8 144
7 2 8 27 4 38 47 2 48 67 2 68
8 4 15 28 6 56 48 10 124 68 6 126
9 3 13 29 2 30 49 3 57 69 4 96
10 4 18 30 8 72 50 6 93 70 8 144
11 2 12 31 2 32 51 4 72 71 2 72
12 6 28 32 6 63 52 6 98 72 12 195
13 2 14 33 4 48 53 2 54 73 2 74
14 4 24 34 4 54 54 8 120 74 4 114
15 4 24 35 4 48 55 4 72 75 6 124
16 5 31 36 9 91 56 8 120 76 6 140
17 2 18 37 2 38 57 4 80 77 4 96
18 6 39 38 4 60 58 4 90 78 8 168
19 2 30 39 4 56 59 2 60 79 2 80
20 6 42 40 8 90 60 12 168 80 10 186
Figura O.1
211

Alrededor del siglo I de nuestra era, Nicómaco de Gerasa clasificó los enteros
positivos como perfectos, abundantes y defectivos (en su obra Arithmetike Eisagoge o
Introducción a la Aritmética). Daremos las respectivas definiciones con las notaciones
actuales:

Número perfecto: un entero n es perfecto si (n) = 2n. Como por ejemplo, 6 y 28.
Número abundante: un entero n es abundante si (n) > 2n. 12, 18 y 20 son
abundantes.
Número defectivo: un entero n es defectivo si (n) < 2n. Algunos números defectivos
son: 7, 8 y 11.

Es de destacar que:

1) Todas las potencias de números primos son números defectivos. ¿Por qué?.

2) Todos los múltiplos positivos de 6, mayores que 6, son abundantes. ¿Puede


demostrarlo?.

3) El menor número abundante impar es 945.

También hay una clasificación que relaciona pares de números enteros,


designándolos como amigos. Dos enteros positivos a y b se dice que son números
amigos si
(a) = a + b = (b)

¿Será verdad que todo número perfecto es amigo de sí mismo?. Entre los
números listados en la tabla de la figura O.1, el lector no encontrará un par de números
distintos que sean amigos, porque el primer par de números amigos está formado por 220
y 284 (anímese a verificar que (220) = 220 + 284 = 504 = (2 4)). La “amistad” entre
estos números ya era conocida en tiempos de los pitagóricos. Varios matemáticos
mostraron interés en esta curiosidad numérica y trataron de determinar fórmulas para
semejantes pares de números. No lo lograron, pero sí desarrollaron métodos para generar
algunos pares de números amigos. Entre estos matemáticos tenemos a

Thabit ibn Qurra (turco, 836 – 901) quien escribió un libro titulado Determinación de
números amigos

Abu Mansur Al – Baghdadi (iraquí, 980 – 1. 037) quien estudió los números amigos en
su tratado al-Takmila fi'l-Hisab.

También Fermat, Descartes y Euler dedicaron algún tiempo a los números amigos.
212

Otras parejas de números amigos son:

1184 y 1210; 17.296 y 18.416; 9.363.584 y 9.437.056.

B) LOS NÚMEROS ARMÓNICOS O NÚMEROS DE ORE

El matemático noruego Øystein Ore (1.899 – 1.968) se destacó por sus trabajos
en álgebra abstracta (teoría de anillos no conmutativos, entre otros temas), aunque
también hizo importantes aportes a la teoría de grafos y a la teoría de números. Publicó
varios libros, entre ellos

 Les Corps Algébraique et la Theorie des Ideaux (1.934) (Cuerpos


algebraicos y la teoría de los ideales)
 L'Algèbre Abstraite (1.936) (Álgebra Abstracta)
 Number Theory and its History (1.948) (Teoría de Números y su
Historia)
 Theory of Graphs (1.962) (Teoría de Grafos)
 Graphs and Their Uses (1.963) (Grafos y sus Aplicaciones),
 The Four-Color Problem (1.967) (El problema de los Cuatro Colores)
 Invitation to Number Theory (1969) (Invitación la Teoría de Números).

No podemos dejar de mencionar que escribió una biografía del matemático,


también noruego, Niels Henrik Abel (1.802 – 1.829).

En 1.948, Ore publica en American Mathematical Monthly (55) el artículo On


the Averages of the Divisors of a Number título que se traduce como Sobre los promedios
de los divisores de un número. En este artículo, Ore trabaja con la media aritmética y la
media armónica de los divisores positivos de un entero positivo n (con las definiciones
usuales de estas medias), demostrando una interesante relación entre ellas y definiendo
unos números que llamó armónicos; números que, en su honor, se rebautizaron con su
apellido. A continuación veremos cómo se calculan dichas medias y cómo se definen los
números de Ore.

Sea n un entero positivo. La media aritmética de los divisores positivos de n es


el cociente de la suma de estos divisores, esto es (n), y la cantidad de ellos, que es (n).
Denotada por AD(n), la media aritmética de los divisores positivos de n es

AD(n) =

Por otra parte, la media armónica de los divisores positivos de n es el inverso de


la media aritmética de los inversos de dichos divisores (no se preocupe, parece
213

complicado, pero no es así, ya lo aclararemos). Si denotamos por HD(n) a la media


armónica de los divisores positivos de n y por AID(n) a la media aritmética de los
inversos de dichos divisores, entonces las respectivas definiciones establecen que

HD(n) = y AID(n) =

donde d1, d2, … , d(n) son todos los divisores positivos de n. Luego,

HD(n) =

(después veremos que esta fórmula tiene una versión más sencilla)

Por ejemplo, calculemos la media aritmética y la media armónica de los


divisores positivos de n = 48. La tabla de la sección anterior nos suministra parte de los
datos requeridos para los cálculos. Veamos.

AD(48) =

HD (48) =

Calculemos .

¿Cuál es el mínimo común denominador?. ¡Por supuesto!, 48, pues todos los
denominadores son divisores de 48. Luego,

= = =

Así, HD (48) = = . Nótese que: AD (48). HD (48) = . = 48

¿Coincidencia? . Veamos.
214

Si n es un entero positivo y d 1, d2, … , d(n) son sus divisores positivos listados


en forma creciente, entonces d1 = 1 y d(n) = n. En consecuencia,

= = =

Al sustituir este resultado en la fórmula de la media armónica de n y simplificar,


 
obtenemos que HD(n) = . Nótese que AD(n) . HD(n) = . = n.

Esta es la relación entre las medias aritmética y armónica de los divisores


positivos de un entero positivo n demostrada por Ore: su producto es n. A continuación,
se da una tabla que muestra el valor de la media armónica de los divisores positivos de los
enteros desde 1 hasta 20.

n 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

HD(n) 1 2

n 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20

HD(n)

Se observa que para n = 1 y n = 6, HD(n) es un número entero. El lector puede


verificar que HD(28), HD(140) y HD(270) también son enteros. Ore definió así los
números armónicos: aquellos cuya media armónica de sus divisores positivos es un
número entero. Los primeros doce números armónicos son:
1, 6, 28, 140, 270, 496, 672, 1.638, 2.970, 6.200, 8.128 y 8.190.

En este armonioso grupo de números, hay cuatro que son muy famosos: 6, 28,
496 y 8.128. Son los cuatro primeros números perfectos. ¿Es todo número perfecto un
número armónico?.

C) UNA PERFECCIÓN SIN IMPAR

Ore demostró que todo número perfecto es armónico. Veremos una


demostración de esta proposición; pero, necesitamos unas propiedades de las funciones 
y  que aún no hemos demostrado. Volvamos a la tabla dada al final de la primera
sección (figura O.1). Observemos la columna de los valores de (n). Nos percatamos que
215

este valor es impar si n = 1, 4, 9, 16, 25, 36, 49, 64. Para todos los demás valores de n,
(n) es par. ¿Observa un patrón?. Podemos conjeturar que si n es un cuadrado perfecto,
entonces (n) es impar. Vamos a demostrarlo. Sea n un cuadrado perfecto. Si n = 1,
entonces (1) = 1, el cual es impar. Supongamos que n es mayor que 1. Sea n =
… , la descomposición de n en factores primos. Como n es un cuadrado perfecto, cada
exponente 1 , 2, … , k es un entero par. Luego, 1 + 1 , 2 + 1, … , k + 1 son todos
enteros impares. En consecuencia,

(n) = ( …

es impar, porque es el producto de números impares. Queda demostrado, así, que si n es


cuadrado perfecto, entonces n tiene un número impar de divisores. El recíproco de esta
proposición es verdadero y queda como ejercicio para el lector.

Por otra parte, si ahora observamos los valores de (n) para n = 1, 4, 9, 16, 25,
36, 49, 64, vemos que si n es un cuadrado perfecto de esta lista, entonces la suma de sus
divisores (n) es impar. Demostremos que esto es verdadero para todo cuadrado perfecto
n.

Si n = 1, (1) = 1, que es impar. Si n > 1, supongamos que n = … es su


descomposición en factores primos. Como n es un cuadrado perfecto, cada exponente 1,
2, … , j es un entero par. Sabemos que

(n) = . ... (1)

Probemos que cada uno de los factores del miembro derecho de (1) es un
número impar. Nótese que:

1) si p1 = 2, entonces = = , el cual es un número impar.

2) si pk es un primo impar, entonces =

¿Cuántos sumandos hay en el miembro derecho de la igualdad anterior?. Hay k + 1


sumandos. Es decir, un número impar de sumandos (recuerde que k es par), siendo cada
sumando un número impar (por ser la potencia de un impar). En consecuencia,
es un número impar, si k es par. Como el producto de factores impares es impar, se
tiene que
216

(n) = . ...

es impar, siempre que n es un cuadrado perfecto.

Observe que el recíproco es falso: (8) = 15, pero 8 no es un cuadrado perfecto.


¿Cuál es el contrarrecíproco de la propiedad demostrada?. Si (n) no es impar (es decir,
es par), entonces n no es un cuadrado perfecto. Esta proposición es verdadera.

Ahora sí tenemos lo necesario para demostrar que todo número perfecto es


armónico.

Demostración: Sea n un número perfecto. Queremos probar que n es armónico. Para ello,
probemos que HD(n) es un número entero. Como n es perfecto, (n) = 2n. Como (n)
es par, entonces n no es un cuadrado perfecto. Como n no es un cuadrado perfecto,
entonces la cantidad de divisores positivos de n es par. Esto es, (n) = 2h, para algún
entero h. Por otra parte, sabemos que el producto de las medias aritmética AD(n) y
armónica HD(n) es n. Por tanto, HD(n) = .

Nótese que AD(n) =



= = .

Luego, HD(n) = = h. Esto es, HD(n) es entero y, por tanto, n es armónico.

Tal como comentamos antes, los números perfectos fueron estudiados por los
matemáticos de la escuela pitagórica y neopitagórica (Nicómaco de Gerasa). Ellos
notaron que todos los números perfectos que conocían (los cuatro primeros solamente)
eran pares y suponían que todos los demás números perfectos, de existir, también lo eran.
Hasta ahora no se ha logrado demostrar que todo número perfecto es par y tampoco se ha
hallado un número impar y perfecto. La cuestión se convirtió en un problema abierto, el
más antiguo de la teoría de números. Matemáticos como Euler (quien llegó a decir que
este problema era de lo más difícil) y Sylvester (véase la frase que encabeza este
capítulo) le dedicaron mucho tiempo. Con sus trabajos, Ore le da otro enfoque al
problema y establece su conjetura: si n es impar, entonces n no es armónico (y si no es
armónico, no es perfecto). Si se llega a demostrar esta proposición, se habrá probado que
no existen números perfectos impares.
217

PAPPUS
Alejandría (Egipto) Alrededor de 290 CAPÍTULO 16
Alejandría (Egipto) Alrededor de 350 PAPPUS Y
UNA SELECCIÓN DE
“COLECCIÓN”

“… existen tres figuras mediante las cuales puede


llenarse exactamente el espacio alrededor de un
mismo punto; las abejas, por la razón de su
sabiduría instintiva, escogieron para la
construcción del panal la figura que tiene los
mayores ángulos, porque ellas concibieron que
ésta contendría más miel que cualquiera de las
otras dos”.
Pappus de Alejandría

Las tres figuras a las que se refiere Pappus en la frase que encabeza este capítulo son el
triángulo equilátero, el cuadrado y el hexágono regular. Dados uno de cada uno de estos
polígonos con la condición de ser isoperimétricos (es decir, tener perímetros iguales), no
es difícil probar que el área del hexágono regular es mayor que las áreas de los otros dos
polígonos. Instintivamente, según Pappus, las abejas saben esto y por eso construyen los
panales con formas hexagonales. En su obra Synagoge o Colección Matemática, Pappus
nos habla de abejas y panales, de poliedros regulares en esferas, de árbelos y cadenas de
círculos inscritos, de hexágonos adosados entre sí engastados en una circunferencia y de
muchas otras maravillas más. Sobre estas líneas, mostramos una figura inspirada en dos
temas que hemos seleccionado de la Colección Matemática de Pappus.
218

A) SYNAGOGE O LA COLECCIÓN MATEMÁTICA

Alejandría es una ciudad de Egipto ubicada en el delta del río Nilo, a unos 31° N
y 30° E. Es el principal puerto de ese país, otrora tierra de faraones. Muchos nombres
célebres en matemática están asociados con esta ciudad: Euclides, Herón, Diofanto,
Menelao, Theon y su hija Hipatia, Ptolomeo, Hipsicles y Pappus son mencionados “de
Alejandría”, por haber desarrollado sus obras intelectuales bajo los auspicios de tan
importante urbe. La ciudad fue fundada en el año 331 a. C. por Alejandro Magno (de allí
su nombre) para marcar el hecho de haber conquistado las tierras egipcias dominadas
hasta ese entonces por los persas. En poco tiempo, Alejandría se convirtió en el centro de
la cultura griega en el Mediterráneo durante el período helenístico. Famosos son su faro
(durante muchos siglos fue la estructura más alta construida por el hombre, con una altura
estimada en unos 135 m) y su biblioteca, la cual llegó a contener unos 900.000
manuscritos y que, al parecer, sucumbió devastada por un incendio. En memoria a este
simbólico recinto cultural, el 16 de octubre del año 2.002 se inauguró la Nueva Biblioteca
de Alejandría, proyecto concebido en 1.987 y patrocinado por el gobierno egipcio y la
UNESCO, así como por varios países europeos, americanos y árabes. De Alejandría,
como ya lo mencionamos, es Pappus, el protagonista de este capítulo.

Pappus es considerado el último de los grandes geómetras griegos de la


antigüedad. De su vida se conoce muy poco. Se estima que vivió en Alejandría entre los
años 290 y 350 de nuestra era. Escribió comentarios sobre libros emblemáticos como
Elementos de Euclides y Almagesto de Ptolomeo. Sin embargo, el mayor aporte de
Pappus es su obra Synagoge o Colección Matemática. Se trata de un conjunto de ocho
libros en los que se recoge prácticamente la totalidad de la geometría clásica griega. No se
trata de una obra de gran despliegue de originalidad. Sin embargo, el estilo del discurso y
la organización de la obra muestran que Pappus dominaba la geometría de su tiempo y
tenía como objetivo reanimar el interés por esta rama de la matemática. Más que una
enciclopedia, la Colección ha de considerarse como un manual o guía para ser leída junto
con las obras originales, haciendo que éstas sean más accesibles. Por la cantidad de
fuentes consultadas y de autores citados puede inferirse el porqué del título que Pappus le
dio a su obra, pues Synagoge en griego significa asamblea, reunión, congregación. Se ha
llegado a conocer la existencia de muchos autores gracias a las referencias que se
encuentran de ellos en la Colección Matemática. El libro I, desafortunadamente, está
perdido, así como la primera parte del libro II; en la segunda parte de éste, se trata lo
relativo al método de Apolonio de Perga para expresar números como potencias de
10.000. A continuación, haremos un breve resumen de cada uno de los otros libros.

Libro III: se presenta estructurado en cuatro secciones. La primera contempla el


problema de determinar dos medias proporcionales entre dos cantidades dadas
(representadas por segmentos). La segunda sección explica una construcción de las
medias aritmética, geométrica y armónica de dos cantidades dadas. En la tercera se
219

describen una serie de paradojas geométricas que Pappus cita de una obra de Erycino,
autor del cual sólo se conoce esta referencia. En la cuarta sección de este libro, Pappus
trata sobre el problema de inscribir cada uno de los sólidos platónicos (tetraedro, cubo,
octaedro, dodecaedro e icosaedro) en una esfera dada.

Libro IV: tiene tres secciones. En la primera, Pappus presenta una generalización
del teorema de Pitágoras (no daremos más detalles porque la segunda parte de este
capítulo la dedicamos a este tema). En la segunda sección se desarrolla una cantidad de
lemas y teoremas que sustentan la construcción del círculo inscrito en un árbelos (figura
P.1), llamado círculo de Pappus. Éste es el primero de una sucesión infinita de círculos
denominada cadena de Pappus: cada círculo de esta sucesión es tangente al anterior y a
los dos semicírculos mayores del árbelos. En la figura P.2 se muestra una cadena de
Pappus. En la tercera sección, se hace un estudio de curvas tales como la espiral de
Arquímedes, la concoide de Nicomedes y la cuadratriz de Hippias explicando métodos
de trisección de ángulos mediante éstas.

Figura P.1 Figura P.2

¿Le gustaría construir una cadena de Pappus?. Se puede hacer con regla y
compás manualmente o con un software de geometría dinámica. A continuación, le
indicamos los pasos.
Paso 1: Dibuje un segmento de extremos A y B. En dicho segmento tome un punto C tal
que AC > CB. Sean D el punto medio de , E el punto medio de y F el punto
medio de . Trace las semicircunferencias de diámetros , y , cuyos centros
sean D, E y F, respectivamente (todas estas semicircunferencias deben estar en el mismo
semiplano, con respecto a la recta ). Nos referiremos a estas semicircunferencias como
arco 1, arco 2 y arco 3, tomando en cuenta el orden decreciente según la longitud de sus
diámetros. La región comprendida por los tres arcos es un árbelos. Ver figura P.3.
Paso 2: trace la circunferencia con centro en F y radio FB y contruya el diámetro
perpendicular a (ver figura P.4).
Paso 3: los puntos C, G y B se trasladan según el vector , obteniéndose los puntos
C1, G1 y B1, respectivamente. Nótese que en este caso G1 = H. La construcción se
muestra en la figura P.5. Como las traslaciones se repetirán en siguientes pasos,
convengamos en que Ck denota al punto obtenido tras la k - ésima traslación de C según
220

el vector , así como Gk denota el punto obtenido tras la k – ésima traslación de G


según el mismo vector y B k denota al punto resultante después de haber trasladado el
punto B según el vector k veces.
Paso 4: con origen en A se trazan tres semirrectas: la que pasa por C 1 y corta al arco 1
en el punto P1; la que pasa por B1, la cual corta al arco 2 en Q1 y la que pasa por G1, corta
al arco 3 en R1. La circunferencia que pasa por P 1, Q1 y R1 es la del primer círculo de la
cadena de Pappus (figura P.6) .
Paso 5: se trasladan los puntos C1, G1 y B1 según el vector , obteniéndose los puntos
C2, G2 y B2 , respectivamente.
Paso 6: se repite el paso 4, ahora con los puntos obtenidos en la traslación efectuada en el
paso 5. Se determinan los puntos P2, Q2 y R2. La circunferencia que para por estos
puntos es la del segundo círculo de la cadena de Pappus (figura P.7).

Nota: la semirrecta con origen en A que pasa por B2 (en general, por Bk), corta al arco 3
en dos puntos. Se debe tomar aquél cuya distancia a A sea menor.

Figura P.3

Figura P.4
221

Figura P.5

Figura P.6

Figura P.7
222

La cadena de Pappus tiene dos propiedades fascinantes:

1) Los centros de los círculos de la cadena de Pappus pertenecen a la elipse


cuyos focos son los puntos D y E, siendo el segmento su eje mayor (figura P.8)

2) Si Ck y dk son el centro y el diámetro, respectivamente, del k – ésimo


círculo de la cadena de Pappus y P k es el pie de la perpendicular trazada desde C k hasta el
segmento (figura P.9), entonces se cumple que:

C1P1 = d1 , C2P2 = 2d2, C3P3 = 3d3 , C4P4 = 4d4, …

En general, CnPn = ndn, para todo entero positivo n.

Figura P.8

Figura P.9

Libro V: está dividido en cinco secciones. En el prefacio de este libro, Pappus


expone sus ideas acerca de la sagacidad de las abejas, la cual se manifiesta por la
estructura de sus panales. En la primera sección hace comparaciones de las áreas de
figuras isoperimétricas, es decir, aquellas que tienen perímetros iguales, mientras en la
segunda compara los volúmenes de sólidos con iguales áreas laterales, demostrando en
ambas secciones algunos resultados establecidos por el matemático griego Zenodorus
223

(200 a.C – 140 a.C), entre ellos, el que la esfera tiene mayor volumen que cualquier
sólido que tenga un área lateral igual al área de la superficie esférica. En la tercera
sección, Pappus hace una discusión sobre los sólidos semirregulares de Arquímedes.
Sigue, en la cuarta sección, con estudios sobre la esfera y el cilindro y en la quinta
demuestra que entre los sólidos regulares con superficies iguales el de mayor número de
caras tiene mayor volumen.

Libro VI: se comentan libros de otros autores tales como Euclides, Apolonio,
Theodosio, Aristarco y Eratóstenes. Prácticamente la totalidad de este libro trata sobre
astronomía.

Libro VII: está dedicado a Hermodorus, hijo de Pappus. En él se exponen los


“tesoros del análisis”, entendiéndose éstos como un cuerpo de doctrinas para ser
empleadas por quienes aspiran resolver problemas relacionados con curvas. Pappus
destaca en este sentido los aportes de tres hombres: Euclides, Apolonio de Perga y
Aristaeus el mayor. También define lo que es análisis y síntesis y hace una exposición de
los tipos de análisis: uno aplicable a situaciones de “problemas de demostración” y otro
para “problemas por resolver”. A grandes rasgos, el proceso denominado análisis o
razonamiento regresivo es aquel en el que admitimos como ya hecho lo que debemos
hacer o como verdadero lo que debemos demostrar. Luego, nos preguntamos cuál es el
antecedente del que se deduce este resultado. Una vez determinado este antecedente,
hemos de hallar el antecedente de éste y, así, sucesivamente, hasta llegar a un punto del
cual podemos partir para desarrollar la solución o demostración. ¿Cuál es ese punto?.
Generalmente, una proposición admitida como verdadera, ya sea un dato del problema,
una hipótesis, un postulado, un teorema, etc. La síntesis, proceso llamado también
razonamiento progresivo, tiene como punto de partida el último punto alcanzado en el
análisis y en él se va construyendo la cadena de deducciones hasta llegar a concluir lo que
se pedía. En el resto del libro, Pappus demuestra algunos lemas y resuelve problemas de
las obras de Euclides y Apolonio. Es famoso el análisis que hace sobre los centros de
gravedad de las figuras que se generan mediante revoluciones completas e incompletas
de una figura plana alrededor de un eje.

Libro VIII: trata básicamente sobre mecánica. Esta ciencia, según palabras de
Pappus, tiene muchas aplicaciones importantes en la vida cotidiana y ha de ser altamente
apreciada por filósofos y estudiada con entusiasmo por matemáticos. Destaca el análisis
de situaciones en las cuales se comparan las fuerzas requeridas para mover objetos en
planos inclinados conociendo sus pesos; la determinación de diámetros de ruedas
dentadas para la construcción de engranajes y tornillos, mencionando en esta parte de la
obra los trabajos de Herón de Alejandría. También se expone en este libro la construcción
de cónicas conocidos cinco de sus puntos y otros problemas de geometría.
224

B) LA PROPOSICIÓN I.47 Y SU GENERALIZACIÓN

Los Elementos, obra monumental del geómetra alejandrino Euclides, consta de


trece libros (o tomos). En cada uno de ellos aparece un conjunto de definiciones y
proposiciones. Para identificarlas se utiliza una notación formada por un número romano
y uno arábigo, separados por un punto; el número romano indica el libro en que se
encuentra la proposición y el número arábigo, el ordinal que ocupa en dicho libro. Hay
proposiciones de los Elementos que son tan famosas que no es necesario dar su
enunciado: la sólo mención de su código es suficiente. Una de ellas es la proposición 47
del primer libro, es decir, la proposición I.47. ¿Cuál es su enunciado?. Es el siguiente: en
los triángulos rectángulos, el cuadrado del lado opuesto al ángulo recto es igual a la
suma de los cuadrados de los lados que comprenden el ángulo recto. ¡Claro!, es el
teorema de Pitágoras. Es, quizás, el teorema más conocido y su fama lo ha hecho
merecedor de ser protagonista hasta en sellos postales. Aprovechamos de hacerle algo de
publicidad al recíproco del teorema de Pitágoras, la proposición I.48, última del libro I de
los Elementos: si en un triángulo el cuadrado de uno de los lados es igual a la suma de
los cuadrados de los dos lados restantes, el ángulo comprendido por esos dos lados
restantes del triángulo es recto.

Algunos historiadores de la matemática sostienen que culturas como la egipcia,


la babilónica y la china ya establecían relaciones métricas entre los lados de los triángulos
rectángulos siglos antes de nuestra era, lo que se presume sea el germen del teorema de
Pitágoras. En la obra china Chou Pei Suan Ching (cuya datación es muy discutida, se
suele ubicar alrededor de año 200 a.C.) se encuentra lo que parece ser una demostración
visual de la relación pitagórica en un triángulo rectángulo cuyos catetos miden 3 y 4
unidades (figura P.10). Del teorema de Pitágoras se han hecho una gran cantidad de
demostraciones. El profesor estadounidense Elisha Scott Loomis publicó, en 1.927, el
libro The Pythagorean Proposition (La Proposición Pitagórica) en el cual recopila
trescientas sesenta y siete (sí, 367) demostraciones. No faltan quienes aseguran que hay
muchas más pruebas de este teorema (no lo ponemos en duda). Matemáticos de todos los
tiempos han dado sus aportes en relación con este teorema y han desarrollado sus
respectivas demostraciones. Por mencionar sólo a cinco: de la antigüedad clásica,
Euclides; de la edad media, Thabit ibn Qurra (turco, 836 – 901) y Bhaskara (indio, 1.114
– 1.185); de la edad moderna, Christiaan Huygens (holandés, 1.629 – 1.695) y de la edad
contemporánea, el matemático holandés Edsger Wybe Dijkstra (1.930 – 2.002). Pero, no
sólo los matemáticos se han sentido atraídos por la proposición pitagórica. Se tienen
demostraciones atribuidas a Leonardo da Vinci (1.452 – 1.519) y a James Garfield (1.831
– 1.881), abogado y matemático aficionado que llegó a ser presidente de Estados Unidos
de Norteamérica.
225

Figura P.10
Fuente: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/c3/Chinese_pythagoras.jpg?uselang=es

Como comentamos en la sección anterior, en el libro IV de la Colección


Matemática de Pappus se encuentra un teorema que es una generalización de la
proposición I.47. Vamos a conocerlo. Comencemos con un triángulo ABC, el cual no
tiene que ser necesariamente un triángulo rectángulo. Sobre dos de sus lados, digamos los
lados y , construyamos paralelogramos ABDE y ACFG, respectivamente, que
no tienen que ser necesariamente cuadrados (figura P.11). Sea H el punto de intersección
de las rectas y . Tracemos el segmento . Sobre el lado construyamos el
paralelogramo BCJK tal que sea paralelo y congruente con (figura P.12).
Nótese que las medidas de y , así como las medidas de los ángulos BAE y
CAG que hayamos elegido, condicionan la longitud y dirección del segmento y que
éste condiciona, a su vez, las medidas de los lados y los ángulos del paralelogramo
BCJK.

Figura P.11 Figura P.12

Se afirma que el área (BCJK) del paralelogramo BCJK es la suma de las áreas
(ABDE) y (ACFG) de los paralelogramos ABDE y ACFG. Esto es,

(ABDE) + (ACFG) = (BCJK) (1)


226

La demostración dada por Pappus es sumamente sencilla y se fundamenta en dos


proposiciones de los Elementos, a saber, la I.35 y la I.36, cuyos enunciados son:
I.35. Los paralelogramos que están sobre la misma base y están contenidos entre las
mismas paralelas, son iguales.
I.36. Los paralelogramos que tienen las bases iguales y están contenidos entre las
mismas paralelas, son iguales entre sí.

Para ilustrar la aplicación de estas proposiciones, considere la figura P.13: los


cuadriláteros ABCD, ABEF y PQRS son paralelogramos contenidos entre las mismas
paralelas, con AB = PQ. Los dos primeros cuadriláteros mencionados están sobre la
misma base . Por I.35, se tiene que las áreas de ABCD y ABEF son iguales. Por
I.36, las áreas de ABEF y PQRS son iguales. En este caso, los tres paralelogramos
tiene la misma área.

Figura P.13

Demostremos la igualdad (1). En primer lugar, tracemos la recta y


denotemos por P y N los puntos de intersección de esta recta con los segmentos y
, respectivamente. Tracemos la recta , la cual corta a en el punto L. Estas
construcciones se muestran en la figura P.14. Como y son rectas paralelas,
tenemos ahora, además de los paralelogramos iniciales, los paralelogramos ABLH,
BPNK y PCJN. Nótese que (BPNK) + (PCJN) = (BCJK) (2) .

Figura P.14
227

En la figura P.15, hemos sombreado los paralelogramos ABDE y ABLH.


¿Qué tienen enn común estos dos paralelogramos?. Respuesta: tienen la misma base
y están contenidos entre las mismas paralelas. La proposición I.35 nos permite afirmar
que sus áreas son iguales. Esto es: (ABDE) = (ABLH) (3)

Figura P.15 Figura P.16

Veamos, ahora, la figura P.16: hemos sombreado los paralelogramos ABLH y


BPNK. De nuevo preguntamos: ¿qué tienen en común estos dos paralelogramos?. Pues,
tienen bases iguales (ya que AH = BK = PN) y están contenidos entre las mismas
paralelas. La proposición I.36 nos permite afirmar que sus áreas son iguales. Esto es:
(ABLH) = (BPNK) (4)

De (3) y (4), por transitividad de la igualdad: (ABDE) = (BPNK) (5)

Pasemos a la figura P.17. Se ha trazado la recta , la cual corta a en el punto


M. El lector no tendrá dificultad en justificar las siguientes afirmaciones (ver también
figura P.18):

(ACFG) = (ACMH) (6) ; (ACMH) = (PCJN) (7) ; (ACFG) = (PCJN) (8)


228

Figura P.17 Figura P.18

En consecuencia,

(ABDE) + (ACFG) = (BPNK) + (PCJN) por (5) y (8)


= (BCJK) por (2)
¡Hemos probado (1)!

Dejamos al lector demostrar que si ABC es un triángulo rectángulo con ángulo


recto en el vértice A y sobre los lados y se construyen los cuadrados ABED y
ACFG, respectivamente, entonces el paralelogramo BCJK, construido con la
condición de que sea paralelo y congruente con , es un cuadrado (ver figura
P.19). Esto significa que el teorema de Pitágoras es un caso particular del teorema que
hemos probado en esta sección.

Figura P.19
229

C) EL PROBLEMA DE LOS SIETE HEXÁGONOS

En el libro VIII de la Colección Matemática, Pappus plantea y resuelve algunos


problemas de tipo geométrico. Trataremos aquí el que aparece como proposición 19
(capítulo 23), el cual nos brinda una maravillosa oportunidad de repasar varios conceptos
y construcciones de la geometría elemental. El problema es el siguiente: se da una
circunferencia de centro O y radio r (figura P. 20) y se pide construir siete hexágonos
regulares y congruentes de tal manera que:
1) el centro de uno de ellos coincida con el centro O de la circunferencia (figura P. 21)
2) cada uno de los seis hexágonos restantes tenga un lado común con el hexágono central
y el lado opuesto a ese lado común sea una cuerda de la circunferencia dada. En la figura
P.22, es el lado común del hexágono central y el hexágono PQRSTU; el lado opuesto
a ( en este caso) es una cuerda de la circunferencia (recuerde que una cuerda, en
este contexto, es un segmento cuyos extremos son dos puntos de una circunferencia). Le
proponemos algo: antes de seguir leyendo, intente usted hacer la construcción.

Figura P.20 Figura P. 21 Figura P.22

¿Lo intentó?. Se habrá dado cuenta que la clave de la construcción está en


determinar la relación entre la medida del lado de los hexágonos y el radio de la
circunferencia dada. ¿Cómo encontramos tal relación?. Parafraseando a Pappus,
consideremos la figura P.23, en la cual se muestra los siete hexágonos regulares ya
construidos en la circunferencia de centro O y radio r = OV = OR, según las
especificaciones requeridas. Nótese que estamos suponiendo que el problema ya está
resuelto. Hemos destacado el hexágono PQRSTU y el triángulo OQR. Detallemos
algunas relaciones métricas de este triángulo. Nótese que OP = PQ = QR (¿por qué?).
Así, en el triángulo OQR, tenemos OQ = 2QR. Además, la medida del ángulo
comprendido por los lados y es 120° (por ser un ángulo interno de un hexágono
regular). El lado opuesto al ángulo de 120° es , cuya medida es el radio de la
circunferencia dada. ¿Qué concluimos de este análisis?. Que si construimos un triángulo
cuyo lado mayor tenga como medida el radio r dado y los otros dos lados estén en la
razón 2:1 y comprendan un ángulo de 120°, entonces la medida del lado menor de este
triángulo es la medida del lado de los hexágonos que debemos construir.
230

Pappus explica una ingeniosa construcción de tal triángulo y luego demuestra


por qué su construcción es la adecuada. Para apreciar en todos los detalles tanto la
construcción como la demostración, repasemos algunas definiciones, construcciones y
propiedades previas.

Figura P.23
.
 División de un segmento en n segmentos congruentes: esta construcción está
fundamentada en un teorema que se atribuye a Thales de Mileto (griego, 624
a.C. – 527 a.C.) y consiste en determinar los puntos P 1, P2, P3, …, Pn – 1 de un
segmento dado tales que

AP1 = P1P2 = P2P3 = … = Pn – 2 Pn – 1 = Pn – 1B.

Explicaremos el procedimiento para n = 5. Dado el segmento , se traza una


semirrecta con origen en uno de los extremos, supongamos el extremo A. El
ángulo formado por la semirrecta y el segmento es arbitrario, con la única
excepción del ángulo llano. Sobre dicha semirrecta marcamos cinco puntos Q1,
Q2, Q3, Q4 y Q5 , tales que AQ1 = Q1Q2 = Q2Q3 = Q3Q4 = Q4Q5 (ver figura
P.24). Se traza la recta que pasa por Q5 y B y, a continuación, rectas paralelas
a ésta, que pasen por Q1, Q2, Q3, Q4 . Los respectivos puntos de corte de estas
paralelas con el segmento son los puntos P1, P2, P3, P4 (figura P.25). Se
tiene que

AP1 = P1P2 = P2P3 = P3P4 = P4B


231

Figura P.24 Figura P.25

 Arco capaz: dado un segmento , el lugar geométrico de todos los puntos H


(situados en uno de los dos semiplanos determinados por la recta que pasa por A
y B) para los cuales el ángulo AHB tiene una medida constante dada  se
denomina arco capaz del segmento de ángulo . Por ejemplo, en la figura
P.26 se ilustra el arco capaz del segmento de ángulo 75°. Para construir el
arco capaz, dados el segmento y el ángulo  se procede así: se construye
el ángulo BAC cuya medida sea  y se traza la mediatriz de (figura P.27).
Por el punto A trazamos la recta perpendicular a . Sea O el punto de
intersección de esta perpendicular y la mediatriz L. Con centro en O y radio
OA se traza el arco de circunferencia en el semiplano opuesto en el que se
construyó el ángulo BAC (figura P.28). Se tiene que para todo punto C del
arco así construido, la medida del ángulo ACB es .

Figura P.26
232

Figura P.27 Figura P.28

 Construcción de rectas tangentes a una circunferencia desde un punto exterior a


la misma: supongamos que tenemos la circunferencia con centro O y un punto P exterior
a la circunferencia. Sea M el punto medio del segmento (figura P.29). Con centro
en M y radio OM se traza un arco que corta a la circunferencia dada en los puntos T 1 y
T2. Las rectas y son las rectas tangentes a la circunferencia dada que pasan
por el punto P dado. (figura P.30).

Figura P.29 Figura P.30

Los segmentos y se denominan segmentos tangentes a la


circunferencia desde el punto P. Comentaremos una propiedad interesante de estos
segmentos. Consideremos una recta secante cualquiera que pase por el punto P e
interseca a la circunferencia en los puntos R y S (figura P.31). El cuadrado de la
distancia de P a T1 es igual al producto de la distancia de P a R y la distancia de P a
S. Esto es, PT12 = PR. PS
233

Figura P.31

Volvamos al problema de la construcción de los siete hexágonos en una


circunferencia de radio r dado. Recordemos que si construimos un triángulo cuyo lado
mayor tenga como medida el radio r dado, mientras que los otros dos lados estén en
proporción 2:1 y comprendan un ángulo de 120°, entonces la medida del lado menor de
este triángulo es la medida del lado de los hexágonos que debemos construir.

Comencemos trazando el segmento , tal que AB = r y sea C el punto de


tal que AC = AB. Construyamos el arco capaz del segmento y ángulo 60°
(figura P. 32). Sea D el punto de tal que CD = AC. Tracemos el segmento
tangente al arco construido anteriormente y también, los segmentos y (figura
P.33).

Figura P.32 Figura P.33

Se afirma que
EB = 2AE y que mAEB = 120°

Veamos cómo lo demostró Pappus. Tracemos el segmento que pase por C


tal que EF = EA (figura P.34). Como la medida del ángulo AEF es 60° y EF = EA
se tiene que el triángulo AEF es equilátero (justifique) y, por tanto, AE = AF = EF.
234

Figura P.34 Figura P.35

Por otra parte, como es tangente a la circunferencia que contiene al arco


capaz y la recta corta a dicha circunferencia en los puntos A y C, tenemos que

DE2 = DA . DC (9)

De (9), tenemos que = (10)

Observemos la figura P.35. En ésta mostramos por separado los triángulos


yuxtapuestos que tienen por lados los segmentos , y . Nótese que el ángulo
con vértice en D en ambos triángulos tiene la misma medida. Es decir,

mADE = mEDC (11)

De (10) y (11), por criterio de semejanza LAL, tenemos que los triángulos
DAE y DEC son semejantes. En consecuencia, . Por tanto,

(12)

Sustituyamos (9) en (12) y simplifiquemos:

= = = = +1 (13)

Recordemos que CD = AC. De donde, = Sustituyendo en (13), obtenemos que

= +1=
235

Luego, , lo que implica que EC = AE. Ahora bien, puesto que


AE = EF, tenemos EC = EF (14). Por construcción, EF = EC + CF (15). En
consecuencia, combinando (14) y (15) y simplificando, tenemos:

EC = EF = (EC + CF)

 EC = EC + CF

 EC – EC = CF

 EC = CF

De esta última igualdad, se desprende que

EC = 2CF y, por tanto, = 2 (16)

Recordemos que AC = AB y AB = AC + CB. Luego, CB = AB = 2AC. Así ,

=2 (17)

De (16) y (17): = = 2 (18)

En la figura P.36, hemos destacado los triángulos cuyos lados están involucrados
en la igualdad (18). Nótese que los ángulos ECB y FCA son opuestos por el vértice
y, por tanto, mECB = mFCA (19). De (18) y (19), por criterio de semejanza LAL,
los triángulos ECB y FCA son semejantes. Se tiene, así, que

= = (20)

De (18) y (20): = 2. De donde, EB = 2 FA. Pero, recordemos que FA = AE.

Así, EB = 2AE (21).


236

Figura P.36

Por otra parte, la semejanza de los triángulos ECB y FCA nos permite afirma
que mCEB = mCFA = 60°. Así,

mAEB = mAEC + mCEB = 60° + 60°  mAEB = 120° (22).

Además, por construcción, AB = r (23).

De (21), (22) y (23), se concluye que el triángulo EAB es el triángulo


requerido y que la medida de los lados de los hexágonos es AE. ¿Cómo proceder ahora?.
Dada la circunferencia de radio r y centro O, habiendo determinado ya la medida AE
mediante el procedimiento explicado, tracemos la circunferencia con centro O y radio
AE. Tomemos un punto P de esta circunferencia y sean Q, R, S, T y U puntos de ésta
tales que OP = PQ = QR = RS = ST = TU. Fácilmente se prueba que TU = UP. De
manera que P, Q, R, S, T y U son los vértices de un hexágono regular (figura 37), el
primero de los siete que debemos construir, el central. Le dejamos como ejercicio
determinar el procedimiento para construir los seis hexágonos regulares restantes.

Figura P.37
237

QIN JIUSHAO
Puzhou (China) 1.202 CAPÍTULO 17
Meixian (China) 1.261
QIN JIUSHAO Y
EL TEOREMA CHINO DEL RESIDUO

“Las matemáticas no son una ciencia deductiva: eso es un


cliché. Cuando se trata de probar un teorema, uno no lista
las hipótesis y luego empieza a razonar. No, uno prueba, se
equivoca, experimenta, conjetura”.

Paul Halmos (matemático húngaro, 1.916 – 2.006)

Los círculos E1, E2 y E3 giran en sentido del movimiento de las agujas del reloj alrededor
del círculo que tiene centro en el punto O, siguiendo las respectivas órbitas trazadas con
líneas punteadas. Los puntos O, A, B y C están alineados. Se sabe que el círculo E 1 da un
giro completo en 5 horas, mientras que E2 y E3 lo hacen en 3 horas y 2 horas,
respectivamente. El día lunes 1 de junio de 2.009 se registró lo siguiente: el centro de E 1
coincidió con el punto A a la 1:00 am, el centro de E 2 coincidió con el punto B a las 2:00
am y el centro de E3 coincidió con el punto C a las 3:00 am. ¿Puede el lector determinar
las horas y los días respectivos en que los centros de los cuatro círculos estén
simultáneamente en la recta (como se muestra en la figura de la derecha) durante el
mes de junio?. Una forma de resolver este problema es aplicando el teorema chino del
residuo, el cual es el tema central de este capítulo. El matemático Qin Jiushao en su obra
Shushu Jiuzhang o Tratado de Matemática en Nueve Capítulos, publicada en 1.247, hace
un notable estudio sobre dicho teorema. Por cierto, hay seis días del mes de junio en los
cuales la alineación sobre la recta no ocurre.
238

A) UNOS PROBLEMAS DE RANCIO ABOLENGO

En esta sección comentaremos unos problemas que aparecen en obras de


matemáticos de distintas épocas, en contextos geográficos distintos pero que, con ciertas
variantes, plantean la misma interrogante: la determinación de un número entero,
conocidos los residuos que se obtienen al dividirlo entre ciertos enteros dados.

Problema 1: suponga que tenemos una cantidad desconocida de objetos. Cuando se


cuentan de tres en tres, quedan dos objetos; cuando se cuentan de cinco en cinco, quedan
tres y cuando se cuentan de siete en siete, quedan dos. ¿Cuántos objetos hay?. Acabamos
de citar el problema 26 del tercer capítulo del antiguo manual Sunzi Suanjing, escrito por
el matemático chino Sun Zi (400 – 460).

Problema 2: hallar el menor entero positivo que deja restos 5, 4, 3 y 2 cuando es


dividido entre 6, 5, 4 y 3, respectivamente. Este problema se encuentra en las obras del
matemático indio Brahmagupta (598 – 670), conocido por sus aportes no sólo en
geometría y teoría de números, sino también en astronomía.

Problema 3: se le dice a una persona que piense un número entero positivo no mayor que
315 y que lo divida entre 5, entre 7 y entre 9. Se le pide a la persona que revele los
restos de estas divisiones. Con estos datos, se ha de encontrar el “número secreto”.
Comentamos que problemas de este tipo se encuentran en la octava parte del capítulo 12
de la famosa obra Liber Abaci de Fibonacci (Leonardo de Pisa). El título del capítulo es
Sobre Problemas y Soluciones y el de la parte es Sobre Ciertas Adivinaciones. Fibonacci
expone un algoritmo para determinar el número secreto, el cual explicaremos más
adelante.

Antes de proceder a formalizar tanto el planteamiento como la solución de estos


problemas, comentaremos cómo abordarlos y resolverlos con herramientas elementales de
la teoría de números. Estas herramientas poco sofisticadas y aplicables a los casos
particulares planteados, por lo general proporcionan resultados con una cierta inversión
de esfuerzo y tiempo; pero, son parte del trabajo previo, el terreno que hay que abonar
para que germine el algoritmo general que veremos en la siguiente sección. Recalcamos:
cuando se aborda un problema o un teorema, este trabajo previo, esta familiarización con
el contexto, este espacio para ensayar y errar es fundamental para la internalización de los
procesos. Bien lo expresó Paul Halmos en la frase que seleccionamos para encabezar este
capítulo.

A continuación, comentaremos cada problema seleccionado.


239

Problema 1 Nótese que la cantidad de objetos es un número entero positivo tal que al ser
dividido entre 3, 5 y 7 deja residuos 2, 3 y 2, respectivamente Podemos intentar
resolverlo por ensayo y error, “tanteando” y quizás demos con el número. Sin embargo,
sistematicemos un poco la búsqueda y hagamos tres listas: una con los números positivos
cuyo residuo es 2 cuando se dividen entre 3, una con los que dejan residuo 3 cuando se
dividen entre 5 y la tercera con aquellos que al dividirse entre 7 dejan residuo 2. El
número que aparezca en las tres listas es el que buscamos. No sabemos cuán largas han de
ser estas secuencias de números, pero podrán irse ajustando hasta que se encuentre un
número común. Nuestras listas son:

Dejan residuo 2 al dividir entre 3: 2, 5, 8, 11, 14, 17, 20, 23 ,…


Dejan residuo 3 al dividir entre 5: 3, 8, 13, 18, 23 ,…
Dejan residuo 2 al dividir entre 7: 2, 9, 16, 23 ,…

Vemos que 23 es un número que cumple las condiciones del problema. Sin
embargo, observando las secuencias, podemos sospechar que, tal vez, no es el único.
¿Qué tal si agregamos más números en nuestras listas?. Le invitamos a que lo haga. Tal
vez quiera desistir al no hallar, tan rápidamente como encontramos al 23, un número que
aparezca en las tres listas y piense que no exista. Pero, sí, los hay. Siendo exagerados,
observe que el número 338 deja restos 2, 3 y 2 cuando se divide entre 3, 5 y 7,
respectivamente (hay otros números menores que 338 que cumplen las condiciones,
recuerde que dijimos que estamos siendo exagerados). Eso significa que la respuesta al
problema planteado no es única. Si nos hubieran preguntado por el menor número de
objetos, ya tendríamos la respuesta: hay 23 objetos y nuestro método de las listas sería
apropiado para hallarlo. Pero, si queremos dar una respuesta que incluya a todos los
números que cumplan las condiciones dadas, debemos proceder de otra manera.

Intentemos lo siguiente: designemos por x a un número que deja restos 2, 3 y


2 cuando se divide entre 3, 5 y 7, respectivamente. Luego, se debe cumplir que:

x = 3a + 2, para algún entero a (1)

x = 5b + 3, para algún entero b (2)

x = 7c + 2, para algún entero c (3)

Si pudiéramos determinar algo más acerca de los enteros a, b y c, tendríamos una


forma general de todos los enteros x que satisfacen las condiciones (1), (2) y (3).
Combinemos estas igualdades. De (1) y (2), se tiene que:

3a + 2 = 5b + 3, para ciertos enteros a y b.


240

De donde, 3a = 5b + 1 (4)

La igualdad (4) expresa que el entero 5b + 1 es un múltiplo de 3. ¿Será b


múltiplo de 3 también?. Veamos: si b es múltiplo de 3, entonces b = 3n, para algún entero
n. Sustituyendo en (4):

3a = 5(3n) + 1  3a = 15n + 1  3a – 15n = 1  3(a – 5n) = 1

Analicemos la última igualdad que obtuvimos. Nótese que a – 5n es un entero.


En consecuencia, esta igualdad indica que 1 es un múltiplo de 3, lo cual es falso. ¿De
dónde obtuvimos semejante resultado?. De haber supuesto que b es un múltiplo de 3. Por
tanto, b no es múltiplo de 3 y sólo queda evaluar dos posibilidades: b = 3n + 1 y b = 3n
+ 2, para algún entero n. Mostraremos que la segunda forma lleva a un absurdo.
Supongamos que b = 3n + 2, para algún entero n. Sustituyendo en (4), tenemos que

3a = 5(3n + 2) + 1  3a = 15n + 11  3a – 15n = 11  3(a – 5n) = 11

Ahora, la última igualdad indica que 11 es un múltiplo de 3, lo cual es falso. Se


descarta que b = 3n + 2, para algún entero n. Como todo entero admite una y sólo una de
las formas 3n, 3n + 1, 3n + 2, con n entero, y ya hemos descartado la primera y la tercera
de estas formas para el entero b, entonces concluimos que b = 3n + 1, para algún entero n.
Conocida la forma de b, sustituyamos en la igualdad (2). Obtenemos que

x = 5(3n + 1) + 3 = 15n + 8 (5)

Nótese que ya sabemos algo más acerca de nuestro número desconocido x: es la


suma de un múltiplo de 15 y 8. Pero aún no hemos utilizado todos los datos sobre nuestra
incógnita. No hemos utilizado la condición (3). Combinemos ahora las igualdades (3) y
(5):

7c + 2 = 15n + 8  7c = 15n + 6  7c = 3(5n + 2) (6)

¿Qué podemos deducir de la igualdad (6)?. Que el número 7c es un múltiplo de


3 y que el número 3(5n + 2) es un múltiplo de 7. Como nos interesa conocer más acerca
del entero n, analicemos las consecuencias del hecho que 3(5n + 2) es un múltiplo de 7. Si
descompusiéramos el número 3(5n + 2) en factores primos, entre dichos factores debe
aparecer el 7. Como 3 no tiene como factor a 7, se deduce, que 5n + 2 debe ser divisible
por 7. ¿Será n un múltiplo de 7?. No, ya que si n = 7m, para algún entero m, entonces
5n + 2 = 5(7m) + 2 = 7(5m) + 2 y 5n + 2 no sería divisible por 7. Luego, n admite una y
sólo una de las siguientes formas:

7m + 1, 7m + 2, 7m + 3, 7m + 4, 7m + 5, 7m + 6 , para algún entero m


241

El lector no tendrá dificultad en determinar que n = 7m + 1, para algún entero


m. Sustituyendo la forma del entero n en la igualdad (5), obtenemos que:

x = 15(7m + 1) + 8 = 105m + 23, con m entero (7)

La igualdad (7) es la solución del sistema de igualdades (1), (2) y (3). Decimos
solución, en singular, aún cuando están involucrados infinitos enteros, los cuales difieren
entre sí en un múltiplo de 105 = 3.5.7. Nótese que 3, 5 y 7 son primos dos a dos. El
método que seguimos para obtener esta solución se suele llamar, con toda lógica, método
de sustituciones sucesivas. En la siguiente tabla, se muestra los respectivos valores de x
para algunos valores de m seleccionados: nótese que al asignar a m distintos valores
enteros no negativos, obtendremos los distintos valores de x, siendo x el número de
objetos tales que cuando se cuentan de tres en tres, quedan dos objetos; cuando se
cuentan de cinco en cinco, quedan tres y cuando se cuentan de siete en siete, quedan dos.
Para m = 0, obtenemos el menor entero positivo x = 23 que da respuesta al problema.
Ahora bien, si damos a m valores enteros negativos, también obtenemos soluciones del
sistema constituido por las ecuaciones (1), (2) y (3), pero no son soluciones del problema
1.

m –3 –2 –1 0 1 2 3
x = 105m + 23 – 282 – 187 – 82 23 128 233 338

Problema 2 Dejamos al lector la solución de este problema.

Problema 3 Fibonacci da el siguiente algoritmo para hallar el “número secreto” que


debe ser un entero positivo menor que 315 y del cual sólo conocemos los residuos que se
obtienen al dividirlo entre 5, 7 y 9: multiplique el resto de la división entre 5 por 126, el
resto de la división entre 7 por 225 y el resto de la división entre 9 por 280. Luego, sume
estos productos. Si la suma obtenida es no mayor que 315, dicha suma es el número
secreto. Si es mayor, reste 315 tantas veces como sea necesario hasta encontrar un
número menor o igual que 315, dicho número es el número secreto.

Apliquemos este algoritmo a un número específico. Supongamos que nuestro


número secreto es 289. Al dividirlo entre 5, 7 y 9 obtenemos restos 4, 2 y 1,
respectivamente. Debemos multiplicar estos restos por 126, 225 y 280, respectivamente.
Tenemos así: 504, 450 y 280. Ahora, debemos sumarlos: 504 + 450 + 280 = 1.234.
Como resultó un número mayor que 315, debemos ir restando 315 hasta obtener un
número en el intervalo indicado:
1.234 – 315 = 919; 919 – 315 = 604; 604 – 315 = 289

Y, efectivamente, obtuvimos nuestro número secreto. El lector puede elegir sus


propios números secretos y verificar que el algoritmo funciona. Quizás las preguntas que
242

de manera natural nos hacemos, después de poner en práctica las instrucciones para hallar
el “número secreto”, son ¿por qué multiplicar por 126, 225 y 2 0 los restos de las
divisiones entre 5, 7 y 9, respectivamente?, ¿qué relación tienen 126, 225 y 280 con 5, 7 y
9, respectivamente?, ¿por qué restar 315?, ¿por qué funciona este procedimiento?. Tal vez
no hallemos todas las respuestas ahora. Sin embargo, observe le lector que 315 es el
producto de 5, 7 y 9; además,

126 = 2x7x9 No tiene como factor a 5, pero sí a 7 y 9


225 = 5x5x9 No tiene como factor a 7, pero sí a 5 y 9
280 = 5x7x8 No tiene como factor a 9, pero sí a 5 y 7

También es curioso que

126 = 125 + 1 = 5 x 25 + 1 Suma de un múltiplo de 5 y 1


225 = 224 + 1 = 7 x 32 + 1 Suma de un múltiplo de 7 y 1
280 = 279 + 1 = 9 x 31 + 1 Suma de un múltiplo de 9 y 1

Ya nos hemos familiarizado con estos problemas de rancio abolengo. Ahora es


tiempo de formalizar algunos aspectos.

Sean a, b y m números enteros, con m > 1. Si a – b es un múltiplo de m (lo que


es equivalente a que m divide a a – b), entonces se dice que a es congruente con b
módulo m y se escribe a  b (mod m). Veamos que si a  b (mod m), entonces el resto
que se obtiene al dividir a entre m es igual al resto que se obtiene al dividir b entre m.
Denotemos dichos restos por r1 y r2, respectivamente, y sean c1 y c2 los cocientes
respectivos de estas divisiones. Por tanto,

a = c1 m + r1 , con 0 r1 < m y b = c2 m + r2 , con 0 r2 < m

Estamos suponiendo que a  b (mod m), entonces a – b es un múltiplo de m.


Nótese que a – b = (c1 m + r1) – (c2 m + r2) = (c1 – c2)m + (r1 – r2)

Como a – b y (c1 – c2)m son múltiplos de m, de la última igualdad se deduce


que r1 – r2 debe ser un múltiplo de m. Ahora bien, sabemos que

0 r1 < m (i) y 0 r2 < m (ii)

Multipliquemos por – 1 la desigualdad (ii); obtenemos: – m < – r2 0 (iii)

Sumando las desigualdades (i) y (iii): – m < r 1 – r2 < m


243

Nótese que r1 – r2 debe ser un múltiplo de m tal que – m < r1 – r2 < m. El


único múltiplo de m entre – m y m es 0. Por tanto, r1 – r2 = 0, de donde r1 = r2,
como queríamos demostrar. El lector no tendrá dificultad en probar que si los enteros a y
b dejan el mismo residuo r al dividirlos entre m, entonces a  b (mod m). Por tanto,

a  b (mod m) si, y sólo si, a y b dejan el mismo resto al dividirlos entre m

A la luz de la definición de congruencia y de su equivalencia, los problemas 1, 2


y 3 se pueden enunciar así:

Problema 1: hallar las soluciones positivas del sistema de congruencias

Problema 2: hallar el menor entero positivo tal que

Problema 3: hallar el valor de x sabiendo que x 315 y

con 0 a < 5, 0 b<7 y 0 c < 9.

El algoritmo dado por Fibonacci proporciona la solución x = 126a + 225b + 280c –


315d, para algún entero no negativo d.

Antes de concluir esta sección, respondamos la siguiente pregunta: ¿todo sistema


de congruencias tiene solución?. La respuesta es no. Veamos un caso. Suponga que nos
proponemos hallar un número que deje residuo 3 si se divide entre 6 y residuo 7 si se
divide entre 15. Si denotamos por x a este número, entonces x satisface el siguiente
sistema de congruencias

De (i), x = 6a + 3, para algún entero a y de (ii) x = 15b + 7, para algún entero b. Así,
6a + 3 = 15b + 7, lo cual implica que 6a – 15b = 4. Al factorizar el miembro izquierdo,
obtenemos 3(2a – 5b) = 4. Como 2a – 5b es un entero, la última igualdad expresa que 4
es un múltiplo de 3, lo cual es falso. En consecuencia, no existe un entero x que deje
residuo 3 si se divide entre 6 y residuo 7 si se divide entre 15.
244

Teniendo en cuenta que no todo sistema de congruencias admite solución,


interesa estudiar cuáles son las condiciones que cumplen aquellos sistemas que sí las
admiten y, naturalmente, aprender a resolverlos. Algo de eso trataremos a continuación.

B) UN CALEIDOSCOPIO ARITMÉTICO

Consideremos n enteros positivos m1, m2, m3, … , mn tales que sean primos
dos a dos. Es decir, el máximo común divisor de dos enteros distintos cualesquiera de esta
lista es 1. Si denotamos el máximo común divisor de a y b por (a, b), entonces la
afirmación anterior se expresaría de la siguiente manera:

(m1, m2) = 1 (m1, m3) = 1 (m1, m4) = 1 ,…, (m1, mn) = 1


(m2, m3) = 1 (m2, m4) = 1 ,…, (m2, mn) = 1

(mn–1 , mn) = 1

¿Verdad que esta notación es algo larga?. Podemos resumirla así:

(mj, mk) = 1, para 1 j<k n.

Sean a1, a2, a3, … , an enteros cualesquiera. Con estas condiciones, se afirma que el
sistema de congruencias

tiene solución. Además, si x1 y x2 satisfacen el sistema de congruencias anterior,


entonces x1  x2 (mod m), siendo m = m1m2m3 … mn.

En el párrafo anterior hemos enunciado lo que se conoce como el teorema chino


del residuo. La demostración de este teorema es una de las más hermosas de la teoría de
números, una especie de caleidoscopio aritmético en el cual ciertas piezas, aparentemente
sueltas e inconexas, conjugadas mediante el giro adecuado, se acoplan armoniosamente
proporcionando la solución del sistema de congruencias planteado. ¿Cuáles son esas
piezas?. Son algunas propiedades del máximo común divisor de dos enteros, algunas de la
relación de congruencia módulo m y otras relativas a divisibilidad y números primos. A
continuación las enunciaremos (y demostraremos algunas). Utilizaremos la notación a b
para indicar que el entero a divide al entero b.
245

i) Sean a y b enteros, con a ≠ 0 ó b ≠ 0. Si d es el máximo común divisor de a y


b, entonces existen enteros x y y tales que d = ax + by.

ii) Si a b y c b , siendo (a, c) = 1, entonces ac b.

iii) Si p es primo y p a1a2…an, entonces p ak , para algún k, con 1  k  n.

iv) Si p  q (mod m), entonces np  nq (mod m), para todo entero n.

v) Si p  q (mod m), entonces q  p (mod m).

vi) Si p  q (mod m) y q  t (mod m) , entonces p  t (mod m).

Demostraciones de las propiedades i), ii) y iii).

i) Antes de proceder a la demostración, vamos a familiarizarnos con la propiedad: ¿qué


nos está afirmando?. Que para dos enteros a y b, de los cuales por lo menos uno ha de
ser distinto de cero, existen enteros x y y de manera que d = ax + by, siendo d = (a, b).
En otras palabras, el máximo común divisor de a y b es la suma de un múltiplo de a y
un múltiplo de b. ¿Por qué se impone la condición de que a ≠ 0 ó b ≠ 0?. Porque de no
ser así, entonces a y b podrían ser simultáneamente iguales a cero y en este caso no está
definido el máximo común divisor. Veamos algunos ejemplos antes de la demostración.
Consideramos a = 12 y b = 18, entonces d = (12,18) = 6. Según i), deben existir enteros
x y y de tal forma que 6 = 12x + 18y. Por simple inspección, vemos que x = – 1 y y =
1 son valores que satisfacen la igualdad planteada, pero también lo son x = 2 y y = – 1.
Otro ejemplo: si a = 14 y b = – 5, entonces d = (14, – 5) = 1. ¿Qué valores de x y y
hacen que 1 = 14x + (– 5)y ?. Fácilmente vemos que x = – 1 y y = – 3 son un par de
enteros que satisfacen la igualdad. También constituye una solución, el par de enteros x
= 4 y y = 11. Finalmente, si a = 8 y b = 0, entonces d = (8, 0) = 8 y es evidente que
8 = 8x + 0y, siempre que x = 1 y y un entero cualquiera. Hemos visto que en estos
casos particulares el par de enteros x y y existe, pero no es único. Ahora bien, lo más
importante que debemos destacar es que el máximo común divisor de los enteros a y b,
con a ≠ 0 ó b ≠ 0, se pudo expresar como la suma de un múltiplo de a y un múltiplo de
b.

Ahora, vayamos a la demostración de la propiedad. Sean a y b enteros, tales


que a ≠ 0 ó b ≠ 0. Como a ≠ 0 ó b ≠ 0 , entonces existe el máximo común divisor de a
y b. Consideremos el conjunto A formado por las sumas de los múltiplos de a y los
múltiplos de b. Es decir, sea

A=
246

Haciendo x = a y y = b, tenemos el número a 2 + b2 en el conjunto A. Nótese que


como a ≠ 0 ó b ≠ 0, entonces z = a 2 + b2 es un número positivo (la única forma de que
a2 + b2 sea cero es que a y b sean ambos cero). Este comentario tiene la intención de
recalcar que en A tenemos enteros positivos. Por tanto, el subconjunto de A constituido
por enteros positivos es no vacío. Denotemos por B a dicho subconjunto. Así,

B=

Como B es un subconjunto no vacío de Z +, el principio de buena ordenación garantiza


que B tiene un menor elemento. Denotémoslo por d. Por definición de menor elemento
de un conjunto, se afirma que

dB y d  z, para todo zB ( i1 )

Ahora bien, por ser d un elemento de B se tiene que dA y d > 0. Como dA,
existen enteros x0 y y0 tales que

d = ax0 + by0 ( i2 )

Nótese que d es el menor entero positivo que es la suma de un múltiplo de a y


un múltiplo de b. Probemos que d es el máximo común divisor de a y b. ¿Qué
necesitamos poner de manifiesto?. Primero, debemos probar que d divide a a y que d
también divide a b (es decir, que d es un divisor común de a y b). Luego, debemos
probar que d es el mayor de todos los divisores comunes de a y b. Procedamos.
Supongamos que d no divide a a. Luego, al dividir a entre d se obtiene un cociente c
y un residuo r, el cual no es 0, puesto que la división no es exacta. Luego, a = cd + r, con
0 < r < d, siendo c y d enteros. Por tanto,

r = a – cd  r = a – c(ax0 + by0) por ( i2 )

 r = a – cax0 – cby0

 r = a(1 – cx0) + b(– cy0)

Hagamos x = 1 – cx0 y y = – cy0. Nótese que x y y son enteros.


Resumamos lo que sabemos acerca de r:

0<r<d y r = ax + by, para ciertos enteros x y y

Por ser r positivo y ser de la forma ax + by, con x y y enteros, se tiene que
r es un elemento de B; además, r < d . ¿Recuerda quién es d?. Véase ( i1 ): es el menor
elemento de B. Resulta, que tenemos el entero r en B el cual es menor que el menor
247

elemento de B. Esto es absurdo. ¿De dónde provino semejante conclusión contradictoria?.


De haber supuesto que el residuo de la división de a entre d era distinto de 0. Por tanto,
el residuo de esta división debe ser 0, con lo cual se concluye que d divide a a. De manera
análoga, se prueba que d divide a b. Con esto ya tenemos garantizado que d es un
divisor común de a y b. ¿Qué falta?. Falta probar que d es el mayor de todos los
divisores comunes de a y b.

Sea k un divisor común de a y b, tal que k > 0. Por ser k un divisor de a, se


sabe que k es un divisor de todo múltiplo de a. En particular, k es un divisor de ax 0,
siendo x0 el entero indicado en la expresión ( i2 ). Por ser k un divisor de b, k es un
divisor de todo múltiplo de b. En particular, k es un divisor de by0, donde y0 es el entero
indicado en la expresión ( i2 ). Como k divide a ax0 y k divide a by0, se concluye que
k divide a ax0 + by0. Pero, ax0 + by0 = d. Esto significa que k es un divisor positivo de
d. Luego, d = kh, para algún entero positivo h. Como h es entero positivo, h  1. En
consecuencia, kh  k, de donde d  k. Hemos probado que todo divisor común de a y b
que sea positivo, no supera a d. Luego, d es el mayor divisor común de a y b. Se
concluye que d es el máximo común divisor de a y b.

Algunos comentarios importantes. De la demostración anterior se desprende que


(a, b) es el menor entero positivo que puede escribirse como la suma de un múltiplo de a
y un múltiplo de b; esto es, como una combinación lineal de los enteros a y b. Pero, si
un entero t puede expresarse como combinación lineal de los enteros a y b, no significa
que t = (a, b). Por ejemplo, 2 = 6(2) + 5(– 2) y 2 ≠ (6, 5). La igualdad (a, b) = ax + by,
donde x y y son enteros, se denomina Identidad de Bézout (Etienne Bézout,
matemático francés, 1.730 – 1.783).

ii) Recordemos el enunciado de esta propiedad: si a b y c b , siendo (a, c) = 1,


entonces ac b. Otra forma de enunciarla es: si dos números primos relativos a y c
dividen a un mismo entero b, el producto de a y c divide a b. Antes de demostrarla,
aclaremos lo siguiente: si a b y c b, no necesariamente ac b. En efecto, nótese que
6 divide a 18 y 9 divide a 18, pero 6 x 9 = 72 y 72 no divide a 18. Así que la condición
de que a y c han de ser primos relativos es importante. Como (a, c) = 1, por la propiedad
i), existen enteros x y y tales que ax + cy = 1. Multiplicando esta igualdad por b,
obtenemos
abx + cby = b ( ii1)

Como a b y c b, existen enteros h y k, de manera que b = ah y b = ck.


Sustituyendo la segunda de estas igualdades en el primer sumando del miembro izquierdo
de ( ii1) y la primera igualdad en el segundo sumando del miembro izquierdo de ( ii1),
obtenemos

a(ck)x + c(ah)y = b  ac(ax + hy) = b ( ii2)


248

Nótese que ax + hy es un número entero. Por tanto, de ( ii2) se desprende que


ac  b.

iii) Probaremos la propiedad para n = 2, es decir, si p es primo y p a1a2, entonces p a1


o p a2. Expresado de otra forma, si un número primo divide al producto de dos factores,
entonces dicho primo debe dividir a alguno de los dos factores (puede dividirlos a ambos,
nótese que la disyunción no es excluyente). Un comentario previo a la demostración:
erróneamente a veces se puede pensar que si un número divide a un producto, entonces
dicho número divide a alguno de los factores. He aquí un contraejemplo: nótese que 6
divide a 12 que es el producto de 3 y 4; sin embargo, 6 no divide a 3 y 6 no divide a
4. La condición de que el número que divide al producto sea primo es fundamental.

Aclarado esto, vayamos a la demostración. Tenemos el primo p, el cual divide a


a1a2. Si p divide a1, concluye la demostración, pues es verdadera una de las dos
proposiciones que constituyen la disyunción. Supongamos que p no divide a a 1 y veamos
que esta suposición junto con la hipótesis nos conducen a que p debe dividir a a 2. Como p
es primo y p no divide a a1, se afirma que (p, a1) = 1. En efecto, si d es un divisor
positivo común de p y a1, entonces por ser p primo d = 1 ó d = p. Pero, no puede ser d
= p, pues estamos suponiendo que p no divide a a 1. Luego, d = 1 es el único divisor
positivo que tienen en común p y a1. Como (p, a1) = 1, por la propiedad i), existen
enteros x y y, tales que px + a1y = 1. Multiplicando por a2 esta última igualdad,
tenemos que

pa2x + a1a2y = a2 ( iii1)

Por hipótesis, p divide a a1a2. Luego, existe un entero z de manera que a 1a2 = pz ( iii2)
Sustituyendo ( iii2) en ( iii1), obtenemos pa2x + pzy = a2 . De donde, p(a2x + zy) = a2.
Por ser a2x + zy un número entero, se tiene que p divide a a 2. Ahora el lector puede
hacer la demostración para n factores.

A continuación, demostremos el teorema chino del residuo. Recordemos su


enunciado:

dados n enteros m1, m2, m3, … , mn tales que (mj, mk) = 1, para 1 j<k n, y dados
a1, a2, a3, … , an enteros cualesquiera, el sistema de congruencias

(SC)

tiene solución. Además, si x1 y x2 satisfacen el sistema de congruencias (SC), entonces


x1  x2 (mod M), siendo M = m1m2m3,…mn. Consideremos los siguientes enteros
249

M = m1m2m3,…mn (producto de los n módulos)

M1 = m2m3,…mn = (producto de los módulos, con excepción del primero)

M2 = m1m3,…mn = (producto de los módulos, con excepción del segundo)

Mn = m1m3,…mn-1 = (producto de los módulos, con excepción del n -ésimo)

En general, Mj no tiene como factor a mj, para todo j tal que 1 j n.

Se afirma que (m1, M1) = 1. En efecto, supongamos que (m1 , M1)  1. Luego, existe un
primo p tal que p es un divisor común de m1 y M1. Esto es, p m1 y p m2m3,…mn.
Por la propiedad iii), p divide a algún mh, para algún 2 h n. Esto significa que p
es un divisor común de m1 y mh, con h ≠ 1. Esto contradice que (m1, mh) = 1. ¿De dónde
provino la contradicción?. De haber supuesto que (m1 , M1) ≠ 1. Ahora bien, como (m1 ,
M1) = 1, por la propiedad i) existen enteros x 1 y y1 tales que m1x1 + M1y1 = 1.
Luego,

M1y1 – 1 = m1x1

Esta igualdad expresa que m1 divide a M1y1 – 1. Por tanto, M1y1  1 (mod m1). Por la
propiedad iv), se tiene que

M1y1a1  a1 (mod m1), para algún entero y1

Razonando de manera análoga y partiendo del hecho que

(m2 , M2) = 1, (m3 , M3) = 1, … , (mn , Mn) = 1

se garantiza la existencia de enteros y2 , y3 , …, yn tales que

M2y2a2  a2 (mod m2)

M3y3a3  a3 (mod m3)

Mnynan  an (mod mn)

Consideremos el entero x0, definido de la siguiente manera:


250

x0 = M1y1a1 + M2y2a2 + M3y3a3 + … + Mnynan

Comprobemos que x0 satisface las n congruencias del sistema (SC). Nótese que

x0 – a1 = M1y1a1 + M2y2a2 + M3y3a3 + … + Mnynan – a1

= (M1y1 – 1)a1 + M2y2a2 + M3y3a3 + … + Mnynan

Cada sumando del miembro derecho de la última igualdad es múltiplo de m 1. Por


tanto, x0 – a1 es múltiplo de m1. Esto implica que x0  a1 (mod m1) . Así, x0 es solución
de la primera congruencia del sistema (SC). ¿Será x0 solución de la segunda congruencia
del sistema (SC)?. Evaluemos x0 – a2

x0 – a2 = M1y1a1 + M2y2a2 + M3y3a3 + … + Mnynan – a2

= M1y1a1 + (M2y2 – 1)a2 + M3y3a3 + … + Mnynan

El miembro derecho de la última igualdad es una suma de múltiplos de m2. Por tanto, x0 –
a2 es un múltiplo de m2 y se cumple que x0  a2 (mod m2). Siguiendo un razonamiento
análogo al que hicimos anteriormente, se tiene que x0 satisface todas las congruencias del
sistema (SC). Hemos demostrado que el sistema (SC) tiene una solución, a saber, el
entero x0 = M1y1a1 + M2y2a2 + M3y3a3 + … + Mnynan

Falta demostrar que si x1 y x2 son soluciones del sistema de congruencias


(SC), entonces x1  x2 (mod M), siendo M = m1m2m3,…mn . Sean x1 y x2 soluciones
del sistema (SC). Eso significa que los enteros x1 y x2 satisfacen cada una de las
congruencias del sistema (SC). Luego,

(1) y (2)

Si aplicamos la propiedad v) a cada congruencia de (2), obtenemos:

(3)

Por la propiedad vi), aplicada en cada par respectivo de congruencias de (1) y (3), se tiene
que
251

(4)

De (4) se tiene que,

Los enteros m1 y m2 son primos relativos y ambos dividen a x1 – x2. Por la


propiedad ii), m1m2 divide a x1 – x2. Ahora bien, m1m2 y m3 dividen a x1 – x2 y
(m1m2, m3) = 1. De nuevo, por propiedad ii), m1m2m3 divide a x1 – x2. Continuando
con este razonamiento, aplicando reiteradamente la citada propiedad, llegamos a que
m1m2m3…mn divide a x1 – x2. Se concluye que x1  x2 (mod M), siendo M =
m1m2m3,…mn. Como queríamos demostrar.

Nótese que si x es cualquier solución del sistema de congruencias (SC),


entonces x  x0 (mod M), donde x0 = M1y1a1 + M2y2a2 + M3y3a3 + … + Mnynan. Por
tanto, x = x0 + Mt, para algún entero t. Esto es,

x = M1y1a1 + M2y2a2 + M3y3a3 + … + Mnynan + (m1m2m3,…mn)t

con t entero.

Analicemos los términos que conforman esta solución general del sistema de
congruencias (SC): nótese que t recorre el conjunto de los enteros, mientras que m1, m2,
m3, … , mn, así como a1, a2, a3, … , an , son números enteros dados. Los enteros M 1,
M2, M3, …, Mn están definidos en función de los enteros m1, m2, m3, … , mn. Sin
embargo, los enteros y1, y2, y3, … , yn, ¿de dónde provienen?, ¿recuerda cómo se definen
estos enteros?. Los enteros yk, con 1  k  n, son aquéllos que hacen que M kyk  1 (mod
mk). ¿Cómo determinarlos?. Una forma es por simple inspección. Por ejemplo, ¿cuál es
un valor de y para que se verifique que 12y  1 (mod 5)?. Busquemos un múltiplo de
12 que supere en una unidad a un múltiplo de 5:

12 x 1 = 12 = 10 + 2, no es lo que buscamos

12 x 2 = 24 = 20 + 4, tampoco;

12 x 3 = 36 = 35 + 1, ¡éste sí!

Luego, una solución de la congruencia 12y  1 (mod 5) es y = 3. En la


siguiente sección trataremos algo sobre el protagonista de este capítulo y probaremos por
252

qué funciona el algoritmo dado por Fibonacci, que comentamos en la sección anterior
(problema 3).

C) EL LEGADO DE QIN JIUSHAO

Qin Jiushao fue un matemático chino cuya principal obra es Shushu Jiuzhang o
Tratado de Matemática en Nueve Capítulos, publicada en 1.247. Es importante no
confundir este texto con otro de título similar y, geográficamente, de la misma
procedencia: Nueve Capítulos del Arte Matemático (o Jiuzhang suanshu, en chino). El
libro de Qin consta de nueve capítulos, los cuales se listan a continuación:

1. Ecuaciones indeterminadas
2. Fenómenos celestes (o meteorológicos)
3. Área de campos
4. Telemetría
5. Impuestos
6. Almacenaje de granos
7. Construcción de edificios
8. Asuntos militares
9. Precios e interés

En cada capítulo de su Tratado, Qin Jiushao plantea nueve problemas, mediante


los cuales podemos conocer muchos aspectos, no sólo sobre la matemática desarrollada
en China hasta el siglo XIII, sino también sobre la sociedad, la política y la economía de
su época. En el primer capítulo, cuyo título en chino es Da Yan, Qin Jiushao analiza lo
que actualmente conocemos como el teorema chino del resto (o del residuo), aunque,
obviamente, no con las mismas notaciones, (recordemos que la notación que actualmente
utilizamos para las congruencias (  ) se debe a Gauss). En su tratado, Qin Jiushao
también estudia el procedimiento a seguir cuando los módulos no son primos dos a dos y
algunas otras variantes. Incluso explica un algoritmo para hallar la solución de
congruencias de la forma ax  1 (mod m), donde (a, m) = 1.

Ahora, con lo que ya sabemos, volvamos al problema 3 que planteamos en la


sección A) de este capítulo y veremos las respuestas a las interrogantes que quedaron
pendientes de la discusión del algoritmo dado por Fibonacci. Recordemos el enunciado
del problema:

Hallar el valor de x sabiendo que x 315 y ,


253

con 0 a < 5, 0 b<7 y 0 c < 9.

Puesto que 5, 7 y 9 son primos dos a dos, sabemos que el sistema plantado
tiene solución y que la solución general de este sistema viene dada por la expresión

x = M1y1a1 + M2y2a2 + M3y3a3 + m1m2m3t , con t entero,

siendo m1 = 5, m2 = 7, m3 = 9, mientras que a1 = a , a2 = b, a3 = c (recuerde que a, b, c


son los restos de las divisiones entre 5, 7 y 9, respectivamente). Además,

M = m1m2m3 = 5. 7. 9 = 315 M1 = m2m3 = 7. 9 = 63,

M2 = m1m3 = 5 . 9 = 45 M3 = m1m2 = 5. 7 = 35.

Falta determinar los valores de y1, y2 y y3, tales que

63y1  1 (mod 5) , 45y2  1 (mod 7) , 35y3  1 (mod 9)

Le dejamos al lector la solución de estas congruencias. Indicamos que los


menores valores positivos que las satisfacen son: y1 = 2, y2 = 5, y3 = 8. Luego,

x = 63 . 2a + 45 . 5b + 35 . 8c + 315t = 126a + 225b + 280c + 315t

Para que x sea un número no mayor que 315, el entero t ha de ser negativo
(¿por qué?). Ya tenemos las respuestas a las preguntas que nos hicimos antes: ¿por qué
multiplicar por 126, 225 y 280 los restos de las divisiones entre 5, 7 y 9,
respectivamente?, ¿por qué restar 315 para obtener el “número secreto” ?, ¿por qué
funciona este procedimiento?.

Para concluir, queremos hacer notar que no podemos aplicar el teorema chino
del residuo para resolver el sistema de congruencias

(A)

ya que los módulos no son primos dos a dos. Sin embargo, observe el lector que si x es
un entero tal que x  3 (mod 4) y x  2 (mod 3), entonces x  5 (mod 6) (es fácil
demostrarlo). De manera, si x0 es una solución del sistema de congruencias (A), entonces
x0 es una solución del sistema
254

(B)

en el cual los módulos sí son primos dos a dos y el teorema chino del residuo se puede
aplicar. La solución general del sistema de congruencias (B) es x = 359 + 60t, con t
entero. Nótese que

x > 0  359 + 60t > 0  60t > – 359  t > 

Luego, las soluciones positivas del sistema de congruencias (B) se obtienen si, y sólo si,
el entero t es mayor que o igual a – 5. Si hacemos t = – 5, entonces obtendremos el
menor entero positivo x que es solución del sistema (B):

x = 359 + (– 5)60 = 359 – 300 = 59.

Haciendo t = – 6, obtenemos la mayor de las soluciones negativas:

x = 359 + (– 6)60 = 359 – 360 = – 1.


255

BERTRAND RUSSELL
Ravenscroft (Gales)
18 – 05 – 1.872
Penrhyndeudraeth (Gales)
02 – 02 – 1.970
CAPÍTULO 18

RUSSELL Y SU PARADOJA

“¡Qué maravilla!, hemos topado con una


paradoja. Ahora sí tenemos alguna esperanza
de progresar”.

Niels Bohr (físico danés, 1.885 – 1.962)

p  p
V F F
F F V

En este capítulo veremos algunas situaciones que conducen a la forma contradictoria p


si, y sólo si, no p. Comentaremos algunas de las paradojas más famosas, entre ellas, la
que dio a conocer Bertrand Russell en el marco de la naciente teoría de conjuntos en el
año 1.902. Las paradojas no sólo se presentan en matemática, sino en las ciencias en
general. ¡Y hasta hay artistas que se dedican a pintarlas!. En todo caso, a la luz de la frase
de Bohr (la que elegimos para encabezar este capítulo), la aparición de paradojas es una
oportunidad para progresar.
256

A) ¿RESPUESTAS EN CONFLICTO?: PUEDE QUE ESTEMOS ANTE UNA


PARADOJA

La palabra paradoja está compuesta por las partículas griegas ‘para’ que
significa ‘al margen de’, ‘en contra de’ y ‘doxa’ que significa ‘opinión’ o ‘buen juicio’.
Así, por su etimología, una paradoja es una idea extraña u opuesta a la opinión de las
personas o que es absurda o contradictoria. Otras palabras que contienen la partícula doxa
son ortodoxo y heterodoxo. Ortodoxo es un adjetivo que indica conformidad con
doctrinas o prácticas generalmente aceptadas. En esta palabra, el elemento compositivo
‘orto’ le imprime el carácter de correcto o recto a ‘doxa’. El que ‘orto’ signifique
correcto o recto no nos debe causar extrañeza, pues encontramos este elemento en
palabras de uso muy frecuente: ortogonal (que está en ángulo recto), ortografía (escritura
correcta de una lengua), ortodoncia (corrección de los defectos de la dentadura), entre
otros vocablos. En la palabra heterodoxo, el elemento compositivo ‘hetero’ (‘otro’,
desigual’, ‘diferente’) junto con ‘doxa’ da como resultado un adjetivo que significa
disconformidad con doctrinas o prácticas generalmente admitidas. Bien, volvamos al
término que nos ocupa. De paradojas se habla en diversos campos, tales como: la
filosofía, la lógica, la matemática, la literatura, la economía y hasta en el arte; y,
obviamente, en el discurso cotidiano. Tendremos, entonces, una definición de paradoja en
cada uno de estas disciplinas y contextos. En el ámbito de la lógica, se dice que llegamos
a una paradoja cuando a partir de ciertas premisas que se plantean como válidas se
obtiene una conclusión contradictoria. Veamos un ejemplo clásico. Suponga que le hacen
llegar una tarjeta con la siguiente frase:

Se le pregunta: ¿es esta oración verdadera o falsa?. Piense bien antes de


responder y argumente las razones que sustenten su respuesta. ¿Ya?. ¿Se dio cuenta?. El
suponer algún valor de verdad y argumentar su justificación correspondiente siempre
lleva a una contradicción. En efecto, si la oración es verdadera, entonces lo que declara es
verdad y ella declara ser falsa. Contradicción. Por otra parte, si la oración es falsa,
entonces lo que declara es falso, con lo cual la oración es verdadera. Otra contradicción.
Estamos en conflicto: la oración es verdadera si, y sólo si, la oración es falsa.

Veamos otro caso. En el capítulo 51 de la segunda parte de la obra de Miguel de


Cervantes Don Quijote de la Mancha se narran los progresos de Sancho Panza como
gobernador de la ínsula de Barataria. En esta isla, un caudaloso río dividía un mismo
señorío. Sobre este río se construyó un puente y al final de éste había una horca y una
casa de audiencias en la que se encontraban cuatro jueces que administraban la ley que,
para pasar dicho puente, impuso el dueño del río. La ley establecía que si alguien quería
257

pasar por el puente debía declarar bajo juramento adónde y a qué va. Si jurara verdad, se
le dejaba pasar. Pero, si dijera mentira, debía morir en la horca allí construida. Por
aquéllos días, llegó un viajero que bajo juramento declaró que venía a morir en la horca
que allí estaba y no para otra cosa. Los jueces comenzaron a deliberar, ¿cómo aplicar la
ley en el caso de este hombre?. Siempre llegaban a respuestas en conflicto. En efecto, si
dejaban libre al hombre, resultaría falso su juramento y, de conformidad con la ley,
debería ser ahorcado. Pero, si le ahorcan y habiendo declarado verdad, entonces debe ser
dejado libre por la misma ley. Los jueces fueron ante Sancho Panza y habida cuenta que
ni la ley (ni la lógica) ofrecía una solución, fueron estas sus palabras: “…que le dejen
pasar libremente, pues siempre es alabado más el hacer bien que mal, y esto lo diera
firmado de mi nombre, si supiera firmar”. Muy sabia y digna de alabanza la
misericordiosa decisión de Sancho Panza. Nótese que en el esquema lógico de la
situación de Barataria se presenta la contradicción ahorcamos a este hombre si, y sólo si,
lo dejamos en libertad.

Las paradojas no han de ser vistas como un simple juego de palabras o como una
calamidad que destruye teorías. La frase que encabeza este capítulo, pronunciada por uno
de los físicos más brillantes del siglo XX, muestra la actitud de una mente abierta ante el
hallazgo de una paradoja. Ésta es considerada una oportunidad y un estímulo para el
progreso; como una especie de alarma que se enciende para indicar que cierto sistema
requiere una revisión, un ajuste y hasta una reforma. En la historia de la matemática, de la
lógica y de las ciencias, en general, algunas paradojas han marcado un dramático punto de
inflexión al dejar en evidencia que cierto conjunto de premisas o conceptos, hasta
entonces aceptados, conducían a la fórmula contradictoria p es verdadero si, y sólo si, p
es falso. Dicho en palabras sencillas, en ciertos contextos, aún razonando correctamente,
se llega a dos conclusiones contradictorias, como en los dos ejemplos antes expuestos: el
de la tarjeta y el del juicio de Barataria. El lector se habrá dado cuenta ya que en estas
paradojas se encuentra un componente semántico de autorreferencia: ésa es la raíz del
problema. Un asunto que ha desvelado a filósofos, gramáticos y lógicos (y que salva el
aprieto en que nos ponen las paradojas semánticas) es la distinción que se debe tener en
cuenta entre uso y mención de una palabra.

Veamos, someramente, a qué se refiere dicha distinción. Consideremos las


siguientes oraciones:
(1) Maracay es la capital del estado Aragua
(2) ‘Maracay’ tiene siete letras

En la oración (1), la palabra Maracay está siendo usada para referirse a una
ciudad y se declara una cualidad de dicha ciudad. En la oración (2), la palabra Maracay
está siendo mencionada y no se refiere a una ciudad, sino a la palabra y se señala una
cualidad de esa palabra. Las oraciones (1) y (2) ejemplifican, respectivamente, lo que es
el uso de una palabra o frase y la mención de una palabra o frase. Vale añadir que en el
258

lenguaje escrito, cuando se menciona una palabra se la encierre entre comillas o se


escribe en el estilo de tipografía llamado bastardilla.

Ya entre los filósofos de la antigua Grecia (Aristóteles y sus discípulos), así


como entre los escolásticos, se discutía extensamente sobre la distinción entre uso y
mención. Para el alemán Gottlob Frege (1.848 – 1.925), considerado fundador de la
lógica simbólica moderna, esta distinción era fundamental y escribió varias obras sobre el
sentido y la referencia, así como numerosos estudios sobre semántica (la semántica, en
pocas palabras, es el estudio del significado de los signos lingüísticos y de sus
combinaciones). Frege reconoció la complejidad del asunto cuando expresó que al querer
hablar de un concepto, “el lenguaje me fuerza con violencia casi insoslayable a una
expresión inadecuada, con lo cual el pensamiento queda oscurecido, casi falseado”.

Hacia 1.944, el matemático polaco Alfred Tarski (1.902 – 1.983) estableció lo


que se llama lenguaje objeto y metalenguaje, como un paralelismo entre uso y mención.
La distinción entre lenguaje objeto y metalenguaje fue introducida por Tarski como una
solución a las paradojas semánticas (como la de la tarjetica con la iniciamos el capítulo).
Según Tarski, ningún lenguaje puede contener su propio predicado de verdad y ser
consistente. Para referirnos a la verdad en un lenguaje, y no llegar a contradicciones, es
imprescindible hacerlo desde un lenguaje distinto: el metalenguaje. A partir de las teorías
de Tarski se desarrolló una especie de estratificación o jerarquización del lenguaje.
Hemos nombrado, hasta ahora, a tres de los cuatro lógicos más importantes de todos los
tiempos: Aristóteles, Frege y Tarski. Nos falta el checo Kurt Gödel (1.906 – 1.978),
cuyo teorema de incompletitud demuestra que cualquier sistema matemático formal que
contenga un mínimo de aritmética es incompleto: siempre habrá proposiciones que no
podrán refutarse ni demostrarse dentro del sistema. Nunca se podrá hacer una lista de
axiomas (por muy grande que sea) y conseguir que toda la matemática se deduzca de
ellos.

Para finalizar esta sección, comentaremos la llamada paradoja del barbero.


Se la puede encontrar publicada en una gran cantidad de versiones: ambientada en
un pequeño pueblo, en algún emirato y hasta en Sevilla (aprovechando al personaje
de la ópera bufa de Giocchino Rossini); con comentarios sobre la decoración de la
barbería y otros detalles que, suponemos, tienen por objeto despertar la atención del
lector (nada criticable, por cierto). Sin embargo, aquí nos limitaremos a dar la
exposición simple y concreta que su autor, Bertrand Russell (protagonista de este
capítulo) hizo de su paradoja en The philosophy of logical atomism and other essays.
Russell plantea lo siguiente: podemos definir al barbero como el hombre que afeita a
todos aquellos hombres, y sólo a aquéllos, que no se afeitan a sí mismos. La pregunta es:
¿quién afeita al barbero?. El lector notará que la respuesta a esta pregunta es que el
barbero se afeita si, y sólo si, no se afeita. Una clara paradoja.
259

B) UNA CARTA CON FECHA 16 – 06 - 1.902

Mathematische Annalen es una revista matemática que se publica en Alemania.


Fue fundada en 1.868 por dos matemáticos nacidos en la célebre ciudad de Köningberg
(que para esa época pertenecía a Alemania): Alfred Clebsch y Carl Neumann. Algunos de
los que ejercieron el cargo de editores de esta revista son: Felix Klein, David Hilbert, Otto
Blumenthal, Erich Hecke, Heinrich Behnke, Hans Grauert, Heinz Bauer, Herbert Amann,
Jean-Pierre Bourguigon y Wolfgang Lück. Entre 1.879 y 1.884 se publicaron en
Mathematische Annalen una serie de seis artículos del matemático ruso George Cantor
(1.845 – 1.918). En ellos se introducía las nociones básicas de una naciente teoría que
marcaría un hito en la historia de la matemática: la teoría de conjuntos. Las ideas
novedosas expuestas por Cantor, como toda teoría en formación, tenía ciertas debilidades,
algunas de ellas reconocidas por su propio autor. No tardaron en aparecer simpatizantes
(el matemático sueco Magnus Mittag-Lefter (1.846 – 1.927), entre los primeros) y
detractores (entre ellos, Leopold Kronecker (1.823 – 1.891)). Algunos prefirieron una
posición intermedia, como Richard Dedekind (1.831 – 1.916).

Cantor definió como conjunto a cualquier colección de objetos distintos,


considerada como un todo; dichos objetos bien determinados podían proceder de nuestra
percepción (provenientes de la realidad sensible) o de nuestros pensamientos y estar
dados mediante una determinada condición. Por “bien determinados”, se entiende que
siempre se puede decidir, sin ambigüedad, si un objeto cualquiera está o no está en dicha
colección. Es una idea demasiado intuitiva, fundamentada en el principio, intuitivo
también, de que para toda condición existe el correspondiente conjunto de objetos que
satisfacen la condición dada. Por ejemplo, si consideramos la condición “ser número
entero y solución de la ecuación 2x3 – 7x2 + 3x = 0”, existe el conjunto de objetos bien
determinados que satisfacen esta condición, a saber, los números 0 y 3. Además, podemos
asegurar que el número 8 no está en este conjunto porque 8 no es solución de la
ecuación dada y que, aunque el número es una solución de la ecuación dada, no
puede ser un objeto de este conjunto porque no cumple la condición de ser número entero.
Otro ejemplo: si la condición dada es “ser número primo menor que diez”, existe el
conjunto de objetos bien determinados que satisface la condición de ser primo y menor
que diez; dichos objetos son los números 2, 3, 5 y 7. Es más, podemos afirmar, sin
dudas, que el número 4 no está en esta colección de objetos, ya que no es primo, y
también podemos afirmar que 11 tampoco está en esta colección de objetos, porque
aunque es primo, no es menor que diez. Pero, como veremos más adelante, no todas las
condiciones son tan primorosas como las dadas en los recién comentados ejemplos.

En 1.893, Gottlob Frege publicó el primer volumen de una obra a la cual dedicó
varios años de su vida: Die Grundgesetze der Arithmetik (Las leyes básicas de la
aritmética). En ella intentó axiomatizar la aritmética y, por así decirlo, reducir esta rama
de la matemática a la lógica. En el sistema axiomático de Die Grundgesetze der
260

Arithmetik, Frege define lo que es un número y, para ello, se apoya en la teoría


(intuitiva) de conjuntos de Cantor. La obra de Frege no pareció interesar a un gran
público, pero sí llamó la atención de filósofos interesados en los fundamentos de la
matemática, entre ellos, el italiano Giuseppe Peano (1.858 – 1.932) y Bertrand Russell.
Mientras el segundo volumen de Die Grundgesetze der Arithmetik estaba en la imprenta,
Frege recibió una carta con fecha 16 de junio de 1.902 cuyo remitente era Russell. La
esencia de la idea que Russell le plantea a Frege en esa carta es la siguiente: llamemos
normal a todo conjunto que no es elemento de sí mismo y anormal a todo conjunto para el
cual el propio conjunto es uno de sus elementos. La existencia de conjuntos normales no
se pone en duda, por ejemplo, el conjunto de todos los conjuntos unitarios no es un
conjunto unitario. En consecuencia, el conjunto de todos los conjuntos unitarios es
normal. Pero, ¿existen conjuntos anormales?. Por supuesto, el conjunto de todos los
conjuntos es, a su vez, un conjunto; por consiguiente, se contiene a sí mismo. Luego, el
conjunto de todos los conjuntos es un conjunto anormal. Aceptada la existencia de
conjuntos normales y conjuntos anormales, vemos que todo conjunto debe estar en una, y
sólo una, de las dos categorías: normal o anormal. En efecto, por definición de conjunto,
siempre se puede decidir si un determinado objeto, en este caso el conjunto mismo, es o
no es uno de sus elementos. Consideremos ahora el conjunto de todos los conjuntos
normales. Denotémoslo por A. La pregunta es: ¿ A es normal o A es anormal?.
Veamos.

(1) Supongamos que A es un el conjunto normal. Por definición de conjunto normal, A


no es elemento de sí mismo; por otra parte, como los elementos de A son conjuntos
normales y estamos suponiendo que A es normal, entonces A es un elemento de sí
mismo. Contradicción.

(2) Supongamos que A es un el conjunto anormal. Por definición de conjunto anormal,


A es elemento de sí mismo, pero como los elementos de A son conjuntos normales y
estamos suponiendo que A es anormal, entonces A no un elemento de sí mismo.
Contradicción.

Nos hemos encontrado con una paradoja. La paradoja expuesta a Frege en la


carta del 16 – 06 – 1.902 es la llamada paradoja de Russell. Dejaba al descubierto que la
naciente teoría intuitiva de conjuntos aún no había sido del todo perfilada y presentaba
inconsistencias. En consecuencia, toda teoría que se sustentara en ella, aunque sea en
parte, se veía afectada del mismo mal. Recordemos que Frege fundamentó su axiomática
en la teoría de conjuntos. ¿Qué hacer?, ya el segundo volumen de Die Grundgesetze der
Arithmetik estaba en imprenta. Demostrando una admirable probidad, Frege hizo que al
final de su obra se anexara un epílogo en el que da a conocer la situación en que se vio al
recibir la carta de la paradoja. En un párrafo de esta carta expresa lo siguiente:
“difícilmente puede encontrarse un científico con algo más indeseable que ver venirse
abajo los fundamentos de su trabajo justamente cuando lo está dando por terminado. Yo
me he visto en esta situación por una carta del señor Bertrand Russell… ”.
261

En respuesta a su paradoja, Bertrand Russell introduce la teoría de los tipos de


conjuntos en su obra Principles of Mathematics, publicada en 1.903 (tan sólo un año
después de que le enviara la carta a Frege). Sin embargo, es hacia 1.908, en su artículo
Mathematical Logic as Based on the Theory of Types cuando la teoría queda articulada.
Russell y, el también matemático y filósofo, Alfred N. Whitehead (inglés, 1.861 –
1.947) publican en 1.910 el libro Principia Mathematica, en el cual la teoría de los tipos
alcanza su mayor grado de elaboración. ¿En qué consiste esta teoría?. A grandes rasgos,
la idea consiste en restringir el concepto de conjunto a una colección bien definida de
objetos o conjuntos ya existentes. En el nivel inicial, tipo 1, están los objetos individuales.
En el siguiente nivel, tipo 2, están los conjuntos de objetos de tipo 1. En el siguiente
nivel, tipo 3, están los conjuntos de objetos de tipo 1 o de tipo 2 y, así, sucesivamente. En
consecuencia, los conjuntos de tipo n son conjuntos cuyos elementos son objetos de tipo
m, donde m debe ser menor que n. Observe el lector que con estas restricciones los
conjuntos normales y anormales carecen de sentido.

Bertrand Russell escribió más ochenta libros y cientos de artículos y ensayos. En


1.950 recibió el premio Nobel de Literatura en reconocimiento a su obra variada e
influyente en las que defiende ideales humanitarios y la libertad de pensamiento.

C) BREVE CATÁLOGO DE PARADOJAS FAMOSAS

Las paradojas de Zenón

A orillas del mar Tirreno, en la región italiana de la Campania, se encuentran


vestigios de una ciudad que los griegos llamaron Elea y los latinos, Velia. Actualmente
forma parte de un conjunto arqueológico de esa región que, desde 1.998, es patrimonio de
la humanidad. Pero, en el siglo V a.C., esa colonia griega en Italia fue el centro de una
escuela filosófica cuyos miembros se conocen como los eléatas. Sus principales
representantes, en orden cronológico, son: Jenófanes, Parménides y su discípulo Zenón.

Zenón de Elea estableció unas cuarenta paradojas, pero cuatro de ellas son las
que han tenido una mayor repercusión y fueron comentadas por Aristóteles en su obra
Física. Estas paradojas que iban en contra de ciertas concepciones pitagóricas sobre el
espacio y el movimiento son: la paradoja de la dicotomía, la de Aquiles y la tortuga, la de
la flecha y la del estadio. Recordemos que los pitagóricos consideraban los cuerpos como
un agregado de puntos y al movimiento como una suma de pasos intermedios desde un
punto inicial hasta un punto final. Comentaremos dos de estas paradojas: la paradoja de la
dicotomía y la paradoja de Aquiles y la tortuga.

La paradoja de la dicotomía se enuncia así: no existe el movimiento (es


imposible que exista) porque aquello que se mueve entre dos puntos cualesquiera tiene
que completar primero la mitad de la distancia entre estos puntos. Pero, antes de cubrir
esta mitad, tendría que recorrer la mitad de esa mitad, y antes la mitad y, así, ad infinítum.
262

Expliquemos un poco más el argumento de Zenón. Supongamos que un móvil ha de


recorrer la distancia que hay desde el punto de salida A y el punto de llegada B (figura
R.1). Para ello, es necesario que el móvil llegue primero al punto medio M de . Para
llegar a M debe pasar por M1, el punto medio de . Para lograr esto, el móvil ha de
alcanzar antes el punto medio M2 de . Pero, para llegar a M2, primero debe pasar
por el punto medio M3 de y previamente por M4, el punto medio de . Y,
así, indefinidamente. En consecuencia, el movimiento nunca comienza.

La otra paradoja del filósofo eléata que comentaremos es la paradoja de Aquiles


y la tortuga. Mediante ésta, Zenón ‘demuestra’ que Aquiles, el de los pies ligeros, nunca
podrá alcanzar a una tortuga, si le concede alguna ventaja. El razonamiento expuesto por
Zenón es el siguiente: para que Aquiles logre alcanzar a la tortuga debe llegar primero al
punto del que ésta ha partido; pero, en ese tiempo, la tortuga habrá avanzado alguna
distancia. Cuando él haya cubierto esta nueva distancia que los separa, la tortuga habrá
avanzado de nuevo, y así sucesivamente.

Analicemos con algunos detalles la situación planteada en esta paradoja.


Supongamos que Aquiles corre con una velocidad constante V A m/s y que la tortuga se
desplaza con una velocidad VT m/s, constante también. Por ser Aquiles más veloz, se
tiene que 0 < VT < VA. Nótese que

0 < V T < VA  0 < <1

Hagamos = k. Así, hemos probado que existe el número real k, tal que
VT = k VA , con 0 < k < 1

Ahora bien, para un tiempo dado de t segundos, Aquiles recorre una distancia
dA metros y la tortuga, una distancia dT metros. ¿Cuál es la relación entre estas

distancias?. Veamos. Sabiendo que , se tiene que d = Vt. Luego, la distancia dT

que recorre la tortuga en un tiempo dado de t segundos es d T = VT t metros, mientras


que para ese mismo tiempo, Aquiles recorre una distancia d A = VA t metros. Sabemos
que VT = k VA . Por tanto,
dT = VT t = (k VA) t = k (VA t) = k dA (*)
263

Figura R.1

Supongamos que Aquiles parte hacia la meta M desde el punto A y,


simultáneamente, la tortuga hace lo propio desde el punto T del segmento que está
a h metros de A. Esto significa que Aquiles le dio a la tortuga una ventaja de h metros
(ver figura R.2). En el instante en que Aquiles llega al punto T habiendo recorrido los h
metros dados de ventaja, nuestro querido quelonio habrá avanzado hasta el punto T 1, que
se encuentra a hk metros de T (se aplicó la expresión (*) para hacer el cálculo). La figura
R.3 muestra la situación. Cuando Aquiles avanza hasta T 1, lo cual significa que tuvo que
cubrir hk metros, la tortuga ya se encuentra en el punto T 2, a una distancia de k(hk) = hk2
metros de T1. (figura R.4). Y para el momento en que Aquiles logre llegar hasta el punto
264

T2, ya la tortuga habrá avanzado hasta el punto T 3, a h(hk2) = hk3 metros de T2 (ver
figura R.5) . Así, indefinidamente.

Figura R.2

Figura R.3

Figura R.4

Figura R.5
265

Zenón concluye que Aquiles nunca alcanzará a la tortuga porque tendría que
recorrer una “suma” de infinitas distancias: h + hk + hk2 + hk3 + hk4 + … . Sin embargo,
el sentido común apoyado en evidencias empíricas, nos dice que Aquiles sí alcanzará a la
tortuga y que esto ocurrirá en el preciso instante en el que la diferencia entre las distancias
dA y dT sea igual a h. Hagamos unos cálculos (no olvide la formulita que antes
denotamos por (*) y que k ≠ 1).

dA – dT = h  dA – kdA = h  dA (1 – k) = h  dA =

Esto significa que la “suma” de infinitos sumandos

h + hk + hk2 + hk3 + hk4 + … es igual a . Quizás el lector ya se habrá percatado

que h, hk, hk2, hk3, hk4, … son términos de una progresión geométrica de término
inicial h y cuya razón es k < 1. Nótese que Aquiles alcanza a la tortuga en un tiempo

t= = = .

Por ejemplo, si la velocidad de Aquiles es V A = 20 m/s (recordemos que


Aquiles es el de los pies ligeros) y la velocidad de la tortuga es V T = 0,2 m/s, tenemos

que k= . Si suponemos que la ventaja es 300 m, entonces Aquiles alcanzará al

quelonio cuando haya recorrido la distancia

dA = = metros

¿Cuánto tiempo le tomará alcanzarla?. Veamos.

t= = segundos
266

La paradoja de Epiménides

(la tenemos en el catálogo de paradojas, pero, en realidad, no es una paradoja. Paradójico,


¿verdad?)

Creta es una isla en el mar Mediterráneo, localizada en un punto casi


equidistante de sus más cercanas costas de Europa, Asia y África. Actualmente pertenece
a Grecia, siendo la mayor de sus islas. En el segundo milenio antes de nuestra era, Creta
ya estaba habitada y en ella florecieron importantes civilizaciones como la minoica y la
micénica. Sus restos arqueológicos muestran una riqueza cultural que maravilla, sobre
todo por sus espléndidas cerámicas y los coloridos frescos de sus edificaciones. De
Cnosos, su más importante ciudad en el siglo VI a. C., nos llegan los ecos de historias
sobre héroes semidioses y mortales, historias que entrelazan mitología y realidad. De esa
ciudad es originario Epiménides, filósofo, poeta y profeta al cual citamos en estas líneas
porque a él se le atribuye una frase que se conoce como la paradoja de Epiménides.
Siendo nativo de la isla de Creta, Epiménides sentenció: “todos los cretenses son
mentirosos”.

Veamos que la determinación del valor de verdad de la sentencia de Epiménides


no conduce a una contradicción de la forma p si, y sólo si, no p. Denotemos a la frase por
TCM (todo cretense mentiroso) y admitamos que un mentiroso siempre hace
declaraciones falsas. Supongamos que TCM es verdadera. Entonces, es cierto que todos
los cretenses son mentirosos. Epiménides es cretense. En consecuencia, Epiménides es
mentiroso y, por tanto, sus declaraciones son falsas. TCM es una declaración de
Epiménides. Se concluye que TCM es falsa. Contradicción. Supongamos que TCM es
falsa. Entonces, no todo cretense es mentiroso. Esto significa que existe por lo menos un
cretense que no es mentiroso (nótese que la negación de “todos los cretenses son
mentirosos” no es “todos los cretenses no son mentirosos”). Si ese cretense fuese
Epiménides, entonces, al no ser mentiroso, su declaración TCM es verdadera.
Contradicción. Pero, si Epiménides no es uno de esos cretenses no mentirosos, su
declaración TCM es falsa y no encontramos contradicción. En la figura R.6 se muestra un
esquema del razonamiento que hemos seguido. ¿ Qué sucedería en el caso, realmente
extraño y poco probable, de que Epiménides al haber dicho su sentencia fuese el único
cretense vivo?.

Alrededor del siglo IV a. C. el filósofo Eubúlides (o Eublides) de Mileto


reformuló la frase atribuida a Epiménides de Cnosos. La fórmula de Eubúlides se conoce
como la paradoja del mentiroso y su enunciado es “la declaración que estoy dando es
falsa”. La versión más corta de esta paradoja tiene una sola palabra: “miento”. En el
conjunto de versiones del tipo paradoja del mentiroso está incluida la que dimos al
principio, “esta oración es falsa”.
267

Figura R.6

La paradoja de Berry

Esta paradoja data de 1.908 y Bertrand Russell se la atribuye a un bibliotecario


de la Universidad de Oxford de nombre G. G. Berry. Se han hecho muchas versiones de
la misma, entre otras razones, por las adaptaciones que hay que hacer cuando la paradoja
ha de expresarse en un determinado idioma. Para explicar la paradoja, observemos que
todo número entero positivo puede nombrarse de varias maneras. Algunas de ellas
requieren más caracteres que otras, entendiendo por carácter tanto letras como espacio
entre palabras. A continuación veremos algunos ejemplos (note el lector que existen
expresiones que tienen menos caracteres que el nombre del número)

 11: Once (cuatro caracteres) es:

el cuarto número primo (diecinueve caracteres)


el primer número capicúa (veintiún caracteres)

 144: Ciento cuarenta y cuatro (veinticuatro caracteres) es

el cuadrado de doce (dieciséis caracteres)


el vigésimo número de Fibonacci (veintiocho caracteres)

 729: Setecientos veintinueve (veintitrés caracteres) es

la sexta potencia de tres (veintidós caracteres)


el cubo de nueve (trece caracteres)
268

Consideremos los siguientes subconjuntos del conjunto de los enteros positivos:

N1: constituido por los enteros positivos cuya expresión más corta consta de cien
caracteres o menos.

N2: constituido por los enteros positivos cuya expresión más corta requiere más
de cien caracteres.

Nótese que estos subconjuntos no tienen elemento alguno en común. Se afirma


que el conjunto N1 es finito. En efecto, el alfabeto castellano tiene veintiséis letras y
añadiendo el espacio en blanco entre palabras, tenemos veintisiete caracteres que
podemos combinar (salvo en la primera posición de la primera palabra). Como en N1
tenemos los números cuya expresión más corta consta de un máximo de cien caracteres,
en N1 no puede haber más de 27100 elementos. Como existen infinitos números enteros
positivos y en N1 tenemos un número finito de ellos (no puede haber más de 27 100),
entonces existe un número infinito de enteros positivos cuya expresión más corta requiere
más de cien caracteres. Esto significa que N2 es un conjunto no vacío. Recordemos que
todo subconjunto no vacío del conjunto de los enteros positivos tiene un menor elemento.
Sea m el menor elemento de N2. Por definición de menor elemento de un conjunto, m
pertenece a N2 y, en consecuencia, m no pertenece a N1. Esto es, m es el menor entero
positivo que no puede ser nombrado con cien caracteres o menos. Pero, ¿cuántos
caracteres hemos requerido para definir a m? (por favor, cuente los caracteres
subrayados). ¡En efecto!, hemos definido a m con setenta y cinco (75) caracteres, cuando
se suponía que no podía ser nombrado con cien caracteres o menos. ¿Qué pasó?. Le
dejamos al lector la explicación.

Hiperjuego

La paradoja denominada hiperjuego es reciente (data de la década de los ’ 0 del


siglo XX) y la propuso el matemático William Zwicker. Convengamos en que un juego
en el que participan dos personas, quienes se alternan turnos para realizar sus jugadas, se
denomina finito si cada partida de dicho juego termina después de un número finito de
jugadas, teniendo en cuenta que se da por concluido el juego ya sea porque una de las
personas resultó ganadora o porque se acordó un empate. Son ejemplos de juegos finitos:
tres en raya y el ajedrez (bajo las reglas de torneo). En el hiperjuego participan dos
personas, A y B, primer y segundo jugador, respectivamente. Se juega así: el jugador A
escoge un juego finito J, a continuación el jugador B procede a realizar la primera
jugada del juego J que eligió A, luego le toca el turno a A (segunda jugada del juego J)
y así, siguen jugando el juego finito J. En la figura R.7 se muestra un esquema del
hiperjuego.
269

Figura R.7

Se afirma que hiperjuego es un juego finito. En efecto, en la primera jugada de


hiperjuego, el jugador A elige un juego finito J el cual B iniciará y en un número
finito de jugadas, alternando turnos ambos participantes, la partida de hiperjuego
terminará. Ya sabemos que hiperjuego es un juego finito. La paradoja se presenta en la
siguiente situación: el jugador A elige jugar hiperjuego (ya que éste es un juego finito).
Le corresponde jugar a B, debiendo realizar la primera jugada del juego finito elegido
por A que fue hiperjuego. Y ¿cuál es la primera jugada de hiperjuego?. Elegir un juego
finito y B elige jugar hiperjuego. La siguiente jugada es elegir un juego finito y le
corresponde el turno a A y … ¿adivinan?, A elige jugar… hiperjuego. Así pueden
continuar indefinidamente (figura R.8). Esta partida de hiperjuego no termina, es infinita.
Tenemos así una contradicción con que hiperjuego es un juego finito.

Figura R.8

Paradojas visuales

Terminaremos este capítulo exponiendo algunas figuras que se conocen como


paradojas visuales u objetos (o figuras) imposibles. Un objeto imposible se puede dibujar
en el plano de un papel, pero es imposible que dicha figura sea construida o exista en el
mundo tridimensional. Mencionaremos a dos artistas famosos que han hecho obras de
este tipo: Oscar Reutersvärd y Maurits Cornelis Escher. Las obras del primero son
270

básicamente representaciones de figuras geométricas imposibles, mientras que las del


segundo son representaciones de escenas donde personas y paisajes se encuentran
inmersos en objetos imposibles.

Oscar Reutersvärd nació en Estocolmo (Suecia) en 1.915 y falleció en 2.002. Es


considerado el pionero de las figuras imposibles. En 1.934 creó un triángulo que se
conoce con el nombre de Triángulo de Penrose y lo mostramos en la figura R.9. Esta
obra, como muchas otras de este artista, fueron seleccionadas para aparecer en una
edición especial de sellos de correo en Suecia (1.982). Maurits Cornelis Escher nació en
Países Bajos en 1.898 y murió en su lugar de origen en 1.972. Sus obras constituyen una
constante experimentación con diversas figuras imposibles y teselaciones del plano.

Figura R.9

¿Quiere dibujar un triángulo de Penrose?. Comience con un triángulo equilátero


ABC y prolongue sus lados (figura R.10). Trace dos rectas paralelas exteriores a cada
una de las rectas que contienen a los lados del triángulo. La distancia entre dos rectas
paralelas consecutivas cualesquiera debe ser la misma (figura R.11). Observe los puntos
D, E, F, G, y H que se marcaron en la figura R.12. Sombree el polígono DEFGBH,
como se muestra en la figura R.13. Ahora, marque los puntos I, J, K (figura R.14).
Construya el polígono GFIJKA y sombréelo (figura R.15). Finalmente, marque el punto L
y coloree el polígono JLDHCK como se muestra en la figura R.16.
271

Figura R.10

Figura R.11

Figura R.12
272

Figura R.13

Figura R.14

Figura R.15 Figura R.16


273

WACŁAW SIERPIŃSKI
Varsovia (Polonia) 14 – 03 – 1.882 CAPÍTULO 19
Varsovia (Polonia) 21 – 10 – 1.969
SIERPIŃSKI Y DOS
FIGURAS AUTOSEMEJANTES

“Todo el universo y sus partes, por


pequeñas que sean son homogéneos; las
diferencias son sólo diferencias de tamaño,
no de composición”.

Anaxágoras de Clazomene
(filósofo-matemático griego, 499 a.C – 428 a.C)

La catedral de Anagni (región del Lazio en Italia), construida en el año 1.104, es una
obra arquitectónica de gran belleza. Son famosos los mosaicos que decoran sus pisos.
Sobre estas líneas, en la figura de la izquierda, se tiene el esquema geométrico de uno de
ellos. Note cómo se “anidan” los triángulos en él. Muchos lo consideran la figura
autosemejante más antigua que se halla diseñado. Observe ahora la figura de la derecha:
es el llamado Tamiz (o Triángulo) de Sierpiński, en su quinta iteración. El matemático
polaco Wacław Sierpiński publicó en 1.915 sus trabajos sobre esta figura y la define
como una curva que se “cruza” consigo misma en cada uno de sus puntos. Es la figura
autosemejante más famosa del mundo, entre otras razones, por la sencillez de su
construcción: muchos niños en sus escuelas la construyen con regla y compás.
274

A) EL TAMIZ DE SIERPIŃSKI

Vamos a conocer una de las figuras más interesantes que existen; una figura que
contrasta la sencillez de su construcción con la complejidad de sus propiedades,
paradójicas a primera vista. A esta figura le han asignado distintos nombres: triángulo,
tamiz, empacadura,…, pero, en todo caso, el sustantivo está asociado al mismo apellido:
Sierpiński. Wacław Sierpiński fue un matemático polaco (1. 2 – 1.969) que se destacó
en varias áreas, entre ellas la teoría de números, la teoría de conjuntos y la topología.
Miembro fundador y editor de publicaciones de Matemática en su país natal, entre ellas
Fundamenta Mathematicae (1.920) y Acta Arithmetica (1.958), perteneció a varios
comités editoriales, entre ellos al Comité Editorial de Rendiconti del Circolo
Matematico di Palermo (Italia), Compositio Mathematica (Países Bajos) y Zentralblatt
für Mathematik (Alemania). Escribió 50 libros y 714 artículos. En uno de ellos, titulado
"Sur une courbe dont tout point est un point de ramification" (Sobre una curva en la que
todo punto es un punto de ramificación), publicado en los Informes de la Academia de
París en 1.915, el protagonista de este capítulo describe la figura en cuestión: el Tamiz de
Sierpiński.

En la figura S.1 vemos un triángulo equilátero en el que hemos sombreado su


interior. Supongamos que sus lados miden 1 unidad de longitud. En lo sucesivo,
mantendremos la unidad de longitud tácitamente. Es nuestra figura de inicio.
Comencemos la construcción:

Primera etapa: marquemos los puntos medios de cada uno de los lados del triángulo. Al
unir estos puntos obtenemos un triángulo, equilátero también. Descartemos los puntos
interiores de este triángulo central (ver figura S.2). Nótese que ahora tenemos tres
triángulos equiláteros, cuyos lados miden .

Segunda etapa: vamos a repetir, en cada uno de los tres triángulos obtenidos en la primera
etapa, el proceso aplicado al triángulo de inicio. Se obtendrá un total de nueve triángulos
equiláteros, cuyos lados miden . (Ver figura S.3)
275

Figura S. 1 Figura S.2 Figura S.3

Las figuras resultantes de las etapas tercera, cuarta y quinta se muestran en las
figuras S.4, S.5 y S.6, respectivamente. Nótese que el número de triángulos y las
longitudes de sus lados son, respectivamente: 27 y ; 81 y ; 243 y .

Figura S.4 Figura S.5 Figura S.6

¿Cuándo termina la construcción?. Teóricamente, nunca. El proceso se itera


infinitamente. Esto significa que no hemos construido el tamiz, sólo hemos hecho la
representación gráfica hasta la quinta etapa. El Tamiz de Sierpiński es el límite de este
proceso, tras infinitas iteraciones.

Ahora bien, es interesante que analicemos algunos aspectos del Tamiz de


Sierpiński: ¿qué pasa con el perímetro y el área de la figura resultante en cada etapa?.
Podemos observar que el triángulo inicial tiene perímetro 3 y área . Después de la
primera iteración, tenemos tres triángulos equiláteros tales que:

- sus lados miden . El perímetro de cada uno es . El perímetro total de la

figura es, por tanto, 3 = = 4,5.


- sus áreas son la cuarta parte del área del triángulo original. En consecuencia, el

área de cada triangulo es . El área total de la figura es .


276

Nótese que, después de la primera iteración, el perímetro aumentó, mientras que el


área disminuyó, en comparación con el perímetro y el área del triángulo de inicio.
Invitamos al lector a que haga los cálculos correspondientes en cada iteración hasta la
quinta. Luego, a determinar un patrón que nos permita saber cuántos triángulos hay,
cuánto miden sus lados, cuál es el perímetro de cada triángulo y el perímetro total, así
como, el área de cada triángulo y el área total después de la n – ésima iteración. Los
resultamos los resumimos en el siguiente cuadro.

Número Longitud del Perímetro Perímetro Área Área


de lado de los de cada total de cada total
triángulos triángulos triángulo triángul
sombread o
Etapa os

0 1 = 30 3 3
1=

1 3 = 31 3. = 3. = 3. =
=

2 9 = 32 32. = 32. =
= 3 =

3 27 = 33 33. = 33. =
= 3 =

4 81 = 34 3 4. = 34 . =
= 3 =

n 3n 3 = 3 n. = 3n .

Antes de concluir esta sección, un comentario: el tamiz de Sierpiński se puede


construir a partir de cualquier triángulo, no necesariamente debe ser equilátero. En la
figura S.7 se muestra el tamiz construido a partir de un triángulo rectángulo hasta la
tercera iteración y en la S.8 hasta la cuarta iteración a partir de un triángulo obtusángulo.
277

Figura S.7 Figura S.8

B) LA ALFOMBRA DE SIERPIŃSKI

Ahora vamos a conocer otra figura interesante, derivada también de los trabajos
de Sierpiński, quien la describió en su artículo titulado “Sur une courbe cantorienne qui
contient une image biunivoquet et continue detoute courbe donée” (Sobre una curva
cantoriana que contiene una imagen biunívoca y continua de cualquier curva dada), el
cual se publicó en 1.916 en los Informes de la Academia de París. A esta figura se le
conoce con los nombres de Alfombra o Carpeta de Sierpiński. Para construirla,
consideremos un cuadrado y sus puntos interiores. Supongamos que la medida de los
lados del cuadrado es 1 (unidad de longitud). Esta es la figura de inicio, la cual se muestra
en la figura S.9. Comencemos la construcción.

Primera etapa: se divide cada lado del cuadrado en tres segmentos congruentes. Se
forman nueve cuadrados congruentes entre sí. Se descartan los puntos interiores del
cuadrado central (ver figura S.10). Ahora tenemos ocho cuadrados, cada uno de ellos con
lados de longitud .

Segunda etapa: repitamos, en cada uno de los ocho cuadrados obtenidos en la primera
etapa, el proceso aplicado al cuadrado de inicio. Se obtendrá un total de 64 cuadrados
congruentes entre sí, cuyos lados miden (Ver figura S.11).

Figura S.9 Figura S.10 Figura S.11


278

Después de la tercera etapa (figura S.12), tenemos 512 cuadrados congruentes


entre sí, cuyos lados miden .

Figura S.12

Al igual que ocurre con el Tamiz, la construcción de la Alfombra de Sierpiński


es un proceso infinito y la figura es el límite de este proceso, tras infinitas iteraciones. Las
preguntas relativas al número de cuadrados y la longitud de sus lados, así como los
perímetros y las áreas obtenidas en cada etapa, puede responderlas el lector y escribirlas
en la siguiente tabla, que hemos llenado parcialmente.

Número Longitud del Perímetro Perímetro Área de Área


de lado de los de cada total cada total
cuadrados cuadrados cuadrado cuadrado
sombreados

Etapa
0
1 = 80 4 4 1 1
1=

1 8 = 81 4. = 8. = 8. =
=

2 64 = 82 82 . = 82 . =
= 4. =

3
4

n
279

C) ¿QUÉ TIENEN EN COMÚN EL TAMIZ Y LA ALFOMBRA DE


SIERPIŃSKI?

Algunas características comunes que presentan el Tamiz y la Alfombra de


Sierpiński son:

 Iteración infinita: cada figura es el límite de un proceso que se repite


infinitamente y que tienen como punto de partida las regiones
poligonales más sencillas, delimitadas por un triángulo y un cuadrado,
respectivamente.

 Infinito detalle: si ampliamos una sección del Tamiz o de la Alfombra,


se verán más detalles, una trama cada vez más tupida. En la figura S.13,
vemos la ampliación de una sección triangular del Tamiz, que nos
permite ver más detalles del mismo. Análogamente, en la figura S.14,
vemos la ampliación de un sector cuadrado de la Alfombra.

 Autosemejanza: cada una de estas figuras pueden dividirse en partes tan


pequeñas como se desee y estas partes representan una copia de la
totalidad (como decía Anaxágoras: diferencias de tamaño, no de
composición)

Figura S.13
280

Figura S.14

Explicaremos un poco más la autosemejanza en cada caso. Véase la figura S.15:


en cualquiera de las etapas de la construcción del Tamiz de Sierpiński se obtiene una
figura que se puede descomponer en tres partes que son semejantes a la figura total de la
etapa anterior; la razón de semejanza es .

Figura S.15

En el caso de la Alfombra de Sierpiński, en cualquier etapa de la construcción se


obtiene como resultado una figura que puede dividirse en ocho partes congruentes que
son semejantes a la figura total de la etapa anterior cuyo factor de semejanza es .

Para concluir esta sección, destacaremos un aspecto adicional: la dimensión de


estas figuras autosemejantes. Para el lector no será nada nuevo que le digamos que una
recta, un segmento de recta o el arco de una circunferencia tienen dimensión 1; un plano o
un círculo, dimensión 2; el espacio, dimensión 3. Desde un punto de visto intuitivo, estos
números (1, 2 y 3, en cada caso) representan los grados de libertad que tenemos para
movernos sobre cada uno de los objetos en cuestión; es una especie de índice de la
medida en que estos objetos ocupan el espacio y se suele llamar dimensión euclídea.
281

Existe una dimensión de autosemejanza, cuya definición daremos después del


siguiente comentario. Supongamos que tenemos un segmento de longitud 1. Para cubrir
este segmento con objetos autosemejantes (segmentos también) se necesitan:

 dos (21) segmentos de longitud


 tres (31) segmentos de longitud
 cuatro (41) segmentos de longitud
 en general, m segmentos de longitud .

Si tenemos un cuadrado de lado 1, para llenarlo con objetos autosemejantes (es


decir, cuadrados también) se requieren:
 cuatro (22) cuadrados de lado
 nueve (32) cuadrados de lado
 dieciséis (42) cuadrados de lado (ver figura S.16).
 2
en general, m cuadrados cuyo lado tenga longitud

Figura S.16

Finalmente, para llenar un cubo de lado 1 con objetos autosemajantes (sí, cubos
también) se necesitan:

 ocho (23) cubos de arista


 veintisiete (33) cubos de arista
 sesenta y cuatro (43) cubos de arista
 en general, m3 cubos cuya arista sea de longitud

La dimensión de semejanza (o de las figuras autosemejantes) fue estudiada en


1.919 por el matemático alemán Félix Hausdorff (1.868 – 1.942). Tiempo después,
alrededor de 1.930, el matemático ruso Abram Besicovitch (1.891 – 1.970) continuó
estas investigaciones. La dimensión de los conjuntos autosemejantes se define así: si a
partir de un ente F se obtienen N entes iguales y semejantes al original, con razón de
semejanza s, entonces la dimensión de autosemajanza de F es el número real D tal que
NsD = 1
282

Expresemos D en función de N y s.

NsD = 1  N =  N=

 Ln N = Ln Tomando logaritmos neperianos

 Ln N = D Ln Aplicando propiedades de logaritmos

 D=

Por ejemplo, comentamos que para cubrir un cubo de arista 1 con objetos
autosemejantes se requieren N = m3 cubos, cuya razón de semejanza es s = . La
dimensión de semejanza de este cubo es

D= = = =3

En este caso, la dimensión de autosemejanza coincide con la dimensión euclídea.


Pero, esto no siempre es así. Como lo hemos notado antes (figura S.15), el Tamiz de
Sierpiński es un ente a partir del cual se obtienen N = 3 entes congruentes y semejantes al
original con razón de semejanza s = . Por tanto, la dimensión de autosemejanza DT
del Tamiz de Sierpiński es

DT = =  1, 58496250

No se sorprenda el lector de que esta dimensión no es un número entero. A


diferencia de la dimensión euclídea, la dimensión de autosemejanza puede ser un número
real no entero. ¿Cuál es la dimensión de autosemejanza de la Alfombra de Sierpiński?.
Sabemos que la Alfombra es una figura que puede descomponerse en N = 8 figuras
congruentes y semejantes al original con una razón de semejanza s = . En consecuencia,
la dimensión de autosemejanza DA de la Alfombra de Sierpiński es

DA = =  1, 89278926
283

EVANGELISTA
TORRICELLI
Faenza ( Italia) CAPÍTULO 20
15 – 10 – 1.608
Florencia ( Italia) TORRICELLI Y
25 – 10 – 1.647 EL CENTRO ISOGÓNICO DE UN TRIÁNGULO

“…la principal razón de existir del matemático es la


resolución deproblemas y, por consiguiente, es en esto en
lo que realmente consiste la matemática: problemas y
soluciones”

Paul Halmos (matemático húngaro, 1.916 – 2.006

Los puntos A, B y C representan tres ciudades. Se necesita construir un terminal de


pasajeros, representado en el croquis como el punto T, que se comunique mediante
carreteras rectilíneas con A, B y C. El costo de construcción por unidad lineal es la
misma en los tres tramos (AT, BT y CT). Se requiere que el costo de la construcción de
esta red de caminos sea la menor posible. En consecuencia, la optimización se logra
cuando la suma de las distancias de T a las tres ciudades es mínima. Independientemente
de lo que los puntos dados A, B y C representen, la determinación del punto T en el
plano, tal que

AT + BT + CT < AP + BP + CP

para cualquier otro punto P del plano tal que P ≠ T se conoce como el problema del punto
de Fermat. El matemático italiano Evangelista Torricelli encontró una solución
geométrica a este problema; mediante una construcción sencilla con regla y compás se
determina el punto requerido.
284

A) AL PARECER, TODO COMENZÓ COMO UN RETO

Pierre de Fermat (francés, 1.601 – 1.665), abogado y matemático por afición,


acostumbraba mantener diálogos epistolares con matemáticos y filósofos de conocido
prestigio. Son célebres las correspondencias sostenidas con Marin Mersenne relativas a la
teoría de números y con Blas Pascal, cuya temática es considerada el germen del cálculo
de probabilidades. Uno de los problemas que planteó Fermat a la comunidad intelectual
de su época y que algunos señalan que fue un reto enviado directamente en una carta al
matemático y físico italiano Evangelista Torricelli (1.608 – 1.647) es el siguiente: dados
tres puntos en el plano, encontrar un cuarto punto tal que la suma de las distancias a los
tres puntos dados sea mínima.

Torricelli resolvió este problema alrededor de 1.640, aunque no llegó a publicar


la solución. Este científico italiano, protagonista de este capítulo, es más conocido por
ser la primera persona que logró crear el vacío y descubrir el principio que rige el
funcionamiento del barómetro. También realizó notables contribuciones al cálculo y era
un hábil constructor de instrumentos que requerían lentes, tales como telescopios y
microscopios. Cerca de cumplir la edad de 39 años, en 1.647, contrajo fiebre tifoidea;
horas antes de su muerte, intentó asegurar sus manuscritos inéditos y su colección de
correspondencia científica en manos de su amigo Ludovico Serenai, para que buscara
colaboradores que los organizaran y publicaran. Vincenzo Viviani (italiano, 1.622 –
1.703), discípulo de Torricelli y colaborador de Galileo, cumplió en parte con la última
voluntad de su maestro y publicó algunos de sus trabajos. Entre éstos, la solución del
problema de Fermat (1.659). Es de destacar que algunos manuscritos de Torricelli se
perdieron y no fue hasta 1.919 que se publicó en tres volúmenes lo que logró recuperarse
de ellos.

En términos actuales, podemos decir que el problema planteado por Fermat es un


problema de optimización. En un problema de optimización se presenta una situación en
la que se ha de tomar la mejor decisión posible respecto a una(s) variable(s)
determinada(s), con el propósito de maximizar (por ejemplo, eficiencia, velocidad,
ganancias) o minimizar (errores, tiempo, costos). En este tipo de problemas se suele dar
restricciones a la(s) variable(s), lo cual significa que no toda decisión es posible o
factible. Generalmente, la solución de los problemas clásicos de optimización requiere del
cálculo diferencial para determinar los valores extremos que toma la(s) variable(s) en
estudio. Recalcamos que es la generalidad, mas no la totalidad: hay problemas de
optimización cuya solución se halla por otros métodos, como los geométricos o
estocásticos (cuando las variables son aleatorias). Daremos a continuación un sencillo
ejemplo de un problema de optimización que podemos resolver con herramientas
elementales. Supongamos que se va a cercar un terreno rectangular, situado en la ribera
de un río y no se necesita valla en la orilla de éste. El material para construir la cerca
285

cuesta 8 unidades monetarias (um) por metro lineal para los lados perpendiculares al río y
12 um por metro lineal para el lado paralelo al río. Se dispone de 3.600 um para comprar
el material para las vallas. Hallar las dimensiones del terreno de mayor área posible que
puede demarcarse con el presupuesto disponible para el material. ¿Cuál es la mayor área
que se puede cercar ?.
Denotemos por x la longitud en metros de los lados del rectángulo que son
perpendiculares a la orilla del río y por y a la longitud, en metros también, del lado del
rectángulo que es paralelo al río (ver figura T.1)

Figura T.1

Denotemos por A el área del terreno. Entonces,


A = xy m2 (1)
Como el costo del material para cada lado perpendicular es de 8 um por metro lineal y la
longitud es x m, el costo de los dos lados perpendiculares es de 16x um. El costo de la
cerca para el lado paralelo al río es de 12y um. Como se dispone de 3.600 um para
comprar el material, entonces
16x + 12y = 3.600 (2)
Para expresar el área A en términos de una sola variable, despejemos y de la ecuación (2).
Resulta y = 300 – (3)
Sustituyendo (3) en (1), obtenemos A en función de x:

A(x) = x (300 – ) = – + 300x


Nótese que la función A es cuadrática (de la forma f(x) = ax 2 + bx + c), siendo
a = – , b = 300 y c = 0. Como a < 0, la función A alcanza un valor máximo cuando
x = . Luego, para x = = 112,5 el área alcanza su valor máximo. El área
2
correspondiente es A(112,5) = 16.875 m . Por lo tanto, la mayor área posible que puede
cercarse con 3.600 um es 16.877 m2, la cual se obtiene cuando los lados perpendiculares
al río tienen una longitud de 112,5 m y el lado paralelo al río tiene una longitud de 150
m.

Volvamos al problema planteado por Fermat. Si los tres puntos dados A, B y C


están alineados, la solución es inmediata: el punto requerido es el que está entre los otros
286

dos. En efecto, supongamos que los puntos dados A, B y C están alineados, con B entre
A y C. Entonces AB + BB + CB = AB + 0 + BC = AC. Demostraremos que para
cualquier otro punto P del plano, distinto de B, se tiene que AP + BP + CP > AC.
Consideremos dos casos:

1) P está en la recta determinada por los puntos dados


Supongamos que P está alineado con A, B y C, con P ≠ B. Como P ≠ B, entonces
BP > 0. En la figura T.2 se muestra una posición posible para P, entre A y B. Nótese que

AP + BP + CP = (AP + PC) + BP = AC + BP > AC

El lector puede evaluar las otras posibles posiciones de P (P entre B y C, P = A, P = C,


etc) y comprobar que, estando P alineado con los puntos dados y siendo distinto de B,
siempre se cumple que AP + BP + CP > AC.

2) P no está en la recta determinada por los puntos dados


Supongamos, ahora, que P no está alineado con los puntos A, B y C. En
consecuencia, podemos considerar el triángulo APC. En la figura T.3 se muestra este
caso. Evaluemos AP + BP + CP. Sabemos que la suma de las longitudes de dos lados de
un triángulo siempre es mayor que la longitud del tercer lado. Por tanto,

AP + BP + PC = (AP + PC) + BP > AC + BP > AC

Figura T.2 Figura T.3

Hemos demostrado que si A, B y C están alineados, el punto que minimiza la


suma de las distancias hasta cada uno de ellos es el que esté entre los otros dos. El caso en
que los puntos dados A, B y C no están alineados es más interesante y su solución
requiere de herramientas más sofisticadas. Como comentamos al principio de esta
sección, Torricelli resolvió este problema, siendo su solución geométrica. Aplica, entre
otros, un teorema muy hermoso, que lleva el nombre de su discípulo Viviani. También
utiliza algunas propiedades de los triángulos equiláteros, de los cuadriláteros convexos y
287

la relación que existe entre las medidas de ángulos inscritos y arcos interceptados. En la
siguiente sección repasaremos estas nociones y conoceremos el teorema de Viviani.

B) SOBRE TRIÁNGULOS EQUILÁTEROS, ÁNGULOS INSCRITOS Y ARCOS


INTERCEPTADOS.

Le proponemos la siguiente actividad: dibuje un triángulo equilátero y denote


sus vértices con las letras A, B y C. Trace la altura correspondiente al vértice A.
Marque un punto P en el interior del triángulo y trace segmentos perpendiculares desde P
a los lados y , cuyos pies sean, respectivamente, los puntos E, F y G. En la
figura T.4 se muestra la construcción. Ponga a prueba su percepción visual y, sin realizar
medición alguna, responda la siguiente pregunta: ¿Cuál es la proposición verdadera de las
tres que se dan a continuación?

a) PE + PF + PG < AD ; b) PE + PF + PG > AD ; c) PE + PF + PG = AD

Figura T.4

¿Ya seleccionó la opción que según su percepción visual es la correcta?. Bien,


llega el momento de la evaluación. Con un compás, haciendo centro en A y con abertura
PE marquemos el punto H en (ver figura T.5). Con centro en H y con abertura PF,
marquemos en la semirrecta el punto J. Nótese que J está entre H y D. Y ahora, el
paso decisivo: comparar las medidas PG y JD. Tome su compás y compare. ¡Son iguales!.
Por tanto, PE + PF + PG = AD. ¿Coincide con su respuesta inicial?. Repita la actividad
con otros puntos interiores del triángulo ABC y con puntos del triángulo también. Por
ejemplo, en la figura T.6 marcamos el punto Q en el triángulo ABC y R en su interior.
Puede comprobar que QL + QM = AD y que RS + RT + RU = AD.
288

Figura T.5 Figura T.6

Eso es lo que establece el teorema de Viviani: dados un triángulo equilátero


ABC y P un punto del triángulo o de su interior, entonces la suma de las distancias de P
a los lados del triángulo es constante e igual a la altura del triángulo ABC. La
demostración es sencilla. Con referencia a la figura T.7, nótese que PE es la altura del
triángulo APB respecto al lado , PF es la altura del triángulo BPC respecto al lado
y PG es la altura del triángulo CPA respecto al lado . Además, la suma de las
áreas de los triángulos APB, BPC y CPA, las cuales son (APB), (BPC), (CPA),
respectivamente es igual al área del triángulo ABC, denotada por (ABC) . Denotando la
altura del triángulo ABC por h y sabiendo que AB = BC = AC, tenemos que
(APB) + (BPC) + (CPA) = (ABC)  + + =

 =

 PE + PF + PG = h

Figura T.7
289

¿Qué ocurre si el punto P está en el exterior del triángulo equilátero?. El lector


no tendrá dificultad en demostrar que, en este caso, la suma de las distancias de P a los
lados del triángulo o a sus prolongaciones es mayor que la altura del triángulo. Es
importante destacar que las distancias a las cuales estamos refiriéndonos en este capítulo
son no negativas. Hay versiones del teorema de Viviani en las que se conviene establecer
ciertas orientaciones y se consideran distancias negativas. En estas versiones, el
enunciado del teorema no restringe la posición del punto con respecto al triángulo, sino
que generaliza la tesis para todo punto del plano del triángulo equilátero dado.
Recalcamos, ésta no es la versión que utilizamos aquí; tampoco se presentará
inconsistencia alguna en la demostración. El teorema de Viviani se aplicará en la
siguiente sección en la solución del problema de Fermat.

Ahora sigamos recreándonos con otras interesantes propiedades de los triángulos


equiláteros que también utilizaremos más adelante. Desde la época de Euclides son
conocidos cuatro puntos notables asociados con cada triángulo, los cuales son puntos de
concurrencia de rectas o segmentos notables también. Éstos son:

 Baricentro: punto de concurrencia de las medianas


 Circuncentro: punto de concurrencia de las mediatrices de los lados
 Ortocentro: punto de concurrencia de las alturas o sus prolongaciones
 Incentro: punto de concurrencia de las bisectrices de los ángulos
internos

El circuncentro recibe ese nombre por ser el centro de la circunferencia que


contiene a los tres vértices del triángulo (se dice que el triángulo está inscrito en dicha
circunferencia), mientras que el incentro es el centro de la circunferencia inscrita en el
triángulo. En la figura T.8 se muestran algunos triángulos y sus respectivas
circunferencias circunscritas e inscritas. En todos los triángulos de la figura, C es el
cincuncentro e I es el incentro. Es de destacar que, en todo triángulo, el incentro es un
punto interior, mientras que la ubicación del circuncentro varía, dependiendo del tipo de
triángulo: en los obtusángulos, el circuncentro es un punto exterior, en los acutángulos es
interior y en los rectángulos es un punto del triángulo, siempre el punto medio de la
hipotenusa. En un triángulo equilátero, el circuncentro y el incentro coinciden. De hecho,
los cuatro puntos notables listados antes coinciden en un triángulo equilátero. Saber esto
nos permite, entre otras cosas, establecer las medidas de los radios de las circunferencias
circunscrita e inscrita en función del lado del triángulo, así como las medidas de los
ángulos que se forman al unir el circuncentro con los vértices del triángulo. Veamos esto
último. En la figura T.9, tenemos el triángulo equilátero PQR, su circuncentro C y la
circunferencia circunscrita. Se trazaron los segmentos y . Los tres ángulos
internos del PQR son congruentes y miden 60°. Por otra parte, siendo C el circuncentro
del triángulo equilátero, es también el incentro. Luego, los segmentos y están
contenidos en las bisectrices de los ángulos PQC y PRQ, respectivamente. Se deduce
290

que mCQR = mCRQ = 30° y mRCQ = 120°. Análogamente, se prueba que


mRCP = mPCQ = 120°.

Figura T.8

Figura T.9 Figura T.10

Ahora trataremos algo sobre arcos de circunferencia. Consideremos la


circunferencia cuyo centro es el punto O y sean A y B dos puntos de ésta que no sean los
extremos de un diámetro (ver figura T.10). En otras palabras, los puntos A, O y B no
están alineados. El conjunto de puntos de la circunferencia que están en el interior del
ángulo AOB junto con los puntos A y B es el arco menor . El arco mayor es el
conjunto de puntos de la circunferencia que están en el exterior del ángulo AOB junto
con los puntos A y B. Los puntos A y B son los extremos tanto del arco menor como
del arco mayor . El ángulo AOB es el ángulo central correspondiente al arco menor
. Con la finalidad de evitar ambigüedades, se suele elegir un punto del arco que no sea
uno de sus extremos y se incorpora a la notación. Por ejemplo, en la figura T.10, el arco
291

menor puede denotarse y el arco mayor , como . En caso que los puntos
A y B sean los extremos de un diámetro (es decir, estén alineados con el centro de la
circunferencia) tenemos dos arcos, cada uno de los cuales recibe el nombre de
semicircunferencia. ¿Cómo se miden arcos de circunferencia?. Una forma de medir arcos
de circunferencia es la siguiente: se establece que la medida, en grados, de una
semicircunferencia es 180°. La medida de un arco menor es menor que 180° y es
igual a la medida del ángulo AOB, siendo O el centro de la circunferencia (su ángulo
central correspondiente). La medida del arco mayor es 360° – mAOB. Nótese que
la medida de un arco mayor es mayor que 180°. La medida de cualquier arco se
indicará por m . Por ejemplo, con referencia en la figura T.11, tenemos que m
=96°, m = 35°, m = 131°, m = 264°, m = 325°, m = 229°. En la
figura T.12, se tiene que m POQ = 72°; además, los segmentos y son diámetros
de la circunferencia y está contenido en la bisectriz del ángulo SOQ. Se deja como
ejercicio determinar las medidas de todos los arcos que se tienen en la figura.

Figura T.11 Figura T.12

En la figura T.12, se tiene que cada uno de los ángulos ABC está inscrito en el
arco e intercepta al arco . En general, un ángulo está inscrito en un arco si: los
lados del ángulo contienen a los extremos del arco y el vértice del ángulo es un punto del
arco distinto de sus extremos. Un ángulo intercepta a un arco si cada lado del ángulo
contiene un extremo del arco y todos los otros puntos del arco están en el interior del
ángulo. Volvamos a la figura T.13. En ésta, tenemos que los ángulos RQT y RPT
están inscritos en el mismo arco e interceptan al mismo arco . Enunciamos las
siguientes propiedades, pero no las demostraremos porque extenderíamos demasiado esta
sección: la medida del ángulo inscrito es la mitad de la medida de su arco interceptado.
Además, todos los ángulos inscritos en un mismo arco tienen la misma medida.
292

Figura T.13

C) LA SOLUCIÓN DADA POR TORRICELLI AL PROBLEMA DE FERMAT

Recordemos que el enunciado del problema de Fermat es el siguiente: dados tres


puntos en el plano, encontrar un cuarto punto tal que la suma de las distancias a los tres
puntos dados sea mínima. En la primera sección analizamos el caso en que los tres puntos
dados estén alineados. Ahora, veremos una solución en el caso de que los puntos dados
no estén alineados y el triángulo que determinen tenga sus ángulos interiores menores que
120°. Supongamos que los puntos dados son A, B y C. Queremos determinar un punto T
en plano tal que AT + BT + CT sea mínima. Siguiendo la idea de Torricelli,
construyamos sobre cada lado del triángulo ABC un triángulo equilátero exterior al
triángulo dado y determinemos el circuncentro de cada uno de ellos. En la figura T.14,
sobre el lado , se construyó el triángulo equilátero AFB y su incentro es M; sobre el
lado , se construyó el triángulo equilátero BDC y su incentro es K; finalmente, sobre
el lado , se construyó el triángulo equilátero CEA y su incentro es L. Tracemos las
circunferencias circunscritas de los triángulos AFB y CEA. Estas circunferencias se
cortan en A y en otro punto, al cual dentaremos con la letra T (figura T.15). Por ser M el
circuncentro del triángulo equilátero AFB, se tiene que mAMB = 120°. Luego, m
= 120° y m = 240°. Nótese que el ángulo ATB está inscrito en el arco e
intercepta al arco . Como la medida del ángulo inscrito es la mitad de la medida de su
arco interceptado, se tiene que mATB = 120°. Por ser L el circuncentro del triángulo
equilátero CEA, se tiene que mCLA = 120°. Luego, m = 120° y m = 240°.

El ángulo ATC está inscrito en el arco e intercepta al arco . Como la


medida del ángulo inscrito es la mitad de la medida de su arco interceptado, se tiene que
mATC = 120°. Como los tres ángulos internos del triángulo ABC son menores de
120°, entonces el punto T está en el interior de dicho triángulo. Nótese que, además,
mBTC = 120°.
293

Figura T.14 Figura T.15

En consecuencia, T es el punto de intersección de las circunferencias


circunscritas de los triángulos equiláteros construidos sobre los lados del ABC.
Demostremos que T es el punto que buscamos; esto es, veamos que AT + BT + CT es
mínima. Para ello probaremos que

AT + BT + CT < AV + BV + CV, para todo punto V del plano tal que V ≠ T

Hagamos la siguiente construcción: por el punto A tracemos la recta


perpendicular a , por el punto B tracemos la recta perpendicular a y por el punto
C tracemos la recta perpendicular a . Estas tres rectas se cortan dos a dos y sus puntos
de intersección los denotaremos por P, Q y R, como se muestra en la figura T.16.
Demostremos que el triángulo PQR es equilátero. Nótese que:

mRAT = mRBT = 90°, mATB = 120°

Como las medidas de los ángulos internos de un cuadrilátero convexo suman


360°, se tiene que

mARB = 360° – mRAT – mATB – mRBT = 360° – 90° – 120° – 90° = 60°
294

Figura T.16 Figura T.17

Análogamente, se prueba que mAQC = mCPB = 60°. Como el triángulo


PQR es equiángulo, entonces es equilátero.

La forma en que se construyó el triángulo equilátero PQR garantiza que el


punto T está en el interior de dicho triángulo. Sea V un punto del plano tal que V ≠ T.
Consideremos dos casos:

1) V está en el triángulo PQR o en su interior. Este caso se muestra en la figura T.17.


Tracemos segmentos perpendiculares desde V a los lados , y ; denotemos los
pies de estos segmentos con las letras X, Y y Z, respectivamente. Como V ≠ T, por lo
menos uno de los triángulos AXV, BYV y ZCV no se degenera y es rectángulo (se
sugiere que el lector dibuje distintas posiciones del punto V, tomando en cuenta que V
puede estar en el triángulo PQR o en su interior; observe lo que ocurre si V coincide
con algún vértice de PQR). Recordemos que la longitud de la hipotenusa de un triángulo
rectángulo siempre es mayor que la medida de cualquiera de los catetos del triángulo. En
consecuencia, por lo menos una de las siguientes proposiciones es verdadera:

XV < AV , YV < BV , ZV < CV (*)

Por otra parte, la suma de las distancias del punto T a los lados del triángulo
PQR es AT + BT + CT. La suma de las distancias del punto V a los lados del triángulo
PQR es XV + YV + ZV. Por el teorema de Viviani (sí, al fin lo aplicaremos), se tiene
que

AT + BT + CT = XV + YV + ZV

Luego,
295

AT + BT + CT = XV + YV + ZV < AV + BV + CV por (*)

desigualdad a la que queríamos llegar.

2) Supongamos que V es un punto del plano tal que V está en el exterior del triángulo
PQR. Al igual que en el caso 1, se trazan segmentos perpendiculares desde V a los
lados , y o sus prolongaciones; se denotan los pies de estos segmentos con las
letras X, Y y Z, respectivamente. En la figura T.18 se muestra este caso. Nótese que por
lo menos dos de las desigualdades (*) son verdaderas. Como la suma de las distancias de
V a los lados del triángulo PQR o sus prolongaciones es mayor que la altura de este
triángulo y dicha altura es igual a la suma de las distancias de T a los lados del triángulo,
se sigue que

AT + BT + CT < XV + YV + ZV < AV + BV + CV

desigualdad a la que queríamos llegar.

El punto T, así construido, es el punto que minimiza la suma de las distancias a


los vértices del triángulo dado, siempre que los ángulos internos del triángulo sean
menores de 120°. Recibe varios nombres: punto de Fermat, punto de Torricelli, punto de
Fermat – Torricelli y centro isogónico del triángulo (iso: igual, gonos: ángulo). El punto
T es tal que: mATC = mCTB = mBTA = 120° (figura T.19). El punto de
Torricelli es el primer punto notable de un triángulo descubierto después de la época de
los geómetras de la Grecia Clásica.

Figura T.18
296

¿Qué pasa si los tres puntos dados forman un triángulo que tiene un ángulo cuya
medida es igual o mayor que 120°?. No lo demostraremos aquí, pero le aseguramos que el
punto que minimiza la suma de las distancias a los vértices es el vértice del ángulo que
cuya medida es igual o mayor que 120°.
Para concluir este fascinante tema, veremos una construcción más sencilla para
determinar, con regla y compás, el centro isogónico de un triángulo cuyos ángulos tengan
medidas menores que 120°. Recordemos que la construcción que hemos descrito antes
permite hallar este punto notable como la intersección de las circunferencias circunscritas
a los triángulos equiláteros trazados exteriormente sobre los lados del triángulo
determinado por los tres puntos dados. Sean A, B y C los puntos dados. Supongamos
que el triángulo ABC es tal que las medidas de sus ángulos internos es menor que 120°.
Al igual que antes, construyamos sobre cada lado del triángulo ABC un triángulo
equilátero exterior al triángulo dado. Tenemos, así, los triángulos equiláteros AFB,
BDC y CEA. Ahora, se trazan los segmentos , y (ver figura T.20). El
punto de intersección de estos segmentos es el punto T de Torricelli.

Figura T.19

Figura T.20
297

ABU ABDALLAH YAISH IBN


IBRAHIM AL-UMAWI CAPÍTULO 21
Andalucía (España) 1.400 (¿?)
Damasco (Siria) 1.489 (¿?) AL – UMAWI Y
LA PERIODICIDAD DE
LOS RESIDUOS MÓDULO m

“¿Por qué son bellos los números?. Es como preguntar


por qué es bella la Novena Sinfonía de Beethoven. Si no
ves el porqué, nadie te lo puede decir. Yo sé que los
números son bellos. Si ellos no son bellos, nada lo es”.
Paul Erdös (matemático húngaro, 1.913 – 1.996)

La gráfica corresponde a la función f definida mediante la expresión f(x) = .


Interesa saber si la gráfica pasa por algún punto de coordenadas (m, n) siendo m y n
números enteros. Si observamos con detenimiento, tomando la cuadrícula como guía,
podemos afirmar que la gráfica no pasa por punto alguno de coordenadas enteras en la
región sombreada. Pero, ¿y fuera de ella?. ¿Cómo hallar dicho punto o probar que no
existe?. Estas preguntas pueden ser respondidas aplicando algunas propiedades acerca de
los cuadrados perfectos. Abu Abdallah Yaish ibn Ibrahim al-Umawi, matemático
musulmán nacido en España, expone en su obra Marasim al – intisab fi´ilm al – hisab
(Sobre reglas y procedimientos aritméticos) algunas propiedades de la representación
decimal de los cuadrados y cubos perfectos, así como la secuencia de los residuos al
dividir cuadrados y cubos de enteros entre 7, 8, 9 y 11.
298

A) UN CUADRADO NO TIENE CUALQUIER FORMA


(incluso en términos algebraicos)

Consideremos la sucesión de enteros no negativos 0, 1, 2, 3, 4, … Si dividimos


estos números entre 2, obtenemos como residuos repetidamente la secuencia 0, 1. Al
dividirlos entre 3, los residuos son 0, 1, 2, 0, 1, 2, … ; entre 4, los residuos que se
obtienen son 0, 1, 2, 3, 0, 1, 2, 3, … Nuestros conocimientos de aritmética elemental nos
permiten afirmar que al dividir la sucesión de enteros no negativos entre un entero
positivo m dado, los residuos se repiten periódicamente, siendo el período 0, 1, 2, …, m
– 1. Se dice que la sucesión de enteros no negativos (de hecho, la sucesión de enteros) es
periódica módulo m, porque los residuos que se obtienen al dividir los enteros entre m se
repiten, son periódicos.

Analicemos, ahora, la sucesión de los cuadrados de los enteros, la sucesión 0 2,


1 , 2 , 3 , 42, 52, … ¿Es periódica módulo 2?. No es difícil comprobar que los residuos, en
2 2 2

este caso, son 0, 1, 0, 1, … En esta sucesión se alternan números pares e impares. Así, la
sucesión de los cuadrados de los enteros es periódica módulo 2 y su período es 0, 1. Igual
que el caso de los enteros no negativos. ¿Cuáles son los residuos módulo 3?. En la
siguiente tabla, se muestra el residuo que se obtiene al dividir cada uno de los primeros
diez cuadrados entre 3.

02 = 0 12 = 1 22 = 4 32 = 9 42 = 52 = 62 = 72 = 82 = 92 =
16 25 36 49 64 81
Residuo
de la 0 1 1 0 1 1 0 1 1 0
división
entre 3

Nótese que, al menos en los cuadrados que hemos explorado, no aparece el


número 2 como residuo y que el período parece ser 0, 1, 1. Demostremos este resultado.
Sea n un entero. Se presentan tres casos:

Caso 1: n = 3u, para algún entero u.


En este caso, n es un múltiplo de 3. Luego,
n = 3u  n2 = (3u)2
 n2 = 9u2
 n2 = 3(3u2)
 n2 = 3h, haciendo h = 3u2.
La igualdad n2 = 3h, con h entero, expresa que el cuadrado de n es un múltiplo de 3 y,
por tanto, al dividirlo entre 3 el residuo que se obtiene es 0.
299

Caso 2: n = 3u + 1, para algún entero u.


En esta situación, el residuo que se obtiene al dividir n entre 3 es 1; por tanto, n no es
un múltiplo de 3 y es el siguiente de un múltiplo de 3. ¿Qué forma tiene n 2 ?. Veamos.
n = 3u + 1  n2 = (3u + 1)2
 n2 = 9u2 + 6u + 1
 n2 = 3(3u2 + 2u) + 1
 n2 = 3k + 1 haciendo k = 3u2 + 2u .
Nótese que k es un número entero. El hecho de que n2 = 3k + 1, siendo k un número
entero, nos permite concluir que el residuo de la división del cuadrado de n entre 3 es 1.

Caso 3: n = 3u + 2, para algún entero u.


En este caso, n es un número cuya división entre 3 tiene residuo 2. Luego, n no es un
múltiplo de 3 y antecede a un múltiplo de 3. Veamos qué ocurre con el cuadrado de n.

n = 3u + 2  n2 = (3u + 2)2
 n2 = 9u2 + 12u + 4
 n2 = 9u2 + 12u + (3 + 1)
 n2 = (9u2 + 12u + 3) + 1
 n2 = 3(3u2 + 4u + 1) + 1
 n2 = 3m + 1 , haciendo m = 3u2 + 4tu+ 1.
Nótese que m es un número entero. Así, n2 = 3m + 1 significa que el cuadrado de n deja
residuo 1 cuando se divide entre 3.

Hemos demostrado que:


 los cuadrados de los múltiplos de 3, son múltiplos de 3 (caso 1). Por tanto, el
residuo, al dividirlos entre 3, es 0.
 los cuadrados de los siguientes de múltiplos de 3 (caso 2), así como los de los
antecesores de múltiplos de 3 (caso 3), no son múltiplos de 3 y dejan residuo 1 al
dividirlos entre 3.

02 = 12 = 22 = 32 = 42 = 52 = 62 = 72 = 82 = 92 =
0 1 4 9 16 25 36 49 64 81
Residuo
de la 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1
división
entre 4
300

En consecuencia, la sucesión de los cuadrados es periódica módulo 3 y su período es


0, 1, 1. Se desprende de esto que ningún cuadrado presenta la forma 3u + 2, con u
entero. El lector observará que, en módulo 3, la sucesión de los enteros y la de los
cuadrados tienen períodos diferentes (0, 1, 2 y 0, 1, 1, respectivamente) aunque la
cantidad de cifras en sus respectivos períodos es la misma.

Analicemos la periodicidad de la sucesión de los cuadrados en el módulo 4.


Exploremos los primeros diez cuadrados. Los resultados están en la siguiente tabla:

Los resultados de los primeros cuadrados sugieren que, en módulo 4, el período


de los residuos es 0,1 (igual que en el módulo 2). Dejamos los detalles de la
demostración al lector, indicando que para desarrollar la misma, debe considerar para un
entero n cuatro casos: 1) n = 4u , 2) n = 4u + 1 , 3) n = 4u + 2 ; 4) n = 4u + 3,
siendo u, en todo caso, un número entero. Como al dividir un cuadrado entre 4 los únicos
residuos que se pueden obtener son 0 y 1, no existen cuadrados de las formas 4u + 2, ni
4u +3, siendo u un entero.

¿Qué ocurre en módulo 5?. La sucesión de residuos de la división de los


primeros diez cuadrados entre 5 se muestra a continuación.

02 = 12 = 22 = 32 = 42 = 52 = 62 = 72 = 82 = 92 =
0 1 4 9 16 25 36 49 64 81
Residuo
de la 0 1 4 4 1 0 1 4 4 1
división
entre 5

Los primeros resultados sugieren que el período es 0, 1, 4, 4, 1. El lector puede


demostrarlo análogamente a como se demostró en los casos del módulo 4. Una
consecuencia de esta observación es que no existen cuadrados de las formas 5u + 2, ni 5u
+ 3, para u entero. Tampoco existen cuadrados de las formas 6u + 5. ¿ Cuál es el período
módulo 6?.

La periodicidad de la sucesión de los cuadrados en los módulos 7, 8, 9 y 10 lo


comentaremos en su contexto histórico. Abu Abdallah Yaish ibn Ibrahim al-Umawi fue
un matemático musulmán nacido en Andalucía, en el sur de España. No se conoce con
exactitud la fecha de su nacimiento, pero se ubica alrededor del año 1.400. Al – Umawi
escribió el libro Marasim al – intisab fi´ilm al – hisab, título que se traduce como Sobre
reglas y procedimientos aritméticos. El Marasim es el tratado sobre aritmética más
antiguo que se conserva actualmente que haya sido escrito por un árabe de la península
Ibérica. La estructura que presenta esta obra es la siguiente: una introducción a las
operaciones de adición y multiplicación; series aritméticas y geométricas,
301

específicamente se analizan las series , y ; números poligonales


y números piramidales; representaciones decimales de números enteros y algunas
propiedades de estas representaciones como consecuencia de que los números sean
cuadrados o cubos. Muchas de las propiedades de estas representaciones decimales no se
encuentran en ninguna otra obra aritmética de la época. Algunos eruditos señalan que el
Marasim presenta la estructura de un libro de texto escrito para matemáticos, dirigido a
lectores árabes del cercano oriente.

Al – Umawi considera la representación decimal de un número entero n que, en


términos actuales, escribimos como

n = a0 + a110 + a2102 + … + ak10k ,

siendo k entero, 0 ak 9,con h = 0, 1, 2, … , k – 1 y 0 ak 9.

Establece la siguiente condición en caso de que n sea un cuadrado: n termina en 0, 1, 4,


5, 6 ó 9. Lo cual equivale a decir que si n es un cuadrado y se divide entre 10, los
residuos que se obtienen son 0, 1, 4, 5, 6 y 9. En la tabla siguiente se asientan los
residuos que se obtienen al dividir entre 10 los primeros diez cuadrados:

02 = 12 = 22 = 32 = 42 = 52 = 62 = 72 = 82 = 92 =
0 1 4 9 16 25 36 49 64 81
Residuo
de la 0 1 4 9 6 5 6 9 4 1
división
entre 10

Se puede demostrar que la sucesión de los cuadrados es periódica módulo 10 y


su período es 0, 1, 4, 9, 6, 5, 6, 9, 4, 1. Se desprende de esto que ningún cuadrado
presenta las formas 10u + 2, 10u + 3, 10u + 7, 10u + 8, con u entero.

El lector observará que si n es el cuadrado de un entero h, entonces

 el dígito de las unidades de n es 0 si, y sólo si, el dígito de las unidades de h


es 0.
 el dígito de las unidades de n es 1 si, y sólo si, el dígito de las unidades de h es
1 o es 9. (Nótese que 1 + 9 = 10)
 el dígito de las unidades de n es 4 si, y sólo si, el dígito de las unidades de h es
2 o es 8. (Nótese que 2 + 8 = 10)
302

 el dígito de las unidades de n es 9 si, y sólo si, el dígito de las unidades de h es


3 o es 7. (Nótese que 3 + 7 = 10)
 el dígito de las unidades de n es 6 si, y sólo si, el dígito de las unidades de h es
4 o es 6. (Nótese que 4 + 6 = 10)
 el dígito de las unidades de n es 5 si, y sólo si, el dígito de las unidades de h es
5.

B) MÁS PROPIEDADES ENUNCIADAS POR AL – UMAWI SOBRE


CUADRADOS

Sigamos admirando “lo bellos que son los números”, como decía Erdös (frase que
encabeza el capítulo), estudiando otras propiedades que enuncia Al – Umawi en su obra
Marasim (Sobre reglas y procedimientos aritméticos). Un cuadrado n

 deja residuo 0, 1, 2 ó 4, si se divide entre 7 (en consecuencia, ningún cuadrado


es de la forma 7u + 3, 7u+ 5, ni 7u + 6)
 deja residuo 0, 1 ó 4, si se divide entre 8 (así, no existen cuadrados de las
formas 8u + 2, 8u + 3, 8u + 5, 8u + 6, 8u + 7)
 deja residuo 0, 1 ó 7, si se divide entre 9 (¿qué formas no presenta un cuadrado
en módulo 9?)
 deja residuos 0, 1, 3, 4, 5 ó 9 cuando se divide entre 11 (¿qué se concluye
respecto a las formas que no presenta un cuadrado en módulo 11?)

Al – Umawi destaca que los residuos se repiten, en los módulos considerados por él
(7, 8, 9, 10 y 11), después de un número finito de divisiones. Esto es, la sucesión de los
cuadrados es periódica en estos módulos. Los períodos son:

En módulo 7: 0, 1, 4, 2, 2, 4, 1 .
En módulo 8: 0, 1, 4, 1
En módulo 9: 0, 1, 4, 0, 7, 7, 0, 4, 1
En módulo 11: 0, 1, 4, 9, 5, 3, 3, 5, 9, 4, 1

¿Y qué decir del dígito de las decenas de un cuadrado n?. Al – Umawi también
señala algunas propiedades al respecto. Vamos a descubrirlas. Veamos la siguiente tabla
de cuadrados perfectos:
303

1 4 9 16 25 36 49 64 81 100
121 144 169 196 225 256 289 324 361 400
441 484 529 576 625 676 729 784 841 900
961 1.024 1.089 1.156 1.225 1.296 1.369 1.444 1.521 1.600
1.722 1.764 1.849 1.936 2.025 2.116 2.209 2.304 2.401 2.500

Le proponemos las siguientes actividades:

1) Ubique los números de esta tabla cuyo dígito de las unidades sea 5 y observe cuál es
el dígito de las decenas. ¿Qué observa?.
2) Ahora, busque los números cuyo dígito de las decenas sea impar y observe el dígito de
las unidades. Luego, ubique aquellos números que terminen en 6. Se pregunta: la cifra de
las decenas de estos números ¿es par o es impar?. Haga una conjetura.

En la actividad 1) se observó la siguiente propiedad:

1) Si n es un cuadrado y termina en 5, entonces el dígito de las decenas es 2.

Vamos a demostrar esta afirmación. Si n es un cuadrado, entonces existe un


entero h tal que n = h2. El dígito de las unidades de n es 5 si, y sólo si el dígito de las
unidades de h también es 5. Ahora bien, supongamos que la representación decimal de
h es
h = 5 + a110 + a2102 + … + ak10k

Asociando los dos primeros términos de la representación decimal de h y


tomando 102 como factor común de los siguientes términos, tenemos que

h = (5 + a110) + 102 (a2 + a310 + a4102 + … + ak10k – 2)

Luego,
n = h2  n = (5 + a110) + 102 (a2 + a310 + a4102 + … + ak10k – 2)2

En el miembro derecho, se tiene el cuadrado de una suma. Así,

n = (5 + a110)2 + 2(5 + a110)102(a2 + a310 + … + ak10k – 2) + 102 (a2 + a310 + … +
ak10k – 2)2 (*)

Consideremos el segundo sumando del miembro derecho de (*):


304

2(5 + a110)102(a2 + a310 + … + ak10k – 2) = 102 (10 + a120)(a2 + a310 + … + ak10k – 2)
= 103 (1 + 2a1)(a2 + a310 + … +
k–2
ak10 )

De la última igualdad se deduce que dicho sumando es un múltiplo de 10 3 y, por


tanto, los dígitos de la unidad y de la decena de este número son ceros.

Consideremos ahora el tercer sumando del miembro derecho de (*):

102 (a2 + a310 + … + ak10k – 2)2 = 104 (a2 + a310 + … + ak10k – 2)2

De la última igualdad se deduce que el tercer sumando es un múltiplo de 10 4.


También los dígitos de la unidad y de la decena son ceros.

Así, el dígito de las decenas de n = h2 es el dígito de las decenas de (5 + a110)2.


Nótese que

(5 + a110)2 = 25 + 100 a1 + a12 102 = 5 + 20 + 102 (a1 + a12) = 5 + 2. 10 + 102 (a1 + a12)

Hemos obtenido que el dígito de las decenas de (5 + a110)2 es 2. Como el dígito


de las decenas de n = h2 es el dígito de las decenas de (5 + a 110)2, el dígito de las decenas
de n es 2. Lo que queríamos demostrar.

En la actividad 2) se observó la siguiente propiedad:

2) Sea n un cuadrado. El dígito de las decenas de n es impar si, y sólo si, el dígito de las
unidades de n es 6.

A continuación probaremos que si el dígito de las unidades de n es 6, entonces el


dígito de las decenas es impar. La otra parte queda como ejercicio.

Veamos. Si n es un cuadrado, entonces existe un entero h tal que n = h 2. El dígito


de las unidades de n es 6 si, y sólo si, el dígito de las unidades de h es 4 o es 6.
Debemos considerar dos casos.
2.1) El dígito de las unidades de h es 4. Supongamos que la representación decimal de
h es
h = 4 + a110 + a2102 + … + ak10k
Luego,
n = h2  n = (4 + a110) + 102 (a2 + a310 + a4102 + … + ak10k – 2)2
305

Por un razonamiento análogo al que desarrollamos en la demostración de la


propiedad anterior, se deduce que el dígito de las decenas de n = h2 es el dígito de las
decenas de (4 + a110)2. ¿Cuál es ese dígito?.

(4 + a110)2 = 16 + 80 a1 + a12 102 = 6 + 10 + 8a110 + a12102 = 6 + (1+ 8a1)10 + a12102

El dígito de las decenas de (4 + a110)2 es el dígito de las unidades de 1+ 8a1, el cual es


también el dígito de las decenas de n. Como 1+ 8a 1 es un número impar, para cualquier
valor que tenga el entero a1, entonces la cifra de las unidades de 1 + 8a1 es impar.

Hemos probado que si n = h2 y h termina en 4, entonces el dígito de las decenas de n es


impar.

C) ¿QUÉ FORMAS PUEDE TENER UN CUBO?


(recalcamos que seguimos hablando en términos algebraicos)

Al – Umawi también destaca en el Marasim la periodicidad de los residuos de la


sucesión de los cubos 03, 13, 23, 33, 43, …, considerando los módulos 7, y 9. En las
siguientes tablas, presentamos los residuos que se obtienen al dividir los primeros
términos de la sucesión de cubos entre estos módulos. Se puede demostrar que:

 en módulo 7, el período es 0, 1, 1, 6, 1, 6, 6
 en módulo 8, el período es 0, 1, 0, 3, 0, 5, 0, 7
 en módulo 9, el período es 0, 1, 8

Residuo Residuo Residuo


n n3 módulo 7 n n 3
módulo 8 n n3 módulo 9
0 0 0 0 0 0 0 0 0
1 1 1 1 1 1 1 1 1
2 8 1 2 8 0 2 8 8
3 27 6 3 27 3 3 27 0
4 64 1 4 64 0 4 64 1
5 125 6 5 125 5 5 125 8
6 216 6 6 216 0 6 216 0
7 343 0 7 343 7 7 343 1
8 512 1 8 512 0 8 512 8
9 729 1 9 729 1 9 729 0
10 1.000 6 10 1.000 0 10 1.000 1
306

Luego, no existen cubos de las formas 7u + 2, 7u + 3, 7u + 4 ni 7u + 5, con u


entero. Una propiedad curiosa es que todo cubo es impar o múltiplo de 8, consecuencia
de que los únicos residuos que se obtienen al dividir entre 8 un cubo son 0, 1, 3, 5 y 7.

Invitamos al lector a demostrar las siguientes propiedades. Dado un cubo n, se tiene


que n:
1) Admite todas las formas módulo 3
2) Es impar o múltiplo de 4.
3) Admite todas las formas módulo 5
4) Admite todas las formas módulo 6
5) Admite todas las formas módulo 10
6) Admite todas las formas módulo 11
Le dejamos las siguientes preguntas:

- En módulo 12, existen exactamente tres formas que un cubo no admite, ¿cuáles
son?.
- En módulo 13, existen exactamente cinco formas que un cubo admite, ¿cuáles
son?.
307

PIERRE VARIGNON
Caen (Francia) CAPÍTULO 22
1.654
Paris (Francia)
VARIGNON Y SU PARALELOGRAMO
23 – 12 – 1.722

“Todas las verdades son fáciles de entender una vez que


son descubiertas; el punto es descubrirlas”

Galileo Galilei (científico italiano, 1.564 – 1.642)

El cuadrilátero PQRS es un cuadrado. Para n = 1, 2, 3 se tiene que


P es el punto medio de Q es el punto medio de

R es el punto medio de S es el punto medio de

Se afirma que los cuadriláteros AnBnCnDn, para n = 1, 2, 3, tienen la misma


área a y que AnCn + BnDn es una constante s. ¿Puede el lector demostrar estas
afirmaciones y determinar el valor de a y el de s?. ¿Parece complicado?. Le adelantamos
algo: a = 2l2 y s = 4l, siendo l el lado del cuadrado PQRS. Este problema se resuelve
aplicando un sencillo teorema encontrado entre las notas de clase de Pierre Varignon, las
cuales fueron compiladas, entre otras producciones del autor, en un libro titulado Élémens
de Mathématiques en 1.731. Es sorprendente que no se haya publicado antes de esta
fecha semejante teorema, tan elemental y elegante. Como reza la cita que encabeza este
capítulo …
308

A) TODO CUADRILÁTERO ESCONDE UN PARALELOGRAMO

Hay cuadriláteros convexos y no convexos. Con uno, dos o ningún par de lados
paralelos; con uno, dos o ningún par de lados perpendiculares. Sin importar la posición
relativa de sus lados, ni cuál sea la medida de su perímetro o área, todos los cuadriláteros
tienen en común una sorprendente propiedad: todos esconden un paralelogramo. ¿Cómo
es éso?. Ya lo explicamos. En la figura V.1 se muestran dos cuadriláteros: uno convexo
(el cuadrilátero ABCD) y uno no convexo (obviamente, el otro cuadrilátero, es decir,
EFGH). Sean P, Q, R y S los puntos medios de , , y , respectivamente.
Sean T, U, V y W los puntos medios de , , y , respectivamente (figura
V.2).

Figura V.1

Figura V.2

¿Qué tipo de cuadriláteros son PQRS y TUVW ?. La figura V.3 sugiere que son
paralelogramos Sería interesante explorar ahora con otros cuadriláteros, pertrechados con
soportes e instrumentos de geometría (convencionales o con un software de geometría
dinámica), ya sea para refutar la conjetura o reforzarla. En la figura V.4, tenemos otros
ejemplos que parecen sostener la observación anterior: si P, Q, R y S son los puntos
medios de los lados , , y , respectivamente, del cuadrilátero ABCD,
entonces el cuadrilátero PQRS es un paralelogramo.
309

Figura V.3

Figura V.4

Observemos que, en el caso de los cuadriláteros no convexos, algunos de los


puntos del paralelogramo (cuyos vértices son los puntos medios) están en el exterior del
cuadrilátero inicial, mientras que en los convexos, el paralelogramo en cuestión está en el
interior del cuadrilátero inicial. Ya hemos familiarizado (y maravillado) al lector con esta
propiedad que, aseguramos, poseen todos los cuadriláteros. Ahora, es momento de
presentar una demostración y conocer algo de historia.

B) UN PARALELOGRAMO CON NOMBRE PROPIO

Pierre Varignon (figura V.5) fue un matemático francés cuyos principales


aportes están en lo que actualmente llamamos matemática aplicada a la física,
específicamente en mecánica y fluidos. Su primera obra Projet d'une nouvelle
méchanique, se publicó en 1.687, gracias a la cual fue elegido como miembro de la
Academia de Ciencias de París ese mismo año. En 1.688 asumió el cargo de profesor de
matemática en el Collège Mazarin, donde comenzó a enseñar matemática en el nivel de
310

investigación. En 1.704, además de sus funciones en el Collège Mazarin, se desempeñó


como docente de matemáticas en el Collège Real. Fue elegido como miembro de la
Academia de Ciencias de Berlín en 1.713 y de la Royal Society de Londres en 1.718. Sus
conferencias en el Collège Mazarin, así como sus notas de clase, fueron publicadas, nueve
años después de su muerte (1.731) con el título de Élémens de Mathématiques. En la
figura V.6 se muestra la página inicial de una de sus ediciones. Este libro contiene lo que
actualmente se denomina Teorema del Paralelogramo de Varignon (TPV) y que
conocimos en la sección anterior: dado el cuadrilátero ABCD, si P, Q, R y S son los
puntos medios de , , y , respectivamente, entonces el cuadrilátero PQRS
es un paralelogramo. La figura V.5 muestra la portada de la obra de Varignon en su
edición de 1.731.

Figura V.5 Figura V.6

Fuentes:
V.5 :http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/e9/Pierre_Varignon.jpg
V.6:
http://books.google.co.ve/books?id=W9BGAAAAcAAJ&printsec=frontcover&dq=elemens+de+mathematique+
pierre+varignon&hl=es&sa=X&ei=Dj7uT63XC42o8QTSo4WdDQ&ved=0CDMQ6AEwAA#v=onepage&q&f=false

A continuación, veremos dos formas de demostrar este teorema: la primera en el


ámbito de la geometría sintética y la segunda, en el de la geometría analítica.
Comentamos que la principal diferencia entre una demostración en geometría analítica y
una en geometría sintética radica en que, en la primera, se plantean las situaciones en un
sistema de referencia: a los puntos se les asignan sus respectivas coordenadas y a los
lugares geométricos como rectas, circunferencias, etc, se les identifica con sus
ecuaciones; en estas demostraciones los argumentos discurren en un marco
eminentemente algebraico. En la geometría sintética (llamada también pura) a los puntos
no se les asignan coordenadas ni a los lugares geométricos se les identifica
necesariamente con ecuaciones; las propiedades de los puntos y lugares geométricos son
311

consecuencia de los axiomas que previamente se establecieron en dicha geometría (y de


sus consecuencias, como son los teoremas).

Primera demostración del Teorema del Paralelogramo de Varignon (TPV) :

Probaremos el siguiente lema: el segmento cuyos extremos son los puntos medios de dos
lados de un triángulo es paralelo al tercer lado y tiene la mitad de su longitud.

Supongamos que tenemos el triángulo ABC y que los puntos D y E son los puntos
medios de los lados y , respectivamente (figura V.7). Debemos probar que
es paralelo a y que DE = AC. Sea F el punto de la recta tal que E está entre
D y F, con DE = EF (figura V.8).

Figura V.7 Figura V.8

Por ser E el punto medio de tenemos que BE = CE. Por construcción


auxiliar, EF = ED. Además, los ángulos BED y CEF son congruentes, por ser
opuestos por el vértice. Por criterio de congruencia LAL, los triángulos BED y CEF
son congruentes. Observemos que los ángulos EBD y ECF son alternos internos,
determinados por la recta que es secante a las rectas y y que dichos ángulos
son congruentes por ser ángulos correspondientes de triángulos congruentes. En
consecuencia, las rectas y son paralelas. Por otra parte, por ser lados
correspondientes de triángulos congruentes, DB = CF. Como D es el punto medio de
tenemos que AD = DB. De estas dos últimas igualdades se obtiene que AD = CF.
Hemos probado que el cuadrilátero ADFC tiene un par de lados paralelos y congruentes.
En consecuencia, el cuadrilátero ADFC es un paralelogramo y podemos asegurar que
los lados opuestos y son paralelos y que AC = DF. Nótese que al ser
paralelos y también lo son y . Además, DE = DF = AC. Fin de la
demostración del lema.

Procedamos a la demostración del TPV. Consideremos el cuadrilátero ABCD.


Sean P, Q, R y S los puntos medios de , , y , respectivamente. Tracemos la
312

diagonal (figura V.9). Aplicando el lema anterior al triángulo DCA, tenemos que
es paralelo a y RS = AC. Si aplicamos el lema al triángulo BCA, tenemos que
es paralelo a y PQ = AC. Como los segmentos y son paralelos al
segmento , se concluye que y son paralelos. Además, RS = PQ. En
consecuencia, el cuadrilátero PQRS tiene un par de lados paralelos y congruentes. Por
tanto, PQRS es un paralelogramo.

Figura V.9

Nota: los argumentos de esta demostración son válidos también en cuadriláteros no


convexos.

Segunda demostración del Teorema del Paralelogramo de Varignon (TPV) :

Consideremos el cuadrilátero OABC en un sistema de coordenadas


rectangulares. Supongamos que las coordenadas de los vértices son O(0, 0) , A(a, 0),
B(b, c) y C(d, e) , con a, b, c positivos y d < a (figura V.10). Sean P, Q, R y S los
puntos medios de , , y , respectivamente. Las coordenadas de estos puntos

medios son P , Q , R y S (figura V.11). Probemos

que los segmentos y son paralelos; para ello, demostremos que las rectas que los
contienen son paralelas. Sean mPQ y mRS las pendientes de las rectas y ,
respectivamente. Tenemos que


mPQ = y mRS = =

313

Como mPQ = mRS, las rectas y son paralelas y, por tanto, los segmentos y
son paralelos. Demostremos, ahora, que estos segmentos tienen la misma longitud.
Calculemos la distancia de P a Q, es decir, PQ.

PQ = = =

Calculemos la distancia de R a S, es decir, RS.

RS = = =

Nótese que PQ = RS. Como el cuadrilátero PQRS tiene dos lados paralelos y
congruentes, a saber y , se concluye que es un paralelogramo.

Figura V.10

En la primera demostración del TPV obtuvimos que PQ = RS = AC. Si se traza la


diagonal y aplicamos el lema llegaremos a que PS = QR = BD. Luego, el perímetro
p del paralelogramo de Varignon es:

p = PQ + QR + RS + SP = AC + BD + AC + BD = AC + BD

Por tanto, la suma de las diagonales de un cuadrilátero es igual al perímetro de su


paralelogramo de Varignon.
314

Figura V.11

Por otro lado, ¿existe alguna relación entre el área de un cuadrilátero y la de su


paralelogramo de Varignon?. Sí, el área del paralelogramo de Varignon es la mitad del
área del cuadrilátero original. Véase la figura V.9. Nótese que el área del cuadrilátero
ABCD es la suma de las áreas del cuadrilátero PQRS y de las áreas de los triángulos
APS, BPQ CQR y DRS. Denotemos estas áreas por (ABCD), (PQRS), (APS),
(BPQ), (CQR) y (DRS), respectivamente. Así,

(ABCD) = (PQRS) + (APS) + (BPQ) + (CQR) + (DRS) (1)

Pero, también, el área del cuadrilátero ABCD es la suma de las áreas del de los
triángulos DCA y BAC. Y si consideramos la diagonal , tenemos que el área del
cuadrilátero ABCD es la suma de las áreas del de los triángulos ADB y CB. Esto es,
con la notación convenida,

(ABCD) = (DCA) + (BAC) (2)

(ABCD) = (ADB) + (CBD) (3)

Ahora bien, DR = DC, DS = DA y RS = AC, los triángulos DRS y


DCA son semejantes con razón de proporcionalidad . Luego, el área (DRS) del
DRS es del área (DCA) del DCA. Análogamente, podemos concluir que:
el área (BPQ) del PBQ es del área (BAC) del BAC
315

el área (APS) del APS es del área (ABD) del ADB.


el área (CQR) del CQR es del área (CBD) del CBD.
Por tanto, sustituyendo estas relaciones en (1), obtenemos que:

(ABCD) = (PQRS) + (APS) + (BPQ) + (CQR) + (DRS)

= (PQRS) + (ADB) + (BAC) + (CBD) + (DCA)

= (PQRS) + [(ADB) + (CBD)] + [(BAC) + (DCA)]

= (PQRS) + (ABCD) + (ABCD) por (2) y (3)

= (PQRS) + (ABCD)

De esta última igualdad, se obtiene que (ABCD) – (ABCD) = (PQRS). Esto


es, (PQRS) = (ABCD)

C) PARALELOGRAMO DE VARIGNON BUSCA SU(S) CUADRILÁTERO(S)


ASOCIADO(S)

Hemos visto que a todo cuadrilátero le corresponde un paralelogramo: su


paralelogramo de Varignon. Ahora bien, dado un paralelogramo cualquiera, existen
infinitos cuadriláteros de manera que el paralelogramo dado sea el paralelogramo de
Varignon correspondiente. En efecto, haremos la demostración con herramientas de la
geometría analítica. Consideremos el paralelogramo OPQR, cuyos vértices son los
puntos O(0, 0), P(a, 0), Q(a + b, c) y R(b, c). Debemos construir un cuadrilátero
ABCD de manera que

 O sea el punto medio de


 P sea el punto medio de
 Q sea el punto medio de
 R sea el punto medio de

Sea A(x, y) un punto de la diagonal (figura V.12).


316

Figura V.12 Figura V.13

¿Cómo determinar las coordenadas del punto B de manera que O(0, 0) sea el
punto medio del segmento ?. Supongamos que las coordenadas de B son (z, w).

Luego, se debe cumplir que y . De donde, z = – x y w = – y

(figura V.13).

Ahora, determinemos las coordenadas del punto C de manera que P(a, 0) sea el
punto medio del segmento . Supongamos que las coordenadas de C son (h, k).
Entonces, tenemos las ecuaciones y . Obtenemos que

h = 2a + x y k = y

En la figura V.14 hemos marcado el punto C. El lector no tendrá dificultad en


probar que para que el punto Q(a + b, c) sea el punto medio del segmento , las
coordenadas del punto D deben ser (2b – x, 2c – y). Figura V.15

Figura V.14 Figura V.15

La pregunta que debemos hacernos ahora es la siguiente:


317

¿es R(b, c) el punto medio del segmento ?.

Las coordenadas de A y de D son, respectivamente, los pares (x, y) y (2b – x, 2c – y).


La semisuma de las abscisas es b y la semisuma de las ordenadas es c. Luego,
efectivamente, R es el punto medio de .

Hemos construido un cuadrilátero ABCD de tal manera que el paralelogramo


OPQR dado es su paralelogramo de Varignon (figura V.16). Por cada punto de la
diagonal , que son infinitos, podemos construir un cuadrilátero cuyo paralelogramo de
Varignon sea el paralelogramo OPQR.

Nótese que los cuadriláteros construidos con este procedimiento son no


convexos. Invitamos al lector a buscar una forma de construir cuadriláteros convexos que
estén asociados a un paralelogramo dado, en términos del teorema del paralelogramo de
Varignon. No necesariamente el trabajo ha de realizarse en el ámbito de la geometría
analítica. La idea principal que se maneja en esta construcción es la del simétrico de un
punto respecto a otro.

Para finalizar, dejamos al lector el siguiente ejercicio: dados un paralelogramo


ABCD y un punto E, coplanarios (ver figura V.17), construir un cuadrilátero EFGH
convexo y un cuadrilátero EIJK no convexo, de manera que el paralelogramo dado sea
el de Varignon para ambos. Las figuras V.18 y V.19 ilustran tales cuadriláteros.

Figura V.16
318

Figura V.17

Figura V.18

Figura V.19
319

WILLIAM WALLACE
Dysart (Escocia)
23 – 09 – 1.768
Edimburgo (Escocia) CAPÍTULO 23
28 – 04 – 1.843
WALLACE Y
LA LLAMADA RECTA DE SIMSON

“La mayor recompensa está en hacer el


descubrimiento; el reconocimiento puede añadir
poco o nada a esto”.

Franz Neumann (físico checo, 1.798 – 1.895)

Existen ciertas ternas de puntos que nos sorprenden con un inesperado orden,
encontrándose alineados en lugar de estar dispersos en un natural desorden. Algunas de
estas alineaciones son tan especiales que las rectas a las cuales pertenecen tales puntos
han recibido un nombre propio, generalmente el apellido de quien tuvo el privilegio del
hallazgo o publicación de tan notable terna. Tenemos, por ejemplo, la recta de Euler, la
recta de Pascal y ¿la recta de Simson o de Wallace?. A continuación, conoceremos la
recta de Wallace, la cual durante más de un siglo fue adjudicada a otro matemático.
320

A) ALINEACIONES SORPRENDENTES

Seguramente, la terna de puntos alineados más famosa de la geometría elemental


es la conformada por el ortocentro, el circuncentro y el baricentro de un triángulo. Cada
uno de ellos es el punto de concurrencia de rectas y segmentos notables de un triángulo, a
saber, las alturas, las mediatrices y las medianas, respectivamente. Además de estar
alineados, estos puntos también mantienen un orden en cuanto a sus posiciones y
distancias: siempre el baricentro está entre el ortocentro y el circuncentro y la distancia
que lo separa de éste último es la mitad de la que lo separa del primero. La recta que
contiene al ortocentro, al baricentro y al circuncentro de un triángulo se llama Recta de
Euler (figura W.1). En general, el incentro de un triángulo (punto de concurrencia de las
bisectrices de los ángulos interiores) no pertenece a la recta de Euler (figura W.2). ¿En
qué casos el incentro pertenece a esta recta notable?.

Figura W.1

Figura W.2
321

Veamos otras ternas de puntos que siempre están alineados.

1) Sean L1 y L2 dos rectas distintas. Sean A, B y C puntos de L1 y A´, B´


y C´ puntos de L2 . Si las rectas y se cortan en el punto P, las rectas y
se cortan en el punto Q y las rectas y se cortan en el punto R, entonces P,
Q y R están alineados (figura W.3). Este es un teorema básico de lo que modernamente
se conoce como geometría proyectiva y se debe a Pappus de Alejandría (290 – 359), el
último de los grandes geómetras griegos.

Figura W.3

2) Consideremos un hexágono cuyos vértices son los puntos A, B, C, D, E y F


y supongamos que estos puntos pertenecen a una misma cónica, ya sea una elipse, una
parábola o una hipérbola. Esto es, tenemos un hexágono inscrito en una cónica. Si P es
el punto de intersección de y , Q es el punto de intersección de y y R es
el punto de intersección de y , entonces P, Q y R están alineados. Se dice que
Blaise Pascal (francés, 1.623 – 1.662) descubrió en 1.639 este teorema (a la edad de
dieciséis años). La recta que pasa por los puntos de intersección de las rectas que
contienen los pares de lados opuestos del hexágono inscrito en la cónica se llama recta de
Pascal. En la figura W.4 se muestra un hexágono inscrito en una circunferencia (caso
particular de elipse) y la recta de Pascal correspondiente.

3) En la figura W.5 se muestran dos triángulos, a saber, ABC y A´B´C´.


Nótese que las rectas , y tienen la notable característica de ser
concurrentes y se cortan en el punto O. Se dice que los triángulos ABC y A´B´C´
están en perspectiva desde el punto O. Con estas condiciones, el teorema de Desargues
establece que si X es el punto de intersección de las rectas y , Y el punto de
intersección de las rectas y y Z el punto de intersección de las rectas y
, entonces los puntos X, Y y Z están alineados. Girad Desargues (1.591 – 1.661) fue
un arquitecto e ingeniero militar francés. Se le considera fundador de la moderna
geometría proyectiva.
322

4) Sean O1 y O2 los centros de dos circunferencias tangentes y sea T el punto


de tangencia. Ya sea que las circunferencias sean tangentes exteriormente o
interiormente, la terna de puntos O1, O2 y T siempre están en una misma recta (figura
W.6). Y ya que hablamos de circunferencias y ternas de puntos alineados, hablemos de un
teorema que se atribuye a Gaspard Monge (francés, 1.746 – 1.818), creador de la llamada
geometría descriptiva. Sean C1, C2 y C3 tres circunferencias cuyos radios son distintos
dos a dos y que ninguna esté en el interior de otra (figura W.7). Si X es el punto de
intersección del par de rectas tangentes exteriores de las circunferencias C1 y C2 , Y el
punto de intersección del par de rectas tangentes exteriores de las circunferencias C1 y C3
y Z el punto de intersección del par de rectas tangentes exteriores de las circunferencias
C2 y C3, entonces los puntos X, Y y Z están alineados.

Figura W.4

Figura W.5
323

Figura W.6

Figura W.7

5) Para concluir esta sección, veamos otra situación en la que tenemos una terna
de puntos alineados. Consideremos el triángulo ABC inscrito en una circunferencia.
Sean X el punto de intersección de la recta tangente a la circunferencia por A y la recta
, Y el punto de intersección de la recta tangente a la circunferencia por B y la recta
y Z el punto de intersección de la recta tangente a la circunferencia por C y la recta
, tal como se muestra en la figura W.8. Los puntos X, Y y Z están alineados.

B) UNA RECTA “REBAUTIZADA”

Le proponemos la siguiente actividad: dibuje un triángulo y denote sus vértices


por A, B y C. Tome un punto V en el plano del triángulo y trace perpendiculares desde
V a las rectas , y ; denote por D, E y F, respectivamente, los pies de las
perpendiculares. ¿Están alineados los puntos D, E y F?. Sin haber visto el dibujo que
usted haya hecho, le podemos asegurar que si tomó el punto V en el interior del ABC,
los puntos D, E y F no están alineados. Seguro que no.
Ahora bien, si tomó el punto V en el exterior del ABC, no podemos predecir
nada. Si los puntos D, E y F de su dibujo no están alineados, ¿podría usted “desplazar”
el punto V hasta lograr que D, E y F estén en una misma recta?. En la figura W.9 se
muestra una secuencia en la que hemos ido “acomodando” el punto V hasta lograr que
324

los puntos D, E y F estén alineados. ¿Existen otros puntos para los cuales los pies de las
perpendiculares trazadas desde esos puntos a las rectas , y estén alineados?.
De existir, ¿qué lugar geométrico conforman?. En las siguientes líneas nos dedicaremos a
tratar de determinar dónde se debe tomar V para que D, E y F estén en una misma
recta.

Figura W.8

Figura W.9
325

¿Qué ocurre si el punto V coincide con algún vértice del ABC?. Por ejemplo,
supongamos que V coincide con A (figura W.10). En este caso, A es el pie de la
perpendicular trazada desde V a las rectas y . En consecuencia, V = A = D = F.
El punto E que es el pie de la perpendicular trazada desde V = A a la recta no puede
coincidir con A. Trivialmente, los puntos D = F y E están alineados. Nótese que la
recta que pasa por estos puntos contiene a la altura del ABC correspondiente al vértice
A. Un razonamiento análogo se sigue para los vértices B y C.

Figura W.10

Sigamos explorando. En la figura W.11 hemos trazado los puntos

V1, V2, V3, V4, V5 y V6 y los respectivos puntos Dk, Ek y Fk, con k = 1, 2, 3, 4, 5, 6,

los cuales conforman ternas de puntos alineados. Los puntos V k, con k = 1, 2, 3, 4, 5, 6,


parecen estar en una circunferencia. ¿Podríamos precisar algo más sobre esta
circunferencia?. ¡Por supuesto!, habiendo demostrado ya que los vértices del ABC
pertenecen al lugar geométrico que estamos determinando, podemos conjeturar que si V
pertenece a la circunferencia circunscrita al ABC, entonces los pies de las
perpendiculares trazadas desde V a las rectas que contienen a los lados del triángulo
son puntos alineados.

El protagonista de este capítulo, el matemático escocés William Wallace,


publicó en 1.799 un artículo titulado Mathematical Lucubrations (Elucubraciones
Matemáticas) en el cual desarrolla una demostración de lo hemos conjeturado. En la
página 111 del volumen 2 de Mathematical Repository, una publicación editada en
Londres por Thomas Leybourn dedicada a temas de matemática en la cual se incluía
artículos y problemas matemáticos propuestos y resueltos, también se publicó dicha
demostración. En la figura W.12 se muestra la primera página del mencionado artículo.
326

Figura W.11

Figura W.12

Fuente:
http://books.google.co.ve/books?id=yqs2AAAAMAAJ&pg=PA111&lpg=PA111&dq=mathematica
l+lucubrations+wallace&source=bl&ots=slmsSIRaXP&sig=RLp3wTVYIKQw7l_ny4qI1Ka9fSk&
hl=es#v=thumbnail&q&f=false
327

Previamente a la demostración, repasemos algunos aspectos que necesitaremos


para la misma. Recordemos que un cuadrilátero ABCD es concíclico si se puede
inscribir en una circunferencia. En otras palabras, el cuadrilátero ABCD es concíclico si
existe una circunferencia que pasa por los puntos A, B, C y D. Si un cuadrilátero (en
general, cualquier polígono) está inscrito en una circunferencia, se dice que la
circunferencia está circunscrita al cuadrilátero (polígono). Todo rectángulo es un
cuadrilátero concíclico. En efecto, sabemos que las diagonales de cualquier rectángulo se
bisecan (se cortan en su punto medio). Luego, la circunferencia con centro en el punto de
intersección de las diagonales y cuyo radio es la mitad de la longitud de éstas pasa por los
vértices del rectángulo (figura W.13). Como todo cuadrado es un rectángulo y hemos
probado que todo rectángulo es un cuadrilátero concíclico, se concluye que todo cuadrado
es un cuadrilátero concíclico. En la figura W.14 se muestran otros cuadriláteros inscritos
en circunferencias. Nótese que el centro de la circunferencia circunscrita puede estar en el
cuadrilátero, en su interior o en su exterior.

Figura W.13 Figura W.14

Figura W.15

No todo cuadrilátero es concíclico. Consideremos el cuadrilátero ABCD tal


que AB = BC, CD = DA = AC y m ABC = 90°. Si se construyen las circunferencias
328

circunscritas a los triángulos ABC, ABD, ACD y BCD (ver W.15) observamos
que en todo caso el cuarto vértice del cuadrilátero no pertenece a la respectiva
circunferencia. Luego, el cuadrilátero dado no es concíclico.

Un teorema básico sobre cuadriláteros concíclicos y que constituye una


caracterización de los mismos es el siguiente: un cuadrilátero es concíclico si, y sólo si,
tiene dos ángulos opuestos suplementarios. Vamos a demostrar este teorema. En primer
lugar, supongamos que tenemos un cuadrilátero ABCD que es concíclico y
demostremos que tiene un par de ángulos opuestos suplementarios. Como el cuadrilátero
ABCD es concíclico existe una circunferencia que pasa por sus vértices (figura W.16).
Los ángulos DAB y DCB son ángulos opuestos del ABCD y son ángulos inscritos
en la circunferencia. Recordemos que la medida de un ángulo inscrito en una
circunferencia es la mitad de la medida del arco interceptado. Así, m DAB = m
y m DCB = m . Por otra parte, m +m = 360°. Luego,

m DAB + m DCB = m + m = (m + m ) = . 360° = 180°

Como la suma de las medidas de los ángulos DAB y DCB es 180°, se


concluye que estos ángulos son suplementarios.

Figura W.16

Veamos ahora el recíproco. Supongamos que tenemos un cuadrilátero ABCD


en el cual los ángulos DAB y DCB son suplementarios. Probemos que se puede
construir una circunferencia que pase por A, B, C y D. Sea O el circuncentro (punto de
intersección de las mediatrices) del ADB y tracemos la circunferencia con centro en
O y radio OA (figura W.17). Sabemos que esta circunferencia pasa por A, D y B, pero
¿pasa por C?.
329

Figura W.17 Figura W.18

Tracemos los segmentos , , y . Los tres primeros segmentos


son radios de la circunferencia que hemos construido. Por tanto, OA = OB = OD. En
consecuencia, mODA = mDAO = u, mOAB = mABO = v. Sean mOBC = w,
mBCO = x, mOCD = y y mCDO = z (figura W.18).
Como por hipótesis DAB y DCB son suplementarios se tiene que

u + v + x + y = 180° (1)

Por otra parte, como la suma de las medidas de los ángulos internos de un
cuadrilátero es 360°, se cumple la siguiente igualdad:

x + y + z + w + 2u + 2v = 360° (2)

Multiplicando (1) por 2, obtenemos: 2u + 2v + 2x + 2y = 360° (3)

De (2) y (3): x + y + z + w + 2u + 2v = 2u + 2v + 2x + 2y

Simplificando: w+z=x+y (4)

Recordemos que queremos probar que C es un punto de la circunferencia cuyo


centro es O y cuyo radio es OD = OA = OB. Para ello, probemos que OC = OD.
Supongamos que OC ≠ OD. Esta suposición nos conduce a dos situaciones: una de ellas
es que OC < OD y la otra, que sea OC > OD. Analicemos cada una de estas
situaciones.

i) Si OC < OD, entonces, en referencia al triángulo OCD, se tiene que z < y (a)
(recordemos que en un triángulo, si dos lados tienen medidas distintas, entonces los
ángulos opuestos a estos lados tienen medidas distintas y al lado menor se opone el
ángulo menor)
330

Si OC < OD = OB, entonces, en referencia al triángulo OCB, se tiene que w < x (b)
Sumando (b) y (a): w + z < x + y . Nótese que este resultado contradice a (4).
Por tanto, no puede ser que OC < OD.

ii) Si OC > OD, entonces, en referencia al triángulo OCD, se tiene que z > y (c)
Si OC > OD = OB, entonces, en referencia al triángulo OCB, se tiene que w > x (d)
Sumando (d) y (c): w + z > x + y . Nótese que este resultado también contradice a (4).
Por tanto, no puede ser que OC > OD.
Se concluye que OC = OD. En consecuencia, C pertenece a la misma
circunferencia a la cual pertenecen A, B y D. Así, el cuadrilátero ABCD es concíclico,
si los ángulos DAB y DCB son suplementarios.

Conociendo esta caracterización de los cuadriláteros concíclicos nos es más fácil


ahora justificar que el cuadrilátero ABCD tal que AB = BC, CD = DA = AC y
m ABC = 90° no es un cuadrilátero concíclico. El lector podrá verificar que este
cuadrilátero no tiene un par de ángulos opuestos que sean suplementarios (figura W.19).

Figura W.19 Figura W.20

Se afirma que si el cuadrilátero ABCD es concíclico, los dos pares de ángulos


opuestos son suplementarios (¿por qué?). Otras dos propiedades de los cuadriláteros
concíclicos que necesitaremos en la demostración del teorema de Wallace son:

Propiedad A: sean ABCD un cuadrilátero y E un punto de la recta tal que B esté


entre C y E (figura W.20). ABCD es concíclico si, y sólo si, mADC = mABE.
Queda como ejercicio la demostración.

Propiedad B: el cuadrilátero ABCD es concíclico si, y sólo si, mDAC = mDBC.


331

Demostración: si el cuadrilátero ABCD es concíclico, entonces existe una


circunferencia que pasa por los puntos A, B, C y D. Los ángulos DAC y DBC
interceptan el mismo arco de circunferencia (figura W.21). En consecuencia, tienen
la misma medida. Esto es, mDAC = mDBC. Supongamos, ahora, que tenemos el
cuadrilátero ABCD en el cual mDAC = mDBC = a (en grados). Sea E el punto de
intersección de las diagonales de dicho cuadrilátero (ver figura W.22). Nótese que los
ángulos AED y BEC son opuestos por el vértice y, por tanto, tienen la misma
medida. Esto es, mAED = mBEC = b (en grados). Por criterio de semejanza AA
(ángulo – ángulo), tenemos que los triángulos AED y BEC son semejantes. Por tanto,
= . Por otra parte, los ángulos AEB y DEC son opuestos por el vértice y, por
tanto, tienen la misma medida. Por criterio de semejanza LAL (lado – ángulo – lado), los
triángulos AEB y DEC son semejantes. Luego, mEAB = mEDC = c y mABE
= mDCE = d. Nótese que b = c + d. Probemos que los ángulos opuestos DAB y
BCD son suplementarios.

mDAB + mBCD = a + c + 180° – a – b + d = a + c + 180° – a – (c + d) + d = 180°

Como el cuadrilátero ABCD tiene un par de ángulos opuestos suplementarios,


por el teorema de caracterización, ABCD es concíclico.

Figura W.21 Figura W.22

Habiendo repasado las propiedades básicas de los cuadriláteros concíclicos,


volvamos a la demostración del teorema de Wallace tal y como aparece en su artículo
Mathematical Lucubrations. Recordemos su enunciado: Si desde un punto V de la
circunferencia circunscrita al triángulo ABC se trazan perpendiculares a las rectas ,
y , siendo D, E y F los pies de las perpendiculares, respectivamente, entonces
los puntos D, E y F están alineados. Nos guiaremos por la figura W.23. Tracemos los
segmentos , , , y . Los ángulos VFC y VEC son rectos y, por
tanto, son suplementarios. Se tiene que el cuadrilátero VFCE es concíclico. Por otra
332

parte, nótese que mVFA = mVDA, ya que ambos son rectos. Por la propiedad B, el
cuadrilátero VFDA es concíclico. En consecuencia, los ángulos VFD y VAD son
suplementarios. Pero, por hipótesis, el cuadrilátero VABC es concíclico y por la
propiedad A, mVAD = mVCE. Ahora bien, mVCE = mVFE (propiedad A en el
cuadrilátero concíclico VFCE). Así, los ángulos VFD y VFE son suplementarios.
Se concluye que y están en la misma recta. Esto es, D, E y F están alineados.

Figura W.23

Ahora relataremos la historia de la confusión a la que hacíamos referencia al


inicio de este capítulo. En 1.810, el matemático francés Joseph Diaz Gergonne (1.771 – 1.
859) inició la publicación de Annales de mathématiques pures et appliquées (Anales de
matemáticas puras y aplicadas), publicación que con el tiempo llegó a ser conocida como
los Anales de Gergonne y de la cual salieron a la luz veintiún volúmenes en veintidós
años. En la edición correspondiente a 1.813 – 1.814, en las páginas 250 a la 253, se
publicó un artículo del matemático francés François Servois (1.768 – 1.847). En este
artículo, Servois atribuye el teorema a Simson. Robert Simson fue un matemático
escocés, al igual que Wallace, que murió el mismo año en que Wallace nació. Víctor
Poncelet (francés, 1.788 – 1.867), considerado uno de los fundadores de la geometría
proyectiva, cita este teorema en su libro Traité des propriétés projectives des figures
(Tratado de las propiedades proyectivas de las figuras) (1.822) y hace referencia al
artículo de Servois, señalando que éste atribuye el teorema a Simson. De esta manera, se
generalizó este dato y durante más de cien años, la recta en cuestión se llamó recta de
Simson, honrando erróneamente al matemático escocés Robert Simson. Si bien es cierto
que Simson era un gran geómetra, el teorema que nos ocupa no se ha encontrado entre sus
trabajos y sí entre los de Wallace. Actualmente, en muchos textos, cuando se refieren a
esta recta, la llaman recta de Wallace, recta de Wallace – Simson y otros siguen con la
primera denominación.
333

Para concluir esta sección, comentamos dos contribuciones de estos matemáticos


escoceses: en 1.753, Robert Simson probó que la razón , donde Fn denota el n –

ésimo número de Fibonacci, tiende al número de oro o razón áurea y


William Wallace es el inventor de una versión del pantógrafo, llamada en inglés
eidograph.

C) ¡ESAS DINÁMICAS RECTAS DE WALLACE!

Hemos visto que por cada punto de la circunferencia circunscrita a un triángulo


ABC existe una recta de Wallace. Como los vértices del triángulo son puntos de dicha
circunferencia, entonces existen rectas de Wallace correspondientes a los puntos A, B y
C. Recordemos que en la exploración realizada al inicio de la sección anterior
observamos que la recta que contiene a la altura del triángulo ABC correspondiente a
uno de sus vértices coincide con la recta de Wallace trazada desde dicho vértice (figura
W.10). Una pregunta que surge de manera natural es la siguiente: ¿existe algún punto de
la circunferencia circunscrita para el cual la respectiva recta de Wallace contiene a uno de
los lados del triángulo?. La respuesta es afirmativa, en la figura W.24 la recta de Wallace
correspondiente al punto P contiene al lado . ¿Podemos precisar algo más acerca de la
posición del punto P para que ocurra esta coincidencia?. Veamos la siguiente propiedad:

Propiedad C: la medida del ángulo determinado por las rectas de Wallace de dos puntos
dados de la circunferencia circunscrita a un triángulo dado es la mitad de la medida del
arco menor determinado por los puntos.

Demostración: Consideremos el ABC. Sean P y Q dos puntos de la circunferencia


circunscrita al triángulo. Denotemos por LP y LQ a las rectas de Wallace
correspondientes a los puntos P y Q, respectivamente. Sean X y W los pies de las
perpendiculares trazadas hasta la recta desde los puntos P y Q, respectivamente
(figura W.25).

Nótese que la recta corta a la circunferencia en los puntos P y M y que la


recta corta a la circunferencia en los puntos Q y N. Se trazan los segmentos
y . Como mPZB = m PXB (ambos son rectos), el cuadrilátero PZXB es
concíclico. Por tanto,
mZXP = m ZBP (1).
334

Figura W.24 Figura W.25

Por otra parte, mABP = m AMP (2) (interceptan el mismo arco de


circunferencia). Como los puntos A, Z y B están alineados, ABP = ZBP.
Sustituyendo esta igualdad en (1):
mZXP = m ABP (3).

De (3) y (2): mZXP = m AMP (4).

Observemos que la recta es secante a las rectas y LP y ZXP y


AMP son ángulos correspondientes. De este hecho y (4) se deduce que las rectas y
LP son paralelas. Por un razonamiento análogo, se puede probar que las rectas y LQ
son paralelas.

El lector puede probar que las rectas LP y LQ no pueden ser paralelas. En


consecuencia, tienen un punto común, al cual denotamos por T. Nótese que

mXTW = mMAN (5) (por el paralelismo de sus lados).

Además, mMAN = (6). Como y son perpendiculares a


, entonces y son paralelos. En consecuencia,

= (7).
335

De (6) y (7), mMAN = (8).

De (5) y (8), mXTW = . ¡Lo que queríamos demostrar!.

Ahora podemos responder la pregunta que nos planteamos antes de enunciar la


propiedad C. Supongamos que P es un punto de la circunferencia circunscrita al triángulo
ABC y que la recta de Wallace correspondiente a P es la recta . Sabemos que la recta
de Wallace correspondiente al vértice A es perpendicular a la recta . Tenemos, así, que
la medida del ángulo que forman las rectas de Wallace de los puntos P y A es 90°. Por
la propiedad C, la medida del arco que determinan P y A es 180°, lo cual significa que P
es diametralmente opuesto al vértice A.

En geometría es muy famosa la circunferencia de los nueve puntos, llamada así


porque pasa por nueve puntos notables de un triángulo. ¿Cuáles son esos nueve puntos?.
Veamos la figura W.26: tenemos el RST y hemos marcado el ortocentro O, el
baricentro B y el circuncentro C. Resulta que los puntos medios de los lados del
triángulo, denotados por MRS, MST y MRT, los pies de las tres alturas denotadas por P R, PS
y PT y los puntos medios de los segmentos que unen el ortocentro O con los vértices,
denotados por MOR, MOS, MOT son nueve puntos que están en una circunferencia. El
centro de ésta es el punto medio MOC del segmento cuyos extremos son el ortocentro y el
circuncentro del triángulo. ¿Qué relación existe entre la circunferencia de los nueve
puntos y las rectas de Wallace?. Veamos. Sea V un punto de la circunferencia
circunscrita al triángulo RST. La recta de Wallace correspondiente a V interseca al
segmento cuyos extremos son el ortocentro O y el punto V en el punto H, el cual es el
punto medio de dicho segmento (figura W.27). El lugar geométrico de estos puntos H,
cuando V recorre la circunferencia circunscrita, es precisamente la circunferencia de los
nueve puntos (figura W.28).

Figura W.26 Figura W.27


336

Figura W.28

Para finalizar este interesante tema de las propiedades de las rectas de Wallace,
hablemos sobre envolventes. ¿Qué es una envolvente?. Antes de dar la definición formal
daremos un ejemplo para introducir la idea. Consideremos una circunferencia de radio r 1.
Con centro en dos puntos de ésta, tracemos otras circunferencias cuyo radio r 2 sea fijo,
siendo r2 < r1. En la figura W.29 se muestra el inicio de esta actividad. Si se dibujan
muchas de estas circunferencias con centro en la circunferencia original y radio r 2, ¿qué
obtendremos?. La figura W.30 sugiere la respuesta. Tenemos un conjunto infinito de
circunferencias que están emparentadas entre sí por dos aspectos: sus centros están en la
circunferencia dada y sus radios son iguales. Parece natural llamar a este conjunto familia
de circunferencias con las características antes mencionadas.

Figura W.29 Figura W.30 Figura W.31

En W.31 hemos dibujado dos circunferencias concéntricas con la circunferencia


de radio r1. ¿Cuáles son sus radios?. La externa tiene radio r1 + r2 y la interna, r1 – r2. Es
evidente que cada punto de la circunferencia de radio r 1 + r2 es un punto de tangencia con
337

una y sólo una circunferencia de la familia. Lo mismo podemos decir de cada punto de la
circunferencia de radio r1 – r2. Se dice que las circunferencias concéntricas de radios
r1 + r2 y r1 – r2 constituyen la envolvente de la familia de circunferencias de radio r2 y
centro en la circunferencia de radio r1. Interesante, la denominación de envolvente
también es muy natural, ¿verdad?.

Otros ejemplos. En la figura W.32 mostramos cinco miembros de la familia de


circunferencias cuyos centros se encuentran en una circunferencia dada y que pasan por
un punto fijo P de la circunferencia dada. En W.33, hemos trazado más integrantes de
esta familia. ¿Cuál es su envolvente?. Es una curva hermosísima llamada cardiode por su
semejanza con la forma de un corazón (figura W.34).

Figura W.32 Figura W.33 Figura W.34

En la figura W.35 tenemos algunos miembros de la familia de circunferencias


cuyo centro está en una circunferencia dada y que son tangentes a un diámetro fijo de la
circunferencia dada. En W.36 se muestra un buen número de integrantes de esta familia y
en W.37 tenemos la respectiva envolvente: la curva llamada nefroide (por su semejanza
con la forma de un riñón).

Figura W.35 Figura W.36 Figura W.37

Si consideramos la familia de las rectas de Wallace correspondientes a los puntos


de la circunferencia circunscrita a un triángulo dado, ¿cuál es la envolvente de esta
familia?. El matemático suizo Jakob Steiner (1.796 – 1.863) demostró en 1.856 que se
trata de una curva llamada tricúspide o deltoide. En la figura W.38 se muestra una
deltoide de Steiner.
338

Figura W. 38
339

XIONG QUANZHI
(CHUAN-CHIH HSIUNG)
CAPÍTULO 24
Shefong (China) 15 – 02 – 1.915
Needham (EEUU) 06 – 05 – 2.009
XIONG QUANZHI Y LOS
TANGRAMAS CONVEXOS

“Las matemáticas se refieren únicamente a


la enumeración y la comparación de
relaciones”
Carl Gauss
(matemático alemán, 1.777 – 1855

En la figura se muestra las siete piezas de uno de los rompecabezas más populares de
todos los tiempos. Un rompecabezas que ha servido no sólo como entretenimiento, sino
también como un valioso recurso didáctico para la enseñanza de algunos contenidos
matemáticos en distintas etapas escolares. Sus piezas no presentan las típicas
concavidades ni los sinuosos bordes que exhiben las de la mayoría de los rompecabezas.
Son siete regiones poligonales convexas, correspondientes a cinco triángulos
isorrectángulos que hemos denotado por T 1, T2, T3, T4 y T5 y dos paralelogramos, C1 y
C2, de los cuales destacamos que el primero tiene un ángulo de 45° y que el segundo es un
cuadrado. Estas regiones guardan entre sí relaciones métricas invariantes, tal como se
muestra en la figura: la medida de los catetos de T 1 es la medida de la hipotenusa de T3,
la medida de los catetos de T4 es la mitad de la medida de los catetos de T 1, etc.,
etc.,…(el lector puede encontrar las demás relaciones). Este rompecabezas se conoce con
el nombre de Tangram. Se puede formar cientos de figuras con él (llamadas tangramas),
pero ¿cuántas de éstas son convexas?. El matemático chino Xiong Quanzhi (con la
colaboración de su coterráneo Fu Traing Wang) dio la respuesta a esta pregunta en el
artículo A theorem on the Tangram (Un teorema sobre el Tangram), publicado en
Mathematical Monthly (vol. 49, 1.942). En este capítulo veremos cómo Xiong Quanzhi
halló todos los tangramas convexos mediante la solución de ciertas ecuaciones
diofánticas.
340

A) LA TABLA DE LA SABIDURÍA

Le invitamos a realizar la siguiente actividad: dibuje un cuadrado y denote sus


vértices con las letras A, B, C y D, como se muestra en la figura X.1. Trace la diagonal
y el segmento , siendo E y F los puntos medios de y , respectivamente
(figura X.2). Ahora, marque los siguientes puntos: G, punto medio de ; H, punto
medio de ; J, punto medio de ; K, punto medio de (figura X.3). Finalmente,
trace los segmentos , , y . Su dibujo ha de ser semejante al que se muestra
en la figura X.4. Todas estas construcciones se pueden hacer con regla y compás
(manualmente o con un software). Si ahora realizamos cortes por los segmentos que
hemos trazado, obtendremos, como vemos en la figura X.5, cinco piezas triangulares,
correspondientes a los triángulos ADG (pieza T1), DGC (pieza T2), EBF (pieza T3),
AHE (pieza T4) y GJK (pieza T5); así como también piezas cuadrangulares,
correspondientes a los cuadriláteros HEKG (pieza C1) y CFKJ (pieza C2).

Figura X.1 Figura X.2 Figura X.3

Figura X.4 Figura X.5

Las siete piezas así construidas conforman un Tangram, un rompecabezas


originario de China. No existe consenso acerca de la etimología de la palabra Tangram,
pero se sabe que, en chino, este rompecabezas se llama Tabla de la Sabiduría o Tabla de
341

los Siete Elementos. Se desconoce quién lo inventó y la fecha de su aparición es


imprecisa. Se presume que en el siglo XIX ya circulaban en China algunos libros sobre el
Tangram. Estos textos presentan dos partes: en la primera, se propone la construcción de
figuras que pueden armarse con las siete piezas del Tangram, cada una de las cuales se
identifica con una palabra o signo y, en la segunda, se da la solución a los ejercicios
propuestos en la parte anterior.

La primera publicación europea dedicada a este rompecabezas estaba escrita en


alemán y data de 1.805. Su título se traduce como Nuevo rompecabezas chino para
niños, con 24 grabados y en orden alfabético. Antes de 1.820, el rompecabezas chino ya
había adquirido una notable popularidad no sólo en Alemania, sino en Austria, Francia,
Italia, Inglaterra y hasta había cruzado el Atlántico llegando a América. Con el tiempo, el
catálogo de figuras que pueden formarse con el Tangram, llamadas tangramas, se ha ido
ampliando y diversificando. En la figura X.6 mostramos sólo algunas, tomadas de El
Tangram, juego de formas chino, cuyo autor es Joost Elffers (1.989). Observamos desde
figuras humanas en distintas posiciones: caminando en distintos tipos de pasos (incluso de
puntillas), corriendo, saltando,…, hasta objetos diversos: embarcaciones (tripuladas o no),
edificios, lámparas, piezas de ajedrez; una variadas fauna que incluye gallos, gatos,
camellos, jirafas, buitres, murciélagos, tiburones, ballenas,…
342

Figura X.6

Es importante destacar que desde su popularización, en el siglo XIX, el Tangram


fue valorado como recurso didáctico para la enseñanza de la matemática. En 1.818 se
publicó en el Leipziger Magazin für Industrie el artículo titulado Nuevas demostraciones
Matemáticas de Euclides explicadas y aplicadas a la mentalidad de la juventud, sin otros
instrumentos matemáticos que las piezas triangulares conocidas comúnmente por el
rompecabezas chino. El autor de este artículo se llamaba M. Williams y era maestro de
escuela. A principios del siglo XX, los dos famosos expertos en puzzles y acertijos,
Samuel Loyd (norteamericano, 1.841 – 1.911) y Henry Dudeney (inglés, 1.857 – 1.930)
también dieron sus aportes a la divulgación del Tangram mediante libros y columnas en
periódicos.
Sigamos, ahora, con la exploración de las propiedades geométricas de cada uno
de los siete elementos de la tabla de la sabiduría. En la figura X.7 hemos agrupado de
nuevo las piezas que mostramos separadas en la figura X.5 y sombreamos las regiones
triangulares T1 y T2. Nótese que
(1) AD = DC ya que ABCD es un cuadrado
(2) GA = GC porque G es el punto medio de
(3) DG = DG propiedad reflexiva de la igualdad

De (1), (2), (3) y criterio de congruencia LLL, se concluye que los triángulos
ADG y CDG son congruentes.

Por ser partes correspondientes de triángulos congruentes, tenemos que los


ángulos DGA y DGC son congruentes. Pero, por construcción, son suplementarios.
En consecuencia, los ángulos DGA y DGC son ángulos rectos. Por otra parte,
mDAG = mDCG = 45°, ya que es una diagonal del cuadrado ABCD. Se sigue
que mADG = mCDG = 45° (justifique). Luego, los triángulos ADG y CDG
343

son isorrectángulos. Pasemos ahora a la pieza T 3, delimitada por el triángulo EBF; la


vemos sombreada en la figura X.8. Como E y F son puntos medios de los lados y
, respectivamente, tenemos que BE = BF. Por tanto, los ángulos EFB y FEB son
congruentes, por ser ángulos opuestos a lados congruentes de un triángulo. Además, por
ser ABCD un cuadrado, el ángulo EBF es recto. Así, EBF es un triángulo
isorrectángulo, con ángulo recto en el vértice B.

Figura X.7 Figura X.8

Ahora bien, el triángulo ADC es isorrectángulo con ángulo recto en el vértice


D. Por criterio de semejanza AAA, los triángulos EBF y ADC son semejantes.
Luego,

Como AD = 2 EB, se tiene que 

Por ser G el punto medio de , tenemos que . En


consecuencia, EF = AG = GC y la hipotenusa del EBF tiene la misma medida que los
catetos de los triángulos DGC y DGC. Es decir, los lados más cortos de las piezas T 1
y T2 tienen la misma medida que el lado más largo de T 3. Otras relaciones métricas que
son importantes resaltar son
AH = HG = GJ = JC = FK = KE (4) (¿por qué?).

Describamos, ahora, la pieza C2, sombreada en la figura X.9, delimitada por el


cuadrilátero CFKJ. Observemos que mJCF = mKFB (ambos miden 45°). Luego,
los segmentos y son paralelos y, de (4), sabemos que son congruentes. En
consecuencia, CFKJ es un paralelogramo (recordemos que si dos lados de un
cuadrilátero son paralelos y congruentes, entonces el cuadrilátero es un paralelogramo) y
podemos asegurar que JK = CF = FB = AE y que mJCF = mJKF = 45°, mCJK =
mCFK = 135°, Nótese que los lados más largos del CFKJ son congruentes con los
344

catetos de T3. Les corresponde el turno a las piezas T 4 y T5, sombreadas en la figura
X.10, delimitadas por los triángulos AHE y JGK, respectivamente. Nótese que:

5) GJ = HA
6) JK = AE
7) mGJK = mHAE (ambos miden 45°)

De (5), (6), (7) y criterio de congruencia LAL, los triángulos GJK y HAE
son congruentes. El lector no tendrá dificultad en probar que también son
isorrectángulos. Destacamos que la hipotenusa de T 4 (y de T5) es congruente con los
catetos de T3. Además, T4 y T5 son semejantes a T1 y T2 , siendo la razón de
proporcionalidad.

¿Falta analizar alguna pieza?. Sí, la C1, delimitada por el cuadrilátero HEKG.
Dejamos como ejercicio al lector demostrar que este cuadrilátero es un cuadrado.

En la figura X.12, presentamos las siete piezas reorganizadas y, a manera de


resumen, en cada una de ellas hemos destacado algunos aspectos relacionados con las
medidas de sus ángulos y de sus lados. Sobre los lados que tienen la misma medida (es
decir, que son congruentes) se ha colocado una misma marca: un par de segmentos, un
segmento o un arco. Los lados marcados con dos segmentos miden el doble que los
marcados con sólo uno. Los marcados con un arco tienen como medida el producto de
y la medida de los lados marcados con un segmento (el teorema de Pitágoras sustenta
esta afirmación).
345

Si L es la medida del lado del cuadrado ABCD a partir del cual se construye
el Tangram, entonces las medidas de los lados de las distintas regiones poligonales, así
como los perímetros y las áreas se pueden determinar en función de L y son las que se
muestran en las siguientes tablas:
Tabla 1
Región Medida de los Medida de la Perímetro Área
catetos hipotenusa
T1 L L L2
T2 L L L2
T3 L L L2

T4 L L L2

T5 L L L2

Tabla 2
Región Medida de los lados Perímetro Área
C1 L L2
C2 L y L L2
346

Ya estamos familiarizados con el Tangram. Ahora trataremos el punto principal


de este capítulo, el cual es hallar la respuesta a la siguiente pregunta:

B) ¿CUÁNTOS TANGRAMAS CONVEXOS EXISTEN?

El matemático chino Xiong Quanzhi (1.915 – 2.009), protagonista de este


capítulo, es conocido también como Chuan-Chih Hsiung. Realizó notables trabajos en
geometría diferencial, que es el estudio de la geometría con las herramientas del análisis
matemático. Entre sus publicaciones más importantes podemos mencionar A First Course
in Differential Geometry (1.981), Almost complex and complex structures (1.995) y el
libro Selected Papers of Chuan – Chin Hsiung (2.001), el cual es una compilación de
unos 64 artículos desarrollados individualmente o con la colaboración de otros colegas.
Estos Artículos Seleccionados tratan sobre temas de geometría diferencial y entre títulos
que denominan abstractos trabajos sobre superficies y curvas n - dimensionales, esferas
riemannianas, problemas de Minkowski en superficies con frontera, se destaca uno muy
sencillo: A theorem on the Tangram (Un teorema sobre el Tangram), escrito junto con Fu
Traing Wang. El breve artículo apareció en el volumen 49 de Mathematical Monthly
(noviembre de 1.942) extendiéndose desde la página 596 hasta la 599, sin otro dibujo que
el de un cuadrado formado con las siete piezas del Tangram. En la introducción, Xiong
señala que con estas siete piezas pueden armarse muchas figuras y que es natural
preguntarse cuántos polígonos convexos pueden construirse con el Tangram. A
continuación, veremos cómo se obtiene la respuesta a esta pregunta. Como disponemos
de espacio, daremos detalles y haremos varias figuras que ilustrarán las distintas etapas de
la solución (Xiong expresa al final del artículo que por razones de espacio no podía
incluirlas). Advertencia: no nos debemos sorprender de que ciertas ecuaciones diofánticas
proporcionen la clave para la solución de este problema eminentemente geométrico.

Comencemos recordando lo que es un polígono convexo. Se dice que un


polígono es convexo si al trazar la recta que contenga a cualquiera de sus lados, todos los
puntos (excepto, los de ese lado) están en un mismo semiplano respecto a dicha recta. Por
ejemplo, el polígono de la figura X.13 es convexo. En cambio, el polígono de la figura
X.14 no es convexo porque al trazar la recta que contiene al lado , los puntos del
polígono no están en el mismo semiplano respecto a la recta . Las siete piezas del
Tangram pueden adosarse para formar un cuadrado, tal cual apreciamos en la figura X.4.
Y como un cuadrado es un polígono convexo, podemos asegurar que existe, al menos, un
tangrama convexo.
347

Figura X.13 Figura X.14

En el artículo antes citado, Xiong comienza destacando que las piezas del
Tangram se pueden dividir de tal manera que se obtengan 16 triángulos isorrectángulos y
congruentes, como se muestra en la figura X.15. Por conveniencia, denomina lados
racionales a los catetos de estos triángulos y lado irracional a la hipotenusa.

Figura X.15

A continuación, señala el procedimiento a seguir: hallar todos los polígonos


convexos que pueden construirse con estos 16 triángulos isorrectángulos congruentes y
luego descartar aquellas construcciones imposibles con el Tangram. Con este propósito,
establece cuatro lemas. A continuación enunciaremos y demostraremos cada uno de ellos.
Es recomendable que el lector haga con cartón o papel su juego de 16 triángulos
isorrectángulos congruentes para que realice las construcciones que se van señalando en
algunas de las demostraciones.

Lema 1 Si 16 triángulos isorrectángulos y congruentes se combinan para formar un


polígono convexo, entonces el lado racional de cualquiera de estos triángulos no puede
estar adosado a un lado irracional de otro de los triángulos.
Demostración:
Supongamos que de los 16 triángulos dados, dos de ellos, denotados por ABC y
A´B´C´, están colocados de tal manera que el lado irracional del A´B´C´ es
vecino del lado racional del ABC. Sin pérdida de generalidad, supongamos que A
y A´ coinciden (figura X.16). En este caso, al menos otro par de los triángulos dados,
denotados por DEF y D´E´F´, es tal que el lado racional del D´E´F´ colinda
con el lado irracional del DEF , teniendo que D coincide con B, D´ coincide con
C´ y E´ coincide con F (Figura X.17). Para completar la región correspondiente al
348

interior del ángulo CDE o al interior del ángulo B´D´F´ con uno o más de los
triángulos dados, la situación en la que un lado racional de un triángulo colinde con el
lado irracional de otro ocurrirá de nuevo, como se muestra en la figura X.18. Y una vez
completadas estas regiones, se repetirá de nuevo la coincidencia de lados racionales con
lados irracionales. Por tener una cantidad finita de triángulos, el proceso concluirá tras un
número finito de pasos y se observa que el polígono así formado no es convexo. Esto
prueba el lema.

Figura X.16 Figura X.17

Figura X.18
349

Lema 2 Si 16 triángulos isorrectángulos congruentes se combinan para formar un


polígono convexo, entonces los lados del polígono están formados por lados del mismo
tipo: racional o irracional. Si un lado del polígono está formado por lados racionales de
los triángulos se dirá que es un lado racional del polígono y si un lado del polígono está
formado por lados irracionales de los triángulos se dirá que es un lado irracional del
polígono. En general, los lados racionales e irracionales del polígono se alternan. Si un
ángulo del polígono es un ángulo recto, ambos lados adyacentes son racionales o
irracionales.
Demostración:
Sea un lado de un polígono formado con los 16 triángulos isorrectángulos
congruentes. Luego, sin pérdida de generalidad, existe un triángulo ABC, tal que A
coincide con P y uno de los lados del ABC está contenido en . Se presentan dos
casos:
Caso 1 El lado racional del ABC está contenido en . En este caso, debe
existir un A´B´C´, cuyo lado irracional es y colocado de tal manera que B
coincida con B´, C coincida con C´, como se muestra en la figura X.19. Si coincide
con , tenemos que está formado por lados del mismo tipo, en este caso, dos lados
racionales. Si no coincide con , entonces deben existir tres triángulos colocados
como indica la figura X.20, coincidiendo lados irracionales con lados irracionales como
establece el lema 1. Vemos que un lado racional de uno de los tres triángulos está
“alineado” con . Si ya se ha completado , entonces este lado del polígono está
formado por tres lados racionales. Si no, se repite el mismo razonamiento, obteniéndose
la misma conclusión (el proceso concluye, pues tenemos un número finito de triángulos).

Figura X.19 Figura X.20

Caso 2 El lado irracional del ABC está contenido en . Aplicando de nuevo el


lema 1, concluimos que el lado del polígono está formado por lados irracionales
(figura X.21). El lector puede completar el argumento.
350

Figura X.21

Ya hemos probado que cada lado de un polígono construido con 16 triángulos


isorrectángulos congruentes dados está formado por lados del mismo tipo: racionales o
irracionales. Veamos, ahora, que si un ángulo del polígono es un ángulo recto, ambos
lados de este ángulo son racionales o ambos son irracionales. Como los ángulos de los
triángulos dados miden 45° y 90° y, por el lema 1 lados racionales no pueden ser vecinos
de lados irracionales, existen exactamente tres maneras de formar un ángulo recto en un
vértice A del polígono:
1) con un solo triángulo (figura X.22). En este caso los lados del ángulo recto son ambos
racionales.
2) con dos triángulos colocados de tal manera que sus hipotenusas coincidan (figura
X.23). Los lados de este ángulo son ambos racionales.
3) con dos triángulos colocados de tal manera que coincidan un cateto de uno con un
cateto del otro (figura X.24). En este caso, los lados son ambos irracionales.

Figura X.22 Figura X.23 Figura X.24

Por otra parte, si un ángulo del polígono convexo formado con los 16 triángulos
isorrectángulos congruentes dados mide 45°, entonces los lados de este ángulo son de
distinta naturaleza, racional uno e irracional el otro (figura X.25). Lo mismo ocurre si un
ángulo de dicho polígono mide 135° (en la figura X.26 mostramos una de las formas de
construir un ángulo de 135° con los triángulos dados, ¿existen otras?). El lector puede
comprobar los otros casos y completar la demostración.
351

Figura X.25 Figura X.26

Lema 3 Si 16 triángulos isorrectángulos congruentes dados se combinan para formar un


polígono convexo, entonces el polígono tiene a lo sumo ocho lados.
Demostración:
Supongamos que el polígono convexo tiene n lados. Sabemos que la suma S de las
medidas de los ángulos internos de un polígono convexo de n lados es S = (n – 2)180°
(1). Por otra parte, como el polígono tiene tantos ángulos como lados y la máxima medida
de sus ángulos es 135°, se cumple que S ≤ 135°n (2). De (1) y (2): (n – 2)1 0° ≤
135°n. Nótese que:

(n – 2)1 0° ≤ 135°n  180n – 360 ≤ 135n  45n ≤ 360  n ≤ .

Como consecuencia de los lemas 2 y 3 y del hecho que los ángulos internos de
un polígono convexo construido con 16 triángulos isorrectángulos congruentes sólo
admiten las medidas 45°, 90° y 135°, se tiene el

Lema 4 Si 16 triángulos isorrectángulos congruentes dados se combinan para formar un


polígono convexo, entonces este polígono puede ser inscrito en un rectángulo de tal
manera que todos los lados racionales o todos los lados irracionales están contenidos en el
rectángulo.
Demostración
Queda como ejercicio.

C) EL TEOREMA DE XIONG SOBRE EL TANGRAM

Fundamentados en los cuatro lemas que discutimos en la sección anterior, Xiong


Quanzhi, con la colaboración de Fu Traing Wang, demuestra el siguiente teorema:

Existen exactamente trece tangramas convexos


352

Demostración
Con el propósito de demostrar el teorema, se determinará primero todos los
polígonos convexos que pueden construirse con los 16 triángulos isorrectángulos
congruentes. Denotemos por l la medida de los lados racionales de estos triángulos.
Luego, el lado irracional (hipotenusa) mide l.
Supongamos que hemos formado un polígono convexo con los 16 triángulos
dados. Por lema 2, sabemos que este polígono tiene a lo sumo 8 lados. Destacamos que
no hay pérdida de generalidad si iniciamos la demostración a partir del supuesto de que el
polígono construido es un octágono (se introducirán ciertos parámetros cuyas variaciones
darán lugar a los demás posibles polígonos). Denotemos los vértices del octágono con las
letras A, B, C, D, E, F, G , H. Por los lemas 2 y 4, podemos asumir que todos sus lados
racionales , , y están contenidos en los lados , , y ,
respectivamente, del rectángulo PQRS (figura X.27). Los lados , , y
son irracionales y la medida de cada uno de ellos es el producto de un entero y l.
Supongamos que las medidas de , , y son a l, b l, c l, d l,
respectivamente, siendo a, b, c, d enteros no negativos. Nótese que AB = a l y que
AP = PB (¿por qué?). Luego, = = l2. Por tanto, AP = PB = a l. Es fácil
probar que CQ = QD = b l, ER = RF = c l y GS = SH = d l. Como , , y
son lados racionales, cada uno de ellos tiene por medida el producto de un entero y l.
Luego, existen enteros positivos x y y, tales que PQ = x l y QR = y l. En la figura
X.28 se muestran las respectivas medidas.

Sin pérdida de generalidad, supongamos que x ≤ y. Nótese que a l + b l ≤ x l.


Como l es un número positivo, podemos cancelarlo en la desigualdad anterior y
obtenemos que a + b ≤ x. Nótese que esta última, es una desigualdad entre números
enteros. De manera análoga, se llega a probar que c + d ≤ x, b + c ≤ y y a + d ≤ y.

Figura X.27 Figura X.28


353

Ahora bien, el área del rectángulo PQRS es la suma del área del polígono
ABCDEFGH y las de los triángulos APB, CQD, ERF y GSH. El área del
rectángulo es xyl2, la del polígono es 8l2 y las de los triángulos son l2, l2, l2

y l2 , respectivamente. Luego,

8l2 + l2 + l2 + l2 + l2 = xyl2  8+ + + + = xy

 16 + + + + = 2xy
 + + + = 2xy – 16

Procederemos a determinar las soluciones enteras no negativas de la ecuación

+ + + = 2xy – 16 (1)

que satisfagan las desigualdades

(2) , con x ≤ y

Para ello, estudiaremos dos casos: x = y y x < y. En cada uno de estos casos
se tendrá que analizar otros (hemos modificado el orden de los casos, con respecto a
como los presenta Xiong en su artículo)

Caso 1: x = y

Sustituyendo y por x en (1) y en (2), obtenemos


+ + + = 2x2 – 16 (3)
(4)

Caso 1.1 Nótese que si a = b = c = d = 0, de (3) se tendría que 2x2 – 16 = 0, de donde x


= . Como el valor de x no es entero positivo, no puede ser que a, b, c y d sean todos
iguales a cero.
Caso 1.2 Supongamos que son todos distintos de cero. Por ser enteros positivos, sabemos
que a  1, b  1, c  1, d  1. Se afirma que

a2 + b2 ≤ (x – 1)2 + 1 (5) y c2 + d2 ≤ (x – 1)2 + 1 (6)

En efecto, como a  1 y b  1, se tiene que a – 1  0 y b – 1  0. El producto de


enteros no negativos es un entero no negativo. Luego, (a – 1) (b – 1)  0. Aplicando la
propiedad distributiva de la multiplicación respecto a la adición, llegamos a que
354

ab – a – b + 1  0. Multiplicando por 2 y sumando a2 + b2, obtenemos la siguiente


desigualdad: a2 + b2 + 2ab – 2a – 2b + 2  a2 + b2. Por tanto,

(a2 + 2ab + b2) – 2(a + b) + 1 + 1  a2 + b2

Nótese que a2 + 2ab + b2 es un trinomio cuadrado perfecto y es igual a (a + b)2. Luego,


la desigualdad anterior implica la siguiente:

(a + b)2 – 2(a + b) + 1 + 1  a2 + b2

Observe la expresión entre corchetes. ¡Es otro trinomio cuadrado perfecto!. Se factoriza
como (a + b – 1)2. Llegamos a que (a + b – 1)2 + 1  a2 + b2. Así,

a2 + b2 ≤ (a + b – 1)2 + 1 (7)

Por otra parte, la primera desigualdad de (4) establece que a + b ≤ x. Así,

a+b–1≤ x–1

Como a  1 y b  1, tenemos la garantía que a + b – 1 es un número positivo. Podemos


elevar al cuadrado ambos miembros de la desigualdad anterior y obtendremos una
desigualdad válida, a la que sumaremos 1 en cada miembro, obteniendo

(a + b – 1)2 + 1 ≤ (x – 1)2 + 1 (8)

De (7) y ( ), aplicando la propiedad transitiva de la relación ≤, llegamos a

a2 + b2 ≤ (x – 1)2 + 1

que es la desigualdad (5). Análogamente, se prueba la desigualdad (6). Luego,

a2 + b2 + c2 + d2 ≤ 2(x – 1)2 + 2 Sumando desigualdades (5) y (6)


 2x2 – 16 ≤ 2(x – 1)2 + 2 Por la ecuación (1)
 2x2 – 16 ≤ 2x2 – 4x + 4
 4x ≤ 20
 x ≤ 5 (9)

Ya hemos acotado superiormente los valores de x, en el caso de que a  1, b  1, c  1,


d  1. Ahora bien, 4 ≤ a2 + b2 + c2 + d2. De donde, 4 ≤ 2x2 – 16. Dejamos al lector los
cálculos que siguen, indicando que se obtiene que 4 ≤ x (10). Finalmente, de (9) y
(10), sabemos que 4 ≤ x ≤ 5, siendo x entero. Estudiemos los distintos valores de x y
sus respectivos valores de a, b, c y d.
355

Si x = 4, entonces

Por simple inspección, obtenemos la solución a = b = c = d = 2. (11)

Si x = 5, entonces

En este caso existen las siguientes soluciones:

a = 4, b = 1, c = 4, d = 1 o a = 1, b = 4, c = 1, d = 4 (12)

¿Cómo se interpretan estas soluciones?. Tomemos como unidad de medida la


longitud l de los catetos de los triángulos isorrectángulos congruentes dados. El hecho
de que y = x = 4 y a = b = c = d = 2 significa que el rectángulo PQRS es un cuadrado
de lado 4 (recuerde que la unidad de longitud es l). Como a = b = c = d = 2 = x, los
puntos A y H coinciden con el punto medio del lado , B y C coinciden con el
punto medio del lado , D y E con el punto medio de , G y F con el punto medio
de . Es decir, el polígono convexo es un cuadrilátero, específicamente, un cuadrado,
como vemos en la figura X.29. ¿Lo reconoce?. Claro, es nada más y nada menos que la
tabla de la sabiduría, polígono que se puede formar con las siete piezas del Tangram
(figura X.30). Esta solución conduce a uno de los trece polígonos convexos que pueden
construirse con el rompecabezas chino. Llevamos uno.

Veamos cómo se interpretan las soluciones obtenidas en el otro caso. El


rectángulo PQRS es un cuadrado de lado x = 5, siendo l la unidad de longitud, y a =
4, b = 1, c = 4, d = 1. La figura X.31 muestra el polígono convexo. Sin embargo, este
polígono no puede formarse con las siete piezas del Tangram. En efecto, en la figura X.32
se muestra un intento fallido de construcción, en el cual se han ubicado seis de las siete
piezas y la séptima (el paralelogramo que no es cuadrado) no completa el triángulo en
blanco. El lector puede corroborar que otras disposiciones también fallan, de manera que
esta solución se descarta. La otra solución x = 5 y a = 1, b = 4, c = 1, d = 4 también
queda descartada por la misma razón.
356

Figura X.29 Figura X.30

Figura X.31 Figura X.32

Ya consideramos dos situaciones extremas con respecto a las variables a, b, c y


d: todas iguales a cero y todas distintas a cero. Vemos otras posibilidades.

Caso 1.3 Supongamos que exactamente tres de estas variables son nulas. Sin pérdida de
generalidad, sean a = b = c = 0 y d ≠ 0. Por ser d entero positivo, se tiene que 1 ≤ d.
De una de las desigualdades (4) y por ser c = 0, d ≤ x. Luego, 1 ≤ d 2 ≤ x2. De (3) y
por ser a = b = c = 0, tenemos d2 = 2x2 – 16. En consecuencia, 1 ≤ 2x2 – 16 ≤ x2.
Resolviendo este sistema de desigualdades, resulta que 3 ≤ x ≤ 4.

Si x = 3, entonces d2 = 2, con lo cual d no es un entero. Se descarta esta


solución.

Si x = 4, entonces d2 = 16, de donde d = 4. La representación geométrica de


esta solución se muestra en la figura X.33. Nótese que, en este caso, el polígono convexo
construido con los 16 triángulos isorrectángulos congruentes dados es el triángulo PQR,
357

isorrectángulo también. Este polígono se puede construir con las siete piezas del
Tangram, como se muestra en la figura X.34. Ya llevamos dos de los trece.

Figura X.33 Figura X.34

Caso 1.4 ¿Qué ocurre si exactamente dos de las variables a, b, c y d son nulas?.
Debemos considerar dos posibilidades: la primera, que a = b = 0, c ≠ 0 y d ≠ 0 ; la
segunda, que b = d = 0, a ≠ 0 y c ≠ 0 (el lector puede comprobar que cualquier otra
combinación de dos variables nulas y dos no nulas es equivalente, ya sea por reflexión o
rotación, a alguna de estas dos).

Determinemos la solución del caso a = b = 0, c ≠ 0 y d ≠ 0. Como a = b = 0, de (1)


y de las desigualdades (4), tenemos que

c2 + d2 = 2x2 – 16 (13) , c ≤ x y d ≤ x

Nótese que si c = x, entonces d = 0, lo cual es falso. Si d = x, entonces c = 0, lo cual


tampoco es verdad. De manera que c < x y d < x. Nótese que por ser c y x enteros,
la desigualdad c < x implica que c ≤ x – 1. Por ser c positivo, podemos asegurar que
c2 ≤ (x – 1)2.

De la misma manera se prueba que d2 ≤ (x – 1)2. Así, c2 + d2 ≤ 2(x – 1)2 y por (13),
tenemos que 2x2 – 16 ≤ 2(x – 1)2. Al resolver esta inecuación, resulta que x ≤ 4. Por
otra parte, 2 ≤ c2 + d2 ≤ 2x2 – 16 implica que 3 ≤ x.

Si x = 3, entonces c2 + d2 = 2. La solución es c = d = 1. En la figura X.35


tenemos la representación gráfica correspondiente: se trata del hexágono PQEFGH con
dos ángulos rectos consecutivos y cuatro ángulos de 135°, consecutivos también. Este
polígono convexo puede construirse con las siete piezas del Tangram, como se ve en la
figura X.36. Van tres de trece.
358

Si x = 4, entonces c2 + d2 = 16. El lector puede verificar que no existe un par de


enteros positivos que satisfaga esta igualdad.

Del caso b = d = 0, a ≠ 0 y c ≠ 0 se obtienen dos soluciones. Una de ellas es:


x = 3, a = c = 1, cuya representación geométrica vemos en la figura X.37. Es el hexágono
ABQEFS, también con dos ángulos rectos y cuatro ángulos de 135°, pero no están en la
misma secuencia que en el hexágono del caso anterior: observe que los ángulos rectos son
opuestos. La construcción de este hexágono con las siete piezas del Tangram se ilustra en
la figura X.38. ¿Cuántos llevamos?. Cuatro de trece.

Figura X.35 Figura X.36

Figura X.37 Figura X.38

La otra solución del caso b = d = 0, a ≠ 0 y c ≠ 0 es x = 5, a = 5 y c = 3.


Esta solución representa un polígono que no puede ser construido con las siete piezas del
Tangram.

Caso 1.5 En este caso supondremos que exactamente una de las variables a, b, c, d es
nula. Dejamos este caso como ejercicio, señalando que no se obtiene de éste ninguno de
los trece tangramas convexos.
359

Caso 2 x<y

Ahora estudiaremos las soluciones de la ecuación

+ + + = 2xy – 16 (1)

que satisfagan las desigualdades


(2) , pero para x < y.

Caso 2.1 Nótese que si x = 1, entonces a + b ≤ 1. Por tanto,

a=b=0 ó a=1 y b=0 ó a=0yb=1

Análogamente, como c + d ≤ 1, entonces


c=d=0 ó c=1 y d=0 ó c=0yd=1
Al combinar los distintos valores se llega a las soluciones que se muestran en la siguiente
tabla:
x y a b c d
1 8 0 0 0 0
1 9 1 0 1 0
1 9 1 0 0 1

Ninguna de estas soluciones conduce a algún polígono convexo que pueda formarse con
las siete piezas del tangram.

Caso 2.2 x<y,5<y,x2

Se afirma que como x < y , 5 < y y x  2, entonces se cumple que x(y + 1) > x2 + 9
(14) En efecto, como y > 5 y y es entero, tenemos la seguridad que y + 1  7. Nótese
que:

Si x = 2, x(y + 1)  14 y x2 + 9 = 13.
Si x = 3, x(y + 1)  21 y x2 + 9 = 18.
Si x = 4, x(y + 1)  28 y x2 + 9 = 25.
Ahora, si x  5, entonces

≤  ≤ <2  x+ <x+2 (15) (justifique los pasos anteriores)


360

Ahora bien, como x y y son enteros tales que x < y, se tiene que x + 1 ≤ y. En
consecuencia,
x + 2 ≤ y + 1 (16).

De (15) y (16) , x + < y + 1. Multiplicando esta última desigualdad por x


(recuerde que x es positivo), obtenemos que x2 + 9 < x (y + 1). Hemos demostrado la
expresión (14), para cualesquiera enteros x y y tales que x < y , 5 < y y x  2.
Nótese que
x2 + 9 < x(y + 1)  2x2 + 18 < 2xy + 2x

 2x2 – 2x < 2xy – 18

 2x2 – 2x +2 < 2xy – 16

 (x – 1)2 + 1 + x2 < 2xy – 16 (17)

Por otra parte, c2 + d2 ≤ (c + d)2 ≤ x2 (18) (por una de las desigualdades (2)). Luego,

+ + + ≤ + + x2 Por (18)
 2xy – 16 ≤ + + x2 Por (1)
 (x – 1)2 + 1 + x2 < + + x2 Por (17)
 (x – 1)2 + 1 < + (19)

Como x  2, el miembro izquierdo de (19) es mayor o igual que 2. Luego, a y b


no pueden ser ambos iguales a cero. ¿Podremos suponer que a ≠ 0 y b ≠ 0 ?. Tampoco,
porque si ambos son no nulos, se cumple que + ≤ (x – 1)2 + 1 (desigualdad (5),
demostrada en el caso 1.2). Así, necesariamente uno de estos enteros es distinto de cero y
el otro debe ser cero. Dejamos ahora que el lector continúe con el análisis de este caso. A
continuación, le damos una tabla que resume las soluciones, indicando cuáles conducen a
tangramas convexos.

x y a b c d ¿Representa un tangrama convexo?


2 6 2 0 2 0 Paralelogramo con un ángulo de 45° (figura X.39)
2 6 2 0 0 2 Trapecio isósceles (figura X.40)
4 6 4 0 4 0 No
8 9 8 0 8 0 No
361

Figura X.39

Figura X.40
Ya tenemos seis de los trece tangramas convexos. Del siguiente caso,
provendrán los siete que faltan.

Caso 2.3 x < y, y ≤ 5.


Como y es entero y menor que seis, se prueba cada uno de los valores enteros de x, y,
a, b, c, d directamente, verificando si satisfacen la ecuación (1) y las condiciones (2). Se
obtienen las siguientes soluciones:

x y a b c d Figura
3 5 3 0 1 2 X. 41
3 5 3 0 2 1 X.42
2 5 1 1 1 1 X.43
2 5 2 0 0 0 X.44
3 4 2 0 2 0 X.45
3 4 2 0 0 2 X.46
2 4 0 0 0 0 X.47
362

Figura X.41

Figura X.42

Figura X.43
363

Figura X.44

Figura X.45

Figura X.46
364

Figura X.47

Esta demostración ha sido una maravillosa oportunidad para revisar algunas


propiedades relativas a la relación de orden en el conjunto de los números enteros y
establecer desigualdades que nos permitieran resolver las ecuaciones diofánticas
planteadas. Además, repasamos muchas propiedades sobre polígonos convexos. En la
determinación de los tangramas convexos tuvimos que tomar decisiones, en el sentido de
descartar aquellas soluciones que satisfacían las condiciones algebraicas, pero no las
geométricas, inherentes a las piezas del Tangram.

En resumen, los trece tangramas convexos son:

 Un triángulo isorrectángulo (figura X.34)


 Seis cuadriláteros:
un trapecio isósceles (figura X.40);
dos trapecios con dos ángulos rectos (figuras X.41 y X.44);
un paralelogramo con un ángulo de 45° (figura X.39);
un rectángulo con lados en la proporción 2:1 (figura X.47);
un cuadrado (figura X.30)
 Dos pentágonos:
uno con un ángulo recto y uno agudo (figura X.42)
y el otro con dos ángulos rectos y uno agudo (figura X.46)
 Cuatro hexágonos: todos con dos ángulos rectos y cuatro obtusos, en
distintas secuencias (figuras X.36, X.38, X.43, X.45).
365

YANG HUI
Qiantang (China) 1.238 (¿?)
China 1.298 (¿?)
YANG HUI Y
LOS DIAGRAMAS DE NÚMEROS
(CUADRADOS Y CÍRCULOS MÁGICOS)

“Un buen rompecabezas debe exigir el ejercicio de


nuestro ingenio y aunque un conocimiento de
matemáticas y de lógica sea a menudo de gran utilidad en
la solución de éstos, a veces resulta que una especie de
astucia y sagacidad natural son de valor considerable”
Henry Dudeney
(experto en acertijos inglés, 1.857 – 1.930)

Sobre estas líneas se muestran tres distintas formas de disponer números enteros
consecutivos de una manera especial. A la izquierda, tenemos un cuadrado dividido en
dieciséis casillas congruentes, en las que se han escrito los números desde 1 hasta 16 de
tal forma que la suma de los números de cada fila, de cada columna y de las dos
diagonales es 34. Al centro, tenemos un hexagrama formado por doce triángulos
equiláteros. Cada una de las seis flechas señala un grupo de cinco triángulos. En los seis
grupos, la suma de los cinco números es igual a 32. A la derecha, tenemos un elegante e
ingenioso engranaje de siete circunferencias. Con cada una de ellas se asocia cinco
números: cuatro de ellos ubicados en la circunferencia (en las direcciones de los cuatro
puntos cardinales) y el quinto, en su centro. Nótese que un mismo número puede ocupar
el centro de una circunferencia y, a la vez, estar en otra; también, un mismo número
puede pertenecer a dos circunferencias distintas. Invitamos al lector a calcular la suma de
los cinco números asociados a cada una de las siete circunferencias. ¿Se obtiene el mismo
resultado?. Este tipo de disposiciones de números suelen adjetivarse “mágicos”:
cuadrados mágicos, hexagramas mágicos, círculos mágicos. En algunas culturas se le
atribuían propiedades místicas. Pero, para el matemático chino Yang Hui, estudioso de
los cuadrados mágicos y creador de los círculos mágicos, la magia de semejantes
disposiciones numéricas está en la riqueza de sus propiedades aritméticas.
366

A) EL MÁS ANTIGUO DE LOS CLÁSICOS DE LA MATEMÁTICA


RECREATIVA

Según una leyenda china, hacia el año 2.200 a. C., el emperador Yu el Grande se
encontraba a orillas del río Lo realizando ceremonias rituales para ganar el auspicio de los
dioses (los constantes desbordamientos de este río afectaban la agricultura de la región).
Dudaba sobre la cantidad de ofrendas que se requerían para el ritual, cuando vió salir del
río una tortuga con un caparazón muy particular, como se muestra en la figura Y.1. Yu el
Grande observó los puntos sobre el caparazón de la tortuga y se percató de que
representaban números (figura Y.2). Si sumaba los que estaban dispuestos
horizontalmente (2, 9, 4; 7, 5, 3 ; 6, 1, 8) obtenía como resultado 15. Si sumaba los que
estaban dispuestos verticalmente (2, 7, 6; 9, 5, 1; 4, 3, 8) también obtenía 15. Los
números colocados en las diagonales también suman 15. Yu el Grande tomó este curioso
hecho como la respuesta a sus dudas: debía preparar quince ofrendas. Dicho arreglo de
números se denominó Lo Shu (escrito del río Lo). Esta leyenda relata el descubrimiento
en China del primer cuadrado mágico e imprime cierto carácter místico a las
disposiciones numéricas de este tipo. Este carácter prevaleció también en culturas como
la egipcia, la india y la árabe, quienes las usaban como talismanes o amuletos.

Figura Y.1 Figura Y.2

Definamos formalmente lo que se entiende por cuadrado mágico. Un cuadrado


mágico de orden n es un arreglo de n2 números dispuestos en n filas y en n columnas con
la propiedad de que al sumar los números de cualquier fila, de cualquier columna o de
cualquiera de las dos diagonales se obtiene siempre el mismo resultado, el cual recibe el
nombre de constante mágica. La disposición de números que se muestra en la figura Y.2
es un cuadrado mágico de orden 3 y su constante mágica es 15. En la figura Y.3 tenemos
un cuadrado mágico de orden 3 y uno de orden 4. Nótese que el de orden 3 contienen los
números enteros desde 6 hasta 14, mientras que el de orden 4 está constituido por los
primeros quince múltiplos positivos de 3. ¿Cuál es la constante mágica de cada uno de
ellos?.
367

Figura Y.3

Si los números que conforman un cuadrado mágico de orden n son los primeros
n2 enteros positivos, se dice que el cuadrado mágico es normal y su constante mágica es
k = (dejamos al lector la demostración de esta fórmula). El Lo Shu es un
cuadrado mágico normal, mientras que ninguno de los dados en la figura Y.3 lo es.
Se considera que dos cuadrados mágicos de orden n son equivalentes si uno de ellos se
puede obtener del otro por una rotación o por una reflexión.

La definición de cuadrados mágicos equivalentes nos brinda una magnífica


oportunidad de repasar las simetrías del cuadrado, esto es, aquellas rotaciones y
reflexiones que podemos aplicar a un cuadrado para que coincida consigo mismo. Estas
son:
 las rotaciones de 90°, 180°, 270° y 360° en cualquiera de los dos
sentidos (horario o antihorario), siempre que el centro de la rotación
sea el centro del cuadrado (punto de intersección de las diagonales).
 las reflexiones cuyos ejes de simetría son las diagonales y las
mediatrices de los lados (ver figura Y.4).

Figura Y.4

Veamos ahora ejemplos (y no ejemplos) de cuadrados equivalentes.


Consideremos los cuadrados mágicos de orden 4 que se muestran en la figura Y.5, los
cuales hemos denotado por Cuadrado A, Cuadrado B, Cuadrado C y Cuadrado D.
368

Figura Y.5

Si aplicamos al cuadrado A una rotación de 90° en el sentido positivo


(antihorario) teniendo como centro de rotación el centro del cuadrado, obtenemos el
cuadrado B. Por definición, los cuadrados A y B son equivalentes. Si al cuadrado B le
aplicamos una reflexión cuyo eje de simetría sea la diagonal secundaria (la que une el
vértice superior derecho con el vértice inferior izquierdo), resulta el cuadrado C. Por
tanto, los cuadrados B y C son equivalentes. ¿Son equivalentes los cuadrados A y C?.
Observe, ¿qué rotación o reflexión debemos aplicar a uno de ellos para obtener el otro?.
¡Exacto!, la reflexión de eje horizontal aplicada a cualquiera de los dos cuadrados da
como resultado el otro. Concluimos que los cuadrados A y C son equivalentes. Ahora
bien, el lector puede observar que si al cuadrado D le aplicamos las rotaciones y
reflexiones listadas anteriormente, nunca obtendremos el cuadrado A, ni el B, ni el C. En
consecuencia, los cuadrados A y D no son equivalentes; tampoco lo son los cuadrados B
y D, ni los cuadrados C y D.

Si dos cuadrados mágicos son equivalentes, entonces son esencialmente el


mismo cuadrado mágico, aunque en apariencia difieran. ¿Extraño?. No, ya hemos
manejado situaciones como esta anteriormente. Por ejemplo, las fracciones y , en
apariencia diferentes, son equivalentes ya que el producto del numerador de la primera y
el denominador de la segunda es igual al producto del denominador de la primera y el
numerador de la segunda (6 . 3 = 9 . 2). Por eso, podemos escribir = .

Uno de los primeros matemáticos que trató el tema de los cuadrados mágicos dejando
de lado el aspecto místico y destacando el aspecto matemático fue Yang Hui (1.238 –
1.298). De hecho, él se refiere a ellos como diagramas horizontales – verticales de
números y los presenta con el objetivo de despertar en las personas el interés por los
números. Yang Hui es autor de una buena cantidad de libros de texto. A continuación
damos una lista de algunos de ellos, indicando el año de su publicación:

- Xiangjie jiuzhang suanfa (Detallado Análisis de los Métodos Matemáticos en


“Los Nueve Capítulos del Arte Matemático”) (1.261)
- Riyong suan fa (Métodos de Cálculo para la vida diaria) (1.262)
369

- Cheng Chu Tong Bian Ben Mo (Alfa y Omega de variaciones sobre


multiplicación y división) (1.274)
- Xugu zhaiqi suan fa (Continuación de los antiguos métodos matemáticos)
(1.275)
- Tian mu bi lei cheng chu jie fa (Reglas prácticas de aritmética) (1.275)

En la obra Xugu Zhaiqi Suanfa, Yang Hui hace su exposición sobre los diagramas
horizontales – verticales de números (cuadrados mágicos) presentando uno de orden 3,
dos de orden 4, dos de orden 5, dos de orden 6, dos de orden 7, dos de orden 8, uno de
orden 9 y uno de orden 10. El cuadrado mágico de orden 3 expuesto por Yang Hui es el
Lo Shu. En la figura Y.6 mostramos uno de los dos cuadrados mágicos de orden 4 dado
por Yang Hui (en la segunda sección de este capítulo veremos el otro). En la figura Y.7
tenemos uno de los dos cuadrados mágicos de orden 5 que aparece en el Xugu Zhaiqi
Suanfa. Este cuadrado es normal, al igual que el de la figura Y.6, pero, además, tiene una
propiedad especial: el cuadrado central (cuyos bordes destacamos) es también un
cuadrado mágico (no normal) cuya constante mágica es 39. Uno de los cuadrados
mágicos de Yang Hui de orden 6 es el de la figura Y.8, mientras que en la figura Y.9 está
uno de los de orden 7. Por cierto, este también tiene una propiedad curiosa: contiene un
cuadrado mágico de orden 5 (cuya constante mágica es 125) y en el interior de éste se
tiene un cuadrado mágico de orden 3 (constante mágica 75).

Figura Y.6 Figura Y.7 Figura Y.8 Figura Y.9

Yang Hui explica la construcción de cuadrados mágicos de orden 3 y 4


solamente. A continuación, comentaremos el método que da para el de orden 3.
Escribamos los números del 1 al 9 en diagonales, en forma descendente, como se ve en la
figura Y.10. Intercambiemos los números 1 y 9 y los números 3 y 7 (figura Y.11).
Desplacemos los números 2, 4, 6 y 8 de manera que se formen la primera y la tercera
columnas del cuadrado (figura Y.12). Ahora, desplacemos los números 9 y 1 para
completar el cuadrado, como se ve en la figura Y.12. Nótese que el cuadrado obtenido es
mágico y se trata del Lo Shu.
370

Figura Y.10 Figura Y.11 Figura Y.12 Figura Y.13

¿Es el Lo Shu el único cuadrado mágico normal de orden 3?. Veamos.


Supongamos que tenemos un cuadrado mágico normal de orden 3 y que denotamos con
las letras a, b, c, d, e, f, g, h, i a los números que ocupan sus filas, donde cada letra
representa un dígito positivo (figura Y.14). Resaltamos el hecho de que letras distintas
representan números distintos. La constente mágica de este cuadrado es k = =

= 15.
Por definición de cuadrado mágico tenemos que
b + e + h = 15 (1)
d + e + f = 15 (2)
a + e + i = 15 (3)
c + e + g = 15 (4)

Sumando miembro a miembro estas cuatro igualdades y asociando de manera


conveniente los sumandos del miembro izquierdo, obtenemos:

(a + b + c + d + e + f + g + h + i ) +3e = 60

Nótese que a + b + c + d + e + f + g + h + i es la suma de los primeros nueve


números enteros positivos, la cual es 45. En consecuencia,

45 + 3e = 60  3e = 15  e = 5

Ya tenemos el valor de una de las incógnitas. Nuesto cuadrado tiene ahora la


apariencia que se muestra en la figura Y.15.

Figura Y.14 Figura Y.15

Sustituyendo e = 5 en las ecuaciones (1), (2), (3) y (4), obtenemos


371

b + h = 10
d + f = 10
a + i = 10
c + g = 10

¿Cuáles son los pares de números enteros positivos cuya suma es 10?. Son: 1 y
9; 2 y 8; 3 y 7; 4 y 6. Estos números deberán ubicarse en casillas diametralmente
opuestas. Ahora bien, ¿puede ubicarse 1 y 9 en vértices del cuadrado?. Veamos.
Supongamos que a = 1 y que i = 9. Nótese que

 si b = 3, entonces c = 15 – 1 – 3 = 9, lo cual no es posible porque c ≠ i


= 9.
 si c = 3, entonces f = 15 – 9 – 3 = 3, lo cual no es posible porque c ≠
f.
 si f = 3, entonces c = 15 – 9 – 3 = 3, imposible porque c ≠ f .
 si d = 3, entonces g = 15 – 1 – 3 = 9. Se descarta ya que g ≠ i = 9.
 si g = 3, entonces d = 15 – 1 – 3 = 9. Se descarta pues d ≠ i = 9.
 si h = 3, entonces g = 15 – 9 – 3 = 3. Se descarta pues g ≠ h.

En consecuencia, si colocamos los números 1 y 9 en vértices opuestos del


cuadrado (ya sea que a = 1 e i = 9 o a = 9 e i = 1 o c = 1 y g = 9 o c = 9 y g =
1), entonces no podemos ubicar el número 3 en casilla alguna. Por tanto, 1 y 9 sólo
pueden ocupar casillas centrales en la primera y en la tercera filas o en la primera y en la
tercera columna, como se muestra en los cuadrados de la figura Y.16.

Figura Y.16

El lector podrá ahora continuar el razonamiento para ubicar las posiciones


correspondientes de los números 2, 3, 4, 6, 7 y 8. Obtendrá los ocho cuadrados mágicos
que se muestran en la figura Y.17
372

Figura Y.17

¿Alguno de los cuadrados de la figura Y.17 es el Lo Shu?. Sí, el cuadrado F.


Apliquemos al cuadrado F las cuatro rotaciones (convengamos en tomar el sentido
antihorario para las mismas) y las cuatro reflexiones que constituyen las simetrías del
cuadrado. La siguiente tabla muestra los resultados:

Simetría que se aplica a F Cuadrado que se obtiene Observación


Rotación de 90° H F y H son equivalentes
Rotación de 180° E F y E son equivalentes
Rotación de 270° G F y G son equivalentes
Rotación de 360° F F y F son equivalentes
Reflexión eje horizontal A F y A son equivalentes
Reflexión eje horizontal B F y B son equivalentes
Reflexión diagonal principal D F y D son equivalentes
Reflexión diagonal secundaria C F y C son equivalentes

¿Recuerda, estimado lector, que cuando dos cuadrados mágicos son


equivalentes, entonces son esencialmente el mismo cuadrado mágico?. Los resultados
obtenidos y expuestos en la tabla nos conducen a la conclusión de que el Lo Shu es el
único cuadrado mágico normal de orden 3.

Cerramos esta sección comentando que existe un único cuadrado mágico normal
de orden 1, a saber el cuadrado de una sola casilla ocupada por el número 1 y
que no existen cuadrados mágicos normales de orden 2 (le invitamos a demostrar esta
afirmación).
373

B) ¿CUÁNTOS CUADRADOS MÁGICOS NORMALES DE ORDEN 4 EXISTEN?

Ya hemos visto que existe un único cuadrado mágico normal de orden 1 y un


único cuadrado mágico normal de orden 3. Además, afirmamos que no existen cuadrados
mágicos normales de orden 2. Por cierto, ¿ya lo demostró?. En esta sección nos
dedicaremos a los cuadrados mágicos normales de orden 4. Nótese que la constante

mágica de estos cuadrados es k = = = 34. La figura Y.6 ilustra uno


de los cuadrados mágicos de orden 4 que aparecen en el Xugu Zhaiqi Suanfa de Yang
Hui. A continuación construiremos otro, siguiendo el método dado por el matemático
chino. Escribamos en un arreglo de cuatro filas y cuatro columnas los números del 1 al
16, como se ve en la figura Y.18. Intercambiemos los números que están en vértices
opuestos: 1 y 16 intercambian posiciones, así como 4 y 13 (figura Y.19). Luego,
intercambian posiciones los números que se encuentran en los vértices del cuadrado
central: 6 y 11, 10 y 7 (figura Y.20). Fácilmente, se puede comprobar que el
cuadrado resultante tras estos intercambios es un cuadrado mágico (normal) y que no es
equivalente al primer cuadrado mágico dado por Yang Hui, el de la figura Y.6. Tenemos
ya dos cuadrados mágicos normales de orden 4 que son distintos. ¿Existirán otros?. De
hecho sí, muchos más.

Figura Y.18 Figura Y.19 Figura Y.20

A continuación daremos a conocer dos cuadrados mágicos de orden 4 tan


famosos que hasta nombres propios tienen. Situada a 24° 51´ N y a 79° 55´ E, a unos
620 kilómetros de la capital de la India, Nueva Dehli, se encuentra una pequeña localidad
llamada Khajuraho. En Khajuraho se encuentra un impresionante complejo de
monumentos y templos dedicados a distintas divinidades. En 1.986 fue declarada por la
UNESCO patrimonio de la humanidad. En uno de los templos de Khajuraho se encuentra
grabado el cuadrado mágico de orden 4 que se muestra en la figura Y.21, el cual se
denomina Chautisa Yantra. Observe el lector que el Chautisa Yantra no es equivalente a
los cuadrados mágicos dados por Yang Hui. De la India pasemos ahora a Alemania y en
lugar de un templo, es una obra pictórica la que nos ofrece un cuadrado mágico normal de
orden 4. En el grabado Melancolía del artista del Renacimiento alemán Albert Durero
(1.471 – 1.528) se representa una escena cuyo personaje principal es una persona alada,
sentada en actitud meditabunda. Un delgadísimo perro le hace compañía. A su alrededor,
una diversidad de objetos: herramientas de carpintería desordenadas en el piso; un
374

poliedro truncado y una esfera a su lado, una escalera al fondo. De una pared cuelgan una
balanza, un reloj de arena y una campana. En esa pared está grabado el cuadrado mágico
que mostramos en la figura Y.22. Por razones obvias, se denomina Cuadrado Mágico de
Durero y se considera que es el primero que aparece en las artes europeas. La obra fue
realizada en el año 1.514 y, curiosamente, los dos número centrales de la tercera fila son
15 y 14. El Cuadrado Mágico de Durero y el Chautisa Yantra no son equivalentes.
Tampoco lo son los de Yang Hui con el de Durero. Ahora tenemos cuatro cuadrado
mágicos normales de orden 4.

Figura Y.21 Figura Y.22

Antes de responder la pregunta que da título a esta sección, le proponemos al


lector que sume los números que ocupan los vértices de cada uno de los cuadrados
mágicos de Yang Hui, así como los de los vértices del Chautisa Yantra y que haga lo
propio con el de Durero. ¿Qué obtuvo?. La constante mágica, ¿verdad?. Ahora, sume los
cuatro números que conforman, en cada uno de ellos, el cuadrado central. ¡Sorprendente!,
el mismo resultado anterior. Ahora, para cada uno de los cuatro cuadrados, sume los dos
números centrales de la primera fila y los dos números centrales de la cuarta fila. ¿Qué
resultado arroja la suma de estas sumas?. ¿Qué pasa si hacemos algo análogo con los dos
números centrales de la primera columna y los dos números centrales de la cuarta
columna?. Se obtienen siempre el mismo resultado: 34, la constante mágica. Esto ya
parece ser un patrón, ¿verdad?. En las figuras Y.23, Y.24, Y.25 y Y.26 mostramos unos
cuadrados divididos en dieciséis casillas congruentes, en los cuales hemos sombreado
aquéllas que están ocupadas por números cuyas sumas son la constante mágica, al menos
en los cuatro cuadrados mágicos dados. ¿Cómo podemos demostrar que esta propiedad
se cumple también para otros cuadrados mágicos normales de orden 4?. Supongamos que
tenemos un cuadrado mágico normal de orden 4 y que denotamos con las letras A, B, C,
D, E, F, G, H, I, J, K, L, M , N, P y Q a los números que ocupan sus filas, donde letras
distintas representan números distintos (figura Y.27).

Figura Y.23 Figura Y.24 Figura Y.25 Figura Y.26 Figura Y.27
375

Queremos probar las siguientes igualdades : A+D+M+Q = 34


F+G+K+ J = 34
B+C+N+P = 34
E+ I +H+L = 34

Nótese que A + B + C + D = B + F + J + N. Por tanto, A + C + D = F + J + N (1)


Además, M + N + P + Q = C + G + K + P. Así, M + N + Q = C + G + K (2)

De (1) y (2), se sigue que : (A + C + D) + (M + N + Q) = (F + J + N) + (C + G + K ).


De donde, A + D + M + Q = F + G + K + J (3)

Por otra parte, F + K = 34 – (A + Q) (4) y G + J = 34 – (D + M) (5)

De (4) y (5):

(F + K) + (G + J) = 68 – ( A + Q) – (D + M)  F + G + K + J = 68 – ( A + D + M + Q)
(6)

Sustituyendo (3) en (6): F + G + K + J = 68 – (F + G + K + J)

 2 (F + G + K + J) = 68  F + G + K + J = 34 (7)

De (7) en (3) : A + D + M + Q = 34 (8)

Ya hemos demostrado dos de las cuatro igualdades de nuestra tesis. Dejamos que
el lector complete la demostración y pruebe que
B + C + N + P = 34 y E + I + H + L = 34.

Además, en todo cuadrado mágico de orden 4 se cumple también que:

A+D=N+P ; E+H=J+K ; A+Q=G+J;


A+B+E+F=C+D+G+H; I+J+M+N =K+L+P+Q

En 1.693 se publicó póstumamente el tratado Des quarrez ou tables magiques,


del matemático aficionado Bernard Frenicle de Bessy (francés, 1.605 – 1.675). En esta
obra, Frenicle describe los cuadrados mágicos de orden 4, dando el total de 880. Sí,
ochocientos ochenta. Algo más de doscientos años después, el experto en acertijos,
376

Henry Dudeney (inglés, 1.857 – 1.930) realiza una clasificación exhaustiva de los
cuadrados mágicos normales de orden 4, obteniendo la misma cantidad que Frenicle.

La clasificación de Dudeney se fundamenta en la ubicación, en el cuadrado, de


los pares de números complementarios. ¿A qué se refiere esto?. Un par de números
complementarios de un cuadrado mágico de orden n está constituido por dos enteros
positivos cuya suma sea n2 + 1. Por ejemplo, para n = 3, los pares complementarios son
parejas de números enteros positivos que sumen 3 2 + 1 = 10, tales como 1 y 9; 2 y 8, 3 y
7; 4 y 6. Para n = 4, los pares complementarios suman 4 2 + 1 = 17. Algunos pares
complementarios en este caso son: 1 y 16; 2 y 15; 3 y 14, etc. La clasificación de
Dudeney establece doce grupos de cuadrados mágicos normales de orden 4. Para
esquematizarlos, se dibuja una cuadrícula 4x4 y se unen mediante arcos o segmentos las
casillas que contienen pares complementarios. Por ejemplo, en la figura Y.28 mostramos
el Chautisa Yantra en el cual hemos conectado mediante arcos los pares de números que
suman 17. Lo mismo hicimos con el Cuadrado Mágico de Durero (figura Y.29). En la
figura Y.30 tenemos el esquema de los doce grupos de Dudeney. Concluimos que el
Chautisa Yantra pertenece al grupo I, mientras que el Cuadrado Mágico de Durero
pertenece al grupo III. ¿A cuáles grupos pertenecen los dos cuadrados mágicos de orden 4
dados por Yang Hui?.

Figura Y.28 Figura Y.29

Grupo I Grupo II Grupo III Grupo IV


377

Grupo V Grupo VI Grupo VII Grupo VIII

Grupo IX Grupo X Grupo XI Grupo XII

Figura Y.30

C) LOS CÍRCULOS MÁGICOS DE YANG HUI

Los textos de Yang Hui son la primera referencia que se tiene sobre los círculos
mágicos. Uno de ellos es el que expusimos en la presentación del capítulo (el elegante e
ingenioso engranaje de siete circunferencias) que reproducimos en la figura Y.31. Nótese
que con cada una de las circunferencias se asocia cinco números: cuatro de ellos ubicados
en la circunferencia (en las direcciones de los cuatro puntos cardinales) y el quinto, en su
centro. Sumemos los cinco números correspondientes

Circunferencia A: 19 + 21 + 2 + 18 + 5 = 65
Circunferencia B: 14 + 6 + 23 + 17 + 5 = 65
Circunferencia C: 20 + 1 + 24 + 15 + 5 = 65
Circunferencia D: 19 + 12 + 20 + 8 + 6 = 65
Circunferencia E: 4 + 21 + 16 + 1 + 23 = 65
Circunferencia F: 24 + 9 + 2 + 13 + 17 = 65
Circunferencia G: 7 + 15 + 11 + 18 + 14 = 65
378

Figura Y.31

Otra de las disposiciones circulares de Yang Hui es la que vemos en la figura Y.32.
Está constituida por cuatro circunferencias concéntricas intersecadas por cuatro diámetros
de la circunferencia de mayor radio. Se destacan, de esta manera, treinta y tres puntos: el
centro de las circunferencias y los treinta y dos puntos de corte de los diámetros y las
circunferencias. Se colocan en estos puntos los números del 1 al 33 de tal manera que

 la suma de los números colocados en los diámetros es 147.


 la suma de los números de cada circunferencia y el del centro es 147.
 la suma de los números en cada uno de los ocho radios, sin incluir el número del
centro es 69.
 La suma de los ocho números de cada circunferencia es 138 = 2 x 69

Figura Y.32
379

ZENODORUS
Atenas (Grecia) 200 a.C. CAPÍTULO 26
(Grecia) 140
a.C. ZENODORUS Y LAS FIGURAS
ISOPERIMÉTRICAS

“Uno de los primeros y principales deberes de un


profesor es no dar a sus estudiantes la impresión de que
los problemas matemáticos tienen poca conexión entre sí
y ninguna conexión en absoluto con otra cosa. Tenemos
una oportunidad natural para investigar las conexiones
de un problema al mirar hacia atrás en su solución”.

George Pólya (matemático húngaro, 1.887 – 1885)

A B C D

El polígono A es una estrella de seis puntas: tiene doce lados congruentes y sus ángulos
agudos miden 30°. Se construyó tomando como guía un hexágono regular. Luego,
algunos lados de A se reflejaron con respecto a los lados del hexágono y se construyeron
los polígonos B, C y D. Invitamos al lector a descubrir cómo se construyeron estos
polígonos y a demostrar que son isoperimétricos, es decir que sus perímetros son iguales.
Pero, ¿son iguales sus áreas?. Evidentemente, no. Es fácil demostrar que el área del
polígono A es la menor de las cuatro áreas, en tanto que el área del polígono D es la
mayor. Las áreas de los polígonos B y C sí son iguales. El estudio de las figuras (no
necesariamente polígonos) de igual perímetro se denomina isoperimetría y ha ocupado a
los matemáticos desde la antigüedad. Uno de los primeros tratados sobre este tema lo
escribió el matemático griego Zenodorus. Se titula Sobre figuras isoperimétricas. El
tratado está perdido, pero conocemos su existencia gracias a los comentarios que sobre él
reseñaron Pappus y Theón en sus obras. En este capítulo veremos algunos aspectos de los
trabajos de Zenodorus, no sin antes relatar la curiosa leyenda en que se envuelve el
problema isoperimétrico más famoso de todos los tiempos: el llamado problema de Dido.
380

A) EL PROBLEMA DE DIDO Y ALGUNAS VARIACIONES SOBRE EL


MISMO TEMA

En 1.979, la UNESCO declaró patrimonio de la humanidad un sitio arqueológico


ubicado a 36° 51´ N y 10° 19´ E. Se trata de las ruinas de Cartago, cerca de la ciudad de
Túnez, en el norte de África. Según algunas leyendas, Cartago fue fundada por la reina
fenicia Dido, alrededor del año 820 antes de nuestra era. Dido (o Elisa de Tiro) es uno
de los personajes de La Eneida, obra en la que el poeta romano Virgilio (70 a.C. – 19
a.C.) narra la vida del héroe troyano Eneas. Lo interesante es que las leyendas de la
fundación de Cartago se mencionan en la literatura matemática relacionada con
problemas de optimización. A continuación veremos por qué. Se sabe que Dido era una
princesa del reino de Tiro (una próspera ciudad y puerto fenicio de la antigüedad) y que
estaba casada con Siqueo, un rico sacerdote. El hermano de Dido, el rey Pigmaleón,
asesinó a Siqueo para apoderarse de sus posesiones. Ante estas circunstancias y
temiendo por su vida, Dido escapa llevándose consigo las riquezas de su esposo.
Acompañada por un grupo de nobles leales, se embarca en busca de otras tierras y llega al
norte de África. Allí negocia con los nativos la compra de un terreno para establecerse,
para fundar una ciudad. Le propusieron un trato a todas luces desventajoso para ella: se le
permitía ocupar sólo el terreno que pudiera abarcar con la piel de un buey. Sin embargo,
Dido supo sacar el máximo provecho de la situación: ordenó cortar la piel del buey en
tiras tan delgadas como fuese posible y, al atarlas, obtuvo una cuerda de longitud
considerable. Entonces, usando esta cuerda, Dido delimitó el terreno que tuviera la mayor
área posible. Tan acertada fue la solución que Dido halló a su problema que logró hacerse
de una extensión de tierra lo suficientemente grande como para fundar Qart Hadašt,
nombre que, en fenicio, significa Ciudad Nueva. Qart Hadašt es la ciudad de la
antigüedad que conocemos como Cartago, la cual llegó a contar con un importante puerto
en el Mediterráneo y se convirtió en la capital de un imperio que en los siguientes dos
siglos dominó prácticamente toda la costa norte de África, parte de la península Ibérica y
varias islas cercanas a la península Itálica (entre ellas, Sicilia).

Antes de dar la solución que, según las leyendas, encontró nuestra princesa,
exploraremos algunos casos particulares. Conviene advertir que en nuestra exploración
aplicaremos algunas herramientas algebraicas y geométricas de las cuales disponemos
actualmente y que no conocían los matemáticos de la época de Dido. Una vez que
internalicemos el problema y veamos la solución (más bien, las dos versiones de la
solución), procederemos a comentar la forma en que los matemáticos de la antigüedad,
ingeniosa y admirablemente, abordaron este tipo de problemas.

Veamos el trasfondo matemático de la leyenda de la fundación de Cartago.


Introduzcamos la siguiente notación: sea L la longitud de la cuerda elaborada con la piel
del buey. Si suponemos que la reina no utilizó ningún accidente del terreno como frontera
(por ejemplo, una montaña o una costa), entonces el problema de Dido consiste en
381

determinar la curva cerrada de perímetro dado L que delimite la figura que tenga la
mayor área posible. Nótese que, para cada número real positivo L, existen infinitas
figuras que tienen perímetro L. Las figuras que tienen perímetros iguales se denominan
isoperimétricas (isos: igual y perímetro: medida del contorno). Supongamos que el
terreno que delimitó Dido fue un cuadrilátero; un rectángulo, específicamente, como
son la mayoría de los lotes de terreno. Al ser un rectángulo, ¿podría tratarse de un
cuadrado?. En la figura Z.1 se muestra el rectángulo ABCD (no necesariamente
cuadrado) y el cuadrado EFGH, ambos de perímetro L. Aparentemente, el cuadrado
tiene mayor área que el rectángulo. Probemos que realmente es así.

En el rectángulo ABCD, supongamos que AD = BC = x. Como el perímetro


de este polígono es L, entonces AB = CD = . Como el perímetro del cuadrado
EFGH es L, entonces EF = FG = GH = HE = . El área del ABCD depende de x

y es S(x) = . En tanto que el área del EFGH es . Nótese que la variable x


debe ser un número real positivo (porque es la medida de un lado del rectángulo).
Además, x debe ser menor que , pues de lo contrario tendríamos:

x   2x  L  0  L – 2x  0  AB

con lo cual la longitud del lado AB sería negativa o cero (absurdo).

Figura Z.1

La pregunta es: ¿ existe algún valor de x de manera que S(x) sea mayor que
?. Supongamos que sí existe dicho número x. En consecuencia,

S(x) >  >


 8(L – 2x) x > L2
 + 8Lx – 16x2 > L2
 0 > L2 – 8Lx + 16x2
 0 > (L – 4x)2
382

Hemos obtenido que cero es mayor que el cuadrado de un número. Eso es


absurdo. ¿Por qué obtuvimos este absurdo?. Por suponer que existía algún número x de
manera que S(x) fuese mayor que . ¿Qué podemos concluir?. Que dados un
rectángulo y un cuadrado isoperimétricos, el área del cuadrado es mayor o igual que el
área del rectángulo.

Sigamos explorando. En la figura Z.2 se muestra diez polígonos regulares


isoperimétricos: desde un triángulo equilátero hasta un dodecágono. Como el perímetro
L es fijo y el número de lados aumenta, tenemos que la longitud del lado va
disminuyendo. Aparentemente, el área de cada polígono parece ser menor que la del que
le sigue. Comparemos las áreas de algunos de estos polígonos regulares. Ya sabemos que
el área del cuadrado es . Denotémosla por A4.

Figura Z.2

Para calcular el área del triángulo equilátero, podemos aplicar la fórmula de


Herón. Recordemos que si las medidas de los lados de un triángulo son a, b y c, entonces
el área es del triángulo es , siendo s el semiperímetro del
triángulo. En este caso, el semiperímetro s es y a=b=c= . Luego, denotando
por A3 el área del triángulo equilátero de perímetro L, tenemos que:

A3 = = = =

Al racionalizar y simplificar el resultado obtenido, nos queda que


A3 = = L2

Entre L2 y , ¿cuál es mayor ?. Nótese que ambos números tienen en

común el factor constante L2. Así que debemos comparar los números y .
383

Como  0, 0481125 y = 0, 0625, se concluye que A3 < A4. Luego, dados un


triángulo equilátero y un cuadrado isoperimétricos, el área del cuadrado es mayor que el
área del triángulo equilátero.

Pasemos al pentágono regular de perímetro L. ¿Cómo calculamos su área?.


Tracemos las mediatrices de dos de sus lados. Sea O el punto de intersección de estas
rectas. Este punto es el centro del pentágono regular (también es el centro de la
circunferencia circunscrita a este polígono, como se ve en la figura Z.3). Al unir el punto
O con los vértices del pentágono, obtenemos cinco triángulos congruentes (figura Z.4).
Nótese que cada uno de estos triángulos es isósceles y sus bases miden . El área del
pentágono es la suma de las áreas de estos cinco triángulos. De manera que la clave para
calcular el área del pentágono regular es calcular el área de uno de estos triángulos.

Figura Z.3 Figura Z.4

Sea uno de los lados del pentágono regular. Como el perímetro del
pentágono es L y cada lado tiene la misma medida, se tiene que AB = . Consideremos
el triángulo OAB. Como lo comentamos antes, este triángulo es isósceles, con OA =
OB. Tracemos la altura correspondiente al vértice O, el segmento , según se
muestra en la figura Z.5. ¿Cómo podemos determinar la medida h de la altura del
triángulo OAB ?. Nótese que AP = PB = . Por otra parte, cada ángulo interno del
pentágono regular mide 108° (recuerde que en un polígono regular de n lados, la
medida de cada ángulo interno es ). En consecuencia, la medida del ángulo
OAP es 54° (¿por qué?). Luego, en el triángulo rectángulo OAP, se tiene que
tan 54° =

Esto es, h = AP tan 54° = tan 54° (figura Z.6) . Por tanto, el área del
triángulo OAB es

(OAB) = = = L2.
384

Figura Z.5 Figura Z.6

Tenemos que A5 = 5 (OAB) = 5 L2 = L2.

Nótese que  0, 068819 > . En consecuencia, A5 es mayor


que A4. Se concluye que, dados un cuadrado y un pentágono regular isoperimétricos, el
área del pentágono es mayor que el área del cuadrado. Queda como ejercicio para el
lector calcular las áreas de los demás polígonos. Puede hallar una fórmula al generalizar
el procedimiento que hemos seguido al calcular el área del pentágono regular. En la
siguiente tabla se resumen los resultados. Al compararlos, vemos que a mayor número de
lados se tiene mayor área. Podemos conjeturar que, dados n polígonos regulares
isoperimétricos, el de mayor área es el que tiene el mayor número de lados. Más adelante
demostraremos esta proposición.

Polígono regular de Área An – An – 1 , n > 4


perímetro L
Triángulo equilátero A3 = L2  0,0481125 L2 ------------

Cuadrado A4 = L2 = 0,0625 L2 0,014388 L2


Pentágono A5 = L2  0,068819 L2 0,006319 L2
Hexágono A6 = L2  0,072169 L2 0,003350 L2
Heptágono 0,001992 L2
A7 = L2  0,074161 L2
Octágono 0,001283 L2
A8 = L2  0,075444 L2
Eneágono A9 = L2  0,076319 L2 0,000875 L2
Decágono A10 = L2  0,076942 L2 0,000623 L2
Endecágono 0,000460 L2
A11 = L2  0,077402 L2
Dodecágono A12 = L2  0,077751 L2 0,000349 L2
385

Finalmente, hagamos otra comparación entre áreas de figuras isoperimétricas,


pero esta vez involucremos círculos. En la figura Z.7 hemos representado un triángulo
equilátero, un cuadrado, un pentágono regular y un hexágono regular y sus respectivas
circunferencias isoperimétricas, trazadas de manera que el centro de cada polígono es el
centro de la respectiva circunferencia. . Parece que el área del círculo es mayor que la de
los polígonos regulares isoperimétricos que hemos considerado. Hagamos algunos
cálculos: el radio r de una circunferencia de longitud L es r = . Por tanto, el área del

círculo correspondiente es (verifique este resultado). Como  0,079577 L2,


vemos que el área del círculo efectivamente es mayor que las áreas de los cuatro
polígonos regulares e isoperimétricos representados en la figura Z.7. De hecho, es mayor
que el área del dodecágono de perímetro L (sugerimos consultar la tabla resumen de las
áreas). La pregunta es: el área del círculo de longitud L ¿es mayor que el área de
cualquier polígono regular de perímetro L ?. Otra conjetura más por estudiar.
Adelantamos que la respuesta es afirmativa.

Figura Z.7

Dejaremos hasta aquí nuestra exploración, nuestra breve introducción a la


isoperimetría (estudio de figuras isoperimétricas). Fue una gran oportunidad para
recordar ciertas propiedades geométricas de algunas figuras, así como también para
practicar algo sobre planteamiento y resolución de inecuaciones, trigonometría,
radicación, números racionales e irracionales y sus aproximaciones decimales,...
Recapitulando, hemos comparado:

 las áreas de dos rectángulos isoperimétricos, uno de ellos cuadrado


 las áreas de algunos polígonos regulares isoperimétricos entre sí
 las áreas de algunos polígonos regulares con la del círculo isoperimétrico
correspondiente.

Ahora, volvamos a Dido y su problema. Si nuestra reina delimitó una curva


cerrada con la cuerda de longitud L, entonces, para encerrar la figura con la mayor área
posible, debió considerar una circunferencia de longitud L. Sin embargo, una de las
versiones de la leyenda relata que Dido aprovechó la costa del mar y, tomando dos puntos
A y B en el litoral, encerró un semicírculo de longitud L y diámetro AB (ver figura
386

Z.8). Esta es, como se demostró mucho después, la solución óptima. Nótese que el área de
un círculo de longitud L es , mientras que el área del semicírculo de longitud L es

, exactamente el doble.

Figura Z.8

Para concluir esta sección, comentamos que en el mes de mayo de 2.010,


concretamente entre los días 24 y 29, se llevó a cabo en Túnez el evento internacional
denominado De Cartago para el Mundo: el Problema Isoperimétrico de la Reina Dido y
sus Ramificaciones Matemáticas. Fue un escenario para rendir homenaje a uno de los más
famosos e influyentes problemas en la historia de las Matemáticas.

B) ZENODORUS Y LA ISOPERIMETRÍA

Zenodorus, protagonista de este capítulo, fue un matemático griego de cuya vida


no se tiene datos muy precisos, pero que por el estilo de su discurso y por los matemáticos
a quienes él cita y por quienes lo toman a él como referencia, se ubica entre los años 200
y 140 antes de nuestra era. Se sabe que es autor de un tratado titulado Sobre figuras
isoperimétricas. Aunque este tratado está perdido, se tiene comentarios precisos del
mismo aportados por dos matemáticos alejandrinos: Theón, en sus comentarios de
Sintaxis (obra de Ptolomeo) y Pappus, en el libro V de su Colección Matemática.

A continuación enunciaremos los teoremas demostrados por Zenodorus


relacionados con figuras isoperimétricas planas. Al leerlos, el lector reconocerá en ellos
las conjeturas que elaboramos en la sección anterior.

Teorema 1 De todos los polígonos regulares de igual perímetro, el de mayor área es el


que tiene el mayor número de ángulos (o, equivalentemente, el mayor número de lados).

Teorema 2 El área de un círculo es mayor que el área de cualquier polígono regular de


igual perímetro.

Teorema 3 De todos los polígonos isoperimétricos de igual número de lados, el


equilátero y equiángulo (esto es, el regular) es el de mayor área.
387

Destacamos que Zenodorus también demostró el equivalente del teorema 2 para


figuras tridimensionales: de todos los sólidos de igual superficie lateral, la esfera es la que
tiene el mayor volumen. En este capítulo trataremos sólo los tres teoremas
isoperimétricos citados. Se seguirá la demostración dada por Zenodorus, pero
modificando las notaciones. Antes de discutir estos teoremas, es conveniente señalar algo
acerca del área de un polígono regular. Observe la figura Z.9: el área de cada polígono
regular es igual al área del triángulo rectángulo sombreado correspondiente. Los catetos
de estos triángulos rectángulos tienen como medidas el apotema a del polígono regular y
el perímetro P de dicho polígono. El apotema de un polígono regular es la distancia entre
el centro del polígono y cualquiera de sus lados. El área de este triángulo rectángulo (y,
en consecuencia, del polígono regular) es el semiproducto de a y P. Por tanto, en
notación algebraica, tenemos que el área A del polígono regular es A = . Es claro
que si dos polígonos regulares son isoperimétricos, entonces tendrá mayor área el que
tenga mayor apotema.

Veamos la figura Z.10: las áreas de las figuras sombreadas son iguales. Es decir,
el área de un círculo de longitud L es igual al área del triángulo rectángulo cuyos catetos
tienen como medida el radio r del círculo y la longitud L de su circunferencia.
Arquímedes de Siracusa demostró la igualdad de estas áreas en su obra Sobre la Medida
del Círculo. Zenodorus utiliza este resultado para demostrar el teorema 2.

Figura Z.9
388

Figura Z.10

En la demostración del teorema 1 necesitamos el siguiente lema.

Lema 1: Sea ABC un triángulo rectángulo con ángulo recto en B. Sea D un punto del
segmento (figura Z.11). Se cumple que


>

Demostración:
Se nos da un triángulo rectángulo ABC, con ángulo recto en el vértice B. Como D es un
punto del segmento , el ABD también es un triángulo rectángulo con ángulo recto en
B. Por tanto, el segmento es la hipotenusa del ABD y el segmento es un cateto.
En consecuencia, AD > AB (1). Por otra parte, el  es obtuso (por ser
complementario de un ángulo agudo). Luego, en el triángulo ADC, el segmento es
el lado opuesto al ángulo mayor y, por tanto, es el lado mayor de este triángulo. Así,
AC > AD (2). Tracemos un arco con centro en A y radio AD. Por (1), podemos
afirmar que dicho arco interseca a la recta que pasa por A y B en un punto E, tal que
B está entre A y E. Por (2), podemos garantizar que el arco trazado corta al segmento
. Denotemos por F al punto de intersección del arco con (figura Z.12).

Figura Z.11 Figura Z.12

Sean (ACD), (ADB) y (ACB) las áreas de los triángulos ACD, ADB y
ABC, respectivamente. Denotemos por S AFD, SADE y SAFE las áreas de los sectores
circulares que se muestran en las figuras Z.13 , Z.14 y Z.15, respectivamente. Se
tiene que
(ACD) > SAFD, (3) , SADE > (ADB) (4)
389

Figura Z.13 Figura Z.14 Figura Z.15

De (4), > (5)

Multiplicando miembro a miembro las desigualdades (3) y (5) (lo podemos


hacer porque los miembros de estas desigualdades son números no negativos),
obtenemos:

> (6)

Ahora bien, (ACB) = (ACD) + (ADB) (7). Multiplicando (7) por ,

tenemos la igualdad: = + . Al simplificarla, resulta

= + 1 (8)

De (6) y (8) : > + 1 (9) . Nótese que 1 = (10)

De (9) y (10) :

> +  >  > (11)

Nótese que en el miembro izquierdo de (11) tenemos la razón entre las áreas de
los triángulos ACB y ADB, en tanto que en el miembro derecho tenemos la razón
entre las áreas de los sectores circulares AFE y ADE. Calculemos cada una de las áreas
y determinemos las razones correspondientes. Como el triángulo ACB es rectángulo,
su área es el semiproducto de sus catetos. Es decir, (ACB) = . Análogamente,

(ADB) = . Por tanto,


390

= = (12)

¿Cómo se calcula el área de un sector circular?. Consideremos la figura Z.16.


El área S del sector circular AOB es proporcional al ángulo central AOB: mientras
mayor sea la medida de este ángulo, mayor será el área sombreada. Obviamente, si el
ángulo AOB mide 360° (o 2 radianes), el sector circular es el círculo y S = r2. El
lector puede comprobar que S= mAOB, si la medida del ángulo está dada en

radianes. Si está dada en grados, entonces S = mAOB.

Figura Z.16


En todo caso, = (13). De (11), (12) y (13) obtenemos que


> 

Nota: Euclides prueba este lema como parte de la proposición 8 de su obra Óptica. En
trigonometría, esta proposición es equivalente a la siguiente: si , entonces

> . ¡Demuéstrelo!.

Demostración del teorema 1

Supongamos que tenemos dos polígonos regulares: uno de ellos de n lados y el


otro de m lados y ambos de perímetro P, siendo n < m. Denotemos sus vértices por A 1,
A2 , A3 , … , An y B1, B2 , B3 , … , Bm , respectivamente. Sean C y D los respectivos
centros de los polígonos y y los segmentos perpendiculares trazados desde C
y D a y , respectivamente (figura Z.17). Nótese que EC es el apotema
del polígono de n lados y que FD es la apotema del polígono de m lados. Queremos
391

probar que el área del polígono de n lados es menor que el área del polígono de m lados.
Puesto que los polígonos son isoperimétricos, bastará probar que EC < FD.

Se afirma que E es el punto medio de . En efecto, los triángulos CEA1


y CEA2 son triángulos rectángulos con ángulo recto en el vértice E. Nótese que CE =
CE y CA1 = CA2 = r, siendo r el radio de la circunferencia circunscrita. Luego, los
triángulos CEA1 y CEA2 son congruentes (justifique).

Figura Z.17

Por ser partes correspondientes de triángulos congruentes, tenemos que EA 1 =


EA2 = A1A2 ; en consecuencia, E es el punto medio de . Análogamente, se
prueba que F es el punto medio de , es decir, FB1 = FB2 = B1B2.

Por otra parte, recordemos que ambos polígonos tienen el mismo perímetro P
Así, P = n A1A2 = m B1B2. De donde, = (14).

Como n < m, entonces > 1. Luego,

> 1  A1A2 > B1B2  A1A2 > B1B2  EA1 > FB1

Como EA1 > FB1, existe el punto G en el segmento tal que GE = FB1.
Tracemos los segmentos , , , y (figura Z.18) .

Figura Z.18
392

Como los polígonos que estamos considerando son regulares, tenemos que


mA1CA2 = y mB1DB2 = . Luego, (15)


De (14) y (15): =

 
Nótese que: =  =
 


 = (16)


Ahora bien, por el lema 1, > (17)


Puesto que EG = FB1, sustituyendo en (17) obtenemos: > (18)

 
De (16) y (18): > . Así,  >  (¿por qué?).
 

Observe que  >    < – 

 90°  < 90° – 

  <  (Ver figura Z.18)

Construyamos el ángulo EGH, con H en la recta que pasa por C y E, tal que
su medida sea igual a la del ángulo FB1D. Como  <  =  ,
tenemos que EC < EH (19) (figura Z.19). Por criterio de congruencia ALA, los
triángulos EGH y FB1D son congruentes. En consecuencia, EH = FD. De esta
última igualdad y (19), llegamos a que EC < FD. ¡Lo que queríamos probar!.
393

Figura Z.19

Concluiremos esta sección, con la demostración del teorema 2, pero antes, el


siguiente lema.

Lema 2 Si un círculo y un polígono regular son isoperimétricos, entonces el radio del


círculo es mayor que el apotema del polígono.

Demostración:
Supongamos que tenemos un círculo de radio r y un polígono regular de n
lados y que ambas figuras tienen perímetro P. Denotemos por A1, A2, …, An a los
vértices del polígono y sea a su apotema (figura Z.20). Debemos demostrar que r > a.
Para ello, construyamos un polígono de n lados de tal manera que la circunferencia del
círculo de radio r esté inscrita en él. Denotemos por B 1, B2 , …, Bn a los vértices de este
polígono y por T 1, T2 , …, Tn a los puntos de intersección de la circunferencia con los
segmentos , , …, , respectivamente, es decir, los puntos T k son los
puntos de tangencia entre la circunferencia y el polígono (ver figura Z.21). Nótese que
el apotema del polígono construido es r. El polígono dado y el que circunscribe al
círculo son semejantes. En consecuencia, como P´ y r son el perímetro y el apotema,

respectivamente, del polígono de vértices B1, B2 , …, Bn , entonces . Lo que

equivale a (20) .

Ahora bien, P´ = B1B2 + B2B3 + … + BnB1


= (B1T1 + T1B2) + (B2T2 + T2B3) + ... + (BnTn + TnB1) (21)

Consideremos el siguiente postulado (utilizado por Arquímedes y Zenodorus,


entre otros matemáticos): de dos líneas cóncavas hacia el mismo lado y que tienen los
mismos extremos, es mayor la que queda fuera de la otra; es decir, la línea circundante es
mayor que la línea circundada. En nuestro caso, aplicaremos este postulado a los arcos y
394

“líneas quebradas” cuyos extremos son puntos de tangencia consecutivos. Obtenemos las
n desigualdades siguientes (referimos de nuevo al lector a la figura Z.21, para visualizar
los arcos y segmentos correspondientes):

Figura Z.20

Figura Z.21

(22)

Sumando miembro a miembro las n desigualdades de (22), resulta:

(T1B2+B2T2) + (T2B3+B3T3) +...+ (TnB1+B1T1) > + +…+ +

(23)
395

Es fácil probar que el miembro izquierdo de la desigualdad (23) es igual al miembro


derecho de la igualdad (21). Es decir, el miembro izquierdo de (23) es P´, el perímetro
del polígono que circunscribe a la circunferencia de radio r. Pero, ¿a qué es igual el
miembro derecho de (23)?. ¡Claro!, es la longitud de la circunferencia, es P. Hemos
probado que P´ > P. Como P es un número positivo, podemos afirmar que: > 1 (24).
Sustituyendo (20) en (24) tenemos que > 1 y, por ser a positivo, resulta que r > a.
Hemos probado el lema 2.

Demostración del teorema 2:

Recordemos su enunciado: el área de un círculo es mayor que el área de


cualquier polígono regular de igual perímetro. Consideremos un círculo de radio r y un
polígono regular, ambos de perímetro P. Denotemos por A c al área del círculo y por Ap
al área del polígono. Debemos probar que Ac > Ap. Sabemos que Ac = y Ap =
, siendo a el apotema del polígono. Por el lema 2, tenemos que r > a. Así,

r > a  r P > aP  >  Ac > Ap QED (*)

(*) QED son las siglas de la expresión latina Quod Erat Demostrandum, que significa “lo
que se quería demostrar” y suelen escribirse al final de las demostraciones matemáticas
para indicar que se ha llegado al resultado requerido para la prueba. En algunos textos, en
lugar de las siglas QED, se utiliza algún símbolo, como por ejemplo Aprovechamos
para comentar que las siglas QEF corresponden a la expresión latina Quod Erat
Faciendum que significa “lo que se quería hacer”. Con esa frase, pero en griego, Euclides
concluía sus construcciones geométricas.

C) CUANDO EL REGULAR ES EL ÓPTIMO

Finalmente, Zenodorus establece que de todos los polígonos isoperimétricos de


igual número de lados, el equilátero y equiángulo (esto es, el regular) es el de mayor área.
Para la demostración de este teorema, nuestro protagonista se apoya en dos lemas y en
algunas construcciones geométricas conocidas. Pero, hay un detalle, un sutil detalle, que
nubla el argumento de Zenodorus, si lo vemos desde la óptica actual. Y es que asume (sin
postulado que lo establezca, ni lema que lo respalde) la existencia del polígono de mayor
área, sea cual sea el número de lados que se haya fijado. Es decir, para él resulta obvio
que
o entre todos los triángulos isoperimétricos, existe un triángulo que tiene
la mayor área
o entre todos los cuadriláteros isoperimétricos, existe un cuadrilátero que
tiene la mayor área
396

o entre todos los pentágonos isoperimétricos, existe un pentágono que


tiene la mayor área
o etc., etc.

Es importante señalar que la demostración de la existencia de soluciones no


constituía, en algunas ocasiones, la principal preocupación de los matemáticos de la
antigüedad, sobre todo cuando las evidencias empíricas o la intuición respaldaban dicha
existencia. Muchas veces, los comentaristas y los traductores de las distintas obras, así
como matemáticos interesados en los mismos problemas, se encargaron de “llenar las
lagunas” que pudieran tener ciertas demostraciones, sin desvirtuar los méritos de sus
autores. Es parte de la dinámica del conocimiento. En palabras del físico y filósofo de la
ciencia, Hans Reichenbach (alemán, 1.891 – 1.953) “si el error se corrige cada vez que
es reconocido, el camino del error es el camino de la verdad”.

A continuación, comentaremos una construcción geométrica que apoya al primero


de los dos lemas del teorema 3. Dado un triángulo escaleno PQR, construir un triángulo
isósceles SQR de base que tenga el mismo perímetro que el triángulo escaleno
dado.
Solución: Debemos determinar un punto S en el plano del triángulo PQR tal que

1) SQ = SR, ya que el triángulo SQR debe ser isósceles


2) SQ + SR = QP + PR, pues el triángulo SQR debe tener el mismo perímetro que
el triángulo PQR.

Ahora bien, sustituyendo 1) en 2), resulta que: 2SR = QP + PR, de donde

3) SQ = SR =

El punto S que buscamos ha de satisfacer la condición 3), es decir, debe equidistar


de los extremos del segmento , siendo su distancia hasta los mismos igual a la mitad
de la suma de las distancias de P a los extremos de dicho segmento. En consecuencia, el
punto S es un punto de la mediatriz de (por equidistar de los puntos Q y R) y

también es un punto de la circunferencia de radio r = y centro Q (o también,

centro R). Por tanto, S es un punto de corte de los dos lugares geométricos

mencionados. El problema ahora es ¿cómo determinar la distancia ?. Tracemos

la semirrecta . Con centro en P y radio PR, dibujemos un arco que corte a la


semirrecta en el punto T, tal que P esté entre Q y T (figura Z.22).
397

¿Qué logramos con esto?. Logramos construir el segmento cuya medida es la


suma de las medidas de los segmentos y . Es decir, QT = QP + PR. Pero,
necesitamos la mitad de esta suma. Pues, bisequemos el segmento . Sea M su punto

medio (figura Z.23), con lo cual QM = r = . Ya lo demás es sencillo:

tracemos la mediatriz del segmento , denotémosla por L (figura Z.24). Finalmente,


con centro en Q y radio QM, construimos la circunferencia correspondiente. Nótese que
la intersección de esta circunferencia y la recta L consta exactamente de dos puntos, uno
en cada semiplano determinado por la recta que pasa por los puntos Q y R. De manera
que existen dos puntos que pueden ser el tercer vértice del triángulo isósceles e
isoperimétrico con el triángulo PQR dado. En la figura Z.25 mostramos el punto de
corte S que se encuentra en el mismo semiplano que P y en la figura Z.26, el triángulo
SQR requerido. Es momento de escribir las siglas QEF.

Figura Z.22 Figura Z.23

Z.24 Figura Z.25


398

Figura Z.26

Le dejamos al lector las siguiente preguntas: ¿para qué era necesario que el
triángulo dado PQR fuese escaleno?. ¿Qué pasaría si fuese isósceles o equilátero?.

Según la figura Z.26, parece que el área del triángulo isósceles es mayor que el
área del triángulo escaleno dado. Eso es lo que establece el siguiente lema.

Lema 3.1 Sean ABC y DBC dos triángulos isoperimétricos. Si el triángulo ABC
es isósceles de base y el triángulo DBC es escaleno, entonces el área del ABC es
mayor que el área del DBC.

Demostración

En la figura Z.27, tenemos los triángulos ABC y DBC. Como el ABC es


isósceles de base se cumple que AB = AC. Por tratarse de triángulos isoperimétricos,
tenemos que BA + AC + CB = BD + DC + CB. Al simplificar, obtenemos que BA +
AC = BD + DC (25). Queremos probar que (ABC) > (DBC).

En la recta que pasa por A y B, consideremos el punto E tal que BA = AE,


con E  B. Tracemos los segmentos y (figura Z.28). Nótese que AC = AE
(26). Los puntos A, B y E no pueden ser puntos alineados (se deja para el lector la
demostración de esta afirmación). En consecuencia, por la desigualdad triangular
BD + DE > BE. Como BE = BA + AE, se tiene por (26) y (25) que: BD + DE > BA +
AC = BD + DC. Al simplificar, llegamos a la desigualdad DE > DC (27). Consideremos
los triángulos EAD y CAD: tienen en común el lado y los lados y En
consecuencia, de (27), podemos asegurar que mEAD > mCAD Luego,

mEAD > mCAD  mEAD + mEAD > mCAD + mDAE


 2 mEAD > mCAE (28)
399

Por otra parte, el ángulo CAE es un ángulo externo del triángulo ABC y, por
tanto, su medida es igual a la suma de las medidas de los ángulos internos de dicho
triángulo que no son contiguos con él. Así,

mCAE = mABC + mACB = 2 mABC (29)

De (28) y (29): 2 mEAD > 2 mABC . De donde, mEAD > mABC (30)

Tracemos por A la paralela a , la cual corta a en el punto F. Tracemos


los segmentos y (figura Z.29). Luego, mEAF = mABC (¿por qué?). Por
(30), mEAD > mEAF. Nótese que F está en el interior del ángulo EAD ( F D) y
D está entre los puntos B y F. Por tanto, (FBC) = (FDC) + (DBC) (31). Como los
triángulos FBC y ABC tienen la misma base y los puntos A y F están en la
misma recta paralela a la base, sus áreas son iguales. Así, (FBC) = (ABC) (32). De (31)
y (32),

(ABC) = (FDC) + (DBC)  (ABC) > (DBC)


QED

Figura Z.27 Figura Z.28 Figura Z.29

El lema 3.2 sólo lo enunciaremos. Para una demostración del mismo, consultar la obra de
Sir Thomas L. Heath A history of Greek Mathematics (en la página 210) (disponible en
línea por google.books.co.ve). Sir Thomas L. Heath (1.861 – 1.940) fue un matemático
británico, además de especialista en historia de la matemática griega antigua.

Lema 3.2 Dados dos triángulos isósceles y no semejantes, si se construye sobre las
mismas bases dos triángulos isósceles y semejantes entre sí tales que la suma de sus
perímetros sea igual a la suma de los perímetros de los dos triángulos dados, entonces la
suma de las áreas de los triángulos semejantes es mayor que la suma de las áreas de los
triángulos dados.
400

Al fin, llegamos a la demostración del teorema 3: probaremos que el polígono


que tiene el área máxima para un perímetro dado y un número de lados dado debe ser
equilátero y equiángulo. A este polígono de área máxima lo denominaremos polígono
maximal. Las figuras con las que ilustraremos la prueba, así como las notaciones, son las
que aparecen en la citada obra de Sir Thomas L. Heath.

a) Supongamos que el polígono maximal no es equilátero. Entonces, debe tener un par de


lados que no tienen la misma medida. Sean y lados del polígono maximal, tales
que AB  BC. Se afirma que el triángulo ABC es escaleno (justifique). Tracemos el
segmento y tomando este segmento como base, construyamos el triángulo isósceles
AFC, tal que AF + FC = AB + BC (figura Z.30). Por lema 3.1, el área del triángulo
AFC es mayor que el área del triángulo ABC. Nótese que el polígono que tiene los
mismos vértices que el original con la excepción del vértice B que lo cambiamos por el
punto F, tiene:

 el mismo número de lados que el polígono maximal


 el mismo perímetro que el polígono maximal

pero tiene mayor área que el polígono maximal, lo cual es absurdo. La contradicción
provino de suponer que en el polígono maximal había un par de lados de distinta medida.
En consecuencia, todos los lados del polígono maximal tienen la misma medida y, por
tanto, es equilátero.

b) Supongamos que el polígono ABCDE, siendo maximal, no es equiángulo. Tomemos


en cuenta que ya probamos que sí es equilátero. Al no ser equiángulo, uno de sus ángulos
internos debe tener mayor medida. Sin pérdida de generalidad, supongamos que este
ángulo es el que tiene vértice en B. En la figura Z.31, ilustramos la situación y se han
trazado los segmentos y . Ahora bien, los triángulos BAC y DEC son
triángulos isósceles pero no son semejantes (¿por qué?). Sobre y como bases se
construyen los triángulos isósceles y semejantes FAC y GEC, tales que la suma de sus
perímetros es igual a la suma de los perímetros de los triángulos BAC y DEC. Por el
lema 3.2, la suma de las áreas de los dos triángulos isósceles y semejantes es mayor que
la suma de las áreas de los triángulos isósceles no semejantes. En consecuencia, el
polígono AFCGE tiene el mismo número de lados e igual perímetro que el polígono
maximal, pero mayor área que éste, lo cual es contradictorio. Así, en el polígono maximal
todos los ángulos internos tienen la misma medida.
401

Figura Z.30 Figura Z.31

De a) y b), se concluye que para un número de lados dado y un perímetro dado, el


polígono de mayor área es el equilátero y equiángulo, es decir, el regular.
402

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Capítulo 1. Arquímedes

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404

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Capítulo 12 Lucas
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Capítulo 15 Ore

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Capítulo 16 Pappus

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Capítulo 17 Qin Jiushao


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Capítulo 18 Russell

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Capítulo 19 Sierpinski

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Capítulo 20 Torricelli

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Capítulo 21 Al – Umawi

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Capítulo 22 Varignon

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Capítulo 23 Wallace

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Capítulo 24 Xiong

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Capítulo 25 Yang Hui

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Capítulo 26 Zenodorus

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Mikhaĭlovich, Vladimir Stories about maxima and


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B4s+problem+oldest+problem&source=bl&ots=fj8UzhAYFP&sig=z7lgiYyCEZjYVJInLuch5Bnyi6
o&hl=es&ei=hLotTvWcOaPx0gGWzbDkDg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=8&ved=
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La frase de Polya: http://www-history.mcs.st-and.ac.uk/Quotations/Polya.html

Las referencias a los patrimonios de la humanidad se tomaron de:

http://portal.unesco.org/es/ev.phpURL_ID=45692&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION
=201.html (Fecha de la consulta: 20 – 04 – 2009)

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