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Análisis desde la historia de las formas (Formgeschichte)

Si la crítica textual y la crítica literaria tuvieron su gran momento en las décadas


inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial, la historia de las formas fue la gran
novedad metodológica del periodo de entreguerras. El nombre se lo dio Martin Dibelius el año
1919, al publicar su libro La historia de las formas del Evangelio. Dos años después, en 1921,
aparece el otro gran monumento fundacional de este método, la Historia de la tradición
sinóptica, de Rudolf Bultmann. Este método parte «del supuesto o de la idea de que los escritos
del Nuevo Testamento pertenecen a diversos géneros literarios y que -unos más, otros menos-
conservan tesoros de tradición vaciados en moldes de formas y elementos formales». De lo que
se ocupa es, pues, de situar cada texto dentro de su «género literario», a fin de dotarlo de
sentido preciso.
Nuestro texto es un lógion. Pero estos son de muy diversos tipos. Los autores los suelen dividir
en «dichos proféticos», «dichos sapienciales», «dichos jurídicos o legislativos»,
«comparaciones», los llamados «yos», porque comienzan con ese pronombre, dichos que
hablan de «seguimiento», agrupaciones y composiciones de dichos, etc.
La expresión «Médico, cúrate a ti mismo», aparece en labios de Jesús. De ahí que forme parte
de lo que se denominan «dichos» o «palabras del Señor» o, también, lógia. Los «dichos del
Señor» son un tipo o forma de textos evangélicos. Rudolf Bultmann les dedica un amplio
capítulo en su gran obra Historia de la tradición sinóptica.
Nuestro dicho, por tanto, es un lógion. Y dentro de los lógia pertenece al grupo de las
«comparaciones». En la literatura bíblica son muy frecuentes, porque están presentes ya en el
Antiguo Testamento con el nombre de Maschal. Éste consiste en «la exposición breve y
enérgica de un pensamientovaliéndose de una sentencia y proverbio, o la presentación más o
menos desarrollada de una idea con el recurso de una imagen o comparación. Maschal alude
principalmente a un dicho que contiene una comparación o la provoca. El concepto Maschal
comprende una gama amplia: desde el proverbio, la paradoja y el acertijo, pasando por la frase
sapiencial, hasta la comparación o parábola propiamente dicha y la alegoría». En el caso de Lc
4,23, se trata de un «proverbio». En el proverbio conservado por Lucas se puede reconocer
claramente la forma fundamental del mashal («una fórmula sorprendente que cautiva
la atención, un dicho popular o una máxima», como lo define la Biblia de Jerusalén), del
antiguo testamento y del judaísmo. El llamado Libro de los Proverbios se formó en torno a dos
colecciones previas que contenían «Proverbios de Salomón» (Prov 10-12,16 y 25-29), a las que
se añadieron las «Palabras de los Sabios» (Prov 22,17-24,22 y 24,2334), las «Palabras de Agar»
(Prov 30,1-14) y las «Palabras de Lemuel» (Prov 31,1-9). Las «palabras del Señor» de los
evangelios serían similares a esas otras, tan clásicas en la literatura sapiencial de Israel. Según
Bultmann, en los evangelios sinópticos «se encuentra toda una serie de sentencias que
muestran enteramente la forma del mashal de un solo miembro: Mc 2, 17 a. 19 a; 9, 40. 49; 10,
9. 3 1; Mt 5, 14 b; 6, 27. 34 b; 8, 22 b; 12, 34 b; 22, 14; 24, 28; Lc 4, 23; 5, 39; 6, 31; 10, 7 b; 16,
16 b».
Bultmann estudia con mucho detenimiento la influencia de los mashalim en esas sentencias o
proverbios de los sinópticos. Escribe:
Es especialmente característico el uso de comparaciones e imágenes en cualquier forma. Entre
los mashalim del antiguo testamento es ya extraordinariamente frecuente la forma que yo
denomino sentencia en forma de imagen, y que yuxtapone sin partícula comparativa la imagen
y la realidad, por ejemplo, en Eclo 3,25: «Si no tienes pupilas, te faltará la luz. Donde no hay
entendimiento, falta la sabiduría». Berakot 51b: «Del andar vagando vienen las habladurías, y
de los harapos y las sabandijas».

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