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COMENTARIO DEL TEXTO 19

Geografía Regional

La silenciosa conquista china: “la ofensiva por el oro negro”,


Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araújo

Roberto Ordúñez Ordúñez


100348834@alumnos.uc3m.es
ÍNDICE
1. Datos bibliográficos de la obra
2. Información básica sobre el texto y sus autores
3. Resumen y palabras clave
4. Ideas principales
5. Observaciones y opinión

2
1. Datos bibliográficos

Título (obra): La silenciosa conquista china

Título (capítulo): “La ofensiva china por el oro negro”

Editorial: Crítica

Año: 2011

3
2. Información básica sobre el texto y sus autores

Tipo de texto: ser escueto en este apartado puede inducir a error. Se trata de un libro estructurado en
capítulos. Se puede entender como relato de viajes, pero teniendo en cuenta que sus dos autores son
periodistas, luego también es producto de un riguroso periodismo de investigación. La forma de narrar
representa a la perfección el estilo periodístico, contando una interesante historia de manera amena. Por la
información que da y lo prolijo que es en datos, puede incluso servir como libro de texto.

Sobre los autores:

- Heriberto Araújo (Barcelona, 1983): es un periodista español que fue corresponsal en China para la
agencia Notimex durante 6 años. Actualmente tiene vetada la entrada al país asiático por sus escritos
sobre la corrupción y mala praxis de la élite gobernante china.
- Juan Pablo Cardenal (Barcelona, 1968): es un periodista español que fue corresponsal en China para
El Economista durante 10 años. Actualmente tiene vetada la entrada en el país asiático por sus escritos
sobre la corrupción y mala praxis de la élite gobernante china.

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3. Resumen del texto y palabras clave

La expansión de China en busca de hidrocarburos se extiende desde Asia Central hasta América Latina.
Abordando los casos de Turkmenistán, Sudán, Irán, Angola y Venezuela, Cardenal y Araújo explican cómo el
gigante asiático está obteniendo un flujo cada vez más grande de petróleo y gas natural a un coste
relativamente bajo. El método: invertir en esos países mediante los bancos estatales chinos, prestando dinero
y financiando la construcción de infraestructuras a cambio de los combustibles fósiles. En muchos de estos
lugares acaban consiguiendo un monopolio en la compra de hidrocarburos al tratarse de países pobres o en
desarrollo, muchas veces sancionados en mayor o menos medida por Occidente, a los cuales no les queda más
remedio que echarse en brazos de China para mantener a flote tanto a la economía como a unas élites
gobernantes corruptas.

Palabras clave: China, hidrocarburos, bancos estatales, sanciones, inversión, infraestructuras.

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4. Ideas principales

La idea principal del texto es que China está llevando a cabo una política diplomática a nivel internacional cuyo
objetivo es aumentar las importaciones de hidrocarburos. Quiere conseguir establecerse como una potencia
extremadamente importante a nivel mundial, consiguiendo influencia política en países de diversos
continentes y, a la vez, contratos muy beneficiosos que le aseguran un flujo continuo y creciente de gas y
petróleo. El texto aborda cómo buena parte del éxito chino en su estrategia se basa en entablar relaciones
con Estados sancionados por Occidente, haciendo la vista gorda ante la vulneración de los derechos humanos
que ocurren en esos lugares y aceptando de buen grado las corruptelas locales.

Para ilustrar esta idea principal, los autores exponen diferentes ejemplos de países con los que China mantiene
fructíferas alianzas y explican las particularidades de cada caso, a saber: Turkmenistán, Sudán, Irán, Angola y
Venezuela. A fin de estructurar de manera ordenada los contenidos, consideraremos cada uno de estos países
como una idea.

En primer lugar, Turkmenistán (Cardenal & Araújo, 2011, págs. 123-136). Se trata de una exrepública soviética
centroasiática donde impera la dictadura más extravagante, paranoica y brutal del planeta (Cardenal &
Araújo, 2011, pág. 124), caracterizada por el radical control de la población, la pobreza imperante y el
funcionamiento corrupto de todo el entramado administrativo, político y gubernamental. El interés chino en
este país se debe a que posee reservas de gas natural por valor de entre cuatro y 14 metros cúbicos (Cardenal
& Araújo, 2011, pág. 127). China ha conseguido introducirse mediante los créditos del China Development
Bank, una entidad bancaria estatal cuyo objetivo es el de conceder créditos en condiciones favorables en pro
de la cooperación y el desarrollo y que realmente sirven para hacer diplomacia y conseguir materias primas
en condiciones ventajosas. Utilizan el método “tus recursos por mis créditos y/o infraestructuras”1 (Cardenal
& Araújo, 2011, pág. 132).

Aquí los autores exponen un concepto que está presente a lo largo de todo el texto: China S.A., que consiste
en el engranaje perfecto de los resortes del Estado para obtener jugosos acuerdos e inversiones estratégicas
en países necesitados de financiación. Los estamentos financieros (bancos), económicos (empresas estatales)
y político […] se integran en bloque […] en favor de la consecución de los objetivos nacionales. El leitmotiv es
siempre el mismo: obtener o garantizar su suministro de recursos a largo plazo, desbancar a su competencia y
ganar influencia y autoridad política (Cardenal & Araújo, 2011, pág. 132).

Esbozada la estrategia china, cabe preguntarse a raíz de qué situación se introduce China en Turkmenistán.
Según parece, a raíz de la crisis económica de 2008, Rusia, que era el comprador del gas turkmeno, reduce en

1
De hecho, las instalaciones de la compañía estatal turkmena (Turkmengaz) han sido construidas directamente por
China y buena parte de los trabajadores son del gigante asiático

6
un 90% las compras de gas al país centroasiático. Ante esta situación, China se erige como alternativa: la CNPC2
construye una tubería para llevar el gas de Turkmenistán a China3, lo que, amén del hidrocarburo, le reporta
influencia en toda la región, no solo en Turkmenistán, sino también en Uzbekistán y Kazajistán, por donde
pasa el gaseoducto (Cardenal & Araújo, 2011, pág. 136).

El segundo caso que expone es el de Sudán (Cardenal & Araújo, 2011, págs. 136-140). Allí China desembarca
en los años 90, que es cuando tiene lugar el abandono de las empresas estadounidenses por las sanciones que
el propio país norteamericano y Naciones Unidas imponen a Sudán4. Ante la desesperación del régimen
sudanés, China salió al rescate: actualmente es el principal comprador de petróleo del país norteafricano y la
CNPC, la compañía más poderosa en ese país. Además, en pro de afianzar las relaciones diplomáticas, China
ha suministrado armas al régimen de Omar al Bashir5. Aunque la situación preponderante china se ha visto
peligrar con la independencia del sur, la acuciante necesidad económica de este nuevo país ha hecho que
China siga controlando las reservas de petróleo y haya mantenido su influencia en la zona.

Seguidamente explica la relación de China con Irán (Cardenal & Araújo, 2011, págs. 140-144). Irán posee la
tercera mayor reserva de gas del mundo y la tercera de petróleo. El aislamiento internacional de este país
comienza en 1979 con la Revolución Islámica, principalmente por la animadversión con Estados Unidos, pero
se intensifica en 2005 con la llegada al poder de Mahmud Ahmadinejad y su programa de armamento nuclear.
Los embargos internacionales dejaron a Irán en una situación de aislamiento y de imposibilidad de vender sus
materias primas, momento en el que China sale al rescate. Actualmente China es el mayor socio comercial de
Irán: flujo comercial de unos 36.000 millones de dólares anuales. La llegada del gigante asiático no fue solo un
alivio por suponer un comprador para sus materias primas6, sino que encontraron también un potente
inversor7. En resumen, el régimen de los ayatolás no tiene más salida que echarse en brazos del gigante
[asiático] ante la imposibilidad de comerciar con Occidente (Cardenal & Araújo, 2011, pág. 143).

El siguiente caso es el de Angola (Cardenal & Araújo, 2011, págs. 144-152), una excolonia portuguesa que, tras
27 años de guerra civil8, se hallaba destruida y sumida en la corrupción. Es el segundo productor de petróleo
africano y, actualmente, el segundo suministrador de China. Ante la negativa de Occidente a invertir en un
país donde la corrupción es la forma de gobierno, en 2004 China se ofrece a colaborar mediante sus empresas
públicas y, esta vez, también privadas9. Estéticamente el acuerdo tiene como objetivo la reconstrucción de

2
China National Petroleum Corporation, la empresa estatal china de hidrocarburos.
3
Como parte de un proyecto denominado “ruta de la seda energética”, que busca hacerse con tantos activos de gas
natural en Asia central como sea posible (Cardenal & Araújo, 2011, pág. 135).
4
Se acusó al país norteafricano de promocionar y financiar el terrorismo internacional.
5
Cabeza del Estado sudanés.
6
Las ventas de hidrocarburos suponen el 27% del PIB iraní (Cardenal & Araújo, 2011, pág. 143).
7
Las inversiones de China S.A. sumarían alrededor de 40.000 millones de dólares (Cardenal & Araújo, 2011, pág. 142).
8
De 1975 a 2002.
9
Más de 50 empresas estatales y 400 privadas trabajan en la reconstrucción de las infraestructuras angoleñas.

7
Angola sorteando la corrupción endémica: se produce un intercambio por el cual Angola envía petróleo a
China a cambio de que empresas chinas reconstruyas las infraestructuras angoleñas, evitando que la
administración malverse el dinero de los préstamos (Cardenal & Araújo, 2011, pág. 146). Sin embargo, los
contratos de construcción muchas veces no llegan a su final, de manera que el gobierno angoleño repaga
(enviando más barriles de crudo) con el único unos servicios que no se cumplen con el objetivo de que en
China se blanquee un dinero que, finalmente, sí va a los bolsillos de los gobernantes africanos. En conclusión,
China mantiene contentos a unos dirigentes corruptos para conseguir petróleo a buen precio.

Por último, tenemos el caso de Venezuela (Cardenal & Araújo, 2011, págs. 152-158). En 1999 Chávez llega al
poder y, en pocos años, China se ve aupada, casi sin quererlo, al rol de principal aliado de Venezuela (Cardenal
& Araújo, 2011, pág. 154), en tanto que se le considera un contrapoder del Imperio yanqui. China se aprovecha
de esa situación de relativo aislamiento internacional de Venezuela y de que esta quiere hacer negocios en
términos ideológicos, actuando como vendedor de armas, tecnologías y, más que nada, como prestamista:
unos 36.000 millones de dólares en créditos, principalmente del CDB. A cambio, China obtiene petróleo
venezolano en unas condiciones muy ventajosas. El flujo de hidrocarburos es de 450.000 barriles de crudo
diarios (Cardenal & Araújo, 2011, pág. 155). La desesperación de Venezuela por tener un potente aliado ha
supuesto incluso que PDVSA10 acepte acuerdos que no beneficiaban a Venezuela con tal de complacer a China
(Cardenal & Araújo, 2011, pág. 157).

10
Petróleos de Venezuela S.A., la petrolera estatal venezolana.

8
5. Observaciones y opinión

¿Es acaso Occidente mejor?


La línea de Cardenal y Araújo es la de criticar duramente la estrategia china a nivel internacional, en tanto que
consigue acuerdos beneficiosos que le reportan hidrocarburos a buen precio e influencia diplomática gracias
a establecer relaciones con países vetados por Occidente. No estoy diciendo que no hay que condenar esta
práctica, de hecho, esto casi convencido de que hacerlo es imperativo, pero no se puede hacer desde la
superioridad moral, sino desde la crítica con una perspectiva pro derechos humanos que no sesgue este
ejercicio de crítica en función de las nacionalidades.

Me explico: actualmente, el principal suministrador de petróleo de China es Arabia Saudí, sin embargo, en
este capítulo eso es algo que solo se dice de pasada. ¿Por qué? Seguramente la razón sea que Arabia Saudí
también es uno de los principales suministradores de petróleo de países occidentales, por lo que haber
atacado la relación de China con los saudíes habría sido atacar las relaciones diplomáticas de Occidente, algo
que los dos autores prefieren evitar. O bien, aunque me cuesta creerlo, los dos autores no ven en Arabia Saudí
un régimen también autoritario y que viola de manera sistemática los derechos humanos. Que se lo digan a
los civiles yemenís que mueren en los ataques saudíes. O que se lo digan al periodista Jamal Khashoggi,
asesinado y descuartizado en la embajada saudí en Turquía por ser crítico con las acciones del régimen y del
príncipe Mohamed bin Salmán. Este último caso removió, por unos días al menos, la conciencia de la población
occidental, colocando en el debate público la posibilidad de sancionar internacionalmente a Arabia Saudí y de
detener la venta de armas a este país. Sin embargo, esto finalmente ha quedado en nada, el río mediático de
información, crítica y opinión prácticamente ha cesado, por mucho que la revista Time haya nombrado a
Khashoggi “persona del año”.

Es decir, Occidente sanciona unas dictaduras mientras confraterniza con otras, no existiendo un criterio (al
menos de manera clara o que conozcan los ciudadanos) que rija las relaciones internacionales. Los autores de
La silenciosa conquista china compran este discurso y, así, no es que solo ataquen el modo de funcionar chino
(algo lógico teniendo en cuenta que la temática del libro es China y que ellos han sido corresponsales allí), sino
que deciden evitar, de manera deliberada, las relaciones diplomáticas chinas que emulan a las de Occidente.

Además, debemos contemplar un aspecto más: estos países y regímenes a los que se refieren de manera tan
despectiva no son solo una élite dirigente corrupta, sino que también son un pueblo, un conjunto de personas
que necesitan de una alternativa económica para poder subsistir. Por supuesto que la labor de China no es
humanitaria, pues solo busca su propio beneficio económico, pero de alguna manera repercute en una cierta
mejora de las condiciones económicas de las bases poblacionales de esos países en los que desembarca. Por

9
supuesto esas condiciones no son buenas, pero ¿qué sería de los Jepbarov (esa familia turkmena de la que
hablan al comienzo del capítulo) si Turkmenistán no estuviera recibiendo cuantiosos créditos chinos?
Ciertamente una gran parte de ese crédito se malversa y acaba en los bolsillos de los dirigentes corruptos,
pero también contribuye a mantener en funcionamiento un sistema de ayudas estatales que impide la
explosión de una crisis de subsistencia a gran escala. Y en este caso China no hizo más que llenar el vació que
produjo la desinversión rusa por el estallido de la crisis de 2008; hasta ese año Rusia era el principal comprador
del gas turkmeno, y lo obtenía a un precio relativamente barato para luego revenderlo a Occidente. ¿Esto no
suponía ningún tipo de problema de tipo ético?

No quiero con esta pequeña reflexión, ni mucho menos, defender el modo de actuar de China. Ni tampoco
decir que el régimen turkmeno, por ser el caso en el que me he centrado, no sea malo. Al contrario, el régimen
de Turkmenistán va en contra de todos los principios democráticos y no respeta los puntos más básicos de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y la actuación diplomática para lograr beneficios económicos
a cualquier precio es merecedora de todo tipo de críticas. Sin embargo, Occidente no duda en entablar
relaciones con regímenes donde se vulneran los Derechos Humanos y donde la democracia no es más que una
palabra raramente usada, por lo que la crítica debería elaborarse, insisto, con los objetivos de lograr el respeto
de los Derechos Humanos en todo el mundo y por todo el mundo, aceptando que el problema no solo está
fuera y en otros países, sino también aquí, en Occidente.

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