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ENSAYO

La miseria del multiculturalismo


el resultado de la imposición y de la li- ben im patente desprecio hacia los valo-
GIOVANNISARTORI bertad ausente. Una cosa, es la integra- res de las sociedades de acogida, en este
La sociedad multiétnica. ción en una sociedad de individuos pro- sentido la intolerancia procede más
Pluralismo, multiculturalismo cedentes de culturas diversas, lo que sin bien de im lado. «El occidental no ve al
y extrarfieros duda es benéfico, y otra la fragmenta- islámico como un "infiel". Pero para el
ción social derivada de la constitución islámico el occidental sí lo es». Y enton-
Traducción de de subculturas hostiles e incompatibles ces la pregunta reviste esta fórmula:
Miguel Ángel Ruiz de Azúa. entre sí. Una cosa es la sociedad abierta «¿Hasta qué punto ima tolerancia plura-
Taurus. IViadrid, 2001. y otra muy-distinta la «balcanización». lista debe ceder no sólo ante "exfranje-
139 páginas, 1.950 pesetas. Conviene quizá recordar aún más estas ros culturales", sino también a abiertos
• fiUn-anni Sar- ideas en estos tiempos en los que los ár- y agresivos "enemigos culturales"?» Es
l(iri, profesor cmé- boles de la inmigración no dejan ver el posible que esta inmigración hostil sea
riiodtila Uui^firs-i- bosque de la amenaza multiculturalista. muy minoritariaj pero ese hecho no
dad (IR Kioi't'Jiuia y Quizá tampoco resulte ocioso recordar exime de tomar precauciones hacia ella
diilíiColumbia que no se puede identificar, sin grave y, desde luego, de exigfr que el límite de
ünivoi'hitv ác error"* inji^ticia, el repudió de las prác- la práctica de sus propios principios
ticas culturales que estimamos injustas culturales y religiosos se encuenfra en
Xti(;v;j Yni-k, es aii- el respeto a los valores fundamentales y
o aberrantes o, simplemente, incompati-
tijí' lie [n!i\>nitíria bles con nuesfra cultura; eóh el racismo a las leyes vigentes de la sociedad de
consíiturioiml cotn- y la xenofobia. acogida. La ciudadanía no se obtiene
pai acia, ¿(yliw es la por el hecho de frabajar en un país o de
democracia? \ Muchas.de estas reflexiones consti- pagar los impuestos, sino a través del
Homo i'Uleris: />2 snáedud ulediri- tuyen eLe|e vertebrador del último en- respeto a los valores sociales y a las le-
gida, entre otros «nsayus. sayo de Gibvanni Sartori, profesor en yes vigentes en la sociedad. Sin respeto
Florencia y Nueva York y uno de los a la ciudad no es posible la ciudadanía.
más agudos analistas contemporáneos Insisto. Podrá dudarse de que el pano-
de la democracia y su naturaleza. La so- rama haya llegado ya a ser tan sombrío,

P

ciedad multiétnica, tan poderoso como
perspicaz alegato contra él fantasma
multictilturalista que se cierne sobre la
Europa pluraUsta y liberal. Si no estoy
• OMO ya advirtió Aristóteles, equivocado, su diagnóstico básico y sus
jiero no de que sea una alarmante posi-
IJiUdad. Tolerar la agresión del huésped
no constituye un deber de la hospitali-
<l:id.
• ^^^ toda virtud reside en un justo análisis fundamentales son certeros.
medio que evita errores por exceso y Quizá haya quien perciba en sus pági- La sociedad pluralista se funda-
por defecto. La enseñanza es, pues, sa- nas algunos excesos en cuanto a lo som- menta en un equilibrio, dificU y sutil,
bia y antigua. Toda virtud vive amena- brío del panorama. Tal vez no hayamos enfre consenso y disenso. Si prevalece el
zada por la ilimitación y el exceso. llegado, por fortuna, á los excesos multi- primero, puede encaminarse hacia la
Hasta la virtud necesita de la modera- culturalistas que denuncia. Pero, aun- h< ciedad cerrada y la homogeneidad de
ción. La tolerancia no es una excepción." que así ñiera, sería frresponsable tor- las condiciones. Pero si se impone el se-
Confrecuenciaes malentendida y se la peza no escuchar su advertencia, pues «imdo, y ésa es la labor del multicultu-
identifica con el relativismo y la ausen- hacia esos excesos nos encaminaihos, si r^dismo, la meta es la fragmentación y
cia de propias convicciones. Y la verdad no se pone ilustrado remedio a los extra- la bancarrota de la sociedad abierta. No
es que la tolerancia es el derecho a la víos multicuíturalistas. El ensayo de MI debe tolerar la intolerancia ni la bar-
existencia que la verdad reconoce al Sartori constituye una defensa de lá so- biuie en nombre de la pluralidad de las
error y la virtud al vicio, sabedores de ciedad pluralista o abierta ante las ame- culturas. El feminismo fransita por la
que su reino repudia la imposición y la nazas de la tribaUzación multicultural. cuando impide la normal integración incoherencia cuando se alia con el mul-
fuerza. Se tolera lo que se estima equivo- Pliíralismo y multiculturalismo, lejos (que no asimilación forzosa) puede ter- ticulturalismo, pues es precisamente en
cado o erróneo desde la propia perspec- de ser dos caras de la misma moneda li- minEu* socavando los cimientos de la ci- las «ofras» culturas donde la situación
tiva. Pero quien carece de convicciones beral, han llegado a ser concepciones vilización liberal. Tampoco cabe negar de la mujer es más injusta y marginada.
no ejerce la tolerancia; no la necesita. antitéticas. Constituye también un in- la existencia de una indeseable xenofo- El feminismo, al aliarse con el multicul-
Otras veces, se la considera im proceso tento de respuesta a la siguiente pre- bia en Europa, pero, según Sartori, no turalismo, se alia con el chador, la poli-
unilateral, de ida pero sin vuelta. Unos gunta: «¿Hasta qué punto la sociedad se frata de fenómenos racistas, sino de gamia, la ablación del clítoris, la viuda
deben tolerar a quienes, a su vez, no les pluralista puede acoger sin desinte- una reacción de rechazo cultural y reU- en la pira funeraria y la sumisión de las
toleran. Por último, una tolerancia ab- grarse a extranjeros que la rechazan?» gioso que se concenfra en los africanos mujeres. El multiculturalismo también
soluta se destmye a sí misma. Al menos, En cualquier caso, no se frata de un re- y en los árabes, sobre todo cuando son provoca exfrañas compañías de cama.
habría que dejar de tolerar la intoleran- celoso alegato contra la inmigración, islámicos. Es decfr, existe un rechazo, La «política del reconocimiento» tiene
cia. Pero esta exigencia se desvanece sino una advertencia confra la inmigra- indeseable e incompatible con los prin- sus límites. ¿O es que debemos someter-
cuando la tolerancia es exigida sólo a ción frenética y descontrolada que. cipios liberéiles, pero quizás explicable nos a las exigencias de reconocimiento
una parte, mientras la otra, haya su- cuando tiene por objeto a quienes exhi- de quienes cifran su identidad en la des-
frido un agravio en el pasado o finja ha- trucción de nuesfros valores?
berlo recibido, carece de obligaciones. Nada de lo anterior tiene que ver con
Cuando la tolerancia rebasa sus límites, una cruel impasividad ante el sufri-
deja de serlo pfira convertirse en auto- miento y la miseria de los inmigrantes.
destructiva claudicación o en cobarde
derrota.
El multiculturalismo, última perver-
Luis Landero Pero el remedio de sus sufrimientos no
transita precisamente por la importa-
ción europea de los mismos errores que,
sión del relativismo cultural, enfraña la
desfrucción de la tolerancia y con eUa, Entre líneas: el en buena medida, los han generado. La
extensión y socialización de la miseria
es precisamente lo opuesto a su erradi-
la quiebra de la sociedad pluralista,
abierta o liberal. El multiculturalismo,
tal como ha Uegado a proponerse en Es- ) ^
_ cuento o la vida cación. La conclusión fundamental de
Sartori es que el multiculturalismo,
tados Unidos y que, fatalmente, termina El mejor Landero, sabio y sincero, enemigo del pluralismo, constituye una
por llamar a las puertas de Europa, no penetrante y emotivo, en historias agresiva amenaza para los principios en
debe confimdirse con el pluralismo ni los que se sustenta el constituciona-
siquiera con la defensa de unos preten- amenísimas que reivindican la lismo liberal. No debemos confundir el
didos derechos culturales. Incluso ca- literatura como necesaria multiculturalismo, enemigo de la civili-
bría decir que el pluralismo, más que educación sentimental. zación europea, con el intercultura-
un bien en sí mismo, es la consecuencia Usmo y el pluralismo que la han hecho
normal de un bien: la libertad. EUa es el sOtJETS posible y en los que se sustenta.
bien, y la variedad de las condiciones
sólo su consecuencia natural. Cierta- \vvv\v.tus(|uet.s-editores.es Ignacio Sánchez Cámara
mente, cabe esperar bienes de la varie- ^ -uÁ 1

dad de las condiciones, pero la homoge-


neidad social sólo es un mal cuando es
7 de abril de 2001 ABC CULTURAL 21

Cultural (Madrid) - 07/04/2001, Página 21


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