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Entre las páginas del libro Literatura y Revolución, el teórico marxista León Trotsky
plantea que el lector creaba al escritor y el escritor al lector 1. Una utilidad recíproca
con un matiz característico en su creación, el lector está ausente en la escritura y el
escritor está ausente en la lectura2. Aún más, un texto, entendido como un discurso
fijado por la escritura3, como algo más que el título de un campo objetual de
investigación literaria4, consta de dos partes, la escrita y la no-escrita, como, en cierta
ocasión, comentó Wittgenstein acerca de su Tractatus; o, como Schleiermacher
describre, la forma exterior e interior de la obra, ya que quien conoce la interioridad
del autor, es capaz de penetrar en la naturaleza de su lenguaje5.
1 León Trotsky, «Cultura proletaria y arte proletario», Literatura y Revolución. Otros escritos sobre la
literatura y el arte, Ruedo Ibérico, Francia, 1969, página 131.
2 Paul Ricoeur, «¿Qué es un texto?», Del texto a la acción. Ensayos de hermenéutica II, Fondo de
cultura económica, México D. F., 2002, página 129.
3 Ibíd., página 128.
4 Hans-Georg Gadamer, «Texto e interpretación», Verdad y método II, Sígueme, Salamanca, 1992,
página 325.
5 José María García Gómez-Heras, En los orígenes de la hermenéutica contemporánea: F. D. E.
Schleiermacher, Azafea. Revista filosófica, 5, Salamanca, 2003, página 44.
Como lectores, conocemos la forma exterior, el texto en sí, la parte escrita, pero
desconocemos la parte no-escrita, no nos encontramos ante una relación hablar-
responder que nos permita conocer esta última parte, sino ante una relación escribir-
leer. Así que explicar un texto es conocer lo escrito e interpretar un texto es conocer,
además, lo no-escrito. Por esto, el fin último de la hermenéutica es comprender al autor
mejor de lo que él se ha comprendido a sí mismo6; pero no añadiendo una visión propia,
sino intentando referir el texto a la totalidad de sus condiciones, es decir, al contexto
que en él también se expresa7.
Aún más, la interpretación, tal y como nosotros la entendemos hoy, se aplica no sólo
a los textos y a la tradición verbal, sino a todo aquello que nos ha sido entregado por la
historia11; aunque, a diferencia de la interpretación del texto que, como hemos
mencionado anteriormente, debe referirse a la totalidad de sus condiciones,
fundamentalmente biográfica, la interpretación de la historia, del conocimiento
histórico, se centra en comprender un fenómeno histórico en su singularidad, en su
unicidad12. Y así, acercarse al pasado para comprender el presente y construir el futuro,
Tomando como conclusión que, para Gadamer, el lenguaje, que distingue al ser
humano entre todos los otros seres vivos, es tan importante que está en el principio de
la historia humana y de la historia de la humanidad 23; así como, tras estar en una
posición más bien marginal, el lenguaje recuperará su posición en el centro mismo de la
filosofía.