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DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD EN LA CONDUCTA ETICA

El ser humano se desenvuelve en distintos ámbitos y en todos ellos la ética es insoslayable, pero
abordarla exige abandonar el hábito de juzgar a la ligera, sin suficiente información probatoria y sin
respeto a las personas. Conviene, además, que cada quien realice un esfuerzo para que al hablar de
ética no lo haga como si él fuera perfecto, o creyéndose la voz de Dios.

En asuntos éticos, pretender ser la única autoridad conduce a la inmoralidad del dogmatismo, el
cinismo y la intolerancia. Es también necesario cultivar la crítica y la autocrítica como instrumentos
para ser cada vez más coherentes. La coherencia es el núcleo de la vida ética, al olvidarla se pierde
la capacidad de predicar con el ejemplo que es el único modo de hacerlo sin mentira.

A esta capacidad, Eduardo Ulibarri, siendo director de La Nación, la denominó “irradiación ética”.
En lo que sigue me refiero a un aspecto de la ética general, lo denomino ética del desarrollo humano,
forma parte de la ética social, y se concentra en los vínculos entre lo ético y lo económico.

Tecnocracia y moralismo. Fue en la universidad cuando me topé con personas que argumentaban
sobre la indiferencia ética o económica, según los casos, de sus ideas. Algunas sostenían que la
Economía es una ciencia sin relación con la Ética Social (posición tecnocrática), mientras otras
afirmaban que la Ética Social se refiere a valores morales pero quienes los predican no están
obligados a plantear el modo de concretarlos (posición moralista).

La razón principal para rechazar ambas tesis es la siguiente: El ser humano actúa simultáneamente
en lo ético y lo económico mezclando sus respectivos contenidos, de modo que no es posible separar
un aspecto del otro; todo lo contrario, resulta imprescindible evidenciar su unidad.

No hay economía sin ética social y no hay ética social sin economía. Son muchos los hechos positivos
que prueban el anterior aserto. Es conocido, por ejemplo, que la calidad ética de la vida de los
empleados influye en la productividad del trabajo y en la rentabilidad económica de las empresas,
y que las empresas pueden impactar el comportamiento ético de las sociedades cuando su
búsqueda de ganancias se asocia a valores no económicos, como ocurre en la denominada
“Administración por valores”, en “La Responsabilidad Social Empresarial” y en la incorporación de
variables ecológicas y educativas en los procesos de producción. Lo ético es económicamente
rentable, y la rentabilidad económica es éticamente productiva.

Existen, además, hechos sociales negativos que también demuestran la inseparabilidad entre lo
ético y lo económico. La muerte por hambre es algo que degrada la dignidad humana, más aún
cuando los supermercados están llenos y algunos sugieren que los pobres compren a crédito los
alimentos; la exclusión de cientos de miles de jóvenes del derecho a la educación superior es
nefasta, máxime cuando existen académicos y estudiantes universitarios que no paran de hablar de
solidaridad y justicia mientras favorecen sistemas educativos plagados de burocracia, desperdicio
de recursos y mediocridad.

Es un escándalo ético-económico que en medio de la abundancia material y el poderío militar de la


civilización occidental 22.000 niños mueran por hambre cada día, 1.400 millones de personas
carezcan de electricidad, 2.400 millones no tengan acceso a instalaciones sanitarias y millones de
jóvenes se vean privados de la educación, la vivienda y el empleo.
La personalidad se define como un patrón de comportamiento, pensamiento y emoción
relativamente estable en el tiempo y a través de las diferentes situaciones que vivimos. Dicho
patrón explica cómo percibimos la realidad, los juicios que nos hacemos de ella o la manera con el
que interactuamos con el medio, siendo en parte heredada y en parte adquirida y posteriormente
moldeada mediante la experiencia vital.

Debido a que nace en gran parte del conjunto de experiencias que vivimos a lo largo de nuestra vida
se considera que la personalidad como tal no está plena configurada hasta la edad adulta, habiendo
un largo proceso de desarrollo hasta que llega a estabilizarse (si bien puede sufrir variaciones
posteriores, no son frecuentes ni tienden a ser marcadas).

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Evolución a través de las diferentes etapas vitales

Para establecer una cronología de las etapas del desarrollo de la personalidad resulta interesante
partir de la clasificación de las principales etapas vitales.

Partiendo de ellas como referencia, veamos de qué manera se va desarrollando la estructura


psicológica de los seres humanos.

1. Los primeros momentos

En el momento en que un bebé nace no podemos considerar que tenga una personalidad marcada,
ya que el nuevo individuo no ha tenido experiencias concretas que le hagan ser, pensar o actuar de
una manera determinada. Sin embargo, sí que es cierto que según pasan los días vamos viendo
cómo el niño o niña tiene una tendencia a comportarse de una manera determinada: por ejemplo
podemos observar si llora mucho o poco, cómo se alimenta o si responde al tacto con miedo o
curiosidad.

Estas primeras características forman parte de lo que se viene a llamar temperamento, el cual
forma parte de la constitución innata de la persona y que posteriormente puede ser moldeado
mediante el aprendizaje. El temperamento tiene base biológica y proviene principalmente de la
herencia genética de nuestros antepasados. Siendo un componente vinculado principalmente a la
afectividad, se trata de un componente primigenio que va a actuar como base para la construcción
de la personalidad.

2. Infancia

Según el sujeto va creciendo, va desarrollando poco a poco diferentes capacidades cognitivas y


físicas que le van a permitir captar la realidad, empezar a intentar entender cómo funciona el mundo
y cómo el propio ser puede influir y participar en el.

Esta etapa se caracteriza por la adquisición de valores, creencias y normas provenientes del
exterior, de una manera inicialmente imitativa y con pocos tintes críticos. La personalidad empieza
a formarse según las características del temperamento van siendo confrontadas a la realidad,
adquiriendo patrones de comportamiento y maneras de ver mundo y formándose el carácter.
En esta etapa la autoestima tiende a ser inicialmente elevada debido al elevado nivel de atención
que se suele prodigar al menor en el entorno familiar. Sin embargo en el momento de la entrada al
mundo escolar tiende a disminuir, debido a que se deja atrás el entorno familiar para entrar en uno
desconocido en el que confluyen numerosos puntos de vista.

3. Pubertad y adolescencia

La adolescencia, el punto en que pasamos de ser niños a ser adultos, es una etapa clave en la
formación de la personalidad. Se trata de una etapa vital compleja en que el organismo se
encuentra en proceso de cambio, al tiempo que se aumentan las expectativas respecto al
comportamiento del individuo y este empieza a experimentar diferentes aspectos y realidades.

Se trata de un momento vital caracterizado por la necesidad de diferenciarse, siendo frecuente que
aparezca una ruptura o separación respecto a los adultos al cargo y un cuestionamiento continuo
de todo lo que hasta entonces se le ha inculcado.

Se aumenta el número de entornos en los que la persona participa, así como el número de personas
con las que interactúa, propiciando junto a los cambios hormonales y el aumento en la capacidad
de abstracción propia de la maduración cognitiva hará que experimente diferentes roles que le
enseñaran que le gusta y que se espera de él o ella. Se da una potenciación de la búsqueda de
vinculación social y aparecen las primeras relaciones. El adolescente busca una identidad propia a
la vez que un sentimiento de pertenencia al entorno social, intentando insertarse como parte de la
comunidad y del mundo.

En esta etapa la autoestima tiende a variar producto de las inseguridades y los descubrimientos
propios de la adolescencia, A través de la experimentación el adolescente va a ir probando
diferentes maneras de ver la vida, quedándose e introyectando algunos aspectos y variando otros.
Se busca una identidad propia, búsqueda que con el tiempo cristaliza en una personalidad
diferenciada.

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