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Andrés Díaz Mata. UAQ Psicología Clínica. 2019.

Clase 22. El concepto del análisis. 7-Julio-1954.


Lo intelectual y lo afectivo. El amor y el odio en lo imaginario y en lo
simbólico. Ignorancia Docta. La investidura simbólica. El discurso como
trabajo. El obsesivo y su amo.

1. Lacan indica trata de dar respuesta a Sra. Aubry, quien no entiendo cómo es
que el odio se encuentra en la articulación de lo Simbólico y lo Imaginario. Por su
parte, indica al Dr. Leclaire que renuncie a la oposición entre lo afectivo y lo
intelectual al tratar de ubicar a la transferencia: lo intelectual se encuentra al nivel
del ego, en su proyección imaginaria, y pertenece a la defensa y a la resistencia.
La palabra es señalada como el médium fundador de la relación intersubjetiva que
modifica retroactivamente a ambos sujetos (analizante y analista).
En el progreso simbólico, cuando se cran signos (ej. en las matemáticas) hay un
progreso simbólico: en el análisis, nos enfrentamos, por otro lado a un símbolo
ampliamente polivalente y cuando demos un paso adelante, será retroactivo
simultáneamente, nos dirigirá a la comprensión de la transferencia.

2. Hay dimensiones de las relaciones humanas en la relación simbólica (Real,


Simbólico e Imaginario) y entre sus aristas pueden ubicarse ciertas pasiones.
El deseo es la relación que se establece con el objeto que satisface al organismo.
El amor es distinto, no busca la satisfacción, sino el ser. Es un don activo del
plano simbólico, y se distingue del amor como pasión imaginaria. El deseo de ser
amado es el querer ser amado por todo. El amor apunta al ser del sujeto, no en
su especificidad, más allá del cautiverio imaginario. Apunta al desarrollo del ser del
otro. La palabra afirma el ser y sin esta no hay amor, sólo enamoramiento,
fascinación imaginaria.
En el odio, hay también una dimensión imaginaria, enmarcada por la relación
simbólica, que apunta a la destrucción del otro, polo opuesto de la relación
intersubjetiva. Hoy conocemos menos del sentimiento del odio. Somos una
civilización del odio y hay una llamada a la destrucción del ser, que O. Mannoni
ubica en el moralismo occidental. Es ahí de donde el odio se nutre cotidianamente.
Lacan destaca que el odio y el amor son sólo las vías de realización del ser.
Andrés Díaz Mata. UAQ Psicología Clínica. 2019.

Indica además que el sujeto se coloca en la dimensión de la ignorancia,


comprometiéndose a la búsqueda de su verdad: posición tal es una disposición
para la transferencia. Y el analista debe guiar al sujeto hacia las vías de acceso de
su saber. Se trata de una operación dialéctica, es decir, una búsqueda de la
verdad. Se trata del arte de conferir: como lo solía hacer Sócrates, se tratará de
enseñar a alguien a dar su verdadero sentido a la palabra propia. Así, la posición
del analista, que este debería tratarse como una ignorancia docta, es decir, saber
sobre los límites del propio conocimiento; y que no es una ignorancia docens
pues no se trata de la enseñanza, del adoctrinamiento: apenas alguien cree saber
algo, se encuentra ya perdido.
Sobre la investidura simbólica, Lacan indica que, aunque se diga “yo soy analista”,
la afirmación es válida, pero las legitimaciones simbólicas no se juegan aquí.
Estas son las que hacen que cambien el sentido de las funciones del sujeto:
cuando se corona a un rey sus funciones devienen funciones reales.

3. El Dr. Bejarano pide a Lacan explicar en el caso Dora cómo son esos registros.
Lacan ubica el trípode del descubrimiento freudiano: a) sueño, b) lapsus y c) la
agudeza, añadiendo por último al síntoma, diciendo que no sirve como una
palabra sino como un signo. En el lapsus, Lacan distingue un aspecto radical del
sinsentido, donde este emerge y es creado. La agudeza, será descrita como “la
irrupción calculada del sin sentido en el discurso parece tener sentido” (Lacan,
1981, p. 408).
Sobre la transferencia, menciona que al ser ubicada se convierte en el mejor
apoyo de la técnica psicoanalítica. Existen diversos abordajes sobre esta, y se
indica que no se trata de sólo un fenómeno ilusorio, como supone Esriel, que
conlleva una intelectualización y un adoctrinamiento. Ni tampoco sólo un
fenómeno del hic et nunc (aquí y ahora), es decir, desde el abordaje imaginario.
Lacan destaca que lo imaginario puede observarse no sólo en la transferencia y se
remite a la etología animal, indicando que en toda conducta de reproducción o
duelo entre rivales en celo: la relación imaginaria captura a los individuos, ocurre
una identificación y se establecen “los papeles” evitando, en el caso de la lucha de
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los machos rivales, que se lleve hasta la muerte, conservando la disputa en una
relación dialéctica.
Lacan menciona que para el ser humano la función imaginaria se reduce o
especializa en la imagen especular. Recordemos la asunción jubilatorio
mencionada en el estadio del espejo. “La imagen del yo (…) resume toda la
relación imaginaria en el hombre” (1981, p. 410). Una vez identificado en la
imagen especular, el esta relación imaginaria quedará ligada al déficit originario
causado por la prematuración vital y se encontrará siempre en el otro al yo ideal.
Cuando el otro colma esa imagen, indica Lacan, se vuelve objeto del
enamoramiento, una carga narcisista, pero si es el otro quien frustra al sujeto es
su ideal y en su propia imagen, produce una tensión de destrucción. ¿Es acaso
por esto que el niño siente celos tan intensos al observar a su hermano más
pequeño ser amamantado por la madre, recibiendo eso que a él le ha sido
restringido, frustrando entonces su ideal?
Volvamos al punto. Lacan indica que la carga imaginaria permite articulaciones, a
modo de pivote, en la transferencia. Esta última se establece mediante la palabra,
y sólo aporta la revelación de la relación imaginaria al alcanzar puntos cruciales
durante el análisis: por ejemplo en la relación del hombre de las ratas con Freud y
el temor que desarrolla con él. La regla fundamental desembaraza al discurso de
ciertas convenciones y permite al sujeto acceder a la “fecunda equivocación”
donde confluyen la palabra vacía y la palabra plena, la palabra verídica y el
discurso del error. Se trata de que en el análisis la persona desarrolle su verdad, la
integración de su historia, esa historia que tiene huecos y que se muestran
mediante la huida de la palabra. Ahí donde hubo un rechazo originario (verworfen)
o donde algo accedió al discurso y después se rechazó (verdakt).
Lacan introduce un esquema para explicar la relación dialéctica en el análisis,
destacando que lo que se menciona del lado del sujeto se escucha en el lado del
analista, quien produce una resonancia que vuelve a ser oída por el sujeto,
generando una espiral que lo aproxima cada vez más a su yo (moi) inconsciente,
constituido por “lo que el sujeto desconoce de su imagen estructurante” (1981, p.
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412), acercándolo a la realización de ese imaginario truncado por las fijaciones


traumáticas.
Lacan critica que ciertos analistas parecen normalizar al analizante en función del
ego propio del analista, un ego que no es cualquiera. Señala que si bien, existen
también psicoanalistas dedicados a analizar las resistencias, los patterns
(patrones), esto no permite al sujeto avanzar en lo absoluto durante su análisis, es
una operación intelectual, sólo buscan eliminarlas y no analizar su carácter
simbólico, van demasiado aprisa. Al contrario, dirá Lacan, es preciso darle tiempo
al analizante para simbolizar aquello que ha vivido como automatismos de
repetición.
Por último, Lacan aborda la relación entre el obsesivo y su amo, destacando que
el obsesivo espera la muerte del amo, y la espera misma se interpone entre él y la
muerte. Cuando el amo muera, el obsesivo encontrará otro amo. Se sitúa así en
la posición del esclavo, quien espera mucho de la muerte del amo, pero para lo
cual debe enfrentar su ser-para-la-muerte, es decir, aceptar su finitud, hecho que
no es asumido por el obsesivo y que habrá que mostrárselo.

Glosario:
Conferir, comunicar a alguien algo que hace para que mejor. En el caso del
psicoanálisis quizá para que, en un ejercicio creativo, ese algo, cambie
Dialéctica: búsqueda de la verdad
Imaginario: Al hablar de lo imaginario, se entiende el registro de la identificación,
de las relaciones del yo con el semejante, que implica desconocimiento,
alienación, amor y agresividad en la relación dual (Chemama, 1998).

Bibliografía:
Chemama, R, y Vandermersch, B. (1998). Diccionario del Psicoanálisis. Buenos
Aires: Amorrortu Editores.
Lacan, J. (1981). Clase 22. El concepto del análisis. En El Seminario de Jacques
Lacan. Libro 1. Los escritos técnicos de Freud 1953-1954 (pp. 397-417).
Buenos Aires: Paidós.
Andrés Díaz Mata. UAQ Psicología Clínica. 2019.

Lacan, J. (2003). El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal
como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. En Escritos I (pp. 67-
85). México: Siglo veintiuno. (Texto original de 1949).

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