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Este puente que reúne a la personalidad (Cuaternario Inferior) con el Alma Espiritual y sus
vehículos auxiliares (Tríada Superior) es también llamado “antakarana” y diversas
corrientes espirituales enseñan la mejor forma de construirlo.
Desde un punto de vista iniciático, el puente-antakarana es aquel que reúne al buscador con
lo buscado, al noble viajero con su Maestro Interno, por lo cual la mejor manera de
construirlo es establecer una vía de comunicación segura, que nos permita atravesar el río y
abrir sin problemas la Puerta del Templo.
Las dos vías tradicionales de conexión con el Maestro Interno (Dios en nosotros) son la
Oración y la Meditación, y ambas tienen como punto de partida el control de la mente. Una
mente turbulenta no puede establecer contacto con el Ser porque la más mínima
interferencia imposibilita una comunicación fluida. De ahí que las tradiciones orientales nos
intimen a “matar la mente”, lo que significa ordenarla, armonizarla y ponerla al servicio de
lo alto.
Una meditación con pensamientos intrusos no es meditación, del mismo modo que una
oración con elementos egoicos (peticiones, súplicas, etc.) no es una oración. Para meditar,
debemos aprender a concentrarnos y a controlar los pensamientos intrusos. Para orar,
debemos saber que la oración íntima es una actitud de apertura y de entrega, sin ninguna
intención de trocar favores con un Dios comerciante.