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METÁFORAS

1. La metáfora de los dos escaladores


Imagina que tu terapeuta y tú sois dos escaladores, cada uno subiendo por una montaña
distinta, pero cercanas. El terapeuta puede ver un camino que puede ayudarte a subir mejor tu
montaña. Ahora bien, pero no porque sea más listo que tú, ni porque la haya subido antes,
sino porque está en una posición desde donde puede ver cosas que ahora mismo tú no puedes
ver.

Finalmente, aunque el terapeuta indique el camino, tú eres el que tiene que subir
la montaña. Por lo tanto, la ventaja del terapeuta respecto al paciente es la perspectiva.

El terapeuta puede ofrecerle una perspectiva al paciente con la que este no cuenta; será el
paciente el que tenga que integrar esta información, con la que él ya tiene, para avanzar.

2. La metáfora de la luz
Como su nombre indica, los pensamientos automáticos negativos aparecen en nuestra mente
de forma automática porque han sido repetidos y repetidos durante mucho tiempo. Así,
hemos creado un hábito de pensamiento.

Una metáfora que se utiliza mucho en terapia para explicar este fenómeno mental tiene que
ver con algo que alguna vez nos ha pasado. ¿Qué ocurre cuando se funde una bombilla o se va
la luz? Que entramos en una habitación y, a sabiendas de que la luz no va a encenderse,
apretamos el interruptor. Pasa lo mismo que con los pensamientos, es algo que tenemos
automatizado.

3. La metáfora de la casa y los muebles


¿Una casa deja de tener valor si sus muebles son viejos, feos o están estropeados? La
respuesta es no. La casa, tiene valor, independientemente de los muebles que contenga. La
casa no son sus muebles. De la misma forma, el ser humano es valioso independientemente de
sus pensamientoso sus actos puntuales.

Podemos tener pensamientos o actos más o menos nocivos, dañinos o negativos pero eso no
hace que toda nuestra persona sea así.

4. La metáfora de las arenas movedizas

La ansiedad es como estar sobre arenas movedizas: cuanto más luchamos en contra de ellas
para salir de ahí, más ansiosos nos atrapa la ansiedad y más desesperada y enérgica es esa
lucha.

Así, lo que recomienda esta metáfora es que cuando te encuentres en un estado de ansiedad
debes tratar de relajarte, de actuar en contra de lo que “te pide el cuerpo”.

5. La metáfora del viaje a Sevilla

Tienes un objetivo: viajar a Sevilla e incluso cambiar de aires y empezar una vida en esa
hermosa ciudad. Coges el coche para irte y unos pasajeros intrusos en el asiento de atrás
empiezan a decirte: ¿Pero dónde te crees que vas? ¡Tú no tienes capacidad para hacer eso!,
¡No eres capaz de coger este coche, conducir tanto y vivir en otro lugar!, etc.
Esos molestos pasajeros son los pensamientos negativos: intentan boicotear nuestros
objetivos, nos generan ansiedad y hacen que, finalmente, dejemos el coche y volvamos a
nuestra casa, a nuestra zona de confort.

6. La metáfora de la fiesta y el invitado que nos cae mal


Te han invitado a una gran fiesta: la boda de tu mejor amigo. Evidentemente, tienes muchas
ganas de asistir, pero te has enterado de que va a ir alguien que no te agrada demasiado. Se
trata de un compañero de trabajo del novio que te presentaron una vez y te cae bastante mal.

¿Vas a dejar de ir a la boda por ello? Supongo que tu respuesta será que no, ya que tienes
muchas otras personas con las que disfrutar.

De la misma forma, las emociones negativas son como ese invitado: no porque ellas también
hayan sido invitadas a la fiesta de nuestra vida tenemos que dejar de hacer cosas que nos
importan.

7. La metáfora del calor


Las emociones negativas son como el calor: muy desagradables. Seguro que no te dices a ti
mismo que tener calor es horrible, insoportable o la guerra nuclear. Es molesto, pero sabemos
que de vez en cuando hemos de pasar por ello, sobre todo en verano. No le damos más valor.

De la misma forma, las emociones negativas, existen y a veces las vamos a tener que
experimentar. ¿Por qué no somos tan indulgentes con nuestros propios estados emocionales?
Las emociones, al igual que el calor, un dolor de cabeza o un grano en la nariz, no son más que
estados fisiológicos fastidiosos, pero no tienen mayor trascendencia que la de facilitarnos
información.

Para concluir, las metáforas son un recurso útil y original en el contexto terapéutico. Algunas
son cómicas, otras tienen un punto de tristeza, otras son filosóficas… Sea como sea cada una
de ellas tienen el poder inevitable de hacernos reflexionar.

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