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Damián Gini

3er. Año Actuación


2018

Vanguardias de fines de siglo XIX y comienzos del XX

Historia del Arte E


Prof. Sandra Massera
EMAD
Índice

nro. página
Introducción ....................................................................................... 2
Desarrollo del análisis ........................................................................ 3
Art nouveau: Ferdinand Hodler .................................................... 3
Fauvismo: Henri Matisse …............................................................ 4
Expresionismo: Kate Kollwitz ........................................................ 5
Anexo: Imágenes ............................................................................... 7
El lago Thun ….............................................................................. 7
La mesa roja ….............................................................................. 8
Pobreza …...................................................................................... 9
Bibliografía …................................................................................... 10

1
Introducción

El presente trabajo tiene como objetivo el análisis de tres obras artísticas


correspondientes a tres autores distintos, pertenecientes al período transcurrido entre los años
1890 y 1920.
El criterio de selección de dichas piezas se basa en la observación personal de las
estéticas vanguardistas surgidas en el mencionado período, optando en este caso por trabajos
de Ferdinand Hodler, Henri Matisse y Kathe Kollwitz.
Para cada caso, se presentará el nombre del artista, incluyendo una breve referencia
biográfica y su pertenencia a una vanguardia determinada.
Respecto al desarrollo del análisis propuesto, si bien no de forma esquemática, se
tendrán en cuenta los siguientes puntos como referencia de observación:
centro de interés o dinámico de la composición
expresión de los elementos orgánicos y/o inorgánicos
límites o fronteras de la obra, sensación de finalización de la misma
percepción de la presencia del artista
reflexión sobre el efecto personal provocado por la obra

La propuesta tiene como principal anclaje el concepto de expresión, que el autor


Rudolf Arnheim en su Arte y percepción visual define como: “los modos de comportamiento
orgánico e inorgánico evidenciados en el aspecto dinámico de los objetos o sucesos
perceptuales.” (486). Es decir, el estudio de las obras se realizará desde esta óptica,
procurando establecer los modos en que el artista expresa una idea o mensaje por medio de su
obra.

2
Desarrollo del análisis

Art nouveau: Ferdinand Hodler.

Considerado uno de los principales pintores suizos, Ferdinand Hodler vivió entre 1853
y 1918. La producción artística de este pintor atravesó varios de los movimientos presentes
durante su vida, desde el realismo hasta llegar al simbolismo y el art nouveau en la época
finisecular. Sus últimas obras han sido catalogadas, además, dentro del ámbito del
expresionismo. Dedicado inicialmente a la reproducción de paisajes que lo rodeaban, se
convirtió luego en un seguidor del camino estético trazado por sus antecesores: Gaugin,
Cézanne y Van Gogh.
El cuadro seleccionado para esta sección titula El lago Thun1, acabada y presentada en
1905. Se trata de un óleo que muestra un paisaje con montañas reflejadas en un lago.
A primera vista resulta una obra poco compleja, de austeridad en el uso de color y
presentación de las formas, lo que transforma a esta pintura en un claro ejemplo de la
simplificación por la que optaba este artista. Puede apreciarse que dicha opción logra que la
presente obra se nos muestre casi como un cartel publicitario; esto no es menor, teniendo en
cuenta que en el desarrollo de las artes visuales finiseculares los carteles y las ilustraciones en
general, son también un ámbito de producción para los pintores de la época.
En cuanto a la composición general de la obra, es interesante notar que los reflejos de
las montañas generan una forma de pirámide trunca cuyo límite superior coincide con la orilla
al otro lado de la extensión de agua, generando de esta forma un punto de fuga o centro de
interés a la manera de la pintura renacentista: exactamente hacia el centro de la obra. Dentro
de la mencionada simplificación del paisaje, nos detenemos sobre el reflejo de las montañas
sobre el agua: es interesante el modo en que ese efecto se produce, porque ocupan la mitad
inferior de la pintura, generando la sensación de que el cuadro se extiende de forma
tridimensional hacia el lugar que ocupa el espectador, es decir, en posición perpendicular al
lienzo que oficia de soporte. Se trata de un resultado con una doble intención: la simpleza en
la composición y la técnica empleada, y un efecto visual potente, casi inusitado e inexplorado
entre las obras pictóricas de la época. No resulta del todo sencillo catalogar la pertenencia de
esta obra a una estética determinada, y gracias a eso consideramos que aún capta nuestra
atención. Podemos considerarla un intento del artista por trabajar sobre la simplificación de la
3

1 Véase en Anexo: Imágenes.


realidad y la experiencia concreta del observador con la obra. Si bien tampoco es de sus obras
más reconocidas o famosas, aplica como un destacado intento de lograr claridad y sencillez
estética.
Fauvismo: Henri Matisse

El segundo caso a analizar se trata de la obra La mesa roja2 del artista francés Henri
Matisse. Considerado el precursor o líder del fauvismo, nace en 1869 y fallece en 1954.
Este movimiento es, junto con el expresionismo, una de las primeras llamadas “vanguardias
artísticas”. Se centra en el empleo provocativo del color, tal como se observará en la obra
seleccionada.
La denominación de esta estética proviene de la expresión en francés les fauves, “las
fieras”, empleada por los críticos franceses a partir de la impresión que les generaron las
nuevas obras expuestas en el Palacio de París en 1905.
Esa “ferocidad” en el uso del color, es una constante en la expresión del fauvismo. Caso
paradigmático en este sentido, resulta la seleccionada obra de Matisse.
Figura en ella una escena aparentemente doméstica, donde apreciamos la presencia de
una mesa, una mujer manipulando un frutero, y a la izquierda del espectador, una ventana
abierta que deja visualizar el exterior. El color predominante en este cuadro es el rojo; un rojo
vibrante, potente que capta la atención del observador.
Es importante destacar que el mantel de la mesa central muestra un estampado
compuesto por figuras de ramas y flores en tonos azulados, cuyo diseño se corresponde con el
tapizado de la pared de la habitación, del mismo color rojo. De este modo, la materialidad y el
aspecto de ambos elementos se asemejan hasta fundirse, pretendiendo confundir al espectador.
Apenas una fina línea negra delimita el borde de la mesa, casi imperceptible.
Las relaciones establecidas entre estos elementos se transforman en el tema central de
la pintura. La mujer presente y el paisaje a través de la ventana pasan a segundo plano, se
presentan incluso más simplificados y menos definidos en sus contornos que los elementos
analizados en primer instancia. En este esquema expresivo, resulta evidente el afán del artista
no por generar una representación de la realidad, sino por efectuar una síntesis decorativa de
lo que lo rodea; hay un efecto basado en el dibujo y la composición que nacen de la necesidad
de plasmar una impresión sobre el poder del color para generar un contundente artificio.
En cierta forma, esta postura reúne el quehacer de los artistas adheridos a la estética
4

2 Véase en Anexo: Imágenes


fauvista. Deteniéndonos nuevamente en los elementos decorativos del mantel y las paredes,
éstos últimos ofrecen la sensación de extenderse hacia arriba, saliéndose de los límites de la
pintura; la sinuosidad de la curva direcciona la mirada del observador en dirección del borde
superior, hasta encontrarse con el marco de la obra, pero dejando la impresión de que aún
continúa.
Es interesante la forma en que el artista se hace presente con esta variación en el uso
del color, tanto como premisa estética o como elemento expresivo. Se hace presente el color
de manera estridente, pero sin dejar de mostrar una armonía interna muy potente.

Expresionismo: Kathe Kollwitz

En esta primer sección analizaremos una litografía de la artista alemana Kathe Kollwitz,
nacida en 1867 en la actual Kaliningrado y fallecida en 1945. Fue pintora, escultora, escritora
y una importante artista gráfica de su país y su tiempo; trabajó sobre distintos materiales y es
muy recordada por varias piezas de su obra.
Resulta un tanto controversial su pertenencia a un único estilo o corriente estética, es
una de las figuras más destacadas del llamado realismo crítico pero su presencia en el ámbito
expresionista no es para nada despreciable. A este último movimiento corresponde la obra
elegida para el análisis, titulada Pobreza3. Se trata, como ya mencionamos, de una litografía
datada sin exactitud entre los años 1893 y 1901, período anterior a la Gran Guerra y de gran
agitación social en Alemania. El siglo XIX llegaba a su fin, dejando a su paso la mentalidad
progresista basada en la ideología del positivismo. Frente a este clima social, el expresionismo
surge como un gesto de protesta y crítica ante el horror producido por la doctrina de orden
impuesta por la clase burguesa en conjunto con su avance económico, industrial y material. La
obra de Kollwitz seleccionada, parece estar inspirada “en una obra de teatro, cuyo tema giraba
en torno a los apuros de los obreros textiles silesianos durante un período de desempleo y
revuelta social. La escena del niño agonizante no tiene lugar en la obra, pero contribuye a la
intensidad de la composición” (Gombrich, 567)
Si bien la artista no buscaba generar un efecto conmovedor con su obra, sí se
identificaba con las causas de las clases sociales más bajas, procurando hacer visibles sus
dilemas al resto de la sociedad. En palabras del autor Mario de Micheli: “si para el artista
naturalista e impresionista la realidad seguía siendo algo que había que mirar desde el
exterior, para el

3 Véase en Anexo: Imágenes.


5
expresionista, en cambio, era algo en lo que había que meterse, algo que había que
vivir desde el interior.” (73)
Siguiendo la antedicho, la obra seleccionada resulta de sumo interés para el análisis
propuesto. Es importante recordar que se trata de una litografía, es decir, una técnica de dibujo
a lápiz sobre metal y no una pintura convencional.
Vemos en la escena representada por Kollwitz el dolor de un grupo de adultos frente a
la muerte de un niño. El centro de interés en esta obra es, en primer instancia, la figura
humana que sostiene los lados de su cabeza entre las manos; a continuación, se nos hace
presente el niño que yace en su cama. Una vez descubierta esta otra figura, el centro de interés
pareciera estarse moviendo entre ambos elementos. En esta escena aparecen otros dos
humanos, uno parece ser una niña o una mujer muy joven, acompañada de otro hombre. El
resto de la composición muestra el ambiente en que se hayan estos personajes, que remite a la
pobreza material propia de esta clase social en la contemporaneidad de la autora.
La técnica utilizada en esta obra, produce un efecto monocromático, que expresa la
situación de la escena representada; un solo recurso, un solo color, para transmitir el clima
oscuro de la realidad de ese momento. En este sentido, la relación entre los elementos se
vuelve orgánica, todos presentes bajo una misma finalidad. La artista deja entrever el trazo del
lápiz sobre el soporte de la obra, mostrando líneas negras de distintos grosores, en su mayoría
rectas o en muy pocos casos levemente onduladas, transmitiendo la rigidez y austeridad del
ambiente. Con este recurso logra distintos grados de luz y claridad, que contrastan con las
sombras o las superficies envueltas en color negro. Sobre esto resulta interesante detenerse
sobre la figura del niño, que aunque agonizante, es el elemento más iluminado de toda la obra.
Respecto a los límites de esta litografía, aparecen claramente delimitados, no
expresando su continuación más allá de la delimitación propuesta, sino por el contrario; los
trazos acumulados hacen direccionar la vista del espectador hacia el centro de la imagen. No
transmite la sensación de apertura de la obra, sino que desde la técnica de composición, el
mundo representado se cierne sobre el dolor expresado en los personajes. Es, además, muy
visible la presencia de la artista en términos ideológicos, estéticos e incluso emocionales;
expresa con sus medios una realidad que la circunda y que intenta transmitir a su público. Con
muy pocos elementos logra una obra de vigor en ese sentido, de una estética extraña para la
época, donde la preocupación por el color era predominante. Aún así, es posible considerar
que Kollwitz logra su cometido, detiene la mirada de quien observa sobre la realidad
mostrada, generando empatía con lo que se aprecia.
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Anexo: Imágenes

Ferdinand Hodler
El lago Thun, 1905.
Óleo sobre lienzo, 80,2 x 100 cm;
Museo de Arte y de Historia, Ginebra.
7

Henri Matisse
La mesa roja, 1908.
Óleo sobre lienzo, 180 x 220 cm;
Museo del Ermitage, San Petersburgo.
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Kathe Kollwitz
Pobreza, 1893 – 1901.
Litografía, 15.5 x 15.22 cm
9
Bibliografía

Arneheim, Rudolf. Arte y percepción visual. Madrid: Alianza Forma, 1979. Impreso.
De Micheli, Mario. Las vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid: Alianza Editorial, 1979.
Impreso.
Gombrich, Ernest. Historia del Arte. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1999. Impreso.
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