La poesía chilena en el siglo XX
Por Edgardo Anzieta Villalobo:
Introducción
No pretendo decir palabra alguna que
sea definitiva. Quizás, en lo más hondo, ni
siquiera aspire a bordear o paladear aproxi-
maciones. El tema es muy emocionante y,
hay que decirlo, ya es grande.
Habría que sostener que la poesía en
Latinoaméricay por supuesto en nuestro país,
constituye una forma de conocimiento. Pien-
so, no en forma original, que entre nosotros,
la poesía tiene validez casi filosófica. Lo han
dicho ya antes: la mejor poesía ha alcanza-
do ribetes de verdadera gnósis y es casi ver-
gonzosa nuestra excesiva preocupaciónpor
la filosofía universal, la filosofía europea, la
griega, etcétera, cuando a la mano tenemos
quienes han develado mundo y propuesto
mundo. A mí no me parece casual esa nues-
tra actitud: con toda la inmensa importancia
de la filosofía, en general, y la europea, en
particular, con toda la validez universal que
puede o pueda desprendersede ella, no deja
de ser cómodo y a veces interesado ver el
mundo con ojos no exactamente nuestros,
pero que nos alivian del esfuerzo y hasta el
mal rato de vernos en espejo, en perspecti-
va, en futuro.
Recuerdo que la palabra interés,
etimológicamente significa "entre nosotros",
lo que hay entre nosotros. Y nadie ha sos-
tenido que lo existente entre nosotros no pue-
da ser la comodidad, la ceguera parcial o to-
tal de lo que somos y hacia dónde vamos.
Lo que quiero decir aquí es un cierto
ejercicio de la poesía, que es el de la verdad,
que va acompañado en relación dialéctica con
la belleza. Digo dialéctica, porque tengo la
convicción de que verdad y belleza comba-
ten, se sostienen, se separan y se juntan,
cada vez que sea y es necesario. Cierta ver-
dad de ayer es la belleza de hoy; cierta otra
misma belleza de ayer es la verdad distinta
del hoy.
Una cuestión de conocimiento es difícil
para cualquiera. No soy excepción y me su-
cede lo que a todos: no me bastan los datos;
hay que saber interpretarlos. Pero el proble-
ma es aún más hondo: hay que querer in-
terpretar.
El trabajo me es doblemente difícil
puesto que, en mis limitaciones y por mis
limitaciones, me siento tocado, conmovido
por la poesía chilena del siglo XX.
Conmoverse, como se palpa y saborea al
decir, es moverse con. Y somos demasiado
conscientes para no darnos cuenta en dónde
estamos parados: si deseo o deseamos ser
consecuentes con el juego verdad-belleza y
con el juego gnósis-filosofía ya propuesto,
resulta que sostenemos el propósito o des-
propósito de conmovernos (movernos con)
la poesía chilena del siglo XX. Y eso es de-
cir mucho, por la enormidad: a los hombres,
se los juzga por sus obras.
De más está decir que no hablamos
aquí de obras literarias: si ya hay un cierto
consenso -cierto en el sentido de certidum-
bre y no de algún- de que la poesía ha susti-
tuido con creces, eficacia y belleza a la filo-
sofía entre nosotros, cabe caer en cuenta
que nuestras obras que importan... son las
diarias, esa vieja realidad que se llama espe-
jo, o ese viejo espejo que se llama realidad.
Vieja realidad: no caduca.
El trabajo, entonces, nos sobrepasa en
todo. Nietzsche sostenía con razón que el
arte es la pericia del hombre. Trataré de
mostrar algo de la pericia sucedida en este
país, con una tesis de fondo; a lo mejor, con
un remedo de tesis, pero que aquí dejo es-
tampado no por gusto personal o vanidad,
pues ante todo, declaro que no soy original
ni mejor en ella, pero que sí la sostengo con
el máximo de hidalguía posible: no hemos
estado a la altura como pueblos, como na-
ción y hasta imaginario, de esas pericias y
hoy y mañana tendremos que pagar conse-
cuencias de la ceguera cómoda e inexperta.
Nuestra impericia si no es crimen, es silen-
cio estúpido, como en no lejanos días dijera
Simón Bolívar.
Cuatro fundadores y un precursor
Pezoa Véliz está considerado como
cumbre suficiente para ser estimado en los
comienzos de la poesía chilena del siglo XX.
Pero eso no bastaría. Cumbre suficiente, por
su innegable condición de poeta, por su ex-
celencia y en cierto modo, por la ruptura. Hay
una fidelidad a la tierra que marca la verdad
que lo persigue; hay la mirada sobre lo débil
 y marginal que retrata ciertas condiciones vi- o sobre la hija del pobre.
tales y existenciales; pero, más que nada,
estamos en presencia de una recuperación Y cuando sobre los piques
de sujetos de la historia que han sido extra- de los rotundos faldeos,
viados en el siglo anterior, que apenas se ha iban los viejos caciques
extinguido. Siglo XIX que ha visto la Guerra a contemplar los rodeos,
de la Araucanía, la Guerra del Pacífico y la
y eran dueños de la tierra,
Guerra Civil de 1891 como suficientes trau-
del arado y la picota,
mas y quiebres para el pueblo trabajador, o del machete y de la sierra
bajo pueblo. Piénsese que la Guerra Civil del que rasga el árbol que brota.
91 costó diez mil bajas, en un país pequeño,
de baja población, eminentemente campesi- ¡Pobre peón! Mas tarde vino
na. Huelga decir que sus principalesvíctimas a la aldea (¡adiós montaña!)
son los contingentes del campo provenien- y fue ladrón y asesino
tes, que poco o nada captarían de una lucha con gente de extirpe extraña.
de fondo embrollada en sus apariencias, pero
Y hoy es un andrajo errante
clara en sus sentidos y consecuencias a lar-
que en los quiebros de la vía
go plazo. Plazo que se llama siglo XX. se echa sobre el caminante
Piénsese lo que aquella masacre forjó y lo mata a sangre fría ...
en el alma de las capas populares, convoca-
das a un combate ciertamente lejano en lo (El organillo.- fragmentos)
inmediato, Piénsese las cantidades de sole-
dad y desamparo que aquello regó por los Toda la obra de Carlos Pezoa Véliz está
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vica" que se forjó en las conciencias chile- len los retratos, las costumbres, ciertas
nas; qué lenta, pero indetenible metafísica de tipicidades y naufragiossociales. Bastaríacon
la derrota allí hay. Pensemos en los vacíos releer "El perro vagabundo" o "Nada"paracap-
de carácter, propósito, voluntad y conforma- tar la metafísica que hay aquí, por si alguien
ción humana. quiere encontrarlas y para comprender por qué
Pues bien, sostengo que en Pezoa se sostiene que nuestras filosofías rondan la
I Véliz, como en una antena que capta el ruido poesía. Emblemático, el poeta morirá del te-
subterráneo, pero decisivo, sostengo que en rremoto de comienzos de siglo en Valparaíso,
su poesía se refleja el clima material y moral de cuyos efectos no pudo librar. Allí quedó su
:on que "nacemos" o morirnos al siglo pre- memorable "Tarde en el hospital",verdadera
sente. síntesis de situaciones personales y socia-
les... y también de todo aquello que es per-
"Porque la barra, el calambre manente en la condición humana y que nos
de la fatiga, o la guerra, habrá de alcanzar.
los echaron muertos de hambre "Sobre el campo el agua mustia
a lo largo de la tierra. cae fina, grácil, leve;
sobre el agua cae angustia;
¡Pobre peón! En otros días llueve.
la tierra era de los viejos;
de ellos el parrón, sus guías, Y pues solo en amplia pieza
las bestias, sus aparejos. yazgo en cama, yazgo enfermo,
para espantar la tristeza,
Cuando la tierra era buena: duermo.
cuando no había patrones
que hicieran siembras de pena Pero el agua ha lloriqueado
y vendimias de pulmones. junto a mí, cansada, leve.
Despierto sobresaltado;
Cuando el amo aún no había llueve...
echado su cuerpo sobre
la carne de la alquería Entonces, muerto de angustia

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ante el panorama inmenso,
mientras cae el agua mustia,
pienso". (Tarde en el Hospital)
Después... después vendrán los cuatro
grandes de la poesía chilena, con sus pecu-
liares ritmos y visiones, entrecruzados,
atisbándose, combatiéndose y negándose.
Largos silencios, por una parte. Alejamien-
tos. Destinos distintos. Tratos complejos con
el éxito ylo la función social del poeta. La
función cognoscitiva del poeta y su poesía.
Hablamos por orden de entrada en la
vida de Gabriela Mistral, Vicente Huidobro,
Pablo de Rokha, Pablo Neruda. Como se com-
prenderá, no soy yo ni seré yo quien diga úl-
tima palabra sobre estos colosos. Diré la mía,
que es aprendida de otros mejores que yo,
pero que se sostiene también en lo propio.
No diré del tamaño ni dimensión de sus obras:
la apuesta aquí jugada, ya lo dije, es el juego
de verdad y belleza, poesía no versus filoso-
fía: poesía y filosofía.
Gabriela es la piedra que casi (nos) ha-
bla, el continente que avanza en edades que
son anterioresy de siempre. La mejor Gabriela
posee la palabra ruda y esculpida para lo tier-
no: lo tierno americano. Por el camino viene
un muchacho, una chiquilla, un viejo; qué im-
porta. Viene a sus faenas del campo que co-
menzaron muy lejos en el tiempo, probable-
mente cuando el continente no se llamaba.
La Mistral estará en la desembocadura final
del continente y dirá su palabra con sabor de
y desde siempre.
"Dejaron un pan en la mesa
mitad quemado, mitad blanco
pellizcado encima y abierto
en unos migajones de ampo.
Me parece nuevo, como no visto,
y otra cosa que el no me ha alimentado,
pero volteando su miga, sonámbula,
tacto y olor se m e olvidaron.
Huele a mi madre cuando dio su leche,
huele a tres valles por donde he pasado:
Aconcagua, Pástzcuaro, a ilqui,
y a mis entrañas cuando yo canto.
( ) Se ha comido en todos los climas
el mismo pan en cien hermanos:
pan de Coquimbo, pan de Oaxacas,
pan de Santana y de Santiago".
Le amamos el profundo rumor, la pala-
bra pequeña y justa pero con el sentido gran-
de que anuncia.
"Las madres, contando batallas,
sentadas están al umbral.
Los niños se fueron al campo
la piña de pino a cortar.
Se han puesto a jugar a los ecos
al pie de su cerro alemán.
Los niños de Francia responden
sin rostro en el viento del mar".
La Mistral nos redescubre lo más bue-
no del humano: doloroso, parcial y brevísimo
ejemplo, este es un poema contra los con-
flictos del hombre, por medio de la ternura de
y hacia los niños. Ella, que conoció el des-
precio, se vuelca en el aprecio y la constata-
ción humana. Sí, quisiéramos oírla siempre:
es el viejo pan dulce sobre la mesa humilde
y tosca, en casa de barro; huele el adobe
aquí. La identidad anda con sus pasos. Nun-
ca terminaremos de evocarla primero, apren-
derla constantes.
Vicente Huidobro es el mágico, como
él quiso. Representa el descanso del que
anda en batallas. Es la chispa y el color sor-
presivo; chispa que nada veloz, pasa veloz.
Poco mundo para tanta estrella; pero su re-
cuerdo es permanente, evocador. Legará a
tener, él, que era tanta felicidad acumulada,
la voz agravada, de puros golpes de vida.
"Mujer el mundo esta amueblado por tus
ojos
Se hace más alto el cielo en t u presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga de paloma en paloma
Al irte dejas una estrella en t u sitio
Dejas caer tus luces como el barco que pasa
Mientras te sigue m i can o embrujado
Como una serpiente fiel y melancólica
Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro"
Es la gracia la que envuelve al nuestro,
que sabrá ser clásico y donarnos una sensa-
ción de paz, de legítimo descanso. Allí, don-
de la nada y todo se reúne, donde probable-
mente la Historia tienen su fin, pero ha po-
seído, además su comienzo,
"Paz sobre la constelación cantante de las
aguas
Entrechocadas como los hombres de la
multitud
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Paz en el mar a las olas de buena voluntad
Paz sobre la lápida de los naufragios
Paz sobre los tambores del orgullo y las
pupilas tenebrosas
Y si yo soy el traductor de las olas
Paz también sobre mí
Hé aquí el molde lleno de trizaduras del
destino
El molde de la venganza
Con sus frases iracundas despegándose de
los labios
He aquí el molde lleno de gracia
Cuando eres dulce y esta allí hipnotizado por
las estrellas
He aquí la muerte inagotable desde el
principio del mundo
Porque un día nadie se paseara por el tiempo
Nadie a lo largo del tiempo empedrado de
planetas difuntos"
También los poetas saben mejor la di-
rección del tiempo, la substancia del repo-
so, la contradictoria raíz de los anhelos y lo
que vibra. Huidobrofue la antena que recogió
sobre sí rayos venidos de otras partes.
Pablo de Rokha es el que tuvo el com-
bate nuestro de cada día. Le tocó y quiso la
fuerza, hasta hacerse maestro. Maestro duro,
padre violento, que le dijera Humberto Díaz
Casanueva. Padre violento de nuestra poe-
sía y de nuestro juego: belleza-verdad-filoso-
fía. Lo suyo es inolvidable por certeza, mani-
festación, eje peligroso que se cruza ante la
vida: inolvidable verdad, increíble valor,
"La mañana trina sobre los tejados de las
cosas y el hombre lúgubre: yo; cantan los
pájaros, cantan las vías públicas,
cantan las suegras, las tabernas, los
juzgados, las iglesias,
y cantan las escuelas encantadoras...
...De repente todo se vuelve, todo se
vuelve malo, malo, estúpido, malo,
y la imbecilidad de la vida humana
emerge, emerge incontestable. ..
...Q u6 sucede?.,. Que sucede?... -
nada:
han pasado unos militares, han pasado"
Este es el que tiene deberes y obliga-
ciones con lo infinito, de su propia boca di-
cho. De él y de anti-él -según concepto de
Gonzalo Rojas- vendrán los demás. La poe-
sía combatiente, el feísmo, la antipoesía, el
canto monumental, lo cotidiano, la
anecdotización. Ni que hablar el fin y la ruptu-
26
ra del modernismo.
El De Rohka que nos habló antes es el
de la década del 20. Oigámoslo ya anciano,
cuando las apuestas están hechas: en esa
honda psicología que nos retrata a todos en
la condición de la virilidad. Pero nótese el en-
trecruzamiento de lo social con lo personal,
que estimo yo la mejor combinación si quere-
mos hablar de gnósis y de universal.
"Ahora la hembra domina, envenenada,
Y el vino se burla de nosotros como un
cómplice de nosotros, emborrachándonos,
cuando nos llevamos la copa a la boca
dolorosa,
acorralándonos y aculatándonos contra
nosotros mismos I como mitos.
Estamos m u y cansados d e e s c r i b i r
universos sobre universos
Y la inmortalidad que otrora tanto amaba el
corazón adolescente,
Se arrastra
Como una p o b r e p u t a e n v e j e c i e n d o ;
sabemos que podemos escalar todas las
montañas
de la literatura como en la juventud heroica,
que nos aguante el ánimo
el coraje suicida de los temerarios, y sin
embargo yo,
definitivamente viudo, definitivamente solo,
definitivamente viejo, y apuñalado de
padecimientos,
ejecutando la hazaña desesperada de
so brepujarm e,
el autorretrato de todo lo heroico de la
sociedad
y la naturaleza
me abruma".
(fragmentos - Canto del Macho
Anciano)
De Rokha nos pone en contacto, desde
muestras más profundas y bárbaras voces,
con zonas de nuestra realidad americana:
hondas, lacerantes, vitalísimas siempre, a
prueba de encubrimientos. Es el gran
desmistificador de la realidad, incluso, del
propio acto de escribir. Esa es su gloria y
densidad: la develación permanente del mal-
trato.
Neruda representa para quien os habla,
no el cantor de lo social, como fue un tiempo
pretensión y apariencia. El mejor Neruda es
la voz que sale de la tierra, casi hipnótica e
hipnotizante, casi directamente venida, sin
mediaciones de lo humano.
"Como cenizas, com o mares p o blán dose,
en la sumergida lentitud, en lo informe,
o como se oyen desde lo alto de los caminos
cruzar las campanadas en cruz,
teniendo ese sonido ya aparte del metal,
confuso, pesando, haciéndose polvo
en e l m i s m o m o l i n o d e las f o r m a s
demasiado lejos,
o recordadas o no vistas, y el perfume de
las ciruelas
que rodando a tierra
se pudren en el tiempo, infinitamente
verdes.
Aquello todo tan rápido, tan viviente,
inmóvil sin embargo, como la polea loca en
sí misma,
esas ruedas de los motores, en fin,
existiendo como las puntadas secas en las
costura
del árbol,
callado, por alrededor, de tal modo,
mezclando todos los limbos sus colas,
es que de dónde, por dónde, en que orilla?
El rodeo constante incierto, tan mudo,
como las lilas alrededor del convento,
o la llegada de la muerte a la lengua del buey
que cae a tumbos guarda abajo, y cuyos
cuernos quieren sonar".
(Galope muerto- fragmentos - mediocre que es la vida del hombre moder-
primera residencia)
Yo digo del mejor Neruda: el que traba-
ja con el distanciamiento, no con la cerca-
nía. Como técnica, el distanciamiento aporta
misterio, pero conlleva sus trampas: la frac-
tura de la unidad del mundo. Neruda alcanza
la expresiónde lo fijo, lo que ensimisma cuan-
to le rodea. La naturaleza del hombre y la
esencia de lo natural surgen en espesos sen-
tidos, casi neutros, pero inexcusables y sig-
nificativosprecisamenteen esa y por esa per-
plejidad, contradictorio, perpleja neutralidad.
Por eso nos asoma como un cantor más alto
en la visión de lo primordial: en asuntos hu-
manos, condesciende en el romanticismo y
en las imágenes que le son previas a él y su
ciclo vital, con fuertes influencias. Su voz se
libera -y poderosa- ante el espectáculo del
mundo como casi un fenómeno natural, en
aquello, empleando sus palabras, que es "ro-
deo constante incierto".
Los que vinieron y las perspectivas
De esas cuatro vertientes provienen los
demás. La poesía chilena ha tenido el honor
de ser alta, con voces peculiares, interrogati-
vas, sonoras. Plenarias en su independencia
y perspectivas.
La voz de los cuatro mayores siempre
ha estado: la Gabriela primordial y esencial:
Huidobro explorador y lleno de gracia; De
Rokha que aterriza los asuntos humanos;
Neruda que todo lo conduce a su mundo de
estancia y ser.
Después de ellos, alcanzan su dimen-
sión propia y también inauguradora, a nues-
tro parecer, cuatro nombres que han tenido
que luchar con la pesada y rica herencia de
los otros cuatro fundadores. Ellos son Nicanor
Parra, Gonzalo Rojas, Enrique Lihn y Jorge
Teillier. Curiosamente, viven los dos prime-
ros que son los dos mayores y que, curiosa-
mente también, tuvieron que construir un len-
guaje y sus vidas a la sombra de los progeni-
tores, cuando estos últimos estaban vivos y
vigentes.
Nicanor Parra representa la ruptura con
la tradición, hasta cierto punto. El partió des-
de la tradición, bajo el influjo de García Lorca
pero arribó a una poesía irreverente, cotidia-
na, que, aunque nunca dicho, sufre la influen-
cia del rokhianismo. Desacraliza los grandes
temas de la poesía, por medio de la ruptura
no, con notas chispeantes y siempre efecti-
vas del folclor también trasuntado, ironizado,
Discurso Fúnebre
"Es un error creer que las estrellas
Puedan servir para curar el cancer
El astrólogo dice la verdad
pero en este respecto se equivoca.
Medico, el ataúd lo cura todo.
( ) La primera pregunta de la noche
Se refiere a la vida de ultratumba:
Quiero saber si hay vida de ultratumba
Nada mas que si hay vida de ultratumba.
No me quiero perder en este bosque.
Voy a sentarme en esta silla negra
Cerca del catafalco de mi padre
Hasta que me resuelvan m i problema.
¡Alguien tiene que estar en el secreto!
Cómo no va a saber el marmolista
O el que le cambia la camisa al muerto.
(fragmentos) "
Una poesía insuflada de humor, de
desacralización, de cotidianidad, de nuevas
y antiguas liberaciones. No obstante, debe-
mos decir que muchas veces el humor se
ancla en la cotidianidad en exceso, pasa al
chiste, y no la trasciende, perdiendo esa nue-
va propuesta cognoscitiva que envuelve y,
por el contrario, creemos que consagra lo ya
existente.
Gonzalo Rojas se presenta como poe-
tafuertemente materialista, pero que poco a
27
poco aeviene en merarisicas complejas y po-
derosas. Destaca su rigor conceptual y de
lenguaje: de pronto, accedemos con él a po-
derosas instancias de lo humano, con mucho
de la gracia de Huidobro, la fuerza rokhiana y
el ritmo nerudiano. Desde luego que es mu-
cho más que pura tradición: renueva con des-
caro, pero mira con atención el pasado.
El Dinero
Yo me refiero al río donde todos los ríos
desembocan,
al gran río podrido,
donde vienen a dar nuestros pulmones que
hemos criado para el aire,
al río coagulado que lleva en su corriente
sanguínea los despojos
de nuestra libertad: todas las rosas
en sus alcantarillas comerciales,
/as rosas del placer y de la dicha, las rosas
de una noche
que se abrieron a todos los sentidos,
depositadas hoy en las aguas viscosas,
donde las siete plagas
vos manchan y nos muelen, nos consumen,
vos comen
con sus dientes inmundos bajo el beso y la
risa del encanto.
El río entre en nosotros,
y nosotros entramos en el río.
Es una guerra a muerte, como la del microbio
vue nos roba el color de nuestra sangre,
3 c a m b i o d e l s u s t e n t o c o n q u e nos
embrutece, y nos permite
unas horas de amor después de la fatiga del
trabajo.
( ) Pero no lo gritemos. Que el sabe nuestra
suerte,
91 es la institución y la costumbre,
91 vence los regímenes, demúele las ideas,
91 mortifica al pobre, pero revienta al rico
cuando no se somete a lamer su gangrena,
91 cobra y paga, sabe lo que quiere
Dorque es la encarnación de la muerte en la
tierra ”
(fragmentos, de “La miseria del
hom bre ”)
Rigor en el lenguaje y por tanto en las
imágenes, por mucho que el poeta prefiera
otros textos a este de su temprana madurez.
No obstante, la Mist,ralsupo y entendió el po-
derío que con este texto se incorporaba al
idioma.
r .
tnrique Linn es el poeta de la lucidez y
. I . ,
I . I , . . . .
ei meraienguaje: poesia uentro ue ia poesia,
lucidez dentro de la lucidez. Por tanto, cono-
cimiento dentro del conocimiento,
De un intelectual a una muchacha
del pueblo
Mi falsa b o n d a d t ú eres la Única en
comprenderla,
porque la confundes, ciega, sagazmenre con
lo Único bueno
que va quedando en m í
y no distingues entre mi miedo a la vida y
m i amor a la vida
y eres, por un momento, el báculo de esta
vejez prematura.
Crees, en cambio, en el hombre que yo
habría sido y en el
que fui fugazmente antes de esos años
amargos,
de no haber sucumbido al gusto de la
derrota, al placer y hasta
a la pasión de la derrota, por lo mismo que
crees en el amor
o porque el amor t e hace creer, como si se
tratara de un
manojo de hierbas en manos de una vieja
curandera,
en sus virtudes balsámicas,
y estas penetrada del papel del amor como
de un sabor a
hierbas mágicas.
Creerás en lo que t e diga, a l oído, el
horÓscopo
en el estilo epistolar en la lectura de las
manos;
t u novela soy yo p a r a las noches de
insomnio cuando la
virginidad acostumbrada a todo da con todo
señales
de impaciencia
y hay que adormecerla con un cuidado
especial.. .”
(fragmentos)
Este poeta conoce; a veces, su cono-
cer lo lleva al encierroy la paralogización. Pero
es toda la vida social la que se detiene y
encapsula, se encierra y castiga.
El último poeta escogido es Jorge
Teillier. Hombre de comarca. Pero su comar-
ca es el mundo, aún más, el sentimiento de
un mundo, delicado y rumoroso; oloroso y pe-
netrante. Sutil, ante todo. Permeable, también,
Juegos
Los niños juegan en sillas diminutas,
los grandes no tienen nada con qué jugar.
Los grandes dicen a los niños
que se debe hablar en voz baja,
Los grandes están de pie
junto a la luz ruinosa de la tarde.

.os niños reciben de la noche
3s cuentos que llegan
'om0 un tropel de terneros manchados,
nientras los grandes repiten
rue se debe hablar en voz baja.
os niños se esconden
Fajo la escalera de caracol
,ontando sus historias incontables
.om0 mazorcas asoleandose en los techos
para los grandes sólo llega el silencio
racío como un muro que ya no recorren
'omb ras ".
La delicadeza, pero que insinúa la fra-
lilidad de un mundo presto a desaparecer.
.a fragilidad de una vida, de todas las vidas,
le estructuras completas del ser; la sensibi-
dad carcomida por un mundo que no entien-
le, que no quiere entender.
Me he visto forzado a exponer, lo que
10 es ninguna síntesis. En eso, me he visto
Drzado a escoger, lo que no es justo. Dentro
le lo injusto, he omitido nombres, obras, sen-
;ibilidades, lo que es muy grave. Pero tenía
ilternativa: no soy un erudito, ni aspiro a
,erlo. Tengo impresiones que expongo aquí
ahora; la poesía chilena futura continuará
on su condición de videncia: lo primordial,
desgarrado, el conocimiento, la recupera-
ión del cuerpo, la experimentación, tendrán
jue seguir. Es imposible borrar una tradición
p e está llena, también, de luchas y
ontraluchas. Estamos condenados a la poe-
ía.
Conclus¡ones
Para nadie es un misterio que la poe-
ía chilena del siglo XX es maciza, variada,
oderosa. Que entre nosotros se nos dio como
exploración y atrevimiento; experimentación
y conocimiento. Que salió a recorrer mundo
y a recoger mundo, y que lo hizo bien.
Parece más discutible que hemos he-
cho con y de ella. Mal la conocemos, mal la
enteramos. No conocemos su desenvolvi-
miento de conjunto, azarosa, peleadora,
rupturista. Parece que ya no somos así: los
chilenos ya no somos así. Está por verse si
lo nuestro es sabiduría o comodidad. Podría
ser miedo y mediocridad: parte de lo más pre-
ciado de la poéticachilena, nos habla de nues-
tro medio y nuestra mediocridad.
Creo que es una poesía signada por la
verdad, en primer lugar. La belleza aparece
después. No digo que en forma secundaria,
ni subordinada. Digo que después y este Ila-
mado de atención que hago, algo significa.
Porque me parece que no es el mismo acen-
to antes que después: hay en nuestra poéti-
ca un compromiso ético que marca su cur-
so. Pulsa los temas, la forma de abordarlos.
hasta el más "tranquilo" de nuestros poetas
está incómodo,con un soterrado malestar que
viene desde la tierra, como una niebla o un
vaho. La historia acá no es chiste, aunque se
haga chiste con y de ella.
Nuestra poesía es historia y filosofía de
nuestra impotencia como pueblo y como cul-
tura. Es el esfuerzo porque entre nosotros ja-
más nadie se atreva a decir o jugar como lo
hizo Borges sosteniendo que él era un
europeo nacido en el exilio.
Acá nos conocemos todos; y los verda-
deros poetas, nuestra gloriosa poesía, y aquí
me apropio de De Rokha, sirve para indicar los
caminos. Ojalá que tengamos camino -que
siempre los hay- y que tengamos aún cami-
nantes. Esto último es lo que está por verse.

CORPORACION EDUCACIONAL COLEGIOS

CONCEPCION ÑUBLE
w Una alternativa de éxito pedagógico para el tercer
milenio, expresadapor tres colegios:

Colegio Concepción - Chillán - Vicente Méndez 751 - Fono: 275397

Colegio Concepción - San Carlos - Brasil 13 - Fono: 412167
Colegio Inglés - Chillán - Flores Millán 880 - Fono: 274774
Corporación Educacional - 18 de Septiembre 291 -Fono: 215143

CHILLAN - 2000
I
29