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Cátedras: Historia Latinoamericana e Historia Latinoamericana y Argentina actual


Profs. Marcela Brizzio y María Virginia Quiroga

APUNTE DE CATEDRA
El POPULISMO – debates, tensiones y procesos histórico-políticos1

María Virginia Quiroga

El populismo se ha constituido como una categoría recurrente y polémica en América Latina


desde mediados del siglo XX hasta nuestros días. Recurrente porque se apela a ella -en el
campo académico, periodístico y/o cotidiano- para caracterizar una multiplicidad de
experiencias políticas disímiles. Polémica porque es objeto de significaciones y valoraciones
diversas; desde considerarlo como sinónimo de demagogia y clientelismo político, hasta
destacar su rol como redentor del pueblo y expansor de derechos.
A priori podríamos marcar algunos rasgos comunes que amalgaman a los procesos políticos
de tinte populista en la región latinoamericana. El primero, es que desde el punto de vista
económico representó un cambio de modelo de acumulación centrado en la ampliación del
mercado interno, como así también la aplicación de políticas económicas heterodoxas. El
segundo elemento distintivo, radicaría en la presencia de liderazgos fuertes, muchas veces
privilegiando la relación directa entre líder y pueblo. En tercer lugar, se otorgó un rol
protagónico al Estado, no sólo en términos de intervención económica sino también como
instrumento para la ampliación democrática.
Ahora bien, las experiencias históricas –centralmente los gobiernos de Cárdenas (México),
Vargas (Brasil) y Perón (Argentina)- fueron disparadoras de una serie de análisis que, desde
las ciencias sociales, intentaron comprender a los nuevos fenómenos “populistas”. De modo
que, en primer lugar, intentaremos reconstruir algunas de las diferentes perspectivas teóricas
que se han preocupado por el estudio del tema. Luego, estableceremos algunas breves
consideraciones en torno a los procesos populistas de mediados de siglo.

1. Algunas apreciaciones y discusiones teóricas


Sin pretensiones de exhaustividad, desarrollamos aquí una clasificación que distingue entre
perspectivas esencialistas y no esencialistas a la hora de definir el populismo. Las primeras se
han presentado como “miradas objetivas” sobre el tema, buscando identificar la esencia o
naturaleza última del populismo2 (es decir, aquellos rasgos inalterables que caracterizarían
toda experiencia populista, por ejemplo: personalismo, autoritarismo, intensa movilización
popular, entre otros). Por su parte, las perspectivas no esencialistas se han preocupado más por
el estudio de las formas o lógicas del proceso populista, antes que por el contenido que estas

1
Este apunte recoge varios puntos del artículo: Magrini, Ana Lucia y Quiroga, María Virginia (2016) “La
constitución de un concepto iterativo en América Latina. Tensiones y polémicas en torno al populismo”. Revista
Fundamentos, UNSL.
2
Por ejemplo: los postulados de la sociología de la modernización de Gino Germani y el estructural-
funcionalismo de Torcuato Di Tella; como así también las apreciaciones de carácter histórico-estructural,
producidas tanto desde el prisma del marxismo gramsciano (Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero) como
desde la teoría de la dependencia (Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto).

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experiencias asumen3. En ese marco, enfatizaron la importancia de vincular el concepto de


populismo con el de pueblo e identidades populares.
Es importante aclarar que no pretendemos sistematizar todas las perspectivas de estudio
sobre el tema, sino sólo señalar a grosso modo algunas interpretaciones y tensiones. Asimismo,
no aludimos a enfoques cerrados e inmutables, sino que admiten diversos matices y, muchas
veces, se superponen y contaminan mutuamente. No olvidemos que el populismo constituye
un concepto en permanente disputa, no sólo en términos académicos sino también políticos.

a.) Enfoque esencialista-descriptivista. Ejemplo: Gino Germani y la teoría de la


modernización
Gino Germani (Roma, 4 de febrero de 1911 - 2 de octubre de 1979) fue pionero en discutir
el tema del populismo en Argentina (desde fines de la década del 50). Durante su estadía en el
país fundó la carrera de sociología en la Universidad de Buenos Aires, y orientó sus trabajos
hacia la distinción entre los fenómenos fascistas europeos -específicamente el fascismo
italiano- y los regímenes nacional-populares en América Latina -especialmente el peronismo-
Para el autor ítalo-argentino, el surgimiento de los populismos se vinculaba directamente
con el grado de desarrollo de una sociedad. De este modo, la esencia del populismo remitía a
un contexto espacio-temporal específico marcado por el tránsito de una sociedad tradicional a
otra moderna, teniendo en mente las distintas etapas en el camino hacia la modernización a
partir de los postulados sobre el desarrollo económico4. El fenómeno aparecía, entonces,
asociado a condiciones de excepcionalidad o de anormalidad; es decir, emergía como producto
de un desfasaje o asincronía entre algo que aún no es (la sociedad moderna desarrollada
capitalista) y algo que aún no dejó de ser (la sociedad tradicional precapitalista).
¿Cómo se explicaba concretamente el origen del populismo? Básicamente porque en las
sociedades en transición (y especialmente en la Argentina de mediados de siglo XX), se había
producido una expansión de las nuevas clases trabajadoras recientemente proletarizadas que
se instalaban en las periferias de las ciudades, sobrepasando las capacidades de absorción del
sistema político tradicional. En consecuencia, esos sectores quedaban en situación de
disponibilidad para ser integrados a la vida política bajo formas no convencionales (y no del
todo democráticas), entre las que se destacaron los movimientos “nacional-populares”. Los
nuevos obreros se desviaban entonces de su orientación ideológica “natural”, que era la
canalización de demandas a través de partidos o sindicatos de izquierda. Germani argumenta,

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En ese marco, se identifican algunas corrientes críticas (como los “coyunturalistas” Daniel James y Jeremy
Adelman, las consideraciones de Peter Worsley y Margaret Canovan, entre otras) y, especialmente, las reflexiones
de Ernesto Laclau.
4
Estos postulados se establecen de conformidad con la teoría del desarrollo económico de Walt Whitman Rostow.
Para una sociedad en particular existen cinco etapas: (i) la sociedad tradicional; (ii) precondición para el despegue;
(iii) el proceso de despegue producido por el crecimiento estimulado de los principales sectores de la economía.;
(iv) el camino hacia la madurez; y (iv) una sociedad de alto consumo masivo.

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además, que no es casualidad que justamente el populismo haya surgido en los tres países con
incipiente desarrollo industrial.
Esta interpretación despertó críticas, especialmente en lo que concierne a los orígenes del
peronismo, ya que en ese proceso fueron importantes tanto los nuevos obreros (la masa
disponible para Germani), como aquellas organizaciones obreras de larga tradición (la “vieja
guardia sindical”). Al mismo tiempo, unos y otros se amalgamaron con otros sectores en
contraposición a las elites que habían detentado históricamente el poder.

b.) Miradas Antiesencialistas. Ejemplo: Laclau y la teoría del discurso ideológico


Hacia el interior del pensamiento marxista latinoamericano se produjeron una serie de
debates en torno al concepto de populismo. Posiblemente la discusión más álgida haya estado
representada por una disputa entre las lecturas que desarrollamos en el apartado anterior y una
interpretación postmarxista, de un teórico político que introdujo profundas reformulaciones a
la perspectiva marxista: Ernesto Laclau (Buenos Aires, 6 de octubre de 1935 - Sevilla, 13 de
abril de 2014).
Laclau intenta construir una concepción no peyorativa del populismo desde un abordaje no
esencialista, o sea ya no se busca la naturaleza última del populismo ni se lo identifica con
aspectos negativos; sino que éste designaría una forma o lógica política que se caracteriza por
la construcción de un pueblo en el marco de una serie de relaciones antagónicas (relaciones de
oposición). Es decir, lo que hace el populismo es construir discursivamente una oposición entre
el pueblo (como los menos privilegiados) y el bloque de poder (como responsable por la
insatisfacción de las demandas populares).
“(…) por “populismo” no entendemos un tipo de movimiento ―identificable con
una base social especial o con una determinada orientación ideológica― sino con
una lógica política”. (Laclau, E. 2005: 150).
“Esto, a su vez, implica, como hemos visto, la construcción de fronteras internas
y la identificación de un “otro” institucionalizado. Siempre que tenemos esta
combinación de momentos estructurales, cualesquiera que sean los contenidos
ideológicos o sociales del movimiento político en cuestión, tenemos populismo de
una clase u otra.” (Laclau, E. 2005: 150-151).

En definitiva, Laclau aborda el fenómeno como una forma-lógica de construcción


discursiva de un pueblo. Por lo tanto, éste carece de especificidad histórica (no remite a un
período determinado del desarrollo capitalista) y de especificidad geográfica (no es propio de
los países del Tercer Mundo), tampoco está asociado exclusivamente a una clase o a una
ideología. En últimas, el populismo bajo el lente de Laclau es contingente, flexible, no cerrado
y constantemente disputado.

2. Los populismos clásicos o históricos. Ejemplos: México y Brasil


Consideramos aquí tres experiencias históricas concretas que remiten a los llamados
populismos clásicos o populismos históricos. La mayoría de los trabajos académicos no dudan

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en otorgarles tal calificativo, en tanto comparten, en la América Latina de mediados del siglo
XX, ciertas características definitorias altamente variadas (intervencionismo económico,
proteccionismo, medidas mercadointernistas; concentración de poder, personalismo;
búsqueda de una alianza de clases; fomento de la inclusión social y ampliación de los derechos
sociales y políticos); como así también la fuerte apelación al pueblo, conformado por aquellos
sectores otrora relegados, en oposición a un bloque de poder.

a) LAZARO CARDENAS: presidente de México en el período 1934-1940

Podemos relacionar su devenir con un proceso político clave en la historia mexicana: la


revolución de 1910. Cárdenas se involucró en la lucha contra el general Huerta (1913),
formando parte del movimiento carrancista (contra Huerta pero también contra Villa). Luego,
fue gobernador de su estado: Michoacán.
Hacia 1930 la revolución mexicana se había estancado. Se puso freno al reparto de tierras y
a las medidas nacionalistas, además de la profundización de la dependencia de Estados Unidos.
Hacia 1933 son las ligas campesinas las que lanzan la candidatura de Cárdenas a la presidencia,
cuya base serán los movimientos populares.
Llega al poder ejecutivo nacional en 1934, electo por voto popular. Reproduce a nivel país,
el gobierno que emprendió en Michoacán: política adversa a compañías petroleras,
profundización de reformas sociales, respeto a la constitución y la institucionalidad.
A través de la palabra de la dirigencia cardenista encontraremos una y otra vez la referencia
a una continuidad de la labor emancipatoria iniciada por la Revolución Mexicana y truncada
en las presidencias que antecedieron al ciclo iniciado en 1934.
Entre las medidas concretas destacamos:
- Reforma agraria: se reparte más y mejor. Reparto en propiedad comunal o en ejidos.
Estamos hablando de 18 millones de hectáreas de tierra que fueron reformadas. En 1938 armó
a 60 mil campesinos para que defiendan la reforma (Gallego et al, 2006). Acompaña a esta
iniciativa un sistema de créditos, principalmente a través del banco nacional de crédito ejidal.
- Reformas sociales: salud y educación. Educar para modernizar: más inversión en esas
áreas, escuelas rurales, escuelas laicas.

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- Sindicalización: se consolida el movimiento obrero y campesino. Se otorga sanción a


la Ley que autoriza a constituir sindicatos y ejercer el derecho de huelga. Estas medidas
apuntaban a que las distintas clases puedan dirimir sus conflictos en el marco del Estado.
- Nacionalismo económico: en 1938 se sanciona el decreto expropiatorio que afectaba a
bienes muebles e inmuebles de muchas compañías petroleras. PEMEX se hace cargo de los
negocios petroleros. (se trata de una expropiación con indemnización).
También estatización de ferrocarriles y compañías de seguros.

b) GETULIO VARGAS, presidente de Brasil 1930-1945 y 1952-1954

Fue cuatro veces presidente de la República de Brasil, en etapas con características diversas,
aproximadamente desde 1930-1945 en forma continuada y un nuevo período desde 1952 a
1954. Para Alejandro Groppo (2009) el período decididamente populista es este último.
Vargas era conocido como el líder gaucho, dada su procedencia del estado de Rio Grande
del Sur. A diferencia de Cárdenas y de Perón, no era militar sino abogado; se desempeñaba ya
en la política como parlamentario y candidato a gobernador de su estado.
Vamos a distinguir sus diferentes etapas de gobierno:
Primera irrupción en la escena nacional a través de la revolución del 30, contra la “república
velha”. Se trató de un golpe de estado que reaccionaba contra lo que se conocía en el Brasil de
esa época como la “política de los gobernadores”, que era la política de los grandes
gobernadores quienes decidían sobre la sucesión presidencial. En ese acuerdo predominaban
los dos estados5 más poblados y con presencia de fuertes oligarquías regionales: Sao Paulo y
Minas Gerais; por eso se le decía política del café com leite (en relación a la principal
producción de esos estados: los cafetales en Sao Paulo y la ganadería en Minas Gerais). Los
presidentes provenían sucesivamente de esos dos estados.
Había un marcado descontento con esta política, que se canalizó en la revolución del 30. Ésta
marca el enfrentamiento de Minas y Rio Grande do Sul contra Sao Paulo. Tras el triunfo de
los primeros, deciden nombrar a Vargas como presidente provisional.

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Cuando en Brasil hablamos de estados, nos referimos a una organización político-administrativa similar a
nuestras provincias.

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La presidencia provisional se emplaza entre 1930 y 1934. Desde allí Vargas impulsa una
política centralista y de intervenciones federales. Destaca el nacionalismo y la ampliación de
derechos como el voto femenino, el voto secreto (pero para quienes estaban alfabetizados).
En 1934 sanciona una nueva constitución e inicia un nuevo período denominado
“constitucional”. El texto incorporó nuevos aspectos nacionalistas a la vida económica, social
y política. La política interna se caracterizaría por un paternalismo que buscaba la adhesión de
la pequeña burguesía y del proletariado, fomentando la alianza de clases; además de la
destacada recurrencia a las intervenciones federales.
A nivel de política externa, el gobierno de Vargas llevó adelante una estrategia de buena
vecindad, dejando en suspenso las aspiraciones de liderazgo continental. Buscó liberar a Brasil
de la dependencia pero no desconoció la realidad del momento: la potencia hegemónica era
EEUU. De este modo, Brasil se irá acercando a EEUU y asciende en términos geopolíticos por
el aislamiento de Argentina ante la decisión de neutralidad en la segunda guerra mundial.
En 1937 se convoca a elecciones, pero ante las distintas oposiciones y las supuestas
conspiraciones del comunismo, Vargas decide clausurar el parlamento y sustituir la
constitución del 34 estableciendo el Estado Novo.
Este nuevo régimen se emplaza entre 1937 y 1945. Se operó una importante ampliación de
derechos sociales y laborales pero no ocurrió lo mismo con la ciudadanía política, donde
primaba el sesgo autoritario. Los sindicatos eran controlados por el Estado, se suprimió el
derecho a huelga y los partidos políticos, se controló férreamente a los Poderes Judicial y
Legislativo.
No obstante, se acentuó la intervención estatal en la economía. Gallego et al (2006)
advierten que se trataba de una economía nacionalista pero sin prescindir del capital extranjero.
Se pretendía aceptarlos pero controlarlos para que no absorban toda la riqueza del país.
En la sucesión presidencial de 1945, el candidato Dutra recibió apoyo de Vargas y se
convirtió en presidente. Vargas volverá al gobierno en 1950 con el voto popular, un apoyo
del 48%. Afianzó la intervención estatal a través de la regulación de la producción y la
comercialización de granos, el Estado se convirtió en propietario de los medios de producción:
se fundó PETROBRAS por ejemplo. En 1954 hubo una suba de salarios del 100%.
Ese es el período netamente populista. En relación a esa apreciación Groppo (2009) señala
que el proceso se da a la inversa de lo sucedido con Perón. Éste empieza con fuerte impulso
popular y termina decayendo, mientras que con Vargas es al revés.
Tras denuncias y amplias sospechas de conspiración, Vargas se suicida. El ciclo se extiende
y alcanza su auge durante la presidencia de Quadros y de Goulart, hasta el golpe de estado de
1964.

Conclusiones
Esperamos que este material resulte útil y apropiado para entender algunos de los debates y
experiencias que el populismo engloba. Partimos de referir que se trata de un concepto-
proceso disputado y polémico que se define en el marco de una serie de tensiones entre lecturas
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esencialistas y no esencialistas. Como hemos señalado al inicio de este artículo esa puja
presenta, a su vez, algunas oposiciones binarias: el populismo como contenido o como forma;
el populismo en el plano del deber ser o en la esfera del ser; el populismo como demagogia o
como ampliación democrática.
En definitiva, los diversos autores referidos ensayan modos específicos de abordar el tema y,
a la vez, desarrollan interpretaciones particulares principalmente sobre las tres experiencias
clásicas o históricas: cardenismo, varguismo y peronismo. El análisis invita al debate en torno
a una categoría que ha mostrado, a lo largo del tiempo, alta productividad teórica y analítica.
El término “populismo” se revela capaz de nutrir miradas del pasado e historias por venir.

Bibliografía citada y bibliografía recomendada para el tema:


Ansaldi, W. y Giordano V. (2012). América Latina. La construcción del orden. Tomo II. Buenos Aires:
Ariel.
Cardoso, F. H. y Faletto, E. [1969] (1971) Dependencia y Desarrollo en América Latina, Buenos Aires:
Siglo XXI.
De Ípola, E. (1982) Ideología y discurso populista. México: Folios.
De Ípola, E. y Portantiero, J. C. (1981) Lo nacional-popular y los populismos realmente existentes.
Controversia, año II, No.14. México, pp. 11-13.
Gallego, M., et al. (2006) Historia Latinoamericana 1700-2005 Sociedades, culturas, procesos
políticos y económicos. Cap. 8. Buenos Aires: Ed. Maipue.
Germani, G. ([1956] 1962) La integración de las masas a la vida política y el totalitarismo. En: G.
Germani (comp.) Política y sociedad en una época de transición. Buenos Aires: Paidós.
Germani, G. (1962) Política y sociedad en una época de transición. Buenos Aires: Paidós.
Germani, G.([1978] 2003) Autoritarismo, fascismo y populismo nacional. Temas, Buenos Aires.
Groppo, A. (2009) Los dos príncipes: Juan D. Perón y Getulio Vargas, un estudio comparado del
populismo latinoamericano. Villa Maria: EDUVIM
Laclau, E. (2005) La razón populista, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Laclau, E. ([1978] 1980)Política e ideología en la Teoría Marxista, Capitalismo, Fascismo, Populismo,
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Magrini, A. L y Quiroga, M. V. (2014) Presentación: Populismos y neopopulismos en América Latina.
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Mackinnon, M y Petrone, M (1999) Los complejos de la Cenicienta. En: M. Mackinnon y M. Petrone
(Comps.) Populismo y neopopulismo en América Latina: el problema de la Cenicienta, Buenos Aires:
Eudeba.
Moscoso Perea,C. (1990) El populismo en América Latina, Madrid: Centro de Estudios Políticos y
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Murmis, M. y Portantiero, J. C. ([1971] 2011) Estudios sobre los orígenes del peronismo., Buenos
Aires: Siglo XXI.

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