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LA EDUCACIÓN FÍSICA EN LAS COMUNIDADES INDÍGENAS: UNA

PERSPECTIVA INTERCULTURAL

En México, existen regulaciones


educativas que tienen que ver con los
planes de estudio vigentes que son
aplicables a la totalidad de los alumnos
del sistema educativo nacional. Esto
incluye a las niñas y niños indígenas,
sin embargo a pesar de que el
currículo escolar sea único, se
contemplan adecuaciones regionales y
locales pertinentes a los contenidos
étnicos y culturales de cada lugar y
comunidad. Además existe un fuerte
movimiento para establecer en el
currículo de los servicios atendidos por Educación Indígena una materia
denominada “Lengua Indígena”, que además es parámetro de evaluación en la
boleta de calificaciones, instrumento de certificación para el paso de un grado a
otro en nuestro país.

Sin embargo parece poco frecuente que los docentes y pedagogos que
trabajan con el intrincado problema de la interculturalidad bilingüe se
ocupen de asuntos tales como la educación corporal de los indígenas de
la nación.

Esto obedece a dos razones: la primera que siendo tan complejo y tan
critico el asunto de la enseñanza bilingüe, se ha tomado este como el
eje del trabajo de la interculturalidad, quedando claro que este es el
problema prioritario del que se desprenden, por ejemplo, los problemas
de aprendizaje de la niñez indígena. La otra razón es que la práctica
común de la educación física con su componente eminentemente de
ejercitación para el mantenimiento de la salud y de la educación
tendiente a la competencia parecen totalmente fuera del contexto
cultural de los pueblos indígenas.

Analizaremos aquí cada una de estas razones empezando por la que


sostiene que el contenido de la educación física parece no ofrecer nada
a los pueblos indígenas, e iremos puntualizando algunas cuestiones que
nos han parecido interesantes a lo largo de nuestra practica de ocho
años en este medio.
En alguna ocasión, en los talleres dedicados a revisar los contenidos del
documento denominado “Lineamientos Generales para la educación
intercultural bilingüe para las niñas y niños indígenas” [1] en donde
tuvimos la oportunidad de participar hicimos la referencia que dentro de
las líneas de formación del documento la educación corporal se
integraba apenas tangencialmente en las líneas para la salud, social,
estética y tecnológica [2] a lo que se argüía que desde un punto de vista
estricto la educación física no parecía una necesidad de los pueblos
indígenas.

Tal afirmación nos sitúa de manera inmediata en el campo de lo


utilitario. Es decir que al parecer lo que la educación del cuerpo ofrece a
la gran mayoría de niños y niñas del país parece no ser de aplicación
para los pueblos indígenas. ¿Por qué? Al parecer esto tiene que ver con
la conceptualización de la educación física como un conjunto de haberes
técnicos más o menos estructurados que cumplen con una función
motora, poniéndonos en movimiento y cuya aplicación da por resultado
una serie de ajustes a la maquinaria del cuerpo para evitar los
problemas del sedentarismo y el claustrofóbico modo de vida moderno.
De todo esto nada necesita el indígena, pues ¿no es cierto que se
levanta temprano para realizar, desde la mas tierna edad faenas tales
como acarrear el agua en cubetas de 20 litros, cortar y cargar hatos de
leña para la lumbre, pastorear el ganado y casi siempre caminar varios
kilómetros para asistir de manera cotidiana al preescolar o a la
primaria? y que por supuesto, entre estos niños hay pocos gordos por la
falta de alimento, y ¿como puede pedirse a estos niños mal nutridos, en
condiciones sociales muchas veces adversas, con necesidades evidentes
de vestido, alimentación y servicios de los que se consideran básicos en
los centros urbanos tales como agua, luz y drenaje, que participen en
actividades de rendimiento físico?, esto rompe con el sustento de la
cuasi teoría de la búsqueda de talentos deportivos. Al parecer las
circunstancias que rodean a los indígenas están mas allá de los valores
que pondera la educación física.

A menos que estos no sean los valores de la educación física.


Al igual que con otros fenómenos culturales, la educación corporal se ha
ido adaptando a las formas que va
estableciendo la cultura dominante en
un momento histórico dado, así la
cultura occidental se ha mostrado
como absolutamente dominante al
grado de haber impuesto sus puntos
de vista aniquilando prácticamente
todo vestigio de otras culturas, La
cultura física occidental se ha ido
conformando en base a ciertas
concepciones religiosas, (cristianismo)
filosóficas (Platón, Descartes) y
sociales (formas políticas y económicas) que se han impuesto sobre los
demás.

De manera que en las sociedades capitalistas se imponen modelos de


actividad física destinadas a perpetuar el sistema de dominación [3] .

Así mismo “El modelo dominante en la sociedad capitalista actual parece


ser el deporte como forma de rendimiento físico, es decir; aquella
formula basada en los presupuestos de clase burguesa, urbanos,
juveniles y masculinos cuyos rasgos uniformadores han resultado
hegemónicos hasta el punto que el término deporte ha monopolizado
toda la actividad física referida tanto a la eficiencia y el rendimiento
como al propio concepto y representación del cuerpo. Este modelo ha
sido impuesto de tal manera que hoy se le identifica con el buen gusto,
los valores positivos, activos, competitivos y dominadores que nuestra
sociedad meritocratica recompensa y estimula” [4] .

Restando importancia a las actividades tradicionales y propias de la


idiosincrasia de cada grupo que muchas veces no tienen nada que
ver con el rendimiento, sino con concepciones holísticas del
mundo. De modo que viéndolo desde aquí este modelo de la
educación corporal, que es el que parece ofertar la educación
física nacional no seria pertinente.

Sin embargo este no es el concepto de todos los que laboran en pro de


la cultura física, para algunos cultura física es el conjunto de
saberes, creencias, valores, leyes, reglas, hábitos, prácticas, usos,
actitudes, esquemas perceptivos y representativos, sensibilidades,
utensilios, aparatos, etc. adquiridos o construidos por el hombre
que están directamente determinados por acciones corporales y
que, a la vez, son determinantes del movimiento corporal; muy
especialmente todo aquello que contribuye a configurar su cuerpo:
su morfología física y su morfología simbólica o representativa. De
modo que el acto de la carrera con bola de los tarahumaras, el
juego de pelota pure’pecha o el tlachtli prehispánico interesan a
una educación corporal que no persigue objetivos de rendimiento
físico, sino de una construcción cultural para el desarrollo humano.
Una educación física que se preocupa más por el acto en si que
por el resultado del mismo, donde el modelo es trascendente al
grupo por su conexión cultural e histórica común y no por el
estatus que viene a consecuencia del éxito alcanzado.

Desde tiempos inmemoriales las culturas indígenas han establecido


sistemas de relaciones cosmogónicos que muchas veces tocan a lo
corporal y que revelan una concepción particular del hombre y del
cuerpo, actividades físicas que van aparejadas con el complejo
mundo teológico, tales como danzas, representaciones, y
actividades físicas tradicionales (los llamados deportes
autóctonos), pero que han pasado a ir siendo absorbidos cada vez
mas por una sociedad aculturizante, a pesar de la ferrea defensa
de sus características por los continuadores de estas tradiciones.
Aquí esta una línea de investigación que la cultura física puede
atisbar y que de hecho ha generado una fuerte organización en
torno a su defensa y rescate que dio origen a la federación
Nacional de Deportes Prehispánicos, afiliada a la CONADE y que
incluye a una serie de personas herederas y depositarias de estas
actividades tradicionales que se han organizado a lo largo y ancho
del país para su rescate y difusión, integrándose a los esquemas
establecidos por la política nacional en este campo.

Parecería entonces que la tarea esta definida: el deporte hegemonizador


y competitivo versus las actividades físicas tradicionales y
populares, donde la meta será rescatar y recuperar estas ultimas
en aras de vencer al primero, que se constituye en una suerte de
enemigo de los pueblos indígenas. Sin embargo nos basta un
pequeño atisbo a la vida cotidiana de las comunidades indígenas
para hallar que este bien planificado plan de batalla se desmorona
ante el hecho de que hoy en día los integrantes de los pueblos
indígenas se reúnen como antaño lo hacían frente al templo, listos
para jugar en un campo en forma de “H” mayúscula un juego de
pelota donde uno de los participantes seria sacrificado a los
dioses como un mensajero divino, acto de fe, de sangre y de
esfuerzo físico donde cada gota de sudor estaba puesta en marcha
como un esfuerzo agónico para sostener el universo.
Paralelamente hoy, frente al templo, donde el sincretismo católico
e indígena le da el mismo valor al santo patrono que al dios de la
lluvia, hay una cancha de básquetbol y el día del santito se invita
a las comunidades cercanas a un torneo donde los indígenas, con
los tenis jordan recién enviados del “otro lado”, vestidos con
uniformes verdes, rojos y amarillos defienden con el mismo ahínco
sus colores, como cuando el orden del universo dependía de ello.

Y lo mismo pasa donde la cancha es de fútbol o de béisbol, ahí se


aglomera la comunidad para ver el despliegue de acciones que
también atraen, comunican, discrepan y modifican las
percepciones cosmológicas, ciertamente, mas lejos que cerca del
afán competitivo y más con una intención de autoafirmación ante
el mundo. Y aún así, hay quienes descollan en la actividad y son
reconocidos por ello, los mensajeros espirituales de la esencia de
la comunidad, viva y prevaleciente.

Esta percepción de una cultura física que se interesa por un aspecto


histórico social como lo consigna Héctor Muñoz Cruz [5]

“Se atribuye a esta escuela una función emancipatoria, entendida como


un importante instrumento de defensa y autodeterminación. El acceso a
las informaciones, conocimientos técnicos y científicos de la sociedad
nacional y demás sociedades indígenas y no indígenas. Así como
cualquier otro grupo humano, el acceso al tipo de saber transmitido en
la escuela y un medio de entendimiento de códigos e informaciones
antes incomprensibles, a través de los cuales se pretende superar parte
de la discriminación y exclusión social y una mejor formulación y control
de sus proyectos de futuro”.

Es decir tenemos aquí una suerte de sincretismo cultural que no


podemos soslayar: Balones de piel “Spalding” autorizados por la
Nacional Basketball Asociation en una cancha que es mas tierra que
concreto, tachones Adidas “predator” que se resbalan en el tepetate del
campo local y el equipo de la comunidad, todos familiares de sangre con
jugadores que van de la cincuentena; los tíos, y los primos y sobrinos
que hacen sus primeros intentos en un campo que fue escenario de la
gloria de sus padres a eso de los 16 años, edad donde son ya adultos.
Aquí no importa tanto si ganan, todo el año esperaron para participar y
se presentan con una resistencia criada a base de tortilla y chile y una
fortaleza herencia de sus padres y patrimonio de sus hijos.
Ocasionalmente se presentan equipos de mestizos, lo que reviste la
posibilidad de un desquite momentáneo del ataque centenario.
Y que decir de esas cuatro niñas que en una cancha de una escuela de
Amealco, donde al verme llegar me dicen: ñu ra goho; uno contra 4,
para invitarme a jugar en el recreo con el balón de goma casi liso y esos
aros de casi 3 metros y medio de altura, ¿antipedagogico? Sin duda, un
sacrificio para ellas y aun para mi y mi casi metro noventa, para anotar
alguna, así las hace el gobierno: canchas para grandes en escuelas de
niños, y mal hechas. Pero ese rato de juego superó la barrera del
idioma, jugamos un juego conocido por todos, nos reímos y finalmente
nadie supo quien gano, pero a nadie le importaba y ya había una fila
larga de niños esperando por su turno. Las prácticas deportivas están ya
ahí, igual que el inglés, los dólares, las drogas y los juguetes chinos,
¿cual es la postura de la educación corporal?, ¿que parte le toca jugar?.

Creo que la que le asigne cada pueblo indígena, viéndola como ese
campo amplio que no esta reñido con la adquisición de habilidades,
competencias y hábitos, sino que lo complementa, la visión de la
educación física en un contexto intercultural va mucho mas allá de una
mera puesta en forma del cuerpo, yo diría que intenta acercarse a
ayudar a la construcción de las nuevas relaciones entre los cuerpos,
apoyándose en el pasado pero avanzando decididamente en el estudio
de elementos tan interesantes como la participación en las acciones de
la cultura física de los pueblos indígenas.

Entonces no parece ya tan cierto que el asunto del bilingüismo aleje


toda posibilidad de atención sobre la cultura física en la
interculturalidad, a la vista de los supuestos aquí esbozados parece que
en la vida cotidiana de las comunidades hay mucho que ver con el
cuerpo y que estos asuntos interesan grandemente a los indígenas, de
modo que incluso pueden ser usados como líneas de trabajo para
convenir formas de educación bilingüe, ¿como afectaron y están
afectando todas estas palabras técnicas que tienen que ver con el
vocabulario deportivo a las lenguas indígenas?, ¿que concepto
encuentran los participantes, los observadores, la comunidad de estos
nuevos ritos? Como luchan las comunidades para mantener sus
practicas físicas ancestrales y como se va convirtiendo un producto
cultural externo en parte de lo propio?, ¿Qué elementos confluyen para
facilitar esto o dificultarlo? Como pueden operarse acciones de
desarrollo del bilingüismo a través o gracias al interés presentado en la
cultura física?

NOTA: Las fotos fueron tomadas por el autor.


[1]
SEP, 1999
[2]
Esta asignación del aspecto tecnológico de la educación corporal se hace en referencia al
uso del propio cuerpo como instrumento de aprendizaje, de hecho el primer instrumento.
[3]
Brohm, J. “Sociología política del deporte” 1982, México, Ed., Fondo de Cultura
Económica
[4]
Onofre R. Contreras, Multiculturalismo y educación física, España 2002, Paidotribo
[5]
Revista Iberoamericana de Educación Número 17 ;Educación, Lenguas, Culturas. Mayo-
Agosto 1998
Los objetivos políticos y socioeconómicos de la Educación Intercultural Bilingüe y los cambios que se
necesitan en el currículo, en la enseñanza y en las escuelas indígenas

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