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Las ilustraciones de este número son obras de Marcia Schvartz (Buenos Aires,

1955). Se reproducen trabajos de su serie de carbonillas iluminadas El alma


que pinta (“Ninguna”, tapa y p. 1; “Loca”, p. 6; “Pipistrela”, p. 9; “Estercita”,
p. 13; “A la milonga”, p. 16) y de su serie de dibujos Vernissage VIP: Sociales
(“Las cotorras conchetuales”, retiración tapa; “El jurado”, p. 26; “La patota
cultural”, p. 27; “El zorro con piel de chancho y sus inocentes seguidores”,
p. 30; “The Winner”, p. 31; “Compañeros de taller”, p. 34; “Las ventrilocuas”,
p. 39). Además de sus obras: “Autorretrato”, p. 3; “Pizzería El Destino”, p. 19;
“Las vecinas” (díptico), pp. 22 y 23; “Dandy”, p. 41; “Hombre gris”, p. 44;
“Camión”, p. 46. Más sobre la autora en: www.marciaschvartz.com.ar.

Directora
Revista de cultura

87
Beatriz Sarlo
Año XXX • Número 87
Buenos Aires, abril de 2007 Subdirector
ISSN 0326-3061 / RNPI 159207 Adrián Gorelik

Sumario Consejo Editor


Raúl Beceyro
Jorge Dotti
1 Beatriz Sarlo, ¿El último avatar? Rafael Filippelli
Federico Monjeau
6 Anahi Ballent, La traición de las imágenes. Ana Porrúa
Recuperación del peronismo histórico Oscar Terán
Hugo Vezzetti
13 Pablo Francescutti, De vuelta al futuro con el
Eternauta Diseño:
Estudio Vesc y Josefina Darriba
19 Patricia Willson, Traductores en el siglo. Cuarto
artículo de la serie “El juicio del siglo” Difusión y representación comercial:
Darío Brenman
26 Miguel Vitagliano, Nicolás Rosa: la voz en acto Distribución: Siglo XXI Argentina
30 Emilio Bernini, Noventa-sesenta. Dos Composición, armado e impresión:
generaciones en el cine argentino Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos Aires.

34 Andreas Huyssen, La nostalgia de las ruinas

41 Entrevista a Bernardo Secchi, por Adrián Gorelik,


Un proyecto para el urbanismo Suscripción anual
Personal Institucional
43 Bernardo Secchi, Diario de un urbanista Argentina 30 $ 60 $
Países limítrofes 20 U$S 40 U$S
Resto del mundo 30 U$S 50 U$S

Punto de Vista recibe toda su


correspondencia, giros y cheques a nombre de
Beatriz Sarlo, Casilla de Correo 39,
Sucursal 49, Buenos Aires, Argentina.

Teléfono: 4381-7229
Internet: BazarAmericano.com
E-mail: info@BazarAmericano.com
¿El último avatar?

Beatriz Sarlo

1
Muy temprano, Rodolfo Puiggrós
(a cuya obra hoy le toca un revival
inesperado), Jorge Abelardo Ramos,
Juan José Hernández Arregui, Arturo
Jauretche, fundaron la tradición del en-
sayismo justicialista. Eran: un comu-
nista que abandonó el Partido para se-
guir el camino de las masas; un trots-
kista que puso su imaginación histórica
y su personal talento para la invectiva
a disposición de la causa nacional y
de su jefe; un profesor de filosofía,
que empezó leyendo a los griegos y
siguió con el Stalin de la cuestión na-
cional; un criollo vivaz, astuto y buen
prosista. La sucesión de este linaje hoy
tiene dos nombres famosos: el del cro-
nista Miguel Bonasso, que escribe a
partir de la radicalización de los se-
tenta; y el del ensayista Horacio Gon-
zález, heredero y complejo armador
de todas las líneas que interpretaron
el peronismo como peculiaridad dra-
Intelectuales de un lado y otro sentimental de su pasado. Fue equivo- mática y como oscuro fondo de la
cado afirmar que el peronismo no tuvo identidad popular. Y oscuro califica,
No todos los intelectuales están disgus- intelectuales que lo interpretaran “ver- en este caso, el suelo desconcertante
tados o irritados con el último capítulo daderamente” y fue equivocado exten- por sus anfractuosidades sin norma,
(sólo último por ahora) de la novela der a los intelectuales de fines de los pero siempre expresivo de un élan po-
familiar que, desde hace sesenta años, cincuenta y comienzos de los sesenta pular, sostén de un teatro político que
protagonizan los dirigentes de origen la incomprensión de socialistas y co- deberíamos aceptar como el único ver-
justicialista. Por supuesto, el no kirch- munistas frente al primer peronismo; daderamente propio: el peronismo co-
nerismo incluye los discursos franca- también sería equivocado sostener que mo fisiología de la dinámica argenti-
mente opositores del liberalismo de cen- el peronismo no tuvo sus teóricos cul- na moderna y posmoderna.
tro derecha o centro izquierda, que pue- tos antes de 1955 (entre otros Arturo Una ocupación casi insoslayable
den leerse en La Nación, los de los Sampay, redactor de la Constitución del intelectual público (y también de
clubes de izquierda radicalizada (del justicialista de 1949). No son invaria- muchos académicos, historiadores, so-
que hay muestras en su propia prensa blemente las ideas sino las prácticas las ciólogos, polítólogos) ha consistido en
minoritaria) y, por caridad con su his- que pueden separar a los líderes pero- encarar la empresa de “entender el pe-
toria, en Página 12, que así conserva, nistas incluso de sus intelectuales más ronismo”, lo cual con frecuencia no
en el cenit de su oficialismo, la huella devotamente adeptos. quiere decir solamente entenderlo, si-
no producir los argumentos para de- o armando nuevos instrumentos polí- manos (que no han abierto un capítu-
signarlo como única cara posible del ticos como el Frente Grande, la crisis lo de reflexión sobre la violencia de
poder, si se exceptúa a los militares.1 del 2001 y la impensada audacia de los años setenta y lo que comenzó co-
Para tres generaciones, por lo menos, uno de ellos, acompañada por la nece- mo una consigna, la única posible con-
la “cuestión peronista” definió su pers- saria fortuna, les abrió una nueva opor- tra la dictadura, pasó a ser historia ofi-
pectiva del pasado y sus ideas sobre tunidad de grandes expectativas. cial), Kirchner ha evocado no sólo la
el futuro. Peronismo e intelectuales Kirchner se percibe a sí mismo co- represión sino los valores militantes
forman una intersección que no puede mo refundador.2 Se siente representan- de la lucha revolucionaria de quienes
eliminarse de ninguna historia de los te de una línea del peronismo que no habrían sido sus compañeros de ju-
últimos sesenta años. parte, como la que fuera durante dé- ventud. Ha colocado su interpretación
Si esto es así, la discusión sobre el cadas la línea canónica, del 17 de oc- del pasado y, lo que tiene consecuen-
peronismo queda libre de un lugar co- tubre de 1945 y de los Hechos del cias graves, ha otorgado a ex militan-
mún: la incapacidad de los intelectua- General, sino de los Hechos de los tes y organizaciones una licencia casi
les no sólo para entenderlo sino, si- Apóstatas, los jóvenes peronistas ra- monopólica para consignar sus leyen-
quiera, soportarlo. Una parte funda- dicalizados. Por eso, cuando nada lo das en los espacios de memoria que
mental de la historia intelectual anunciaba en su pasado como gober- su gobierno logró extraer del control
argentina gira sobre la naturaleza del nador de Santa Cruz, llegado al go- militar, tal como la ESMA. El presi-
2 peronismo en sus sucesivos cambios bierno, Kirchner hizo de su reivindi- dente tiene posición tomada en esta
y allí no hay sólo impugnaciones si- cación de los setenta una de las piezas cuestión ideológica todavía abierta. No
no, por el contrario, esquemas que ayu- de la construcción de un perfil ideoló- sólo ha garantizado que la justicia pu-
darían a captar, de una vez para siem- gico, fundamentalmente a través del diera seguir actuando, sino que ha di-
pre, su especificidad y, por lo tanto, a discurso sobre derechos humanos, jus- cho que las víctimas debían ser rei-
verlo bajo las variadas encarnaciones ticia y terrorismo de estado. En la dé- vindicadas no sólo como víctimas si-
de un Movimiento Nacional que lo fue cada del noventa, estas ideas habían no como militantes de una Causa que
todo. Una fracción de los intelectua- perdido gran parte de su capacidad pa- él ubica en sus orígenes políticos.
les que se han ocupado del peronismo ra seguir produciendo hechos en el pre- Con esto, desde el poder, Kirchner
no son intelectuales peronistas. Esto, sente; Kirchner abre de nuevo un ca- está ofreciendo un sostén a la lucha
que parecería una obviedad, merece pítulo cerrado excepto para los más de interpretaciones que está lejos de
ser tenido en cuenta, en la medida en fieles a esa tradición de los setenta cerrarse. Kirchner no es un intelectual
que una fórmula usada por intelectua- que, por eso mismo, eran también bas- pero interviene con una versión de la
les contra intelectuales apela (¡toda- tante marginales al partido justicialis- historia en un debate que deberá se-
vía!) a la acusación de que si se criti- ta o directamente estaban fuera de sus guir transcurriendo y que, salvo algún
ca el peronismo es porque no se lo estructuras. cambio radical en las formas de deba-
entiende. Los intelectuales que “entien- De este modo, Kirchner es un in- tir el pasado, sería bueno que transcu-
den el peronismo” tienen el metro pa- novador que llegó al gobierno como rra en una esfera pública donde pue-
trón con el cual se juzga las posicio- candidato apoyado por Duhalde, uno dan escucharse los discursos intelec-
nes de quienes “no lo entienden”. Am- de los peronistas más emblemáticos, tuales.
bos grupos están hoy en la universidad convertido en su enemigo en la lucha Carlos Altamirano, en un reporta-
y en los medios de comunicación; por electoral de 2005 donde juega y gana je reciente aparecido en Perfil,3 se ha
supuesto, el grupo de los que “entien- el lugar indivisible de jefe. Sus dis- referido a esta proximidad. Hoy go-
den” también está en lugares vistosos cursos (aunque simples e incluso bru- biernan los Montoneros, dice con des-
del aparato del estado. tales, lo cual no habla de su inteligen- prejuiciada inteligencia y buena ob-
cia sino de un límite devenido espon-
1. Gino Germani, Juan Carlos Portantiero y Mi-
taneidad, o quizás a la inversa) recurren
guel Murmis, Juan Carlos Torre, Tulio Halpe-
El intérprete a temas que no fueron centrales del pe- rin Donghi, Carlos Altamirano, Silvia Sigal y
ronismo renovador en los ochenta y que Eliseo Verón, Ricardo Sidicaro, Mariano Plot-
Kirchner no pretende pasar a la histo- Menem, a su vez, quiso dejar atrás pa- kin, Anahi Ballent, son sólo algunos de los cien-
tistas sociales e historiadores que marcaron mo-
ria simplemente como peronista. Per- ra siempre.
mentos importantes (y temas no explorados) de
tenece a una generación de militantes Kirchner no adopta la liturgia pe- los “estudios peronistas”.
que, convencidos de que iban a modi- ronista e invoca al líder histórico sólo 2. Natalio Botana describe las refundaciones po-
ficar el Movimiento en un sentido re- a la fuerza y excepcionalmente. Pero líticas del justicialismo con la fórmula “transfor-
mismo peronista”. Véase su último libro: Poder
volucionario, fracasaron en la década ha hecho su interpretación de los años
y hegemonía; el régimen político después de la
del setenta y fueron reprimidos, asesi- setenta, no simplemente en lo que con- crisis, Buenos Aires, Emecé, 2006, cap. II.
nados, exiliados. Cuando todo parecía cierne al terrorismo de estado, sino en 3. Perfil, “El Observador”, 28 de enero de 2007.
destinarlos a trasmutarse en los avata- lo que toca a la memoria militante de Altamirano también presenta esta tesis en el re-
portaje, realizado por Jorge Halperin, incluido
res noventistas de Menem, gobernan- la juventud peronista radicalizada y
en el volumen El progresismo argentino. His-
do alguna provincia, votando el pacto guerrillera. Rodeado de la flor y nata toria y actualidad, Buenos Aires, Capital Inte-
de Olivos, practicando la Realpolitik de las organizaciones de derechos hu- lectual-Le Monde Diplomatique, 2006.
servación del terreno. Al respecto, al-
go más. Kirchner ha trazado un nuevo
punto de partida del peronismo, pro-
moviendo una línea de autoreconoci-
miento generacional, con una fórmula
que sería: identificación con el ethos
de entonces, creación de las políticas
adecuadas al presente. Pero, ¿sólo el
rescoldo de los valores queda de aquel
pasado?
También sobrevive la distancia
desdeñosa frente a las instituciones re-
publicanas y la libertad de prensa. Co-
mo a la juventud peronista radicaliza-
da, al kirchnerismo no le importan las
formas “burguesas” institucionales de
la política. En 1973, este desprecio se
alimentaba de la confianza en que las 3
masas impulsadas por su movimiento
revolucionario desarrollarían formas
más profundas e igualitarias de gobier-
no, y la conducción del general Perón
sería desbordada por el movimiento
del pueblo (dirigido por su vanguar-
dia armada). Hoy, en cambio, signifi-
ca que la república institucional, siem-
pre incómoda para el peronismo, es
reemplazada por un ejecutivo podero-
so, implacable y concentrado en la fi-
gura presidencial. Con el ethos de los
setenta, regresa la antipatía histórica
del peronismo por las instituciones de-
liberativas donde hay que escuchar vo-
ces opositoras, júzgueselas como se las
juzgue.
Hay quien razona, con la agudeza
del cinismo, que con este parlamento de Menem. nencia progresista queda confirmada
y esta oposición la república kirchne- En lo que concierne a la política y fortalece el perfil del presidente co-
rista es la república posible. De he- de derechos humanos respecto del pa- mo un talismán que le permite redi-
cho, durante décadas, se ha dicho esto sado, ella fue durante tanto tiempo mir los años en los que fue goberna-
de diferentes maneras y con diferen- bandera casi exclusiva de los sectores dor de Santa Cruz, cuando los dere-
tes jefes. Con Kirchner parece más progresistas de los partidos políticos y chos humanos y el terrorismo de
aceptable, en primer lugar por la im- las organizaciones sociales que cual- estado no figuraron entre sus princi-
portancia de las políticas de justicia quier gobierno que la haga suya reci- pales desvelos.
en lo que concierne al terrorismo de be una especie de diploma de izquier- También Kirchner se beneficia del
estado y la renovación de la Corte Su- da, otorgado, en primer lugar, por or- desconcierto mundial en la demarca-
prema; también por el trauma del 2001 ganizaciones como Madres y Abuelas ción del espacio de izquierda o del pro-
con sus episodios emblemáticos: los que (antes irreconciliables) hoy pacta- gresismo. Después de la caída de los
saqueos y muertes, por una parte, y la ron una convivencia en cuyo clima socialismos reales, ese territorio fue mo-
desorganización total de la nación, en- Carlotto y Bonafini se manifiestan ofi- dificado profundamente por Blair, por
tre otras razones, por la difusión de cialistas al unísono. Estas organizacio- las reformas al estado de bienestar en
las cuasi monedas provinciales y los nes son una especie de tribunal exa- todas partes, protagonizadas por con-
años de inestabilidad jurídica provo- minador cuyo veredicto abre las puer- servadores y por socialdemócratas co-
cada por el corralito. Kirchner tam- tas de un espacio virtual progresista. mo Schroeder en el último tramo de su
bién es aceptado por la prosperidad Al ser Kirchner algo así como un hijo gobierno, por la débâcle del partido so-
económica que embellece cualquier dilecto de Bonafini y Carlotto, frente cialista francés, cuya candidatura hoy
distorsión de la república como suce- a la parte de la opinión pública a la tiene Segolène Royal, más una política
dió durante buena parte del gobierno que le importan estos temas, la perte- de seguidismo de la opinión que de ide-
as. En Brasil, Lula ajusta el programa ninguna de las dos cosas. pensable (fuera liberal o fascista, na-
con el que llegó, desarticula el PT y Sobrevino entonces otra idea que cionalista revolucionario o comunis-
separa a los izquierdistas díscolos. Só- sólo exteriormente puede seguir de- ta). Era el momento de los partidos,
lo gobiernos excepcionales, en todos signándose transversal. Kirchner en- de las identidades y de las organiza-
los sentidos, como el de Chávez, si- tendió que desde el gobierno podía ga- ciones territoriales estables; el partido
guen inscribiendo en su bandera la di- narse a quienes en las provincias y podía enriquecerse con la presencia de
visa “socialismo”. municipios también ejercen el gobier- capítulos corporativos (en especial sin-
Así no es sorprendente que el so- no y que, en ausencia de una ley de dicales), pero había partido. Hoy los
mero aunque enfático discurso de coparticipación federal de los ingre- partidos son maquinarias que se acti-
Kirchner cubra gran parte del espacio sos, dependen de lo que el estado na- van y se desactivan, aunque todavía
progresista, sobre todo porque la iz- cional recaude y reparta. Esta es la se sostengan de modo territorial, dis-
quierda tradicional es enemiga de la transversalidad de los hechos, la trans- tribuyendo recursos del estado, y adue-
innovación y el Partido Socialista, en versalidad de las situaciones provincia- ñándose de ellos para que los caudi-
Buenos Aires, uno de sus dos distritos les, la transversalidad de los intereses. llos de cada localidad puedan seguir
clásicos, ha hecho una opción de per- Otra idea renovadora de Kirchner siéndolo. Perón necesitaba un partido
files oportunistas; en la provincia de es que el partido sea tratado como ins- por razones ideológicas: era la organi-
Buenos Aires sus dirigentes de izquier- trumento externo a la figura presiden- zación que perduraría en el tiempo,
4 da parecen kirchnerizables; y en Santa cial. Es decir: el presidente por un la- que había que conducir con pruden-
Fe presenta un programa iluminado por do, con un grupo de fieles, y, por el cia. El modelo de ese partido era el de
adjetivos como solidarista y transpa- otro, los dignatarios de la bizarra igle- un Movimiento Nacional, y de allí sus
rente que podría compartir casi con to- sia peronista golpeando las puertas pa- dimensiones corporativas y su ambi-
do el mundo aunque el socialismo sea ra ser aceptados e incorporados de vez ción de incluir a toda la nación y de
la única fuerza que, como lo demostró en cuando al concilio. Los que con- excluir solamente a la antipatria. No
en Rosario, puede gobernar a la altura trolan sus territorios provinciales o mu- se trataba de un partido clásico, pero
de esos calificativos. A un discurso de nicipales son recibidos (si triunfan en tampoco era una organización indefi-
un progresismo sin perfil o de un iz- elecciones locales); otros son mante- nible. Kirchner, hasta ahora, lo ha ne-
quierdismo congelado, Kirchner le opo- nidos en cuarentena; si se equivocan cesitado sólo por razones electorales
ne un gobierno dinámico y económica- se los tira por la borda. El partido es o de control de los marginados que no
mente exitoso. Después de las crisis del un objeto exterior al proyecto pero, al estén encuadrados por sus piqueteros.
2001, parece suficiente. No digo que mismo tiempo, es necesario, y el pre- La ideología pasa por otros instrumen-
siga siéndolo indefinidamente, pero, por sidente lo valora, en cada circunstan- tos propagandísticos, mediáticos, y en
el momento, lo es. cia, por su potencial electoral, junto especial por su propio cuerpo políti-
Las aspiraciones fundadoras del con el Frente de la Victoria, y según co. La diferencia es inmensa. Y, por
presidente se apoyan también en otras sean las condiciones distrito por dis- lo tanto, no valen más comparaciones.
cualidades. Su deseo de convertirse, trito. Este es un momento magmático. La era de los partidos corresponde
ante los miembros de su generación No necesariamente seguirá siendo así a la de los estados de bienestar y de la
política, en representante de los valo- en el futuro, después de las presiden- política. En la actualidad, donde la po-
res pero no del programa del pasado ciales de este año, cuando, por lo que lítica ha entrado en crisis, el estado de
sería inconsistente respecto de sus me- se deja trascender, Kirchner se pro- bienestar ha sido reformado entre otras
dios si no estuviera acompañado de pondrá fundar un nuevo instrumento causas por sus propios fracasos y, en
una idea (o, mejor dicho, sucesivas político, si se libera a sí mismo de la Argentina, por el programa talibán de
ideas) sobre su relación con el justi- pesada carga de gobernar con un mi- Menem y Cavallo, los partidos tienen
cialismo. La primera de esas ideas re- nucioso control del día a día. tanta dificultad para reorganizarse co-
fundadoras fue la “transversalidad” de mo para adaptarse al presente. Sólo lo
carácter ideológico. La irreparable ve- hacen con difícil (improbable) éxito si
locidad del tiempo la desplazó: no se Dinero y política cumplen una de estas dos condicio-
podía conservar esa idea si, a la vez, nes: o son ideológico-morales e inter-
se quería ganar todas las elecciones Durante casi cuatro años, Kirchner no pelan a las capas medias; o tienen los
en todos los distritos, asegurarse una ha tenido problemas en gobernar, ase- recursos del estado y con ellos pue-
mayoría parlamentaria fiel y discipli- gurándose un coro de leales y vapule- den llegar más lejos territorialmente y
nar los restos del partido fueran cua- ando, si era preciso, al Partido Justi- más abajo socialmente.
les fueran sus prontuarios. La trans- cialista. El mapa de las boletas electo- Por lo tanto, controlando el esta-
versalidad ideológica necesitaba un es- rales abigarradas evoca la primera
cenario menos urgente y una vocación elección ganada por Perón en 1946,
de diálogo que el presidente no tiene. con decenas de agrupaciones que ve- 4. Lo ha recordado muy recientemente Luciano
Y, además, ¿para qué? Aquella trans- nían un poco de todos lados.4 de Privitiello: “El peronismo y las elecciones;
la búsqueda de la unanimidad y la tradición
versalidad era programática y de va- Sin embargo, Perón pertenecía a electoral argentina”, Ciencias Sociales, número
lores, y Kirchner no quiere discutir una época donde un partido era indis- 64, septiembre de 2006 (Buenos Aires, UBA).
do, se puede financiar la organización pragmático y se agudizó con la expe- gusto por la salida cómica, decía que
necesaria para seguir controlándolo. riencia. Conoce la relación que hay no se puede gobernar “sólo con los
Kirchner ha entendido esto con más entre fondos públicos y poder. buenos”, a riesgo de quedarse solo.
claridad que ningún cientista político. Por eso, Kirchner no ha impulsado De todas estas consideraciones, sin
Este rasgo explica, por lo demás, el una reforma política, cuya clave es, embargo, no sólo se concluye que
desesperado reeleccionismo en las pro- justamente, el financiamiento de la po- Kirchner (actuando en este punto co-
vincias (y su versión nacional con el lítica. Esa promesa del comienzo de mo buen setentista) tiene antipatía por
ardid de la probable alternancia del su gobierno tuvo que caer: o una cosa el Partido Justicialista. Vivió una dé-
matrimonio Kirchner). La explicación o la otra. cada sentado en las mismas mesas con
es elemental: los gobernadores y los dirigentes que hoy desprecia. Pero na-
intendentes quieren ser reelectos para die debería sentirse incómodo ni en el
siempre porque, si dejan el gobierno, Por qué no hubo reforma PJ ni en el Frente de la Victoria con
quedan privados de los recursos eco- las convivencias obligadas. Los kirch-
nómicos que les permiten seguir ha- A Kirchner esa reforma no le interesa neristas extrapartidarios quizás se per-
ciendo política. Su sucesor acapara to- también por razones más profundas. ciban un poco ajenos a esta cultura
dos los recursos y sus hombres en el Es probable que desee perfeccionar su del insulto y el abrazo, si provienen,
territorio terminan, como réplicas de instrumento político, se llame Frente como es el caso de los radicales, de
Díaz Bancalari, pasándose al nuevo para la Victoria o cualquier otro nom- un partido que hizo del despliegue ins- 5
gobierno. Fuera del ejecutivo, se de- bre futuro. Su interés seguramente se- titucional una identidad. Pero esos neo-
pende de los favores del sucesor que rá aislar de modo definitivo a quienes kirchneristas son hombres más jóve-
ha esperado su turno y, a su vez, in- considera poco deseables por motivos nes y probablemente menos identifi-
tentará consolidarse. Felipe Solá vio dispares: porque han perdido una elec- cados con los principios de ese partido
con entera claridad este destino de ción y se han desprestigiado de mane- que, por otra parte, fracasó y cuyo úl-
príncipe en el destierro que le espera, ra difícilmente reparable en sus distri- timo presidente está imputado en la
a merced de que se lo rescate desde el tos; porque se los agarró de modo de- compra de votos en el senado.
ejecutivo nacional y no pierda su fi- masiado flagrante con las manos en la Hoy se difunde el rumor de que
guración antes de que pueda intentar masa y eso augura una derrota con la un segundo mandato abriría precisa-
una nueva aventura en un cargo eje- que el presidente no va a ensuciarse; mente el momento de cambios que los
cutivo. El “pato rengo” no es el pre- porque surge en algún distrito un can- sólidos principios de la Realpolitik im-
sidente o el gobernador que se queda didato más afín a su política con po- pidieron hasta ahora. Sobre esto con-
sin poder antes de terminar su manda- sibilidades ciertas de imponerse al vie- viene no apurarse en juzgarlo ni posi-
to y su sucesión no está asegurada por jo representante del PJ; porque un po- ble ni imposible. Para Kirchner lo pri-
ningún leal (de todos modos ¿quién lítico provincial adquiere, por alguna mero es la concentración del poder.
cree en los leales?), sino el político razón, una popularidad que la sensibi- Él también, como todos los argenti-
que ya sabe que no tendrá acceso al lidad competitiva del presidente juzga nos, vivió una crisis que pareció casi
dinero público para continuar siendo peligrosa; porque en un distrito un can- definitiva. Bajo el signo de la debili-
un político de primera línea, y sabe didato no justicialista le asegura vic- dad llegó a la presidencia cuando Me-
que las lealtades territoriales se miden torias que el justicialismo no puede nem, en uno de sus actos más malig-
en subsidios, viviendas y planes so- darle. Como se ve por la enumeración, nos e irresponsables, rehusó participar
ciales. las razones no son las que conducen a en el ballotage.
Kirchner entendió esto a la perfec- una reforma política ni a la delibera- Si la reforma no sucede en el con-
ción. Muchas veces impresiona como ción y la confrontación de ideas, sino glomerado que maneja Kirchner, es di-
poco entrenado en el discurso progre- al fortalecimiento de una dirección so- fícil que tome impulso en otra parte.
sista que quiere presentar como pro- bre los aparatos de gobierno local y A las elecciones de octubre de 2007
pio de su identidad y su gobierno, co- las máquinas electorales. llegamos con todos los rasgos descrip-
mo si no lo hubiera practicado en mu- Sin embargo, incluso tomando en tos en su apogeo. Y además, en las
cho tiempo y se le mezclaran temas cuenta cada uno de estos motivos, mejores condiciones que nadie se hu-
populistas clásicos, invocaciones a la Kirchner podría aspirar a una cohe- biera atrevido a imaginar cuando
dignidad nacional, autoritarismo, teo- rencia ideológica mayor en un con- Kirchner fue elegido presidente. Un re-
rías conspirativas, etc. Pero está bien glomerado de justicialismos y no jus- frán que podría ser la divisa del con-
entrenado en el conocimiento de esta ticialismos locales que, por el momen- servadurismo indica prudencia: “Si no
mecánica económica y territorial del to, son un destilado de lo viejo, lo está roto, no lo arregles”. El justicialis-
poder. Porque no es un saber que de- antiquísimo, lo nuevo, los convenci- mo está roto en pedazos, el Frente para
be recuperar desde el pasado (como dos y los tránsfugas. Falta saber si, en la Victoria es un mosaico, los kirchne-
quien rescata las imágenes de un sue- este punto, Kirchner contradice o se ristas extra-justicialistas vienen un po-
ño, el sueño setentista) sino algo que demuestra un buen discípulo del ge- co de todas partes. Sin embargo, mien-
ha practicado cuando fue gobernador neral a quien no acostumbra nombrar tras haya plata, el aparato no está roto
de Santa Cruz. Su olfato del poder es en sus discursos. Perón, que tenía el y todavía sirve a quien lo controle.
La traición de las imágenes
Recuperación del peronismo histórico

Anahi Ballent

6
Soviética que, aunque acompañaron la
perestroika y acrecentaron su popula-
ridad después de la caída del muro de
Berlín y de la disolución de la URSS,
provienen, en algunos casos, del pop
ruso de los años sesenta; y, ya en los
setenta, impulsaron imágenes nostál-
gicas del stalinismo entre los disiden-
tes exilados en Estados Unidos. En
2005, una exposición como Russia!
pone en relación esta producción ar-
tística con una historia político-cultu-
ral más vasta. En 1995, dentro de un
marco abarcativo, la muestra Art and
Power: Europe under the dictators
1930-1945 revisitó las relaciones en-
tre arte y poder en regímenes autorita-
rios y totalitarios, poniendo en circu-
lación nuevas perspectivas de análisis
y una inusitada cantidad de imágenes.3
Sin embargo, pese a su afinidad
con estéticas y perspectivas culturales
presentes en el debate internacional,
Centrados en la obra pictórica de Da- hoy invitan a ser leídas en clave su- Santoro interpela temas y circunstan-
niel Santoro, estos comentarios se pro- rrealista: aquellas frecuentemente ale- cias locales con fuertes apuestas tanto
ponen indagar el sentido político-cul- góricas, naïves y apasteladas de una en el plano estético como en el de la
tural de una “vuelta” a las imágenes obra como La Argentina Justa Libre y ideología. En la vuelta a las imágenes
del primer peronismo, en piezas y Soberana, que prefería el colorido de de los años cuarenta parece resonar
acontecimientos artísticos de los años la ilustración al blanco y negro de la una deliberada provocación política;
noventa hasta hoy. Santoro interpela fotografía, siguiendo estrategias deu- al mismo tiempo, la obra realiza una
nuestra memoria especialmente a tra- doras de las ilustraciones de los libros operación selectiva entre las posibles
vés de las imágenes generadas por una escolares.1 De Billiken a la propagan- fuentes y referencias, ya que no toda
intensa propaganda política que, tal co- da peronista: las referencias elegidas la estética visual del peronismo tuvo
mo resaltan las reelaboraciones del ar- por Santoro recorren el mismo cami- las características que Santoro enfati-
tista, condensaba los aspectos persua- no que un sector de la gráfica de los za, sino que apeló también a técnicas
sivos y siniestros del poder ejercido años cuarenta.2 modernistas y de mayor calidad esté-
por aquel peronismo. Santoro toma co- La obra de Santoro no es ajena a tica. Por diversos motivos, las imáge-
mo referencia un sector particular de las corrientes de ambigua recupera- nes modernistas no son las que la
esa propaganda que exacerba la con- ción, entre irónica y crítica, del arte y memoria asocia con la comunicación
densación; se trata de imágenes que de la propaganda política de la Unión visual del peronismo aunque, en térmi-
nos de realidad histórica, formaron tes que en sede política. Ni Menem, ción de la política, el efecto de la ima-
parte de ella. Actualmente, los tours ni Duhalde ni Kirchner han apelado gen es la evocación de un peronismo
para extranjeros que, siguiendo la es- particularmente a las tradiciones pe- moderno, aggiornado y capaz de sor-
tela de la Evita de Alan Parker, bus- ronistas, a su liturgia ni a sus imáge- tear los peligros que lo acechan desde
can la Buenos Aires peronista, se de- nes; por el contrario, los dirigentes po- su propia historia. Los sucesos ocurri-
tienen frente a la CGT o las columnas líticos, por distintos motivos, insisten dos en la inauguración de la obra, en
de lo que fue la Fundación Eva Perón, en mantener una prudente distancia octubre de 2006, ilustran con claridad
que han quedado fuertemente asocia- con los recuerdos del peronismo his- los motivos por los cuales buena parte
das al régimen, pero no incluyen el tórico. Así, cuando, en 2003, el du- de la dirigencia del peronismo prefie-
Teatro General San Martín, proyecta- haldismo decidió promover un espa- re mantener la historia del movimien-
do por una de las últimas intendencias cio de alta capacidad conmemorativa to a distancia.
peronistas, ni los modernos monobloks como el mausoleo de Perón en San Como veremos más adelante, la
promovidos por el Banco Hipoteca- Vicente, que como tema evocaba una política puede apreciar “vueltas” en
rio. Los motivos por los cuales aso- larga historia de bizarreries arquitec- clave estética como las emprendidas
ciamos de manera intensa un conjunto tónicas –desde los distintos proyectos por Santoro y hasta puede beneficiar-
de formas e imágenes y no otras a del Monumento al Descamisado hasta se vicariamente con ellas, pero de he-
esta fuerza política encuentran su an- el Altar de la Patria–, escogió un pro- cho no las promueve. Poco después
claje en los años cuarenta y cincuenta yecto modernista, abstracto y austero, de la inauguración del mausoleo, San- 7
porque la propaganda privilegió cier- tomando distancia de las cargadas toro presentaba su nueva exposición,
tas imágenes con respecto a otras, pe- “imágenes fascistas” con las que fre- La leyenda del descamisado gigante,
se a que de ningún modo llegó a anu- cuentemente se asocia al peronismo. basada en imágenes del Monumento
lar las menos favorecidas por la difu- En rigor, en términos históricos, el pro- al Descamisado de 1952. Política y ar-
sión mediática: se trató, en todo caso, yecto del mausoleo puede interpretar- te monumentalizan, representan y
de una convivencia desigual. Pero se como un rescate de una de las líne- mantienen relaciones con la historia
igualmente constitutivos de nuestro as estéticas del primer peronismo que claramente diferentes.
vínculo con aquellas imágenes fueron produjo también excelente arquitectu- El peronismo ocupa el centro de la
las particulares formas y los comple- ra modernista; de hecho, los autores obra de Santoro, aunque el sentido úl-
jos derroteros que adoptó la memoria de la obra lo plantean de este modo timo de tal centralidad admite inter-
sobre el peronismo, desde su caída en los textos que presentan el proyec- pretaciones diversas. Así, a propósito
hasta la década del noventa cuando to.4 Sin embargo, no es la actualiza- de la última exposición del artista, Ju-
sucede esta recuperación selectiva de ción de una posición histórica oblite- lio Sánchez considera en La Nación
imágenes del peronismo histórico, a rada lo que se percibe socialmente en que “el mundo peronista” es para el
través de distintas operaciones, entre este caso: en términos de representa- artista “una excusa para explorar as-
las que la obra de Santoro ocupa un
lugar relevante, aunque dista de ser
1. La Argentina Justa Libre y Soberana (Buenos nismo el año 1998, las exposiciones individua-
una acción solitaria.
Aires, 1949) fue una extensa obra de difusión de les que toman ese tema comienzan en 2001,
Esta recuperación tiene un efecto la acción de gobierno, sobre todo del primer plan con Un mundo peronista. Le siguen en 2003,
paradójico: en tanto selecciona sólo un quinquenal, elaborada por Control de Estado de Manual del niño peronista; en 2004, Leyenda
sector de la producción del peronis- la Presidencia de la Nación, un resabio del nutri- del bosque justicialista y Jardines Justicialis-
do aparato propagandístico de la Revolución del tas; en 2005, Utopía justicialista con un objeto
mo, habla de él al mismo tiempo que
4 de Junio. No fue elaborada por la Subsecreta- caído; y en 2006, La leyenda del descamisado
lo oculta. Por muchos motivos resue- ría de Informaciones, dependencia que, a cargo gigante. Daniel Santoro, Mundo Peronista. Pin-
na aquí el título del cuadro de Magrit- de Raúl Apold, se asocia centralmente con la turas, dibujos, libros de artista, objetos e insta-
te, “La traición de las imágenes”. Nos propaganda del período; ella colaboró aportando laciones 1998-2006, la marca editora, Buenos
algunos artistas y dibujantes e intervino en la Aires, 2006, p. 334.
encontramos, entonces, frente a tres
distribución de la obra. El director de la publica- 3. Nos referimos a dos eventos de gran relevan-
núcleos de reflexión: por un lado, las ción fue un mayor del Ejército y los dibujantes cia para la historia de la cultura y la historia del
razones que impulsan la recuperación e ilustradores pertenecían a distintas reparticio- arte. Russia! fue organizada en 2005 por IN-
de imágenes del pasado; por otro, las nes del estado. La calidad técnica de las imáge- TART (International Foundation of Russian and
nes es amplia y diversa. Contó con el asesora- Eastern Europe Art) y el Museo Guggenheim;
operaciones de selección que se im-
miento de educacionistas, y sus imágenes remi- Art and Power, XXIII Exposición del Council
primen sobre el universo de referen- tían a las ilustraciones de los libros de lectura. of Europe, fue organizada en Londres y presen-
cia, y finalmente, qué clave se elige Aunque se dirigía a un público amplio, los con- tada en Barcelona, Berlín y París (1995-1996).
para reelaborar ese material. tenidos y las técnicas de comunicación indican 4. El comitente fue la Comisión de Homenaje
que los niños, en el marco de la escuela, eran los Ley Nacional 13062. Con respecto al lenguaje
lectores potenciales de la obra. arquitectónico, los arquitectos proyectistas plan-
2. Recordemos que en 1990 Santoro expuso la tean que: “Su lenguaje no podrá ser otro que el
La estética del sueño muestra Recuerdos del Billiken, presentada co- de la modernidad. Fue el primer peronismo el
mo “una investigación gráfica sobre los héroes que introdujo la arquitectura moderna como len-
arquetípicos de nuestra historia donde se mez- guaje de la obra pública estatal, a través de
Un dato primario es el hecho de que
clan los recuerdos infantiles, en una visión iró- innumerables y calificados ejemplos en todo el
tal recuperación de imágenes paradig- nica y distanciada”. Aunque el autor indica co- país” (http://arquimaster.com.ar/galeria/
máticas se realiza en sede artística an- mo inicio de su trabajo gráfico sobre el pero- obra26.htm).
pectos más profundos de la historia no podemos dejar de notar que las for- tados que hablan de una forma parti-
del hombre y del arte”.5 El dirigente mas concretas que asumió su trayec- cular de aproximarse a la historia, al
del PJ porteño Víctor Santa María, al toria pueden haber sido menos estili- pasado. Porque, en rigor, el peronis-
prologar el libro Mundo peronista zadas: entre la etapa de los años se- mo no es una civilización desapareci-
(2006) aconseja a los intelectuales pro- tenta y la de fines de los años noventa, da, una ruina ni un tiempo remoto:
gresistas acercarse a esta obra, afir- el interés por la política y por el pero- ¿por qué excavar si lo que buscamos
mando que “en ella está plasmada a nismo no parecen haber ocupado el está a la vista, gozando de una intensa
través de imágenes y textos, la ideolo- centro de su obra artística. vitalidad? Evidentemente, la empresa
gía peronista”.6 Las dos lecturas mar- De todas formas, recorriendo un del artista procura enfatizar la distan-
can los extremos de un arco que abar- camino directo o sinuoso, las imáge- cia histórica entre la política del pre-
ca las miradas de críticos y público, nes de su etapa de pintor de la política sente y sus orígenes históricos: para
arco en el cual los polos del arte y la intentan volver a los orígenes del jus- Santoro, “el peronismo no es una pro-
política admiten articulaciones varia- ticialismo, ese “enigma para sociólo- mesa en el futuro sino una pérdida en
das. Evidentemente, no todas las mi- gos, politicólogos y economistas”, a el pasado”, sentimiento en el que re-
radas ven la misma cosa: politics is in través de las imágenes prohibidas, suena el poema de Hölderlin que eli-
the eye of the beholder. En las dos “mutiladas” o “ninguneadas” después ge como acápite para alguno de sus
citas anteriores está en discusión qué de 1955. La figura que elige como guía textos: “Por más que busques, nunca
8 es lo que percibimos como relevante de esta operación no es la del historia- volverás a encontrarla; consuélate con
en la obra. Son lecturas distintas que dor, sino la del arqueólogo, “que en- verla en sueños!”.8
presentan posibilidades abiertas por el cuentra una veta y aparece una civili- Volveremos sobre esta última cues-
lenguaje y las técnicas elegidas por el zación”. Alguien que va “sacando res- tión crucial para entender el interés
artista, quien se refiere a los “filtros” tos” de algo que habría perdido sus generado por esta obra. Recalquemos
–el chino, la cábala, el humor, las re- fuentes escritas y sólo podría expre- ahora que las imágenes que en otro
ferencias a la historia del arte– a tra- sarse a través de testimonios materia- momento concitaban pasiones de dis-
vés de los cuales opera sobre las imá- les. En efecto, en la obra de Santoro tinto signo son presentadas por Santo-
genes de la propaganda.7 Las opera- parece resonar una intención, a la ma- ro de una manera tal que parecen
ciones artísticas le permiten atraer a nera de la arqueología, de recreación aquietarse, como si reclamaran del es-
un público amplio, concitando intere- de conjuntos vastos. La suya es una pectador una suspensión del juicio. Po-
ses diferentes. En otras palabras, pue- empresa que opera con cierto grado dríamos decir que ese rasgo permite
de discutirse si el peronismo es algo de sistematicidad, avanzando como por que se transformen en objeto de la mi-
accidental o sustancial para la obra: lo etapas sobre distintos sectores de la rada. En efecto, frente a ellas pueden
importante es que está allí, disponible obra peronista y de las formas de su sostenerse miradas de distinto signo,
para la mirada y abierto a la colabora- difusión. Como espectadores estamos sin sentir en ningún caso la necesidad
ción del espectador. invitados a reproducir el mismo mo- de desviar los ojos; es un acierto de la
Por esta razón, a la obra de Santo- vimiento, a introducirnos en estos cam- obra en el plano de la comunicación,
ro le sienta el silencio. Se beneficia si, pos y a deambular en ellos. Pero, al pero al mismo tiempo debilita el posi-
limitándose exclusivamente a las imá- mismo tiempo, la identificación del ar- ble carácter corrosivo de un arte que
genes, prescinde por completo de las tista con el arqueólogo tiene otros cos- se considera político.9 La condición
palabras. Pero no es esto lo que ocu-
5. “La muestra (…) se construye sobre una téc- la obra de Santoro. En ella está plasmada a
rre, ya que la obra se difunde a través nica tradicional, óleo sobre tela, es decir, la tan través de imágenes y textos, la ‘ideología pero-
de libros de arte en los que abundan vapuleada pintura cuya muerte se viene anun- nista’”. En: Daniel Santoro, op. cit., p. 8.
los textos, en particular los del artista, ciando desde los sesenta. Hay algo que la em- 7. El artista explica: “Cuando hacés una pintura
que suelen ser menos elusivos que sus parenta con la pintura contemporánea de los tan política el peligro es que se haga una lectura
países de Europa Oriental que tuvieron regíme- muy frontal, de rechazo, porque se interpreta di-
imágenes. Nacido en 1954, Santoro se nes políticos comunistas: una fuerte voluntad rectamente como propaganda. Entonces trato de
presenta como niño peronista frustra- figurativa amenizada por el recuerdo de una ide- poner filtros. Como el chaleco antibalas hace que
do en los años cincuenta, militante de ología totalitaria. (…) Lo que demuestra que la vista del tirador se vaya para los costados, en
Guardia de Hierro en los setenta y cul- ‘el mundo peronista’ es para Santoro una excu- los bordes de mis cuadros siempre hay anotacio-
sa para explorar aspectos más profundos de la nes en chino. Y algunas son un signo que quiere
tor de un arte político a fines de los historia del hombre y del arte”. Julio Sánchez, decir algo así como ‘mirar, mirar’. Entonces la
noventa. Su recorrido es sintomático: “Desde el lugar de la pintura”, La Nación, 26 vista termina haciendo un paseo obligado hasta
la militancia se desplazó de la política de noviembre de 2006. que un retrato de Perón, además de ser un retrato
a la cultura, girando siempre, aunque 6. “Hace unos años, un destacado intelectual de de Perón, muestra que es también algo más que
la izquierda progresista de nuestro país, expli- un retrato de Perón”. Ibid., p. 315.
de distintas maneras, sobre el pivote caba que la cátedra de Pensamiento que él dic- 8. Las citas corresponden a D. Santoro, op. cit.
de un pasado lejano que no se termina taba en la Facultad de Filosofía y Letras no iba 9. Por estos motivos parece necesario matizar
de comprender. Al menos en el relato a abordar la década del peronismo. Su argu- las afirmaciones como las del artista, en rela-
que elabora el artista, el niño peronis- mento no deja de ser sorprendente: ‘El peronis- ción a su éxito en el mercado: “Gente adinera-
mo, como régimen gobernante, no tiene una ide- da ha comprado alguna obra, eso es sorpren-
ta, real o imaginario, deseado u odia- ología que lo acompañe en la misma medida de dente, quizás la quiera tener como un trofeo”.
do, presente u olvidado, lo acompaña su formidable poder y adhesión política’. Qui- “Un mundo maravilloso”, La Capital, 2 de oc-
en todo momento. Los espectadores zás, él y muchos como él, deberían acercarse a tubre 2005.
que permite una mirada amplia e inte-
rrogativa es la representación de un
peronismo “enrarecido”, habitante me-
lancólico de una atmósfera onírica.
Tensando las sugerencias de las imá-
genes podríamos pensar que aquel
“modelo de la felicidad que no (tenía)
nada del heroísmo mortal de la izquier-
da y la derecha”, esa “utopía de la
felicidad al alcance de la mano”, “re-
alizable en lo inmediato” no podía ser
sino un sueño, un sueño que tal vez
nunca tuvo lugar excepto en la imagi-
nación de sus seguidores.10 Estos son
los riesgos que entrañan las imágenes
melancólicas; para conjurarlos deben
aparecer en su auxilio las palabras del
artista, encargadas de remarcar que lo 9
que se nos presenta hoy como sueño
constituyó alguna vez una realidad. Pe-
ro sin esa guía de lectura externa son
muchas y variadas las evocaciones e
interrogantes que las imágenes sugie-
ren al espectador.

La estética de lo real

Aunque otros pintores antecedieron a


Santoro en la vuelta a las imágenes
del peronismo histórico, ninguno de
ellos lo hizo con el grado de sistema-
ticidad y de centralidad que hoy mues-
tra su obra. Desde nuestra perspectiva
de análisis, el film de Leonardo Favio
Perón, sinfonía del sentimiento, pro-
ducido a partir de 1994, encarnó una
referencia central. Evidentemente, re-
cién en los noventa pudieron volver a
verse estas imágenes, que habían sido
“reprimidas” como plantea Santoro,
pero no exclusivamente por las prohi-
biciones establecidas por la Revolu-
ción Libertadora, sino también como
un efecto de la saturación propagan-
dística que las tendencias autoritarias
del propio peronismo habían produci-
do durante su gobierno. Podemos pen-
sar que a estas imágenes le ocurrió lo
que al niño peronista de El tilo de Cé-
sar Aira, quien terminó perseguido por
un comando de la Resistencia Pero-
nista, lo que indica, según la novela,

10. “El peronismo no tiene una visión de sacri-


ficio y eso lo aleja enormemente de la izquier-
da: es la utopía de la felicidad que está al alcan-
ce de la mano. La utopía realizable en lo inme-
diato”. Daniel Santoro, op. cit. p. 111.
“la complejidad de nuestras querellas el progreso continuo a través de datos, rre en línea recta. Santoro busca dis-
políticas, que una simplificación pos- cifras, metas cumplidas y récords, be- tintos centros, se mueve recuperando
terior ha querido pintar en blanco y neficiándose por el efecto de abundan- fragmentos, mientras que Favio adop-
negro”.11 Siguiendo la misma sugeren- cia producido por la acumulación. Se ta un único eje –la guía indiscutida de
cia, “el símbolo, como un virus fatídi- insiste en la imagen de un estado pro- Perón– y construye sobre él una his-
co”, había “infectado” esas imágenes ductivista que, en el contexto del anti- toria lineal, que da cuenta de toda la
y nadie, ni unos ni otros, parecían que- estatalismo menemista de los noventa, historia del peronismo y no sólo de
rer acercarse a ellas. concita mayor atención que el tradicio- “los años peronistas”. Pese a que nin-
La condición de posibilidad de nal peronismo obrerista y democratiza- guno de los dos se propone realizar
operaciones como las de Favio o San- dor; al mismo tiempo que resulta más una reconstrucción fiel de la historia,
toro se encuentra en la distancia his- atractivo que sus versiones militantes sino que ambos buscan los “mitos” del
tórica que ofrece nuevas condiciones de los sesenta y setenta. El Pulqui, el peronismo o de Perón, Santoro apela
de lectura y nuevos públicos, permi- aeropuerto de Ezeiza o el proyecto Hue- a lenguajes artísticos prácticamente
tiendo ver en términos nuevos algo mul recuperados en la clave optimista convencionales para representar los
considerado tradicionalmente como de Sucesos Argentinos, en la selección mitos y sueños, mientras que Favio
usado, gastado, remanido. Favio fue de Favio, o transformados en fantas- encara una operación mucho más po-
un pionero en explotar estas nuevas mas de un pasado remoto en manos de lémica al valerse del documental y de
10 condiciones y marcar un sentido de Santoro, hablan de un momento de fe- la manipulación de imágenes de ar-
búsquedas, a través de su summa de licidad nacional sin fisuras. chivo. Tales son los casos de las fil-
la historia del peronismo de seis horas A diferencia de Santoro, las técni- maciones nocturnas del 17 de Octu-
de duración, entendida como la vida cas artísticas de Favio no operan co- bre, del Cabildo Abierto del 22 de
de su líder, entre 1914 y 1974. Como mo “filtros” capaces de introducir una agosto, o de la marcha de las antor-
se recordará, la obra fue inicialmente tensión con las imágenes de referen- chas tras la muerte de Evita, en los
financiada por la política –Duhalde–, cia: en términos ideológicos, operacio- cuales el cineasta “creó” documentos
pero mantuvo con ella una relación nes artísticas, técnicas e imágenes se visuales que en el registro de los he-
conflictiva.12 En términos estéticos alinean en el mismo sentido. Y esto chos nunca existieron.
operó sobre un sector de la propagan- es así pese a que el film es altamente Dejando de lado, no sin dificultad,
da, de características tan convencio- original, profundamente experimental la discusión sobre la legitimidad de
nales como aquel al que apela Santo- y complejo. Tiene la capacidad, ade- estas operaciones dentro del marco del
ro, pero de mayor calidad técnica: las más, de articular materiales muy dis- documental, para analizarlas en térmi-
imágenes fotográficas y cinematográ- tintos entre sí y es extremadamente nos de manipulación artística de imá-
ficas. Sin embargo, la estética de Fa- potente en la vinculación de imagen y genes del pasado, observamos que el
vio no es completamente ajena a La sonido; por muchas razones, enfrenta- cine de Favio entabla una relación ten-
Argentina Justa Libre y Soberana, ya mos una obra sinfónica. Aunque más sa con su material, porque las imáge-
que, introduciendo la animación en 3D, sinfónica en la forma que en el conte- nes de archivo operan como un refe-
recurre parcialmente al estilo de la ilus- nido: la representación del peronismo rente duro que nunca deja de estar pre-
tración de la época, apostando a sus que emerge del film no es la de un sente. En el caso de la pintura de
alegorías escolares, gruesas y conven- peronismo enrarecido por la distancia Santoro, el vínculo con los referentes
cionales. Formalmente, lo que era un histórica, sino la del peronismo “de históricos, en cambio, es tan libre que,
recurso más en la propuesta de Favio, siempre”, el que, como sinónimo de en algunos casos, la obra pierde parte
desarrollado dentro de un conjunto ex- su líder, ratificaba miradas hagiográ- de su interés. Dicho de otro modo, pa-
presivo diversificado, se transformará ficas que, en los noventa, considerá- ra que estas imágenes nos interpelen
más tarde en el centro hegemónico de bamos un completo anacronismo. Pa- tienen que poder evocar dos tiempos
la obra de Santoro. Podríamos pensar ra compartir lo que la obra dice no (el de su recreación en el presente y el
que Favio redescubre y explora lo que alcanza con identificarse como pero- de su sentido original en el pasado),
más tarde Santoro desarrolla. nista, es necesario ser un peronista “de explotando el potencial del anacronis-
En el film también resuena el estilo los de antes”, sentirse un “niño pero- mo que les es constitutivo. En tal sen-
de la propaganda política de los años nista”, inocente, crédulo y por ende, tido, y sólo en parte por exigencia de
cuarenta en el énfasis de la descripción feliz. En sus contenidos hay una con- las distintas técnicas artísticas, el ci-
de los “logros” del peronismo, que le- tundencia profunda y deliberadamen- neasta se propone controlar con preci-
jos de limitarse a los aspectos sociales te inactual.
11. César Aira, El tilo, Beatriz Viterbo, Rosa-
y políticos sobre el mundo popular, se Y en este sentido, hay muchas di- rio, 2003, p. 10.
explaya en la construcción del estado, ferencias entre Santoro y Favio que 12. Los fondos de la Fundación Confederal fi-
el desarrollo económico o el avance tec- merecen ser destacadas porque mues- nanciaron dos años de trabajo, que Favio consi-
nológico. El estilo de presentación si- tran matices posibles dentro de esta deró insuficientes. Finalizada alrededor de 1998,
la miniserie no fue exhibida como tal ni se estre-
gue a los temas, ya que retoma las téc- común “vuelta” a 1945. El arte de San- nó comercialmente. En 2001 fue vendida en vi-
nicas y estéticas de exposición de los toro deambula dentro de la obra del deo por el diario Crónica y recién se exhibió
planes quinquenales, regocijándose en peronismo; Favio, en cambio, la reco- completa en televisión en marzo de 2002.
sión el tipo de operaciones que impri- lo estético y lo ideológico: en efecto, mismo tiempo, a través de biografías,
me sobre el material histórico, mien- mientras que en el primer caso la es- novelas, exposiciones, y sobre todo,
tras que el pintor prefiere la guía más tética del sueño se ofrece a una inter- películas. Con la Eva de los trajes y
libre de su imaginación.13 pretación más abierta o al menos más las joyas se recuperó también el gla-
Finalmente, como ya se ha plante- porosa del peronismo, en el segundo mour como instrumento de seducción
ado, la obra de Santoro concita mira- la estética de lo real, más densa y pre- política, explotado por el peronismo
das múltiples; la de Favio, en cambio, cisa en términos estéticos se apoya en de los años cuarenta, pero olvidado en
provoca la indignación del espectador una visión excluyente y cerrada del las austeras imágenes de la Evita Mon-
que no comparte su perspectiva. En peronismo en términos políticos. tonera o la iracundia de la gráfica de
efecto, frente a un peronismo apto pa- Pese a sus diferencias, ambos ar- Ricardo Carpani en los setenta.
ra gorilas se erige otro ortodoxo y ex- tistas tienen en común el interés por Esta nueva presentación de la fi-
cluyente. Al mismo tiempo, en térmi- las imágenes de la propaganda, el cen- gura de Eva que, con variantes, com-
nos de perfiles artísticos, Santoro se tro de la mirada puesto en la felicidad parten films tan distintos como la Evi-
presenta como lo que la tradición de- popular, y la nostalgia. Ambos operan ta de Alan Parker y la Eva Perón de
finió como un “artista fácil” –rápido, sobre la premisa de la conciencia del Desanzo, encontró un lugar también
fluido en su capacidad de producción, cierre de un ciclo, con la muerte de en la película de Favio, ya que las imá-
receptivo y abierto en el estímulo a la Perón, con la dictadura, o con el me- genes de su viaje a Europa –glamour,
percepción de su obra–, mientras que nemismo. Los límites pueden variar, multitudes exaltadas y éxito político 11
Favio podría ser visto en este caso co- pero el peronismo que Favio o Santo- internacional– ocupan un lugar exa-
mo vanguardista, en tanto campeón de ro añoran es cosa del pasado. Ya no gerado dentro de la economía narrati-
la dificultad que entabla una relación hay historia y todo lo que puede ha- va del film. Distintos productos artís-
tensa con su público. Su talento para cerse es preservar o fijar los aspectos ticos y culturales invitaron al público
operar con materias primas poco den- míticos.14 Esta es, sin duda, una posi- no tanto a aprender de Eva como a
sas artísticamente o altamente conven- ción dentro del peronismo, que, en tér- disfrutar de ella y, una vez más, a ab-
cionales, hace aún más fuertes sus ope- minos políticos, no es la dominante dicar frente a la seducción de las imá-
raciones y más contundentes sus re- desde los años noventa, ni lo es en genes del peronismo histórico. Un mo-
sultados. Por ejemplo, en los tramos este momento. Pero si es una posición mento dentro de esta historia fue la
finales del film, con el trasfondo de la en el fondo poco funcional a la polí- exposición Las mil y una Evitas, or-
conflictiva y violenta política de los tica y que no le sirve de mucho,15 ca- ganizada en 1997 en el Palais de Gla-
años setenta, a las imágenes de un Pe- sa en cambio con un clima cultural ce por la Secretaría de Cultura de la
rón que, casi en el final de su vida, más amplio que impregna miradas so- Nación, conmemorando los cincuenta
solloza emocionado por su retorno al bre el peronismo histórico de las últi- años de la ley de voto femenino. Pese
país, superpone la canción “Aquellos mas décadas. a que el tema era político –un encuen-
soldaditos de plomo” de Víctor Here- tro académico sobre el voto femenino
dia (en rigor, fuertemente asociada a se sumó al evento–, como lo notó la
circunstancias históricas posteriores). El síntoma Evita prensa, lo más atractivo de la exposi-
Siguiendo el sentido del montaje, Pe- ción fueron los vestidos y las joyas de
rón parece preguntarse, “¿qué nos pa- Tal nueva mirada tuvo un protagonis- Eva Perón, a los cuales nunca se les
só?/ ¿qué ha pasado?/ ¿qué traidor nos ta privilegiado: Eva Perón, objeto pe- había dado esta importancia destaca-
ha robado la ilusión del corazón?…”: ro también guía de un cambio de mi- da, y, en menor medida, la presenta-
el film alcanza así un momento cul- rada sobre el peronismo histórico. A ción de una serie de interpretaciones
minante, desencadenando poderosos mediados de la década del noventa se pictóricas de la figura de Eva Perón,
sentimientos en el espectador que pue- desató la “evitamanía”, fenómeno en que incluía desde obras de Carlos Go-
den consistir en una emoción intensa gran medida pero no sólo mediático rriarena hasta las de Nicolás García
o en una extrema exasperación. Favio que puso la figura en el centro de un Uriburu, entre otros. Allí se realizó una
parece recuperar en clave vanguardis- debate cuyas coordenadas cambiaba al de las primeras exhibiciones parciales
ta un centro de la propaganda política
de los años cuarenta: imágenes dul- 13. Esta pérdida de tensión se observa, sobre no hay lugar para ninguna nostalgia de los años
ces, conmovedoras y unívocas para todo, en las obras de Santoro en las que toma cincuenta, sino que se los somete a crítica, por-
ilustrar historias complejas y no pocas como tema “la ciudad peronista” o en el “gótico que el verdadero peronismo está en el futuro y
tardoperonista” urbano que prepara actualmente. no en el pasado.
veces dolorosas. La propaganda de los
En tanto el espectador encuentra que las nuevas 15. Hay posibilidades de capitalizar aspectos de
cuarenta, traída de esta manera a los imágenes guardan poca relación con las del pe- estas obras para la política. Tal es el caso de la
noventa, tiene un efecto profundamen- ronismo histórico, se ve obligado a apreciarlas obra de Santoro, leída por Víctor Santa María:
te perturbador. desde un punto de vista diferente del que cons- “El peronismo fue y será, en definitiva, una
tituyó el centro de su obra en los últimos años. expresión transformadora de la realidad, mien-
Santoro y Favio, entonces, operan
14. Para comprender la magnitud de este cam- tras mantenga viva su capacidad de sorprender,
de manera distinta sobre el material bio, cabe comparar esta producción con una de de romper los moldes preestablecidos. Mientras
histórico, produciendo cruces diferen- las obras de referencia de los años sesenta y siga siendo una apuesta a la originalidad”. En
tes, pero sobre todo paradójicos, entre setenta, La hora de los hornos, donde no sólo Daniel Santoro, op. cit., p. 8.
de la película de Favio; en cambio, pilfarro y la abundancia, que ya no exhibición artística bien financiada”.18
aún no estaba presente Santoro, como son “pecados” sino formas de la feli- Si lo que buscamos no es consolidar
sí lo estaría en otra exposición organi- cidad. Con las imágenes de los años mitos políticos sino producir conoci-
zada por la Cancillería en 2002, den- cuarenta vuelve un peronismo cuyo miento histórico, el arte y las imáge-
tro de la misma tónica estética: Eva centro no está en la lucha, ni en la nes son guías necesarias y sugerentes
Perón, imágenes de una pasión. Ese liberación nacional, sino que pone el pero también pueden ser engañosas,
año se inauguró el Museo Evita que acento en la paz, en la administración cuyo único control posible consiste en
es una consecuencia directa del cam- del estado, la creación y distribución pensarlas insertadas profundamente
bio de visión. En efecto, en un esce- de riqueza. dentro de la trama social y política
nario que habla por sí mismo del va- Los cambios en la visión de Eva que les dio origen.
lor de la estética en la configuración Perón, entonces, constituyeron sínto-
de las políticas sociales de la Funda- mas de un cambio de clima cultural
ción Eva Perón, el petit-hotel neoco- en la aproximación al peronismo his-
lonial ubicado en un sector privilegia- tórico, pero tal visión renovada tam-
do de la ciudad y adquirido en 1948 bién constituyó una guía para profun-
para albergar un hogar de tránsito, se dizar relecturas del período. En los úl-
combinan los trajes, las joyas y las timos años, una serie de trabajos
12 fotos de Eva Perón, y los objetos de la académicos da cuenta de un interés 16. El museo está ubicado en Lafinur 2988. Al-
Fundación, desde muebles hasta vaji- renovado por el estudio de las imáge- berga el Instituto Nacional de Investigaciones
lla o pelotas de fútbol. Finalmente, in- nes, que si bien tiene motivaciones es- Históricas Eva Perón y depende de la Secretaría
corpora también obras artísticas que pecíficas en el desarrollo de la histo- de Cultura de la Nación. Inaugurado hace cuatro
años, según datos de prensa, el 90% de sus vi-
toman a Eva o al peronismo como cen- riografía y de la investigación históri- sitantes es extranjero. Las estrellas de la colec-
tro.16 En rigor, la historia que narra el ca, entra en relación con un interés ción son los vestidos de Eva. “Eva, imán para el
museo no aporta ideas nuevas a las social más amplio, que excede al pro- turismo”, La Nación, 27 de enero de 2007.
tradicionales biografías de Eva y a da- pio peronismo y que hemos tratado de 17. Me refiero, en términos amplios y entre otros
estudios y eventos, a recopilaciones gráficas co-
tos muy conocidos sobre la Fundación; delinear aquí.17 Aunque este campo ex- mo la de Guido Indij, Perón mediate. Gráfica
lo novedoso son las imágenes y los pande los estudios sobre el peronis- peronista del período clásico (2006), libros co-
objetos y su capacidad de evocación, mo, el avance de la apelación a la ima- mo los de Marcela Gené, Un mundo feliz. Imá-
que supera las palabras, sobre todo gen presenta riegos. En tal sentido, de- genes de los trabajadores en el primer peronis-
mo (2005), Rosa Aboy, Viviendas para el pue-
cuando ellas son las previsibles. Co- bemos volver a la idea de “la traición blo. Espacio urbano y sociabilidad en el barrio
mo las de la propaganda de los Planes de las imágenes”. Jeffrey Herf, en El Los Perales, 1946-1955 (2005), Anahi Ballent,
Quinquenales o las de las alegorías de modernismo reaccionario, previene Las huellas de la política. Vivienda, ciudad,
la ilustración de los años cuarenta, son sobre los estudios referidos a la “esté- peronismo en Buenos Aires, 1943-1955, y al
encuentro El peronismo, políticas culturales
imágenes de la acumulación, de la re- tica fascista”, con advertencias que (1946-2006), organizado por investigadores de
dundancia y del exceso, aquellas ca- bien podemos aplicar al renovado in- la University of Southern California, Princeton
racterísticas del peronismo histórico terés por la imagen en el caso del pe- University y la Fundación Palenque Rugendas,
que el peronismo combativo de los ronismo: “por el hincapié y los erro- en Buenos Aires en agosto de 2006.
18. Jeffrey Herf, El modernismo reaccionario.
años sesenta y setenta había elegido res de omisión [esos estudios] podrían Tecnología, cultura y política en Weimar y el
olvidar: lo que se rescata es el pero- llevar al lector a pensar que el nacio- Tercer Reich, México, 1990 (Cambridge, 1984),
nismo de la felicidad, el lujo, el des- nalsocialismo era primordialmente una p. 501.
De vuelta al futuro con el Eternauta

Pablo Francescutti

13
la muerte” llovía sobre los pescadores
japoneses, cubría las aldeas isleñas del
Pacífico y rociaba a las tropas de ma-
niobras enviadas a los cráteres de las
bombas H en Nevada. Arreadas por
los vientos, las cenizas radiactivas ge-
neradas por las explosiones termonu-
cleares de soviéticos y estadouniden-
ses se depositaban en todo el orbe. En
aquel año había pocos lugares donde
no se oyera el crepitar de los contado-
res Geiger. Un pánico contagioso se
expandía por el mundo; se culpaba a
las pruebas nucleares de las sequías y
de las inundaciones, de los bebés de-
fectuosos y de las muertes por cáncer.
Hoy cuesta hacerse una idea de aquella
conmoción. Desde el mensaje navide-
ño de Pío XII al llamado mundial del
Nobel de la Paz Albert Schweitzer, se
elevaba un clamor sin fronteras.
La lluvia radiactiva desencadenó
la protesta anti-nuclear, la más poten-
Sinopsis: Un guionista de historietas La nieve mortal. Hace medio siglo, te contestación a la alta tecnología de
recibe en su chalet de Vicente López una extraña nevada comenzó a caer la que tengamos memoria, y a la vez
la visita de un viajero del tiempo. El sobre Buenos Aires; mejor dicho: en uno de los mayores movimientos so-
Eternauta –así dice llamarse– le con- septiembre de 1957 alguien se la ima- ciales del siglo XX. Pero hubo una
fía una odisea personal que arranca- ginó blanqueada por copos fosfores- excepción: América Latina. Sus habi-
rá pocos años más adelante, cuando centes. En ciudades donde muy rara tantes se mantuvieron al margen de la
una invasión alienígena se precipite vez nieva, una precipitación de ese ti- repulsa promovida por los países no
sobre Buenos Aires. La heroica re- po suele llegar como una dicha; pero alineados de África, Asia y Oceanía,
sistencia de los porteños poco podrá en esta ocasión no ocurre así: la nieve como si pensaran que la cosa no les
hacer contra el poderío aplastante del que desciende sobre la capital de la concernía. A falta de estudios sobre
invasor. Acorralados, el Eternauta y nación mata a quien toca; en vez de los motivos de esa despreocupación,
su familia lograrán escapar huyendo desatar una algarabía callejera arrinco- sólo podemos conjeturar factores in-
hacia atrás en el tiempo; regresan na a la gente en sus hogares y desarti- hibitorios como la vigencia del culto
así a la situación previa al desastre cula el cuerpo social de la Argentina. al progreso, el positivismo de las éli-
que se cierne inminente sobre los ar- Al mismo tiempo que Héctor Ger- tes locales, el peso nulo de la doctrina
gentinos. mán Oesterheld hacía caer los letales pacifista, la mística de la industriali-
copos en El Eternauta, un “polvo de zación, la penetrante propaganda esta-
dounidense de Atomos para la Paz y, ¿Aflora en el Armagedón porteño un en los países desarrollados. De los
en nuestro caso, el nacionalismo tec- malestar inarticulado en el discurso pú- franceses, Céline nos dejó una memo-
nológico patente en la apuesta de Pe- blico? Tomar nota de que algo de eso rable estampa en Muerte a crédito. De
rón por convertir el país en una poten- está presente, no implica encasillarse los estadounidenses, conocemos su
cia nuclear; una jugada que, pese al en una lectura en clave nuclear anta- gusto por las revistas de mecánica y
fiasco de Richter, cuajó en un progra- gónica con las interpretaciones políti- electrónica popular, cuna de la scien-
ma pionero en la región. cas al uso (¡como si no fuera política ce-fiction. El nuevo género literario re-
Destacamos la excepción latinoa- la protesta que amenazaba con parali- clutó a sus lectores y autores entre ado-
mericana porque en El Eternauta la zar el armamentismo que sostenía la lescentes, trabajadores especializados
catástrofe ostenta la marca del átomo. hegemonía estadounidense!); simple- y técnicos subalternos, a quienes ha-
De entrada, sus personajes atribuyen mente restituye una dimensión revela- cía vivir la gran aventura de la ciencia
la misteriosa nevada a los ensayos en dora de que, bajo la indiferencia su- por procuración (¡Viajes espaciales de
el Pacífico (“¿Cuándo terminarán esas perficial, se agitaba una pesadilla que jóvenes intrépidos! ¡Monstruos venu-
explosiones?”, pregunta uno. “El comunicaba la cultura argentina con los sinos fulminados con un lanzarrayos
hobby de ellos es más peligroso que grandes terrores de la Era Atómica. casero! ¡Mecánicos de Minesotta ca-
el nuestro”). Aunque luego descubri- sados con princesas de Marte!). Al va-
rán que se trata de un “bombardeo” La patria inventora. La inquietud di- lorizar los saberes prácticos de sus lec-
14 del espacio exterior, el error dice mu- seminada aquí y allá no empaña la tores, esas narraciones pueriles, ade-
cho del clima en que se gestó la obra. confianza en la técnica que exuda la más de entretenerlos, reafirmaban su
El chalet de Juan Salvo, el Eternauta, obra. Si sus protagonistas se las arre- autoestima.
funciona como un refugio nuclear ca- glan para sobrevivir se lo deben por En Estados Unidos tales fantasías
sero. Su amigo Favalli es profesor de entero a su inventiva. En claro paran- tenían un asidero en la trepidante in-
Física, la disciplina que cree poseer gón con las soluciones ingeniosas de novación; en Argentina los sueños de
los arcanos del Universo. Finalmente, la industria nacional, ellos solos se modernidad apenas hacían pie en un
Buenos Aires, cabecera de la invasión confeccionan su refugio, su contador medio poco industrializado y tecnoló-
y blanco de los misiles lanzados des- Geiger y sus trajes aislantes. Por for- gicamente dependiente. Pero esa dife-
de el Norte contra los alienígenas, de- tuna la catástrofe los sorprende en su rencia no interpone un obstáculo al de-
saparecerá en el hongo atómico pro- punto de encuentro habitual: el taller sarrollo de un imaginario futurista;
vocado por el fuego amigo. La som- del altillo en el que juegan a inventar progreso técnico y literatura de antici-
bra del miedo nuclear se proyecta hasta cosas. A este grupo de hobbystas com- pación no guardan una relación de cau-
la versión novelada de 1962, en la huí- puesto por un científico, un fabricante sa y efecto. Los futurismos ruso e ita-
da a través del tiempo del Eternauta, de transformadores, un loco por la liano prueban que la combinación de
que lo arroja en Hiroshima, justo para electrónica y un luthier aficionado, le una industrialización incipiente con
presenciar el estallido de la bomba A. tocará plantar cara a los invasores del una intelligentsia inflamada de utopis-
Las alusiones conectan la serie pu- espacio. mo tecnológico puede incubar desen-
blicada en la revista Hora Cero, con Los aficionados a los hobbies pro- frenadas fábulas científicas.
los comics, novelas y películas de te- liferaban en la Argentina de aquellos En Argentina no existía una inte-
mática similar producidas en la déca- años. En ellos reconocemos el linaje lectualidad con inclinaciones semejan-
da del cincuenta en Estados Unidos y de los inventores estudiados por Bea- tes, y sí una masa de tecnófilos de
Japón, tematizando las ansiedades cre- triz Sarlo en su libro La imaginación extracción popular. ¿En qué medida
adas por las radiaciones. El pánico a técnica. Presencia conspicua en la cul- este sector sirvió de sustrato a la im-
la polución atómica, la desconfianza tura popular de la década del veinte, plantación de la ciencia ficción? Asun-
en el arsenal apocalíptico promovido el mundillo de los sabios plebeyos se to difícil de dilucidar, toda vez que la
por científicos y militares, y el miedo nutría de autodidactas salidos de la in- cultura de masas de los años cincuen-
a la Tercera Guerra Mundial no tení- migración, cuyos desvelos por la in- ta apenas ha sido estudiada. Nos fal-
an cabida en el discurso oficial, tec- vención fabulosa que los arrancaría de tan datos de las audiencias del género
nocrático y optimista. Los temas tabú la pobreza colorean los textos de Ro- en sus distintos formatos: Flash Gor-
sólo hallaban acomodo en los bajos berto Arlt. En los años cuarenta y cin- don y otros comics parecidos publica-
fondos de la cultura de masas, ampa- cuenta, sus sucesores alcanzan una po- dos en Patoruzú y El Tony; la revista
rados por su estatuto irrisorio. sición más desahogada, asentada en el de relatos Más Allá (Editorial Abril,
¿Puede predicarse lo mismo de auge de la educación técnica y de la 1953-57); la editorial especializada Mi-
nuestra historieta más célebre? ¿El industria liviana, y en la autarquía eco- notauro, que comienza en 1955 con
Eternauta en lugar de Godzilla y de nómica, que estimuló la imitación de Crónicas marcianas; o las historietas
los fantasmas de lo nuevo de Ray las tecnologías faltantes. Argentina se de Editorial Frontera (1957-62), El
Bradbury? ¿Descubrir en la aniquila- ha convertido en un país de invento- Eternauta entre ellas. Tales publica-
ción de Buenos Aires el pavor de un res amateurs, y Juan Salvo es uno de ciones pusieron a la Argentina a la
país periférico a terminar en medio del ellos. cabeza de la edición y del consumo
fuego cruzado de las superpotencias? Aficionados similares abundaban de science-fiction traducida al caste-
llano. Se constituyó entonces una vas- Snatchers, 1956); un emisario llegado Juan Sasturain, a cuya crítica impres-
ta comunidad de lectores, insuficien- para alertar sobre algún peligro en cier- cindible debemos los marcos de refe-
temente abastecida por unos pocos au- nes (The Day the Earth Stood Still, rencia de este análisis–, incorporando
tores locales, entre los que se contaba 1951); el “escudo de fuerza” (This Is- las historias de piratas (Hernán el Cor-
Oesterheld, un geólogo devenido di- land Earth, 1955); cascarudos gigan- sario), de super héroes (Vito Nervio),
vulgador y guionista de historieta. tes (la novela de Robert A. Heinlein, de cowboys (Cisco Kid), y de ciencia
Así las cosas, una manera de co- Starship Troopers, 1951); y el mons- ficción (El Eternauta). Del centro a la
nocer al público de El Eternauta es truoso modelo de los gurbos (Godzi- periferia se encadenan traducciones y
deducirlo del lector modelo implícito lla, 1954). nacionalizaciones: la science-fiction
en el texto. Por esta vía vemos perfi- El compendio de tópicos delata una vuelca el scientific romance europeo
larse un público de apasionados por la ciencia ficción de segundo grado, ges- a la cultura de masas estadounidense;
electrónica y, en especial, por la ra- tada no en la experiencia directa de la Oesterheld se apropia de ésta y la tor-
diofonía (todo pasa por la radio: las revolución tecno-científica sino en el na masiva y argentina.
noticias y la celada del invasor); de consumo de noticias, filmes y narra- Sospechamos que en la elección
diletantes capaces de “hacer una nave ciones extranjeras (las traducciones del tema de la invasión intervino un
espacial con dos tornillos y un alam- que publica Más Allá del material de motivo adicional: la oportunidad que
brecito”, según decía Miguel Briante; la revista estadounidense Galaxy). El ofrecía de paladear el sublime post-
de corazones escindidos entre el te- talento de Oesterheld engarza los cli- moderno. A diferencia del sublime 15
mor a las artes de la destrucción ma- chés importados en una trama origi- kantiano, referido al miedo reveren-
siva y la devoción por los transistores nal. Ahora bien, ¿en qué consiste su cial originado en el despliegue de las
y el soldador; de autodidactas destina- originalidad? fuerzas naturales, el sublime postmo-
tarios de los anuncios que ofrecían to- Detengámonos en la invasión. Si- derno alude a la destructividad high
da clase de formación técnica por co- tuado en las antípodas del otro tropo tech, fuente de una experiencia senso-
rrespondencia; de inventores de barrio del género –el viaje espacial, rebosan- rial fuera de medida que avasalla al
como Juan, el pequeño industrial, el te de euforia tecnológica–, el ataque individuo. Como lo indicó Susan Son-
profesor Favalli, Franco, el obrero ma- extraterrestre expresa variadas apren- tag, la guerra de los mundos, junto
ñoso, el jubilado Polsky y Herbert, el siones: H. G. Wells lo interpretó bajo con el cine-catástrofe, se especializa
bancario: un repertorio de tipos popu- el prisma del colonialismo al compa- en su fruición. El deleite que suscita
lares depurado de los sabios estrafala- rar a los británicos masacrados por los la voz de Orson Welles al pasear a los
rios de entreguerras (la marca de la marcianos con los tasmanios aniquila- estremecidos oyentes por la Manhat-
prosperidad lograda en la época pero- dos por los ingleses; Orson Welles lo tan despoblada tras el ataque marcia-
nista). recortó contra el horizonte de un no o la fascinación visual por la muerte
A todos estos devotos de un géne- conflicto con el Eje; las versiones de de las ciudades, la calamidad absoluta
ro menor Oesterheld les suministra Hollywood oscilaron entre la defensa y la belleza del hongo atómico ofreci-
aventuras extraordinarias; y les rinde del rearme estadounidense y la inquie- das por la Serie B, tienen su correlato
un doble homenaje a través de Fran- tud suscitada por la racionalidad ins- en el estupor sentido ante la desierta
co, el tornero que se hizo un traje ais- trumental asociada a los extraterrestres. urbe rioplatense, las calles de árboles
lante gracias a sus lecturas de histo- ¿Y El Eternauta? ¿Qué declinación pelados, la cancha de River converti-
rietas y novelas de ciencia ficción; y, hace de la agresión del espacio exte- da en campo de batalla, la gran explo-
sobre todo, al asignar a sus pares la rior? Encontramos un principio de res- sión final: en suma, el espectáculo
patriada de defender el país de un ata- puesta en las estrategias de nuestra in- inaudito de la destrucción mitológica
cante todopoderoso. dustria cultural. Recordemos que en de Buenos Aires. El Eternauta pro-
los años cincuenta transcurrió la Edad porciona a los argentinos la primicia
La guerra de los mundos en versión Dorada de la historieta, en particular de un estremecimiento nuevo.
criolla. Las deudas de El Eternauta del segmento para adultos. A fines de
son múltiples, comenzando por las no- esa década, unas 70 revistas vendían Robinsonadas. “El Eternauta, inicial-
velas de H. G. Wells, La máquina del un total de 1.300.000 ejemplares men- mente, fue mi versión del Robinson.
tiempo (1895) y La guerra de los mun- suales; de las seis más vendidas, cin- La soledad del hombre, rodeado, pre-
dos (1898); siguiendo con la adapta- co eran nacionales (El Tony, Interva- so, no ya por el mar sino por la muer-
ción radiofónica de la segunda por Or- lo, D’Artagnan, Patoruzito, Patoruzú) te. Tampoco el hombre solo de Ro-
son Welles (1938); y con las películas y una extranjera (El Pato Donald). Es- binson, sino el hombre con familia,
y narraciones de ciencia ficción pro- ta industria pudo competir con el co- con amigos. Por eso la partida de tru-
ducidas en el hemisferio norte durante mic made in USA mediante una am- co, por eso la pequeña familia que
los años cincuenta, donde encontramos pliación de lo ofrecido por la historie- duerme en el chalet de Vicente Ló-
platillos voladores (The War of the ta nacional. Intervalo lo consiguió pez, ajena a la invasión que se viene”,
Worlds, 1953); “glándulas del terror” adaptando clásicos literarios. Otras pu- dijo Oesterheld. A primera vista, la
(Invaders from Marte, 1953); “lava- blicaciones apostaron por nacionali- alusión al héroe de Defoe no viene a
dos de cerebro” (Invasion of the Body zar la aventura –fórmula acuñada por cuento. ¿Qué tiene en común el indi-
viduo capaz de reconstruir la civiliza-
ción a base de trabajo duro, fe protes-
tante y sabiduría práctica, con los náu-
fragos del Apocalipsis nuclear? Sólo
la calamidad inicial y un código adá-
nico (Barthes), que en el inglés pasa
por la carpintería y los oficios tradi-
cionales y en los argentinos, por el
bricolaje de ferretería. En todo lo de-
más media un abismo; a uno le aguar-
da un mundo virgen por colonizar; a
los otros, apenas un hogar que salvar
de la hecatombe planetaria.
Con todo, hay un punto más de
contacto: como en Robinson Crusoe,
en El Eternauta no faltan los caníba-
les. Figura que condensa el impulso
16 humano de auto-destrucción, el cani-
balismo toma aquí la forma de fratri-
cidio. El pensamiento conservador sos-
tiene que la catástrofe, lejos de fomen-
tar la solidaridad, instaura la ley de la
jungla; y así ocurre en este Buenos
Aires de pesadilla. La trama se demo-
ra en las vicisitudes del padre de fa-
milia obligado a defenderse de sus ve-
cinos, pero luego se aparta de ese lu-
gar común al mostrar cómo Juan y los
suyos, lejos de postrarse ante el Le-
viatán, afirman su autonomía y repe-
len la jauría humana con sus propios
medios. El espectro de la antropofa-
gia se desplaza a los cascarudos que
devoran a sus congéneres caídos –el en que el Mal no se deja ver, y que de esencia auténtica. De allí saca inspira-
signo de su naturaleza atroz–; retorna allí deriva su atractivo y su polisemia. ción para su guerra de los mundos: el
cuando los resistentes, confundidos por De los Ellos no se sabe nada; no vie- ansia de conquista del Eje reaparece
el enemigo, se disparan mutuamente; nen de Marte ni de ningún astro cono- en los Ellos; el reconocimiento de sus
y se materializa en el combate con los cido; son “el Odio cósmico”. Sus es- personajes del costado bueno del sol-
hombres-robots (los cautivos del in- birros, los Manos macroencefálicos, dado enemigo, se prolonga en la em-
vasor). No por capricho la única refe- estereotipo de la extrema cerebralidad, patía de Juan con el Mano, carne de
rencia de Juan a la política de la épo- encarnan la perversión del poder inte- cañón extraterrestre; el anhelo frater-
ca alude a un enfrentamiento intesti- lectual unido a la técnica avanzada; y nal que vibra en sus aventuras en el
no: “–Pensar que hace apenas unos los hombres-robots, la deshumaniza- frente reverbera en el humanismo cós-
años la gente pasaba por aquí gri- ción inducida por la modernización. mico que opone a los Ellos. En El
tando laica o libre”, y Favalli repli- De sus amos no tenemos más que un Eternauta el antifascismo de los años
ca: “–Ojalá no tuviéramos otro pro- pronombre, la denominación elegida cuarenta se mezcla con el recelo de
blema que la libre o laica!”. He ahí la por la Serie B para la Otredad radical. posguerra ante la regimentación tec-
marca de los amagos de guerra civil La producción anterior de Oester- nocrática.
en 1955 y de la persistente fractura held nos proporciona algunas pistas, En el cine de invasiones, apuntaba
política bajo la Libertadora. en especial sus historietas bélicas. La el crítico Peter Biskind, lo importante
La peor desgracia, pues, consiste Segunda Guerra Mundial dejó una no pasa por la identidad del enemigo
en la división de los argentinos. Cabe fuerte impronta en la ficción científi- sino por el liderazgo que emerge en la
preguntarse entonces, ¿qué represen- ca (aún visible en los filmes de Spiel- nación atacada. Científicos y milita-
tan los invasores? Se hace arduo con- berg), y Oesterheld no escapa a su in- res; jóvenes y adultos; simples ciuda-
testar esa cuestión, vista la escurridiza flujo. Su repugnancia por las matan- danos y burocracia estatal; liberales y
índole de los Ellos, los artífices de la zas coexiste con una atracción por el conservadores, se disputan en las pe-
invasión. Decía Nicolás Rosa que la fragor de las batallas, circunstancia lículas la conducción del país en peli-
originalidad de El Eternauta estriba epifánica que le revela al hombre su gro. ¿Qué liderazgo propone El Eter-
nauta? Sin lugar a dudas, el constitui- garro interno. Y junto a ellas, las hue- vancha que otorgue el triunfo a los
do con los restos del ejército manda- llas del vaivén entre el deseo de aisla- argentinos. Tal es el sentido de El
dos por un mayor y un puñado de so- miento hogareño y el impulso socia- Eternauta II, publicado en 1976-77 por
brevivientes. La analogía con la gesta ble; entre la desconfianza en el próji- Ediciones Record, de nuevo con dibu-
libertadora es evidente: “Estamos vi- mo y el anhelo de un Nosotros jos de Solano López. En esa ocasión
viendo algo así como unas nuevas in- inclusivo; entre la salida individual y el mensaje antiimperialista se troca en
vasiones inglesas. Los próximos com- las soluciones colectivas. manifiesto antidictatorial y, desaper-
bates serán recordados como los de cibidamente, en plena dictadura mili-
Maipú y Chacabuco”, compara un per- Del héroe grupal al superhéroe. Oes- tar, guionista y dibujante nos trasla-
sonaje. Vanas ilusiones. El golpe au- terheld reescribió varias veces la con- dan a una pampa post-nuclear que se
daz de Juan y Franco al cuartel ene- tienda entre los argentinos y los alie- extiende donde se alzó Buenos Aires.
migo no evita el aplastante contraata- nígenas: en 1968, con El Eternauta Allí llega un Eternauta dotado de po-
que. Deshecha la resistencia, Juan sólo publicado en la revista Gente con di- deres sobrehumanos con una misión:
piensa en escapar con Elena y Marti- bujos de Alberto Breccia; en 1970, con organizar el alzamiento del Pueblo de
ta, su mujer e hija. Un bucle temporal la primera versión de La Guerra de las Cuevas –descendiente de los so-
lo trae de vuelta al hogar: el cierre en los Antartes editada en la revista 2001 brevivientes de la invasión– contra el
falso de una historia que amenaza con y dibujada por Napo; en la segunda ejército de ocupación Ello. Al precio
repetirse. El retorno deja al héroe am- versión dibujada por Gustavo Trigo y de una sangrienta insurrección, el via- 17
nésico. Alertar al país de lo que se publicada en 1974 por el diario mon- jero del tiempo, seguido por la juven-
viene queda librado al narrador, y su tonero Noticias –en el medio se ubica tud troglodita (los “descamisados” del
pregunta “¿Se podrá evitar esto publi- su biografía del Ché para Jorge Álva- mañana), logra expulsar definitivamen-
cándolo?”, pone un fin inquietante a rez, prohibida por los militares en te al invasor.
la narración. 1969. Todas concluyen de igual mo- En ese escenario irrumpe el sosías
De poco han valido las artes mili- do: con la victoria del enemigo del del autor, el guionista Germán, en el
tares, las tácticas de guerrilla, la im- espacio exterior. papel de segundón del hombre nuevo
provisación afortunada. La alianza del Las sucesivas versiones corren pa- de dientes apretados en que ha deve-
ejército sanmartiniano y el pueblo en- rejas a la radicalización del guionista. nido Juan Salvo. Hay algo conmove-
cabezado por los hobbistas acaba en Briante ya señaló los paralelismos en- dor en este historietista que se enrola
una débâcle. Cuesta ver una épica an- tre Oesterheld y Rodolfo Walsh, dos en una organización armada junto con
tiimperialista en el triunfo irrevocable intelectuales activos en campos cultu- su personaje, al lado del cual trota ja-
del imperio; cuesta identificar al ene- rales llamados “menores” (la historie- deando; hay algo admirable en su em-
migo, borroso y multiforme. ¿Cuál es ta y el periodismo) que, partiendo de peño por luchar desde la clandestini-
la moraleja, si la hay? Se diría que, posturas antiperonistas, confluyen en dad, a la manera de esos guionistas
más que una receta política, al autor Montoneros. De ese periplo la saga proscriptos por el maccartismo, que
le interesa una propuesta ética centra- del Eternauta ofrece un impresionante bajo seudónimo urdían narraciones
da en el hombre común puesto en una testimonio. Su arranque muestra a un contra la Guerra Fría, la xenofobia y
situación límite. Rastreamos la influen- creador de orientación socialista alar- la caza de brujas; hay mucho de esca-
cia de la prosa democrática y populis- mado por el abismo político abierto lofriante en las zozobras de Germán
ta del periodismo de guerra estadou- entre los argentinos. El siguiente esta- frente a la resolución del Eternauta de
nidense. Del heroísmo del soldado Joe, dio se distingue por un viraje en su sacrificar a Elena y Martita en aras de
de la camaradería forjada entre las ba- pensamiento, palpable en los retoques la victoria, máxime cuando el autor
las, de la unidad nacional conseguida hechos a la versión de Gente dirigidos ya había perdido una hija a manos de
bajo el apremio de la adversidad, Oes- a imprimir en los Ellos (esta vez sí) la represión; e intuimos algo ominoso
terheld saca los ingredientes para in- los rasgos odiosos del imperialismo en la reunión final de Germán con Juan
sertar en el corazón del futuro desas- yankee. En la última etapa –la del com- en la Argentina de 1977, decididos a
tre la utopía de la amistad y la lealtad, promiso militante–, el guionista da una salvar el presente, muy poco antes de
atravesada por ramalazos existencia- vuelta de tuerca al argumento al de- que al autor lo secuestraran y asesina-
listas. nunciar el contubernio de los gobier- ran unos marinos de la ESMA, que
A la historia de nuestros miedos nos sudamericanos con el atacante (La hasta hoy siguen impunes.
El Eternauta aporta un documento ina- guerra de los Antartes, de 1970) y se “El héroe verdadero de El Eter-
preciable. Aunque sus temores son di- permite un momento utópico persona- nauta es un héroe colectivo, un grupo
fusos como el Mal que los representa, lizado en el “grone” Andrada, el líder humano”, dijo una vez Oesterheld.
los simbolismos están a flor del texto popular que elige inmolarse en el bal- “Refleja así, aunque sin intención pre-
y no se precisa un esfuerzo herme- cón de la Casa Rosada antes que ren- via, mi sentir íntimo: el único héroe
néutico para identificar las inquietu- dirse a los alienígenas (versión de válido es el héroe en grupo, nunca el
des que rondaban a los argentinos: el 1974). héroe individual, el héroe solo.” Con
riesgo atómico, la vida despersonali- Su toma de partido parece dictarle tal declaración de intenciones sorpren-
zada, el avasallamiento externo, el des- a Oesterheld la necesidad de una re- de que la saga se decante por el de-
nostado héroe individual. Resulta pa- ciencia ficción que no teme llamarse sumo y las técnicas de la persuasión,
radójico, además, que el protagonis- por su nombre se demoró hasta fina- la historieta aguaba la fiesta diciendo
mo grupal coincida con la apuesta del les de los años cincuenta, con las no- que la cita con el porvenir desembo-
autor por el integracionismo frondi- velas y cuentos de Eduardo Goli- caría en un desastre. El fin de la na-
zista (Sasturain); mientras que la hora gorsky, Emilio Rodrigué y Alberto Va- ción y de sus habitantes se muestra a
del superhéroe se corresponde con su nasco, sin que ello implicara un través de los ojos del último de los
adhesión al socialismo nacional (aun- despegue. argentinos. Ningún deus ex machina
que la paradoja no es tal contemplada El raquitismo de nuestra visión acude a salvarnos en el último segun-
a la luz de la mitología elitista del com- prospectiva contrasta con la voracidad do. Semejante pesimismo subvierte la
batiente). Las exigencias de la estéti- estadounidense por adueñarse de los confianza en el Progreso nacional –un
ca panfletaria llevan al guionista a re- marcianos y del viaje a la Luna –un dogma de nuestra constelación con-
futarse a sí mismo mediante el mani- patrimonio europeo junto con Peter ceptual– desde una óptica distinta de
queísmo mesiánico de la segunda parte Pan y Blancanieves– y asegurarse con la romántico-conservadora o de la del
de El Eternauta (sintomáticamente, el ese botín la propiedad intelectual del revisionismo histórico, ambas ancla-
Ello pierde su cualidad informe y apa- mañana. Nuestros pensadores, escri- das en un pasado idealizado.
rece como una maligna nube negra). tores y publicistas –salvo puntuales ex- A cincuenta años de la publicación
La tesis del valor artístico de la nega- cepciones– prefirieron embarcarse en de la obra maestra de Oesterheld, se
18 tividad encuentra aquí una confirma- travesías al pasado en busca de utopí- nos hace evidente que su potencia ima-
ción: el canto a la lucha armada vic- as inspiradoras o explicaciones del fra- ginativa no se irradió fuera del perí-
toriosa nos parece artísticamente muy caso nacional. La inflación del debate metro de la historieta, donde su crea-
inferior a la prodigiosa crónica de la historiográfico condujo a la intermi- tividad distópica tuvo continuadores
derrota. nable revisita del ayer; y la breve his- (la labor editora de las revistas Super-
toria nacional cobró una densidad inu- Humor y Fierro resultó decisiva en
La imaginación futurista. El Eter- sitada. Ni el cine ni la literatura –aparte ese sentido). Si consideramos el por-
nauta emite un deslumbrante destello de la obra de Angélica Gorodischer– venir como una plataforma mental
de imaginación futurista en un país exploraron el potencial cognoscitivo idónea para hacer la crítica del pre-
muy falto de ella. Cuando fue publi- de la ciencia ficción. Entre nosotros la sente –el punto ciego de la observa-
cado nuestra literatura incluía pocas máquina del tiempo sólo ha viajado ción–, un a posteriori virtual desde el
formas emparentadas con lo maravi- hacia atrás. En ese contexto cultural, cual historizar las acciones actuales a
lloso científico: además del cambala- la historieta se convirtió en el único la luz de sus posibles consecuencias
che modernista de ocultismo y ciencia laboratorio para experimentos en his- (el pensamiento ecologista, por ejem-
positiva (Holmberg, Lugones, Quiro- toria hipotética. plo, no hubiera sido posible sin la vi-
ga), estaban las obras de Bioy Casa- Por eso creemos que uno de los sión retrospectiva proyectada desde las
res, que prefería la más respetable eti- mayores méritos de El Eternauta resi- ficticias generaciones futuras), veremos
queta de “literatura fantástica”. Bor- de en su mirada futurista, más que en que la falta de imaginación futurista en-
ges, pese a su admiración por Wells y su propuesta política o en su presunto traña un empobrecimiento respecto de
Bradbury, prefirió los mundos alter- valor profético. En momentos en que las perspectivas temporales disponibles.
nos de la especulación lógica; y Arlt el país encaraba con cierto optimismo Hoy, el solitario ejemplo de El Eter-
se detuvo con sus sabios locos en la la oleada modernizadora representada nauta no hace sino recordarnos este
antesala del género. La eclosión de la por el automóvil, la electrónica de con- hueco de la cultura argentina.

ESTUDIOS SOCIALES
Revista Universitaria Semestral
R E V I S T A D E H I S T O R I A
Consejo Editorial: Darío Macor (Director),
Ricardo Falcón, Eduardo Hourcade, Enrique Mases,
Año XV - Número 30 - Fines de 2006 Hugo Quiroga, César Tcach, Darío Roldán.

La construcción simbólica del Ejército / Nº 31 - Segundo semestre 2006


Mormonismo y peronismo / Extranjeros y Escriben: Cheresky - Mansilla - Riutort Serra - Maceira -
política / La derecha y la cuestión obrera / Fernández Irusta - Rojkind - Favaro - Iuorno
Entrevista a Temma Kaplan
ESTUDIOS SOCIALES, Universidad Nacional del Litoral, 9 de julio 3563,
Santa Fe, Argentina; telefax directo: (042) 571194
DIRIGIR CORRESPONDENCIA A: Casilla de Correo 353, Santa Fe, Argentina
E-mail: suspia@fcjs.unl.edu.ar / Internet: www.unl.edu.ar/editorial
Suscripciones: en Argentina, $ 40.- (dos números).
Traductores en el siglo Cuarto artículo de la serie
“El juicio del siglo”
Patricia Willson

19

Traducir no es un oficio despreciable, tacto entre lenguas; por ejemplo, los la de un país colonial o dominante y
cuando conduce a un objetivo supe- hábitos bilingües de una comunidad la otra se encuentra en situación mi-
rior y desinteresado. inmigrante, o la emergencia de una pa- noritaria, colonizada o “poscoloniza-
Joaquín V. González labra extranjera en un texto escrito en da”. Si uno se detiene a pensar, tanto
determinado idioma. Diálogos en los esfuerzo en señalar la asimetría entre
La traducción y los estudios intercul- patios rojos, de Roberto Raschella, las lenguas a y b queda desbaratado
turales están de moda. Hay un profu- presentaría, desde esta perspectiva, ca- por la tendencia a afirmar que lo mis-
so e incesante registro de las situacio- sos de traducción, al igual que La li- mo sucede entre c y d, como si las
nes de comunicación interlingüística, teratura o la vida, de Jorge Semprún, asimetrías pudieran ser idénticas entre
sobre todo de las manifiestamente asi- por la inclusión de vocablos alemanes sí. Esta forma ampliada y laxa de con-
métricas, donde una de las lenguas es en la narración en francés. Por otra cebir la traducción es un obstáculo pa-
minoritaria por la cantidad de hablan- parte, los estudios interculturales ad- ra plantear el carácter específico del
tes que tiene, en general o en el con- miten homologar situaciones de comu- contexto histórico; las condiciones pre-
texto en el que se produce esa comu- nicación interlingüística ocurridas en cisas de circulación de traducciones
nicación. Esos estudios las describen contextos disímiles, digamos que en según el soporte –en papel, en medio
y aspiran a explicarlas, tendiendo a to- Estados Unidos y en Camboya, por- audiovisual o en internet–; la perte-
mar por traducción todo hecho de con- que una de las lenguas en cuestión es nencia social de los agentes que inter-
vienen en la transposición interlingüís- ológico-discursivas de la cultura re- traducción como otros tantos disposi-
tica, entre otros rasgos que sirven pa- ceptora. De allí que, muchas veces, en tivos capaces de actuar sobre la legi-
ra dar densidad a las interpretaciones lugar de “traducción” se prefiera ha- bilidad del texto extranjero. Es que la
posibles de la práctica.1 Un concepto blar de “adaptación” de una obra dra- implantación del nuevo género, o de
que tiene su origen en la academia an- mática extranjera y, también, que ca- alguna de sus variantes, no se sostiene
glosajona y que convendría revisar an- da nuevo director de una pieza teatral únicamente en la traducción desnuda;
tes de traspolarlo sin más al ámbito de prefiera por lo general hacerla retra- también se apoya en el concurso de
América Latina es, por ejemplo, el de ducir para su propia puesta en escena. editoriales importantes, en la creación
“traducción en contexto poscolonial”. De todos modos, la llamada traduc- de colecciones ad hoc, en las repercu-
Sylvia Molloy evoca precisamente la ción “caligráfica” de los textos dra- siones críticas, en los premios y sub-
incomodidad de los intelectuales lati- máticos de Shakespeare, es decir, sidios, en la participación en todo el
noamericanos ante el modelo de inter- aquella que circula en libros y no in- proceso de agentes reconocidos o con
pretación poscolonial que propone la corpora los datos de la representación, legitimidad cultural, entre otros facto-
academia estadounidense, formulado al igual que la traducción de su poe- res que, como en un gradiente con-
desde un centro y referido a él. sía, plantea el desafío de la distancia céntrico, acompañan el núcleo, que es
temporal y de la composición en ver- la traducción.
so, que ponen a prueba las expectati- La inclusión en el canon y la va-
20 Un recorrido vas –y las destrezas– no sólo del lec- riedad genérica, así como el valor li-
tor contemporáneo, sino también del terario del original, son decisivos en
Exactamente en 1900, Arnoldo Moen traductor. las estrategias de traducción y, más
Editor de Buenos Aires publica la ver- Como problema casi opuesto apa- generalmente, en las estrategias de
sión completa de Enrique IV de Sha- recen los géneros populares, el poli- puesta en circulación literaria a través
kespeare en traducción de Miguel Ca- cial o la ciencia ficción, por ejemplo, de las fronteras lingüísticas, pero tam-
né, parcialmente reproducida dos años o cualquier otro en el que sea definida bién lo es –y creo que no se ha repa-
antes en La Biblioteca, la revista fun- y fuerte la presencia de la convención. rado suficientemente en ello– el tra-
dada por Paul Groussac. A lo largo Sin la traducción es muy difícil que ductor. Hay algo de la insistencia en
del siglo, varias reediciones siguieron pueda haber recreación vernácula de señalar su invisibilidad que termina
a esa primera,2 que puede considerar- una variante genérica: lo que postulo siendo estéril; no la formulación ori-
se el epítome de las relaciones entre aquí es que se requiere la disponibili- ginal de Lawrence Venuti en The
la Generación del Ochenta y la tra- dad general para todos los potenciales Translator’s Invisibility, desde luego,
ducción, sobre las que volveré más cultores locales de un género antes ine- sino las traspolaciones apresuradas a
adelante. La introducción de Enrique xistente y que esa disponibilidad está contextos muy diversos. Que el tra-
IV –también de Cané–, erudita, exten- dada por la traducción. Esta sería, en- ductor sea invisible es un efecto de la
sa, con abundantes notas, funciona co- tonces, un factor imprescindible para mirada interpretativa y de la sanción
mo comentario sobre Shakespeare y la circulación de géneros. Imprescin- de la doxa, no de las estrategias que el
como prólogo de traductor; en ella hay dible pero no suficiente, ya que se ha traductor pone en práctica cuando re-
observaciones sagaces sobre la signi- demostrado de manera conclusiva la escribe el texto extranjero y, mucho
ficación que tiene en una cultura la fundamental influencia de un “apara- menos, de la enorme influencia que
traducción de los clásicos. Así como to importador”, esto es, de un conjun- tiene en la diseminación de tópicos y
leer clásicos es siempre releerlos, to de prácticas discursivas, políticas variantes escriturarias entre literaturas.
traducirlos es, invariablemente, un ejer- editoriales y mecanismos instituciona- Además, si parece –y no es– invisi-
cicio de retraducción. Las retraduccio- les de consagración que acompañan la ble, pues bien, procedamos a revelar-
nes de textos consagrados parecen ap-
tas para reflexionar no sobre la disemi- 1. Hay algo que conviene aclarar de entrada, cincuenta años.
nación de lo nuevo, sino sobre las para entender el recorte que haré a continua- 2. Otras reediciones de esta versión de Enri-
relecturas de una época, que incluyen ción. La traducción tiene una dimensión antro- que IV: la de 1918 en la colección La cultura
la capacidad de traspolacion a proble- pológica nítida: afecta la vida de las personas, argentina (Buenos Aires, Casa Vaccaro), las de
relaciona a los sujetos entre sí; su influencia no la colección Estrada, con el agregado del estu-
máticas contemporáneas: la traducción es únicamente del orden de lo simbólico. Basta dio crítico de Rafael Alberto Arrieta (Buenos
de esos textos admite “usos”, en el con detenerse a pensar en el llamado “activis- Aires, Ángel Estrada, s/f [1943]; 2ª edición,
sentido que Eco le da al término. La mo social” en la tarea del traductor y del intér- s/f [1964]). Un registro exhaustivo de las publi-
tensión entre la adecuación al texto prete, cuya manifestación más radical es el pa- caciones de Shakespeare en el país hasta 1964
pel sociopolítico in situ que les toca jugar en puede verse en P. L. Barcia, Shakespeare en
fuente y la aceptabilidad en la cultura los pedidos de asilo, en las situaciones de mi- Argentina, Universidad Nacional de La Plata,
receptora deja sus huellas en una tra- gración legal o clandestina, en los casos de con- 1964, de donde está extraído el epígrafe de este
ducción, y Shakespeare es, sin duda, flicto bélico o aun de ayuda humanitaria en de- artículo y donde aparece, en reproducción fac-
un caso emblemático, pues combina sastres naturales. En el texto que sigue aborda- similar, la primera traducción argentina de un
ré la otra dimensión, la dimensión textual –en texto de Shakespeare: el soneto CXXX, “My
el carácter de texto clásico con el de particular, la literaria– de la traducción, prácti- Mistress’ Eyes are Nothing like the Sun”, en
texto dramático, aquel en el que son ca sobre la que se ha reflexionado secularmen- versión de Joaquín V. González, quien lo titula
más ostensibles las imposiciones ide- te, pero cuya disciplina específica tiene apenas “Realidad de la hermosura”.
lo: vayamos à la recherche du tra- tina, su autor, Alberto Navarro Viola, teca de La Nación construía, entrega a
ducteur, como quería Antoine Berman. incluye una lista de los escritores y entrega, a su lector, un lector que –a
Hacerlo equivale muchas veces a una traductores mencionados, sin especi- juzgar por el tono de algunos prólo-
frustración: salvo en los casos en que ficar quién es qué. En 1879, año de gos– podía pasar de la literatura a la
hayan alcanzado algún tipo de noto- publicación de la obra, este pêle-mêle vida casi sin mediación. Los editores
riedad por otras actividades –la políti- no sólo es posible sino también acep- de La Biblioteca, en sus prólogos y
ca, el periodismo, o aun la literatura table, pues, como se sabe, los gentle- notas preliminares, se hicieron cargo
en calidad de autores–, el conocimien- men escritores de la Generación del de esa posibilidad explicando los pe-
to que se tiene sobre los traductores Ochenta eran también gentlemen tra- ligros de las ficciones más rocambo-
es lacunario, cuando no erróneo. ductores o, más generalmente, gentle- lescas, aquellas que, en lugar de ape-
Focalizar el análisis en el traduc- men importadores. Varios de los tra- lar a la inteligencia o a la fantasía del
tor consiste, ante todo, en revisar las ductores de entonces, como la mayo- lector, apelaban a sus pasiones o a su
ideas recibidas y marcar el manifiesto ría de los letrados –pertenecieran o no morbo. Los prólogos de Arturo Costa
desfase entre el carácter secundariza- a esa generación–, tenían una inter- Álvarez, primer traductor de literatura
do de su estatuto y la influencia deci- vención fuerte en la vida política del brasileña al español, traductor de Co-
siva de su intervención. En segundo país: Bartolomé Mitre, Edelmiro Ma- nan Doyle, pero también de folletines
lugar, la figura del traductor en el si- yer, Alberto Navarro Viola, Alejan- sentimentales, resultan ejemplares al
glo XX es una de las que mejor con- dro Korn, Joaquín V. González, Mi- respecto, porque son un temprano parti 21
densa la evolución del acceso al saber guel Cané. pris por la ficción razonadora en des-
de las lenguas extranjeras y el dere- Algunas de las traducciones deci- medro de la sentimental.
cho a difundir otras tradiciones litera- monónicas incluidas en la obra de re- La Biblioteca de La Nación estaba
rias. De allí que sea necesario relacio- censión bibliográfica de Navarro Vio- destinada a perdurar más allá de la
nar esa evolución con las prácticas de- la –publicada anualmente hasta 1887, aparición del último de sus volúme-
cimonónicas, cuando el letrado –único a partir de 1885 por su hermano En- nes. Hasta bien entrada la década de
posible traductor– formaba parte de la rique– reaparecieron más tarde en el 1950, varias editoriales, por ejemplo
élite política. Como en tantas otras co- que fue el primer gran proyecto de Tor y Sopena Argentina, reeditaron los
sas, el peronismo es el marco en el circulación de literatura traducida en textos publicados por primera vez en
que termina de producirse la transi- la Argentina del siglo XX: La Biblio- la colección del diario La Nación, en
ción hacia otra figura de traductor, que teca de La Nación. De los ochocien- las mismas traducciones, muchas ve-
ya no será el enunciador segundo de tos setenta y dos títulos publicados por ces con omisión del nombre del tra-
un texto edificante, ni el fantasma sin la colección entre 1901 y 1920, me- ductor. La diferencia es que en estas
nombre de ediciones non sanctas, co- nos de un octavo eran obras escritas últimas solía haber un principio clasi-
mo en las primeras décadas del siglo, en castellano. Los clásicos –no dema- ficatorio en colecciones: el eclecticis-
sino el agente reconocible, menciona- siado numerosos– sucedían en el cro- mo original se va desgajando y cada
do en página impar, de una traducción nograma de la publicación a las fic- editorial toma una parte de ese fondo.
que entablará relaciones con la produc- ciones detectivescas y de aventuras, Incluso la revista Leoplán publicó, a
ción vernácula. Aunque algunas estra- las biografías de prohombres locales partir de 1934, algunos de los títulos
tegias traductoras hayan cambiado, esa y extranjeros, los relatos de viaje, los de La Biblioteca: el plan de lectura de
figura persiste hasta el presente, con la folletines franceses del Segundo Im- textos extranjeros, entonces, continua-
peculiaridad de que su lugar ha sido perio. Desde luego que, para cubrir ba siendo el mismo.
llenado progresivamente por agentes in- semejante espectro, había que recurrir En esas primeras décadas del si-
corporados de modo más igualitario al a traducciones españolas del siglo glo, otras publicaciones cuya divisa
saber de las lenguas. Finalmente, el iti- XIX, como las de Maucci o las de podría ser la misma que propaló La
nerario que propongo no es indepen- Sopena, entre otras que circularon pro- Biblioteca de La Nación –“la lectura
diente de algo subjetivo: mi propia la- fusamente sin mención del traductor. al alcance de todos”– completan el pa-
bor de traductora; para volver a Ber- Podría decirse que la literatura ex- norama de la oferta de literatura en
man, y siguiendo su modo de entender tranjera trasvasada al idioma nacio- traducción, desde Los Pensadores de
la traductología –por momentos oscuro nal –cualquiera fuera su variedad dia- Editorial Claridad hasta los libritos de
y recursivo, complejo y asistemático, lectal– era también un modo de ofre- misterio de Editorial El Molino. Sin
pero siempre revelador–, pensar la tra- cer “un fundamento simbólico estable embargo, conviene recordar que el li-
ducción entraña tener en cuenta la na- en medio del proceso modernizador” bro es sólo uno de los soportes posi-
turaleza de su experiencia. –según palabras de Terán–: la litera- bles de circulación de la literatura tra-
tura argentina todavía presentaba cier- ducida: el otro es el conjunto de revis-
tas zonas de vacancia y debía, pues, tas literarias y culturales, o aun de
La herencia del diecinueve ser completada con otras tradiciones. interés general, en las que se publica-
En su furioso eclecticismo, en el ron textos provenientes de tradiciones
Al final del primer tomo del Anuario por momentos desaforado ímpetu pe- extranjeras. En la todavía no escrita
Bibliográfico de la República Argen- dagógico de los paratextos, La Biblio- historia de la traducción en la Argen-
truos deformes del realismo y constitu-
ye –como ha señalado Andrés Avella-
neda– una respuesta formal de espal-
das a lo real peronista. Esas ficciones
disparan, además, todos los resortes del
“aparato importador”: prólogos de edi-
tor, reseñas –entre ellas, son particular-
mente perspicaces las de Sur–, colec-
ciones ad hoc, antologías. Los traduc-
tores herederos de la tradición liberal
decimonónica –estoy utilizando los tér-
minos que emplea Avellaneda en El
habla de la ideología–, aquellos mis-
mos que importaban el policial –junto
con una variedad de ficciones vertidas
en idioma nacional– como medio para
templar la imaginación de un vasto pú-
22 blico, ahora hacen del policial un pro-
blema estético: un bastión contra el re-
alismo y el psicologismo.
Los cambios en los modos de tra-
ducir no tienen por qué acompañar en
exacta sincronía los cambios en las
concepciones de la literatura en un sis-
tema literario dado, o antecederlas.
Pensar esto último equivaldría a creer
que la traducción únicamente innova,
y que lo hace mecánicamente: permi-
te la importación de aquello que antes
no estaba y cuya ausencia era una fal-
tina sería preciso establecer esa dife- lista. Ningún asesino es realista; si lo ta que había que colmar. Según este
rencia, pues cada publicación periódi- fuera, no cometería el crimen”. Se trata esquema, la traducción siempre sería
ca le da determinado marco de lectura de J. R. Wilcock, autor de la versión un factor de cambio literario, pues una
a una versión. Basta con ver el extra- castellana de The Beast Must Die, de vez introducido ese elemento nuevo,
ño efecto que tienen los avances de Nicholas Blake, primer volumen de la su circulación modificará las relacio-
traducciones en la prensa cultural ac- colección El Séptimo Círculo, de Eme- nes entre los elementos preexistentes
tual, donde suele omitirse el nombre cé, dirigida por Borges y Bioy Casa- del sistema receptor. Sin embargo, la
del traductor, no así el del crítico. Ha- res. Nunca corroboré que esa frase es- literatura traducida también es capaz
bría que preguntarse, entonces, cuáles tuviera efectivamente en el original en
son las jerarquías aceptadas socialmen- inglés; al fin y al cabo, no importa.
3. La cuestión del soporte lleva, inevitable-
te en el gradiente de prácticas impor- Importa, sí, señalar el contrapunto en- mente, a los recientes blogs de traductores y
tadoras a que me referí más arriba, y tre traductores: en los años diez, Cos- traducciones, sobre los que he elegido no ex-
de qué modo esas jerarquías depen- ta Álvarez decía “esto no es real”; Wil- tenderme. Los datos recopilados por Laura Fó-
lica en un original trabajo de exploración sobre
den del medio de publicación.3 cock, en los cuarenta, dice “esto no es
el tema indicarían que los blogs de traductor
realista”. En este contrapunto imagi- funcionan como mundos compensatorios, don-
nario –entre el enunciado pedagógico de es posible ver, en negativo, representaciones
“El asesinato es fantástico” y el enunciado metaliterario– está ins- sociales de la práctica. En varios de ellos, el
traductor es más importante que el autor, tiene
cripto el pasaje de la función heteró-
derecho a reescribirlo libremente y hasta a pa-
Arturo Costa Álvarez, traductor edifi- noma a la función autónoma de la li- rodiarlo; las versiones son bilingües, justamen-
cante, alertaba a los lectores de sus teratura y el cambio concomitante en te para mostrar los desvíos respecto del original
traducciones sobre los efectos de una los usos de la literatura en traducción. –lo contrario de las acostumbradas “traduccio-
nes interlineales”, esto es, versiones hiperlitera-
lectura demasiado empática de ciertas A principios de siglo, se aspiraba a que
les, que sirven para acompañar la lectura, en
ficciones. Treinta años más tarde, otro el policial en traducción –Conan Doy- página par, del texto original. Rebeldía –blan-
traductor argentino escribe la siguien- le, por ejemplo– cumpliera con la fór- da, puesto que no desafía la posición dominan-
te frase, proferida en una novela por mula de Tirso; ahora, las ficciones del te en la misma arena de los hechos– que tam-
bién se manifiesta en la elección de la variedad
un detective de Scotland Yard: “El ase- Séptimo Círculo llenan otras funciones:
hiperlocal de castellano utilizada y que marca
sinato es fantástico […]. Es inútil con- encarnan un ideal de orden, de rigor una reacción frente a la imposición editorial del
siderarlo desde el punto de vista rea- compositivo que se opone a los mons- español neutro.
de apuntalar, de espaldas a la nove-
dad, lo dominante y consagrado, o
aquello que, simplemente, repite fór-
mulas ya probadas y aun epigónicas;
las reiteradas publicaciones de folleti-
nes franceses o de las ficciones huma-
nitarias de H. G. Wells hasta media-
dos de siglo son un ejemplo de ello.
Ver la traducción invariablemente co-
mo vehículo de innovación, o aun co-
mo resistencia frente a lo dominante,
es abusivo. En la historia de la traduc-
ción hay varias querellas entre anti-
guos y modernos que han terminado a
favor de los primeros.
El cambio de la concepción hete-
rónoma a la concepción autónoma de
la literatura no sólo se manifiesta en 23
las modificaciones en la función de la
literatura traducida; también aparece
en la selección de textos a traducir y
en las estrategias de traducción. El pa-
so de las primeras décadas del siglo
XX a los quince años de apogeo de la
industria editorial, aproximadamente
entre 1940 y 1955, está marcado por
esa transición. No porque haya un re-
emplazo total de una concepción por
otra, sino porque empieza a traducirse
“lo nuevo” –la expresión es de Anto-
nio Zamora, director de editorial Clari- los definía como grupo: lectores de 1980, en la creación de la Asociación
dad, que advierte la llegada de un rele- literatura extranjera, se pensaban co- Argentina de Traductores e Intérpre-
vo para la concepción editorial de las mo transmisores de esas benéficas pri- tes. Ocampo, además, fue editora de
primeras décadas del siglo–: las edito- micias a la literatura nacional. De allí innúmeros textos en traducción, tanto
riales fundadas hacia fines de los trein- que el fondo editorial de Sur sólo in- ficcionales como ensayísticos. Seme-
ta incorporan nuevos títulos en sus ca- cluyera una novela del siglo XIX, jante densidad de vínculos con la tra-
tálogos. Las traducciones de Sur, Lo- Cumbres borrascosas, en traducción ducción –teóricos, críticos, prácticos,
sada, Emecé y Sudamericana, para de María Rosa Lida y con prólogo de profesionales–, creo, no volvió a dar-
mencionar sólo algunas editoriales cre- Victoria Ocampo. Además de tradu- se en el curso del siglo. La distancia
adas entonces, son las que toman el cir, intensamente, los miembros del nos permite captar, además, la influen-
relevo. Las primeras traducciones de grupo escribieron sobre la traducción, cia a mediano plazo que las traduc-
Henry James en la Argentina, que se con distintos grados de convenciona- ciones del período tuvieron no sólo en
publican recién en los cuarenta –es de- lismo, por cierto: desde las primeras la Argentina sino también en el resto
cir, treinta años después de su muerte– opiniones esbozadas en De Francesca de América Latina: “las magníficas
, forman parte, sin duda, de este debate a Beatrice por Victoria Ocampo, has- traducciones de Borges y sus amigos”,
literario. Traducir lo nuevo significa en- ta el vanguardismo teórico de Borges las llamó García Márquez para refe-
tonces proceder a un cambio en la se- en “Las versiones homéricas”, pasan- rirse a la expectativa con que se las
lección de textos, y no necesariamente do por las observaciones de praticien recibía en Colombia.
traducir lo que acaba de ser escrito. de José Bianco. También se pronun- El policial, luego de la eficaz in-
Por otra parte, aún hoy puede apre- ciaron sobre la historia de la traduc- troducción de la década del cuarenta,
ciarse el virtuosismo en el uso de la ción en los países de habla hispana tiene una nueva inflexión. Los críti-
lengua que presentan las traducciones –Jaime Rest, en el tardío número de cos –eminentemente, Jaime Rest, Jor-
de entonces, que siguen reeditándose, la revista sobre “Los problemas de la ge B. Rivera y Jorge Lafforgue– han
sin modificaciones, hasta el presente. traducción”–, y hasta tuvieron cierto estudiado la importación de la segun-
Es que la traducción era, al menos pa- activismo profesional varios años des- da variedad genérica del policial: la
ra los traductores vinculados con el pués de la época clásica de Sur, como del policial negro. Nuevas coleccio-
grupo Sur, una cuestión literaria de tal es el caso de Enrique Pezzoni, que par- nes, nuevos antólogos y traductores,
importancia que, en muchos aspectos, ticipó, a principios de la década de nuevos cultores locales del género, re-
señas: el aparato importador también bién autora de una versión, lo había Para considerar traductor a alguien que
entra en juego en este caso. Sólo me iniciado en el arte. La educación for- vierte un texto extranjero a su lengua
interesa señalar aquí el cambio que ha- mal disminuye –aunque nunca del to- materna, una parte de su identidad so-
ce posible, en la década de 1970, el do– la impronta de la experiencia en cial y pulsional tiene que estar com-
uso de un fraseo antes impensado pa- el aprendizaje de las lenguas, convier- prometida en la práctica. Llamar tra-
ra una traducción: el que emplea Ri- te ese aprendizaje en una cuestión pre- ductor a quien, episódicamente, haya
cardo Piglia en su versión de “Los ase- dominantemente intelectual; al menos, traducido un libro o a quien tenga ape-
sinos”, relato de Ernest Hemingway creo que esa es la situación de quien nas un título habilitante es caer en la
cuyo original en inglés data de la pri- ha aprendido un idioma en la escuela insignificancia. También conviene ana-
mera posguerra: “Tenés que ir más al o aun en una academia. lizar por separado los casos de algu-
cine. Las películas son algo bárbaro En la Argentina, el acceso público nos escritores-traductores para quienes
para un piola como vos”, le dice un al conocimiento de las lenguas extran- la traducción es un diezmo, la parte
personaje a otro en la traducción de jeras tiene su propia historia, marcada de maldición adánica que les toca pur-
Piglia. Este fraseo no es errático sino por precisas decisiones gubernamen- gar para poder luego dedicarse a la
constante; obedece, pues, a una deci- tales. En 1904, por decreto del presi- propia escritura. De allí que lo que
sión consciente del traductor. Piglia dente Roca, se crea la primera institu- algunos escritores puedan llegar a de-
aclimata rabiosamente: quiere que ese ción pública de formación de profeso- cir sobre la traducción sea inespera-
24 texto de Hemingway sea referente pa- res en lenguas extranjeras, la Escuela damente convencional y esté impreg-
ra la lectura de sus propias ficciones. Normal del Profesorado en Lenguas nado de doxa, aun en aquellos que
Pero además, el efecto de anexión que Vivas. A partir de entonces, y en una apuestan a la experimentación en su
genera el voseo y las elecciones léxi- progresión registrada por los especia- producción literaria.
cas rioplatenses es una forma de si- listas en políticas lingüísticas, el estu-
tuarse frente a lo foráneo. La traduc- dio de los idiomas se fue instrumenta-
ción siempre actúa una relación de lizando. De la visión formativa, cultu- ¿Quién traduce
fuerzas entre lo extranjero y lo ver- ral y desinteresada de principios de a William Shakespeare?
náculo; los setenta en la Argentina es siglo se llega al documento referido al
la década en la cual habrá que indagar tema de la Ley Federal de Educación Al filo del cambio de siglo, editorial
para saber hasta dónde era posible pa- de 1994, donde queda entronizada la Norma propone la colección Shakes-
sar por la “prueba de lo extranjero”. enseñanza del inglés, como paradig- peare por escritores. Detengámonos
ma de la lingua franca (¡como si hu- un momento en el concepto. A dife-
biera dejado de ser una lengua extran- rencia de la mezcla de principios de
El traductor y las lenguas jera en la Argentina!). Hay un mo- siglo XX, por la que la publicación de
mento de inflexión en nuestro país que Hamlet –cuyo traductor no es men-
Un registro sociohistórico de la tra- acompaña los cambios a nivel mun- cionado– en La Biblioteca de La Na-
ducción en Francia refiere que, a prin- dial, que es el de la segunda guerra ción queda como ahogada entre tantos
cipios del siglo XX, un editor le pide europea, cuando se advirtieron las ven- Bourget, Sandeau, Feuillet, Dumas y
a su amiga, que es inglesa pero reside tajas de un aprendizaje rápido y fun- Mitre, aquí no sólo se aísla una serie
hace un tiempo en el país, que traduz- cional de las lenguas de los países en de textos clásicos, sino que se elige a
ca a Rudyard Kipling al francés. La conflicto. Si antes la posibilidad de tra- un solo autor, el único quizá –justo es
anécdota no es banal o, en todo caso, ducir dependía de la prosapia o de cir- decirlo– que podría por sí solo soste-
habría que sustraerla de un marco ba- cunstancias biográficas, ahora la difu- ner un proyecto semejante. Los escri-
nal de interpretación: cuando el acce- sión y tecnificación de la enseñanza tores-traductores son españoles y lati-
so al conocimiento de las lenguas ex- de lenguas tiene un efecto democrati- noamericanos, con predominio de es-
tranjeras no está democratizado –es de- zante y alcanza también la práctica de tos últimos.
cir, cuando no está mediado por la la traducción. En la posguerra, ésta se Todos los volúmenes –que inclu-
institución educativa–, los motivos por expande en el campo de la comunica- yen tragedias, comedias, poemas na-
los cuales se traduce son experiencia- ción especializada; de entonces datan los rrativos, sonetos, los llamados roman-
les; en el caso de la anécdota: ser ex- primeros bancos de datos para traducto- ces– están encabezados por unas bre-
tranjera, vivir en Francia y conocer a res, sin duda vinculados con la emer- ves palabras de presentación, escritas,
un editor... Edelmiro Mayer segura- gencia de organismos supranacionales verosímilmente, por el editor general
mente tradujo del inglés, entre otras de gestión. Esta evolución, desde luego, y propulsor del proyecto, el escritor-
cosas, porque había peleado en la gue- hace que puedan sumarse a la práctica traductor Marcelo Cohen. Reparemos
rra de secesión norteamericana; en una de la traducción actores provenientes de en una de sus frases: “las versiones
variante más delicada o intimista, Ma- diferentes estratos sociales. son rigurosas pero contemporáneas”.
riano de Vedia y Mitre vierte el poe- Pero lo específico de la tarea del Ese pero es la emergencia de un ide-
ma narrativo Venus y Adonis de Sha- traductor no se agota en el acceso a la ologema que quiero razonar. La con-
kespeare al castellano porque, según lengua extranjera ni en las competen- temporaneidad anunciada hace referen-
él mismo dice, Delfina de Vedia, tam- cias que se desarrollan respecto de ella. cia, creo, a una aspiración de legibili-
dad por parte de la colección. El pero De Vedia y Mitre; en la tapa de la de traducción y las representaciones so-
adversativo intenta salvar la disyun- Munárriz, el dibujo estilizado de un ciales de la práctica, responsables, por
ción que, en el caso de Shakespeare, jabalí anticipa las lealtades de Adonis ejemplo, de la denegación en el epígra-
está sujeta a la lógica del prestigio. hacia Artemisa, para desdicha de Ve- fe de Joaquín V. González que enca-
¿Quién merece traducir a Shakespea- nus. Más allá de las simpatías perso- beza este artículo: “Traducir no es un
re? ¿El erudito o el escritor? La res- nales, es preciso recordar que una con- oficio despreciable”. Que la traducción
puesta es: ambos, la traducción de los figuración traductora no invalida la puede ser objeto de desprecio para mu-
clásicos tiene esa doble posibilidad, otra; las dos son posibles, las dos nos chos lo revelan las metáforas referidas
que depende del “proyecto de traduc- dicen cosas diferentes sobre Shakes- a ella, desde Cervantes hasta Nabo-
ción”, esto es, de la intersección entre peare y su obra y, también, sobre los kov: casi todas son desvalorizantes y
el modo en que el traductor concibe la modos en que la reescritura en otra su agresividad es directamente propor-
traducción y las exigencias concretas lengua actualiza formas legitimadas de cional a la eminencia de la concep-
que le plantea el texto en particular. lectura en un momento determinado ción de autor que manifiestan. El tra-
Por ejemplo, si se trata de una edición de la literatura receptora. ductor, mal necesario, simplemente
bilingüe, si se admiten notas al pie y imita, no piensa y, por añadidura, se
aparato critico, si el destino final será equivoca. Lo pulsional desafía esas re-
un libro de circulación masiva, o un La sociedad y el deseo presentaciones, las acorrala en las pe-
volumen en una biblioteca de clási- nurias reales a la hora de negociar los 25
cos, o una representación. Quiero recuperar, para concluir, dos honorarios por traducir un texto. Lo
Dos versiones en castellano del po- frases extraídas de sendos prólogos de pulsional interviene intensamente en
ema narrativo de Shakespeare Venus traductor. La primera es de Cané, y el momento de abrir el libro que se va
y Adonis ejemplifican, en el siglo, la proviene de la introducción que escri- a traducir y da sentido, por transitivi-
disyuntiva en cuestión. En 1946, la be para su versión de Enrique IV. Ca- dad, a la frase de Salas Subirat, escri-
versión de Mariano de Vedia y Mitre né explica que, en medio de las mag- tor argentino del Ulises: traducir es
–político, jurisconsulto, traductor– es níficas alocuciones de Shakespeare, leer atentamente; deseo leer atenta-
publicada por la Academia Argenti- siempre puede aparecer una frase vul- mente, luego, deseo traducir.
na de Letras; en 2001, Jesús Muná- gar, o una “comparación baja”. “Ha-
rriz –poeta español– ve publicada su bría deseado que el poeta no la em-
propia versión en la colección de edi- pleara, en mi gusto convencional, gre-
torial Norma. La primera y más os- co-latino, hereditario –confiesa Cané–;
tensible diferencia entre una y otra es pero tal como él la empleó, tal trato
el aparato crítico, factor clave en el de reproducirla.” La segunda frase es-
establecimiento de un pacto de lectu- tá en el texto que introduce la versión
ra: profuso el primero, con estudio crí- local de la gran proeza traductora del 4. En esta edición hay un lugar destacado pa-
tico y notas final del traductor, y pa- siglo XX, cualquiera sea la lengua me- ra la reproducción facsimilar de unas cuartillas
de la versión –finalmente destruida por su au-
labras preliminares del entonces pre- ta: la traducción del Ulysses de Joyce. tora– de Delfina de Vedia. La letra es casi ile-
sidente de la Academia, Carlos J. Salas Subirat, traductor argentino, gible, como desprolija, bastante parecida a la
Ibarguren;4 discretísimo, el segundo. escribe un prólogo a su Ulises, que de Victoria Ocampo (¿acaso la caligrafía no pue-
En el texto propiamente dicho, la cues- Santiago Rueda publica en 1945. En de ser también expresión de lo social, y no úni-
camente de lo individual, de lo idiosincrásico?).
tión de la rima y, más generalmente, ese prólogo, Salas Subirat se pregunta En las antípodas de las cuartillas de Delfina, la
la de la versificación tienen efectos por qué hubo tanta demora entre la traducción en la era informática: este es uno de
fuertes sobre la legibilidad. De Vedia publicación del Ulises en París y su los cambios del siglo. Cualquiera que haya em-
y Mitre fuerza el plano semántico de traducción en Buenos Aires. Y se res- pezado traduciendo en máquina de escribir sa-
be de qué hablo; de hecho, para un traductor, la
su traducción para conservar la regu- ponde: “¿Existen dificultades insalva- máquina de escribir se parece más a la mano
laridad de las formas poéticas, inclui- bles? Una obra difícil de entender en que a la computadora. La informática tiene una
das las rimas, al punto que a veces inglés tenía forzosamente que desani- influencia menos decisiva en las escrituras di-
cuesta captar el carácter deseante del mar a los traductores. Pero traducir es rectas que en la traducción, porque en ésta hay
un término de comparación, que es el original
discurso que Venus sostiene ante Ado- el modo más atento de leer y el deseo en lengua extranjera. La crítica de traducciones
nis. Munárriz afirma en su breve pró- de leer atentamente es responsable de está teñida por la sanción del error y, por tanto,
logo que “para el lector del siglo XXI, la presente versión”. En Cané y en Sa- todo mecanismo que contribuya a facilitar el
tan acostumbrado al verso libre, con- las Subirat –miembro ilustre de la Ge- control de la coherencia en las estrategias de
traducción o en la resolución de problemas si-
servar la estrofa y el metro en la tra- neración del Ochenta el primero, os- tuará de otra manera la versión frente a su texto
ducción es referencia suficientemente curo corredor de seguros el segundo, fuente. De allí que las traducciones de textos
evocadora de la métrica original”. Otro unidos por la reescritura rioplatense de extensos realizadas antes y después del adveni-
elemento se suma a la definición del grandes autores– aparece el deseo co- miento de las computadoras sean, en un punto,
incomparables. Me abstengo, sin embargo, de
pacto de lectura: una columna jónica mo forma de relacionarse con el texto pronunciarme aquí sobre el último gadget del
y la divisa latina recta sustenta apare- a traducir. Es que hay un compromiso capitalismo tardío en materia de softwares para
cen en la portadilla de la versión de entre el modo pulsional de concebir la traductores: las memorias de traducción.
Nicolás Rosa: la voz en acto

Miguel Vitagliano

26
co antes, mediante un concurso de
oposición, le impedía ser profesor re-
gular de la UBA. Podía continuar dic-
tando seminarios en la Facultad de Fi-
losofía y Letras en aulas colmadas de
estudiantes, y también de psicoanalis-
tas y escritores, apretujados unos con
otros con tal de palpar los pases má-
gicos de sus lecciones; pero no podía
tener su cátedra en la UBA –como, al
final, lo conseguiría a partir del 89–,
que empezaba a normalizarse después
de la dictadura. En otras palabras, no
había obtenido el reconocimiento que
ya alcanzaba a parte de sus colegas.
Los rumores decían que se trataba de
una división de aguas, o de puertos:
su lugar estaba en la Facultad de Hu-
manidades de Rosario, no en la de
Buenos Aires.
Sin embargo, desde hacía un
tiempo Rosa había elegido vivir en las
dos, no repartido entre ambas ciuda-
En octubre de 2006 murió nuestro amigo Nicolás Rosa, con quien durante la des sino en las dos, distintas y unidas
dictadura, cuando llegó amenazado a Buenos Aires, discutimos los comienzos a la vez, tal como eran sus actividades
de esta revista, toda la literatura y toda la crítica. Miguel Vitagliano, escritor, de crítico y docente. Su nombre no
trabajó muchos años con Nicolás Rosa en la Facultad de Filosofía y Letras había dejado de cobrar prestigio, sin
de la UBA. perder la irreverencia que se le cono-
cía desde sus primeras clases en la uni-
I cro (1987), insistía con la imagen pe- versidad, en Rosario, a comienzos de
ro en relación con su actividad como los 70, cuando deslumbraba a los es-
“Siempre sentí, aunque no sabía ex- profesor universitario: una “oscura per- tudiantes con los últimos textos de la
plicarlo, que escribir era merodear al- sistencia” lo impulsaba a querer “ocu- teoría literaria y la semiología.1 O a
rededor del ‘corazón maligno’ de to- par espacios innecesarios” en la insti-
do relato, alrededor de la Cosa litera- tución. 1. N. Rosa fue decano también de la Facultad
ria”, decía Nicolás Rosa en el otoño Más allá de la resonancia bíblica y de Humanidades en 1974. L. Escudero Chauvel
de 1986, aún convaleciente de su pri- literaria, sorprendía ese gesto trazado recuerda los días en que, siendo aún alumna,
hacían “un cerco” con un grupo de estudiantes
mera afección cardíaca. Líneas más como una confesión. No eran pocos para acompañarlo hasta su casa y desalentar a
abajo de ese texto que serviría de in- los que ya habían asociado su enfer- “esos comandos que lo tenían amenazado¨
troducción a Los fulgores del simula- medad con la no acreditación que po- (“N.R.”, en deSignisonline).
través de sus artículos en revistas cul- la ficción o desde su noción de “fic- una persistencia: el hacer crítica de la
turales y sus traducciones de Barthes, ción crítica”. crítica, desde Gutiérrez, Alberdi y Sar-
o en los grupos de estudio que había Los fulgores…, según indica una miento, a Sur y los contemporáneos.
coordinado en Buenos Aires durante página inicial, reunía artículos que se Alrededor de Sarmiento y su autobio-
la dictadura y en los que las lecturas remontaban desde el 70 al 86, algunos grafía escribe su único libro unitario,
de Tel Quel se cruzaban con Freud y publicados en CEAL, Los Libros y El arte del olvido (1990). Asimismo
Lacan. Daba la impresión de que Ni- Punto de Vista. El detalle importa por es la historia de la crítica el objeto de
colás Rosa había sido siempre el crí- dos motivos. Porque Rosa tendería a los primeros cursos de su cátedra en
tico de voz poderosa, capaz de con- borrar, paulatinamente, en libros poste- la UBA, y tema de las investigaciones
vertir en animado debate cualquier so- riores las referencias de las circuns- que publica junto a su equipo, Políti-
porífera tertulia. Un maestro que no tancias de producción de cada texto cas de la crítica (1999) e Historia del
había sido alumno, que había nacido –ponencias académicas, presentaciones ensayo argentino (2003).
tal cual se lo conocía. El crítico que, de libros. Como si el crítico oral ce- Realiza, en 1993, un balance de
incesantemente, convocaba seguidores, diera ante la letra impresa, aun tratán- los críticos de su generación, un reco-
mucho más que lectores –había publi- dose de una voz que no dejaba de es- rrido por lo que define como un nue-
cado dos volúmenes hasta el 87, Crí- cucharse con la intensidad de la lectu- vo “museo de la crítica”, en el que se
tica y significación (1970) y Léxico ra. Y porque, además, permite detectar incluye junto a A. Ford, J. Ludmer, J.
de lingüística y semiología (1979)–, y 27
a los que solía decir, como un presti-
digitador: “Hay un tiempo para escu-
char y otro para entender”.
Aun siendo generoso, sus críticas
sabían ser punzantes y demoledoras, a
la manera de los maestros zen, las del
golpe de vara al discípulo para enfren-
tarlo al desconsuelo de su crisis. En
un homenaje que se le realizó en 2002
(Congreso de la Federación Latinoa-
mericana de Semiótica), María Ledes-
ma decía que, como todo buen maes-
tro, impulsaba al alumno “al naufragio
de la duda con la ironía, la humorada,
el exabrupto”, y que ese abismo era la
prueba que maestro y alumno debían
sortear para, quizá, reencontrarse, “des-
hechos pero nuevos, otros”.

II

La presentación en el Centro Cultural


Ricardo Rojas de Los fulgores… tuvo
en sí misma bastante de simulacro. Por
un inconveniente en la imprenta, el li-
bro no estaba listo sino apenas la so-
brecubierta, que envolvía otro volu-
men. Es decir, “la cosa” que se pre-
sentaba estaba ausente y, sin embargo,
su presencia era indudable. El azar po-
nía en acto uno de los problemas fun-
damentales de toda su producción crí-
tica: el simulacro como factor consti-
tutivo de la cultura, que Rosa había
abordado ya en su primer trabajo,
“Borges y la ficción laberíntica”
(1969), y que no abandonaría hasta el
final, a través de las ficciones de se-
gundo grado, las ficciones dentro de
Rivera, E. Romano, y B. Sarlo. Exa- hizo mención, casi al pasar, de una interrogantes las incitan, reconocien-
mina textos, traza relaciones entre ads- sorpresa que no había dejado de expe- do aun que “la cosa” no puede ser
cripciones teóricas e ideológicas, y dis- rimentar cada vez que se encontraban: dicha, que sólo es posible merodear a
cute con el fervor de un polemista. De en un mismo diálogo Nicolás era ca- su alrededor. Acaso provenga de allí
ese modo interroga “desde dónde lee paz de conversar de seis temas a la esa característica tan singular de Rosa
Ludmer, ¿desde ‘abajo’ o desde ‘arri- vez, sin abandonar un instante el diá- de utilizar incandescentes terminolo-
ba’?”, luego de centrarse en El género logo puntual que los convocaba. gías –llega a acuñar un nombre para
gauchesco (1988). Su nombre circula Quedaba claro que no se trataba el conjunto: metafórica–, como los pre-
en las páginas como un crítico más de de un diálogo fracturado; todo lo con- cipitados de la letra, los narremas y
esa peculiar “novela familiar”,2 aun- trario, era una armonía de voces dife- tactemas, el lugar intersticial de la li-
que también es la voz que presenta su rentes que se mantenían, como líneas teratura…
proyecto crítico. Valora en Sarlo “la melódicas, en distintos planos, una en Nombrar para hacer evidente cuán-
manifestación de ciertas categorías”, primero y las restantes irrumpiendo co- to no puede ser nombrado, y poner en
destacando la de “los saberes del po- mo evocaciones. Implícitos y sobre- foco así el simulacro de la cultura:
bre” que atraviesan el mundo arltea- entendidos. O para decirlo a la mane- “…vivimos en los circunloquios, en
no. De inmediato, sin embargo, agre- ra de Rosa: juego de alusiones, elu- las desfiguraciones, en sus construc-
ga que la categoría no resulta suficien- siones y elisiones; no hay una sin las ciones connotativas, en sus denodados
28 te para mostrar el enfrentamiento de otras. Y seguro que, además, la voz esfuerzos para explicar lo inexplica-
la época y que más que en “los sabe- que aparentaba ser la cantante, lógica ble” (Relatos críticos). Reconocimien-
res del pobre” habría que pensar en y políticamente, no lo era. to que no pone frenos a su potencia
“los pobres del saber”. Es decir, mue- Si bien la anécdota podría con- crítica sino que define el espacio des-
ve el foco desde Arlt hacia Castelnuo- ducirnos a sus “lecturas de hojaldre” de el cual construye sus lecturas. Por
vo, adelantando sus propias reflexio- –múltiples sentidos de lecturas– o a eso su insistencia en el examen de for-
nes posteriores, convencido de que su interés por lo barroco, reconoce- mas que pretenden la negación de la
ciertas luminosidades de los años 20 mos en ella, sobre todo, sus cualida- simulación, como la autobiografía y
opacaron la lectura de Boedo y sus des de estratega. Porque el diestro po- la novela realista. Y así también su
efectos posteriores. lemista era aún mejor como estratega; lectura de Sade funciona como prue-
Disputas por modos de leer como lo que en sus trabajos implicaba tro- ba. Lo “peligroso” de Sade, sostiene,
por los lugares del crítico. Rosa escri- pezar una y otra vez con la misma no reside en las violaciones, incestos
be sacándose chispas con los otros; “cosa”, la misma batalla. En “De Fun- y muertes que “comunica” sino en lo
los demás no le son indiferentes, es- damento” escribe: “Debo confesar que que esa escritura hace a pesar de la
cribe sobre ellos, a partir de ellos y, me he quedado en la preguntas prime- voluntad del Marqués: carcome lo que
también, contra ellos. Sus conceptos ras… o en las últimas, si se quiere, se nos presenta como materialidad re-
parecen esquirlas de un polemos. No aquellas que simulan ser elementales al aun siendo del orden de lo imagina-
hay crítica para Rosa sin polémica. o fundantes, aquellas que corren el rio. Enfocar el simulacro para desmon-
No resulta extraño que algunas de riesgo de parecer impregnadas de una tarlo. La escritura literaria, para Rosa,
sus categorías teóricas se centren en altanería… o de una insoslayable in- “se desvanece cuando pretende reem-
los vínculos entre un texto y otros de genuidad…”. Mientras las primeras plazar el mundo o conmoverlo en sus
una tradición literaria: “ancestros tex- son “un simulacro de teoría”, las se- raíces: incinerarlo, que es, en el lími-
tuales” y “paternidades textuales” (cfr. gundas son “un simulacro de inteli- te, la pretensión de Sade”.
El arte del olvido). Categorías cons- gencia” (Artefacto, 1992). Palabras y cosas no pueden encon-
truidas a partir de la teoría psicoana- ¿Había, en verdad, una voz can- trarse unas con otras sino sólo cuando
lítica y que también dan cuenta, a su tante, o siquiera una por encima de las palabras hablan de las cosas.
modo, de la historia de la serie litera- las otras? El estratega dice su lugar
ria en clave de novela familiar. O de sabiendo que ya está en otro, aunque
folletín –forma que privilegia en los no abandone del todo el primero. Des- IV
últimos años–, donde se entreveran los de esa pretendida ubicuidad enumera
linajes de vástagos reconocidos con los las preguntas con la convicción de que El texto sobre Sade se titula “De mons-
retoños y los huérfanos, desesperados son “la cosa” y no son “la cosa” que truos y pasiones” (Revista Materia,
en las fantasías de autoengendramiento dicen ser, que forman parte del simu- núm. 2, Naturaleses, 2002), dos tópi-
o en la búsqueda de un lazo de sangre. lacro, materia y procedimiento del crí- cos asiduamente revisitados por Rosa;
tico como estratega: “¿Qué es escri- un par de tres en verdad, si pensamos
bir, cómo escribir, por qué escribir,
III dónde escribir, para qué escribir, para 2. Un apartado, “Historia de una pasión críti-
quién escribir?” Preguntas inherentes ca”, está referido a su trabajo y, como indica
una nota, fue escrito por S. Cella. “Veinte años
En un evento académico poco después a la reflexión de la teoría literaria, o después o la ‘novela familiar’ de la crítica lite-
de su muerte, J. Panesi realizó una bre- interrogantes que motivan la reflexión. raria”, en Cuadernos Hispanoamericanos, n.
ve semblanza de N. Rosa en la que Las preguntas esperan respuesta, los 517-9, julio-sept. 1993.
que junto a ellos no dejan de tener No obstante, presumo que los “ani- dado en “Una pasión en el desierto”
lugar las construcciones maquínicas males” colocados en el medio señalan de Balzac con Sade, para terminar di-
que imitan vidas e imperios (cfr. “Má- algo más, que incluso sobrepasa el en- ciendo, provocativamente: “en sus re-
quinas y maquinaciones…”, y “O. sayo al que hacen directa referencia, latos no hay ningún acoplamiento con
Lamborghini…” en La letra Argenti- “Una semiología del mundo animal”. animales, todo es demasiado huma-
na, 2003). Su último libro, Relatos crí- Rosa no había publicado un texto tan no”.
ticos, bien podría titularse igual de no extenso desde El arte del olvido, que, Si los exámenes de lo autobiográ-
ser por la especificación que lo acom- por cierto, es muy distinto. Discurría fico y el realismo estaban en función
paña: Cosas animales discursos. Los entonces sobre la carga de “elegirse de desmontar procedimientos de na-
“relatos” aluden a las construcciones crítico” frente a la de ser ensayista: turalización, una vez puesto el simu-
de relaciones entre series muy diver- mientras el último al menos “recon- lacro entre paréntesis hasta los co-
sas –desde las ciencias y la divulga- forta al narcisismo del sujeto”, la crí- mentarios más ligeros parecen con-
ción científica a la literatura y el ci- tica no hace más que desconcertarlo, vocar esa voz –¿camino regio a la
ne–, destacando una voracidad semió- “siempre pide más ‘objetos’ y siem- manera freudiana?– que promete con-
tica, semejante a la que Rosa reconoce pre son más ‘otros’ los objetos”. Cuan- ducirlo ante la pasión. A veces me-
en Barthes, como en ninguno de sus do publica Relatos críticos ya desde diante la ironía, como en la compara-
volúmenes anteriores. Pero los “ani- hacía tiempo que el crítico se había ción sobre el reino de las hormigas y
males” están entre las “cosas” y los elegido ensayista; la diferencia, enton- la sociedad, o sobre la presencia de 29
“discursos”, ni con unos ni con otros ces, no va en esa dirección sino en la los gatos en las ciudades y las seño-
sino en el medio –¿en los intersti- mano contraria, en lo que el ensayista ras que los alimentan. O deteniéndo-
cios?–, diferenciados; y eso también y su búsqueda hacen con el crítico. se en ese animal que tenía en la casa
es nuevo. Como salta a la vista desde el epígra- de su infancia y que por las tardes
Distintas a las usuales, esas rela- fe de “Una semiología…”, allí donde daba vuelta como lobo antes de re-
ciones entre series pertenecen a la bús- esperamos encontrar a otro, nos en- costarse perro: “Mi madre decía: Es-
queda de otras lógicas, que Rosa de- contramos con las iniciales N.R. que tá soñando. Quizá soñaría, en su pro-
fine como “a-locadas” y surgidas de firman: “El erotismo es la coartada de pia in-volución, regresando hacia ade-
sus lecturas de Lógica del sentido la creación para disfrazar el rostro ani- lante, en convertirse en humano, o
(1969) de G. Deleuze. La lógica para- mal del instinto”. ¿quizá en animal?”
dojal permite que su fervor compara- Esa grieta que se abre tiene la pa- Como quien recuerda algo perdido
tista pueda dar cuenta también de fluc- sión como eje centrípeto de las rela- en el camino, al final, entre híbridas
tuaciones dentro de la serie literaria ciones que siguen. Si bien el tópico corrosiones humanas y animales, se
que desde otro tipo de configuración no es nuevo en Rosa, ha variado el pregunta por el lugar de los intelec-
serían consideradas meras contradic- lugar desde el cual lo observa. Ya no tuales, atrapados en las redes tecnoló-
ciones. Acaso en esa clave debieran es el crítico ante las encerronas del gicas y burocráticas, “cosas” o “dis-
leerse las líneas finales de “La ficción simulacro, ahora es el ensayista ha- cursos”. Ácidas ironías ante el espejo,
proletaria”, publicado póstumamente ciendo foco en la grieta que hay en el como la del título del último apartado,
(La Biblioteca, núm. 4/5, verano medio, en la pasión, esa huella de lo “Ha de haber algo más…”, que con
2006), en las que define el folletín co- instintivo en el “animal humano”. De relente de folletín promete una conti-
mo “un género capitalista y un género ese modo compara el encuentro cuasi nuación y deja la potente voz de Ni-
anarquista” al mismo tiempo. amoroso entre una pantera y un sol- colás Rosa siempre en acto.

DIRECTORA:
NELLY RICHARD

SUSCRIPCIONES INTERNACIONALES
1 año, 3 números, vía aérea

Personal U$S 20 / Instituciones U$S 30


Adjuntar cheque a nombre de Nelly Richard. Revista de Crítica
Cultural, Casilla 50736, Correo Central, Santiago de Chile
Noventa-sesenta
Dos generaciones en el cine argentino

Emilio Bernini

30
dad casi ilimitada. La contemporanei-
dad ha expandido hasta un grado ini-
maginable para el cinéfilo moderno ese
acceso, como si la utopía de una visión
sin restricciones se hubiese realizado.
Esa ampliación (por varios medios: sa-
las, televisión por cable, Internet, festi-
vales, videoclubes, videotecas) es prác-
ticamente paralela a la fundación de
escuelas de cine en Buenos Aires, que
responde, en parte, a un proyecto fun-
dante de la modernidad cinematográfi-
ca: el aprendizaje intelectual del cine.
Ambos fenómenos han tenido una in-
cidencia decisiva en el estatuto del ci-
neasta contemporáneo, puesto que han
cambiado su experiencia del cine que
ya no es, desde luego, el oficio, pero
tampoco la misma cinefilia.
La cinefilia cambia, en efecto,
cuando el cine está mediado por la
institución de enseñanza. El cinéfilo
moderno establecía una relación de
Cinefilia cinefilia hay una transformación com- cierto carácter intransferible y solita-
pleta, producto en parte de una fuerte rio con el cine, puesto que ella no de-
La formación de los cineastas de los crisis de la industria, que afecta a los pendía de ninguna mediación, de nin-
años noventa señala un cambio en la directores, a los espectadores, a la crí- guna práctica, ni de otro saber que no
experiencia de la cinefilia. El aprendi- tica, a las ideas del cine, en suma, en fuera el de la experiencia (de la vi-
zaje del nuevo director ya nada tiene el mismo contexto donde emerge la sión) del cine. De modo que la forma-
que ver con el conocimiento que el noción de autor. ción del cineasta moderno estuvo li-
oficio mismo proveía al cineasta clá- Innegablemente, los nuevos direc- mitada al conocimiento que el cine
sico en la industria, porque éste apren- tores de los noventa se sitúan en la mismo pudo proveer y a aquel que los
día, en efecto, en la práctica. Pero tam- estela de la tradición que ese gran cam- críticos cinéfilos contribuían a produ-
poco guarda ya relaciones reconoci- bio finalmente produjo, pero ya no per- cir. Hay un vínculo existencial del ci-
bles con la formación que el cineasta tenecen por completo a ella, puesto néfilo con el cine que tuvo su lugar
de la generación del sesenta encontró que su formación es otra. El nuevo único en el cineclub, donde en cierto
en el espacio casi exclusivo del cine- cineasta no tiene las dificultades en el modo encontraba espacio físico una
club, por fuera de los estudios, que acceso a la visión del cine que fueron relación de enemistad respecto del ci-
cambió la experiencia de la práctica propias de los cineastas que lo prece- ne contra el cual se filmaría y, en con-
por la de la cinefilia. Del oficio a la dieron, sino, más bien, una posibili- secuencia, respecto de la sociedad que
permitía filmarlo. Por esto, en la cine- asumida pero también resultado de una Miradas
filia moderna hay algo clandestino, formación en la cual las decisiones es-
sordamente antisocial y ampliamente téticas ya no se conciben en sus as- Aquello sobre lo cual el cine argenti-
político, en su oposición a un orden pectos éticos o políticos. El cine mo- no contemporáneo no abre juicio es
(del cine y de la sociedad) dado, que derno, en cambio, al liberarse de la un mundo pequeño. La historia de un
puede verse aún en el sesgado antipe- regimentación de la industria, tuvo que hachero en el monte (La libertad,
ronismo de gran parte del cine de la decidir en consecuencia el tipo de Alonso), la de un grupo de lúmpenes
generación del sesenta. Pero, sobre to- vínculo que iba a establecer con aque- en la ciudad (Pizza, birra, faso, Adrián
do, en esa cinefilia hay un tiempo de llo que no es el cine (la historia, la Caetano/Bruno Stagnaro), la de una fa-
espera del cine que se quiere filmar. sociedad, la política). Por esto, su his- milia de provincia en decadencia (La
En los noventa, la nueva cinefilia toria es la de una extensa discusión ciénaga, Lucrecia Martel), la de un
no pierde sin dudas el vínculo íntimo entre grupos de cineastas respecto de desocupado que encuentra trabajo en
e intransitivo que es propio de quien las relaciones entre la estética y la po- el sur (Mundo grúa, Pablo Trapero),
ama el cine, pero ella no es ya el eje lítica que comienza con la generación la de un inmigrante empleado de un
de la formación del cineasta, en la me- del sesenta, sigue con la vanguardia bar (Bolivia, Caetano), etcétera, pre-
dida en que ahora el vínculo con el política, el grupo de los cinco y la van- sentan una delimitación muy específi-
cine es, de modo prevaleciente, insti- guardia estética, y que se interrumpe, ca, empiezan y concluyen sin estable-
tucional. El tiempo de espera de la ci- como se sabe, con el terrorismo de cer relaciones con otras zonas urba- 31
nefilia moderna cambia en tiempo pau- nas, grupos sociales o clases (salvo en
tado por la carrera universitaria, que el cine de Martel, podría decirse, aun-
ya es inserción en el medio cinemato- que en éste la relación con los criados
gráfico. Esto conduce a formar cine- siempre es endogámica). Los cineas-
astas más profesionales que cinéfilos, tas de los noventa no persiguen, por-
más preparados para un oficio que no que ello no es legitimante de su cine,
ha surgido de la práctica, ni tampoco ese intento de narrar la totalidad, pro-
únicamente de la experiencia de la vi- pio de la generación del sesenta y, más
sión, más cultos incluso, y beneficia- adelante, también de las vanguardias
dos por el prestigio que la dedicación políticas. Pero esto no quiere decir que
al cine ya posee desde la modernidad el nuevo cine no elabore una mirada,
cinematográfica y que no ha perdido. aun parcial, sobre aquello que los ci-
No es improbable que la poética neastas de los sesenta no pensaban si-
de la abstención que, en conjunto, el no en el todo. En la historia de un
cine de los noventa comparte, esté vin- grupo de jóvenes alienados en rela-
culada a la nueva formación. Las pe- ciones contractuales y de intercambio
lículas de Lisandro Alonso son una (Silvia Prieto, Rejtman) no hay me-
muestra indudable (y extrema) de un nos conciencia de los efectos del mer-
cine que ha elegido mostrar antes que cado sobre las vidas que en la historia
interpretar, reducir al mínimo las ex- de un músico popular manipulado por
presiones orales en aquello que los dis- operaciones de marketing (Pajarito
cursos pueden decir del mundo, sus- Gómez, Rodolfo Kuhn). Del mismo
traer definitivamente el juicio respec- modo que la ironía sobre el uso mer-
to de aquello que se narra. Se ha cantil de las imágenes en la película
señalado que este rasgo es consecuen- de Kuhn no es completamente extraña
cia de una oposición al cine que inter- a la conciencia, aun risueña, del poder
pretaba el pasado político argentino de la televisión sobre los afectos, en
durante los años ochenta, pero puede el film de Rejtman. Pero, en el prime-
tratarse tanto de una decisión delibe- estado. El cine contemporáneo no se ro, la historia del cantante es una par-
rada de los cineastas como de una mo- define por un tipo de discusión seme- te del todo social que comienza en la
dalidad extendida de filmación. Las jante, ni por el carácter grupal de las villa miseria y termina en los sets de
épocas en la historia del cine (argen- posiciones. Las críticas entre cineas- la televisión y en un funeral masivo,
tino) pautan modos de filmar, que han tas, como las de Martín Rejtman al mientras que en el último, la historia
dependido sin duda de tipos de for- cine realista, son siempre individuales de Silvia Prieto es, únicamente, la de
mación, de las nociones del cine y del (“me cuesta hablar en sentido grupal”, su grupo de interacción que circula por
cineasta que ello implica, y que en es- declara) y las asociaciones que alguna algunos pocos espacios. La película de
to trascienden la soberanía de los pro- vez se intentaron (como el Proyecto
1. Ambas referencias pueden verse en Patricio
yectos de los directores. El cine de los de Cine Independiente) tuvieron un ob- Fontana, “Martín Rejtman. Una mirada sin nos-
noventa es una de ellas. Así, la abs- jetivo sin duda más económico que talgias”, en Milpalabras. Letras y artes en re-
tención de juicio puede ser posición estético.1 vista, n° 4, primavera-verano de 2002.
Rejtman es más abstracta que la de sesgo que no está en el cine de la ge- nes, porque se centra en ellas, en la
Kuhn, y precisamente por ello su crí- neración moderna, y cuya presencia historia de una pareja que se separa,
tica está replegada en la dimensión for- permitió, muy pronto, su ingreso a la hasta excluir todo lo que no pertenez-
mal. En Pajarito Gómez, en cambio, televisión. En efecto, cierta mirada ca a ese vínculo que se disuelve. En
la función crítica del cine está asegu- comprensiva, o de identificación, so- esto, lleva a un límite de radicalidad
rada, prevalecientemente, en los con- bre la suerte de los pobres, la apuesta algo que comienza con el segundo film
tenidos y su legibilidad es, en cierto al afecto (familiar), incluso efímero, de Rejtman (Silvia Prieto), puesto que
modo, inmediata. Silvia Prieto puede sobre la violencia económica, además en éste hay mucho más que los afec-
ser leída desde la disposición de sus de un tipo de oralidad que pudo favo- tos, y que sigue reformulado en Sába-
planos y desde su trabajo de desatri- recer la expectativa costumbrista pro- do (de Juan Villegas) y también en
bución de la imagen, porque allí resi- pia del medio, abrieron la vía de la Ana y los otros (de Celina Murga).
de, se diría negativamente, la crítica televisión allí donde ésta se renovaba Pero a diferencia de todos ellos, Fede-
de que es portadora, pero sus posibi- con nuevos contenidos y nuevos rea- rico León concentra al máximo su his-
lidades de lectura no están, en la pe- lizadores. toria, cuando nada más que los miem-
lícula, dirigidas. En esto, como en to- En la generación del sesenta, aun bros de la pareja y sus diálogos bana-
dos los filmes del nuevo cine, el film el cine de los afectos, de Manuel An- les son objeto de los planos. El film
sólo muestra, aun parcialmente, un es- tín, da un tipo de imagen del todo. Su no se desvía nunca de quienes pade-
32 tado de la cultura y se abstiene de in- cine narra historias menores y nunca cen la separación, al punto de poner
terpretarlo. lo hace a la manera realista, puesto el relato del pasado de los personajes
Pero incluso cuando el cine con- que, en cierto modo, encuentra en el en carteles, que lo narran fragmenta-
temporáneo narra historias de lúmpe- falso raccord, de un uso cada vez más riamente, y en las conversaciones te-
nes o de trabajadores, la mirada que radical en los filmes del período, un lefónicas, que se escuchan parcialmen-
tiene de ellos está recortada a su alre- modo de transponer el fantástico de te, con aquellos que formaron parte
dedor. Caetano y Stagnaro inician el Cortázar. Por esto, la imagen que pre- de su mundo en común. Así, en Todo
nuevo cine precisamente con una ima- senta del todo nunca es referencial – juntos, el presente es el tiempo exclu-
gen de los lúmpenes (Pizza, birra, fa- como en el cine de Murúa, de Martí- sivo de la historia, cuya duración pa-
so), pero ésta no aspira a ser una vi- nez Suárez y de Kuhn– sino, muy por rece no transcurrir, como si, por mo-
sión de la sociedad, sino del grupo de el contrario, abstracta. Los venerables mentos, se detuviera, o como si el film
rateros que es objeto del relato. Para todos, film que lleva a su culminación trabajara con la percepción temporal
Lautaro Murúa, en cambio, era preci- una poética de vaciamiento de los tó- propia de aquellos que están sumidos
so concebirlos en el conjunto de lo picos existenciales coetáneos, no deja en el punto mismo de la pérdida amo-
social. Por esto, en Alias Gardelito, el de ser una alegoría sobre las relacio- rosa. En esto, León lleva a un extre-
héroe (Toribio Torres) traba relacio- nes afectivas que se establecen entre mo una idea del tiempo que, en ver-
nes con miembros de todas las clases un grupo y su líder, entre los hombres dad, está en todo el nuevo cine: el
(trabajadores, lúmpenes, prostitutas, fuertes y los débiles, entre esos todos tiempo del relato siempre es un pre-
mujeres de clase media acomodada, que pueden ser venerados o traiciona- sente que avanza, en una suerte de de-
funcionarios vinculados al estado y mi- dos. Con ello, entonces, el film elabo- riva hacia adelante, más bien inconclu-
litares), asumiendo inevitablemente en ra una alegoría sobre la política, pues- sivo; y el tiempo de la historia nunca
ellas posiciones de sumisión o de to que ésta también es, como se sabe, es otro que el presente contemporáneo
dominio, de amo o esclavo. Deudor una forma de la pasión. Se diría que, de los cineastas. El cine de los sesenta,
de la mirada artliana sobre los po- en esa película, Antín vuelve de otro en cambio, trabajaba con una idea no
bres –por la reformulación que de ella modo sobre el problema político (y lineal del tiempo, con un presente atra-
hace Bernardo Kordon en el cuento pasional) del vínculo de mandato y vesado o pautado por capas de pasado
que el film transpone–, Murúa da una obediencia, de dominio y sumisión, (como en Murúa), o con la superposi-
imagen despiadada, porque en los vín- que ya estaba en un film de transición ción flotante de éstas (como en Antín).
culos entre lúmpenes se aloja siempre a la modernidad como El jefe (de Fer-
la traición. Algo de esto hay en el gru- nando Ayala, con guión de David Vi-
po inestable de los lúmpenes de Cae- ñas), y que es, sin dudas, el núcleo de Visibilidad
tano y Stagnaro (como en la secuen- Alias Gardelito. En todos ellos, el pro-
cia en que roban a un mendigo lisia- blema de la política no está desvincu- Los cineastas de la generación del se-
do), ya que entre ellos toda solidaridad lado de los afectos y, en todos ellos senta eran conscientes de que con sus
falta. Sin embargo, cierto deber moral también, la política siempre tiene algo imágenes ampliaban el campo de lo
parece imponerse finalmente en la mi- que ver con el peronismo. visible. La renovación que sabían que
rada del director, cuando uno de los Para el nuevo cine, los afectos ya estaban llevando a cabo era a la vez
héroes (el Cordobés) cumple, aun ago- no poseen esa dimensión pública. To- invención de tópicos propios y regis-
nizante, con el encuentro con la ma- do juntos (de Federico Léon) es, del tro cinematográfico de aquello que no
dre de su hijo. En ese cierre del relato cine contemporáneo, el film más in- había sido visto. Por esto, la impronta
el realismo de los noventa presenta un tenso en el tratamiento de las pasio- documental de una parte del cine de
los sesenta fue ciertamente una irrup- tampoco elaboran hipótesis sobre el el cine argentino en general), aun cuan-
ción en un horizonte de visibilidad mismo, aunque se trate de la huida de do los filmes de ese período sean in-
muy restringido en el cine de los es- un campo de detención clandestino de dudablemente antitéticos a los de los
tudios que, en su mayoría, adaptó re- la última dictadura militar. En ese film, jóvenes. La imposición del nuevo ci-
latos de la literatura extranjera. En la mirada de Caetano se asemeja, por ne no ha dependido tampoco de la am-
efecto, durante el primer peronismo, ejemplo, a la de Rodrigo Moreno en pliación de los límites de un campo
los cineastas, de la mano de los pro- El custodio, aunque en uno se trate de de visibilidad restringido, precisamente
ductores, habían encontrado en la un episodio vinculado a un aconteci- porque éste no posee, en los años no-
transposición, básicamente de la lite- miento de la política nacional y en el venta, aquellos controles (estatales)
ratura del siglo XIX, un modo de res- otro de la vida de un personaje anóni- que, como respuesta, acercaron a la
ponder a las exigencias estatales. Así mo, común; por lo demás, ambas pe- generación del sesenta a la línea más
conseguían obtener apoyo económico lículas se oponen en todo. La absten- radical de las vanguardias. El nuevo
para filmar historias que, al evitar to- ción es parte de una poética genera- cine, por el contrario, tiene lugar en
da referencia a la coyuntura política cional y, en esto, nada vincula a los una situación audiovisual que no pre-
contemporánea, encontraban una pa- contemporáneos con los modernos. senta restricciones y que ofrece una
radójica, y transitoria, autonomía de Se diría que el nuevo cineasta es gran disponibilidad de medios. Este
realización al mismo tiempo que res- menos consciente de los efectos dis- contexto no ha favorecido discusiones
petaban los controles del Estado. cursivos de sus filmes que el autor de estéticas entre los nuevos cineastas, ni 33
Ese cine deliberadamente neutro, la modernidad, cuya autoconciencia posiciones de grupo. Por esto, nueva-
realizado en un estado de caída de la tendía a pre-verlo (y a controlarlo) to- mente, la necesidad de la crítica, no
industria, era aquel contra el cual los do. No sorprende entonces que en los sólo por la legitimación y la exégesis,
nuevos directores proyectaron el pro- filmes de la nueva generación no ha- sino porque ha asumido, o creado, esas
pio, en el tiempo de larga duración ya figuras de cineasta,2 ni discusiones discusiones que faltan. El nuevo cine
del aprendizaje cinéfilo. De allí que la sobre las funciones del cine, como en argentino no parece poder pensarse sin
abundancia de imágenes de villas mi- Dar la cara (de José Martínez Suá- ella.
seria, de basurales, de quemas, así co- rez), una de cuyas historias gira en
mo una fortísima referencia urbana, se- torno a la lucha de un joven cineasta
an menos influencia del neorrealismo por autonomizarse de las imposicio-
que una suerte de exigencia documen- nes de su padre, vinculado a la indus-
tal a la que históricamente respondió tria cinematográfica. La intelección de
gran parte del cine moderno argentino. las películas del cine de los noventa
2. Salvo en Otra vuelta, de Santiago Palavecino
El cine de los noventa hereda esa parece haber quedado, pues, del lado que es un film construido en una relación de
impronta. Pero esta vez su presencia de la crítica, puesto que ella no es ofre- intertextualidad con la literatura y el cine mo-
no ha dependido de un contexto polí- cida por completo en el mundo mis- dernos.
tico (como el peronismo para los ci- mo que los cineastas dan a ver. De 3. Además de los críticos de cine (como José
Agustín Mahieu, Roberto Raschella, Enrique Ra-
neastas de los sesenta) respecto del allí que la legitimación del nuevo cine ab y otros) la generación del sesenta tuvo su
cual las posiciones de los realizado- haya dependido de una alianza entre crítico en Simón Feldman, joven cinéfilo que,
res, o sus ideas del cine, habrían ad- realizadores y críticos, fructuosa para con otros, inicia el nuevo cine con su cortome-
quirido cierta homogeneidad. Aquello ambos, ya que los últimos se ocupa- traje El negoción (1957) y que, a posteriori,
escribe La generación del sesenta (Buenos Ai-
que en los filmes del nuevo cine ha ron de las exégesis necesarias al mis- res, Legasa, 1990), libro que aún es fundamen-
sido interpretado como consecuencias mo tiempo que encontraban, y consti- to de todos los estudios que hoy se realizan de
del fenómeno histórico del menemis- tuían, un objeto que respondía a sus ese cine. La nueva generación, en cambio, cuen-
mo es una operación de lectura de la intereses intelectuales. Por el contra- ta ya con trabajos serios y de conjunto, como el
libro publicado por los críticos de FIPRESCI
crítica más lúcida antes que decisio- rio, como se sabe, el cine moderno (Quintín, Gustavo Castaña, Leonardo D’Espó-
nes deliberadas de registro de una épo- tuvo en la actividad crítica de los mis- sito, Paula Félix-Didier, Leandro Listorti, Eze-
ca, por parte de los directores. Nada mos cineastas gran parte de su funda- quiel Luka, Luciano Monteagudo, Pablo Scholz,
más lejos del nuevo cineasta que ela- mentación.3 Pablo Suárez), Nuevo cine argentino. Temas,
autores y estilos de una renovación, editado
borar con sus filmes interpretaciones No podría decirse, entonces, que por Horacio Bernades, Diego Lerer y Sergio
de ese período político por medio de el nuevo cine haya irrumpido en la Wolf, ed. Tatanka, 2002; el importante estudio
sus efectos en el presente; más bien se escena audiovisual contemporánea, de Gonzalo Aguilar, Otros mundos. Un ensayo
trata de la mostración fragmentaria, porque la nueva formación es muy in- sobre el nuevo cine argentino (Buenos Aires,
Santiago Arcos, 2006. Biblioteca Kilómetro
errática, de un presente, que pertenece clusiva de los futuros cineastas en el 111); y un libro italiano (escrito en gran parte
a un mundo reducido, al que los di- medio y porque el cine inmediatamen- por críticos argentinos como David Oubiña, Sil-
rectores se atienen casi exclusivamen- te anterior nunca constituyó para ellos via Schwarzböck, Raúl Manrupe, Gustavo No-
te. Cuando miran hacia atrás y narran un frente al que oponerse. Es proba- riega, F. M. Peña y G. Aguilar), Il cinema ar-
gentino contemporaneo e l’opera di Leonardo
historias de otro momento histórico, ble incluso que muchos de los nuevos Favio, editado por Pedro Armocida, Daniele
como en el caso de Crónica de una realizadores no conocieran, al comen- Dottorini y Giovanni Spagnoletti (Venecia, Mar-
fuga (la última película de Caetano), zar a filmar, el cine de los ochenta (ni silio Editori, 2006).
La nostalgia de las ruinas Proyecto
Documenta 12

Andreas Huyssen ¿Es la modernidad


nuestra antigüedad?

34
forma acompañó la modernidad occi-
dental en olas que se sucedieron des-
de el siglo XVIII. Pero en los últimos
quince años, una extraña obsesión con
las ruinas se ha desarrollado sobre to-
do en países europeos, como parte de
un discurso más extenso sobre la me-
moria y el trauma, el genocidio y la
guerra. Mi hipótesis es que esta obse-
sión con las ruinas encubre la nostal-
gia por una etapa temprana de la mo-
dernidad, cuando todavía no se había
desvanecido la posibilidad de imagi-
nar otros futuros. Está en juego una
nostalgia por la modernidad que, des-
pués de las catástrofes del siglo XX y
las heridas todavía abiertas de la colo-
nización interna y externa, no se atre-
ve a pronunciar su nombre. Pese a to-
do, persiste la nostalgia por algo per-
dido cuando tocó fin una forma
temprana de modernidad. Su cifra es
la ruina.
El diccionario Webster define nostal- explicación: la nostalgia se opone y
gia como homesickness o longing for corroe las nociones lineales de pro-
far away or long ago. La palabra está greso, tanto las que responden a la dia- El delirio por las ruinas
compuesta por nostos (hogar) y algia léctica como filosofía de la historia
(pérdida, deseo). El significado prima- como a la modernización social eco- Cuando las promesas de la moderni-
rio de la palabra remite a la irreversi- nómica. El deseo nostálgico por el pa- dad yacen en pedazos como ruinas,
bilidad del tiempo: algo en el pasado sado es siempre deseo de otro lugar. cuando nos referimos tanto literal co-
que ya no puede alcanzarse. Desde el Por eso, la nostalgia puede ser una es- mo metafóricamente a las ruinas de la
siglo XVII europeo, con la emergen- pecie de utopía invertida. En el deseo modernidad, a la historia cultural se le
cia de un nuevo sentido de la tempo- nostálgico se unen la temporalidad y plantea una pregunta clave: ¿qué le da
ralidad, caracterizado cada vez más por la espacialidad. La ruina arquitectóni- forma a nuestro imaginario de las rui-
la radical asimetría de pasado, presen- ca despierta la nostalgia porque com- nas en el comienzo del siglo XXI y
te y futuro, la nostalgia como deseo bina de modo indisoluble los deseos cómo se ha desarrollado históricamen-
de un pasado perdido se ha transfor- temporales y espaciales por el pasado. te? ¿Cómo es posible que hablemos
mado en un mal moderno.1 Este sen- Por eso, la ruina fue y sigue siendo un de una nostalgia por la ruinas si recor-
tido predominantemente negativo de impulso poderoso de la nostalgia. 1. Svetlana Boym, The Future of Nostalgia, New
la nostalgia en la modernidad tiene una El culto de las ruinas en una u otra York, Basic Books, 2001.
damos al mismo tiempo las ciudades Norte recibe su fuerza de una imagi- visiones de futuros diferentes.
bombardeadas de la segunda guerra, nación anterior que se desarrolló fren- Para vincular el concepto abstrac-
Rotterdam y Coventry, Hamburgo y te a las ruinas de la antigüedad clási- to de autenticidad con la concreción
Dresden, Varsovia, Stalingrado y Le- ca? ¿Cuál es la relación de este ima- de las ruinas y su imaginario, me apo-
ningrado? Los bombardeos no produ- ginario de las ruinas con las obsesiones yo en la idea de que tanto la ruina en
jeron simplemente ruinas. Produjeron acerca de la preservación urbana, las su sentido pleno como la noción de
escombros. Sin embargo, el mercado reconstrucciones, el retrofashion y to- autenticidad son tópicos centrales de
está saturado de sorprendentes libros do lo que parece expresar el miedo o la modernidad misma, más que preo-
de fotografías y de films (documenta- la negación del carácter destructivo del cupaciones que ocuparon sólo al tar-
les y de ficción, como La caída) con tiempo? Nuestro imaginario de las rui- dío siglo XX. La modernidad como
las ruinas de la segunda guerra. En nas puede ser claramente leído como ruina fue un tópico central antes del
estos productos, los escombros esteti- un palimpsesto de múltiples represen- siglo XX y ciertamente antes del post-
zados se transforman en ruinas. taciones y acontecimientos históricos; modernismo. Lo que provocativamente
La nostalgia está en juego en el la intensa preocupación por las ruinas llamo la ruina auténtica no debe en-
Atlántico Norte cuando se observan forma parte de una corriente actual que tenderse como una esencia ontológica
los restos en decadencia de la edad privilegia la memoria y el trauma, tan- de la ruina, sino más bien como una
industrial y sus ciudades empequeñe- to dentro como fuera de la academia. constelación significativa tanto con-
cidas, en las pretéritas zonas indus- Aceptada esta sobredeterminación ceptual como arquitectónica que de- 35
triales de Europa, la ex Unión Sovié- ejercida en nuestra imaginación y con- signa momentos de decadencia y dis-
tica, los Estados Unidos: plantas auto- ceptualización de las ruinas, quisiera gregación ya en los comienzos de la
motrices abandonadas en Detroit, preguntarme si puede existir una “au- modernidad en el siglo XVIII. Así co-
monstruosos hornos de fundición de téntica” ruina de la modernidad como mo el imaginario de las ruinas, lejos
acero en la cuenca del Ruhr integra- objeto de una nostalgia reflexiva. Tra- de ser un producto final, fue creado
dos hoy en los parques, gigantescos taré de responder esta pregunta remon- en la modernidad temprana, la noción
conglomerados industriales del carbón tándome a un imaginario de las ruinas de autenticidad es un concepto histó-
y del acero en Europa oriental rodea- que se desarrolló en el siglo XVIII en rico producido, como la nostalgia, por
dos de ciudades fantasma, cifras del la querella entre antiguos y modernos, la modernidad, y no se refiere a una
fin del socialismo. Tales ruinas y su que continuó en el romanticismo a tra- esencia trascendente atemporal ni a un
representación en libros de fotografí- vés del privilegio otorgado a los orí- estado de gracia premoderno. Unida
as, películas y exposiciones son un cla- genes nacionales, para terminar en el en el arte y la literatura del siglo XVIII
ro signo de nostalgia por los monu- actual turismo de ruinas. Una clave de a las nociones de autoría, genio, origi-
mentos de una arquitectura industrial mi argumento será la obra de Giovan- nalidad, individualidad, carácter úni-
correspondiente a un pasado donde una ni Battista Piranesi, que considero una co y subjetividad, la idea de autentici-
cultura pública unía el trabajo y su de las articulaciones más radicales de dad acumuló deseos e intensidades
organización política. Sentimos nos- la problemática de las ruinas dentro cuanto más se vio amenazada por la
talgia por las ruinas de la modernidad de la modernidad más que después de alienación, la inautenticidad y la re-
porque todavía parecen transmitir una ella. Mi interés en Piranesi y sus rui- productibilidad. Como término en un
promesa que se ha desvanecido en nas podría ser nostálgico –de una mo- amplio campo semántico, alcanzó su
nuestra época: la promesa de un futu- dernidad secular que comprendió en apogeo en la segundad mitad del siglo
ro diferente. Esa nostalgia por las rui- profundidad las agresiones del tiempo XX, en paralelo con el florecimiento
nas de lo moderno puede ser llamada y las potencialidades del futuro, la des- de nostalgias de todo tipo, y hoy cir-
reflexiva, en el sentido en que Svetla- tructividad de la dominación y las trá- cula como retroautenticidad, recons-
na Boym emplea el término, y refuta gicas debilidades del presente. Una trucciones auténticas y “consultorías
el incisivo juicio de Charles Maier so- comprensión de la modernidad que de autenticidad” en la web, fenóme-
bre la nostalgia que es a la memoria –de Piranesi y los románticos a Baude- nos todos que implícitamente niegan
lo que el kitsch es al arte. Boym escri- laire, la vanguardia histórica y después– lo que dicen ser. Al mismo tiempo, la
be: “La nostalgia reflexiva valoriza los produjo formas enfáticas de crítica y autenticidad está atravesando tiempos
fragmentos de memoria y temporaliza compromiso, así como arrebatadoras difíciles en el discurso intelectual. De
el espacio… Revela que el deseo y el expresiones artísticas. Adorno a Derrida, ha sido denigrada
pensamiento critico no se oponen, del En estos casos, como en cualquier como ideología o metafísica, vincula-
mismo modo en que los recuerdos forma de la nostalgia, es difícil trazar da a la jerga de la Eigentlichkeit, la
afectivos no nos absuelven de sentir una línea entre el lamento sentimental pseudoindividualización y los engaños
compasión, reflexionar críticamente o sobre la pérdida y la reivindicación de la presencia.
juzgar”.2 crítica de un pasado a fin de construir Sin embargo no estoy convencido
La fascinación actual con las rui- alternativas futuras. Pero Piranesi pue- de abandonar totalmente el concepto,
nas industriales suscita otra pregunta. de ofrecernos lecciones en el momen- y me apoyo en el hecho de que inclu-
¿En qué medida el enamoramiento de to en que reflexionamos sobre la pér-
las ruinas en los países del Atlántico dida de la modernidad temprana y sus 2. S. Boym, cit., p. 49.
so Adorno, uno de los críticos más que lo nuevo parezca viejo, en vez de ruinas de la antigüedad, pero su obje-
radicales de la forma post-1945 de la que lo viejo parezca nuevo. Las mo- tivo era la totalidad de un estilo más
Eigentlichkeit, siguió refiriéndose a la das de reproducción retro hacen que que la primacía del montaje, la dis-
autenticidad del arte de vanguardia co- cada vez sea más difícil reconocer lo persión y el fragmento como sucede
mo negación radical. La suya es una que es genuinamente viejo en una cul- en la modernidad. No es necesario sus-
noción de autenticidad consciente de tura de preservación y restauración. cribir una metafísica de la historia pa-
su propia historicidad. Así ubico la Alexander Kluge lo dijo en una oca- ra descubrir el campo del modernis-
“auténtica ruina” de la modernidad en sión de manera reveladora: se trata de mo clásico como un paisaje fascinan-
el siglo XVIII y trataré de demostrar “la ofensiva del presente sobre el res- te y tornadizo de ruinas, resto del
que este imaginario temprano todavía to del tiempo”. intento de crear una totalidad diferen-
habita nuestros discursos sobre las rui- te que, en la arquitectura, recibió el
nas de la modernidad. Al mismo tiem- nombre de International Style.
po, reconozco que el siglo XX produ- Autenticidad y nostalgia Como producto de la modernidad
jo un imaginario muy diferente, que y no de un profundo pasado premo-
ha arrojado en la obsolescencia el ima- En el siglo XX tardío, como lo sostu- derno, la autenticidad es análoga al au-
ginario temprano sobre las ruinas au- vo Lyotard, la arquitectura y la filoso- ra benjaminiana. La originalidad y el
ténticas. Incluso las ruinas genuinas fía están en ruinas, y nos dejan sola- carácter único, que caracterizan la obra
36 (echt, en alemán, para diferenciar de mente la opción de “escribir sobre las de arte aurática, se convirtieron en ca-
auténtico) se han metamorfoseado. El ruinas” como una especie de microlo- tegorías privilegiadas en el romanti-
rasgo de decadencia, erosión y vuelta gía.3 Si esto es así, surge la pregunta cismo, período que ya estaba invadi-
a la naturaleza, central en las ruinas sobre si toda la tradición del pensa- do por reproducciones, traducciones y
del siglo XVIII y sus encantos román- miento moderno hasta alcanzar el pos- copias de todo tipo. Igualmente, el va-
ticos, se elimina cuando las ruinas ro- modernismo no está oscurecida por lor ideológico de la autenticidad se ele-
manas son desinfectadas y empleadas una imaginación catastrofista y un vó en proporción al crecimiento de la
como escenario para una ópera al aire imaginario de ruinas que acompañó la tendencia inherente a la cultura de la
libre, como sucedió en las de Caraca- trayectoria de la modernidad desde el imprenta hacia la reproducción y la
lla; cuando las ruinas de un castillo siglo XVIII. Las piezas arquitectóni- repetición. Incluso en la transición del
medieval o de mansiones decadentes cas destruidas o en decadencia pare- modo de producción fordista al post-
de siglos posteriores son restauradas cen ser un tópico indispensable de es- fordista puede detectarse el intento, por
para convertirse en sedes de conferen- ta tradición. Diferentes tipos de ruinas medio de la adaptación a los gustos
cias, hoteles o alquileres temporarios verdaderas ofrecen sus pantallas para del comprador y usuario, de dotar a
(los paradores españoles y el Land- que la modernidad proyecte una arti- las mercancías de algún rastro de au-
mark Trust en el Reino Unido); cuan- culación de temporalidades asincróni- tenticidad y carácter único. El aura y
do las ruinas industriales se convier- cas (Koselleck) y su obsesión con el la autenticidad son análogas. Ambas
ten en centros culturales; o cuando un paso del tiempo.4 Si, como afirmó deben ser encuadradas no ontológica
museo como el Tate Modern se insta- Benjamin, en el reino del pensamien- sino históricamente. El decisionismo
la en una usina en el South Bank del to la alegoría corresponde a la ruina modernista declaró la muerte de am-
Támesis. La autenticidad misma se ha en el reino de las cosas, ello implica bas. Pero ambas han resistido a todas
convertido en parte de la preservación que un principio productivo del arte, las formas de la crítica ideológica.
museificante, hecho que sólo logra in- la literatura y la arquitectura moder- El deseo de lo aurático y lo autén-
crementar la nostalgia. nas está a priori dirigido hacia lo rui- tico siempre reflejó el temor a la inau-
Las “ruinas auténticas”, como exis- noso.5 De modo análogo, para Ador- tenticidad, la ausencia de sentido exis-
tían todavía en los siglos XVIII y XIX, no las obras modernas más auténticas tencial y de originalidad. Cuanto más
ya no tienen lugar en la cultura mer- son las que objetiva y formalmente es- consideramos toda imagen, palabra y
cantil y memorialista del capitalismo tán determinadas por un presente en sonido como mediados, tanto más de-
tardío. Las cosas, transformadas en ruinas. La ruina arquitectónica se des- seamos lo auténtico e inmediato. El
mercancías, envejecen mal. Se vuel- taca vacilante en el fondo de una ima- modo de este deseo es la nostalgia.
ven obsoletas, son tiradas a la basura ginación estética que privilegia el frag- Hay una fractura entre la comproba-
o recicladas. Los edificios son destrui- mento y el aforismo, el collage y el ción intelectual de la obsolescencia del
dos o restaurados. En la era del turbo- montaje, el despojo de ornamentos y concepto y la vitalidad del deseo por
capitalismo, las cosas tienen pocas po- la reducción del material. Quizás esté
3. Jean François Lyotard, Heidegger and the
sibilidades de envejecer y convertirse aquí el secreto clasicismo del moder- Jews, Minneapolis, University of Minnesotta
en ruinas y esto, irónicamente, sucede nismo que, bien diferente del clasicis- Press, 1990, p. 43.
cuando la edad promedio de la pobla- mo del siglo XVIII en su codificación 4. Reinhart Koselleck, Future Past: On the Se-
ción aumenta. La ruina del siglo XXI de tiempo y espacio, sin embargo pre- mantics of Historical Time, New York, Colum-
bia University Press, 2004.
es detritus o restauración. En este úl- dica sobre un imaginario de ruinas. El 5. Walter Benjamin, The Origin of Tragic Ger-
timo caso, la edad real ha sido elimi- clasicismo de la era de Winckelmann man Drama, London, New Left Books, 1977,
nada por un lifting inverso: se hace y Goethe se constituyó a través de las p.178.
lo auténtico. Este deseo de autentici- de una autenticidad profunda materia- ría de la modernidad que quiera supe-
dad puede ser visto como el deseo de lizada en las ruinas de un pasado glo- rar el triunfalismo del progreso y la
los medios y de la cultura mercantil rioso, planteo la idea de una ruina au- democratización o el deseo de retorno
por su otro. La reality-tv es su expre- téntica como producto de la moderni- a un pasado de poder y grandeza. Con-
sión patética. Cocina auténtica, ropa dad misma más que como vía regia tra el optimismo de la ilustración, el
auténtica, identidades auténticas… Pe- hacia un origen incontaminado. imaginario moderno de ruinas es cons-
ro, a partir de una crítica del concep- Nunca estamos demasiado lejos de ciente del lado oscuro de la moderni-
to, sabemos que la propuesta de orí- la nostalgia cuando se habla de auten- dad, lo que Diderot llamaba la inevi-
genes estables y de un telos histórico ticidad o de ruinas románticas. La crí- table “devastación del tiempo” visible
nunca está demasiado lejos cuando tica política de la nostalgia por las rui- en las ruinas. Articula la pesadilla de
suena la melodía de la autenticidad. nas como regresión corresponde a la la ilustración: que toda historia puede
Lo mismo vale para el discurso sobre crítica filosófica de la autenticidad co- finalmente ser aplastada por la natura-
las ruinas, que ha jugado un rol cen- mo fantasma que pretende fundar iden- leza, un temor suscintamente represen-
tral en la legitimación de las reivindi- tidades estables. Pero tal crítica pasa tado en el famoso grabado “El sueño
caciones del poder en los estados-na- por alto la fundamental ambigüedad de la razón produce monstruos”.
ciones modernos. de la ruina, de la nostalgia y de lo
Más aún, las ruinas románticas ga- auténtico. Aunque sea completamente
rantizan orígenes y prometen autenti- justo criticar el mercado de la nostal- Giovanni Battista Piranesi 37
cidad, inmediatez y autoridad. Sin em- gia y su instrumentación ideológica de
bargo, aquí se enfrenta una paradoja. las reivindicaciones de autenticidad, no Un grabado de Goya puede establecer
En el caso de las ruinas, lo que estaría es suficiente identificar el deseo de au- un nexo con Piranesi, el maestro de
presente y sería transparente en su pre- tenticidad con la nostalgia y descar- las ruinas del siglo XVIII. La ambi-
tensión de autenticidad es sólo una au- tarlo como una enfermedad cultural, güedad del título de Goya es famosa.
sencia. Es el presente imaginado de como lo hace Susan Stewart en su li- “El sueño de la razón” significa al mis-
un pasado que hoy sólo puede captar- bro On Longing.6 Tampoco es sufi- mo tiempo que la razón duerme y sue-
se en su descomposición. Por eso la ciente afirmar que la imaginación mo- ña, un motivo que luego pasará a la
ruina es un objeto de nostalgia. Aun derna de las ruinas se vincula con lo dialéctica de la ilustración. Hay, ade-
cuando la ruina moderna no se agota sublime sólo como expresión de fan- más, otra lectura. Imaginemos que la
en la semántica de su pasado, de su tasías de poder y dominación, aunque figura que duerme y sueña o que sólo
temporalidad que indica su pretérita éste sea el caso de la teoría de Albert duerme, apoyado sobre su mesa de tra-
gloria y grandeza, se diferencia clara- Speer sobre el valor de las ruinas. Ta- bajo donde descansan los instrumen-
mente de las pretensiones de plenitud les críticas reductivas pierden la di- tos de escritura, es la del artista que
y presencia que siempre están en jue- mensión que caracteriza todo imagi- imagina otra razón, es decir que ima-
go en el discurso de la autenticidad. nario de ruinas: su poco nostálgica gina el mismo grabado que estamos
Hay que subrayar que las pretensio- conciencia de la transitoriedad de la viendo. Supongamos que la figura de
nes de autenticidad están a menudo grandeza y el poder, su advertencia a Goya sea Piranesi en el momento en
contaminadas por dudas que deben la hubris imperial y la remembranza que sueña la forma de las ruinas tal
compensarse por una más intensa pro- de la naturaleza en toda cultura. como pasarán a sus grabados. Si su-
ducción de mito. Por eso, algunos di- Lo que está en juego en la “autén- brayamos en “sueño” el aspecto de
rían que la auténtica autenticidad sólo tica ruina de la modernidad” no es sim- fantasía y representación más que el
fue posible en tiempos en que el mun- plemente el carácter genuino (Echtheit) de dormir, sería posible leer a Pirane-
do habría sido más transparente y no de una ruina, ni su suprahistórico me- si como el creador de un auténtico
habría estado oscurecido por la som- mento mori. Lo genuino cono natura- imaginario de ruinas que revela algo
bra de los mass-media y sus represen- lidad opuesta a la artificialidad y el central de la modernidad y sus repre-
taciones distorsionadas. En el campo fingimiento –un tópico central de la sentaciones.
de la antropología y otras disciplinas estética del siglo XVIII y de su cultu- Los grabados de Piranesi, que nos
culturales, esas proyecciones de auten- ra burguesa– es un criterio empírica- llegan desde el centro de la edad de la
ticidad produjeron fantasmas ideoló- mente verificable de la ruina; y el me- razón, son una crítica y una perspec-
gicos –la autenticidad de los arcaicos mento mori no es una dimensión ex- tiva diferente sobre la modernidad que
y primitivos, el privilegio de la comu- clusivamente moderna. Sólo podemos siempre se irguió contra la creencia
nidad auténtica opuesta a la anomia y referirnos a la moderna autenticidad ingenua en el progreso y la elevación
la artificialidad de las sociedades mo- de las ruinas si las observamos estéti- moral de la humanidad. Aunque la
dernas. En especial en el caso de la ca y políticamente como cifra arqui- imagen pesadillesca de Piranesi tuvo
invención postiluminista de los oríge- tectónica de las dudas espaciales y una fuerte influencia sobre la literatu-
nes e identidades nacionales, el presente temporales que la modernidad ha al- ra romántica, las imágenes románticas
moderno pareció muchas veces una rui- bergado siempre. de ruinas en el siglo XIX tendieron a
na de la autenticidad de un pasado más Un imaginario de ruinas –esa es
simple y mejor. Oponiéndose a la idea mi tesis– es central en cualquier teo- 6. Durham, Duke University Press, 1993.
su domesticación y embellecimiento quitectura irrealizable y un tour de for- tal Palladio y que yo siempre tuve fren-
a través del recurso al pintoresquis- ce del dibujo? Para Piranesi tanto co- te a mis ojos”.10
mo. No es casual que la obra de Pira- mo para Adorno (que nunca escribió Acá está en juego el efecto subje-
nesi fuera entusiastamente redescubier- sobre Piranesi) la autenticidad es re- tivo alcanzado por la representación,
ta en el siglo XX, a menudo en un chazo de la totalidad y de la clausura la producción de fantasmas que las rui-
contexto reductivo que interpreta sus clásica. Las ruinas auténticas en Pira- nas hacen retornar a la vida. Ruinas
Carceri como anticipaciones del uni- nesi y las obras auténticas en Adorno que hablan e invaden los sentidos con
vers concentrationnaire del fascismo señalan una ausencia, la utopía que no imágenes arquitectónicas que incluyen
y el Gulag comunista; o también que puede ser nombrada en Adorno, la pe- no sólo las vistas de la Roma antigua,
estos grabados mostrarían la caída sadilla distópica inscripta en la utopía sino también las Carceri. Especial-
existencial del individuo moderno neoclásica para Piranesi. El tour de for- mente en su segunda y más oscura ver-
frente a los sistemas superpoderosos ce en el arte de Piranesi señala el mo- sión, las Carceri muestran estrecha afi-
descriptos en las novelas de Kafka. mento de coerción y violencia implíci- nidad con los grabados de las ruinas.
Tales lecturas pasaban por alto la to en toda autenticidad como portadora En su configuración espacial, las Car-
conexión íntima entre las fantasías car- de autoridad. Las obras auténticas son, ceri pertenecen a la antigüedad imagi-
celarias de Piranesi y su documenta- para Adorno, fragmentarias; su logro nada por Piranesi más que a los cam-
ción de archivo sobre las ruinas del está en no alcanzar su término, y su pos de concentración del siglo XX o
38 imperio romano que constituye una “fracaso es la medida de su éxito”,8 las cárceles panópticas de las socieda-
parte mayor de su obra. Los historia- obras como las de Lenz, Hölderlin, des industriales. Los elementos de la
dores del arte tendieron a interpretar Kleist o Büchner “que sucumbieron al arquitectura romana, tales como arca-
las Carceri como la extraña obra de terror del desprecio idealista”.9 das de columnas, amplios despliegues
un joven artista, mientras discutían el Populares primero en Francia e In- de escaleras, grandes bustos, escultu-
lugar de Piranesi en la querella del glaterra, los grabados de Piranesi, tan- ras funerarias e inscripciones latinas,
siglo XVIII sobre si la arquitectura to las Carceri como las ruinas anti- llenan las cárceles de Piranesi hasta
culminaba en la ateniense o la roma- guas, sufrieron un destino parecido en sus rincones más remotos. Por su
na. Esta pregunta fue seguramente cen- porque eran irreconciliables con la idea estilo de representación, las cárceles
tral en el trabajo de archivo de Pirane- post-winckelmaniana de clasicismo y tanto como las ruinas de Roma perte-
si, en Roma y sus alrededores, pero también con la visión arnoldiana de la necen, sin embargo, a una moderni-
concentrarse exclusivamente en este antigüedad como dulzura y luz. dad actual tanto como al siglo XVIII.
debate impide rendir tributo al hecho La culminación de la arquitectura Para inscribir entonces las Carceri
de que muchas variaciones de las Car- auténtica está, para Piranesi, en los en el moderno imaginario de ruinas
ceri se extienden a lo largo de toda la templos monumentales, los palacios, debemos focalizar sobre aquello que,
vida de Piranesi. Y también pierde de los arcos triunfales y las tumbas de la pese a todas las afinidades, diferencia
vista el hecho de que las versiones tar- Via Appia. En sus muchos volúmenes las ruinas romanas de los grabados de
días de las Carceri son visualmente de grabados capturó sus restos gigan- prisiones y ejerce una productiva ten-
muy parecidas a los grabados que tie- tescos con precisión de un archivista sión entre ambos. Las ruinas están en
nen como tema las ruinas romanas. y estilo decididamente único, desde exteriores, en el paisaje urbano de Ro-
Apoyado en estudios alternativos Prima Parte de Architetture e Pros- ma y sus alrededores, la Campania.
de la obra de Piranesi, me gustaría ar- pettive (1743) y las Varie Vedute di Su erosión y decaimiento natural pro-
gumentar que es posible entender su Roma (también de ese año) a los cua- viene de ese aspecto central del ima-
imaginario de ruinas sólo si leemos su tro volúmenes de Le antichità Roma- ginario de ruinas que Simmel subrayó
archivo de grabados de las ruinas ro- ne (1756) y Della Magnificenza ed Ar- muy bien: el regreso de la arquitectu-
manas junto a sus espacios imagina- chitettura de‘Romani (1761). Aun en ra a la naturaleza.
rios de arquitectura carcelaria. Sólo ha- su decadencia, la monumentalidad y Lo que en Simmel aparece, de mo-
ciéndolo podremos hablar de un au- el carácter sublime de estas ruinas del do demasiado romántico, como una re-
téntico imaginario de ruinas con un pasado son más impresionantes que el conciliación de espíritu y naturaleza
sentido histórico preciso. Tanto las cár- presente miserable que le niega a Pi-
celes como las ruinas son artificios. ranesi cualquier posibilidad real de 7. T. W. Adorno, Aesthetic Theory, Minneapo-
Eso es lo que constituye su autentici- construir en gran estilo. Piranesi mo- lis, University of Minnesotta Press, p. 106. “An
dad dentro de una visión oscura de viliza todos los recursos para alcanzar den authentischesten Werken wäre der Nachweis
una modernidad que todavía se siente la mise en scène monumental de sus des tour de force, der Realisierung eines Unrea-
lisierbaren zu erbringen” (Ästhetische Theorie,
tocada por las sombras del glorioso ruinas. En la dedicatoria a Prima Par- Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1970, p. 163).
pasado romano. Adorno define esta au- te di Architetture de 1743, se lee: “Os 8. T. W. Adorno, Beethoven: The Philosophy of
tenticidad en su Teoría estética: “La diré solamente que tales imágenes me Music, Stanford University Press, 1998, p. 220.
prueba del tour de force, la realiza- han colmado el espíritu, estas ruinas 9. T. W. Adorno, Aesthetic Theory, cit., p. 63;
“…die unterm Terror des Idealismus der Ge-
ción de lo irrealizable puede ser pro- que hablan, cuyos símiles es difícil al- ringschätzung verfielen” (ÄT, p. 99).
porcionada por las obras más auténti- canzar con el dibujo, aunque sea exac- 10. G. B. Piranesi, Catalogue, New York, 1972,
cas”.7 ¿Qué son las Carceri sino ar- tísimo, como los que realizó el inmor- p. 115.
nes. Por el contrario, trabajando con
una iconografía carcelaria ya desarro-
llada, las Carceri son espacios experi-
mentales”.13 Piranesi se interesa en la
cárcel como modelo de un gran espa-
cio interior cuya representación inde-
pendiza la fantasía del artista de cual-
quier limitación realista. Como ya lo
había hecho en algunas de las fantasí-
as arquitectónicas de Prima Parte, Pi-
ranesi cancela las leyes del espacio eu-
clidiano. Unidades de espacio cons-
truido se conectan atectónica e
ilógicamente. Cualquier de sus graba-
dos tiene varias perspectivas diferen-
tes, de modo tal que la mirada del es-
pectador nunca reposa. Cuanto más se
acerca, más se confunde. En un deta- 39
llado análisis de la estructura arqui-
tectónica de las Carceri, Ulya Vogt-
Göknil demostró de qué modo los es-
pacios tridimensionales se transforman
en planos bidimensionales, y cómo las
profundidades y los anchos son acor-
tados. Especialmente extraña es la re-
lación entre el espacio y una rara luz
que parece producir oscuridad. Los ra-
yos de luz abandonan su trayecto na-
tiene rasgos siniestros en Piranesi.11 típica construcción espacial de la pri- tural, se doblan y describen curvas,
Los muros y la tierra están unidos or- sión no está definida por la ausencia circulan alrededor de las cosas, desli-
gánicamente y pareciera que las rui- de espacio sino, paradójicamente, por zándose de un objeto a otro, incluso
nas surgen de las entrañas de la tierra. la apertura del espacio hacia el infini- saltando por sobre los espacios inters-
La erosión de algunos de los edificios to.12 Pasajes, escaleras y salas parecen ticiales. Pareciera que las paredes chu-
es una amenaza sublime tanto como dispersarse en todas direcciones y care- paran la luz en lugar de reflejarla. To-
las hostiles y poco hospitalarias for- cen de clausura espacial. La posibilidad das la reglas de lo tectónico y de la
maciones rocosas. Misteriosamente, si- de un exterior (incluso no representado) perspectiva central están derogadas.
niestramente, la erosión y la decaden- no está excluida. Ciertamente, la luz na- Horace Walpole ya anotaba: “Él ima-
cia de estos monumentos y restos de tural que ilumina las prisiones indica, ginó escenas que sorprenderían a la
edificios gigantescos se inclinan vaci- indirectamente, el espacio exterior. Las geometría”.14 Y en su Italienische Rei-
lantes sobre un presente reducido y Carceri son tan fascinantes porque su se, Goethe subrayó la diferencia entre
mezquino. Como si las voces de los temporalidad y su espacialidad son in- su percepción de las ruinas reales y
muertos hablaran a través de las imá- definibles. Así como la oposición de pro- los efectos que produce Piranesi me-
genes de ruinas. En lugar de una na- ximidad y distancia parece abolida por diante la fabulación.15
ture morte, Piranesi nos da una archi- las confusas configuraciones espaciales, En contra de algunas posiciones,
tettura morta, que no sólo le recuerda los bordes entre pasado, presente y fu- tales observaciones no deben atribuir-
al presente su propia transitoriedad, si- turo no siempre se distinguen. se a una falta de habilidad del artista
no que también le advierte sobre un Sabemos que Piranesi recibió la in-
olvido culturalmente destructivo del fluencia de los decorados teatrales ba- 11. Georg Simmel, “Die Ruine”, in Philosop-
pasado. rrocos realizados para representar dra- hische Kultur (Berlin, Verlag Klaus Wagenbach,
Mientras que los grabados de res- mas de prisión; sin embargo su puesta 1983, p. 118-123).
tos antiguos se concentran en la pre- en escena de las prisiones debe leerse, 12. Manfredo Tafuri, The Sphere and the Laby-
rinth, Cambridge, MIT Press, 1990, p. 31.
sentación de un enlace entre naturale- en primer lugar, como una proposi- 13. Bruno Reudenbach, Giovanni Battista Pi-
za y arquitectura ruinosa, las Carceri ción formal-arquitectónica antes que ranesi: Architektur als Bild, 1979, p. 44.
nos dan espacios arquitectónicos pu- como un simple mensaje sobre la con- 14. Citado en Ulya Vogt-Göknil, Giovanni Bat-
ros, alejados de toda naturaleza, salas dition humaine. Bruno Reudenbach lo tista Piranesi: “Carceri”, Zurich, Origo Ver-
lag, 1958.
complejas que parecen ser al mismo expresa con exactitud: “Vemos estruc- 15. Johann Wolfgang Goethe, Italienische Rei-
tiempo ruinas y edificios sin terminar. turas espaciales ilógicas no porque el se, Goethes Werke XI, Hamburg: Christian Weg-
Esta impresión se exacerba porque la objetivo sea el de representar prisio- ner Verlag, 1961, p. 452.
o a una inclinación por el juego. Pira- pico de multiperspectivismo ni flui- tan a una sebaldiana historia natural de
nesi se resiste a representar un espa- dez espacial, ni privilegia el montaje la destrucción, podría decirse que las
cio iluminado homogéneo donde el o el fragmento. Permanece más bien Carceri sugieren una historia del en-
abajo y el arriba, el adentro y el afue- perseguido por el fantasma de la ame- carcelamiento en un espacio interior in-
ra puedan distinguirse claramente. Pri- nazadora belleza de las ruinas, por su finito que ya no tiene un afuera –una
vilegia, en cambio, arcos y puentes, trama opresiva de pasado y presente, crítica del romanticismo avant la let-
escaleras, antecámaras y galerías. Ma- naturaleza y cultura, muerte y vida. tre.
sivas y estáticas, las prisiones sugie- Su obra debilita un punto de apoyo Leer a Piranesi a través de Adorno
ren sin embargo el movimiento y la seguro tanto para el curso del tiempo y del concepto benjaminiano de histo-
transición, un ir hacia atrás y hacia como para la localización espacial, pe- ria natural, quiérase o no fundado en
delante, hacia arriba y hacia abajo, que ro está muy lejos del ethos vanguar- una filosofía de la historia, revela los
confunde y destraba la mirada del es- dista de un futuro alternativo. Final- límites históricos de este auténtico
pectador. En lugar de ver espacios li- mente, las prisiones de Piranesi son imaginario de ruinas. Como una ver-
mitados desde una perspectiva fija y también ruinas, más auténticas que las sión teológica secularizada con sus as-
una distancia segura, el espectador es romanas representadas en las Vedute censos y caídas, declinaciones y re-
arrastrado hacia un laberinto prolife- di Roma. A causa de su irritante y denciones de culturas, la filosofía de
rante de escaleras, puentes y pasajes amenazadora simultaneidad de tiem- la historia producida por la ilustración
40 que parecen conducir a infinitas pro- pos y espacios, y de sus perspectivas es ella misma una ruina en nuestro
fundidades, a izquierda, a derecha y condensadas y desplazadas, que se siglo XXI. De modo análogo, el ima-
al centro. Sucede como si la mirada exacerban en la segunda versión de ginario de ruinas de Piranesi se ha con-
estuviera presa en el espacio represen- los grabados de las prisiones a través vertido en una ruina. Este argumento
tado, seducida y capturada allí, por- de una presencia mayor de instrumen- se apoya en la arquitectura moderna
que el ojo no encuentra un punto fir- tos de tortura, Piranesi lleva la impre- que indica en dirección a otro límite
me en su recorrido de este laberinto. sión de espacio siniestro a un extremo histórico. El cemento, el acero y el
En oposición a lo que afirma Alexan- alcanzado sólo en las Carceri. vidrio no sufren la erosión como la
der Kupfer, esto no sugiere que el es- piedra. La arquitectura moderna recha-
pacio y el tiempo han perdido senti- za el regreso de la cultura a la natura-
do.16 La ausencia de una perspectiva Conclusión leza. Más aún, la verdadera catástrofe
central y de un punto de vista fijo, la del siglo XX sólo dejó escombros, pe-
proliferación de perspectivas y el de- En su recíproca tensión y su obsesiva ro no ruinas, aunque algunos de estos
senvolvimiento de espacios deben ser mezcla de tiempos y espacios, las pri- escombros fueron embellecidos. La era
leídos como la conclusión lógica a la siones y ruinas pueden ser leídas como de la “ruina auténtica” ha concluido.
que llega Piranesi: la espacialización alegorías que cuestionan e incluso can- Podemos escribir su genealogía, pero
de la historia y la temporalización del celan la utopía moderna de libertad y no podemos resucitarla. Vivimos en
espacio que ya caracterizaban sus gra- progreso, tiempo lineal y espacio geo- la época de la preservación, la restau-
bados de las ruinas antiguas. En sus métrico. Un pasado de arquitectura rui- ración y el remake auténtico, que can-
Carceri d’invenzione –el modificador nosa y cargada de memorias oscila so- celan la idea de una auténtica ruina
es significativo– los tiempos y los es- bre el presente de la era ilustrada. En que, en sí misma, se ha vuelto histó-
pacios están flanco a flanco, se so- este sentido, el imaginario de ruinas de rica. Pero las ruinas de Piranesi son
breimprimen y colapsan como en un Piranesi es el producto de una época accesibles a la nostalgia reflexiva. Dan
palimpsesto donde la contemporánea que sólo muy lentamente se libró del cuerpo a una dialéctica de la moderni-
y frágil imaginación espacial se con- imperioso ideal de la antigüedad clási- dad que necesitamos recordar cuando
vierte en una prisión de la invención. ca. En su decaimiento, la arquitectura tratamos de imaginar un futuro más
Tour de force, como dijo Adorno re- antigua articula la constelación dialéc- allá de las falsas promesas del neoli-
firiéndose a las que considera las au- tica de naturaleza e historia que plan- beralismo y el shopping-mall global.
ténticas obras de arte. tea el cambio y la contingencia tanto No es el futuro de la nostalgia, sino el
Manfredo Tafuri ha dicho que, al de naturaleza como de historia, en lu- futuro lo que está en juego.
romper con el perspectivismo tempo- gar de oponerle una ciega naturaleza
ral y espacial del Renacimiento, las mitológica a una historia concebida co- Traducido por BS. El texto, con el titulo
Carceri d’invenzione apuntan hacia los mo agencia ontólogica ilustrada. El “Nostalgia for Ruins” apareció en la re-
principios básicos de construcción de- imaginario de Piranesi pertenece a una vista Grey Room 23, primavera 2006 (http:/
sarrollados mucho después por los cu- conciencia autocrítica que acompaña la /mitpress.mit.edu/grey). Grey Room y Pun-
to de Vista participan en Documenta 12,
bistas, constructivistas y surrealistas. modernidad ilustrada desde su comien-
en cuyo marco se dio la autorización para
Es importante, sin embargo, subrayar zo. La autenticidad del imaginario de la presente publicación.
una diferencia fundamental entre Pi- Piranesi descansa en su conciencia es-
ranesi y la vanguardia histórica. La tética crítica, articulada en grabados de 16. Alexander Kupfer, Piranesis Carceri: Enge
imaginación de Piranesi no está im- una belleza terrible. Si los grabados de und Unendlichkeit in den Gefängnissen der
pulsada por un ideal constructivo utó- una ruinosa arquitectura clásica apun- Phantasie, Stuttgart, 1992, p. 46.
Un proyecto para el urbanismo

Entrevista a Bernardo Secchi, por Adrián Gorelik

41
Adrián Gorelik: En 1984 usted pu-
blicó en Casabella un pequeño pero
muy influyente artículo titulado “Las
condiciones han cambiado” en el que
hacía un diagnóstico de las transfor-
maciones recientes en la ciudad y en
las políticas urbanas y territoriales, a
partir de la idea de que se había en-
trado en una etapa “post-expansiva”.
Señalaba allí que entre mediados del
siglo XIX y comienzos de los años
1970 las ciudades occidentales habí-
an vivido un ciclo de expansión, y mos-
traba las conexiones internas entre esa
expansión urbana y la de la sociedad,
la consolidación del estado de bienes-
tar y de la misma idea de “proyecto”,
como característica fundante de la mo-
dernidad. A partir de 1970, en cambio,
usted indicaba la conjunción de una
serie de fenómenos novedosos: descen-
tramiento productivo, deslocalización
Bernardo Secchi, urbanista italiano que ha combinado como pocos el trabajo industrial e industrialización difusa,
profesional en la realización de planes urbanos y territoriales con la actividad formación de una extendida campaña
académica y la reflexión intelectual, es una de las voces principales de la urbanizada. Es evidente que la idea de
escena pública europea de las últimas décadas. En sus libros y artículos publi- “ciclo expansivo” le permitía enfocar
cados en revistas como Casabella y Urbanistica ha examinado las enormes muy específicamente cambios en la
transformaciones de la ciudad y el territorio contemporáneos y las posibilida- producción del territorio sin necesi-
des de que las disciplinas urbanas den cuenta de ellas desde una perspectiva dad de remitir a los términos más tri-
reformista. Se formó en Milán, pero desde los años ochenta ha desarrollado su llados del debate sobre la postmoder-
trabajo en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia, donde ha sido nidad. A veinte años de ese artículo,
uno de los protagonistas del efervescente clima de revisión de la herencia ¿qué cosas cree que se consolidaron
moderna en la arquitectura y el urbanismo, junto con figuras como Manfredo de su diagnóstico y cuáles volvieron a
Tafuri y Massimo Cacciari. Entre sus principales libros se cuentan Il racconto cambiar? ¿Seguimos instalados en un
urbanistico (1984), Un progetto per l’urbanistica (1989), Prima lezione di ciclo post-expansivo?
urbanistica (2000) y el reciente La città del ventesimo secolo (2005). En agos-
to de 2006 vino a la Argentina invitado por la Maestría en Paisaje de la Bernardo Secchi: Creo que, efectiva-
Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de La Plata, ocasión en mente, desde los años setenta estamos
la que Punto de Vista lo entrevistó. La desgrabación y la traducción fueron viviendo este cambio de condiciones,
realizadas gracias a la colaboración de Fernando Aliata. no sólo a escala europea, sino tam-
bién mundial. En lo que respecta a la toria de “democracia”, sino de algo Esta mayor presencia de lo local, con
escala europea, los hechos principales más básico: el lento desarrollo de ti- las paradojas que encierra, ¿no es
del cambio son el fin de la expansión pos de relaciones personales, de tra- también en parte consecuencia de los
de la ciudad y la formación de lo que bajo, entre la riqueza y la pobreza, de nuevos caminos que emprendió el pen-
hoy llamamos la ciudad de los flujos. construcción de patrones culturales samiento urbanístico en los años
El fin de la expansión no significa que respecto de lo que puede ser o no acep- ochenta? Precisamente, una de las co-
la ciudad no crezca, más bien todo lo table como condiciones materiales de sas que destacaba Manfredo Tafuri de
contrario, pero hay que entender có- vida, etcétera. Y en las propias ciuda- su libro Il racconto urbanistico, de
mo crece: hoy tenemos que hablar de des centrales esto ha revertido en una 1984, poniéndolo como ejemplo de la
urbanización de las campañas, que no nueva y gran diferenciación entre gru- madurez a la que había llegado el ur-
es lo mismo que urbanización perifé- pos dirigentes (los gerentes y técnicos banismo italiano en esos años, era que
rica –cuando alrededor de la ciudad de los sectores de punta de la econo- la planificación estaba incidiendo so-
se formaba una periferia siempre más mía globalizada) y grupos mucho más bre la estructuración del sistema po-
vasta y siempre menos densa–, sino la vastos a su servicio (lo que algunos lítico local dándole identidad a una
construcción de un nuevo tipo de ciu- teóricos han señalado como la duali- serie de actores sociales. ¿Qué ba-
dad. El área urbana que primero estu- zación fundamental de la “ciudad glo- lance hace hoy de las políticas de in-
diamos desde este punto de vista fue bal”), grupos que no se puede decir tervención que se pensaron para esa
42 el Veneto, nuestro lugar de trabajo, que vivan en condiciones de pobreza nueva situación?
pero hoy el área de Europa donde este absoluta, sino de pobreza potencial,
fenómeno se ha desarrollado de modo marcada por la dificultad de decidir el Los años ochenta fueron años de re-
más característico es la gran mancha propio destino. descubrimiento de la ciudad y el terri-
metropolitana que reúne ciudades co- En Europa, que es el terreno que torio; aprendimos que ya no podían
mo Bruselas, Amberes, Rotterdam, mejor conozco (aunque actúo eventual- ser comprendidos con los conceptos y
Amsterdam, etcétera. Y mientras en mente en diferentes regiones –en este las teorías tradicionales. El urbanismo
Europa y en partes de los Estados Uni- momento por ejemplo estoy coordi- se reconectó con el mundo urbano re-
dos y el Canadá sucedía esto, se produ- nando una investigación en Brasil– yo al, con las “cosas mismas”, y para lo-
jo la explosión de la ciudad de extre- soy básicamente un urbanista europeo grarlo hubo que volver a mirar y des-
mo Oriente. Este fenómeno todavía no y es sobre la ciudad europea sobre la cribir con ojos completamente nuevos
preocupa lo suficiente, pero ya ha cam- que se ha centrado mi trabajo), la re- ese mundo. Al hacerlo, los urbanistas
biado las relaciones y los equilibrios estructuración de la ciudad ha tenido comprendimos que ya muchos otros
entre las ciudades occidentales y las una vinculación muy específica con la habían comenzado antes: el cine en
orientales, que se transforman crecien- reestructuración del poder económico especial hacía ya tiempo que relevaba
temente en grandes centros urbanos. y político. Este proceso ha creado una en la ciudad un universo de imágenes
Es difícil no pensar estos cambios mayor democracia a nivel local, cuya y de comportamientos sociales coti-
en relación con un nuevo ciclo de acu- contracara paradójica es una mayor dianos completamente nuevo.
mulación capitalista, a partir de la cri- concentración del poder fuera de las Para nosotros, describir la ciudad
sis petrolífera de los años setenta. Un instituciones políticas, a nivel nacio- y el territorio en detalle, volver a mi-
nuevo ciclo basado, por una parte, so- nal y global. Desde los años setenta rar radicalmente, de un modo que tam-
bre la construcción de una sociedad se verifica una especie de multiplica- bién tomábamos prestado del nouve-
que ya no es más una sociedad de cla- ción de centros e instancias de poder au roman, fue la manera de romper
ses, sino una sociedad partida en dos, de decisión a nivel local que se neu- con los viejos estereotipos y descubrir
y por la otra, sobre la construcción de tralizan mutuamente, frente a una con- prácticas y usos en los que había que
la ciudad para montar grandes merca- centración siempre mayor de un po- desbrozar lo viejo de lo nuevo;
dos. Sólo si se las piensa como gran- der, no siempre visible, en el vértice. distinguir aquello radicado tradicional-
des mercados de consumo y de pro- Así, la participación demandada por mente en los lugares, de lo más inno-
ducción se entiende el crecimiento de la tradición reformista se cumple en vador y sorprendente; las prácticas más
ciudades enormes tanto en el este asiá- el nivel local, mientras se sustraen las generalizadas, de las más restringidas
tico como en América Latina. Desde políticas más relevantes para el creci- a grupos generacionales, profesiona-
este punto de vista, puede decirse que miento social y económico del debate les o culturales. Comprobamos una
el capitalismo occidental ha tomado entre las principales instituciones de- gran diferenciación frente a la unifor-
el camino del uso cínico de las dife- mocráticas. La institucionalización del midad de comportamientos y valores
rencias entre las grandes áreas mun- conflicto a nivel local se ha desarticu- que se proponían desde los medios,
diales –que es lo que hoy llamamos lado en una miríada de pequeños con- pero por otra parte esa uniformidad
mundialización o globalización–, flictos específicos, como contraparte lograba infiltrarse entre los pliegues
transfiriendo la producción a regiones de una gestión cada vez más distante de las prácticas cotidianas, de modo
donde no sucedió la larga historia del del ciudadano y de las condiciones ge- que ningún lugar, ningún grupo so-
desarrollo de la clase obrera en Occi- nerales dentro de las que funciona el cial, ningún sujeto podía quedar com-
dente. No me refiero a una larga his- proceso de reproducción social. pletamente inmune a ella. Y justamen-
te entre esos dos niveles de la realidad
se verificó una ausencia de propuestas
Diario de un urbanista
políticas y de acciones transformado-
ras. Por ahora existe una distancia en- Bernardo Secchi
tre los comportamientos y las dinámi-
cas de los mercados y de las institu- En 2002 Bernardo Secchi llevó en Internet un “Diario” en el que, a la luz de
ciones, y los comportamientos, deseos sus más recientes trabajos como planificador, fue compilando mensualmente
e imaginarios de gran parte de la po- observaciones sobre las transformaciones de la ciudad y de la disciplina del
blación europea: una distancia que el urbanismo. De excepcional interés, el “Diario” puede leerse al mismo tiempo
reformismo europeo, en el cual el ur- como el mapa que Secchi ha ido trazando para orientarse en aquellas transfor-
banismo siempre se ha inspirado, está maciones y como el confesionario laico de uno de los últimos urbanistas inte-
pagando duramente en términos polí- lectuales ante el desconcierto –y el descrédito– de su profesión. El diario está
ticos. en italiano y en inglés en: www.planum.net/topics/secchi-diario.html. Aquí he-
Respecto de las propuestas urba- mos traducido, con autorización del autor, la primera de sus once secciones.
nísticas específicas, en esos años tra-
bajamos mucho con la noción de re- Inercias
novatio urbis, en diálogo con los tra-
bajos de Tafuri sobre la Venecia del Estoy trabajando con Paola Viganò en un quartier sensible, un grand ensem- 43
ducado de Andrea Gritti, en el siglo ble construido entre el final de los años cincuenta y los primeros años sesen-
XVI, porque allí se planteaba qué es ta, habitado ahora por inmigrantes extra-europeos, mayoritariamente norafri-
posible transformar en la ciudad ha- canos: baja renta, familias numerosas, tasas de desocupación juvenil muy
ciéndose cargo de sus diferentes lógi- elevadas, conflictos internos muy vinculados a la historia de cada grupo,
cas y complejidades, políticas, socia- elevado turnover de los habitantes y violencia difundida sobre las cosas y
les, económicas. Un modo de com- sobre las personas. Áreas como ésta son frecuentes en Europa.
prender el hilo sutil que vincula los El conjunto de viviendas al que me refiero, un conjunto de iniciativa y
niveles más abstractos en los cuales propiedad pública dividido en diversas partes de algunos miles de habitantes
asume identidad la cultura de una épo- cada una, y situado en un environment de gran calidad, ha sido diseñado
ca, con los más detallados en los que como se enseñaba cuando yo era estudiante. Grandes espacios abiertos, in-
se definen las competencias y las re- fraestructura colectiva generosamente dimensionada y eficiente, red vial,
laciones de poder y que pueden ser áreas de descanso y áreas verdes de diseño muy cuidadoso, edificios bien
pensados desde la acción arquitectó- orientados, torres y tiras, una plástica de la ciudad clara y fuerte; la idea de
nica y urbanística concreta. Construir que la ciudad estaba constituida por grandes agregados sociales atravesados
un proyecto de ciudad, en ese sentido, por demandas uniformes: familias nucleares, dos padres y dos hijos, obreros
significa poner en movimiento todos o empleados, con comportamientos y consumos sustancialmente homogéne-
esos niveles de reflexión, para lo cual os. El conjunto está hoy habitado, en muchas de sus partes, por una pobla-
es necesario proponer imágenes com- ción muy diferente y allí donde esta diferencia es fuerte, la incomodidad es
prensivas de la ciudad y del territorio, todavía más evidente.
de sus identidades y de sus posibilida- De este tipo de situaciones ha nacido y se ha consolidado, convertida en
des, trabajando con extremo cuidado un lugar común, una crítica mezquina al urbanismo del Movimiento Moderno.
sobre los dispositivos espaciales a tra-
vés de los cuales se materializan las El conjunto está atravesado hoy, por lo menos de modo implícito, por pro-
conexiones entre los diferentes planos puestas diversas que, en sus términos esenciales, se expresan a través de las
y se convierten en arquitectura de la palabras de los habitantes y de sus representantes, de los administradores, de
ciudad. Era una posición que enton- varios expertos de cabecera y de sus comentadores.
ces nos remitía a la idea de “modifi- Por ejemplo, vaciarlo gradualmente de sus habitantes actuales. No reocu-
cación”, tomando una metáfora de Mi- par los departamentos liberados y, si quedaran edificios completos vacíos,
chel Butor en la que, frente a las vie- demolerlos; esperar a que los rasgos de una masa crítica de población cam-
jas ideas de un urbanismo moderno bien, que los habitantes actuales se conviertan en una pequeña minoría: una
muy cargado de ideología pero que se política de esponjamiento físico y social como la que fue muy aplicada en
había demostrado incapaz de interpre- los centros antiguos. De hecho, muchos habitantes del conjunto tienen a sus
tar el territorio e interpelar a la socie- espaldas la expulsión del centro antiguo de la ciudad. Un residuo de la
dad, encontrábamos justamente una al- sociedad disciplinaria: separar y alejar las actividades y los grupos sociales;
ternativa reformista: la posibilidad de el gran paradigma de la urbanística moderna.
que la suma de pequeñísimas gotas de O quizás trabajar sobre la idea de un conjunto multi-étnico; renunciar a
agua en el océano, cada una de las una integración difusa y homogénea, reforzar la identidad en la escala del
cuales parece completamente inofen- conjunto habitacional y pensar en la integración en una escala mayor, como
siva, termine produciendo un cambio conjunto de relaciones entre sectores diferentes dentro del área metropolita-
radical.
Esas gotas en el océano son los debía ser tomada como la condición por los hechos arquitectónicos singula-
dispositivos espaciales con los cuales normal de la ciudad, a cuya lógica res. Como señalé hace poco en “Diario
interviene el arquitecto, los proyectos constructiva, por lo tanto, debía retor- de un urbanista”, las consecuencias ac-
puntuales y limitados desde los cuales narse salvando el largo momento de tuales de esta limitación han sido el
podían conferírsele nuevos significa- desviación. Por supuesto, tales pro- encierro de la arquitectura dentro de
dos a entornos más amplios, la trans- puestas no se hacían cargo de la radi- “ocasiones” completamente excepcio-
formación progresiva de sus roles y cal discontinuidad temporal y espacial, nales, su cultivo de una autorreferen-
funciones. Era una posición diferente ni del conjunto de líneas de falla que cialidad incomprensible que, a su vez,
de la más habitual en el pensamiento atraviesan la sociedad, la economía y no comprende la actual problemática
urbanístico de los años ochenta, la idea el territorio impidiendo un retorno sin metropolitana, su renuncia a jugar un
de que la ciudad de los siglos XVIII y más a un tipo de “urbanidad clásica”. rol social más activo.
XIX había sido el momento más alto De todos modos, nuestra renovatio
de la ciudad europea, logrado a través urbis también encontró su límite en una En el “Diario de un urbanista” tam-
de un largo proceso de decantación de incomprensión de los fenómenos urba- bién hace un análisis muy detallado
materiales, gramáticas y formas a tra- nos contemporáneos, su dilatarse y di- de lo que significó el welfare state en
vés de las cuales había madurado una luirse en un contexto siempre más dis- términos urbanos y territoriales, y de
clara identidad social y figurativa que perso y siempre menos influenciable lo que está significando su caída. Al
44
respecto, podría notarse en varios au-
tores cierta nostalgia respecto de la na o la región; dejar, como por otro lado ya ocurre en muchas partes de la
pérdida de centralidad del urbanismo ciudad europea, que se desarrollen modos de vida y actividad coherentes con
a partir de la caída del welfare state, las culturas de las poblaciones del barrio; que se infiltren, como en un
paradójica por cierto, si tenemos en proceso de goteo, dentro de la geometría del diseño originario, lo plieguen
cuenta que el pensamiento urbano pro- y deformen incrementalmente, modificando destinos de uso, sumando o res-
gresista en los años sesenta, durante tando volúmenes, densificando y haciendo menos rígida la plástica original
el apogeo del welfare state, no encon- del conjunto. La ciudad –le robo la imagen a Richard Sennett– no es más un
traba en él demasiados motivos de ce- melting pot, sino una ensalada donde los varios componentes se mezclan
lebración. Me refiero a dos comenta- manteniendo su propia identidad. Una transformación que demanda un gran
rios de otros autores con los cuales se acto de fe, políticas que sepan esperar y que se arriesguen a movilizar a los
abren y cierran respectivamente sus directos interesados sin ponerles plazo, proponer temas o leaderships. Diver-
dos libros más conocidos. El primero, sos ejemplos demuestran que las cosas son posibles, diversas partes de la
de Carlo Olmo, en el prólogo de Il ciudad moderna han sido afectadas por transformaciones similares y es em-
racconto urbanistico, que señala con barazoso observar la multiplicación de lugares exóticos en los barrios ricos
pesadumbre que las cuestiones vincu- de la ciudad, diferencias culturales “moralizantes” convertidas velozmente
ladas a la habitación popular y la ges- en objeto de nuevas atenciones consumistas.
tión urbana perdieron el lugar privi- O quizás modificar la imagen del barrio insertándole, más probablemente 45
legiado que habían ocupado en el de- arrimándole, nuevas actividades limpias y tecnológicamente avanzadas, hos-
bate cultural y político italiano desde pedadas en edificios inmersos en el verde y en zonas bien enlazadas con las
la posguerra hasta los años setenta. principales infraestructuras de la circulación. La fuerza retórica de la imagen
El segundo, de Paolo Ceccarelli, con se asocia a menudo a su capacidad autogeneradora, su capacidad de volver
el que usted cierra Un progetto per realidad aquello que inicialmente sólo ha sido representado. Cambiar la ima-
l’urbanistica, que señala autocrítica- gen de la ciudad o de una de sus partes se ha convertido, en los años recientes
mente que quienes trabajan en el cam- y con suerte diversa, en el objeto de muchas políticas urbanas y sólo hace muy
po de la planificación territorial no poco nos hemos vuelto conscientes de la importancia de los imaginarios en la
hicieron más que acumular frustracio- construcción y el ordenamiento de las demandas expresadas por los individuos
nes y desilusiones en los últimos años. y por los grupos en su confrontación con la ciudad.
Justamente en momentos en los cua-
les, como usted también señala, las Un triple conjunto de transformaciones ha conformado, en la segunda mitad
regiones más exitosas son aquellas que del siglo XX, el campo de reflexión, de investigación y de acción del urbanis-
entendieron que en el territorio está ta. Un campo, por decirlo con Pierre Bourdieu, abierto, vagamente delimitado
la clave de una reestructuración ade- y sujeto a grandes variaciones en el tiempo: por una parte, las transformacio-
cuada a los tiempos actuales, ¿cómo nes de la sociedad, de su estructura y configuración, de la identidad de los
se entiende esta pérdida de centrali- diversos grupos e individuos, de sus imaginarios y comportamientos, de sus
dad social y, sobre todo, política del deseos e instancias; por otra parte, las transformaciones de las técnicas que
urbanismo? interfieren con la ciudad y el territorio y que a través de la presión ejercida por
la ciudad y el territorio son empujadas hacia unas direcciones y no otras. Este
Yo no creo que se pueda volver atrás conjunto de transformaciones se ha puesto de manifiesto, finalmente, en las
en la historia, por lo tanto no creo que modificaciones concretas de las disposiciones físicas, funcionales, estéticas y
la nostalgia pueda ser productiva. simbólicas de la ciudad y del territorio; en las transformaciones e innovaciones
Creo, sí, que está madurando una for- relativas a sus materiales constructivos y a los criterios de su composición.
ma de conciencia de los errores estra- Quien se detenga a considerar en detalle los procesos a través de los que
tégicos, no como nostalgia, insisto, si- estas transformaciones se producen, debe reconocer la imposibilidad de ha-
no como análisis y crítica, teniendo cerlos coincidir completamente. Procesos por lo general de selección acumu-
en cuenta que es imposible reconstruir lativa, a través de los que algunas cosas son retenidas en el tiempo y otras,
la situación pasada, no sólo porque se por su parte, negadas, resistidas y abandonadas, tienen orígenes y tempora-
han destruido todas las instituciones y lidades diversas. Diverso es su ritmo y diversas son las inercias a las que
todas las estructuras que marcaron su están sujetas. Son esas diferencias las que vuelven perennemente inestables
desarrollo, sino porque también ha y conflictivas las relaciones entre la ciudad, la sociedad y el conjunto de
cambiado entre tanto la propia socie- prácticas que nombramos simplificadoramente con el término urbanismo;
dad. El welfare state fue una cons- son ellas las que nunca nos permiten decir que la transformación de las
trucción de y para sectores medios a prácticas urbanísticas es el resultado inmediato de las transformaciones so-
partir de la mitad del siglo XX, cuan- ciales, como no lo son las transformaciones de la ciudad y del territorio y
do en todo el mundo occidental los viceversa; que nunca nos permiten vivir en una ciudad perfectamente cohe-
sectores medios se convirtieron en el rente con la sociedad.
grupo social más relevante política- Las razones residen en el hecho de que cada uno de los tres procesos de
mente (empezando por el hecho de que transformación a los que me he referido coincide con el rediseño, con fre-
asunción por el urbanismo moderno
de un lenguaje “científico” que busca-
ba legitimar las políticas de identifi-
cación y separación, indicadas sintéti-
camente por el término zoning. La cri-
sis del welfare state fue, por eso, la
crisis de todos los lugares de “interna-
ción”: la familia, la escuela, el hospi-
tal, la fábrica, la cárcel; y de la polí-
tica, incluida la crisis de la ciudad,
cuyo rol se fundaba en el reparto en el
espacio y en el ordenamiento en el
tiempo. La estrategia principal de la
sociedad del control, en cambio, es la
modulación, la construcción continua
de situaciones de inestabilidad, el lla-
mado a la flexibilidad y a la perma-
46 nente adaptación, el rechazo como inú-
til de cualquier idea de plan o progra-
ma de mediano o largo plazo. A esta
situación de la sociedad, las políticas
del control responden no con progra-
mas y acciones lógicamente concate-
nados en el espacio-tiempo y con cri-
se volvieron decisivos en los resulta- para no cargar lastre en su paso a la terios propios de valoración, sino con
dos de las elecciones). Por supuesto, próxima colina. Por supuesto, es cier- una lista provisoria y siempre abierta
fue un sistema que tuvo que mediar to que también confluyó con esa posi- de obras e intervenciones con una fuerte
con la clase obrera para obtener un ción la teorización, de una parte de la inversión comunicativa. Y si el gran
equilibrio más estable, pero que bási- izquierda de los años setenta, de que relato de la sociedad disciplinar con-
camente resolvió una razonable distri- había que deshacerse del welfare sta- cluía con el rescate y la emancipación
bución de la riqueza para los sectores te, y había razones para ello, ya que de los menos favorecidos por la histo-
medios y los estructuró política y cul- se había convertido en algo muy bu- ria, el mercado o la fortuna, con la bús-
turalmente. En el nuevo modelo de rocrático, muy pesado, muy corrupto; queda de una creciente difusión de los
acumulación, en cambio, los sectores se señalaba la insuficiencia de las po- derechos de ciudadanía, el relato de la
medios cuentan poco, y este nuevo sis- líticas reformistas que buscaban me- sociedad del control comienza con la
tema de diferenciación social hace in- jorar el funcionamiento institucional, al multiplicación de imágenes sorprenden-
viable hoy el welfare state. Los secto- mismo tiempo que se verificaba –en tes que representan la aceleración del
res medios europeos han cometido un los países que habían llevado más a progreso técnico, el estado de imprevi-
error histórico, grandioso, del cual han fondo la política del bienestar– la in- sión e incertidumbre al que da lugar, el
comenzado lentamente a darse cuen- suficiencia, cuando no la perversidad, miedo que genera y la necesidad de
ta, al renunciar a la seguridad que an- de las tentativas por definir las dimen- seguridad que puede inducir a renun-
tes le proveía el estado a cambio de siones del bienestar que aspiraban a ciar a una parte de aquello que se con-
una menor imposición fiscal. El wel- atravesar de modo transparente vastos sideraba un derecho civil adquirido.
fare state era un estado de la seguri- grupos sociales y territorios. Ahora bien, la ciudad y el territo-
dad, de la pensión, de la salud, de la Creo que en el cambio de los últi- rio son uno de los campos principales
instrucción, de las vacaciones. Las cla- mos treinta años se ha producido el en el que ese pasaje se ha producido:
ses medias creyeron que esa seguri- pasaje –para usar los términos de Fou- donde se verifican las modificaciones
dad era mucho más significativa para cault– de una sociedad disciplinaria, del mercado de trabajo y los grandes
la clase obrera que para ellas mismas bien ejemplificada en el urbanismo ordenamientos jurídicos e institucio-
y adoptaron el mensaje del mercado moderno, a una sociedad del control, nales, pero también el lugar donde los
que dice: es mejor que la seguridad bien ejemplificada en muchas prácti- individuos y los grupos sociales reali-
dependa de cada uno. En torno a eso cas urbanas contemporáneas. La prin- zan silenciosamente esfuerzos concre-
se ha construido una mitología, la mi- cipal estrategia de la sociedad disci- tos de redefinición de la propia idea
tología del horizonte que nos espera plinar fue, como señaló Deleuze, con- positiva de bienestar y del propio ma-
más allá de la colina: la idea de inno- centrar, repartir en el espacio, ordenar pa de valores. Así podría explicarse la
vación, de cambio permanente, la fle- en el tiempo: esa fue la contraparte enorme extensión de casitas familia-
xibilidad, la completa disponibilidad necesaria del proceso expansivo del res con pequeño jardín que cubre gran
con que desea funcionar la sociedad que hablábamos antes, que explica la parte del continente europeo: no es tan-
to la expresión de una utopía pequeño
burguesa, como la búsqueda, en mu- cuencia radical, de mapas completos de valores: las transformaciones de la
chísimos casos, de un welfare previsi- ciudad y el territorio coinciden con la redistribución de valores y capital
ble, seguro y estable que ha encontra- simbólico, estético y de posición, por lo tanto monetario; las transformacio-
do valores completamente diferentes nes de las teorías y de las técnicas, con la redistribución de valores y capital
de los que siguió históricamente la ma- científico-profesional; las transformaciones de la sociedad, de los grupos y
yor parte de la población de la ciudad de los individuos que la componen, con la redistribución como mínimo de
industrial. Y así también se explica el valores civiles. Redistribuciones que deben obviamente hacer las cuentas
localismo del que hablábamos antes, con muchas y diversas inercias.
que puede pensarse como la manera
en que los habitantes, en sus prácticas Las vanguardias de la primera mitad del siglo XX y sus epígonos captaron
cotidianas, buscan sustraer alguna di- bien la urgencia de una modificación radical del mundo figurativo del siglo
mensión de su propia vida afectiva y precedente, de salir del pastiche decimonónico a través de una reconstruc-
productiva a las estrategias, los meca- ción más atenta y racional de relaciones espaciales en las cuales se represen-
nismos y los riesgos de la sociedad tasen relaciones más abiertas e igualitarias entre los individuos, las técnicas y
del control. Así responde una parte im- las instituciones. No pudieron, quizás no supieron, vislumbrar modificaciones
portante de la sociedad europea al ex- de la sociedad que habrían de hacerse evidentes después de la segunda guerra
trañamiento y al anonimato de estos mundial. La suya era todavía una epistemología que seguía enfatizando el
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mecanismos: contraponiendo el refuer- valor de la continuidad. Para encontrar, en la primera mitad del siglo, el
zo de relaciones interpersonales fun- indicio de lo que estaba ocurriendo, la irrupción de la discontinuidad, del
dadas sobre el conocimiento recípro- fragmento, la percepción en movimiento, habría que volverse al mundo de
co y la fidelidad de los espacios loca- la música, de las artes figurativas y literarias. Las grandes realizaciones del
les. Y se creyó que podían sustituirse urbanismo moderno, retrasadas por la guerra mundial y los regímenes que la
las políticas y las instituciones del es- produjeron, se dieron precisamente en el momento de pasaje entre dos so-
tado de bienestar con un diferente bie- ciedades: un pasaje veloz que chocó con la inercia, con frecuencia subvalo-
nestar positivo que modificó radical- rada, de la ciudad física y de las prácticas proyectuales.
mente la ciudad. Todos los grupos so- En la historia de la ciudad europea no es por cierto la primera vez que el
ciales en la actualidad, tanto aquellos imaginario urbano y el horizonte figurativo cambian, pero las modificaciones
que, con múltiples sufrimientos, lle- precedentes, dentro de estructuras sociales y de poderes más compactos, se
garon a las ciudades europeas para al- produjeron como pasajes, aunque radicales e incubados por mucho tiempo, de
canzar niveles de vida mejores de los un horizonte a otro. Nuestras sociedades, más abiertas y articuladas, se enfren-
que dejaron atrás, como aquellos que tan hoy con una extraordinaria multiplicación de los imaginarios individuales
abandonaron la ciudad buscando nue- y colectivos, con una explosión de los horizontes figurativos de referencia y
vas formas de bienestar en la ciudad de sus propuestas consiguientes. Paralizado por la multitud, quien tiene la
difusa o aquellos que se han encerra- responsabilidad de elegir busca con frecuencia una línea intermedia, hipótesis
do en barrios exclusivos y precinta- esfumadas que se adaptan a la mediocridad del sentir común.
dos, todos expresan su propia inco- Debemos mucho a las imágenes que nos han atropellado en los años re-
modidad negando, incluso de forma cientes; ellas nos han forzado a dirigir a la ciudad una mirada nueva y más
violenta, el consenso a políticas refor- atenta, en todas sus dimensiones. Pero hoy podemos comprender también su
mistas que no supieron comprender a carácter con frecuencia evasivo, la incapacidad de confrontarse con los espe-
tiempo los fenómenos y los proble- cíficos problemas técnicos, económicos, institucionales y políticos propuestos
mas que estaban en juego. por la ciudad contemporánea, por ejemplo los del conjunto habitacional al que
Ante esa situación generalizada, me referí al comienzo. Lanzadas detrás de un futuro que viene descripto va-
ante ese discurso que se muerde la co- gamente como dominado por la incertidumbre, aquellas imágenes pierden el
la y que, como contracara de la muer- contacto con la inercia del mundo de los objetos y de los comportamientos y
te del urbanismo, plantea la necesidad con sus diversas temporalidades. Eso produce también la idea de una sustan-
de confiar en el “mercado” –de un mo- cial irrelevancia, induce a un rápido consumo de esas imágenes, que son
do que ningún teórico liberal habría abandonadas antes de que hayan podido ser concretamente experimentadas.
jamás aprobado–, yo no dudo de que Para afrontar los problemas propuestos por la ciudad tenemos necesidad,
las regiones que han mantenido polí- en cambio, de toda nuestra imaginación. Pero especialmente porque la ciu-
ticas territoriales activas a lo largo de dad contemporánea es y debe ser distinta de la del pasado, incluso el más
todo el siglo XX –en especial, los pa- reciente; en los pasajes abiertos por la inestabilidad de las relaciones entre
íses nórdicos, Finlandia, Noruega, Sue- ciudad y sociedad, debemos insertar prácticas proyectuales que, sin eludir
cia, Holanda, independientemente de los problemas planteados por las diferentes inercias, traten de colmar la
la fórmula de gobierno, más o menos diferencia entre las diferentes temporalidades con las cuales cambia la
de izquierda o de derecha– han logra- materialidad urbana, el comportamiento y la imagen.
do mejores condiciones de vida para
la población. Creo además que, con el Traducción A.G.
aumento del nivel de bienestar colec- pediría la innovación, o mejor, la idea riedad de sus situaciones, ofrece ocasio-
tivo de la población y del incremento de que las asimetrías generan compe- nes y estímulos formidables al progreso
de las condiciones de la democracia, tencia y ésta, por su parte, innovación. técnico, desde las técnicas para enfren-
las regiones que enfrentaron correcta- Frente a esto, la ciudad y el territorio tar las próximas crisis energéticas, hasta
mente los problemas de la ciudad y el puede recuperar el rol decisivo que tu- las de la movilidad y la comunicación,
territorio también lograrán tasas más vo en el pasado: la historia de la ciu- o las del control ambiental.
elevadas de crecimiento. Porque las dad europea demuestra que la inver- En este sentido, un programa re-
modificaciones de la ciudad y el terri- sión en las infraestructuras fundamen- formista debe recuperar la convicción
torio no son sólo la consecuencia de tales, en el conjunto de dispositivos de que la ciudad ha sido el principal
la reestructuración del sistema econó- que permitían el proceso de reproduc- dispositivo dentro del cual se ha podi-
mico, social, institucional y político, ción social fue, más que la consecuen- do construir el estado social. Debe
sino que se encuentran en buena me- cia, el motor del progreso técnico y abandonar algunas falsas dicotomías
dida en su propio origen y producen de innovaciones fundamentales. Con y oposiciones demasiado frecuentadas:
las condiciones dentro de las cuales infraestructuras me refiero tanto a los concentración versus dispersión; pla-
esa reestructuración puede tomar ca- canales, los diques, los ferrocarriles, no versus proyecto; urbanismo versus
minos virtuosos o perversos. Por eso los caminos, como a los lugares y mo- arquitectura; diseño versus políticas,
su destino no puede dejarse abando- numentos de la “magnificencia civil”, para retomar de modo profundo una
48 nado a las meras políticas locales, co- los teatros, los boulevards, los barrios reflexión más general sobre las rela-
mo ocurre en la mayor parte de los de habitación popular, los hospitales, ciones de estos términos con la nueva
países europeos, sino que necesita una los parques y los jardines públicos. situación de la ciudad y el territorio.
reflexión y una orientación política de Porque con su construcción no sólo se Para eso, tiene que producir nuevos
amplia escala. produjeron objetos de la máxima im- escenarios, imágenes de futuro que se-
portancia, sino que se organizó la pro- an capaces de confrontar muchas con-
Para finalizar, me gustaría que reto- ducción en sectores completos, se se- diciones diferentes y muchas hipóte-
mara algunas afirmaciones que hizo leccionó a los trabajadores, y se defi- sis contrastantes. El proyecto de la ciu-
respecto del rol del reformismo en la nieron campos técnicos y disciplinares dad y el territorio, concebido una vez
ciudad. Justamente en “Diario de un completos. Y a través de esas inver- más comprehensivamente –aunque de
urbanista” sostiene que en las políti- siones y de la larga valoración crítica modo diferente del pasado–, tan pre-
cas territoriales estamos viviendo las de sus propios resultados se afirmó la ciso en sus líneas conceptuales como
consecuencias de un silencio de más ética pública que consideraba la de- en sus detalles, abierto y disponible a
de treinta años del reformismo, que fensa social del riesgo como una cues- modificaciones parciales o totales, en
es necesario más que nunca recons- tión de primera prioridad. En las últi- una continua oscilación entre los te-
truir un programa reformista com- mas décadas del siglo XX, en cambio, mas propuestos por las políticas de co-
prensible y comprensivo. los ingentes recursos aplicados a la yuntura y de larga duración, es hoy
ciudad y el territorio respondieron a quizás la única posibilidad de cons-
Un programa reformista tiene hoy múl- programas diferentes. El progreso téc- truir una nueva política reformista que
tiples obstáculos. Uno de ellos, ya lo nico tiene hoy su propio motor en otros como resultado garantice una más ele-
mencionamos, es la extendida mitolo- campos: en la ingeniería de la vida y vada tasa de crecimiento económico
gía del mercado: la idea de que un de la muerte. Sin embargo, la ciudad agregado, un aumento del nivel del
exceso de atención social al riesgo im- contemporánea, incluso gracias a la va- bienestar colectivo y de democracia.

DIARIO DE

Nº 73 / Sept.-Nov. de 2006
Dossier: Aldo Oliva
Los libros de Picasso
Reportaje a Darío Cantón
Talvaz: confesiones de una Gioconda

SUSCRIPCIONES: (4 números, 1 año)


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Corrientes 1312, 8º (1043) Buenos Aires
Documenta 12 Magazines es un proyecto de
contacto e intercambio entre 70 revistas de todo el
mundo, que finalmente será una sección especial
de la Documenta de Kassel en el 2007.
Documenta 12 recogerá debates y reflexiones
publicados en esas 70 revistas y proporcionará una
plataforma de intercambio en Internet. Los temas
propuestos a las revistas participantes son:
1. ¿Es la modernidad nuestra antigüedad?; 2. La
nuda vida. Subjetivación; y 3. Formación. La
institución local.
A partir del número 85, Punto de Vista comenzó a
publicar materiales encuadrados en el proyecto
Documenta 12 Magazines, y los identifica con el
logotipo del proyecto.

el sitio de
Punto de
Vista on-line BazarAmericano.com
www.bazaramericano.com

Los amigos de Alejandro Szterenfeld crearon la


Fundación con su legado para prolongar el recuer-
do de quien fuera durante más de cincuenta años un
destacado animador de la cultura y un relevante
empresario en el campo de la música, el teatro y la
danza.
Nuestra finalidad es desarrollar y promover actividades en el amplio espectro de la cultura y el arte,
en colaboración con las instituciones públicas o privadas que buscan la excelencia tanto en la tradición
como en la innovación. En su segundo año de vida, la Fundación continuará auspiciando Festivales
Musicales y la Academia Bach, el Teatro Colón y su Opera de Cámara y el CETC, asimismo la Scala
de San Telmo y la temporada de conciertos del Templo de la Comunidad Amijai, entre otras entidades.
Descontamos contar nuevamente con el favor de los artistas y el entusiasmo del público.
Carlos Kreimer Silvia Jáuregui FUNDACION SZTERENFELD
Libertad 567, 10¾ piso.Buenos Aires
Presidente Vicepresidente Tel/Fax : 4382-7433 / 4381

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