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Universidad de Vigo

Departamento de Biología Vegetal y Ciencia del Suelo


Facultad de Biología

EFECTOS DE LOS INCENDIOS


FORESTALES EN LA DEGRADACIÓN
FÍSICA DE LOS SUELOS DE GALICIA

MEMORIA PRESENTADA POR


María Eufemia Varela Teijeiro
PARA OPTAR AL GRADO DE
DOCTORA EN BIOLOGÍA
2007
Las Doctoras Elena Benito Rueda y Esther de Blas Varela, Profesoras Titulares del
Departamento de Biología Vegetal y Ciencia del Suelo de la Universidad de Vigo

INFORMAN:

Que la presente memoria titulada “Efectos de los incendios forestales en la


degradación física de los suelos de Galicia”, presentada por la Licenciada en Biología,
María Eufemia Varela Teijeiro para optar al grado de Doctora en Biología por la
Universidad de Vigo, ha sido realizada bajo nuestra dirección, cumpliendo las
condiciones exigidas para su presentación, la cual autorizamos.

Y para que así conste a los efectos oportunos, firmamos la presente en Vigo a 29 de
Marzo de 2007.

Fdo. Elena Benito Rueda Fdo.Esther de Blas Varela


A Abraham
A mis padres
A mi hermana
AGRADECIMIENTOS

Esta es casi la pimera hoja de este trabajo, sin embargo es la última que escribo, y
ahora que mi sueño de hacer una tesis doctoral se hace realidad quiero expresar mi más
sincero agradecimiento a todas aquellas personas que me han ayudado a conseguirlo.
En primer lugar agradezco a mis directoras de Tesis las Dras. Elena Benito y
Esther de Blas la oportunidad de realizar este tabajo y haberme hecho sentir tan a gusto
trabajando a su lado.
A Elena le agradezco sobre todo el tiempo que me ha dedicado, lo mucho que me
ha ayudado y la confianza que ha depositado en mí.
A Esther quiero agradecerle su apoyo continuo así como sus valiosos comentarios
y sugerencias que han hecho posible este trabajo.
A mi compañera de fatigas María, gracias por tu amistad y por los buenos
momentos que me has hecho pasar.
A Raquel Gracía-Corona por la puesta a punto de la mufla y la realización de
algunos análisis de calentamiento controlado.
A la Dra. Isabel López por la ayuda prestada en las salidas de campo.
A todos los técnicos de laboratorio que han pasado durante estos últimos años por
el laboraorio de Edafología, que me han ayudado en la parte experimental de este trabajo:
Elisa, Eva, Araceli, Lorena, Roberto y Carlos.
A mis amigos, tanto aquellos que nada tienen que ver con este “mundillo” como a
los que me aguantan diariamente en la Facultad y me han hecho más llevadero el trabajo:
Xandra, Jorge, Rosana, Lazhar, Samir, Nehla, Diallo y Sarr.
A mi familia, sobre todo a mis padres, por el esfuerzo que han realizado para que
yo pudiese llevar a cabo este trabajo y por la enorme ilusión que me han transmitido en
todo momento.
A Abraham por su paciencia y por darme una razón para seguir trabajando.

Esta investigación ha sido realizada en el marco del proyecto “Repercusión de los


incendios forestales sobre los procesos de degradación de los suelos en Galicia”
financiado por la Xunta de Galicia (PGIDT99PXI30101A).
ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN 1

1.1. LA DEGRADACIÓN DEL SUELO EN ECOSISTEMAS FORESTALES 3


1.2. INCENDIOS FORESTALES 12
1.2.1. Problemática de los incendios forestales 12
1.2.2. Dinámica del fuego 16
1.2.3. Efecto de los incendios forestales en el suelo 25
1.2.3.1. Efecto del fuego en las propiedades físicas 26
1.2.3.2. Efecto del fuego en las propiedades químicas 34
1.2.3.3. Efecto del fuego en las propiedades biológicas 41
1.2.3.4. Efecto del fuego sobre la erosión y los procesos hidrológicos 43

2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS 47

3. MATERIAL 53

3.1. SELECCIÓN Y LOCALIZACIÓN DE LAS ZONAS DE ESTUDIO 55


3.2. RECOGIDA Y PREPARACIÓN DE LAS MUESTRAS 56

4. MÉTODOS 61

4.1. DETERMINACIONES ANALÍTICAS 63


4.1.1. Propiedades químicas y biológicas 63
4.1.1.1. pH en H2O 63
4.1.1.2. pH en KCl 63
4.1.1.3. Aluminio de cambio 63
4.1.1.4. Bases de cambio 63
4.1.1.5. Óxidos de hierro y aluminio 64
4.1.1.6. Carbono orgánico 65
4.1.1.7. Carbono biomasa 65
4.1.2. Propiedades físicas 65
4.1.2.1. Humedad 65
4.1.2.2. Textura 66
4.1.2.3. Repelencia al agua 66
4.1.2.4. Agregación 67
4.1.2.4.1. Distribución de agregados en seco 67
4.1.2.4.2. Estabilidad de los agregados al agua 67
4.1.2.4.2.1. Test de tamización 67
4.1.2.4.2.2. Test de impacto de la gota 70
4.1.2.5. Densidad real 70
4.1.2.6. Densidad aparente 70
4.1.2.7. Porosidad total 71
4.1.2.8. Capacidad de retención de agua 71
4.1.2.9. Conductividad hidráulica 72

4.2. EXPERIENCIAS DE CALENTAMIENTO CONTROLADO 73


4.3. TRATAMIENTO ESTADÍSTICO 76

5. RESULTADOS Y DISCUSIÓN 77

5.1. EFECTOS A CORTO PLAZO DE LOS INCENDIOS FORESTALES EN LA


DEGRADACIÓN FÍSICA DEL SUELO 79

5.1.1. pH y cationes de cambio 80


5.1.2. Óxidos de hierro y aluminio 84
5.1.3. Carbono orgánico y carbono biomasa 86
5.1.4. Humedad 91
5.1.5. Textura 92
5.1.6. Repelencia al agua 95
5.1.7. Agregación 102
5.1.7.1. Distribución de agregados en seco 103
5.1.7.2. Estabilidad de los agregados al agua 106
5.1.7.3. Relaciones entre la agregación y las propiedades del suelo que
afectan a la misma 124
5.1.8. Densidad real, densidad aparente y porosidad total 130
5.1.9. Capacidad de retención de agua 137

5.2. EVOLUCIÓN TEMPORAL DE LAS PROPIEDADES DE LOS SUELOS


QUEMADOS 143

5.2.1. pH 144
5.2.2. Carbono orgánico y carbono biomasa 148
5.2.3. Textura 158
5.2.4. Repelencia al agua 162
5.2.5. Agregación 166
5.2.5.1. Distribución de agregados en seco 166
5.2.5.2. Estabilidad de los agregados al agua 169
5.2.6. Densidad aparente y porosidad total 175
5.2.7. Capacidad de retención de agua 179

5.3. EFECTOS DEL CALENTAMIENTO CONTROLADO EN LA


DEGRADACIÓN FÍSICA DEL SUELO 183

5.3.1. pH 188
5.3.2. Carbono orgánico 191
5.3.3. Textura 193
5.3.4. Repelencia al agua 195
5.3.5. Agregación 200
5.3.5.1. Agregación en seco 200
5.3.5.2. Estabilidad de los agregados al agua 204
5.3.6. Densidad real, densidad aparente y porosidad total 214
5.3.7. Capacidad de retención de agua 216
5.3.8. Conductividad hidráulica 219

6. SÍNTESIS Y CONCLUSIONES 223

7. BIBLIOGRAFÍA 233
1 INTRODUCCIÓN
Introducción

1.1 LA DEGRADACIÓN DEL SUELO EN ECOSISTEMAS FORESTALES

La preocupación por la degradación del suelo se ha puesto de manifiesto en los


últimos años en las políticas ambientales a nivel mundial, como consecuencia de su
consideración como parte integrante de los procesos que se desarrollan en el ecosistema.
Recientemente la Unión Europea, a través del Sexto Programa de Acción en materia de
Medio Ambiente (Comisión de las Comunidades Europeas, 2002), ha integrado la
protección de los suelos como uno de los objetivos prioritarios en su política
medioambiental para prevenir la erosión, la contaminación y la desertificación, y ha
propuesto la creación del sistema europeo de vigilancia de la conservación del suelo
europeo. De esta manera se pretende que el suelo disponga de instrumentos equivalentes
a los ya existentes para la protección del agua y del aire.

A nivel nacional, la preocupación por los terrenos degradados en España empezó a


plantearse desde la segunda mitad del siglo XIX, al mismo tiempo que se iba organizando
la Administración Forestal. Desde entonces se han hecho varias planificaciones
nacionales, destacando entre ellas el “Plan General de Repoblación Forestal de España”
de 1939 por su objetivo protector del suelo que supuso la repoblación de más de 5
millones de hectáreas (un 10 % del territorio nacional).

Las inquietudes surgidas tras la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la


desertificación de Nairobi (1977), se concretaron en España en la elaboración, en 1978,
del documento “La problemática de la erosión: programa de acciones en la vertiente
mediterránea”, que pretendía planificar las acciones que debían desarrollarse en aquellas
zonas de nuestra geografía más afectadas por la erosión hídrica, al ser la erosión la
principal causa de la desertificación en el ámbito mediterráneo. Así, en 1981 se puso en
marcha el Proyecto de Lucha contra la Desertificación en el Mediterráneo, (Proyecto
LUCDEME), actualmente en vigencia y desarrollado por la Dirección General de
Conservación de la Naturaleza (DGCN) del Ministerio de Medio Ambiente, siendo
España el primer país desarrollado en recoger las recomendaciones de las Naciones
Unidas en esta materia.

Actualmente entre las acciones ya iniciadas en España encaminadas a la protección

3
Introducción

de los suelos destaca, por un lado, el Programa de Acción Nacional contra la


Desertificación (PAND) derivado de compromisos internacionales. Este plan aparece
reflejado en la recientemente publicada Ley de Montes (Ley 43/2003, de 21 noviembre).
Las principales líneas de acción del PAND se centran en la evaluación y seguimiento de
la desertificación, desarrollo de la investigación en este tema, restauración de zonas
degradadas y fomento de la gestión sostenible de los recursos naturales en zonas
afectadas por la desertificación. Por otro lado está la Estrategia Forestal Española (1999),
a partir de la cual se elaboró el Plan Forestal Español (PFE) aprobado en 2002 y
proyectado para los próximos 30 años (2002-2032). El PFE incluye entre sus principales
objetivos el promover la protección del territorio frente a la acción de los procesos
erosivos y de degradación del suelo. En definitiva, existe una estrecha sinergia entre
ambos planes de manera que en las acciones sobre el territorio que propone el PFE están
englobadas las medidas que propone el PAND.

La gestión de los recursos naturales es una materia compartida entre los tres niveles
en que se estructura la organización administrativa del Estado: Administración General,
Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales. Sin embargo el mayor peso de la
gestión recae en el gobierno regional.

En Galicia se aprobó en el año 1992 el Plan Forestal de Galicia, siendo uno de los
primeros en aprobarse en el Estado Español. Dicho plan es un documento básico que
establece un modelo forestal a largo plazo (1992-2032) y entre sus objetivos están la
gestión sostenible y la multifuncionalidad del monte, la integración del sector forestal en
el medio y en la economía del desarrollo rural, la conservación y protección de los
recursos naturales de Galicia, de la biodiversidad, etc.

Para la mayoría de los ecosistemas terrestres, el suelo es el escenario o el medio


físico-químico en el que se desarrolla la vida. El suelo es considerado como una interfase
donde interactúan la litosfera, la hidrosfera, la atmósfera y la biosfera. Debido a esto, el
suelo es un ente dinámico y sensible a todo lo que lo rodea (Tarbuck y Lutgens, 1999).

El suelo realiza un gran número de funciones clave tanto medioambientales como


económicas, sociales y culturales que son fundamentales para la vida, entre las que
destacan:

4
Introducción

ƒ Producción de alimentos y de biomasa: del suelo obtenemos todos los productos de


origen vegetal, los cuales algunos pueden servirnos directamente de alimento y otros
permiten la alimentación de los animales de los que no sólo obtenemos nutrientes sino
también otra serie de productos como vestido, calzado y diversos enseres que facilitan
nuestra vida.
ƒ Almacenaje, filtración y transformación: el suelo almacena minerales, materia
orgánica, agua y diversas sustancias químicas. Sirve de filtro natural de las aguas
subterráneas, la principal reserva de agua potable, y libera CO2, metano y otros gases a la
atmósfera.
ƒ Hábitat y reserva genética: el suelo es el hábitat de organismos de todo tipo que
viven tanto en el suelo como sobre él, cada uno con un genotipo irremplazable.
ƒ Entorno físico y cultural para la humanidad: el suelo sirve de base a las actividades
humanas y es asimismo un elemento del paisaje y del patrimonio cultural.
ƒ Fuente de materias primas: los suelos proporcionan materias primas tales como las
arcillas, las arenas, los minerales y la turba.

El suelo es un recurso limitado y hay que tener en cuenta que una parte, cada vez
mayor, de su superficie se utiliza para la construcción de viviendas, carreteras, industrias
e incluso para el almacenaje de los desechos. Se sabe que el suelo no es un cuerpo
estático sino que mantiene un equilibrio dinámico con el medio que lo rodea, de modo
que continuamente se está formando y destruyendo. Si este equilibrio se rompe,
generalmente por acciones antrópicas directas o indirectas, se originan alteraciones en el
ecosistema y, si el sistema suelo no es lo suficientemente resistente para soportar esta
perturbación, la evolución natural del suelo se detiene y adquieren preponderancia una
serie de procesos que conducen a la degradación del suelo. Desde este punto de vista, en
la actualidad, el suelo se ha convertido en un recurso no renovable por la forma en la que
hemos incrementado su velocidad de destrucción mientras que la de formación
permanece invariable.

El problema de la degradación del suelo no es un descubrimiento de nuestra


civilización, pues ya quedaba registrado en los documentos de los romanos y de los
griegos. Así, Platón ya describía la destrucción del suelo como resultado de las
deforestaciones. No obstante, en un principio el problema no era acuciante debido a la
escasa densidad de población, pero la espectacular explosión demográfica actual ha

5
Introducción

provocado la roturación de tierras en relieves cada vez con pendientes más fuertes,
fuertemente degradables y, como consecuencia de esto, el frenar la degradación de los
suelos se ha convertido en uno de los grandes retos actuales.

Se puede considerar la degradación del suelo desde distintos puntos de vista: en


términos muy amplios la degradación del suelo puede ser definida como la reducción de
la energía del mismo, ya que todas las funciones que se realizan en el suelo necesitan
energía y una disminución de ésta significa que dichas funciones no se realizarán (Lal et
al. 1998).

Sin embargo desde un punto de vista naturalista la degradación del suelo es vista
como los cambios ocasionados por determinados procesos de deterioro en relación con el
estado anterior o incluso con un estado ideal, es decir, con el de un suelo clímax
(Duchaufour, 1984).

En el año 1980 la FAO, PNUMA y UNESCO publican una metodología para


evaluar la degradación de los suelos y definen la degradación del suelo como un proceso
que rebaja la capacidad actual y potencial del suelo para producir (cuantitativa y/o
cualitativamente) bienes o servicios.

Howard et al. (1989) indican que, teniendo en cuenta la múltiple funcionalidad del
suelo, se puede definir el concepto de degradación del mismo, como un cambio de
algunas de sus propiedades que ocasiona una disminución de las funciones que un
determinado suelo puede desempeñar.

En 1991, el proyecto GLASOD (Global Assessment of Soil Degradation) realizado


para evaluar el estado de degradación de los suelos en el mundo, puso de manifiesto el
grave estado de degradación en que se encuentran actualmente los suelos de todo el
mundo. Se estima que hay aproximadamente 5 billones de hectáreas degradadas, en más
de la mitad de las cuales el suelo ya se ha perdido debido principalmente a la
deforestación y a la desertificación. En los 2 billones de hectáreas restantes, el 38 % de
los suelos presenta una degradación ligera, el 46 % moderada, el 15 % severa y el 0.5 %
muy extrema (Figura 1).

La erosión destaca como el proceso que afecta al mayor número de hectáreas

6
Introducción

representando el 84 % de toda la degradación. La erosión provocada por el agua es la


forma más común de degradación del suelo, seguida de la erosión eólica, degradación
física y degradación química.

DESERTIFICACIÓ
DESERTIFICACIÓN
2.6
(sin suelo)
DEFORESTACIÓ
DEFORESTACIÓN
(sin suelo) 0.5

DEGRADACIÓ
DEGRADACIÓN DEL SUELO
Erosión
hídrica
28%
38% Ligera
Erosión eólica
0.5%
56%
12%
46% 15% Extrema
Degradación
4%
Moderada Severa
física
Degradación
química

Figura 1. Degradación del suelo (en billones de hectáreas) como parte de la degradación
global de la tierra (Brady y Weil, 2002).

Actualmente, los estudios de degradación de los suelos en Europa se centran en los


siguientes aspectos fundamentales (Comisión de las Comunidades Europeas, 2002):

Erosión: es un fenómeno geológico natural causado por el desprendimiento de las


partículas del suelo a causa de la acción del agua o el viento, que las depositan en otro
lugar. No obstante, ciertas actividades humanas pueden acelerar en gran medida las tasas
de erosión. La erosión está originada por la combinación de varios factores, tales como
las pendientes pronunciadas, el clima, la inadecuada utilización del suelo, el tipo de
cubierta vegetal y los desastres ecológicos como pueden ser los incendios forestales.

7
Introducción

Además, ciertas características intrínsecas del suelo pueden hacerlo más susceptible a la
erosión como puede ser un escaso desarrollo de los horizontes superiores, textura limosa
o bajo contenido en materia orgánica. La consecuencia directa de la erosión es la pérdida
de suelo que puede afectar negativamente a los ecosistemas marinos y fluviales así como
a los embalses y los puertos debido a la descarga de sedimentos. Se ha estimado que 26
millones de hectáreas en la Unión Europea están afectadas por erosión hídrica y un millón
por erosión eólica, siendo la región mediterránea la más afectada por la erosión.

Pérdida de materia orgánica: la materia orgánica del suelo se compone de


materiales orgánicos (restos de raíces, hojas y excrementos), organismos vivos (bacterias,
hongos y fauna edáfica) y humus (producto final estable de la transformación del material
orgánico del suelo causada por la acción lenta de los organismos del suelo). La materia
orgánica se encuentra en un proceso constante de acumulación y descomposición, de tal
manera que se libera carbono a la atmósfera en forma de CO2 y se recaptura mediante el
proceso de fotosíntesis. La materia orgánica tiene un papel fundamental en el suelo y
resulta un factor determinante de la resistencia a la erosión y de la fertilidad del suelo.
Asimismo, garantiza la capacidad de cohesión y amortiguación del suelo. La disminución
de materia orgánica es especialmente preocupante en las regiones mediterráneas. Se
considera que los suelos con menos de 1.7 % de materia orgánica están en fase de
predesertificación.

Contaminación del suelo: la introducción de agentes contaminantes en el suelo


puede tener como resultado daños al suelo o bien la pérdida de alguna de sus funciones y
la posible contaminación del agua. Suele distinguirse entre la “contaminación puntual”
que suele estar asociada a fuentes puntuales que están localizadas y son específicas, como
son los efluentes de aguas residuales de áreas residenciales e industriales, y la
“contaminación difusa” que no puede ser atribuida a un único punto o a una sola
actividad en concreto, y en general estas fuentes responden a las condiciones
meteorológicas, son difíciles de cuantificar y se concentran mayoritariamente en las
prácticas agrícolas, forestales, pecuarias y en menor volumen en la minería.

Sellado del suelo para la construcción de viviendas, carreteras u otros fines: cuando
esto ocurre, la superficie de la que dispone el suelo para realizar sus funciones se reduce,
impidiendo la infiltración del agua de lluvia. El sellado del suelo es prácticamente

8
Introducción

irreversible.

Compactación del suelo: ocurre cuando el suelo está sometido a una presión
mecánica fruto del uso de maquinaria pesada y del pastoreo excesivo, especialmente si el
suelo está húmedo. Este fenómeno provoca una reducción de la porosidad del suelo por lo
que pierde parcial o totalmente su capacidad de absorción, limita el crecimiento de las
raíces, la capacidad de almacenamiento de agua, la fertilidad, la actividad biológica y la
estabilidad estructural del suelo. En Europa cerca del 4 % del suelo está afectado por la
compactación (PNUMA, 1992).

Reducción de la biodiversidad: la gran cantidad de organismos que viven en el


suelo desempeñan un papel fundamental para garantizar las propiedades físicas y
bioquímicas necesarias para la fertilidad del suelo. Además los organismos edáficos
sirven de reserva de nutrientes, eliminan agentes patógenos externos y descomponen los
contaminantes en compuestos más simples y a menudo menos nocivos. Por todo esto, la
pérdida de biodiversidad de los suelos hace que éstos sean más vulnerables a los procesos
de degradación.

Salinización: se produce por una acumulación de sales solubles de sodio, magnesio


y calcio en los suelos. Suele asociarse generalmente a regiones donde las escasas
precipitaciones, los elevados niveles de evapotranspiración, y la textura de los suelos
impiden el lavado de las sales que, de esta forma, se van acumulando en las capas
superficiales del suelo. La utilización de aguas de riego con un elevado contenido en sales
agrava enormemente el problema. En las zonas costeras, la salinización puede estar
vinculada a la sobreexplotación de las aguas subterráneas que provoca un descenso del
nivel freático y desencadena la intrusión de agua marina. Se estima que en la Unión
Europea, la salinización afecta a 1 millón de hectáreas, principalmente en los países
mediterráneos, y que este fenómeno constituye una de las principales causas de la
desertificación.

Inundaciones y deslizamientos de tierras: estas catástrofes naturales a gran escala


provocan fenómenos de erosión, de contaminación y de pérdida de recursos del suelo,
provocan daños en edificios e infraestructuras, pérdida de tierras de cultivo y en los casos
más graves puede afectar a la vida y a la actividad humana. Estos fenómenos pueden

9
Introducción

derivarse de procesos de compactación y sellado. Asimismo, pueden verse propiciados


por la erosión causada por la deforestación y el abandono de tierras de cultivo. Este tipo
de catástrofes naturales se producen con mayor frecuencia en zonas con suelos altamente
erosionables, pendientes muy escarpadas e intensas precipitaciones. Estos fenómenos
tienen graves repercusiones sobre la población y provocan importantes perjuicios
económicos.

En la figura 2 se presentan las interrelaciones entre los distintos procesos que


pueden afectar al suelo (Blum et al., 2003).

Erosión

Materia orgánica Compactación

Reducción Inundaciones y
biodiversidad deslizamientos

Contaminación
Salinización
(puntual y difusa)
Sellado

Figura 2. Principales amenazas que afectan al suelo. (Blum et al., 2003).

La degradación de los suelos no es necesariamente un proceso continuo sino que


puede producirse en un periodo relativamente corto entre dos estados de equilibrio
ecológico.

Generalmente, la degradación de los suelos ocurre como respuesta a múltiples


causas. En la figura 3 se presentan los principales factores causantes de degradación en

10
Introducción

los ecosistemas forestales. Es importante señalar que rara vez es un solo factor el que
desencadena el problema de la degradación. Además, en ciertas zonas los suelos pueden
presentar una mayor erosionabilidad o las precipitaciones ser más erosivas que en otras,
pero en la mayoría de los casos el factor determinante de la degradación recae en las
actividades humanas. En general, toda actividad o uso de la tierra que modifica el tipo y
la densidad de las poblaciones vegetales originales y/o deja al descubierto el suelo,
propicia la degradación del suelo.

Deforestación Pérdida de la cubierta vegetal Plagas

Contaminación
Pérdida de Lluvia ácida
Incendios forestales materia orgánica

Estrés climático
Pérdida de
Cambio a un uso microorganismos
E
inadecuado

Lluvias torrenciales

E Salinización DEG RADACIÓ N


DEL SUELO E Erosión

Figura 3. Principales causas de degradación de los suelos forestales (Mataix-Solera,


1999).

Entre las principales actividades que inducen la degradación de los suelos


forestales se encuentran la deforestación, el manejo inadecuado de los recursos forestales
y los incendios forestales. Además la contaminación atmosférica convertida en lluvia
ácida se ha convertido en un tema de interés sobre todo en aquellas zonas en las que se ha

11
Introducción

aumentado la producción de compuestos acidificantes y su posterior incorporación a los


ecosistemas naturales.

1.2 INCENDIOS FORESTALES

1.2.1 Problemática de los incendios forestales

El fuego, como proceso físico-químico que necesita un material combustible, la


presencia de oxígeno y una fuente de calor, ha estado presente en la tierra desde que
apareció una atmósfera enriquecida en oxígeno. En un principio estaba ligado a
fenómenos naturales (rayos, caídas de meteoritos, choques de piedras, etc.) pero
posteriormente el hombre utilizó el incendio provocado, más o menos controlado, como
herramienta para abrir comunicaciones, conseguir caza o incrementar la superficie
agrícola.

Los incendios naturales pueden ayudar a regular la biomasa vegetal y los acúmulos
de materia orgánica sobre el suelo, controlar plagas y contribuir a la selección de las
especies. En la actualidad, se puede decir que menos del 20 % de los incendios tienen un
origen natural, la mitad de los cuales son producidos por rayos, siendo de escasa
importancia otros producidos por erupciones volcánicas, meteoritos o chispas generadas
de la caída de rocas. Así, se considera que más del 80 % de los incendios son de origen
antrópico, intencionados o no, de los que un tercio se califican como auténticamente
destructivos (ICONA, 1992, 1993).

De este modo, el fuego se ha convertido en un factor ecológico de origen antrópico


en la mayoría de los casos, que se produce con una frecuencia y una intensidad mucho
mayor que los de origen natural y que puede provocar la degradación, en muchos casos
irreversible, de muchas hectáreas de monte. El resultado final se traduce en la aparición
de procesos de erosión y, en algunas zonas, incluso en la desertificación (Rubio, 1989).

Los efectos del fuego sobre el ecosistema dependen del tipo de incendio, y en
general los incendios forestales se pueden dividir en tres grandes grupos (Pritchett y
Fisher, 1987). El primero de ellos lo constituyen los incendios prescritos o controlados

12
Introducción

cuya finalidad es fundamentalmente preventiva, pudiéndose controlar y medir la


temperatura así como el tiempo de actuación. Además de la eliminación de combustible
acumulado, este tipo de incendios contribuyen a la estimulación de la germinación de
ciertas especies y suministran nutrientes al suelo a través de las cenizas (Kang y
Sajjapongse, 1980; Chandler et al., 1983; Giovannini et al., 1989). El segundo grupo
incluye los fuegos planeados para la destrucción de bosques por motivos agrícolas o
ganaderos y el tercer grupo lo forman los incendios no controlados, originados tanto por
causas naturales como por la actividad del hombre, siendo mínima, en este tipo de
incendios, la posibilidad de medir la temperatura alcanzada, por lo que la intensidad del
fuego se deduce de la reducción que se produce en la vegetación y en el horizonte
orgánico y de la cantidad de suelo mineral que queda al desnudo (Wells, 1981).

En los países mediterráneos los incendios forestales son considerados como uno de
los desastres ecológicos de mayor importancia. En España su expansión ha sido
alarmante, afectando a la mayor parte de las comunidades autónomas.

En el pasado Galicia era considerada como un área con un riesgo de incendios


relativamente bajo debido a su clima templado-húmedo y a la naturaleza y composición
florística de sus bosques naturales, constituidos por diferentes especies caducifolias
altamente resistentes al fuego (roble, castaño, abedul, fresno, álamo, etc.), que determinan
un ambiente húmedo incluso en verano. Además, no arden fácilmente y en su sotobosque
se acumula poco combustible.

Sin embargo, durante los últimos dos siglos, esta región se ha visto fuertemente
modificada por las actividades humanas, con el empleo del fuego en las prácticas
agrícolas y la introducción de árboles de hoja perenne, en particular resinosas y
eucaliptos. La repoblación masiva con estas especies alóctonas provocó diversas
modificaciones como son: un microclima más seco, hojarasca más difícil de
descomponer, mayor acumulación de matorral, alta densidad en las plantaciones, rápido
crecimiento y gran vulnerabilidad al fuego. Estos factores inciden decisivamente en el
comportamiento del fuego y facilitan el desarrollo de incendios, lo que supone un elevado
riesgo de erosión del suelo sobre todo por el acentuado relieve de la zona noroccidental
de la península y por la elevada erosividad climática de sus lluvias (Díaz-Fierros et al.,
1987). No obstante, a pesar de lo dicho hasta ahora, no hay que olvidar que en Galicia los

13
Introducción

incendios forestales son un problema de clara intencionalidad.

La figura 4 representa la superficie total afectada por incendios forestales así como
el número de incendios ocurridos durante las tres últimas décadas en España y en Galicia.
Se hace distinción entre la superficie arbolada y la superficie no arbolada (esta última
incluye las dehesas y monte abierto, el matorral y monte bajo, los pastos y las zonas
húmedas).

En España el número de incendios forestales ha ido en aumento desde los años 70


hasta la actualidad. Desde comienzos de la década de los 70 hasta el año 2000 el número
de incendios registrados ha pasado de 42000 en la década de los 70 a superar la cifra de
180000 incendios de media contabilizados en la década de los 90. Sin embargo la
superficie afectada por estos incendios no sigue el mismo comportamiento, de manera
que se observa una disminución importante del número de hectáreas afectadas a partir de
los años 80. No obstante, la década de los 80 fue especialmente trágica con casi 2
millones y medio de hectáreas afectadas en todo el territorio español, pero en la década de
los 90 el número de hectáreas afectadas por los incendios se redujo en un 34 %. En todos
los casos las zonas de superficie no arbolada son las que presentan un mayor índice de
afectación por los incendios forestales.

En Galicia el problema de los incendios forestales es todavía más preocupante si


cabe porque, teniendo en cuenta que esta Comunidad representa el 5.8 % de la superficie
total de España, durante estas tres últimas décadas soportó el 45 % de los incendios
producidos en todo el territorio español y además, con una superficie forestal que supone,
aproximadamente, el 16 % de la superficie forestal total de España, la superficie recorrida
por el fuego en Galicia, durante el mismo período, representa el 25 % de toda la
superficie quemada en España y el 26 % de la superficie arbolada quemada, bien
entendido que la misma superficie puede resultar afectada por el fuego más de una vez
(Carballas, 2003).

Los datos representados en la figura 4 muestran cómo durante la década de los 80


en Galicia se alcanzaron las peores cifras con más de 650,000 hectáreas afectadas por
incendios. Fue entonces cuando se creó la Subdirección General de Defensa Contra
Incendios Forestales, y se diseñó una estrategia, basada en una estructura comarcal, para

14
Introducción

intentar solucionar este problema. Se establecieron así planes a corto plazo como el Plan
90, y a medio plazo los Planes INFOGA, como instrumentos anuales de planificación.
Estos planes han permitido reducir notablemente la superficie de monte quemada en
Galicia, pero no el número de incendios (Bermúdez y Touza, 2000).

1500000 200000
España
total:
Superficie quemada (ha)

160000
2447879 total:
total:

Nº de incendios
1000000 1612371
1518462
120000

80000
500000

40000

0 0
1970-79 1980-89 1990-99

400000 100000
Galicia
total:
Superficie quemada (ha)

661898 80000
300000 total:
487101 Nº de incendios
total: 60000
200000 249934

40000

100000
20000

0 0
1970-79 1980-89 1990-99

superficie arbolada superficie no arbolada nº de incendios

Figura 4. Evolución del nº de incendios forestales y de la superficie quemada en España


y en Galicia en el período 1970-1999. (Xunta de Galicia, 2001).

15
Introducción

1.2.2 Dinámica del fuego

Antes de continuar con la incidencia del fuego y de sus efectos es importante


entender qué es el fuego y cómo y por qué se produce.

El fuego es la manifestación visual de los procesos físico-químicos conocidos


como combustión. La combustión es, en cierto modo, un proceso inverso a la fotosíntesis
de manera que mientras con la fotosíntesis se acumula energía solar como compuestos
orgánicos y material vegetal, con la combustión la energía solar acumulada en forma
química (combustibles) se libera como calor junto con una variedad de gases y partículas.

Para que se inicie la combustión, en primer lugar debe existir un combustible


disponible. La vegetación forestal (árboles vivos, sotobosque y matorral) así como los
materiales muertos que se encuentran sobre la superficie del suelo en las formaciones
vegetales, e incluso la materia orgánica del suelo, constituyen el combustible que
normalmente se encuentra en grandes cantidades en los ecosistemas forestales. El
combustible proporciona la energía química necesaria para mantener el fuego. Esta
energía química corresponde a la energía solar fijada por las plantas en la síntesis de
compuestos orgánicos. A continuación es necesario aplicar suficiente calor al combustible
para elevar su temperatura, evaporar la mayor parte del agua y hacer así que la materia
orgánica sea inflamable. Un exceso de agua que absorba el calor o una fuente de calor
insuficiente pueden impedir que se produzca el fuego. Finalmente es necesaria la
presencia de oxígeno para que el fuego se desarrolle. El oxígeno casi siempre está
disponible en los ecosistemas naturales y el combustible está generalmente saturado. El
oxígeno proporciona el oxidante en la ecuación química de la reacción de combustión:

(C6H10O5)n + O2 + fuente calor ⇒ CO2 + H2O + calor

↓ ↓ ↓ ↓

combustible oxidante de productos de la


sintetizado por la reacción combustión
las plantas

Estos tres componentes: combustible, calor y oxígeno forman el llamado triángulo


del fuego y han de estar todos presentes para que se produzca el fuego.

16
Introducción

Actualmente, se sabe que detrás de las llamas existen una serie de especies activas
(iones, radicales libres, carbón libre, etc.) que son las responsables de las reacciones en
cadena que se producen, y que intervienen de manera decisiva en el incendio, puesto que
si se interrumpe la transmisión de calor de unas partículas a otras del combustible no será
posible la continuación del incendio. Por ello, se ha visto la necesidad de considerar un
cuarto factor de manera que se ha hecho una transición del triángulo del fuego en una
nueva figura llamada “Tetraedro del Fuego” que incluye este cuarto elemento que es la
reacción en cadena (Figura 5).

Figura 5. Componentes del fuego formando el tetraedro del fuego.

El calor se transfiere desde los combustibles quemados a las capas orgánicas y


minerales de los suelos por procesos de radiación, conducción, convección, transporte de
masas y vaporización/condensación (Chandler et al., 1983).

Tal como apuntan DeBano et al. (1998) en el fuego se pueden detectar 5 fases
durante su existencia:

• Preignición: el combustible se calienta y térmicamente provoca la descomposición


del combustible.
• La fase de llama: es el aspecto más visible del fuego. Su rápida reacción exotérmica
puede producir temperaturas entre 300-1400ºC. La duración de esta fase es altamente
variable.

17
Introducción

• La fase de humos: normalmente sigue a la fase de llama y se caracteriza por la


disminución de la velocidad de propagación de la temperatura y del flujo de calor. En
algunos combustibles (por ejemplo en suelos orgánicos) esta fase es la inicial y domina la
fase de combustión. Aunque la temperatura que se alcanza en esta fase es menor (300-
600ºC) que en la fase de llama, el lento movimiento de este tipo de fuego (<3 cm h-1)
hace que afecte a un área menor pero puede provocar un mayor impacto en el suelo.
• La fase de las brasas: consiste en una lenta oxidación de restos carbonizados que
quedaron de las fases anteriores. Este tipo de combustión puede persistir durante largos
períodos de tiempo tanto en los suelos minerales como en los orgánicos, y todavía se
alcanzan temperaturas entre 400-760ºC.
• Extinción: es el momento en el que cesa la combustión.

Los combustibles influirán sobre el fuego en función del grado de humedad, la


densidad, la naturaleza del material, la cantidad de combustible, la estratificación de la
vegetación y el grado de combustibilidad (Chandler et al., 1983; Casal et al., 1984).

El contenido en agua de los combustibles tiene gran importancia en el


comportamiento del fuego, debido a su influencia en la posibilidad de que se inicie la
combustión y posterior desarrollo de la misma. En condiciones de alto contenido en
humedad, las temperaturas que se alcanzan en los suelos son bajas debido al elevado calor
específico y de vaporización del agua siendo, por ello, difícil que se generen temperaturas
por encima de 100ºC a menos que se produzca la evaporación del agua. Investigaciones
realizadas sobre distintos suelos forestales mostraron que la combustión del horizonte
orgánico de suelos con contenidos de humedad inferiores al 10-15 % puede incrementar
el impacto del fuego en dichos suelos (Soto et al., 1991), por lo que el efecto del incendio
en el suelo es mayor si se produce a finales del verano cuando el contenido en humedad
del suelo y de la hojarasca es, generalmente, mucho menor.

La combustibilidad se refiere a la mayor o menor facilidad que tienen los


combustibles para arder, distinguiendo entre combustibles ligeros (hojas, acículas,
hierbas, etc.) y pesados (troncos, ramas, raíces). También hay que tener en cuenta que el
grado de combustibilidad aumenta en aquellas especies como los pinos que contienen
resinas y arden mejor que otras especies que carecen de ellas (Montgomery y Cheo,
1971).

18
Introducción

La cantidad de biomasa, tanto viva como muerta, por unidad de superficie es otro
factor a tener en cuenta, pues cuanto más combustible haya más intensidad alcanzará el
fuego.

La producción, propagación y factores condicionantes del fuego han sido


estudiados por diversos autores (Trabaud, 1970, 1976; Keeley y Keeley, 1981).
Clásicamente se distinguen tres modalidades de propagación de los incendios forestales
(Figura 6):

ƒ Fuego de superficie o de suelo: es el más frecuente y se transmite fundamentalmente


por conducción por la superficie del suelo; afecta únicamente a la vegetación herbácea y
arbustiva así como al mantillo superficial de restos orgánicos sin descomponer, mientras
que apenas penetra en el suelo.
ƒ Fuego de corona o de copas: se origina inicialmente a partir del fuego de superficie
y alcanza el nivel de las copas de los árboles, bien por causa del viento o por ser
incendios de elevada intensidad y mucha llama, o simplemente el fuego puede
transmitirse a las copas por convección o por radiación. Son los que presentan una
propagación más rápida y mayores dificultades para la extinción.

ƒ Fuego de humus o subsuelo: se origina cuando entra en combustión la materia


orgánica del suelo y de las raíces, lo que puede suceder cuando ésta es muy abundante,
por ejemplo en una turbera o en suelos muy orgánicos. Este tipo de fuego se propaga por
el interior de la capa orgánica, destruyendo el humus edáfico, la hojarasca y la biomasa
microbiana y dañando las raíces de los árboles; como el oxígeno es limitante, se
desarrollan fuegos lentos, sin llama y apenas sin humo. Suelen ser persistentes, muy
destructivos y por lo general son difíciles de controlar.

Esta clasificación responde a la necesidad de sistematizar de alguna manera las


formas de propagación del fuego, aunque en la realidad es frecuente que se combinen los
diversos tipos de incendios (Casal et al., 1984), en especial los de superficie y de copa
que suelen propagarse simultáneamente aunque con distinta velocidad.

La severidad es una medida cualitativa de los efectos del fuego en el ecosistema y


refleja la cantidad de energía (en forma de calor) que es liberada por un fuego y que

19
Introducción

afecta a la respuesta del medio. El fuego provoca un espectro de severidades que


dependen de las interacciones del quemado, intensidad, duración, carga de combustible,
tipo de combustión y grado de oxidación, tipo de vegetación, pendiente, topografía,
textura del suelo y humedad, contenido en materia orgánica, tiempo desde la última
quema y área quemada.

Figura 6. Tipos de fuegos (Mataix-Solera, 2003).

Hungerford y Ryan (1996) proponen una clasificación general de la severidad del


fuego basada en la respuesta que provoca en el medio:

Fuegos de baja severidad: hay un bajo calentamiento del suelo, se observa poca
carbonización, la hojarasca se consume o chamusca pero la capa orgánica parcial o
totalmente humificada permanece intacta, aunque puede ser carbonizada su superficie.
Las acumulaciones de materiales leñosos pueden ser parcialmente consumidas. No se
aprecian cambios en la materia mineral. La superficie es mayormente negra. La
temperatura alcanzada por el suelo a 1 cm no supera los 50ºC.

Fuegos de moderada severidad: el calentamiento es moderado y el suelo aparece


moderadamente carbonizado. Se consume la hojarasca y la materia orgánica humificada
también se consume y se chamusca. Hay presencia de cenizas grises o blancas. La
temperatura del suelo a 1 cm puede alcanzar de 100 a 200ºC.

Fuegos de severidad alta: hay un alto calentamiento del suelo y un elevado grado
de carbonización, la materia orgánica se consume totalmente y se aprecia la capa

20
Introducción

superficial de la fracción mineral ligeramente rojiza o anaranjada. La capa carbonizada


puede llegar a los 10 cm de espesor. Hay variaciones en la textura del suelo en las capas
superficiales. Las temperaturas alcanzadas son mayores de 250ºC.

La componente de la severidad del fuego que más daño provoca en el ecosistema


es la duración del fuego. Fuegos rápidos en combustibles ligeros pueden ser intensos en
términos de energía liberada por unidad de área pero no transfieren la misma cantidad de
calor al suelo forestal, fracción mineral u organismos del suelo (Neary et al., 1999).

La intensidad del fuego es una parte integral de la severidad y junto con la


velocidad de expansión juegan un papel significativo en la caracterización del
comportamiento del fuego. La intensidad del fuego es un término que se usa para
describir la velocidad a la cual el fuego produce energía térmica (DeBano et al., 1998).
Puede ser medida en términos de temperatura y calor liberado.

La intensidad del fuego está influenciada por la cantidad de combustible disponible


para la quema, las condiciones climáticas locales antes y en el momento del fuego y la
topografía del área que está ardiendo. El factor limitante de la intensidad del fuego es la
cantidad de energía acumulada en el combustible. Como consecuencia, a mayor carga de
combustible más intensamente quema el fuego. La carga de combustible está altamente
influenciada por el tipo y la edad del combustible, sus propiedades (tamaño,
concentración de aceites y resinas) y el tiempo que pasó desde el último fuego.

Chandler et al. (1983) propusieron una clasificación de los incendios en función de


la temperatura a la cual se ve sometido el suelo basándose principalmente en el color de
las cenizas y los restos de hojarasca que quedan:

Suaves: se caracterizan por presentar en el horizonte superficial del suelo cenizas


negras, formadas por restos vegetales chamuscados. En estos incendios, la temperatura
máxima que se alcanza en la superficie del suelo está comprendida entre 100 y 250ºC y
entre 1 y 2 cm por debajo de la superficie la temperatura no excede de los 100ºC.

Moderados: la temperatura en la superficie del suelo oscila entre 300 y 400ºC, por
lo que se produce una combustión parcial de la materia orgánica, desapareciendo toda la
hojarasca y los restos vegetales. A 1 cm de profundidad se alcanzan temperaturas

21
Introducción

comprendidas entre 200 y 300ºC, afectando al horizonte orgánico del suelo, mientras que
se estima que a 3-5 cm la temperatura no supera los 80ºC.

Intensos: la superficie del suelo presenta cenizas blancas, lo que indica una
combustión completa de la materia orgánica, alcanzándose en la zona más superficial
temperaturas comprendidas entre 500 y 700ºC, muy por encima de la temperatura de
ignición de los materiales orgánicos. A 2 ó 3 cm de profundidad las temperaturas oscilan
entre los 150 y 400ºC y el efecto del calor es mínimo a profundidades superiores a 7-10
cm.

En la figura 7 se señalan los factores implicados en el calentamiento del suelo


durante un incendio. Los parámetros climáticos que más condicionan el impacto causado
por el fuego son básicamente la humedad y la temperatura (en el ambiente, en el suelo y
en la vegetación). El viento, por otra parte, también influye avivando los fuegos ya
iniciados.

Figura 7. Factores implicados en el calentamiento del suelo durante un incendio forestal


(Mataix-Solera, 2003).

22
Introducción

La humedad relativa del aire, que depende de la humedad atmosférica y de la


temperatura, influye indirectamente en el riesgo de incendio a través del poder desecante
que ejerce la atmósfera sobre la vegetación y sobre el suelo, en los días más calurosos y
secos. El grado de humedad del suelo se relaciona con la turgencia de las plantas de
manera que cuando la humedad del suelo disminuye hasta alcanzar el punto de marchitez,
la susceptibilidad de la vegetación a los incendios es máxima.

El viento renueva la masa de aire en contacto con la vegetación facilitando la


evapotranspiración y desecamiento de las plantas. Por otra parte, el viento al renovar el
oxígeno aviva la combustión y también favorece la velocidad de propagación del fuego.

El porcentaje de luz solar que llega al suelo influye en la temperatura alcanzada por
el mismo y éste varía en función del grado de cobertura vegetal. Además la radiación
solar condiciona la biomasa vegetal o cantidad de material combustible que se acumula
sobre el suelo, así como otros parámetros microclimáticos como puede ser la humedad
ambiental.

La velocidad de propagación del fuego influye en la intensidad del mismo y en el


tiempo de exposición del suelo a altas temperaturas, siendo los incendios lentos los que
producen unos efectos más perjudiciales para el suelo. Las velocidades del fuego varían
entre 0.1 m min-1, las más lentas, y 50 m min-1 en los incendios más rápidos.

La temperatura alcanzada en la superficie del suelo depende de la intensidad del


fuego. Debido a que el suelo en general es un mal conductor, aunque en superficie las
temperaturas sean muy elevadas, a veces de hasta 1200-1400ºC (DeBano et al., 1998), a
pocos centímetros de profundidad apenas se aprecia ningún cambio, de modo que por
debajo de los 5 cm raramente se sobrepasan los 40ºC, alcanzando su máximo de
temperatura con un cierto retraso de tiempo con respecto a los picos máximos en la
superficie. En general, la temperatura disminuye en profundidad siguiendo una curva
exponencial negativa (Bradstock et al., 1992; Valette et al., 1994; Bradstock y Auld,
1995).

Si el suelo tiene una cierta humedad se alcanzan menores temperaturas que en el


suelo más seco, debido a que se incrementa la capacidad de absorber calor sin

23
Introducción

incrementarse la temperatura (hasta que el agua se evapora). Sin embargo, a causa de la


alta conductividad térmica del agua, se favorece el flujo de calor hacia el interior del
suelo, atenuando su excesiva intensidad en la superficie pero perjudicando a los
microorganismos del suelo.

Los efectos del fuego dependen mucho de las características de la vegetación.


Ciertos aspectos morfológicos y fisiológicos de las plantas aumentan su susceptibilidad al
incendio. La presencia de determinados compuestos comunes en algunas plantas tales
como resinas, aceites y esencias volátiles aumentan su grado de inflamabilidad
(capacidad de producir llama ante una fuente de calor) y de combustibilidad (modo de
arder una vez inflamada). Además, en general, este tipo de compuestos incrementan su
concentración durante el período estival, con lo que se favorece aún más el riesgo de
incendio.

La cantidad de material combustible es uno de los factores de mayor importancia


en el comportamiento del fuego, al igual que su disposición y continuidad. Los restos de
hojarasca, cortezas, ramas muertas, etc. que se acumulan en el mantillo del suelo sin
descomponer, son en general un material muy combustible. Los aportes al suelo varían
según el tipo de especie forestal y en estudios realizados en Galicia por Díaz-Fierros et al.
(1982) los valores encontrados fueron los siguientes: 6 t ha-1 año-1 bajo los eucaliptos
(Eucaliptus globulus), 5 t ha-1 año-1 bajo pinos (Pinus pinaster y Pinus radiata) y 2.5 t
ha-1 año-1 en el robledal (Quercus robur). También influye la velocidad de
descomposición y mineralización de los combustibles acumulados en el suelo. En el caso
de Galicia, estos procesos de descomposición ocurren lentamente debido a que los altos
contenidos de aluminio y la acidez del suelo inhiben la actividad microbiana responsable
de esta descomposición, influyendo también el carácter más difícilmente biodegradable
de algunos de estos restos.

Se han establecido índices de combustibilidad para las diferentes especies en


función de su susceptibilidad al fuego y el valor máximo de riesgo lo presenta el pastizal,
seguido de pinares, eucaliptales y robledales, citando las formaciones forestales más
comunes en nuestra comunidad (Carballas, 2003).

24
Introducción

1.2.3 Efecto de los incendios forestales en el suelo

La desolación de los bosques y montes producida por los incendios forestales, no


solo repercute en la destrucción de la vida silvestre y en la ruptura de los equilibrios
biológicos, sino también en otros aspectos de suma importancia como son el aumento de
la erosión, la pérdida de material orgánico y de nutrientes del suelo, cambios en la calidad
del agua y en el régimen hídrico, contaminación del aire, además de las grandes pérdidas
económicas que derivan de la destrucción de las masas forestales. Pero quizás la peor
consecuencia de los incendios es su impacto sobre el suelo, pues además de servir como
soporte y almacén nutritivo de las plantas, es uno de los recursos más escasos y menos
renovables de la naturaleza, cuya pérdida o degradación son muy difíciles de restaurar
(Pérez Moreira et al., 1991). Además, muchas zonas sufren incendios reiteradamente y,
de esta forma, los efectos negativos se acumulan.

El suelo está formado por cuatro componentes principales: una fracción mineral,
una fracción orgánica, una fase líquida y una fase gaseosa. Asociado a estos cuatro
constituyentes hay un amplio rango de organismos vivos. Las relaciones que se
establecen entre estos cuatro componentes dan lugar a un amplio rango de propiedades
físicas, químicas y biológicas del suelo que pueden ser alteradas por el paso del fuego.

Los cambios que provoca el fuego en el suelo influyen en el ecosistema que lo


rodea por la interdependencia entre el suelo y los demás componentes del ecosistema, y
es necesario distinguir entre los efectos inmediatos que provoca el fuego y los efectos a
largo plazo. La respuesta de los componentes biológicos (microorganismos del suelo y
vegetación) al fuego es rápida, al igual que la liberación de gases y otros contaminantes
del aire por la combustión de materia orgánica que presenta una respuesta inmediata al
fuego. Los efectos a largo plazo son generalmente más sutiles, pero persisten a lo largo de
los años o llegan a ser permanentes, como los que se derivan de la relación entre el ciclo
de nutrientes y la productividad, o cuando se produce erosión. También es necesario
distinguir entre el impacto sobre el área forestal quemada y los efectos originados por los
materiales arrastrados desde la zona afectada por el incendio, que pueden causar
desequilibrios en aquellos ecosistemas terrestres y acuáticos que reciben los materiales
(ríos, lagos, embalses, estuarios), localizados lejos de la zona forestal quemada.

25
Introducción

Los efectos del fuego sobre el suelo son complejos y dependen fundamentalmente
de las condiciones del área quemada (cantidad y tipo de vegetación, humedad del
combustible y del suelo, tipo de suelo, pendiente y microclima), de la intensidad del
incendio y de la duración del quemado, así como del período e intensidad de la lluvia que
cae después del fuego. De todas formas hay unas relaciones generales que describen las
respuestas de las propiedades del suelo al calentamiento (DeBano et al., 1998). Estas
relaciones son:

• Las propiedades biológicas son las más sensibles al calentamiento, con fatales
consecuencias para la mayoría de organismos vivos por debajo de 100ºC.
• La completa deshidratación del suelo se produce cuando la temperatura alcanza los
220ºC, aunque esto no afecta significativamente a las propiedades físicas y químicas
(Raison, 1979; Giovannini y Lucchesi, 1993).
• Un calentamiento entre 220 y 460ºC produce la combustión de la materia orgánica y
por ello afecta a las propiedades del suelo que dependan de ella. La destrucción de la
materia orgánica puede ser beneficiosa pues aporta gran cantidad de nutrientes
disponibles para las plantas aunque, por otra parte, provoca la destrucción de la estructura
del suelo. El daño dependerá en gran medida de la velocidad a la que se recupera la
materia orgánica después del fuego.
• El calentamiento por encima de 460ºC supone la pérdida de los grupos hidróxilos de
las arcillas (550-700ºC) y la descomposición de los carbonatos (700-900ºC) (Giovannini
et al., 1988). Estos cambios irreversibles disminuyen la porosidad del suelo, su
plasticidad y elasticidad y lo hacen altamente erosionable.

1.2.3.1 Efecto del fuego en las propiedades físicas

Los efectos del fuego en el sistema físico del suelo son complejos y dependen
principalmente de los cambios que se producen en la materia orgánica durante el
calentamiento del suelo ya que ésta es esencial para mantener la estructura del suelo,
particularmente en los horizontes superficiales (Tisdall y Oades, 1982; Chaney y Swift,
1984; Amézketa, 1999). La degradación de la estructura del suelo aumenta la densidad
aparente y reduce la porosidad del suelo, lo que a su vez provoca una disminución de la

26
Introducción

infiltración e incrementa la escorrentía y la erosión.

La magnitud del cambio en las propiedades físicas depende en gran medida de la


severidad del fuego, la cantidad de combustible consumido, calentamiento del suelo,
superficie quemada y la duración de los intervalos entre fuegos (Wells et al., 1979).

A continuación se hace una breve descripción de las propiedades físicas más


relevantes que pueden verse afectadas por el fuego.

Humedad

Además de la desecación inmediata inducida por el paso del fuego, la


desprotección del suelo debido a la pérdida de la cubierta vegetal, junto con el incremento
de la temperatura que puede sufrir por ennegrecimiento pueden provocar una reducción
de la humedad del suelo (Campbell et al., 1977; Wells et al., 1979; Pietikäinen y Fritze,
1995). La presencia de sustancias hidrofóbicas también puede hacer que disminuya la
humedad del suelo como sugieren Úbeda et al. (2002). Si el suelo ha sufrido cambios en
la capacidad de retención hídrica por factores como la compactación o disminución en su
contenido de materia orgánica, este efecto puede verse incrementado.

Temperatura

Los incendios forestales modifican las condiciones físicas del suelo debido al
aumento de la radiación absorbida, por el ennegrecimiento de la superficie del suelo
causado por la deposición de cenizas, y a la pérdida de la cubierta vegetal que provoca un
aumento de la evaporación desde el suelo, motivado por la mayor insolación que recibe, y
la falta de abrigo frente al viento. Todo ello provoca un aumento de la temperatura del
suelo y unas oscilaciones térmicas diarias más acusadas, con variaciones de 5 a 10ºC
sobre la temperatura medida en el suelo cubierto con vegetación (Woods et al., 1983;
Raison et al., 1986; Ghuman y Lal, 1989). Este aumento de la temperatura diurna
favorece, en líneas generales, la actividad microbiana y la tasa de mineralización en el

27
Introducción

suelo, por lo que este factor va a jugar un papel importante en la disponibilidad de


nutrientes y en la recuperación de las poblaciones microbianas en suelos incendiados
(Sims, 1976).

Textura

En general, tras el paso del fuego, la distribución del tamaño de partículas del suelo
permanece inalterada hasta alcanzar 300-400ºC de temperatura (Nishita y Haug, 1972;
Giovannini et al., 1988). A temperaturas superiores a 460ºC se produce la pérdida de los
grupos OH de las arcillas y la disociación de los carbonatos. También pueden producirse
fusiones térmicas de partículas de tamaño arcilla, incrementándose porcentualmente el
tamaño limo y arena (Almendros et al., 1984; Ulery y Graham, 1993). Estos cambios se
han atribuido a la calcinación en la que se ven implicados los óxidos de hierro, los
aluminosilicatos y los carbonatos (Giovannini et al., 1990). Estas reacciones térmicas
puede provocar un daño irreparable en la estructura del mineral y causar alteraciones
negativas en el estado químico y nutricional del suelo que afectan al crecimiento de las
plantas (Giovannini, 1994).

Por otro lado, los suelos quemados pueden adquirir texturas más gruesas debido a
los procesos de erosión post-fuego que provocan la pérdida de las partículas más finas e
incrementan en consecuencia el porcentaje de fracción gruesa (Llovet et al., 1994).

Estructura del suelo

Otra de las principales propiedades físicas del suelo que puede verse afectada por
un incendio es la estabilidad de la estructura. Existen diversas formas de definir la
estructura del suelo, Kay (1990) define la estructura en términos de organización
(disposición espacial de las partículas y poros del suelo), potencial de regeneración
(capacidad de regeneración por procesos naturales si la organización es alterada) y
estabilidad (naturaleza e intensidad de las uniones entre partículas elementales que
mantienen la arquitectura del suelo).

28
Introducción

La estabilidad de los agregados influye en un amplio rango de procesos físicos y


biogeoquímicos ya que afecta al movimiento y almacenamiento del agua, aireación,
erosión, actividad biológica y crecimiento de las plantas.

La estructura del suelo puede verse modificada por el fuego a través de las
alteraciones en los minerales de la arcilla y la combustión de la materia orgánica.
Generalmente, las arcillas no se ven afectadas durante un incendio ya que toleran
temperaturas relativamente altas antes de verse irreversiblemente dañadas. El
calentamiento debe ser superior a 460ºC para producir la pérdida de los grupos OH de las
arcillas (Giovannini et al., 1988) y mayor de 980ºC para producir cambios irreversibles
en el agua de hidratación (DeBano et al., 1977).

El efecto del calentamiento en la componente orgánica de la estructura del suelo es


distinto que para las arcillas, pues la destrucción de la materia orgánica comienza a
temperaturas bajas del orden de los 200ºC y se completa a 500ºC. Por otra parte, la
materia orgánica se concentra en la parte superior del perfil, donde está expuesta más
directamente al calor generado por la combustión de los materiales superficiales. El grado
de alteración aumenta directamente con el aumento de la severidad del fuego.

En la literatura hay algunas discrepancias acerca del efecto del fuego en la


estabilidad de los agregados. Algunos autores afirman que la estabilidad estructural se ve
favorecida (Ibáñez et al., 1983; Boix Fayos, 1997), mientras otros aseguran que
disminuye (Sanroque et al., 1985; Giovannini y Lucchesi, 1997; García Oliva et al.,
1999; Mataix-Solera et al., 2002). En un principio la combustión de la materia orgánica
unida a la eliminación temporal de la protección vegetal, de la mesofauna y de parte de
los microorganismos del suelo provocaría la destrucción de los agregados teniendo en
cuenta el importante papel que juegan estos parámetros en la agregación (Oades, 1993;
Roldán et al., 1994; Díaz et al., 1994). Pero la materia orgánica no siempre disminuye
tras el paso del fuego, e incluso puede aumentar en fuegos de baja intensidad o de copas
debido al aporte de materia orgánica que no ha sufrido una combustión completa (Mataix-
Solera et al., 1996; Guerrero et al., 2001) y esto podría ser uno de los motivos por los que
a menudo se observan incrementos en la estabilidad de agregados. También, las fusiones
térmicas que se producen con el aumento de temperatura pueden tener un efecto
cementante e incrementar la estabilidad de los agregados, especialmente en suelos ricos

29
Introducción

en arcilla, óxidos de hierro y aluminio y carbonato cálcico (Nishita et al., 1970;


Giovannini et al., 1988; Molina y Sanroque, 1996). El carbonato cálcico y otras sales
solubles pueden precipitar tras la deshidratación causada por el fuego, incrementando la
cohesión y la resistencia al efecto del agua (Kemper et al., 1987).

Por otro lado, la presencia de sustancias hidrofóbicas generadas durante la


combustión puede incrementar la estabilidad de los agregados (Giovannini et al., 1983;
Mataix-Solera y Doerr, 2004; García-Corona et al., 2004) ya que actúan como una fina
película que rodea parcial o totalmente al agregado y aumentan su resistencia a la
desagregación.

En estudios de calentamiento controlado realizados en suelos gallegos se pudo


demostrar que para estos suelos en los que la materia orgánica es el principal agente
cementante, existe una primera fase a temperaturas inferiores a 200ºC en la que el
calentamiento del suelo favorece la estabilidad de los agregados, seguida de otra fase
caracterizada por la disminución de la estabilidad de los agregados, una vez que se
produce la combustión de la materia orgánica (Díaz-Fierros et al., 1987; Soto et al., 1991;
García-Corona et al., 2004).

La duración de los efectos del fuego en la estructura del suelo puede oscilar de un
año a varias décadas, dependiendo de la severidad del fuego, de la velocidad de
recuperación influenciada por las condiciones naturales, de los usos del suelo tras el
incendio y de las medidas adoptadas para remediarlo (Wells et al., 1979).

Porosidad, distribución de poros y capacidad de retención hídrica

Los cambios producidos por el fuego en la estabilidad de los agregados ocasionan a


su vez modificaciones en la porosidad y distribución de poros del horizonte superficial
del suelo y en la capacidad de retención de agua del suelo.

La porosidad y distribución de tamaño de poros se ven afectadas por el fuego


debido a los cambios en la distribución del tamaño de las partículas, cambios en la
agregación y el taponamiento de los poros por la incorporación al suelo de cenizas

30
Introducción

procedentes de la combustión de las raíces y la materia orgánica. Además, al ser la


materia orgánica un elemento fundamental en la retención de agua, su combustión
disminuye la capacidad de almacenamiento de agua en las capas superficiales del suelo.
Todo esto provoca una reducción de la infiltración del agua en el suelo que conlleva un
aumento de la escorrentía superficial y favorece el arrastre de partículas y nutrientes
(Farres, 1985; Ela et al., 1992). Esto también puede suponer un descenso de las tasas de
oxigenación de los niveles inferiores del suelo y cambios en el estado químico y
microbiológico del suelo.

Varios autores han encontrado diferentes patrones de modificación de la porosidad


con el calentamiento del suelo según la textura del mismo. En este sentido, Giovannini
(1994) encontró incrementos en la porosidad hasta una temperatura de 460ºC para un
suelo arcilloso. A temperaturas superiores, sin embargo, la porosidad disminuye como
consecuencia de la pérdida de los grupos OH de las arcillas y la destrucción de
carbonatos. Por el contrario, en un suelo arenoso la porosidad decrece progresivamente a
medida que se incrementa la temperatura, siendo este efecto más claro en el rango de
temperaturas entre 170 y 220ºC.

Repelencia al agua

La repelencia al agua es un fenómeno que ocurre de forma natural en los suelos por
acumulación de ácidos orgánicos hidrofóbicos procedentes de exudados radicales
(Dekker y Ritsema, 1996; Doerr et al., 1998), compuestos producidos por hongos y
microorganismos (Savage et al., 1969; Jex et al., 1985), o procedentes directamente de la
descomposición de la materia orgánica (McGhie y Posner, 1980).

La repelencia al agua reduce la afinidad de los suelos al agua y aumenta su


resistencia al humedecimiento durante períodos que van desde unos pocos segundos a
horas, días, e incluso semanas (King, 1981; Doerr y Thomas, 2000). La repelencia al agua
es una propiedad que puede verse afectada de forma importante por el paso del fuego
(DeBano, 1981). Un incendio puede inducir repelencia al agua en suelos previamente
hidrófilos o bien incrementarla o reducirla en suelos previamente hidrofóbicos,

31
Introducción

dependiendo de la temperatura, cantidad y tipo de materia orgánica consumida y también


del grado de humedad del suelo previo al incendio (DeBano et al., 1976; Giovannini y
Lucchesi, 1983; Doerr et al., 1998).

Después de un fuego se puede encontrar una capa hidrofóbica de espesor variable


en la superficie del suelo o a unos pocos centímetros bajo la superficie mineral y paralela
a la superficie del suelo. Una hipótesis que describe la formación de la capa hidrofóbica
ha sido desarrollada por DeBano (1981) y mantiene que el calor producido por la
combustión de la capa de hojarasca en la superficie del suelo vaporiza sustancias
orgánicas, que se mueven en profundidad a lo largo del gradiente de temperatura hasta
que alcanzan una capa de suelo de menor temperatura donde se condensan. Este
movimiento de sustancias hidrofóbicas en profundidad en el suelo se produce
principalmente durante el fuego. Una vez que el fuego ha pasado, puede continuar el
movimiento de calor en profundidad y se pueden revolatilizar algunas sustancias que
hacen que la capa hidrofóbica tenga mayor grosor. El resultado final es una capa
hidrofóbica en el área quemada situada bajo la superficie del suelo y paralela a ella
(Figura 8).

En la bibliografía está bien documentada la relación entre la repelencia al agua y la


temperatura de calentamiento del suelo. Cuando el suelo se calienta por debajo de 175ºC
se producen pequeñas variaciones en la repelencia al agua. Si la temperatura alcanza entre
175-200ºC la repelencia al agua se intensifica y aproximadamente a los 250ºC las
sustancias hidrofóbicas se fijan a la superficie del suelo. Por encima de 275-300ºC se
destruye la repelencia al agua (Savage, 1974; DeBano et al., 1976; DeBano, 1981; Varela
et al., 2005). Estos rangos de temperatura pueden variar de unos suelos a otros.

Recientemente, Doerr et al. (2004) demostraron que el umbral de temperatura para


que se produzca la desaparición de la repelencia al agua disminuye con el incremento del
tiempo de calentamiento del suelo, situándose entre 300-350ºC para 5 minutos de
calentamiento y entre 250-290ºC para un calentamiento de 40 minutos. De esta manera
señalan que no sólo es importante la máxima temperatura alcanzada en el suelo durante el
incendio sino que el tiempo de calentamiento también es crítico en la determinación de
los cambios que se producen en la repelencia al agua de los suelos.

32
Introducción

La repelencia al agua de los suelos es una propiedad que tiene importantes


repercusiones en el crecimiento de las plantas, procesos hidrológicos y geomorfológicos.
Estas incluyen la reducción en la capacidad de infiltración de los suelos, formación de
flujos preferenciales, incremento de la escorrentía superficial y erosión acelerada del
suelo (DeBano, 2000; Doerr et al., 2000; Shakesby et al., 2000; Letey, 2001).

Sin embargo, la repelencia al agua no siempre es una característica indeseable en


un suelo. Al contrario, cuando no es severa puede ser beneficiosa y contribuir a la
estabilidad de los agregados del suelo. Los componentes hidrofóbicos contenidos en la
materia orgánica mejoran la estabilidad de los agregados porque incrementan su
resistencia a la desagregación cuando se mojan (Coughlan et al., 1973; Giovannini y
Lucchesi, 1983).

(A) No quemado (B) Fuego (C) Quemado


Estado de la vegetación

Hojarasca Zona repelente al Capa humectable


Capa repelente al agua
agua Capa repelente al
Disminución agua
Estado del suelo

temperatura

Suelo Suelo Suelo


humectable humectable humectable

Figura 8. Formación de una capa hidrofóbica tras un incendio forestal (DeBano et al.,
1998).

33
Introducción

1.2.3.2 Efecto del fuego en las propiedades químicas

El sistema químico del suelo contiene componentes orgánicos e inorgánicos que


interactúan continuamente. Las propiedades químicas del suelo implicadas en esta
interacción incluyen materia orgánica, cationes de cambio, capacidad de intercambio
catiónico, capacidad tampón y pH. Los procesos que regulan el almacenamiento y el ciclo
de nutrientes, así como la disponibilidad de éstos y las pérdidas por volatilización y por
lavado son también importantes en el sistema químico. El fuego puede afectar tanto a las
propiedades químicas como a los procesos que estas propiedades regulan.

Los cambios en las propiedades químicas del suelo durante la quema se relacionan
en primer lugar con la rápida transformación u oxidación de los nutrientes contenidos en
los materiales orgánicos. Los incendios forestales afectan al ciclo biológico de los
nutrientes alterando la velocidad de liberación de éstos. En un bosque, los elementos
minerales retenidos en la hojarasca y en la materia orgánica del suelo son liberados
mediante procesos de descomposición y mineralización de los componentes orgánicos
por la mesofauna y la microbiota del suelo. Los elementos liberados pasan a las
posiciones de cambio del complejo adsorbente y a la solución del suelo, de donde son
captados por las raíces de las plantas, volviendo de nuevo al suelo cuando los restos
vegetales caen sobre su superficie formando la hojarasca. Durante los procesos de
mineralización biológica, la liberación de los nutrientes en forma asimilable por las
plantas es lenta y equilibrada.

Durante el quemado, los nutrientes son liberados muy rápidamente y se concentran


en la capa de cenizas, pero la mayoría de ellos se pierden, por volatilización durante el
quemado, por lavado por las aguas de infiltración, arrastrados por el agua de escorrentía,
con las cenizas en las corrientes de convección, o simplemente se pierden porque la
regeneración de la planta no es suficientemente rápida para que todos los nutrientes
liberados puedan ser absorbidos.

Materia orgánica

La combustión de la materia orgánica es uno de los impactos más importantes de

34
Introducción

los incendios sobre el suelo ya que no sólo afecta a las propiedades físicas y químicas del
suelo sino que también es necesaria para el desarrollo de su actividad biológica.

El grado de combustión de la materia orgánica durante un incendio depende


especialmente de los niveles de temperatura alcanzados. En la mayor parte de los suelos
la materia orgánica se concentra cerca de la superficie, así, la mayor parte está expuesta
directamente al calor radiado durante el fuego. Hay diferentes componentes químicos de
la materia orgánica que se pierden a medida que va aumentando la temperatura de
calentamiento (Hosking, 1938):

ƒ Pueden producirse pérdidas de materia orgánica a temperaturas menores de


100ºC.
ƒ A temperaturas mayores de 200ºC se pierden los constituyentes volátiles.
ƒ A temperaturas entre 200-300ºC se produce la pérdida de un 85 % de materia
orgánica en el suelo.
ƒ A más de 300ºC, la mayor parte de la materia orgánica residual consiste en
material tipo carbón que se pierde finalmente por ignición.
ƒ El calentamiento del suelo a 450ºC durante dos horas o a 500ºC durante media
hora elimina el 99 % de la materia orgánica.

En incendios de baja intensidad pueden observarse incrementos en el contenido en


carbono orgánico (Corg) por la incorporación al suelo de restos vegetales parcialmente
quemados que, consecuentemente, están más protegidos frente a la descomposición
bioquímica. Por otro lado, la transformación de materiales orgánicos frescos en formas
más recalcitrantes, unido a la habitual entrada en las áreas quemadas de especies fijadoras
de nitrógeno que según Johnson y Curtis (2001) contribuyen a aumentar
significativamente el secuestro de carbono en el suelo, provocan aumentos en los
contenidos de Corg tras el paso del fuego. En cuanto a los incrementos de Corg a largo
plazo en los suelos quemados pueden ser explicados por la disminución del grado de
mineralización, como el encontrado por Fernández et al. (1999) en un bosque de Pinus
pinaster después de dos años de haber sufrido un incendio severo.

La reducción del contenido de Corg en las capas más superficiales se produce tras
incendios de alta intensidad debido a la combustión de la materia orgánica (Bará y Vega,

35
Introducción

1983; Fernández et al., 1997; Mataix-Solera et al., 2002).

Wells (1971) indica que el principal efecto del incendio es a menudo una
redistribución y no una reducción de la materia orgánica en el perfil.

El efecto del fuego sobre el Corg del suelo debe ser evaluado no solo de forma
cuantitativa sino también de forma cualitativa. La calidad del Corg que queda después de
los incendios parece estar influenciada, entre otros factores, por la intensidad del fuego
(Almendros et al., 1984, Fernández et al., 2001). A medida que se incrementa la
temperatura el humus sufre modificaciones que le confieren mayor resistencia a la
degradación microbiana.

En estudios realizados en suelos gallegos afectados por incendios no controlados,


(Prieto-Fernández et al., 1998; Carballas, 2003) se observa una disminución del
contenido en carbono en la capas superficial y subsuperficial después del quemado, en
función de la intensidad del incendio. El fuego afecta a todos los componentes de la
materia orgánica, aunque no de la misma forma y con la misma intensidad. Según
Fernández (1997) el grupo de la celulosa y de las hemicelulosas es el más afectado,
perdiéndose entre el 70 y el 80 % en incendios de alta intensidad; le siguen los
compuestos hidrosolubles, entre los que se encuentran los azúcares, con pérdidas del 45 al
55 %; la lignina, que representa el componente orgánico mayoritario, con el 46 % de
pérdida y los lípidos con el 25 %. La distribución porcentual muestra que la celulosa, las
hemicelulosas y los compuestos hidrosolubles son los más afectados por los incendios, y
que la proporción relativa de lignina experimenta un aumento después del incendio.

Desde el punto de vista de la humificación, la fracción más afectada es la materia


orgánica no humificada, por lo cual el grado de humificación aumenta mucho después de
los incendios. Se produce un gran incremento de la fracción más humificada (pero
también la más recalcitrante al ataque microbiano), la humina, que resulta la fracción
predominante, sobre todo en suelos que alcanzan la temperatura de 350ºC, en los que sólo
permanece esta fracción en detrimento de los ácidos fúlvicos y los ácidos húmicos. De
esto se deduce que el fuego disminuye la fracción de la materia orgánica más fácilmente
degradable por los microorganismos y deja las más resistentes al ataque microbiano, lo
que produce una materia orgánica mucho más estable. Esto va a repercutir sobre la tasa

36
Introducción

de mineralización de la materia orgánica, que será más lenta y también se ralentizará la


liberación de nutrientes. Por otro lado, la desaparición de azúcares y otras sustancias
lábiles tiene un efecto negativo sobre la recuperación de los suelos quemados y la
regeneración de las plantas por ser estas sustancias fuente de energía para los
microorganismos.

Nitrógeno

Los efectos que provoca el fuego sobre el N del suelo revisten especial importancia
por ser éste uno de los principales nutrientes para las plantas y microorganismos.

Existen distintas opiniones acerca del efecto del fuego sobre el N del suelo.
Diversos autores como Christensen (1973), White (1986) y Kutiel et al. (1990) sugieren
una disminución del N como efecto directo del fuego. En general, la pérdida de N es
proporcional a la intensidad del incendio, a la temperatura alcanzada y al grado de
combustión de la materia orgánica. Esta pérdida se ha atribuido a la formación de
compuestos volátiles de nitrógeno durante la pirólisis de la materia orgánica (John y
Rundel, 1976; Dyrness y Norum, 1983; Kutiel et al., 1990). Sin embargo otros autores
han observado un incremento del N total del suelo, inmediatamente después de quemas
de baja intensidad. Este incremento puede deberse al bajo grado de destrucción de la
materia orgánica y a la deposición de cenizas y restos vegetales parcialmente quemados
(Giovannini et al., 1988; Prieto-Fernández et al., 1993, 2004). Otros estudios, sin
embargo, no han detectado cambios significativos en el contenido total de N (Kovacic et
al., 1986).

Aunque los incendios forestales suponen en general una pérdida de N total por
volatilización, a raíz de la quema se puede producir un aumento de las fracciones
inorgánicas del mismo debido a las condiciones ambientales. La elevación del pH y el
aumento generalizado de la fertilidad favorecen el crecimiento y actividad de los
microorganismos fijadores de N provocando una aceleración de los procesos de
mineralización y nitrificación (Polglase et al., 1986), además, la ausencia de vegetación
contribuye a reducir la cantidad de N absorbido incrementando de esta manera el N

37
Introducción

inorgánico en el suelo (Prieto-Fernández et al., 1993, 2004; DeBano et al., 1998; Neary et
al., 1999). El N inorgánico puede ser tomado por las plantas que colonizan el suelo
quemado después del incendio o desaparecer del horizonte superficial al ser lavado por la
lluvia, pudiendo redistribuirse en el perfil o llegar a la capa freática o a los cauces
superficiales y causar su eutrofización.

En estudios llevados a cabo con suelos de Galicia se ha encontrado que el N total


puede ser parcial o totalmente volatilizado a 200ºC, por lo que en general disminuye
después del incendio, en función de la intensidad alcanzada. Pero también se citan
aumentos del N total debido a la deposición de material parcialmente incinerado (Prieto-
Fernández et al., 1993, 2004).

El N inorgánico aumenta después de los incendios como consecuencia de la


oxidación del N orgánico; el aumento puede ser en forma amoniacal o nítrica, según el
tipo de suelo, aunque, en general, predomina el N amoniacal, como ocurre normalmente
en los suelos ácidos gallegos (Carballas, 2003).

Las formas orgánicas de N, que constituyen importantes reservas de N en el suelo,


resultan muy afectadas por los incendios, pero igual que ocurría con el C, el fuego afecta
de manera distinta a las diferentes formas orgánicas, disminuyendo en gran proporción
los aminoácidos y el N hidrolizable y, en menor medida, los aminoazúcares, mientras que
el N amídico y el N amoniacal aumentan. Igual que en el caso del C, el N residual, que es
el más resistente al ataque microbiano, es mucho mayor en los suelos quemados; este
aumento depende de la intensidad del incendio. Esto predice que la mineralización del N
orgánico será más difícil después de un incendio y que la habilidad del suelo para
suministrar N inorgánico a las plantas desciende después del incendio (Prieto-Fernández
et al., 2004).

Fósforo

Otro elemento de interés biológico y que suele presentarse como factor limitante en
el desarrollo de la vegetación es el P. Los estudios referentes al efecto de los incendios
forestales sobre el P se centran principalmente en la alteración de su disponibilidad para

38
Introducción

las plantas.

La pérdida de este elemento por volatilización es insignificante durante incendios


forestales de intensidad media, ya que la volatilización se produce en torno a los 600ºC
(Breswell, 1971), limitándose sus pérdidas al arrastre por convección con las cenizas. Es
importante destacar el aporte de éste elemento con la deposición de las cenizas dado que
puede representar una cantidad considerable en aquellos suelos con escasez de P (Raison,
1979).

El P total puede disminuir tras el paso del fuego o, como en los casos de incendios
prescritos estudiados en Galicia, no resultar afectado. En incendios de baja intensidad se
ha visto que si la temperatura del suelo no alcanza los 50ºC los efectos sobre el ciclo de P
son muy ligeros. En incendios de intensidad moderada o alta, el fuego tiene un fuerte
efecto mineralizador sobre el P orgánico, que disminuye mucho o incluso puede
desaparecer después del incendio, produciéndose paralelamente un aumento del P
inorgánico (Saá, 1995).

En general, la disponibilidad de P aumenta de forma inmediata con el incendio y


proporcionalmente a la intensidad de la quema (White y Gartner, 1975; Dyrness y
Norum, 1983). Este aumento de P disponible se ha relacionado con el grado de
combustión de la materia orgánica del suelo y con la cantidad de cenizas aportadas, así
como con la capacidad de fijación de P por el suelo.

Cationes de cambio y capacidad de intercambio catiónico

En general, la variación de la concentración de cationes por la acción de los


incendios forestales depende del volumen de cenizas aportado al suelo, de la movilidad
geoquímica del elemento y de la capacidad de retención de esos iones por el suelo (Ellis y
Graley, 1983). Las cenizas depositadas sobre la superficie del suelo contienen altas
concentraciones de cationes asimilables. El fuego incrementa la disponibilidad de todos
los cationes (Marion et al., 1991). Los cationes monovalentes como Na+ y K+ están
presentes como cloruros y carbonatos que son fácilmente movilizados (Soto y Díaz-
Fierros, 1993). Los cationes divalentes como el Ca+2 y el Mg+2 son menos móviles y están

39
Introducción

presentes en los suelos como óxidos y carbonatos. Después del fuego permanecen en la
superficie del suelo grandes cantidades de cationes fácilmente asimilables. Esta
disponibilidad de los cationes probablemente no incrementa de forma directa el
crecimiento de las plantas pero su cantidad y composición determinan la saturación de
bases lo que juega un importante papel en el control del pH (DeBano, 1998).

La capacidad de intercambio catiónico desciende después de los incendios debido a


la pérdida de materia orgánica, que suministra posiciones de cambio (Oswald et al., 1999;
Badía y Martí, 2003). De esta forma los cationes liberados no podrán ser retenidos en el
complejo adsorbente, siendo más fácilmente lixiviados hacia horizontes profundos en el
perfil del suelo o arrastrados por el agua tras las primeras lluvias, favoreciendo el
empobrecimiento del suelo. En el caso de fuegos de baja intensidad, estos cationes son
retenidos por el complejo adsorbente, el cual no ha sido destruido, al no haberse visto
afectada la materia orgánica del suelo (Ibáñez et al., 1983).

Estos efectos pueden ser observados inmediatamente después del incendio y, por lo
general, persisten por un tiempo más o menos largo dependiendo del contenido de
materia orgánica del suelo quemado y de la incorporación de nueva materia orgánica.

pH y conductividad eléctrica

Los valores de pH y conductividad eléctrica generalmente se incrementan en los


suelos quemados debido a la reducción de ácidos orgánicos y al aporte de cenizas con
carácter alcalino. El humedecimiento de las cenizas produce la hidrólisis de los cationes
básicos contenidos en ellas y, consecuentemente, la elevación del pH (Kutiel et al, 1990;
Fritze et al., 1994; Ulery et al., 1995).

El incremento de pH sobre el valor anterior al incendio varía ampliamente


dependiendo de la cantidad y origen de las cenizas aportadas y de la capacidad
amortiguadora del suelo (Raison y McGarity, 1980). En incendios de baja intensidad,
donde la combustión de la materia orgánica es muy baja, los cambios en el pH son
insignificantes, pudiéndose producir incluso una disminución del pH de algunas décimas
(Giovannini et al., 1989, 1990). Este hecho se atribuye a una disminución del poder

40
Introducción

amortiguador del suelo como consecuencia de la deshidratación de los coloides (Coles y


Morrison, 1930). En los casos en los que la intensidad del incendio es alta, y se produce
una gran combustión de la materia orgánica del suelo, el pH puede llegar a aumentar
varias unidades (Ulery et al., 1993)

La variación de pH puede dar lugar a problemas de nutrición vegetal al impedir la


asimilación de algunos nutrientes. La actividad de los microorganismos del suelo también
se ve afectada por el pH de tal modo que en los suelos con pH ácido, la materia orgánica
se descompone más lentamente y disminuye el aporte de los nutrientes en ella retenidos
por su baja velocidad de mineralización. El aumento del pH puede favorecer la actividad
de los microorganismos, y por tanto los procesos relacionados con ella.

En los suelos ácidos de Galicia el pH no suele aumentar mucho por efecto del
fuego debido al elevado poder de amortiguación de estos suelos, que suelen tener un alto
contenido en materia orgánica, incluso después del incendio (Díaz-Fierros et al., 1982),
aunque se han citado incrementos importantes de pH en suelos con bajo contenido en
materia orgánica (Carballas, 2003). El aumento de pH puede persistir o disminuir
dependiendo de la lluvia caída después del incendio debido al lavado de cationes,
particularmente en la capa superficial. La recuperación de la materia orgánica también
disminuye el incremento del pH.

1.2.3.3 Efecto del fuego en las propiedades biológicas

La microbiota, que es el principal agente responsable de la descomposición de la


materia orgánica y de otros importantes procesos necesarios para la regeneración del
suelo y de la vegetación, resulta particularmente afectada no solo por el incendio, que
puede esterilizar la superficie del suelo, sino también por la deposición de cenizas
(Carballas, 2003). El efecto inmediato es una fuerte disminución de la densidad y
biomasa microbiana que pueden alcanzar niveles indetectables. En términos generales, se
considera que aumentos de temperatura de hasta 37ºC producen una estimulación de la
actividad microbiana, valores cercanos a los 50ºC provocan una esterilización parcial del
suelo (Warcup, 1981; Walker et al., 1983) y a partir de los 160ºC se alcanza la esterilidad

41
Introducción

total y la biomasa microbiana no puede ser detectada.

La microbiota del suelo también puede verse afectada por diversos compuestos
tóxicos producidos durante los procesos de combustión y que son liberados y distribuidos
en el suelo durante los incendios (Kim et al., 2003).

La recuperación de la microbiota y de su actividad depende no sólo de la de la


propia población microbiana, sino también del substrato y, por consiguiente, de las
modificaciones inducidas por el fuego sobre el mismo. En general, los cambios inducidos
por el fuego sobre el suelo como son el aumento del pH, del grado de saturación, del
contenido de nutrientes y de su temperatura, favorecen la recuperación de la población
microbiana y de su actividad, poco después del incendio, si la humedad del suelo es
suficiente. La velocidad de recuperación de la microbiota y de su biomasa no sólo
depende de la humedad, sino que es inversamente proporcional a la temperatura de
calentamiento del suelo, lo que indica que depende de la intensidad del quemado (Díaz-
Raviña et al., 1992; Prieto-Fernández, 1996).

Las condiciones del suelo quemado favorecen el crecimiento de las bacterias,


mientras que la densidad de hongos, cianobacterias y algas disminuyen en gran
proporción. Con el tiempo, la población microbiana tiende a alcanzar sus niveles
normales, pero la velocidad de recuperación no es igual para todos los microorganismos.
Las bacterias aerobias y los microorganismos fotoautotróficos (cianobacterias y algas)
tienen una alta velocidad de recuperación, mientras que en los hongos esta recuperación
se produce más lentamente. Por otro lado, los microorganismos mineralizadores de las
sustancias nitrogenadas resultan más favorecidos por el incendio que los mineralizadores
de los compuestos de carbono (Carballas, 2003).

La actividad biológica del suelo se debe a la actividad metabólica de sus


organismos, principalmente microorganismos, y a la actividad de los enzimas. Aunque
los enzimas del suelo pueden proceder de las raíces de las plantas, de animales y de
microorganismos, se cree que estos últimos son la principal fuente de estas sustancias, y
por lo tanto, la producción de enzimas depende estrechamente del desarrollo de la
microbiota. El fuego afecta a la actividad microbiana a través de su influencia sobre la
microbiota y lo mismo ocurre con la actividad enzimática. Por otra parte, debido a su

42
Introducción

naturaleza proteínica, los enzimas pueden ser parcialmente inactivados a 60-70ºC y sufrir
una inactivación completa a 180ºC.

Las actividades enzimáticas resultan muy afectadas por los incendios y así, un mes
después de incendios de moderada o alta intensidad, los enzimas: celulasa, quitinasa y β-
D-glucosidasa, del ciclo del C, proteasa y ureasa, del ciclo del N y fosfomonoesterasa y
fosfodiesterasa, del ciclo del P, presentan actividades muy reducidas con respecto a los
valores de los suelos no afectados, mientras que la actividad de la arilsulfatasa, del ciclo
del S, no se detecta. Estas actividades se recuperan muy lentamente. (Saá, 1995)

No obstante, la actividad biológica global de los suelos quemados puede aumentar


significativamente en los meses posteriores al incendio debido a la recuperación de la
microbiota y al aumento temporal de compuestos orgánicos lábiles y de nutrientes
asimilables inducido por el fuego.

1.2.3.4 Efecto del fuego sobre la erosión y los procesos hidrológicos

La erosión del suelo es uno de los impactos más negativos para el medioambiente
que pueden desencadenar los incendios forestales. En condiciones normales, la erosión es
controlada por el poder erosivo de la lluvia, que depende de su impacto directo sobre el
suelo, pero también depende de la erosionabilidad del suelo, de la cubierta vegetal y de la
topografía de la zona. Después de un incendio hay que añadir otro factor importante, la
intensidad del incendio, que afecta a la cubierta vegetal, a la profundidad de la capa de
cenizas y de la capa hidrofóbica, y a la estructura del suelo. El efecto del fuego sobre la
erosión está, por lo tanto, muy ligado al efecto sobre el ciclo hidrológico.

En un ecosistema forestal, la vegetación actúa amortiguando el choque de las gotas


de lluvia contra el suelo. La lluvia que llega al suelo es absorbida por la hojarasca hasta
que se satura y el resto de agua se infiltra, penetrando hasta los horizontes minerales del
suelo, pudiendo alcanzar la capa freática. Si la cantidad de agua que llega a la superficie
es mayor que la cantidad que se infiltra, el exceso fluye por la superficie constituyendo la
llamada agua de escorrentía. Por otra parte, el agua del suelo se pierde por evaporación
desde la superficie y por la transpiración de las plantas, que la toman de las capas más

43
Introducción

profundas por medio de las raíces.

Al producirse un incendio forestal todos los procesos del ciclo hidrológico se ven
afectados. Cuando la cubierta vegetal es eliminada por el fuego, la interceptación del agua
de lluvia y la transpiración disminuyen, mientras que la evaporación desde el suelo
aumenta debido a que su superficie, desprovista de vegetación, queda expuesta a la
insolación y al viento. También el ennegrecimiento de la superficie del suelo debido del
fuego contribuye a la evaporación al incrementar la absorción de la radiación haciendo
que la temperatura del suelo aumente. Por otra parte, al quemarse la hojarasca, se reduce
la capacidad de retención de agua del terreno. Además de todos estos efectos, las gotas de
lluvia, al golpear directamente contra la superficie desnuda del suelo, producen la
disgregación física y dispersión de las partículas más finas, entre ellas las cenizas
depositadas sobre su superficie durante el incendio. Estas partículas se infiltran y se
introducen en los poros gruesos, obturándolos y reduciendo la porosidad (DeBano, 1971;
Coelho et al., 1990). En consecuencia, se reduce la infiltración del agua, aumenta la
escorrentía y aumenta la erosión (Díaz-Fierros et al., 1990; Imeson et al., 1992; Shakesby
et al., 1993; Cerdá et al., 1995; Robichaud, 2000).

Otro factor que incrementa la erosión después de un incendio de alta intensidad es


la capa repelente al agua que se forma debido a los compuestos hidrofóbicos producidos
durante el quemado, que puede presentarse en la superficie o a una cierta profundidad en
el perfil del suelo. Esta capa, que constituye una verdadera barrera para el agua,
disminuye también la infiltración y, por consiguiente, aumenta la escorrentía y la erosión
del suelo.

Los sedimentos y el agua infiltrada o que fluye desde las zonas quemadas pueden
causar una serie de problemas en el ecosistema, como son el relleno o colmatación de
cauces, embalses, cunetas, etc. por los sedimentos, y también pueden contribuir a la
eutrofización de las aguas por la gran cantidad de nutrientes que llevan consigo las aguas
infiltradas y de escorrentía.

En el pasado, Galicia era considerada como una región con un riesgo de incendios
relativamente bajo debido a su clima templado húmedo y a sus bosques poblados por
diferentes especies de caducifolias altamente resistentes al fuego (robles, castaños,

44
Introducción

abedules, etc.). Sin embargo, el cambio de tipo de vegetación y la revegetación con


especies perennes han provocado un aumento de la inflamabilidad. La destrucción de la
cubierta vegetal causada por los incendios forestales ha aumentado el riesgo de erosión,
que será mayor cuanto mayor sea la intensidad del incendio. En un estudio pionero sobre
este tema, realizado en 1982 por Díaz-Fierros et al., se estimó la pérdida de suelo en
varias zonas afectadas por incendios de diferente intensidad en valores que oscilan entre
15 y 170 t ha-1 año-1, con un valor medio de 56 t ha-1 año-1. Un estudio más reciente
evalúa la pérdida de suelo en terrenos con diferente tipo de vegetación, afectados por
incendios de alta intensidad, en un rango de 13 a 56 t ha-1 año-1 el primer año después del
quemado, mientras que en incendios de baja o moderada intensidad los valores
descienden a 1.5-5 t ha-1 año-1 el primer año después del quemado (Benito et al., 1991).
Estos episodios erosivos se ven favorecidos por el acentuado relieve y la elevada
erosividad de las lluvias en Galicia (Díaz-Fierros et al., 1987).

Aunque los métodos utilizados para evaluar la pérdida de suelo proporcionan


valores por exceso o por defecto, si se tienen en cuenta las recomendaciones del Servicio
de Conservación de Suelos de EEUU, que estima en 11 t ha-1 año-1 el límite de erosión
tolerable, y en 30 t ha-1 año-1 el límite a partir del cual es necesario tomar medidas
preventivas y de conservación del suelo, y consideran las pérdidas de suelo de 100 t ha-1
año-1 como erosión grave, es indudable que los incendios en Galicia han desencadenado
uno de sus efectos más adversos.

La erosión post-fuego se desarrolla de una forma muy rápida ya que, en general, el


80 % de ella se produce entre tres y cuatro meses después del incendio, decayendo
exponencialmente con el tiempo la intensidad del proceso que además, no suele
mantenerse mas allá de uno o dos años, aunque esto depende principalmente del proceso
de revegetación y de la recuperación de las propiedades del suelo quemado (Díaz-Fierros
et al., 1987).

45
2 JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS
Justificación y objetivos

La persistencia de los incendios forestales incontrolados que progresivamente están


destruyendo ecosistemas mediterráneos y atlánticos constituye un serio problema
medioambiental derivado no solo de la pérdida de masa forestal sino también de los
procesos de degradación que induce en el suelo.

Galicia, con una superficie total de 2943000 ha, tiene aproximadamente 2000000
ha, es decir 2/3 partes de su superficie, con vocación forestal favorecida por su
climatología que proporciona abundantes lluvias y sólo de forma esporádica períodos de
sequía severa y prolongada. Esta superficie forestal ha constituido el principal factor de
protección del suelo frente a la erosión, jugando en contra de la misma una topografía
accidentada y la fuerte erosividad de las lluvias en Galicia. Sin embargo, en los últimos
30 años, cerca de 1500000 ha de superficie forestal se han visto afectadas por cerca de
150000 incendios.

La cubierta vegetal afectada por los incendios es destruida (de forma recurrente en
muchos casos), los suelos se degradan y sobre todo se desencadena el impacto quizás más
negativo de los incendios: la erosión del suelo, que aumenta hasta niveles altamente
preocupantes en algunos casos.

Tal como puede observarse en la tabla 1 son numerosas las Tesis Doctorales que se
han realizado en Galicia con el fin de estudiar los efectos de los incendios forestales sobre
los distintos componentes del medio ambiente así como para la búsqueda de técnicas
encaminadas a la restauración de los ecosistemas afectados por los incendios. Estas
investigaciones se han centrado fundamentalmente en analizar los efectos del fuego en la
cubierta vegetal, en su regeneración, en la materia orgánica edáfica, biomasa microbiana,
fertilidad química y en los procesos hidrológicos y erosivos. Sin embargo, existe muy
poca información sobre los efectos de los incendios forestales no controlados en la
degradación física de los suelos.

Debido a ello, y teniendo en cuenta la importancia de la desagregación de los


suelos en los procesos erosivos desencadenados por los incendios, se ha planteado este
trabajo de investigación con los siguientes objetivos:

49
Justificación y objetivos

a) Estudiar los efectos a corto plazo de incendios forestales incontrolados ocurridos en


Galicia sobre el comportamiento físico de los suelos, centrándonos especialmente en los
cambios ocasionados por el fuego en la agregación y estabilidad de los agregados al agua,
así como en la repelencia al agua de los suelos. Se analizaron también aquellas
propiedades químicas y biológicas que la bibliografía cita como factores de la agregación,
que condicionan por tanto el comportamiento físico de los suelos.

b) Estudiar la evolución post-fuego a lo largo de dos años de los parámetros analizados en


el apartado anterior, en un número más reducido de suelos.

c) Comparar la alteración provocada por los incendios en las propiedades físicas del suelo
con los cambios observados tras el calentamiento controlado a distintas temperaturas en
el laboratorio. Esta comparación debería permitir establecer el rango de temperaturas
alcanzadas por el suelo en los incendios seleccionados que a su vez pueden considerarse
representativos de los que ocurren en condiciones naturales en Galicia.

50
Justificación y objetivos

Tabla 1. Relación de Tesis Doctorales realizadas en la Universidad de Santiago de


Compostela en los últimos 25 años relacionadas con los efectos del fuego sobre los
distintos componentes del medio ambiente.
Título Tesis Doctoral Autor Año

Regeneración del ciclo del nitrógeno en ecosistemas forestales


quemados. Evaluación isotópica (15N/14N) de la eficacia de A. Castro 2003
diversas técnicas de restauración.
Restauración de áreas degradadas por incendios forestales en
M.I. Pinaya 2000
Galicia.
Influencia de los incendios forestales sobre la materia orgánica
I. Fernández 1997
edáfica.
Estudio de la influencia de los incendios forestales sobre la
J. Salgado 1997
materia orgánica del suelo: un método colorimétrico
Estudio de la dinámica de los hidratos de carbono en suelos
A. Martín 1996
forestales y sus modificaciones por el fuego.
Ecosistemas forestales quemados: dinámica del nitrógeno y de la
A. Prieto 1996
biomasa microbiana edáfica.
Estrategias regenerativas de especies arbóreas de Galicia en
relación con incendios: análisis del comportamiento germinativo O. Reyes 1996
y de la demografía de plántulas.
Estudio de la influencia de los incendios forestales sobre el
fósforo orgánico e inorgánico y la actividad enzimática en A. Saá 1995
suelos.
Cambios estructurales en comunidades de matorral incendiadas
J. Pereiras 1995
en Galicia.
Influencia de los incendios forestales en la fertilidad y
B. Soto 1993
erosionabilidad de los suelos de Galicia.
Efectos del fuego sobre la germinación de especies de
F. Rabanal 1992
ecosistemas de matorral.
Efecto del incendio del monte sobre la población y actividad de
A. Vilariño 1990
hongos formadores de micorrizas del tipo vesículo-arbuscular.
Influencia del fuego prescrito e incendios en pinares sobre las M.T.
1989
poblaciones microbianas del suelo. Fonturbel
Sucesión secundaria en vegetación de matorral en Galicia tras
M. Casal 1982
dos tipos de perturbación: incendio y roza.

51
3 MATERIAL
Material

3.1 SELECCIÓN Y LOCALIZACIÓN DE LAS ZONAS DE ESTUDIO

Se seleccionaron 31 zonas afectadas por incendios forestales localizadas en las


provincias de Ourense y Pontevedra. Todos los incendios tuvieron lugar en el período
estival de los años 1999 o 2000. En la figura 9 se presenta la distribución geográfica de
las zonas seleccionadas para el estudio.

17 8

19 29
16
7 9 13 12 2 28
5 4
20
26 27
10 11 18
22 21
6 25 24

15 14 3
23

Figura 9. Mapa de Galicia con la localización de las zonas de estudio.

Las principales características que se tuvieron en cuenta en la selección de las


zonas fueron las siguientes:

55
Material

ƒ Material geológico: se seleccionaron zonas con rocas graníticas y zonas con rocas
metamórficas, fundamentalmente esquistos y pizarras. Con ello se pretendía disponer de
dos grupos de suelos con texturas bien diferenciadas: suelos desarrollados sobre rocas
graníticas con texturas franco-arenosas y suelos desarrollados sobre esquistos y pizarras
con texturas más finas, francas o franco-limosas.
ƒ Vegetación: los incendios se localizaron en zonas de monte bajo o zonas arboladas,
predominando en estas últimas los bosques de especies del género Pinus o bosques
mixtos de pinos y eucaliptos, aunque también se estudiaron algunos incendios que
afectaron a bosques de especies de caducifolias como el roble y el castaño.
ƒ Accesibilidad a la zona
ƒ Parcela control: se tuvo en cuenta la existencia de una zona próxima no afectada por
el fuego con el mismo material geológico, vegetación y pendiente, que pudiera ser
considerada como testigo para el estudio de los efectos producidos por el incendio y su
evolución con el tiempo.

En la tabla 2 se detalla la localización de las zonas de estudio, el material de


partida, el tipo de vegetación, las fechas del incendio y la superficie quemada.

3.2 RECOGIDA Y PREPARACIÓN DE LAS MUESTRAS

Las muestras de suelo se recogieron en cada una de las zonas seleccionadas


aproximadamente un mes después de producirse el incendio. Entre el incendio y el
muestro no se produjeron precipitaciones importantes que pudiesen modificar las
características de la superficie de los suelos.

En las áreas quemadas se recogieron varias submuestras al azar del horizonte A, a


una profundidad entre 0-5 cm de manera que para cada zona se obtuvo una muestra de
suelo que es el resultado de mezclar y homogeneizar cuidadosamente las
correspondientes submuestras. En las áreas no quemadas las muestras de suelo se
recogieron de igual modo pero eliminando la capa de hojarasca superficial.

56
Tabla 2. Información general de las zonas de estudio.
Nº suelo Parroquia Ayuntamiento Provincia Coordenadas geográficas Material de partida Vegetación Fecha incendio Superficie quemada (ha)
1 As Maus Vilar de Barrio Ourense 42º 10' 04'' N 7º 35' 57'' O Granito de dos micas Matorral Jul-1999 ?
2 Lama Má Baños de Molgas Ourense 42º 11' 43'' N 7º 37' 49'' O Granito de dos micas Matorral Ago-1999 3
3 Rebordondo Cualedro Ourense 42º 00' 06'' N 7º 33' 22'' O Granito de dos micas Matorral Ago-1999 2,8
4 Prado Covelo Pontevedra 42º 18' 13'' N 8º 16' 48'' O Granito de grano grueso Matorral Sep- 1999 3,5
5 Oitavén Fornelos de Montes Pontevedra 42º 20' 20'' N 8º 28' 22'' O Granito de dos micas Eucaliptal Ago-1999 4
(1)
6 Mos Mos Pontevedra 42º 10' 45'' N 8º 35' 54'' O Granito de grano grueso Pinar Ago-1999 ?
(1)
7 San Martiño O Grove Pontevedra 42º 28' 36'' N 8º 53' 09'' O Granodiorita Pinar Ago-1999 1,75
8 Vilar Silleda Pontevedra 42º 42' 11'' N 8º 13' 19'' O Granito de dos micas Pinar Ago-1999 2
9 A Insua Ponte Caldelas Pontevedra 42º 20' 50'' N 8º 31' 53'' O Granito de feldespato alcalino Pinar Ago-1999 4
10 Trasmañó Redondela Pontevedra 42º 16' 14'' N 8º 39' 30'' O Gneis de biotita Pinar Ago-1999 1,8
11 Albeos Crecente Pontevedra 42º 09' 01'' N 8º 15' 58'' O Granito de feldespato alcalino Pinar Sep- 1999 1,5
12 S. Xoan de Moreiras Pereiro de Aguiar Ourense 42º 19' 31'' N 7º 48' 06'' O Granodiorita Pinar Ago-2000 ?
13 Untes Ourense Ourense 42º 20' 29'' N 7º 57' 26'' O Granito de dos micas Pinar Ago-2000 94
14 Cequeliños Arbo Pontevedra 42º 08' 35'' N 8º 15' 40'' O Granito de feldespato alcalino Pinar Ago-2000 8
15 Cabeiras Arbo Pontevedra 42º 07' 10'' N 8º 20' 41'' O Granito de feldespato alcalino Pinar Ago-2000 8
16 Curro Barro Pontevedra 42º 29' 48'' N 8º 40' 32'' O Granito de feldespato alcalino Pinar Ago-2000 12
17 Sta. María Caldas de Reis Pontevedra 42º 35' 59'' N 8º 37' 30'' O Granodiorita Pinar(1) Ago-2000 35
18 As Maus Vilar de Barrio Ourense 42º 10' 22'' N 7º 34' 55'' O Sedimento arcillo-arenoso Pinar Ago-1999 1,5
19 Acibeiro Forcarei Pontevedra 42º 36' 26'' N 8º 17' 26'' O Esquisto de la serie de Lalín Matorral Ago-1999 9
20 Castro de Escuadro Maceda Ourense 42º 12' 43'' N 7º 34' 18'' O Esquisto grafitoso Matorral Ago-2000 1,5
(2)
21 Prado Vilar de Barrio Ourense 42º 08' 52'' N 7º 32' 53'' O Esquisto grafitoso Matorral Ago-2000 161
22 Proente A Merca Ourense 42º 14' 40'' N 7º 52' 37'' O Esquisto micáceo Pinar Ago-1999 13
23 Cabreiroá Verín Ourense 41º 54' 31'' N 7º 25' 54'' O Esquisto micáceo andalucítico Pinar Sep- 1999 ?
(2)
24 Prado Vilar de Barrio Ourense 42º 08' 28'' N 7º 32' 15'' O Esquisto grafitoso Pinar Ago-2000 161
(2)
25 Prado Vilar de Barrio Ourense 42º 08' 54'' N 7º 33' 04'' O Esquisto grafitoso Robledal Ago-2000 161
26 Castro de Escuadro Maceda Ourense 42º 12' 46'' N 7º 34' 12'' O Esquisto grafitoso Robledal Ago-2000 1,5
27 Sta. Mariña do Monte O Barco de Valdeorras Ourense 42º 23' 19'' N 7º 01' 03'' O Pizarra Matorral Ago-2000 15,5
28 Rubiá Rubiá Ourense 42º 27' 50'' N 6º 56' 35'' O Pizarra Pinar Ago-2000 5
29 A Portela Vilamartín de Valdeorras Ourense 42º 25' 17'' N 7º 01' 23'' O Pizarra Pinar Sep- 2000 1
30 Montefurado Quiroga Lugo 42º 23' 56'' N 7º 11' 25'' O Pizarra Pinar Sep- 2000 8,95
31 Rubiá Rubiá Ourense 42º 27' 35'' N 6º 56' 52'' O Pizarra Castañal Ago-2000 ?

(1) Bosque mixto de pinos y eucaliptos. (2) Corresponden al mismo incendio.

57
Material
Material

Para el análisis de la repelencia al agua las muestras de suelo quemado se


recogieron a dos profundidades: 0-2.5 cm y 2.5-5 cm, para estudiar con más detalle los
cambios ocasionados por el fuego.

Para el seguimiento de la evolución temporal de las distintas propiedades del suelo


afectadas por los incendios forestales se seleccionaron 9 de los suelos mencionados
anteriormente (suelos nº 3, 7, 10, 11, 18, 21, 23, 24 y 25), y se hizo un seguimiento
durante 2 años, llevándose a cabo un total de 5 muestreos tal como se indica en la tabla 3.

Tabla 3. Fecha del incendio y calendario de los muestreos realizados para el estudio de la
evolución de las propiedades de los suelos quemados con el tiempo.
Tiempo desde el
..............incendio
1 mes 3 meses 6 meses 13 meses 25 meses

Nº suelo incendio
Agosto
3,7,10,11,18,23 Sept. 1999 Nov. 1999 Febr. 2000 Sept. 2000 Sept. 2001
1999
Agosto
21,24,25 Sept. 2000 Nov. 2000 Febr. 2001 Sept. 2001 Sept. 2002
2000

Para los experimentos de calentamiento controlado en el laboratorio se


seleccionaron tres suelos (nº 7, 8 y 24) en función de los resultados obtenidos al estudiar
los efectos a corto plazo de los incendios en las propiedades físicas de los suelos. En cada
una de estas zonas se recogieron muestras superficiales (0-5 cm) de suelo no quemado de
tres subzonas próximas entre sí, analizándose por separado las muestras de cada subzona.

Una vez recogidas, las muestras de suelo se secaron a temperatura ambiente y


posteriormente, se pasaron por un tamiz de 10 mm reservando agregados de mayor
tamaño para la determinación de la densidad aparente.

La fracción menor de 10 mm se utilizó para el estudio de la distribución de


agregados y para las experiencias de calentamiento controlado. Para los test de estabilidad

58
Material

de agregados se separaron agregados de 5-3 mm y de 5-4 mm de diámetro y los demás


análisis se realizaron sobre la fracción menor de 2 mm. Para el análisis de la biomasa
microbiana se utilizaron muestras de suelo frescas que se guardaron en la nevera a 4ºC
hasta el momento de su determinación.

59
4 MÉTODOS
Métodos

4.1 DETERMINACIONES ANALÍTICAS

4.1.1 Propiedades químicas y biológicas

4.1.1.1 pH en H2O

Para la medida del pH en agua se mezclan 10 g de suelo tamizado por 2 mm con 25


mL de agua destilada, se agitan durante 10 minutos y se realiza la lectura en un pH-metro
(Guitián y Carballas, 1976).

4.1.1.2 pH en KCl

El pH en KCl se determina en una suspensión de 10 g de suelo tamizado por 2 mm


con 25 mL de una disolución de KCl 0.1M. Se mantienen en contacto durante dos horas
agitando de vez en cuando y posteriormente se mide el pH de la suspensión con un pH-
metro (Guitián y Carballas, 1976).

4.1.1.3 Aluminio de cambio

Se realizó la extracción añadiendo 50 mL de KCl 1M a 10 g de suelo (Thomas,


1982) y lixiviación rápida después de un tiempo de contacto de 30 minutos. De este modo
se extrae el aluminio cambiable del suelo por sustitución con K+, pasando el aluminio de
las posiciones de cambio al lixiviado. Se determinó el aluminio de cambio mediante ICP-
OES (Espectrometría de emisión óptica de plasma inductivamente acoplado). Los
resultados se expresan en cmol (+) kg –1 suelo.

4.1.1.4 Bases de cambio

La extracción de Ca2+, Mg2+ Na+, K+ y se llevó a cabo mediante la saturación del


complejo de cambio de 5 g de suelo con 25 mL de NH4Cl 1M durante 14 horas y a
continuación se realizó una lixiviación lenta, según el método descrito por Peech et al.
(1947). La determinación de Ca+2, Mg+2, Na+ y K+ se realizó mediante ICP-OES. Los

63
Métodos

resultados se expresan en cmol (+) kg –1 suelo.

4.1.1.5 Óxidos de hierro y aluminio

ƒ Ditionito citrato

A 2 g de suelo molido se le añaden 125 mL de una disolución de citrato sódico


(160 g/L) y 2 g de ditionito sódico (Na2S2O4). Se agita durante 16 horas. Se centrífuga a
2000 rpm durante 15 minutos y a continuación se filtra (Holmgren, 1967). En el extracto
se mide Fe y Al por ICP-OES. Este reactivo extrae todas las formas de hierro y aluminio
presentes en el suelo (cristalinas y no cristalinas) que no forman parte de los silicatos y
que denominaremos Fed y Ald, respectivamente. Los resultados se expresan como g kg-1.

ƒ Oxálico – oxalato

Se agita 1 g de suelo en 100 mL de extractante (16.06 g de oxalato amónico y


10.96 g de ácido oxálico en un litro) a pH 3 durante 4 horas en oscuridad (Schwertmann,
1964). Se centrífuga a 2000 rpm durante 15 minutos; se filtra y se mide Fe y Al por ICP-
OES. Los extractos se guardan en la oscuridad hasta el momento de la determinación. Se
considera que este reactivo solubiliza los compuestos no cristalinos de hierro y aluminio,
que se denominarán en el texto como Fe0 y Al0, respectivamente. Los resultados se
expresan como g kg-1.

ƒ Pirofosfato sódico

A 1 g de suelo se le añaden 100 mL de pirofosfato de sodio 0.1 M (pH 10.1) y se


agita durante 16 horas (McKeague, 1967). Después de añadir 2 ó 3 gotas de superfloc
(0.4 g en 100 mL) con el fin de clarificar el sobrenadante, se centrífuga a 2000 rpm
durante 15 minutos y se filtra. Se mide Fe y Al mediante ICP-OES. Este reactivo extrae
las formas de estos elementos ligados a la materia orgánica, que denominaremos Fep y
Alp. Los resultados se expresan como g kg-1 de suelo.

64
Métodos

4.1.1.6 Carbono orgánico

Se utilizó el método de Sauerlandt modificado por Guitián y Carballas (1976),


basado en la digestión del suelo finamente molido con dicromato potásico en medio
fuertemente ácido, valorando el dicromato que no ha reaccionado con sal de Mohr
(sulfato ferroso amónico) 0.2 M y utilizando difenilamina sulfúrica como indicador.

4.1.1.7 Carbono biomasa

La biomasa microbiana (Cbiomasa) se determinó usando el método de fumigación-


extracción con cloroformo (Vance et al., 1987; Díaz-Raviña et al., 1992). Las muestras
de suelo se tamizaron en húmedo, en el momento de su recogida, por un tamiz de 2 mm
de malla y se guardaron en la nevera a 4ºC hasta el momento de su uso, tiempo que en
ningún caso superó las 2 semanas. Una parte de las muestras de suelo fueron fumigadas
con CHCl3, en proporción 1:4 (p/v), y otras permanecieron sin fumigar. La fumigación
con CHCl3 produce la muerte de los microorganismos del suelo (lisis celular) liberando
así los nutrientes retenidos en sus constituyentes celulares. A continuación se extrae con
K2SO4 0.5M el C de las muestras fumigadas y no fumigadas. El C de los extractos se
determina por digestión con K2Cr2O7 y posterior valoración.

El Cbiomasa se calcula a partir de la expresión: Cbiomasa = 2.64·Ec, siendo Ec la


diferencia entre el C extraído de las muestras fumigadas con cloroformo y de las no
fumigadas. Los resultados se expresan como μg g-1.

4.1.2 Propiedades físicas

4.1.2.1 Humedad

Se determinó por secado en estufa a 110ºC hasta peso constante. La humedad se


expresa como cantidad de agua referida a 100 g de suelo seco a 110ºC (Guitián y
Carballas, 1976).

65
Métodos

4.1.2.2 Textura

La determinación se realizó sobre la fracción menor de 2 mm utilizando el método


internacional de análisis mecánico, el cual permite obtener la distribución porcentual de
las partículas individuales del suelo en función de su tamaño. La materia orgánica
presente en las muestras se oxida con H2O2 al 6 %, a continuación se eliminan los óxidos
de hierro y aluminio con HCl 1M y se añade una solución de calgón (hexametafosfato
sódico y carbonato sódico) para dispersar las partículas minerales (Guitán y Carballas,
1976). Por tamización se separa la arena (2-0.05 mm) y por su distinta velocidad de
sedimentación se separan las fracciones restantes que incluyen limo (0.05-0.002 mm) y
arcilla (<0.002 mm). La clasificación de la textura se realizó siguiendo los criterios del
USDA (SSS, 1975).

4.1.2.3 Repelencia al agua

La repelencia al agua de las muestras de suelo se determinó mediante el método de


Watson y Letey modificado (King, 1981), que mide el grado de repelencia y que consiste
en añadir gotas de etanol de concentraciones crecientes a una muestra de suelo tamizada
por 2 mm hasta encontrar aquella para la cual el tiempo transcurrido antes de penetrar la
gota en el suelo sea aproximadamente de 10 segundos (tensión superficial crítica). Se
expresa en porcentaje de etanol y para su interpretación se tendrá en cuenta la tabla de
equivalencias propuesta por Doerr et al. (1998) (Tabla 4).

Tabla 4. Clasificación del grado de repelencia al agua según el porcentaje de etanol


(Doerr et al., 1998).
Clase Grado de repelencia % Etanol
1 Muy hidrofílico 0
2 Hidrofílico 3
3 Ligeramente hidrofóbico 5
4 Moderadamente hidrofóbico 8.5
5 Fuertemente hidrofóbico 13
6 Muy fuertemente hidrofóbico 24
7 Extremadamente hidrofóbico 36

66
Métodos

4.1.2.4 Agregación

4.1.2.4.1 Distribución de agregados en seco

Se realizó tamizando el suelo en seco por diferentes tamices de tamaño: 10, 5, 2, 1,


0.25 y 0.05 mm de malla, y se calcularon los porcentajes en peso de cada fracción y el
diámetro medio ponderado (DMPs), de acuerdo con la expresión propuesta por Kemper y
Rosenau (1986):

n
DMPs = ∑ xi.wi
i =1

en donde xi es el diámetro medio de cada fracción (mm) y wi es el porcentaje de


agregados de cada tamiz con respecto al suelo total.

4.1.2.4.2 Estabilidad de los agregados al agua

4.1.2.4.2.1 Test de tamización

Se utilizó el test propuesto por Le Bissonnais y Gaillard (1997) modificado por


Taboada (2001) que pretende dar cuenta de los distintos mecanismos de desagregación
que ocurren en el suelo.

La medida de la estabilidad de los agregados mediante este ensayo intenta


reproducir, en términos aproximados, el comportamiento de los mismos bajo los tres
supuestos principales de condiciones hídricas diferentes en los que se ha documentado
que puede ocurrir la desagregación en condiciones de campo.

El primer tratamiento de humectación rápida, permite analizar el comportamiento


de materiales terrosos secos sometidos a humectaciones bruscas y repentinas, como
ocurre después del riego por inmersión o por lluvias intensas, como son las tormentas de
primavera y verano, y mide la ruptura de los agregados debido al estallido producido por
el aire que queda atrapado en el agregado durante la humectación.

Un segundo tratamiento de desagregación mecánica por agitación tras la


rehumectación, permite simular, en términos aproximados, el comportamiento de

67
Métodos

materiales húmedos en condiciones típicas de períodos invernales con lluvias persistentes.


Se efectúa tras una humectación previa en etanol, que tiene por objetivo evaluar la
cohesión de materiales en estado húmedo, independientemente de la compresión del aire
atrapado (estallido), es decir, mide la cohesión mecánica en húmedo de los agregados.
Dicha humectación se realiza con un líquido no polar y miscible con el agua, como es el
etanol, muy adecuado, ya que permite por una parte controlar la desagregación y por otra
limitar la reagregación de las partículas durante el secado.

Un tercer tratamiento de humectación lenta por capilaridad, permite verificar el


comportamiento de materiales húmedos bajo lluvias de baja intensidad que simula
condiciones de lluvias suaves y continuas. Este tratamiento es menos destructivo que la
humectación rápida y mide la ruptura de los agregados independientemente del estallido.

En los tres tratamientos se parte de 5 gramos de agregados de diámetros


comprendidos entre 5 y 3 mm seleccionados manualmente para evitar, en la medida de lo
posible, la presencia de gravas. Las condiciones de humedad en el momento de iniciarse
el tratamiento han de ser idénticas, por lo que previamente al ensayo se mantienen los
agregados en la estufa a 40ºC durante 24 horas.

Los tratamientos consisten básicamente en la combinación de una humectación y


de una acción mecánica con niveles de energía variables. La humectación se realiza
colocando los agregados directamente sobre agua (1º tratamiento), sobre etanol (2º
tratamiento) o bien colocándolos sobre un papel de filtro situado sobre arena saturada de
agua para que los agregados se humedezcan lentamente por capilaridad (3º tratamiento).
Un resumen del protocolo de cada tratamiento se presenta en la figura 10.

Las muestras, una vez aplicado el tratamiento se secan en la estufa a 40ºC y se


tamizan con el objetivo de separar las fracciones por tamaños (5-2, 2-1, 1-0.5, 0.5-0.25,
0.25-0.1, 0.1-0.05, <0.05 mm). Los resultados se expresan como porcentaje de agregados
estables por tamaños y como diámetro medio ponderado (DMPh) de acuerdo con la
expresión propuesta por Kemper y Rosenau (1986):

n
DMPh = ∑ xi ⋅ wi
i =1

68
Métodos

en donde xi es el diámetro medio de cada fracción (mm) y wi es el porcentaje de


agregados estables de cada tamiz con respecto al suelo total.

Agregados del
suelo 5 g (5-3 mm)
24 horas a 40 ºC

TRATAMIENTO 1 TRATAMIENTO 2 TRATAMIENTO 3


Humectación rápida por Desagregación mecánica por Humectación lenta por
inmersión agitación tras la rehumectación capilaridad

Humedecer con agua destilada Humedecer con etanol Humedecer con agua por capilaridad

-Verter 50 ml de agua -Añadir 50 ml de etanol. Reposar -Humedecer 24 h en un baño


destilada. Reposar 30 min. 30 min. de arena.
-Quitar el agua con una pipeta -Quitar el etanol con una pipeta -Pasar a un vaso de precipitados

Agitar en etanol Agitar en agua destilada Agitar suavemente en etanol

-Añadir 50 ml de etanol, agitar -Añadir agua destilada hasta -Añadir 50 ml de etanol, realizar
5 veces enrasar a 250 ml 5 rotaciones suaves
-Añadir 50 ml de etanol, agitar -Agitar fuertemente 10 veces y -Añadir 100 ml de etanol,
5 veces y dejar decantar dejar decantar realizar 5 rotaciones suaves
-Quitar el etanol con una -Quitar el agua con una pipeta -Dejar decantar y quitar el
pipeta etanol con una pipeta
-Transferir a una cápsula
-Transferir a una cápsula -Transferir a una cápsula

Secar en estufa a 40 ºC durante 24 horas

TAMIZAR

2, 1, 0.5, 0.25, 0.1, 0.05 mm

Figura 10. Esquema del test de LeBissonnais y Gaillard (1997) modificado por Taboada
(2001).

69
Métodos

La tabla 5 muestra la propuesta de Le Bissonnais (1996) para clasificar los suelos


según los valores del DMPh. Esta clasificación puede aplicarse a cada uno de los
tratamientos.

Tabla 5. Clases de estabilidad y valores de DMPh según Le Bissonnais (1996).


Clase DMPh (mm) Estabilidad
1 < 0.4 Muy inestable
2 0.4-0.8 Inestable
3 0.8-1.3 Media
4 1.3-2.0 Estable
5 > 2.0 Muy estable

4.1.2.4.2.2 Test de impacto de la gota

Se utilizó el método de Mc Calla (1944) modificado por Low (1954). Se toman 25


agregados secos al aire, con un tamaño comprendido entre 5-4 mm y se someten al
impacto de gotas de agua de 0.1 g cayendo desde una altura de 1 m a una velocidad
constante. Se contabiliza el número de gotas necesarias para que el agregado pase a través
de un tamiz de 3 mm de malla. Se considera el agregado estable si permanece sin
deshacerse tras 200 impactos de gota (Imeson y Vis, 1984). Los resultados se expresan
como porcentaje en peso de agregados estables.

4.1.2.5 Densidad real

Se determinó con el método del picnómetro saturando el suelo tamizado por 2 mm


con tolueno a vacío (Guitián y Carballas, 1976). Los resultados se expresan en g cm-3.

4.1.2.6 Densidad aparente

Se realizó sobre agregados de suelo de unos 10 g de peso por el método de la


parafina. Para ello se sumerge al agregado con peso conocido en parafina líquida de modo

70
Métodos

que se forme una capa impermeable alrededor. El agregado, una vez recubierto, se
sumerge en agua y la medida del volumen aparente se realiza por la medida del volumen
de fluido desplazado. Los resultados se expresan en g cm-3.

4.1.2.7 Porosidad total

La porosidad total se calcula indirectamente a partir de los valores de densidad real


y densidad aparente mediante la siguiente fórmula:

Pt = (1- Da/Dr) x 100

en donde la porosidad viene expresada en tanto por ciento del volumen total del suelo
(Guitián y Carballas, 1976).

4.1.2.8 Capacidad de retención de agua

A la reserva hídrica con la que el suelo abastece a la vegetación definida por el


límite superior del agua útil se le denomina capacidad de campo. Experiencias realizadas
por Paz González (1982) justifican que se defina la capacidad de campo como el
contenido hídrico del suelo cuando se equilibra frente a una tensión de 0.1 bar que se
corresponde con un pF de 2, para los principales tipos de suelos gallegos y bajo el
régimen climático medio de Galicia.
El concepto de punto de marchitez designa el límite inferior del agua útil y le
corresponde una tensión de retención que varía entre 14 y 16 bar, siendo el valor de pF
más aceptado el de 4.2. El agua útil se determina como diferencia entre los valores de
capacidad de campo y el punto de marchitez permanente del suelo.

Para su determinación se emplea el aparato de presión-membrana de Richards. El


método consiste en aplicar una presión determinada [0.1 bares de presión para la
capacidad de campo (pF2) y 15 bares para el punto de marchitez permanente (pF 4.2)] a
una muestra de suelo previamente humedecida con agua por capilaridad, situada sobre
una placa porosa permeable al agua. Posteriormente se determina el contenido de

71
Métodos

humedad por desecación a 105ºC durante 24 horas, una vez que el suelo sometido a esa
presión no cede más agua. La diferencia de peso entre la muestra húmeda y la desecada
permite calcular el porcentaje de humedad que retiene el suelo a pF 2 y a pF 4.2.

Los valores de capacidad de campo, punto de marchitez permanente y agua útil


expresados en % de suelo seco a 105ºC se multiplican por el valor de la densidad aparente
de cada suelo, de esta forma los contenidos en humedad de los diferentes suelos quedan
expresados en términos de volumen.

Previamente a la humectación con agua por capilaridad, fue necesario humedecer


los suelos con etanol al 25 % y esperar a que éste se evaporase para eliminar la repelencia
al agua de las muestras de suelo.

4.1.2.9 Conductividad hidráulica

Se calcula basándose en la ley de Darcy a partir de un sistema de cilindros


metálicos de 7.5 cm de diámetro y 10 cm de alto que se rellenan con aproximadamente
250 g de suelo tamizado por 2 mm. Se compactan con 20 golpes desde una altura de 2.5
cm y se establece una carga hidráulica con el mínimo de alteración de la superficie. Se
mide el volumen de agua percolado en una hora una vez se ha estabilizado el flujo y se
calcula la conductividad hidráulica mediante la ecuación:

V ⋅L
Ks =
A ⋅ ΔH

en donde: Ks = conductividad hidraúlica (cm h-1); V = volumen recogido en una hora


(mL); A = sección del cilindro (cm2); L = altura de la muestra de suelo (cm); ΔH =
diferencia de altura hidraúlica (cm).

72
Métodos

4.2 EXPERIENCIAS DE CALENTAMIENTO CONTROLADO

Preparar un programa de calentamiento que pueda simular, en laboratorio, el calor


efectivo sufrido por el suelo durante el fuego puede ser realmente complicado pues no se
reflejan, en su totalidad, las mismas condiciones que se puedan esperar en un ambiente
natural.

Las temperaturas de calentamiento más adecuadas para este trabajo se


seleccionaron en base a estudios de análisis térmico diferencial realizados para suelos
gallegos (Soto et al., 1991), que permitieron conocer la secuencia de reacciones térmicas
más características, observándose (Figura 11) un pico de deshidratación endotérmico que
llega hasta 170ºC, un proceso endotérmico entre 170-220ºC que se atribuye generalmente
a la deshidratación de las formas gel, dos picos exotérmicos bien definidos entre 220 y
460ºC que se deben a la combustión de la materia orgánica y un proceso endotérmico
entre 460 y 700ºC debido a la pérdida de grupos hidroxilo de las arcillas.

A partir de estos resultados y de las experiencias realizadas por Giovannini et al.


(1988) y Fernández (1997), se seleccionaron las temperaturas de 25, 170, 220, 380 y
460ºC para las experiencias de calentamiento controlado en laboratorio.

Las experiencias se realizaron en una mufla con programador de tiempo y


velocidad de calentamiento (HOBERSAL, XB-4), efectuándose, al mismo tiempo, un
control continuo de la temperatura en el propio suelo por medio de un termopar
(HOBERSAL, EB-10) introducido en el mismo (Figura 12).

Las muestras de suelo utilizadas en estas experiencias se recogieron en las zonas


no quemadas y se secaron al aire en el laboratorio. Los datos control se tomaron a la
temperatura ambiente del laboratorio, que en la mayor parte de los casos se mantuvo a
25ºC durante todos los análisis. La fracción menor de 10 mm se introdujo en cápsulas de
porcelana de 15.5 cm de diámetro por 3 cm de altura.

En cada cápsula se colocó 1 cm de altura de suelo, de peso conocido, formando una


capa fina para evitar en lo posible la formación de un gradiente de temperatura entre las
superficies de contacto con la cápsula o el aire y la zona interior de la masa de suelo, con
el fin de conseguir condiciones de quemado homogéneas en la totalidad de la muestra.

73
Métodos

Figura 11. Análisis térmico diferencial (DTA) y curvas diferenciales termogravimétricas


(DTG) de dos suelos gallegos (Soto et al., 1991).

La velocidad de calentamiento fue de 3ºC min-1 para evitar la combustión repentina


producida cuando se alcanza la temperatura de ignición del suelo (Giovannini et al.,
1988; Soto et al., 1991) y el tiempo de permanencia de la muestra en la estufa a

74
Métodos

temperatura constante, una vez alcanzado el valor deseado, quedó establecido en 30 min,
transcurridos los cuales se enfrió bruscamente abriendo la mufla. Después de sacar las
muestras de la mufla, éstas se mantuvieron durante dos días en el laboratorio a 25ºC y a
una humedad en torno al 50 % antes de realizar las determinaciones analíticas.

Figura 12. Posición de las cápsulas y el termopar en el interior de la mufla.

En la figura 13 se muestran las curvas de calentamiento del suelo en la mufla, a


cada temperatura de estudio. Como se aprecia en esta figura, al mantener la velocidad de
calentamiento constante, el tiempo empleado para llegar a la temperatura deseada
aumenta con la misma, pero la pendiente de la curva no varía.

El tiempo de permanencia a la temperatura de estudio es siempre de 30 minutos lo


que se puede ver claramente en el máximo de cada una de las curvas, que se mantiene
este periodo de tiempo. Una vez superado el tiempo de permanencia a cada temperatura,
se observa que hay un enfriamiento brusco, siendo las temperaturas más elevadas (380 y
460ºC) las que presentan un enfriamiento inicial más rápido (similar o mayor que la
velocidad de calentamiento), debido al elevado gradiente de temperatura con el exterior.

75
Métodos

600

170ºC
220ºC
400 380ºC
Temperatura (ºC)

460ºC

200

0
0 50 100 150 200 250 300
Tiempo (min)

Figura 13. Curvas de calentamiento controlado del suelo en laboratorio a las


temperaturas de estudio.

4.3 TRATAMIENTO ESTADÍSTICO

El tratamiento estadístico de los datos se llevó a cabo mediante el programa


estadístico SPSS 14.0 para Windows.

Se analizaron los coeficientes de correlación de Pearson entre las distintas


variables.

En las experiencias de calentamiento controlado en el laboratorio se realizaron


análisis de varianza de un factor (ANOVA), para comprobar si había diferencias
significativas entre las muestras calentadas a diferentes temperaturas y con las muestras
de los suelos quemados.

76
5 RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

5.1. EFECTOS A CORTO PLAZO DE LOS INCENDIOS FORESTALES EN LA


DEGRADACIÓN FÍSICA DEL SUELO.

Físicamente el suelo es un medio poroso compuesto por 3 fases: sólida, líquida y


gaseosa. Para que un suelo tenga una adecuada fertilidad física se requiere no solo una
adecuada proporción de cada una de las 3 fases (idealmente el 50 % del volumen del
suelo debería ser fase sólida repartido en un 45 % de componente mineral, 5 % de
componente orgánico y el resto repartido en cantidades iguales entre la fase líquida y la
gaseosa) sino que además los diferentes componentes deben estar distribuidos
equilibradamente en el espacio para permitir la existencia de una microporosidad que
retenga el agua utilizable por las plantas y una macroporosidad que facilite la aireación y
el drenaje rápido del agua.

Al mismo tiempo esa organización espacial debe ser relativamente resistente a la


acción de los procesos destructivos que induce el agua en el suelo así como a los
esfuerzos mecánicos a los que se ve sometido el suelo.

La estructura del suelo es pues (junto con la textura) una de las propiedades más
importantes en relación con su fertilidad física. La degradación de la fertilidad física del
suelo hace referencia a todas aquellas acciones antrópicas directas o indirectas que
pueden provocar un deterioro de las propiedades físicas que afectan directamente al
crecimiento de las plantas: agua disponible, suministro de oxígeno, temperatura y
resistencia mecánica. Estos factores de control directo se ven afectados por otros cuya
acción es indirecta sobre el crecimiento de las plantas: densidad aparente, textura,
estructura y estabilidad de los agregados, porosidad y distribución de poros.

Para el estudio de las consecuencias a corto plazo del fuego sobre la degradación
física del suelo se utilizan las muestras de los 31 suelos forestales quemados que ya han
sido señaladas en el apartado 3.1 de material y que se recogieron aproximadamente un
mes después de producirse el incendio. La existencia, en cada caso, de una parte de la
misma formación boscosa que no había sido alcanzada por el fuego permitió disponer de
un control y, por tanto, determinar los efectos del incendio sobre diferentes propiedades
físicas relacionadas con su fertilidad: humedad, textura, repelencia al agua, agregación
densidad aparente, porosidad y capacidad de retención de agua. También se analizaron

79
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

aquellas propiedades químicas y biológicas que la bibliografía cita como factores de la


agregación y que condicionan el comportamiento físico de los suelos (pH, cationes de
cambio, óxidos de hierro y aluminio, Corg y Cbiomasa).

5.1.1. pH y cationes de cambio

La principal característica de los suelos naturales de Galicia es su fuerte acidez


condicionada por los materiales geológicos existentes, con rocas pobres en compuestos
alcalinos, y por un clima húmedo que facilita el lixiviado de los cationes básicos. Al
mismo tiempo, esta acidez, en la mayoría de los suelos gallegos, está equilibrada en un
punto de difícil modificación entorno a 4.5-5, debido a que los elevados contenidos de
aluminio ejercen un papel tamponador en el suelo.

En la tabla 6 se presentan los valores de pH en agua y en KCl junto con los valores
de los cationes de cambio de los suelos no quemados y quemados. El pH en agua de los
suelos no quemados oscila entre valores extremadamente ácidos (3.82) y ligeramente
ácidos (6.45) según los distintos intervalos de pH establecidos por el USDA (SSS, 1951).
El 74 % de los suelos presentan unos valores de pH entre 4-5.5 que es el rango más
común en los suelos naturales de Galicia (Figura 14).

El pH en KCl es siempre inferior al pH en agua, presentando valores inferiores en


torno a 0.5-1 unidades en la mayoría de los suelos, lo cual indica el predominio de cargas
superficiales negativas. Dado el rango de pH de los suelos estudiados el aluminio es el
catión que domina claramente en el complejo de cambio. Entre los cationes básicos el
sodio y el calcio son, por este orden, los cationes predominantes en los suelos, seguidos
del magnesio y el potasio (Tabla 6).

Un mes después del paso del fuego todos los suelos, menos uno (suelo nº 3),
experimentan un incremento del pH en agua. El 68 % de los suelos aumenta su pH entre
0.25 y 1 unidades y un 19 % experimentan aumentos de pH superiores a 1 unidad (Figura
15). Los demás suelos apenas sufren cambios de pH después del incendio. El pH en KCl
también aumenta como consecuencia del fuego en la capa superficial de todos los suelos.

80
Tabla 6. Valores de pH y cationes de cambio (cmol (+) kg-1) de los suelos no quemados (NQ) y quemados (Q).
pH (H2O) pH (KCl) Al Na K Ca Mg
nº suelo NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q
1 4.32 5.27 3.38 4.30 3.45 1.33 0.41 0.56 0.15 0.51 0.88 3.50 0.29 1.46
2 4.54 4.82 3.76 4.13 4.91 2.71 0.58 0.66 0.20 0.59 0.57 2.80 0.36 1.61
3 4.74 4.66 3.81 3.92 2.09 2.10 0.48 0.50 0.37 0.27 1.92 1.18 0.41 0.29
4 4.26 4.43 3.59 3.82 3.69 2.39 0.64 0.71 0.18 0.35 0.70 1.25 0.26 0.59
5 4.05 4.20 3.46 3.45 3.74 4.57 0.60 0.64 0.24 0.29 0.33 0.66 0.38 0.57
6 4.19 4.48 3.42 3.42 4.57 3.59 0.56 0.58 0.17 0.35 0.32 1.64 0.30 0.94
7 4.16 4.93 3.43 4.04 3.79 1.26 0.78 0.67 0.37 0.42 1.22 1.69 1.31 0.77
8 3.91 5.41 3.12 4.36 4.67 0.68 0.68 0.58 0.17 0.24 0.68 1.17 0.45 0.62
9 4.09 4.97 4.07 4.17 2.45 1.51 0.55 0.69 0.18 0.35 0.48 2.26 0.18 1.13
10 4.56 5.35 3.69 4.45 2.95 1.20 0.56 0.73 0.15 0.57 0.96 4.53 0.38 1.85
11 4.18 4.53 3.50 3.66 5.11 3.37 0.79 0.63 0.21 0.29 1.03 1.04 0.49 0.65
12 4.93 5.53 4.27 4.96 1.45 0.64 0.58 0.61 0.09 0.32 0.46 2.87 0.14 0.91
13 4.06 5.27 3.11 4.54 3.57 0.95 0.62 0.64 0.19 0.32 1.36 2.99 0.67 1.44
14 3.99 4.89 3.09 3.93 5.04 2.74 0.65 0.70 0.25 0.32 0.49 1.29 0.60 1.07
15 4.13 5.00 3.30 4.09 3.40 1.82 0.87 0.66 0.43 0.31 4.01 2.25 2.15 0.78
16 4.24 4.41 3.45 3.54 3.29 2.55 0.58 0.61 0.12 0.21 0.69 0.74 0.33 0.41
17 4.48 5.63 3.69 4.91 3.76 1.17 0.67 0.68 0.24 0.50 0.71 3.58 0.55 0.92
18 4.37 5.04 3.42 4.02 3.42 1.90 0.48 0.78 0.23 0.52 1.89 2.41 0.66 0.87
19 4.37 4.72 3.54 3.91 3.99 2.68 0.67 0.66 0.25 0.42 0.72 2.02 0.42 0.88
20 4.45 5.12 3.74 4.60 1.63 1.36 0.59 0.82 0.15 0.71 1.41 2.80 0.42 1.66
21 4.48 5.14 3.65 4.48 3.22 0.90 0.60 0.68 0.14 0.44 0.68 2.61 0.19 1.04
22 3.92 4.40 2.88 3.34 3.58 3.17 0.50 0.62 0.19 0.65 0.47 1.63 0.28 1.30
23 4.25 4.89 3.91 4.15 0.66 1.45 0.56 0.69 0.39 0.53 5.24 3.69 1.52 1.55
24 4.36 4.74 3.57 3.90 3.78 2.31 0.60 0.78 0.09 0.40 0.51 2.56 0.21 1.07
25 3.91 4.30 3.13 3.55 7.58 1.64 0.54 0.55 0.29 0.54 0.46 2.84 0.44 1.34
26 3.82 4.49 3.15 3.98 4.25 1.13 0.60 0.67 0.35 0.50 2.32 3.14 0.74 1.31
27 4.70 5.81 3.93 5.24 0.92 0.44 0.71 0.69 0.42 0.91 3.81 5.96 1.46 2.31
28 5.40 6.33 4.76 5.85 0.14 0.13 0.64 0.75 0.21 0.34 6.83 9.40 2.18 2.17
29 6.38 7.82 5.91 7.44 0.02 0.02 0.64 1.02 0.44 0.74 13.39 27.79 2.72 5.88
30 5.71 7.04 5.26 6.63 0.03 0.02 0.68 0.75 0.39 0.88 8.54 17.39 2.82 4.89
31 6.45 7.16 5.79 6.54 0.01 0.01 0.69 0.66 0.46 0.35 5.15 10.24 2.23 4.11

81
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

60 pH (H2O) pH (KCl)

40
% suelos

20

0
2.5-3 3-3.5 3.5-4 4-4.5 4.5-5 5-5.5 5.5-6 6-6.5

intervalos de pH

Figura 14. Distribución de los suelos no quemados en clases de frecuencias según sus
valores de pH (H2O) y pH (KCl).

En general, el fuego incrementa la disponibilidad de los nutrientes en la superficie


de los suelos estudiados. Los cationes divalentes experimentan un incremento ligeramente
superior que los monovalentes que son los más solubles, así, en los suelos quemados, los
cationes básicos predominantes en el complejo de cambio son el calcio y el magnesio, y
en menor cantidad el sodio y el potasio. El calcio, el potasio y el magnesio prácticamente
duplican su valor tras el incendio en más del 40 % de los suelos. Incluso en algunos
suelos los contenidos de estos tres cationes llegan a multiplicar por cinco su valor con
respecto al contenido anterior al fuego. El sodio es el elemento que experimenta menor
variación por efecto del incendio.

Este incremento de cationes básicos en los suelos quemados se traduce en la


disminución del aluminio de cambio. En aquellos suelos en los que más aumenta el pH
tras el fuego es donde se observa una mayor disminución en el contenido en aluminio y
mayores aumentos en las bases de cambio.

82
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

30 pH (H2O) pH (KCl)

% suelos 20

10

0
0-0.25 0.25-0.5 0.5-0.75 0.75-1 1-1.25 1.25-1.5 1.5-1.75

incremento de pH

Figura 15. Distribución de los suelos en porcentajes según el incremento de pH (H2O) y


pH (KCl) tras el paso del fuego.

Por otra parte la magnitud del incremento del pH se correlaciona tal como se refleja
en la figura 16 con los cambios que se producen en el Corg y que se analizan en el
siguiente apartado (5.3.1.), así los suelos en donde hay mayores pérdidas de Corg es en
donde se aprecian incrementos mayores de pH (Figura 15). Sin embargo también influye
el contenido en Al ya que por ejemplo los suelos desarrollados sobre pizarras (nº del 28 al
31) con contenidos muy bajos en Al, el pH se eleva en más de una unidad a pesar de que
el carbono aumenta tras el incendio.

40
r = - 0.43, p<0.05
% variación pH H 2 O

20

0
-150 -50 50 150
-20

-40
-1
% variación Corg (g kg )

Figura 16. Relación entre el porcentaje de variación del pH en agua y el contenido en


Corg en los suelos estudiados.

83
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

El incremento de los valores de pH que se observa después del incendio ha sido


atribuido a la liberación de cationes básicos debido a la combustión de la materia
orgánica y restos vegetales que se depositan en la superficie del suelo en forma de cenizas
(Christensen y Muller, 1975). Ulery et al. (1993) proponen la pérdida de ácidos orgánicos
durante el incendio y el predominio de hidróxidos y carbonatos de metales alcalinos en
las cenizas como algunas de las razones para el incremento de pH.

En general se considera que el incremento de pH y, consecuentemente, el aumento


de cationes básicos son proporcionales a la intensidad del incendio (De Ronde, 1990) de
forma que cambios de poca magnitud indicarían incendios de baja intensidad (DeBano y
Conrad, 1978; Díaz-Fierros et al., 1982; Stednick et al., 1982; Wilbur y Christensen,
1983). En los casos en los que la intensidad es alta, y se produce una gran combustión de
la materia orgánica del suelo, el pH del suelo puede llegar a aumentar bastante (Ulery et
al., 1995) debido, fundamentalmente, a la pérdida de grupos -OH resultantes de la
desnaturalización de los minerales de la arcilla y a la formación de óxidos (Giovannini,
1990). Chandler et al. (1983) atribuyen el incremento de pH tras el incendio no solo a la
intensidad del fuego sino también a las características del suelo.

5.1.2. Óxidos de hierro y aluminio

Los contenidos de hierro total (extraídos con ditionito-citrato) en los suelos no


quemados oscilan entre 3.5 y 26.0 g kg-1, correspondiendo los valores más elevados a los
suelos desarrollados sobre esquistos y pizarras. Los valores del aluminio libre son en
general inferiores y no superan los 8 g kg-1. Las concentraciones de hierro y aluminio
solubles en oxalato amónico son similares, sin embargo el pirofosfato sódico extrae más
aluminio que hierro indicando una mayor asociación del aluminio con la materia orgánica
en estos suelos (Tabla 7).

Después de los incendios se observa en la mayoría de los suelos (65 %) un


aumento del contenido de hierro total, sin embargo, el aluminio extraído con ditionito-
citrato únicamente aumenta en el 22 % de los suelos, manteniéndose sin cambios en el 45
% de los suelos.

84
Tabla 7. Contenidos de hierro y aluminio extraídos con ditionito-citrato (Fed, Ald), oxálico-oxalato (Feo, Alo) y pirofosfato sódico (Fep, Alp) en los
suelos no quemados (NQ) y quemados (Q) expresados en g kg-1
Fed Ald Feo Alo Fep Alp
nº suelo NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q
1 4.33 6.35 1.63 2.31 2.84 3.89 1.79 2.77 2.41 2.80 3.62 3.82
2 3.69 4.21 5.00 4.76 4.17 3.87 5.70 6.39 2.87 2.78 6.75 7.10
3 6.21 4.74 2.70 2.35 4.31 2.89 3.35 2.79 2.80 2.23 5.52 4.32
4 13.29 6.60 5.19 2.92 4.99 3.19 3.56 2.72 4.24 2.37 5.83 3.68
5 3.85 4.56 2.67 2.82 5.00 4.52 3.69 3.59 3.93 2.87 5.84 4.20
6 7.54 8.15 2.67 3.44 5.41 4.39 3.68 4.33 4.91 3.70 6.35 5.91
7 5.13 7.11 3.30 2.40 3.86 4.09 3.60 3.72 2.35 3.39 4.99 4.71
8 5.59 5.16 3.94 2.24 4.05 3.32 4.27 3.56 2.72 1.76 6.11 4.35
9 5.27 2.07 8.15 2.31 6.35 2.83 12.35 3.85 3.07 1.41 10.19 4.36
10 9.55 8.77 6.57 3.72 5.68 4.64 9.00 5.53 3.55 2.56 9.29 6.47
11 6.55 6.43 2.67 2.23 3.28 3.67 3.09 2.86 2.58 2.59 4.85 4.91
12 6.13 5.17 6.33 2.40 3.49 2.80 9.17 3.02 2.58 1.67 11.00 3.99
13 3.82 2.55 3.17 2.05 2.81 1.22 3.93 2.66 1.15 0.48 4.16 3.15
14 4.92 9.35 4.48 4.82 1.96 4.40 3.85 5.41 0.91 2.32 4.93 6.97
15 3.48 7.02 2.97 3.61 1.48 3.16 2.92 4.71 0.56 1.51 3.17 5.96
16 3.79 3.46 3.68 2.67 2.53 2.32 3.76 2.92 1.17 1.19 4.43 3.52
17 7.32 8.80 3.39 5.86 3.46 5.43 4.18 7.17 1.78 2.57 5.33 7.28
18 7.36 11.87 2.93 3.65 2.03 3.16 2.51 3.10 1.96 2.65 4.01 4.36
19 17.21 23.33 4.73 5.33 6.02 8.11 4.67 5.26 5.04 4.85 6.01 5.68
20 20.63 37.83 3.91 7.93 4.84 4.68 1.94 6.72 2.80 2.76 2.73 6.81
21 16.23 26.32 5.64 5.02 3.53 4.93 5.16 3.40 2.43 2.26 6.49 4.48
22 5.59 8.69 2.63 2.39 3.07 2.99 1.28 2.47 2.35 2.97 2.41 3.72
23 7.18 10.82 1.10 2.52 1.55 4.84 0.63 3.09 1.71 2.85 1.44 3.89
24 25.83 29.70 5.40 5.71 4.41 3.85 4.50 3.73 2.69 2.00 5.16 4.89
25 9.86 14.07 4.83 2.38 4.88 1.48 3.87 1.14 3.35 1.18 6.17 1.96
26 26.02 29.89 5.38 3.75 4.89 1.62 3.15 1.07 3.99 2.71 4.39 2.19
27 11.23 11.33 2.04 2.10 2.86 2.41 1.45 1.41 1.45 0.91 2.24 1.59
28 14.46 17.16 2.60 2.72 3.82 4.40 1.92 2.71 1.34 1.01 2.40 2.64
29 23.57 18.38 3.61 3.15 1.54 2.96 1.45 2.23 0.78 0.81 1.84 1.84
30 21.81 24.36 2.83 2.84 2.00 2.57 1.16 1.32 0.83 0.85 1.96 1.70
31 19.95 21.81 2.65 3.31 1.67 2.89 1.27 1.68 0.73 0.90 1.51 1.73

85
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

El hierro y aluminio extraídos con oxálico-oxalato aumenta tras el fuego en un 32


% de los suelos y no experimenta variaciones entre el 30 y el 40 % de los suelos, mientras
que el hierro y el aluminio extraídos con pirofosfato sódico disminuye en un mayor
número de suelos, lo cual podría estar relacionado con la combustión de la materia
orgánica causada por el fuego.

En la bibliografía hay muy pocas referencias sobre los efectos de los incendios en
los óxidos de hierro y aluminio. Se han citado alteraciones en los óxidos de hierro
(Ketterings y Bigham, 2000) que a su vez condicionan cambios en el color del suelo y en
las propiedades magnéticas, así como una mayor liberación de hierro (Iglesias et al.,
1998.

5.1.3. Carbono orgánico y carbono biomasa

El contenido en carbono de los suelos naturales está fuertemente influenciado por


las características climáticas del medio. Las condiciones climáticas de Galicia, con una
temperatura media anual entre 8-15ºC y una precipitación media anual entorno a 1400
mm, favorecen la existencia de altos niveles carbono orgánico (Corg) en los suelos.

A pesar de estos elevados contenidos en materia orgánica, la disponibilidad del


carbono es un factor limitante de la actividad microbiana de los suelos gallegos
(González-Prieto et al., 1992) en los que predomina la fracción recalcitrante debido, en
buena parte, a la influencia del aluminio libre y compuestos alumínicos que protegen las
sustancias húmicas contra el ataque microbiano (Carballas et al., 1979; Andreux et al.,
1983; Cabaneiro et al., 1987).

En la tabla 8 se presentan los datos de Corg, Cbiomasa y (Cbiomasa/Corg)*100 de los


suelos quemados y no quemados.

Los suelos naturales no quemados presentan una amplia variación en el contenido


de Corg con valores mínimos de 27 g kg-1 y máximos de 136 g kg-1, con contenidos que
oscilan entre 40 y 100 g kg-1 en más del 70 % de los suelos (Figura 17). Destacan por su
alto contenido en carbono los suelos nº 25 y 26 recogidos bajo robledales.

86
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Tabla 8. Valores de Corg (g kg-1), Cbiomasa (μg g-1) y (Cbiomasa/Corg)*100 en los suelos no
quemados (NQ) y quemados (Q). (n.d.: no detectable por el método).
Corg Cbiomasa (Cbiomasa/ Corg)*100
nº suelo NQ Q NQ Q NQ Q
1 42.6 63.6 824.3 433.6 1.94 0.68
2 73.9 116.2 971.3 683.9 1.31 0.59
3 29.9 42.3 461.7 336.3 1.54 0.80
4 94.2 77.4 674.8 601.6 0.72 0.78
5 89.8 158.5 730.5 641.8 0.81 0.41
6 34.6 71.3 544.2 345.0 1.57 0.48
7 74.4 59.5 701.9 242.5 0.94 0.41
8 99.5 57.2 397.8 351.5 0.40 0.61
9 102.7 98.2 421.1 436.5 0.41 0.44
10 62.9 49.8 626.8 535.7 1.00 1.08
11 76.0 73.2 564.9 325.0 0.74 0.44
12 48.4 56.1 308.2 235.2 0.64 0.42
13 103.7 66.0 938.2 139.8 0.90 0.21
14 106.0 81.2 832.1 n.d. 0.79 ─
15 115.0 63.5 1519.1 456.7 1.32 0.72
16 82.3 79.0 1168.7 559.0 1.42 0.71
17 48.5 75.5 1301.3 201.8 2.68 0.27
18 78.1 70.7 695.9 449.5 0.89 0.64
19 88.7 107.0 877.4 694.4 0.99 0.65
20 56.0 86.0 1526.9 1331.5 2.73 1.55
21 90.2 71.6 446.1 138.7 0.49 0.19
22 50.3 112.5 599.8 483.4 1.19 0.43
23 80.6 73.2 720.9 293.0 0.89 0.40
24 58.0 115.0 707.5 365.2 1.22 0.32
25 135.3 93.0 2071.8 n.d. 1.53 ─
26 135.9 79.2 667.0 448.6 0.49 0.57
27 65.4 54.2 1352.3 622.1 2.07 1.15
28 55.2 58.7 1094.5 470.5 1.98 0.80
29 53.0 65.4 533.9 558.9 1.01 0.85
30 65.4 63.2 786.2 543.1 1.20 0.86
31 27.1 35.8 509.1 329.4 1.88 0.92

87
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

40 Carbono orgánico

30
% suelos

20

10

0
20-40 40-60 60-80 80-100 100-120 120-140

-1
g kg

Figura 17. Distribución de los suelos no quemados en función de sus contenidos en Corg.

Los contenidos de Cbiomasa en los suelos no quemados se sitúan entre 308 y 2072 μg
g-1 (Figura 18), lo que representa entre el 0.4 y el 2.7 % del Corg del suelo. El porcentaje
de Cbiomasa en relación al Corg es un cociente que refleja cambios en la materia orgánica de
manera mucho más sensible y rápida que la simple evaluación del Corg y el Cbiomasa por
separado. Ello se debe al rápido “turnover” de la biomasa microbiana. Cambios en este
cociente reflejan incrementos o pérdidas en las entradas de materia orgánica en el suelo,
la eficiencia de los microorganismos en la incorporación de carbono a su biomasa y la
estabilización de la materia orgánica (Piao et al., 2001). Las bajas relaciones obtenidas
entre el Cbiomasa y el Corg son frecuentes en suelos con altos contenidos en materia orgánica
y pH ácidos (Díaz-Raviña et al., 1993, 1995; Prieto-Fernández et al., 1998).

Después de los incendios los contenidos de Corg de los suelos presentan variaciones
de distinto signo (Figura 19), de modo que aproximadamente un 42 % de los suelos
incrementa su contenido en Corg respecto al suelo sin quemar, llegando a duplicar el valor
del suelo no quemado en algunos casos. El 35 % experimentan una disminución en el
contenido de Corg entre el 17 y 44 % por efecto del fuego y se corresponden con los suelos
no quemados con contenidos de carbono más elevados. El resto de los suelos quemados
(23 %) tienen un porcentaje de variación, calculado en relación al suelo no quemado,
inferior al 10 %.

88
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

40
Carbono biomasa

30
% suelos

20

10

0
300-600 600-900 900-1200 1200-1500 1500-1800 1800-2100

-1
mg g

Figura 18. Distribución de los suelos no quemados en función de sus contenidos en


Cbiomasa.

140 Carbono orgánico

100
% variación

60

20

-20

-60
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

nº suelo

Figura 19. % de variación del contenido de Corg entre los suelos quemados y no
quemados.

89
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Chandler et al. (1983) ya habían puesto de manifiesto la gran variabilidad del


efecto del fuego sobre el contenido en materia orgánica del suelo, señalando desde una
completa destrucción de la misma, hasta incrementos que pueden alcanzar un 30 % en las
capas más superficiales. Las reducciones en el contenido de Corg de las capas más
superficiales se producen debido a la combustión de la materia orgánica (Bará y Vega,
1983; Fernández et al., 1997; Mataix-Solera et al. 2002). Giovannini y Luchessi (1997)
señalan que la materia orgánica se consume de forma proporcional a la intensidad
alcanzada en el incendio. Los incrementos de Corg en el suelo han sido explicados como
resultado de la incorporación de cenizas parcialmente calcinadas con elevados contenidos
en materia orgánica (Boix Fayos, 1997; Ternan y Neller, 1999) y aumento de la actividad
microbiana (Raison, 1979; Ibáñez et al., 1983; Trabaud, 1983; Rashid, 1987) o por la
deposición de los restos vegetales no quemados o parcialmente quemados en incendios de
intensidad baja o moderada (Hungerford et al., 1990; Stromgaard, 1992). La
incorporación progresiva de órganos vegetales subterráneos o de raíces finas
descompuestas parcialmente por efecto del calentamiento del suelo también puede
contribuir al aumento de Corg en el suelo (Ludwig et al., 1998).

A diferencia de lo que ocurre con el Corg , el Cbiomasa de los suelos disminuye de


manera importante un mes después del paso del fuego, excepto en dos suelos (nº 9 y 29)
en los que no se aprecian diferencias con los suelos no quemados (Figura 20). Esto
concuerda con los resultados de otros autores en Galicia que señalan importantes pérdidas
de biomasa en la capa superficial del suelo debido al efecto directo del calor (Díaz-
Raviña et al., 1992, 1996; Hernández et al., 1997; Prieto-Fernández et al., 1998).

Según estudios de Vázquez et al. (1993) las bacterias, incluyendo las


cianobacterias, y las algas muestran una mayor proliferación tras el incendio que los
hongos. Así, la disminución del Cbiomasa en los suelos quemados puede deberse a la lenta
recuperación de los hongos, que según diversos autores podría atribuirse principalmente a
diferencias cualitativas en el sustrato orgánico que cambia drásticamente con el incendio
(Fernández et al., 1997) y/o a la inhibición de su crecimiento por compuestos químicos
producidos a consecuencia del fuego. Sin embargo, otros autores como Fenn et al. (1993)
y García y Rice (1994) no encontraron modificaciones en el Cbiomasa tras los incendios.

90
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Carbono biomasa
40

20

0
% variación

-20
* *

-40

-60

-80

-100
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

nº suelo

Figura 20. % de variación del contenido de Cbiomasa entre los suelos quemados y no
quemados (*: no determinado).

Como consecuencia de estas variaciones, en los suelos quemados la relación


(Cbiomasa/Corg)*100 disminuye y se sitúa entre 0.19 y 1.55 (Tabla 8), lo que indica que
estos suelos contienen menos materia orgánica fácilmente biodegradable.

5.1.4. Humedad

En la figura 21 se muestran los contenidos en humedad de los suelos no quemados


y quemados en el momento de su recogida. El contenido en humedad de todos los suelos
no quemados que se muestrearon durante los meses de septiembre y octubre del año 1999
se sitúa entre 11 y 38 %, excepto el nº 19 que tiene un 51 %, mientras que los recogidos
en septiembre de 2000 poseen un contenido en humedad muy inferior, ya que la mayoría
poseen entre un 2 y un 19 % y solo dos suelos tienen contenidos en humedad en torno al
30 %. Estas variaciones se relacionan directamente con las diferentes condiciones
climáticas en el período estival de los dos años muestreados. El período estival del año
2000 se caracterizó por presentar una temperatura media más alta y un menor volumen de
precipitaciones que el mismo período del año 1999.

91
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

60

50 NQ Q
% humedad

40

30

20

10

0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 18 19 22 23 12 13 14 15 16 17 20 21 24 25 26 27 28 29 30 31
nº suelo
muestreo 1999 muestreo 2000

Figura 21. Contenido en humedad de los suelos no quemados (NQ) y quemados (Q) en el
momento del muestreo.

Tras los incendios, prácticamente todos los suelos presentan un menor contenido en
humedad que los suelos no quemados. En un gran número de suelos se observan
reducciones en la humedad superiores al 40 % en relación a los suelos no quemados.

La modificación del régimen de humedad del suelo causada por los incendios
forestales se debe al efecto del aumento de la temperatura del suelo que al estar
desprovisto de vegetación, está más expuesto a la insolación y al viento. Además, el
ennegrecimiento de la superficie del suelo por el acúmulo de cenizas negras contribuye a
la evaporación porque hace incrementar la absorción de la radiación solar y, en
consecuencia, la temperatura del suelo aumenta. Sin embargo, al desaparecer la
vegetación también se reducen la interceptación y la transpiración, por lo que el resultado
final depende de la importancia de cada una de las modificaciones sufridas en relación
con la evapotranspiración.

5.1.5. Textura

La diversidad geológica de Galicia es amplia, predominando dos tipos de


materiales: las rocas graníticas que representan aproximadamente un 45 % de la

92
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

superficie y las rocas metamórficas de bajo grado (esquistos y pizarras principalmente)


con un porcentaje similar. Las rocas básicas y ultrabásicas (gabros, anfibolitas y rocas
serpentinizadas) representan en torno al 5 % y el resto son materiales sedimentarios de
distinta naturaleza y edad. Para este trabajo se han recogido muestras de suelos bajo los
dos grandes grupos geológicos anteriormente citados, debido a que el material geológico
condiciona básicamente la textura de los suelos, dando suelos de tendencia arenosa en
rocas graníticas, franca o ligeramente arcillosa en las rocas básicas y con tendencia
limosa en esquistos y pizarras.

En la tabla 9 se presentan los porcentajes de las distintas fracciones minerales de


los suelos no quemados y quemados.

Todos los suelos no quemados desarrollados sobre granitos y rocas afines (suelos
del nº1 al 18) presentan una textura franco-arenosa con contenidos de arena entre 56-76
%, limo entre 15-31 % y arcilla entre 8-17 %. El grupo de suelos desarrollados sobre
esquistos y pizarras (suelos del nº 19 al 31) poseen texturas francas o franco-limosas con
contenidos de arena que varían entre 16 y 50 %, limo entre 31-60 % y arcilla entre 10-24
%.

En general, el paso del fuego no afecta de forma importante a la composición


granulométrica de los suelos, de hecho el 77 % de los suelos quemados no presenta
diferencias importantes en su granulometría con respecto a los suelos no quemados.

No obstante, 3 de los suelos quemados (suelos nº 4, 17 y 26) experimentan tras el


incendio un incremento entre el 7 y el 17 % en el contenido de arena, que se traduce en
una disminución de las fracciones más finas, sin resultar prácticamente alterada la clase
textural. En 4 suelos (suelos nº 14, 18, 22 y 28) se produce después del incendio una
reducción del contenido en arena entre el 13 y el 37 %, acompañado de un incremento en
las proporciones de limo y arcilla que provocan cambios en su clase textural con respecto
a los suelos no quemados.

El aumento de la fracción arena tras el paso del fuego es un hecho que aparece
ampliamente citado en la bibliografía y ocurre en incendios que superan los 300-400ºC de
temperatura. Los incendios de alta intensidad provocan fusiones térmicas de las partículas

93
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Tabla 9. Composición granulométrica y clase textural de los suelos no quemados (NQ) y


quemados (Q). (F-Ar: franco-arenosa; F: franca; F-L: franco-limosa).
% Arena % Limo % Arcilla
Clase textural
(2-0.05 mm) (0.05-0.002 mm) (< 0.002 mm)
Nº suelo NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q
1 66.50 66.45 20.67 20.82 12.84 12.74 F-Ar F-Ar
2 58.01 52.75 25.55 30.56 16.44 16.69 F-Ar F
3 59.64 62.36 25.09 25.29 15.28 12.36 F-Ar F-Ar
4 65.20 76.11 19.54 14.49 15.26 9.41 F-Ar F-Ar
5 68.23 69.70 19.41 18.91 12.37 11.40 F-Ar F-Ar
6 65.95 65.31 21.92 21.36 12.13 13.34 F-Ar F-Ar
7 73.67 71.78 17.32 18.06 9.01 10.16 F-Ar F-Ar
8 60.53 59.91 22.54 26.45 16.93 13.65 F-Ar F-Ar
9 75.82 81.80 15.09 11.84 9.09 6.36 F-Ar F-Ar
10 56.00 50.06 28.59 32.70 15.41 17.25 F-Ar F
11 60.89 62.21 24.87 23.96 14.24 13.83 F-Ar F-Ar
12 65.33 71.42 20.10 17.85 14.56 10.73 F-Ar F-Ar
13 71.63 72.21 20.11 18.21 8.26 9.59 F-Ar F-Ar
14 68.37 59.27 19.32 24.50 12.31 16.24 F-Ar F-Ar
15 69.41 68.21 18.66 20.07 11.93 11.72 F-Ar F-Ar
16 71.18 77.17 16.47 13.24 12.35 9.60 F-Ar F-Ar
17 59.03 67.75 28.26 19.82 12.72 12.44 F-Ar F-Ar
18 58.61 49.86 31.00 34.32 10.39 15.84 F-Ar F
19 49.67 48.56 35.03 33.73 15.30 17.72 F F
20 32.62 37.90 52.08 46.36 15.30 15.75 F-L F
21 32.94 34.79 55.58 47.56 11.47 17.65 F-L F
22 39.77 25.05 48.94 57.72 11.29 17.24 F F-L
23 50.05 45.68 39.64 40.77 10.31 13.56 F F
24 35.62 38.07 50.75 45.70 13.63 16.24 F-L F
25 47.80 46.05 33.47 42.13 18.73 11.83 F F
26 16.48 38.19 59.87 48.60 23.66 13.21 F-L F
27 37.91 43.10 48.18 45.97 13.92 10.93 F F
28 44.88 28.74 38.77 51.52 16.35 19.74 F F-L
29 44.67 38.56 36.74 49.94 18.59 11.50 F F
30 40.04 36.13 38.17 41.98 21.79 21.90 F F
31 41.35 35.12 41.38 44.33 17.27 20.55 F F

94
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

tamaño arcilla incrementándose porcentualmente las partículas de tamaño limo y arena


(Nisita y Haug, 1972; Ulery y Graham, 1993). Esto puede ocurrir por modificaciones
térmicas de aluminosilicatos y óxidos e hidróxidos de hierro (Betremieux et al., 1960;
Giovannini et al., 1988). Otra posible causa del incremento de la fracción arena tras el
incendio son los procesos de erosión post-fuego que provocan la pérdida de las partículas
más finas e incrementan el porcentaje de partículas gruesas (Llovet et al., 1994). Estos
procesos pueden contribuir a que los suelos quemados afectados por la erosión adquieran
progresivamente texturas más gruesas, si bien en nuestro caso, tal como se ha señalado en
el apartado 3.2, no se produjeron precipitaciones importantes que pudiesen modificar las
características de los suelos.

Por el contrario cuando los incendios son de baja intensidad no se observan


cambios en la composición granulométrica (Oswald et al., 1999).

En la bibliografía se citan disminuciones en el contenido en arena y aumento de la


fracción arcilla en suelos calentados a temperaturas superiores a 500ºC debido a la
descomposición térmica que sufren los feldespatos caolinizados (Ulery y Graham, 1993).

5.1.6. Repelencia al agua

La repelencia al agua de los suelos es un fenómeno que ocurre de forma natural en


los suelos pero que puede verse intensificada como resultado del calentamiento del suelo
durante los incendios.

Después del fuego la repelencia se manifiesta como una capa de espesor y


continuidad variable en la superficie del suelo o a pocos centímetros por debajo y paralela
a la superficie del suelo (DeBano, 2003).

Para poder estudiar con detalle los cambios ocasionados por los incendios en la
repelencia al agua se recogieron en los suelos quemados muestras a dos profundidades: 0-
2.5 cm y 2.5-5 cm (a diferencia del resto de parámetros que hemos descrito hasta ahora en
los que hemos utilizado muestras de suelo recogidas entre 0-5 cm).

95
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

En la tabla 10 se presenta el grado de repelencia al agua obtenido para los suelos no


quemados y quemados en función de las clases de repelencia propuestas por Doerr et al.
(1998) y que se describen en el apartado 4.1.2.3. de métodos (Tabla 4).

Como se puede ver en la figura 22 el 68 % de los suelos no quemados muestran en


la capa superficial una repelencia al agua fuerte o muy fuerte (clases 5 o 6), mientras que
tan solo 5 de los suelos no presentan repelencia antes del incendio (clase 2). No hay
muestras representantes de la clase 1 (muy hidrofílicos) ni de la clase 7 (extremadamente
hidrofóbicos).

100
NQ Q (0-2.5 cm)

80
% suelos

60

40

20

0
1 2 3 4 5 6 7
clases de repelencia

Figura 22. Distribución de la repelencia al agua en los suelos no quemados y quemados


en función de las siete clases de repelencia (ver Tabla 4) propuestas por Doerr et al.
(1998).

En estos suelos naturales se encontró una correlación positiva entre la repelencia al


agua y el contenido en Corg (r = 0.67, p<0.01), tal como se muestra en la figura 23 de
modo que, en general, un mayor contenido en Corg favorece una repelencia al agua más
severa de los suelos. Destaca el comportamiento del suelo nº 4 que contiene 94.2 g kg-1 de
Corg y sin embargo no es repelente al agua.

96
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Tabla 10. Grado (% etanol) y clase de repelencia al agua según la clasificación de Doerr
et al., 1998 de los suelos no quemados (NQ) y quemados (Q). (Clase 2: hidrofílico; Clase
3: ligeramente hidrofóbico; Clase 4: moderadamente hidrofóbico; Clase 5: fuertemente
hidrofóbico; Clase 6: muy fuertemente hidrofóbico).
NQ Q (0-2.5 cm) Q (2.5-5 cm)

nº suelo % etanol clase % etanol clase % etanol clase


1 4.67 3 6.42 4 15.17 6
2 8.17 4 13.42 6 11.67 5
3 1.75 2 15.75 6 11.67 5
4 1.75 2 9.34 5 5.25 4
5 23.92 6 21.00 6 16.34 6
6 13.42 6 15.75 6 12.25 5
7 19.25 6 19.25 6 18.67 6
8 19.84 6 5.83 4 21.59 6
9 18.67 6 20.42 6 17.50 6
10 14.00 6 12.25 5 11.67 5
11 16.34 6 15.75 6 17.50 6
12 10.50 5 17.50 6 15.17 6
13 21.00 6 22.76 6 15.75 6
14 23.34 6 19.25 6 16.34 6
15 21.59 6 16.34 6 14.00 6
16 18.67 6 21.00 6 18.67 6
17 15.75 6 18.09 6 22.76 6
18 9.92 5 9.92 5 16.34 6
19 11.67 5 5.25 4 17.50 6
20 9.34 5 15.17 6 20.42 6
21 15.75 6 12.25 5 13.42 6
22 1.75 2 15.17 6 21.00 6
23 21.59 6 5.25 4 11.67 5
24 8.17 4 17.50 6 15.75 6
25 22.17 6 22.76 6 16.92 6
26 16.34 6 18.67 6 14.00 6
27 18.09 6 15.17 6 14.00 6
28 5.83 4 19.25 6 16.92 6
29 2.33 2 14.00 6 12.84 5
30 8.17 4 9.34 5 1.75 2
31 1.75 2 2.33 2 1.75 2

97
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

30

Repelencia (% etanol)
25

20

15

10
r= 0.67, p< 0.01
5

0
0 20 40 60 80 100 120 140 160
-1
Corg (g kg )

Figura 23. Relación entre el grado de repelencia al agua y el contenido en Corg en los
suelos no quemados.

En general, los suelos no quemados con mayor grado de repelencia al agua


corresponden a pinares y eucaliptales, de los cuales un 75 % presentan una repelencia de
fuerte a muy fuerte, mientras que los suelos bajo matorral presentaron un comportamiento
más variable. El único suelo representante de un bosque de castaños (suelo nº 31) mostró
ausencia de repelencia al agua pero se caracteriza por ser el suelo que presenta el menor
contenido en Corg (27.10 g kg-1).

Diversos factores explicarían la severa repelencia que presentan los suelos no


quemados (Varela et al., 2005, Rodríguez-Alleres et al. (en prensa)):

- el predominio de árboles que aportan importantes cantidades de resinas, ceras y


compuestos aromáticos, tales como eucaliptos y pinos.
- el clima templado-húmedo del noroeste de España, que condiciona los elevados
contenidos en materia orgánica de los suelos de esta zona, profundas capas de
hojarasca, así como un período seco de 1 a 3 meses en los que la humedad del
suelo está próxima al punto de marchitez permanente.
- la fuerte acidez de los suelos, que condiciona el predominio de hongos en la
biomasa del suelo, la formación de humus tipo mor y la baja solubilidad de
algunos compuestos orgánicos responsables de la repelencia al agua.

98
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

El número de suelos repelentes al agua aumenta significativamente tras el paso del


fuego de forma que el 90 % de los suelos quemados son fuerte o muy fuertemente
hidrofóbicos y tan solo uno de ellos (suelo nº 31) es hidrofílico en superficie (Figura 22).

Los cambios producidos por el fuego en los suelos estudiados se presentan


gráficamente en la figura 24, en la que los suelos se ordenaron en orden creciente de
severidad de la repelencia al agua de los suelos no quemados.

En ella podemos observar como en 4 de los 5 suelos inicialmente no repelentes, el


fuego indujo la aparición de repelencia al agua, llegando a ser tres de ellos muy
fuertemente hidrofóbicos (clase 6) en la capa más superficial (nº 3, 22 y 29) y el otro
suelo (nº 4) fuertemente hidrofóbico (clase 5).

Los suelos que presentan una repelencia al agua de ligera a moderada antes del
fuego también experimentan un incremento del grado de repelencia en la capa más
superficial tras el incendio.

La mayoría de los suelos que anteriormente al incendio eran fuerte o muy


fuertemente repelentes mantuvieron su repelencia en la capa superficial después del fuego
a excepción de tres de ellos (nº 8, 19 y 23) en los que el grado de repelencia se redujo
significativamente pasando de ser fuerte o muy fuertemente hidrofóbicos a
moderadamente hidrofóbicos tras el incendio. Sin embargo, en estos tres suelos se
observó una repelencia de fuerte a muy fuerte en la capa de 2.5-5 cm. En el resto de los
suelos también se apreció, en general, una repelencia fuerte o muy fuerte en la capa
subsuperficial.

Independientemente del comportamiento observado, es importante señalar que en


todos los suelos quemados, excepto en el suelo nº 31, se encontró una capa repelente al
agua ya sea superficial o subsuperficial.

Doerr et al. (2000), en una revisión realizada sobre la repelencia al agua de los
suelos, recogen respuestas altamente variables tras los incendios forestales: generalmente
la repelencia al agua se incrementa en la superficie del suelo o bien desaparece en la capa
más superficial y se forma una capa repelente en profundidad (DeBano et al., 1970).

99
100
NQ Q (0-2.5 cm) Q (2.5-5 cm)
30

25

20
muy fuertemente
hidrofóbico
15

fuertemente hidrofóbico
10

Repelencia (% etanol)
moderadamente hidrofóbico
5
ligeramente hidrofóbico
hidrofílico
0
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

3 4 22 31 29 1 28 2 24 30 20 18 12 19 6 10 17 21 11 26 27 9 16 7 8 13 15 23 25 14 5

nº suelo

Figura 24. Cambios en la repelencia al agua causada por los incendios. Los suelos aparecen ordenados en orden creciente de repelencia de los
suelos no quemados.
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Sin embargo, también se ha citado una disminución neta de la repelencia


(Giovannini y Lucchesi, 1983) e incluso Doerr et al. (1998) observaron que los incendios
no afectaban demasiado a la repelencia al agua en bosques de eucaliptos y pinos en
Portugal, lo cual lo atribuyeron al hecho de que los suelos eran inicialmente muy
hidrofóbicos y a las bajas temperaturas alcanzadas en los incendios.

El incremento de la repelencia al agua tras los incendios ha sido atribuido a la


combustión de la materia orgánica que se produce a altas temperaturas y que genera
compuestos orgánicos en forma de vapor que se mueven desde la superficie a capas
inferiores más frías donde se condensan creando una capa subsuperficial fuertemente
hidrofóbica (DeBano et al., 1970). Además, el calor alcanzado durante el calentamiento
intensifica las uniones entre las sustancias hidrofóbicas y las partículas del suelo (Savage
et al., 1972) y las hace químicamente más hidrofóbicas por pirólisis (Giovannini, 1994) y
por cambios de conformación de la disposición estructural de los compuestos
hidrofóbicos (Doerr et al., 2005).

La reducción y eliminación de la repelencia se produce en torno a los 300ºC y


parece estar causada por la volatilización y la combustión de los compuestos orgánicos
(DeBano et al., 1976; Chandler et al., 1983).

La correlación significativa que se había encontrado entre el Corg y la repelencia al


agua superficial en los suelos no quemados disminuye después de los incendios y pasa a
tener un coeficiente de correlación de r = 0.36, p<0.05. Ello podría deberse a que el efecto
del fuego en la repelencia al agua no se relaciona tanto con las variaciones en el
contenido en materia orgánica como con los cambios en la composición de la misma, de
hecho, un elevado número de compuestos orgánicos puede verse alterado por el
calentamiento del suelo durante el incendio (DeBano et al., 1970; Wallis y Horne, 1992;
Jaramillo, 1992). En este sentido, los cambios en la composición de la materia orgánica
tras los incendios forestales en los suelos gallegos han sido estudiados por Fernández et
al. (1997), quienes señalan que todos los componentes de la materia orgánica resultan
afectados por el paso del fuego aunque no de la misma forma y con la misma intensidad.
Los compuestos más afectados son por este orden los hidrosolubles, celulosa y otros
carbohidratos, y lípidos, mientras que la lignina aumenta proporcionalmente. Desde el
punto de vista de la humificación, la fracción más afectada es la materia orgánica no

101
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

humificada, por lo cual el grado de humificación aumenta después de los incendios.

De todas formas la severidad y distribución de la repelencia al agua provocada por


los incendios en los suelos aquí estudiados dependen más probablemente del régimen de
calentamiento del suelo durante el incendio que de los cambios en las propiedades del
suelo. El efecto de la temperatura del suelo en la repelencia al agua ha sido investigado en
numerosos estudios de calentamiento en laboratorio y está perfectamente documentado
que las altas temperaturas (mayores de 270-300ºC) hacen desaparecer la repelencia al
agua (Savage, 1974; DeBano et al., 1976; Varela et al., 2005, entre otros)

Por otra parte, tal como se ha comentado antes, el grado de repelencia inicial de los
suelos parece condicionar claramente las variaciones observadas tras el paso del fuego, de
forma que los suelos previamente muy hidrofóbicos apenas experimentan con el incendio
variaciones en su repelencia, mientras que ésta aumenta considerablemente en los suelos
que eran hidrofílicos antes del incendio, siempre y cuando no se alcance la temperatura
necesaria para la destrucción de la repelencia.

5.1.7. Agregación

La degradación de la estructura del suelo es una de las consecuencias más


importantes de los incendios forestales debido a la estrecha relación que mantiene con
algunas propiedades químicas y físicas que se ven modificadas (Toogood, 1978; Towner,
1986; Sanroque et al., 1990) y a su importante papel en la erosión del suelo y otros
procesos que ocurren en la superficie del suelo (Farrés, 1987; Moore y Singer, 1990).

Existen diferentes métodos para medir la agregación del suelo, algunos están
enfocados hacia la distribución del tamaño de los agregados y otros hacia la estabilidad
de los agregados al agua (Jastrow y Miller, 1991). Algunos analizan la ruptura de los
agregados debido a la acción de la humectación, otros consideran la acción mecánica y
otros incluyen ambas acciones.

Para estudiar los efectos a corto plazo del fuego en la agregación del suelo, se han
analizado por un lado los cambios en la distribución de los agregados en seco, para

102
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

estudiar únicamente el efecto del calentamiento en el tamaño de los agregados y por otro
la acción del agua sobre la estabilidad estructural de los suelos quemados.

5.1.7.1. Distribución de agregados en seco

Los resultados de la distribución de agregados obtenidos por tamización en seco se


expresaron como diámetro medio ponderado (DMPs) (Tabla 11) y como porcentaje en
peso de cada una de las fracciones (Figura 25).

La distribución de los agregados por tamización en seco muestra que, en general,


los suelos gallegos no quemados presentan una débil agregación con valores de DMPs
que varían entre 0.96 y 2.83 mm siendo, en general, los suelos sobre pizarras (suelos del
nº 27 al 31) los que presentan los valores más altos (> 2 mm) (Tabla 11). Al analizar por
separado las distintas fracciones, se ve que las fracciones más abundantes son las
comprendidas entre 1-0.25 y 0.25-0.05 mm, excepto en los suelos desarrollados sobre
pizarras donde predominan agregados de mayor tamaño (5-2 mm) (Figura 25).

10-5 mm 5-2 mm 2-1 mm 1-0.25 mm 0.25-0.05 mm <0.05 mm

100

90

80

70

60
%

50

40

30

20

10

0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

nº suelo

Figura 25. % de cada una de las fracciones de agregados obtenidas por tamización en
seco de los suelos no quemados.

103
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Tabla 11. Diámetro medio ponderado en seco (DMPs) de los suelos no quemados (NQ) y
quemados (Q).
DMPs (mm)

nº suelo NQ Q
1 1.85 1.51
2 1.75 1.65
3 1.86 1.53
4 2.33 1.70
5 1.52 1.74
6 1.93 1.91
7 1.68 1.07
8 1.17 0.79
9 1.08 1.13
10 1.92 1.31
11 1.32 1.22
12 1.28 1.56
13 1.64 1.24
14 1.43 1.05
15 2.04 1.34
16 0.96 1.18
17 1.42 1.23
18 2.30 1.92
19 1.34 1.25
20 1.63 1.27
21 1.03 1.23
22 1.28 1.73
23 1.29 1.28
24 1.26 1.53
25 2.20 1.41
26 2.49 1.63
27 2.83 1.98
28 2.20 1.83
29 2.09 1.76
30 2.13 2.78
31 1.97 2.37

104
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Al comparar los suelos no quemados y quemados se observa una clara tendencia


hacia una reducción del DMPs tras el paso del fuego. En la mayoría de los suelos (un 65
%) se produce una disminución del DMPs después del incendio, lo que indica una
desagregación de los suelos por efecto del incendio. La mayoría de las reducciones que se
producen en el DMPs son superiores al 20 % con respecto al suelo no quemado (Figura
26). Existe, sin embargo, un 26 % de suelos en los que el DMPs aumenta entre un 14 y un
35 % con respecto a los suelos no quemados.

Agregación en seco

40
30
20
% variación

10
0
-10
-20
-30
-40
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

nº suelo

Figura 26. % de variación del DMPs entre los suelos quemados y no quemados.

Si se analiza con más detalle la distribución de los agregados en los suelos en los
que disminuye el DMPs se observa que la desagregación que se produjo en los suelos por
efecto del fuego afectó especialmente a la fracción entre 5-2 mm, donde se aprecian las
mayores diferencias entre los suelos no quemados y quemados (Figura 27).

Este efecto degradativo del incendio se traduce en un aumento de los agregados de


menor tamaño, sobre todo los comprendidos entre 0.25 y 0.05 mm de diámetro. Según
esto se puede afirmar que el paso del fuego favorece en la mayor parte de los suelos
estudiados la ruptura de los agregados de mayor tamaño en condiciones secas y su
disgregación en fragmentos más pequeños.

105
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

10-5 mm 5-2 mm 2-1 mm 1-0.25 mm 0.25-0.05 mm <0.05 mm

100

90

80

70

60
%

50

40

30

20

10

0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

nº suelo

Figura 27. % de cada una de las fracciones de agregados obtenidas por tamización en
seco de los suelos quemados.

5.1.7.2. Estabilidad de los agregados al agua

A menudo, la estabilidad estructural de un suelo se define en función de la


metodología empleada para su determinación, no obstante, la mayor parte de los autores
coinciden en definir la estabilidad como la capacidad del suelo para mantener su estado
de agregación después de haber sido sometido a la acción agresiva del agua.

La desagregación por acción del agua se origina como consecuencia de diferentes


mecanismos físicos y físico-químicos (Tisdall y Oades, 1982; Elliot, 1986) y puede
afectar a los diferentes niveles de organización de la estructura del suelo. Diversos
autores (Emerson, 1967; Boiffin, 1984; Le Bissonnais, 1988,) identifican cuatro
mecanismos principales de desagregación. Para este trabajo se parte del esquema
propuesto por Le Bissonnais (1996), que se presenta en la tabla 12, en el que se distingue
entre:

• Desagregación por compresión del aire ocluido durante el proceso de


humectación, que origina la ruptura por estallido de los agregados (humectación

106
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

rápida)
• Desagregación mecánica debida al impacto de las gotas de lluvia (desagregación
mecánica).
• Desagregación por hinchamiento diferencial (humectación lenta).
• Dispersión físico-química.

Tabla 12. Principales características de los diferentes mecanismos de desagregación (Le


Bissonnnais, 1996).

Dispersión
Humectación Desagregación Humectación
Mecanismos físico-
rápida mecánica lenta
química

Fuerzas de
Presión interna Presión interna
Presión externa atracción
Fuerzas que del aire ocluido por hinchamiento
por impacto de las entre las
actúan durante la diferencial de la
gotas de lluvia partículas
humectación arcilla
coloidales

Expansión
Porosidad
diferencial
Propiedades Cohesión en Estado iónico
Cohesión interna húmedo (arcilla,
del suelo que materia orgánica,
Condiciones de
Mineralogía
intervienen humectación
Repelencia al óxidos) de la arcilla
agua
Cohesión

Microagregados
Partículas Partículas Partículas
Microagregados
originadas elementales elementales
Macroagregados

Intensidad
de la Grande Limitada Acumulativa Total
desagregación

Estos mecanismos de desagregación se diferencian entre sí principalmente por las


interacciones entre las partículas a las que afectan. También se pueden distinguir
considerando otros factores como, por ejemplo, la energía necesaria para provocar la
ruptura de las unidades estructurales, las condiciones físico-químicas necesarias para que
se activen los mismos, la cinética del proceso y la naturaleza y tamaño de las partículas

107
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

que se originan como consecuencia de la desagregación.

Desde el punto de vista metodológico, una consecuencia de la diversidad de


mecanismos es que los procedimientos de medida deben estar adaptados a esta amplia
variedad de condiciones (Le Bissonnais y Le Souder, 1995; Le Bissonnais, 1996).

Para la realización de este trabajo se han utilizado dos métodos diferentes de


medida de la estabilidad de los agregados que son: el test de tamización propuesto por Le
Bissonnais y Gaillard (1997) modificado por Taboada (2001) y el test de impacto de la
gota de agua de Mc Calla (1944) modificado por Low (1954). Con el primero de los
métodos se pretenden analizar los efectos de tres tratamientos diferentes de humectación
sobre la estabilidad de los agregados: humectación rápida de suelos secos, agitación
después de la prehumectación de los agregados con etanol y humectación lenta por
capilaridad y con el segundo la acción mecánica del agua en la desagregación.

A continuación se describen brevemente cada uno de los métodos y se presentan


los resultados de los ensayos de estabilidad estructural obtenidos en los suelos no
quemados y quemados. Posteriormente se realiza una comparación entre los dos métodos
utilizados.

ƒ Test de tamización

Para determinar cual es el principal mecanismo de desagregación en los suelos


estudiados se utiliza el test de tamización propuesto por Le Bissonnais y Gaillard (1997)
modificado por Taboada (2001) que sirve para diferenciar entre varios mecanismos de
ruptura de los agregados: el estallido o “slaking” debido a la humectación rápida, la
desagregación mecánica de los agregados previamente humedecidos en etanol para evitar
el estallido y la desagregación por hinchamiento diferencial y dispersión físico-química
debido a la humectación lenta. Los resultados de este test se expresan de dos maneras:
mediante la distribución de fragmentos de cada suelo obtenida tras la aplicación de los
diferentes tratamientos y como diámetro medio ponderado en húmedo (DMPh) que es un
índice calculado a partir de la distribución de las fracciones del suelo como se explica en
el apartado 4.1.2.4.2.1. de métodos. El valor de DMPh puede variar entre 3.5 y 0.025 mm,

108
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

de modo que cuanto mayor sea este índice mayor será la estabilidad de los agregados.

En la tabla 13 se presentan los valores del DMPh para cada uno de los tres
tratamientos (humectación rápida por inmersión, desagregación mecánica por agitación
tras la rehumectación y humectación lenta por capilaridad) y el valor medio de los tres
tratamientos en los diferentes suelos estudiados.

A pesar de que los suelos no quemados, como se ha comentado anteriormente,


presentan una débil agregación en seco, la estabilidad de los agregados al agua expresada
como DMPh para la media de los tres tratamientos es muy alta, con un valor promedio de
3.14 mm. En todos los suelos se supera el valor de 2.81 mm por lo que son agregados
“muy estables” al agua según la clasificación propuesta por Le Bissonnais (1996) que
relaciona el DMPh y las clases de estabilidad (ver tabla 5).

Cuando se analizan los valores de DMPh obtenidos para los distintos tratamientos
por separado, se comprueba que el tratamiento de humectación rápida es el que presenta
los valores de DMPh más bajos. Los suelos no quemados sometidos a una humectación
rápida presentan valores que oscilan entre 2.47 y 3.37 mm. Con el tratamiento de
desagregación mecánica se obtienen valores de DMPh ligeramente superiores que con la
humectación rápida con un valor mínimo de 2.73 mm y el máximo de 3.43 mm. Los
resultados obtenidos con el tratamiento de humectación lenta son similares a los del
tratamiento de desagregación mecánica, con un DMPh que varía entre 2.91 y 3.43 mm,
indicando que estos dos tratamientos son ligeramente menos destructivos que el de
humectación rápida.

Al comparar los distintos tratamientos que constituyen este método en los suelos no
quemados se observa que existe una correlación significativa entre los tres, siendo los
tratamientos de desagregación mecánica y de humectación lenta los que están mejor
correlacionados entre sí (Tabla 14).

Según indican Le Bissonnais y Le Souder (1995) el encontrar diferencias


importantes de estabilidad entre tratamientos sugiere distintos mecanismos de
fragmentación de los agregados, mientras que cuando los resultados de estabilidad son
similares las diferencias entre los procesos no son tan evidentes.

109
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Tabla 13. DMPh (mm) en los suelos no quemados (NQ) y quemados (Q) después de los
tratamientos de humectación rápida por inmersión, desagregación mecánica por agitación
tras la rehumectación, humectación lenta por capilaridad y media de los tres tratamientos.
Humectación Desagregación Humectación Media 3
rápida mecánica lenta tratamientos

NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q
suelo
1 2.90 3.18 3.00 3.20 3.04 3.20 2.98 3.19
2 2.93 3.10 2.95 3.21 3.04 3.19 2.97 3.16
3 2.87 3.04 3.23 3.26 3.26 3.34 3.12 3.21
4 2.47 2.96 3.08 3.28 2.96 3.28 2.84 3.17
5 3.13 3.28 3.23 3.35 3.17 3.33 3.17 3.32
6 2.99 2.82 3.17 3.01 3.16 2.93 3.11 2.92
7 3.24 2.76 3.27 3.03 3.25 2.98 3.25 2.92
8 3.17 1.97 3.06 2.31 3.11 2.32 3.11 2.20
9 3.07 3.21 3.08 3.27 3.16 3.22 3.10 3.23
10 3.15 3.29 3.37 3.42 3.34 3.42 3.29 3.38
11 3.09 3.17 3.10 3.22 3.13 3.23 3.11 3.20
12 3.14 2.89 3.18 3.00 3.10 3.10 3.14 3.00
13 3.21 3.02 3.23 3.11 3.28 3.07 3.24 3.07
14 3.17 3.17 3.19 3.24 3.11 3.24 3.16 3.22
15 3.21 3.08 3.26 3.17 3.32 3.14 3.26 3.13
16 2.85 3.09 2.96 3.19 2.98 3.22 2.93 3.16
17 3.25 2.94 3.28 3.08 3.31 3.18 3.28 3.06
18 2.84 3.28 3.06 3.32 3.15 3.36 3.01 3.32
19 3.37 3.32 3.40 3.31 3.40 3.33 3.39 3.32
20 3.11 3.14 3.08 3.14 3.21 3.25 3.13 3.18
21 2.83 3.16 3.02 3.29 3.09 3.29 2.98 3.25
22 2.49 2.69 2.87 3.01 3.07 3.19 2.81 2.96
23 3.07 2.91 2.73 3.23 2.91 3.24 2.90 3.13
24 2.86 3.17 3.05 3.27 3.05 3.28 2.99 3.24
25 3.35 3.06 3.36 3.16 3.39 3.22 3.37 3.15
26 3.35 3.21 3.40 3.25 3.41 3.29 3.38 3.25
27 3.37 3.26 3.43 3.36 3.43 3.34 3.41 3.32
28 3.35 3.29 3.42 3.37 3.40 3.34 3.39 3.33
29 3.05 2.66 3.39 3.28 3.34 3.13 3.26 3.02
30 3.09 3.22 3.36 3.41 3.33 3.37 3.26 3.33
31 2.63 2.52 3.35 3.33 3.13 3.13 3.03 2.99

110
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Tabla 14. Coeficientes de correlación entre los distintos tratamientos del test de
tamización (humectación rápida por inmersión, desagregación mecánica por agitación
tras la rehumectación y humectación lenta por capilaridad) en los suelos no quemados.
Todas las correlaciones son significativas al 99 %.
Desagregación mecánica Humectación lenta

Humectación rápida 0.567 0.704

Desagregación mecánica 0.888

Al estar correlacionados los tres tratamientos, no se puede establecer un proceso


predominante de desagregación, lo que indica que el comportamiento estructural de los
suelos naturales estudiados es prácticamente independiente de las condiciones externas,
ya que cada tratamiento corresponde a un nivel de energía, unas condiciones de
hidratación iniciales y a una velocidad de humectación determinadas (Amezketa et al.,
1996). Pero, en términos generales, se puede decir que la ruptura por estallido de los
agregados debida a las presiones que ejerce el aire atrapado durante el humedecimiento
rápido, es el mecanismo que produce una mayor fragmentación y el que establece las
mayores diferencias entre los suelos estudiados. Le Bissonnais (1996) considera que el
tratamiento de humectación rápida podría mostrar una mayor separación de los valores en
suelos con altos contenidos en materia orgánica, mientras que el tratamiento de
humectación lenta podría ser más útil para diferenciar suelos con baja estabilidad.

Un mes después de producirse los incendios, los valores medios de DMPh (Tabla
13) no muestran diferencias importantes en la estabilidad de los agregados al agua entre
los suelos no quemados y quemados, manteniéndose dentro de la clase “muy estables”,
excepto el suelo número 8 que muestra un 30 % de disminución en el DMPh medio (de
3.11 a 2.20 mm) y pasa a clasificarse como “estable”.

En la figura 28 se representan los porcentajes de variación del DMPh de los suelos


quemados en relación a los suelos no quemados para cada uno de los tratamientos por
separado así como para la media de los tres tratamientos.

111
112
Humectación rápida Desagregación mecánica
30 30

20 20

10 10

0 0

-10 -10

% variación
% variación
-20 -20

-30 -30

-40 -40
1 2 3 4 5 6 7 8 910111213141516171819202122232425262728293031 1 2 3 4 5 6 7 8 910111213141516171819202122232425262728293031

Humectación lenta Media 3 tratamientos


30 30

20 20

10 10
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

0 0

-10 -10

% variación
% variación
-20 -20

-30 -30

-40 -40

1
2
3
4
5
6
7
8
9
1
2
3
4
5
6
7
8
9

10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31

nº suelo nº suelo

Figura 28. % variación del DMPh entre los suelos quemados y no quemados para cada uno de los tratamientos (humectación rápida por
inmersión, desagregación mecánica por agitación tras la rehumectación y humectación lenta por capilaridad) y para la media de los tres
tratamientos.
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Al analizar como varía la media de los tres tratamientos se observa que del total de
los 31 suelos estudiados, 13 experimentan un ligero aumento en la estabilidad de los
agregados tras el incendio, siendo el incremento máximo de DMPh con respecto a los
suelos no quemados de un 12 %. Otros 10 suelos sufren una disminución del DMPh entre
4 y 30 % indicando una ligera desagregación en húmedo y el resto de los suelos
prácticamente no se ven afectados por el paso del fuego.

Las mayores variaciones entre la estabilidad de los agregados de los suelos


quemados y no quemados se obtienen con el tratamiento de humectación rápida con el
cual el suelo nº 8 sufre una reducción de casi el 40 % en su DMPh.

La distribución de los agregados tras la aplicación de los diferentes tratamientos


nos permite evaluar la intensidad de la desagregación ocurrida en cada una de las
fracciones. En las tablas nº 15, 16 y 17 se presentan los porcentajes de cada una de las
fracciones obtenidas para los tratamientos de humectación rápida, desagregación
mecánica y humectación lenta, tanto de los suelos no quemados como de los quemados.

La distribución por tamaños de los agregados estables después de los diferentes


tratamientos del test de tamización muestra que la fracción predominante en los suelos no
quemados es la comprendida entre 5-2 mm. Las demás fracciones son prácticamente
inapreciables porque la estabilidad de los agregados al agua es muy alta y casi no existe
destrucción de los agregados al someterlos a este test.

Tras el paso del fuego la fracción entre 5-2 mm continúa siendo la más abundante,
sin embargo esta fracción es la que resulta más afectada por el fuego. En los suelos en los
que se observa pérdida de agregación después del incendio se produce una disminución
de la fracción >2 mm que se traduce en un aumento de los agregados en el resto de
fracciones. El más llamativo es el suelo nº 8 para el cual el porcentaje de agregados entre
5-2 mm disminuye después del fuego, pasando del 80 % en el suelo no quemado a valores
del orden del 50 % en el suelo quemado para los tres tratamientos. De la misma manera,
se comprueba que en los suelos en los que la agregación se ve favorecida por el incendio,
los cambios se producen igualmente en la fracción >2 mm, disminuyendo las fracciones
de menor tamaño.

113
Tabla 15. Distribución de agregadosdespués del tratamiento de humectación rápida por inmersión.

114
% 5-2 mm % 2-1 mm % 1-0.5 mm % 0.5-0.25 mm % 0.25-0.1 mm % 0.1-0.05 mm % < 0.05 mm
nº suelo
NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q
1 79.31 88.68 4.41 2.91 4.37 2.34 4.80 2.34 4.40 2.25 1.71 0.93 1.00 0.54
2 78.62 85.03 8.33 5.33 4.93 3.33 3.27 2.54 2.76 2.19 1.38 0.96 0.71 0.62
3 77.06 82.49 7.99 6.77 5.09 4.11 4.45 3.19 2.28 1.72 1.30 1.01 1.84 0.71
4 64.30 79.40 7.76 5.88 7.52 4.87 9.82 5.24 5.91 2.76 3.29 1.23 1.39 0.63
5 86.41 91.37 4.61 3.40 3.04 1.89 2.56 1.59 2.09 1.17 0.80 0.38 0.50 0.21
6 81.10 75.04 6.64 7.78 4.35 6.11 3.19 4.78 2.76 3.61 1.21 1.62 0.76 1.06
7 90.45 77.79 3.33 5.94 2.28 4.34 1.62 3.96 1.47 4.36 0.56 2.15 0.28 1.47
8 87.83 49.63 3.78 11.06 2.92 10.06 2.28 9.02 1.92 9.09 0.89 7.49 0.38 3.64
9 84.82 89.21 3.55 3.51 3.92 2.89 3.25 2.07 2.70 1.51 1.18 0.51 0.57 0.30
10 87.86 92.29 3.55 2.58 1.91 1.37 1.91 1.28 1.40 0.90 1.50 0.68 1.87 0.90
11 85.55 88.21 3.70 3.32 3.43 2.87 3.01 2.31 2.54 2.02 0.96 0.73 0.81 0.54
12 87.10 78.06 3.75 5.89 2.60 5.70 1.98 4.88 1.86 3.50 1.39 1.34 1.31 0.63
13 89.04 82.78 4.05 4.45 2.97 4.11 1.74 3.47 1.23 3.29 0.46 1.32 0.51 0.57
14 87.72 87.94 3.86 3.91 3.53 2.67 2.45 2.07 1.78 1.79 0.47 0.60 0.20 1.02
15 89.14 85.02 3.82 3.95 2.71 3.50 2.12 2.63 1.43 2.82 0.47 1.17 0.31 0.91
16 76.65 85.15 6.49 4.11 6.04 3.89 5.10 3.30 3.59 2.39 1.50 0.78 0.61 0.37
17 90.80 78.81 2.92 8.18 1.79 4.97 1.41 3.63 1.71 3.10 0.89 0.98 0.48 0.32
18 77.55 92.74 4.12 1.27 4.41 1.23 4.64 1.20 5.49 1.81 2.65 1.11 1.15 0.64
19 95.37 92.52 1.08 1.91 0.70 1.43 0.70 1.23 1.07 1.73 0.74 0.99 0.34 0.18
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

20 85.93 87.56 4.02 3.01 3.11 2.40 2.31 2.22 2.26 2.74 1.52 1.47 0.86 0.60
21 77.35 88.27 4.04 2.61 4.80 2.08 4.40 1.87 4.29 2.75 3.17 1.63 1.94 0.79
22 64.34 71.46 10.75 8.55 6.32 4.89 4.32 4.83 4.17 3.32 5.24 3.84 4.87 3.11
23 84.74 79.14 4.08 5.75 3.28 3.94 3.68 4.12 2.24 3.18 0.82 2.57 1.16 1.29
24 76.77 86.38 7.75 4.87 4.81 2.89 3.08 1.89 3.34 1.80 2.35 1.14 1.91 1.03
25 94.61 86.30 1.79 3.53 1.03 2.39 0.88 2.08 0.86 2.80 0.49 1.92 0.34 0.98
26 94.67 90.04 1.12 2.74 1.06 1.85 0.99 1.44 1.01 1.71 0.57 1.44 0.58 0.78
27 95.18 91.54 1.65 2.76 1.04 1.52 0.67 1.12 0.69 1.24 0.36 1.03 0.41 0.80
28 94.03 92.27 2.35 2.37 1.66 1.83 0.87 1.42 0.57 1.12 0.18 0.45 0.35 0.54
29 83.42 70.08 5.44 8.22 4.53 6.65 2.95 4.85 2.18 6.01 1.15 2.69 0.32 1.49
30 84.83 89.81 5.39 3.50 3.91 2.40 2.55 1.61 1.72 1.34 0.71 0.66 0.89 0.67
31 67.50 63.44 11.77 12.85 7.80 9.38 5.43 6.48 4.28 4.82 2.19 1.94 1.03 1.09
Tabla 16. Distribución de agregados después del tratamiento de desagregación mecánica por agitación tras la rehumectación.

%5-2 mm % 2-1 mm % 1-0.5 mm % 0.5-0.25 mm % 0.25-0.1 mm % 0.1-0.05 mm % < 0.05 mm


nº suelo
NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q
1 82.00 89.13 4.91 3.33 4.12 2.37 3.78 2.11 3.22 1.86 1.16 0.80 0.81 0.40
2 79.28 88.92 8.03 4.25 5.10 2.46 3.10 1.85 2.56 1.46 1.27 0.60 0.66 0.46
3 89.69 91.09 4.23 3.68 2.10 2.02 1.42 1.26 1.28 1.08 0.64 0.49 0.65 0.38
4 84.72 92.05 4.77 2.30 3.46 1.99 3.66 2.03 2.10 0.98 0.96 0.41 0.34 0.23
5 89.74 94.16 3.82 2.33 2.46 1.20 1.86 1.07 1.38 0.82 0.55 0.26 0.20 0.17
6 87.43 81.80 5.28 6.17 2.49 4.44 2.09 3.36 1.64 2.45 0.68 1.08 0.39 0.70
7 91.21 83.51 3.45 5.34 1.92 3.35 1.37 2.84 1.23 3.08 0.48 1.22 0.34 0.65
8 83.28 57.89 6.36 10.90 4.12 8.88 2.84 7.34 2.20 7.32 0.93 5.18 0.28 2.49
9 84.99 91.34 4.05 2.51 4.17 2.40 3.22 1.69 2.40 1.32 0.88 0.42 0.29 0.31
10 95.32 97.35 1.35 0.85 0.95 0.49 0.65 0.35 0.77 0.43 0.59 0.28 0.37 0.24
11 85.42 89.51 4.66 3.45 3.62 2.55 2.68 2.00 2.14 1.52 0.81 0.51 0.67 0.46
12 88.01 81.85 4.47 5.58 2.72 4.66 1.87 3.78 1.37 2.70 0.99 0.97 0.56 0.46
13 89.97 85.89 3.99 4.17 2.35 3.49 1.64 2.73 1.28 2.21 0.41 0.86 0.36 0.64
14 88.30 90.45 4.14 3.13 2.90 2.41 2.18 1.81 1.65 1.45 0.51 0.49 0.33 0.25
15 91.02 88.22 3.44 3.55 2.40 2.54 1.66 2.18 1.00 2.04 0.29 0.84 0.18 0.64
16 80.33 88.66 6.13 3.03 4.99 3.19 4.03 2.62 2.90 1.79 1.10 0.57 0.52 0.16
17 91.85 82.63 2.67 6.54 1.70 4.43 1.20 2.98 1.46 2.51 0.68 0.66 0.44 0.24
18 84.35 94.01 4.20 1.33 3.37 1.06 2.93 0.92 3.03 1.29 1.41 0.80 0.71 0.58
19 96.60 92.14 0.94 2.34 0.51 1.47 0.49 1.14 0.69 1.53 0.46 0.87 0.30 0.51
20 84.55 87.30 5.36 3.73 3.56 2.44 2.31 2.15 1.96 2.50 1.26 1.37 1.01 0.50
21 83.68 92.82 3.26 1.63 3.52 1.43 2.77 1.09 2.81 1.50 2.35 0.93 1.60 0.59
22 77.41 81.45 7.59 5.79 4.14 3.47 2.59 2.67 2.65 2.52 2.91 2.50 2.72 1.59
23 73.32 90.21 7.63 3.31 3.44 1.85 2.40 1.73 4.93 1.25 5.93 0.99 2.34 0.67
24 83.27 91.05 6.90 3.16 3.18 1.95 2.05 1.31 1.98 1.20 1.38 0.66 1.24 0.67
25 94.65 89.97 2.02 2.75 1.14 1.95 0.83 1.55 0.70 1.89 0.32 1.27 0.34 0.62
26 96.48 90.88 0.74 3.10 0.73 1.62 0.66 1.23 0.65 1.36 0.33 1.16 0.40 0.65
27 97.44 94.85 1.02 1.82 0.55 1.07 0.30 0.62 0.29 0.60 0.19 0.41 0.20 0.63
28 96.99 95.15 0.99 1.57 0.83 1.13 0.50 0.88 0.27 0.71 0.11 0.27 0.30 0.28
29 96.19 92.17 1.25 2.53 0.81 1.64 0.65 1.20 0.52 1.27 0.32 0.67 0.26 0.52
30 94.58 96.75 2.51 1.31 1.19 0.74 0.74 0.41 0.52 0.38 0.18 0.20 0.28 0.22
31 94.15 93.49 2.38 2.47 1.03 1.60 0.74 0.95 0.87 0.76 0.44 0.43 0.38 0.30

115
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios
Tabla 17. Distribución de agregados después del tratamiento de humectación lenta por capilaridad.

116
% 5-2 mm % 2-1 mm % 1-0.5 mm % 0.5-0.25 mm % 0.25-0.1 mm % 0.1-0.05 mm % < 0.05 mm
nº suelo NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q NQ Q
1 84.22 89.63 3.30 2.54 3.20 2.20 3.64 2.21 3.40 1.67 1.26 0.85 0.98 0.90
2 83.05 88.53 5.80 3.83 4.04 2.64 2.77 2.13 2.40 1.73 1.26 0.71 0.68 0.42
3 91.27 94.31 2.93 2.00 1.65 1.20 1.28 0.92 1.31 0.89 0.69 0.41 0.87 0.28
4 81.14 92.12 4.74 2.09 3.56 1.71 4.52 1.81 2.78 0.93 1.40 0.34 1.85 1.00
5 88.00 93.04 4.13 2.87 2.55 1.41 2.21 1.23 1.92 0.92 0.73 0.30 0.47 0.22
6 87.58 79.63 4.35 6.19 2.55 4.97 2.28 4.01 1.92 3.07 0.92 1.26 0.41 0.87
7 90.48 79.02 3.55 5.25 2.01 4.38 1.63 3.85 1.37 4.12 0.59 2.06 0.37 1.34
8 85.88 59.14 4.41 9.60 3.58 7.92 2.67 7.42 2.18 7.71 0.96 5.08 0.32 3.12
9 87.83 89.60 3.34 3.89 2.82 2.31 2.53 1.77 2.03 1.51 0.91 0.44 0.55 0.48
10 94.15 97.13 1.91 1.02 0.84 0.45 0.72 0.37 0.96 0.46 0.76 0.31 0.65 0.25
11 86.38 90.20 4.38 2.81 3.04 2.56 2.48 1.96 2.13 1.49 0.87 0.50 0.71 0.47
12 85.70 85.09 4.55 4.68 3.24 3.58 2.07 3.21 1.73 2.32 1.29 0.79 1.41 0.33
13 91.51 84.84 3.35 4.02 2.11 3.75 1.39 3.05 1.08 2.77 0.51 1.04 0.05 0.53
14 85.86 90.59 4.31 2.66 3.76 2.59 2.89 1.89 2.28 1.47 0.51 0.43 0.41 0.37
15 93.14 86.89 2.65 3.94 1.72 2.94 1.25 2.42 0.80 2.33 0.27 0.83 0.16 0.66
16 81.42 90.72 4.57 2.53 5.02 2.61 4.16 2.09 2.94 1.38 1.22 0.46 0.67 0.20
17 92.79 87.45 2.55 4.86 1.28 2.86 1.12 2.19 1.22 1.90 0.62 0.53 0.42 0.22
18 87.87 95.45 2.56 0.62 2.51 0.74 2.44 0.73 2.71 1.15 1.24 0.68 0.66 0.64
19 96.22 93.68 1.12 1.73 0.51 1.08 0.49 1.00 0.80 1.41 0.62 0.82 0.24 0.28
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

20 89.77 91.09 2.81 2.32 2.42 1.66 1.65 1.60 1.56 1.90 0.97 0.96 0.82 0.47
21 85.99 92.63 2.61 1.93 2.72 1.27 2.39 1.03 2.74 1.59 2.14 1.01 1.41 0.55
22 84.53 88.76 5.12 2.82 2.43 1.91 1.84 1.61 1.84 1.78 2.21 1.98 2.03 1.14
23 80.29 91.02 4.11 2.33 1.89 1.57 1.69 1.52 4.38 1.19 5.44 0.94 2.21 1.42
24 83.71 91.77 5.71 2.38 3.02 1.75 2.06 1.32 2.32 1.30 1.77 0.77 1.42 0.71
25 95.87 91.57 1.52 1.80 0.73 1.44 0.65 1.40 0.68 1.85 0.33 1.23 0.22 0.71
26 96.66 92.37 0.72 2.44 0.70 1.26 0.63 0.99 0.61 1.21 0.34 1.05 0.33 0.68
27 97.55 94.19 0.89 1.90 0.51 1.20 0.29 0.85 0.37 0.84 0.17 0.55 0.21 0.47
28 96.08 93.81 1.42 1.99 1.03 1.46 0.63 1.09 0.45 0.86 0.16 0.34 0.23 0.45
29 93.93 86.78 2.18 3.78 1.21 2.96 1.09 2.33 0.89 2.10 0.42 1.29 0.28 0.78
30 93.53 95.02 2.59 2.08 1.49 1.04 1.07 0.68 0.78 0.57 0.30 0.27 0.23 0.34
31 85.77 85.97 5.94 5.72 3.06 3.32 1.97 2.19 1.89 1.61 0.92 0.70 0.44 0.49
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

ƒ Test de impacto de la gota

Otro método para medir la estabilidad de los agregados al agua es el test de Mc


Calla (1944) modificado por Low (1954) que nos permite conocer la resistencia que
ofrece un agregado frente al impacto directo de las gotas de agua. La acción de las gotas
de lluvia es considerada como uno de los principales agentes de la ruptura y posterior
transporte del material del suelo siendo reconocido como uno de los principales agentes
erosivos (Ellison, 1944, 1947; Free, 1952). El efecto más importante que ocasionan las
gotas de agua al caer sobre el suelo es la ruptura mecánica de los agregados como
resultado de su energía cinética (Bradford y Huang, 1992) que puede promover la
formación de costras superficiales (West et al., 1992), originando una compactación
superficial del suelo, una reducción de la infiltración y un aumento del flujo superficial
(Morgan, 1997).

Los suelos no quemados muestran una gran variabilidad en su respuesta al test de


la gota (Tabla 18), así el suelo no quemado con mayor estabilidad (nº 28) tiene un 92 %
de agregados estables al impacto de la gota mientras que el suelo más inestable (nº 22)
contiene tan solo un 8 % de agregados que superan los 200 impactos de gota. No
obstante, aproximadamente la mitad de los suelos estudiados presentan una proporción de
agregados estables superior al 50 %.

Otro modo de presentar los resultados de este test de estabilidad de los agregados al
agua, es mediante curvas acumulativas de la proporción de agregados que sobreviven a
un número dado de impactos de gota, lo que nos da una idea del comportamiento de éstos
frente a las gotas. En la figura 29 se representan las curvas acumulativas para los suelos
no quemados separados en función del material de partida con el fin de facilitar la
interpretación de los datos.

Se observa que en todos los suelos estudiados hay como mínimo un 75 % de


agregados que resisten los 20 primeros impactos de gota, lo que indica una elevada
estabilidad estructural. A partir de ahí los porcentajes de agregados que sobreviven a los
impactos van disminuyendo con el incremento en el número de gotas, hasta alcanzar los
200 impactos que es cuando se considera que los agregados son estables.

117
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Tabla 18. % de agregados estables según el test de impacto de gota en los suelos no
quemados (NQ) y quemados (Q).
% Agregados estables

nº suelo NQ Q
1 20 62
2 20 48
3 52 56
4 48 32
5 84 74
6 28 38
7 60 52
8 60 16
9 60 46
10 72 90
11 20 56
12 88 48
13 45 36
14 52 76
15 64 52
16 44 38
17 60 64
18 28 88
19 72 74
20 20 78
21 52 44
22 8 32
23 24 18
24 20 48
25 84 32
26 72 88
27 88 86
28 92 96
29 36 48
30 76 78
31 12 16

118
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

a) Suelos sobre granito

1 2 3 4 5 6
7 8 9 10 11 12
13 14 15 16 17 18

200
nº impactos de gota
160

120

80

40

0
0 20 40 60 80 100

% agregados que sobreviven

b) Suelos sobre esquistos y pizarras

19 20 21 22 23 24 25
26 27 28 29 30 31

200
nº de impactos de gota

160

120

80

40

0
0 20 40 60 80 100

% agregados que sobreviven

Figura 29. % de agregados de los suelos no quemados que sobreviven a un determinado


número de impactos de gota, a) en suelos sobre materiales graníticos y b) en suelos sobre
esquistos y pizarras.

119
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Destaca el hecho de que la mayoría de los agregados que resisten los 140 impactos
de gota permanecen sin romperse hasta los 200 impactos.

Los suelos más inestables al impacto (nº 22 y 31) se caracterizan por tener altos
contenidos en limo y bajos contenidos en Corg y Cbiomasa. Por el contrario, entre los más
estables se encuentran aquellos que tienen mayores contenidos en arcilla (por ejemplo nº
25, 26, 27, 28, 30) con altos contenidos en Corg y Cbiomasa o bien suelos más arenosos (nº 5,
10, 12)

Después de producirse los incendios, se observan cambios importantes en la


estabilidad al agua de los agregados de los diferentes suelos, de modo que cerca de un 40
% de los suelos experimenta un incremento de la estabilidad por efecto del fuego, otro 40
% de los suelos ven reducida su estabilidad y en el resto de los suelos la estabilidad de los
agregados prácticamente no varía tras los incendios (Tabla 18).

En la figura 30 se representa el porcentaje de agregados estables de los suelos que


no han sufrido los incendios y de los incendiados, ordenados en función de la estabilidad
de los suelos no quemados. En general, se observa que los suelos no quemados que tienen
un porcentaje de agregados estables inferior al 36 % son los que experimentan un mayor
incremento en la estabilidad por efecto del fuego y es en estos donde la estabilidad de los
agregados tras el incendio se duplica o se triplica con respecto a los suelos no quemados e
incluso llega a ser cuatro veces superior, como en los suelos nº 20 y 22.

Por otro lado, los suelos no quemados que poseen una alta estabilidad de los
agregados mantienen estos valores altos de estabilidad tras el paso del fuego, excepto en
los suelos nº 8, 12 y 25 que reducen fuertemente su estabilidad. El suelo nº 8 pasa del 60
% de agregados estables en los suelos no quemados al 16 % en los quemados y ya fue
señalado como el suelo que sufría una mayor pérdida de estabilidad frente al test de
tamización de Le Bissonnais.

120
100 NQ Q

90

80

70

60

50

40

% agregados estables
30

20

10

0
22 31 1 2 11 20 24 23 6 18 29 16 13 4 3 14 21 7 8 9 17 15 10 19 26 30 5 25 12 27 28
nº suelo

Figura 30. Cambios causados por los incendios en el porcentaje de agregados estables frente al impacto de la gota de
agua. Los suelos aparecen ordenados en orden creciente de estabilidad de los suelos no quemados.

121
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

En cuanto al comportamiento que presentan los agregados de los suelos quemados


en función del número de impactos de gotas que resisten (Figura 31) se observa que, en
general, no hay grandes diferencias con respecto a las comentadas para los suelos no
quemados. De nuevo los suelos presentan agregados muy estables frente a los primeros
impactos de gota, y a medida que aumenta el número de impactos el porcentaje de
agregados que sobreviven va disminuyendo lentamente. Una gran cantidad de suelos
cuyos agregados resisten los 140 impactos de gota sin romperse consiguen mantenerse
hasta los 200 impactos. Asimismo, se observa que las variaciones que se producen con
respecto al suelo sin quemar se manifiestan principalmente a partir de los 100 impactos
de gota.

La tabla 19 muestra las correlaciones obtenidas entre el test de impacto de la gota y


cada uno de los tratamientos del test de tamización (humectación rápida, desagregación
mecánica y humectación lenta) en los suelos no quemados y quemados. Los resultados
muestran una alta significación entre los dos métodos, sin embargo, el test de la gota
muestra mayor correlación con el tratamiento de humectación rápida sobre todo cuando
se consideran los suelos quemados (r = 0.71, p<0.01), que con los tratamientos de
desagregación mecánica y de humectación lenta.

Tabla 19. Matriz de correlación entre el test de impacto de la gota y los distintos
tratamientos del test de tamización (humectación rápida, desagregación mecánica y
humectación lenta) en los suelos no quemados y quemados. Todas las correlaciones son
significativas al 99 %.
Humectación Desagregación Humectación
rápida mecánica lenta
NQ Q NQ Q NQ Q

Impacto de la
0.67 0.71 0.64 0.51 0.62 0.57
gota

122
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

a) Suelos sobre granito

1 2 3 4 5 6
7 8 9 10 11 12
13 14 15 16 17 18

200

nº impactos de gota 160

120

80

40

0
0 20 40 60 80 100

% agregados que sobreviven

b) Suelos sobre esquistos y pizarras

19 20 21 22 23 24 25
26 27 28 29 30 31
nº de impactos de gota

200

160

120

80

40

0
0 20 40 60 80 100
% agregados que sobreviven

Figura 31. % de agregados de los suelos quemados que sobreviven a un determinado


número de impactos de gota, a) en suelos sobre materiales graníticos y b) en suelos sobre
esquistos y pizarras.

123
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

La comparación de los resultados obtenidos entre los dos métodos de estabilidad al


agua utilizados en este trabajo nos permite señalar que aunque ambos métodos son
precisos y fácilmente reproducibles, el test de Le Bissonnais es, a diferencia del método
de la gota de agua, muy laborioso y requiere mucho tiempo. Además resulta menos
discriminante a la hora de analizar la estabilidad de los agregados de los suelos naturales
y de los cambios ocasionados por el fuego. A pesar de que los diferentes tratamientos del
test de Le Bissonnais muestran la misma tendencia, el tratamiento de humectación rápida
es el que permite diferenciar más adecuadamente las variaciones de estabilidad
observadas entre los diferentes suelos.

5.1.7.3. Relaciones entre la agregación y las propiedades del suelo que afectan a la
misma.

En la tabla 20 se presentan las correlaciones obtenidas entre la agregación en seco


y la estabilidad de los agregados de los suelos no quemados y aquellas propiedades del
suelo que la bibliografía cita como factores de la agregación. Se incluye también la
repelencia al agua ya que se ha observado que en estos suelos es un factor clave en la
resistencia de los suelos a la desagregación. Los bajos coeficientes de correlación
obtenidos podrían explicarse por el efecto combinado de varias propiedades del suelo en
la agregación, pudiendo potenciar o reducir su efecto sobre la misma.

Los suelos naturales estudiados se caracterizan por presentar una débil agregación
con valores muy bajos de DMPs siendo en este caso las condiciones texturales de los
suelos el factor clave en su agregación ya que como puede verse en la figura 32 al
aumentar el contenido en arcilla aumenta correlativamente el DMPs. También ejerce un
papel importante la presencia de cationes básicos favoreciéndose la agregación en los
suelos que presentan mayores contenidos en Ca+2, Mg+2 y K+.

Sin embargo, cuando se analiza la estabilidad de los agregados al agua, el test de


tamización refleja una estabilidad muy alta de estos suelos para las distintas condiciones
de humectación aplicadas, obteniéndose una mayor variabilidad en la respuesta de los
suelos frente al impacto de las gotas pero predominando en todo caso los suelos con un

124
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

porcentaje elevado de agregados estables.

Tabla 20. Correlaciones significativas entre la agregación y las propiedades del suelo no
quemados. (*= p<0.05; **= p<0.01).
Agregación Humectación Desagregación Humectación Media 3 Impacto
en seco rápida mecánica lenta tratam. gotas
pH H2O 0.40*
pH KCl 0.36*
Ca 0.41* 0.36*
K 0.52** 0.44* 0.43* 0.37*
Mg 0.45* 0.44* 0.39* 0.36*
Na 0.39* 0.39*
Fed 0.38*
Alo -0.39*
Corg 0.38* 0.37*
Cbiomasa 0.41* 0.38* 0.39*
Arcilla 0.46* 0.48** 0.40* 0.37*
Repelencia 0.60** 0.39*

3
DMPs (mm)

1
r = 0.46, p<0.05

0
0 10 20 30

% Arcilla

Figura 32. Relación entre el % de arcilla y el DMPs en los suelos no quemados.

125
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

En estudios con simulación de lluvia realizados en los principales tipos de suelos


gallegos se apunta claramente al contenido en materia orgánica como el principal factor
que controla la estabilidad de los agregados (Benito y Díaz-Fierros, 1989, 1992; Díaz-
Fierros y Benito, 1991). Sin embargo la disminución de la estabilidad no es siempre
directamente proporcional a los cambios en el contenido en materia orgánica y la
relación puede variar según el método usado para medir la estabilidad. Esto ocurre porque
el Corg no es el único componente del suelo que influye en la estructura. Además una
fracción específica de la materia orgánica puede ser el principal agente estabilizador y por
lo tanto la medida del contenido total de Corg puede no ser lo suficientemente
discriminante (Le Bissonnais, 1996; Amézketa, 1999).

Se asume que la materia orgánica del suelo favorece la estabilidad de los agregados
por dos mecanismos. En primer lugar la materia orgánica incrementa la cohesión de los
agregados a través de la unión de las partículas minerales por polímeros orgánicos o a
través del ensamblaje físico de las partículas por raíces e hifas de hongos (Tisdall y
Oades, 1982, Chenu et al., 1994). En segundo lugar la materia orgánica puede modificar
las características de la humectación al aumentar la repelencia al agua de los agregados,
reduciendo el fenómeno del estallido (Chenu et al., 2000).

Durante el tratamiento de humectación rápida, la estabilidad de los agregados de


los suelos no quemados se ve favorecida por la presencia de componentes orgánicos en el
suelo encontrándose una correlación positiva con el Corg y el Cbiomasa (r = 0.38, p<0.05 y
r = 0.41, p<0.05). También se encuentra una correlación positiva y significativa entre el
porcentaje de agregados estables al test de la gota y el contenido en Corg (r = 0.37,
p<0.05).

La repelencia al agua es otro factor que contribuye a aumentar la estabilidad de los


agregados de los suelos no quemados sometidos a la humectación rápida y al impacto de
las gotas de agua con coeficientes de correlación de r = 0.60, p<0.01 y r = 0.39, p<0.05,
respectivamente.

Las correlaciones similares obtenidas entre los índices de estabilidad basados en la


humectación rápida de los agregados y el test de impacto de gota con el Corg sugieren que
la materia orgánica es tan importante para reducir la ruptura de los agregados debido a las

126
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

presiones que provocan el estallido como para prevenir la ruptura por impacto de la gota
de agua.

Sin embargo, el efecto de la repelencia al agua está mejor correlacionado con el


tratamiento de humectación rápida que con el método de impacto de la gota, indicando
que la repelencia favorece más la estabilidad de los agregados frente al estallido por la
compresión del aire ocluido durante el proceso de humectación rápida que frente a la
ruptura mecánica debida al impacto de la gotas de agua. El menor coeficiente de
correlación observado entre el test de impacto de la gota y la repelencia puede deberse a
que este método depende en menor medida del grado de repelencia que los agregados
muestren al agua pues lo que se mide es sobre todo el efecto mecánico del impacto de la
gota, mientras que en el tratamiento de humectación rápida la ruptura del agregado
dependerá básicamente de la facilidad que tenga el agua para entrar en el interior del
agregado y provocar el efecto del estallido. Hay estudios como los de Giovannini et al.
(1983) que demuestran la relación que existe entre las sustancias hidrofóbicas y la
estabilidad estructural, ya que al extraer las sustancias que causan la repelencia al agua
obtuvieron una reducción en el índice de estabilidad estructural de hasta el 20 %.

Con el tratamiento de desagregación mecánica después de la prehumectación con


etanol se pretende medir la cohesión mecánica de los agregados en estado húmedo
independientemente del efecto del estallido por el aire atrapado. Como puede verse en la
tabla 20 este mecanismo de desagregación parece estar más relacionado con las
características físico-químicas de los suelos que con la fracción orgánica ya que se
obtienen correlaciones significativas y positivas entre el DMPh y la arcilla, el pH H2O, Fed
y cationes de cambio. En cuanto al tratamiento de humectación lenta se observan
correlaciones significativas y positivas con el contenido en arcilla, Cbiomasa, y los cationes
Mg+2 y K+.

El efecto del fuego en la agregación de los suelos aquí estudiados es difícil de


predecir porque la respuesta del fuego no es uniforme y la intensidad y la duración del
fuego, que son los factores que más influyen son difíciles de determinar en condiciones
no controladas. Además la alta variabilidad espacial y temporal de esta propiedad hace
difícil aislar los efectos específicos del fuego.

127
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Se observa, no obstante, una desagregación importante en la mayor parte de las


zonas quemadas estudiadas por efecto del calentamiento del suelo fragmentándose los
agregados de mayor tamaño en unidades de menor tamaño. Sin embargo los agregados
que permanecen en los suelos quemados siguen siendo muy resistentes frente a la acción
disgregante del agua. Cuando se compara la estabilidad estructural de los suelos
quemados con la de los suelos no quemados se observa un comportamiento muy variable,
ya que la estabilidad de los agregados aumenta aproximadamente en la mitad de las zonas
quemadas respecto a los suelos no quemados y en la otra mitad se observa una
disminución en la estabilidad de los agregados tras los incendios.

Estos cambios que se producen en la distribución de agregados por tamaños y en su


estabilidad al agua se pueden relacionar directamente con los cambios que sufre la
materia orgánica durante el incendio, teniendo en cuenta el importante papel de ésta en la
agregación (Oades, 1993; Díaz-Fierros et al., 1994). De hecho se ha encontrado que los
porcentajes de variación entre los suelos no quemados y quemados en el DMPs y en la
estabilidad de los agregados frente al test de impacto de la gota están correlacionados con
las variaciones que se producen en el Corg entre los suelos antes y después del paso del
fuego, tal como se aprecia en la figura 33.

El fuego afecta a los agregados del suelo por medio de dos mecanismos en cierta
manera opuestos, y el uno predomina sobre el otro según la intensidad del incendio. El
primer mecanismo es la destrucción de la macroestructura del suelo, es decir, el proceso
de desagregación del suelo inducido por la combustión de la materia orgánica que une los
agregados (Soto et al., 1991). Esto ocurre en el rango de temperaturas en que se consume
la materia orgánica (250-450ºC, DeBano et al., 1979) y tiene como consecuencia la
disminución de la estabilidad estructural del suelo por disminución de la proporción de
macroagregados y aumento de la proporción de las fracciones de menor tamaño (García-
Corona et al., 2004). Paralelamente a este proceso, también puede ocurrir la reagregación
física de las arcillas por efecto del calor (Giovannini et al., 1988) y, en suelos calcáreos,
por precipitación de los carbonatos. Este proceso tiene lugar en ausencia de materia
orgánica (el fuego la ha consumido), altera la porosidad intraagregados y, como
consecuencia, el agua entra difícilmente en ellos produciendo, indirectamente, un
aumento de su estabilidad al agua en los test de estabilidad de agregados. Una vez se ha
consumido la materia orgánica, la separación de los agregados que forman la

128
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

macroestructura del suelo cesa, pero la reagregación de arcillas continúa con la elevación
de temperaturas en el suelo, hasta que su estructura interna se destruye. Este proceso
ocurre entre 500 y 700ºC.

40
% variación DMPs a)

20
r = 0.54, p<0.01

0
-150 -100 -50 0 50 100 150

-20

-40
-1
% variación Corg (g kg )

400
b)
% variación agregados

200
r = 0.55, p<0.01
estables

0
-150 -100 -50 0 50 100 150
-200

-400
-1
% variación Corg (g kg )

Figura 33. Relación entre el % de variación del contenido en Corg y el % de variación del
DMPs (a) o el % de variación de agregados estables (b).

En incendios de baja intensidad el contenido en materia orgánica puede aumentar


en la superficie del suelo (Ibáñez et al., 1983; Giovannini y Lucchesi, 1997; Úbeda,

129
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

2001), por la deposición de restos vegetales parcialmente quemados, sin embargo, es


importante aclarar que un aumento en el contenido en materia orgánica no implica
necesariamente un aumento de la estabilidad de los agregados porque según Perfect y
Kay (1990) no todos los componentes de la materia orgánica tienen la misma capacidad
estabilizadora. La formación de sustancias hidrofóbicas durante los incendios también
puede provocar un aumento de la estabilidad de los agregados. Estas sustancias impiden
la entrada de agua en los agregados, proporcionándoles una mayor estabilidad
(Giovannini et al., 1983; Mataix-Solera y Doerr, 2004).

En suelos que poseen una proporción importante de óxidos e hidróxidos de hierro y


aluminio en su fracción arcilla también se han observado fusiones térmicas durante
incendios de alta intensidad que pueden incrementar la estabilidad de los agregados
(Nishita y Haug, 1972; Giovannini et al., 1988), pero según Guerrero et al., (2001) estos
agregados no deben ser considerados como tales desde el punto de vista de su origen y
papel en el suelo.

5.1.8. Densidad real, densidad aparente y porosidad total

El estudio del espacio poroso puede considerarse complementario en la descripción


de la estructura y permite evaluar el efecto de las acciones externas, climáticas y
mecánicas, sobre el suelo. Se admite que éstas afectan sobre todo a los poros de mayor
diámetro, es decir, a la porosidad estructural (Guidi et al., 1985, 1988; Guerif, 1987).

Los cambios producidos por el fuego en la estabilidad de los agregados ocasionan a


su vez modificaciones en la porosidad, distribución de poros y capacidad de retención de
agua del suelo. La porosidad y distribución de tamaño de poros se ve afectada por el
fuego debido a los cambios en la distribución del tamaño de partículas, el taponamiento
de los poros por la incorporación de cenizas al suelo y también por la combustión de las
raíces y la materia orgánica.

En la tabla 21 se presentan los valores de densidad real, densidad aparente y


porosidad total de los suelos no quemados y quemados un mes después de producirse los
incendios.

130
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Tabla 21. Valores de densidad real (g cm-3), densidad aparente (g cm-3) y porosidad total
(%) de los suelos no quemados (NQ) y quemados (Q).
Densidad real Densidad aparente Porosidad total
nº suelo NQ Q NQ Q NQ Q
1 2.46 2.40 1.12 0.73 54.40 69.69
2 2.48 2.26 0.83 0.70 66.67 69.25
3 2.58 2.57 1.16 0.89 55.04 65.32
4 2.45 2.36 0.63 0.89 74.32 62.25
5 2.20 2.23 0.94 0.90 57.49 59.58
6 2.57 2.24 0.88 0.85 65.93 62.36
7 2.24 2.24 1.00 0.90 55.51 60.22
8 2.19 2.38 0.68 0.89 68.90 62.66
9 2.22 2.20 0.66 0.87 70.08 60.63
10 2.37 2.22 0.93 0.81 60.56 63.66
11 2.33 2.31 0.59 0.78 74.54 66.50
12 2.47 2.46 1.18 0.89 52.16 63.99
13 2.07 2.46 0.50 0.80 76.05 67.44
14 2.02 2.10 0.46 0.66 77.02 68.72
15 2.03 2.16 0.41 0.65 79.64 70.11
16 2.11 2.09 0.87 0.61 58.54 70.91
17 2.29 2.13 0.92 0.84 59.74 60.55
18 2.12 2.35 0.71 0.77 66.35 67.12
19 2.51 2.50 0.77 0.71 69.15 71.49
20 2.66 2.52 0.92 0.69 65.58 72.72
21 2.40 2.48 0.78 0.74 67.59 70.20
22 2.58 2.22 1.21 0.79 53.16 65.56
23 2.29 2.36 1.12 0.98 51.02 58.81
24 2.56 2.37 0.68 0.65 73.40 72.97
25 2.16 2.38 0.60 0.92 72.33 60.94
26 2.18 2.37 0.75 0.87 65.50 63.37
27 2.46 2.34 0.79 0.79 67.89 66.12
28 2.24 2.31 1.24 0.96 44.79 58.48
29 2.35 2.23 0.82 1.02 65.16 55.01
30 2.37 2.33 1.33 1.00 44.10 57.42
31 2.44 2.33 1.27 1.07 48.09 54.48

131
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

La densidad real es una característica del suelo muy poco variable en los horizontes
minerales que además se mantiene constante a lo largo del tiempo al ser independiente de
la estructura del suelo. En los suelos no quemados los valores de densidad real varían
entre 2.0 y 2.7 g cm-3, lo que está dentro del orden de los valores citados para suelos
naturales en Galicia (Varela et al., 1993).

Los valores de densidad real y densidad aparente están correlacionados


significativamente con el contenido en Corg (r = - 0.69, p<0.01) (Figura 34a).

160
(a)
r = - 0.69, p<0.01
120
Corg (g kg-1)

80

40

0
1.8 2.0 2.2 2.4 2.6 2.8
-3
densidad real (g cm )

160 (b)

r = - 0.70, p<0.01
120
Corg (g kg-1)

80

40

0
0.2 0.4 0.6 0.8 1.0 1.2 1.4
-3
densidad aparente (g cm )

Figura 34. Relación entre el contenido en Corg y la densidad real (a) o la densidad
aparente (b) en los suelos no quemados.

132
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

En cuanto a la densidad aparente, generalmente, los horizontes superficiales de los


suelos naturales gallegos tienen valores bajos de densidad aparente (1.00 ± 0.39 g cm-3)
debido a los elevados contenidos en materia orgánica (Varela et al., 1993).

En los suelos no quemados la densidad aparente es muy variable y toma valores


entre 0.4 y 1.3 g cm-3 correspondiendo, en general, los valores más altos al grupo de
suelos desarrollados sobre esquistos y pizarras. Más del 50 % de los suelos presenta
valores de densidad aparente entre 0.6 y 1 g cm-3. La densidad aparente de los suelos
aparece también correlacionada con el contenido en Corg (r = - 0.70, p<0.01) (Figura 34b).

La porosidad total, al ser un parámetro dependiente de la densidad aparente de los


suelos, muestra, al igual que ésta, una gran variabilidad. Los suelos no quemados
presentan valores de porosidad total entre 45 y 80 %, que son similares a los citados para
suelos naturales gallegos (59 ± 13 %, Varela et al., 1993).

La densidad real de los suelos, a pesar de ser una propiedad muy constante,
presenta diferentes respuestas al paso del fuego. En la figura 35 se representa el
porcentaje de variación que sufre la densidad real de los suelos quemados con respecto a
los suelos no quemados un mes después de producirse los incendios, y se ve que
prácticamente la mitad de los suelos quemados mantiene invariable su densidad real, sin
embargo, el incendio provoca una reducción entre el 4 y el 14 % de la densidad real en un
35 % de los suelos. Existe un porcentaje de suelos quemados (23 %) que experimentan un
incremento en los valores de densidad real entre el 4 y el 19 % con respecto a los suelos
no quemados.

Los cambios en la densidad aparente producidos por efecto del fuego son también
muy variables y de mayor magnitud que los cambios en la densidad real (Figura 36). En
un 45 % de los suelos el fuego provoca una disminución de densidad aparente que puede
suponer hasta el 35 % del valor del suelo no quemado. En un 32 % de los suelos el efecto
que se observa es el contrario, con incrementos de la densidad aparente de hasta un 55 %
en alguno de los suelos. En el resto de los suelos (23 %) la densidad aparente no se altera
por efecto del calor.

133
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Densidad real
20

10
% variación

-10

-20
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

nº suelo

Figura 35. % de variación de la densidad real entre los suelos quemados y no quemados.

80 Densidad aparente

60
% variación

40

20

-20

-40
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

nº suelo

Figura 36. % de variación de la densidad aparente entre los suelos quemados y no


quemados.

134
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

El efecto que provoca el paso del fuego en la porosidad total de los suelos es, como
cabe esperar, muy variable. En un 35 % de los suelos no se producen cambios o, si se
producen, el porcentaje de variación es inferior al 6 %. El 35 % de los suelos quemados
incrementan su porosidad total entre 9-30 % con respecto a los suelos no quemados, y el
30 % restante sufre reducciones en su porosidad total entre 9-16 % (Figura 37).

40
Porosidad total

30
% variación

20

10

-10

-20
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

nº suelo

Figura 37. % de variación de la porosidad total entre los suelos quemados y no


quemados.

La modificación de la densidad real, densidad aparente y porosidad total causada


por el fuego se relaciona con los cambios en el contenido en Corg de los suelos. En
general, la disminución de Corg, debido a la combustión de la materia orgánica del suelo,
se traduce en un incremento de la densidad real y aparente del suelo que ocasiona una
reducción de la porosidad total, por el contrario, aumentos del contenido en Corg por
deposición de cenizas y restos vegetales parcialmente quemados provocan una
disminución de la densidad real y aparente del suelo y por tanto el aumento de los valores
de la porosidad total. En la figura 38a se muestra la correlación significativa encontrada
entre la variación de la densidad aparente y la variación del contenido en Corg tras el paso
del fuego.

También pueden contribuir a modificar estos parámetros físicos del suelo la


reagregación de las fracciones más finas del suelo por efecto del calor, los cambios que se

135
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

producen en la distribución del tamaño de las partículas y los microagregados


procedentes de la desagregación que sufren los suelos tras los incendios (Mallik et al.,
1984). Los cambios provocados en la densidad aparente por efecto del fuego muestran
una correlación significativa con el DMPs tal como se aprecia en la figura 38b.

60
% variación densidad aparente

a) r = - 0.56, p<0.01
40

20

0
-150 -100 -50 0 50 100 150
-20

-40

-60
-1
% variación Corg (g kg )

60
% variación densidad aparente

b) r = - 0.52, p<0.01
40

20

0
-40 -30 -20 -10 0 10 20 30 40
-20

-40

-60
% variación DMPs (mm)

Figura 38. Relación entre el % de variación de la densidad aparente y el % de variación


del contenido en Corg (a) o el % de variación de DMPs (b).

136
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

5.1.9. Capacidad de retención de agua

El volumen de agua que el suelo es capaz de retener, después de precipitaciones


intensas, está relacionado directamente con la porosidad total de los suelos, que a su vez
depende de otros factores como son la textura, la estructura y el contenido en materia
orgánica.

Los contenidos en humedad a pF 2 se sitúan entre 30-60 % (v/v) en más del 80 %


de los suelos no quemados (Tabla 22), siendo similares a los citados para suelos naturales
gallegos (Varela et al., 1993). Los menores contenidos corresponden a los suelos sobre
materiales graníticos, de texturas más gruesas y por lo tanto con menor capacidad de
retención de agua, encontrándose una correlación negativa entre el contenido en arena y
el agua retenida a pF 2 (r = - 0.56, p<0.01). Por el contrario, los suelos con mayor
proporción de fracciones finas son capaces de retener una mayor cantidad de agua.

El contenido en humedad a pF 4.2 varía entre 10-20 % (v/v) en más del 80 % de


los suelos no quemados (Tabla 22), lo que se corresponde con los valores obtenidos para
suelos naturales de Galicia (Varela et al., 1993). Los contenidos más altos de retención de
agua a este pF corresponden a los suelos desarrollados sobre pizarras. La fracción arena
del suelo también muestra correlación negativa con el contenido en humedad a pF 4.2
(r = - 0.45, p<0.05). En este caso, el contenido de Corg muestra una correlación
estadísticamente significativa con la capacidad de retención de agua a pF 4.2
obteniéndose un coeficiente de correlación de r = 0.36, p<0.05.

El contenido en agua útil de los suelos no quemados oscila entre 15-48 % (v/v), y
nuevamente aparecen relacionados los contenidos en agua útil con los contenidos de
arena (r = -0.43, p<0.05). La presencia de limo y de Corg están relacionados con un mayor
contenido en agua útil en los suelos (r = 0.43 y r = 0.41, p<0.05).

137
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

Tabla 22. Contenidos en humedad a pF 2, a pF 4.2 y agua útil de los suelos no quemados
(NQ) y quemados (Q) expresados en % (v/v).
pF 2 pF 4.2 Agua útil

nº suelo NQ Q NQ Q NQ Q
1 41.75 31.84 11.64 8.47 30.11 23.37
2 45.04 48.39 15.60 16.04 29.43 32.35
3 50.86 40.92 13.08 9.79 37.78 31.13
4 38.07 39.44 12.60 14.71 25.47 24.72
5 50.27 50.77 15.32 17.05 34.94 33.72
6 42.16 47.51 10.01 11.89 32.15 35.63
7 32.87 29.55 18.14 9.08 14.72 20.46
8 41.75 49.71 12.15 7.80 29.60 41.91
9 34.93 49.28 11.46 13.45 23.47 35.83
10 57.62 47.94 14.09 12.75 43.53 35.19
11 32.60 42.98 7.55 8.91 25.05 34.07
12 51.88 31.44 11.62 9.12 40.26 22.32
13 24.64 30.66 9.61 7.38 15.03 23.29
14 25.51 34.36 10.32 10.00 15.19 24.36
15 31.98 30.67 16.43 8.58 15.56 22.09
16 30.77 23.04 12.90 10.79 17.86 12.25
17 44.84 33.52 11.68 10.75 33.16 22.77
18 39.62 43.13 13.75 9.20 25.86 33.92
19 50.00 51.73 18.43 13.95 31.57 37.78
20 51.20 47.22 12.00 12.78 39.20 34.43
21 60.68 50.87 12.50 9.12 48.18 41.75
22 44.49 50.70 11.33 12.21 33.16 38.48
23 65.32 57.46 18.81 13.18 46.52 44.27
24 35.32 43.94 8.31 13.21 27.01 30.73
25 44.60 61.66 17.76 19.93 26.85 41.73
26 66.35 49.21 31.15 15.25 35.19 33.96
27 38.77 39.47 19.87 14.90 18.89 24.57
28 48.47 38.58 16.43 10.49 32.04 28.10
29 31.54 51.65 12.61 16.36 18.93 35.29
30 58.23 47.07 26.76 16.36 31.47 30.71
31 42.10 40.61 12.16 13.16 29.95 27.44

138
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

En la figura 39 se representa la gran variación que muestran los suelos en cuanto a


la capacidad de retención de agua a pF 2 un mes después de sufrir los incendios. Se
observa que una tercera parte de los suelos quemados se mantiene prácticamente sin
cambios tras el paso del fuego (o el porcentaje de variación es inferior al 5 %). En otra
tercera parte de los suelos el fuego provoca un incremento de la capacidad de retención de
agua a capacidad de campo entre un 7 y un 64 %, y en el resto de los suelos se observa
una disminución entre un 8 y un 39 % con respecto a los suelos no quemados.

Humedad a pF 2
100
80
60
% variación

40
20
0
-20
-40
-60
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

nº suelo

Figura 39. % de variación del contenido en humedad a pF 2 entre los suelos quemados y
no quemados.

La capacidad de retención de agua a pF 4.2 se reduce en el 55 % de los suelos


quemados entre un 9-50 %. El 16 % de los suelos no se ven afectados por el paso del
fuego y un 29 % de los suelos incrementa su retención de agua entre el 8-59 % en
comparación con los suelos no quemados (Figura 40).

El contenido en agua útil después del paso del fuego experimenta un incremento
entre el 10-86 % en la mitad de los suelos (Figura 41). En el resto de los suelos los
contenidos de agua útil se mantienen o disminuyen ligeramente con respecto a los suelos
control.

139
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

100 Humedad a pF 4.2


80
60
% variación

40
20
0
-20
-40
-60
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

nº suelo

Figura 40. % de variación del contenido en humedad a pF 4.2 entre los suelos quemados
y no quemados.

100 Agua útil


80
60
% variación

40
20
0
-20
-40
-60
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

nº suelo

Figura 41. % de variación del contenido de agua útil entre los suelos quemados y no
quemados.

Esta gran variabilidad de los cambios que se producen en la capacidad de retención


de agua de los suelos tras los incendios aparece reflejada en la bibliografía donde algunos
investigadores citan una mayor capacidad de almacenamiento en los suelos quemados
frente a los no quemados, otros encuentran una menor capacidad de almacenamiento y
otros incluso no observan cambios (Wells et al., 1979). A menudo se cita la variación en

140
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

la severidad del fuego como la razón de estas diferencias (DeBano, 1971).

El aumento del contenido en agua útil en los suelos quemados podría explicarse
por las alteraciones en las proporciones de macro y microporos producidas por la
incorporación de cenizas y la fragmentación de los macroagregados en microagregados
(Mallik et al., 1984). Teniendo en cuenta que la materia orgánica es un elemento
fundamental en la retención de agua por el suelo, el aumento de Corg que se produce tras
incendios de baja o moderada intensidad podría ser otra causa del incremento del
contenido en agua útil en los suelos quemados.

Los porcentajes de variación del contenido en agua útil entre los suelos no
quemados y quemados no han mostrado relación con las variaciones en el contenido en
Corg. Sin embargo, si se ha obtenido una correlación significativa con el porcentaje de
variación del DMPs tal como se refleja en la figura 42, por lo que la fragmentación de los
macroagregados en microagregados debería ser la principal causa del incremento en agua
útil observado en la mitad de los suelos estudiados.

60
% variación agua útil (v/v)

40
r = - 0.38, p<0.05
20

0
-40 -30 -20 -10 0 10 20 30 40
-20

-40

-60
% variación DMPs (mm)

Figura 42. Relación entre el % de variación del contenido en agua útil y el % de


variación de DMPs.

141
Resultados y discusión: Efectos a corto plazo de los incendios

En incendios de alta intensidad, la pérdida de la materia orgánica por combustión


durante el incendio explicaría la disminución de la capacidad de retención de agua de las
capas superficiales. Además, la formación de sustancias hidrofóbicas en los suelos
incendiados que favorecen el incremento de la escorrentía y la disminución de la
humedad del suelo por la mayor exposición del suelo ayudan a que el contenido de agua
que se almacena puede sea menor que en los suelos no quemados. Resultados
relacionados con una menor capacidad de retención de agua en los suelos quemados
frente a los no quemados han sido citados por DeBano (1971) y Martínez-Fernández y
Díaz-Pereira (1994) que lo relacionan con la presencia de sustancias repelentes al agua en
los suelos quemados.

142
Resultados y discusión: Evolución temporal

5.2 EVOLUCIÓN TEMPORAL DE LAS PROPIEDADES DE LOS SUELOS


QUEMADOS

Las características de un ecosistema son alteradas tanto por las modificaciones


inmediatas provocadas por el paso del fuego como por los cambios posteriores derivados
de la modificación de la composición físico-química del suelo, la capacidad de
recuperación de la vegetación y la diversidad biológica. Las modificaciones inmediatas
son rápidamente perceptibles, pero los cambios posteriores dejan su huella en el suelo y
determinan su evolución futura.

Los suelos afectados por fuego quedan más expuestos a las fluctuaciones
climáticas por la desaparición de la vegetación y, en consecuencia, los regimenes hídrico
y térmico del suelo se alteran. Por lo tanto, es de esperar también que las variaciones
temporales de las propiedades del suelo incendiado difieran de las del suelo no
incendiado, así como también son de esperar ciertas diferencias en función de la
intensidad del fuego.

La heterogeneidad espacial del suelo es una fuente adicional de variabilidad


que interacciona con las variaciones temporales. Cada tipo de microambiente del suelo
tiene propiedades diferentes, y el conjunto de éstas le confiere un dinamismo (Hook et al.,
1991) que, a priori, puede también ser temporalmente diferente.

Por todo esto, además de estudiar los efectos a corto plazo de los incendios
forestales sobre las propiedades de los suelos también es importante conocer como se
comportan a medio plazo. Hasta la fecha, los estudios realizados sobre la evolución
posterior al fuego de las propiedades del suelo son escasos, sobre todos aquellos
relacionados con las propiedades físicas del suelo.

Así, una vez analizados de forma extensiva los efectos que ocasionan los incendios
sobre las propiedades del suelo a corto plazo, se seleccionaron 9 de los suelos antes
estudiados para hacer un seguimiento de su evolución en los dos años posteriores al
incendio. En la tabla 23 se indican las características de las zonas seleccionadas.

Se realizaron muestreos del horizonte superficial de los suelos quemados y no


quemados al cabo de 1, 3, 6, 13 y 25 meses de producirse el incendio, tal como se indica

143
Resultados y discusión: Evolución temporal

en el apartado 3.2 de material (ver tabla 3). Las modificaciones provocadas por los
incendios forestales en el suelo se han determinado tomando como niveles de referencia
los valores de los suelos no quemados.

Tabla 23. Principales características de las zonas seleccionadas para el estudio de la


evolución temporal de las propiedades del suelo.
Nº suelo Parroquia Material de partida Vegetación Fecha incendio
3 Rebordondo Granito de dos micas Matorral Agosto 1999
7 San Martiño Granodiorita Pinar* Agosto 1999
10 Trasmañó Gneis de biotita Pinar Agosto 1999
11 Albeos Granito de feldespato alcalino Pinar Septiembre 1999
18 As Maus Sedimento arcillo-arenoso Pinar Agosto 1999
21 Prado Esquisto grafitoso Matorral Agosto 2000
23 Cabreiroá Esquisto micáceo andalucítico Pinar Septiembre 1999
24 Prado Esquisto grafitoso Pinar Agosto 2000
25 Prado Esquisto grafitoso Robledal Agosto 2000

*: bosque mixto de pinos y eucaliptos.

Nuestra atención se centra en el pH, Corg y Cbiomasa, textura, densidad del suelo y
porosidad total, agua útil, repelencia al agua, distribución de los agregados en seco y
estabilidad de los agregados al agua.

5.2.1. pH

El pH del suelo no se mantiene permanentemente constante, puesto que sobre él


influyen factores como la temperatura, los cambios en el contenido en agua del suelo, la
actividad respiratoria de las raíces y los microorganismos, etc.

Cuando el pH del suelo se ve modificado a causa de un incendio su evolución


posterior va a depender de diversos factores como son la intensidad alcanzada durante el

144
Resultados y discusión: Evolución temporal

incendio, la cantidad y naturaleza de las cenizas aportadas, el pH original del suelo, el


contenido de materia orgánica, la capacidad tampón del suelo afectado, y también de las
características orográficas y climáticas de cada zona.

En la figura 43 se muestran los valores de pH en agua de los suelos no quemados y


quemados obtenidos a lo largo de los dos años de seguimiento y en la figura 44 se
representan las diferencias entre el pH en agua del suelo quemado y el no quemado
durante este mismo período.

Un mes después de producirse el incendio, los suelos presentan un aumento del pH


en agua que varía entre 0.35 y 0.79 unidades de pH, excepto el suelo nº 3 que
prácticamente no se ve afectado por el paso del fuego.

A partir del primer mes, los suelos quemados responden de dos formas diferentes a
la alteración causada por el fuego. En la mayoría de los suelos (nº 7, 10, 11, 18, 21 y 23),
después del aumento inicial del pH en agua, éste disminuye paulatinamente durante el
año siguiente al incendio, manteniéndose, sin embargo, con valores de pH por encima de
los que presenta el suelo no quemado. Los suelos nº 24 y 25 experimentan, igualmente,
un aumento de pH un mes después de producirse los incendios que se mantiene elevado
durante los dos años de estudio presentando una variabilidad muy similar a la de los
suelos no quemados pero siempre con valores más altos (Figura 44).

Durante el segundo año de seguimiento, los suelos nº 3, 7 y 18 se aproximan a los


valores de los suelos no quemados, mientras que en el resto de los suelos al final del
estudio el pH sigue siendo entre 0.33 y 0.90 unidades superiores al de los suelos no
quemados.

Existen diversos estudios sobre el tiempo que tarda el pH del suelo en alcanzar los
niveles previos al fuego que encontraron resultados muy diversos. En algunos de ellos el
tiempo transcurrido es muy corto, así, por ejemplo Mataix-Solera (1999) obtiene, en un
período de 4 meses, valores de pH similares a los que presentan los suelos no quemados
debido a la erosión eólica que se produjo durante los primeros meses tras el incendio que
favoreció la eliminación de las cenizas del suelo.

145
146
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
5,4 5,4 5,4

5,0 5,0 5,0

4,6 4,6 4,6

pH H2O

pH H2O
pH H2O
4,2 4,2 4,2
3,8 3,8 3,8
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
5,4 5,4 5,4

5,0 5,0 5,0

4,6 4,6
Resultados y discusión: Evolución temporal

4,6

pH H2O
pH H2O
pH H2O
4,2 4,2 4,2

3,8 3,8 3,8


0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
5,4 5,4 5,4

5,0 5,0 5,0

4,6 4,6 4,6

pH H2O
pH H2O
pH H2O

4,2 4,2 4,2

3,8 3,8 3,8


0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses)

Figura 43. Evolución del pH en agua de los suelos no quemados y quemados a lo largo de los dos años posteriores al incendio. (—NQ —Q)
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
1.0 1.0 1.0

0.5 0.5 0.5

pH H2O
pH H2O
0.0 0.0 0.0

pH H2O (Q-NQ)
-0.5 -0.5 -0.5
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
1.0 1.0 1.0

0.5 0.5 0.5

pH H2O
pH H2O

0.0 0.0 0.0

pH H2O (Q-NQ)
-0.5 -0.5 -0.5
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
1.0 1.0 1.0

0.5 0.5 0.5


pH H2O

pH H2O
0.0 0.0 0.0

pH H2O (Q-NQ)
-0.5 -0.5 -0.5
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses)

Figura 44. Diferencias entre el pH en agua de los suelos quemados y los correspondientes suelos no quemados a lo largo de los dos años de
estudio.

147
Resultados y discusión: Evolución temporal
Resultados y discusión: Evolución temporal

Recientemente, Úbeda et al. (2005) después de estudiar el efecto de los fuegos


prescritos sobre la calidad del suelo en las praderas mediterráneas señalaron que el
incremento de pH sufrido por el suelo tras el incendio alcanzó los valores de los suelos no
quemados en el período de un año. Así mismo, Antos et al. (2003) señalaron un
incremento del pH de 0.4 un año después de producirse el incendio, manteniéndose este
incremento durante 3 años. Otros estudios, sin embargo, citan cambios en el pH que han
perdurado durante 50 años (Khanna y Raison, 1986; Etiégni y Campbell, 1991). En
general, se considera que los efectos del fuego sobre el pH, en incendios de moderada o
baja intensidad, tienen una vida corta y los valores de los suelos no alterados por el
incendio son alcanzados en un corto espacio de tiempo (Chandler et al., 1983), sin
embargo en los suelos afectados por un fuego severo los efectos son mayores y más
persistentes (Ulery et al., 1993).

5.2.2. Carbono orgánico y carbono biomasa

En la figura 45 se representan los valores del contenido en Corg de los suelos no


quemados y quemados en los dos años posteriores al incendio.

Los suelos no quemados utilizados para el seguimiento poseen, en general, un


elevado contenido en Corg, con valores que oscilan entre 29.9 y 135.3 g kg-1. Los valores
de Corg presentan amplias oscilaciones durante el período estudiado, por lo que sería
necesario disponer de un mayor número de muestreos por año para poner claramente de
manifiesto la posible evolución estacional del contenido en Corg en estos suelos.

En la figura 46 se muestran gráficamente las diferencias entre el contenido en Corg


de los suelos quemados y los correspondientes suelos no quemados a lo largo de los dos
años de estudio.

Los suelos pueden dividirse en dos grupos en función de la evolución de su


contenido en Corg después del incendio: un primer grupo de suelos (suelos nº 3, 7, 11 y
18) en los que un mes después de producirse el incendio el contenido en Corg
prácticamente no varía, presentando al cabo de 6 meses valores de Corg en los suelos
quemados y no quemados muy similares.

148
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
160 160 160

120 120 120

80 80 80

Corg (g kg-1)
Corg (g kg-1)
40 40

Corg (g kg-1)
40

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
160 160 160

120 120 120

80 80 80

Corg (g kg-1)
40

Corg (g kg-1)
40
Corg (g kg-1)

40

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
160 160 160

120 120 120

80 80 80

Corg (g kg-1)
Corg (g kg-1)
40
Corg (g kg-1)

40 40

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 45. Evolución del Corg de los suelos no quemados y quemados a lo largo de los dos años posteriores al incendio. (—NQ —Q)

149
Resultados y discusión: Evolución temporal
150
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
60 60 60

20 20 20

-20 -20 -20

Corg (Q-NQ)
Corg (Q-NQ)
Corg (Q-NQ)
-60 -60 -60

-100 -100 -100


0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
60 60 60

20 20 20

-20 -20 -20


Resultados y discusión: Evolución temporal

Corg (Q-NQ)
Corg (Q-NQ)
Corg (Q-NQ)
-60 -60 -60

-100 -100 -100


0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
60 60 60

20 20 20

-20 -20 -20

Corg (Q-NQ)
Corg (Q-NQ)
Corg (Q-NQ)

-60 -60 -60

-100 -100 -100


0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses) Tiempo trancurrido tras el incendio (meses)

Figura 46. Diferencias entre el Corg (g kg-1) de los suelos quemados y los correspondientes suelos no quemados a lo largo de los dos años
de estudio.
Resultados y discusión: Evolución temporal

Un año después del incendio los suelos quemados presentan entre un 11 y un 61 %


más de Corg que los suelos no quemados.

El segundo grupo está formado por los suelos nº 10, 21, 23 y 25 que se caracterizan
por presentar una reducción en el contenido en Corg un mes después del incendio, estas
disminuciones varían entre el 9 y el 31 % con respecto al suelo no quemado. En los
siguientes muestreos el contenido en Corg de estos suelos es en todos los casos inferior a
los de los suelos no quemados, y al cabo de los dos años todavía no se observa una
aproximación a los valores de los suelos no alterados. El suelo nº 24 presenta un
comportamiento diferente a los anteriores, con un fuerte incremento en el contenido en
Corg (aproximadamente un 50 %) un mes después de producirse el incendio, sin embargo,
a partir de los 3 meses del paso del fuego los valores pasan a ser inferiores a los del suelo
control.

Como acabamos de ver el efecto del fuego sobre el contenido en Corg del suelo es
muy variable y depende de varios factores que incluyen el tipo de fuego (fuego de copas,
superficial o subterráneo), la intensidad e incluso la pendiente de la zona. Estos efectos
pueden variar desde la casi total destrucción de la materia orgánica en incendios de alta
intensidad a un fuerte incremento en la capa superficial como consecuencia de aportes
externos, principalmente de hojas secas y restos de plantas parcialmente quemadas
(Chandler et al., 1983).

En un estudio llevado a cabo por De Marco et al. (2005) encontraron contenidos


superiores de Corg en los suelos quemados frente a los no quemados tres años después de
producirse el incendio.

Johnson y Curtis (2001) explican el incremento de Corg en suelos que habían


sufrido un incendio hacía 10 años por la incorporación de residuos no quemados que
están más protegidos de la descomposición bioquímica, a la transformación de materiales
orgánicos frescos en formas más recalcitrantes o a la entrada en las zonas quemadas de
especies fijadoras de nitrógeno. El incremento de Corg también puede ser debido a la
disminución del grado de mineralización según señalan Fernández et al. (1999) al
estudiar el suelo de un pinar afectado hacía 2 años por un incendio de alta intensidad.

151
Resultados y discusión: Evolución temporal

Tras el fuego también puede producirse una disminución en el contenido en Corg de


las capas más superficiales del suelo debido a la combustión de la materia orgánica (Bará
y Vega, 1983; Fernández et al., 1997; Mataix-Solera et al., 2002). Esta pérdida de Corg
puede verse acelerada por cambios en las propiedades físico-químicas del suelo como por
ejemplo un aumento de la repelencia al agua (Savage, 1974; DeBano, 2000) y por la
eliminación temporal de la vegetación herbácea cuyo sistema radical ayuda a controlar la
erosión. Como consecuencia se incrementa la erosionabilidad del suelo y se favorece la
pérdida de la capa más superficial del suelo con la consiguiente pérdida de fertilidad
(González-Pérez et al., 2004). Esa pérdida de fertilidad dificulta la regeneración de la
cubierta vegetal tras el incendio, lo que explicaría los menores contenidos en Corg que se
observan dos años después del incendio.

Los valores de Cbiomasa de los suelos no quemados y quemados obtenidos en los


distintos muestreos (Figura 47). El paso del fuego afecta de forma importante a los suelos
provocando un mes después del incendio una pérdida de Cbiomasa entre el 15-69 %. Esta
importante pérdida de Cbiomasa ha sido citada por diferentes autores que lo atribuyen al
efecto directo del calor (Díaz-Raviña et al., 1992, 1996; Hernández et al., 1997; Prieto-
Fernández et al., 1998).

Dado que los valores de Cbiomasa sufren variaciones a lo largo del año, para poder
ver el comportamiento del suelo quemado con respecto al suelo no quemado se
representan las diferencias de Cbiomasa entre ambos (Figura 48). Se observa que los suelos
estudiados responden de formas distintas al paso del fuego. Por un lado están los suelos nº
3 y 11 que muestran una rápida recuperación de los niveles de Cbiomasa, de modo que a los
3 meses de haberse producido los incendios ya presentan valores similares a los de los
suelos no quemados. Al final del seguimiento, a los 25 meses del incendio, los valores
continúan siendo similares entre el suelo quemado y el no quemado.

Los suelos nº 7, 18, 21 y 24 alcanzan los niveles de Cbiomasa de los suelos no


quemados dos años después de producirse los incendios, mientras que los suelos nº 10 y
23 no manifiestan una completa recuperación al cabo de este tiempo, y al final del estudio
todavía presentan contenidos de Cbiomasa entre un 24 y un 54 % inferiores a los del suelo
control, no obstante, la tendencia de los últimos muestreos indica una posible
recuperación.

152
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
2100 2100 2100
1800 1800 1800
1500 1500 1500
1200 1200 1200
900 900 900
600 600 600

Cbiomasa (μg g-1)


300 300 300

Cbiomasa (mg g-1)


Cbiomasa (mg g-1)
0 * 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
2100 2100 2100
1800 1800 1800
1500 1500 1500
1200 1200 1200
900 900 900
600 600 600

Cbiomasa (μg g-1)


300 300 300

Cbiomasa (mg g-1)


Cbiomasa (mg g-1)

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
2100 2100 2100
1800 1800 1800
1500 1500 1500
1200 1200 1200
900 900 900
600 600 600

Cbiomasa (μg g-1)


300 300 300

Cbiomasa (mg g-1)


Cbiomasa (mg g-1)

0 0 0 *
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 47. Evolución del Cbiomasa de los suelos no quemados y quemados a lo largo de los dos años posteriores al incendio. *: no detectable.
(—NQ —Q)

153
Resultados y discusión: Evolución temporal
154
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
200 200 200
0
* 0 0
-200 -200 -200
-400 -400 -400
-600 -600 -600
-800 -800 -800
-1000 -1000 -1000

Cbiomasa (Q-NQ)
Cbiomasa (Q-NQ)
Cbiomasa (Q-NQ)
-1200 -1200 -1200
-1400 -1400 -1400
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
200 200 200
0 0 0
-200 -200 -200
-400 -400 -400
Resultados y discusión: Evolución temporal

-600 -600 -600


-800 -800 -800
-1000
Cbiomasa (Q-NQ)
-1000 -1000

Cbiomasa (Q-NQ)
Cbiomasa (Q-NQ)
-1200
-1200 -1200
-1400
-1400 -1400
0 5 10 15 20 25
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses)
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
200 200 200
0 0 0
-200 -200 -200
*
-400 -400 -400
-600 -600 -600
-800 -800 -800
-1000
Cbiomasa (Q-NQ)

-1000 -1000

Cbiomasa (Q-NQ)
Cbiomasa (Q-NQ)
-1200
-1200 -1200
-1400
-1400 -1400
0 5 10 15 20 25
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)
Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 48. Diferencias entre el Cbiomasa (μg g-1) de los suelos quemados y los correspondientes suelos no quemados a lo largo de los dos años
de estudio. *: no determinado.
Resultados y discusión: Evolución temporal

El suelo nº 25 es un caso particular, debido a que el suelo no quemado posee un


contenido inicial de Cbiomasa muy elevado (superior a 2000 μg g-1), contenido que se
reduce fuertemente con el incendio, y se observa que 6 meses después del fuego el
contenido en Cbiomasa en el suelo es 4 veces inferior al del suelo no quemado y en los
meses siguientes no muestra signos de recuperación, incluso a partir del primer año la
diferencia en el contenido en Cbiomasa entre el suelo quemado y no quemado se incrementa.

Como acabamos de ver el fuego provoca una reducción del contenido de Cbiomasa en
los suelos debido principalmente al impacto directo del calor. Sin embargo, los
microorganismos que se encuentran en el agua, en el aire o en el suelo no quemado
pueden recolonizar los suelos quemados en muy poco tiempo después de los incendios,
no obstante, la recuperación de la microbiota y de su actividad depende no solo de la
propia población microbiana sino también del sustrato y, por consiguiente, de las
modificaciones provocadas por el fuego sobre el mismo.

En un pinar escocés, Fritze et al. (1994) encontraron que dos años después de la
exposición al fuego, los valores de Cbiomasa eran la mitad de los valores del suelo no
quemado. Por otro lado, Pietikäinen y Fritze (1993) señalaron que el Cbiomasa no alcanza
los valores del suelo control en los tres años siguientes a un fuego prescrito en un bosque
de coníferas. Dumontet et al. (1996) estudiando un pinar de un ambiente dunar
encontraron que la biomasa microbiana once años después del fuego era todavía inferior
en la zona afectada por el fuego, aunque señalaban un incremento en la biomasa
microbiana un año después del fuego, probablemente de naturaleza efímera.

Prieto-Fernández et al. (1998) en un estudio realizado durante 13 años sobre los


efectos de un fuego natural en la biomasa microbiana de un bosque de coníferas de
Galicia, observaron que tras el período inicial posterior al fuego, los microorganismos son
capaces de crecer e incrementar su biomasa, reduciendo las diferencias entre el suelo no
quemado y el suelo quemado, aunque el efecto negativo del incendio puede permanecer
hasta 4 años después del fuego, siendo particularmente notables durante el primer año tras
el incendio.

Las alteraciones de las propiedades biológicas son particularmente importantes en


suelos ácidos, arenosos, ricos en materia orgánica, como los estudiados en este trabajo, en

155
Resultados y discusión: Evolución temporal

los que la actividad microbiana está a menudo limitada por la escasa disponibilidad de C
y N permitiendo un “turnover” muy lento de nutrientes (Prieto-Fernández, et al., 1998).

Los estudios realizados en Galicia sobre los efectos del fuego en la actividad
biológica del suelo han sido recopilados por Carballas (2003) y muestran que con el
tiempo, la población microbiana tiende a alcanzar sus niveles normales, pero la velocidad
de recuperación no es igual para todos los microorganismos. Un año después del incendio
no se observa el efecto del quemado sobre las bacterias aerobias y aumentan
significativamente los microorganismos fotoautotróficos (cianobacterias y algas),
mientras que la recuperación de los hongos es muy lenta. Además, los microorganismos
mineralizadores de las sustancias nitrogenadas resultan más favorecidos por el incendio
que los mineralizadores de los compuestos de carbono. En contraste con la rápida
recuperación de la población microbiana, la biomasa microbiana, que se reduce
fuertemente después del incendio, no se recobra incluso dos años después, lo que sin duda
se debe a la lentitud con la que se recuperan los hongos, cuya contribución a la biomasa
es mayor que la de las bacterias. La velocidad de recuperación de la microbiota y de su
biomasa no solo depende de la humedad, sino que es inversamente proporcional a la
temperatura de calentamiento del suelo dependiendo, por tanto, de la intensidad del
quemado.

En la figura 49 se representan los valores de la relación Cbiomasa/Corg tanto para los


suelos no quemados como para los quemados a lo largo de los dos años de seguimiento.

Como ya habíamos visto en el apartado de efectos a corto plazo, las relaciones


entre el Cbiomasa y el Corg en los suelos no alterados por el fuego son bajas. A pesar de esto,
se observa que, excepto en el suelo nº 10, el fuego reduce todavía más este coeficiente,
entre un 29 y un 74 % al cabo de un mes de producirse el incendio, lo que indica que
estos suelos han sufrido una reducción en el contenido de materia orgánica fácilmente
biodegradable. Esta reducción coincide con la observada por otros autores (Fritze et al.,
1993, 1994; Pietikäinen y Fritze, 1993; Hernández et al., 1997) y generalmente está
asociada con una disminución en el contenido en C lábil tras el fuego. En los meses
posteriores al incendio, este coeficiente continúa siendo inferior en los suelos quemados
con respecto a los no quemados y la mayoría de los suelos consiguen alcanzar los valores

156
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
3.5 3.5 3.5
3.0 3.0 3.0
2.5 2.5 2.5
2.0 2.0 2.0

100
100
1.5 1.5 1.5
1.0 1.0 1.0
0.5 0.5 0.5

(Cbiomasa / Corg) x
(Cbiomasa / Corg) x

(Cbiomasa / Corg) x 100


0.0 * 0.0 0.0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
3.5 3.5 3.5
3.0 3.0 3.0
2.5 2.5 2.5
2.0 2.0 2.0
1.5 1.5 1.5
1.0 1.0 1.0
0.5 0.5 0.5

(Cbiomasa / Corg) x 100


(Cbiomasa / Corg) x 100
(Cbiomasa / Corg) x 100

0.0 0.0 0.0


0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
3.5 3.5 3.5
3.0 3.0 3.0
2.5 2.5 2.5
2.0 2.0 2.0
1.5 1.5 1.5
1.0 1.0 1.0
0.5 0.5 0.5

(Cbiomasa / Corg) x 100


*

(Cbiomasa / Corg) x 100


(Cbiomasa / Corg) x 100

0.0 0.0 0.0


0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 49. Evolución de la relación Cbiomasa/Corg de los suelos no quemados y quemados a lo largo de los dos años posteriores al incendio.

157
Resultados y discusión: Evolución temporal

*: no determinado. (—NQ —Q).


Resultados y discusión: Evolución temporal

de los suelos no quemados al cabo de 25 meses de haberse producido el incendio.

Autores como Tateishi y Horikoshi (1995) y Tateishi (1998) obtienen, por el


contrario, coeficientes Cbiomasa/Corg superiores en los suelos quemados frente a los no
quemados, debido posiblemente a diferencias en la calidad del sustrato o a la eficiencia de
utilización del sustrato por las comunidades microbianas entre los suelos quemados y no
quemados.

5.2.3. Textura

Los porcentajes de arena, limo y arcilla, tanto de lo suelos no quemados como de


los quemados, a lo largo del período de estudio se representan en la figura 50. Se observa
que el paso del fuego afecta de diferentes formas a la composición granulométrica de los
suelos.

En la mayoría de los suelos (nº 3, 7, 10, 11 y 21) el paso del fuego no ha alterado
de forma importante su composición granulométrica, manteniéndose valores muy
similares de arena, limo y arcilla entre los suelos quemados y no quemados a lo largo de
todo el período de estudio, lo cual indicaría de acuerdo con la bibliografía (Oswald et al.,
1999) que estos suelos han sufrido incendios de baja intensidad.

Únicamente el suelo nº 24 presenta un incremento en el contenido en arena tres


meses después del incendio que se mantiene durante los dos años de seguimiento y que se
traduce fundamentalmente en una reducción del contenido en limo. El fuego provoca
cambios en la clase textural de este suelo con relación al suelo no quemado pasando de
franco-limoso a franco un mes después producirse el incendio y de franco a franco-
arenoso a los 6 y a los 25 meses después del paso del fuego. En este suelo, los procesos
de erosión superficial observados en la zona quemada en los meses posteriores al
incendio podrían justificar este aumento del contenido de la fracción más gruesa en el
suelo quemado, debido a la pérdida por erosión de las partículas más finas del suelo.

158
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
80 80 80

60 60 60

40 40 40

% arena

% arena
% arena
20 20 20

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras
suelo incendio
el nº 3 (meses) Meses tras
suelo incendio
el nº 7 (meses) Meses suelo incendio
tras elnº 10 (meses)
80 80 80

60 60 60

40 40 40

% limo
% limo
% limo

20 20 20

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras incendio (meses) incendio (meses)
suelo nº 3 suelo
el nº 7 Meses suelo
tras elnº 10
80 80 80

60 60 60

40 40 40

% arcilla
% arcilla

% arcilla
20 20 20

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 50. Evolución de la arena, limo y arcilla de los suelos no quemados y quemados a lo largo de los dos años posteriores al incendio.
(—NQ —Q)

159
Resultados y discusión: Evolución temporal
160
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
80 80 80

60 60 60

40 40 40

% arena

% arena
% arena
20 20
*
20

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
80 80 80

60 60 60
Resultados y discusión: Evolución temporal

40 40 40
*

% limo
% arena
% arena
20 20 20

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
80 80 80

60 60 60

40 40 40

% arena
% arena

% arcilla
20 20 20 *
0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 50. Continuación. (*: no determinado).


suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
80 80 80

60 60 60

40 40 40

% arena

% arena
% arena
20 20 20

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
80 80 80

60 60 60

40 40 40

% limo
% arena
% arena

20 20 20

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
80 80 80

60 60 60

40 40 40

% arena
% arena

% arcilla
20 20 20

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 50. Continuación.

161
Resultados y discusión: Evolución temporal
Resultados y discusión: Evolución temporal

Por el contrario, en los suelos nº 18, 23 y 25 se produce una disminución de hasta


el 36 % del porcentaje de arena en los meses posteriores al incendio, que conlleva un
aumento de las fracciones más finas, sobre todo de la fracción limo, provocando en la
mayoría de los suelos el cambio de clase textural de franco-arenosa a franca. Al cabo de
25 meses de producirse el incendio, los suelos nº 18 y 25 presentan unos contenidos en
arena similares a los del suelo no quemado, mientras que el suelo nº 23 al final del estudio
posee un 21 % menos de arena que el suelo control.

Ulery y Graham (1993) citan disminuciones en el contenido en arena y aumento de


la fracción arcilla en suelos calentados a temperaturas superiores a 500ºC debido a la
descomposición térmica que sufren los feldespatos caolinizados, lo que podría indicar que
estos tres suelos (nº 18, 23 y 25) han sufrido un incendio de alta intensidad.

5.2.4. Repelencia al agua

En la tabla 24 se representa el grado de repelencia al agua expresado en porcentaje


de etanol de los suelos no quemados (0-5 cm) y quemados (0-2.5 cm y 2.5-5 cm), durante
los dos años de estudio. Como ya se ha indicado, en el suelo quemado se tomaron las
muestras de suelo a dos profundidades debido a que el incendio puede provocar
modificaciones en la repelencia al agua en función del gradiente de temperatura que se
crea en los primeros centímetros de la superficie del suelo.

En condiciones naturales se sabe que la repelencia al agua de los suelos


típicamente repelentes varía estacionalmente o en cortos intervalos entre estados
repelentes y no repelentes en respuesta a las condiciones climáticas, especialmente a las
lluvias y a la temperatura (Dekker et al., 1998; Shakesby et al., 2000; Doerr y Thomas,
2000). Sin embargo hay pocas evidencias de cuales son los mecanismos por los cuales las
condiciones hidrofílicas se desarrollan durante los períodos húmedos o las condiciones
hidrofóbicas durante los períodos secos, y en particular, se conoce muy poco acerca del
tiempo necesario y de las condiciones requeridas para que esto ocurra (Shakesby et al.,
2000; Leighton-Boyce et al., 2003). En la mayoría de los casos, la repelencia al agua
tiende a incrementarse en los períodos secos, mientras que disminuye o desaparece tras

162
Resultados y discusión: Evolución temporal

Tabla 24. Grado (% etanol) y clase de repelencia al agua según la clasificación de Doerr
et al. (1998) de los suelos no quemados (NQ) y quemados (Q) en los dos años de estudio.
(Clase 2: hidrofílico; Clase 3: ligeramente hidrofóbico; Clase 4: moderadamente
hidrofóbico; Clase 5: fuertemente hidrofóbico; Clase 6: muy fuertemente hidrofóbico).
nº Meses NQ Q (0-2.5 cm) Q (2.5-5 cm)
suelo tras el incendio % etanol clase % etanol clase % etanol clase
1 1.75 2 15.75 6 11.67 5
3 1.75 2 9.92 5 5.83 4
3 6 1.75 2 5.25 4 1.75 2
13 16.34 6 13.42 6 17.50 6
25 5.25 4 11.67 5 11.67 5
1 19.25 6 19.25 6 18.67 6
3 15.17 6 18.09 6 17.50 6
7 6 10.50 5 16.92 6 16.92 6
13 19.84 6 21.00 6 22.76 6
25 17.50 6 17.50 6 10.50 5
1 14.00 6 12.25 5 11.67 5
3 15.17 6 12.25 5 10.50 5
10 6 10.50 5 9.92 5 9.92 5
13 18.67 6 8.17 4 7.00 4
25 16.34 6 18.09 6 12.84 5
1 16.34 6 15.75 6 17.50 6
3 9.34 5 16.92 6 18.09 6
11 6 9.92 5 14.00 6 9.34 5
13 13.42 6 20.42 6 20.42 6
25 12.84 5 16.34 6 15.17 6
1 9.92 5 9.92 5 16.34 6
3 7.00 4 16.34 6 16.92 6
18 6 5.83 4 8.17 4 12.25 5
13 19.84 6 15.17 6 18.67 6
25 12.84 5 16.34 6 19.84 6
1 15.75 6 12.25 5 13.42 6
3 11.67 5 14.00 6 14.00 6
21 6 4.67 3 12.25 5 2.33 2
13 12.84 5 16.34 6 14.59 6
25 18.67 6 18.09 6 15.17 6
1 21.59 6 5.25 4 11.67 5
3 15.17 6 11.67 5 9.34 5
23 6 5.83 4 9.92 5 9.92 5
13 22.17 6 9.34 5 13.42 6
25 24.51 6 11.67 5 10.50 5
1 8.17 4 17.50 6 15.75 6
3 12.84 5 14.00 6 14.00 6
24 6 10.50 5 7.00 4 5.83 4
13 16.34 6 15.17 6 16.34 6
25 19.84 6 19.84 6 18.67 6
1 22.17 6 22.76 6 16.92 6
3 14.00 6 10.50 5 16.92 6
25 6 12.25 5 11.67 5 19.25 6
13 18.67 6 11.67 5 12.84 5
25 19.84 6 12.84 5 14.00 6

163
Resultados y discusión: Evolución temporal

las precipitaciones o durante largos períodos húmedos (Dryness, 1976; Crockford et al.,
1991; Ritsema y Dekker, 1994).

En la tabla 24 se observa, en general, una mayor repelencia al agua en los suelos no


quemados durante los muestreos realizados en la época estival (1, 13 y 25 meses después
del incendio), y disminución o desaparición de repelencia durante los meses con mayor
humedad que se corresponden con los muestreos llevados a cabo en los meses de
noviembre y febrero (3 y 6 meses después del incendio).

Los suelos no quemados que presentaron menor grado de repelencia al agua en el


primer muestreo (suelos nº 3 y nº 24, hidrofílico y moderadamente hidrofóbico
respectivamente) experimentaron un incremento de repelencia en la capa superficial un
mes después del paso del fuego pasando a ser en ambos casos en muy fuertemente
hidrofóbicos.

Por otro lado, los suelos que antes del incendio poseían un grado de repelencia al
agua fuerte o muy fuertemente hidrofóbico (nº 7, 10, 11, 18, 21 y 25) al cabo de un mes
de producirse el incendio prácticamente no presentan modificaciones debidas al incendio.
Únicamente el suelo nº 23 presenta una reducción en el grado de repelencia al agua tras el
paso del fuego, de modo que en la capa más superficial del suelo el grado de repelencia al
agua pasa a ser moderadamente hidrofóbico y en la capa subsuperficial fuertemente
hidrofóbico.

Independientemente de los cambios iniciales que se producen en la repelencia al


agua tras el paso del fuego, la evolución con el tiempo indica que la mayoría de los suelos
(nº 3, 7, 11, 18, 21 y 24) durante los primeros meses después del incendio tienen un grado
de repelencia al agua superior que los suelos no quemados, tanto en la capa superficial
como en la profunda. Pero entre los 13 y los 25 meses posteriores al incendio el grado de
repelencia tiende a disminuir hasta hacerse similar al de los suelos no quemados.

Por el contrario, los suelos nº 10, 23 y 25 en los meses siguientes al incendio


presentan un grado de repelencia al agua inferior al de los suelos no quemados. En el
suelo nº 23, después de pasados 25 meses desde la fecha del incendio, el valor del
porcentaje de etanol sigue siendo inferior en las dos profundidades estudiadas que el del

164
Resultados y discusión: Evolución temporal

suelo no quemado en la misma fecha, de modo que el suelo quemado presenta un grado
de repelencia fuerte y el suelo no quemado es muy fuertemente hidrofóbico. En cambio,
el suelo nº 10 al cabo de dos años presenta valores similares a los del suelo no quemado.
Coincide con que son suelos en los que el contenido en Corg tras el incendio se mantiene
muy por debajo de los valores del suelo no quemado lo que refleja un mayor impacto del
fuego. Además, la recuperación más lenta de la vegetación supondría un menor aporte de
sustancias orgánicas hidrofóbicas.

Los efectos a largo plazo de los incendios sobre la repelencia al agua han recibido
poca atención hasta la fecha, no obstante hay varios estudios sobre el tema en los que se
indican períodos de recuperació diferentes. Dyrness (1976) en un trabajo en suelos de
Oregón señala que la repelencia al agua inducida por el fuego permanece durante 6 años
en suelos afectados por incendios severos y entre 3 y 4 años si los incendios son menos
severos. Reeder y Jurgensen (1979) encontraron que el 65 % de los suelos de un bosque
de Michigan que se volvían repelentes tras el paso del fuego dejaban de serlo un año
después. Giovannini et al. (1987) realizó un estudio en el que observó que los niveles de
repelencia superficial se reducían tras una quema experimental y gradualmente se
recuperaban los niveles previos al fuego en 3 años. Huffmann et al. (2001) señalan un
incremento de la repelencia al agua en un pinar de Colorado después de un incendio, sin
embargo 3 meses después del fuego la repelencia disminuyó ligeramente aunque ésta se
mantuvo durante al menos 22 meses. Más recientemente Cerdà y Doerr (2005)
examinaron los efectos de un fuego severo durante un período de 11 años en el Este de
España y vieron que la repelencia al agua que había sido destruida durante el incendio se
restablecía en 3 años.

Sin embargo, al comparar los datos de diferentes estudios hay que tener precaución
debido a las diferencias en la metodología y a la variabilidad espacial y temporal que
presenta la repelencia al agua.

165
Resultados y discusión: Evolución temporal

5.2.5. Agregación

5.2.5.1. Distribución de agregados en seco

Como ya habíamos comentado en el capítulo anterior, los suelos forestales de


Galicia presentan en general una débil agregación. En el caso de los suelos seleccionados
para realizar el seguimiento, los valores de DMPs de los suelos no quemados varían a lo
largo del período de estudio entre un mínimo de 1.03 mm y un máximo de 2.64 mm.
Estos datos aparecen representados en la figura 51 junto a los valores de los suelos
quemados y en la siguiente figura (Figura 52) se muestran las diferencias de DMPs entre
los suelos quemados y los no quemados durante los dos años de seguimiento.

Un mes después de producirse el incendio la mayoría de los suelos (nº 3, 7, 10,


11, 18 y 25) experimentan una reducción del DMPs entre un 8 y un 36 % con respecto al
suelo no quemado, que indica la desagregación causada por el fuego. En los suelos nº 21
y 24, por el contrario, se observa un incremento del DMPs en torno al 20 %, mientras que
el suelo nº 23 no se ve afectado por el incendio.

Los suelos que inicialmente sufren una disminución del DMPs tras el incendio, en
los meses siguientes muestran dos tendencias, por un lado están los suelos que en un
período relativamente corto de tiempo (entre 6 o 13 meses después de producirse el
incendio) alcanzan valores próximos a los del suelo no quemado (suelos nº 3, 10 y 18), y
por otro lado los suelos que a los 13 y 25 meses después del incendio todavía mantienen
valores inferiores a los que presenta el suelo no alterado (suelos nº 7, 11 y 25).

Los suelos en los que se incrementa o no varía el DMPs tras el paso del fuego
mantienen durante todo el estudio valores muy próximos a los del suelo no quemado, o
incluso superiores como es el caso del suelo nº 21 en el que, durante los muestreos
llevados a cabo a los 13 y a los 25 meses desde el incendio, se obtienen valores de DMPs
que prácticamente duplican a los del suelo no quemado.

166
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
3 3 3

2 2 2

1 1 1

DMPs (mm)
DMPs (mm)
DMPs (mm)
0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)

suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21


3 3 3

2 2 2

1 1 1

DMPs (mm)
DMPs (mm)
DMPs (mm)

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)

suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25


3 3 3

2 2 2

1 1 1

DMPs (mm)
DMPs (mm)
DMPs (mm)

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 51. Evolución del DMPs de los suelos no quemados y quemados a lo largo de los dos años posteriores al incendio. (—NQ —Q)

167
Resultados y discusión: Evolución temporal
168
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10

1 1 1

0 0 0

-1 -1 -1

DMPs (Q-NQ)
DMPs (Q-NQ)
DMPs (Q-NQ)
-2 -2 -2
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21

1 1 1

0 0 0
Resultados y discusión: Evolución temporal

-1 -1 -1

DMPs (Q-NQ)
DMPs (Q-NQ)
DMPs (Q-NQ)

-2 -2 -2
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25

1 1 1

0 0 0

-1 -1 -1

DMPs (Q-NQ)
DMPs (Q-NQ)
DMPs (Q-NQ)

-2 -2 -2
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 52. Diferencias entre el DMPs (mm) de los suelos quemados y los correspondientes suelos no quemados a lo largo de los dos años
de estudio.
Resultados y discusión: Evolución temporal

5.2.5.2. Estabilidad de los agregados al agua

A pesar de la débil agregación en seco que, como acabamos de ver, poseen los
suelos estudiados, la estabilidad de los agregados al agua de los suelos no quemados
obtenida por el test de Le Bissonnais es elevada, con un DMPh entre 2.72 y 3.40 mm. En
la figura 53 se muestra la evolución del DMPh medio de los tres tratamientos
(humectación rápida, desagregación mecánica y humectación lenta) de los suelos no
quemados y quemados. En la figura 54 se representa la diferencia de DMPh entre los
suelos quemados y no quemados durante el período de estudio.

En la mayoría de los suelos se observa un aumento de la estabilidad de los


agregados al agua un mes después del incendio (suelos nº 3, 10, 11, 18, 21, 23 y 24). Este
incremento inicial de estabilidad es en algunos suelos muy efímero como por ejemplo en
el suelo nº 18 en donde a partir del segundo muestro (3 meses después del fuego) los
valores de DMPh del suelo quemado y no quemado son prácticamente idénticos. En otros
suelos el aumento de estabilidad de los agregados se mantiene durante el primer año
(suelo nº 23) o el segundo año (suelos nº 11 y 21) de seguimiento. En los suelos nº 10 y
24 la estabilidad de los agregados en el suelo quemado va disminuyendo a lo largo del
primer año aproximándose al cabo de los dos años a los valores del suelo no quemado.

Sólo los suelos nº 7 y 25 experimentan un descenso del DMPh un mes después


del paso del fuego. En ambos suelos los valores de DMPh se mantienen por debajo de los
suelos no quemados durante los dos años de estudio. El suelo nº 25 al final del
seguimiento todavía presenta un DMPh un 14 % inferior al del suelo no quemado,
mientras que el suelo nº 7 tiende a aproximarse a los valores del suelo no quemado a
partir de los seis meses.

Con el test de estabilidad de impacto de la gota de agua se observa una mayor


variabilidad en la respuesta de los agregados del suelo frente a la acción del agua si bien
los resultados no difieren de manera importante de los obtenidos con el test de
tamización.

169
170
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
4 4 4

3 3 3

2 2 2

1 1 1

DMPh (mm)

DMPh (mm)

DMPh (mm)
0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
4 4 4

3 3 3

2 2 2
Resultados y discusión: Evolución temporal

1 1 1

DMPh (mm)

DMPh (mm)
DMPh (mm)
0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
4 4 4

3 3 3

2 2 2

1 1 1
DMPh (mm)

DMPh (mm)

DMPh (mm)
0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 53. Evolución del DMPh medio de los tres tratamientos (humectación rápida, desagregación mecánica y humectación lenta) de los suelos
no quemados y quemados a lo largo de los dos años posteriores al incendio (—NQ —Q).
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
1.0 1.0 1.0
0.5 0.5 0.5
0.0 0.0 0.0
-0.5 -0.5 -0.5

DMPh (Q-NQ)
DMPh (Q-NQ)
DMPh (Q-NQ)
-1.0
-1.0 -1.0
0 5 10 15 20 25
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses)
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
1.0 1.0 1.0

0.5 0.5 0.5

0.0 0.0 0.0

-0.5 -0.5 -0.5

DMPh (Q-NQ)
DMPh (Q-NQ)
DMPh (Q-NQ)

-1.0 -1.0 -1.0


0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
1.0 1.0 1.0

0.5 0.5 0.5

0.0 0.0 0.0

-0.5 -0.5 -0.5

DMPh (Q-NQ)
DMPh (Q-NQ)
DMPh (Q-NQ)

-1.0 -1.0 -1.0


0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 54. Diferencias entre el DMPh medio de los suelos quemados y los correspondientes suelos no quemados a lo largo de los dos años
de estudio.

171
Resultados y discusión: Evolución temporal
Resultados y discusión: Evolución temporal

Tras el paso del fuego, se observa en algunos suelos (nº 10, 11 y 18) un incremento
de la estabilidad de los agregados al agua (Figuras 55 y 56). Este incremento resulta muy
efímero y al tercer mes después del incendio estos suelos quemados presentan valores
similares a los del suelo no quemado o incluso inferiores como ocurre en el suelo nº 11.
El suelo nº 24 aumenta, igualmente, el porcentaje de agregados estables un mes después
del incendio, sin embargo se mantiene con valores superiores a los del suelo no quemado
durante los 6 primeros meses y finalmente (a los 25 meses) los valores del suelo
quemados y no quemado se igualan.

En el suelo nº 3 donde inicialmente no se aprecian cambios en la estabilidad de los


agregados debidos al paso del fuego, al cabo de uno y dos años se observa una estabilidad
de los agregados superior a la de los suelos no quemados.

En los suelos nº 7, 21, 23 y 25 el paso del fuego provoca una disminución inicial
del porcentaje de agregados estables al impacto de las gotas de agua. Los suelos nº 21 y
23 a los tres meses después del incendio presentan una estabilidad de los agregados
similar o superior a las de los suelos no quemados, pero únicamente en el suelo nº 21 se
mantiene esta tendencia hasta el final del estudio, ya que el suelo nº 23 en los muestreos
realizados a los 13 y 25 meses presenta un contenido inferior de agregados estables con
respecto al suelo no quemado. Los suelos nº 7 y 25 presentan durante todo el período de
estudio valores inferiores a los de los suelos quemados.

Los estudios sobre la evolución temporal de la estabilidad de los agregados de los


suelos afectados por un incendio forestal son escasos, y además se utilizan diferentes
métodos de medida de la estabilidad por lo que es muy difícil realizar una comparación
con los resultados obtenidos por otros autores.

Mataix et al. (2002) en un seguimiento realizado durante 18 meses en tres zonas de


pinar mediterráneo afectado por un incendio natural no encontraron diferencias
significativas en el porcentaje de agregados estables entre los suelos quemados y no
quemados, excepto en una de las zonas (con un mayor contenido en arena y una
pendiente baja) donde el porcentaje de agregados estables al agua aumentó a los 6 meses
de producirse el incendio con respecto al suelo no quemado debido a la acumulación de
materia orgánica en el suelo que promueve la formación de agregados estables.

172
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
100 100 100
80 80 80
60 60 60
40 40 40
20 20 20
0 0 0

% agregados estables
% agregados estables
% agregados estables
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)

suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21


100 100 100
80 80 80
60 60 60
40 40 40
20 20 20
0 0 0

% agregados estables
% agregados estables
% agregados estables

0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)

suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25


100 100 100
80 80 80
60 60 60
40 40 40
20 20 20
0 0 0

% agregados estables
% agregados estables
% agregados estables

0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 55. Evolución del % de agregados estables al impacto de las gotas de agua de los suelos no quemados y quemados a lo largo de los
dos años posteriores al incendio. (—NQ —Q)

173
Resultados y discusión: Evolución temporal
174
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
60 60 60
40 40 40
20 20 20
0 0 0

(Q-NQ)
(Q-NQ)
(Q-NQ)
-20 -20 -20
-40 -40 -40
-60 -60 -60

% agregados estables
% agregados estables
% agregados estables
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21
60 60 60
40 40 40
20 20 20
0 0 0

(Q-NQ)
(Q-NQ)
(Q-NQ)
Resultados y discusión: Evolución temporal

-20 -20 -20


-40 -40 -40
-60 -60 -60

% agregados estables
% agregados estables
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 % agregados estables 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)

suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25


60 60 60
40 40 40
20 20 20
0 0 0

(Q-NQ)
(Q-NQ)
(Q-NQ)

-20 -20 -20


-40 -40 -40
-60 -60 -60

% agregados estables
% agregados estables
% agregados estables

0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 56. Diferencias entre el % de agregados estables de los suelos quemados y los correspondientes suelos no quemados a lo largo de los
dos años de estudio.
Resultados y discusión: Evolución temporal

En cambio, en otros estudios, se señala una pérdida de estabilidad estructural


provocada por el incendio como en el de Giovannini et al. (1987) después de la quema
controlada de una parcela con matorral pero pronto comienza la recuperación y dos años
después ya no observan diferencias entre los suelos quemados y los no quemados.
También García-Oliva et al. (1999) en un estudio realizado sobre un pastizal que había
sufrido un incendio 10 años atrás comprueban que existe una pérdida de agregación
debido a la pérdida del Corg asociado a los macroagregados.

Nuevamente la intensidad de los incendios aparece como un factor clave en la


evolución de la agregación en los suelos quemados.

5.2.6. Densidad aparente y porosidad total

Los valores de densidad aparente de los suelos no quemados y quemados se


representan en la figura 57 y las diferencias entre ambos a lo largo de los dos años de
estudio aparecen en la figura 58.

Para el cálculo de la porosidad total se ha utilizado el valor de la densidad aparente


de cada una de las fechas de muestreo y el dato de la densidad real correspondiente al
primer muestreo en cada uno de los suelos por ser esta una característica poco variable en
los horizontes minerales a lo largo del tiempo. Los cambios observados en la porosidad
total del suelo durante los dos años de estudio aparecen representados en la figura 59,
donde se observa que siguen una evolución inversa a la que presenta la densidad aparente
del suelo al estar ambos parámetros directamente relacionados.

Un mes después de producirse los incendios, el fuego provoca un aumento de la


densidad aparente en los suelos nº 11 y 25 entre un 31 y un 55 % respectivamente, y un
descenso del 23 % en el suelo nº 3 con referencia al suelo no quemado. En el resto de los
suelos, las variaciones en la densidad aparente tras el fuego son muy pequeñas.

Pero, independientemente de la respuesta inicial al paso del fuego, los suelos


pueden dividirse en dos grupos según su comportamiento durante los dos años siguientes
al incendio. Por un lado, los suelos quemados nº 7, 11 y 18 que, tal como se muestra en la

175
176
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
1.6 1.6 1.6
1.2 1.2 1.2
0.8 0.8 0.8 *
0.4
0.4 0.4
0.0

D. aparente (g cm-3)
D. aparente (g cm-3)
D. aparente (g cm-3)
0.0 0.0
0 5 10 15 20 25
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses)
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)

suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21


1.6 1.6 1.6

1.2 1.2 1.2


Resultados y discusión: Evolución temporal

0.8 0.8 0.8


0.4 0.4 0.4

D. aparente (g cm-3)
0.0

D. aparente (g cm-3)
D. aparente (g cm-3)
0.0 0.0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)

suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25


1.6 1.6 1.6

1.2 1.2 1.2

0.8 0.8 0.8

0.4 0.4 0.4


D. aparente (g cm-3)

D. aparente (g cm-3)
D. aparente (g cm-3)
0.0 0.0 0.0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 57. Evolución de la densidad aparente de los suelos no quemados y quemados a lo largo de los dos años posteriores al incendio.
*: no determinado. (—NQ —Q).
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10

1.2 1.2 1.2


0.8 0.8 0.8
0.4 0.4 0.4
*
0.0 0.0 0.0
-0.4 -0.4 -0.4

D. aparente (Q-NQ)
D. aparente (Q-NQ)

D. aparente (Q-NQ)
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)

suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21

1.2 1.2 1.2


0.8 0.8 0.8
0.4 0.4 0.4
0.0 0.0 0.0
-0.4 -0.4 -0.4

D. aparente (Q-NQ)
D. aparente (Q-NQ)

D. aparente (Q-NQ)
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25

1.2 1.2 1.2


0.8 0.8 0.8
0.4 0.4 0.4
0.0 0.0 0.0
-0.4 -0.4 -0.4

D. aparente (Q-NQ)
D. aparente (Q-NQ)

D. aparente (Q-NQ)
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 58. Diferencias entre la densidad aparente (g cm-3) de los suelos quemados y los correspondientes suelos no quemados a lo largo de los
dos años de estudio. *: no determinado.

177
Resultados y discusión: Evolución temporal
178
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
100 100 100

80 80 80

60
*
60 60

Porosidad total (%)


40

Porosidad total (%)

Porosidad total (%)


40 40
0 5 10 15 20 25
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses)
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)

suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21


100 100 100

80 80 80
Resultados y discusión: Evolución temporal

60 60 60

Porosidad total (%)


Porosidad total (%)

Porosidad total (%)


40 40 40
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)

suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25


100 100 100

80 80 80

60 60 60

Porosidad total (%)

Porosidad total (%)


Porosidad total (%)

40 40 40
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 59. Evolución de la porosidad total de los suelos no quemados y quemados a lo largo de los dos años posteriores al incendio.
*: no determinado. (—NQ —Q).
Resultados y discusión: Evolución temporal

figura 58, durante el primer año de seguimiento presentan una densidad aparente inferior
a la de los suelos no afectados por el fuego. Sin embargo, pasado el primer año estos
suelos tienden a recuperar los valores de los suelos no quemados. En estos tres suelos
quemados existe una buena correspondencia entre la evolución del Corg y la densidad
aparente, de forma que la menor densidad aparente observada en estos suelos con
respecto a los no quemados podrían deberse al aumento en el contenido de Corg que
experimentan estos suelos en los meses posteriores al incendio.

Por otro lado, los suelos restantes (nº 3, 10, 21, 23, 24 y 25) seis meses después del
incendio muestran valores de densidad aparente similares a los del suelo control, y se
mantienen, por lo general, hasta el final del estudio. Únicamente el suelo nº 23 presenta al
cabo de uno y dos años de producirse el incendio valores de densidad aparente superiores
a los del suelo no quemado.

5.2.7. Capacidad de retención de agua

En la figura 60 están representados los porcentajes de agua útil de los suelos no


quemados y quemados durante el período de estudio. Se observa que el comportamiento
de los suelos no quemados durante los dos años de seguimiento es muy variable y los
valores de agua útil oscilan entre un mínimo de 13 % y un máximo de 56 %. Los suelos
afectados por los incendios presentan igualmente una alta variabilidad, con valores de
agua útil en el suelo comprendidos entre el 14 y el 54 %.

Los suelos nº 3, 10, 21 y 23 muestran una reducción en el contenido en agua útil


del suelo un mes después de producirse el incendio, entre un 2 y un 8 % con relación al
suelo no quemado. Al cabo de 6 meses estos suelos poseen unos valores de agua útil
similares a los de los suelos no quemados, incluso el suelo nº 23 al final del estudio
presenta un contenido en agua útil un 25 % superior que el suelo no quemado (Figura 61).

Por otro lado, los suelos nº 7, 11, 18 y 25 experimentan un incremento en el


contenido en agua útil un mes después del incendio. El suelo nº 25 durante el primer año
mantiene valores de agua útil superiores a los del suelo control pero al cabo de dos años
los valores se igualan. Los suelos nº 11 y 18 tres meses después del incendio ya presentan

179
180
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
60 60 60

40 40 40

20 20 20 *

Agua útil (% v/v)


Agua útil (% v/v)
Agua útil (% v/v)
0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)

suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21


60 60 60
*
40 40 40
Resultados y discusión: Evolución temporal

20 20 20

Agua útil (% v/v)


Agua útil (% v/v)
Agua útil (% v/v)

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
60 60 60

40 40 40

20 20 20

Agua útil (% v/v)


Agua útil (% v/v)
Agua útil (% v/v)

0 0 0
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 60. Evolución del contenido en agua útil de los suelos no quemados y quemados a lo largo de los dos años posteriores al incendio.
*: no determinado. (—NQ —Q)
suelo nº 3 suelo nº 7 suelo nº 10
30 30 30
20 20 20
10 10 10
*
0 0 0
-10 -10 -10
-20 -20 -20

Agua útil (% v/v)

Agua útil (Q-NQ)


Agua útil (% v/v)
-30 -30 -30
0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)

suelo nº 11 suelo nº 18 suelo nº 21


30 30 30
20 20 20
10 10 10
0 0 0
*
-10 -10 -10
-20 -20 -20

Agua útil (Q-NQ)


Agua útil (% v/v)
Agua útil (% v/v)

-30 -30 -30


0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25
Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses) Meses tras el incendio (meses)
suelo nº 23 suelo nº 24 suelo nº 25
30 30 30
20 20 20
10 10 10
0 0 0
-10 -10 -10
-20 -20 -20

Agua útil (% v/v)

Agua útil (Q-NQ)


Agua útil (% v/v)

-30 -30 -30


0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25 0 5 10 15 20 25

Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses) Tiempo transcurrido tras el incendio (meses)

Figura 61. Diferencias entre el contenido en agua útil (% v/v) de los suelos quemados y los correspondientes suelos no quemados a lo largo
de los dos años de estudio. *: no determinado.

181
Resultados y discusión: Evolución temporal
Resultados y discusión: Evolución temporal

valores similares a los del suelo no quemado, sin embargo al cabo de dos años tienen un
30 y un 52 % menos de agua útil que los suelos no quemados. En el suelo nº 24 el
contenido de agua útil prácticamente no se ve afectado por el paso del fuego.

Si se analizan conjuntamente las gráficas de densidad aparente y agua útil se


observa que la evolución del contenido de agua útil es muy similar a los cambios en la
densidad aparente de los distintos suelos quemados y no quemados, que a su vez están
relacionados con la evolución de los contenidos en Corg.

182
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

5.3 EFECTOS DEL CALENTAMIENTO CONTROLADO EN LA DEGRADACIÓN


FÍSICA DEL SUELO

Cada incendio en particular está afectado por multitud de factores como duración,
temperatura alcanzada, tipo, densidad de la cubierta vegetal, cantidad de cenizas
aportadas al suelo, etc., ello provoca que los resultados obtenidos presenten una cierta
dispersión y en ocasiones sean contradictorios con respecto a los efectos derivados de la
acción del fuego sobre las propiedades del suelo, particularmente sobre las propiedades
físicas.

La dificultad de determinar la intensidad y la duración de los incendios naturales ha


llevado a algunos autores a usar programas de calentamiento controlado en el laboratorio
para examinar la influencia de la temperatura en las propiedades del suelo (Giovannini et
al., 1988; Soto et al., 1991; Giovannini, 1994; Fernández et al., 1997; García-Corona et
al., 2004). Estas experiencias bajo condiciones controladas permiten ajustar las
condiciones ambientales, controlar la intensidad de los factores y aislarlos de otras
fuentes de variabilidad. En este sentido los estudios de calentamiento controlado pueden
resultar muy útiles para establecer los efectos de distintas temperaturas, tiempos de
actuación del fuego y el comportamiento del suelo tras la acción del fuego.

En este apartado se estudian los efectos que produce el calentamiento a distintas


temperaturas (25, 170, 220, 380 y 460ºC) en el laboratorio y bajo condiciones controladas
sobre el comportamiento físico y químico de 3 suelos seleccionados de entre los 31
utilizados para el estudio de los efectos a corto plazo de los incendios (suelos nº 7, 8 y
24). Las principales características de las 3 zonas en las que se recogieron los suelos para
el programa de calentamiento controlado se resumen en la tabla 25.

Tabla 25. Principales características de las zonas seleccionadas para el programa de


calentamiento controlado. *: bosque mixto de pinos y eucaliptos.
Suelo nº 7 Suelo nº 8 Suelo nº 24
Parroquia San Martiño Vilar Prado
Material de partida Granodiorita Granito de dos micas Esquisto grafitoso
Vegetación Pinar* Pinar Pinar
Fecha incendio Agosto 1999 Agosto 1999 Agosto 2000

183
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Inicialmente se seleccionaron los suelos nº 7 y 24 por tener la misma vegetación


pero diferente material geológico. Estos suelos también se seleccionaron para el estudio
de la evolución temporal de las propiedades de los suelos después de producirse los
incendios.

El suelo nº 7 está localizado en la parroquia de San Martiño, en el ayuntamiento de


O Grove, provincia de Pontevedra y el suelo nº 24 está en la parroquia de Prado, en el
ayuntamiento de Vilar de Barrio, provincia de Ourense. La vegetación arbórea en ambas
zonas está formada fundamentalmente por pinos aunque en la zona de O Grove también
hay ejemplares de eucaliptos.

El material geológico en el suelo nº 7 es granodiorita, con cuarzo, plagioclasa,


microclina y biotita como elementos principales y hornblenda, biotita o piroxeno como
constituyentes minoritarios.

El suelo nº 24 se asienta sobre una zona de metamorfismo regional que actuó con
intensidad variable. Las series paleozoicas muestran un metamorfismo regional de bajo
grado que corresponderían a las facies de esquistos verdes de Eskola constituidos por
moscovita, sericita y cuarzo.

En cuanto al clima, en el caso de O Grove, las variaciones climáticas estacionales


no son tan acusadas como en Riobó debido a la acción reguladora del océano. En esta
zona de O Grove, las temperaturas se mantienen normalmente por encima de los 0ºC
durante prácticamente todos los meses del año mientras que Riobó, ubicado en el macizo
de Manzaneda, presenta un clima más continental con temperaturas extremas en invierno
y en verano y menos precipitaciones. Las lluvias se concentran en ambas zonas sobre
todo en otoño e invierno, registrándose, con bastante frecuencia, una sequía estival que
puede ser muy acentuada en algunas ocasiones.

Posteriormente, una vez que se empezaron a analizar los resultados obtenidos al


estudiar los efectos a corto plazo de los incendios sobre las propiedades físicas de los
diferentes suelos. Se observó que el suelo nº 8 experimentaba una importante degradación
física después del incendio, por lo cual se decidió incluirlo también en el programa de
calentamiento controlado. Este suelo se localiza en el ayuntamiento de Silleda, provincia

184
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

de Pontevedra, y la vegetación arbórea de la zona está constituida por pinos. El suelo está
desarrollado sobre un material granítico (granito de dos micas) cuya mineralogía
fundamental consta de cuarzo, plagioclasa, feldespato potásico, moscovita y biotita.

En cada una de las zonas se recogieron muestras de suelo sin quemar del horizonte
superficial (0-5 cm) para realizar el calentamiento controlado en el laboratorio,
muestreando tres subzonas de cada uno de los suelos y analizando cada subzona por
separado. Las experiencias de calentamiento se realizaron sobre la fracción menor de 10
mm.

Los principales objetivos que se plantean en este apartado son:

a) estudiar el efecto de las temperaturas seleccionadas en el programa de


calentamiento sobre el comportamiento físico de los suelos
b) comparar esos resultados con los observados tras el paso del fuego en los mismos
suelos. Esta comparación podría ser útil para llegar a establecer el rango
aproximado de temperaturas alcanzadas en los primeros centímetros del suelo en
las zonas quemadas estudiadas, que a su vez pueden considerarse representativas
de los incendios que ocurren en condiciones naturales en Galicia.

En la tabla 26 se presentan las características más importantes del horizonte


superficial de los suelos seleccionados para el programa de calentamiento controlado en
el laboratorio. Los tres suelos se caracterizan por presentar una fuerte acidez con valores
de pH en agua que varían entre 4.07 y 4.42. El contenido en Corg en estos suelos es
elevado, el suelo nº 8 es el que presenta un mayor contenido (102 g kg-1) seguido del
suelo nº 24 (88 g kg-1) y del suelo nº 7 (53 g kg-1). Los altos contenidos en materia
orgánica de estos suelos justifican sus bajos valores de densidad aparente y
consecuentemente la elevada porosidad que presentan.

Los suelos nº 7 y 8 están desarrollados sobre rocas graníticas y presentan una


textura franco-arenosa. El suelo nº 24, en cambio, está desarrollado sobre esquistos, lo
que le confiere una textura más fina (franco-limosa) debido al predominio de la fracción
limo frente a las demás.

185
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Tabla 26. Características generales de los horizontes superficiales de los suelos control.
Suelo nº 7 Suelo nº 8 Suelo nº 24
pH agua 4.42±0.18 4.33±0.24 4.07±0.03
pH KCl 3.51±0.21 3.66±0.31 3.21±0.10
-1
Corg (g kg ) 53.06±6.64 101.91±3.15 87.69±17.51
% Arena (2-0.05 mm) 74.09±2.50 59.70±0.95 37.80±3.36
% Limo (0.05- 0.002 mm) 15.87±1.41 21.04±1.38 50.98±2.63
% Arcilla (<0.002 mm) 10.04±1.20 19.26±2.03 11.22±0.74
-3
Densidad real (g cm ) 2.48±0.07 2.33±0.12 2.42±0.04
Densidad aparente (g cm-3) 0.99±0.21 0.77±0.16 0.71±0.14
Porosidad total (%) 60.04±3.82 66.81±5.31 70.62±3.07
Agua útil (% v/v) 14.05±4.93 33.61±5.52 19.45±6.55
DMPs (mm) 1.34±0.15 1.12±0.09 1.11±0.39
DMPh medio 3 tratm. (mm) 3.20±0.08 3.08±0.10 3.12±0.12
% Agregados estables 52±14 69±13 31±12
Repelencia al agua (% etanol) 19.1±2.3 21.8±1.5 10.9±2.0
-1
Conductividad hidráulica (cm h ) 15.23±7.82 19.69±20.99 7.60±5.08

El suelo nº 8 es el que presenta un contenido en agua útil más elevado (34 %),
coincidiendo con un mayor contenido en Corg y en arcilla. El suelo nº 7, con un 14 % de
contenido en agua útil es el que presenta el valor más bajo, siendo este suelo el más
arenoso y el de menor contenido en Corg.

Estos suelos presentan una débil agregación puesto que en ningún caso se supera el
valor de DMPs de 1.34 mm. A pesar de esto, la estabilidad de los agregados al agua,
determinada por el test de Le Bissonnais, es muy alta en todos los suelos con valores
entre 3.08 y 3.30 mm, lo que coincide con lo afirmado por otros autores para la mayor
parte de los suelos naturales en Galicia debido principalmente al elevado contenido en
materia orgánica que constituye el principal agente cementante en estos suelos (Benito y
Díaz-Fierros, 1989).

El test del impacto de la gota muestra una mayor variabilidad en la estabilidad de


los agregados al agua, presentando el suelo nº 8 un 69 % de agregados estables frente al

186
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

52 y 31 % de los suelos nº 7 y 24, respectivamente. Esta diferente estabilidad ante el


impacto de la gota podría deberse al mayor contenido en Corg que presenta el suelo nº 8
frente a los otros dos. La menor estabilidad de los agregados del suelo nº 24 en
comparación con el suelo nº 7 se debería no tanto a la influencia de la materia orgánica,
ya que es superior en el suelo nº 24, como a la textura más limosa que presenta este suelo
frente al suelo nº 7 con menor contenido en limo y mayor en arena. Esto coincide con lo
indicado para suelos gallegos por Benito y Díaz-Fierros (1989) quienes señalan que los
suelos con mayor contenido en limo y arena fina son los más susceptibles a disgregarse
por el impacto de las gotas de lluvia.

Los suelos nº 7 y 8 presentan una elevada repelencia, siendo ambos suelos muy
fuertemente hidrofóbicos. El suelo nº 24 posee un menor grado de repelencia que los dos
suelos anteriores y es moderadamente hidrofóbico a 25ºC. Esta diferencia en el grado de
repelencia puede deberse a la textura de este suelo que es menos arenosa que la de los nº
7 y 8. Numerosos autores han asociado la repelencia al agua con suelos de texturas
arenosas; esto se explica por la menor superficie específica que presentan los suelos con
tamaño de grano mayor que provoca que la tensión superficial del líquido sea mayor y
que sea más difícil que penetre la gota de agua en el suelo (Roberts y Carbon, 1971;
McGuie y Posner, 1980; DeBano, 1991).

En cuanto a la conductividad hidráulica se aprecia una gran diferencia entre los


suelos estudiados debido principalmente a su textura. Los suelos de textura franco-
arenosa (nº 7 y 8) tienen, de acuerdo con la clasificación de la USDA (SSS, 1951), una
conductividad rápida, mientras que en el suelo nº 24 el elevado contenido en limos hace
que la conductividad a 25ºC sea moderadamente rápida.

A continuación se analizan los cambios observados en función de la temperatura en


las propiedades de estos suelos y los resultados obtenidos se comparan con los cambios
observados en los suelos quemados un mes después de producirse los incendios.

187
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

5.3.1 pH

En la tabla 27 se presentan los valores de pH en agua de los suelos calentados a


distintas temperaturas. Los tres suelos son extremadamente ácidos y ante el calentamiento
presentan un mismo patrón de comportamiento.

No se aprecian variaciones significativas de pH hasta los 220ºC, aunque se produce


una ligera disminución del pH a esa temperatura en los suelos nº 7 y 8 y a 170ºC en el
suelo nº 24. Sin embargo, a 380ºC el pH experimenta un aumento significativo en todos
los suelos, con incrementos superiores a una unidad de pH con respecto a 25ºC. A 460ºC
el pH continúa elevándose entre media unidad (suelos nº 8 y 24) y una unidad de pH
(suelo nº 7).

Tabla 27. pH en agua de los suelos calentados a distintas temperaturas


(media+desviación estándar). Los valores dentro de una misma columna son
significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.
Tª Suelo nº 7 Suelo nº 8 Suelo nº 24
a a
25ºC 4.42±0.18 4.33±0.24 4.07±0.03a
170ºC 4.84±0.34ab 4.20±0.19a 3.94±0.13a
220ºC 4.17±0.10a 3.91±0.05a 4.37±0.17a
380ºC 5.28±0.05b 5.59±0.29b 5.46±0.31bc
460ºC 6.22±0.02c 6.05±0.27b 5.93±0.22c

Otros autores han señalado resultados similares. El calentamiento del suelo, según
Giovannini et al. (1990), tiene un efecto variable sobre el pH. A la temperatura de 220ºC
desciende el pH, mientras que a 460ºC hay un incremento con respecto al nivel inicial.
Este fenómeno ha sido puesto de manifiesto también por otros autores, que encontraron
los valores más bajos de pH a temperaturas entre 200 y 220ºC (Nishita y Haug, 1972;
Giovannini y Lucchesi, 1997), con un fuerte aumento del mismo a partir de estos valores.
Esto mismo fue hallado también por Díaz-Raviña et al. (1992) y Fernández I. (1997) en
suelos de Galicia con características similares a los de aquí estudiados.

188
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Las causas del descenso a 200-220ºC no están todavía claras aunque Sertsu y
Sanchez (1978) señalan que está probablemente relacionado, en suelos ácidos, con la
liberación de Al cambiable. Giovannini et al. (1990) y Soto et al. (1991) estudiando las
reacciones térmicas del suelo detectadas mediante ATD, observan que la deshidratación
de las formas coloidales se produce entre 170 y 220ºC. Esta deshidratación de los
coloides y la consiguiente reducción de la capacidad tampón del suelo podría ser la causa
del descenso del pH del suelo cuando se calienta (Giovannini et al., 1990).

Ulery et al. (1993) explican el posterior aumento de pH a temperaturas más altas


por la pérdida de ácidos orgánicos durante el quemado, además del aporte de hidróxidos y
carbonatos de las cenizas. En el calentamiento del suelo en condiciones controladas en
laboratorio, la procedencia del aporte de cenizas está limitada a la combustión de la
materia orgánica edáfica, por lo que la principal causa del incremento del pH
posiblemente será la pérdida de ácidos orgánicos. Schinitzer y Hoffman (1964) llevaron a
cabo la pirolisis de la materia orgánica de dos horizontes edáficos y hallaron una pérdida
importante de grupos carboxílicos a temperaturas superiores a 250 ºC.

En la figura 62 se comparan los valores de pH de los suelos calentados a distintas


temperaturas con los de los suelos tras los incendios. Los suelos quemados en
condiciones naturales muestran un aumento del pH en relación al control (25ºC), siendo
este incremento en los suelos nº 7 y 24 de media unidad y de una unidad en el suelo nº 8.
La magnitud del incremento de pH con los incendios se ha relacionado en la bibliografía
con la severidad de los mismos, por lo que estos resultados parecen reflejar una mayor
severidad del incendio en el suelo nº 8 y menor en los suelos nº 7 y 24.

El pH del suelo nº 8 tras el incendio no se diferencia estadísticamente del suelo


calentado a las temperaturas más elevadas (380 y 460ºC), mientras que en los suelos nº 7
y 24 el incremento de pH por efecto del fuego parece situarse en el rango de temperaturas
entre 220 y 380ºC. Sin embargo, como ya se ha comentado, hay que tener en cuenta que
en el calentamiento en el laboratorio, a diferencia del incendio natural, no hay aporte de
cenizas procedentes de la combustión de la cubierta vegetal, que contribuyen
notablemente al aumento de pH, por lo cual se puede estar subestimando el valor de pH
de los suelos sometidos al programa de calentamiento controlado.

189
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Suelo nº 7

7 c
6 abd
b
bd
ad
5 a
pH agua

4
3
2
1
0
25 170 220 380 460 Q

Temperatura (ºC)

Suelo nº 8

7 b
6 b b
5
pH agua

a a a
4
3
2
1
0
25 170 220 380 460 Q

Temperatura (ºC)

Suelo nº 24

7
c
6 bc
ab
5
pH agua

a a a
4
3
2
1
0
25 170 220 380 460 Q

Temperatura (ºC)

Figura 62. Valores medios del pH en agua de los suelos calentados a distintas
temperaturas y del suelo incendiado (Q). Los valores para un mismo suelo son
significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.

190
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

5.3.2 Carbono orgánico

En la tabla 28 se muestran los valores de Corg de los suelos calentados a distintas


temperaturas y se aprecia que por debajo de 220ºC no hay cambios significativos en el
contenido en Corg en ninguno de los tres suelos estudiados, mientras que a 380ºC y a
460ºC los contenidos en Corg de los suelos experimentan una importante disminución con
pérdidas de Corg que oscilan entre el 55 y el 75 % a 380ºC y entre el 83 y el 94 % a 460ºC.

Tabla 28. Contenido en Corg (g kg-1) de los suelos calentados a distintas temperaturas
(media+desviación estándar). Los valores dentro de una misma columna son
significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.
Tª Suelo nº 7 Suelo nº 8 Suelo nº 24
25ºC 53.06±6.64a 101.91±3.15a 87.69±17.51a
170ºC 48.31±10.39a 103.08±15.58a 86.45±18.79a
220ºC 52.30±9.78a 104.50±11.14a 72.61±9.22a
380ºC 23.80±1.91b 25.47±4.98b 32.25±2.47b
460ºC 4.53±3.16c 5.94±1.12c 15.03±5.82b

Numerosos investigadores han indicado igualmente que el contenido en Corg no


cambia sustancialmente por debajo de 220ºC pero decrece rápidamente por encima de
esta temperatura (Nishita y Haug, 1972; Fassbender, 1975; Kang y Sajjapongse, 1980;
Almendros et al., 1984; Giovannini et al., 1990; Fernández, 1997).

Estos resultados coinciden con los procesos térmicos observados mediante análisis
térmico diferencial por Giovannini et al. (1988) y Soto et al. (1991) que muestran dos
picos exotérmicos bien definidos entre 220 y 460ºC que se deben a la combustión de la
materia orgánica.

En la figura 63 se comparan los valores de Corg de los suelos calentados a distintas


temperaturas con los de los suelos tras los incendios. El suelo quemado nº 7 no muestra
diferencias significativas en su contenido en Corg con el suelo calentado por debajo de
220ºC, diferenciándose claramente del suelo calentado a 380 y 460ºC.

191
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Suelo nº 7
120
Corg (g kg-1) 100
80
a
60 a a a
40 b
20 c
0
25 170 220 380 460 Q
Temperatura (ºC)

Suelo nº 8

120 a a
a
100
Corg (g kg-1)

80
d
60
40 b
20 c
0
25 170 220 380 460 Q
Temperatura (ºC)

Suelo nº 24
120
c
100 a a
a
Corg (g kg-1)

80
60
b
40
b
20
0
25 170 220 380 460 Q
Temperatura (ºC)

Figura 63. Valores medios de Corg de los suelos calentados a distintas temperaturas y del
suelo incendiado (Q). Los valores para un mismo suelo son significativamente diferentes
(p<0.05) si las letras son diferentes.

192
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

El suelo nº 8 presenta tras el fuego un contenido en Corg inferior al observado a


220ºC pero superior al obtenido al calentarlo a 380ºC. Si tenemos en cuenta que la
materia orgánica se consume de forma proporcional a la intensidad del incendio, estos
resultados indicarían que el incendio fue más intenso en el suelo nº 8 que en el suelo nº 7.

A diferencia de los anteriores, el suelo nº 24 aumenta considerablemente su


contenido en Corg tras el incendio pasando de 87.69 g kg-1 antes del fuego (25ºC) a 114.95
g kg-1 después del fuego, no presentando similitud con ninguno de los suelos calentados a
las distintas temperaturas. Este aumento de Corg en el suelo quemado puede explicarse,
entre otras causas, por la incorporación de cenizas parcialmente calcinadas con elevados
contenidos en materia orgánica y se ha relacionado frecuentemente con incendios de baja
a moderada intensidad (Hungerford et al., 1990; Stromgaard, 1992; Kennard y Gholz,
2001). Durante el calentamiento controlado no existe ese aporte adicional de materia
orgánica en forma de cenizas, lo que explica que el contenido en Corg del suelo quemado
no se asemeje al de ninguno de los suelos calentados en el laboratorio.

5.3.3 Textura

Tras las pruebas de calentamiento controlado efectuadas en el laboratorio se


observa (Tabla 29) que tanto el contenido de la fracción arena como el de la fracción limo
no varían significativamente en función de la temperatura en ninguno de los tres suelos.
No obstante, aunque estadísticamente no haya diferencias, los datos indican que en los
tres suelos, en general, hay una tendencia hacia el incremento de la fracción arena con el
aumento de la temperatura.

Este aumento de la arena se traduce en una disminución de la fracción arcilla, que


en el suelo nº 7 no es significativo, sin embargo, en los suelos nº 8 y 24 el porcentaje de
arcilla se mantiene invariable hasta los 220ºC disminuyendo significativamente a
temperaturas superiores en ambos suelos; esta disminución es más pronunciada en el
suelo que presenta una textura más fina (nº 24) reduciéndose a la mitad el contenido en
arcilla que pasa de un 11 % a 25ºC a un 6 % a 460ºC.

193
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Giovannini et al. (1988) al estudiar los efectos de la temperatura sobre distintos


parámetros del suelo, tampoco encontraron modificaciones de textura importantes a
170ºC, pero por encima de los 220ºC observaron que la fracción arcilla decrece. Estos
cambios se atribuyen a la agregación de las partículas de arcilla en partículas tamaño
arena, lo que concuerda con el aumento de la fracción arena, probablemente debido a la
calcinación que afecta a los ferro y aluminosilicatos. Además según este mismo autor los
suelos con texturas más finas son los que sufren cambios más pronunciados en el
contenido en arcillas, lo cual explicaría las mayores variaciones encontradas en los suelos
nº 8 y 24 frente al suelo nº 7 de textura más gruesa.

Tabla 29. Composición granulométrica de los suelos calentados a distintas temperaturas


(media±desviación estándar). Los valores para cada suelo dentro de una misma columna
son significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.
Nº suelo Tª % Arena % Limo % Arcilla
25ºC 74.09±2.50a 15.87±1.41a 10.04±1.20a
170ºC 77.36±2.95a 13.78±1.63a 8.86±1.31a
7 220ºC 76.77±4.67a 14.33±2.76a 8.90±2.05a
380ºC 75.37±2.72a 15.55±1.72a 9.08±1.26a
460ºC 74.91±2.14a 16.56±1.26a 8.53±1.06a
25ºC 59.70±0.95a 21.04±1.38a 19.26±2.03a
170ºC 60.50±2.45a 20.94±0.14a 18.55±2.31ab
8 220ºC 59.81±2.35a 21.38±0.36a 18.81±2.64ab
380ºC 63.73±3.31a 21.25±1.39a 15.02±2.01bc
460ºC 61.83±3.82a 24.11±1.70a 14.05±2.19c
25ºC 37.80±3.36a 50.98±2.63a 11.22±0.74a
170ºC 39.51±3.41a 49.38±2.49a 11.11±0.93ab
24 220ºC 38.79±1.93a 50.68±1.53a 10.52±0.69ab
380ºC 40.99±4.58a 49.99±4.51a 9.02±0.58b
460ºC 42.57±5.03a 51.70±5.05a 5.72±0.56c

194
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

En la figura 64 se representan los contenidos de arena, limo y arcilla de cada uno


de los suelos calentados a diferentes temperaturas y se comparan con los del suelo
incendiado. Se observa que en el suelo nº 7 el quemado no se diferencia de ninguna de las
temperaturas estudiadas, sin embargo en el suelo nº 8, el suelo quemado, presenta un
contenido en limo superior al encontrado a bajas temperaturas (25 y 170ºC) que se
traduce en una pérdida de arcilla, por lo que se asemeja a las temperaturas de 380 y
460ºC. El suelo quemado nº 24 presenta un contenido en arcilla superior al del suelo a
25ºC (16 % en el suelo incendiado frente a 11 % en el suelo control) lo que no puede ser
explicado por el incremento de la temperatura (que provocaría el efecto contrario) no
habiéndose encontrado una explicación clara a este comportamiento.

5.3.4 Repelencia al agua

En la tabla 30 se presentan los valores medios de repelencia al agua de los suelos


calentados a distintas temperaturas expresados en porcentaje de etanol.

En los suelos de mayor repelencia inicial, nº 7 y 8, no se observan cambios con el


calentamiento a 170ºC, sin embargo en el suelo nº 24, que es el de menor repelencia al
agua, duplica la repelencia y el suelo pasa de ser moderadamente hidrofóbico a 25ºC a
muy fuertemente hidrofóbico a 170ºC. Entre 170 y 220ºC se intensifica la repelencia al
agua en los tres suelos aunque no se produce un cambio en el grado de repelencia que
continúa siendo en los tres suelos muy fuertemente hidrofóbico. A partir de 220ºC se
produce un descenso brusco de la repelencia, de modo que a 380 y 460ºC ninguno de los
tres suelos estudiados presenta repelencia al agua y éstos se vuelven hidrofílicos.

Estas variaciones de la repelencia al agua con la temperatura están relacionadas con


la variaciones en el contenido en Corg con unos coeficientes de correlación de r = 0.88,
p<0.01 en el suelo nº 7, r = 0.96, p<0.01 en el nº 8 y r = 0.77, p<0.01 en el nº 24.

En la bibliografía está bien documentada la relación entre la repelencia al agua y la


temperatura de calentamiento del suelo. Nuestros resultados coinciden con los observados
por otros autores que señalan que cuando el suelo se calienta por debajo de 175ºC se
producen pequeñas variaciones en la repelencia al agua.

195
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

% Arena % Limo % Arcilla


100
Suelo nº 7
80 a a a a
a a

60
%

40

20 a a a a a a
a a a a a a

0
25 170 220 380 460 Q

Temperatura (ºC)
100 Suelo nº 8

80
a a a a a a
60
%

40
ab b
a a a ab ab ab ab
20 bc c c

0
25 170 220 380 460 Q

Temperatura (ºC)

Suelo nº 24
100

80

60 a a a
a a
a
%

a a a a a a
40

20 ab ab d
a
b c
0
25 170 220 380 460 Q

Temperatura (ºC)

Figura 64. Composición granulométrica (%) de los suelos calentados a distintas


temperaturas y del suelo incendiado (Q). Los valores para un mismo suelo y para cada
fracción son significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.

196
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Si la temperatura alcanza entre 175-200ºC la repelencia al agua se intensifica y


aproximadamente a los 250ºC las sustancias hidrofóbicas se fijan a la superficie del suelo.
Por encima de 275-300ºC se destruye la repelencia al agua (Savage, 1974; DeBano et al.,
1976; DeBano, 1981; Varela et al., 2005). Estos rangos de temperatura pueden variar de
unos suelos a otros.

Tabla 30. Grado de repelencia al agua expresado en % de etanol de los suelos calentados
a distintas temperaturas (media±desviación estándar). Los valores dentro de una misma
columna son significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.
Tª Suelo nº 7 Suelo nº 8 Suelo nº 24
25ºC 19.05±2.28a 21.78±1.54a 10.89±2.04a
170ºC 20.81±1.62a 21.00±1.34a 21.39±0.77b
220ºC 23.53±0.77b 22.95±3.09a 22.17±0.88b
380ºC 0.00±0.00c 0.00±0.00b 0.00±0.00c
460ºC 0.00±0.00c 0.00±0.00b 0.00±0.00c

Con el fin de estudiar con más detalle la evolución de la repelencia al agua hasta
que desaparece, se calentaron los tres suelos a cuatro temperaturas intermedias: 105, 240,
260 y 280ºC y los resultados se muestran en la figura 65.

Se observa que los mayores niveles de repelencia se producen entre los 220 y los
240ºC con valores entorno al 24 % de etanol. Por encima de 260ºC la repelencia al agua
se desaparece en los tres suelos. Esto coincide con los resultados obtenidos por Savage
(1974) y DeBano et al. (1976) y también ha sido señalado en un estudio previo sobre el
efecto del calentamiento en las propiedades físicas de estos mismos suelos pero utilizando
el test del tiempo de penetración de la gota de agua (García-Corona et al., 2004).

En la figura 66 se muestran los valores de repelencia al agua de los suelos


calentados a las distintas temperaturas en el laboratorio y de los suelos quemados tras el
incendio. La repelencia al agua de los suelos quemados se analizó a dos profundidades
diferentes (0-2.5 cm y 2.5-5 cm) para poder observar el efecto producido por el gradiente
de temperatura con la profundidad del suelo.

197
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

30 Suelo nº 7 Suelo nº 8 Suelo nº 24

25

20
% Etanol

15

10

0
0 100 200 300 400 500

Tª (ºC)

Figura 65. Efecto del calentamiento en la repelencia al agua en los suelos estudiados.

El suelo quemado nº 7 muestra valores de repelencia al agua similares a las


observadas en el suelo no quemado tanto en la capa superficial (0-2.5 cm) como en la
subsuperficial (2.5-5 cm). El suelo nº 24 experimenta un incremento en la repelencia
después del incendio pasando de un 11 % de etanol a 25ºC a un 18 % en la capa más
superficial después del incendio y a un 16 % en la capa de 2.5-5 cm. En cambio, en el
suelo nº 8 se produce una fuerte reducción de la repelencia al agua en la capa superficial
(0-2.5 cm) que se traduce en un incremento de la repelencia en la capa subsuperficial
(2.5-5 cm).

Teniendo en cuenta que el tiempo de calentamiento de los suelos en la mufla fue de


30 minutos, estos resultados permiten suponer que en el suelo nº 7 no se habrían superado
los 105ºC en la superficie del suelo. La temperatura en la superficie del suelo nº 24 podría
situarse entre 105 y 220ºC, mientras que en el suelo quemado nº 8 se habrían superado los
260ºC en la capa más superficial (0-2.5 cm). Sin embargo, habría la posibilidad de que las
temperaturas que se alcanzasen fuesen mayores si la duración del

198
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Suelo nº 7

30
25
% Etanol 20
15
10
5
0
25 105 170 220 240 260 280 380 460 Q (0- Q
2.5 (2.5-
cm) 5 cm)
Temperatura (ºC)

Suelo nº 8

30
25
20
% Etanol

15
10
5
0
25 105 170 220 240 260 280 380 460 Q (0- Q
2.5 (2.5-
cm) 5 cm)
Temperatura (ºC)

Suelo nº 24

30
25
20
% Etanol

15
10
5
0
25 105 170 220 240 260 280 380 460 Q Q
sup. prof.
Temperatura (ºC)

Figura 66. Repelencia al agua (en % de etanol) de los suelos calentados a distintas
temperaturas y del suelo incendiado (Q sup.: 0-2.5 cm; Q prof.: 2.5-5 cm).

199
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

incendio fuese menor. En este sentido Doerr et al (2004) han comprobado recientemente
que el umbral de temperatura para la destrucción de la repelencia decrece al aumentar el
tiempo de calentamiento, alcanzando valores de 300-350ºC para 5 minutos de
calentamiento y de 250-290ºC para 40 minutos de calentamiento. Así, ellos consideran
que no solamente es importante la máxima temperatura alcanzada en la superficie sino
también el tiempo en el que se mantiene el suelo a esa temperatura.

5.3.5 Agregación

5.3.5.1 Agregación en seco

Con el calentamiento del suelo no se aprecian cambios significativos en el DMPs


en los suelos nº 7 y 24 hasta la temperatura de 220ºC tal como se muestra en la tabla 31,
sin embargo, en el suelo nº 8 la desagregación comienza a ser significativa a la
temperatura de 170ºC. Cuando la temperatura es más elevada (380 y 460ºC) se produce
una fuerte desagregación en los tres suelos.

Esta desagregación está directamente relacionada con las pérdidas de materia


orgánica por combustión. Las correlaciones entre el DMPs y el contenido en Corg
muestran un coeficiente de r = 0.88, p<0.01 para el suelo nº 7; r = 0.70, p<0.01 para el
suelo nº 8 y r = 0.93, p< 0.01 para el suelo nº 24.

Tabla 31. DMPs (mm) de los suelos calentados a distintas temperaturas


(media+desviación estándar). Los valores dentro de una misma columna son
significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.
Tª Suelo nº 7 Suelo nº 8 Suelo nº 24
a a
25ºC 1.34±0.15 1.12±0.09 1.11±0.39a
170ºC 1.25±0.17a 0.74±0.04bc 1.09±0.08a
220ºC 1.37±0.11a 0.92±0.08c 0.98±0.09a
380ºC 0.43±0.03b 0.51±0.13b 0.30±0.07b
460ºC 0.38±0.03b 0.61±0.03b 0.24±0.04b

200
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

La distribución por tamaños de los agregados a 25ºC (Figuras 67, 68 y 69) muestra
que prácticamente no hay agregados mayores de 5 mm en ninguno de los tres suelos
estudiados. En los suelos de texturas franco-arenosas, suelos nº 7 y 8, la fracción más
frecuente es la comprendida entre 1 y 0.25 mm, mientras que en el suelo nº 24, de textura
más limosa, el tamaño de agregado más frecuente es entre 0.25 y 0.05 mm. En los tres
suelos la mayor parte de los agregados se distribuyen entre las fracciones de 5 a 0.05 mm,
pero es importante destacar que en el suelo nº 24 hay más de un 14 % de agregados de
menor tamaño (<0.05 mm).

60 25ºC 60 170ºC
50 50
% Agregados

% Agregados
40 40
30 30
20 20
10 10
0 0
0.25-
10-5

5-2

2-1

<0.05
1-0.25

0.05

0.25-
10-5

5-2

2-1

<0.05
1-0.25

0.05
60 60
220ºC
mm 380ºC
mm
50 50
% Agregados

% Agregados

40 40

30 30

20 20

10 10

0 0
0.25-
10-5

5-2

2-1

1-0.25

<0.05

10-5

5-2

2-1

1-0.25

<0.05
0.25-0.05
0.05

60
460ºC
mm
50 mm
% Agregados

40

30

20

10

0
10-5

5-2

2-1

<0.05
1-0.25

0.25-0.05

mm

Figura 67. Distribución por tamaños de los agregados del suelo nº 7 calentado a distintas
temperaturas.

201
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Con el calentamiento entre 25 y 220ºC la fracción más frecuente en el suelo nº 7


continúa siendo la de 1-0.25 mm (más del 30 %) y no hay grandes variaciones en la
distribución del resto de las fracciones. Sin embargo, a partir de 380ºC se produce la
desaparición prácticamente total de las fracciones comprendidas entre 5-1 mm, que
presentan la mayor fragilidad, incrementándose por ello las fracciones entre 1-0.05 mm.

60 60
25ºC 170ºC
50 50
% Agregados

40 40

% Agregados
30 30

20 20

10 10

0 0
0.25-

<0.05
10-5

5-2

2-1

1-0.25

0.25-
10-5

5-2

2-1

<0.05
1-0.25
0.05

0.05
60 60
220ºC
mm 380ºC
mm
50 50
% Agregados

40 40
% Agregados

30 30
20 20
10 10

0 0
0.25-

<0.05
10-5

5-2

2-1

1-0.25

0.05

<0.05
10-5

5-2

2-1

1-0.25

0.25-0.05
60
460ºC
mm
50
mm
% Agregados

40

30

20

10

0
10-5

5-2

2-1

1-0.25

0.25-0.05

<0.05

mm

Figura 68. Distribución por tamaños de los agregados del suelo nº 8 calentado a distintas
temperaturas.

202
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

En el suelo nº 8 de 25 a 220ºC la fracción más abundante es, al igual que en el


suelo anterior, la comprendida entre 1-0.25 mm con un 35 % de agregados. Con el
incremento de la temperatura (a 380 y 460ºC) se produce una disminución de las
fracciones de mayor tamaño, fundamentalmente las comprendidas entre 10 y 2 mm y un
aumento de la fracción entre 0.25 y 0.05 mm (con un 46 % de agregados a 380ºC y un 43
% a 460ºC).

60 60
25ºC 170ºC
50 50
% Agregados

40 40

% Agregados
30 30

20 20

10 10

0 0
0.25-

<0.05
10-5

5-2

2-1

1-0.25

0.25-
5-2

2-1

<0.05
10-5

1-0.25
0.05

0.05
60 60
220ºCmm 380ºCmm
50 50
% Agregados

40 40
% Agregados

30 30

20 20

10 10

0 0
0.25-
10-5

5-2

2-1

1-0.25

<0.05

1-0.25

<0.05
10-5

5-2

2-1

0.25-0.05
0.05

60
460ºCmm
50 mm
% Agregados

40

30

20

10

0
10-5

5-2

2-1

1-0.25

0.25-0.05

<0.05

mm

Figura 69. Distribución por tamaños de los agregados del suelo nº 24 calentado a
distintas temperaturas.

203
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

La fracción de agregados más abundante en el suelo nº 24 a bajas temperaturas (25-


220ºC) es, a diferencia de los dos suelos anteriores, la comprendida entre 0.25 y 0.05 mm
(con una frecuencia del 30 %). Los agregados de mayor tamaño, entre 5 y 0.25 mm se
mantienen más o menos constantes, oscilando entre el 13 y el 24 %. Al alcanzar las
temperaturas de 380 y 460ºC se aprecia un cambio brusco en la distribución de los
agregados, desapareciendo prácticamente las fracciones mayores de 1 mm y aumentando
la fracción de 0.25-0.05 mm, lo que indica que el incremento de la temperatura favorece
la fragilidad de los agregados de mayor tamaño y su disgregación en fragmentos de
menor tamaño.

Estos resultados confirman que el incremento de la temperatura favorece la


fragmentación de los macroagregados en microagregados. La información que existe en
la bibliografía sobre la desagregación por efecto de la temperatura es muy escasa, de
todos modos estos resultados coinciden con los obtenidos por Soto et al. (1991) y Josa et
al. (1994).

En la figura 70 se comparan los valores del DMPs de los suelos calentados a


distintas temperaturas con los de los suelos tras los incendios y se observa que el suelo nº
7 se diferencia estadísticamente de las temperaturas más elevadas (380 y 460ºC), mientras
que el suelo nº 8 solo se diferencia de la temperatura de 25ºC. Por otro lado, el suelo nº 24
experimenta un incremento importante del DMPs tras el paso del fuego (1.53 mm en el
suelo quemado y 1.11 mm a 25ºC), no presentando similitud con ninguno de los suelos
calentados a las diferentes temperaturas. Este aumento de la agregación en seco puede
deberse al importante incremento de Corg que sufrió este suelo después del incendio.

5.3.5.2 Estabilidad de los agregados al agua

ƒ Test de tamización

A pesar de que los tres suelos estudiados presentan una débil agregación en seco, la
estabilidad al agua determinada por tamización en húmedo a 25ºC es muy alta como se
observa en la tabla 32.

204
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Suelo nº 7

2,0 100

% Pérdidas de C org
80
1,5 a a
DMPs (mm)
a
a 60
1,0
40
0,5 b b
20

0,0 0
25 170 220 380 460 Q
Temperatura (ºC)
Suelo nº 8

2,0 100

% Pérdidas de C org
80
1,5
DMPs (mm)

a
60
c
1,0 bc
bc 40
b
b
0,5
20

0,0 0
25 170 220 380 460 Q
Temperatura (ºC)
Suelo nº 24

2,0 100
% Pérdidas de C org

c 80
1,5
DMPs (mm)

a a 60
a
1,0
40
0,5 b b 20

0,0 0
25 170 220 380 460 Q
Temperatura (ºC)

Figura 70. Valores medios de DMPs de los suelos calentados a distintas temperaturas y
del suelo incendiado (Q). Los valores para mismo suelo son significativamente diferentes
(p<0.05) si las letras son diferentes. La línea verde indica las pérdidas de Corg con
respecto a la temperatura de 25ºC.

205
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Por efecto de la temperatura la estabilidad de los agregados al agua no experimenta


cambios significativos en ninguno de los suelos hasta superar la temperatura de 220ºC. A
380ºC el valor del DMPh disminuye drásticamente en todos los suelos y a 460ºC la
desagregación fue prácticamente total lo que impidió la realización del test a esta
temperatura en los suelos nº 8 y 24.

Tabla 32. Estabilidad de los agregados al agua expresada como DMPh (mm) determinada
mediante el test de Le Bissonnais de los suelos calentados a distintas temperaturas
(media±desviación estándar). Los valores dentro de una misma columna son
significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.
Tª Suelo nº 7 Suelo nº 8 Suelo nº 24
25ºC 3.20±0.08a 3.08±0.10a 3.12±0.12a
170ºC 3.16±0.06a 3.11±0.22a 3.10±0.15a
220ºC 3.20±0.06a 3.12±0.18a 3.12±0.08a
380ºC 1.95±0.05b 1.97±0.20b 1.93±0.00b
460ºC 1.02±0.00c ─ ─

De nuevo la pérdida de agregados estables, como ya se comentó anteriormente,


está relacionada con la pérdida de Corg, encontrándose una correlaciones entre el DMPh y
el contenido en Corg de r=0.82, p<0.01 en el suelo nº 7; r= 0.96, p< 0.01 en el suelo nº 8 y
r = 0.59, p< 0.01 en el suelo nº 24.

En las figuras 71, 72 y 73 se muestra la distribución por tamaños de los agregados


estables. Se aprecia que a 25ºC la fracción mayoritaria en todos los suelos es la
comprendida entre 5-2 mm con una frecuencia entre el 85 y el 89 %. El porcentaje de las
demás fracciones es casi inapreciable indicando que la estabilidad al agua es muy alta y
no existe prácticamente destrucción de los agregados al someterlos al test de Le
Bissonnais.

206
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

25ºC 170ºC
100 100

80 80
% Agregados

% Agregados
60 60

40 40

20 20

0 0
5-2

2-1

1-0.5

0.5-0.25

0.25-0.1

0.1-0.05

<0.05

5-2

2-1

1-0.5

0.5-0.25

0.25-0.1

0.1-0.05

<0.05
mm mm
220ºC 380ºC
100 60

80
% Agregados

% Agregados
40
60

40
20
20

0 0
5-2

2-1

1-0.5

0.5-0.25

0.25-0.1

0.1-0.05

<0.05
5-2

2-1

1-0.5

0.5-0.25

0.25-0.1

0.1-0.05

<0.05

mm mm
460ºC
100

80
% Agregados

60

40

20

0
5-2

2-1

1-0.5

0.5-0.25

0.25-0.1

0.1-0.05

<0.05

mm

Figura 71. Distribución de agregados estables después del test de Le Bissonnais (media
de los tres tratamientos) en el suelo nº 7 a distintas temperaturas de calentamiento.

207
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

25ºC 170ºC

100 100

80 80
% Agregados

% Agregados
60 60

40 40

20 20

0 0
5-2

2-1

1-0.5

0.5-0.25

0.25-0.1

0.1-0.05

<0.05

5-2

2-1

1-0.5

0.5-0.25

0.25-0.1

0.1-0.05

<0.05
mm mm

220ºC 380ºC

100
60
80
% Agregados

% Agregados
60 40

40
20
20

0 0
5-2

2-1

1-0.5

0.25-0.1
0.5-0.25

0.1-0.05

<0.05

5-2

2-1

1-0.5

0.5-0.25

0.25-0.1

0.1-0.05

<0.05
mm mm

Figura 72. Distribución de agregados estables después del test de Le Bissonnais (media
de los tres tratamientos) en el suelo nº 8 a distintas temperaturas de calentamiento.

25ºC 170ºC
100 100

80 80
% Agregados
% Agregados

60 60

40 40

20 20
0 0
5-2

2-1

1-0.5

0.5-0.25

0.25-0.1

0.1-0.05

<0.05

5-2

2-1

1-0.5

0.5-0.25

0.25-0.1

0.1-0.05

<0.05

mm

220ºC 380ºC
mm

100 60

80
% Agregados
% Agregados

40
60

40
20
20

0 0
5-2

2-1

1-0.5

<0.05
0.5-0.25

0.25-0.1

0.1-0.05
5-2

2-1

1-0.5

0.5-0.25

0.25-0.1

0.1-0.05

<0.05

mm mm

Figura 73. Distribución de agregados estables después del test de Le Bissonnais (media
de los tres tratamientos) en el suelo nº 24 a distintas temperaturas de calentamiento.

208
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Los valores de DMPh (Figura 74) confirman los resultados obtenidos con la
distribución de agregados en seco, es decir, no existen prácticamente diferencias entre las
tres primeras temperaturas de calentamiento (25, 170 y 220ºC). A partir de los 220ºC se
observa una fuerte pérdida de estabilidad y las fracciones menores de 2 mm comienzan a
cobrar importancia, con porcentajes del orden del 10-15 % a 380ºC, pero la fracción de 5-
2 mm sigue siendo la más frecuente con un 45 % de agregados estables. A 460ºC la falta
de agregados impidió la realización del test en los suelos nº 8 y 24. En el suelo nº 7 se
produce una reducción de la estabilidad de los agregados al agua, que se traduce en un
incremento de la fracción 0.25-0.1 mm que pasa de tener un valor de 11.08 % a 380ºC a
30.84 % a 460ºC, mientras que las fracciones situadas entre 5-0.25 mm se mantienen
entre valores del 14 al 18 %.

Al comparar la distribución de agregados estables de los suelos incendiados con la


de los suelos calentados en laboratorio vemos que el suelo nº 7 se diferencia
estadísticamente de las temperaturas más altas (380 y 460ºC). El suelo nº 24 también se
diferencia de la temperatura más elevada que en este caso es la de 380ºC al no poder
realizarse la experiencia a 460ºC. Por el contrario, el suelo nº 8 se diferencia de las
temperaturas inferiores a 220ºC y se asemeja más a las altas temperaturas (380ºC).

ƒ Test de impacto de la gota

En la tabla 33 aparecen los datos obtenidos a partir del test de impacto de la gota y
se observa que los suelos nº 7 y 24 experimentan un aumento significativo del porcentaje
de agregados estables con el incremento de la temperatura hasta llegar a los 220ºC,
pasando en el suelo nº 7 de un 52 % de agregados estables a 25ºC a un 89 % y un 84 % a
170 y 220ºC, respectivamente, y en el suelo nº 24 de un 31 % de agregados estables a
25ºC a un 47 % a 170ºC y a un 56 % a 220ºC. En el suelo nº 8, a diferencia de los dos
suelos anteriores, a 170ºC se produce una disminución del 25 % en el contenido de
agregados estables, aunque esta variación no resulta estadísticamente significativa.
Posteriormente, a 220ºC, se observa un ligero incremento del porcentaje de agregados
estables pero sin alcanzar el porcentaje de agregados estables que presenta el suelo a
25ºC.

209
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Suelo nº 7

5 100

% Pérdida de C org
4 80

DMPh (mm)
a a a a
3 60
b
2 40
c
1 20

0 0
25 170 220 380 460 Q
Temperatura (ºC)
Suelo nº 8

5 100

% Pérdida de C org
4 80
DMPh (mm)

a a a
3 60
b
b
2 40

1 20

0 0
25 170 220 380 460 Q
Temperatura (ºC)

Suelo nº 24

5 100
% Pérdida de C org

4 80
a
DMPh (mm)

a a a
3 60
b
2 40

1 20

0 0
25 170 220 380 460 Q
Temperatura (ºC)

Figura 74. Valores medios de DMPh (media de los tres tratamientos) de los suelos
calentados a distintas temperaturas y del suelo incendiado (Q). Los valores para un
mismo suelo son significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes. La
línea verde indica la pérdida de Corg.

210
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

El incremento en la estabilidad de los agregados que se observa a las temperaturas


de 170 y 220ºC en los suelos nº 7 y 24 coincide con anteriores resultados obtenidos
mediante simulación de lluvia en suelos de Galicia calentados a diferentes temperaturas
(Díaz-Fierros et al., 1987; Soto et al., 1991). Este incremento puede ser debido al hecho
de que la estabilidad y madurez de la materia orgánica de los suelos forestales alcanza un
máximo entre 100 y 160ºC (Almendros et al., 1984). Otra posible justificación puede ser
que los agregados ofrezcan una mayor resistencia al estallido como consecuencia del
aumento de la repelencia al agua que se produce al calentar los suelos a estas
temperaturas (ver tabla 30). En el suelo nº 8 donde no se produce incremento de la
repelencia a 170 y 220ºC tampoco se observa un aumento de la estabilidad de los
agregados. De hecho, se han encontrado correlaciones entre el porcentaje de agregados
estables al impacto de la gota de agua y la repelencia al agua con coeficientes de
correlación de r = 0.94, p<0.01 en el suelo nº 7, r = 0.61, p<0.01 en el suelo nº 8 y r =
0.83, p<0.01 en el suelo nº 24.

Tabla 33. % de agregados estables determinado mediante el test de la gota de agua de los
suelos calentados a distintas temperaturas (media±desviación estándar). Los valores
dentro de una misma columna son significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son
diferentes.
Tª Suelo nº 7 Suelo nº 8 Suelo nº 24
25ºC 52 ±14a 69±13a 31±12a
170ºC 89±5b 52±7ab 47±19ab
220ºC 84±14b 64±24a 56±4b
380ºC 8±8c 28±11b 14±8c
460ºC 4±0c ─ 0±0c

A la temperatura de 380ºC se produce en los tres suelos un descenso acusado del


porcentaje de agregados estables, siendo esta pérdida de estabilidad entre el 56 y el 90 %.
A 460ºC la pérdida de estabilidad de los agregados es tan acusada que solo queda un 4 %
de agregados estables en el suelo nº 7 y en el suelo nº 24 ninguno de los agregados
utilizados resistió los 200 impactos de gota de agua. En el suelo nº 8 ya no se obtuvieron
agregados para realizar este test debido a la desagregación causada por la elevada

211
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

temperatura.

Este descenso en el porcentaje de agregados estables coincide con las mayores


pérdidas de Corg por combustión tal como se aprecia en la figura 75, obteniéndose unas
elevadas correlaciones entre el porcentaje de agregados estables y el contenido en Corg de
los suelos (r = 0.73, p<0.01 en el suelo nº 7; r = 0.76, p<0.01 en el suelo nº 8 y r = 0.73,
p<0.01 en el suelo nº 24). Esta relación entre la disminución en la estabilidad de los
agregados y la combustión de la materia orgánica ha sido señalada por numerosos autores
(DeBano et al., 1979; Soto et al., 1991). Sin embargo Giovannini et al. (1988) y Guerrero
et al., (2001) observaron un aumento progresivo en la estabilidad de los agregados con el
calentamiento a pesar de las pérdidas de materia orgánica por combustión y que
Giovannini et al. (1988) atribuyeron a las transformaciones térmicas (recristalización) de
los compuestos de Fe y Al. Las diferencias con los resultados obtenidos por estos últimos
autores podrían ser debidos a que en los suelos forestales de Galicia el principal agente
cementante es la materia orgánica y no los óxidos de Fe y Al (Benito y Díaz-Fierros,
1989).

Al comparar los porcentajes de agregados estables de los suelos incendiados con


los de los suelos sometidos al calentamiento controlado (Figura 75), se observa que en el
suelo nº 7 quemado el porcentaje de agregados estables es exactamente igual al del suelo
control por lo que se asemeja a la temperatura de 25ºC y se diferencia claramente de las
demás temperaturas. El suelo nº 8, por el contrario, se diferencia de las temperaturas
inferiores a 220ºC y se asemeja estadísticamente a la temperatura de 380ºC. El suelo
quemado nº 24 sólo presenta diferencias con las mayores temperaturas (380 y 460ºC).

Los resultados obtenidos con los diferentes métodos de estudio de la agregación


evidencian de manera clara la mayor severidad del incendio en el suelo nº 8, con una
importante degradación física del suelo, frente a la menor severidad de los incendios en
los suelos nº 7 y 24.

Los cambios en el contenido en Corg y en la repelencia que se observan en estos


suelos condicionan de manera muy clara los cambios que se producen después del
incendio en la agregación, así como las diferencias encontradas entre ellos. Mientras que
en el suelo nº 7 (con un ligero incremento en el Corg y en la repelencia) no se aprecian

212
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Suelo nº 7
100 b 100
b
% Agregados estables

% Pérdidas de C org
80 80

60 a a 60

40 40

20 20
c c
0 0
25 170 220 380 460 Q
Temperatura (ºC)

Suelo nº 8
100 100
% Agregados estables

% Pérdidas de C org
80 80
a
a
60 ab 60

40 40
bc
20 c 20

0 0
25 170 220 380 460 Q
Temperatura (ºC)

Suelo nº 24
100 100
% Agregados estables

% Pérdidas de C org

80 80

60 b 60
ab ab
40 a 40

20 c 20
c
0 0
25 170 220 380 460 Q
Temperatura (ºC)

Figura 75. % de agregados estables al impacto de la gota de agua de los suelos


calentados a distintas temperaturas y del suelo incendiado (Q). Los valores para un
mismo suelo son significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes. La
línea verde indica la pérdida de Corg.

213
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

variaciones en la estabilidad de los agregados por efecto del incendio, en el suelo nº 24


(con un incremento del 31 % del Corg y un aumento significativo de la repelencia) la
estabilidad de los agregados aumenta significativamente tras el fuego, tanto en seco como
en húmedo observándose un incremento del 38 % en el DMPs y de un 57 % en el
porcentaje de agregados estables al test de la gota. En el suelo nº 8 la pérdida de
estabilidad de los agregados tras el paso del fuego coincide con una disminución en el
contenido en Corg y en el grado de repelencia al agua.

5.3.6 Densidad real, densidad aparente y porosidad total

Los datos de densidad real, densidad aparente y porosidad total de los tres suelos
calentados a distintas temperaturas y de los suelos quemados se presentan en la tabla 34.

Las variaciones de la densidad real con la temperatura son prácticamente


inapreciables en los tres suelos hasta los 220ºC, sin embargo, a partir de esta temperatura
se produce un aumento significativo de la densidad real en todos los suelos. Entre la
temperatura de 220 y 380ºC los suelos incrementan su densidad real entre un 11 y un 20
%, siendo el suelo nº 8 el que presenta el mayor incremento. Los valores más elevados de
densidad real se registran a 460ºC (2.88 g cm-3 en el suelo nº 7, 2.75 g cm-3 en el suelo nº
8 y 2.84 g cm-3 en el suelo nº 24).

Estas variaciones de la densidad real con la temperatura se deben al consumo de


materia orgánica, que hace que la proporción de la fracción mineral en la muestra sea
mayor y aumente por tanto la densidad de la misma.

La densidad aparente de los suelos tampoco presenta variaciones significativas con


el calentamiento hasta los 220ºC. A temperaturas más elevadas y debido a la
desagregación de los suelos no se ha podido determinar la densidad aparente salvo en el
suelo nº 24 a 380ºC donde se aprecia un aumento de la densidad aparente, aunque no es
significativo estadísticamente, pasando de 0.80 g cm-3 a 220ºC a 0.94 g cm-3 a 380ºC.

La variación de la porosidad total con la temperatura en el rango de 25-220ºC es


mínima y no se aprecian diferencias significativas en ninguno de los tres suelos

214
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

estudiados. En el suelo nº 7 los valores de porosidad a estas temperaturas permanecen


prácticamente constantes variando entre el 61 % a 25ºC y 170ºC y el 65 % a 220ºC. Este
ligero aumento de la porosidad coincide con la disminución de la densidad aparente a
220ºC. Los suelos nº 8 y 24 son los que presentan los valores más altos de porosidad,
pero a diferencia del suelo anterior en éstos se aprecia una ligera disminución de la
porosidad total a los 220ºC con respecto a la obtenida a 25ºC que está relacionada con el
aumento de densidad aparente.

Tabla 34. Valores de densidad real, densidad aparente (expresados en g cm-3) y % de


porosidad total de los suelos calentados a distintas temperaturas y de los suelos
incendiados (Q), (media±desviación estándar). Los valores dentro de una misma columna
son significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.
Nº suelo Tª Densidad real Densidad aparente Porosidad total
25ºC 2.48±0.07a 0.99±0.21a 60.04±3.82 a
170ºC 2.42±0.06a 0.94±0.24a 60.93±6.06 a
220ºC 2.52±0.11a 0.89±0.23a 64.76±8.70 a
7
380ºC 2.80±0.05b ─ ─
460ºC 2.88±0.10b ─ ─
c a
Q 2.26±0.09 0.90±0.27 60.17±11.30 a
25ºC 2.33±0.12ab 0.77±0.16a 66.81±5.31 a
170ºC 2.35±0.06a 0.74±0.16a 68.67±3.17 a
220ºC 2.20±0.14b 0.88±0.22a 60.55±6.46 a
8
380ºC 2.65±0.06c ─ ─
c
460ºC 2.75±0.10 ─ ─
Q 2.38±0.08a 0.89±0.09a 62.72±1.95 a
25ºC 2.42±0.04a 0.71±0.14a 70.62±3.07 a
170ºC 2.42±0.09a 0.81±0.14a 66.40±4.83 a
220ºC 2.48±0.12a 0.80±0.15a 68.08±6.34 a
24
380ºC 2.82±0.08b 0.94±0.23a 66.51±8.68 a
460ºC 2.84±0.12b ─ ─
a a
Q 2.37±0.13 0.65±0.20 72.87±8.08 a

215
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Al comparar los valores de densidad aparente y porosidad total de los suelos


calentados en la mufla con los de los suelos calentados tras los incendios, se aprecia que
en los suelos nº 7 y 24 los valores de densidad aparente son ligeramente más bajos
después del incendio, con una reducción de casi el 10 %, mientras que en el suelo nº 8 la
densidad aparente se incrementa en un 16 %. Estas variaciones en la densidad aparente
coinciden con los cambios observados en el contenido en Corg después del paso del fuego
y que se traducen en los suelos nº 7 y 24 una porosidad muy similar a la de los suelos no
quemados, pero ligeramente inferior en el suelo nº 8.

5.3.7 Capacidad de retención de agua

El efecto del calentamiento sobre el contenido en agua útil varía según los suelos
tal como se observa en la tabla 35. En el suelo nº 7, el aumento de la temperatura provoca
un incremento significativo del contenido en agua útil del suelo, pasando de un 14.05 % a
25ºC a un 28.59 % a 170ºC. A 220ºC se produce un ligero descenso que no tiene
significación estadística.

Tabla 35. Contenido de agua útil de los suelos calentados a distintas temperaturas
expresados en % (v/v), (media±desviación estándar). Los valores dentro de una misma
columna son significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.
Tª Suelo nº 7 Suelo nº 8 Suelo nº 24
25ºC 14.05±4.93a 34.54±5.52a 19.45±6.55a
170ºC 28.59±5.10b 26.66±4.79b 18.63±5.61a
220ºC 25.76±5.46b 29.09±4.67ab 28.07±5.79a
380ºC ─ ─ 46.49±10.26b
460ºC ─ ─ ─

El suelo nº 8 es el que presenta un mayor contenido de agua útil inicialmente


debido a su mayor contenido en Corg y en arcilla, pero al aumentar la temperatura hasta
170ºC se produce un descenso del 23 % en el contenido en agua útil. A 220ºC el valor del

216
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

agua útil se incrementa pero no de forma significativa. A partir de los 220ºC tanto en el
suelo nº 7 como en el nº 8 no se ha podido determinar el contenido en agua útil debido a
la desagregación producida por las altas temperaturas que impidió la obtención de
terrones para calcular la densidad aparente de los suelos.

El incremento de temperatura no afecta al suelo nº 24 hasta alcanzar los 220ºC,


momento en el que el contenido en agua útil se incrementa, aunque las diferencias no son
estadísticamente significativas. A 380ºC el contenido en agua útil duplica el contenido
obtenido a 25ºC, alcanzando el 46.49 %.

Al comparar los contenidos en agua útil de los suelos incendiados con los
calentados en el laboratorio (Figura 76) se observa que los suelos incendiados poseen
contenidos superiores a los de los suelos control pero las diferencias solo son
significativas en el suelo nº 8. En los suelos quemados nº 7 y 24 el aumento en el
contenido en agua útil posiblemente está relacionado con el incremento de Corg que sufren
estos suelos después del fuego. En el suelo nº 8 el aumento de agua útil podría resultar
contradictorio porque tras el incendio sufre una importante disminución del contenido en
Corg, sin embargo, podría explicarse por la desagregación que presenta este suelo después
del incendio que favorece el incremento de los microagregados y, en consecuencia, de los
poros responsables de la retención de agua en el suelo.

El contenido en agua útil del suelo quemado nº 7 se diferencia del encontrado a las
temperaturas de 170 y 220ºC y se asemeja al del suelo no quemado. Por el contrario, el
contenido en agua útil del suelo nº 8 quemado es superior al de los suelos calentados
hasta 220ºC, lo que indica, posiblemente, que en este suelo se han alcanzado temperaturas
superiores a 220ºC. El contenido en agua útil del suelo quemado nº 24 posee un valor
muy similar al obtenido a 220ºC pero sólo se diferencia estadísticamente de la
temperatura de 380ºC.

217
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Suelo nº 7

50

Agua útil (% v/v)


40

30 b
b
a
20 a
10

0
25 170 220 380 460 Q

Temeperatura (ºC)

Suelo nº 8

50
c
Agua útil (% v/v)

40 a
ab
30 b

20

10

0
25 170 220 380 460 Q

Temeperatura (ºC)

Suelo nº 24

50 b
Agua útil (% v/v)

40
a
30 a

a a
20

10

0
25 170 220 380 460 Q

Temperatura (ºC)

Figura 76. Contenido en agua útil (en % v/v) de los suelos calentados a distintas
temperaturas y del suelo incendiado (Q). Los valores para un mismo suelo son
significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.

218
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

5.3.8 Conductividad hidráulica

La conductividad hidráulica expresa la capacidad de un medio poroso, como es el


suelo, para dejar pasar el agua a través de su perfil. Se trata de un parámetro espacial y
temporalmente variable (Warrick y Nielsen, 1980) y que se ve fácilmente alterado por
cambios estructurales debidos a procesos naturales o actividades de manejo.

Las medidas de conductividad hidráulica de los suelos estudiados se presentan en


la tabla 36. Al calentar los suelos a las diferentes temperaturas se observa como en todos
ellos la conductividad hidráulica disminuye a 170ºC, aunque este descenso solo es
estadísticamente significativo en el suelo nº 24 donde la conductividad hidráulica se
reduce a la mitad. A 220ºC se obtienen los valores mínimos en todos los suelos con
reducciones en la conductividad hidráulica del 96 % en el suelo nº 7, del 65 % en el suelo
nº 8 y del 100 % en el suelo nº 24. Esta reducción se explicaría sobre todo por el aumento
de la repelencia al agua que alcanza su máximo valor a 220ºC. A partir de esta
temperatura la conductividad hidráulica aumenta ligeramente en los tres suelos, pero en
todos los suelos se mantiene muy por debajo de los valores iniciales. A 460ºC
prácticamente no hay variación con respecto a 380ºC, salvo en el suelo nº 8 donde el
valor de la conductividad se reduce a la mitad. A estas altas temperaturas la repelencia al
agua desaparece y los bajos valores de conductividad obtenidos se deben a la combustión
de la materia orgánica y a la fuerte desagregación que se produce en los suelos por
encima de los 220ºC.

Tabla 36. Valores de conductividad hidráulica (cm h-1) de los suelos calentados a
distintas temperaturas (media±desviación estándar). Los valores dentro de una misma
columna son significativamente diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.
Tª Suelo nº 7 Suelo nº 8 Suelo nº 24
25ºC 15.23±7.82a 19.69±20.99a 7.60±5.08a
170ºC 11.45±6.09a 14.42±14.04ab 3.30±2.89b
220ºC 0.44±1.06b 5.03±8.95b 0.00±0.00c
380ºC 1.66±0.56b 13.12±5.25ab 1.93±0.85bc
460ºC 1.41±0.20b 6.92±2.03ab 1.77±0.27bc

219
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

En la figura 77 se muestran los resultados de conductividad hidráulica obtenidos en


las experiencias de calentamiento controlado y después del fuego. En todos los suelos se
observa una reducción de la conductividad tras el incendio, pero el mayor descenso lo
presenta el suelo nº 8 que pasa de 19.69 cm h-1 a 25ºC a 1.19 cm h-1 en el quemado. En
los suelos quemados nº 7 y 24 se producen reducciones en la conductividad del 54 y 36
%, respectivamente.

Numerosos autores han señalado una disminución en la conductividad hidráulica


debido al paso del fuego. Principalmente han explicado este descenso como resultado de
la acumulación de sustancias hidrofóbicas después del fuego (DeBano et al., 1970;
Savage, 1974; Ibáñez et al., 1983; Mallik et al., 1984). Martínez-Fernández y Díaz
Pereira (1994) también lo explican por otros factores como la obstrucción de los poros de
más de 30μ (Mallik et al., 1984), o los cambios en el contenido en materia orgánica
(Savage, 1974).

Al comparar el comportamiento del suelo incendiado con el resto de las


temperaturas de calentamiento en laboratorio se observa como el suelo nº 7 muestra unos
valores de conductividad hidráulica intermedios entre los encontrados a las temperaturas
de 170-220ºC. En el suelo nº 8 el valor de conductividad del suelo quemado se asemeja
más a los obtenidos a temperaturas superiores a 220ºC, mientras que el suelo nº 24
quemado se situaría en el intervalo entre 25 y 170ºC.

220
Resultados y discusión: Calentamiento controlado

Suelo nº 7

Conductividad hidráulica
40

30

(cm h )
-1
20 a
ab
10 bd
cd cd
c
0
25 170 220 380 460 Q

Temeperatura (ºC)

Suelo nº 8

40
Conductividad hidráulica

30
(cm h )
-1

a
20
ab ab
10 ab
b
b
0
25 170 220 380 460 Q

Temeperatura (ºC)

Suelo nº 24

40
Conductividad hidráulica

30
(cm h )
-1

20

10 a
b ab
bc bc
c
0
25 170 220 380 460 Q

Temperatura (ºC)

Figura 77. Conductividad hidráulica de los suelos calentados a distintas temperaturas y


del suelo incendiado (Q). Los valores para un mismo suelo son significativamente
diferentes (p<0.05) si las letras son diferentes.

221
6 SÍNTESIS Y CONCLUSIONES
Síntesis y conclusiones

Los procesos físicos en los suelos tienen efectos directos en la productividad y en


la sostenibilidad de cualquier ecosistema. Propiedades como la agregación, la estabilidad
de agregados, porosidad, infiltración, retención de agua y repelencia son factores clave en
la calidad del suelo y pueden verse profundamente afectados por el fuego.

Los suelos no quemados que se han seleccionado para este estudio pueden
considerarse representativos de la mayor parte de los suelos naturales de Galicia. Se
caracterizan por presentar una fuerte acidez, siendo el Al el catión que domina claramente
en el complejo de cambio. Presentan altos contenidos en Corg y una baja relación
Cbiomasa/Corg lo que indica una baja actividad de la microbiota del suelo. Aproximadamente
la mitad de los suelos están desarrollados sobre rocas graníticas y afines, con texturas
franco-arenosas, y el resto de los suelos, desarrollados sobre rocas metamórficas
(esquistos y pizarras), son de texturas francas o franco-limosas. Los altos contenidos en
Corg de estos suelos justifican sus bajos valores de densidad aparente y consecuentemente
la elevada porosidad que presentan.

El 68% de los suelos no quemados mostraron una repelencia al agua superficial


fuerte o muy fuerte mientras que tan solo cinco suelos no presentaron repelencia antes del
incendio. Se encontró una correlación positiva entre la repelencia al agua y el contenido
en Corg. En general, los suelos con mayor grado de repelencia al agua correspondieron a
los suelos bajo pinos y eucaliptos, de los cuales el 75 % presentaron una repelencia de
fuerte a muy fuerte, mientras que los suelos bajo matorral presentaron un comportamiento
más variable.

Son suelos que presentan un grado de agregación débil, sin prácticamente


agregados mayores de 5 mm predominando, en general, las fracciones entre 1 y 0.05 mm.
Sin embargo, la estabilidad de los agregados al agua, determinada por el test de
tamización es muy alta con un valor promedio de 3.14 mm, coincidiendo con lo afirmado
por otros autores para los suelos naturales de Galicia y que se explica por sus altos
contenidos en materia orgánica la cual constituye el principal agente cementante en estos
suelos. El test de la gota mostró una mayor variabilidad en la estabilidad de los agregados
al agua predominando en todo caso los suelos con un porcentaje elevado de agregados
estables. La granulometría del suelo es el factor clave en la agregación de los suelos de

225
Síntesis y conclusiones

forma que al aumentar el contenido en arcilla aumenta correlativamente el DMPS. La


estabilidad de los agregados al agua se ve favorecida por la presencia de componentes
orgánicos como son el Corg y el Cbiomasa pero también la repelencia al agua es otro factor
que contribuye a aumentar la estabilidad de los agregados en estos suelos.

Los resultados obtenidos al analizar los efectos a corto plazo de los incendios en las
propiedades del suelo permitieron obtener las siguientes conclusiones:

Del conjunto de parámetros que se analizaron en los suelos quemados se puede


diferenciar un primer grupo que se caracteriza por presentar un mismo patrón de
comportamiento en todos los suelos, es decir, o bien aumentan o bien disminuyen por
efecto de los incendios en la mayor parte de los suelos estudiados. En este grupo se
incluyen el pH, cationes de cambio y Cbiomasa.

El fuego favorece un aumento de pH e incrementa la disponibilidad de los


nutrientes en la superficie de los suelos quemados. Los cationes divalentes experimentan
un incremento ligeramente superior a los monovalentes. El 68 % de los suelos aumenta su
pH en agua entre 0.25 y 1 unidades y un 19 % experimentan aumentos superiores a 1
unidad. La magnitud del aumento de pH parece estar relacionado con los cambios que se
producen en el contenido en Corg. Los mayores incrementos de pH se producen en
aquellos suelos en los que más disminuye el contenido en materia orgánica tras el
incendio, lo que se traduce a su vez en mayores aumentos en las bases de cambio y
mayores disminuciones del contenido en aluminio.

La biomasa microbiana disminuye de manera importante en la casi totalidad de los


suelos después del paso del fuego, disminuyendo también la relación Cbiomasa/Corg lo que
indicaría que los suelos quemados contienen menos materia orgánica fácilmente
biodegradable.

Por el contrario, el efecto del fuego en todas las propiedades físicas analizadas es
muy variable y se relaciona de forma clara con las variaciones obeservadas en el
contenido en Corg.

226
Síntesis y conclusiones

Después de los incendios el contenido en Corg aumenta en el 42 % de los suelos,


disminuye en un 35 % de los casos (correspondiéndose con los suelos que tenían un
mayor contenido en Corg antes del fuego) y en un 23 % de los suelos no se observan
modificaciones. El elevado porcentaje de suelos en los que el contenido en Corg aumenta
tras el incendio o no varía podría indicar que los incendios ocurridos en la mayoría de las
zonas estudiadas han sido de baja inensidad.

El fuego favorece en la mayor parte de los suelos estudiados la fragmentación de


los agregados de mayor tamaño en condiciones secas siendo esta fragmentación tanto
mayor cuanto mayores son las pérdidas de Corg. Por el contrario, la estabilidad de los
agregados al agua se incrementa tras el fuego en un 40 % de los suelos, disminuye en otro
40 % y en un 20 % no se apreciaron cambios, siempre de forma proporcional a las
pérdidas de Corg.

Teniendo en cuenta que la materia orgánica juega un papel fundamental en la


formación y estabilidad de la estructura en los horizontes superficiales del suelo, en
aquellos suelos en los que se produce su pérdida por combustión también se ven afectadas
todas las propiedades del suelo relacionadas con la agregación. La fragmentación de los
macroagregados en microagregados aumenta la densidad aparente de los suelos, reduce la
porosidad total y aumenta la retención de agua disponible para las plantas.

Por otra parte, el paso del fuego no afectó a la composición granulométrica de los
suelos, de hecho el 77 % de los suelos quemados no presenta diferencias en su
granulometría con respecto a los suelos no quemados.

Finalmente, el grado de repelencia inicial de los suelos parece condicionar las


variaciones observadas tras el incendio. El fuego indujo la aparición de repelencia al agua
superficial en aquellos suelos que no eran repelentes antes del incendio, la aumentó en los
que presentaban una repelencia ligera o moderada y se mantuvo muy alta en la mayoría
de los suelos que previamente eran muy hidrofóbicos. Únicamente en tres suelos se
aprecia una fuerte reducción de la repelencia al agua en la capa más superficial del suelo
tras los incendios pero en estos casos la repelencia es muy fuerte en la capa
subsuperficial.

227
Síntesis y conclusiones

El análisis de la evolución de las propiedades de los suelos quemados en los dos


años posteriores al incendio refleja una gran variabilidad entre los distintos suelos
estudiados. La magnitud de los cambios producidos en la superficie del suelo
inmediatamente después del incendio va a condicionar la recuperación de los valores que
presentaba el suelo antes del incendio.

La evolución del contenido en Corg de los suelos quemados en los dos años
posteriores al incendio parece condicionar la recuperación de la mayor parte de las
propiedades físicas del suelo. En general cuando los cambios son de poca magnitud la
recuperación de los valores se produce en los primeros meses despues del incendio
mientras que si los cambios producidos fueron importantes no se aprecia la recuperacion
al cabo de los dos años de estudio.

El uso de programas de calentamiento en el laboratorio en donde se puede


controlar la temperatura alcanzada por el suelo, el tiempo de quemado, su grado de
humedad etc., es una herramienta muy útil para analizar la influencia de un valor concreto
de temperatura en las propiedades del suelo y aislarlo de perturbaciones indirectas que
tienen lugar en los incendios no controlados.

De los resultados obtenidos en la experiencia de calentamiento controlado en el


laboratorio se deduce que la degradación física que pueden sufrir los suelos tras el paso
del fuego dependerá de las temperaturas máximas que se alcancen en la superficie del
suelo. Esta experiencia ha permitido aclarar la interpretación de ciertos comportamientos
observados en los suelos tras los incendios que admitían diversas explicaciones y se han
podido extraer las siguientes conclusiones:

El incremento de la temperatura favoreció la fragmentación de los macroagregados


en microagregados. Se observó una ligera reducción a bajas temperaturas en el tamaño de
los agregados aunque no se apreciaron cambios significativos en el DMPS hasta los
220ºC. A 380º y 460ºC se produjo una importante desagregación desapareciendo casi en
su totalidad los agregados mayores de 1 mm. Por tanto, el incremento de la temperatura
favorece la fragilidad de los agregados de mayor tamaño en condiciones secas y su
disgregación en fragmentos de menor tamaño.

228
Síntesis y conclusiones

El efecto de la temperatura en la estabilidad de los agregados al agua fue diferente


según el método de determinación empleado. Con el test de tamización se encontraron
muy pocas variaciones hasta los 220ºC mientras que el test de la gota refleja un
incremento en el % de agregados estables a las temperaturas de 170º y 220ºC en dos de
los tres suelos estudiados. A 380º y 460ºC tanto el test de tamización como el test de la
gota muestran una drástica disminución en la estabilidad de los agregados en húmedo.

El calentamiento ejerce una clara influencia sobre la repelencia al agua de los


suelos estudiados. Por debajo de 170ºC la temperatura induce o incrementa la repelencia
al agua en los suelos menos hidrofóbicos y apenas modifica la repelencia de los suelos
inicialmente muy hidrofóbicos. Los valores máximos de repelencia se encontraron entre
220 y 240ºC y por encima de 260-280ºC la repelencia al agua de los suelos desaparece.

La influencia de la temperatura en la conductividad hidráulica de los suelos está


condicionada por los cambios que se producen en la agregación y en la repelencia al
agua. La conductividad hidráulica disminuye con el aumento de la temperatura hasta
alcanzar valores mínimos a 220ºC y a temperaturas mayores se mantiene muy baja. Esta
disminución inicial de la conductividad hidráulica estaría relacionada con el incremento
de la repelencia al agua observado en el intervalo 170-220ºC. A mayor temperatura (260-
280ºC) la repelencia al agua desaparece pero la fuerte desagregación que se produce a
temperaturas superiores, explicaría los bajos valores de conductividad hidráulica
observados en los suelos estudiados.

Independientemente de la temperatura alcanzada en el suelo, la reducción en la


conductividad hidráulica puede ser considerada como el principal efecto negativo del
calentamiento en la degradación física de los suelos ya que una menor infiltración del
agua en el suelo determinaría unas condiciones más favorables para la formación de
escorrentía superficial y una aceleración de los procesos erosivos en las zonas quemadas.

La severidad de los incendios forestales es diferente según la estación del año en


que ocurran. En verano se producen los fuegos de mayor intensidad y en los que la
degradación física del suelo puede ser mayor, por lo que la comparación de los resultados
obtenidos en las experiencias de calentamiento controlado en el laboratorio con los
observados en los incendios de verano puede ser una herramienta útil para estimar de

229
Síntesis y conclusiones

forma aproximada las temperaturas alcanzadas en los suelos durante los incendios y a
partir de las mismas los riesgos de degradación física de estos suelos en Galicia.

Los resultados obtenidos al analizar los efectos a corto plazo de los incendios en las
propiedades del suelo y su comparación con los obtenidos en el calentamiento controlado
en el laboratorio nos permiten concluir que los cambios que se producen en las
propiedades de los suelos quemados están directamente relacionados con la severidad de
los incendios.

De esta comparación se puede establecer que en las zonas 7 y 24 las temperaturas


alcanzadas en la superficie del suelo durante los incendios no serían excesivamente altas
(<220ºC) correspondiendo por tanto a incendios suaves de acuerdo con la clasificación de
Chandler et al. (1983) o de moderada severidad de acuerdo con la clasificación de
Hungerford y Ryan (1996).

La extrapolación de los resultados obtenidos mediante las experiencias de


calentamiento controlado en los suelos nº 7 y 24 al conjunto de los suelos utilizados para
analizar los efectos a corto plazo de los incendios, permitiría concluir que en la mayoría
de los incendios forestales las temperaturas alcanzadas en la superficie del suelo no
habrían sido excesivamente altas (<220ºC).

En estos incendios estivales de baja o moderada intensidad, la mayor parte de las


propiedades físicas no se ven prácticamente afectadas por el paso del fuego, excepto una
ligera fragmentación de los macroagregados en microagregados, e incluso en algún caso
se ven mejoradas, como por ejemplo la estabilidad de los agregados frente al impacto de
las gotas de agua. La estabilidad de los agregados es uno de los factores que más
fuertemente influyen sobre la erosionabilidad del suelo, convirtiéndose tras el paso del
fuego (debido a la eliminación de la cubierta vegetal y la hojarasca) en un factor clave en
la gestión del agua y en la pérdida de nutrientes y materiales del suelo. Los resultados
obtenidos indican que la erosionabilidad del suelo no se vería muy alterada en este tipo de
incendios.

Sin embargo es importante señalar la fuerte repelencia al agua superficial que


manifiestan los suelos tras fuegos poco intensos, lo cual se traduce en una fuerte

230
Síntesis y conclusiones

reducción de la infiltración del agua en el suelo. La menor infiltración del agua, junto con
la reducción de la protección del suelo por la cubierta vegetal, constituyen el principal
impacto negativo de los incendios de baja a moderada intensidad en la degradación física
de los suelos gallegos ya que suponen unas condiciones más favorables para la formación
de flujos de escorrentía superficial y una aceleración de los procesos erosivos en las zonas
quemadas. Este efecto se ve favorecido por el acentuado relieve y por la elevada
erosividad de las lluvias en Galicia.

Por el contrario en la zona 8 las propiedades del suelo quemado se aproximan a los
valores obtenidos con las temperaturas de 380 y 460ºC lo que refleja una mayor severidad
del fuego en esta zona. Cuando los incendios son de mayor intensidad la degradación
física del suelo se manifiesta de manera más drástica, ya que la pérdida de la materia
orgánica, principal agente cementante de los suelos forestales gallegos, favorece una
fuerte desagregación del suelo y una menor estabilidad al agua de los agregados por lo
que aumenta de forma importante la erosionabilidad del suelo quemado. A esta pérdida
de estructura hay que añadir la formación de una capa repelente al agua no en la
superficie sino a unos cm de profundidad, proporcionando condiciones muy favorables
para el desarrollo de escorrentías y el arrastre de importantes cantidades de suelo con
consecuencias gravísimas en la sostenibilidad del ecosistema forestal.

Se propone la determinación de la repelencia al agua inmediatamente después de


producirse un incendio como un índice sencillo para estimar de forma indirecta las
temperaturas máximas alcanzadas en la superficie del suelo y en consecuencia el impacto
de las mismas sobre los riesgos de degradación física de las zonas quemadas. Esta fuerte
repelencia al agua de los suelos después de los incendios podría ser considerada, junto
con la destrucción de la cubierta vegetal, como la causa principal de los incrementos en la
escorrentía superficial y en la erosión que repetidamente están sufriendo las áreas
quemadas de la zona húmeda española.

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