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Acciones frente a la pobreza

La desigualdad en la disponibilidad de medios para poder cubrir las necesidades y deseos inherentes a la
condición humana sigue siendo un tema que despierta gran controversia. La polémica se radicaliza cuando se
contemplan situaciones extremas de desigualdad en las que una parte vive en la más absoluta pobreza,
careciendo de los medios más elementales para la subsistencia, y otra alcanza niveles de riqueza y
ostentación inusitados. Con frecuencia los medios de comunicación nos transmiten datos en los que se afirma
que los niveles de renta de las cien personas más ricas del mundo equivalen a la renta de varios millones de
personas en los países más pobres.

Cualquier diagnóstico sobre la desigualdad y la pobreza en el mundo debe, por tanto, precisar dos cuestiones.
En primer lugar, la dimensión del problema, matizando el sentido y alcance de la desigualdad y la pobreza a
escala internacional e intranacional. Y, en segundo término, las corrientes de renta que se mueven en el
mundo y la medida en que las políticas económicas modifican la intensidad y reparto de dichos flujos de renta.

Los niveles más altos de pobreza absoluta y relativa siguen estando en el África subsahariana, Latinoamérica
y Sudasia. Hay, además, dos zonas, África subsahariana y Asia Central y Europa del Este, en las que la tasa
de pobreza se ha incrementado. Esto pone de manifiesto dos cuestiones cruciales: que el desarrollo depende,
fundamentalmente, de los modelos económicos que se imponen en cada una de las grandes áreas del
mundo; y que África y el antiguo bloque soviético son las dos zonas que salen peor paradas en el proceso de
globalización económica en curso. La erradicación de la pobreza y el hambre en el mundo es el problema
económico fundamental que motiva los esfuerzos de todos los países y que orienta la política económica
internacional. No obstante, los avances en ese sentido han sido escasos

La enfermedad y la muerte, son procesos humanos universales, pero ni las enfermedades se


distribuyen aleatoriamente entre la población, ni cuándo y de qué morimos va a tener ese carácter
tan “democrático” de la muerte.

 Mejorar las condiciones de vida, es decir, las cir-cunstancias en las que las personas nacen,
crecen, viven, trabajan y envejecen.
 Luchar contra la distribución desigual del poder, el dinero y los recursos –es decir, los
factores estructurales de los que dependen las condiciones de vida– en el plano mundial, nacional
y local.
 Definir la magnitud del problema, evaluar las intervenciones, ampliar la base de
conocimientos, dotarse de personal capacitado en materia de determinantes sociales de la salud y
sensibilizar a la opinión pública acerca de los determinantes sociales de la salud.

El informe de la OMS (2013) sobre estadísticas sanitarias mundiales analiza cómo se están
desarrollando los indicadores de salud de los objetivos del milenio para 2015. Aunque refleja una
visión optimista señalando que se han logrado mejoras en diversos indicadores y que existen
signos de convergencia entre los países más ricos y los más pobres, los datos reflejan las enormes
desigualdades que existen. La mortalidad infantil en los países del cuartil inferior respecto al
superior, es de 5 frente a 112 por cada 1000 nacidos vivos; mientras que respecto a la mortalidad
materna las diferencias ascienden a 8 frente a 521 por 100.000 nacidos vivos. Los habitantes de los
países de ingresos altos tienen 20 años más de esperanza de vida –60 frente a 80– que los de
ingresos bajos. Estas enormes desigualdades se dan en todos los indicadores de salud.

Como conclusión, se puede afirmar que existe una gran relación entre pobreza y salud. Las
diversas estructuras de reparto, tanto a nivel nacional e internacional, de riqueza y poder,
mediante diversos condicionantes como la situación laboral, el saneamiento ambiental o el acceso
a la sanidad, generan de forma sistemática diferencias en salud entre la población. Se hace
necesaria la voluntad de los gobiernos y la colaboración de las organizaciones y la sociedad civil
para llevar a cabo las intervenciones necesarias para reducir estas desigualdades injustas. En el
marco de la actual crisis económica, se acentúan los determinantes que generan pobreza y
exclusión y que tienen un grave impacto sobre la salud de la población pero si se aplican fuertes
políticas públicas de protección social puede aliviarse en gran medida este efecto. Por último,
dado el carácter multifactorial de los determinantes sociales de la salud debe promoverse la
investigación interdisciplinar para mejorar su análisis y diseñar intervenciones más efectivas.
El cáncer constituye desde hace décadas uno de los principales retos en la promoción y la financiación de la
salud pública en los países desarrollados. Lo que resulta menos conocido es que de los 14 millones de
nuevos diagnósticos que tuvieron lugar en 2012, un 57 por cien corresponde a países de ingreso medio y
bajo, donde hoy se concentran dos de cada tres fallecimientos derivados de una enfermedad que mata a más
personas que el sida, la malaria y la tuberculosis juntos

Las enfermedades no transmisibles - como el cáncer, la diabetes y otras patologías crónicas relacionadas
hasta hace poco con el estilo de vida de las sociedades más desarrolladas - son una buena ilustración de los
retos a los que se enfrenta la salud global en el siglo XXI: las fronteras entre el mundo desarrollado y en
desarrollo se difuminan para dar lugar a un panorama más complejo en el que la salud "de los pobres" incluye
pero en ningún caso se limita a los riesgos de un parto o a un puñado de enfermedades tropicales como la
malaria. A medida que el ingreso medio de las naciones tiende a converger, cada país se convierte en un
pequeño laboratorio que refleja la diversidad del planeta. Las diferencias entre individuos y grupos sociales al
interior de los países y entre regiones del mundo se ensancha intolerablemente, de modo que el lugar o la
familia en la que uno nace determina las posibilidades de disfrutar de una salud básica.

Se mantienen ambiciosas metas finales - como poner fin antes de 2030 a las muertes prevenibles de menores
de cinco años - , pero se hace en el marco de la garantía de derechos, en este caso del acceso a la salud.
Este derecho constituye un semáforo del bienestar y el progreso de las sociedades, mucho más allá de los
propios indicadores sanitarios.

Este principio inspira la inclusión, por primera vez, de la cobertura universal de salud como un objetivo central
del nuevo marco del desarrollo.Se trata de evitar lo que los economistas de la salud denominan el "gasto
catastrófico" de una enfermedad: el riesgo de que los costes derivados de un tratamiento arruinen al individuo
y a su familia y determinen cualquier otro aspecto de sus vidas, como la posibilidad de mantener a una hija en
la escuela. En amplias regiones de África, América Latina y Asia, el tratamiento de una simple complicación
respiratoria puede derivar en ese "gasto catastrófico"

SALUD

Para este derecho se tomaron seis indicadores.


Controles prenatales de las mujeres embarazadas. Se considera que goza del derecho la mujer embarazada
que por lo menos va cada dos meses durante su embarazo.
Control de crecimiento. La población sujeto de derecho son los menores de cinco años. Se ha gozado del
derecho si en los últimos doce meses han sido llevados a control de crecimiento y desarrollo.
Vacunación. La población sujeto de derecho son todos los niños de uno a cuatro años (inclusive). Deben
recibir la primera dosis de la vacuna triple viral.
Afiliación al régimen de seguridad social en salud. Todos los desplazados son sujetos de este derecho.
Atención médica. Los sujetos de derecho son todos los desplazados que soliciten este servicio.
Atención psicosocial. La población sujeto de derecho son todos los desplazados que soliciten este apoyo.

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