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Para comenzar debo decir que este ensayo se debe a la definición de la palabra
“gitano” que ha puesto la RAE en la última edición de su diccionario llamándolos a
éstos, trapaceros, cuya definición es: “Que con astucias, falsedad y mentiras procura
engañar a alguien en un asunto.”. Como se puede observar es un término arcaico y
peyorativo que atribuye una conducta negativa a un colectivo de personas solo por
pertenecer a dicho colectivo, y aún más, cuando no se puede elegir ser de ese
colectivo o no, sino que se nace siendo parte de él.
Obviamente esta definición mantiene a la sociedad gitana de muy mal humor frente a
la RAE, puesto que afecta a toda su comunidad, una comunidad que siempre ha
estado cargada de estereotipos negativos y lleno de prejuicios, los cuales en la gran
mayoría de sus personas no definen.
Como he escuchado más de una vez “el lenguaje no es inocente”, y se dice con él
precisamente lo que uno tiene intención de decir, y por muchas vueltas que le
podamos dar, este término no tiene punto de vista bueno, es un término que debe
desvincularse de toda persona gitana. Tenemos que ser consciente del perjuicio que
genera la reproducción de imágenes y estereotipos que finalmente conducen a la
discriminación. La imagen social negativa es la causa principal de la discriminación
hacia la comunidad gitana.
Pero estas posibles críticas habría que hacérselas a la sociedad, a los hablantes, si en
su comportamiento son machistas, racistas, homófobos, etc, y no al diccionario en sí,
puesto que el diccionario no hace más que reflejar lo que se ve en la sociedad, es
cierto que la RAE no debía de haber actuado así, pero primero se debería evitar tal
comportamiento en la sociedad.
Mi opinión en este aspecto queda bastante clara, no creo que una institución tan
profesional, o que intente serlo, deba marginar de tal manera a personas simplemente
por su origen por muy idealizado, en aspecto negativo, que pueda estar dicha
sociedad.