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INFORME SOBRE

RELACIONES HUMANAS

Realizado por: JIAP-V12303069


Las relaciones sexuales en los humanos se da solo para la reproducción de la
especie o para y por placer

La sexualidad humana es la capacidad de sentir experiencias eróticas y de


responder a ellas. Representa el conjunto de comportamientos que conciernen la
satisfacción de la necesidad y el deseo sexual. Los seres humanos utilizan
la excitación sexual con fines reproductivos y para el mantenimiento de vínculos sociales,
pero le agregan el goce y el placer propio y el del otro. El sexo también desarrolla la
afectividad y la conciencia de la personalidad. En algunas culturas se otorga un sentido
religioso o espiritual al acto sexual, o se le atribuye poder para mejorar la salud si se
realiza de una forma determinada, o de perderla, si se hace desordenadamente.

Según la Unesco y Egremy define a la sexualidad como la "Construcción bio-socio-


psicológica que nos permite establecer relaciones con los demás desde el eje sexo-
genérico". La Organización Mundial de la Salud (OMS), Organización Panamericana de
la Salud (OPS) y Asociación Mundial de Sexología (AMS) (2000) Definen el término
sexualidad se refiere a:

“una dimensión fundamental del hecho de ser un ser humano: Basada en el sexo,
incluye al género, las identidades de sexo y género, la orientación sexual, el
erotismo, la vinculación afectiva y el amor, y la reproducción. Se experimenta o se
expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes,
valores, actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de
la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales,
éticos y religiosos o espirituales. Es un aspecto central del ser humano presente a
lo largo de su vida”.

Aunque existen conductas sexuales comunes a la mayoría de seres humanos, el


comportamiento sexual es variado. Una parte de ese comportamiento es instintiva, como
ocurre en casi todos los animales, aunque su forma y expresión está modulada por la
cultura y por preferencias personales.
En la sexualidad humana pueden distinguirse aspectos relacionados con la salud,
el placer, legales, religiosos, etc. El concepto de sexualidad comprende tanto el impulso
sexual, dirigido al goce inmediato y a la reproducción, como los diferentes aspectos de la
relación psicológica con el propio cuerpo (sentirse hombre, mujer o ambos a la vez) y de
las expectativas de rol social. En la vida cotidiana, la sexualidad cumple un papel muy
destacado ya que, desde el punto de vista emotivo y de la relación entre las personas, va
mucho más allá de la finalidad reproductiva y de las normas o sanciones que estipula la
sociedad.

Durante siglos se consideró que la sexualidad en los animales y en los humanos era
básicamente de tipo instintivo. En esta creencia se basaron las teorías para fijar las
formas no naturales de la sexualidad, entre las que se incluían todas aquellas prácticas
no dirigidas a la procreación.

Hoy, sin embargo, se sabe que también algunos mamíferos muy desarrollados como
los delfines, e incluso aves como los pingüinos, presentan un comportamiento sexual
diferenciado, que incluye además de formas de aparente homosexualidad, variantes de
la masturbación y de la violación. La psicología moderna deduce, por tanto, que la
sexualidad puede o debe ser aprendida.

El psicoanálisis diferencia la noción de instinto para el ser humano y considera la


sexualidad en un sentido más amplio que el genital ya que el deseo sexual humano no
se superpone con el instinto de reproducción.
¿Solo en nuestra especie?

Según algunos científicos, la diferencia entre un humano y un animal en el ámbito


sexual, es que los animales lo hacen por instinto de reproducción y en temporadas
predefinidas por la naturaleza. Y los humanos, no sólo para poblar más la tierra, sino por
amor y también por placer, sin tener una fecha determinada; inclusive, puede tener
pensamientos habituales de deseos sexuales la mayor parte del tiempo. Pero se han
encontrado algunos animales cuyo comportamiento sexual es similar al mamífero
racional. Veamos algunos animales que tienen sexo por placer:

Delfin: Investigadores de este animal mencionan que se observa actividad sexual


habitual. Copulan todo el tiempo en cualquiera de sus etapas, bien sea de ovulación o de
menstruación de la hembra.

Chimpancés bonobos Dentro de los estudios, estos monos se han visto teniendo
relaciones fuera del celo de las hembras. Se observa además, que tocan sus genitales
entre sí con frecuencia.
Monos carablanca Los primatólogos estadounidenses Amy Parish y Joseph Manson,
convivieron con esta especie para una investigación, en la cual descubrieron que
los machos tenían una búsqueda sexual incesante en las hembras, incluso
embarazadas o lactando
Macacos japoneses Monica Carosi y Alfonso Troisi son un par de investigadores
italianos, quienes vivieron 240 horas con estos animales. Allí, desde su experiencia,
notaron que entre parejas tuvieron 239 coitos, dentro de los cuales observaron en
la hembra expresiones orgásmicas. Los gemidos y sujetar con fuerza al macho,
indica que sienten placer.
Osos pardos Un estudio realizado en Croacia por la revista Zoo Biology, liderado por la
investigadora Agnieszka Sergiel, demostró que esta especie de oso practica el sexo
oral. Durante una observación de 120 horas, una pareja de osos pardos tuvo 28
actos de sexo oral mutuo.
Hienas Durante investigaciones hacia estos animales, han demostrado el gusto por sus
parejas, frotando sus cuerpos constantemente, además de lamer sus genitales y al
igual que los bonobos, tienen sexo de manera frecuente.
Ratones Jaak Panskepp y Jeffrey, estudiosos de la sicología, realizaron un experimento
en el año 2001, donde demostraron que los ratones sienten cosquillas y hasta
logran una risa que solo se puede escuchar con aparatos específicos en
laboratorio; tras esto, también lograron identificar que tienen sensaciones
placenteras al rozarse entre sí.

Factores que condicionan

Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del año 2001 en


Guatemala señala que la sexualidad es el resultado de la interacción de factores
biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos, religiosos y espirituales. Si
bien puede abarcar todos estos aspectos, no es necesario que sean experimentados ni
expresados simultáneamente, pero podemos observar que tal diversidad de condiciones
confiere a la sexualidad de cada individuo una etiqueta de carácter personal y único,
donde la persona es libre de manifestarse como es, como se siente, como piensa.

La dimensión biológica se refiere a todos aquellos aspectos que desde lo físico y


orgánico tienen que ver con la expresión y vivencia de nuestra sexualidad. No solamente
son los genitales (pene y vulva) sino que incluye e integra otros órganos que están
regidos por el cerebro como los sentidos: oído, vista, gusto, tacto y olfato. Pues, son los
sentidos quienes captan los diferentes estímulos externos que activarán nuestro
cerebro para generar una respuesta sexual como de excitación, de placer, de agrado o
de rechazo. Por ejemplo, cuando uno recibe una caricia en la piel o un beso en la boca
nuestra respuesta puede ser de placer generando una activación cerebral y con ello una
respuesta sexual como la erección, o aumento de pulsiones cardiacas, entre otras. Estos
aspectos biológicos se dan desde la infancia y a lo largo de todo el ciclo de la vida, cada
uno con sus particularidades; pues no debemos perder de vista que somos seres
sexuados (nacemos con un sexo).

Por otro lado, tenemos las dimensiones psicológicas y sociales que cada persona
va perfilando a lo largo del tiempo y con ello se va generando una actitud hacia la
sexualidad que hará que una persona se muestre más abierta a descubrir, experimentar
o por el contrario que se inhiba y se sienta cohibida de vivir su sexualidad. Dependerá de
experiencias personales, de aquello que es referido o condicionado por otras personas
de su entorno, influye el ambiente sociocultural donde la persona está creciendo y
viviendo, así como de los valores, la información que recibe desde casa o las escuelas,
de las creencias religiosas, etc. Es importante señalar que además la sexualidad
comienza a manifestarse desde esta dimensión psicológica y social en conductas y
comportamientos que uno va adquiriendo e interiorizando desde la etapa infantil. Lo
primero que hemos ido aprendiendo de sexualidad fue en casa de lo captado o enseñado
por papá, mamá, otros familiares o cuidadores y posteriormente profesores.

Es por ello, que cuando un niño de 3 o 5 años que comienza a tocar su cuerpo de
manera autoexplorativa (coge sus manos, sus ojos, sus pies, su pene, etc.), la reacción
de algunos padres es de alarma y le pueden llegar a decir: “eso no se toca…” o “no te
toques que es cochino”. El niño podría comenzar a asociar que sus genitales son sucios,
son prohibidos, y si el tocarse le produjo una erección y por ende placer, pues que esa
sensación agradable es algo malo porque “papá o mamá lo dice”.

Cuando estamos en un lugar donde “no se habla de sexualidad” porque es un


tema tabú o porque los padres deciden posponer el momento de educación sexual para
cuando el niño o niña sea adolescente, pues vamos dando un mensaje que la sexualidad
sigue siendo prohibida y con ello se debe “inhibir” todo aquello que un niño o niña pueda
sentir como curiosidad por saber por qué las personas se enamoran o por qué hay cosas
que “solo son para hombres y no para mujeres y viceversa”, o por qué siente que “le
gusta su amiguita del salón de clases”. Entonces, vemos que indudablemente el entorno
social influye de manera importante en nuestra actitud y nuestra conducta hacia nuestra
propia sexualidad y la ajena.
Si los niños y niñas crecen en ambientes sociales como la escuela, el barrio, el
club, las familias; pues no podemos taparle los ojos para que “no vean” personas
besándose en los parques en señal de amor, niñas jugando a los carritos o al fútbol,
niños jugando a la cocinita, hombres con cabello largo y aretes (por moda musical o
simple gusto), mujeres rudas con cabello corto, una mujer que acepte los golpes de
su pareja o un hombre que actúe siempre violento para demostrar “su hombría”.

La forma cómo vamos interiorizando en nuestra mente estos mensajes que día a
día vemos u oímos influyen en nuestra personalidad, en nuestro actuar y son las
dimensiones de nuestra psicología. Todo aquello que nuestra sociedad “nos enseña”
sobre “el ser hombre” y “ser mujer” se llama relaciones de género. El problema es
cuando a un niño le obligan a que debe ser violento con las mujeres para demostrar su
hombría o cuando una niña crece creyendo que “es normal” que las mujeres sean “el
sexo débil” y tengan que ser sumisas a los hombres. A eso se llama “romper los
estereotipos de género tradicionales”. Ello se logra con educación.

Referencias consultadas:

- UNESCO (2000). “Promoción de la salud sexual, recomendaciones para la


acción”. Guatemala. Recuperado el 10-02-19 en:
http://www1.paho.org/Spanish/AD/FCH/AI/salud_sexual.pdf
- EL PENSANTE (19-05-2016). “Animales que tienen sexo por placer”. Recuperado
el 10-02-19 en: https://mundo.elpensante.com/los-animales-que-tienen-sexo-
por-placer/
-

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