Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
HISTORIAS DE CONTACTO
Raza, "salvajismo", esclavitud
y "civilización": fragmentos
para una historia del racismo
y de la resistencia indígena
en la Amazonia
Augusto J. Gómez L. *
Presentación
199
Augusto]. Gómez L.
Si pintamos a los americanos como una raza de hombres que tienen todos
los defectos de los niños, como una especie degenerada del género huma-
no, cobarde, impotente, sin fuerza física, sin vigor, sin elevación espiri-
tual, por muy asquerosa que resulte tal imagen, es auténtica, ya que no
agregamos nada de imaginación a nuestro retratol.
Cornelius de Paw, en su obra América, citado por José Pernetty en "Disertación sobre América y los
Americanos contra las Investigaciones Filosóficas del Señor Paw, en Europa y Amerindia. Ediciones
Abya-Yala. Colección 500 Años, No. 30, Quito, Ecuador, 1991, p. 36. El mismo Paw señala que "...el
Nuevo Mundo es una tierra totalmente ingrata, odiada por la naturaleza ... En las partes meridionales, y
en casi todas las islas de América, la tierra estaba cubierta de aguas corrompidas, dañinas, mortales" (p.
34). A propósito de esta apreciación acerca del Nuevo Mundo, Wade comenta cómo hasta finales del
siglo XVIII las diferencias existentes entre miembros de la especie humana tuvieron una explicación de
carácter ambiental y como tal se veía que lo ambiental afectaba las instituciones políticas y sociales de la
sociedad humana y la diferencia corporal: Race and Ethnicity in LAtin America; p. 7.
200
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilización"
La obra reciente de Peter Wadé, en la que explora desde una perspectiva histó-
rica los contenidos que desde el pasado le han sido otorgados a las nociones de
"raza" y "etnia", constituye un fructífero camino para establecer el "lugar" y la
"condición" que desde los tempranos tiempos coloniales se le atribuyó a los habi-
tantes nativos americanos, en general, y a los de nuestra selva oriental en particular.
La obra del autor en referencia ha surgido, precisamente, en un contexto político y
socialcomo el actual en el que asistimos a un apreciable fortalecimiento de las iden-
tidades de grupos humanos que, como los indígenas, permanecieron "invisibles" en
el pasado colonial y decimonónico, cuando se emprendieron los procesos de cons-
trucción de los Estados nacionales en América Latina, procesos dentro de los cuales
seignoró la existencia de dichos grupos o, en el mejor de los casos, se conservó la es-
peranza de que el mestizaje y la "fuerza del progreso" generarían su incorporación:
"a pesar del supuesto declive de los aspectos relacionados con raza y etnicidad que,
se creía, estaban destinados a disolverse frente al proceso de modernización econó-
mica y política, en Latinoamérica y en el mundo las identidades étnicas y raciales
han venido teniendo un creciente significado"3.
Siguiendo el camino escogido por Wade, quien elabora una especie de ar-
queología o genealogía de lo que históricamente se ha entendido por raza y etni-
cidad, se abordarán algunos contenidos implícitos y explícitos de informes y
documentos de misioneros, viajeros, exploradores, naturalistas y agentes estata-
les que, habiendo incursionado en la Amazonia4, dejaron sus "memorias", sus
descripciones y observaciones acerca de la "naturaleza de los indios" y de los me-
dios que debían emplearse para su "civilización" e integración, sin olvidar que
esasdescripciones y sus contenidos no son independientes del contexto histórico
y social en que han surgido, como lo observó Wade5•
En este orden de ideas, las concepciones que históricamente han surgido
acerca de la Amazonia, de sus habitantes, de su extensión, sus límites, su fauna,
su flora, han construido una geografía amazónica signada por la mirada colonial
2
Setrata de Race and Ethnicity in Latin America. Pluto Press, London-Chicago-IIIinois, 1997. El mis-
mo autor ha investigado en las últimas décadas acerca de la situación de los grupos negros en el Pací-
fico colombiano en aspectos como esclavitud, identidad, cultura musical, migraciones, etc.
3 Peter Wade, Race and Ethnicity in Latin America, p.l.
4
Metodológicamente privilegiamos las descripciones de quienes visitaron la región. Una buena parte
de esas descripciones fueron elaboradas de mano de viajeros durante el siglo XIX, cuyas incursiones
en la región se enmarcaron dentro del proceso de industrialización europea y la búsqueda de nuevos
recursos y materias primas, como en el caso del caucho y de la quina. Comúnmente esos viajeros es-
tuvieron ligados a las academias de ciencias y jardines botánicos de Europa y, en gran medida, las
ideas e imágenes que por entonces tuvieron vigencia en el Viejo Continente acerca del Nuevo Conti-
nente y sus habitantes, fueron resultado de las descripciones y "cuadros de costumbres" elaboradas
por dichos viajeros.
Peter Wade, op. cit., p. 5.
201
Augusto]. Gómez L.
6 Ibid.,p.15.
202
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilización"
En los estudios de Luigi Brenna en la segunda mitad del siglo XVIII sobre
los ''Americanos''s, éste planteó la existencia de:
Cierta escala de los espíritus humanos que se parecen entre sí por la natu-
raleza y las propiedades esenciales pero presentan enormes diferencias en
el uso de las mismas: A mí me parece que esta escala es tan sensible, que no
solamente existe entre dos individuos de la misma especie, digamos por
ejemplo entre un individuo como Newton o Galileo y un caníbal o un bra-
sileño, una diferencia mayor de la que se observa a primera vista entre un
caníbal o brasileño y un orangután u otro animal que, como lo acostum-
bramos decirlo, se parezca más a los hombres. Creo que la misma diferen-
cia se pueda encontrar fácilmente entre algunas naciones comparadas
entre sí... Profundizando aún más esta consideración, me pareció descu-
brir al final, una escala tan integral y perfecta que puedo concluir que
existen pueblos enteros que, en lo tocante al espíritu, viven en una eterna
infancia, y no llegaron jamás al uso de razón9•
Charles Marie de La Condamine, "Relation abrégée d'un voyage fait dans l'intérieur de I'Amérique
méridionale, depuis la Cote de la Mer du sud jusqu'aux cotes du Brésil et de la Guiane, en descendant
la riviere des Amazones". Citado por José Pernetty, "Disertación sobre América y los americanos
contra las investigaciones filosóficas del señor de Paw", en Europa y Amerindia, Ediciones
Abya-Yala.Colección 500 Años, No. 30, Quito, Ecuador, 1991, p. 176.
Brenna Luigi, "Sobre los salvajes de América", estudio realizado en 1785, en Europa y Amerindia.
Ediciones Abya-Yala. Colección 500 Años, No. 30, Quito, Ecuador, 1991, pp. 179-202.
9 ¡bid., pp. 179-181.
10 Peter Wade, op. cit., p. 10.
203
Augusto J. Gómez L.
11 ¡bid., p. 26.
12 ¡bid., p. 27.
13 Una de las trampas metodológicas ha consistido en abordar el conocimiento de la situación de las co-
lonias hispanas en América a partir de las Leyes de Indias. De e observarse, sin embargo, que secular-
mente ha existido un profundo divorcio entre legislación y realidad y, en consecuencia, vale la pena
recordar aquella vieja expresión colonial: "las leyes se acatan pero no se cumplen". Los conocidos
conflictos entre las autoridades y los encomenderos de mediados del siglo XVI, en el Perú y en la
Nueva Granada, tuvieron que ver precisamente con la continuación de las prácticas esclavistas por
parte de los encomenderos, a pesar de las leyes dictadas por la Corona en contra de dichas prácticas.
Al respecto, la obra de Juan Friede, Vida y luchas de Don Juan del Valle, es bastante ilustrativa.
14 Los censos de población levantados por misioneros y por empresarios mineros y caucheros declaran
como "civilizados" a aquellos indios que están al servicio de la misión o de los empresarios; los recién
vinculados a los pueblos de indios figuran como "neófitos" y los demás son sencillamente considera-
dos como "salvajes".
204
(
15 Se trata de ilustraciones alusivas al canibalismo de los aborígenes amazónicos, como las realizadas
por el pintor holandés A. Eckhout en 1641.
16 El padre Juan Magnín, jesuita suizo, permaneció ocho años en las Misiones de Maynas (entre 1738 y
1746) Yallí elaboró su Mapa y la Breve descripción, en los que delineó gran parte del Marañón e in-
trodujo importantes observaciones acerca de éste y otros ríos, lo mismo que sobre "los usos y cos-
tumbres de las naciones vecinas al Amazonas". El geógrafo y naturalista francés Carlos de La
Condamine se encontró con Magnín en Borja en 1743 Yrecibió de éste el Mapa y el documento res-
pectivo, que fueron fundamentales para la elaboración de su obra Viaje a la América Meridional.
205
Augusto J. G6mez L.
ños tiernos, para cuyo efecto van a cazarlos en el monte, como otros las
fieras17.
17 Juan Magnín, Breve descripción de la Provincia de Quito, en la América Meridional, y de sus Misio-
nes de Sucumbíos de Religiosos de San Francisco y de Maynas de Padres de la compañía de Jesús, a
las orillas del gran río Marañón, hecha por el Mapa que se hizo en el año 1740. En Boletfn de la Aca-
demiaNacional de Historia, Vol. XXV, No. 85, enero-junio de 1955, Quito-Ecuador, pp. 103-104.
18 Steve J. Stern, "Paradigmas de la Conquista. Historia, Historiografía y Política". En Los Conquista-
dos. 1492 y la Población indígena de las Américas. Heraclio Bonilla, compilador. Tercer Mundo Edi-
tores -Flacso-- Libri Mundi, Bogotá, 1992, p .47.
206
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilización"
ter inhumano de leyes que entre ellos imperen en daño de los inocentes,
como son las que ordenan sacrificios de hombres inocentes o permiten la
matanza de hombres exentos de culpa para comer sus carnes, afirmo que
aún sin la necesidad de la autorización del Pontífice, pueden los españoles
prohibir a los bárbaros todas estas nefandas costumbres y ritos, pués les
está permitido defender:- los inocentes de una muerte injusta ... 19•
El supuesto salvajismo y canibalismo de los indios sirvió, entonces, de justi-
ficación a los misioneros franciscanos (establecidos desde finales del siglo XVII
en el Putumayo), lo mismo que a los jesuitas (establecidos en Maynas desde en-
tonces) para conformar "escoltas militares", como medio de sujeción tendiente a
reunir y mantener a los indios en las "reducciones" o "pueblos de indios" con el
propósito de adelantar la labor de evangelización. Frente a los crímenes y abusos
cometidos por dichas escoltas militares contra los indios, éstos ejercieron actos
de resistencia con graves consecuencias para la prosperidad de los pueblos de mi-
siones a tal punto que, finalizando el siglo XVIII, estos núcleos se hallaban des-
poblados y en completa ruina. Veamos brevemente, en favor de nuestra
argumentación, en qué consistió allí la labor de los misioneros y cómo fueron las
expresiones de esa resistencia indígena.
Todavía, a comienzos del siglo XVII, algunos expedicionarios insistían
en la búsqueda de El Dorado, pero ya por entonces los franciscanos, desde su
Convento Máximo de San Pablo de Quito habían enviado, en el mes de agos-
to de 1632, los primeros cinco misioneros cuyo destino fue Sucumbías y el
Putumay020. Desde entonces, los franciscanos emprendieron otras expedicio-
nes a la "Provincia de los tupinambaes y besabas", a "San Pedro de Alcántara
de los Cofanes", a la "dilatadísima Provincia de los indios encabellados",
pero los alzamientos y ataques que sufrieron de los indios, en los años de
1634 y 1636, echaron a perder los adelantos de las primeras reducciones. No
obstante, en la década de 1690, cuando habían logrado las primeras "pacifi-
caciones" de indios: " ... en la rica cuanto dilatada Provincia de Mocoa que
baña el río del gran Caquetá,,21, en el año de 1695, los tama: indios piratas de
una de las Provincias del Gran Caquetá (también llamados payugage), incur-
sionaron en las riberas del Putumayo dando muerte a dos religiosos francisca-
nos (fray Juan Benítez de San Antonio y Antonio Conforte) y a un indio
cristiano llamado Nicolás. Los andaquíes y yaguarsonga, que habían arrasado
19 Francisco de Vitoria, citado por Guido Barona, Legitimidad y sujeción: los paradigmas de la "Inven-
ción" de América, Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura, 1994. pp. 31,32.
20 Fray Bartolomé A1acano, "Informe del Padre Provincial de la Orden de San Francisco, 1739", Archi-
vo de la Dirección General de Soberanía Nacional, Cancillería de la República del Ecuador.
21 Ibid.
207
Augusto J. Gómez L.
las ciudades de Simancas y de Mocoa, "en las Provincias del Gran Caquetá, se
atrevían también a saquear los demás pueblos comarcanos de Timaná y de Si-
bundoy cautivando a muchas mujeres españolas"22. Estos ataques e incursiones
de indígenas motivaron las solicitudes de pacificación de los indios tama y anda-
quíes, por parte del Cabildo de la ciudad de Pasto.
En el año de 1739 los franciscanos dieron noticia de la existencia de veintiún
pueblos de misiones, "siete en las Provincias del Gran Caquetá y catorce en las del
Putumayo con San Miguel de Sucumbíos"23. Enfrentando grandes dificultades, los
misioneros y sus escoltas militares habían intentado incorporar los vastos territo-
rios del Caquetá-Putumayo, pero los ataques y sublevaciones indígenas persistie-
ron. Finalizando el siglo XVIII, y según el informe presentado en el año de 1791 a
la Real Audiencia de Santafé por Fray Fermín Ibañes, religioso franciscano del Co-
legio de Misiones de Popayán, los pueblos de misiones del Caquetá y Putumayo es-
taban "desiertos" "decadentes" y en "ruina", a "causa de no tener los religiosos
arbitrios ni auxilios para contener los excesos de los indios"24. A pesar de los es-
fuerzos por establecer nuevos pueblos de misiones (o "reducciones") y de refundar
otros, las noticias llegadas del Caquetá y del Putumayo anunciaban la extinción to-
tal de esas "reducciones", el fracaso definitivo de la evangelización y, en general,
de la labor misionera en la región durante el período colonial: el pueblo de los Ta-
mas del Caguán, en donde en el año de 1790 los indios habían matado a su misio-
nero (fray Marcos Calderón), a los soldados y "muchachos" que asistían a dicho
padre, fue asolado "enteramente"; de la ruina de este pueblo se siguió la del pue-
blo de Ahumea, "el más remoto de todos", pues su subsistencia dependía de la del
Caguán y en consecuencia quedó desamparado.
Años atrás, las otras fundaciones misioneras de la región habían corrido
una suerte muy similar a la del pueblo del Caguán: en Santa María de Mecaya,
tres veces reestablecido con distintas naciones indígenas y otras tantas destruido,
los "neófitos" dieron muerte a su misionero, fray José Joaquín Arango, en 1783;
en el pueblo del Pescado de Andaquíes, éstos atacaron a su misionero, fray Ra-
món Ortiz quien, herido, debió refugiarse en el pueblo de La Escala. Más tarde,
el padre fray Gerónimo Matanza, se hizo cargo de recoger a estos indios, los cua-
les estableció en La Bodoquera, que fue abandonado "enteramente" por los nati-
vos, como poco después sucedió con los de Bo'doquerita; el pueblo de Los
22 [bid.
23 Camilo Domínguez, Augusto Gómez, y Guido Barona, Viaje de la Comisión Corográfica por el Terri-
torio del Caquetá 1857. Coama-Gaia-Fondo FEN Colombia, Bogotá, 1996. p. 50.
24 Fray Fermín Ibañes, "Informe presentado a la Real Audiencia de Santafé por fray Fermín Ibañes, re-
ligioso franciscano del Colegio de Misiones de Popayán, 1791", Archivo Central del Cauca, signatu-
ra 9391, Popayán, folio Iv.
208
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilizaci6n"
25 ¡bid.
26 ¡bid.
27 Steven J. Stern "New Approaches to the Study of Peasant Rebellion and Consciousness: Implications
of the Andean Experience", en Resistence, Rebelion, and Consciousnees in the Andean Peasant
World, Madison, The University of Wisconsin Press, Steven J. Stern, (ed.), 1987, p. 11.
28 ¡bid. pp. 13, 15.
209
Augusto J. G6mez L.
29 María Victoria Uribe "Pastos y Protopastos: la red regional de intercambio de productos y materias
primas de los siglos X a XVI d.C.", en Magure, Revista del Departamento de Antropología, Vol. IlI,
1986, Universidad Nacional de Colombia.
3D Augusto Gómez, "Bienes rutas y mercados (siglos XIII-XIX). Un estudio sobre las relaciones de in-
tercambio interétnico de las tierras bajas amazónicas y las tierras altas de los Andes", en Revista de
Antropología, Universidad de los Andes, Bogotá.
31 Justo Casas, Historia del Putumayo, tesis de Maestría, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Co-
lombia, Posgrado en Historia, Tunja, 1998, p. 82.
210
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilización"
que infundían también temor entre los indios32. Sin duda, esta fue una de las
causas más comunes de los levantamientos indígenas y del abandono violento de
los pueblos creados por las misiones: los nativos se veían forzados a permanecer
en esas "reducciones" o pueblos donde la gripe, la viruela, la tuberculosis y el
hambre eran endémicas. La experiencia milenaria de estos grupos nativos les ha-
cía temer las aglomeraciones como fuente de enfermedades. Huir e internarse en
la selva, lejos del contagio era la mayor profilaxis que se podía tener y así lo ha-
cían los indígenas. Para los misioneros, sin embargo, que eran relativamente in-
munes a varias de esas enfermedades, tales huidas eran delitos execrables y
argucias del demonio que trataban de impedir a toda costa, pagando muchas ve-
ces con su vida tal incomprensión. El etnocentrismo del misionero, acostumbra-
do a las aglomeraciones urbanas y al manso fatalismo con el cual se morían los
siervos europeos durante las pestes, no le permitían entender esas actitudes que
interpretaban como una sublevación contra Dios y contra el Rey33.
A finales del siglo XVIII, cuando ya habían fracasado las misiones francisca-
nas, continuaban ingresando al Caquetá y al Putumayo "mitmas" o "mitimaes"
que, procedentes de la sierra ecuatoriana y de Pasto, penetraban a los territorios
amazónicos para hacer sus "rescates", es decir, sus tratos y contratos con los indí-
genas de la región, obteniendo oro, miel y cera de abejas, mopa-mopa, y otros
productos a cambio de herramientas y otras "bujerías"34.
Además de las causas antes reseñadas, la resistencia indígena fue también
una respuesta frente al cautiverio y a la esclavitud. La apreciabe escasez de fuerza
de trabajo producida en virtud de la catástrofe demográfica indígena a lo largo
del siglo XVI en la Nueva Granada35, se pretendió resolver por parte de los mi-
neros, comerciantes y empresarios de la Gobernación de Popayán, mediante el
tráfico de esclavos nativos arrancados de las comunidades indígenas amazónicas.
Varios encomenderos de Mocoa y Sucumbíos, como ]oseph Bolaños, obtuvieron
permisos del gobernador de Popayán, Marquéz de San Miguel de la Vega, para
"sacar la mayor cantidad de indios" con destino a la labor de las minas en Barba-
coas36• De igual manera, para la explotación de las minas de plata de Mariquita
32 Camilo Domínguez y Augusto Gómez Nación y etnias, Coama-Unión Europea, Disloque Editores, Bogo-
tá, 1994, p. 18.
33 Ibid, p. 19.
34 "Autos del Gobernador de Popayán sobre la nueva Misión de Mocoa ... "; años: 1795-1803, Archivo
General de la Nación; Colección Bernardo J. Caicedo; documento No.3 "Misiones", folio 91.
35 Germán Colmenares, "La catástrofe demográfica indígena". Texto de la conferencia dictada en el
Museo del Oro, Banco de la República, Bogotá, 1989. ALA. Revista de la Asociación Latinoamerica-
na de Archivos. No. 13, enero-julio de 1993, Bogotá, pp. 65-73.
36 Justo Casas, Historia del Putumayo. Tesis de Maestría, Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Colombia, Posgrado en Historia, Tunja, 1998, p. 81.
211
Augusto J. G6mez L.
-de Santa Ana- fue frecuente el tráfico de esclavos indígenas del piedemonte del
Caquetá y Putumayo, de origen tama y andaquí, durante la segunda mitad del si.
glo XVI, cuando los indios "moscas" del altiplano cundiboyacense ya habían
sido prácticamente diezmados37•
El tráfico de indígenas de la Amazonia se instauró mediante "tropas de res-
cate" organizadas por particulares y representantes de autoridades (incluso mi-
sioneros) que adelantaban incursiones armadas a territorios étnicos de donde
capturaban o adquirían indios a cambio de herramientas de trabajo (hachas, cu-
chillos, machetes) y armas de fuego. En ocasiones, líderes locales se asociaron
con la trata y, mediante acciones guerreras o relaciones de intercambio, obtuvie-
ron "esclavos" nativos que negociaban con los europeos y sus descendientes. En
este contexto, los traficantes recurrieron también a la "guerra justa", legitimada
bajo la consideración de la rebeldía indígena y de su naturaleza caníba¡J8. En el
caso específico de la Amazonia colombiana, allí surgieron dos circuitos de dicho
tráfico, como lo expusiera el investigador Pineda Camacho: uno, el conformado
por el envío de esclavos al alto Magdalena en virtud del despoblamiento que allí
se había producido en el siglo XVI durante las "jornadas pacificadoras" y las
tempranas ocupaciones españolas; el otro, constituido por el intercambio entre
el medio y bajo Caquetá con las colonias lusobrasileras del medio Amazonas y el
río Negr039• Este tráfico humano continuó en el siglo XIX y se intensificó cuan-
do a mediados de dicho siglo se inició la bonanza cauchera en la selva amazónica
del Brasil, del Perú, de Bolivia y posteriormente de Ecuador y de Colombia.
Cuando el naturalista Henry Bates estuvo en Ega (Tefé), sobre el Solimoes, en
1850, encontró que todos sus sirvientes domésticos y mucha de su población na-
tiva había sido llevada a la fuerza de todos los ríos vecinos40• Años más tarde,
cuando Rafael Reyes inició la navegación a vapor del río Putumayo con el propó-
sito de exportar las quinas de su empresa hacia Europa, por el río Amazonas y el
Océano Atlántico, conoció y describió cómo se realizaba por entonces la trata de
esclavos nativos:
37 Un apreciable número de indios muiscas fueron devorados por la explotación minera de las minas de
plata de Mariquita durante la segunda mitad del siglo XVI. Ma alimentados y presas de las enferme-
dades y epidemias de gripe y de viruela, estos indios encomendados u obligados a cumplir con la mita
minera no regresaron a sus tierras de origen. Frente a la escasez de mano de obra, los empresarios mi-
neros fomentaron, entonces, el tráfico de "piezas" de esclavos tama y andaquí que tampoco regresa-
rían jamás a sus territorios étnicos.
38 Roberto Pineda Camacho. Historia oral y proceso esclavista en el Caquetd. Fundación de Investiga-
ciones Arqueológicas Nacionales, Banco de la República, Bogotá, 1985, pp. 31-50.
39 ¡bid., pp.53-84.
40 John Hemming, Amazon Frontier, The defeat of the brazilian indians, Harvard University Press,
Cambridge, Massachusetts, p. 301.
212
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilización"
41 Rafael Reyes, Memorias, Fondo Cultural Banco Cafetero, Bogotá, 1986, pp. 142-143.
213
Augusto J. G6mez L.
Una vez organizados nuestros negocios en ese río, se hicieron más cordia-
les nuestras relaciones con los indios a quienes tratamos siempre de la ma-
nera más suave y humanitaria, induciéndolos a las prácticas de ideas
cristianos y civilizadas y retribuyéndoles equitativamente el valor de su
trabajo como les consta a las personas que han venido a estas regiones y
especialmente al finado Señor General don José Torralbo, Cónsul Gene-
ral de Colombia en Manaos, cuando vino en visita oficial en los años de
1912 y 1913, quien ordenó llevar a nuestra secciones de negocios con los
42 N.N. Suárez, "Informe acerca de las armas Máuser en pod~r de las Empresas Caucheras del bajo Ca-
quetá Colombiano-Apaporis", año 1917, A.G.N., Sección República; Fondo Ministerio de Gobier-
no, Sección Primera, tomo 813, folio 24.
43 Alfredo Villamil, "Informe de los asesinatos de indígenas cometidos por los empleados de la Casa
Mejía y Cía.", año 1919, A.G.N, Sección República, Fondo Ministerio de Gobierno, Sección cuar-
ta, tomo 128, folios 44-50.
44 Félix Mejía, "Informe sobre la Comisión despachada por la Empresa Mejía y Compañía para captu-
rar a los indios tatú-cabuyarí implicados en los asesinatos de miembros de la Empresa", año 1917,
A.G.N., Sección República, Fondo Ministerio de Gobierno, Sección Primera, tomo 825, folios 116,
117.
214
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilización"
Media noche sería cuando el muchacho Fagga Huitoto que estaba de vigi-
lante se quedó dormido, lo cual viendo los indios que estaban en expecta-
tiva, se acercaron cautelosamente a éste y a las hamacas en que dormían el
señor Calderón y sus compañeros, y a una señal determinada se les fueron
encima a machetazos dejándolos muertos en el acto, salvo los muchachos
Bartoldo Miraña y Paulina Carijona, que heridos a macanazos cayeron al
suelo y lograron debido a la confusión y a la oscuridad salir de la casa y
huir por el monte, encaminándose hacia nuestra casa Alsacia situada en la
margen derecha del Apaporis, a donde llegaron con grandes penalidades
diez día después. Inmediatamente que cometieron este asesinato, se em-
barcaron los indios en la canoa del señor Calderón y se dirigieron río
abajo hacia la casa principal de la Sección a donde llegaron poco más o
menos a las tres de la mañana, subieron al piso alto, golpearon en la
45 Félix Mejía, "Infonne sobre la masacre realizada por los indíos Tatú-Cabuyaríes contra un grupo de cau-
cheros blancos en el río Cananarí", año 1916, A.G.N, Sección Repúblíca, Fondo Mínísterio de Gobíerno,
Seccíón Primera, tomo 776, folíos 156, 157.
215
Augusto]. G6mez L.
puerta del cuarto del mayordomo señor Suárez diciéndole que llevaban
razón del señor Calderón, por cuyo motivo la abrió éste confiadamen-
te, despedazándolo en el instante a machetazos, lo mismo que a las mu-
jeres que por motivo del ruido habían salido de sus cuartos, cogiendo
los cinco niños que habían en la casa por lo pies y despedazándolos con
golpes furiosos contra las columnas. Una vez realizado este cruel y bár-
baro asesinato, se robaron los indios todas las mercancías, armas, mu-
niciones, utensilios, herramientas y embarcaciones de la casa,
prendiéndole fuego a ésta, que tenía en un depósito más de cuatro mil
kilos de borracha que fueron consumidos por las llamas, y se embarca-
ron de nuevo con dirección a la casa en donde asesinaron al señor Cal-
derón y compañeros a donde llegaron a medio día.
La relación de estos espantosos crímenes nos fue hecha por un indio cabu-
yarí a quien se la comunicó uno de los asesinos casado con la hermana de
éste y quien le dijo que el único móvil que tuvieron para ejecutarlos fue el
del robo y el odio tradicional al blanco, que quería eliminar de estas regio-
nes, para poder saciar impunemente su instinto de caníbales en indios de
otras tribus46•
Poco tiempo después salió una "comisión" destinada a perseguir a los in-
dios autores del doble asalto del Cananarí: "todos los indios cabuyarí fueron co-
gidos por la comisión y colgados por los dedos pulgares para que confesaran
quiénes eran los asesinos de Calderón y sus compañeros. Seis indios fueron cap-
216
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilización"
217
Augusto J. Gómez L.
iniciaron los esporádicos encuentros entre los colonos de Calamar y los indí-
genas nukak, ocurridos antes de 1988. Estos encuentros se caracterizaron por
el miedo mutuo al canibalismo del otro. Unos y otros huían ante el temor de
ser devorados:
Los nukak de un grupo local mencionan que hace mucho tiempo uno de
ellos mató a un colono cerca a Caño Jabón, pero no se "lo comió". La ver-
sión de algunos colonos sobre este suceso es que los makú capturaron a un
solitario colono que fue a cazar en el bosque, lo ahumaron y se lo comie-
ron, dejando sobre la ribera del río Guaviare, "un reguero de huesos junto
a una fogataso•
El miedo de los colonos estaba (yen algunos casos sigue estando) relaciona-
do con la posibilidad de ser atacados, capturados y comidos. "Los colonos pensa-
ban que los nukak eran caníbales, lo cual niegan con vehemencia los nukak". Por
su parte, los nukak afirman que tenían mucho miedo de los colonos porque éstos
sí eran "verdaderos caníbales" y además les disparaban con escopetas, hiriéndo-
les o causándoles la muerte. Algunos nukak tienen cicatrices causadas por perdi-
gones y muchos de ellos se refieren a los niños que fueron raptados por los
colonos con la expresión "los blancos se los comieron", pues nunca más los vol-
vieron a verSl• La asociación de los "blancos" con el canibalismo, que establecen,
aún hoy, los indígenas amazónicos, está fuertemente relacionada con el rapto y
desaparición de los nativos que nunca regresaban a sus comunidades, en virtud
de las cacerías o expediciones esclavistas emprendidas por los "blancos" desde
siglos pasados, como ya lo hemos reseñado. Dentro del largo proceso de domi-
nación antes descrito, la construcción de imágenes negativas acerca de los indios
sirvieron de fundamento para su sujeción, pero también para su esclavización y
exterminio, como el que ejecutara la Casa Arana en el Putumayo, otro episodio
más dentro del contexto de las caucherías, cumplido a nombre del progreso y de
la "civilización".
50 Gabriel Cabrera, "De Caníbales a Indígenas: concepciones y distancias culturales entre los nukak, sus
vecinos y los investigadores", texto de la ponencia presentada en el 49 Congreso Internacional de
Americanistas, Quito, julio de 1997 (inédito), p. 8.
51 Ibid.
218
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilización"
52 Germán Colmenares, Las convenciones contra la cultura, Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1987, p.
95.
53 LosMuchachos fue el nombre de estos escuadrones de la muerte armados por la Casa Arana en el Pu-
tumayo. Se trataba de indios huérfanos al servicio de empresarios y capataces. En la zona del Cata-
tumbo, los empresarios petroleros armaron otros escuadrones que hicieron la guerra a muerte contra
los motilones. Al respecto existen testimonios documentales escritos y fotográficos. En la obra La
Paz Blanca, de Robert ]aulín, se encuentra información suficiente al respecto.
54 Jaime Ardila, Camilo Lleras, Batalla contra el olvido. Acuarelas colombianas. 1850, Ardila y Lleras
Ltda., Editores, Bogotá, 1985, pp. 262 ,263, 266.
219
Augusto J. Gómez L.
220
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilización"
221
Augusto J. G6mez 1.
Con esto se obtienen los siguientes resultados, que son otras tantas ra-
zones de orden social, político, económico y religioso: 1) Conquistar
los dos tercios del territorio nacional, que no pueden poblarse por cau-
sa de los bárbaros que los dominan; 2) Adquirir 300.000 brazos para
las industrias extractivas, pastoril y de transportes internos, ya que,
mientras no haya caminos nacionales, son ellos los únicos que pueden
explotarlas. Tornar productiva una masa tan considerable de pobla-
ción nacional, hoy ociosa, es por lo menos tan importante como traer
brazos del extranjero. Esos brazos indígenas serán también los más
propios para la defensa de nuestras fronteras y los más aptós como pre-
decesores de la raza caucásica en comarcas tan fértiles como bravías. 3)
Establecer la paz y seguridad de muchas poblaciones, y evitar así en lo
futuro la efusión de sangre, gastos ingentes y riesgos de la soberanía y
4) Cumplir el deber humanitario impuesto por Cristo a todo pueblo ci-
vilizado delante de los pueblos bárbaros, en las siguientes sublimes pa-
labras del Evangelio: Ite ad eos qui in tenebris et in umbra mortis
sedent, ad dirigendum pedes eorum in viam pacis: id hacia aquellos que
yacen sentados en las tinieblas y sombras de muerte, y dirigid sus pasos
por las vías de la paz.
En nuestra condición de raza conquistadora, ya que arrebatamos el suelo
al indio y que cada día vamos estrechándolo para lo más recóndito de las
selvas, tenemos la obligación, si de veras somos cristianos, de arrancarlos a
la barbarie en que viven para traerlos a la comunión de la fé, del trabajo y
de la sociedad. De seguro que la Providencia no creó al indio para
conservarle segregado del movimiento general del progreso humano, a
que no es en forma alguna refractario, por más que hayamos hecho para
tomárselo repulsiv059•
222
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilización"
60 Como lo planteara Nathan Wachtel, "...de acuerdo con una representación simple y unilateral del
devenir, todas las sociedades debían pasar por las mismas etapas en el camino del progreso y la civili-
zación, cuyo modelo más acabado lo encontraba Europa en dicha trayectoria; las sociedades no eu-
ropeas se situaban detrás, como ejemplos de estados de civilización inferior: se trataba de una
ideología justificativa de la expansión mundial de Occidente y de su hegemonía". En Los Vencidos,
Alianza Universidad, 1976, p. 23.
61 Muchos grupos indígenas sobrevivieron al régimen colonial, especialmente aquellos establecidos en
tegiones de frontera. En el transcurso del siglo XIX y comienzos del XX, con la expansión de las eco-
nomías extractivas de la quina, del caucho, del oro, del petróleo, etc., muchos de esos grupos o algu-
nos de sus miembros, fueron asimilados e identificados como "civilizados" sólo por estar al servicio
de tales actividades productivas destinadas fundamentalmente a la exportación.
62 La legislación que en materia de indígenas se produjo a lo largo del siglo XIX fue prolífica. No obs-
tante, sólo hasta finales del siglo XIX se pusieron en práctica algunas de las normas dictadas.
223
Augusto]. Gómez L.
mentalmente con el interés del Estado por incorporar "a la vida civilizada" a los
indígenas "errantes y salvajes" mediante la acción misionera, la adjudicación de
tierras, la colonización y la formación de pueblos o parroquias:
63 Consejo de Estado, "Estudio sobre la legislación y la doctrina relativa al gobierno de los indígenas de
la Nación y a la propiedad de sus resguardos", Año 1922, A.G.N., Sección República; Fondo Minis-
terio de Gobierno; Sección Primera, tomo 972, folios 385-395.
64 Víctor Daniel Bonilla, Siervos de Dios y amos de indios, Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, Colombia,
1968, pp. 60, 61.
224
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilización"
65 Al finalizar el siglo XIX los misioneros capuchinos de Cataluña entraron al valle de Sibundoy, donde
originalmente se establecieron. Al comienzo trabajaron sólo con indígenas, pero luego adoptaron la
política de asentar población blanca junto a los indígenas, un método muy recomendado en la época
para la "reducción de salvajes a la vida civil". A principios del siglo XX los capuchinos descendieron
a Mocoa en forma definitiva y comenzaron a ampliar su obra "civilizadora" sobre la base de la colo-
nización, la fundación de poblaciones nuevas y la apertura y mejoramiento de las comunicaciones.
225
Augusto]. G6mez L.
a ese Ministerio, llaman blancos a los otros indios, procedentes del De-
partamento de Nariño, porque llevan calzones y visten como los civiliza-
dos66.
Siguiendo las implicaciones ideológicas del texto de fray Fidel de Mont-
clar, se volvía así a recurrir a aquella ya secular oposición contenida en las me-
táforas clásicas de "civilización" y "barbarie". De esta manera persistió un
pensamiento radicalmente excluyente y contradictorio frente al pensamiento
político de quienes orientaron el movimiento de independencia y la ruptura
definitiva con España. De pronto fue percibido el carácter multiétnico y la di-
versidad cultural de los componentes del nuevo Estado que estaba surgiendo
y, con éste, el peligro de derrumbarse la obra de quienes, desde el ejercicio de
las armas y la retórica política, habían alimentado la esperanza de consolidar
la nueva nación y la pertenencia a un orden mundial donde el poderío de la
industrialización y la ampliación de los mercados, sinónimo por entonces de
"civilización" y "progreso", eran las nuevas metas a seguir. En otras palabras,
como lo expresara Francois Javier Guerra, "los únicos ciudadanos [en los paí-
ses hispanos del siglo XIX] en el sentido moderno de la palabra, son los
miembros de las élites que han interiorizado su condición de ciudadanos, es
decir, la cultura democrática moderna"67.
Entre tanto, la idea de establecer en pueblos y caseríos a los "salvajes",
como fórmula para su "civilización", persistió durante la primera mitad del
siglo XX, ya que se siguió considerando que, de permanecer dispersos en los
montes, no prestarían ningún servicio al municipio, a la misión, al comercio
ni al "progreso". De igual manera, y con el mismo propósito, a los blancos se
les debía permitir vivir en los mismos pueblos de indios pero, sobre todo, se
debía obligar a éstos a vivir con los blancos: "de los enlaces y entronques de
las dos razas saldrá una nueva, capaz de dar grandes hombres"68. No obstante,
y después de más de cuatrocientos años de continuo trato de los indios del Pu-
tumayo -del valle de Sibundoy- con los habitantes del Cauca y Nariño, los
gobernantes del Putumayo se quejaban de la persistencia de costumbres "bár-
baras" entre los indios:
66 Fray Fide! Montclar, "Informe dirigido al Ministro de Agricultura y Comercio sobre la condición ju-
rídica de los indios del Putumayo", año 1917, A.G.N., Sección República, Fondos Baldíos, tomo 41,
folios 363-367.
67 Francois-Javier Guerra, Modernidad e Independencias, México, Fondo de Cultura Económica,
1993; p. 361.
68 La "esperanza" de! "mejoramiento de la raza" se fundamentaría, entonces, en el cruce biológico "de
sangres" con miras al "blanqueamiento". Éste no debía limitarse exclusivamente a lo geno y fenotípi-
co: debía buscarse también extirpar las costumbres bárbaras que persistían.
226
Raza, "salvajismo", esclavitud y "civilización"
...no han perdido ni sus idiomas ni sus supersticiones estúpidas ni sus cos-
tumbres salvajes. Todavía se les ve en las calles, templos y casas de las ca-
pitales de Nariño y Cauca, sin sombrero, sin camisa y sin pantalones;
medio cubiertos con un lienzo sucio y hediondo que llaman cusma. A ha-
ber cruzado su sangre, icuántos ocuparan los bancos de las Cámaras!,
cuántos fueran ministros del cult069•
69 María Becerra Rogerio, "Informe del Intendente Nacional del Putumayo al Señor Presidente de la
República", año 1906, A.G.N., Sección República; Fondo Ministerio de Gobierno, Sección Primera,
tomo 50, folios 10-34.
70 La fundación de Alvernia, por ejemplo, creada por los capuchinos en el Purumayo, se inició delibera-
damente con familias antioqueñas seleccionadas por los misioneros en referencia.
71 Fundamentalmente, los procesos de colonización que surgieron desde los comienzos del siglo XX en
el piedemonte amazónico nacieron a partir de población esencialmente campesina expulsada del
claustro andino en virtud de fenómenos de violencia. Mucho antes del período comúnmente conoci-
do como de "la Violencia", de los años cuarenta y cincuenta, otros conflictos políticos, sociales y eco-
nómicos actuaron como factores de expulsión de población hacia regiones de frontera económica,
como bien se puede apreciar en trabajos de Catherine LeGrand ,"De las tierras públicas a las propie-
dades privadas: acaparamiento de tierras y conflictos agrarios en Colombia. 1870-1930", Lecturas
de Economfa, No.13, enero - abril de 1984, Universidad de Antioquia, Facultad de Ciencias Econó-
micas, Departamento de Economía y Centro de Investigaciones Económicas, CIE, pp.13-50.
227
Augusto]. Gómez 1.
228