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psicólogo de la salud1
Resumen
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Estudio realizado en modulo teórico de la Licenciatura en Psicología del Sistema de Universidad Abierta y Educación a
Distancia (SUAyED), asesorada por el Mtro. Omar Moreno Almazán.
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Estudiante de 8° semestre de la Licenciatura en Psicología del Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia
(SUAyED) de la FES- Iztacala.
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Sede Centro de Educación Continua, Abierta y a Distancia de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca.
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La integración de psicólogos a los servicios de salud y ambientes
hospitalarios obedece a la necesidad que tienen los pacientes que presentan las
más diversas enfermedades de una atención integral, desde una perspectiva
biopsicosocial; sin embargo, dicha labor no ha sido lo suficientemente desarrollada
y existen pocos países donde el psicólogo se desempeñe en los hospitales
plenamente dentro de los principios de disciplinas como la psicología de la salud
(Ríos Saldaña, inédito). Cabe mencionar que dentro de los profesionales de la
salud (médicos, enfermeras, trabajadores sociales, etc.) se tiene un buen grado de
aceptación hacia el trabajo del psicólogo en los ambientes hospitalarios, haciendo
referencia en especifico a actividades concernientes a la psicología clínica (Buela,
2005); en este sentido, dicho grado de aceptación se ha traducido en el diseño de
programas académicos de formación de psicólogos en nuestro país, los cuales
tienen como uno de sus ejes centrales el desarrollo de habilidades y competencias
profesionales en los estudiantes y practicantes de psicología en el campo de la
salud, tales como: a) el manejo del comportamiento para el ajuste hospitalario, b)
el desarrollo de elementos conductuales que posibiliten el proceso de
rehabilitación, c) la implementación y desarrollo de programas ambientales que
faciliten una mejor integración a la hospitalización, d) el entrenamiento o
asesoramiento a otros profesionales y para-profesionales de la salud en el manejo
psicológico de los pacientes (Soria, 1992), por lo que las actividades del psicólogo
dentro de los hospitales no se restringe a la la intervención directa con los
pacientes y con los familiares de los mismos.
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de modelos tradicionales en psicología clínica a las necesidades del campo de la
salud, lo cual trajo la popularización de los modelos terapéuticos de menos
duración, como la Psicoterapia Breve y de Emergencia y la Intervención en Crisis,
este último en palabras de Uribe (2009) es de una de las competencias más
apreciadas en el psicólogo de la salud.
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panoramas ambos (Bellak & Small, 1986; Florenzano & Jacobson, 1984 y
Leenaars, 1994).
5. Factores idiosincrásico que pueden ser graves para una persona, pero
no para otra (por ejemplo una mala racha económica).
Por lo que una crisis puede ser definida como un estado temporal de
trastorno general, activado por algún acontecimiento demandante, percibido por el
individuo como amenazante, desafiante; dicho estado se caracteriza por una
desorganización que se puede manifestar en los procesos fisiológicos, cognitivos,
emocionales, conductuales y sociales; deshabilitando a la persona para que
responde adaptativamente con sus recursos actuales disponibles y/o auto-
percibidos a las demandas de la situación (Musito, Herrera, Cantera &
Montenegro, 2004), teniendo una duración de unas horas a seis semanas
(Martínez, et. al., 2004). A este respecto la intervención en Crisis se encamina a
ayudar a la persona, familia o grupo de personas a sobrevivir y/o afrontar un
suceso dramático, bajo un modelo de intervención psicológica de rápido
establecimiento del problema (factores que originan la crisis), y la estipulación de
un tratamiento razonable y rápido (no por ello, elaborado arbitrariamente o sin
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conocimiento pleno de la causa detonante de la crisis y de las características de
las personas que será atendida), por lo que en una intervención en crisis, se debe:
a) determinar el problema y/o acontecimiento detonante de la crisis; b) su objetivo
general es restablecer el equilibrio pre-critico en la persona; c) disminución del
malestar presente; d) restitución de la capacidad de auto-control; e) dotación de
recursos personales y sociales idóneos para afrontar con competencia futuras
crisis; f) prevención de recaídas y victimización secundaria (Musito, Herrera,
Cantera & Montenegrom, 2004); g) manejo de los estados de estrés, ansiedad,
desamparo y confusión del paciente; h) establecer patrones de conducta que
permitan al paciente restablecer su equilibrio o nivel de funcionamiento previo al
evento; i) ayudar al paciente y otras personas afectadas, con estrategias – como la
resolución de problemas – que permitan llevar a cabo acciones inmediatas tanto
personales como comunitarias (Reynoso y Seligson, 2005) y j) fortalecer los
intentos personales de afrontamiento e integración (Lorente, 2008).
Moos (en Figueroa s/f) identifica dos corrientes teóricas que pueden se
sustentar a la intervención en crisis:
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momentos posteriores más próximos al evento que está generando una crisis, y
que tiene los siguientes objetivos:
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evaluación e intervención cambia de modelo a modelo, así también, los
resultados de toda intervención psicológica, pueden variar de modelo a modelo y
de persona a persona.
Conclusiones
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Con base a la falta de evidencia obtenida con la rigurosidad que exige el
método científico, es importante recordar que una de las misiones de la psicología
clínica es la generación de conocimiento y la búsqueda de un respaldo empírico
del conocimiento ya existente, en este sentido el modelo clínico-practicante resalta
la importancia de la investigación, a lo cual Phares (1999) menciona que entrenar
a una nueva generación de psicólogos puramente aplicados, puede derivar en una
aceptación incondicional de la información que se les proporciona, lo cual puede
llevar a esta disciplina a la mediocridad, de ahí la importancia del desarrollo de
una actitud inquisitiva y escéptica, de pensamiento lógico, análisis y recolección de
datos y opiniones, extracción de inferencias y la presentación equilibrada de
hallazgos, son habilidades que ayudan al psicólogo a elevarse por encima de un
rango de técnicos, mejorar su campo de trabajo, construir una disciplina científica
más competitiva y generar conocimiento no solo para el desarrollo de la
psicología, también para disciplinar afines y que hacen uso de los conocimientos
psicológicos en su quehacer cotidiano, ya sea en la práctica, en la docencia, en la
investigación, etc.
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