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Prohibido reír

22/08/2016 03:10 Lectura: 2 min (560 palabras)

Correa atribuye un delito a Michelena


seguramente para posibilitar una persecución
judicial; Patiño insulta a Oquendo porque este
último no le preguntó lo que él quiso contestar

Esta vez el resentimiento de los sábados apuntó al cómico


Carlos Michelena. En su enlace sabatino el presidente
Correa acusó al artista callejero de ofertar tráfico de
influencias. Literalmente dijo que Michelena “iba a pedir
contratos a Carondelet”.

La legislación penal identifica a la oferta de traficar con


influencias a la persona que solicite de terceros: dádivas,
presentes o cualquier otra remuneración en la
administración pública. Ofertar y traficar es distinto. Lo
último es el delito que comete el funcionario público que
haya actuado prevalido de su situación burocrática para
ejercer alguna influencia para conseguir dadivas,
presentes o una remuneración. Lo primero es un delito
que puede cometer cualquier persona que pida a algún
funcionario público algo para alguien.

Muy ingenioso. El mismo ejecutivo endureció las penas de


3 a 5 años en los casos de oferta de tráfico y ahora
presenta como gran cosa una lista de personas que han
ido en busca de "favores políticos a Carondelet". No
importa si exagera o miente. Para disimular, Correa
mencionó otros nombres, ésta vez de opositores.
Michelena no es un opositor. Hasta donde se conoce, no
milita en un partido político ni adhiere a alguna de las
ideologías representadas en la legislatura. Michelena es
un crítico, es un contradictor, es un objetor de conciencia.
Pero esto no le gusta a Correa, ni al correísmo. Ellos y
ellas, revolucionarios y revolucionarias, desprecian con
todo su resentimiento, cualquier expresión crítica a sus
majestades imperiales. Tenemos que subirnos en una silla
para cuestionar a su magna autoridad.

Michelena es un objetor de conciencia. Muchas veces ha


sido perseguido por convertir el Parque de El Ejido en un
teatro para todos. Pero él sigue allí, rompiendo las reglas
arbitrarias de los poderosos de turno. Es un desobediente
del poder injusto, un crítico y un contradictor porque vive
y actúa bajo los principios liberales de la democracia
expresados artísticamente por medios pacíficos.

Para estos detentadores del poder,


todos los críticos son sus enemigos

Pero esto no lo entiende el correísmo. Para estos


detentadores del poder, todos los críticos son sus
enemigos. Por eso se sulfuran con cualquier expresión de
crítica y de humor.

La semana anterior, el ministro Patiño agredió al


periodista Diego Oquendo, durante su programa radial
transmitido en vivo, por preguntarle por las valijas
diplomáticas con droga. Lo que más le molestó a Patiño es
que Oquendo se riera. Ni siquiera está permitido reírse
para la prepotencia correísta. Por supuesto, Patiño evadió
el tema. Dijo que hay temas más interesantes para él y que
no respondería por eso. Se olvida, su excelencia, que él es
un funcionario público y que por tanto debe dar
explicaciones sobre su actuar mientras dure su encargo,
aunque no le guste.

Nada grafica mejor la situación de intolerancia que vive el


Ecuador. Correa atribuye un delito a Michelena
seguramente para posibilitar una persecución judicial, en
un sistema de justicia manchado por su dependencia al
poder y por encarcelar a más de setecientos luchadores
sociales mientras el mandatario lleva atornillado al poder.
Patiño insulta a Oquendo porque este último no le
preguntó lo que él quiso contestar.

Ambos solo rieron. Se ríen de la arrogancia y de la


estupidez. Se ríen con criterio propio. Esto enfurece a los
prepotentes. Ellos odian ser puestos en evidencia y
provocar las risas de alguien libre que ríe frente a su
estúpida desnudez intelectual.

@ghidalgoandrade
(https://twitter.com/ghidalgoandrade)

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