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INSTITUTO TECNOLOGICO METROPOLITANO

El Simbolismo en el Arte.
Y el origen del imaginario de la Mujer Fatal.
Milena Contreras Hernández
25/09/2012

Un breve acercamiento sobre la definición de símbolo y como a partir de esto se puede aproximar
al arte comunicando los síntomas de una época.
Si buscamos la definición de Símbolo en un diccionario lo más seguro es que nos
encontremos con definiciones como: “Un símbolo es una representación que se
puede percibir de una idea, cuyos rasgos son socialmente aceptados por
convención.”1 , Poder dar un significado a las palabras símbolo y simbolismo es
complicado, por la diversidad de significados e interpretaciones que ellos
contienen según la época, tendencias culturales, filosóficas, artísticas, etc., Pero
más que poder comprender su significado en sí, me parece de gran importancia lo
mencionado en el texto: “Cassirer y Gadamer: El Arte como Símbolo. De Patricia
Montero Pachamo”, en el subtitulo de Cassirer: de la razón al símbolo, donde se
menciona un planteamiento del mismo: “La interacción del hombre con el mundo
está medida por un proceso lento y complicado de pensamiento identificado por
Casirrer como sistema simbólico. Se trata de un mecanismo intermedio entre los
sistemas receptor y efector (…) mediante los cuales cada organismo vivo (sin
importar cuán sencilla o complicada pueda ser su configuración), recibe los
estímulos de su ambiente y responde a ellos de manera inmediata”2. Entonces
según esto, me atrevo a plantear, que si bien el símbolo como tal es una forma de
comunicación universal, no estamos condicionados para entender todos los
símbolos que se nos presentan, habría que tener un conocimiento previo del
contexto, orígenes, etc., y saber que detrás de cada uno hay muchos significados
ocultos.

Al referirnos al simbolismo en el arte Gadamer nos remite a la raíz de la palabra,


nacida de “Tessela Hospitalis” tablilla del recuerdo, usada para reconocer a
alguien desconocido pero amigo de otra persona conocida. En el arte implica la
función de ser remitido a lo indeterminado, como necesidad de de contactar con el
ser a través de un fragmento que puede integrarse con un todo que le
corresponda, en pocas palabras el espectador es el que le da sentido al símbolo,
por medio de una evocación no percibida en su totalidad, es la función del ser
inconsciente el que de alguna manera brinda al consciente señales de lo

1
Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe. Pág. 407
2
Montero Pachamo,Patricia Carolina: Cassirer y Gadamer: El Arte como símbolo. Revista de
filosofía, N°51. Universidad de Zulia, Maracaibo Venezuela. 2005-3,pp.58-69

2
percibido, que entiende al símbolo como algo que significa pero aun su significado
es desconocido y nos deja con las meras sensaciones que este nos brinda.

En el arte y en general, el uso de símbolos siempre ha estado presente como lo


argumenta Cassirer: “El sistema simbólico parece ser la marca distintiva del ser
humano, observa Cassirer, en tanto que, gracias a aquél, el círculo funcional de
éste se ha ampliado cuantitativa y cualitativamente. La inmediatez de sus
reacciones ante los estímulos del medio ha sido sustituida por la interpretación de
formas lingüísticas, imágenes artísticas, símbolos míticos o ritos religiosos, de tal
suerte que no puede ver o conocer nada sino a través de la interposición de este
medio artificial.”3 Incluso se refiere al hombre como animal simbólico y que gracias
a esto sobresale entre los otros animales, es muy interesante este planteamiento
porque además de parecerme muy cierto, me lleva a revisar la manera como vivo,
como me relaciono con los demás, hasta cómo voy por la calle y elijo las rutas, las
calles siguiendo símbolos que me están guiando hacía donde quiero ir.

Los artistas siempre se han valido del uso de símbolos para que el espectador
reconozca lo que está viendo, como el arte en la época medieval en el que este
era usado como elemento pedagógico para enseñar a los iletrados sobre las
historias sagradas, y para esto los artistas utilizaban atributos convencionales para
representar a los personajes con el fin de que el espectador reconociera de
inmediato que santo se estaba representando, como en la imagen 1, podemos
reconocer que historia se nos está presentando gracias a la disposición de los tres
personajes, lo que llevan en sus manos y sus coronas: se trata de los tres reyes
magos entregando al niño Jesús en compañía de su madre, el incienso, la mirra y
el oro, reconociéndolo como el rey de reyes. De no ser por los elementos que allí
se encuentran, la disposición de los mismos, sería muy difícil entender para una
persona sin conocimientos previos que es lo que se está representando, entonces
la utilidad de los símbolos resultaba de gran ayuda para la iglesia en su labor de
enseñar las historias sagradas, y para el espectador que no necesitaba saber leer
para poder aprender las mismas.
3
Montero Pachamo,Patricia Carolina: Cassirer y Gadamer: El Arte como símbolo. Revista de
filosofía, N°51. Universidad de Zulia, Maracaibo Venezuela. 2005-3. Páginas: 58-69.

3
En la pintura renacentista y post-renacentista el uso de símbolos y alegorías era
común, y poder diferenciarlos es donde radica la originalidad de los Simbolistas
del siglo XIX con una distinción teórica, pero realmente en la práctica ya había
recorrido un largo camino. Los simbolistas del siglo XIX argumentaban, que el
símbolo podía ser algo desligado de un significado convencional, que por sí solo
pudiera difundir “una misteriosa influencia a su alrededor” afectando así todo el
ambiente que hiciera presencia, que sus efectos sobre el espectador fueran
impredecibles, mientras que la Alegoría tradicional utilizaba el símbolo para
comunicar y representar algo racionalmente decidido con anterioridad, por lo tanto
los símbolos eran considerados simples elementos del lenguaje. Una tendencia a
humanizar lo abstracto.

El movimiento artístico llamado “Simbolismo” nació a mediados del siglo XIX,


pensado más como una expresión del espíritu, que como un estilo o un
movimiento artístico, en sus inicios solo fue una reacción literaria contra el
realismo y naturalismo, exaltando la espiritualidad, los sueños, el subconsciente y
la imaginación. Cuna de los llamados “Poetas Malditos”, No fue hasta el año de
1886 que Jean Moréas a través de un manifiesto, le da las características y el
nombre a lo que hoy conocemos como “Simbolismo” definió este nuevo estilo
como «enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y la
descripción objetiva»

Edwar Lucie-Smith es su libro El Arte Simbolista, menciona lo siguiente: “El


espíritu Moderno nacido del movimiento simbolista, lo Moderno se ha mostrado
hostil al símbolo como medio de comunicación visual. El auge del arte abstracto,
en particular ha tendido a centrar nuestra atención en la obra como una cosa en
sí, identificada por completo en el proceso artístico. En cambio, toda creación que
pueda clasificarse como simbolista debe rechazar necesariamente esa actitud,
pues detrás de las formas y los colores que se hayan dispuestos sobre la
superficie pictórica, siempre hay algo más, otro ámbito, otro orden de
significados.”4 Esto sin duda alguna reafirma lo que el manifiesto simbolista

4
Lucie-Smith, Edwar: El Arte Simbolista. Ediciones Destino, S.A. Barcelona 1991. Pág. 7.

4
propone, el simbolismo está en contra de la descripción objetiva, y de la falsa
sensibilidad, por eso no es raro que se haya pensado incluso como un estado
espiritual.

A finales del siglo XIX el tema central de obras artísticas, literarias, estudios
psicológicos, etc., era la Mujer, y no fue un tema elegido al azar o que coincidiera,
de hecho el papel de la mujer durante ese agitado fin de siglo desencadeno un
sinfín de sucesos que hasta hoy siguen siendo de gran interés. Y que mejor
manera de analizar lo anterior mencionado que en una obra artística de ese
tiempo, en este caso Dánae (Imagen 2) de Gustave Klimt5 .

En esta obra Klimt imprime una gran carga erótica al mito de Dánae 6, la figura
representada se aleja notablemente de los cánones artísticos clásicos, es
voluptuosa y pelirroja con mechones individualmente insinuados y agitados
dándole una gran carga erótica. El hecho de que el color de su cabello sea rojo no
fue algo elegido al azar, es tradicional en el artista dar ciertos tratamientos al
cabello para realzar su carácter sexual, ya que el pelo rojo “se calificaba como
propio de mujeres de vida licenciosa y su color daba la sensación de fuego
interior, de ardor y pasión.” y el cabello largo, propio de mujeres sensuales.

La posición de su cuerpo, contorsionada, incomoda, también es recurrente es sus


obras, y no hay elementos narrativos en la obra. No hay lugar, solo se encuentra
Dánae y la lluvia de oro que sin duda alguna lo podemos interpretar como un
torrente seminal, unidos en el acto sexual, los elementos curvilíneos de la
decoración aumentan el erotismo de la pintura. De forma muy sutil, el rostro
ligeramente ladeado y la boca entre abierta y la disposición de las manos dan a
entender el placer que ella en esos momentos está sintiendo. La tela negra y
dorada del lado izquierdo sirve de telón, por así decirlo para que el centro de todo
sea Dánae, y esta tela con motivos circulares (Imagen 3), pareciera una

5
Fue un pintor simbolista austríaco, y uno de los más conspicuos representantes del movimiento
modernista de la secesión vienesa.
6
En la mitología griega Dánae fue encerrada en una torre por su padre ya que en una profecía le
anunciaron su muerte por manos de un nieto, pero Zeus se enamora de ella y la alcanzó como una
lluvia dorada dejándola embarazada.

5
representación de los óvulos, evocando con ello lo femenino, y la única referencia
masculina es un pequeño rectángulo (Imagen 4) que se encuentra en la lluvia
dorada, en otras obras de Klimt como en El Beso (Imagen 5), en el traje de el
hombre se puede observar como asocia este pequeño símbolo a lo masculino.

Es una de las últimas obras realizadas durante el periodo dorado de Klimt y esto
se nota ya que el oro no ocupa la mayor parte de la composición, solo en este
caso se limita a la lluvia. En el retoma la temática mitológica que ya había usado
antes en “Palas Atenea” y “Teseo contra el Minotauro”.

Como mensaje oculto de los símbolos allí dispuestos podemos encontrar en


Dánae una expresión de las fantasías sexuales y el nuevo auge de la mujer y la
sexualidad durante la Europa de la Belle Époque. Entre los intelectuales y artistas
el amor era la mayor expresión de elegancia, acompañado una actitud liberal ante
la sexualidad. Pero estas nuevas libertades vinieron cargadas de consecuencias y
miedos. Los hombres sentían fobia por las enfermedades venéreas muy comunes
en esos días, y esto sin duda alguna afectaba sus deseos de disfrutar a la mujer, y
los tabúes sociales los alejaban de buscar mujeres como prostitutas, y mucho
menos buscar a mujeres de clase alta ya que utilizar a estas mujeres por el mero
hecho de satisfacer sus deseos sexuales era considerado inaceptable, por lo tanto
los hombres empezaron a acudir a jóvenes inocentes de clase baja como criadas,
doncellas, obreras, seduciéndolas, usándolas y engañándolas, sin llegar a admitir
este tipo de relaciones. Esto provoco que estas mujeres ante el desencanto de ver
que los hombres solo las usaban les dio posiciones de poder, apareciendo así la
posición de la Dominatrix sexual, mujer cruel y sin escrúpulos, la Femme Fatale.

La figura femenina en este periodo servía de argumento para múltiples


composiciones donde el cuerpo femenino se fundía en un abrazo líquido y
mutable. Una interpretación común atribuía a la sexualidad femenina un carácter
disolvente y deformador de la identidad masculina, por lo cual, era frecuente la
identificación de la feminidad con un líquido. Otra manera de entender esta
frecuente asociación de la mujer con el agua, podemos situarlo en la interpretación
del líquido como un símil natural del vientre materno, en donde habitamos durante

6
la gestación materna. Medio líquido y nacimiento; medio líquido y disolución final
tras la muerte. (Imágenes 6 y 7)

El posible origen del imaginario de “Mujer Fatal” se dio en los años cincuenta del
siglo XIX con la aparición de los movimientos feministas. Las mujeres buscaban
emanciparse, luchaban por igualdad, lo que generó en el hombre un temor hacia
esta nuevo tipo de mujer, que buscaba hacerse un espacio social en la vida
pública y el mundo del trabajo. El tema de la mujer fatal comenzó a hacer parte
del imaginario de escritores y artistas, un icono letal, hermosa y salvaje, un
paradigma del poder destructivo de la sexualidad femenina, en la que muchos
hombres temían y se perdían.

También hizo aparición el termino de “Mujer adultera” para sumar más a este mito
de la mujer fatal, obras literarias como: Madame Bovary de Gustave Flaubert en
1856, Ana Karénina de León Tolstói en 1877, y Effie Briest de Theodor Fontane en
1886. Tratan el tema de la lucha contra la represión sexual y el deseo venciendo
este último, son mujeres reprimidas por culturas patriarcales, que se rebelan y no
son conscientes de ello. Los hombres al ver que no podían hacer nada frente a
esto les produjo una idea misógina de que la mujer poseía una sexualidad voraz y
que se aprovechaba del hombre que era muy racional frente a su sexualidad, que
la mujer era: “Un receptáculo sexual del placer que el hombre le generaba” y esta
concepción machista sobre la mujer fue supuestamente demostrado en libros
como: La debilidad mental fisiológica de la mujer de P.J Möbius.

El imaginario de Mujer fatal no es exclusivo del simbolismo, durante la historia de


la humanidad siempre han estado presentes estos arquetipos de mujeres, como
en los antiguos textos hebreos donde Lilith fue la primera compañera de Adán, y
hecha del mismo material y sintiéndose igualdad se negó a renunciar a una serie
de derechos, o Eva quien seducida por la serpiente, a su vez convenció a Adán de
probar el fruto prohibido.

7
Actualmente la mujer fatal es presentada en grandes hazañas, más accesible,
pero carente ya de la magia que envolvía a las del siglo XIX, igualmente con el
poder de ser temida y amada y hasta envidiada por otras mujeres.

8
Imagen 1. Sin referencias.

Imagen 2: Dánae- Klimt, Gustav 1907-1908.

9
Imagen 4: Fragmento de Dánae, Gustav Klimt.

Imagen 4: Fragmento de Dánae. Imagen 5: Fragmento de El Beso, Klimt.

10
Imagen 6: Sirenas. - Charles Edouard Boutibonne- 1882

Imagen 7: Ondinas. Gustav Klimt, 1899.

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Bibliografía

- Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe. Pág. 407


-
Montero Pachamo,Patricia Carolina: Cassirer y Gadamer: El Arte como símbolo.
Revista de filosofía, N°51. Universidad de Zulia, Maracaibo Venezuela. 2005-3.
Páginas: 58-69.

- Lucie-Smith, Edwar: El Arte Simbolista. Ediciones Destino, S.A. Barcelona 1991.


Pág. 7.

- Wolf, Norbet: Simbolismo. Taschen GmbH, 2009

- Gibson, Michael: El Simbolismo. Concepción: Gilles Néret. Taschen GmbH,


2006.

PDF:

- Bornay, Erika: Teatro real: Mujer Fatal. Barcelona 2009.

- Klimt, entre mujeres. Texto de JavierLópez Iglesias.

Webgrafía:

- www.Wordreference.com

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