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La Constitución de Cádiz y el Liberalismo

español del Siglo XIX 1

Joaquín Varela Suanzes-Carpegna

Oviedo, febrero de 1987.


El liberalismo español no nace en las Cortes de Cádiz. Antes de que estas Cortes se convocasen
había en España no ya liberales, sino incluso grupos liberales. Ahora bien, no es menos cierto que
nunca el liberalismo se había expresado en España de una forma tan clara y contundente como en
Cádiz lo hizo. Las Cortes de Cádiz proporcionaron una magnífica ocasión para que los liberales
españoles manifestasen sus anhelos de innovación y diesen una respuesta global a los problemas
políticos, constitucionales, económicos y sociales de España.

La Constitución de Cádiz de 1812 extendió considerablemente la influencia del


liberalismo español en Europa (Italia, Rusia, Francia, Alemania) y fue forma
inminente en el extremo Occidente y la América española, uniéndose con la
tradición escolástica basada en el Derecho Natural. El primer liberalismo español
tuvo una influencia considerable en la América española, en extensión natural y
frente a la España absolutista, mientras que la Monarquía absoluta sólo fue una
caricatura del «despotismo ilustrado» de Carlos III, la reacción frente al incipiente
liberalismo generó un «tradicionalismo» durante la cultura del XIX en toda Europa,
mientras en España no fue tan acusada la raíz cultural de su estructura. Ello fue
así porque el liberalismo español se impuso en una sociedad y una cultura todavía
muy tradicionales, y persistió así hasta mediados del siglo XX. El carlismo fue más
acusado, en primer lugar por el vigor del sentimiento religioso y la solidez de las
instituciones tradicionales; aunque con matices que son necesarios tener en
cuenta: débil en el sur, intermedio en el centro y norte, más fuertes en las
provincias Vascongadas, Navarra, Aragón y Cataluña.
Los liberales controlaban el Estado y el Gobierno contando con el apoyo exterior y
de gran parte de las clases altas. En esa distinción debe señalarse un conflicto
profundo entre el liberalismo y tradicionalismo, más bien centrado en los choques y
divisiones entre «revolución» y «contrarrevolución», teniendo en cuenta que esta
segunda posición no suponía actitud contra la revolución, sino otra revolución
añadida, lo que en rigor promovía la debilidad del Estado. La tercera fase del
liberalismo se afirma con el Estatuto Real. Una carta limitada que intentaba
conciliar el «Antiguo Régimen» con el liberalismo restringido, creando una
interacción de guerra civil. Ello radicalizó tanto la posición de «izquierda» como de
«derecha», acentuando hasta límites muy profundos las contradicciones
españolas.
sin embargo, a finales del siglo XIX, debido al fracaso de la Restauración, un grupo
muy importante de pensadores y escritores políticos sintió con fuerza acuciante la
regeneración de la Nación como preocupación respecto a la naturaleza de la
identidad nacional. Con ello, en relación con la emergencia y desarrollo de una
Historiografía liberal y estableciendo una relación entre Historia, cultura e identidad
colectiva, que subrayaba el pensamiento y la literatura española a lo largo del siglo
XX, se abrió así una indagación sobre la historia española en busca del «genio del
pueblo» acerca de lo que era lo propiamente español en literatura, arte y
psiquismo, haciendo intervenir sentimiento, ideas y convivencia y tratando de
hallar ese «espíritu del pueblo» considerando lo que básicamente eran las
estructuras más profundas y lucidas del ser español.in embargo, a finales del siglo
XIX, debido al fracaso de la Restauración, un grupo muy importante de
pensadores y escritores políticos sintió con fuerza acuciante la regeneración de la
Nación como preocupación respecto a la naturaleza de la identidad nacional. Con
ello, en relación con la emergencia y desarrollo de una Historiografía liberal y
estableciendo una relación entre Historia, cultura e identidad colectiva, que
subrayaba el pensamiento y la literatura española a lo largo del siglo XX, se abrió
así una indagación sobre la historia española en busca del «genio del pueblo»
acerca de lo que era lo propiamente español en literatura, arte y psiquismo,
haciendo intervenir sentimiento, ideas y convivencia y tratando de hallar ese
«espíritu del pueblo» considerando lo que básicamente eran las estructuras más
profundas y lucidas del ser español.

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