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Ensayo Hitler

Introducción
El gran interés que despierta la figura de Hitler se debe precisamente a los matices de su
personalidad y su halo de impenetrabilidad. Hitler poseía un extraordinario carisma capaz de
envolver no sólo a las personas, sino también a las masas, además de poseer una gran oratoria
gesticular muy estudiada y una capacidad de liderazgo notable; resultaba un completo misterio
incluso para las personas más cercanas a el, como su ministro y arquitecto Albert Speer, quien
expresaba la frase «Nunca llegué a conocerlo».
Si como todos decían no tenia moral y era un criminal, ¿cómo pudo conquistar primero a los
alemanes y después a una parte considerable del mundo?, ¿podría haberse Hitler desarrollado en
otro lugar que no fuese la Alemania de esa época? Tendremos que demostrar con este trabajo si su
accionar fue solo por la locura del poder desmedido o por un miedo oculto que el albergaba
profundamente.

Desarrollo
La mayoría de las teorías y de los estudios psicológicos sostienen que la personalidad se forma en
la infancia temprana, y que en un acontecimiento traumático puede reprimir o potenciar esa
personalidad.
La Europa en que vino al mundo Hitler (20 de abril de 1889), la que tiempo después habría de
destruir, daba una impresión de estabilidad y permanencia en la época del nacimiento de Adolfo.
La infancia de Hitler se desarrolló entre un padre duro y pasional, de carácter irascible, era un
hombre sumamente violento que limitaba su rol de padre a frecuentes golpizas. Su madre, en
cambio, era una mujer de carácter débil, totalmente sometida a la autoridad de su marido. Era
sobreprotectora con Adolfo pues él era uno de los dos únicos hijos que habían quedado vivos, de
los seis que ella tuvo. Por tanto, Hitler sufría un fuerte rechazo a la figura paterna, a pesar de que
lo negaba. En su adolecencia llega el tiempo de las decisiones: la muerte del padre; luego el
enferma de tuberculosis, un mal de familia que lo inmoviliza durante meses en el lecho, el
desaliento escolar y el fracaso que nunca le permitirá obtener un certificado de estudios, los
problemas económicos y sobre todo, la decisión de partir a Viena para realizar su vocación artística
inscribiéndose en la academia de Bellas Artes, a pesar de que su madre estaba gravemente
enferma. Sería reprobado en el examen de ingreso por dos años consecutivos y no podrá ser
admitido en la facultad de arquitectura por carecer de certificado de estudios. Inicia así un periodo
oscuro de vagabundeo y decadencia social, que lo sumen en la indigencia lejos de la familia y con
su madre muerta.
Hitler conservaba, aún en el fondo de aquel abandono, los valores propios de su clase: orden y
decoro; le faltaba solo la disciplina que un carácter intolerante y una educación descuidada no le
habían podido proporcionar. De esta lucha por salvar la dignidad, al menos ante sus propios ojos,
habría extraído una visión de la vida, a la que concebía como una lucha perpetua en la que triunfa
el más fuerte y el más astuto. Estas terribles experiencias pudieron haber contribuido a llenar su
vida de odio.
Hitler dejó de Austria y cruzando la frontera hacia la Alemania que él tanto admiraba. Alguna vez
escribió: “Estaba convencido de que el estado de Austria siempre obstruiría a todos los grandes
Alemanes... y apoyaría todo lo que estuviera en contra de Alemania... Yo odiaba aquella mezcla de
checos, polacos, húngaros, servios, croatas y sobre todo a los siempre presentes judíos. Me
convertí en un fanático antisemita.”
Se ha apuntado que el origen del antisemitismo de Hitler hace falta encontrarlo durante su
estancia en Viena, a partir de 1909, donde según Hanfstaengl, “es posible deducir que una
prostituta judía le contagió alguna enfermedad venérea”. Aunque resulta más convincente la teoría
de que el odio de Hitler hacia los judíos responde a sus frustraciones de juventud, no admitido en
la universidad de Bella Artes, rechazado por la clase burguesa austriaca e impedido a formar parte
del ejército alemán en 1914 ya que se le consideraba: “Inútil para el servicio militar y servicios
auxiliares. Demasiado débil. Inhábil para el manejo de armas”. De todo ello junto, Hitler concentró
en los judíos la culpa de sus males, de sus problemas, de su incapacidad de ajustarse a la sociedad
que creía sometida al pensamiento judío. Y sobretodo, Hitler culpaba a los judíos de la humillante
derrota de los alemanes en la Primera Guerra Mundial. De hecho, en su libro Mi lucha, Hitler
escribió: “Viena se me aparecía bajo una luz diferente de la que conocía. Allá donde fuera, sólo
veía judíos, y cuantos más veía, más se diferenciaban delante de mis ojos de las otras personas […]
comencé, progresivamente, a odiarlos”. El odio de Hitler hacia la pobreza, su devoción hacia el
legado germano y su odio hacia los judíos se combinaron para formar las raíces de sus doctrinas
políticas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1941, la Oficina de Servicios Estratégicas Unidos encargó al
psiquiatra freudiano Walter Langer un inusual y novedoso experimento: psicoanalizar a Adolfo
Hitler de acuerdo con la información que sobre su persona podía obtenerse de su entorno, gracias
al espionaje. Las conclusiones de su informe constituyen uno de los libros más apasionantes que
todavía hoy pueden leerse; su titulo, “La Mente de Hitler”.
Al examinar las pautas de conducta del Führer (palabra alemana que significa "líder"); tal y como
las observan sus colaboradores inmediatos, Langer llega a la conclusión de que no se trataba de
una sola personalidad, sino de dos y que se alternaban. La de un individuo muy suave, sentimental
e indeciso que contaba con muy poco energía y que nada deseaba tanto como mostrarse
agradable y ser entretenido y cuidadoso. Y la del soldado Hitler que era una persona dura, cruel y
decidida, con una considerable energía que parecía saber lo que quería y estaba dispuesto a
buscarlo y obtenerlo sin detenerse ante nada.
Hitler era un hombre de pueblo, plebeyo de pies a cabeza, con ninguna de las características de la
superioridad racial que invocaba siempre. La oratoria era el medio esencial de su poderío, no
solamente sobre sus oyentes, sino sobre su propio temperamento. Demostró siempre recelos por
la discusión y la critica, incapaz de razonar fríamente, el solo hecho de que fueran puestos en duda
sus propias palabras, o los hechos establecidos por el, le sacaba de quicio. Hitler odiaba lo
intelectual. En las masas diría: “El instinto lo domina todo y del instinto nace la fe.....”
Uno de los secretos de su dominio sobre un gran auditorio era su instintiva sensibilidad para captar
el estado de ánimo de la multitud, un cierto olfato para adivinar las pasiones ocultas, los
resentimientos y los anhelos que bullían en las mentes. La capacidad de Hitler para fascinar a un
auditorio ha sido comparada a las artes ocultas del brujo africano o del shaman asiático. Otros la
han comparado al magnetismo de un hipnotista.
Uno de los manejos habituales de Hitler fue jugar el papel de víctima, acusar a quienes se oponían
a él u obstruían sus planes, de agresión y malicia y pasar rápidamente de un tono de inocencia
ultrajada al de atronadora indignación. Para el era siempre su contrincante el culpable de todo, y a
su vez denunciaba a los comunistas, a los judíos, al gobierno republicano español, a los checos, a
los polacos y a los bolcheviques por su conducta intolerable que le obligaba a adoptar medidas
drásticas de autodefensa. Cuando Hitler era presa de la cólera parecía perder todo control. Su
rostro parecía hinchado por la rabia, gritaba en forma estentórea, escupía un torrente de injurias,
agitando salvajemente los brazos y golpeando la mesa o la pared con los puños. De pronto, tan
súbitamente como había empezado, se calmaba, alisaba su cabellera, se arreglaba el cuello de la
camisa y continuaba hablando con voz normal. Hitler era en sí un individuo muy autosuficiente y
solitario. Muy pocas personas integraban su séquito personal, se pueden citar a Albert Speer, el
fotógrafo Heinrich Hoffmann, Martin Bormann, Wilhelm Bruckner, Joseph Dietrich, Joseph
Goebbels, Julius Schaub, Julius Schreck y el arquitecto Geisler y sus secretarias personales. A ellos
les exigía lealtad a toda prueba y discreción. Según algunos historiadores, Hitler fue vegetariano,
no fumador, abstemio y ecologista, se dice que no permitía a sus colaboradores fumar y beber
enfrente de él. Hitler jamás visitó una ciudad bombardeada, un campo de concentración o un
hospital (la única excepción fue para visitar a las víctimas del atentado del 20 de julio “Operación
Valquiria”). Una de las características más relevantes de la personalidad de Hitler era la capacidad
de impresionar, encantar, manipular y subyugar a quienes lo rodearan; había personas que podían
ser muy fuertes y seguras en sus campos de acción, pero en presencia de Hitler estas
personalidades se veían disminuidas y manipuladas hasta el servilismo; por ejemplo, Hermann
Göring expresó al ministro de finanzas Schacht que «cada vez que estoy frente al Führer siento el
corazón en un puño».

Conclusión
La originalidad de Hitler no esta en sus ideas, sino en la forma literalmente terrorífica con que puso
manos a la obra para convertir sus fantasías en realidades, las cualidades distintivas de su
conversación eran la astucia y la brutalidad. Él pertenecía al tipo de “personalidad autoritaria”, que
presupone una individualización en condiciones de inseguridad. Ésta es la base de todo el
comportamiento de Hitler y de la mayoría de sus rasgos. Una de sus características es su bajo
grado de autointegración. Por su madre sentía gran devoción. La muerte de ésta es algo que él
nunca podrá superar a lo largo de su vida. Sus primeras experiencias revelan un complejo de Edipo
conflictivo y no resuelto, lo cual es determinante en los demás factores de su personalidad. Hitler
piensa que las circunstancias de la vida son más fuertes que él, por tanto atribuye a circunstancias
externas sus propios fracasos. Se siente rodeado por un mundo hostil, frente al cual reacciona con
excesiva agresividad. La Personalidad Autoritaria es el conjunto de características individuales que,
adquiridas durante la infancia, predisponen a un idividuo a aceptar y adoptar creencias políticas
antidemocráticas, encontrar satisfacción en la sumisión a la autoridad, dirigiendo la agresión hacia
los extraños -normalmente minorías étnicas o sociales-. También se caracteriza por unas formas de
pensar rígidamente estereotipadas, conservadoras e intolerantes. Según estudios realizados por
Theodor Adorno y otros investigadores en Estados Unidos a mediados del siglo XX, la principal
causa de este fenómeno radicaría en una rígida disciplina y falta de afecto por parte de los padres
durante los procesos de socialización primaria.
Bibliografía:
Enciclopedia “Encarta”, 1998-2002.
Enciclopedia Temática “Larousse”, Tomo 2, Historia universal.
Hitler, Adolf. “Mi Lucha”

Referencias:
http://www.1y2gm.com/t386-dentro-de-la-mente-de-hitler
http://internacional.elpais.com/internacional/2005/04/01/actualidad/1112306404_850215.html
http://psicosystem.blogspot.mx/2008/11/psicoanlisis-de-hitler-libro.html
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/19540/Dictadores_La_Alemania_de_Hitler_y_la_Union_Sov
ietica_de_Stalin
http://es.wikipedia.org/wiki/Atentado_del_20_de_julio_de_1944
http://html.rincondelvago.com/adolf-hitler_5.html

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