Vous êtes sur la page 1sur 9

¿Las máquinas hacen historia?

Robert L. Heilbroner

El molino de mano nos da la sociedad de los señores feudales; la máquina


de vapor, la sociedad de los capitalistas industriales.
Marx, La Pobreza de la Filosofía

Que las máquinas hacen historia en cierto sentido -que el nivel de tecnología tiene una
relación directa con el drama humano- es obvio, por supuesto. Que ellas no hagan toda la
historia, no obstante esa palabra es definida igualmente clara. El desafío, entonces, es ver si
se puede decir algo sistemático sobre el asunto, ver si se puede ordenar el problema para que
sea intelectualmente comprensible.
Para ello, desde el principio se requiere una especificación cuidadosa de nuestra tarea. Hay
una serie de formas importantes en las que las máquinas hacen historia que no nos concierne
aquí. Por ejemplo, uno puede estudiar el impacto de la tecnología en el curso político de la
historia, con mayor evidencia por el papel central que desempeñó la tecnología de guerra. O
uno puede estudiar el efecto de las máquinas sobre las actitudes sociales que subyacen a la
evolución histórica: se piensa en el efecto de la radio o la televisión en el comportamiento
político. O se puede estudiar la tecnología como uno de los factores que moldean el contenido
cambiante de la vida de una época a otra: cuando hablamos de "vida" en la Edad Media o de
existencia en nuestros días, gran parte de su textura y sustancia está íntimamente relacionada
con el orden tecnológico predominante.
Ninguno de estos problemas constituye el centro de este ensayo. En cambio, yo propongo
examinar el impacto de la tecnología en la historia en una-área u área definida por la famosa
cita de Marx que destaca debajo de nuestro título. La pregunta que nos interesa, entonces, se
refiere al efecto de la tecnología en la determinación de la naturaleza del entorno
socioeconómico. En estos simples términos la pregunta es: ¿la tecnología medieval provocó
el feudalismo?, ¿es la tecnología industrial la condición necesaria y suficiente para el
capitalismo? O, por extensión, ¿la tecnología de la computadora y el átomo constituyen la
causa ineludible de un nuevo orden social?

Incluso en este sentido restringido, nuestra investigación promete ser amplia y


desestructurada. Por lo tanto, no intentaré atacar el tema de frente, sino examinarlo en dos
etapas:

1. Si asumimos que el molino de mano "nos da" feudalismo y la máquina de vapor


capitalismo, esto coloca el cambio tecnológico en la posición de un motor principal
de la historia social. ¿Podemos explicar las " leyes del movimiento" de la propia

1
tecnología? O para poner la pregunta menos rimbombante, ¿podemos explicar por
qué la tecnología evoluciona en la secuencia que lo hace?

2. Una vez más, teniendo en cuenta el paradigma marxista, exactamente ¿qué


queremos decir cuando afirmamos que el molino de mano "nos da" la sociedad del
señor feudal? Más precisamente, ¿cómo afecta el modo de producción la
superestructura de las relaciones sociales?

Estas preguntas nos permitirán probar el contenido empírico, -o al menos ver si hay un
contenido empírico- en la idea del determinismo tecnológico. No creo que sea una sorpresa
si anuncio ahora que encontraremos algún contenido, y una gran cantidad de evidencia
faltante en nuestra investigación. Lo que quedará entonces será ver si podemos colocar los
elementos rescatables de la teoría en perspectiva histórica, ver, en una palabra, si podemos
explicar el determinismo tecnológico históricamente así como explicar la historia por el
determinismo tecnológico.

Comenzamos con una pregunta muy difícil, difícilmente facilitada por el hecho de que existe,
según mi conocimiento, no hay estudios empíricos en los cuales basemos nuestras
especulaciones. Es la cuestión de si hay una secuencia fija para el desarrollo tecnológico y
por lo tanto un camino necesario por el que deben transitar las sociedades en su desarrollo
tecnológico.

Creo que hay tal secuencia, que el molino de vapor sigue al molino de mano no por
casualidad, sino porque es la siguiente "etapa" de la conquista técnica de la naturaleza que
sigue un y único gran trayecto de desarrollo. Para decirlo de otra manera, creo que es
imposible proceder a la edad del molino de vapor hasta que uno haya pasado por la era del
molino de mano, y que a su vez no se puede pasar a la edad de la planta hidroeléctrica antes
de que uno haya dominado el molino de vapor, ni al poder de la era nuclear hasta que uno
haya vivido la de la electricidad.

Antes de intentar justificar una afirmación tan amplia, permítanme hacer unas pocas reservas.
Para empezar, soy plenamente consciente de que no todas las sociedades están interesadas
en desarrollar una tecnología de producción o en canalizar a esta la misma cantidad de energía
social. Soy muy consciente de las diferentes presiones que ejercen las diferentes sociedades
sobre la dirección en la que se desenvuelve la tecnología.

Por último, no me importa la diferencia entre el descubrimiento de una determinada máquina


y su aplicación como tecnología: por ejemplo, la invención de una máquina de vapor (la
eolípila) por Herón de Alejandría mucho antes de su incorporación en un molino de vapor.
Todos estos problemas, a los que volveremos en nuestra última sección, se refieren a la forma
en que la tecnología hace las paces con las instituciones sociales, políticas y económicas, en
las que aparece. Estas, no afectan directamente a la afirmación de que existe una secuencia
determinada de tecnología productiva para aquellas sociedades que están interesadas en
originar y aplicar tal tecnología.

2
¿Qué evidencia tenemos para tal punto de vista? Yo propondría tres pruebas sugerentes:

1. La simultaneidad de la invención.

El fenómeno del descubrimiento simultáneo es bien conocido. Desde nuestra opinión, la


simultaneidad argumenta que el proceso de descubrimiento tiene lugar a lo largo de una
frontera bien definida de conocimiento más que en la forma de una bolsa de mano de moda.
Es cierto que el concepto de "simultaneidad" es impresionista, pero el fenómeno de
"agrupamiento" tecnológico sugiere nuevamente que la evolución técnica sigue un orden
secuencial y determinado en lugar de un curso al azar.

2. La ausencia de saltos tecnológicos.

Todas las invenciones e innovaciones, por definición, representan un avance del arte más
allá de las líneas de base existentes. Sin embargo, la mayoría de los avances,
particularmente en retrospectiva, aparecen esencialmente amplificados, evolucionados. Si
la naturaleza no hace saltos bruscos, tampoco, al parecer, lo hace la tecnología. Para
exagerar mi punto de vista, no encontramos experimentos en electricidad en el año 1500, o
intentos de extraer energía del átomo en el año 1700. En general, el desarrollo de la
tecnología de producción presenta un perfil bastante suave y continuo en lugar de uno con
picos irregulares y discontinuos.

3. La predictibilidad de la tecnología.

Hay una larga historia de predicciones tecnológicas, algunas de ellas ridículas y otras no.
Lo interesante es que el desarrollo del progreso técnico siempre ha parecido
intrínsecamente predecible. Esto no significa que podamos establecer horarios futuros de
descubrimiento técnico, ni tampoco excluye la posibilidad de sorpresas. Sin embargo, me
atrevo a afirmar que muchos científicos estarían dispuestos a hacer predicciones generales
sobre la naturaleza de la capacidad tecnológica dentro de veinticinco o incluso cincuenta
años. Esto también sugiere que la tecnología sigue un desarrollo secuencial en lugar de
aparecer de manera casual.

Estoy consciente y no hace falta decir que estos fragmentos de evidencia no constituyen nada
como una "prueba" de mi hipótesis. En el mejor de los casos, establecen los motivos sobre
los cuales puede basarse un caso prima facie –a primera vista- de verosimilitud. Pero ahora
me gustaría reforzar estos fundamentos sugiriendo dos razones más arraigadas por las que la
tecnología debería mostrar un historial "estructurado".

El primero de ellos es que una restricción importante siempre opera en la capacidad


tecnológica de una época, la restricción de su stock acumulado de los conocimientos
disponibles. El alcance de la aplicación de este conocimiento puede retrasarse; la tecnología
del molino de mano, por ejemplo, no estaba de ninguna manera en la frontera del

3
conocimiento técnico medieval, pero la realización técnica difícilmente puede preceder a lo
que los hombres generalmente saben (aunque el experimento puede avanzar progresivamente
tanto en tecnología como en conocimiento). En particular, desde mediados del siglo XIX
hasta el presente, percibimos las limitaciones de la tecnología que se desprenden a partir de
sucesivas barreras de restricciones científicas que disminuyen el conocimiento y que resultan
en la llegada sucesiva de las etapas eléctrica, química, aeronáutica, electrónica, nuclear y
espacial de la tecnología.

Sin embargo, la expansión gradual del conocimiento no es la única restricción que impone el
orden en el desarrollo de la tecnología. Un segundo factor de control es la competencia
material de la edad, su nivel de experiencia técnica. Para hacer una máquina de vapor, por
ejemplo, se requiere no solo un cierto conocimiento de las propiedades elásticas del vapor,
sino también la capacidad de moldear cilindros de hierro de dimensiones considerables con
una precisión tolerable. Una cosa es producir una máquina de vapor única, como la máquina
representada por Herón, y otra, producir una máquina que produzca energía de manera
económica y efectiva. Las dificultades experimentadas por Watt y Boulton para lograr un
ajuste del pistón al cilindro ilustran los problemas de crear una tecnología, en contraste con
una sola máquina.

Sin embargo, hasta que se estableció una tecnología de metalurgia, de hecho, hasta que una
industria de máquina-herramienta embrionaria se había arraigado, una tecnología industrial
era imposible de crear. Además, la competencia requerida para crear tal tecnología no reside
solo en la capacidad o la incapacidad de hacer que una máquina en particular (uno piensa que
la calculadora de Babbage es un ejemplo de una máquina que nació demasiado pronto), sino
en la capacidad de muchas industrias para cambiar sus productos o procesos para "ajustar"
un cambio en un producto o proceso clave.

Este requisito necesario de congruencia tecnológica nos da una causa adicional de


secuenciación. La capacidad de muchas industrias para cooperar en la producción del equipo
necesario para una etapa "superior" de la tecnología depende no solo del conocimiento o la
habilidad absoluta sino de la división del trabajo y la especialización de la industria. Y esto,
a su vez, depende en gran medida del tamaño del capital propio. De este modo, la
acumulación lenta y dolorosa de capital, de la cual surge la diversificación gradual de la
función industrial, se convierte en un regulador independiente del alcance de la capacidad
técnica.

Al hacer este caso general para un determinado desarrollo de la evolución tecnológica -al
menos en lo que concierne a la tecnología de producción-. No quiero reclamar demasiado.
Soy muy consciente de que el razonamiento sobre las secuencias técnicas es fácilmente
criticado como post hoc ergo propter hoc «después de esto, eso; entonces, a consecuencia de
esto, eso». Por lo tanto, permítanme abandonar esta fase de mi investigación sugiriendo no
más que la idea aproximada de una progresión ordenada de la tecnología productiva que
parece lo suficientemente lógica como para justificar una investigación empírica adicional.
Para decirlo de la manera más concreta posible, no creo que sea solo por casualidad que el
molino de vapor sigue, y no precede, al molino de mano, ni tampoco es mera fantasía en
nuestros días cuando hablamos de la llegada de la fábrica automática. En el futuro, como en
el pasado, el desarrollo de la tecnología de producción parece estar limitado por las
4
limitaciones del conocimiento y la capacidad y, por lo menos, en principio, está abierto a la
predicción como una fuerza determinable del proceso histórico.
II

La segunda proposición a investigar no es menos difícil que la primera. Nos referiremos,


recordemos, a la declaración explícita de que una tecnología dada impone ciertas
características sociales y políticas a la sociedad en la que se encuentra. Es cierto que, como
Marx escribió en La Ideología Alemana, "cierto modo de producción o etapa industrial,
siempre se combina con cierto modo de cooperación o etapa social", o como lo escribió en
la frase anterior a nuestro paradigma de molino de mano, molino de vapor, "al adquirir nuevas
fuerzas productivas los hombres cambian su modo de producción, y al cambiar su modo de
producción cambian su forma de vivir, cambian todas sus relaciones sociales”.

Como antes, debemos dejar de lado por el momento ciertos aspectos "culturales" de la
cuestión. Pero si nos limitamos a las relaciones funcionales directamente relacionadas con el
proceso de producción en sí, creo que podemos afirmar que la tecnología de una sociedad
impone un patrón determinado de relaciones sociales en esa sociedad.

De hecho, podemos distinguir al menos dos de estos modos de influencia:

1. La composición de la fuerza laboral.

Para funcionar, una determinada tecnología debe ser atendida por una fuerza laboral de un
tipo particular. Por lo tanto, el molino de mano (si podemos considerar esto como una
referencia a la tecnología medieval tardía en general) requería una fuerza de trabajo
compuesta por artesanos calificados o semicalificados, que eran libres de practicar sus
ocupaciones en el hogar o en un pequeño taller, a veces y en temporadas que variaban
considerablemente. A modo de contraste, el molino de vapor, es decir, la tecnología del siglo
XIX, requería una fuerza de trabajo compuesta por operarios semicalificados o no calificados
que podían trabajar sólo en el sitio de la fábrica y sólo en el horario impuesto para girar la
maquinaria a encendido o apagado. De nuevo, la tecnología de la era electrónica ha requerido
de una mayor proporción de asistentes calificados; y la próxima tecnología de automatización
cambiará aún más la combinación necesaria de habilidades y la ubicación del trabajo, y
también puede reducir drásticamente los requisitos del tiempo de trabajo en sí.

2. La organización jerárquica del trabajo.

Los diferentes aparatos tecnológicos no solo requieren diferentes fuerzas de trabajo, sino
diferentes órdenes de supervisión y coordinación. La organización interna de la unidad de
artesanía del siglo XVIII, con su típica relación hombre-maestro, presenta una configuración
social totalmente diferente a la de la fábrica del siglo XIX con su confrontación entre hombres
y gerentes, y esto a su vez difiere de la actual estructura social interna de la planta
semiautomatizada de flujo continuo. A medida que aumenta la complejidad del proceso de
producción, se requiere un sistema de controles internos mucho más complejo para mantener
el sistema en funcionamiento.

5
¿Esto se suma a la proposición de que el molino de vapor nos da una sociedad con el
capitalista industrial? Ciertamente, las características de clase de una sociedad particular
están fuertemente implicadas en su organización funcional. Sin embargo, parece prudente ser
muy cautelosos antes de relacionar los efectos políticos exclusivamente con causas
económicas funcionales. La Unión Soviética, por ejemplo, se proclama a sí misma como una
sociedad socialista, aunque su base técnica se asemeja a la del capitalismo anticuado. Si Marx
hubiera escrito que el molino de vapor le da a la sociedad un gerente industrial, habría estado
más cerca de la verdad.

Lo que es menos fácil de decidir es el grado en que la infraestructura tecnológica es


responsable de algunas de las características sociológicas de la sociedad. ¿Es la anomia, por
ejemplo, una enfermedad del capitalismo o de todas las sociedades industriales? ¿Es la
organización del hombre una creación del capital monopolista o de toda la industria
burocrática donde se encuentra? Estas preguntas nos incitan a analizar el problema del
impacto de la tecnología en la calidad de vida existencial, un área que hemos descartado para
este documento. Basta con decir que la evidencia superficial parece implicar que tecnologías
similares de Rusia y Estados Unidos están dando lugar a fenómenos sociales similares de
este tipo.

Al igual que con la primera parte de nuestra investigación, parece recomendable finalizar
esta sección con una nota de precaución. Existe un peligro, al discutir la estructura de la
fuerza laboral o la naturaleza de la organización intra-empresarial, de asignar la única eficacia
causal a la presencia visible de maquinaria y de pasar por alto la influencia invisible de otros
factores en el trabajo. Gilfillan, por ejemplo, escribe, "los ingenieros han cometido tales
errores, como diciendo, la máquina de escribir llevó a las mujeres a trabajar en las oficinas,
y con la máquina de tipografía hizo posible el gran periódico moderno, olvidando que en
Japón hay trabajadoras de oficina y grandes periódicos modernos que prácticamente no
reciben ayuda de las máquinas de escribir y las máquinas de tipografía". Además, cuando
parece que la tecnología desempeña un papel fundamental, un elemento "social"
independiente entra inevitablemente en la escena del diseño de la tecnología, que debe tener
en cuenta hechos tales como el nivel de educación de la fuerza laboral o su relativo precio.
De esta forma, la máquina reflejará, tanto como el molde, las relaciones sociales de trabajo.

Estas advertencias nos instan a practicar lo que William James llamó un "determinismo
suave" con respecto a la influencia de la máquina en las relaciones sociales. Sin embargo,
diría que nuestras advertencias califican en lugar de invalidar la tesis de que el nivel de
tecnología prevaleciente se impone poderosamente en la organización estructural de la
producción de la sociedad. Un conocimiento previo de la forma del núcleo técnico de la
sociedad dentro de 50 años puede no permitirnos describir los atributos políticos de esa
sociedad, y tal vez sólo insinuar su carácter sociológico, pero sin duda nos presenta un perfil
de requisitos, tanto en habilidades laborales y en necesidades de supervisión, que difieren
considerablemente de las actuales.

III

Con frecuencia, durante nuestros esfuerzos hasta ahora para demostrar lo que es válido y útil
en el concepto de determinismo tecnológico, nos hemos visto obligados a diferir ciertos
6
aspectos del problema hasta más adelante. Ahora es el momento de levantar la alfombra y
examinar lo que se ha barrido debajo de ella. Intentemos sistematizar nuestras calificaciones
y objeciones al paradigma marxista básico:

1. El progreso tecnológico es en sí mismo una actividad social.

Una teoría del determinismo tecnológico debe lidiar con el hecho de que la actividad misma
de la invención y la innovación es un atributo de algunas sociedades y no de otras. Los
bosquimanos de Kalahari o los miembros de las tribus de Nueva Guinea, por ejemplo, han
persistido en una tecnología neolítica hasta nuestros días; los árabes alcanzaron un alto grado
de competencia técnica en el pasado y desde entonces han sufrido una disminución; El clásico
desarrolló tecnológico chino se experimentó en algunos campos, mientras que se descuidó
en el área de producción. Qué factores sirven para alentar o desalentar este empuje técnico,
es un problema sobre el cual sabemos muy poco en la actualidad.

2. El curso de avance tecnológico responde a la dirección social.

Ya sea que la tecnología avance en el área de la guerra, las artes, la agricultura o la industria,
depende en parte de las recompensas, estímulos e incentivos ofrecidos por la sociedad. De
esta manera, la dirección del avance tecnológico es parcialmente el resultado de la política
social. Por ejemplo, el sistema de partes intercambiables o producción en serio, introducido
por primera vez en Francia y luego de manera independiente en Inglaterra, no pudo arraigar
en ninguno de los dos países por falta de interés del gobierno o por estímulos al mercado. En
Estados Unidos su éxito se debe principalmente al apoyo gubernamental y a su atractivo en
una sociedad sin tradiciones gremiales y con altos costos laborales. El nivel general de
tecnología puede seguir un camino secuencial determinado e independiente, pero sus áreas
de aplicación ciertamente reflejan influencias sociales.

3. El cambio tecnológico debe ser compatible con las condiciones sociales existentes.

Un avance en la tecnología no solo debe ser congruente con la tecnología circundante, sino
que también debe ser compatible con las instituciones económicas y otras instituciones
sociales existentes. Por ejemplo, la maquinaria que ahorra mano de obra no encontrará fácil
aceptación en una sociedad donde la mano de obra es abundante y barata como factor de
producción. Una técnica de producción en masa tampoco se recomendaría a una sociedad
que carece de un mercado en masa. De hecho, la presencia de mano de obra esclava en
general parece inhibir el uso de la maquinaria y la presencia de mano de obra costosa para
acelerarla.

Estas reflexiones sobre las fuerzas sociales que inciden en el progreso técnico nos tientan a
dejar de lado toda la noción de determinismo tecnológico como falsa o engañosa. Sin
embargo, relegar la tecnología de una posición inmerecida en la historia de primum mobile –
primer movimiento- a la de un factor mediador, tanto por el hecho de actuar con él y sobre
el cuerpo de la sociedad no consiste en descartar su influencia, sino en especificar su modo
de operación con mayor precisión. De manera similar, admitir que entendemos muy poco de
los factores culturales que dan origen a la tecnología no deprecia su papel, sino que centra

7
nuestra atención en ese período de la historia en que la tecnología es claramente una fuerza
importante en la historia, a saber, desde 1700 la sociedad occidental.

IV

¿Cuál es el papel mediador que desempeña la tecnología en la sociedad occidental moderna?


Cuando hacemos esta pregunta de una forma más simple, la interacción de la sociedad y la
tecnología comienza a aclararse a nosotros mismos:

1. El ascenso del capitalismo proporcionó un estímulo importante para el desarrollo


de una tecnología de producción.

No fue hasta que surgió un sistema de mercado organizado en torno al principio de propiedad
privada, sino que surgió una institución capaz de guiar sistemáticamente las capacidades
inventivas e innovadoras de la sociedad al problema de facilitar la producción. De ahí que el
entorno de los siglos XVIII y XIX proporcionara un estímulo novedoso y extremadamente
eficaz para el desarrollo de una tecnología industrial. Además, el marco político y social de
apertura lenta de la sociedad mercantilista tardía originó aspiraciones sociales para las cuales
la nueva tecnología ofrecía la mejor oportunidad de realización. No fue sólo la máquina de
vapor lo que nos dio el capitalista industrial, sino el creciente fabricante de inventores que
nos dio la máquina de vapor.

2. La expansión de la tecnología dentro del sistema de mercado tomó un nuevo aspecto


"automático".

Bajo el floreciente sistema de mercado, no solo el inicio de la mejora técnica, sino su posterior
adopción y repercusión a través de la economía se rige en gran medida por consideraciones
de mercado. Como resultado, tanto el auge como la proliferación de la tecnología asumieron
los atributos de una "fuerza" difusa impersonal que influye en la vida social y económica.
Esto fue tanto más pronunciado porque el control político necesario para amortiguar sus
consecuencias perturbadoras se vio seriamente inhibido por la ideología dominante de
laissez-faire –dejen hacer, dejen pasar-.

3. El ascenso de la ciencia dio un nuevo impulso a la tecnología.

El período del capitalismo temprano coincidió bruscamente y proporcionó un entorno


agradable para el desarrollo de una fuente independiente de estímulo tecnológico: el auge de
la actividad consciente de la ciencia. La expansión constante de la investigación científica,
dedicada a la exploración de los secretos de la naturaleza y su aprovechamiento para el uso
social, proporcionó un estímulo cada vez más importante para el avance tecnológico desde
mediados del siglo XIX. De hecho, a medida que el siglo XX ha progresado, la ciencia se ha
convertido en una importante fuerza histórica por derecho propio y ahora es la condición
indispensable para una tecnología efectiva.

8
***

Es por estas razones que la tecnología adquiere un significado especial en el contexto del
capitalismo o, en lo demás, de un socialismo basado en maximizar la producción o minimizar
los costos. Porque en estas sociedades, tanto la aparición continua de avances técnicos como
su difusión en toda la sociedad asumen los atributos de un proceso autónomo,
"misteriosamente" generado por la sociedad y empujados sobre sus miembros de una manera
tan indiferente como imperiosa. Creo que esto es porque el problema del determinismo
tecnológico -de cómo las máquinas hacen historia- nos llega con tanta insistencia a pesar de
la facilidad con que podemos refutar sus afirmaciones más extremas.

El determinismo tecnológico es, por lo tanto, un problema peculiar de una cierta época
histórica, específicamente la del elevado capitalismo y la del bajo socialismo, en el que las
fuerzas del cambio técnico han sido liberadas, pero cuando las agencias para el control o la
orientación de la tecnología siguen siendo rudimentarias.

El punto tiene relevancia para el futuro. La rendición de la sociedad al libre juego de las
fuerzas del mercado está ahora en decadencia, pero su sumisión al ímpetu del espíritu
científico está en aumento. La perspectiva que tenemos ante nosotros es, sin duda y muy
probablemente la de un ritmo acelerado de cambio técnico no disminuido. Por lo que
podemos predecir sobre la dirección de este avance tecnológico y las alteraciones
estructurales que implica, las presiones en el futuro serán hacia una sociedad marcada por un
grado mucho mayor de organización y control deliberado. Qué otros cambios políticos,
sociales y existenciales traerá la era de la computadora, no lo sabemos. Sin embargo, lo que
parece seguro es que el problema del determinismo tecnológico, es decir, del impacto de las
máquinas en la historia, seguirá siendo pertinente hasta que se genere un grado de control
público sobre la tecnología mucho mayor que cualquier cosa que hasta hoy exista.

Publicación original:
Heilbroner, R. (1967). Do Machines Make History? Technology and Culture, Vol. 8, No. 3, pp. 335-
345.

Traducción:
Dr. Sergio Octavio Contreras Padilla
Universidad Autónoma de Durango, Campus Zacatecas

Vous aimerez peut-être aussi