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En los inicios de la República, la tarea de organizar y llevar adelante las elecciones era una labor
que se repartían tanto el Poder ejecutivo como el Poder Legislativo. Recién en los años 1993, con
la creación del Jurado Nacional de Elecciones es que se tuvo un ente autónomo e independiente
encargado de asumir las tareas electorales. De esa manera, este organismo asumió la labor de
crear el padrón de todos los ciudadanos peruanos, otorgarles su cédula de identidad
(denominada antiguamente Libreta Electoral), coordinar todas las necesidades logísticas antes,
durante y después de los procesos eleccionarios y, finalmente, realizar el escrutinio y proclamar
los resultados. Asimismo tuvo facultades jurisdiccionales para resolver los asuntos contenciosos
que sobre materia electoral se presentaban. Con la promulgación de la Constitución de 1993
(aprobada por mayoría popular en consulta libre y democrática en el referéndum de 1993), el
Jurado Nacional de Elecciones fue dividido en tres organismos distintos, formando así lo que
actualmente se conoce como el Sistema Electoral.
Por lo tanto, el Sistema Electoral tiene por finalidad asegurar que las votaciones traduzcan la
expresión auténtica, libre y espontánea de los ciudadanos; y que los escrutinios sean reflejo
exacto y oportuno de la voluntad del elector expresada en las urnas por votación, está
conformado por las tres instituciones que trabajan articuladamente para el buen funcionamiento
de todo el Sistema Electoral, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE); La Oficina Nacional de
Procesos Electorales(ONPE); y el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil(RENIEC).
El Sistema Electoral ha desarrollado un trabajo con bueno resultados, cumpliendo con sus
funciones que le otorga la Constitución Política del Perú. En cada proceso electoral los incidentes
a nivel nacional se presentaron en menor grado, esto ha hecho que los niveles de confianza en el
Sistema Electoral sea un punto de estudio. Para el fortalecimiento de la democracia es necesario
que los sistemas electorales sean entes muy autónomos sin interferencia de las otras
instituciones, poderes del estado y organismos internacionales. En consecuencia, quedara como
resultado un nivel de confianza positiva de los ciudadanos en cuanto al desarrollo de sus
funciones y ayuda al fortalecimiento de la democracia.