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EL YA, Y TODAVÍA NO- Seminario de Escatología.

Según Franz-Josef Nocke, en su libro Escatología, el “ya, y todavía no” hace


referencia al Reino de Dios que Jesús hace presente en él y en aquellos que se
comprometen con él. Ese reinado de Dios está presente pero todavía no es claro,
es una promesa hacia el futuro.
Jesucristo es el reinado de Dios. Él es el cumplimiento de la esperanza mesiánica
del AT. Solo que esa presencia de Jesús todavía no es plena; porque la naturaleza
humana no alcanza a captar la grandeza del reinado de Dios manifestado en Jesús.
En el evangelio de Lucas, parece que el reino de Dios es algo ya presente “el reino
de Dios ha llegado a nosotros” (Lc. 11,20); “el reino de dios ya está en medio de
nosotros” (Lc. 17,21).
En otros textos del evangelista, parece que el reino de Dios es algo todavía
pendiente, futuro: los discípulos deben orar por la venida del reino: “venga tu reino”
(Lc. 11,2; Mt. 6,10)
Según J. José Alviar y Juan Luis de la Peña: “la promesa del Reino se ha cumplido
incoactivamente, desde la realidad sacramental; no proactivamente, no acabada”.
Lo anterior quiere decir que la esperanza cristiana no es un puro aguardar
pasivamente, no se deja cortar a la medida de las posibilidades actuales. Se
fundamenta en un Dios que creará la salvación total de toda la humanidad. La
dialéctica entre lo presente y lo futuro es lo que constituye la dinámica propia de la
esperanza cristiana.
La escatología es un tratado sobre la esperanza cristiana que no es pasiva sino
activa, personal y comunitaria que necesita de la mano de Dios para hacerla
efectiva, real y plena. Esta esperanza puede implicar una actitud peligrosa, cuando
es pasiva, de parsimonia, de indiferencia, es inactiva de quietud.
La verdadera esperanza es la invitación a una actitud nueva y de compromiso
consciente frente a la realidad y lo que esperamos más allá. La esperanza está en
ser juzgados como justos, es decir, en el cumplimiento de las bienaventuranzas.
El juicio según la revelación, es el juicio que realiza la misma persona frente a la
capacidad de amar y de ser caritativos.
El concilio Vaticano II manifiesta la capacidad de amar como signo de salvación
para el no creyente o no cristiano. Existen diversos niveles de juicio:
Conoció Creyó Fue discípulo Juicio exigente
Conoció No creyó No fue discípulo Juicio severo
No conoció No le fue anunciado No fue discípulo Juicio con misericordia
No conoció Le fue anunciado Hizo sus Juicio con misericordia
esfuerzos
El reino de Dios es un don que ya está en medio de los hombres. Dios lo ofrece
gratuitamente. Su iniciativa y garantía son de Dios.
Jesús exige: perdonar (Mt.18,21-35), reconciliarse con el hermano (Mt.5,23),
entregarse personalmente en favor de los necesitados (Mt.25,31-46; Lc.10,25-37),
amar incluso al enemigo (Lc.6,27); solo así se entra en la dinámica del reino, pues
quien no cambia de vida (la llamada a la conversión Mc.1,15), no se introduce en el
reino de Dios, se queda fuera, no tiene parte en él.
Este mundo y el otro
El reino de Dios no se agota en unas determinadas expectativas referidas a este
mundo. Un momento esencial es el perdón de Dios que anula todo pecado, y
también la resurrección de los muertos, ambas realidades hacen saltar las fronteras
de este mundo.
El reino de Dios existe por encima de nuestra existencia experimentable y de
nuestro orden social concreto. Al reino de Dios pertenecen los cambios sociales
reales: la curación de enfermedades físicas y la hartura física (Mt.14, 13-21), los
numerosos relatos de curaciones, la conversión del publicano (el abandono de su
conducta explotadora, Lc.19,8), la supresión de las fronteras frente a los hasta
entonces marginados (leprosos, prostitutas: Mc.1,40; Lc.7,36-50), la supresión de
la diferencia entre sirvientes y señores (Lc.22,25s).

Presentado por:
Jesús Antonio Galvis
Rigoberto Londoño G.

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