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Cabros de mierda, de Gonzalo Justiniano

Por Eduardo Contreras

Es el título de la película de Gonzalo Justiniano próxima a estrenarse el próximo mes de agosto y


que desde nuestra perspectiva del área de los derechos humanos recomendamos ampliamente.
Lapremiere se realizará el lunes 21 de agosto y su estreno en salas el jueves 24 del mes que
viene.
La acción se desarrolla en el año 1983, tiempos duros de la dictadura, en la ya legendaria
población La Victoria, Santiago, y relata la vida de una bella y valiente joven, Gladys, apodada “ la
francesita”, su madre y su pequeña hija, ambas también “Gladys”, obviamente y que acogen en su
modesto hogar a un joven misionero norteamericano llamado Samuel Thompson, ingenuo, puro,
casto, que con apoyo de su cámara fotográfica registra el diario combate de esa familia y de toda la
población para salir adelante en tan difíciles condiciones económicas y de brutal represión.
Es llegado el tiempo de las heroicas protestas en las poblaciones populares. La resistencia está en
marcha y la muerte acecha. Pero es también el tiempo de un pueblo está decidido a recuperar la
democracia y poner fin al dominio del grupo de poderosos que cuentan con el entusiasta apoyo de
las fuerzas armadas chilenas que renegaron por tantos años de su juramento de “servir a la patria”.
Es una obra que no elude nada, apunta directo, su mayor belleza es su realismo y una escena final
que jamás se olvidará.
Los protagonistas del filme son Nathalia Aragonese, Daniel Contesse, Elías Collado, Corina
Posada y Luis Dubó. La música es de Sol y Lluvia y del Inti Illimani histórico y la fotografía de
Miguel Littin Menz. El guión y la dirección son de Gonzalo Justiniano quien además es productor
junto a Jorge Infante.
Recordemos que por esos años el director y guionista estuvo aquí y trabajó en lo suyo en ese Chile
torturado pero valiente , conoció a personajes que hicieron historia y retrató ese pasaje tan
doloroso de nuestra historia. Tal vez es lo que explica el impresionante realismo de esta obra.
Una revisión de las obras cinematográficas relativas al golpe de Estado del 73 y los duros años de
la dictadura nos muestran una abundante y emotiva producción de muy buena calidad tanto de los
creadores nacionales como extranjeros. Cada cual con su lenguaje propio, a veces del más crudo
realismo, otras con la belleza de un poema triste. Pero todas defendiendo y fortaleciendo una
memoria que muchos sectores poderosos de nuestro país se esmeran en borrar para siempre.
Evoco, por ejemplo, cuando a pocos meses de salir al exilio pude ver en 1974 ese increíble
documental de los cineastas de la entonces República Democrática Alemana, la RDA, Heynowski y
Scheumann, cuando entrevistan a pocos días del 11 de septiembre a un Pinochet estúpido e
inculto mirándose al espejo sin saber que ya lo están filmando ; mucho se ha polemizado sobre
estos creadores pero esa entrevista así como la visita que hicieran al campo de concentración de
Chacabuco y sus entrevistas a prisioneros son sin duda alguna documentos históricos magistrales.
Burlaron a los militares asumiendo otra nacionalidad.
Años más tarde, allá por los 80 en Lima, Perú, asistí a un céntrico cine a ver Missing aquella cinta
sobre la detención y muerte de los jóvenes norteamericanos Charles Horman y Frank Teruggi ; al
terminar la función y encenderse las luces el público peruano se puso de pié a aplaudir y a gritar
contra la dictadura militar emocionando hasta las lágrimas a este chileno que probablemente era el
único en la sala.
También en el exilio, esta vez en La Habana, Cuba, pudimos ver, entre viarias otras, Tres Tristes
Tigres, Llueve sobre Santiago, y La Batalla de Chile, tanto el documental de Patricio Guzman
como la película del mismo nombre del gran cineasta cubano Humberto Solá.
Terminado el exilio – 15 años después del golpe – y ya de regreso al país pudimos conocer mucho
más de esa rica producción y ahí están Ardiente Paciencia, La Frontera, El diario de Agustín,
más recientemente Colonia Dignidad y aquella tierna Historia de un Oso y tantas más. Y por
cierto pudimos disfrutar de la producción de Miguel Littin, entre otras Actas de Marusia, Acta
General de Chile, Los Náufragos y de Patricio Guzmán con su Nostalgia de la Luz y El Botón
de Nácar. Nombres de realizadores como los mencionados y otros como Raúl Ruiz, Helvio Soto,
Pedro Chaskel, Costa – Gavras, Sebastián Alarcón, entre muchos otros, nos han legado notables
expresiones del arte cinematográfico que hablan del tiempo de la infamia.
De generaciones más recientes, reaparece en escena Gonzalo Justiniano, creador de más de una
docena de exitosos filmes, entre ellos Los hijos de la guerra fría, Caluga o Menta, Amnesia, El
Leyton, etc. Lo hace esta vez con esta película de altura, franca, directa, que muestra la realidad
concreta del pueblo chileno en esos años, su inteligencia y su coraje, sus formas de organización.
Una valentía que se trasmitía también a los niños de las poblaciones. En fin, esa firmeza admirable
que hizo posible terminar con la dictadura y que sin duda pondrá fin más temprano que tarde a
todo vestigio de la dictadura que aun persista.
Son los registros memorables que han permitido mantener viva la historia de un pasado reciente
que nadie tiene derecho a olvidar y que nos alienta a levantar con más fuerza las demandas de
verdad y justicia y a rechazar los quejidos lastimeros de los que plantean un borrón y cuenta nueva
en favor de los genocidas.
Por todo eso y más me permito recomendar que no se pierdan a estos “cabros de mierda”.

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