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I. LAS TEORfAS
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126 PREHIsToRIA DE AMÉRICA EL poBLAMIENTo pRrN{rrrvo DE er,rÉnrce 127
explican satisfactoriamente admitienflo que el Viejo y el Nue- humana. De ahí que inmediatamente surgiera el interroganre:
vo Mundo formaban antes un todo que luego se desmembró. ¿de dónde procedían esos pobladores de un mundo nuevo que
Y esa misma antigua conexión explica también el hecho de las' no era concrcido ni siquiera de las sagradas Escrituras? ¿Eran,
numerosas semejanzas en la fauna y flora antiguas de ambos en realidad, seres racionales esos indios, y formaban parte de
hemisferios. la Humanidad? En caso positivo, ¿cómo habían llegado aquí?
Sin embargo, para el problema del poblamiento humano De acuerdo con el espíritu de la época, lo que primera-
de América que es el que queremos exPoner aquí, la teoría de mente interesaba establecer era si desde el punto de vista teoló-
Wegener no puede rendirnos servicio alguno. Pues según su gico los americanos eran o no seres racionales.
autor, la separación del doble continente americano del resto Dos tesis disrinras aparecieron desde un principio. Los
del mundo habría acontecido en un período geológico Perte- unos sostenían la buena doctrina de que todos los hombres
neciente a la Era Mesozoica, vale decir, a una época en que eran iguales, pues todos son hijos de Dios. Lbs otros, en cam-
no sólo no había rastro,s del Hombre sobre la Tierra, sino bio, defendían la tesis, moclernamente conocida por racista,
que tenían aún que transcurrir muchos millones de años antes de la desigualdad humana; de que los indios carecían de racio-
de que surgieran circunstancias que hicieran posible la ho- cinio, que eralt poco menos que unos brutos, y que apenas si
minación. en alguna,s cosas se difere'ciaban de los animales. Señalaban
Por lo tanto, durante toda la Era Cuaternaria, que es aque- los segundos en favor de su tesis, el estado de evidente infe-
lla en que surge, florece y se difunde el Hombre, y también rioridad cultural, de incultura e idiotez de que la mayoría
clesde mucho tiempo antes, la separación geográfica de Amé- de indios hacían gala al ser comparados con los europeos. N,[ien-
rica ha sido una realidacl más o rnenos constante. En conse- tras que los primeros argiiíarr que los "bárbaros" del Nuevo
cuencia, a efectos de explicar el poblamiento primitivo de este l\{undo estaban lejos de ser idiotas o brutos, pues era i'duda-
continente, una conexión tan antigua de las dos partes del ble que tenían uso de razón, si bien a su manera. Se quería
mundo como la que admite la teoría de Wegener no tiene demostrar esto úhirno alegando que los indios de ciertas panes
significado alguno. de Arnérica no sólo vivían en ciudades, sino que tambiér.r
Por otra parte, uadie ignora que hasta Cristébal Colón las tenían sus señores, su,s magistrados y otras instituciones pare-
tierras americanas fueron desconocidas de los pobladores del ciclas a las que existían en el Viejo \tundo.
Viejo Mundo. Al hacer esta afirrnación prescindimo,s, claro En realidad, estas discusiones venían planteadas en forrna
está, de los conocitnientos que pueclen haber adc¡trirido los teórica desde la clásica Antigüeclad" Eximios pensadores grie-
Normandos en sus viajes a la parte n<¡rteoriental de América, gos, como Platón y Aristételes, habían anres defendido la inhu-
pues éstos no llegaron a tener trascendencia histrxica' La Bi- mana tesis de la existencia de una servidumbre natural enrre
blia, por su parte, ctryo Antiguo Testalnento hace detallada los hombres, estc¡ es, la doctrina de que hay hombres que por
referencia a la génesis de muchos pueblos conocidos de la An- naturaleza son libres, y por lo tanto hombres verdaderos, y,
tigiiedacl, no menciona para nada, corno es lógieo, a at¡uellos otros que enconrrándose en un nivel infrahumano eran por
6rros que esa rnistrla .{ntigiiedad no cotrtlcia" Pese a [ndo, naturaleza esclavos. En cambio, otros pensadores no nlenos
¡l ilesentbarcal' en las tierras rllrel'as los prinieros rspañoles errrinentes, como Séneca o Cicerón, admitíall sel convencional
,\c flI(-Olltt-Arill'l (=Ol1 e¡UC tl tklble cllllrirrCtttt' ttlllia ptrtrlacirill to<la distirtcirilt cntl't" libres v esclal'os, 1' esraharr rtlrr¡errciclos
I
de que no existía una diferencia natttral entre lo,s hombres. Puestos los autores a divagar sobre el terna, fueron tantas
Más adelante, al tomar auge el cristianismo, los Padres de la las teorías emitidas y tan grandes los desatinos y tlisparates
Iglesia aceptaron esta tesis de la libertad natural humana, y que ellas contenían, que no valdría la pena de recordarlas
se declararon en contra de la scrvidumbre aristotélica'. si no fuera porque su conocimiento nos perrnite forrnar una
Pues bien, los autores de la época del descubrimient<-l tu- idea del grado de insensatez a que se puede llegar cuando se
vieron que enfrentarse de nuevo con el viejo problerna de la pretende explicar fuera de la Ciencia el origen de pueblos
libertad o servidumbre natural de los hombres. Es que etr el y naciones.
sentir de la época había serios indicios que hacían aParecer Por de pronto importaba demostrar que los americanos,
la situación de inferioridacl cultural de los indios frente a los siendo de la misma Creación que los demás gruPo,s humanos,
€uropeos, como el producto de ttna suPuesta irracionalidad, eran también hijos de Noé. No tendría ello mayor importan-
Era este un problema de la mayor trascendencia, tanto para cia si se hubiese reconocido ese origen como tesis general. Perc¡
los españoles como para los indios. Porque si nttestros aborí- 1o serio es que aquellos graves tratadistas del siglo xvr y del
genes llegaban a ser collsiderados como irracionales, si se les xvrr rlo se contentaban con esto, sino que querían determinar
despojaba de su, para nosotros hoy indiscutible, calidacl de de manera concreta cuál de los hijos de Noé había sido el an-
humanos, se hubiesen entonces encontrado realnrente en esta- tepasado directo de los aborígenes americanos. Lo ctral eqrti-
do de potencial servidumbre, y nada hubiese podiclo irnpedir valia a querer establecer el origen de los indios.
el ser legalmente esclavizados" Nlientras quc de reconocérseles El emdito español Arias NIontano, autor de la segunda mi-
calidad de seres racionales, la esclavización era difícil. ', tad del siglo xvt, es uno de los que primeraÍrente dieron uua
l.a bula del Papa Paulo III, de fecha 9 de jturio de 1537, respuesta' categérica a este problema. Su tesis fue aceptada
zanjó definitivamente la cuestién al declarar que los inrlios no y defendida por otros autores famosos de la épnca, como
eran irracionales, sino "verclacleros hornbres", y que todos los el P. Gregorio ()arcía 3. f)e acuerdo con ella. tln niero de
hombres eran racionales, ya que todos son caPaces dr: recibir Heber, cle quien según la Biblia derivan los Hebreos, habría
la fei"Y es a conse('uencia de esta cleclaracién clc la Iglesia, que poblado América por el oe,ste, y llegado hasta el Perír. N{ien"
mucho la honra por cierto, que los soberanos espairoles prohi- tras que otro rptono del viejo Sem, padre de todos los sentitas,
bieron terminantemente la esclavizaciórl de lo,s irldios, reco- habria dado origen a la población rlel Brasil. I)e acuerrlo con
mendando al mismo tiempo se les otorgara buen t"rato y quc esto, todos los arnericanos seriatr de estirpe semita, y pnr lo
se procurara la salvación de stts almas' tanro próximos parientes de '4rubes y ludíos.
Para los escritores de arluellos siglos' cuyas preocupaciones Arias Montano fundaba su tesis. sobre toclo, erl el cttriost-'
rrall mu): tlistintas de las nuestras' era cuestión de vida o ,irsclto dc que el nollrtrre "PirÍr", qtle es la forlna prístina del
muerte establecer la ascendencia y la genealogía bíblica de los I Irttrral Pet'ú. era la trlisrtta voz Ophir corronrpicla por los indios'
americanos. Influia en ello la idea de que si" como había de- I
I'ar-a llegar a esa identificacióll, era llecesario admitir una tnll-
clarado el Papa, los indios eran también holllbresJ entonces rat.irin tlc la lcrr-a inicial. pasantlo del principio al final, y c()n-
tenián forzersamenre que pertenecer a la lnisma Creacién que I r cclcr . arlel¡ás. {l¡¡ cSa tnislna o se había converti<lrl e ll ?.t,
Icrlriuleno ('stt riltirltrl l.¡astarlte corrienle. Iderl¡ilicaba al trlis
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En definitiva, el sistema elaborado por Arneghino es el cido que algunas particularidades Ie daban todo el aspecto de
siguiente: Partienclo de unos Pretensos Horninídeos primiti- un fémur de felino, y la mayoría de especialistas que intervi-
vos, descendientes de los mencionados homunculídeos y Pre- no en la discusión que se planteó coincidió en atribuir el
cursores por igual de los monos antroPonorfos y del Hornbre, resto a un mamífero carnicero. Recientemente, un paleontó-
la rama cuyo eslabón final es la Humanidad actual estaría logo del N{useo Argentino de Historia Natural, el profesor
compuesta por una serie de antecesores ya desaparecidos, que Alejandro Bordas, lo ha determinado colno perteneciente a un
el autor bautizó con el nombre de "Prothomos". La sucesión individuo de la familia de los Procyonidae ". En cuanto al
cle esos alttecesores, con el valor de gé¡eros cacla uno cle ellos, atlas, coincide tarnbién en considerarlo como completarnente
seria: Tetraprothomo, Triprothomo, f)iprothorno y Protho- humano, si bien al parecer está dotado de ciertas anomalías
mo. El Homo heiclelbergensis, que Ameghino conoce por Pseud- de índole patológica.
homcr, sería ttna rama lateral del primero, y el Pitecántropo luna Del segundo eslabón de la hipotética cadena filogénica
rarna lateral del scgundo. Al Írltimo cle aquellos antecesores arrreghiniana, el pretendido género Triprothomo, rro disponía
habria sucedido eI género Horno, al que Perterlecelnos nosotros. su autor de resto alguno con que respaldarlo. Se trata, pues,
Arncghino establecc rrna especie <lc Telraltrol ltorrto nrgett li' de una construcción que ha permanecido sobre base pura-
rzns, sobre unos restos hallados en Monte Herrno.so,localidacl de rncnte hipotética, por lo que no es necesario detenerse ma-
la costa marítima cle la provincia cle lluenos Aires. Esos restos yoril]ente en ella.
consisten en sólo ult trozo de férrlur fósil y ttn atlas, o sea, la En cambio, el representante del eslabón tercero, el llama-
prirnera vértebra cervical. Atnbas piezas ftteron hallaclas sePaIa- .tlo I)iprothomo platensis, fue una especie que Ameghino es-
clarnente por distintas personas y en distinta ocasión, merlianclo r:rlrleció sobre la base de una bóveda craneana extraída en
varios años entre una y otra extraccitin. N9 consta, por lo tanto, 181)(i de Ia ribera del río de la Plata, cuando los trabajos del
que las clos pertenezcan a un tnismo inclividuo, ni siquie1^a que llrl('r'ro tle Buenos Aires. La pieza había ya pasado Por varias
sean cle una misrna edad. Sólo clel trozo tle fémur se sabe con rt,rr()s cuando fue a parar al Museo Nacional, donde Ame-
certeza que proccde de terrenos Pertenecientes al piso Hermo- ¡,lrrrro ¡xrclo estudiarla unos tres airos después de su hallazgo.
sense, que genera|nente ,se coloca a fines cle la Era Terciaria. \ < s sol¡rc este solo resto, cuyas condiciones cle hallazgo tam-
No obstante, Ameghino atribuía al conjtrnto una eclad tercia- l,{ }r ) s(' ¡rtrcden precisar, que nuestro paleontólogo construyó
(
ria media. 'r rn('v:r cspecie. Como no era menos de esperar, también esa
Es natural que una construcción hecha con tan escasos ele- , ¡ ,r,.,r r u< r i<in fue duramente combatida, acusándose a Ameghi-
illenros y tan rnal datados no pudiera hallar la aprobación de r¡i! r nrt(' ()tras cosas, de haber colocado la pieza en posición
los especialistas. Sobre todo cuanclo ella aparecía en Pugna con- ¡ rt'r\',,.rrl:r al rcproducirla al solo efecto de dar la impresión
tra toda una serie de conocimientos que Por la época ya esta- ,i, ,,,,.r r,r.rrr urrti¡;i.ieclar1. Por lo demás, es consenso Poco menos
ban firmemenre establecidos. De ahí que el Tetraprothomo ,!,,, ¡,r rr.r.rl <¡rrc la pieza osteológica del puerto de Ruenos
fuera mirado no sólo con toda clase de reservas, si¡o co¡ ma- \ ¡r, r '. un rcsto lruln¿rno completamente normal, pudienrlo ser
nifiesta hostilidad. Y con toda razón, Pues ni siquiera comPro' .¡,,1','i,l,r .r r rr;rlr¡tricr ilrdio moderno.
baba tratarse de restos de primates. Respecto del fémur, por | , ¡ ¡ lr r ¡ n.r lt) l;rs crcaciottes atncghinianas de precursores,
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ejemplo, ya el rnismo Ameghino había honraclarnente recono . ! ,r¡¡¡¡¡ 'lr.rr, .nll('(('li()l'tlt:l Ilrtnlbrc o Protholno, tuvo su basg
140 PREHrsroRrA DE AMÉRrcA u[. poBLAMIT:NTo pRlN,nrlvo nr e-rrÉRt<;.c l1l
material en un cráneo humano hallado accidentalrnente en Por otra parte, no resnlta fácil aclrnitir la llranera en que,
1888 cerca del arroyo La 7-igra, al sur de NIiramar. Fue su segrin Arneghino, el Hornbre se habría extendido por el mun-
descubridor un empleado subalterno del Museo de La Plata, do partiendo cle Sudamérica. Strponía nllesrro auror que los
ignorándose toda otra circunstancia de hallazgo. También en primeros hombres invadieron Norteamérica junto con los ani-
este caso Ameghino atribuyó a la pieza edad terciaria, nriett- males sudameric:anos. Aconteció esto tal) pronro como se pro-
tras qlre Lehmann-Nitsche, que también Ia estudió, la daba dujo la trnión del continente norte con el continente sur, que
como de la edad cuaternaria. Si se considera que el cráneo os- antes estaban separados, mediante el levantamiento del Istmo
tenta deformación artificial y posee un mentón muy desarro- de Panarná. Desde Norteamérica, una ranra humana migró
ilado, se habrá de convenir en que no les falta razón a la rna- hacia el norte y oeste, lleganrlo a Asia por el Estrecho de Be-
yoría de especialistas que lo consideran completamente mo- ring, donde constituyóla raza mongol o arnarilla. La otra rama
derno. habría tomaclo rumbo al nordeste y oriente, y, pasando por el
Según Ameghino, otros tres cráneos hallados en Necochea puente c¡ue hacia el final del Plioceno y principios del Pleis-
en distintas oportunidades tendrían la misma antigüedad y toceno unía Canadá con Europa, llegó al continente europeo.
pertenecerían a la misma especie. Se encontraban a muy Poca Ahí, rnientra,s una parte evolucionaba "por el carnino de la
profundidad, y los especialistas están de acuerdo en que la bestializaciór" y llegaba a constituirse en eI Hont,o het,delt¡er-
serie no posee ninguna notable particularidad. gensis, cuya carrera, segÍrn aclara Arneghino, habría termina-
Resumiendo, es imposible hoy día aceptar, desde el punto <lr¡ en "los abrigos cle Krapina", la otra, "evolucionanclo en la
de vista científico, la gradación hipotética de antecesores del vía <le la htrrnanización", se habría ido transforman<lti poco a
Hombre elaborada por Ameghino. Ninguna de las pruebas f
)()(:o cn la raza blanca tn.
aducidas en su favor es convincente. Además, un origen del I',sta seria, en esencia, la doctrina anreghiniana rlel origerr
Hombre en América es poco menos que imposible, en razón rlcl Ilornbre en Arnérica, y de su posterior difusión por los
de que faltan en este continente los elementos faunísticos, fó- ,lcrrlis continentes.
siles o vivientes que se consideran indispensables a la homina-
cién. No se conoce en Sudamérica ninguna especie de mono
antropomorfo, de eso,s monos de forma humana que carecen !'¡. Lu IIipótesis del Origen A.siittico. Hrdlicka
de cola y tienen la misma fónnula dentaria que el Hombre-
tls cierto que cle Norteamérica se conocen algunos animales 'n;r r('sis <liarnetralmente opuesta a la de Ameghino sobre el
I
fósiles de este tipo; mas ellos desaparecieron a comienzos de | n :rrrrt'r'i<'ano del Hornbre y poblarniento clel N,lundo Viejo
'! ll'(
la Era Terciaria. En cuanto a los restos que Ameghino utilizó ,l, .,lr r'l Nrrcvo i\fundo, es la clue rlefiencle un grupo c,le autores
para construir sus famosos antecesores, ya se ha visto que, coll 1,,,r :r( tuat' cn su rrrayoría en los Estados LInid0s ha reci-
la sola excepción del fémur de Miramar, son todos humanos , l rrourlrl'c <lc "F,scrrela Norteamericatra". [,os autr_¡res a
y modernos. En consecuencia, se puecle dejar bien estableci- ,r¡'. |( l( r rrrros a<¡rrí s()n cn su r:asi totalidad rnodernos. 1
do que por lo que hoy sabemos América carece de toda base l'rr ',{ ilt,iltl( rrllis < (}rrslticrro y, <arar tet"iZatlo eS e] antrC,-
paleontológica para que en ella pucliera producirse el arlve- .,, .' 'r r( ,un('l r( lulo ,'\lt's Hr<llicka. f allecirlo hace algrrrror
nimiento del Hombre.
I42 PREHISToRIA DE AMÉRICA EL poBLAMTENTo pRrMlrlvo D_L, ¡rrÉnrc¡ l4g
Hrdlicka ha sido también el autor que más empeñosamen- 1589, manifiesta el P. Acosta su idea de que "el linaje de los
te se opuso a las especulaciones antropogénicas de Ameghino. hombres" había llegaclo a poblar América al extendersc por
Para documentarse bien y poder hablar con verdadero cono- gravitación natural descle las orras rierras cercallas. El pobla-
cimiento de causa, el aulor mencionado hizo un viaje a Ia Ar- rniento no se habría entonces realizado de rnanera intencional,
gentina en compañía de un geólogo de mérito, Willis. Quería ni se habría hecho, como expresa el p. Acosta, "armacla de
estudiar de cerca no sólo los restos más o menos fósiles sobre propósito" para lograr ese fin. 'Iampoco sería el producto cle
los que Ameghino basara sus pretensos antecesores del Hom- hechos fortuitos, como por ejemplo, "algirn grande naufragio",
bre, sino también los yacimientos en que fueron hallados, y si bien cree el a*tor que accider.rtes cle esa índole pueclen haber
las circunstancias de hallazgo de cada uno. Y sucedió que en contribuido al aumento de la población. Sino que el pobla-
todos los casos el fallo que Hrdlicka emitió después de una miento debe considerarse como algo natural, acaecidcl en razón
intensa labor de crítica y examen fue decididamente adverso rle "continuarse las tierras de Indias con esotras del rnundo".
a las pretensiones ameghinianas. Por írltirno, el P. Acosta es cle opinión que a las rierras ame-
La tesis propia de Hrdlicka y demás autores que podernos licanas "no ha muchos millares de airos clue las habitan hom-
incluir en su escuela, se mantienen dentro de los puntos de bres, y que los primeros q.e entraron a ellas rniis eran salvajes
vista tradicionales respecto de que la cuna de la Humanidad y cazarlores, que gente de rephblica y pulida" ". Corno se ve,
ha estado en el Viejo Mundo. Y que es viniendo de Asia como cs palmaria la general coincidencia entre los puntos de vista
en varias oportunidades, aunque siernpre en época relativa- rlcl antiguo autor español y los clue posteriorlnente (lefen-
mente reciente, grupos de hombres dotados de una sencilla rlicra la e,scuela ile Hrdlicka.
cultura de cazadores y recolectores pasaron el Estrecho de Be- La cloctrina slrsrentacla por los parriclarios de esta hip<i-
ring y se clifundieron por el continente americano. La región t.sis puecle reducirse en lo esencial a los cuatro postulados
de origen de esos primitivos pobladores no es sino la que se sigrricntes: l) el Hombre americallo, pese a las pe<1ueñas dife-
halla más cerca de la puerta de entracla, esto es, el este y norte r, rrci¿rs cle detalle quc ptredan existir cntre los distintos grupos,
asiáticos. En consecuencia, en el poblamiento primitivo de , r:rr:ialrnente uniforrne; 2) los primitivos pobladores de Arné-
'
América no se debe ver la consciente intención de querer , r,:r ¡rroceclían en su totalidacl de Asia; 3) la cntracla de esos
poblar un continente nuevo, sino una simple difusión por te- ¡'r rrrritivos pobla<lores al <loble continente se efectuó por la
rritorio americano de aquellos grupos hunranos clue Ie eran ',r,l.r r rrtz clel Estrecho cle Bering; 4) al llegar esos asiáricos a
vecinos. \rrrrlr i<:r eran portaclores cle sólo una cult'ra cle ti¡ro i'ferior,
Si bien, corno se ha rlicho, la rnayoría de autores que defien- l, rl'rrirrrlose producido el ulterior clesarrollo y la subsiguiente
den este grupo de ideas pertenecen a nuestro tiempo, no se ,lri, rsif it;ación cultural en este rnisrno continente.
podría decir que la hipótesis fuera nueva. Hasta podría dis- Irr rcirlidad, la idea de un poblarniento de América desde
cutírsele a Hrcllicka la paternidad, que generahnente le es \ r,' ¡¡¡) licl)e nada de moderna, ya que fuera de en el p. Acosta,
atribuirla. Pues, ya en el siglo xvl, Lrn esparlol ilustre, el P. José ,ll, ,rl),rt('(c cn nunterosos otros autores antiguos. Al principio
de Acosta, había expre,sado integralnrente los mismos pensa- i, r r r ,,r'r írr csa la explicación rnás lógica y sencilla, ya que no
rnient<-rs. Err su valiosísirna obra intitulada Historiu natu,ral y
. ,.i,, ' rrrlos(' cnionces la con{,iguración exacta del extremo
moraL de las Indias, cuya prirnera edición latina se publicó en ,,',',,',r, ,lt.Arnéric.a, por no haber siclo arln explorada, cabía
1.1.1 pRr,rHrsloRrA lru AMÉRrcA EL poBLAMTENTo pRrMrrrvo DE euÉnrce 145
suponer que por ese lado nuestro colltinente tuviese alguna xvut, el marino español Antonio de ljlloa, pudiera plasmar la
-"visto
conexión con Asia. Hay, además, algunos otros hechos de índo- frase, desde entonces tan celebrada, de que .rtr irrdio d"
le antropológica que seiralan claramente hacia Asia como lugar cualquier región, se puede decir que se han vi,sto todos,' 'u. Sin
de origen de al meno,s parte de la población americana, de duda que no habrá sido esre el único viajero de nora que haya
manera qlle es esta la explicación que primeramente se impo- dejado escapar alguna frase parecida.
ne. Sin embargo, el prirner auror que habló en serio de un Pero el asunro cobra otro cariz cuando se profund iza el,
origen asiático exclusivo y ofreció alguna prueba en favor de estudio de la población indígena americana. pues éntonces salen
la tesis, fue el célebre viajero alemán Alejandro von Humboldt, a relucir algunas cualidades de la misma, que más que sínLomas
que ya pertenece a la primera mitad del siglo xlx. Es cierto de la referida uniformidad ,son expresió. clara de una diver-
que desde entonces han sido muchos los antropólogos, entre sidad muy honda, ya que se trata de caracteres antropológicos
ellos el francés de Quatrefages, que de manera general han que se refieren a la arquirecrura misma de los individuos. y
estado de acuerdo con esta tesis. Pese a todo, se tiene que el mismo Ulloa tuvo clara conciencia de ello.
llegar hasta la época actual para ver fundamentada con argu- Para darse cuenta cabal de esta situación nueva, basta con
mentos de tipo científico la hipétesis del origen asiático de considerar la estatura media de distintas agrupaciones étnicas
la primitiva población americana" Y esta es, precisamenre, la americanas. Pues entonces se ve que junto a los Tehuelches o
labor que ha cumplido la rnoderna escuela de Hrdlicka. Patagones, que ostentan una talla media superior a los lg0 crn.,
La premisa primera cle las cuatro enunciadas, la de la uni- y constituyen por ello una de las poblaciones m¿is akas de la
dad racial de todos los pueblos americanos, es la fundarnental Tierra, son varios los pueblos del interior de Venezuela y co-
dentro del conjunto. Y es ella tan necesaria a la argumentación lombia cuya altura de cuerpo apenas si sobrepasa los lb0 crn.
producida, que si se la descartara ya sería tlificil seguir mante- Y no es necesario recalcar que una diferencia de B0 cm. en la
nienrlo los demás puntos del programa. Es por esto que nues- talla media de grupos étnicos de un mismo continente requiere
tros autores, no sólo se aferran con desesperación a la iclea de la rrna explicación.
homogeneiclad, sino que también han creado, de rnanera un El mismo resultado se tiene cuando uno se fija en la forma
poco artificial si se quiere, el concept-o del Arnerican Homoty- <le la cabeza, tanto si ella se considera en el plano vertical
pe, o sea, de rtn peculiar tipo de hombre americano. (onro en el horizontal. El índice cefálico horizonral, por ejem-
Este supuesto de la unidad racial se basa, sobre todo, en el ¡rlo, que es el que nos da la forma del cráneo visto desáe arriba.
hecho indiscutible rle que todos los aborígenes de América tiene entre cicrtos centrálidos, que constituyen el fondo de p'-
comparten una serie de caracteres fisicr)s que les son comunes. blación centroamericana, un valor rneclio que va de g6,g a
Ya los primeros observa<lores se habían claclo cuenta de <¡tre ll{),ir; y baja entre Láguidos clel Brasil a 66 y 78. y en cuanro
la mayoría <ie los indir¡s tienen el mismo color y r:aliclad de ca- :r l¿r altura media de la cabeza, la variación es igualmente gran-
bello. la rnisnra coloracirin y parecida conlorrnacir'rn rle ojos, e rlc e'tre los distintos grupos. En estas circunstancias, hablar de
irlénLico ccllr¡r dc los LegurnenLos cll gerreral. \'estos sr-rri. prec-i- lr'rnogeneidad racial parece cuando menos aventtrrado.
sarnerlte los cara<.teres fisicos rnás rnanificstos, y pol lo rantr¡ lis cierto q'e tarrrpoco tr¡clos los brancos ni todos los negr.s
at¡ uellos quc ¡rrirncranrentc ric irnlr()lrell a los, ojos riel obscrva- sr¡'<le una misma estatura y de rr'a misnra cnnf.ormacién rra-
rlr¡r. l)e ahí <¡Lre n() prrerla exrrañal'r.l rlc'r,rn viaicrti dcl sigler u('in)a, ), sin erntrargcl, se con,sidera que integran sendas gran"
r{6 PREHISTORI.A DI] AMÉRICA EL POBLAMIENTO PRIMITIVO DE AMÉRICA t47
¡les l.azas. Lr¡ rnisrnn sucecle con los amarillos. Y hasta se ¡rodría o de Tierra del Fuego; la alta talla de los Tehuelches y de los
rliscutir si el polimorfisrno de esas razas es mayor o menor que Pieles Rojas norteanlericanos, son todos caracteres físicos que
cl cle los anlcricallos. Nada <lbsta, Pues' Para que cn principio no se hallan entre chinos y japoneses, y que por ser distintos a
se ronsiclere tarnbién que todos los americanos constituyen una Ios de aquellos pueblos asiáticos, tienen forzosamente que ser
"raza'
gran raza. Sólo que se debiera tener Presente que esa de distinto origen.
arneri.u,]u es de origen netamente metamórfico' Claro que tam- No se puede negar, en cambio, y nadie lo niega tampoco,
poco esta cualiclad es exclusiva de los americanos' que entre los mongoloides asiáticos y los americanos existen
La situación americana es bastante parecida a la del Viejo grandes coincidencias antropológicas. Y no se puede discutir
l\l undo, es cierto" Pues así como la taza blanca, o la negra
o la tampoco que si el Hombre no se originó en América, han de
amarilla se subdividen en entidades raciales menores, así tam- haber llegado aquí grandes contingentes de pobladores de aquel
bién la. americana se descompone en una serie de tipos racia- continente. Pues, fuera de las razones ya apuntadas, que per-
les. Los especialistas no están aún de acuerclo respecto del tenecen a la esfera de la Antropología somática, hay otras mu-
nllmero de tipos raciales que en su conjunto comPonen la gran chas de índole cultural y lingüística, y también geográficas"
y
raza americana. Nosotros admitimos seis Para Norteamérica que señalan en aquel sentido.
ntros seis para la América del Sur, en total doce' sin contar Y a propósito de estas írltimas razones, las de índole geográ-
a los Esqu-imales. l\Iás adelante tendremos ocasión de ver este fica, llegamos al tercer punto, el que postula la entrada de los
asunto con tnayor detención. primitivos pobladores por el Estrecho de Bering y en época
Respecto del punto segundo, de que el hombre arnericano reciente. Por lo tanto, Hrdlicka no admite una población de
pro.edé del Asia, so' muchos los rasgos e indicios que señalan, nrrestro continente que sea más o menos coetánea con la del
efectivamente. en ese sentido' Los caracteres ya mencionados' Viejo trf undo, que es de edad pleistocena, ni tampoco otra vía
(lc penetración que no sea la de más fácil acceso desde Asia.
la forma y color del cabello, se cuen[an entre ellos. Lo mismo
sucede con el color de la piel. Y la situación es parecida
en lo Sirro que ubica el poblamiento en época no anterior al Neolí-
que respecta a la con{ormación de ojos' Las semejanzas pueden tito, concediéndole a lo surno una antigüedad de 8 o 10.000
también encontrarse eu el terreno de la cultura, y, segirn el .r¡rr¡s. Fundamenta el autor norteamericano este plrnto de vista
italiano Trombetti, hasta en el lingüístico "' ,,rrr la carencia de descubrimientos de restos antropológicos
Para señalar de manera drástica estas analogías' se ha dicho 'lrr(^ con seguridad puedan ser atribuidos al período Pleistoceno.
que si se trasplantara un americano a ciertos países de Asia \ csto es dable objetar que así como es un hecho indiscu-
y ," 1" vistiera como los nat'urales del país, no seria posible trlrlt' <¡rre la fauna pleistocena de nuestro continente inmigró
,l<' ,\si:r, no hay razón ninguna para aclmitir que América se
áistinguirlo con ninguno cle los medios de identificación de
lr.r1;r visto ¡rrivarla de población humana durante todo el Pleis-
que dispone el observador cientifico'
Pese a esta aseveración tan rotunda, es de todo punto
evi- rr)r('no, l'ol lo tanto, se debería admitir a priori la posibilidad,
rlente que el inclio americano Posee rasgos físicos que en vano rr,lr lr,r r tutn<l<¡ n)cnos, rle que [o que hicieron los animales no
.I-éngase
La l¡.r ,lr' lr;rl¡r'r lt' t.'starlr¡ r,'c<larlo al Hombre. presente qlle
se buscarían entre los pueblos asiáticos más caracterizaclos.
de. ntuch.s , I l'.,rr< r lrr¡ tlr' llt:rirrg no ha cxisticlo siernpre, pues durante el
prominente .le nüestros indios, especialmente
'ariz
de Norteamérica: Ia extrema. cl0licocefalia de muchos clel
Brasil l'1, r,,rrr¡ r'rrr¡ lr¡(' (fn vll ilrs otlrsiorrcs rrlr ancho puente cubier¡o
148 PREHISToRIA DE AMERIcA EL POBLAN{IENTO PRINÍITIVO DE AMÉRICA 149
de vegetación que gozaba de clima relativamente suave, ya que los americanos no conocieran la rueda, ni el arco arquitectó-
recibía la influencia benéfica del Kuro-Sivo, la cálida corriente nico, ni el vidrio, ni tantos otros elementos culturales propios
marina de las co,stas clel Japón ". del Viejo Mundo, no significa orra cosa que dificultades en el
Nosotros creemos en la posibilidad de que las formas arcai- transporte, o una falta de relaciones entre América y ios demás
cas del Hombre pudieron llegar a América durante el Paleo- continentes en fecha posterior al invento de aquellos elementos
lítico Inferior. En favor de esta tesis podríamos aPortar algunas de cultura, o al de su generalización en el Viejo Nlunclo. Es
pruebas, como el hallazgo de unos molares fósiles en Mira- decir, que al comenzar a generalizar,se aquellos descubrirnien-
mar'o. Pero dejando de lado e,sas rnás antiguas migraciones cu- tos que por lo general pertenecen a las altas culturas, ya el po-
ya realidad dista mucho de estar probada, aPenas si podría du- blamiento primitivo de América había terminado su ciclo.
darse de que con el Paleolítico Superior y el Homo sapiens co- No estará de más que advirtamos que la doctrina propug-
mienza la inmigración definitiva. Los hallazgos americanos nada por la mal llamada "Escuela Norteamericana." y cuyos
que pueden aducirse como pruebas de esto son numerosos, rasgos principales acabamos de exponer, ha perdido mucho de
y más adelante iremos conociendo detalladamente los princi- su primitiva rigidez en los últimos tiempos. No son pocas las
pales. Como consecuencia de esto puede darse por seguro que concesiones que se han hecho para ponerla más en consonan-
el Hombre ingresó a América en época en mucho anterior a cia con la marcha del tiempo. Mas, pese a todo, no se puede
la que hasta hace poco admitían Hrdlicka y su escuela. negar que la misma se encuentra en franca decadencia. Sobre
El punto cuarto de la tesis de que estamos tratando exPre- todo después de la muerte de Hrdlicka.
sa que al llegar los primeros pobladores a América se encon-
traban en un estado cultural muy primitivo, y que la ulterior
evolución se realizó en este continente. Equivale esto a admi- 4. Las Relaci,ones Interoceánicas. Riuet.
tir que tanto las culturas neolíticas como las altas culturas que
los españoles hallaron en América habían surgido de manera Junto con algunos descubrimientos recientes que más ade-
independiente, por desarrollo propio, en tierras americanas. lante habremos de ver, han sido los trabajos del conocido etné-
Es este otro punto de difícil aceptación en el estado actual de logo francés, eminente americanista y fundador y organizador
nuestros conocimientos. Y esto no sólo porque es imposible rlel N{usée de I'Homme de Paris, el doctor Paul Rivet, lo que
demostrar que una cultura geográficamente aislada pueda ir rnás ha contribuido a hacer perder terreno a la hipótesis del
desarrollándose por irnpulso propio a través de todas las fases origen Írnico en Asia del honibre americano. La fortaleza de
culturales, cuanto porque si se admite que los elementos los principios aislacionistas defendidos por Hrdlicka y su es-
étnicos que poblaron América eran de origen diverso, se de- crrela, parecían no poder ser conmovidos cuando Rivet anun-
berá también suponer que fueran distintos los elernentos cul- ci<i, en una comunicación a la Academie des Inscriptions et
turales de que erair portadores. llclles Lettres de Paris del año 1924, haber logrado romper "el
Como prueba tle una evolución cultttral Por seParado de ('crco que rodeaba América, y levantado una de las puntas del
nuestro contineltte , se suele a veces aducir el hecho de qtte mu- vcl<l tlue cubría el misterio de su origen"'0. Rivet se encon-
chos elenlentos (le cttltttra <lel Viejo l\{undo no se encuentran Ilaba, cn efecto, en la ventajosa situación de poder demostrar,
en terrilorio americ:ano. F.l het:ho es cierto, sin du<la. N{as que sol¡r'c basc rclativarnente seria, la existencia de relaciones ínti-
EL eoBLAMTENTo pRrMrrrvo DE ntrÉnrc¡ l5l
150 PREHISToRIA DE AMÉRICA
y América, lo cual hizo en tlna serie de pu- Por otra parte, ninguno de los autores que incluintos erl
mas entre Oceanía
esta escuela niega que una gran parte de prirnitivos pobladores
blicaciones aparecidas entre l92a y 1926. De acuerdo con éstas,
de América han de haber llegado de Asia. Ln único que erl
resultaba que además de los indiscutibles vínculos que unen
este aspecto hacen es combatir el exclusivismo de la escuela
nuestro continente a Asia, se debía contar tarnbién con otros
anterior, y rectificar criterios. Tampoco podía ser de olra nla-
que enlazaban a América con el mttndo oceánico. En suma, la
nera, ya que, como se ha expresado antes, son varios los carac-
nueva tesis defendía la idea de que el poblamiento de América,
teres físicos perceptibles en los americanos que señalan un in'
lejos de haberse realizado sobre la base de inmigraciones asiá-
discutible origen mongoloide de al menos uno de los elementor
ticas solarnente, había contado con la colaboración de elemen-
que intervinieron en el poblamiento prirnitivo tle Arnérica"
tos procedentes de diversas partes del mundo, ttna de las cuales
Tampoco se pue'de dudar de que el Estrecho de llering ha1'a
era indudablemente Oceanía.
sido una de las vías de penetración a este cerntinente, v tal vez
En realidacl, la iclea de un origen rnirltiple de la población
la más irnportante. Recuérdese lo que también se lra rlichr-r
indígena americana es en mucho anterior a Rivet. En tiernpos
que en varias oportunidades, y en época en que el Hornbre
antifuos la defendieron aurores diversos, en[re los cuales cabe
tenía plena existencia, ha existido allí un arnplio puente por
mencionar a Hugo Grocio, el historiador holandés del siglo xvtI,
el que el deslizamiento de poblaciones era relarivarnente fáeit"
quien admitía la participación de asiáticos, escandinavos y Y aun en los momentos en que, como en Ia Actualidad, en
oceánicos en el poblamiento primitivo de nuestro continente.
lugar de puente había un brazo de mar, tail)poco eran inven-
De tiempos más recientes se puede recordar al antropólogo cibles las dificultades que se oponían al paso de una a orra
francés de Quatrefages, quien consideraba que los americanos
ribera. En su parte más angosta, el Estrecho tiene sólo 90 krn.,
constituían una raza ntixta, en ctlya cornposición habían en-
y aun en el medio hay algunas islas. I)e manera que se puede
trado elementos de origen diverso. Esta últirna tesis se acerca
pasar de un continente a otro sin que en ningrin müfnento se
mucho al punto de vista nuestro. También son dignos de men-
ción los antropólogos españoles Anton y sánchez, clnienes son ¡ricrda de vista la tierra.
Pues bien, los aportes nuevos de Rivet al viejo problerna
partidarios de'la posibilidad de que poblaciones oceánicas, afri-
son esencialmente dos, elaborados ambos sobre la base de ttu-
.u.ru, y europeas, hayan llegado a América de lnanera casual ".
r¡rcrosas comparaciones antropológicas, etnográficas y lingüís-
Los aurores que defienden la resis de un origen rnÚrltiple, licirs: dernuestra que un elemento que él llama nustraliano, y
y en parte oceánico, de la población americana, pueden ser <¡rrc aírn estaría presente enLre Tehuelches y Onas de Patagonia
también agrupados, desde el punto de vista práctico, en una y 'l'icrra del Fuego, ha intervenido activarnente en el pobla-
sola escuela, pese a las diferencias que en detalle existen entre
rr¡icnto primitivo de América. Y un segundo elernenro, que
ellos. Pues los puntos fundamentales de sus resPectivas teorías
l{ivct rlenonina malayo-polinesio, y que es recognoscible en
poseen numerosos rasgos en común.
nrn¡rcl'osa,s partes clel continente, habría hecho lo nrisrno.
Común a todos ellos es, por de Plonto, el rechazo absoluto Los argtrmentos (lue utiliza el autor para demostrar la pre-
de la homogeneidad racial que predica la escuela de Hrdlicka. \( rr( ia crr Anrérica del elernento australiano sorr, ante todo. ele
No se ignora, por tanto, que si bien todos los americanos Po- irrrlolt' lirr¡4iiístir:a. !.n las lenguas de TehueLches y Onas. gru-
seen algunos rasgo,s antropológicos comunes, no son menos los
¡,r,s srr¡r1'r'st itcs <lc rrna antigua farnilia lingiiística llanlada Chon,
caracteres dispares.
152 PREHISTORIA DE AI,TERICA
EL poBLAtr{rENTo pRrNÍrrrvo DE euÉuce 153
encontró Rivet 70 palabras que eran coincidentes, en su fone-
tismo y en su semántica, con otras tantas de lenguas de Aus- La existencia clel segundo de los mencionados elemenros,
tralia. Luego recuerda que tanto Graebner como el P. Schrnidc el que Rivet de'ornina malayo-polinesio, es d.emosrrada por
han serlalado numerosas similitudes etnográfitas entre los in- nuestro auror rnediante la cornparación de las lenguas arneri-
dios de Tierra del Fuego y los Australianos. Ejemplos de estas canas del gr'po Hoka, cle califorriia, y las de la familia rnarayo-
sirnilitucles serían el que los pueblos de una y orra parte igno- polinesia. F.nrre ar'bos grupos de lenguas Rivet señraló 140
ran la cerámica y la hamaca, usan mantos de pieles de los ani- concolclancias lingiiístic'as, lo que inclicaría una muy clébil alte-
males qlre cazan, habitan chozas construidas en fonna de col- ración rle los itliornas americanos. Las coinciclencias etnográ-
nlena, practican la técnica cestera en espiral, y utilizan canoas ficas, lror s, parte. son l'uy nurnerosas. pudiénclose señalar la
hechas de corteza de árbol. Finalmente, entre los cráneos pata- presencia en una y orra parte de elementos culturales tales
gónicos conocidos aparecen numerosos rasgos que pueden lla- como la hamaca. las danzas rituales de enmascaraclos, los puen-
rnarse australoides. te,s de strspensión, el propulsor, que es instrumento que
Respecto de las condiciones en que se habría realizado la sirve para lanzar rlarrfos, la cerbatana, las 'nrnazas de guerra con
inmigración desde Australia, tuvo Rivet algunas dificultades cabeza rle forma anular o (le esrrella, el tarnbor cilínclrico con
para fijarlas. Pues los Australianos, que hoy viven en una gran rnernbrana de piel, y orros. Desde el punto de vista antropoló-
isla, han demostrado siempre una gran ineptitud para la nave- gico, Rivet rccuerrla las afinidades <le la llamada ,,raza d.e
gación, y su evolución cultural no ha llegado a conocer otras Lagoa santa". clr¡e es lo que lrosotros co'oce*os como tipo
embarcaciones que simples balsas o los mencionados botes de racial lágui<lo, con los habitanres dc \felanesia.
corteza de árbol. Por lo tanto, Rivet pareció al principio La llegada rlcl elerne.t. rnalayo-polinesio debería siruarse
aceptar la sugestión hecha por Mauss, de que esos Australianos en una épcl<-a rnu)' atrasada, aunrlue el autor no cliga cuándo.
hubiesen podido llegar a estas tierras tripulando las embarca- El ingreso se habría ¡rnrclucido por vía rnarítima.
ciones en que hacían sus viajes Ios Malayo-Poli,nesios, que de Estos (los elementos étnicos, el australiano y el malayo-
todo tiempo han sido conocidos como grandes navegantes. polinesio. habrían llegadn a América en el orden citado y e'
Claro está que esta solución resultaba demasiado forzada. época anterior a la invasié. de l.s nrongoloides asiáticos. La
Es difícil comprender cómo un pueblo de navegantes como los invasión de estos riltirnos, además <le ser la rnás fuerte numé-
malayo-polinesios puede .haber podido apelar a individuos ricarnente, se habría superpuest<-¡ a las dos anteriores. e irnpues-
pertenecientes a otro pueblo que desconocen por completo el to a las poblac'iones (lue encontró en estos territorios aquella
arte de navegar, para que les tripulasen sus propias embarca- serie <1e caracteres físicos externo,s que, como el color de piel y
ciones. De ahí que el propio Rivet modificó posteriormente cabello, dan a los america.()s ese aparente y ext.erno aspecto
su opinión y aceptó la curiosa hipótesis del portugués Mendes rle unifornridad <¡ue tanras ve(es se ha nrencionado. últirna-
Correa, de que dado que la Antártida no había tenido siempre rnente, y ya en época no muy apartada de nosotros, habrían in_
Ia misma extensión ni el mismo clima ac[ual, sino que era gresado los Esquintales, el pueblo de Alnérica cuyos caractere,s
antes mayor y de clima más benigno, los Australianos podían rnongólicos son más pronunciados y parte del cual vive todavía
haber pasado desde su gran isla a América del Sur, a través cn Asia. En cuanro a las condiciones de ingreso clel elemento
rlc aquellas regiones. rnongoloide, River acepra los principales postulaclos de la es-
cuela norteanrericana 2,.
EL poBLAMIENTo pRIMITIvo DE evrÉnIce 155
154 PREHrsroRrA DE AMÉRrcA
En definitiva, la tesis de River comporta el reconocimienro tres ramas en que usualmente se divide la Etnología: Antro-
de que cuatro elenrentos étnicos distintos han intervenido en la pología, Etnografía y Lingüística.
formación de los pueblos americanos aborígenes, a saber; Pues bien, establecida la alta probabilidad, por no decir
cerfeza, de que en el proceso que estudiamos han intervenido
lJn elemento australiano;
Otro de habla malayo-polinesia, relacionado por sus carac- otros elementos además del asiático por nadie discutido, y
.desaparecido el llamado "miedo a las distancias", han sido
teres físicos con los N[eianesios;
muchos los autores que se han propuesto explotar las posibili-
Un tercer elernento asiático, que resulta mucho más im-
dades que la hipótesis de un origen multilateral ofrecía.
portante que todos, y el que irnpuscl al conjunto de habitan-
Esta circunstancia, de que sean muchos los investigadores
tes indígenas de América una cierta uniforrnidad en el aspecto
externo;
que cabría incluir aquí, nos impide exponer las tesis de cada
Un úItimo elemento de origen ttraliano, representado por uno de ellos. Bástenos con saber que se debería mencionar los
nombres de autores como Nordenskióld, l\Iende's Correa, Oet-
Tos Esqttimales.
,teking y otros, y que todos ellos acentíran la posibilidad de la
Pronto habremos cle ver en qué nreclida sg ptrede acePtar
la tesis'qr,re acabarnos de exponer" presencia de elementos de origen oceátrico en América. Asi,
para el italiano Sergi, la población de nuestro continente esta-
ría compuesta por una primera caPa de origen autóctono. otra
,de origen asiático y una tercera de proceclencia oceánica ".
5" Otras Teorías tle tLn Origen Múltiple"
Una posición muy firrne y clecidida es la que desde prin-
Si se prescinde de los detalles del proceso interpretado por cipios de siglo ha tomado la llamada "Escuela Histórico-Cul-
Rivet, la posición de este autor frente al courplejo problema tural". Se trata de un grupo de etnélogos clue siguiendo las
irleas del profesor alemán Fritz Graebner expresadas aislada-
del poblamiento primitivo de Arnérica es clara y sencilla. El
mente en una serie de trabajos, y luego de manera sistemática
mismo la ha resunrido en unos cottocidos párratos que vanros
a repetir aquí. "La tesis del poblarniento de Anrérica por nri- €n un libro felizrnente traducido al español. rlefiende la tesis
graciones procedentes de Asia a través del Estrecho de Bering
de que la Etnografía es una ciencia cultural, rtna ciencia histó-
rica ". Y que cada una de las principales culturas que el mundo
-ha dicho- contiene, sin duda alguna, una gran parte de ver- ha conocido ha surgido en un determinado lugar, desde rlonde
dad y explica muchos problernas atnericanos; per() tro los ex-
se ha propagado luego a las demás regiones" No se trata, pues,
plica todos. El úrnico error cle sus defen,sores ha sido el haber
<le qtre cada pueblo desarrolle indepenclienternente y por sélo
quericlo convertirla en tesis exclusiva. Por mi ¡rarte -ha agre-
su irnpulso propio su propia cttltura a través de nrtmerosas fases
gado- acepto gustoso que la masa principal de la población
americana sea de origen asiátictl, y q[le estos emigrantes asiá- cvolutivas, sino de que todos los pueblos estén sujetos al prin-
ticos son lo,s que uniformaron el aspecto físicc¡ exteri<tr tle toclos
cipio de la difusión cultural. Y, naturalmente, Anrérica no hace
cxcepcidrn a ello. A esto se agrega que los principales tipos de
los indios; pero rlle parece evidente que otros elenrentos éttricos
<:rrltura anrericana no sorl esencialmente autéct<ltlos, como quie-
han intervenido en esta población." "' Y no hay dr.rtla de que
los datos mencionados por Rivet en apoyo cle su tesis son asaz
lc la escuela rle Hrdlicka, sino que se han constituido en cli-
vcrsas partes tlel Viejo l\{unclo de donde proceden.
convincentes. \' lo que es mrry imptlrtan[e. pertettecett a las
156 PREHISTORIA DE AMERICA EL poBI AMTENTo pRrMITrvo DE euÉnrc¡, 157
Ahora bien, si se tiene en cuenta que por lo general las de esas distintas oleadas de pobladores, Imbelloni somete a una
culturas son incapaces de migrar por sí solas, desprendidas del crítica severa, pero provechosa, a las ideas expresadas por Ri-
factor humano que las ha creado y las alimenta, lo dicho ante- vet. Se tiende con ello a fijar claramenre el alcance de algunos
riormente equivale a expresar que han sido varios los elemen- conceptos que en el autor francés y en algunos partidarios de
tos que intervinieron en el poblamiento de América. Y muy su tesis estricta " habían quedado sin definir.
de acuerdo con esto, el P. W. Schmidt, que es el más caracte- Según el autor argentino, la tesis esrricta de Rivet adole-
rizado representante actual de esta tendencia, admite que en la cería de una falta de distinción entre lo que es la naturaleza
forrnación de los pueblos y culturas americanos primitivos etnográfica de un complejo de cultura y la naturaleza biológica
fueron, al menos, cinco los elementos que intervinieron. Tres de una entidad racial. Pues Rivet, al mencionar las numerosas
de ésios son muy arcaicos y de cultura inferior; un cuarto es concordancias antropológicas, culturales y lingüísticas que unen
neolítico y de cultura matriarcal, y el último, de origen oceá- Oceanía con nuestra América, admite sin mayor examen que
nico, trajo consigo las bases de la alta cultura'u. fueron los mismos Australianos, Melanesios y Polinesios que
También el renovador antropólogo alemán von Eickstedt conocemos hoy, los que en época remota, anterior a la llegada
ha expresado sus icleas respecto del poblamiento de nuestro de los mongoloides asiáticos, se extendieron por territorio ame-
continente, ) €S partidario de la hipótesis de un origen múl- ricano. En cambio, frente a esta explicación simplista del maes-
tiple. Según éI, las primeras inmigraciones serían de edad tro francés, el italiano Biasurti había ya comprendido que al
pleistocena, y estarían representadas por un elemento dolico- hablar de inmigraciones de Australia, de N{elanesia o polinesia,
céfalo que todavía subsiste en varios tipos raciales aún pre- no debemos referirnos concretamente a los pueblos actuales
sentes en la Actualidad. Los elementos braquicéfalos serían llamados Australianos, Melanesios o Polinesios, sino a socie-
posteriores, y los oceánicos los últimos en llegar'o. dades humanas anteriores, que en serie sucesiva y cada una en
Pues bien, una síntesis de los puntos de vista de la escuela su tiempo habrían dorninado el área asiático-pacífica anrigua,
Histórico-Cultural y los de von Eickstedt es lo que ha tratado y que en parte se han conservado intactas en la gran isla de
de realizar el profesor lmbelloni, de Buenos Aires. Imbelloni, Cook o Australia, en los archipiélagos del N{ar de Coral o en
como Rivet., ha perdido el miedo a las distancias. Pero es poco, las islas de la Polinesia.
favorable a la admisión de influencias ambientales en la plas- Es decir, que de acuerdo con esta nueva visión el hecho
mación de los tipos americanos. Es por esto que parte del rlel poblamiento nn estaría ligado con los pueblos histórica-
principio de que cada uno de los tipos o grupos raciales que mente conocidos, sino más bien con otros innominados que
podemos discernir hoy día en América debe ser considerado en un rnomento daclo de la evolución cultural dorninaron en
como el producto de una invasión distinta. Es decir, que cada la parte occidental de Asia y se difundieron por las regiones del
oleada de pobladores trajo al continente un tipo racial distinto. Pacífico, en la ntisnla forrua en (lue actualmente se propagan
Y como nuestro autor reconoce, de acuerdo con lo establecido" las culturas europeas por todos los ámbitos rerrestres. En la
por von Eickstedt, que existen nueve tipos raciales americanos, rnayor ¡rarte de regiones que esos pueblos y cultnras ocuparon,
así los elementos inmigrados han de estar de acuerdo con esta los rastros de srr perrnanencia han <luedado más o menos borra-
cifra. rlr¡s, dcbirlo a la superposici<in de ntros pueblos y culturas (lue
Antes de exponer su propia tesis sobre número y calidad ¡r0stericlrrnente (x'ul)aftrn lcls nrismos territori0s. En algunas
158 PRFHIS:TORIA DL ANIERICA EI, PORI,AMIENTO PRII,TITIVO DE .q^MERICA 159
partes, en cambio, algutros restos de esas antiguas poblaciones rigenes rle la isla de 'lasmania, y algunos autores los consideratr
han llegado hasta nuestros días. Así, en Australia, por una si- como de cultura la nrás primitiva que haya llegado hasta los
tuación muy especial de ese continente, la población indígena t"iernpos nrodernos: sus descetrdientes americanos serían los
ha permanecido casi en la misma situación en que se hallaba Fuéguidos.
cuando se realizó la gran expansién australoide. Y en otras 2. LIna segutrda oleada tle gente parecida a la australiana.
partes de Oceania han quedado igualmente pequeños restos Eran de alta estatura, rle cabeza alargacla y de cultura igual-
de otras expan,siones. mente inferior" Su ingreso a este continente fue también por
Puesto el asunto sobre esta nueva base, la antigua discu- vía terrestre. Sus descendientes directos serían los Patagónidos
sién se simplifica mucho. Y es así que tanto el problema de sudarnericanos y los indios de las praderas de Norteamérica.
la ruta seguida por los inmigrantes oceánicos, como el de la 3. Una tercera invasién de grupos análogos a los habitatrtes
llamada "puerta de entrada r eu€ tanta importancia tenían de Ifelanesia. Es decir, gente negroide, de baja estatura, muy
en las teorías del origen Írnico y asiático del hombre americano, dolicocéfala e igtralmente portadora de una cultura inferior.
bajo el nuevo enfoque pasan a ser cuestiones secundarias, en Ingresó también por la vía terrestre del Estrecho de Bering,
manera alguna determinantes. Para la escuela de Hrdlicka, que y los Láguidos del Brasil serían sus actuales representantes.
partía del principio de que los americanos ingresaron al con- 4" Un cuarto contingente de aspecto parecido al de los
tinente dotados de una cultura inferior, y que, por lo tanto, no protoindonesios. Se entiende referir con este nombre a la po-
podían conocer la navegación, el suPuesto de que los grupos blación de las islas de la N{alasia anterior a las invasiones desde
de primitivos pobladores de América tenían necesariamente la India. La conformación craneana de esta gente se encontra-
que pasar por el Estrecho de Bering, Por ser esta la írnica vía ría entre la braqui y la dolicocefalía. Su llegada a América.
natural terrestre o semiterrestre abierta al hombre portador habría sido por la vía marítima, y los grupos, cuyos descen-
cle aquellas culturas, era cle importancia prirnordial, ctrestión dientes serian los actuales Brasílidos, eran portadores de las
de vida o muerte. Pero con la nueva explicación, no sólo se primeras culturas de tipo medicl.
entiende mejor el problema, sino que tamPoco queda tier-upo 5. Una oleada quinta compuesta por elementos muy mon-
para discutir las fantásticas rnigraciones de pueblos oceánicos golizados, de estatura media, braquioides, y portadores de una
a través de continentes perdidos o a bordo de ernbarcaciones rultura media henchida de posibilidades de evolución. No dice
de los Polinesios. Pues se entiende que la expasi<in de los cl autor cuál habría sido la puerta de entrada al continente,
pueblos circumpacíficos se hizo con lo,s rnedios que la resPec- ¡rt'ro sí que eran los antecesores de los actuales Ándidos y de
tiva cultura ol'recía. Es decir, que las rnigra<iones eran pr-rr via l.s irrdios del sudoeste de Estados Unidos llamados Pueblos.
marítima cuando se conocía el arte de navegar, y Por via te- fi. Una sexta oleada de gente genuinamente indonesia. De
rrestre en los demás casos. ('\t;rrulir baja, de cabeza redonda y dotados de facultades esta-
En cuanto a la tesis propia de Imbelloni, nuestro autor ad- rln¡roytlticas, crearon la alta cultura centroamericana, posterior-
mite las oleadas siguientes: nr.'nt(' r'xtendida a otras regiones de América.
l. Un primer contingente de pobladores arcaicos llegado 'i []na serie de contingentes posteriores y recientes, entre
por vía terrestre, que Imbelloni compara, física y cultural- l,r r¡rrt' s('cLlentan los Esquimales y los indios del Noroeste de
mente, con los desaparecidos Tasmanios. Etan éstos los abo* \,r tr':urrt"r'ica qrte constituyen los Pacífidos.
EL poBr.ANfIENTo tRIMrrIVo DE elrÉn¡ce 16l
160 PREHrsroRrA DE A\.{ÉRrcA
Imbelloni reproduce la advertencia hecha por el P. García groides. Gladwin sitúa sus comienzos hacia los 17.000 años an-
teriores a Cristo, y la hace seguir hasta los 2.500. Estos negroi-
en el sentido de que esas oleadas de pobladores humanos no de-
des serían los famosos cazadores de Folsom, una notable cultura
ben ser tenidas como expresión de conscientes enrpresas de con-
norteamericana que en los últimos decenios ha ido aparecien-
quista o colonización, sino como simples clifusiones en el es-
do en numerosos lugares de Norteamérica, y cuyo portador ro-
pacio de los pueblos que otrora dominaran en la parte tnás
davía nos es físicamente desconocido. Es por esto que hubiese
oriental del Viejo N{undo. Las oleadas prirneras, las más anti-
sido del mayor interés que el auror nos hubiese manifestado
guas, deben considerarse de edad pleistocena, lnientras que las
de qué método se valió para establecer que esa gente era de piel
más recientes pueden situarse en los prirneros siglos de nuestra
negra. Y que en ningún momento habría pasado el río Grande
Era'n.
en dirección sur.
6. Gladwin.
Siguieron, constituyendo la inmigración tercera, los ante-
pasados de los Algonquinos, los que se asentaron en su tradi"
cional hábitat del nordeste de Norteamérica, cuyos territorios
Un destacado arqueólogo norteameric.ano, que ha trabajado
nunca abandonaron. La llegada de esas gentes, portadoras de
provechosamente en la región del Sudoeste de Estatlos Unidos,
rrna cultura que incluye hachas pulimentadas y cerámica con
es el autor de la última teoría sobre poblarniento rle América
tlccoración a cordeles, correspondería a la época que media
que vamos a mencionar aquí. El valor de la teoría, en sus dis-
('ntre los 2.500 y los 500 anteriores a nuesrra Era. Como crlarra
tintas partes, es muy clesigual; pero en conjunto debe ser cali-
y' r¡uinta migraciones se consideran a las mongoloides. L,a pli-
ficada, cuando menos, de ingeniosa. Nos referirnos a la tesis de
r¡rt'r'¿r rle ellas, y la cuarta en la numeracién general, ser'ía la de
Harold S. Gladrvin, el excavarlor cle Snak.etown. La ha expues-
to en un libro cle tenclencia popular y batalladora que lleva el
h* Iisr1uimales, que habría comenzad<¡ alrecledor de los b00
.rrrlt'.s <le Cristo. Siguiéndoles, dos siglos después, los printeros
nombre de Men out of Asia"o.
l,r.rr¡rri<ófalos, los que se extendieron tanro por Centro como
De acuerdo con cste autor, seis strcesivas migraciones proce-
dentes todas ellas de Asia, serían las que sentaron las bases cle 1,,'r Srrtl:rrrrórica" Estos últimos serían los que difundieron por el
u()rt('y cl sur el tipo fisico caracteristico de nuestros intlios.
la posterior población americana. La primera clataría rle unos
l.;r st'xta y última migración, que es la que trajc, la alra cul-
25.000 años atrás, y habría traído a este contitrente un elemen-
ruf .r ,rl <lol¡lc continente, estaba compuesta por gente tle raz¡
to australoide de tipo Auriñacense. En el correr de los años. l'l.urr,r gr it.gos, lcvantinos, iranios, etc. Su llegacla a estas tie-
esos primeros pobladores se fueron extendiendo ¡ror tocla aqtte-
rr.,., l¡,rlrrí;r:r<ontccido poco tiernpo después de la rlruerre rle
lla parte de Norteanlérica c¡ue de todo tiernpo ha estado Iibre
\lr ¡.rrr,lrr, \litgno. que se produjo allá por el año c1e 323 anrcr
de hielos, para luego aventurarse por el istmo de Panarná y ,1, I r r,,rl I'rrcs. cn csa oport_uni<lad 1o,s capitancs dc Ia grarr
pasar a ocupar poco a poco el continente srtdarnericano. Hasta,
ll,r r ¡¡rr ..r lr;rl¡ítr (.sta(l() c()ncentranclo para la conquista clc
aproximadamente, el aircl 300 anterior a nuestra Era, esos Atts-
\r rl,¡ r ,1., r,i¡r't,' lrllirrlrlolliir csas legiones ) poner proa hacra
traloicles habrían constituiclo la írnica poblac.ión suclamericana. .,, ¡, ,,¡, \ r.,rr.rr,,rr l:r lr¡<lia. esttrr ietnll tn ltrrlonesia. poblarori
l.a "raz.a cle Lagoa Santa" ejernpli{icaria de la rrejor nlanera l, l',,lrrr',t.r r l¡rl.rl¡trt'l¡t( 1tl)ol'l;llolt cn las (()stas rle (,errtrft y
racial y culturalmente esta primera inmigración americana. ,,r,1rr¡¡, r rr.r ,l.rrrlt \( r:rrliciuolr. y <[ott<lc <lit'r<¡r-l cl nc(.('sa-
l,a segunda inrnigrat'ión habría estatlo constitrrida pul 'ne'
I
mar había bajado más de 80 metros. De manera que enton- son los actuales Estados Unidos, que de todo tiempo ha estado
ces el actual fondo del Nfar de Bering sobresalía lo suficiente libre de hielos.
para que lo que es hoy un estrecho se convirtiera en una lengua Pues bien, esta situación ha de haberse presentado varias
de tierra de varios centenares de kilómetros de anchura. Y veces durante la glaciación última, la que en Europa lleva el
{omo la cálida corriente marina del Kuro-Sivo contorneaba su nombre de Würm, y de Wisconsin en Norteamérica. Pues ella
'costa meridional, la temperatura de la zona era mucho más no fue, como se recordará, un largo y uniforme período de
benigna que ahora. En principio, pues, el paso de un conti-
nente a otro era relativamente fácil y no tenía la importancia
:sustantiva que nosotros tendemos a concederle.
Es cierto que ese puente terrestre que unía a Asia con Amé-
rica no existió durante todo el Pleistoceno, sino solamente en
las épocas de gran descenso de las aguas clel mar que la acu-
mulación de hielos sobre la superficie terrestre producía, lo
cual equivale a decir en los momentos rnás fríos y por lo tanto
menos favorables en general para eI paso del Hombre. Pero es
cierto también que de acuerdo con investigaciones recientes,
tanto el extremo nordeste de Siberia como la mayor parte de
Alaska e incluso el valle del Yukón, estuvieron de todo tiempo
libres de hielo. De manera que aun en las fases culminantes
de cada glaciación, nada impedía a las poblaciones animales o
hu'manas que por la época hubieran vivido en Siberia, transitar
libremente por lo que es hoy el Estrecho de Bering, y llegar
sin tropiezos a Alaska. En realidad, esa última región, más que
parte de un continente nuevo era en aquella época una pro-
longación de los territorios de caza de los siberianos.
rr¡' rrr r';r riltima nt"'i"'i,ii*.il su extensión máxima
::l'r,:T:i::,iorte'
Claro está que las poblaciones siberianas que durante las
glaciaciones podían, al menos teóricamente, extenderse hasta lr r,, ',nrr) (luc tuvo sus alternativas, sucediendo distintos pe-
el centro de Alaska sin servirse de elemento alguno de nave- I l¡r¡lr¡,, rlr' ¡r;rr'< ial retroceso a varios avances de los hielos, o sea,
gación, al llegar al alto valle del Yukón, sobre la actual fron- ,lrr ru\' r,¡rlr¡ t:l aspecto de un verdaderO Pleistoceno en mi-
tera canadiense, se hubieran visto detenidas por infranqueables nlIrr ¡ | .r invcstiga<:i<in reciente ha podido establecer que
masas de hielo que les impedían una mayor internación en r ri¡1 r!.rr, r',, y strlrsiguicntes culminaciones han sido cuatro, y
territorio americano. Pero apenas comenzaba el retroceso de tr.'i l"', ru¡( r('st;t(li()s cl) quc, al retrocerler parcialmente los
los hielos, después de la fase culminante de cada glaciación, Ir', 1,,', '., ,rl,r t,r lrr r orrrrrrri<'a<'i<in lncnci<lnarla antes. Y como estos
cuando un amplio corredor se abría entre los casquetes de hielo .r! ur.,¡ 1 tr'trr)(('s{)ri rlt: l<¡s lticlt¡s wis<:<lnsiniartos r:onsl-ittryen la
y ponía en comunicación a Alaska con el corazón de lo que ,lr¡, ¡lr¡. lr. rnnt(. (.nl('lt(l('t' t'<'llll<l lrrrrl<l ¡rt'orltrt:ir-sC Cl ¡lzrso rlC
168 PREHrsroRrA DE AMÉRrcA EL poBLAMTENTo I'RrMrrrvo DE ¡lrÉnrce 169
los primeros pobladores asiáticos a este continente y su ulterior ción entre las dos zonas nortearnericanas libres de hielos. Es el
difusión por el mismo, bueno será que agreguemos algunos !V¡ o Mankato, que equivale al "Pomeraniano" europeo, y al
detalles de tan interesante proceso. que corresponde una recia intensidad, pues sus hielos se extien-
El primero de los puntos culminantes de la última glacia- den hasta el alto río Missuri, en la región fronteriza entre Da-
cién está dado en el momento en que los dos principales cas- kota del Sur y Nebraska.
quetes de hielo que se habían formado en las Montañas Roco- Finalmente, y luego de una deglaciación parcial, un nuevo
sas, por un lado, y en la región de la Bahía de Hudson y descenso de la temperatura tiene como resultado el cuarto y
Península de Labrador, por otro, se unieron, recubriendo así último avance de los hielos, generalmente conocido como Co-
toda la parte septentrional de Norteamérica con hielo. Este chrane (We). Corresponde al estadio de "Salpausselká", en Fin-
acontecimiento puede calcularse que ocurrió, según el geólogo landia, y cronológicamente se sitúa entre los 12.000 y 10.000
Antevs unos 125.000 años atrás, y según orros unos 55.000. Re- ai)os antes de nuestros días u.
presenta el primer avance del Wisconsin, o sea, el estadio glacial El período de retroceso que sigue al Cochrane, que para
llamado de lowa (Wt)'. Corresponde a la fase glacial denomi- :rlgunos autores es el Mankato, se convierte poco a poco en el
nada "Warthe" en Europa, y fue época de grandes precipitacio- l'ostglacial. Mas no terminan con ello ias variaciones climáticas,
nes pluviales en la parte de Norteamérica que no llegaba a ser sino que ellas siguen produciéndose aunque en forma mucho
cubierta por los glaciares. r¡r;is leve que antes. Y es sobre la base de las temperaturas esti-
A este primer avance wisconsiniano siguió un período de r':rlt's <¡ue se vienen siguiendo en distinta graduación, que el
retroceso de los hielos que en Norteamérica se conoce por in- rcitcl':r<larnente mencionado Dr. Antevs ha podido elaborar un
terestadio Peoriano. En esa época la temperatura aumentó ristcnrir cn tres etapas, válido sobre todo para Norteamérica,
hasta parecerse a la cle la Actualidad. Este estadio interme- ,¡rr<' ¡rrrr:<lc ser de provecho para ubicar más adecuadamente los
dio, que se individualiza como Wr/Wz, fue de muy larga clu- lrlr lros ¡rrchistóricos producidos durante el Reciente u. La pri-
ración. nr.t,t (lr'<'stils etapas ha sido llamada Anatermal y se sitúa entre
Un nuevo auge del casquete oriental de hielos formado en l,'' i 000 y los 5.000 años antes de Cristo. La misma correspon-
la región del Labrador y su subsiguiente trnión con el occi- ,lr'.r rrr¡:r 1'¡ro<:r rle relativa humedad.
dental formado en la Cordillera constituye el segundo avance l,r rt;r¡r:r scgrrnda duró unos 3.000 años, pues va desde los
de los hielos wisconsinianos. Este estadio glacial se divide en r lllll) lr.rst:r I<¡s 2.000 antes de nuestra Era. Se conoce bajo el
dos etapas, ) s€ conoce con el nombre de Tazewell-Cary. Co- rr,rr¡lrr r' ¡lr' ,l llilermal y equivale a una época de temperatura
rresponde al "Weichsel" de Europa, y habría culminado unos ' rl¡,1.r \'\r'(.r. rlt: <:lirna óptimo, para las regiones frías.
35.000 años atrás. Se le suele designar como Wz. ln r,rrrrlrio, la cta¡la tercera, que lleva el nombre de Medi-
A esto sigue un nuevo retroceso de los hielos, durante el cual t¡ tn¡¡tl v,rtt;tn(ll <lcs<lr: los 2.00() aitos antes de Cristo, es nueva-
aumenta la temperatura general, y entre Alaska y el centro de rrr rrrr l¡r'rrlr y lrrirrrt:rlu, y cn ella nos encontramos todavía.
Estados Unidos se abre de nuevo el pasaje. Este segundo inter- l',rr.r rn nrt('r'nir( irin lrirr:i:r cl sur, los primcros grupos hurna-
estadio es el \Vz/'We. rrr,,,¡rr'¡',r¡ l;¡ ri¡ro<;¡ s('(.n('oltlraltan ya cn Alaska, sc scrvirían
Unos 20.000 años atrás se produce el tercer avance de los ,1, | ,rrrrl,lr,, , r,r rr',lot (llt(' (inlrc luto y otr'() Cas(luctc dc hiclo sc
glaciares wisconsinianos, que nuevamente cierra la comunica- rl¡r r.r rlrrr,rrrtr' lor int('t('slil(lios, y llt'g:rt'ílrrt así a cxlcrlrlcrsc ¡ror
EL PoBLAMIENTo PRIMITIVo DE nnÉnlc'r l7l
770 PREHISTORIA DE AMÉRICA
tiempo las regiones europeas se convirtieron en nuevas zonas dado que la raza y el tipo racial son entidades biológicas, no
de caracterización. Pues, la raza blanca, que era la invasora, deben confundirse con aquellas otras entidades de origen his-
se fraccionó a su vez en entidades biológicas menores a conse- tórico como son los pueblos y las naciones. Pues mientras que
cuencia de una nueva adaptación y especialización regional las primeras se determinan por los caracteres físicos de los in-
de sus partes. Y el resultado fue el surgimiento de aquellos dividuos que las'bomponen,los pueblos son conjuntos de indi-
grupos que hoy llamamos mediterráneos, nórdicos, alpinos, etc. viduos que se sienten ligados entre sí por el cuádruple vínculo
Y que son subdivisiones de Ia raza blanca. de habitar un mismo suelo, hablar un mismo idioma, ser Por-
Ahora bien, a esas entidades menores, subdivisiones de las tadores de una misma cultura y tener clara conciencia de un
razas, se les suele dar también el nombre de razas. Y es por origen comÍtn'. Inútil sería agregar que lo que actualmente
esto que en la bibliografía antropológica es frecuente ver re- sólo conviene a las agrupaciones históricas, en sus orígenes
ferencias a la "raza nórdica" o a la "raza mediterránea". Con- pudo igualmente convenir a las entidades biológicas. O, lo que
sideramos erróneo el procedimiento. Pues, si queremos que cs lo mismo, que en su origen los tipos raciales pueden muy
nuestros conceptos [engan un valor inequívoco, ] a ello tienden bien haber constituiclo enticlades étnicamente más homogéneas.
las ciencias, se entiende de suyo que no podemos denomi- Mas sea de esto lo que fuere, lo cierto es que los tipos racia-
nar del mismo modo a entidades taxonómicas de distinta lcs, que las entidades taxonómicas inferiores, se forman por
gradación. De ahí que sea preferible dar a esas entidades bio- rlcscomposición de las entidades inmediatamente superiores, en
lógicas inferiores el nombre de tipo racial. En consecuencia, ('stc caso las razas. El mecanismo sutil de la plasmación aún no
llamaremos tipos raciales a las subdivisiones de las razas. Di- t.st;i bien aclarado. Se sabe que en Ia variación intervienen las
gamos ahora que la raza blanca cuenta con diez tipos raciales, rrrrrtaciones, que son pequeñas modificaciones producidas es-
la negra con otros diez, y la amarilla con cinco, sin contar con ¡rorrt:incamente en la masa hcreditaria. Pero se ignora
critno
los americanos. A estos se deben agregar otros cuatro tipos cons- ,,r'
¡rrorlucen éstas, aunque se puede dar por seguro que en ello
tituidos por restos protomórficos, es clecir, algo más arcaicos. rrrtclvicrlen influencias y factores externos. Hasta hace poco
Todo ellos según von Eickstedt o. ,,,',lr¡ sc atlrnitía ese tipo de variación. Hoy gana cada día rnás
Resumiendo las consideraciones anteriores, podemos esta- rlr('n() lrr irlca deque de una mezcla de tipos puede también re-
blecer que la clasificación de Linneo no abarcaba todos los '.r¡ll.u rnr tillo ttuevo'. f)e todas maneras, los tipos raciales ame-
grados de posible diferenciación morfológica, por Io que pare- I r{,rn()s l)al'ccen ser el resultado de la descotnposición de los
cía necesario proseguir con la división. En consecuencia, a la r,r.nr{l( s fllulx)s y la strbsigttiente aclaptación de las Partes a re-
especie hacemos seguir hacia abaj o la raza, y a ésta el tipo !,rr,n( \ gt'ogt;ilicrs <listirttas. Colr 1o cual queda <licho que cada
racial. Por lo demás, es evidente Ia existencia de una perfecta rrr{} (l('los attrutlc.s tiJros raciales anrericanos no debe ser nece-
gradación taxonómica que, arrancando del orden, pasa por Ia .rt r.un(.trlt. < onsitlt'utrlo cotlrr) testilrlonio inrnOdificadO de una
familia, el género, la especie y la raza para terminar en el tipo rrr.ur,r.rt rrirr rlistitrtlt, ylt (ltlc algtttras cle las diferencias somá-
racial. El tipo racial es, lo repetimos, la unidad taxonómica rr' .t.. ,¡,r, l.rs (:uil( t('l.ir:rrr ¡rrtctlctt rrrtry biett l-raberse producido
más inferior y fundamental, y en lo que sigue habremos de , il ( ,tr illt\tilt) ( ()rll iltt'lrlt'.
referirnos muy especialmente a ella. ( Lrrr¡ r'st.i r¡rr('lirrtrl)()(o st: ¡rtrcrlt: tlccir <¡rtc totlas las dife-
Una consideración última nos queda por hacer. Y es <ltre !!,{ r.r,, lr.r1,rtt rrtt¡,,i,lo t'tt lt'tt'ilotio lrl¡lct'i<ittt<1. Nltrthas cle ellas
t76 PRF,TIISf'ORIA DIJ, AMÉIIICA
'*ri
han cle ser, efectivarnente, rerrelarlclras de un origen clistilrtc¡,
y por lo tanto signos diagnósticos cle inmigraciones distin-
tas. En este caso está, por ejernplo, la cliferencia entre doli-
t
coiclismo y bra<ltricefalismo, que ha cle ser originaria. En re-
sumen, segirn la opinión nuestra, el poblarniento de América
fue realizado por un nrhnero limitado de elementos antropo-
lógicos clistintos. Éstos, al descornponerse y rnoclificarse en un
aislamiento geográfico regional, dieron origen a los tipos ra-
ciales que es dable distinguir hoy clía.
Desgraciadamente, rro hay uniformidad de pareceres res-
pecto del nílmero de tipos raciales clue hoy se reparten eI te-
rritorio americano. De entre los principales autores rnodernos,
Haddon admitió seis 8; Sergi, ocho n; von Eickstedt e lmbe-
lloni, nueve 10. Nosotros vamos algo más all:i, pues reconocemos
doce: seis en Norteamérica y seis en Sudamérica. Los nombres
de Ios primeros son: Síluidos, Pacífidos, Califórnidos, Sonó-
ridos, Surléstidos y Centrálidos. Los de los segundos: Fuégui-
dos, Patagrinidos, Láguirlos, Huárpirlos, Brasílidos y Ándidos.
Esos nombres son los que corresponden de acuer<lo con las nor-
mas internacionales de la nornenclatura y la ley de prioridad ".
Nlás adelante tendremos ocasión cle ver más detallaclamente ca-
da uno cle ellos.
ffi r$
Lo que hay, y lo que en ciertos casos puede haber inducido a lcs. Al té, todavía lo c<-rnocemos con el nombre que tiene en
error a viajeros de buena fe, es una gran reserva en los pueblos su país de origen, quc es Ia China.
primitivos frente a los extraños, la cual, por motivos mágicos Claro está que no siempre se adoptan simultáneamente Ia
('osa y el nombre extranjeros" Los idiomas muestran una dis-
u otros, irnpone a menuclo la obligación a los inclivicluos de
no pronunciar palabra alguna frente a extranjeros. tiirta sqnsibilidacl a ese respecto. Pues mientras unos incorpo-
r arr rápidamente todo vocablo nuevo que les llega junto con
Casi todo lo que hemos dicho cle la cultura es iguaLnente
l;r novedad, otros, juzgando por analogía de 1o que ya conocen,
aplicable al lenguaje. Y se cornprencle. AI igual que aquélla,
.rplican a 1o nuevo una denominación propia, a veces ampliada
pertenece ésta a la herencia social de los pueblos, pues es en
el seno de las comunidades étnicas donde el individuo adquiere lror algún aditamento diferencial. Por ejemplo, los españoles
ll;rrrraron "algarrobo" a un árbol sudamericano que, al igual
su meclio verbal de expresión. Este solo hecho ya nos demues-
,¡rrt' cl que conocían de España, produce vainas comestibles,
tra a las claras que la lengua nada tiene que ver con Ia raza,
esto es, con el aspecto exterior cle los individuos. En Estados l)('r() (lue botánicamente nada tiene que ver con el algarrobo
( ur()l)eo". I)e la misma manera denominaron primeramente
IJnidos, individuos de raza tan apartada como la negra y la
blanca reconocen a un mismo idioma, el inglés, como su len-
,,rt'ju de la tierra" al animal que hoy conocemos con su
rrr)nrl)r'c indígena de llama. El aditamento se hacía para distin-
gua madre; mientras que pueblos racialmente muy emparenta-
dos, como el español y el portugués, hablan lenguas distintas. t'¡nr ('stc camélido americano de la oveja común, a Ia que lla-
rrr,rl¡,ur "oveja de Castilla". Estos ejemplos, si se les compara
Por lo tanto, lengua y raza son términos que clistan mucho
de ser coinciclentes.
r,n ( l <¡uc hernos mencionado antes del fútbol, nos indican
,¡rrr l.rs lcrrguas no adoptan siempre una misma actitud al tra-
También las lenguas, colno las culturas, están sujetas a la
r.u,,( (lc l:r introducción de palabras extrañas.
clifusión. La difusión cle palabras aisladas, o sea, los llamaclos
préstarnos lingiiisticos, soll hechos de los más comunes. lrrrrto r:on la difusión de palabras aisladas, y de mucha
f il lyrf rrrr¡rortancia para nOSOtTOS que éSta, tenemos tarnbién
Las razones que llevall a esos préstarnos, y que no siempre
son voluntarias, son rnuchas. A veces, al introducirse en un
l.r l'r,'lr.rll.r( i(in de lenguas enteras por territorios que alltes
. r rn ll,,rrrinio de otra. Las causas suelen ser aquí de mayor
país una cosa o una idea nlreva procedente del exterior, se
rt,r',, ( nrllnt irr l-ristórica que en los simples préstamos, porque
adopta también el nombre con que se la designa en el país
de origen. Asi, la arlopción clel fútbol, juego que nos ha veni-
lr', lr rl'u;rs, ll igual que las culturas, no acostumbran migrar
..,,t,r., .,¡n() (llrc son los pueblos mismos quienes las difunden.
do de Inglaterra, ha implicado no sólo la introduccién y cas-
tellanizacién del nombre misrno del juego, sino el de muchos
| ,1,r r, (lr¡c rrna lengua, como entidad viva que es, no se
,1, 1,1 .r., sin <¡rrc haga lo propio el pueblo del que es peculiar
otros términos con él relacionados, como ser gol, team, refe-
nr rr u¡n( nlo tlt: cx¡trcsirin.
rí, etcétera.
De la misma marlera, al pasar a Francia la fiesta taurina, I r, nrr¡'r;rr ioncs y lirs invasiones son los rnotivos princi-
que es de origen español, se incorporaron aI idioma francés ¡, rl' ,1, l.r ¡,ro¡r;rga< ir'rrr tlc los idiomas. En todos los tiempos
toda una serie cle nombres intimamente ligaclos con ella, como
1,, ¡,1,, r,,rrrrirr cl rlrso rlr: rrrr pueblo que invade el territorio
ser toro, toreador, picaclor, etc. El café, que nos vino de Arabia,
,l' ,'rr,, 1,, r,rtr¡tri.st:r c irrr¡lonc srr lcngua a la población do-
.,,,¡r r,lr tl' l.r lrisr,,l r;r ('ru()l)('il sc ¡r<lrlríatr tonlar todos los
sigue llevando nombre árabe en la rnayoría de idiomas acttta-
r92 PREHISTORIA DE AMERICA ,.:.
il;ffi
ejemplos que se quisieran; pero bastará con recordar la con-
quista de Italia, de Francia y de España Por los Rornanos, coll
la consiguiente implantación del latín en todos esos países, ?,
rable rlc tOrlt¡ i¿lior¡ta. l)c rc.¡ckr e-'sto surge 11 ue analizando los
I
Fi
realidad lingüística del continente ,habrá de reducir el nú- Nfadera, fuego ula (w),ula ol, hul
mero de esas entidades mayores, por fusión de algunas que Pierna tana, tena tanin
ahora se tienen por independientes e irreductibles, queda como l)iente yorra, yürra, era orr, horr
un hecho intangible la enorme diversidad de las lenguas ame- Agua . h.un, kuno, hunu hon, hono
ricanas'*" Lo cual no es, por cierto, un argumento en favor '\gua - kallan harra
de la pretendida unidad de origen de la población del Nuevo l..xcremento ganing, guna, gunong ganun
IVIundo. Pues sería imposible admitir que una diversificación lirrego maltha maka
tan grande se haya producido en territorio americano par- K:rnguro.... kula, kure, h"ore gol, goln, golen (puma)
tiendo de un solo tronco. El argumento lingüístico refuer- llornbre .... nonga, nungar nooken, nuhen, nuha
za, pues, la tesis del poblamiento pluripartito de este con- l,t'ngua ..... tale, t'ali, útala taal, tal, tare
tinente" l,rrrra . manú, menian amania
Sin embargo, y con la sola excepción de Los Esquimhles, \ l;rlro mar) tnara lnarr, tnar
grupo hiperbóreo que en parte vive aún en territorio asiá- \.u'iz oro, orro, uoro, uuru or, hor, orr'e , ItrTr
tico, ninguna familia lingüística americana cuenta con repre- t )r t.j;r yuri your (oído)
sentantes en el Viejo Mundo. Pues los varios intentos que IIrrtso ho, óko ho, hoo
hasta ahora se han hecho para establecer vínculos de esta I|¡tcso gulu, gulura kolula
suerte han fracasado todos. De manera que el grupo ameri* I'r¡' o-kal keI
cano de familias lingüísticas parece llevar en la actualidad I'rr',lt:¡ d,uruk druh
vida completamente independiente. Pero fuera de esta falta l'¡r'rlr.r yarul yiarr
de relación con lenguas extracontinentales, pocos son los rasgos Itr r ltr l (I?TLTNU latn otnen
que pueden considerarse propios y comunes a todas las lenguas I'r,l¡,r uoho okii
americanas en general. Ni siquiera el polisintetismo, o sea, la lr¡rlnr¡ ¡lr ngoldag (estérnago) golta
tendencia que muestran cier[as lenguas americanas a incorpo- li ttnrlu (seno)
rar en una sola palabra partes distintas de la oración, es peculiar , l!rF l I {rrarü, gwaro zlltar, huaarr
de todas ellas.
Si t¡ien, con la mencionada excepción, no se ha podiclo de-' r '¡rr) \('v(', la concorclancia entre el valor fonético y se-
rnostrar hasta ahora la extensién intercontinetrtal cle tlinguna 'vocablos
'¡,,,,rr¡ ¡¡ rll csloS es bastante ttOtable, y cl1 lrla[era
lengua indígena actual, parecería que no siernpre haya sirlo r!1.rr..r l,rrr'(l('st'r'cll¿r obra rlcl azar'" Que jurtto colt las atralo-
así. Al menos las analogías léxicas apuutadas por Rivet tien- ,.¡! l¡ \r,.r,, rro st' llry'un scñalatlt¡ talrrl¡iéll ccliueidcnr.ias etl la
rlen a demostrarla para un pasaclo tnás o lnenos lejarlo. \l a r!,ri rili.r l,t.ilil,tli<trl tlt' trillbt-rs gl'ul)os rle lcngttas, ttada PIue-
nuestro entender con bastante éxito. Véanse, si tro. algunas l! ¡ ,,, ¡,'nr.r ,lt l;r <orrt'xirin. l)rtes lo r¡rtc tlt¡ se ha hecho lrny
concordancias en el vocabulario de lenguas attstralianas eorl t,.',.1, lr r,, r',r nr,ur:rrr;r, r ttitttr[o lo.s ctrrtilogrls sc dediquell c¡)11
las del grupo Chon de Patagonia, elegidas rle er-rtre las 70 ¡lr¡¡r,,' .¡ l,r irrrcstiglrririrr gl<ltol<igica itlLercrllttitletltal"
traídas por Rivef '": ¿ r.¡¡ !r r rr .¡lrr!t.r t.|lil])(](() \(' l¡:r tlt'ut<lslrarl<l tltte las coitrtideil'
ción han sido al menos cuatro. A los elementqs traídos por El hecho de que nuestra primera corriente inmigratoria
éstas han de haberse agregado, ya en época en Parte histórica, fuera de época paleolítica superior, está diciendo claramente
algunos pequeños aportes antropológicos y culturales, que se que su cultura sólo podía ser de tipo inferior' l,lamamos infe-
asentaron en la parte noroeste del continente, pero sin influir rior a aquel tipo de cultura cuya economía se basa en Ia caza,
mayormente el resto. en la pesca y en la recolección de toda clase de Productos agres-
.La primera de esas corrientes prehistóricas es la de los doli- tes, desconociendo el cultivo de la tierra. Y ya sabemos que
coid,es pri,mitiuos de cultura inferior. Como se ha visto en la fiueron de este tipo todas las culturas anteriores al Neolítico.
parte primera de este libro, es un hecho indiscutible que en La segunda corriente de inmigración arnericana estuvo
la evolución filogénica del Hombre las formas de cabeza alar- (:ompuesta por canoeros mesolíticos o de tradición mesolítica.
gada han precedido a las de cabeza corta. O, lo que es 1o mismo, lls este un conocimiento nuevo al que llegamos nosotros mismos
que la braquicefalia es carácter antropológico posterior a la rc(:ientemente ". Desde antiguo nos había llamado la atencién
dolicocefalia. Recuérdese que los primeros cráneos braquicé- (tuc un período arqueológico tan dinámico y de tanta importan-
falos aparecen en Europa al final del Mesolítico'"' Y como ya ci:r en todo sentido como el Mesolítico, durante el cual tiene
no puede caber duda de que los primeros pobladores llegaron clccto un extraordinario florecimiento cultural que lleva a una
a este continente en época anterior a ese período, se entiende Hr;ur expansién humailt; rlo tuviese rePresentantes en territo-
de suyo que esos inmigrantes no podían traer 1o que no tenían' r ro :unericano. Había también una serie de datos de índole
Por lo demás, el consenso general de los americanistas es que ,rrtropológica y etnográfica, de los que trataremos oPortuna-
también en el Nuevo Mundo los dolicoides son anteriores a !r('ntc, que resultaban de difícil explicación si no se admitía
los braquioides ". l,r llt'g:xla a América de un elemento que fuera portador de
r!u('v()s rasgos físicos y culturales. Y es así como llegamos a la
Que esa primera inmigración debe ubicarse dentro del
Paleolítico, aunque en su parte final o Paleolítico Superior, rrrrrrlrr$i<'>l) de que durante eI Mesolítico grupos de canoeros
ya no podría, en justicia, Ponerse en duda' Ni tampoco es dable 'lu{' l)r()('c(lían del norte de Asia, viajando en frágiles canoas
dudar de que los más primitivos pobladores de América eran r l' l:rrgo de la cadena de las islas Aleutianas, comenzaron a
de procedencia asiática, y que su ruta de ingreso pasaba por ¡ rr"rlrlcrt'r'.sc en las costas americanas del Pacífico primero, y
, lr'1,\t l;int itrr después.
la región de Bering. Sin embargo, y Pese a esa procqdencia,
nuestros dolicoides primitivos no ostentaban caracteres mongo- Lr¡s ¡nr(:vos inmigrantes constituían una forma humana de
loides, como los ostenta la mayor parte de los actuales poblado- l,,rl.r crr:rlrn';r. Iiran todavía dolicoides como los de la corriente
res asiáticos. La razón es obvia. El mongolismo, como el braqui- rrrtlr r()r, l)('r.() t:staban dotados de ciertos rasgos craneanos que
cefalismo, son caracteres raciales posteriores'0. De ahí que por lr r,!t.r ('ulon(('s criln desconocidos. Su cultura, igualmente de
su aspecto antroPológico nuestros primeros inmigrantes se Pa- l¡,,, rrrlr'r ir¡r. r'staba :rltamente especializada a la vida del mar"
recieian más bien alos Australianos. De manera general se ha '.rr I'r rrrr r¡,.r1 lrlinlt'nto cotrsistía en moluscos y en la caza de
llamado australoide, precisamente Por este Parecido con los lrrr¡r.rl.r Irr.rr intls-
actuales indígenas de la gran isla de Cook, a la forma humana ! .r ¡rr I r('nt(' l('r'('(frl tlajo a este continente las formas so-
que con el Paleolítico Superior aParece en el escenario de Eu- ,tr,¡ttttt ¡' , tt!lrntrl lnolti.tt.s dt:l Neolítico. Sus integrantes eran
ropa, Australia y como ahora vemos, también de América" .1. l,rl.r r 1t,rtur.l, rlc r orrr¡rlcxititt rechoncha, de cabeza corta'
200 PREHIs'roRtA DE AMÉRICA [:l P()r]f-AMrt.Nl() PRtN,n',uv() l)¡. 20 1
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t'ueron ellos los introductores de todos aquellos otros rasgos sLrponer se difunclieran por Aurérica tanto los caracteres mongo-
(lue actuallnelrte conocemos por mongoloides. Procedían del loides como los elernen[os cultrlrales de tipo neolítico. Algunos
sudeste rle ,{sia. rnuy probablemente de Indonesia, e ingresa- rle éstos, corno el arco y la tlecha y cl pulinrento de los instru-
lr:rl por la r,ía marítima. rlrentos líticos, Ilegaron prolr[o a tener una difusión continental.
Finalmente, una cuarta y últinra corriente trajo consigo los
elem,entos propios de la alta cultur¿. Procedía de Poiinesia,
aunque sus raíce.s antropológicas y cul[urales se encuentran en el
noroeste de la Inclia. Aportó en la parte sur cle la costa occi-
rlcntal del continente. I)otados cle notables facultades estado-
¡royéticas, sus integrantes se establecieron pronto sobre las po-
lrl:rtiones de la región anclina, creando ahí los grandes centros
¡,rr:hispánicos de alta cultura con sociedades estratificadas. El
r <'lativarnente poco tiempo transcurriclo desde su ingreso aI
INDICE GENERAL
P¡nrn Pnrunne
PREHISTORIA GENERAL
I. ANrnc¿orNrrs II
l. EI Pleistoceno il
2. M étodos cronológicos 2L
3. Los Homínid.os 30
4¡ El Hombre Terciario 4l
II. Los Hou¡nEs DEL Prnrsrocnrr¡o INrnnron y sus Currun.¡rs 4b
l. Los Australopitequinos 45
2. Los Arqu.eoántropos Onentales 47
3. Los Arqueoántropos Occidentales 54
4. Las Culturas del Pstreolítico Inferior 58
I II. Los Hounirs nn NnaNoERTHAL y sus Culrunes 65
l. Los primeros Hallazgos b5
2. Morfología dcl Neand.erthalensis 70
3. La Cultura Musteriense 73
4. El Hombre d,e Neand,erthal en eI Tiemps y en eI Espacio tl
IV. Er Ho¡¡o Sep¡nNs y sus Culrunns 8l
l. El Problema d,e los Presapiens 8t
2. La Aparición d,e las Formas Nueuas 83
3. Los Hombres del Paleolítico Superior 88
4. Las Culturas d¿t Paleolítico Suberior 96
5. El Mesolitico li02
6. El Neolítico r09
7, Las Primers.s Ciuilizaciones tt4
602 PREHISTORIA DE AMÉR¡CA íxprcn GENERAL 603
II. Los Gr.upos RrcrsNrns 279
Penre Srcuxpe l. Generalidad,es 279
2. Los Sílvidos 285
EL POBLAMIENTO PRIMITIVO DE AMERICA 3. Los Sonórid,os 291
4. Los Ldguidos 297
I. L¡s TronÍ¡s r25 5. Los Huárpidos 303
l. Las Primeras Explicaciones r25
6. Los Patagónidos 309
2. Arneghino 133
III. Le Currune 315
3. La Hipótesis del Ori,gen Asiótico. Hrd.Iicka t4l l. Generalidades 315
4. IAs Relaciones Interocednicas. Riuet 149
2. La Econornía 316
5. Otras Temías de un Origen Múltipte t54 3. La Viuiend,a 321
6. Gladwin 160
4. El Vestido . .. . E26
II. L¡s Rn¡rrp¡oss 163
5. La Ergología . . 331
l. La Realidad, Paleogeogrdfica 163
6. La Organiz¿,ción Soci,al y Politica . :.... 338
2. La Realidad Antropológica 170
7. La Cu,ltura Espiritual 344
3. La
Realidad, Etnogrdfi.ca t76
4. La Realidad Lingüística 188
P¡rrg Cuenrn
5. Resumen y Base r97
LA SEGUNDA CORRIENTE DE POBLACIÓN
. Pnnrr Trnc¡n¡
I. Los C¡Nornos Mrsor,Írrcos 355
LOS PRIMEROS POBI.ADORES l. El Círculo Mesolítico Siberiano 355
2. Esquimales y Protoesquimales 362
I. Los Rnsros ANrrcuos 205 3. Ia Costa ilel Noroeste 373
l. El Descubrimiento Inicial 205 4. Las Olead.as Mesolític,as. Esquími,dos y Pacífid.os 382
I La mds Antigua Cultura Ameri,cana: la d.e Sandia Cat¡e . . 5. La eipansión al Sw. Los Califórnid.os
208 t92
c. Los Cazadores de Elefantes de Cloais 6. Los Desaparecidos Mesolíticos Sud,americanos . 399
214
4. Los Cazad,ores de Bisontes de Folsom 7. Los Fuéguidos 40+
217
c. Otros Primitivos Cazadores de Bisontes: plainuiew 8. El Aspecto Cultur,al 410
"Yurna" 999 9. Los Sambaquís. Resum.en 417
6. Los Recolectores de Cochise y sus Afines 226
I
7. Los Bashet-Makers y sus antecedentes 229 PenrE QurNre
8. Los restos Humanos. Resumen Norteamericano 284
I 9. Hallazgos en México y Centroamérica 243 LA TERCERA CORRIENTE DE POBI-ACIÓN
I
t0. Hallazgos Sudamericanos 248
I l. Hallazgos Argentinos 256
I. El NnolÍrrco AurnrcANo .. 425
12. Las Culturas de Patagonia y Magallanes 264
l. La Aparición de los Braquioides . . . 42b
t3. Resumen 272 2. Propagación de las Culturas Medias 488
604 PREHISTORIA DE AMERICA
P¡nrs Srxr¡
Inrpreso y terml¡)ado en
(;RAFICA GUADALUPE,
Rafael Calzada, (Bs. Aires), Argentina a
cn ef mes de iunio de 1973