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BOLILLA 1:

PUNTO 1: ubicación, concepto, funcion del contrato y elementos.

Ubicación del contrato en el Código Civil:


Libro III: Derechos Personales.
Título 1: Obligaciones en general.
Título 2: Contratos en general.
Título 3: Contratos de consumo.
Título 4: Contratos en particular.
Título 3: Contratos de consumo.
Título 4: Contratos en particular.

Ubicación del contrato en el derecho:


1- el género es el acto jurídico y el contrato es una especie de él, caracterizado por la patrimonialidad.
Artículo 259. Acto jurídico: “El acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición,
modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.
2- Es la fuente principalísima de las obligaciones”.

Antecedentes y concepto.
Evolución histórica del contrato:
-Los contratos están sistematizados desde el derecho romano. En esa época el contrato obligaba porque se
cumplían una serie de rituales que lo hacían vinculante para las partes.
Luego los ritos van desapareciendo pero la ley le seguía estableciendo rígidas formalidades.
-En la edad media tenía una gran importancia la iglesia, por lo que el contrato obligaba moralmente por el
mandamiento “no mentir”.
-En la Revolución Francesa se le quisieron poner límites al estado. El lema libertad, igualdad y fraternidad regia
en todos los ámbitos, incluyendo en el contrato que obligaba por la fraternidad entre las personas. No se
regulaba el contrato porque se le temía al estado, y el contrato era realizado por las personas, además las leyes
emanaban del estado por lo cual los contratos pasaron a estar regulados por la sociedad.
-Luego se comienza a observar que la igualdad no se daba en la realidad, lo cual hace que el derecho comience
a entrometerse en las relaciones contractuales para quela igualdad formal se convierta en igualdad real.
El sistema cuenta con dos herramientas para equiparar a las partes: subir a la parte más débil de la relación
contractual (por ejemplo brindándole la información adecuada), o bajar a la parte más fuerte (lo cual es más
común).
-Época de Vélez: el contrato se respetaba de manera estricta, lo cual, muchas veces, dificultaba su cumplimiento.
-Hoy en día se le suman al contrato dos características, además de las presentes en el artículo 957 del código,
que son que sea JUSTO (equilibrado y razonable) y SOCIALMENTE UTIL (no se deben afectar las reglas de la
economía).
Los principios del contrato que sustenta actualmente el código civil:
-Autodeterminación/ autorregulación (autonomía de la voluntad).
-Solidaridad (hacer lo necesario para lograr la igualdad real).
-Responsabilidad (hacerse responsable de los actos, reemplaza a la fraternidad de la revolución francesa).
El código recoge estos principios para las tres categorías de contratos (paritarios, de adhesión y de consumo). En
el primer tipo el sistema no se conmueve porque las partes están en igualdad de condiciones, en los de adhesión

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el sistema los mira con desconfianza porque no necesariamente las partes están desequilibradas. En cambio en
el contrato de consumo se parte del presupuesto de que las partes no están equilibradas.

Definición legal.
Artículo 957. Definición: “Contrato es el acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su
consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas patrimoniales”.
1° Se establece la ubicación jurídica: acto jurídico.
2° Dos o más partes: antes se hablaba de personas, pero con partes se refiere a intereses encontrados, se incluye
al consumidor que es un nuevo sujeto de derecho por el ART 42 CN y se incluyen sujetos colectivos.
3° Consentimiento: esta palabra justifica la extinción de los contratos reales presentes en Vélez, que solo se
perfeccionaban con la entrega de la cosa, porque el contrato ya existe con la prestación del consentimiento. Solo
hay un número clausus de contratos reales presentes en el CCC. (Principio general: los derechos reales no son
objeto de contrato porque a través de un contrato no se puede crear un derecho real).
4° Finalidad: crear, regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas.
5° Las relaciones jurídicas son siempre PATRIMONIALES.

Metodología en derecho positivo argentino.


Hay tres categorías de contratos:
-Paritarios (entre partes que se encuentran en igualdad de condiciones).
-De adhesión (una de las partes adhiere a clausulas predispuestas por la otra).
-De consumo (contratos de adhesión caracterizados por su masividad).

Bases constitucionales del derecho de los contratos civiles y comerciales.


Existen vasos comunicantes entre las disposiciones del derecho civil y comercial y los derechos fundamentales
consagrados en la Carta Magna.
La normatividad constitucional se expande a la totalidad de las relaciones de alteridad que en la convivencia
social ponen en contacto a las personas. La fuerza normativa de la Constitución tiene un efecto directo e
inmediato sobre la vida de las personas, sus relaciones y sus normas.
El derecho contractual esta y estuvo vinculado al derecho constitucional porque sus principios generales son de
raigambre constitucional, el orden público, la buena fe y la autonomía privada han tenido su pleno
reconocimiento tanto en la constitución histórica como en la actual.
La libertad de contratación tiene además el respaldo constitucional en el sentido amplio del art 28 de la
Constitución Nacional cuando se dispone que los principios, derechos y garantías y derechos reconocidos no
podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio que concuerda con la primera parte del 14.

Impacto del derecho constitucional, del derecho internacional de los derechos humanos y del derecho de la
integración en las relaciones contractuales.
A partir del ART 75 INC 22 CN el derecho internacional de los derechos humanos para a integrar una de las
fuentes del derecho contractual. Y al ser normas de jerarquía superior deben ser respetadas por los contratos.

Función, noción económica e importancia de los contratos. El contrato como fenómeno social. El contrato
como estructura jurídica del intercambio. Realidad negocial moderna en el derecho contractual:
El contrato tiene un impacto en la economía permitiendo el intercambio de bienes y servicios, y la satisfacción
de necesidades (permitiendo el crecimiento de la actividad comercial). A su vez impacta socialmente permitiendo
la vida en comunidad y generando obligaciones.

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El contrato, entonces, es esencial en la dinámica de la economía de mercado en la que nos movemos. Cada vez
se contrata más, pro hoy en día son contratos de cambio muy rápidos, lo cual hace que la gente pierda la noción
de que se está contratando. También son muy comunes los contratos por adhesión y los contratos masivos.
Muchos doctrinarios consideran que hay una crisis del contrato, pero lo que hay es una crisis de la autonomía de
la voluntad. Por eso surgen nuevas reglamentaciones para aquellos sujetos que no contratan en igualdad de
condiciones.

Libertad de contratación:
Artículo 958. Libertad de contratación: “Las partes son libres para celebrar un contrato y determinar su
contenido, dentro de los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres”.
En Vélez la libertad de contratación no estaba prevista porque se la consideraba como un derecho implícito
dentro de la libertad de los individuos.
Tres fases de la libertad:
-Contratar.
-No contratar.
-Qué, cómo, cuándo y con quién contratar.
Esto es uno de los pilares de los contratos paritarios (las partes negocian los términos del contrato), y se relaciona
con el efecto vinculante de los contratos (cuando hechos externos modifican el contrato y es necesario aplicar
ciertas instituciones, como la teoría de la imprevisión).
2 etapas del artículo:
-1° Libertad de contratar para toda persona.
-2° Determinar el contenido del contrato.
-Límites: la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres.

Efecto vinculante.
Artículo 959. Efecto vinculante: “Todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes. Su
contenido sólo puede ser modificado o extinguido por acuerdo de partes o en los supuestos en que la ley lo prevé”.
El contrato es modificable por las partes, los jueces como principio general no tienen facultades para hacerlo,
excepto que sea a pedido de partes, por autorización de la ley o de oficio cuando se afecta el orden público.
Artículo 960. Facultades de los jueces: “Los jueces no tienen facultades para modificar las estipulaciones de los
contratos, excepto que sea a pedido de una de las partes cuando lo autoriza la ley, o de oficio cuando se afecta,
de modo manifiesto, el orden público”.

Principio de Buena fe.


Artículo 961. Buena fe: “Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe. Obligan no sólo
a lo que está formalmente expresado, sino a todas las consecuencias que puedan considerarse comprendidas en
ellos, con los alcances en que razonablemente se habría obligado un contratante cuidadoso y previsor”.
Artículo 2. Interpretación: “La ley debe ser interpretada teniendo en cuenta sus palabras, sus finalidades, las leyes
análogas, las disposiciones que surgen de los tratados sobre derechos humanos, los principios y los valores
jurídicos, de modo coherente con todo el ordenamiento”.
Este artículo es una regla hermenéutica (de interpretación), donde se nombra a los principios jurídicos, dentro
de los que se encuentra la buena fe.
Artículo 9. Principio de buena fe: “Los derechos deben ser ejercidos de buena fe”.
Este artículo convierte a la buena fe en necesaria para todas las instituciones del código civil.
Artículo 10. Abuso del derecho: “El ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de una obligación
legal no puede constituir como ilícito ningún acto.
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La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el que contraría los fines del ordenamiento
jurídico o el que excede los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres.
El juez debe ordenar lo necesario para evitar los efectos del ejercicio abusivo o de la situación jurídica abusiva y,
si correspondiere, procurar la reposición al estado de hecho anterior y fijar una indemnización”.
Artículo 11. Abuso de posición dominante: “Lo dispuesto en los artículos 9º y 10 se aplica cuando se abuse de una
posición dominante en el mercado, sin perjuicio de las disposiciones específicas contempladas en leyes
especiales”.
Artículo 12. Orden público. Fraude a la ley: “Las convenciones particulares no pueden dejar sin efecto las leyes en
cuya observancia está interesado el orden público.
El acto respecto del cual se invoque el amparo de un texto legal, que persiga un resultado sustancialmente
análogo al prohibido por una norma imperativa, se considera otorgado en fraude a la ley. En ese caso, el acto
debe someterse a la norma imperativa que se trata de eludir”.

Normas supletorias y de orden público.


Artículo 962. Carácter de las normas legales: “Las normas legales relativas a los contratos son supletorias de la
voluntad de las partes, a menos que de su modo de expresión, de su contenido, o de su contexto, resulte su
carácter indisponible”.
Las normas indisponibles son las de orden público. Las normas relativas a los contratos son supletorias de la
voluntad de las partes.

Prelación normativa.
Artículo 963. Prelación normativa: “Cuando concurren disposiciones de este Código y de alguna ley especial, las
normas se aplican con el siguiente orden de prelación:
a. normas indisponibles de la ley especial y de este Código;
b. normas particulares del contrato;
c. normas supletorias de la ley especial;
d. normas supletorias de este Código”.
El contrato en relación a la ley tiene como prelación normativa: las normas indisponibles (primero especiales y
después generales), las normas particulares y las normas supletorias (leyes análogas).

Integración del contrato.


Artículo 964. Integración del contrato: “El contenido del contrato se integra con:
a. las normas indisponibles, que se aplican en sustitución de las cláusulas incompatibles con ellas;
b. las normas supletorias;
c. los usos y prácticas del lugar de celebración, en cuanto sean aplicables porque hayan sido declarados
obligatorios por las partes o porque sean ampliamente conocidos y regularmente observados en el ámbito en que
se celebra el contrato, excepto que su aplicación sea irrazonable”.
El contrato en relación a sus reglas tiende siempre garantizar la validez del contrato. Este se integra cuando hay
lagunas en el mismo.
Artículo 965. Derecho de propiedad: “Los derechos resultantes de los contratos integran el derecho de propiedad
del contratante”.

Elementos generales de los contratos; clasificación.


Los elementos generales son aquellos que necesariamente para la validez del acto jurídico como del contrato,
deben aparecer necesariamente. Y son:

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-el objeto.
-la causa.
-la forma, como expresión del consentimiento de las partes para celebrar un contrato.
Se establece que los sujetos no forman parte de los elementos generales, ya que si dos sujetos no expresan su
consentimiento para crear, modificar, transferir, o extinguir relaciones jurídicas patrimoniales, definitivamente
no habría contrato.

Elementos esenciales; concepto. Su determinación y enunciación legal.


Esenciales: Son aquellos que hacen a la esencia de un acto jurídico y la concurrencia de estos elementos da lugar
al acto jurídico. Estos se clasifican a su vez en esenciales generales (aquellos que necesariamente aparecen en
todos los actos jurídicos, sujeto, objeto, causa y forma. No hay acto jurídico sino existen) y específicos (aquellos
que en su contenido tienen los esenciales generales más otros elementos que aparezcan en ciertos actos,
ejemplo: compraventa, precio esencial en dinero.
>Sujeto: Autor intelectual del acto jurídico. Por obra de su voluntad surge el acto, ya sea de su voluntad (ej.
Testamento) o en otros caso obedece a su voluntad en relación con la voluntad de otra persona.
>Objeto: se termina con la discusión doctrinaria de que el contrato no tiene objeto si no efectos, si es una
prestación o si se asemeja a la causa, el nuevo código regula como objeto de los actos jurídicos y de los contratos
a los bienes y hechos.
>Causa: se regulan tres tipos:
-En primer lugar de causa fuente, con lo cual se pretende aludir al hontanar del cual emana un determinado
efecto jurídico, es decir, aquello que da origen a una relación jurídica. La noción de causa fuente es fecunda en
el plano de las obligaciones, y con ella se identifica a las causas que generan un vínculo jurídico obligacional; de
modo que el contrato, el hecho ilícito, la ley, son generalmente indicados como fuentes de las obligaciones.
-En segundo término, se habla de la causa final, es objetiva, es el fin que persiguen todos aquellos que realicen
el mismo acto. La finalidad que lleva a alguien a celebrar un acto es idéntica para todos, es la razón determinante
para la celebración del mismo. Noción que originariamente estuvo dirigida a expresar aquello que las partes
persiguen al realizar un acto jurídico. A su vez, la causa final se ha identificado también con la;
-Causa motivacional o impulsiva, ya no es objetiva, sino que es subjetiva, son las motivaciones subjetivas que
me llevan a celebrar el acto, los fines no serán idénticos, cambian según la persona. Trata de identificar el interés
concreto que ha motivado a las partes a la realización de un acto jurídico. Para el comprador el motivo de la
compraventa de una casa puede ser la necesidad de habitar en ella o la de hacer una inversión, la de instalar un
fondo de comercio o desarrollar una actividad profesional o industrial.
Respecto a un ACTO JURIDICO, la causa se define como causa fin, expresado la finalidad y los motivos que las
partes tuvieron para llevar a cabo el acto.
En materia de OBLIGACIONES, la causa que se toma es la causa fuente, de donde emanan los efectos jurídicos
que genera dicha obligación. Los CONTRATOS son causa fuente de las obligaciones.
Esta multiplicidad de acepciones es una de las razones que da lugar a dificultades en los desarrollos doctrinarios,
los que, además, se encontraron en la mayor parte de los países con textos legales poco claros acerca del alcance
que daban a la palabra causa cuando la utilizaban; y en otros con la ignorancia legal de esa noción.
>Forma: Se denomina forma esencial a la que necesariamente debe existir para que un acto se exteriorice (vía
oral, escrita) y adquiere relevancia jurídica.
Principio general, libertad de forma conforme a la autonomía de la voluntad. Forma impuesta, aquella que la ley
a prescripto especialmente para un acto.
A partir de la concepción de acto jurídico se advierte que el hecho humano tiene que ser voluntario, el sujeto
que desee realizar determinado acto jurídico ha de expresar su voluntad en forma que todos puedan conocerla.
El hecho exterior por el cual la voluntad se manifiesta a otros sujetos se denomina "forma esencial" o "forma en
sentido amplio".
Como se advierte, no puede existir acto jurídico sin forma esencial, de allí su nombre.

Elementos naturales; concepto y supuestos


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Naturales: se llaman elementos naturales a los que suelen acompañar al acto jurídico según su naturaleza,
responden a la naturaleza del acto, existen en el por su naturaleza pero mediante la voluntad de las partes se
puede prescindir de ellos. Ejemplo: la garantía de evicción (garantizarle al comprador que el derecho adquirido
no va a ser perturbado por terceros) y por vicios redhibitorios en la compraventa (la cosa no tiene vicios ocultos,
que no han podido ser observados al momento de la compra), etcétera. Cierta legislación pasa a integrar el acto
en concreto dada su naturaleza. Las partes del acto pueden, por supuesto, evitar la integración de la legislación
supletoria; por ello serían elementos meramente naturales.
La diferencia entre naturaleza y esencia: es de la naturaleza del perro ladrar, pero si el perro no ladra no deja de
ser perro, el elemento esencial seria ser vertebrado, es decir, si no es vertebrado, no hay perro.

Elementos accidentales; concepto y supuestos


Los elementos accidentales, son aquellos que pueden o no existir según la voluntad de las partes. Son aquellos
que no aparecen desde un comienzo como los naturales o esenciales, existen por obra de la voluntad. Forman
parte de esta categoría las modalidades de los actos (plazo, cargo, condición), los actos jurídicos no nacen
sometidos a estas modalidades sino que son incorporadas posteriormente.
Condición: hecho futuro e incierto al que se subordina el nacimiento o extinción de un derecho o un acto, dando
lugar a los efectos. La incidencia de la condición es en la producción de los efectos.
Plazo: hecho fortuito y fatal (que necesariamente va a ocurrir) de ocurrencia cierta (certeza de cuándo va a
ocurrir). En el acto a plazo los efectos existen y el plazo va a influir en la exigibilidad.
Cargo: obligación accesoria que se le impone al beneficiario del derecho. Es una liberalidad que ocurre
generalmente a través del libre albedrio de las personas.

PUNTO 2: subcontrato y contratos conexos.


Subcontrato:
Artículo 1069. Definición: “El Subcontrato es un nuevo contrato mediante el cual el subcontratante crea a favor
del subcontratado una nueva posición contractual derivada de la que aquél tiene en el contrato principal”.
Notas principales de la figura:
-es un nuevo contrato, derivado del principal por lo tiene su misma naturaleza jurídica.
-vincula al subcontratante con el subcontratado, siendo el otro contratante originario ajeno al subcontrato
aunque interesado.
Diferencias:
-Mientras en la estipulación a favor de tercero éste no es parte del contrato, en el subcontrato el subcontratado
lo es.
-Mientras en la cesión de posición contractual se sustituye un contratante por otro en el subcontrato es un
nuevo contrato.
-Esta figura es un instrumento interesante para la circulación de derechos en el mercado, salvo en aquellas
prestaciones que requieren prestaciones personales o que se haya pactado lo contrario.
-Hay supuestos especiales de subcontrato como en materia de locación de cosas que regula el procedimiento a
seguir (1214).
-Se dice que es una especie de CONTRATO CONEXO por su dependencia unilateral y funcional con el originario,
el que lo condiciona a tal punto que el contenido del subcontrato no puede ser más amplio.
-El subcontrato implica la facultad del subcontratante de dividir un contrato en varios.
Artículo 1070. Disposición general: “En los contratos con prestaciones pendientes, éstas pueden ser
subcontratadas, en el todo o en parte, a menos que se trate de obligaciones que requieren prestaciones
personales”.
-la figura requiere que el contrato no esté agotado al celebrarse el contrato derivado, quedando excluido
entonces los contratos de ejecución inmediata.
-Tiene tratamiento en Locación de cosas, leasing, prestación de obra y servicios, contrato de transporte.
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Artículo 1071. Acciones del subcontratado: “El Subcontratado dispone:
A) de las acciones emergentes del subcontrato, contra el subcontratante; (al ser un nuevo contrato dispone de
las acciones que el contrato le da).
B) de las acciones que corresponden al subcontratante, contra la otra parte del contrato principal, en la extensión
en que esté pendiente el cumplimiento de las obligaciones de éste respecto del subcontratante. Estas acciones
directas se rigen por lo dispuesto en los artículos 736, 737 y 738”. (El subcontratado puede accionar contra el
contratante principal).
El subcontratado tiene dos acciones: las propias emergentes de su contrato (inc. a) y las directas (inc. b).
-Se remite a la acción directa que es la que tiene el acreedor para percibir de un tercero lo que este le debe a su
deudor hasta el importe del propio crédito.
En estas acciones DIRECTAS el acreedor la ejerce por derecho propio y en su exclusivo beneficio, siendo acciones
excepcionales para supuestos previstos por la ley.
El subcontratado en el marco de la acción directa no puede reclamar más que su crédito ni más que lo que debe
el tercero a su propio deudor.
Artículo 1072. ACCIONES DE LA PARTE QUE NO HA CELEBRADO EL SUBCONTRATO: “La parte que no ha celebrado
el subcontrato mantiene contra el subcontratante las acciones emergentes del contrato principal. Dispone
también de las que corresponden al subcontratante contra el subcontratado, y puede ejercerlas en nombre e
interés propio”.
Es una derivación del principio de conexidad, donde se dispone la acción directa del contratante principal contra
quien no contrato con él.

Contratos conexos:
Artículo 1073. Contratos conexos Definición: “Hay conexidad cuando dos o más contratos autónomos se hallan
vinculados entre sí por una finalidad económica común previamente establecida, de modo que uno de ellos ha
sido determinante del otro para el logro del resultado perseguido. Esta finalidad puede ser establecida por la ley,
expresamente pactada, o derivada de la interpretación, conforme con lo que se dispone en el artículo 1074”.
-Vélez no regulaba esta categoría contractual.
-Se refiere a contratos unidos por una operación económica global y numerosos contratos tienen sentido si están
unidos dentro del mismo sistema.
-Requisitos:
-dos o más contratos.
-autonomía: cada uno tiene que tener los elementos esenciales.
-vinculados entre sí en sentido jurídico y económico (uno de los contratos es determinante para lograr el
resultado del otro).
-finalidad económica común previamente establecida.
En la ley de tarjeta de crédito -25065- ya se regulaba la conexidad legal y así quien compra un bien con tarjeta
de crédito relaciona al consumidor con el emisor, el proveedor y el banco que financia.
Hay que evitar que esa conexidad contractual sea fuente de fraude a la ley debiendo el intérprete ver si los actos
vinculados tienden en su conjunto a eludir normas imperativas.
El 1120 CCU hace referencia a situaciones jurídicas abusivas a través de actos jurídicos conexos.
Artículo 1074. Interpretación: “Los contratos conexos deben ser interpretados los unos por medio de los otros,
atribuyéndoles el sentido apropiado que surge del grupo de contratos, su función económica y el resultado
perseguido”.
-Regla hermenéutica especial, recurriéndose a la idea de la función económica y el resultado perseguido como
elementos a tener en cuenta el intérprete para desentrañar el sentido y alcance del negocio global.

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Implica una modernización de la regla de la interpretación contextual.
Además si el sistema de contratos conexos está dentro del marco de la relación de consumo, como por ej círculos
de ahorro previo, tarjetas de crédito, el contrato debe interpretarse conforme a las reglas específicas del 37 de
la 24240 (pro .consumidor).
Artículo 1075. Efectos: “Según las circunstancias, probada la conexidad, un contratante puede oponer las
excepciones de incumplimiento total, parcial o defectuoso, aún frente a la inejecución de obligaciones ajenas a
su contrato. Atendiendo al principio de la conservación, la misma regla se aplica cuando la extinción de uno de
los contratos produce la frustración de la finalidad económica común”.
Se dice que hay una especie de alteración del efecto relativo de los contratos ya que partes ajenas al contrato
pueden verse afectadas, y así la extinción de un contrato puede llevar a la ineficacia del otro al no permitir lograr
la finalidad económica común.
-los contratos mantienen la individualidad pero sus efectos se expanden a los otros, y así por ejemplo en el
contrato de tarjeta de crédito si el banco no da financiación se repercute en los otros contratos como en el de
la venta del producto.
Funciona como un instrumento eficaz de protección el crédito en casos de operaciones globales.
En relación a la excepción de incumplimiento, se da en relaciones del consumo donde se mira a la operación
global y podría servir al consumidor para eximirse de pagar el crédito financiado con tarjeta por defecto del
producto.
Respecto a la frustración de la finalidad económica, se ha dado en la jurisprudencia el caso de la frustración de
un shopping center donde el fracaso del emprendimiento da lugar a la rescisión del contrato por frustración del
fin.

PUNTO 3: leasing.
Concepto.
Artículo 1227. Concepto. “En el contrato de leasing el dador conviene transferir al tomador la tenencia de un bien
cierto y determinado para su uso y goce, contra el pago de un canon y le confiere una opción de compra por un
precio”.
El artículo define el contrato de leasing como un convenio en función del cual el dador, con la finalidad de otorgar
financiamiento, entrega la tenencia de un bien cierto y determinado para su uso y goce contra el pago de un
canon, y le confiere al tomador una opción de compra (que en caso de ejercerla se debe pagar el valor residual
de la cosa).
El contrato de leasing es un contrato para estructurar negocios, es una trama contractual que permite la
formalización de un negocio.
Para resultar oponible a terceros requiere inscripción (si el bien es registrable se realiza en el registro respectivo,
si no es registrable en el registro de créditos prendarios). Es importante la inscripción para proteger el bien de
los acreedores del dador.

Artículo 1235. Modalidades de los bienes: “A los efectos de la registración del contrato de leasing son aplicables
las normas legales y reglamentarias que correspondan según la naturaleza de los bienes.
En el caso de cosas muebles no registrables o software, se aplican las normas registrales de la Ley de Prenda con
Registro y las demás que rigen el funcionamiento del Registro de Créditos Prendarios.
Cuando el leasing comprenda a cosas muebles situadas en distintas jurisdicciones, se aplica lo dispuesto en la Ley
de Prenda con Registro para iguales circunstancias.
El registro debe expedir certificados e informes. El certificado que indique que sobre determinados bienes no
aparece inscrito ningún contrato de leasing tiene eficacia legal hasta veinticuatro horas de expedido”.
Artículo 1237. Oponibilidad. Subrogación: “El contrato debidamente inscrito es oponible a los acreedores de las
partes. Los acreedores del tomador pueden subrogarse en los derechos de éste para ejercer la opción de compra”.

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Es un contrato complejo:
Conformado por elementos de distinta naturaleza:
- Componentes del contrato de locación.
- Componentes del contrato de venta.
- Componentes de garantía.
- Componentes de financiación.

Caracteres.
-Bilateral.
-Oneroso.
-Conmutativo.
-Tracto sucesivo.
-Oponible (porque se registra).
-Típico.
-Formal.

Artículo 1234. Forma e inscripción: “El leasing debe instrumentarse en escritura pública si tiene como objeto
inmuebles, buques o aeronaves.
En los demás casos puede celebrarse por instrumento público o privado.
A los efectos de su oponibilidad frente a terceros, el contrato debe inscribirse en el registro que corresponda según
la naturaleza de la cosa que constituye su objeto. La inscripción en el registro puede efectuarse a partir de la
celebración del contrato de leasing, y con prescindencia de la fecha en que corresponda hacer entrega de la cosa
objeto de la prestación comprometida. Para que produzca efectos contra terceros desde la entrega del bien objeto
del leasing, la inscripción debe solicitarse dentro de los cinco días hábiles posteriores. Pasado ese término,
produce ese efecto desde que el contrato se presente para su registración. Si se trata de cosas muebles no
registrables o de un software, deben inscribirse en el Registro de Créditos Prendarios del lugar donde la cosa se
encuentre o, en su caso, donde ésta o el software se deba poner a disposición del tomador. En el caso de
inmuebles, la inscripción se mantiene por el plazo de veinte años; en los demás bienes se mantiene por diez años.
En ambos casos puede renovarse antes de su vencimiento, por rogación del dador u orden judicial”.

Inscripción dentro de los 5 días hábiles posteriores a la entrega del bien: produce efectos desde la entrega del
bien objeto del leasing. Dentro de los cinco días los efectos son retroactivos, al día de celebración del contrato.
Después de los cinco días, se tiene en cuenta la fecha de la registración.

Partes del contrato.


Son parte en el contrato de leasing:
-Dador: concede el uso y goce de un bien contra el pago de un canon periódico. Dador puede ser cualquier
persona.
-Tomador: adquiere el uso y goce de un bien y asume el pago de un canon periódico.
El proveedor: no es parte del contrato, es un tercero.

Utilidad.
Según la finalidad:
-Estructura de financiación (contrato financiero)
-Promoción de ventas
Permite la actualización tecnológica.

Objeto.
Artículo 1228. Objeto: “Pueden ser objeto del contrato cosas muebles e inmuebles, marcas, patentes o modelos
industriales y software, de propiedad del dador o sobre los que el dador tenga la facultad de dar en leasing”.
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El dador no necesariamente tiene que tener la propiedad pero si el uso y goce. Si se va a ejercer la opción de
compra si es necesario que posea la propiedad o que tenga opción de compra”.

Canon.
Artículo 1229. Canon: “El monto y la periodicidad de cada canon se determina convencionalmente”.
El canon es el importe periódico que el tomador debe abonar al dador como contraprestación por el uso y goce
de la cosa, durante el plazo de utilización del bien. Es una suma de dinero pactada por las partes. Constituye un
elemento tipificante del contrato, ya que al ser oneroso necesariamente tiene un precio.
Las partes tienen completa libertad para convenir el monto del canon. Debe ser cierto y determinado en dinero.

Opción.
Artículo 1229. Precio de ejercicio de la opción: “El precio de ejercicio de la opción de compra debe estar fijado en
el contrato o ser determinable según procedimientos o pautas pactadas”.

El artículo hace referencia al valor residual, que es el importe que debe pagar el tomador para el caso de ejercer
la opción de compra, otro elemento tipificante del contrato.
Constituye un verdadero contrato de opción, del cual nace para el tomador un derecho de opción que obliga al
dador, no solo a cumplir el contrato de compraventa, sino de abstenerse de celebrar con terceros otros negocios
que puedan afectar ese derecho durante el plazo del ejercicio de dicha prerrogativa.
La falta de determinación de la opción de compra hace nulo el contrato, al igual que si se lo deja al arbitrio
exclusivo de una de las partes.

Modalidades.
Artículo 1230. Modalidades en la elección del bien: “El bien objeto del contrato puede:
a. comprarse por el dador a persona indicada por el tomador;
b. comprarse por el dador según especificaciones del tomador o según catálogos, folletos o descripciones
identificadas por éste;
c. comprarse por el dador, quien sustituye al tomador, al efecto, en un contrato de compraventa que éste haya
celebrado
d. Ser de propiedad del dador con anterioridad a su vinculación contractual con el tomador;
e. adquirirse por el dador al tomador por el mismo contrato o habérselo adquirido con anteriorida
f. Estar a disposición jurídica del dador por título que le permita constituir leasing sobre él”.

Los distintos tipos de leasing se diferencian por su finalidad.


Leasing operativo.
Constituye una modalidad del contrato cuya finalidad no es eminentemente financiera, la finalidad es vender. La
cosa es de propiedad del dador o está a su disposición jurídica por título que le permita constituir leasing sobre
él con anterioridad a su vinculación contractual con el dador. (El Dador transmite el uso y goce y eventualmente
la propiedad, a través de la opción de compra).
Financiamiento: el canon va haciendo de precio.
Garantía: el dador retiene la propiedad de la cosa.
El canon se conforma con el uso, la amortización del valor del bien y el interés. Para evaluar el valor residual a la
hora de ejercer la opción de compra se suman todas las cuotas de amortización y se abona lo residual al valor
del bien.

Leasing financiero.
La finalidad es la realización de un negocio financiero. El dador compra a persona indicada por el tomador o
según especificaciones detalladas por éste (intermediario financiero). Sustituye al tomador en una compraventa.
(el dador compra la cosa que en realidad quería comprar el tomador, y se la da en leasing).

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Leasing sale o lease back.
La finalidad es hacerse de dinero líquido. El dador adquiere el dominio al dador por el mismo contrato o
anteriormente (el dador le compra la cosa al tomador (propietario original) y luego se la da en leasing).
A le compra la cosa a B y luego A le da la cosa en leasing a B (porque este necesita dinero líquido).
Constituye un moderno concepto del derecho de propiedad que disocia la propiedad del uso. No es la propiedad
de un bien sino su utilización lo que genera ganancias. Se convierten activos fijos en dinero efectivo.
Se da una conexidad entre el contrato de compraventa y el leasing.
El canon se conforma con el uso, la amortización del dinero que se debe y el interés. Lo que se amortiza es el
capital, reduciendo así la deuda económica contraída. El valor residual a pagar es el remanente entre la suma de
las cuotas de amortización y el total del crédito.

Responsabilidades.
Artículo 1232. Responsabilidades, acciones y garantías en la adquisición del bien: “En los casos de los incisos a),
b) y c) del artículo 1231, el dador cumple el contrato adquiriendo los bienes indicados por el tomador. El tomador
puede reclamar del vendedor, sin necesidad de cesión, todos los derechos que emergen del contrato de
compraventa. El dador puede liberarse convencionalmente de las responsabilidades de entrega y de la obligación
de saneamiento.
En los casos del inciso d) del artículo 1231, así como en aquellos casos en que el dador es fabricante, importador,
vendedor o constructor del bien dado en leasing, el dador no puede liberarse de la obligación de entrega y de la
obligación de saneamiento.
En los casos del inciso e) del mismo artículo, el dador no responde por la obligación de entrega ni por garantía de
saneamiento, excepto pacto en contrario.
En los casos del inciso f) se deben aplicar las reglas de los párrafos anteriores de este artículo, según corresponda
a la situación concreta”.

Leasing financiero.
-El tomador puede reclamar del proveedor/vendedor los derechos que emergen de la compraventa, sin
necesidad de cesión.
-El dador cumple adquiriendo los bienes
-El dador puede liberase convencionalmente de la obligación de entrega y saneamiento (de la entrega porque
esta puede hacerse directamente del vendedor al tomador, por ejemplo en casos de imposibilidad material de
entregar la cosa al comprador (ejemplo entregarle una cosechadora a un banco, se le entrega directamente al
tomador del leasing), y de saneamiento porque se hace cargo el vendedor).

Leasing operativo.
El dador no puede liberarse de la obligación de entrega y saneamiento.

Leasing lease back.


Salvo pacto en contrario no responde por entrega (porque no hay tradición) ni saneamiento.

Responsabilidad objetiva.
Artículo 1243. Responsabilidad objetiva: “La responsabilidad objetiva emergente del artículo 1757 recae
exclusivamente sobre el tomador o guardián de las cosas dadas en leasing”.
Esta norma establece que la responsabilidad objetiva emergente del art. 1757 CCyC recae exclusivamente sobre
el tomador, quien es el guardián de las cosas dadas en leasing.
El art. 1757 CCyC regula la responsabilidad objetiva por el “hecho de las cosas y actividades riesgosas”.

Servicios y accesorios.

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Artículo 1233. Servicios y accesorios: “Pueden incluirse en el contrato los servicios y accesorios necesarios para el
diseño, la instalación, puesta en marcha y puesta a disposición de los bienes dados en leasing, y su precio integrar
el cálculo del canon”.
Este caso surge, básicamente, cuando el dador es el fabricante o vendedor de los bienes objeto del contrato,
contando en su estructura empresaria con estos servicios y suministro de accesorios.
Debe aclararse que son prestaciones accesorias al objeto principal del contrato, que es la transmisión del uso y
goce de la cosa. Estos servicios y accesorios pueden ser incluidos como parte del precio del cálculo del canon
fijado.

Derechos de las partes.


Artículo 1236. Traslado de los bienes: “El tomador no puede sustraer los bienes muebles del lugar en que deben
encontrarse de acuerdo a lo estipulado en el contrato inscrito. Sólo puede trasladarlos con la conformidad expresa
del dador, otorgada en el contrato o por acto escrito posterior, y después de haberse inscrito el traslado y la
conformidad del dador en los registros correspondientes. Se aplican las normas pertinentes de la Ley de Prenda
con Registro al respecto”.
La norma establece como regla la prohibición de traslado de los bienes muebles que han sido objeto del leasing
del lugar en que se encuentren, conforme lo estipulado en el contrato inscripto. El tomador posee el uso y goce
del bien objeto del leasing dentro de los límites fijados en el contrato, siendo el lugar de radicación o su ubicación
fundamental para el dador, en virtud del carácter de garantía de su crédito que tienen los bienes.
Artículo 1238. Uso y goce del bien: “El tomador puede usar y gozar del bien objeto del leasing conforme a su
destino, pero no puede venderlo, gravarlo ni disponer de él. Los gastos ordinarios y extraordinarios de
conservación y uso, incluyendo seguros, impuestos y tasas, que recaigan sobre los bienes y las sanciones
ocasionadas por su uso, son a cargo del tomador, excepto convención en contrario.
El tomador puede arrendar el bien objeto del leasing, excepto pacto en contrario. En ningún caso el locatario o
arrendatario puede pretender derechos sobre el bien que impidan o limiten en modo alguno los derechos del
dador”.

Este artículo es consecuencia lógica de los principios que rigen el contrato de leasing, en virtud del cual el
tomador no adquiere la propiedad del bien objeto del contrato, sino su uso y goce, que debe ser conforme a su
destino o en la forma convenida en el contrato.
Este derecho personal constituye la causa fin del contrato. Además de las obligaciones propias del contrato, el
tomador tiene ciertas prohibiciones en materia de disposición del bien. Así, se le impide vender, gravar o
disponer del bien. Si lo hiciera, debe responder por los daños y perjuicios. El dador podrá iniciar acción
reivindicatoria contra el tercero, solicitando el secuestro de la cosa.
El tomador debe mantener el bien en buen estado de uso y conservación. Por ello debe abonar los gastos
ordinarios y extraordinarios de conservación.
Como consecuencia de este deber, el tomador tiene la obligación de facilitar al dador la inspección del bien, ya
que él mantiene la propiedad y, en función de ella, tiene derecho a controlar si el tomador está usando el bien
conforme su destino.
El tomador tiene legitimación para arrendar el bien objeto del contrato, excepto pacto en contrario.
Artículo 1242. Transmisión del dominio: “El derecho del tomador a la transmisión del dominio nace con el ejercicio
de la opción de compra y el pago del precio del ejercicio de la opción conforme a lo determinado en el contrato.
El dominio se adquiere cumplidos esos requisitos, excepto que la ley exija otros de acuerdo con la naturaleza del
bien de que se trate, a cuyo efecto las partes deben otorgar la documentación y efectuar los demás actos
necesarios”.
El perfeccionamiento del contrato de compraventa del bien objeto del contrato de leasing se produce, entonces,
con el ejercicio de la opción de compra, requiriéndose una acción personal del tomador, quien debe pagar el
precio, que sumado a la tradición produce la transmisión de dominio.

Acción reivindicatoria.
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Artículo 1239. Acción reivindicatoria: “La venta o gravamen consentido por el tomador es inoponible al dador.
El dador tiene acción reivindicatoria sobre la cosa mueble que se encuentre en poder de cualquier tercero,
pudiendo hacer aplicación directa de lo dispuesto en el artículo 1249 inciso a), sin perjuicio de la responsabilidad
del tomador”.
En el contrato de leasing existe un interés en proteger los derechos del dador, que es el propietario y poseedor
de la cosa objeto del contrato, no solo contra el tomador, sino incluso, contra eventuales terceros,
especialmente, contra los acreedores de este último, teniendo en cuenta que el leasing solo otorga al tenedor la
tenencia de la cosa.
Esta acción es una facultad que tiene el dador para recuperar la cosa objeto del leasing, incluso frente a terceros
de buena fe y a título oneroso.
Finalmente esta norma otorga al dador la vía especial (sumarísima) del secuestro del bien, con la sola
presentación del contrato inscripto y la constancia de haber interpelado al tercero por un plazo no menor de
cinco días a la devolución del bien, sin perjuicio de la responsabilidad del tomador por los daños y perjuicios que
pudiera haber ocasionado al dador.

Opción de compra.
Artículo 1240. Opción de compra. Ejercicio: “La opción de compra puede ejercerse por el tomador una vez que
haya pagado tres cuartas partes del canon total estipulado, o antes si así lo convinieron las partes”.
La opción de compra consiste en la facultad unilateral del tomador de adquirir la cosa o bien. El dador no puede
oponerse a su ejercicio ya que prestó su consentimiento al celebrar el contrato.
Este artículo establece el momento en que puede ejercerse el derecho de opción, que puede quedar librado a lo
que convengan las partes en el contrato.
A falta de acuerdo respecto del plazo, la norma establece que la opción se podrá ejercer a partir del pago de las
tres cuartas partes (el 75%) del canon total estipulado, pero también podrá hacer uso hasta antes del
vencimiento contractual.

Prórroga del contrato.


Artículo 1241. Prórroga del contrato: “El contrato puede prever su prórroga a opción del tomador y las
condiciones de su ejercicio”.
El Código permite, a opción del tomador, una vez vencido el plazo de vigencia del contrato, hacer uso de las
siguientes facultades:
a) ejercer la opción de compra;
b) devolver el bien al dador y
c) prorrogar el contrato o renovar los bienes que constituyen su objeto.
La prórroga es una modificación del contrato, por lo que debe ser inscripta.

Cancelación de la inscripción.
Artículo 1244. Cancelación de la inscripción. Supuestos: “La inscripción del leasing sobre cosas muebles no
registrables y software se cancela:
a. por orden judicial, dictada en un proceso en el que el dador tuvo oportunidad de tomar la debida participación;

b. a petición del dador o su cesionario”.


Artículo 1245. Cancelación a pedido del tomador: “El tomador puede solicitar la cancelación de la inscripción del
leasing sobre cosas muebles no registrables y software si acredita:
a. el cumplimiento de los recaudos previstos en el contrato inscrito para ejercer la opción de compra;
b. el depósito del monto total de los cánones que restaban pagar y del precio de ejercicio de la opción, con sus
accesorios, en su caso;
c. la interpelación fehaciente al dador, por un plazo no inferior a quince días hábiles, ofreciéndole los pagos y
solicitándole la cancelación de la inscripción;
d. el cumplimiento de las demás obligaciones contractuales exigibles a su cargo”.
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Para solicitar la cancelación, el tomador debe cumplir los siguientes requisitos:
a. haber abonado tres cuartas partes del canon total, salvo estipulación menor en contrario (art. 1240 CCyC) y
haber exteriorizado su voluntad de adquirir el bien (no debe estar en mora);
b. Depositar el monto total de los cánones que restan pagar y el precio de ejercicio de la opción, con sus
accesorios (art. 1230 CCyC);
c. Acreditar que ha interpelado al dador ofreciendo el pago de los rubros señalados en a), por el plazo legal
(quince días hábiles); y
d. Cumplir con cualquier otra obligación que hubiera sido pactada en el contrato.
Artículo 1246. Procedimiento de cancelación: “Solicitada la cancelación, el encargado del registro debe notificar
al dador, en el domicilio constituido en el contrato, por carta certificada:
a. si el notificado manifiesta conformidad, se cancela la inscripción;
b. si el dador no formula observaciones dentro de los quince días hábiles desde la notificación, y el encargado
estima que el depósito se ajusta a lo previsto en el contrato, procede a la cancelación y notifica al dador y al
tomador;
c. si el dador formula observaciones o el encargado estima insuficiente el depósito, lo comunica al tomador, quien
tiene expeditas las acciones pertinentes”.

Ante la solicitud de cancelación de la inscripción presentada por el tomador ante el registro correspondiente, el
encargado registral deberá notificar al dador en el domicilio constituido en el contrato quien, frente a dicha
notificación, puede prestar conformidad expresa a la cancelación. Entendemos, en este caso, que el tomador ha
ejercido la opción de compra del bien, pagado el precio, así como los cánones pendientes.
También el dador, frente a la notificación, puede guardar silencio por el plazo de quince días. Este silencio crea
la presunción de que presta la conformidad con la cancelación.
Finalmente, también puede el dador, dentro del plazo legal, formular observaciones.
Como consecuencia de estas observaciones, si el tomador insistiera en la cancelación, deberá promover las
acciones judiciales respectivas.
Artículo 1247. Cesión de contratos o de créditos del dador: “El dador siempre puede ceder los créditos actuales
o futuros por canon o precio de ejercicio de la opción de compra. A los fines de su titulización puede hacerlo en
los términos de los artículos 1614 y siguientes de este Código o en la forma prevista por la ley especial. Esta cesión
no perjudica los derechos del tomador respecto del ejercicio o no ejercicio de la opción de compra o, en su caso,
a la cancelación anticipada de los cánones, todo ello según lo pactado en el contrato”.
Esto se da generalmente en el leasing financiero, cuando el banco hace una cesión de los cánones a un
fideicomiso donde se emiten letras de cambio, quienes compran esos bonos permiten que el banco se haga del
dinero antes que los deudores le abonen los cánones restantes (securitizacion).

Conclusión del contrato de leasing.


-Ejercicio de la opción de compra (luego de pagado 3/4 partes del canon total o antes si se convino).
-Restitución del bien al finalizar el plazo.
-Prórroga del plazo.
-Sustitución del bien.

Incumplimiento.
INMUEBLES.
Artículo 1248. Incumplimiento y ejecución en caso de inmuebles: “Cuando el objeto del leasing es una cosa
inmueble, el incumplimiento de la obligación del tomador de pagar el canon produce los siguientes efectos:
a. si el tomador ha pagado menos de un cuarto del monto del canon total convenido, la mora es automática y el
dador puede demandar judicialmente el desalojo. Se debe dar vista por cinco días al tomador, quien puede probar
documentalmente el pago de los períodos que se le reclaman o paralizar el trámite, por única vez, mediante el
pago de lo adeudado, con más sus intereses y costas. Caso contrario, el juez debe disponer el lanzamiento sin
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más trámite;
b. Si el tomador ha pagado un cuarto o más pero menos de tres cuartas partes del canon convenido, la mora es
automática; el dador debe intimarlo al pago del o de los períodos adeudados con más sus intereses y el tomador
dispone por única vez de un plazo no menor de sesenta días, contados a partir de la recepción de la notificación,
para el pago del o de los períodos adeudados con más sus intereses. Pasado ese plazo sin que el pago se verifique,
el dador puede demandar el desalojo, de lo que se debe dar vista por cinco días al tomador. Dentro de ese plazo,
el tomador puede demostrar el pago de lo reclamado, o paralizar el procedimiento mediante el pago de lo
adeudado con más sus intereses y costas, si antes no hubiese recurrido a este procedimiento. Si, según el contrato,
el tomador puede hacer ejercicio de la opción de compra, en el mismo plazo puede pagar, además, el precio de
ejercicio de esa opción, con sus accesorios contractuales y legales. En caso contrario, el juez debe disponer el
lanzamiento sin más trámite;
c. Si el incumplimiento se produce después de haber pagado las tres cuartas partes del canon, la mora es
automática; el dador debe intimarlo al pago y el tomador tiene la opción de pagar lo adeudado más sus intereses
dentro de los noventa días, contados a partir de la recepción de la notificación si antes no hubiera recurrido a ese
procedimiento, o el precio de ejercicio de la opción de compra que resulte de la aplicación del contrato, a la fecha
de la mora, con sus intereses. Pasado ese plazo sin que el pago se verifique, el dador puede demandar el desalojo,
de lo que debe darse vista al tomador por cinco días, quien sólo puede paralizarlo ejerciendo alguna de las
opciones previstas en este inciso, agregándole las costas del proceso;
d. Producido el desalojo, el dador puede reclamar el pago de los períodos de canon adeudados hasta el momento
del lanzamiento, con más sus intereses y costas, por la vía ejecutiva. El dador puede también reclamar los daños
y perjuicios que resulten del deterioro anormal de la cosa imputable al tomador por dolo, culpa o negligencia por
la vía procesal pertinente”.
Ejercicio del pacto comisorio frente al incumplimiento
*Si el tomador ha pagado menos de un cuarto del monto total convenido la mora es automática y el dador tiene
la facultad de demandar el desalojo del inmueble.
* Si el tomador ha pagado un cuarto o más pero menos de tres cuartas partes del canon convenido: también en
este caso la mora es automática pero el dador debe remitirle una intimación extrajudicial requiriéndole los
cánones adeudados. El tomador, ante ello, dispone de un plazo no menor a sesenta días, por única vez, para
cancelar lo adeudado, más sus intereses. Una vez transcurrido este plazo el dador tiene la vía libre para demandar
el desalojo, debe dar vista al tomador por cinco días quien, en ese plazo, en el marco ya de un proceso judicial,
podrá:
1. pagar lo adeudado con sus intereses y costas, siempre y cuando no haya recurrido al procedimiento con
anterioridad, logrando con ello, la paralización del proceso;
2. demostrar documentalmente el pago de los cánones reclamados por el dador;
3. ejercer la opción de compra, si no hubiera cláusula contractual en contrario, más los accesorios legales y
contractuales. Si guarda silencio el juez dispondrá el lanzamiento del inmueble sin más trámite.
* Si el incumplimiento se produce después de haber pagado las tres cuartas partes del canon: la mora es
automática y se aplica un procedimiento extrajudicial similar al caso anterior.
Solo que se amplía el plazo de interpelación en noventa días corridos, siempre y cuando no haya recurrido con
anterioridad al procedimiento. En caso de silencio del tomador, el dador podrá demandar el desalojo, con la
misma modalidad y alternativas que el caso anterior, a cuya lectura se remite.
En este caso, producido el desalojo, el dador podrá reclamar el pago de los períodos de canon adeudados hasta
el momento del lanzamiento, con sus intereses y costas, por la vía ejecutiva. También la norma faculta al dador
a reclamar los daños y perjuicios que resulten del deterioro anormal de la cosa imputable al tomador por dolo,
culpa o negligencia por la vía judicial pertinente.

MUEBLES.
Artículo 1249. Secuestro y ejecución en caso de muebles: “Cuando el objeto de leasing es una cosa mueble, ante
la mora del tomador en el pago del canon, el dador puede:
a. obtener el inmediato secuestro del bien, con la sola presentación del contrato inscrito, y la prueba de haber
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interpelado al tomador por un plazo no menor de cinco días para la regularización. Producido el secuestro, queda
resuelto el contrato. El dador puede promover ejecución por el cobro del canon que se haya devengado
ordinariamente hasta el período íntegro en que se produjo el secuestro, la cláusula penal pactada en el contrato
y sus intereses; todo ello sin perjuicio de la acción del dador por los daños y perjuicios, y la acción del tomador si
correspondieran; o
b. Accionar por vía ejecutiva por el cobro del canon no pagado, incluyendo la totalidad del canon pendiente; si
así se hubiera convenido, con la sola presentación del contrato inscripto y sus accesorios. En este caso, sólo
procede el secuestro cuando ha vencido el plazo ordinario del leasing sin haberse pagado el canon íntegro y el
precio de la opción de compra, o cuando se demuestre sumariamente el peligro en la conservación del bien,
debiendo el dador otorgar caución suficiente. En el juicio ejecutivo previsto en ambos incisos, puede incluirse la
ejecución contra los fiadores o garantes del tomador. El domicilio constituido es el fijado en el contrato”.
Son posibles diferentes acciones:
-Pedir el secuestro inmediato del bien: Ello resulta viable con la simple presentación del contrato escrito, previa
interpelación al tomador por el plazo de cinco días, a fin que regularice su situación morosa, pagando lo
adeudado.
El dador también puede promover ejecución por el cobro del canon que se haya devengado ordinariamente
hasta el período íntegro en que se produjo el secuestro, la cláusula penal pactada en el contrato (si la hubiera) y
sus intereses. Todo ello, sin perjuicio de la acción por los daños y perjuicios que tienen las partes con fundamento
en el contrato.
- Accionar por la vía ejecutiva por el cobro del canon no pagado y sus accesorios: en este caso, el secuestro solo
procede si ha vencido el plazo del leasing y no se ha pagado la totalidad de los períodos del canon y el precio de
la opción de compra, o cuando demuestre sumariamente el peligro en la conservación del bien, debiendo el
dador otorgar caución suficiente. Aquí el secuestro funciona con carácter precautorio.
-Ejecución contra los fiadores o garantes del tomador (se puede aplicar en las dos acciones anteriores).

Normas supletorias.
Artículo 1250. Normas supletorias: “En todo lo no previsto por el presente Capítulo, al contrato de leasing se le
aplican subsidiariamente las reglas del contrato de locación, en cuanto sean compatibles, mientras el tomador
no ha pagado la totalidad del canon y ejercido la opción, con pago de su precio. No son aplicables al leasing las
disposiciones relativas a plazos mínimos y máximos de la locación de cosas ni las excluidas convencionalmente.
Se le aplican subsidiariamente las normas del contrato de compraventa para la determinación del precio de
ejercicio de la opción de compra y para los actos posteriores a su ejercicio y pago”.

PUNTO 4: Arbitraje:
Artículo 1649. Definición: “Hay contrato de arbitraje cuando las partes deciden someter a la decisión de uno o
más árbitros todas o algunas de las controversias que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una
determinada relación jurídica, contractual o no contractual, de derecho privado en la que no se encuentre
comprometido el orden público”.
El sistema legal a través del cual se regulaba el arbitraje en Argentina se encontraba en la legislación procesal,
careciendo hasta ese momento de una ley nacional. Es decir, al ser una materia procesal, cada Código Procesal
provincial contenía una regulación propia, toda vez que en la Argentina la legislación procesal no ha sido
delegada en el gobierno federal, y por ello queda reservada a las provincias. Tomando los avances existentes en
el derecho comparado, la legislación argentina en materia de arbitraje se actualiza permitiendo presentar al
arbitraje como una alternativa válida para resolver conflictos derivados de relaciones jurídicas que requieran la
aplicación de ventajas propias del sistema: la aplicación de un foro neutral, celeridad, confidencialidad,
especialidad en tema a decidir, flexibilidad, y otros aspectos exigidos como fruto de la globalización económica.
A lo largo de la historia, el arbitraje ha demostrado una creciente evolución, permitiendo que su aplicación y
elección sea cada vez más segura y eficaz a nivel mundial. Para que haya arbitraje, debe existir un acuerdo de
voluntades, en virtud del cual las partes se obligan a someter determinadas controversias a arbitraje. Eso
constituye, precisamente, lo que el CCyC ahora denomina “contrato de arbitraje
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Antes no estaba incorporándose este modo alternativo de resolución de conflictos.
Es un modo de resolver litigios con naturaleza MIXTA: Contractual y jurisdiccional.
-se lo regula como un contrato consensual para resolver controversias a partir de una relación jurídica entre las
partes sobre temas DISPONIBLES.
-Algunos –como FALCON- dicen que es un error regularlo como contrato porque es un modo anormal de
resolución de conflictos donde las partes se someten voluntariamente (no hay COERCIO sino VOLUNTAD de las
partes a someterse).
-Las legislaciones arbitrales le dan a los laudos arbitrales el carácter de decisiones con fuerza de cosa juzgada-
-El árbitro decide sobre cuestiones de derecho –sin ser jueces- o conforme a la equidad –si son amigables
componedores.
-Se dice que debe estar regulado en la órbita civil porque el contrato de arbitraje supone dos contratos: el
contrato de arbitraje propiamente dicho que se llama CLAUSULA COMPROMISORIA y el contrato entre las partes
con el árbitro.

Naturaleza y efectos del acuerdo arbitral


Al tratarse de un acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su consentimiento para crear,
regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas (arg. art. 957 CCyC) no cabe duda que el acuerdo
arbitral constituye un verdadero contrato. Con todo, este contrato tiene un propósito específico, consistente en
sustraer ciertos litigios de la jurisdicción ordinaria, sometiéndose a una justicia privada. El acuerdo arbitral
implica entonces la obligación de las partes de resolver sus conflictos por vía arbitral, obligándose al mismo
tiempo a no deducir respecto de las mismas acciones judiciales.
En definitiva, el acuerdo arbitral produce dos efectos principales:
i) los jueces estatales devienen incompetentes para intervenir en la resolución de aquellos conflictos que hayan
sido sometidos a arbitraje, y
ii) los árbitros resultan investidos de atribuciones jurisdiccionales para resolver las controversias que se
someten, comprendiendo la facultad de decidir sobre su propia competencia ante un cuestionamiento sobre la
incompetencia del árbitro o tribunal. Por todo lo expuesto, se puede evidenciar la naturaleza mixta del arbitraje
—contractual por su origen, jurisdiccional por las atribuciones que de él derivan a los árbitros—, circunstancia
recogida no solo por la doctrina y jurisprudencia internacional, sino también por nuestros tribunales nacionales
y ahora, por la legislación nacional.
El acuerdo arbitral consistente en una cláusula contractual prevista para controversias futuras es suficiente para
poner en funcionamiento el arbitraje. El “contrato de arbitraje” comprende en su concepto a las dos modalidades
clásicas a través de las cuales se pactaba el arbitraje (“cláusula compromisoria” y “compromiso arbitral”)
sorteando de esa manera los inconvenientes que generaba la exigencia legal de celebrar el segundo: ya no es
necesario que las partes vuelvan a acordar una vez surgido el conflicto, ni tampoco recurrir al Poder Judicial para
lograr su instrumentación en caso de falta de acuerdo.

Cuestiones comprometidas. El orden público.


A los fines de poder determinar si una controversia es susceptible de ser resuelta por medio del arbitraje
debemos analizar lo que se conoce como arbitrabilidad de la controversia. La última parte del artículo analizado
involucra una limitación a las materias que pueden ser objeto de un arbitraje, estableciendo que no pueden
someterse a arbitraje las cuestiones en que se encuentre comprometido el orden público. Es decir que, la
relación jurídica de la que surja la controversia objeto del contrato debe ser de derecho privado y no encontrarse
afectado el orden público. La falta de un concepto preciso, claro o invariable puede dar lugar a dificultades de
interpretación.
También, en lo que hace al contenido de lo que se entienda por orden público “comprometido”, dado que podría
dejar fuera de la competencia arbitral cuestiones que, si bien pueden comprometer normas de orden público,
son disponibles para las partes. Lo que se discute, en síntesis, es si el solo hecho de que se aplique una norma
imperativa a la controversia —por ejemplo, normas sobre patentes, o defensa de la competencia, etc.— es causa
suficiente para excluir la competencia arbitral. Es importante señalar que, habiendo reconocido la fuente
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convencional de la jurisdicción de los árbitros, estos solo pueden juzgar las cuestiones que afectan a esas partes
y no las que afecten el interés general.
En conclusión, no se puede postular de manera genérica que las cuestiones en las que esté la interpretación o
aplicación de normas de orden público, son insusceptibles, de ser resueltas por árbitros.
Artículo 1650. Forma: “El acuerdo de arbitraje debe ser escrito y puede constar en una cláusula compromisoria
incluida en un contrato o en un acuerdo independiente o en un estatuto o reglamento. La referencia hecha en un
contrato a un documento que contiene una cláusula compromisoria constituye contrato de arbitraje siempre que
el contrato conste por escrito y la referencia implique que esa cláusula forma parte del contrato”.
Siguiendo la tendencia prevaleciente a nivel internacional, la norma solo exige que el acuerdo arbitral conste por
escrito, sin requisitos adicionales de forma, y prevé la posibilidad de que el acuerdo arbitral sea incorporado a
un contrato por la referencia que en él se haga a otro documento que lo contemple (es decir que puede hacerse
como clausula especifica de un contrato o como un contrato distinto que necesariamente debe formar parte del
contrato al que accede).
El art. 1650 CCyC establece la forma en que debe ser expresado el consentimiento para someterse a arbitraje.
Llama la atención la inexistencia de referencia alguna a formas que pueden considerarse equivalentes a la
escritura, comunes hoy en base a los cambios y avances tecnológicos en soportes distintos del papel. La forma
es la manera en que la voluntad de las partes debe exteriorizarse para producir los efectos jurídicos deseados.
Para que la voluntad tenga efectos legales debe ser susceptible de ser aprehendida por los demás. El acuerdo
arbitral también necesita un hecho exterior por el cual el consentimiento de las partes de delegar la jurisdicción
natural de los tribunales estatales a árbitros privados se manifieste. Para la mayoría de los instrumentos
internacionales sobre la materia, el acuerdo arbitral debe ser hecho por escrito. Aunque puede constar en el
mismo contrato o en un intercambio de instrumentos, todos concuerdan con la necesidad de que existan
“constancias documentales” de la voluntad de someterse a arbitraje. La Ley Modelo de UNCITRAL, si bien
mantiene el requisito de la forma escrita, en base a la nueva redacción, el acuerdo arbitral ya no tiene que constar
en un documento, reconociendo como equivalentes otros medios de celebrar el acuerdo arbitral (comprendido
la forma oral) siempre que su contenido quede registrado, ni tampoco tiene que estar firmado por las partes. La
norma también prevé que la exigencia de la escritura puede ser cumplida por medios electrónicos de
comunicación, siempre que la información consignada en ella sea accesible para su ulterior consulta,
entendiéndose por “comunicación electrónica” a cualquier comunicación que las partes hagan por medio de
mensajes de datos, expresión que debe ser interpretada como comprensiva de información generada, enviada,
recibida o archivada por medios electrónicos, magnéticos, ópticos o similares, como pudieran ser, entre otros y
sin limitarse, el intercambio electrónico de datos, el correo electrónico, el telegrama, el télex o el telefax (art. 7°,
inc. 4). Finalmente, se mantienen las otras formas admitidas por la versión anterior: por medio de intercambio
de escritos de demanda y contestación en los que exista un acuerdo, etc. En resumen, el nuevo CCyC sigue la
exigencia de materializar el acuerdo arbitral de forma escrita, aunque no contiene una enumeración de
“equivalentes” a la escritura, como postula la Opción I del art. 7° de la Ley Modelo. Lo que sí recoge el art. 1650
CCyC es la denominada “incorporación por referencia” al establecer que “… la referencia hecha en un contrato
a un documento que contiene una cláusula compromisoria constituye contrato de arbitraje siempre que el
contrato conste por escrito y la referencia implique que esa cláusula forma parte del contrato”.
Artículo 1651. Controversias excluidas: “Quedan excluidas del contrato de arbitraje las siguientes materias:
a) las que se refieren al estado civil o la capacidad de las personas;
b) las cuestiones de familia;
c) las vinculadas a derechos de usuarios y consumidores;
d) los contratos por adhesión cualquiera sea su objeto;
e) las derivadas de relaciones laborales.
Las disposiciones de este Código relativas al contrato de arbitraje no son aplicables a las controversias en que
sean parte los Estados nacional o local”.
La arbitrabilidad marca el punto donde finaliza la autonomía de la voluntad y comienza la competencia judicial
exclusiva. Es decir, que las partes podrán someter a arbitraje todas aquellas cuestiones en las cuales el Estado

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no tenga una jurisdicción irrenunciable e imperativa. Justamente, este artículo determina qué materias el
legislador ha reservado al conocimiento exclusivo de los tribunales judiciales.
Este artículo establece:
-Cuestiones de orden público
-Respecto del Estado, se dice que es por la remisión que realiza el codificador a las normas de derecho
administrativo cuando el Estado quiere participar de este tipo de resolución de conflictos -las normas procesales
habilitan el arbitraje a las cuestiones patrimoniales disponibles salvo aquellas que no pueden ser objeto de
TRANSACCION (TODO LO QUE COMPROMETE EL ORDEN PUBLICO)
La condición de arbitrable de una materia depende fundamentalmente de la legislación de cada país, ya que cada
Estado define qué materias pueden resolverse por arbitraje y cuáles quedan excluidas de su aplicación.
Precisamente, el objetivo del art. 1651 CCyC es definir el ámbito de las materias arbitrables, estableciendo límites
a la potestad de las partes para la delegación de jurisdicción a favor de jueces privados. Asimismo, el CPCCN
define el ámbito de las materias arbitrable por medio de la determinación de un principio general y excepciones,
encontrando regulado de manera indirecta la arbitrabilidad en función de remisiones efectuadas a normas
procesales.
El art. 1651 CCyC aplica un método distinto en este aspecto, determinando que cualquier materia puede ser
objeto de arbitraje salvo las expresamente excluidas. Sin embargo, el artículo restringe la autonomía de la
voluntad de las partes, en discordancia con la tendencia moderna en el derecho comparado, que no limita las
cuestiones que pueden someterse a arbitraje, reservando la noción de orden público solo con relación a la
ejecutabilidad o nulidad del laudo y en la medida en que este sea contrario a aquél.
Breve análisis de las materias excluidas
- Cuestiones de familia: excluye del contrato de arbitraje las materias que se refieren al estado civil o capacidad
de las personas y cuestiones de familia. el artículo agrega la mención de “las cuestiones de familia” sin especificar
si abarca tanto las patrimoniales como las no patrimoniales.
- Cuestiones de derechos de usuarios y consumidores: Si bien a lo largo del ordenamiento jurídico argentino
encontramos distintas normas, inclusive constitucionales, que vinculan al arbitraje con los derechos de usuarios
y consumidores, la norma en análisis excluye la aplicación del contrato de arbitraje a los conflictos en los que se
encuentren involucrados aquellos, pese a que muchas normas, incluso de manera contradictoria, establecen la
conveniencia de buscar sistemas alternativos de resolución de conflictos. Precisamente, en función de una
mirada global sobre el tratamiento del tema, consideramos que el art. 1651 CCyC podría ser interpretado de una
manera favorable al arbitraje, entendiendo que no prohíbe su aplicación como forma de resolución de conflictos
entre consumidores y usuarios, sino que simplemente no permite convenir en contratos de consumo el arbitraje
para controversias futuras que puedan surgir del mismo. Ello permitiría interpretar que el propósito de la ley es
evitar que el usuario o consumidor, parte débil de la relación contractual, se vea compulsivamente sometido a
arbitraje a través de una cláusula predispuesta por el proveedor, pero no impediría instrumentar con
posterioridad al surgimiento del conflicto ese sometimiento, a través de un acuerdo válido, libre y pleno que no
deje lugar a dudas sobre su voluntad de recurrir al arbitraje
- Cuestiones que surjan de contratos por adhesión: no puede considerarse que el sometimiento a arbitraje deje
de ser voluntario por estar la cláusula contenida en un contrato celebrado por adhesión, lo que no impide
examinar su contenido o verificar que esta no resulte abusiva ni manifiestamente perjudicial para el adherente.
Vale decir, que los acuerdos arbitrales contenidos en contratos comerciales, incluidos por adhesión deberían
considerarse válidos y obligatorios, salvo que se verifique una utilización abusiva del recurso técnico contractual.
Ello permite afirmar que, en rigor, no estamos en presencia de una materia no arbitrable stricto sensu, sino
eventualmente de una estipulación inoponible a la parte que adhiere al contrato.
- Cuestiones laborales: los obstáculos que se establecen en las disposiciones legales aplicables a la materia —
como por ejemplo, la improrrogabilidad de la jurisdicción de la Justicia Nacional del Trabajo, que establece la
legislación procesal laboral— han llevado lamentablemente a la no aplicación del arbitraje en materia laboral,
lo que en otros países ha resultado muy beneficioso en pro de la defensa de los trabajadores en relaciones
laborales existentes en la modernidad.

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- Cuestiones con partes estatales: La norma no excluye la posibilidad de que el Estado se someta a arbitraje, sino
que dispone que, en su caso, no serán de aplicación las normas contenidas en este capítulo, sino las regulaciones
específicas en el marco del derecho internacional privado de fuente convencional. Ello es congruente con el art.
1649 CCyC que limita la definición del contrato de arbitraje al acuerdo arbitral referido a cuestiones o
controversias nacidas de relaciones jurídicas de derecho privado.
Artículo 1652. Clases de arbitraje: “Pueden someterse a la decisión de arbitradores o amigables componedores,
las cuestiones que pueden ser objeto del juicio de árbitros. Si nada se estipula en el convenio arbitral acerca de si
el arbitraje es de derecho o de amigables componedores, o si no se autoriza expresamente a los árbitros a decidir
la controversia según equidad, se debe entender que es de derecho”.
En el estudio del arbitraje encontramos la distinción entre las dos clases tradicionales de arbitraje: de derecho o
de equidad. Estas categorías apuntan a definir el modo de actuación de los árbitros y la naturaleza de la decisión.
El art. 1652 CCyC mantiene estas dos categorías, aunque introduce algunos cambios significativos en cuanto a la
redacción anterior y sus efectos.
Actuación árbitros: En este caso los árbitros actúan con sujeción a formas legales y decidirán sobre el fondo del
asunto según el positivo. Poseen un carácter jurídico que los obliga a sustentar el laudo en el derecho de fondo.
Los amigables componedores o arbitradores pueden prescindir de las normas jurídicas, tanto en la tramitación
del proceso como en la fundamentación del laudo. Los árbitros deben resolver en equidad, según su leal saber y
entender. Están dispensados por voluntad de las partes a sujetarse a reglas de procedimiento o aplicar las
soluciones previstas en las normas de fondo para la resolución del caso.
Sistema recursivo: Los laudos son recurribles mediante los mismos recursos que caben contra sentencia de los
jueces y ante un tribunal judicial (recurso de nulidad y aclaratorio). Causales de nulidad amplias y por vía de
recurso. Mayor apego a las formas. Los laudos son irrecurribles en función del criterio de valoración puntual de
cada árbitro. Puede interponerse demanda de nulidad pero con causales restringidas (laudos dictados fuera de
plazo o extra petitum) y se habilita una acción ante tribunal de primera instancia judicial. Menor apego a las
formas. En torno a la cuestión, es interesante señalar dos disposiciones novedosas producto de la nueva
legislación. En primer lugar, si bien el CPCCN establece que si las partes nada hubieran estipulado al pactar el
arbitraje respecto del carácter que revestirá, se entenderá que es de amigables componedores, (106) la nueva
redacción del artículo modifica esta presunción a favor de los arbitrajes de derecho, estableciendo que en caso
de silencio se inclina ahora por el arbitraje de derecho. En segundo lugar, se ha mantenido la denominación
“amigables componedores” aun cuando se la ha criticado (transmite erróneamente la idea de un rol parecido al
del mediador) o la de “arbitradores” (terminología adecuada para peritos y no árbitros) en función de las dudas
que genera su aplicación en la práctica.
Diferencia al árbitro del amigable componedor: tipo de derecho o árbitros (resuelve el caso según lo haría un
juez) o conforme a la equidad o amigables componedores, encontrando la solución más justa.
Artículo 1653. Autonomía: “El contrato de arbitraje es independiente del contrato con el que se relaciona. La
ineficacia de éste no obsta a la validez del contrato de arbitraje, por lo que los árbitros conservan su competencia,
aun en caso de nulidad de aquél, para determinar los respectivos derechos de las partes y pronunciarse sobre sus
pretensiones y alegaciones”.
La autonomía del contrato de arbitraje implica considerarlo un acuerdo independiente y distinto del contrato
principal en el cual está contenido, no sufriendo las incidencias propias de este. El fundamento que tiene este
principio, llamado de “autonomía de la cláusula arbitral”, es que si el convenio arbitral no fuese considerado
autónomo o separado al contrato principal que lo contiene, bastaría con atacar la validez del contrato principal
ante los tribunales judiciales nacionales para que las partes debieran esperar un fallo definitivo sobre la validez
del contrato y del pacto, para luego proseguir con el arbitraje. A nivel internacional, la mayor parte de las
legislaciones extranjeras y convenios internacionales han sentado reglas precisas al respeto, estableciendo
claramente la autonomía de las clausulas atributivas de jurisdicción frente a una posible invalidez del contrato
que lo contiene.
Por eso el artículo establece que el contrato de arbitraje no es una cláusula más dentro del otro contrato:
mientras las demás cláusulas del contrato están destinadas regular aspecto de las prestaciones, la cláusula
arbitral asignan jurisdicción a un tercero para que resuelva los diferendos derivados del contrato.
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Artículo 1654. Competencia: “Excepto estipulación en contrario, el contrato de arbitraje otorga a los árbitros la
atribución para decidir sobre su propia competencia, incluso sobre las excepciones relativas a la existencia o a la
validez del convenio arbitral o cualesquiera otras cuya estimación impida entrar en el fondo de la controversia”.
Si bien el poder de los árbitros para administrar justicia viene de la ley donde se le da a los terceros facultades
jurisdiccionales, estos resuelven sobre todo el contrato, incluso sobre su propia aptitud para resolver el diferendo
que le podrían impedir entrar en el fondo de la cuestión.
El principio kompetenz-kompetenz es reconocido en el ámbito internacional y se utiliza para definir la posibilidad
reconocida a los árbitros para decidir acerca de su propia competencia cuando alguna de las partes la cuestione.
Generalmente, en la práctica, la aplicación de este principio se presenta de manera conjunta con el principio de
la autonomía de la voluntad, ya que son los árbitros los primeros que tendrán que determinar su propia
competencia para evaluar la validez o no de la cláusula arbitral contenida en un contrato eventualmente nulo.
Se ha reconocido que este principio genera un efecto positivo y otro negativo. El primero, tendiente a permitir
que sean los propios árbitros quienes decidan acerca de su competencia; y el negativo, obligar a los tribunales
judiciales a declinar su competencia ante la invocación de un acuerdo arbitral, salvo que el mismo resulte
manifiestamente nulo o inaplicable.
Artículo 1655. Dictado de medidas previas: “Excepto estipulación en contrario, el contrato de arbitraje atribuye
a los árbitros la facultad de adoptar, a pedido de cualquiera de las partes, las medidas cautelares que estimen
necesarias respecto del objeto del litigio. Los árbitros pueden exigir caución suficiente al solicitante. La ejecución
de las medidas cautelares y en su caso de las diligencias preliminares se debe hacer por el tribunal judicial. Las
partes también pueden solicitar la adopción de estas medidas al juez, sin que ello se considere un incumplimiento
del contrato de arbitraje ni una renuncia a la jurisdicción arbitral; tampoco excluye los poderes de los árbitros.
Las medidas previas adoptadas por los árbitros según lo establecido en el presente artículo pueden ser
impugnadas judicialmente cuando violen derechos constitucionales o sean irrazonables”.
El artículo reconoce a los árbitros —salvo pacto expreso en contrario— la facultad de adoptar, a pedido de parte,
las medidas cautelares necesarias en base a la controversia, sin que la falta de imperium impida a los árbitros el
ejercicio de esa atribución.
El acuerdo arbitral importa una prórroga de jurisdicción a favor de los árbitros, desplazando la de los jueces del
Estado, cuya sustracción se produce. Es por esta razón que los árbitros serán los responsables del dictado de la
medida cautelar, aunque requerirán del auxilio de los jueces para la ejecución compulsiva de la misma. La falta
de imperium, entendida como la falta de poder de coerción de los árbitros, no perjudica la obligatoriedad de sus
decisiones. Los árbitros serán, en consecuencia, quienes tengan la potestad de evaluar la procedencia o
improcedencia de las medidas cautelares que las partes le soliciten durante el procedimiento, lo cual implica
también reconocerle facultades para decidir sobre las condiciones para su dictado, levantamiento, sustitución y
eventuales pedidos de ampliación o mejora.
Las cautelas que adopte el árbitro serán apelables ante vía judicial.
Y la medida que adopte será ejecutable también ante vía judicial.
Con relación a las medidas cautelares, se permite la opción de impugnar judicialmente las medidas cautelares
tomadas por el tribunal arbitral.
Artículo 1656. Efectos: “Revisión de los laudos arbitrales. El convenio arbitral obliga a las partes a cumplir lo
estipulado y excluye la competencia de los tribunales judiciales sobre las controversias sometidas a arbitraje,
excepto que el tribunal arbitral no esté aun conociendo de la controversia, y el convenio parezca ser
manifiestamente nulo o inaplicable.
En caso de duda ha de estarse a la mayor eficacia del contrato de arbitraje.
Los laudos arbitrales que se dicten en el marco de las disposiciones de este Capítulo pueden ser revisados ante la
justicia competente por la materia y el territorio cuando se invoquen causales de nulidad, total o parcial,
conforme con las disposiciones del presente Código. En el contrato de arbitraje no se puede renunciar a la
impugnación judicial del laudo definitivo que fuera contrario al ordenamiento jurídico”.
El primer párrafo del art. 1656 CCyC reconoce el efecto negativo del acuerdo arbitral, que explicado al comentar
el art. 1649 CCyC, al convenir el sometimiento de ciertas cuestiones a juicio de árbitros las partes están
renunciando a ser juzgadas por los tribunales judiciales. Establece que esa renuncia se mantendrá aun cuando el
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arbitraje no se hubiese iniciado, obligando al juez estatal a quien se someta una controversia para cuya resolución
se hubiese pactado el arbitraje a declararse incompetente, salvo que el acuerdo arbitral aparezca como
manifiestamente nulo o inaplicable.
El segundo párrafo establece una regla de interpretación que favorezca la eficacia del acuerdo arbitral. Esta
disposición es especialmente útil en nuestro país, dado que existe una tendencia jurisprudencial a considerar
que el acuerdo arbitral es de interpretación restrictiva y, que en caso de duda, debe estarse a la subsistencia de
la jurisdicción judicial.
El párrafo final referido al control judicial sobre el arbitraje, sienta una regla al prever que el laudo solo será
susceptible de un recurso de nulidad. El laudo es inapelable y, en principio, solo sujeto al restringido control por
vía de recurso de nulidad. La remisión que establece a las causales de nulidad “conforme con las disposiciones
del presente Código”, está reglada en los Códigos Procesales (v. gr. arts. 760 y 771 CPCCN y concs.). Además,
establece que “en el contrato de arbitraje no se puede renunciar a la impugnación judicial del laudo definitivo
que fuera contrario al ordenamiento jurídico”. Esta expresión parece estar inspirada en la sentencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) en el caso “Cartellone”. Conforme la doctrina que emana de dicho fallo,
aunque no exista recurso de apelación (sea porque la ley no lo prevé, sea porque las partes lo renunciaron),
bastará con invocar que la decisión de los árbitros es “contraria al ordenamiento jurídico” para abrir la vía judicial.
Y, con independencia de la suerte que termine corriendo el recurso, su sola admisibilidad habrá hecho perder al
laudo el carácter “final” que naturalmente ostenta, al tener que pasar por una instancia judicial de revisión plena.
La fórmula utilizada por el legislador es amplia y aumenta la posibilidad de la intervención judicial a revisar la
validez de los laudos, por causales perfectamente definidas. Esta redacción abre una vía de recurso muy amplia
que puede convertir al arbitraje en una justicia “de primera instancia”, susceptible de revisión judicial con la sola
invocación de que el laudo contraría el ordenamiento jurídico.
Es decir, el arbitraje de derecho debe respetar el ordenamiento jurídico porque al laudo se le aplican las
exigencias de fundamentación de una sentencia (incluso podría decretar la inconstitucionalidad de una norma
por ser un Tribunal de Justicia).
Se dice que en grado de apelación es juez competente el que hubiera intervenido si el caso no era sometido a
arbitraje
Artículo 657. Arbitraje institucional: “Las partes pueden encomendar la administración del arbitraje y la
designación de árbitros a asociaciones civiles u otras entidades nacionales o extranjeras cuyos estatutos así lo
prevean. Los reglamentos de arbitraje de las entidades administradoras rigen todo el proceso arbitral e integran
el contrato de arbitraje”.
El art. 1657 CCyC regula el denominado arbitraje institucional, que se contrapone con el arbitraje ad hoc.
Se refiere a institutos en cuyos reglamentos contiene la vía alternativa de solución de conflictos como el Tribunal
permanente de Arbitraje de la Bolsa de Comercio de Bs As, o la cámara arbitral de cereales.
En este arbitraje institucional hay una entidad especializada
Artículo 1658. Cláusulas facultativas: “Se puede convenir:
a) la sede del arbitraje;
b) el idioma en que se ha de desarrollar el procedimiento;
c) el procedimiento al que se han de ajustar los árbitros en sus actuaciones. A falta de acuerdo, el tribunal arbitral
puede dirigir el arbitraje del modo que considere apropiado;
d) el plazo en que los árbitros deben pronunciar el laudo. Si no se ha pactado el plazo, rige el que establezca el
reglamento de la entidad administradora del arbitraje, y en su defecto el que establezca el derecho de la sede;
e) la confidencialidad del arbitraje;
f) el modo en que se deben distribuir o soportar los costos del arbitraje”.
El art. 1658 CCyC establece una serie de cláusulas sobre aspectos operativos que las partes pueden incorporar
al contrato de arbitraje. Ello forma parte del esquema general de libertad contractual y de la autonomía de la
voluntad de las partes en la regulación del arbitraje al cual se someten, por eso las partes pueden fijar el
procedimiento en que debe ajustarse.
La lista de estipulaciones facultativas que menciona la norma incluye aspectos de suma importancia para el buen
desarrollo del arbitraje, que conviene que las partes pacten de manera expresa, por las trascendentes
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consecuencias que de ellos se derivan. Dependiendo de las reglas aplicables al arbitraje, si las partes omitieron
pactar sobre ellas, su determinación será hecha por los árbitros o por la institución administradora del arbitraje.
Respecto de la sede del arbitraje, conviene aclarar que este concepto no se vincula con la localización física del
tribunal o de sus integrantes, ni tampoco con el lugar donde se llevarán a cabo las actuaciones procesales. La
mayoría de las leyes y reglamentos permite que el tribunal delibere y realice actos procesales tales como las
audiencias o las deliberaciones, en cualquier lugar que estime conveniente.
El Código faculta a las partes a pactar el procedimiento que habrán de seguir los árbitros y, en su defecto, a los
árbitros a determinarlo. En cualquiera de los dos casos debe recordarse que, sea que lo hayan estipulado las
partes, sea que lo establezcan los árbitros, resulta de aplicación lo dispuesto en la parte final del art. 1662 CCyC:
La norma también faculta a las partes a convenir el régimen de confidencialidad aplicable al arbitraje. Es
recomendable que las partes establezcan convencionalmente qué aspectos del arbitraje deben mantenerse en
reserva y quiénes estarán obligados a ello. Porque en ausencia de pacto, y dejando a salvo el deber que la ley
impone a los árbitros, podrá discutirse no solo la existencia de la confidencialidad sino también su alcance y sus
consecuencias. De cualquier manera, debe señalarse que aun la confidencialidad que las partes puedan pactar
no es absoluta: hay situaciones en las que, en virtud de obligaciones legales o contractuales, las partes tendrán
que revelar cierta información.
Finalmente, la norma establece que las partes pueden convenir el modo en que se deben distribuir o soportar
los costos del arbitraje. Esta estipulación es igualmente importante porque no en todos los países existen las
mismas prácticas ni rigen los mismos criterios para la determinación de las costas.
Artículo 1659. Designación de los árbitros: “El tribunal arbitral debe estar compuesto por uno o más árbitros en
número impar. Si nada se estipula, los árbitros deben ser tres. Las partes pueden acordar libremente el
procedimiento para el nombramiento del árbitro o los árbitros. A falta de tal acuerdo:
a) en el arbitraje con tres árbitros, cada parte nombra un árbitro y los dos árbitros así designados nombran al
tercero. Si una parte no nombra al árbitro dentro de los treinta días de recibido el requerimiento de la otra parte
para que lo haga, o si los dos árbitros no consiguen ponerse de acuerdo sobre el tercer árbitro dentro de los
treinta días contados desde su nombramiento, la designación debe ser hecha, a petición de una de las partes, por
la entidad administradora del arbitraje o, en su defecto, por el tribunal judicial;
b) en el arbitraje con árbitro único, si las partes no consiguen ponerse de acuerdo sobre la designación del árbitro,
éste debe ser nombrado, a petición de cualquiera de las partes, por la entidad administradora del arbitraje o, en
su defecto, por el tribunal judicial. Cuando la controversia implica más de dos partes y éstas no pueden llegar a
un acuerdo sobre la forma de constitución del tribunal arbitral, la entidad administradora del arbitraje, o en su
defecto, el tribunal judicial debe designar al árbitro o los árbitros”.
Reglas: las partes pueden acordar libremente el procedimiento para nombrar árbitros, si no hay acuerdo se
regula como establece la norma.
Artículo 1660. Calidades de los árbitros: “Puede actuar como árbitro cualquier persona con plena capacidad civil.
Las partes pueden estipular que los árbitros reúnan determinadas condiciones de nacionalidad, profesión o
experiencia”.
Capacidad plena: a los 18 años de acuerdo al artículo 25.
No regula incompatibilidades (por ejemplo un juez), lo razonable sería que las regule para asegurar la
independencia y dignidad de quien ejerce la función.
Artículo 1661. Nulidad: “Es nula la cláusula que confiere a una parte una situación privilegiada en cuanto a la
designación de los árbitros”.
La norma regula un específico supuesto de nulidad derivada de la naturaleza contractual del arbitraje, esto es,
el de alguna estipulación del contrato de arbitraje que ponga a una de las partes en situación de privilegio a la
hora de designar a los árbitros.
Lo que la norma postula es que ambas partes deben tener las mismas oportunidades de intervenir en el proceso
de designación. Pero, si una de ellas elige no hacerlo, la constitución del tribunal será regular y válida. El alcance
de la norma, es en caso de que el mecanismo convenido para nombrar a los árbitros no fuera igualitario, la
nulidad aplicable es una nulidad parcial del contrato, que afecta solo a la disposición del mismo que se refiera a

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la designación de los árbitros. El deber de arbitrar nacido del contrato de arbitraje permanece indudablemente,
no obstante la inaplicabilidad de lo convenido respecto al nombramiento del tribunal.
Esta nulidad deriva del abuso de posición dominante del artículo 11, y se relaciona con la prohibición de cláusulas
abusivas en materia de los contratos de adhesión.
Artículo 1662. Obligaciones de los árbitros: “El árbitro que acepta el cargo celebra un contrato con cada una de
las partes y se obliga a:
a) revelar cualquier circunstancia previa a la aceptación o que surja con posterioridad que pueda afectar su
independencia e imparcialidad;
b) permanecer en el tribunal arbitral hasta la terminación del arbitraje, excepto que justifique la existencia de un
impedimento o una causa legítima de renuncia;
c) respetar la confidencialidad del procedimiento;
d) disponer de tiempo suficiente para atender diligentemente el arbitraje;
e) participar personalmente de las audiencias;
f) deliberar con los demás árbitros;
g) dictar el laudo motivado y en el plazo establecido.
En todos los casos los árbitros deben garantizar la igualdad de las partes y el principio del debate contradictorio,
así como que se dé a cada una de ellas suficiente oportunidad de hacer valer sus derechos”.
El proceso arbitral es de tinte jurisdiccional con función similar a la de un juez, por lo que debe garantizarse su
objetividad.
La norma se refiere al acuerdo que se celebra entre las partes y el árbitro, del cual surgen un conjunto de
derechos y obligaciones para ambas partes. La norma se limita a mencionar las obligaciones de los árbitros, pero
omite mencionar las que nacen de aquél para las partes.
Artículo 1663. Recusación de los árbitros: “Los árbitros pueden ser recusados por las mismas razones que los
jueces de acuerdo al derecho de la sede del arbitraje. La recusación es resuelta por la entidad administradora del
arbitraje o, en su defecto, por el tribunal judicial. Las partes pueden convenir que la recusación sea resuelta por
los otros árbitros”.
El objetivo es garantizar la independencia e imparcialidad. La primera consecuencia de esta disposición es que
los árbitros no son recusables sin expresión de causa, lo cual es coherente con las normas del derecho
comparado. Pueden ser recusados con causa por las mismas causales de recusación de los jueces, las que en
ciertas circunstancias no son del todo adecuadas para medir la independencia e imparcialidad de los árbitros. A
diferencia de los magistrados judiciales, que generalmente tienen vedado el ejercicio del comercio y de la
profesión de abogados, los árbitros carecen de incompatibilidades de esta índole y, por tanto, son sujetos que
actúan regularmente como abogados, y muchas veces en casos de arbitraje. En ese contexto, las posibilidades
de que surjan conflictos de intereses que afecten su imparcialidad o independencia son, para los árbitros,
infinitamente mayores que para los jueces, y la naturaleza de las relaciones que pueden tener con las partes del
arbitraje (o con sus abogados) son diferentes de las causales previstas en los códigos procesales para aquellos.
La diversidad, y la imposibilidad de establecer causales específicas y definidas, ha llevado a que las leyes y
reglamentos de arbitraje contemplen una única causal, genérica y sujeta a interpretación “caso por caso”.
Artículo 1664. Retribución de los árbitros: “Las partes y los árbitros pueden pactar los honorarios de éstos o el
modo de determinarlos. Si no lo hicieran, la regulación se hace por el tribunal judicial de acuerdo a las reglas
locales aplicables a la actividad extrajudicial de los abogados”.
Remite a normas arancelarias de los abogados en caso de que las partes no lo acuerden.
Artículo 1665. Extinción de la competencia de los árbitros: “La competencia atribuida a los árbitros por el
contrato de arbitraje se extingue con el dictado del laudo definitivo, excepto para el dictado de resoluciones
aclaratorias o complementarias conforme a lo que las partes hayan estipulado o a las previsiones del derecho de
la sede”.
Es una norma de tinte procesal que extingue la competencia del árbitro con el laudo definitivo. Es decir, con la
plenitud del pronunciamiento sobre todas las cuestiones.

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