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Aspecto político[editar]

Transferencia de poder: coyuntura previa[editar]


Las elecciones generales de 1980 (presidencial y parlamentaria) fueron resultado de un
proceso transicional del poder iniciado cuatro años atrás, tras la inusitada culminación del
gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, el abandono de las líneas programáticas del
velasquismo y el posterior desplazamiento de las FF.AA del Ejecutivo a sus cuarteles. El golpe
militar interno de agosto de 1975 fue llevado a cabo por el Ejército, la Fuerza Aérea y la
Marina, posicionando al general Francisco Morales Bermúdez en la presidencia, prometiendo
intensificar y profundizar reformas anteriores. Sin embargo, Morales Bermúdez no logró lo que
tenía planeado. Ello significó el inicio del fin del militarismo reformista y lo que quedaba del
velasquismo en la esfera pública. Asimismo, se presenciaba un sentimiento anti-militarista
dentro de la población, a pesar de que esta transición haya sido tutelada por ellos mismos. De
esta manera, el 28 de julio de 1977 Morales Bermúdez anunció en su discurso presidencial la
convocatoria a elecciones para el establecimiento de una Asamblea Constituyente, la cual,
«debía redactar una nueva Constitución y facilitar el retorno a la institucionalidad
democrática».1
Realizadas el 4 de junio de 1978 las elecciones para la Asamblea Constituyente, dio vida a los
partidos políticos tras doce años de monopolio del poder político en manos de las FFAA. Con
doce agrupaciones inscritas, los partidos políticos con mayor preferencia fueron el Partido
Aprista (35 %), el Partido Popular Cristiano (24 %), el Frente Obrero Campesino Estudiantil y
Popular (12 %), el Partido Socialista Revolucionario (7 %) y el Partido Comunista Peruano
(7 %). Para estas elecciones, Acción Popular consideró que no existían condiciones mínimas
de transparencia para la elaboración de una nueva Constitución al estar bajo supervisión de
las fuerzas militares, decidiendo guardar la candidatura de Fernando Belaúnde Terry para las
elecciones presidenciales de 1980.
Culminada la Asamblea Constituyente y puesta en marcha la Constitución de 1979, Morales
Bermúdez convocó a elecciones presidenciales en 1980, en las que ganó con comodidad «el
mismo hombre que los militares habían sacado casi arrastrando del Palacio de Gobierno y
cuyo régimen había denigrado largamente desde 1968: el arquitecto Fernando Belaúnde
Terry».2

Proceso electoral: elecciones presidenciales 1980[editar]


Luego de la publicación de una nueva Carta Magna en 1979, las elecciones de abril de 1980
fueron escenario de particularidades y novedades. En primer lugar, fueron los primeros
comicios presidenciales que contaron con un verdadero sufragio universal, al consentirse el
voto a los analfabetos. Asimismo, fijó el mandato presidencial en cinco años, fortaleció el
poder presidencial, continuó con el sistema bicameral y estableció la «segunda vuelta
electoral» (balotaje). De la misma manera, fueron los comicios con el número más alto de
candidaturas, siendo quince los partidos inscritos.3
Tras la alta votación obtenida por el Partido Aprista en las elecciones de la Asamblea
Constituyente, los pronósticos tendían a situarlo como virtual ganador en las elecciones
generales de 1980. Sin embargo, el fallecimiento de Víctor Raúl Haya de la Torre en 1979
trajo consigo cambios internos en el partido. Se produjo así una inevitable lucha entre una
facción conservadora del aprismo, representada por Andrés Townsend, Luis Alberto
Sánchez y Ramiro Prialé; y otra facción más cercana a la socialdemocracia, representada
por Armando Villanueva del Campo y Alan García Pérez.3 Tras disputas internas, Villanueva y
García Pérez tomaron la batuta del partido.
Los partidos de izquierda, los cuales también recibieron gran aceptación de la sociedad civil
en los comicios de 1978 (aunque de manera segmentada), intentaron crear un frente con
miras a obtener un porcentaje importante. La Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARI) fue un
proyecto que pretendía agrupar a distintos partidos de izquierda, pero debido a problemas
ideológicos, nunca llegó a ser un proyecto sólido.
El Partido Aprista dividido y la izquierda ideológicamente fragmentada crearon un escenario
propicio para la candidatura de Fernando Belaúnde Terry y Acción Popular, planificada desde
1978. Fernando Belaúnde ganó las elecciones con un 45 % de los votos, seguido
por Armando Villanueva del Campo y el PAP con un 27 % de votos válidos. En tercer lugar se
situó Luis Bedoya Reyes, candidato del Partido Popular Cristiano con un 9 % de los votos
válidos, seguido de Hugo Blanco Galdós, líder el Partido Revolucionario de los Trabajadores
con un 3 % de los resultados. Tras una alianza con el PPC, Acción Popular también obtuvo
mayorías en ambas cámaras, creando así un escenario de gobernabilidad entre el Ejecutivo y
Legislativo, lo que no había tenido en su primer gobierno en 1963.

Transición y toma de mando[editar]


En la quincena de junio de 1980, el Partido Popular Cristiano (PPC) de Luis Bedoya Reyes,
decidió establecer un compromiso con Acción Popular tanto en el Gobierno como en el
Congreso, lo que permitiría dar una mayoría sólida al gobierno en ambas cámaras del
legislativo; días después, Belaúnde dio a conocer que Manuel Ulloa Elías presidiría el Consejo
de Ministros y sería también Ministro de Economía; de igual manera, anunció a dos miembros
del PPC como ministros y al resto de miembros del gabinete, salvo los ministros militares
(Aeronáutica, Guerra y Marina) y el de Energía y Minas.
El día 30 de junio, Fernando Belaúnde fue proclamado como presidente electo por el Jurado
Nacional de Elecciones, acto con el cual concluyó el régimen militar y se abrió un proceso
político, que se dio dentro de un contexto de continuidad con dos fuerzas centrales: la
burguesía y el movimiento popular, quienes jugaron papeles importantes en la arena política.
Como sustento, Pease señala que «la política económica, acentuando persistentemente la
pauperización de amplios sectores medios y populares, a la par que, abriendo mejores
condiciones de rentabilidad a la gran burguesía, define los ejes principales de esta
polarización social».4 Por su lado, las masas populares y las derrotas que sufrió la política
izquierdista definieron «el asentamiento de este régimen político y su estabilidad en un
proceso complejo que no solamente atañe a la acción del Gobierno sino a todas las fuerzas
políticas, en particular a su enraizamiento en las masas».5
El presidente saliente, Francisco Morales Bermúdez, implantó una jurisdicción militar para
evitar cualquier tipo de represalias en los actos oficiales y manifestó que no asistiría a dichos
eventos. Sin embargo, realizó una recepción el domingo 27 de julio para las delegaciones
extranjeras que asistirían a la toma de mando. La ceremonia de posesión se realizó en el
Congreso de la República el lunes 28 de julio de 1980, y contó con la presencia de los
presidentes Julio César Turbay de Colombia, Jaime Roldos Aguilera del Ecuador, Rodrigo
Carazo de Costa Rica, Adolfo Suárez de España y Luis Herrera Campins de Venezuela; los
miembros de la Junta de reconstrucción de Nicaragua, Sergio Ramírez Mercado y Rafael
Córdoba Rivas, además estuvo la primera dama de Estados Unidos Rosalynn Carter, el
embajador de Estados Unidos Harry W. Shlaudeman, el representante de Ecuador, Galo
Plaza Lasso y el ministro de Minas de Zambia, Mwaya Mumbana.

Elecciones municipales de 1980[editar]


Tras doce años de autoritarismo militar, el Perú abrió la década de 1980 con altas
expectativas en recuperar y consolidar las instituciones democráticas y mejorar la situación
económica, muy descalabrada por el mal manejo del gobierno militar. Es así como Belaúnde
guió sus primeras acciones a satisfacer dicho imaginario, comenzando con la inmediata
devolución de los medios de comunicación a sus propietarios y la convocatoria a elecciones
municipales.
Las elecciones municipales de 1980 permitieron a las fuerzas políticas de oposición a
reorganizarse tras los resultados adversos de los sufragios generales.6 Es así como surgió la
alianza electoral Izquierda Unida, un conjunto de grupos marxistas y no marxistas unidos en
torno a la carismática figura del abogado cajamarquino Alfonso Barrantes Lingán.7
El Partido Aprista siguió dividido de manera interna, agudizándose las diferencias entre sus
dos facciones, llegando a enfrentamientos entre grupos de choque en cada bando.3
Las elecciones municipales se realizaron el 23 de noviembre de 1980, contando con la
participación del 69 % de votantes registrados (6 586 696). Los resultados dieron como
ganador a Acción Popular con un 36 % de los votos, dándole la oportunidad de controlar
municipios importantes y ampliar su alcance de acción, en recurso y territorio. Izquierda Unida
quedó en segunda posición con el 23 % de los votos válidos, seguido por el Partido Aprista
con el 22 %.

Aprobación Presidencial[editar]
Por otro lado, el restablecimiento de la democracia fue bienvenida con los brazos abiertos con
el 82.20 % de participación ciudadana, número alto debido a que ocurrió algo particular en
estas elecciones: se permitió el voto universal, el cual significó la finalización y celebración de
distintos años de lucha por los derechos políticos y sociales.
Sin embargo, los resultados luego de las elecciones contradijeron lo dicho en el párrafo
anterior. Como dice Cotler, estas elecciones, como la mayoría, fueron muy poco democráticas
a pesar de la imposición del sistema. Lo que sucedió fue que partidos de izquierda que no
tenían oportunidades de ganar trasladaron su voto a Belaunde Terry (Acción Popular) quien
ganó debido a que era visto como “el mal menor” en comparación con otras agrupaciones
políticas, como el APRA, partido que tenía casi asegurado el triunfo.8
En ese sentido, se predecía que el respaldo y la popularidad de cualquier presidente electo no
iban a ser altos, en cualquiera de los casos. Pero, contra todo pronóstico, el apoyo
presidencial fue plural y amplio al principio. No obstante, a lo largo de su mandato se fue
reduciendo debido a las medidas que el gobierno tomó respecto a los graves problemas que
surgieron, como el terrorismo, la crisis económica y los desastres que dejó el Fenómeno El
Niño, el cual fue uno de los más fuertes que el Perú haya sufrido.9
En específico, la encuestadora Pulso Perú muestra que casi a finales del primer año de su
gobierno (abril de 1981), Belaunde tuvo el 48 % de aprobación, mientras que su
desaprobación fue de 35 %. Tuvo un pequeño tropiezo en su popularidad, la cual, octubre del
mismo año, bajó a 47 %. Por otro lado la desaprobación también bajó 4 puntos porcentuales,
pero la razón de esto fue que el número de personas encuestadas no sabían que responder
aumentó.
Para inicios de 1982, la caída de la popularidad de Belaunde bajó drásticamente hasta 30 %.
Análogamente, su impopularidad subió en gran medida: 45 %, como si los resultados se
hubieran invertido respecto al año anterior. Sin embargo, en octubre del mismo año, la
aprobación se recuperó y subió hasta los 33 %, pero la desaprobación no sufrió ningún
cambio.
En 1983, la reputación del presidente se vio afectada negativamente otra vez, y de manera
significativa. Para el mes de junio, único mes del año en el que se realizó la encuesta, la
desaprobación se incrementó hasta el 62 % y la aprobación decreció hasta 22 %, dejando
mucho que desear del presidente y su reacción frente a los graves problemas que aparecían.
Por otro lado, las encuestadoras DATUM e IPSOS también recopilaron datos que confirman
esta decaída importante de la popularidad presidencial de Belaunde, específicamente, a causa
de El Niño. Según estas, desde julio de 1982 hasta julio de 1983, la aprobación bajó de 31 %
hasta 21 %; el margen de diferencia de la data que brindan DATUM, IPSOS y Pulso Perú es
mínimo, por lo que es posible decir que coinciden con la caída, y consecuentemente, se afirma
como una de las causas principales tal fenómeno ambiental. A este último problema se le
suman los otros dos ya mencionado, la guerra interna que se estaba expandiendo por toda la
sierra sur hasta tal momento, y la crisis económica, causante del imparable descontento de la
gente.
Siguiendo con los datos de Pulso Perú, para finales de 1984, la popularidad del presidente
mostró cierta mejoría, bajando su desaprobación hasta 54 % y subiendo la conformidad de la
gente con él hasta 25 %. Sin embargo, la tendencia de recuperación no duró mucho ya que
iniciando su último año de mandato, la impopularidad ascendió estrepitosamente a 70 %
mientras que su apoyo cayó hasta 18 %, teniendo un pequeño remonte a finales del año,
llegando a 23 % y la reprobación a 63 %.
Cabe resaltar un factor importante por el cual la popularidad presidencial de Fernando
Belaunde no bajó mucho más de lo esperado, pese a las dificultades que tuvo que afrontar.
Este factor fue la prensa y su influencia en la gente. De acuerdo a Henry Pease, había un
vasto número de diarios que apoyaban al segundo gobierno belaundista, entre ellos
estaban El Comercio, La Prensa, Expreso y Correo, mientras que los otros eran periódicos
menos influyentes; de hecho, las opiniones de los diarios eran tan parciales hacia el gobierno,
que los mismos grupos derechistas tenían que leer a El Diario, de la extrema izquierda, para
que al menos estuvieran al tanto de alguna oposición.10El artículo de Ricardo Blume en El
Comercio publicado en abril de 1985 es un claro ejemplo del apoyo de este diario hacia el
régimen. En tal texto Blume expresa con palabras eufóricas su experiencia de votar por
Belaunde y su apoyo al gobierno en las etapas más duras por las que pasó. En una parte de
la pieza dice lo siguiente:
Creo que tenemos a un presidente de lujo. Un presidente que ya quisieran muchos países civilizados.
Un hombre positivo y honesto, dedicado por entero al país, sin una sola frivolidad, sin que se le conozca
una sola falta. (Y estoy hablando de un país sumido en la inmoralidad).

Relación del Gobierno con las fuerzas políticas[editar]


La principal parte de la democratización se dio durante el primer año del gobierno de
Fernando Belaúnde. Tres fuerzas políticas tomaron un papel significativo en esa etapa: los
partidos políticos, los movimientos sociales y las Fuerzas Armadas.
Partidos políticos[editar]
El partido presidencial, Acción Popular, presentó ciertos conflictos internos luego de la
elección de Belaúnde como mandatario. Específicamente, el partido se dividió en dos: la
facción que estaba del lado del primer ministro, Manuel Ulloa Elías, quien defendía al
capitalismo transnacional y a los personajes involucrados con este, junto con la tecnocracia; y
la otra facción que era liderada por Javier Alva Orlandini (senador cajamarquino, que llegó a
presidir el Seando), que se preocupaba más por la administración del mismo partido y el
control sobre este. Estos apuros dentro de Acción Popular fueron muy notorios debido a que el
plano político estaba despejado por la ausencia de la oposición. En ese sentido, Belaúnde
tomó una postura arbitraria, dejando que ambas tendencias lograran sus objetivos.11
Acción Popular tuvo como aliado al Partido Popular Cristiano, el cual obtuvo dos puestos
dentro del gabinete ministerial y un papel particular en la política industrial. A pesar de tratarse
de un pequeño socio, su aprobación en las elecciones municipales fue creciendo, lo que hacía
presagiar que tomaría conciencia de su importancia y se retiraría de la alianza; sin embargo,
su influencia no alcanzaba un nivel nacional.11
Respecto al APRA, golpeado fuertemente por la pérdida electoral, y más aún, por el
fallecimiento de su líder máximo, Víctor Raúl Haya de la Torre, sufrió también un
resquebrajamiento dentro del partido en los primeros años del gobierno. Este se dividió en dos
grupos: los que apoyaban a Armando Villanueva o “armandistas”, con tendencia social
demócrata, y los que seguían a Andrés Townsend (andresistas), quienes poseían una línea
liberal.11 Este conflicto fue el causante de que el APRA no pudiera organizarse y así formar
una oposición firme, dejándole un espacio a la Izquierda. Las dificultades por las que pasaba
el APRA eran de tal magnitud que Henry Pease menciona lo siguiente:
La crisis del APRA no sólo le ha impedido asumir un rol protagónico, sino que está mermando su
organizado y su arraigo en las masas. Aún si logra superar la quiebra actual, queda desdibujado su
perfil político-ideológico, que por otra parte no ha sido cubierto por otra fuerza centrista.11
A principios del gobierno, la Izquierda, liderada por la agrupación Izquierda Unida, presentaba
indicios de mejoría en su organización, al constatar que estaba logrando su unidad. Sin
embargo, surgió un debate sobre cuál debería ser su orientación, tanto en ideología y en la
manera de cómo llegar al poder. Este problema fue acrecentándose hasta el punto de que la
Izquierda no fue tomada como una fuerza opositora importante, desaprovechando así el
espacio dejado por el APRA.11
Como conclusión, el gobierno tuvo un ambiente muy favorable para realizar sus planes, más
aun, teniendo la mayoría en el Congreso.
Los movimientos sociales[editar]
La llegada de la democracia también significó la llegada de nuevos movimientos populares, al
permitirse que la oposición actuara abiertamente.
Consecuentemente, todos los partidos políticos tuvieron la oportunidad para rearmar
organizaciones populares, tanto para hacerse notar más en la escena pública y llegar al poder,
como para mantenerse activos durante el nuevo gobierno inminente.
Sin embargo, lo sucedido dentro de Izquierda Unida y del APRA también tuvo como
repercusión la mala estructuración de los movimientos sociales, lo cual daba un ambiente de
poca participación y movilizaciones. Empero, la entrada de un nuevo presidente junto con la
“apertura social” fue motivo para que las masas se dinamizaran sobre todo varios de los
sectores, como el manufacturero, comercial, minero y público. En ese sentido, el número de
huelgas realizadas el primer año de gobierno de Belaunde aumentó notablemente. Se
registraron 739 huelgas en todo 1980 y 553 en 1981 (desde enero hasta agosto).11
Por último, es de importancia que se mencione que uno de los resultados que conllevó la
democratización fue la formación de organizaciones campesinas, cuyo número se incrementó
por toda la sociedad rural,12 gracias a las medidas tomadas durante el gobierno militar, como
la desaparición de los grandes terratenientes por las expropiaciones y la ruptura de las
relaciones señoriales, que dieron las condiciones para que esto suceda. Como resultado se
tuvo la concretización de la ciudadanía del campesinado peruano y su participación en
movimientos para que lleguen a tener una representatividad digna que vele por sus intereses
comunes.13
Las Fuerzas Armadas[editar]
El papel de las FF.AA en el segundo gobierno de Belaúnde fue de suma importancia por dos
razones: permanecían los mismos altos mandos militares que habían regido el país en el
reciente gobierno militar; y porque el inicio de este nuevo mandato coincidió con el inicio de la
violencia terrorista desatada por Sendero Luminoso, autodenominado Partido Comunista, de
inspiración maoísta
En principio, las FF.AA. siempre estuvieron atentas a las acciones que los gobiernos
democráticos han realizado, sobre todos desde la segunda mitad del siglo XX. Luego del
régimen militar de 1968-1980, el poder de la institución quedó intacto debido a ciertas
estrategias legales que la dejaban intocable ante el Poder Ejecutivo. En ese sentido, y con
esas bases legales, Belaúnde entró al poder con un carácter sumiso respecto a las acciones
de las FF.AA. Como principales ejemplos está la designación de tres militares retirados en
cargos ministeriales, con el fin de que el poder de la cúpula militar se reforzara; y la presencia
de los militares en varias de los eventos presidenciales o asuntos en los que no se
necesitaban a autoridades del Ejército. Sin embargo, no todo era sumisión del Estado, sino
que también hubo casos en los que las FF.AA le daban la razón y apoyaban las decisiones
que el presidente y las autoridades del gobierno tomaban independientemente, como el caso
del conflicto con Ecuador en 1981.11
A pesar de lo anterior, era obvio que el nuevo gobierno democrático, que se mostraba débil (al
igual que los partidos y otras fuerzas políticas), necesitaba del amparo de los militares,11 más
aún cuando Sendero Luminoso empezó con su expansión con miras al ámbito nacional
(1982).
Respecto a la lucha contra Sendero Luminoso, Cotler señala que Belaúnde definía al
problema terrorista como un simple levantamiento, el cual podía ser solucionado con el envío
de policías a la zona de ataque. Sin embargo, la situación empeoró y el presidente tuvo que
aceptar la gravedad del problema. Su solución inmediata fue darle las facultades a las FF.AA.
para que se hagan cargo de la subversión que había tomado carácter político y tengan el
control político en las zonas de emergencia que cubrían casi la mitad del país.14
Sin embargo, los lazos con los militares se volvieron ambiguos luego de que la intervención de
estos se hizo incontrolable en asuntos que incumbía solamente al gobierno. Como
consecuencia, la autonomía institucional que las FF.AA. tenían les fue cancelada, lo cual tuvo
como resultado el resquebrajamiento de los militares y la imposibilidad de que se organizaran
para un golpe de Estado, junto con su desmoralización y desorientación.11 Esto último,
sumado a la ayuda económica denegada a las FF.AA., también fueron causa de que la
reacción ante el terrorismo fuese paupérrima y lenta, permitiendo que Sendero Luminoso
avanzara con mayor facilidad.

Relaciones con el Poder Legislativo[editar]


El régimen democrático tuvo como característica especial el diálogo y la coordinación entre los
Poderes del Estado, especialmente entre el Ejecutivo y el Legislativo, para tratar los grandes
problemas del país y buscar en conjunto la solución más adecuada. La actitud del Poder
Ejecutivo fue de constante apoyo para que las Cámaras Legislativas pudieran cumplir con su
labor fiscalizadora. Para ello, los ministros de Estado concurrieron no sólo al Senado y a la
Cámara de Diputados, sino también a las reuniones de las Comisiones ordinarias e
investigadoras tanto a invitación como por propia iniciativa.15
Senado[editar]
En la primera Legislatura Ordinaria de 1984, el Ministro del Interior, Dr. Luis Pércovich Roca,
asistió el 26 de agosto para informar sobre la muerte del dirigente campesino Jesús Oropeza
Chonta, asesinado en Puquio. El 13 de septiembre de ese mismo año asistió el Ministro de
Transportes y Comunicaciones, arquitecto Carlos Pestana Zevallos, para informar sobre las
construcciones y reparaciones de carreteras, en especial de la red nacional. Y el 9 de octubre
lo hicieron los señores Ministros de Energía y Minas, Ing. Juan Incháustegui Vargas, y de
Economía, Finanzas y Comercio, Ing. José Benavides Muñoz. El Ministro de Energía y Minas
explicó las negociaciones del proyecto cuprífero Cerró Verde II entre el gobierno y el consorcio
japonés Marubeni Mitsui y sobre la recuperación de la inversión hecha en el yacimiento de
Cuajone por la firma Southern Peru Cooper Corporatio. Por su parte el Ministro de Economía
sustentó las razones que tuvo el Ejecutivo para promulgar los Decretos Supremos Nos. 039 y
301 de 3 de febrero y 13 de julio por los cuales se reducían los porcentajes de retención en
petróleo crudo.15
Cámara de diputados[editar]
El 28 de agosto de 1985 el Ministro del Interior, doctor Luis Pércovich Roca, asistió a la
cámara de Diputados a una sesión secreta. Las Comisiones Ordinarias e Investigación
mantuvieron intenso diálogo con los Ministros de Estado, habiéndose registrado.entre agosto
de 1984 y enero de 1985 un total de 20 reuniones de trabajo.15
Comisión Permanente[editar]
La Comisión permanente del Congreso se instaló el 16 de diciembre de 1984. Durante su
funcionamiento hasta el 26 de marzo de 1985, no concurrió a sus sesiones ningún Ministro de
Estado.16

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