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Este ensayo es muy fuerte y directa.

Desde el principio, Mariategui


es muy claro en su mensaje y muy claro en su perspectiva del
problema del indio. Mariategui explícitamente declara “La cuestión
indígena arranca de nuestra económica” (línea 8). Tengo que decir
que estoy de acuerdo con las opiniones de Mariategui. Este ensayo
tiene una conexión clara con el cuento de Juan Rulfo, Nos han dado
la tierra. Dentro de esta cuenta, nos muestra la situación grave de
unos hombres pobres quien dejan solamente con tierra yerma. El
cuento demuestra exactamente lo que Mariategui está abordando.
Sin tierras cultivables, los indios no pueden sobrevivir y ninguna otra
medida para ayudar “constituye un trabajo superficial o adjetivo,
mientras subsista la feudalidad de los “gamonales”” (línea 11).
Aunque Mariategui señala el problema exacto del indio, también
señala por qué es difícil cambiar. Mariategui observa que la ley
escrita es impotente contra la autoridad del "gamonalismo" (líneas
13-15). Continúa diciendo “El carácter individualista de la legislación
de la República ha favorecido, incuestionablemente, la absorción de
la propiedad indígena por el latifundismo” (línea 32). Por estas
declaraciones, Mariategui muestra como difícil el sistema debe
romperse y cómo fundamentalmente corrupto es el gobierno. Y es el
mismo sistema que quiere mantener a los indios oprimidos. Los
factores económicos están íntimamente relacionados con la
educación y “el gamonalismo es fundamentalmente adverso a la
educación del indio; su subsistencia tiene en el mantenimiento de la
ignorancia de indio el mismo interés que en el cultivo de su
alcoholismo” (línea 77). Creo que este ensayo es genial porque
menciona varios estereotipos de los indios, pero legítimamente niega
a cada uno de ellos y le informa al lector de los problemas reales.
En “El Problema del Indio” publicado en la obra Siete ensayos de
interpretación de la realidad Peruana (1928) Mariátegui desarrolla
una serie de ideas que pueden resumirse a suerte de máximas
como sigue.
Es un problema socio-económico que tiene su origen en la
propiedad privada, siendo imposible la supresión del problema
mientras subsista el gamonalismo, y por tanto no se exprese la
necesidad de la expropiación de la propiedad latifundista.
Este es el centro de las preocupaciones de Mariátegui en sus 7
ensayos de interpretación de la realidad peruana, su obra capital y
la única de la que nos ocuparemos aquí1. Es el problema del Perú,
de los peruanos. Hay una escisión geográfica y racial, entre costa y
sierra, entre criollos e indios, pero que es importante solamente
porque tiene un trasfondo vital que tiende a perpetuarse. Lo que
convierte al indio en un problema es «el conflicto y el contraste
entre su predominio demográfico y su servidumbre —no sólo social
y económica». El régimen social y económico condena al indio a la
miseria moral y material. Se ha perdido el bienestar material del que
disfrutaba el pueblo incaico.
“El problema del indio” se conecta con “Nos han dado la tierra” con
la relación de la tierra y el indio. Se muestra en líneas 90 y 91 “El
nuevo planteamiento consiste en buscar el problema indígena en el
problema de la tierra”. Me di cuenta de que estas obras se conecten
porque los indios y los campesinos sufrían debajo del abuso de poder
de un grupo más influyente. La tierra y el indio son partes en estos
casos que son algo que se hace un objeto, no tiene el respeto de
nadie. “El problema del indio” ofrece una metáfora que ilustra cómo
los gamonales decepcionaban a los indios en líneas 29 y 30: “El
gamonal de hoy, como el “encomendero” de ayer, tiene sin embargo,
muy poco que temer de la teoría administrativa. Saben que la práctica
es distinta. El “encomendero” se describe en una nota en página 350
como “En la práctica, los encomenderos abusaron de su privilegios y
colocaron a los indígenas es un estado de semi-esclavitud”. Las dos
obras muestran un abuso que todas las personas indígenas en el
mundo sufrían y en muchos casos todavía sufren. Muestran que los
poderes europeos, especialmente los blancos (según Mariátegui)
abusaron a los que se describen cómo inferior y los usan hasta que
no hay más que ellos pueden hacer para los poderes, no pueden
servirles. No hay igualdad desde la perspectiva de Mariátegui. Estoy
de acuerdo con Mariátegui cuando dice en líneas 38 hasta 40 “La
suposición de que el problema indígena es problema étnico, se nutre
del más envejecido repertorio de ideas imperialistas. El concepto de
razas inferiores sirvió al Occidente blanco para su obra de expansión
y conquista.”. Me parece que quiere decir aquí es que cuando no hay
división (de tierra y personas) no hay desigualdad.

El problema hunde sus raíces en la conquista española, que


instaura una economía feudal, y se ramifica en diversos aspectos
de la vida política, social y cultural, sobreviviendo a la
Independencia como una pesada «herencia colonial»
Lo que Mariátegui empieza afirmando frente al problema indígena es
que éste no podrá ser abordado, de una manera seria, mientras no
se preste atención a sus fundamentos y rasgos económico-sociales.
El problema, desde esta óptica, es pues esencialmente económico y
no, como se solía pensar y tratar, jurídico, eclesiástico,
administrativo, cultural, racial, moral, etc. Esta tesis obviamente entra
en tensión con el anti-reduccionismo que habíamos tratado de mostar
en entradas anteriores.
La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces
en el régimen de propiedad de la tierra. Cualquier intento de
resolverla con medidas de administración o policía, con métodos de
enseñanza o con obras de vialidad, constituye un trabajo superficial
o adjetivo, mientras subsista la feudalidad de los “gamonales” (31-
32).

Mariátegui compara al “gamonal”, al “hacendado” y al “latifundista”


con lo que en occidente fue denominado como “señor feudal”. Las
existencias de estas relaciones sociales de tipo servil entran en un
claro antagonismo con lo que la formalidad y legalidad del Estado
estipulan. Ejemplo claro de ello es la idea liberal de trabajo libre, dicho
trabajo queda completamente prohibido y excluido en dichas
relaciones de tipo cuasi feudal.

Mariátegui quiere redimir al indio moral y materialmente, y para


redimirlo no hay otra manera que devolverle la tierra. Del indio dice
Mariátegui que «ha desposado la tierra», que «puede ser indiferente
a todo, menos a la posesión de la tierra» y que la tierra «ha sido
siempre toda la alegría del indio». Se suspende aquí el materialismo
histórico. La relación del indio con la tierra parece ser el único
fenómeno social en este mundo que no está determinado por las
condiciones materiales de la existencia. En la perspectiva del
materialismo histórico, la relación del indio con la tierra, tal como la
concibe Mariátegui, pertenece, para bien o para mal, a una etapa
superada, pertenece a las condiciones económicas del pasado. Esa
visión de la relación del indio con la tierra, sin embargo, condiciona la
propuesta política de Mariátegui. No cabe, en su opinión, otra
alternativa que la expropiación para devolverle al indio la propiedad
de la tierra.

La ley no puede prevalecer contra los gamonales. El funcionario que


se obstinase en imponerla, sería abandonado y sacrificado por el
poder central, cerca del cual son siempre omnipotentes las
influencias del gamonalismo, que actúan directamente o a través del
parlamento, por una y otra vía con la misma eficacia (34).

Luego de esto, recurre a Gonzáles Parada (“Horas de Lucha”) y a


Encinas (“Contribución a una legislación tutelar indígena”) como
personajes que han cuestionado ciertas abordajes del problema del
indio como meramente educativo, resaltando el papel esencial que
juegan las condiciones materiales, en lo que respecta a la propiedad
de la tierra.

No debemos olvidar que, si bien se ha mencionado que ciertas


legislaciones formales de tipo liberal no se cumplen en la práctica
material concreta, no por eso debemos pensar que toda la legislación
y formalidad propia del derecho republicano está en contra de la
situación concreta de los indios. Tal es el caso de la legislación
individualista. que tendería a favorecer la gran acumulació progresiva
de propiedades por parte del latifundio. Solamente disolviendo las
condiciones feudales, para Mariátegui, es que se podrá realmente
llevar a cabo una efectiva realización de las leyes liberales.

Otra visión con la que polemiza Mariátegui es la que concierne a la


superioridad o inferioridad de la raza indígena. Él señala que dicha
raza no ha “degenerado” y que, por lo tanto, no tiene sentido pensar
el problema indígena en términos “étnicos”. Pero tampoco tiene
sentido pensarlo como un problema meramente “moral”. Esta visión
podría verse como lleva a su culminación, a mi entender, en la figura
de la Asociación Pro Indígena que llevaron a cabo Pedro Zulen y
Dora Mayer. En otros textos (como en Peruanicemos el
Perú) Mariátegui dará a entender que si bien los aportes y logros de
la asociación Pro Indígena no deben desestimarse, su resultado (un
fracaso) nos debe servir para aprender de que la vía “humanitaria” y
“moral” (así como tampoco puede verse como una mera
problemática “religiosa”) no puede ser suficiente para llevar a acabo
una verdadera emnacipación de la población indígena.
El concepto de que el problema del indio es un problema de
educación, aparece sufragado ni aun por un criterio estricta y
autónomamente pedagógico. La pedagogía tiene hoy más en cuenta
que nunca los factores sociales y económicos. El pedagogo moderno
sabe perfectamente que la educación no es una mera cuestión de
escuela y de métodos didácticos. El medio económico social
condiciona inexorablemente la labor del maestro. El gamonalismo es
fundamentalmente adverso a la educación del indio: su subsistencia
tiene en el mantenimiento de la ignorancia del indio el mismo interés
que en el cultivo de su alcoholismo (39).

Vemos aquí las relaciones entre base y superestructura: la educación


está condcionada por factores económicos y sociales, aunque ello no
parece implicar que esto sea totalmente mecánico y determinista. En
todo caso, Mariátegui puede mostrar cómo es que el
embrutecimiento de los indígenas por el alcoholismo no está
desligado del medio económico, así como de las relaciones sociales
que mantienen las clases que interactuan. De ahí que ni siquiera
implantando escuelas “modernas” en todos los lugares del país se
solucionaría el problema, ya que las relaciones sociales de tipo servil
(que Mariátegui considera feudales) no podrían desarrollar una
educación plena, ya que dicho grupo no estaría emancipado para
estar en relaciones asimétricas e igualitarias con los no indígenas.

La solución pedagógica, propugnada por muchos con perfecta buena


fé, está ya hasta oficialmente descartada. Los educacionistas son,
repito, los que menos pueden pensar en independizarla de la realidad
económico-social. No existe, pues, en la actualidad, sino como una
sugestión vaga e informe, de la que ningún cuerpo y ninguna doctrina
se hace responsable.

El nuevo planteamiento consiste en buscar el problema indígena en


el problema de la tierra (40).

Mientras subsista esta forma de propiedad todo intento por solucionar


el problema del indio quedará disuelto en la estéril denuncia lírica o
en la prédica oportunista e inconsciente. Terminar con el
gamonalismo, con la feudalidad, significa devolver más que tierras;
significará para la raza desposeída su rendición histórica, la
recuperación de su esencialidad moral y su auténtica integración a la
vida nacional. «La solución del problema del indio tiene que ser una
solución social» Sus realizadores deben ser los propios indios.
Por otro lado, El "gamonalismo" invalida inevitablemente toda ley
de protección a los indígenas. El hacendado, el latifundista, es un
señor feudal. Contra su autoridad, sufragada por el ambiente y el
hábito, es impotente la ley escrita. El trabajo gratuito está prohibido
por la ley y, sin embargo, el trabajo gratuito, y aun el trabajo forzado,
sobreviven en el latifundio. El juez, el subprefecto, el comisario, el
maestro, el recaudador, están enfeudados a la gran propiedad. La ley
no puede prevalecer contra los gamonales. El funcionario que se
obstinase en imponerla, sería abandonado y sacrificado por el poder
central, cerca del cual son siempre omnipotentes .
Según la crítica socialista, esta situación está vinculada con la
economía del país y no en su mecanismo administrativo, jurídico o
eclesiástico, ni en su dualidad o pluralidad de razas, ni en sus
condiciones culturales y morales. La cuestión indígena parte de
nuestra economía. Tiene sus raíces en el régimen de propiedad de
la tierra. Cualquier intento de resolverla con medidas de
administración o policía, con métodos de enseñanza o con obras de
vialidad, constituye un trabajo superficial o adjetivo, mientras subsista
la feudalidad de los "gamonales" cuyos intereses son netamente de
poder social y económico.
Con el transcurso del tiempo, con la Independencia, vino la
República, la promesa del reparto de tierras, la abolición del trabajo
gratuito. Los indígenas se unieron a esta lucha con la esperanza de
lograr mejoras con respecto a su situación, pero solo fue a medias.
La aristocracia latifundista de la Colonia conservó sus derechos
feudales bajo otros nombres. Posteriormente, el socialismo y nuevas
tendencias y movimientos políticos y sociales revaloraron
paulatinamente los derechos del indio y los gobiernos se vieron
obligados a aceptar sus puntos de vista y su participación en el
Estado.
Según Manuel González Prada, “La esencia del problema indígena
no era racial no pedagógica, sino económica y social”. Lo que el autor
quiere manifestar es que no dependía de la raza, sino que mientras
el indio sea un siervo, siempre se mantendrá en la pobreza en un
nivel social bajo, lo que manda es la superioridad, la gente a dinerada
y con poder económico de alta sociedad, en cuanto el indio siga
siempre en la servidumbre siempre será tratado de la mejor manera.
Mariátegui escribe en la última línea en “El problema del indio”: “El
nuevo planteamiento consiste en buscar el problema indígena en el
problema de la tierra.” (Pag. 90) Estamos leyendo, otra vez, una
perspectiva que tiene su raíz en la naturaleza y la tierra. Un forma de
feudalismo persistió en Perú y había creado problemas económica-
sociales en Perú. En esta lectura, Mariátegui rechaza soluciones de
los problemas del país basadas en “su mecanismo administrativo,
jurídico o eclesiástico, ni en su dualidad o pluralidad de razas, ni en
sus condiciones culturales y morales” (líneas 6-8), cosas creadas, en
mi mente, por instituciones fuera de la tierra.
Es como escribió por Martí en Nuestra América, “No hay batalla entre
la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la
naturaleza.” La “civilización” ha creado un sistema que no funciona
para todos y posiblemente es perpetuado por la “falsa erudición” de
reformas limitadas en soluciones administrativas, eclesiásticas,
educacionales, y las otras resumido por Mariátegui. La solución
sencilla, una reformación de las injusticias de la población indígena y
pobre, tiene su origen elemental en la vida y la agricultura indígena y
en la distribución de la tierra peruana. Es una reforma
fundamentalmente nativa y únicamente peruana.
En conclusión, la naturaleza de la condición del indio ha
evolucionado, aunque el nivel de pobreza y marginalidad todavía
existe en los lugares más apartados del país. Si bien es cierto el
gamonalismo no se da como antes, existe otras formas de poder
y modalidades de explotación, además de los problemas sociales:
desigualdad, discriminación, racismo e injusticia. Seamos más
solidarios con quienes más necesitan del apoyo de la sociedad, de la
educación y del Estado.

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