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La metsépolis y la vida mental por Gears Sina Georg Simmel fue uno de los grandes pensadores urbanos. No slo por sa enorme ‘apscidad pasa ceconoeer y explicie quell cosas ‘que eran propias de Ia nueva vida wrban, sino tumbien porque fue apse de presentaras de maneen sencila y penetrante. Su escenttio fue el Bedin de finales del sign XIX, uns ciudad que se siomaba cuanitstva y cualitativamente diferente 2 su predecesors; lo primeio, porque su extersin y poblaciin insugutaba una escala magne que mis tarde se valverin la norma; lo segundo, porque en su cexencia ob habitante de las cudades presensaba La manips ta vide metal (1908), su erable mis imporante y conocido, reenge ests preocepaciones, ahondando especialmente ea el fipo de incerscciones que se despliegan entre a individu y Ia sociedad, Se hipéresis rectors penpone que, tensionada por ua dima vertginoso © Imposible’ de esquivar, el urbasita comiensa 2 configueae ua spo de personalidad modern, capita, indiferente y reservado; un tipo de personalidad earacterizado por le intensifcacia de Jog esimulos nerviosos. Y Ja mirada que propose snte exe auevo escenario no es, come Veni sieno cosaumbse, desde In ecnsomia, la politica o le Biologia, sino que desele la ealtun y Ie naciente psicolngi Todo esto uelve sus seflesionss contexsuslmente relevantes; peso oi escatamos La ameripas 9 la vide mental para nesta eerie ree, ponigadlla « disposiciin de nuestros lectoes por primer vex en formam digital, no es silo por #8 valor histirieo, sino también -y especiimente- por la vigencia de Sus ideas. Es elevto que el autor aos habia desde um escenario pastes, y que las causas J efectos que dlabora pertenesen a un maco de Hiempo ya pesdido y a rates alvidado, pero wumbiéa cs demo que al trae ese tecorrda Simenel da cuenta de un fensimeno que esti en el centro de condiciin moderna, eual ¢s of encuentro violent centee el mundo interno del individuo y el mendo externo de la sociedad y les ciudades. Y eso es suiciente pasa volver a una y tsa vex. Bam version esti hasada en las tradueciones de Jean Zorsila, poblicada en Annlogia de Sacleie ‘Uren compilacién de Maio Bassols, Roberto Donoso, Alepade Massolo y Alejandro Méndez (México, UNAM, 1988), y de la versiin publica en Revita Dinusin (197), im, 2. Barcebona Bars Los problemas mis profundos de la vida moderna se derivan de la demanda que antepone el individuo, con e fin de preservar fa suconomia individualidad de su existencia, frente a las avasalladors fuerzas sociales que comprenden tanto la herenciahistrica, la cultura externa, como la técnica de [a vide, La lucha contra la naturalezn que el individuo ha desarrollado para su subsistencia corporal logra, bajo esta forma moderna, una mas de sus transformaciones. El siglo XVIE hizo un llamado para que el hombee se Uberara a. si mismo de todas las ataduras que parten del Esado, de la religiéa, de la moral y de Ia ceonomia, La natucaleza del hombe, comin a todos y originalmente buena, debe por lo tanto desasrollarse sin obsticulos. El siglo XIX aulemés de exigit una mayor libertad, demandé la especialzacin del hombre y desu trabajo de acuerdo con eriteros funcional; este proceso de especializacién hace que cada individuo se ‘wuelva incomparable a ox y que cada uno de clos se vuelva indispensable en el mayor grado posible. Sin embargo, esta especializacin hace que cada hombre dependa mis directamente de las actividades complementarias de todos los emis Nietzsche considera que el desarrollo completo del hombre esti condicionado por la sms brutal de las luehas; el socialismo, por su parte, cece en la supresion de toda competencia por esta eazén precisamente, Sea como fuere, en todas las posiciones que se han mencionado hasta ahora encontramos una misma preocupacidn bésica el que Ia persona se resista a ser supeimida y desteuida en su individualidad por cualquier razén social, politica o tecnolégica. Cualquier investizacin acerca del significado interno de la vida modlema y sus productos 0, dicho sea en otras palabras, acerca del alma de la cultura, debe buscar resolver la ecuacién que las estructuras como las metr6polis proponen entre los contenidos individuales y supraindividuales de la vida. Tal investigacién debe responder a la pregunta de cémo la personalidad se acomoda ¥ Se just alas exigencia de fa vida social. Fis georg simmet la metrépatis y la vida mental precisamente a esta pregunta a la que me abocaré en este trabajo. El tipo de individualided propio de las metrépolis tene bases socioldgicas que se definen en tomo de la intesfcactin del estinale eros, que resulta del cipido e ininteerumpida intercambio de impresiones externas e internas. Siendo el hombre un ser diferenciante, su mente se ve estimulada por el contraste entre tena impresin, momentines y aquella que la precedid. Por otra parte, as imptesiones duraderas, las que se difezenician ligeramente la vuna de la ota, as{ como las que al tomar un curso regular y habitual muestean contrastes babituales y cegulares, utilizan, por asi decir, uun grado menor de conciencia que el tumulio apresurido de impresiones inesperadas, la aglomeracién de imigenes cambiantes y la tajante discontinuidad de todo To que capta una sola mirada; conforman este conjunto, precisamente, las situaciones sicoldgicas que se obtienen en las metrépolis. Con el cruce de cada calle, con el ritmo y diversidad de las esferas econdmica, ocupacional y social, la ciudad logra un profundo contraste con la vida aldeana y rural, por fo que se refiere a los estimulos sensoriales de la vida siquica, La metrépoli requiere del hombre —en cuanto criatura que’ discierne- una cantidad de conciencia diferente de la que le extrae la vida rural. En esta idtima, tanto el reno de in vida, como squel que es propio a las imigenes sensoriales y mentales, fuye de manera mis tranquila y homoggénea y mis de acuerdo con Jos patrones establecidos. Flo explica, sobre todo, el caricter intelecrualista de la vida siquica en las metropolis, en contraposicién con et de los pueblos y pequetias ciudades, que deseansa mucho mis en elaciones _emocionales profundas. Estas ltimas relaciones estin ancladas en las capas mis profundas de la priquis y se desarrollan mis ficilmente bajo el ritmo sostenido de los hibitos ininterrumpidos. El intelecto, sin embargo, tiene su sede en las capas conscientes transparentes y altas de nuestra alma; es lo més adaptable de nuestras Tuerzas interiores, El intelecto no requiere de conmociones 0 fuertes choques intesnos para acomodarse al cambio y al contraste de fenémenos. Por su parte, la mente mis conservadora puede scomodasse al ritmo de as metrépolis sinicamente a través de este tipo de ‘experieacias emocionales. De esta manera, el ‘po metropolitano de hombre —e cual, claro esti, existe en mil y una variantes diferentes de individuo- desarrolla una especie de 6rgano protector que lo protege contra aquellas corsientes y discrepancias de su medio que amenazan con desubiearlo; en vez de actuar con ef cormzén, lo hee con el entendimientn, En esto, su conciencia superior y ef intelecto asumen la preerogetiva por encima de los sentimientas pslquicos. Por esta ran la vida smetropolitana resulta subyacente a este estado de alerta, consciente, asi como al predominio de Ja inteligencia en el hombre meteopolitano, La reaceida a los fenémenos metropolitanos se maneja con esta capacidad, que sesulta ser la menos sensible y la mis. alejada de las profundidades de Ta personalidad. Estas capacidades intelectuales propias de la vida metropolitana, desde esta perspectiva, se ven como una forma de preservar la vida Subjetiva ante el poder avasillador de la vida urbana. Estas mismas capacidades intelectuales se ramifican en miltiples direcciones y se inteyran ‘con muchisimos fenémenos discretos. La metrépoli siempre ha sido Ia sede de la economia monetaria, Es aqui donde la ‘multiplicidad y concentracién del intercambio eeondmica le otorgan a los merlios de intercambio una importancia que el volumen del comercio rural no le hubiese permitido. La economia monetaria_y el predominio del intelecto estin intrinsecamente _conectados. Ambos guardan una actcud casual especto al trato con los hombres y las cosas a tal gradlo gue, dentro de esta actinad, la justicia formal se califica muchas veces como dureza injusticada, La persona _intelectualmente sofisticada es indiferente a toda forma genuina de individualidad, dado que las relaciones que resultan de ellas no pueden ser cubiertas por las operaciones logicas, De a misma manera, la individualidad “de los fendmencs no es ‘conmensueable con el principio pecuniatio, El dinero hace referencia a lo que es comin ‘a todo; cl valor de cambio reduce toda calidad individualdad a la pregunta: geuinto cuesta? _georg simmet la metrépotisy la vida mental Todas las selaciones emocionales fatimas entre las personas estin fundadas en Ia individualidad, mientras que en las relaciones racionales el hombre es equiparable con los rimeros, comp un elemento, indiferente en si mismo, Sélo los logros objetivamente medibles resuitan de interés. Es asi como el hombre rmetropolitano juzgaa sus abastecedores ya sus clientes, a sus sivientes domésticos 7, algunas veces, aun a las personas con las que esté obligado a tener relaciones sociales, Estas ccaractesisticas de la actitud intelectual contrastan con Ia natursteza de los pequefios irculos, en los cuales el conocimiento inevitable de la individualidad necesariamente produce un tno emis cilido de comportamienta, mismo que esti mis alld de llegar a sopesar objetivamente los. servicios prestados y los recibidos, In prestacién y la contraprestacin, En a esfera de la sicologia de los grupos pequefios resulta importante considersr que, bjo condiciones primitivas, a produccién le sive al lente que orden el product, de i manera que el productory el consurnider tehcionmios y se conden La. metpol moderna, por su parte, esti abastecida casi enteramente por produccién para el mercado; esto es, pata compradores desconocidos por ‘completo, que nunca entean en el campo visual dal productor. A tavés de este anonimnato los inereses de cada purte adquiceen un caricter casual, casi despiadado, Asi, los intereses econdmicos macionalmenre ealeulados por cada pric, no necesitan tener modificacéa alguna en cl trato comercial debido a los Jmponderables propics de las selaciones personales. La economia monetaria domina la rmetripol; ha desplazado las imas supecvivencias de 'a producciéin doméstica y det trueque diecto de productos; minimiza, asimismo, la cantidad de productos hechos sobre pedido. La actud casual esti tan cobviamente inteerelacionada con Ia economia del dinero, dominante en ta metrépol, que nadie puede decir si la mentalidad intelecnalizante promovié a la economia ‘monetaria 0 5, por el contaro, fue esta dima ke que dewxmind la mentaldad intelecrulizante. Fl ipo meteopolitano de vida fs, cientamente, el suclo. mis féril para esta reciprocidad entre economia y_ mentalidad, mismo punto que documentaré citundo el juicio “del mis emineate —_historiador constitucionalista inglés: a través de todo el curso de la historia inglesa, Londres nunca ha actundo como el corizda de Inglaterra, aunque, algunas veces, haya actuado como su intelecto y siempre como su monedero. En algunos raggos__aparentemente insignficantes que yacen ea la superficie de la vida las mismas corrientes siquicas se juntan, La mente moderna se ha vuelto cada ver. mis calculadora, La exacttud en el céleulo que se da en la vida peictica de la economia monetaria corresponde al ideal de Ia ciencia sacural, a saber, [a teansportaciin del mundo aun problema aritmétieo, asi como a fijar eala parte dil mundo por medio de —férmulas matematicas. Unicamente la economia monetaria ha podido lenar tanto los dias dle tantas gentes con operaciones de calcul, peso 4 determinaciones numéricas, asf como con una reduccién de los valores cualtaivos a valores ‘cuantitativos. A través de la natualeza talevladora del dinero se ha logrado que las relaciones entre todos los elementos ‘componentes de Ia vida del hombre adquieran una _aueva precisién, una certeza en la definicién de las identidades y de las diferencias; y una falta de ambigiedad en los pcos, tratos, compromisos y contratos. Una ‘manifestacién externa de esta tendencia hacia la precision es la difusin universal de los relojes de pulsera. Estas condiciones de la vida metropolitana, en cualquier caso, son al mismo tiempo causa y efecto de este rasgo. Las relacones y los negocios del metropolitan tpieo son, usualmente, de una indole tan vatiada y compieja, que, sin la mis estrcta de las puntualdades en sus promesas y servicios toda la estructura se disolverla en un caos inextricable. Pero por encima de todo dicka necesidad esti dada por Ia integraciéa Jmperativa de un agregado muy grande de personas con intereses diferenciadas en un solo ‘organismo altamente complejo. Si tnicamente los relojes de Berlin se desineronizaran por tan sélo una hora, las comunicaciones, a vida econémica de la ciudad toda se derrumbaria parcialmente por algin tiempo. Amén que un factor meramente externo, las geandes 3

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