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La situación histórico-social venezolana actual

la identificamos de manera sintética como una crisis de hegemonía,


donde el gobierno en funciones no es capaz de convencer a sus aliados,
por más retórica que utilice y por más propaganda que envíe a los medios
de comunicación masivos.

El gobierno actual no tuvo nunca autoritas, y la legitimidad alcanzada en


las elecciones de abril del 2013 terminó de perderla en diciembre de 2015
con la severa derrota electoral de la Asamblea Nacional.

Por otro lado, no es capaz de contener la estrategia política opositora


interna, que actúa con ciertos rasgos fascistas y extremadamente
conservadores y reaccionarios, algunos de cuyos elementos comienzan
también a manifestarse en el seno del propio gobierno, al utilizar
mecanismos represivos en contra de la oposición política, como también a
quienes lo adversan dentro de las corrientes revolucionarias que apoyan
el proceso bolivariano, corrientes estas que se encuentran bien distantes
de darle un ¨cheque en blanco¨ a los continuos desatinos
gubernamentales cuya lista se hace cada vez mayor, al observar los
fenómenos de: la permanente incoherencia en la toma de decisiones, la
entrega del país a las empresas transnacionales, la inseguridad, el
desabastecimiento, la disminución de la calidad de la vida, la
incontrolable inflación de la cual el mismo gobierno es directamente
responsable dada su negligencia en atacar los problemas desde la raíz de
los mismos, y ahora en un pacto cada vez más notorio con los sectores
económicos de la burguesía nacional, no obstante el abarrotado discurso
en los cuales afinca, su lenguaje populista.

Divorcio entre el discurso, la narración y la retórica y las medidas que se


toman supuestamente para resolver los problemas cotidianos de la
mayoría de la población.

El pisotear la ya maltratada Constitución de la República Bolivariana de


Venezuela, en un desconocimiento de sus principios rectores, con la
utilización cada vez más permanente de argumentos que van más allá de
lo jurídico, con tal de mantenerse en el gobierno a costo de cualquier
violación, que por demás lo hace igualmente la mayoría que llegó a la
Asamblea Nacional a partir de las elecciones del 6 de diciembre de 2015.

Se intentan de lado y lado, violaciones sistemáticas del texto


constitucional tal de deshojar la margarita del puro poder fáctico, dejando
de lado las aspiraciones y sentimientos populares que unieron al pueblo
venezolano con la figura del Comandante Chávez, liderazgo que no ha
podido ser reemplazado dada precisamente la crisis de hegemonía que va
más allá de la incapacidad e irresponsabilidad de un gobierno que no ha
podido resolver desde su inicio los problemas urgentes que afectan la
vida cotidiana del pueblo.

Pero la historia que pretenden escribir de parte del gobierno y la


oposición, de esta última con claros tintes fascistas, no quedará resuelta
hasta que podamos resolver la crisis de hegemonía, que se agrava cada
día que pasa.

Es por ello que se requiere con urgencia sino de manera imprescindible,


la conformación de un referente político nacional que sustituya en el más
corto plazo posible, antes de que aparezcan las peores soluciones que
seguramente serán apoyadas por el gobierno de USA, y por sus activos
aliados en el contexto latinoamericano, caribeño, europeo y mundial,
como aquellas de la repetición de un Pinochet a lo bolivariano, o la
llegada al gobierno de un sector que aplicará sin duda las peores
recomendaciones de la política neoliberal que ya tomaron quienes
participaron en los gobiernos de la Cuarta República en las décadas de los
ochenta y los noventa del siglo pasado. O tal vez, la continuación del
efímero pacto que busca en parte, el actual gobierno, tratando de
mantenerse hasta no se sabe cuando aplicando de manera reiterada
acciones que solamente han agravado la situación nacional, en una línea
posterior a la desaparición física del Comandante Chávez, el 5 de marzo
del 2013.

Construcción de una referencia político social que parta de la


conformación de un nuevo bloque hegemónico, dispuesto no solamente a
defender los preceptos constitucionales actuales, sino que sea capaz de
retomar los objetivos que se había planteado el Comandante Chávez de
construir la transición a una sociedad basada en la lógica hegemónica del
trabajo, esto es, el proyecto socialista.

Las desviaciones que se observan en la situación histórico social actual,


bajo la dirección del gobierno, como la que proviene del principal partido
político, el PSUV, es haber dejado bien lejos, solamente si acaso en el
plano de la retórica vacua y fastidiosa, el discurso acerca de la
construcción de esa sociedad socialista en Venezuela.

Mientras se mantengan las condiciones materiales desfavorables para la


mayoría de la población venezolana, y la superación de la inmediatez de
esta situación, se requiere un esfuerzo adicional por elevar la consciencia
de lucha en la defensa de los derechos constitucionales, y la capacidad de
oponerse al dislate gubernamental, como al proyecto reaccionario de la
oposición política nacional.

En esa dirección reiteramos una vez más, hasta la saciedad si fuese


necesario, la necesidad de resistir con fortaleza, consolidando lo
avanzado, refundiendo el Estado, la República, el gobierno, el pueblo y la
Fuerza Armada Bolivariana, junto a las organizaciones políticas y sociales
revolucionarias, bajo un liderazgo político colectivo, como la vía necesaria
para poder construir un bloque hegemónico que permita salir del
laberinto en que nos encontramos.

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