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I ENCUENTRO IBEROAMERICANO
DE POESÍA EN GUAYAQUIL
2010
DESEMBARCO EN EL PAÍS SALVAJE
2010
COEDITORES:
ATARRAYA CARTONERA (Puerto Rico)
HASTA LA VISTA BABY CARTONERO (Chile)
SANTA MUERTE CARTONERA (México)
DISEÑO:
Nicole Cecilia Delgado
CONTENIDO
Andrés Villalba Becdach, 4
Ángel Emilio Hidalgo, 10
Antonio Correa, 13
Carlos Eduardo Jaramillo, 19
César Eduardo Carrión, 23
Cristian Avecillas, 28
Cristóbal Zapata, 31
Eduardo Espina, 34
Ernesto Carrión, 41
Héctor Hernández Montecinos, 47
Juan José Rodríguez, 51
Leopoldo María Panero, 54
Luis Carlos Mussó, 60
María De Los Ángeles Martínez, 63
Nicole Cecilia Delgado, 67
Paúl Puma, 72
Rocío Soria R., 76
Roy Sigûenza, 80
Sara Vanégas Coveña, 82
Soledad Fariña Vicuña, 85
Víctor Vimos Vimos, 88
Vladimir Herrera, 92
Wladimir Zambrano, 97
Yaxkin Melchy, 103
ANDRÉS VILLALBA BECDACH
(Quito, Ecuador)
ALCOHOLEMIA RENOVABLE
(o la posibilidad luminosa de ser un animal)
4
Llueve en la noche quiteña
la lluvia es otra celda
la lluvia es una expulsión
la lluvia no lava el sudor del pecado
la lluvia no es breve
la lluvia es aire al otro lado del cristal
la lluvia exhuma el cadáver de lo que fui
la lluvia es mi juventud perdida
la lluvia suena como cuando te vas
la lluvia carga una semilla de grillos
la lluvia da color de lágrimas a los nervios
la lluvia y su augurio de agujas en el cráneo
la lluvia y su ángel clínico
la lluvia despinta el maquillaje
de mi payaso triste en el espejo
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el acorralamiento es mi resuello:
fotografías de un pasado dilapidado
y disoluto calcinadas
en otro vaso de alcohol:
el nido del vicio se inflama
con el viento de siete noches
corroídas que arden en la sien
zumban las espinas del recuerdo
esto también pasa:
el chuchaqui tiene doble vida
es una posibilidad
de quemar el bochorno de ayer
y volver a nacer con otra cara y otra piel
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hasta ajar mis dominios:
con toda la riqueza de la embriaguez
digo que dos botellas siempre
son menos que una
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y penetra agreste como la
droga y la diarrea
gorjea en mis costillas
el látigo de lo perdido:
tantos años de fingir
enfermedades hasta
redondearme con mi colección
de pajazos secos
me desintegro en la alfombra
de otros y rebuzno cuando soy tu asno
rompiendo a dentelladas
las puertas de la crepitación interna:
las polillas se quedan
pendejas
en mis huesos
es tarde
estiro el pellejo y vomito
mi ser irresuelto
toda la noche vomito los fetos de mis ratas
y juro que hoy
descuartizaré tu silencio
del miedo
hasta ser uno de los insectos
que lamen tus huellas
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con las saetas del alba
dibujo mi ceño fruncido
la curda réproba no es suficiente
la destrucción me sosiega
exudo los calambres del alpiste
sangro y de la llaga se despliegan gacelas
que siguen bebiendo néctar
de estrellas momificadas
beben hasta el hartazgo
y engullen las raíces y cortinas
del universo
beben hasta encontrar
alcohol grado 40
dentro de las piedras
9
ÁNGEL EMILIO HIDALGO
(Guayaquil, 1973)
Esperaba volver
recorrer los mantos grises de la noche
esa estera de prisiones nómadas
que son los puentes del suburbio.
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Vivo de la noche enarbolando sus ofrendas
vertiendo el agua hospitalaria de los cuencos
sobre las pieles húmedas
de edificios encendidos de pólvora y madeja.
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el ángulo y el punto
buscando el vacío más cercano.
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ANTONIO CORREA
(Colombia, 1950)
En el Amazonas consumí
las glándulas carótidas de un sapo
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He visto a Dios
al abrir las piernas de la mujer
que suelta
humedecida
el gemido de los estrangulados
Y recuerdo la infancia
sus riberas
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granos especies y huevos en rodajas)
Camaleones caminan
por mi boca
su giro inesperado
su feroz dentellada
la ansiedad
de los hombres que lo cazan
y el pavor de ser ellos
los que terminen en el vientre del río
Trozos de pirarucú
--el que duerme
en la profundidad del río--
cocido en la leche
y el ají de la selva
Ah, la gamitana
el pez zanjado
como un cerdo
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repleto de mariscos
de la corriente
que se infiltra
en el mar dulce
más grande de la tierra
Estrella dividida
entre lo frío y lo caliente
¿No es la cocina
un ejercicio de piedad
al ser comidos por la vida?
La única utopía
una mujer que sale
y entra
En el horizonte
seres de pie
angustiados
con la mano en visera
sueltan un alambre de púas
para encerrarse en su dominio incierto
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Ciudades
tasajeadas por la velocidad
y su medida
La taberna
Hablan
se abrazan
intimidan
En la fiesta ululante
letra a letra tejo
la máscara que se ciñe a mi rostro
Y soy reconocido
en el vientre quieto de los días
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LOS LÍMITES DEL MUNDO
II
Y sus palabras
piedras revueltas con lentejas
caen a mis manos
y los ojos
se hunden en un lago de azogue
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CARLOS EDUARDO JARAMILLO
(Loja, Ecuador, 1932)
LA BALLESTA
El tiempo mata la belleza del ayer
delante de mis ojos
el tiempo tira de la ballesta
que remata
a la belleza herida
pero la mira está en mis ojos
y en mi corazón el dolor
La poderosa espalda del cazador
recoge la ballesta
sin mirar a la víctima
y sigue su espantosa cacería
los animales jóvenes
lo regresan a ver indiferentes
no le temen
lejos aún la hora en que su paso
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se doblegue o se quiebre.
El tiempo sádico se oculta en mi mirada
de animal viejo
guardián aún de la belleza muerta.
No debería nadie
morir ni envejecer
en una ciudad tan hermosa.
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DESPEDIDA DE NUEVA YORK
No regresaré a mirar atrás
cuando me vaya
bella isla de Manhhatan
para que no me alcance la maldición del amor colérico
que pende sobre las ciudades verdaderamente hermosas
para que el corazón no se me convierta
en estatua de sal.
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Jaula de cristal y hierro / caverna mágica
Donde los sueños se extravían /
Sólo la cabeza de dios tiene la llave
De todos los laberintos todas las soledades.
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CÉSAR EDUARDO CARRIÓN
(Quito, Ecuador, 1976)
PRIMERA PSICOFONÍA:
A la calavera de Yorick
2
Recuerdo que alguna vez, borracho, vomitaste en las faldas del Rey,
nuestro padre,
como un demonio que paría por la boca a los ángeles exterminadores
del Apocalipsis.
Recuerdo que aquella vez fue la única que el Rey, nuestro puto padre,
no te perdonó
por haber nacido necio, por haber nacido tonto, por haber nacido
mucho más hermoso que él.
Aquella noche de juerga intensa, amado Yorick, fue tu última función
en la corte danesa.
Al día siguiente tu cuerpo pendía hinchado y sin vida de una almena de
la Torre del Desahucio.
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“¿Sabes cuántas veces aparece la palabra Amén en la Biblia del Rey
Jorge?
¿Sabes cuántas de sus setecientas ochenta y tres mil ciento treinta y
siete palabras
hablan de la muerte y cuántas de ellas nos consuelan con la
resurrección?”:
Estas letanías, bufón de la infancia fugaz, no son mías, recuerda que tú
las pronunciabas
como un trabalenguas infinito que nos ponía a todos a dudar de tu
aspecto de duende idiota.
“Los enanos tenemos la verga más grande que el dueño del circo”,
decías al vernos así,
boquiabiertos, babeando, pensando en esa cifra imposible de la Biblia
del inglés enemigo.
A pesar de tu estatura, siempre fuiste, tú, el gran Yorick, el payaso, el
que amó a su verdugo,
como un perro de caza que aprendió a dormir en la cama de su amo y
atrofió el olfato.
¿Será que así mismo son los poetas de todos los reinos perdidos, de
todos los mares lejanos,
menudos pervertidos que enseñan a las vírgenes de las asambleas a
reírse de sí mismas
y a encontrar entre sus piernas o sus senos la condición degradante de
heredar la muerte
a quienes más se llega a amar, a quienes más se aparta de dolencias, a
los hijos?
Porque los hermanos diminutos de los parlamentarios, los poetas, los
ilustres inicuos,
como tú, como yo, mi difunto mellizo, somos cebo de políticos que
dicen que debemos
ordenar este mundo y lustrarlo con palabras que discutan de justicia
social y morales
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intachables, que se puedan vender en las calles, como anuncios de
humana integridad:
“Compre cerveza nacional, apoye a la patria; consuma cigarrillo local,
respire nación;
lea versos y novelas que reintegren al sirviente y al esclavo a los
Estados de confort;
oiga, poeta; oiga, pintor, óigame, señor artista de nuestro ilustre país,
se lo advierto:
Si no talla el rostro del poder o la miseria que produce no le erigiré
ningún monumento”.
-
Sigamos riendo, lúdico animal de pene enorme, de risa estentórea y
temeraria,
que nos condenen los que escriben para el vulgo, para el analfabeta que
nunca lo leerá;
que nos repudien también quienes escriben para el burgués, a quien la
poesía le apesta.
Sigamos escribiendo, Calavera, para los demás esqueletos de este bello
cementerio.
¿Sabes cuántas veces aparece la palabra Amén en la Biblia del Rey
Jorge?
¿Sabes cuántas de sus setecientas ochenta y tres mil ciento treinta y
siete palabras
hablan de la muerte y cuántas de ellas nos consuelan con la
resurrección?
A mí, ya no me importa cuántas veces gimió el evangelista o fornicaron
los predicadores.
Mucho menos me importará, de aquí en adelante, cuántos alguaciles
de la verdadera,
de la absoluta necesidad, me increparán por evadir con mis palabras
sus preguntas.
Gracias, cuerpo ausente, huesos pelados, carne reseca, postreros
nutrientes del gusano,
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por la libertad de no tener esperanza y por ello no deber al misterio el
sentido de mi vida.
Sigue así, tan muerto como ahora, hermano Yorick. Mañana vendrán
otros príncipes locos
a vengar la memoria de su padre infame, liquidado por la Matria puta,
por la Ley del Hombre.
TERCERA:
Sutras de la rosa marchita
Séptimo
Sobre muros de patrias gloriosas, cabalgamos maderas troyanas y
dejamos que se pudran en la playa nuestros hroes difuntos.
Su hediondez nos regala visiones al modo del viejo escribano de
Patmos.
Entonces soñamos que somos los hombres arcaicos, ami, maître Marx,
cuyas formas de comercio no se pueden reducir a las vendimias,
las bodegas y el consumo. Esta palabra primitiva de intercambio entre
los hombres y mujeres no es el trueque, sino el don y el sacrificio y la
renuncia de poder. Por eso dioses abundantes eternizan nuestras
deudas, mon ami, mon aimé professeur. Y podría decir estas cosas
soñaba en un trance inducido y perfecto a las puertas ciclópeas de
antiguas ciudades: Bagdad, Babilonia… Diré que arrojamos las teas
prendidas en las grutas donde el guano nunca ardió su pestilencia.
Alimentamos con cenizas los desiertos, con las sábanas calientes del
espanto. ¡Mon ami, mon aimé précepteur, la moneda del hombre
tieneorigen sagrado!
Noveno
Este sonido tantas veces invocado, la tormenta. En el oído
hiperestésico de los poetas que casi siempre no tienen nada que decir,
salvo la lluvia. Centellean las palabras de la infamia, de la inercia, gota
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a gota. Es un esmero secuencial, un algebraico patrón, que es
imposible pronunciar sin enredarse con la lengua balbuciente de la
infancia. Gota a gota se disuelve la memoria, entre las suaves
superficies de la stoffa. Como láminas de oro en el crisol de los joyeros,
se desploman nuestras horas: Somos cerdos de la piara en extinción, de
la animalia voluptuosa que celebra:
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CRISTIAN AVECILLAS
(Quito, Ecuador, 1977)
HOMO POETICUS
A estribor de tus manos queda el mundo
Félix Pita Rodríguez, Carta marina
HOMO NOVUS
I
Poeta,
Amo y sucesor de lo imprevisto:
Tu valor será perderte en el dolor y en el poema,
Dejarás el cuerpo atrás para escribir,
Dejarás tu fauna atrás para escribir.
II
Escribir en el regazo de las aves
El camino hacia las leyes de la hierba.
III
Y escuchar en el misterio de un mordisco
El estómago gozoso de las musas.
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IV
Y emplazar el horizonte sobre un cóccix
Donde el mar se perfecciona con la mar.
V
Y encontrar a la mujer bajo el silencio
Donde nunca se enmudecen las canciones.
VI
Y llevar a la mujer al fin del hombre,
A la ráfaga del cuerpo musical.
VII
Poeta,
Adversario de la luz y de las sombras,
Criarás en el lenguaje tu retrato Cuando ya no tengas ojos.
HOMO CONCORS
I
Tal es tu poesía:
Enfrentarte a las ideas como si fuesen seres vivos.
II
Tal es tu poesía:
Padre, el evo;
Madre, la fugacidad.
Enfrentarte a cada verso como haciendo un epitafio.
III
Copia de la hembra,
Tal es tu poesía:
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El asombro al detrimento de la boca
Y la boca al detrimento del asombro.
IV
Y en el foro de la muerte,
Tu poesía es el verdugo cuyo tajo versifica.
V
Y en el foro de los hombres,
Tu poesía es Hombre.
HOMO RIDENS
Y te dices:
Que el poema encienda lo que ayer la llama
Para que arda una mujer en el verano.
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CRISTÓBAL ZAPATA
(Cuenca, Ecuador, 1968)
NOCHE DE BRUSELAS
Cuando han levantado la manta
asaltados por la misma duda
se han quedado de pie
frente a frente, derrotados
a uno y otro lado de la cama:
El Perseguidor, demonio flamante y feroz
El Perseguido, ángel devastado.
¿Cómo tu cuerpo y el mío
asediados
cruzarán esta ardua e interminable estepa?
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ESCRITO SOBRE UN CUERPO
The blood flood is the flood of love
Sylvia Plath
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ARTE RUPESTRE
Para Isabel Dávalos
En la oscuridad primordial
un hombre y una mujer
chocan y raspan
como dos piedras ásperas
sus cuerpos.
Iluminados por el deseo
hacen la luz, la claridad.
Porque no es la Tierra
lo que el deseo alumbra
sino la bóveda del Cielo.
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EDUARDO ESPINA
(Montevideo, Uruguay)
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pensar si lo has hecho bien echada en tu leche,
rascas botón y pubertad sin fingir un consuelo
de vulva para que la nieve no vuelva, para que
la voz moribunda abunde donde la vida olvida,
moribunda y beata, pues nunca te das por oída.
Años y lunas se unen en las palabras cruzadas
haciendo las paces para que nada más ceda en
el pasado donde la felicidad pasa tan despacio.
Oh Leda dada a dar la enhorabuena, avísale al
viento viniendo del Nordeste, detén esa dicha
asidua antes de que sea ¡que tarde!, no sé para
ser qué, pues la densidad del hado va delante.
A Leda lo mismo le da no cumplir la misión,
convertida por un abismo en el dios del cual
escapará para morir parada entre escaparates.
¡Escríbete tú!, ¡interprétate tú!, le dice a Zeus
escribiendo su nombre con S, pues ni eso ahí
huido a la semejanza de las almas alcanzará a
cansarse de la inmortalidad dada al deseo por
quienes preguntan: “¿hasta cuándo?”, aunque
cuándo pueda ser cuando menos lo esperaban.
Cásate con Buda, convídalo a las babas de los
demás en más de un sentido, ¿o es que esperas
que el brillo de tu anillo se arrepienta adaptado
a los mecanismos del mínimo ánimo invisible?
Leda, después de haber probado el alma, valga
la redundancia, prueba bulímica los embutidos.
Morir a las puertas de un salame no está en sus
planes, tampoco relamerlo por tan poco dinero.
Vete Zeus, que por ella la mirada vino a nacer
cerca de esas cosas hace mucho desconocidas.
Sea todo por ahora, pero siempre puede ser ya.
Ocurre un pensamiento al no poder impedirlo,
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y si es este, en un rato será todo cuanto ocurra.
Mundo, dato del orden, día, pero antes mirada.
Denle ojos, o denle otro donde poner la visión.
Con Leda no hay quien pueda, y hasta podría
decirse, que ni siquiera la voluntad ha podido.
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Al verse reverdecida por su vestigio dijo
en lengua grossa como cada cual calcula
el eco quieto de los toros recién casados,
espera que en marzo nazca así la mirada.
Porque teme a la intemperie, se esconde
en la helada lumbre del primer pirú que
encuentra, disfruta su aftosa en privado.
Ni el sabor hablando en voz baja la hará
volver al alba donde vive con su familia,
la pesca del desayuno en los gramillares
la hallará callada, como si recién hubiera
llegado del silencio para estar más cerca
de la baqueana abriéndose la cremallera.
Pecan los pájaros, el tabú acostumbrado,
la fronda hermafrodita de la cual vienen
los años fríos, peca la oca para ser capaz
de escapar del pez espada, ¿y el hada de
la pradera cuya edad ha hado que hablar?
No peca la vaca, no le quita al eco nada,
no por mucho gritar vería su voz menos
como aquellos aullidos de Alfonsinas en
un mar de espuma muriendo escondidas.
Burdas, ebúrneas, ¡cobardes!, a bordo de
las larvas al verlas al alba bajar al tambo
tambaleándose con abolengo tarambana.
El chasquido en la cueca, la labia bestial
del chirle, carne igual a ella de noche en
casa sacudiendo la garcha del boy scout.
Con tal rulo rural más no fuera al ulular,
ella a su buey de buenos novilleos (retó
al toro por no encontrar un tordo cerca),
ella por su lágrima a la pagoda original,
longitud de la juventud cuando la vio y
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en el humo de un mundo, ninguno más.
Pezuñas y talón al lado de la lombriz al
conseguir se juntan lejos de la tangente
del genial pernil por una de las reserías,
y por la otra dándole sangre sin ganado.
La vaca en la zanja joven huele a tasajo.
Pasea su nata, un peso neto de métodos.
Nato. Nada mejor para el jagüel jugoso
debajo del ojo que por querencia es así.
Va la res a resucitar la música hermosa,
el mundo cuyo mu muere mucho mejor.
Entre las rachas del choripán ha de huir
al quedar desenredada con cada ángulo
de lóbrega desabrigando a las brigadas.
A fin de cuentas, jaló paja el areópago
por atraer lograda la gravedad al pago.
Qué habría sido de las ubres, del árbol
ordeñado cuya duración ¡daba órdenes!
Con la chiripa podría haber venido una
idea a separar las taperas del buen butiá.
Nada queda sino chingolo para la culpa,
¿y hoy mientras traen los charques, qué?
Queda el cuervo sin perderse la ocasión.
Los nombres, puestos a ver en el viento
entienden desde cuándo todo es tiempo.
Es habla para no seguir sola, es silencio,
obra, briznas de curtiembres o mas bien
ha de ser la visibilidad que habrá salido,
el gavilán aéreo cuando vencedor debió
ver a la vida vestida de vaca y al ombú
contento ante el entrevero abroquelado.
Ha de ser por si alguien lo supiera decir,
una cola para sentir la estatura colmada;
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en medio, la mirada del aire decide huir.
Un paisaje de ojos entre trémulos rabos
donde tu voz abandona al bosque vacío.
Y además digo por si alguien le interesa.
El olvido tendrá idioma para decir, solo
el agua abrirá la boca en caso contrario:
¿sabrá la palabra dónde dejar de pensar?
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haría hace un buen rato por ser tan de repente
ni tan buen ciego para la Sor, también Él azor.
Mira cuánto ímpetu ha perdido, o mira cuánto
de todo esto dejaríase mirar en hora, ahora ya.
No se veía nada pero ahora se ve menos, años
de no verse, de bañarse en guarismos a ciegas.
Entonces igual a ella será la mirada en aras de
tal lectura cuando la voz alivia y ve la primera
palabra: eso es ver, esto es el sentido siguiente.
Frases, refranes y no dejes el alma para mañana
añadida a los días del diablo hablándole al alba.
¡Juana anda dando al destino un ánade desnudo!
Para otra será su aire, para el lar la edad debida.
¿Cuál de entre todas las que tienen aun tiempo?
¿Edad de las que mueren mal al menor intento?
Allí va, viendo al viento tocar a la bestia estival
tan bien enviada por quienes aman las imágenes
pero temen al semen, al menor momento posible.
Siempre ha sido lo mismo, pero ahora lo es más.
Anda el mundo para que le den alguna respuesta,
anda en dato de adorno, dadas las circunstancias.
Caza la cima, si tanto le daba la luz como llegar,
porque ha llegado: comienza con apariencia, en
la misma persona la sorpresa cambia de hábitos.
Mínimo de nombre visible, el que Berkeley vio
y no este de ahora que a nada al nacer pertenece,
mundo para inclinar a la chancleta la bataclana.
Está frío, en la ingle clama por algo menos ahí.
Mundo, o da lo mismo pues en inglés es world.
Cuando empiece a ser menos, alguien lo sabrá.
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ERNESTO CARRIÓN
(Guayaquil, Ecuador, 1977)
Es autor del libro La muerte de Caín, cuarteto formado por los poemarios:
El Libro de la Desobediencia, Carni vale, Labor del Extraviado y La Bestia
Vencida (CCE, 2007), que es, a su vez, el primer volumen de una trilogía
única titulada: Ø. Del quinteto Los duelos de una cabeza sin
mundo,volumen siguiente,han aparecido hasta el momento: Fundación de
la niebla (Cascahuesos editores, Arequipa, 2010) y Demonia Factory
(Zignos, Lima, 2007/ Eskeletra, Quito, 2008/ Limón Partido, México
D.F., 2009). Además ha publicado: Toma esta cabeza mestiza por donde
rodará un dios judío (Santa Muerte cartonera, México D.F., 2008), Bóveda
66. Friso para arruinar la historia (Matapalo cartonera, Riobamba, 2010)
y Ghetto Americano (Catafixia editores, Guatemala, 2010). Preparó
también el libro Identidades a Plazo [Recopilación de textos de pacientes del
Hospital Psiquiátrico Lorenzo Ponce] (CCE, 2008). En colaboración con
el poeta peruano Maurizio Medo ha trabajado los libros: Contramano y
Álbum de arena (Consulado del Perú en Guayaquil, 2008). Ha sido
Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2002), Premio
Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín (2007), Premio Nacional
de Poesía Jorge Carrera Andrade (2008), Finalista del II Certamen
Hispanoamericano de Poesía Festival de la Lira (2009) y Becario del
Fonca y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el
Desarrollo (2009).
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boxeo. Cabeza detrás de mi mirada como una cabra. Huyendo para
saber de ti. Durmiendo para saber de ti. Buscando sobre las estrellas tu
mano flotando como un caucho de pronto enrojecido. El caucho que
nos vuelve óxido e invernadero. En fin: cabeza que no duerme en su
cabeza para sentirse viva.
2.
tantas veces -cabeza- te encontré buscando en las estrellas tus
dominios. En los cajones de arena. En las semanas que se estrechan
sobre los caballos. Pero aún tú y yo no conocemos nada de este
mundo: esa pata vegetal que desespera en ríos más largos que nuestro
cuerpo. Ni nosotros nos conocemos. Compañeros de túnel. No hemos
oído el propio llanto, visto el propio llanto, o llorado como los
mastodontes que vuelven sobre otras tierras y tocan con sus hocicos
los marfiles muertos. Debajo de mi edad, sólo hay metal en llamas
desplomando una selva virgen. Encima, por supuesto, un cielo
cromado donde te arrojo –cabeza- para saber de mí. Para encontrarme
un nombre.
3.
¿es un cabello un río? ¿un río es un rasgo interminable como un
hombre? ¿un hombre es acaso este aire que se agita levemente en tu
hueco como en una quena?
¿qué es un hombre?
4.
ya no recuerdo el día en que empezamos a volvernos este pellejo. Lo
que quiere decir un jardín. Lo que quiere decir desmesura, echándose
a dormir, desconsoladamente. Una estación, dos estaciones, tres
estaciones, cuatro estaciones te he apretado –cabeza- para saber de mí.
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He tratado de exprimir toda esa suma de luz: imágenes y ruidos que
logran empujarse hasta mis pesadillas. Más tú no quieres que te hable.
¿Qué es lo que te detiene? ¿Lo que me deja aquí esperando con tu
rostro sumergido en mis propias manos? ¿Aprendes acaso a leer
nuestros errores? ¿A leer a los muertos? ¿Aprendes acaso algo? ¿Qué
aprendes? Y si es así ¿por qué no lo compartes -cabeza-?
yo aún no soy nadie detrás de cada flota de preguntas por las que viajo
al vacío.
5.
y tú no quieres oírme y yo no quiero escucharte respirando. Pero esta
es nuestra tierra: Calandria en coma. Avanzamos a tientas sin
comprender lo que hacemos. Arden nuestros pasos. Caen nuestros
ojos como cometas deshilachadas entre caña brillante. Dame un
poema negro. Nadie nos toma la mano. Los perros se retratan por sus
orificios geométricos. Se forjan en la gula. Mira cómo se dirigen hacia
la corriente. Nosotros no. Nadie toma esta mano. Dame un poema
negro. No quiero levantarme, día tras día, pensando por nosotros.
Dame un poema negro. He visto sobre una pantalla una mujer de
cabellos tostados como pelaje de zorro. Ella ha de ser mi amor. Quien
detenga algún día está forma de buscarme en ti. De hablarnos tanto.
Decoloración de la piedra. Ella vive en un tiempo distinto: laguna
donde la perdiz cruje despacio. Calandria en coma. Dame un poema
negro. Dame un poema negro y no midas el paso.
6.
odio despertar junto a ti y odio tus sueños –cabeza-.
soy solo feliz cuando has bebido tanto y tanto que no recuerdas mi
nombre: un ataúd, que cargas en silencio, lleno de fantasmas.
43
7.
¿quién velará por nosotros cabeza empujada al mar para sentirse
pedazo de este universo? ¿Quién dirá qué no fuimos, o lo que fuiste tú
y jamás comprendí? Esqueletos de pequeños peces liman nuestras uñas
sobre la arena entera. Aquí no habrá silencio (al menos entre nosotros
nunca). Tamiz natal. No quieres soltar este excesivo equipaje de
culpas que soy yo. Cuando la luz levanta sus redes con las manos del
viento; y el pescador no existe, pero seguimos. Como tu bufido que se
borra cuando lo pienso. Como mi voz que se borra cuando tú bufas.
Dialecto marsupial. Te acuesto sobre la arena -cabeza mojada en
aceites erizados-. Te aplasto sobre la arena sin saber qué soy.
8.
la nube que pasa debe ser una enfermedad porque dura una mañana
completa. Me abrazo a mí mismo por largas horas. En las axilas hay un
espacio para morir. En mi pecho no habita ningún mono, ningún
alacrán. En mi pecho: un pilo de hojas secas, un hambre, un callejón
chueco-oscuro, una floresta de mármol de una pecerita abandonada.
Llegamos al día -cabeza que simulas tu entusiasmo- en que los insectos
luminosos se tornan nuestros mejores letreros. Disfrútalo. Tu bufido
debe durar toda una vida. Nuestro talento ha sido soltar la orina sobre
cualquier cordillera. Cruzar los dedos. Yo me quiero largar. Yo no
comprendo nada de lo que dices, de lo que haces. Mas no me asegura
tu muerte mi piel sellada. Yo me quiero largar. Dejar de correr un día
contra mí mismo.
9.
tengo miedo en las noches, en las mañanas y me aferro al poema. Pero
el poema no existe -como yo-. Pienso entonces en el rostro, confitado
de cadáver, de la mujer que miré sobre una pantalla. Ella se desnuda y
desaparece, provechosamente. Nuestra armonía reposa en la distancia
que acumulemos como retratos. Torno a mi cabeza. A su crimen
futuro encerrado en las fórmulas del piano. Un árbol busca otro árbol y
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corren a incrustarse, por última vez, en mis palmas abiertas. Ya nada
brota de ellas o casi nada. Un espejismo sonámbulo: el poema. Un
arañazo en la piedra. Otra muerte incompleta: el poema. Se abre la
posibilidad de cerrar mis palmas. Ya no pregunto nada. Ya no me
interesa -cabeza- me cuentes a dónde vamos, ni por qué estamos aquí,
ni lo que haremos con esta boca llena de grillos. Te sigo. Acepto el
deterioro. Permito entonces tu entrada en esta escena:
10.
(voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para encontrar mi cuerpo
Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para ubicar el territorio desde
el que escribo (a medias) Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para
saber a dónde dirigirme Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para
acordarme de todo lo que una vez amé Voy a trazar un círculo sobre mi
cuerpo para alumbrar mi nombre Voy a trazar un círculo sobre mi
cuerpo para palpar las montañas donde olvidé a mis dioses Voy a trazar
un círculo sobre mi cuerpo para escarbar el sitio donde elevé mi casa
Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para saber de qué color es la
tristeza) [1]
11.
en los nidos flota el crimen completo. Hago sombra ahora donde me
da la gana. Juego con este peso de la muerte, si es que existe. Maciza
soledad la de entregar unas palabras lisiadas para el placer de otros. Ya
no enmaraña esta cabeza; la dejo más bien correr hacia una edad
diferente donde, paraje tras paraje, su destino sea el repaso verdadero.
Soplo sobre mis manos. Trepo una cuesta que brilla. Todo lo que
parece reflejo creemos nuestro. ¿Es esta la vanidad o es esta la única
forma de sentirnos vivos? Avanzo. Muevo el triángulo del talón. Agito
la tela del cielo. Las flores parecen llamas que hunden sus narices
contra los tallos. En sus raíces también anida el crimen completo. Lo sé
muy bien. Pero no me detiene nada. Mi cabeza está en su puesto
45
haciendo sombra. Girando suavemente como en una estaca. Llego
hasta un arroyo a mirarme por primera vez:
12.
soy lo que queda escrito sobre papel mojado no des la vuelta
___________________________________________________
[1] bajo los jeroglíficos que pinta un indio sobre los cuerpos vuelve la jungla:
nadie soy yo/ nadie soy yo/ Nadie/
46
HÉCTOR HERNÁNDEZ
MONTECINOS
(Santiago, Chile, 1979)
LA PRIMERA NOCHE
Cuando lees este poema
eres parte de él,
es cierto.
Sonríes y no me crees
de que estás aquí
47
en este papel en blanco,
en esta fotografía en movimiento
e invertida.
48
ZIBAR
Dos chicos se abrazan
y tienen ganas de caerse
uno dentro del otro;
ninguno quiere llegar a casa
porque ellos mismos son su casa.
UN CONSEJO AMIGO
Yo también me miré en esos espejismos
la juventud era tersa, suave
como la piel cálida de la noche
pero se acabó en un par de horas
y la belleza era el océano que atrae
a los cuerpos hermosos
que una vez muertos devolvió con indiferencia.
49
El mundo está vacío
como el infierno y el cielo,
no busques más allá.
Buscar el placer
no es lo mismo que huir del dolor.
Despierta, despierta en ti
sigue las nubes negras
no sólo las blancas y radiantes
y sentirás la lluvia en tu rostro
te hará feliz
porque serán todas tus lágrimas
de tu vida
en un charco
que mañana en la mañana
ya no existirá.
50
JUAN JOSÉ RODRÍGUEZ
Nació en Ambato, Ecuador, en 1979. Estudió Literatura y Periodismo en
Quito, e hizo cursos de traducción en Madrid. Ha publicado Los rastros
(2006) y Viaje a la mansedumbre (2009), Barrido de campo (2010).
También ha sido incluido en antologías como Poesía de Ecuador (Madrid,
2009), Antología Ecuador-Perú (Lima, 2009), Álbum de arena (Guayaquil,
2008), El Vértigo de los aires. Poesía latinoamericana 1974-1985 (México,
2007). Sus poemas constan en revistas virtuales e impresas como Viento
en vela de México, Sol negro de Perú, País secreto de Ecuador y Bigsur de
Argentina. También ha publicado varios ensayos sobre poesía ecuatoriana
e hispanoamericana; y como traductor el libro Una cosa natural. 29 poetas
norteamericanos (Quito, 2009). Actualmente forma parte del comité
editorial de la revista de poesía Ruido Blanco, y en 2007 obtuvo el III
Premio Internacional de poesía joven La Garúa.
EGON SCHIELE
Mujer sentada con la pierna izquierda levantada, 1910.
51
fractura de la nave del cuerpo, hasta los pies disueltos en el tan vacío
pajizo de la tierra.
CANCIÓN DE AUTOR
En la Iglesia Evangélica de la Eternidad, 2008
I
En el viento de los eucaliptos, el agonizante no morirá lejos de mis ojos
sin mirada. Extintos. La calle de los largos delirios me conduce a la
iglesia de la tierra sin mundo. Allí el pastor bendice sillas de comedor,
perdices pardas (las negras son diabólicas). Pongo –para él- un
desierto. Un desierto en forma de mirada: polvo y rostro de niños
perdidos bajo las máquinas de coser. Agónicas. Agónicas.
II
Observo que el pastor nunca tocó este encefalograma con la esquina de
la estrella capturada por los pilotos jubilados. Tampoco el alma subió a
las máquinas de coser sin despreciar mi risa. Esconderse en el armario
donde el señor no pudo encontrarte. Te doblaste. Con mis dedos,
huraña soldadesca, impedí su entrada a un cielo de tres paredes y
esquina lateral de sombra y otra esquina y otra y otra. Mi cuerpo fue la
desnudez repantigada, impasible.
III
Antes que nada, mi cuerpo es un cajón de nervios, un sistema nervioso
de cajones. El pastor coloca su pastilla bajo mi lengua (Zoloft, Neuril,
Lyrica): el reino de los cielos está cerca en mí. No quiero morir, pero
quiero. La muchacha con ojos de ciervo pule los huesos de mis
vértebras. Me arrodillo junto a su zapato y anudo sus cordones. El
rostro de María Magdalena tintinea en su zapato reluciente.
52
IV
Mantel vacío son las estrellas domésticas sobre la mesa del bar donde
mi rostro es cada peleador lampiño que me cuenta su error sin
esquinas. Mi nombre escrito con todas los límites, con cada error
fundido en acero. Afuera, un hombre cuelga sus pancartas de la Biblia:
No entres a esta cabeza perdonada de sus pecados. Sólo estos huesos
tienen una extraña solidez para el llanto.
V
En su iglesia vestida con cielos de polietileno, el pastor sueña perros:
animales que sufran en los ángulos. El agonizante canta lejos del
mundo, llorando en un muro de agua. Sueña fuelles y autómatas: las
máquinas aman mejor que la luz, diría. El cromosoma del dolor no
tiene origen, pero no creas que el cielo es sólo deformidad oscura. Las
aves serán profecía de otra cosa. Una vez más. Otra cosa. Siempre.
II
Bam. El ojo ve muertos. No ve la muerte: procesos industriales, tejidos
metabólicos del silencio. Bam. La muerte es una pulserita folklórica.
Bam. El arco de estrellas, el carcaj de un día desesperado, de un grito
abolido en la pared (noir) de la noche (noir) o la velocidad (noir) de
los mundos golpeados, de las muchedumbres en la puerta donde un
niño no sabe a dónde ir, donde no sabe.
53
LEOPOLDO MARÍA PANERO
(España, 1948)
54
violar por el alud de las miradas de otros, y
llorando, llorando frágilmente por la luz.
Tengo a un niño solo entre muchos, as
a beaten dog beneath the hail, bajo la lluvia, bajo
el terror de la lluvia que llora, y llora,
hoy por todos, mientras
el sol se oculta para dejar matar, y viene
a la noche de todos el niño asesino
a llorar de no se sabe por qué, de no saber hacerlo
de no saber sino tan sólo ahora
por qué y cómo matar, bajo la lluvia entera,
con el rostro perdido y el cabello demente
hambrientos, llenos de sed, de ganas
de aire, de soplar globos como antes era, fue
la vida un día antes
de que allí en la alcoba de
los padres perdiéramos la luz.
de Last night together, 1980
GLOSA A UN EPITAFIO
(carta al padre)
And fish to catch regeneration
Samuel Butler, Pescador de muertos
55
que lucha con su sombra en el espejo-solos,
caídos frente a él y viendo
detrás del cristal la vida como lluvia, tras del cristal
asombrados
por los demás, por aquellos-Vous etes combien? que nos
sobreviven
y dicen conocernos, y nos llaman
por nuestro nombre grotesco, ¡ah el sórdido, el
viscoso templo de lo humano!
Y sin embargo
solos los dos, y unidos por el frío
que apenas roza brillante envoltura
solos los dos en esta pausa
eterna del tiempo que nada sabe ni quiere, pero dura
como la piedra, solos los dos, y amándonos
sobre el lecho de la pausa, como se aman
los muertos
«amó», dijiste, autorizado por la muerte
porque sabías de ti como de una tercera persona
bebió dijiste, porque Dios estaba (Pound dixit)
en tu vaso de whiski
amo bebió, dijiste, pero ahora espera
¿espera? y en efecto la resurrección
desde un cristal inválido te avisa
que con armas nuestra muerte florece
para ti que sólo
sabías de la muerte. Aquí
¿debajo o por encima?
de esta piedra
tú que doraste la sobrenatural dureza y el
dolor sobrenatural de los edificios desnudos
¿en qué perspectiva
-dime- acoger la muerte?
56
en la mesa de disección
tú que danzaste
enloquecido en la plaza desierta
tropezando
hiriéndote las manos en el trapecio del silencio
en pie contra las hojas muertas que
se adherían a tu cuerpo, y contra la hiedra que tapaba
obsesivamente tu boca hinchada de borracho,
danzas, danzaste
sin espacio, caído, pero
no quiero errar en la mitología
de ese nombre del padre que a todos nos falta,
porque somos tan sólo hermanos de una invasión de lo imposible
y tus pasos repiten el eco de los míos en un largo
corredor donde
retrocedo infatigable, sin
jamás moverme
¡ah los hermanos, los hermanos invisibles
que florecen,
en el Terror! ¡Ah los hermanos, los hermanos que se defienden
inútilmente de la luz del mundo con las manos,
que se guardan del mundo por el Miedo, y cultivan en la
sombra
de su huerto nefasto la amenaza de lo eterno, en
el ruin mundo de los vivos! ¡Ah los hermanos,
Y el ave,
el ave que vuela sobre el mundo en llamas, diciendo sólo
a los mortales que se agitan debajo, diciendo
sólo: ABISMO, ABISMO!
Abismo, sí, tibia guarida
de nuestro amor de hermanos, padre.
¡Pero tan solos!
¡Tan solos! Fantasmas que hace visible la hiedra
57
-como hiedramerlín como niñadecabezacortada como
mujermurciélago la niña que ya es árbol-
crecen hojas
en la foto, y un florecer te arranca
de los labios caníbales de nuestra madre Muerte, madre
de nuestro rezo
florecen los muertos florecen
unidos acaso por el sudor helado
muerto de muchas cabezas hambrientas de los vivos
te esperamos ave, ave nacida
de la cabeza que explotó al crepúsculo
ave dibujada en la piedra y llena
de lo posible de la dulzura, de su sabor
ajeno que es más que la vida, de su crueldad
que es más que la vida
¡ira
de la piedra, ira que a la realidad insulta,
que apalea
a la cabaña torpe de la mentira con verbos
que no son, resplandecen, ira
suprema de lo mudo!
(te esperamos
en la delgada orilla de lo que cae, en el prado
nocturno que atraviesan lentos
los elefantes
percibís el frío
la
conspiración de las algas,
gelatina, escamas, mano
que sobresale de la tumba
manos que surgen de la tierra como tallos
surcos arados por la muerte,
cabezas de ahorcados que echan flor:
58
decapitados que dialogan
a la luz decreciente de las velas,
¡oh quién nos traerá la rima
la música, el sonido que rompa la campana
de la asfixia, y el cristal borroso
de lo posible, la música del beso!
De ese beso, final, padre, en
que
desaparezcan
de un soplo nuestras sombras, para
asidos de ese metro imposible y feroz, quedarnos
a salvo de los hombres para siempre,
solos yo y tú mi amada
de Teoría, 1973
59
LUIS CARLOS MUSSÓ
(Guayaquil, Ecuador, 1970)
AJEDREZ
64 escaques, un tablero. Tú de ébano ciego, yo de hueso-color. Te
mueves en todas direcciones, pero tu abalorio recibe mi agujazo de
hormigas. Los cuadros han medido tu silencio con un toque de
incienso entre tus rodillas; y el peón adivina su salto diminuto sobre el
tablero (PxT). Tus torres se desladrillan en la diagonal de su cruz
cuando entro en tu mezquita de rodillas (PxA): aves de plumaje sin
colores vuelan sobre el alfil mientras el caballo en celo revienta su
casco de marfil en el coito de las laderas en ele, en forma de ele (PxC).
Poco falta para el sangrado del cielo aunque lucho y venzo en el
enroque (0-0-0). Son míos el susurro de los espacios, ese jardín
60
incauto, el surco obediente de la espalda. El empeine de tu pie, a solo
un casillero de mi lengua ofidia (PxP4R). Culpas a la almohada de tus
dolores –te ensañas con ella a mordiscos y lametones-. Pero no has
caído en cuenta: somos ya un monstruo de doble espalda con fuegos
de sal en el núcleo (P5D+).
Cojea nuestro aliento en este juego de reyes. Mi ariete embiste/
barrena las carnes/ incursiona en la memoria/ se duele en ti/ nos
inunda pues tu saliva lo festeja y lo corona –peón por reina-. El surco
está abierto para las tablas: nadie sabe de quién es la victoria (PxR++).
Nadie sabe de quién, el jaque mate.
Gamma
En mi sexo, un cernícalo herido que en medio de su vuelo deja escapar
un llanto descarado para la fácil nostalgia. En mi cielo, un pantano de
aguas temerosas y entre sus ondas, siete astros que aligeran la maleza.
Veo siete veces el cadáver de la bestia aun cuando sostengo en mi
mano tu quijada. Siete desfiladeros testigos de la mutilación del
nombre. Y en mi cráneo, una fiesta de insectos. La crepitación de los
lugares donde se alojan tus íconos. Y tus imágenes. Y tu voz.
61
Omega
Veo un gamo a través de mis persianas. Un gamo que retoza entre tus
brazos y que me hace estar seguro de que lloverá antes de Hoy. Y una
diminuta muerte, con su canto biselado, levanta vueltas. Acecha con
una reyerta diseminada.
En los arenales de la memoria, el gamo desea la frescura del helecho.
Su marcha sepia desciende como cadena de negruras. Y el follaje es
escaso. Y baja es la Edad del Germen Verde que brota de la tierra.
Lejano el propósito de la pastura. Y en el sueño, se ha investido una
asamblea de cigarras. Parece que solo se ha aplazado el instante para
hundir el rostro en el Placer. Pero el mundo danza. Y hay un gamo que
está lejos de él.
62
MARÍA DE LOS ÁNGELES
MARTÍNEZ
(Cuenca, Ecuador, 1980)
TRECE
(de Subcielo)
Estoy lejos…
tan lejos
que a veces no me alcanzo.
63
¿Qué esperabas oír de mí?
LAMENTABLE X
(de Trozos de Vidrio)
64
no aguanta más la farsa.
DíA D M.
(Inédito de Juntahemisferios)
65
Ni los perros parecen vivos.
El murmullo de un llanto
sube a mi ventana de quinto piso,
el llanto tiene miedo de ser oído.
Sólo tú debes estar
a salvo,
en un calor glam
con tu alegría febril,
junto a la muñeca
desinflable de tu novia;
cómodo en un bar
que nadie más conoce.
66
NICOLE CECILIA DELGADO
(San Juan, Puerto Rico, 1980)
HILOS
ellos se recuestan de las paredes de los cuartos
a resolver el mundo
con un vaso en la mano y en la otra
el gesto definitivo y tajante que resume
la totalidad de la Historia (que conocen)
y de pronto
se descubren en la boca un zigurat
hay tierra ancestral en la suciedad del cuello
67
en los días más urbanos
hablan
su blabhblah cita nombres que demuestran
que han pasado muchas horas leyendo los periódicos
y pocas ensartando hilos
AÑOSLUZ
(fragmentos)
68
formalismo ruso
negritud dadá
tráfico oral de historias
encrucijada voraz tensando los extremos
69
me importa la cuenta de los días
el futuro empieza a vislumbrarse
cerca
tan cerca
nos besamos
tiembla
la lengua del futuro
híbrida y veloz
70
ciudad tiniebla
ciudad penumbra
de noche todas las ciudades se parecen
ciudad de guatemala enrosca los silencios
se incendia de colores vertebrados
la historia universal
tiene los bolsillos rotos
fechas en fuga
tachoneando la comisura de todos los abusos
PEREZAS
para Hugo
VIOLENCIAS COTIDIANAS
anoche tuve ganas de matar a todo el mundo
hoy tengo ganas de matar sólo a unos pocos
71
PAÚL PUMA
(Quito, Ecuador, 1975)
Ayer
me estaba acordando
de que ya no me acuerdo
dónde diablos acordamos la huida
y el agravio.
Quizás el tiempo
no se acordó de nosotros.
Claudicamos
en tratados de rosas
donde nada era cuerdo.
72
por tu deceso metafórico
mi amor.
Yo te lo digo, Rimbaud,
con el que soy, en la mano,
¡odiamos tu partida!
Engendro.
Espera.
Y.
No dejes de llamarme
en los desvelos de la noche,
perro viejo,
tu palabra
alguna vez
tendrá mi voz…
73
Y ahora ámame mujer,
que esta molécula y su incólume esperanza
no gima,
que no llore de mi Arthur,
que no ansíe de mi Arthur,
la vida.
Verlaine
(+)
Entre ángeles,
Hálitos de sangre,
Toneladas de sudor.
(-)
74
nos escriba
entre el sonido del deseo
y el destrozo.
Rimbaud
75
ROCÍO SORIA R.
(Quito, Ecuador, 1979)
1
Isadorabellamorte,
hay un dejo de angustia en las partidas,
como un ojo de agua en mi boca por donde se vierten los adioses,
ojo de miedo atávico, abierto en la cara como un bostezo.
miedo connatural,
parco,
mimetizado.
Isadorabellamorte,
las frutas bajo la tierra enmudecen,
sus hilos,
sus decúbitos,
sus úlceras,
sus azucenas,
sus trances casuales,
sus gestos al filo del ángelus.
Isadorabellamorte,
76
tu vientre templo sepulcro de los dioses.
Isadorabellamorte,
el recuerdo es el vicio de los solos,
la hora suprema del estertor no es suficiente
también están los recuerdos
sus magras presencias sobre los objetos,
sus músicas revoloteando en los cajones.
polvillo impalpable,
mano inasible,
2
Finge un descuido para que la cuchilla siga hasta el final
-no es cualquier argucia esta-.
Es el final y el inicio.
77
Es el final y el inicio
3
Coloca una servilleta en el cuello del enfermo,
le acerca el hielo,
deja que algunas gotas rueden al fondo de su crujido con la torpeza de
las cosas insubstanciales,
con la astucia de quien sobrevive pero para hacerlo ha requerido
tropezarse
con sus propias sombras
o atorarse con su propia saliva.
Llama a su madre,
78
busca la oreja del enfermo para susurrarle algo
pero lo ha olvidado en el preciso instante
con la torpeza de las cosas insubstanciales
Gime
como si no fuera suficiente con la orquesta de quejas del enfermo,
como si no fuera suficiente con el silencio invertebrado del enfermo.
79
ROY SIGÛENZA
(Portovelo, El Oro, Ecuador)
lo que lo nombra.
80
CINERARIA
ábranme el corazón y recojan sus frutos los sedientos
llanto
81
SARA VANÉGAS COVEÑA
(Cuenca, Ecuador)
EXILIO
vienes del otro lado de las aguas tras
la huella pavorosa
de un adolescente muerto
para amar su ceniza
vienes, hermano mío, a refugiarte
en el antiguo misterio de la tarde
y el bosque en llamas te devuelve una vez
más su rota cabellera
82
POEMA 7
escupo tu nombre en el agua
mientras la noche lanza sus escorpiones sobre mi corazón
averiado y cobarde
la luna cada vez más alta
el aire en llamas
y el agua...
el agua que envenena mis labios
INÚTIL
inútil la espera y la esperanza
inútil la carcajada roja
de la tarde
demasiado tarde para recuperar el anillo
plateado de su risa
la gaviota sin cuerpo
que cruzó mi espalda a la mañana
y se perdió por siempre
en la arruga impiadosa de los días
POEMA
te hamacas a media tarde sobre mi mirada amante
me sonríes
y hay un río de miel entre tus labios ávidos
convoco las campanas los tréboles los mares
83
y voy hacia ti cantando
pero la tarde hace un paréntesis maldito
y me lanza de bruces a la realidad:
este solo poema
DESTINO
¿y si un día amanecieran las calles todas con candado?
¿y si los árboles no cesaran de crecer contra un cielo verde?
TU VOZ
tu voz ya es una con las roncas voces del océano
lejos muy lejos lo que fue tu agonía y tu placer. te
vas. firme y voluptuosa y leve. ya otra. ya tú
misma. ya sólo deseo y agua.
divina sombra:
ya olvido
BAÑO
lentamente se desnuda
84
SOLEDAD FARIÑA VICUÑA
(Antofagasta, Chile, 1943)
85
Quedó el aire de mi boca soplando
las cumbres azules de la tarde
86
tengo un pequeño caracol petrificado
en mi base
Entre junturas
me ha crecido la hierba
y estoy irregular
en mis pisadas
a los pájaros
87
VÍCTOR VIMOS VIMOS
(Riobamba, Ecuador, 1985)
EL FIN
Valenka, hija de las mil leches, cabeza de serpiente enroscada en mis
arterias, donde andará ahora la lluvia de tus muslos que caía en mi
mano, la cálida sensación de abrigo que traían tus piernas, y esa
posibilidad misteriosa de rasgarte la espalda con mis dientes. Valenka,
burbuja de agua sucia, pedazo de marihuana humeando en mi boca,
lágrimas de mentol chino para disimular tu maldad. Olor de hoteles
traías en la espalda, pedazos de jabón barato colgaban de tu cuello
queriendo borrar la pestilencia de otras pieles que te ensuciaron la
sangre mi Valenka, muchachita de pétalos hirientes, perrita de callejón
refinado, me andabas tirando tus labios como astillas de huesos en las
88
encías, me dejabas el olor de tus entrañas debajo de las uñas, detrás de
las orejas y en las malditas palabras con las que trataba de romperte,
Valenka veneno podrido, no has parado de salpicarme tu moho en el
corazón y sin embargo por vos he puesto mis manos sobre una braza,
he olvidado mi nombre, y me he partido los puños contra todos los
muros de esta ciudad, contra todas las bocas de esta ciudad, contra
todos los rostros de esta mísera ciudad, Valenka, insecta homicida,
pedazo de lápiz para escribir el sol, caballa gris, porque no dejas de
morderme los sueños, de romperme el rostro en los espejos, detén tu
paso un momento en alguna esquina, quédate escuchando mi locura de
rata encerrada en tus zapatos, Valenka, pezones encendidos al galope
de mi lengua, las últimas palabras tuyas las guarde en el fondo de una
botella, siempre la ando llenando de alcohol para que no se pudran,
para que no se mueran, Valenka, rostro de ángel enfermo con las alas
quebradas para descender al infierno, a tu infierno que es una cama
gigante donde no caben los aullidos, una jaula en llamas para colgar
mis viseras, y las viseras de tantos otros que dejaron en tus hombros su
saliva, Valenka, te dibujo en el aire en medio de la noche, tu nariz de
terciopelo, la cascada de pirañas que nace en tu cuello, el dedal del
ombligo donde apagas los cigarros, Valenka, la sal de tu entrepierna,
tu entrepierna, lo que habita dentro de ella, ese desesperante latido de
túnel, ese pedazo de ventana por donde degollar la vida, y al darte la
vuelta el otro cielo ennegrecido, el pasillo oculto que es solo mío, mío,
mío, como la espuma que arrojo por la boca mientras te nombro,
Valenka, muñequita de navajas, enjambre de balas persiguiendo mi
cabeza…
EL ORIGEN
Imito a la ciudad en su inmundicia, en su ocaso, en su pobre suerte de
reptil desvalido, en la casualidad dolorosa de buscar un beso en medio
de la niebla, imito a la ciudad tragando las mismas píldoras con las que
89
trata de alejar el insomnio, manoteando con garras y dientes los postes
de alumbrado, recibiendo el día sobre las banquetas de los parques,
imito a la ciudad en el sonido melancólico de lluvia perforando los
techos, en el alcohol y en los espejismos con los que el alcohol me
perfora las retinas, imito a la ciudad en los fantasmas mutilados que
tropiezan con mi cuerpo, antes de verlo caer.
90
POEMA
De una pedrada voy a romper los cristales del cielo, para que sobre tu
boca caiga un diluvio de ángeles heridos.
91
VLADIMIR HERRERA
(Lampa, Perú, 1950)
POEMA
“Cada uno cuide de su entierro que imposibles no hay”. Frase póstuma
que Quincas Berrido Dagua según Quietaría que estaba a su lado.
Jorge Amado
No partí
No hice la guerra
ni el amor,
Y mis ojos no fueron estos días
yemas adoloridas,
Ni siquiera la locura invadió mis sembríos,
Y no canté, ni escribí, ni leí.
Algún momento atiné a dormir sobre mí,
sobre mis tardes,
92
Algún momento moví la cola como perro
y fui feliz
riéndome
sin ocultarme.
Pero no subí a las tribunas, ni trabajé
ni mantuve a mi mujer, ni tuve unos hijos;
Sólo El Canto de la Fragua fue conmigo
el amor repleto de peces muertos;
y solamente yo permanecí desnudo ante la lluvia
que muere tras los espejos;
Y solamente yo
Ebrio
Sin haberme movido de esta tierra
con flores que viste o arruma el frío,
Y solamente yo.
UTOPÍA
(a la manera de enrique verástegui)
93
Un ave se posa sobre una rama, y la dobla, no la rompe.
No hay tragedias
Mis tardes son copias baratas de Vlaminck,
Y en general los días
el buen o mal humor de la vieja copia del cuadro
de Svanberg
en el corredor,
estos azules-oros incrustados en el cuello como besos
Tardes en que las hojas y los sueños hierven en el aire
Y la muerte en las fotografías
Y cualquier sueño soñado además de una intención figura lo
perdido.
Cualquier martes/ Cualquier intento/ Socialmente lo Utópico
se manifiesta como intencionalidad.
Y no hay verso
Sólo flores-sexos
Bouquets de Lumiere et de Crepuscule
tratando de poseer lo no mío
L’Utopie
Tetas de Europa-Cruda cal sobre los ojos-Cualquier martes.
RICHMOND 303
No
Fue
Por el asunto ese
De la cocaína
Sino
Puro
Miedo
De que fuera tan linda y pulida
y tan sola
94
Y vacía como una Lámpara de Kerosene
de 1930
Que tuve que abandonarla.
(o en honor a la verdad: dejarme abandonar)
Mi drama (mientras le metía la lengua)
Es haberle querido explicar
En qué consiste la revolución de estos países
O pretender
a costa del amor
a costa del mar asediado
Una conversación en el aire alborotado
evaporándonos,
Pretender soñar en una playa ciega con alguien
junto a la hija de un diplomático inglés,
Mirarme
en ojos que en última instancia fueron
mi propio vacío
95
por última vez en medio del vaho iluminado
y la velocidad: Imágenes rotas:
96
WLADIMIR ZAMBRANO
(Guayaquil, Ecuador, 1984)
DEUS EX MACHINA
Primero
con el baile
97
cubierto de maleza
ANCLAJE TEMPORAL
(Ingreso a la alquimia)
Transformo el humo.
Lanzo todas las piedras al agua cuando me enfurezco
y la voz de la mujer que se mojaba con mis besos de aguacero sombrío
se escucha varias veces desde un lugar incierto, pero sagrado;
Paz
donde la tarde acaba con este vacío de letras,
este creerse superior cuando se sufre lo mismo.
Transformo el humo:
98
E
S
E
N
I
Ñ
O
D
E
L
G
A
D
O
C
O
M
O
F
A
N
T
A
S
M
A
DE SERPIENTE
y todas las palabras caen…
Pozos aparecen,
99
recrudece la sed, pero se avanza
hacia una tarde imposible donde se espera recuperar la pureza,
dormirse una noche
como todos los demás o la boca en la fisura donde se confía la simiente
de mi paz eterna.
Transformo el humo.
Preparo banquetes personales. Y alguna vez en este mismo sitio, sobre
árboles de mangle en mi noche de labios de sed petrificada
giré la esfera en el ruido
y busca a través de mí …
¡Busca!,
puñales en palabra de un cierto apego a la tierra para decirme un
nativo,
puñales en palabra
para no devorarme las piernas en el oficio de los ojos como llamas..
Transformo el humo.
Sueño las casas,
los árboles,
los días,
intento recomponer su memoria para tirar de sus cadenas.
Transformo el humo
(ese mundo del hambre que se sumerge ante el mundo del hambre)
Transformo el humo
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DÍA V
(Lectura)
Escenografías
que recorren los mismos recuerdos como si fueran mis manos
rojas-blanqui-negras en el vestido cortado
por las criollas tijeras del Mr. Hyde
final de la boca releyendo cerveza BRAHMA en la niebla de la boca,
ojos de perro azul sirviendo compañía
y tu boca
y tu boca
y tu boca al final de las habitaciones que pretendo incendiar.
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Los compañeros hablan de su teatro de corazones
y en la embriaguez se libera un compartimento de la noche.
Se cierra el continente de las pastillas de incertidumbre
tomadas a dosis diarias
en cartas
en emails
en comments
Fragmentos de espejo diluyendo la pantalla,
de ordenadores vibrando en el insomnio de los nombres,
en medio de una Noche interior donde un montón de escritos de amor
a veces tienen como objetivo destruir otro amor.
Acercarse. Cortarse.
(aprendiendo)
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YAXKIN MELCHY
(Ciudad de México, 1985)
NARCO IRIS
ser extraterrrestre como un poema sin fondo
ser un poema sin fondo
como el pozo de la luna
ser irreconocible
pasar por menos
sobrepasar el miedo
reconocer
vibrarse
sintonizar el no mundo
foto montaje
ensamble de recuerdos
blablabla…
amar
tan abanico
que se te caigan los ojos
mi padre comienza a
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secarse
hasta volverse invisible
revuelvo
que no estuve aquí
con el milenarismo
revolver
que estaré mañana
sobre el sol arrojando piedras
revuelvo
que aún continúa la fiesta
hasta que florezca el cerro
revolver
que me estaré mojando
mientras las auroras se caen a mis dedos
revuelvo
que aun antes seguía en la fiesta
brincando y luego me golpeaba la cabeza
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revolver
que quisiera estar allí ahora
en el columpio
revuelvo
deshacer
algún tiempo de mentiras
revolver
revuelvo
revuelvo
revuelvo
otra vez
alguien feliz es una carcajada
revolver
rollos de arcoiris
hasta dormir en el arcoiris
RÍOS ALTERNOS
éste es el último ensayo que se llevarán los ríos un círculo de luces
encierra mi corazón cada vez más pequeño Tamaño Imaginación o
planeta vuelo bailo paralelo a mi sombra
soy un convertible de mar
soy una cascada
sustancia de chiste y rencor
me he ido a esconder bajo una piedra
y escupo un chupacabras que escupe sangre
llego y me voy de mi casa mental
era de vegetación
patas y cascos de pegasos artificiales toco ángeles sueno las campanas
corro con delirios vueltos a la vida
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una flor de lis es mi cuerpo en mi risa otros universos donde me llamo
relámpago y canto con violencia triste genital vaina de números
canto con tristeza o nubes
con cartas mojadas bolas de papel poesía salibosa copos de nieve
y tú sales a buscarme gritando que si no subo te vas a arrancar las uñas
y a pintar calaveras en las piedras
Imagínate todo esto como vuelto a recordar
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entonces yo me río por dos siglos y celebro mi venganza y tu
desvergüenza
la escritura es la cicatriz rasgando las membranas infinitas del sol
ríos alternos ahora siempre y siempre
balazos cicatrices de dedos bajando por un elevador
lo terrible del aburrimiento es que se convierta en bosque
caigan a torrentes imaginarios sobre vidas imaginarias caigan a
torrentes reales sobre vidas imaginarias caigan a torrentes imaginarios
sobre la percepción
existen mil planetas clon llamados Tierra separados por pocos años luz
de distancia
tormentas irreales azotan la realidad
se inunda la biblioteca y la literatura se pudre
mi casa es desconocida pero vivo entonces en el crecimiento
amigos rugen
amigos rugen
al sol del sol
al mar del mar
podemos colocar palabritas en los ríos hasta emborracharlos drogarlos
alterarlos
porque prontamente se acabará el río Amazonas
y anillos de agua son los pensamientos
mi sueño está intacto en su contaminación
mañana no estaré mejor sino estaré en un ovni tirando martillos
y no me harán desaparecer cabrones porque aún me maravillo con el
no hombre aún soy grúa de mí y me enseño a volverme un pozo
chorreante de petróleo que se come el océano
vampiros en la discoteca de fuego bailemos juntos
antes de que las estrellas sean también una fosa séptica
antes de que llenen el mar con tijeras y comiencen a cortar las olas y
empacarlas
antes de que nos convenzan
que se jodan
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que se pudran1
que se jodan
que se pudran
que se jodan
que se pudran
que se jodan
que se pudran
que se jodan
que se pudran
que se jodan
que se pudran
que se jodan
que se pudran
que se jodan
que se pudran
que se jodan
que se pudran
que se jodan
que se pudran
que se jodan
que se pudran
la tarde puede dar alas a los muertos
que yo llamo los números mágicos de la vida
ninjas escondidos
abran rían y muerdan
la realidad es incómoda y necesita de los grandes dientes de la
imaginación
antes de que aniquilen nuestros sueños de ver platillos voladores
yo invoco a los platillos voladores y espero que a los muertos los
extraterrestres nos sepulten antes que los hombres
1
Raúl Zurita
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percepción hermanos dientes locos de pirañas
sangrados añicos rotos y parabólicos
que se jodan
que se pudran…
que se jodan
que se pudran…
CAMBIO Y FUERA
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