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josemanuelrodriguezpardo.blogspot.com/2014/01/eutaxia-distaxia-e-idiocia.html
Pero lo cierto es que no hay una clase universal de explotados que se oponga a una
clase particular y mezquina de propietarios privados de los medios de producción. Las
clases sociales son partes de una sociedad política, cuyo límite está en los estados, las
morfologías políticas efectivas que son las que protagonizan la Historia Universal. La
propia idea de una clase universal es contradictoria con el propio concepto de clase, al
menos en su sentido lógico. Las clases, en tanto que partes de una sociedad
determinada, son conjuntos disjuntos entre sí, es decir, no cabe postular la existencia de
una clase universal como el proletariado que haya que recomponer a partir de los
fragmentos suyos producto de la división de la humanidad en estados nacionales. La
Historia de la Unión Soviética o de la China comunista no es la de su lucha de clases, sino
la de sus relaciones con otras sociedades de signo distinto.
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Cada Estado se constituye en función de la apropiación del recinto territorial en el que
actúan (la capa basal) y mediante la exclusión de ese territorio y de lo que contiene de los
demás hombres que pudieran pretenderlo. El enfrentamiento entre los Estados es ya un
momento de la misma dialéctica determinada por la apropiación de los medios de
producción por un grupo o sociedad de hombres, excluyendo a otras sociedades o
grupos (Ver Gustavo Bueno, «Dialéctica de clases y dialéctica de Estados» , El Basilisco, 2ª
época, nº 30, 2001). Desde este punto de vista, la dialéctica de clases se produciría no
entre una fantasmagórica clase obrera universal frente a unos malévolos capitalistas
explotadores, sino entre los trabajadores que dentro de una sociedad política
determinada disponen de un puesto de trabajo asegurado y quienes carecen de él, o
concretamente en el caso español, entre quienes quieren disgregar la Nación Española y
quienes se oponen a ello. Pero cómo van a entender esto unos sujetos que acuden a
manifestaciones con banderas de los sindicatos de clase que en su idiocia operan como
si la Unión Soviética aún siguiera existiendo...
Por ejemplo, para una sociedad política de carácter imperialista depredador, lo eutáxico
sería la explotación de las colonias para descargar de ese peso a sus nacionales de la
metrópoli (caso de los imperios coloniales europeos del capitalismo del siglo XIX), pero la
eutaxia bajo la norma de un imperialismo generador, como es el caso del Imperio
Español, la Unión Soviética o Estados Unidos, sólo podrá producirse en su extensión a
través del mundo, reorganizando una parte de ese mundo desde el canon
correspondiente; lo que no implica (y es lo que defienden los sujetos aquí mentados
desde su idiocia) que esas sociedades políticas reorganizadas queden reabsorbidas en la
sociedad política imperial: ni el Imperio Español incorporó a la Nación Española a los
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virreinatos americanos, sino que fueron considerados junto con España como partes
pertenecientes a la Monarquía Hispánica, ni los países satélites de la URSS en Europa del
Este tras la Segunda Guerra Mundial se convirtieron en repúblicas socialistas soviéticas,
sino en democracias populares sobre la sístasis histórica que las había constituido (las
naciones históricas europeas que Lenin reconoce al hablar de los límites del derecho de
autodeterminación); ni tampoco los países de Europa occidental se convirtieron en
estados de los Estados Unidos, pese a convertirse en democracias homologadas. El
carácter generador de la norma de estos imperios no excluye políticas depredadoras
(todos los imperios son depredadores por definición), ni tampoco el uso de estrategias
que van aparentemente en contra de la norma; así, tanto la URSS como Estados Unidos
han utilizado del fundamentalismo islámico para atacarse mutuamente, pese a que
también lo han combatido.
También, en tanto que las sociedades políticas son divergentes entre sí, los imperios
universales se encuentran sometidos a trances históricos que les obligan a eliminar a
elementos de las sociedades que reorganizan que son incompatibles con su norma: así,
el Imperio Español en su avance de recubrimiento sobre el Islam hubo de exterminar y
expulsar a los musulmanes; Estados Unidos en su marcha hacia el Oeste hubo de hacer
lo mismo con los indígenas americanos; también la URSS hubo de exterminar a millones
de kulaks para acelerar la colectivización socialista (algo sin embargo programado ya en
los escritos de Lenin, al contrario de los dos casos anteriores). Asimismo, los ortogramas
imperiales están condicionados a sufrir cierta corrupción, como el indigenismo respecto
al ortograma católico del imperio español (que deriva en los delirios del Socialismo del
Siglo XXI y el odio a España subsiguiente, a la formación de una Hispanidad sin España) o
el fundamentalismo democrático respecto al ortograma norteamericano del Destino
Manifiesto.
Así, del mismo modo que la Unión Soviética de la postguerra mundial y la Guerra Fría
parecía un imperio capaz de imponerse al norteamericano en el proceso de la emulación,
pero que en realidad ya estaba corrompido por las purgas previas que le debilitaron,
hasta llegar al triste final de 1991, la Nación Española, cuya sístasis histórica es negada
por la Constitución de 1978 (nació por consenso), pese a mostrar aún una situación sana,
puede estar conduciéndose hacia su disolución pacífica, vía estatutos de autonomía e
inmersión lingüística que anule toda identidad común a los españoles.
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