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Imagen de la Piedra de Rosetta, singularísimo objeto descubierto en 1799 cuyo estudio permitió
el desciframiento de los jeroglíficos egipcios y abrió el camino a nuevos métodos de investigar la
Antigüedad.
La Edad Antigua es la época histórica que coincide con el surgimiento y desarrollo de las
primeras civilizaciones o civilizaciones antiguas. Tradicionalmente, se ha considerado la
invención de la escritura como el punto de partida de la historia antigua. El concepto más
tradicional de la historia antigua presta atención a la invención de la escritura, que
convencionalmente la historiografía la ha considerado el hito que permite marcar el final de la
prehistoria y el comienzo de la historia, dada la primacía que otorga a las fuentes escritas frente
a la cultura material, que estudia con su propio método la arqueología. Otras orientaciones
procuran atender al sistema social o al nivel técnico. Por último, los estudios de genética de
poblaciones basados en distintas técnicas de análisis comparativo de ADN y los estudios de
antropología lingüística están llegando a reconstruir de un modo cada vez más preciso las
migraciones antiguas y su herencia en las poblaciones actuales.1
Sea cual fuere el criterio empleado, coincidiendo en tiempo y lugar, unos y otros procesos
cristalizaron en el inicio de la vida urbana (ciudades muy superiores en tamaño, y diferentes en
función, a las aldeas neolíticas); en la aparición del poder político (palacios, reyes) y de las
religiones organizadas (templos, sacerdotes); en una compleja estratificación social; en grandes
esfuerzos colectivos que exigen la prestación de trabajo obligatorio; en el establecimiento de
impuestos y el comercio de larga distancia (todo lo que se ha venido en llamar «revolución
urbana»).2 Este nivel de desarrollo social, que por primera vez se alcanzó en la Sumeria del IV
milenio a. C. (espacio propicio para la constitución de las primeras ciudades-estado competitivas
a partir del sustrato neolítico), llevaba ya cuatro milenios desarrollándose en el Creciente Fértil.3
A partir de ellas, y de sucesivos contactos (tanto pacíficos como violentos) de pueblos vecinos
(culturas sedentario-agrícolas o nómada-ganaderas que se nombran tradicionalmente con
términos de validez cuestionable, más propios de familias lingüísticas que de razas humanas:
semitas, camitas, indoeuropeos, etc.), se fueron conformando los primeros estados de gran
extensión territorial, hasta alcanzar el tamaño de imperios multinacionales.
Tableta de arcilla sumeria con escritura cuneiforme de finales del III milenio a. C. La innovación
de la escritura es de tal magnitud para el desarrollo de la civilización que se identifica con la
historia misma.
Procesos similares tuvieron lugar en diversos momentos según el área geográfica
(sucesivamente Mesopotamia, el valle del Nilo, el subcontinente indio, China, la cuenca del
Mediterráneo, la América precolombina y el resto de Europa, Asia y África); en algunas zonas
especialmente aisladas, algunos pueblos cazadores-recolectores actuales aun no habrían
abandonado la prehistoria mientras que otros entraron violentamente en la edad moderna o la
contemporánea de la mano de las colonizaciones de los siglos XVI al XIX.
El final de la Edad Antigua en la civilización occidental coincide con la caída del Imperio romano
de Occidente, en el año 476 (el Imperio romano de Oriente sobrevivió toda la Edad Media hasta
1453 como Imperio bizantino), aunque tal discontinuidad no se observa en otras civilizaciones.
Por tanto, las divisiones posteriores (Edad Media y Edad Moderna) pueden considerarse válidas
solo para aquella, mientras que la mayor parte de Asia y África, y con mucha más claridad
América, son objeto en su historia de una periodización propia.
Grabado del siglo XIX que da una visión romántica de los Jardines Colgantes de Babilonia (al
fondo se representa la legendaria Torre de Babel). Las fuentes griegas clásicas recogen la
existencia de tal pensil5 como una de las siete maravillas del mundo antiguo. El mantenimiento
de un jardín irrigado en altura era un prodigio técnico y simbolizaba el poder del Imperio
neobabilónico. En los textos hebreos (Génesis) se idealiza la torre, que podría identificarse con
algún zigurat mesopotámico (quizá con el babilónico templo de Marduk que Heródoto describe
detalladamente, incluyendo la hierogamia que tenía lugar en su recinto más elevado).
Algunos autores culturalistas hacen llegar la Antigüedad tardía europea hasta los siglos VI y VII,
mientras que la escuela «mutacionista» francesa la extiende hasta algún momento entre los
siglos IX y XI. Distintas interpretaciones de la historia hacen hincapié en cuestiones económicas
(transición del modo de producción esclavista al modo de producción feudal, desde la crisis del
siglo III), políticas o ideológicas (desaparición del imperio e instalación de los reinos germánicos
desde el siglo V), religiosas (sustitución del paganismo politeísta por los monoteísmos
teocéntricos: el cristianismo —siglo IV— y posteriormente el islam —siglo VII—), filosóficas
(filosofía antigua por la medieval) y artísticas (evolución desde el arte antiguo —clásico— hacia
el arte medieval —paleocristiano y prerrománico—).6
El Antiguo Oriente Próximo o Antiguo Oriente es el término utilizado para denominar las zonas
de Asia occidental y noreste de África donde surgieron las civilizaciones anteriores a la
civilización clásica grecorromana, y que actualmente se denomina Oriente Próximo u Oriente
Medio. Para la misma región, Vere Gordon Childe acuñó la denominación Creciente Fértil, al
definirla como la zona donde surgió primero la Revolución neolítica (VIII milenio a. C.) y
posteriormente la Revolución urbana (IV milenio a. C.). Son los actuales países de Irak, parte de
Irán, parte de Turquía, Siria, Líbano, Israel, los Territorios palestinos, Jordania, Arabia y Egipto.
Cronológicamente, se entiende como un periodo que va desde el inicio de las civilizaciones
históricas en torno al IV milenio a. C. (en esta zona la aparición de la escritura, las ciudades y los
templos es simultánea a la Edad del Bronce) hasta la expansión del Imperio aqueménida en el
siglo VI a. C. a. C.
Mesopotamia antigua
Cordilleras, mesetas, estepas y desiertos caracterizan un difícil medio físico entre el río Tigris al
oeste, el golfo Pérsico al sur, el río Indo al este y los montes Elburz, el mar Caspio y el río Oxus al
norte. No obstante, también son la vía terrestre que conecta el Oriente Próximo con el Asia
Central y el Asia Meridional (más difícilmente, siendo más usada la conexión marítima); y a
través de esas zonas, en última instancia, con el Extremo Oriente. La extensa región persa o
irania cumpliría un papel clave en la teoría indoeuropea, de debatida validez, que suponía la
existencia de un grupo ancestral de pueblos de las estepas portadores de rasgos comunes
(lingüísticos, étnicos, culturales e incluso de estructura de pensamiento), esencialmente
ganaderos (otorgaban un gran valor a vacas, caballos y perros), de estructura social patriarcal,
jerarquizada y triádica (visible incluso en su panteón de dioses), que protagonizaron una
gigantesca expansión que incluiría la conquista de India por los arios; la de Europa por los
predecesores de griegos, latinos, celtas, germanos y eslavos; y la de Mesopotamia, Anatolia,
Levante y Egipto por medos y persas.
Artículos principales: Lenguas anatolias, Historia de Armenia, Historia de Anatolia y Historia pre-
turca de Anatolia.
La península de Anatolia, vía terrestre entre Asia y Europa, de la que la separa el estrecho del
Bósforo y las numerosas islas del Egeo, con las que siempre mantuvo un continuo cultural (del
que son muestra los aqueos y troyanos del mito homérico), estuvo en el corazón de las
innovaciones de la Revolución Neolítica y la Revolución Urbana, desarrollando estados
poderosos que entraron en relación y competencia con los mesopotámicos e incluso con Egipto.
Hacia el norte, la costa del mar Negro (el Ponto para griegos y romanos), acogía mitos como el
del vellocino de oro que se hallaba en la Cólquide. La cordillera del Cáucaso la pone en contacto
con las lejanas llanuras eurasiáticas.
EDAD MEDIA
Santa Sofía de Constantinopla (532-537). El Imperio bizantino fue la única institución política
(aparte del papado) que mantuvo su existencia por la totalidad del periodo medieval.
Ermita del Cristo de la Luz en Toledo, anteriormente mezquita. La convivencia entre civilizaciones
alternó entre el enfrentamiento y la tolerancia, el aislamiento y la influencia mutua.
A día de hoy, los historiadores del período prefieren matizar esta ruptura entre Antigüedad y
Edad Media de manera que entre los siglos iii y viii se suele hablar de Antigüedad Tardía, que
habría sido una gran etapa de transición en todos los ámbitos: en lo económico, para la
sustitución del modo de producción esclavista por el modo de producción feudal; en lo social,
para la desaparición del concepto de ciudadanía romana y la definición de los estamentos
medievales, en lo político para la descomposición de las estructuras centralizadas del Imperio
romano que dio paso a una dispersión del poder; y en lo ideológico y cultural para la absorción y
sustitución de la cultura clásica por las teocéntricas culturas cristiana o islámica (cada una en su
espacio).2
Suele dividirse en dos grandes períodos: Temprana o Alta Edad Media (ss. v-x, sin una clara
diferenciación con la Antigüedad Tardía); y Baja Edad Media (ss. xi-xv), que a su vez puede
dividirse en un periodo de plenitud, la Plena Edad Media (ss. xi-xiii), y los dos últimos siglos que
presenciaron la crisis del siglo xiv.
Aunque hay algunos ejemplos de utilización previa,Nota 1 el concepto de Edad Media nació
como la segunda edad de la división tradicional del tiempo histórico debida a Cristóbal Cellarius
(Historia Medii Aevi a temporibus Constantini Magni ad Constaninopolim a Turcis captam
deducta, Jena, 1688),3 quien la consideraba un tiempo intermedio, sin apenas valor por sí
mismo, entre la Edad Antigua identificada con el arte y la cultura de la civilización grecorromana
de la Antigüedad clásica y la renovación cultural de la Edad Moderna —en la que él se sitúa—
que comienza con el Renacimiento y el Humanismo. La popularización de este esquema ha
perpetuado un preconcepto erróneo: el de considerar a la Edad Media como una época oscura,
sumida en el retroceso intelectual y cultural, y un aletargamiento social y económico secular
(que a su vez se asocia con el feudalismo en sus rasgos más oscurantistas, tal como se definió
por los revolucionarios que combatieron el Antiguo Régimen). Sería un periodo dominado por el
aislamiento, la ignorancia, la teocracia, la superstición y el miedo milenarista alimentado por la
inseguridad endémica, la violencia y la brutalidad de guerras e invasiones constantes y
epidemias apocalípticas.Nota 2
Sin embargo, en este largo período de mil años hubo todo tipo de hechos y procesos muy
diferentes entre sí, diferenciados temporal y geográficamente, respondiendo tanto a influencias
mutuas con otras civilizaciones y espacios como a dinámicas internas. Muchos de ellos tuvieron
una gran proyección hacia el futuro, entre otros los que sentaron las bases del desarrollo de la
posterior expansión europea, y el desarrollo de los agentes sociales que desarrollaron una
sociedad estamental de base predominantemente rural pero que presenció el nacimiento de
una incipiente vida urbana y una burguesía que con el tiempo desarrollarán el capitalismo.4
Lejos de ser una época inmovilista, la Edad Media, que había comenzado con migraciones de
pueblos enteros, y continuado con grandes procesos repobladores (Repoblación en la Península
Ibérica, Ostsiedlung en Europa Oriental) vio cómo en sus últimos siglos los antiguos caminos
(muchos de ellos vías romanas decaídas) se reparaban y modernizaban con airosos puentes, y se
llenaban de toda clase de viajeros (guerreros, peregrinos, mercaderes, estudiantes, goliardos,
etc.) encarnando la metáfora espiritual de la vida como un viaje (homo viator).5
También surgieron en la Edad Media formas políticas nuevas, que van desde el califato islámico a
los poderes universales de la cristiandad latina (Pontificado e Imperio) o el Imperio bizantino y
los reinos eslavos integrados en la cristiandad oriental (aculturación y evangelización de Cirilo y
Metodio); y en menor escala, todo tipo de ciudades estado, desde las pequeñas ciudades
episcopales alemanas hasta repúblicas que mantuvieron imperios marítimos como Venecia;
dejando en la mitad de la escala a la que tuvo mayor proyección futura: las monarquías feudales,
que transformadas en monarquías autoritarias prefiguran el estado moderno.
De hecho, todos los conceptos asociados a lo que se ha venido en llamar modernidad aparecen
en la Edad Media, en sus aspectos intelectuales con la misma crisis de la escolástica.6 Ninguno
de ellos sería entendible sin el propio feudalismo, se entienda este como modo de producción
(basado en las relaciones sociales de producción en torno a la tierra del feudo) o como sistema
político (basado en las relaciones personales de poder en torno a la institución del vasallaje),
según las distintas interpretaciones historiográficas.Nota 3
La Edad Media realizó una curiosa combinación entre la diversidad y la unidad. La diversidad fue
el nacimiento de las incipientes naciones... La unidad, o una determinada unidad, procedía de la
religión cristiana, que se impuso en todas partes... esta religión reconocía la distinción entre
clérigos y laicos, de manera que se puede decir que... señaló el nacimiento de una sociedad
laica. ... Todo esto significa que la Edad Media fue el período en que apareció y se construyó
Europa.8
Esa misma Europa Occidental produjo una impresionante sucesión de estilos artísticos
(prerrománico, románico y gótico), que en las zonas fronterizas se mestizaron también con el
arte islámico (mudéjar, arte andalusí, arte árabe-normando) o con el arte bizantino.
La ciencia medieval no respondía a una metodología moderna, pero tampoco lo había hecho la
de los autores clásicos, que se ocuparon de la naturaleza desde su propia perspectiva; y en
ambas edades sin conexión con el mundo de las técnicas, que estaba relegado al trabajo manual
de artesanos y campesinos, responsables de un lento pero constante progreso en las
herramientas y procesos productivos. La diferenciación entre oficios viles y mecánicos y
profesiones liberales vinculadas al estudio intelectual convivió con una teórica puesta en valor
espiritual del trabajo en el entorno de los monasterios benedictinos, cuestión que no pasó de ser
un ejercicio piadoso, sobrepasado por la mucho más trascendente valoración de la pobreza,
determinada por la estructura económica y social y que se expresó en el pensamiento
económico medieval.
Medievalismo es tanto la cualidad o carácter de medieval,9 como el interés por la época y los
temas medievales y su estudio; y medievalista el especialista en estas materias.Nota 4 El
descrédito de la Edad Media fue una constante durante la Edad Moderna, en la que Humanismo,
Renacimiento, Racionalismo, Clasicismo e Ilustración se afirman como reacciones contra ella, o
más bien contra lo que entienden que significaba, o contra los rasgos de su propio presente que
intentan descalificar como pervivencias medievales. No obstante desde fines del siglo XVI se
producen interesantes recopilaciones de fuentes documentales medievales que buscan un
método crítico para la ciencia histórica. El Romanticismo y el Nacionalismo del siglo XIX
revalorizaron la Edad Media como parte de su programa estético y como reacción anti-
académica (poesía y drama románticos, novela histórica, nacionalismo musical, ópera), además
de como única posibilidad de encontrar base histórica a las emergentes naciones (pintura de
historia, arquitectura historicista, sobre todo el neogótico —labor restauradora y recreadora de
Eugène Viollet-le-Duc— y el neomudéjar). Los abusos románticos de la ambientación medieval
(exotismo), produjeron ya a mediados del siglo XIX la reacción del realismo.11 Otro tipo de
abusos son los que dan lugar a una abundante literatura pseudohistórica que llega hasta el
presente, y que ha encontrado la fórmula del éxito mediático entremezclando temas esotéricos
sacados de partes más o menos oscuras de la Edad Media (Archivo Secreto Vaticano, templarios,
rosacruces, masones y el mismísimo Santo Grial).Nota 5 Algunos de ellos se vincularon al
nazismo, como el alemán Otto Rahn. Por otro lado, hay abundancia de otros tipos de
producciones artísticas de ficción de diversa calidad y orientación inspiradas en la Edad Media
(literatura, cine, cómic). También se han desarrollado en el siglo XX otros movimientos
medievalistas: un medievalismo historiográfico serio, centrado en la renovación metodológica
(fundamentalmente por la incorporación de la perspectiva económica y social aportada por el
materialismo histórico y la Escuela de los Annales) y un medievalismo popular (espectáculos
medievales, más o menos genuinos, como actualización del pasado en el que la comunidad se
identifica, lo que se ha venido en llamar memoria histórica).
EDAD MODERNA
Artículo destacado
Edad Moderna
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De un mundo cultural muy distinto al de Durero, uno de los Bronces de Benín del Museo del
Louvre. Puede fecharse entre 1450 y 1550. No conocemos el nombre de su autor, al contrario
que el de otros broncistas contemporáneos suyos, como Ghiberti o Benvenuto Cellini, porque la
función social del artista era muy diferente en el África subsahariana y la Italia del Renacimiento.
La Edad Moderna es el tercero de los periodos históricos en los que se divide convencionalmente
la historia universal, comprendido entre el siglo XV y el XVIII. Cronológicamente alberga un
periodo cuyo inicio puede fijarse en la caída de Constantinopla (1453) o en el descubrimiento de
América (1492), y cuyo final puede situarse en la Revolución francesa (1789) o en el fin de la
década previa, tras la independencia de los Estados Unidos (1776).nota 1 En esta convención, la
Edad Moderna se corresponde al período en que se destacan los valores de la modernidad (el
progreso, la comunicación, la razón) frente al período anterior, la Edad Media, que es
generalmente identificado como una edad aislada e intelectualmente oscura. El espíritu de la
Edad Moderna buscaría su referente en un pasado anterior, la Edad Antigua identificada como
Época Clásica.
Tras pasar el tiempo, la Edad Moderna se ha ido alejando de tal modo, que desde el siglo XX se
suele añadir una cuarta edad, denominada como Edad Contemporánea, en la cual no solo no se
aparta, sino que también se intensifica extraordinariamente la tendencia a la modernización, ya
que sus características sensiblemente diferentes, fundamentalmente porque significa el
momento de éxito y desarrollo espectacular de las fuerzas económicas y sociales que durante la
Edad Moderna se iban gestando lentamente: el capitalismo y la burguesía; y las entidades
políticas que lo hacen de forma paralela: la nación y el Estado.
En la Edad Moderna se encontraron los dos "mundos" que habían permanecido casi
absolutamente aislados desde la Prehistoria: el Nuevo Mundo (América) y el Viejo Mundo
(Eurasia y África). Cuando se consolidó la exploración europea de Australia se habla de Novísimo
Mundo.
EDAD CONREMPORANEA
Edad Contemporánea
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La carga de los mamelucos dibujado por Francisco de Goya en 1814, representa un episodio del
levantamiento del 2 de mayo de 1808 en Madrid. Los pueblos europeos, convertidos en
protagonistas de su propia historia y a los que se les había proclamado sujetos de la soberanía,
no acogieron favorablemente la «imposición de la libertad» que suponía la extensión de los
ideales revolucionarios franceses mediante la ocupación militar del ejército napoleónico. Más
adelante, en toda la extensión de la Edad Contemporánea, la base popular de los movimientos
sociales y políticos no implicaba su orientación progresista, sino que penduló de un extremo a
otro del espectro político.
Pittsburgh en 1857. La Edad Contemporánea generó un nuevo tipo de paisaje industrial y urbano
de gran impacto en la naturaleza y en las condiciones de vida. La revolución de los transportes y
de las comunicaciones permitió que la unidad de la economía-mundo lograda en la Edad
Moderna se aproximara más aún al acortar el tiempo de los desplazamientos y aumentar su
regularidad.
Le Démolisseur pintado por Paul Signac en 1897. Además de ser una obra estéticamente
vanguardista (técnica del puntillismo), la elección consciente de un protagonista anónimo y su
tratamiento visual heroico conducen a su lectura alegórica: las masas derriban el orden antiguo
antes de construir el nuevo.
We Can Do It! (en inglés: ¡Podemos hacerlo!), fue un cartel de propaganda de 1942 (durante la
Segunda Guerra Mundial) que estimula el esfuerzo bélico mediante el trabajo de la mujer, un
paso decisivo en su emancipación.
Mujeres de Afganistán de 2003, usando el burka, el velo tradicional que hubiera deseado
suprimirse junto con otras opresiones durante la república socialista (durante la cual se inició la
guerra civil) pasó a ser obligatorio como parte de la re-islamización durante el régimen de los
talibanes entre 1996 y 2001, y sigue siendo en la actualidad una de las piedras de toque con
mayor valor mediático para la intervención internacional en la actual guerra.
Los acontecimientos de esta época se han visto marcados por transformaciones aceleradas en la
economía, la sociedad y la tecnología que han merecido el nombre de Revolución industrial, al
tiempo que se destruía la sociedad preindustrial y se construía una sociedad de clases presidida
por una burguesía que contempló el declive de sus antagonistas tradicionales (los privilegiados)
y el nacimiento y desarrollo de uno nuevo (el movimiento obrero), en nombre del cual se
plantearon distintas alternativas al capitalismo. Más espectaculares fueron incluso las
transformaciones políticas e ideológicas (Revolución liberal, nacionalismo, totalitarismos); así
como las mutaciones del mapa político mundial y las mayores guerras conocidas por la
humanidad.
En cada uno de los planos principales del devenir histórico (económico, social y político),3 puede
cuestionarse si la Edad Contemporánea es una superación de las fuerzas rectoras de la
modernidad o más bien significa el periodo en que triunfan y alcanzan todo su potencial de
desarrollo las fuerzas económicas y sociales que durante la Edad Moderna se iban gestando
lentamente: el capitalismo y la burguesía; y las entidades políticas que lo hacían de forma
paralela: la nación y el Estado.
En el siglo XIX, estos elementos confluyeron para conformar la formación social histórica del
estado liberal europeo clásico, surgido tras la crisis del Antiguo Régimen.4 El Antiguo Régimen
había sido socavado ideológicamente por el ataque intelectual de la Ilustración (L'Encyclopédie,
1751) a todo lo que no se justifique a las luces de la razón por mucho que se sustente en la
tradición, como los privilegios contrarios a la igualdad (la de condiciones jurídicas, no la
económico-social) o la economía moral5 contraria a la libertad (la de mercado, la propugnada
por Adam Smith -La riqueza de las naciones, 1776). Pero, a pesar de lo espectacular de las
revoluciones y de lo inspirador de sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad (con la muy
significativa adición del término propiedad), un observador perspicaz como Lampedusa pudo
entenderlas como la necesidad de que algo cambie para que todo siga igual: el Nuevo Régimen
fue regido por una clase dirigente (no homogénea, sino de composición muy variada) que, junto
con la vieja aristocracia incluyó por primera vez a la pujante burguesía responsable de la
acumulación de capital. Esta, tras su acceso al poder, pasó de revolucionaria a conservadora,6
consciente de la precariedad de su situación en la cúspide de una pirámide cuya base era la gran
masa de proletarios, compartimentada por las fronteras de unos estados nacionales de
dimensiones compatibles con mercados nacionales que a su vez controlaban un espacio exterior
disponible para su expansión colonial.
En el siglo XX este equilibrio inestable se fue descomponiendo, en ocasiones mediante violentos
cataclismos (comenzando por los terribles años de la Primera Guerra Mundial, 1914-1918), y en
otros planos mediante cambios paulatinos (por ejemplo, la promoción económica, social y
política de la mujer). Por una parte, en los países más desarrollados, el surgimiento de una
poderosa clase media, en buena parte gracias al desarrollo del estado del bienestar o estado
social (se entienda este como concesión pactista al desafío de las expresiones más radicales del
movimiento obrero, o como convicción propia del reformismo social) tendió a llenar el abismo
predicho por Marx y que debería llevar al inevitable enfrentamiento entre la burguesía y el
proletariado. Por la otra, el capitalismo fue duramente combatido, aunque con éxito bastante
limitado, por sus enemigos de clase, enfrentados entre sí: el anarquismo y el socialismo (dividido
a su vez entre el comunismo y la socialdemocracia). En el campo de la ciencia económica, los
presupuestos del liberalismo clásico fueron superados (economía neoclásica, keynesianismo
-incentivos al consumo e inversiones públicas para frente a la incapacidad del mercado libre para
responder a la crisis de 1929- o teoría de juegos -estrategias de cooperación frente al
individualismo de la mano invisible-). La democracia liberal fue sometida durante el período de
entreguerras al doble desafío de los totalitarismos estalinista y fascista (sobre todo por el
expansionismo de la Alemania nazi, que llevó a la Segunda Guerra Mundial).7
En cuanto a los estados nacionales, tras la primavera de los pueblos (denominación que se dio a
la revolución de 1848) y el periodo presidido por la unificación alemana e italiana (1848-1871),
pasaron a ser el actor predominante en las relaciones internacionales, en un proceso que se
generalizó con la caída de los grandes imperios multinacionales (español desde 1808 hasta 1976,
portugués desde 1821 hasta 1975; ruso, alemán, austrohúngaro y turco en 1918, tras su
hundimiento en la Primera Guerra Mundial) y la de los imperios coloniales (británico, francés,
neerlandés y belga tras la Segunda). Si bien numerosas naciones accedieron a la independencia
durante los siglos XIX y XX, no siempre resultaron viables, y muchos se sumieron en terribles
conflictos civiles, religiosos o tribales, a veces provocados por la arbitraria fijación de las
fronteras, que reprodujeron las de los anteriores imperios coloniales. En cualquier caso, los
estados nacionales, después de la Segunda Guerra Mundial, devinieron en actores cada vez
menos relevantes en el mapa político, sustituidos por la política de bloques encabezados por los
Estados Unidos y la Unión Soviética. La integración supranacional de Europa (Unión Europea) no
se ha reproducido con éxito en otras zonas del mundo, mientras que las organizaciones
internacionales, especialmente la ONU, dependen para su funcionamiento de la poco constante
voluntad de sus componentes.
La desaparición del bloque comunista ha dado paso al mundo actual del siglo XXI, en que las
fuerzas rectoras tradicionales presencian el doble desafío que suponen tanto la tendencia a la
globalización como el surgimiento o resurgimiento de todo tipo de identidades,8 personales o
individuales,9 colectivas o grupales,10 muchas veces competitivas entre sí (religiosas, sexuales,
de edad, nacionales, culturales, étnicas, estéticas,11 educativas, deportivas, o generadas por una
actitud -pacifismo, ecologismo, altermundialismo- o por cualquier tipo de condición, incluso las
problemáticas -minusvalías, disfunciones, pautas de consumo-). Particularmente, el consumo
define de una forma tan importante la imagen que de sí mismos se hacen individuos y grupos
que el término sociedad de consumo ha pasado a ser sinónimo de sociedad contemporánea.12
Artículo bueno
Carga eléctrica
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La carga eléctrica es una propiedad física intrínseca de algunas partículas subatómicas que se
manifiesta mediante fuerzas de atracción y repulsión entre ellas a través de campos
electromagnéticos. La materia cargada eléctricamente es influida por los campos
electromagnéticos, siendo, a su vez, generadora de ellos. La denominada interacción
electromagnética entre carga y campo eléctrico es una de las cuatro interacciones
fundamentales de la física. Desde el punto de vista del modelo estándar la carga eléctrica es una
medida de la capacidad que posee una partícula para intercambiar fotones.
Una de las principales características de la carga eléctrica es que, en cualquier proceso físico, la
carga total de un sistema aislado siempre se conserva. Es decir, la suma algebraica de las cargas
positivas y negativas no varía en el tiempo.
COMO SE GENERA
La interacción eléctrica junto con la gravitatoria son las dos interacciones fundamentales que se
utilizan para
Los fenómenos eléctricos están relacionados con la propiedad de la materia llamada carga
eléctrica, magnitud
campo electrostático. Haremos también un análisis energético de situaciones sencillas en las que
participen cuerpos
A finales del siglo XVIII comienza el desarrollo de una rama de la física, la electricidad,
1 INTERACCIÓN ELÉCTRICA
Influidos por el éxito que habían tenido las ideas de Newton algunos científicos
del s. XVIII pensaron que las fuerzas atractivas y repulsivas entre los cuerpos con carga
q2, existen dos fuerzas iguales, que pueden ser atractivas o repulsivas,
qqFK
los cuerpos con carga eléctrica neta. Así, en el vacío o en el aire el valor de K en el
Nm2/C2.
A.2.- a) Calcula la fuerza entre dos cuerpos que se encuentran en el aire separados
b) Repite el cálculo suponiendo que están en el agua y que una carga es positiva
y la otra negativa.
q1 d
q1
q2
q2
1 La carga eléctrica no es un ente real sino una propiedad de la materia. A pesar de ello, muchas
veces, por
comodidad, hablamos de cargas en movimiento, cargas que interaccionan, etc., aunque sería
más preciso referirse a los
cuerpos o partículas que presentan dicha propiedad, por ejemplo electrones o iones.
ATOMO
Átomo
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El término átomo proviene del griego ἄτομον («átomon»), unión de dos vocablos: α (a), que
significa "sin", y τομον (tomon), que significa "división" ("indivisible", algo que no se puede
dividir),1 y fue el nombre que se dice les dio Demócrito de Abdera, discípulo de Leucipo de
Mileto, a las partículas que él concebía como las de menor tamaño posible.2 Un átomo es la
unidad constituyente más pequeña de la materia que tiene las propiedades de un elemento
químico.3 Cada sólido, líquido, gas y plasma se compone de átomos neutros o ionizados. Los
átomos son muy pequeños; los tamaños típicos son alrededor de 100 pm (diez mil millonésima
parte de un metro).4 No obstante, los átomos no tienen límites bien definidos y hay diferentes
formas de definir su tamaño que dan valores diferentes pero cercanos. Los átomos son lo
suficientemente pequeños para que la física clásica dé resultados notablemente incorrectos. A
través del desarrollo de la física, los modelos atómicos han incorporado principios cuánticos para
explicar y predecir mejor su comportamiento.
Cada átomo se compone de un núcleo y uno o más electrones unidos al núcleo. El núcleo está
compuesto de uno o más protones y típicamente un número similar de neutrones. Los protones
y los neutrones son llamados nucleones. Más del 99,94 % de la masa del átomo está en el
núcleo. Los protones tienen una carga eléctrica positiva, los electrones tienen una carga eléctrica
negativa y los neutrones tienen ambas cargas eléctricas, haciéndolos neutros. Si el número de
protones y electrones son iguales, ese átomo es eléctricamente neutro. Si un átomo tiene más o
menos electrones que protones, entonces tiene una carga global negativa o positiva,
respectivamente, y se denomina ion (anión si es negativa y catión si es positiva).
Los electrones de un átomo son atraídos por los protones en un núcleo atómico por la fuerza
electromagnética. Los protones y los neutrones en el núcleo son atraídos el uno al otro por una
fuerza diferente, la fuerza nuclear, que es generalmente más fuerte que la fuerza
electromagnética que repele los protones cargados positivamente entre sí. Bajo ciertas
circunstancias, más acentuado cuanto mayor número de protones tenga el átomo, la fuerza
electromagnética repelente se vuelve más fuerte que la fuerza nuclear y los nucleones pueden
ser expulsados o desechados del núcleo, dejando tras de sí un elemento diferente:
desintegración nuclear que resulta en transmutación nuclear.
El número de protones en el núcleo define a qué elemento químico pertenece el átomo: por
ejemplo, todos los átomos de cobre contienen 29 protones. El número de neutrones define el
isótopo del elemento.5 El número de electrones influye en las propiedades magnéticas de un
átomo. Los átomos pueden unirse a otro u otros átomos por enlaces químicos (en los cuales se
comparten los electrones de dichos átomos) para formar compuestos químicos tales como
moléculas y redes cristalinas. La capacidad de los átomos de asociarse y disociarse es
responsable de la mayor parte de los cambios físicos observados en la naturaleza y es el tema de
la disciplina de la química.
También existe la antimateria, la cual está compuesta también por átomos pero con las cargas
invertidas;6 los protones tienen carga negativa y se denominan antiprotones, y los electrones
tienen una carga positiva y se denominan positrones. Es muchísimo menos frecuente en la
naturaleza. Al entrar en contacto con la respectiva partícula (como los protones con los
antiprotones y los electrones con los positrones) ambas se aniquilan generando un estallido de
energía de rayos gamma y otras partículas.
No toda la materia del universo está compuesta de átomos; de hecho, solo el 5% o menos del
universo está compuesto por estos. La materia oscura, que constituye según algunas
estimaciones más del 20% del universo, no se compone de átomos, sino de partículas de un tipo
actualmente desconocido. También cabe destacar la energía oscura, la cual es un componente
que está distribuido por todo el universo, ocupando aproximadamente más del 70% de este.
CUERPO
Se puede cargar un cuerpo solo al tener contactocon otro anteriormente cargado. Y las
cargaseléctricas se distribuyen equitativamente en loscuerpos.
Esta ionización es producida por elcalor. Ya que a altas temperaturaslos electrones de un cuerpo
vibrancada vez mas fuerte y comienzan aescaparse del cuerpo dejándolopositivamente cargado.