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Esos alienígenas

que todos llevamos dentro


Carmen Pacheco
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La cuestión de si existe la vida jor que nosotros? ¿Podremos aprender cosas


de él? ¿Nos tratará mal?
extraterrestre inteligente es una Los alienígenas en la ciencia ficción son
constante en la historia de la como un gran espejo de feria en el que toda
la humanidad se mira, poniendo de ma-
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humanidad y uno de los temas nifiesto lo que más tememos de nosotros


preferidos de la ciencia ficción. mismos. El análisis sería muy extenso pero
oscilaría siempre entre los dos extremos clá-
sicos: extraterrestres buenos y extraterres-
Durante estos meses he intentado expli- tres malos.
IO

car en qué consiste el género de la ciencia En plena época colonial, el inglés H.G.
ficción y cuáles son sus principales ramas, Wells escribió la primera novela sobre una
con el único objeto de hacerla más accesi- invasión alienígena, La Guerra de los Mun-
ble a los lectores profanos. He intentado de- dos, en la que el hombre era víctima de otra
fender que como ejercicio especulativo que civilización superior proveniente de Marte.
es, todos participamos de ella, que es parte Aunque la de H.G. Wells fuera una crítica in-
de nuestra naturaleza, de nuestra forma de tencionada, no han faltado después relatos
pensar, y que englobando obras tan distin- de invasiones alienígenas con un enfoque
tas entre sí, es probable que haya una lectu- radicalmente contrario, que exalta los valo-
res de raza humana o patria terrestre frente
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ra adecuada para cada uno de nosotros.


Pero si queda algún lector reacio, que se al enemigo común.
mantiene atrincherado y en la sección de
ficción generalista de la librería, en su firme
convicción de que ningún tema de la ciencia
ficción puede interesarle, aún me quedan al- Los alienígenas son como
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gunos ases en la manga. Para empezar, reto un gran espejo de feria


al lector hiperrealista a que me diga que no
se ha parado nunca a reflexionar sobre la en el que nos miramos,
existencia de vida en otros planetas.
Seres humanos de todas las edades, to-
poniendo de manifiesto
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das las culturas, todos los tiempos, han mi- lo que más tememos
rado alguna vez las estrellas y se han pre-
guntado preguntado: “¿habrá alguien ahí?”. de nosotros mismos
Desde el momento en que descubrimos que
no éramos más que una mota insignificante
en la inmensa vastedad del cosmos no he- Así como es más fácil empatizar con un
mos dejado de buscar a otros. mamífero que con un insecto, porque se pa-
Nuestra naturaleza, además de curiosa, rece más a nosotros, es habitual en la ciencia
es también social y, en este caso, la Humani- ficción que estos —los insectos— encarnen
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dad entera se comporta como el típico niño a nuestros hostiles invasores. En la nove-
que espera nervioso la llegada de un compa- la Tropas del espacio de Robert A. Heinlein y
ñero. ¿Nos caerá bien? ¿Será más listo y me- en El juego de Ender de Orson Scott Card los
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humanos combaten a unos seres


de aspecto arácnido llamados co-
loquialmente “chinches” y a la fa-
mosa civilización de “insectores” a
la que se enfrenta el precoz genio
militar de Ender. Aparte de esta
obvia xenofobia morfológica, es
curioso observar cómo en ambas
novelas, escritas por estadouni-
denses durante el principio y el fi-
nal de la Guerra Fría, respectiva-
mente, la individualidad del héroe
se impone a la “mente colmena”
de un enemigo colectivo, tan sos-
pechosamente parecido a sistema
comunista.
Los reptiles, animales de mala fama le- males y gobernarla con sabiduría y justicia,
gendaria y hasta bíblica, tampoco se salvan. pero los “superseñores” se niegan a mos-
Todos recordamos a los malvados invaso- trarse físicamente. Este enigma mantiene la
res de la serie de televisón V, que lucían es- intriga durante gran parte de la novela y es
camas bajo su falsa epidermis. La saga cine- imposible no seguir leyendo sólo para saber
matográfica de Alien, por su parte, retrata qué aspecto tendrán finalmente.
a una resistente y extremadamente hostil Lo más gracioso es que, sean como sean
raza xenomorfa que combina lo peor de in- los extraterrestres, nuestra imaginación los
sectos y reptiles. La suma representación de obliga siempre a tomar alguna postura res-
lo que en nuestras pesadillas denominaría- pecto a nosotros: educarnos, intercambiar
mos como “bicho asqueroso”. conocimiento y tecnología, destruirnos o
En el otro extremo están los extraterres- esclavizarnos. Antropocéntricos como so-
tres indudablemente feos, pero entrañables mos, parece que no podamos asumir que,
y sabios, como el E.T. de Spielberg que, con de existir vida inteligente, no despertára-
su amor y pacifismo, nos ayudan a superar mos su interés. Tal vez porque los humanos,
nuestros prejuicios. Es decir, el buen inmi- en nuestra egolatría colectiva, necesitamos
grante idealizado que viene a darnos leccio- desesperadamente que existan “otros” para
nes de moral. reafirmarnos y averiguar por fin quiénes so-
¿Pero realmente es tan importante su as- mos “nosotros”.
pecto? ¿Tan superficiales somos los huma-
nos? En El fin de la infancia, Arthur C. Clark
profundiza en esta necesidad, casi enfermi- Carmen Pacheco (www.carmenpacheco.es) es licencia-
da en Publicidad y RR. PP. y actualmente compagina su
za, de ponerle un rostro a nuestro interlo-
trabajo como redactora en una agencia de publicidad
cutor. Los “superseñores”, una civilización con la escritura. Ha publicado las novelas Misterioso 71
superior en todos los sentidos a la humana, asesinato en Oz (Everest, 2008) y Tres veces la mujer de
llegan a la Tierra para salvarla de todos sus gris (SM, 2009), para el público juvenil e infantil.

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