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VIERNES, 14 MAIRZO DE 1969 LA VANGUARDIA ESPAÑOLA Página 11

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POESÍA DE PUERTO RICO


HOMENAJE A UN GRAN MAESTRO

LA SIMB010GIA DE MARIUS SCHNEIDER PONCE, «LA PERLA DEL SUR» jyjE acuerdo a veces de Puerto Rico,
la isla del encanto. Quien así la
fundador Luis Ferré, insigne filántro-
po y actual gobernador de Puerto Ri-
apellidó acertó plenamente, porque el co, ha sabido acumular un arsenal da
HACIA 2949-1950 oí hablar de un li- nius) tal sistema alojado en él centro titud (!), utilicé el método compara- hechizo borincano, una vez dentro del cultura y verdaderas joyas del arta
bro «extraño» y de su autor, un de las vagas indeaciones no raciona- do, es decir, reuní con la simbologia alma, no vuelve a salir. Me acuerdo universal.
alemán que vivía en Barcelona. No les (sueños, inspiraciones, ensueños, de Schneider, las de Guénon, Eliade, de Puerto Rico. Entre el Caribe al Naturalmente que una ciudad como
tardé en tener, y leer, el libro con poemas escritos en estado segundo, et- Jung, Star, Piobb, etcétera. Hoy yien- sur, y el Atlántico al norte, la isla re- Ponce, llena de encantos por su clima,
inmenso interés. Se trataba de «El cétera). Para el doctor Marius Schnei- so en lo interesante que sería (nece- parte su verdor hasta en sus playas, por su luz, por sus bien trazadas ca-
origen musical de los animales-sim- der no se trataba, con tales «siste- sario) un pequeño diccionario de sím- como en Luquillo, con sus bosques de lles de sabor colonial hispánico, por
bolos» en la mitología y la escultu- mas» de un conocimiento muerto, bolos basado exclusivamente en los palmeras. Algunas veces me veo ca- su atuendo moderno, merecía un poe-
ra antiguas (CSIC, Barcelona, 1946). puesto a la disposición del hombre del libros de Schneider, a los que podría minando hacia el centro, hacia lo alto ta. Ese poeta, puertorriqueño de pro
E! era el profesor doctor Marius presente. Esotérico en esto, creía que servir de introducción. Lo que perdie- de la cumbre de la montaña de origen en su poesía y en su prosa, en sus
Schneider. Tuve el honor y el privi-«las correspondencias se fundamentan ra en capacidad de -imponer convic- volcánico que es la isla. Después de condiciones humanas y en su cultu-
legió de gozar de su amistad durante en la idea de la indisoluble unidad ción (por coincidencias de fuentes dis- San Juan y su,zona de Caparra, Baya- ra* se llama Arturo Gómez Costa.
un tiempo —me costaría recordar del universo, en el cual cada fenóme- tintas) lo ganaría en unidad de con- món, Vega Alta, Vega Baja,y Manatí* Arturo Gómez Costa, director eje-
cuánto— aunque sí me acuerdo de no tiene su posición cósmica y recibe cepción y de ideología. Muchas ve- casi a lo largo dé la costa. En Manatí, cutivo de la Academia de Artes y
nuestros paseos al anochecer por la su sentido místico por el plano que ces le recuerdo; sé que le traté años, cambio de carretera hacia el sur, hacia Ciencias de Puerto Rico —la egregia
calle de Juan de la Salle, cerca de la ocupa en el mundo y por la relación no puedo recordar cuántos, pero, por el centro, subiendo siempre entre la entidad que hace dos años me eligió
plaza de la Bonanooa, y hablando de que mantiene con un determinado ele- lo que representó para mí «Weltans- exuberancia vegetal que se encarama en su seno—, es un lujo dé la isla en
su libro, recibiendo de su generosidad mento análogo...». Indudablemente, chauung» podría haber sido toda mi a las laderas y con todo el terreno medio de su prestigio bien ganado.
usummas» cíe conocimientos, vo ya deMarius Schneider escribía en princi- vida. Cuando hace dos años vi «El se- suavemente ondulado en uniformes co- Cuando hace diez años nos conocimos
simbología, sino de otras disciplinas,pio para sí, pues, si se analizan cui- ñor de la guerra» (por retornar a un linas que parecen mamblas cubiertos en la Casa de España de San Juan,
e incluso relativos a la vida del gran dadosamente sus obras (las he releído ejemplo caro y obsesivo) comprendí con el vello del verdor. pronto me obsequió con un hermoso
antropólogo y a su «.aprendizaje» en tantas veces, hallando siempre nuevos que podía «leer» (a veces por antici- Así, hasta Cíales. Una excursión a libro poético reciente, titulado «San
África con hechiceros negros. tesoros) se ve que la organización, pado) todas las situaciones —y su re- Cíales, al pie ya casi del macizo cen- Juan, ciudad fantástica de América»,
Que un catedrático alemán, forma- de ser otra, pudiera ser más inteligi- sultado— sólo merced al sistema de tral, ofrece todas las características de donde al rescoldo del modernismo que
do en la corriente de ia cultura occi- ble para el profano e incluso para el Schneider, a sus juicios sobre el sím- un paraíso del trópico: junto a los al- le calentó en su juventud vuelca en
dental, racionalista, se atreva a darque las aborda ya con ciertos cono- bolo del Gémivis, del pantano, de la tos campos de, la caña de azúcar, los versos luminosos toda la insinuación
crédito .a las técnicas de los «primi- cimientos simbológicos. inmersión en las aguas primordiales cafetales alzan la maraña de su bos- lírica que la ciudad concita en su be-
tivos del siglo XX» y que llegara a Pero la tests de que los capiteles del (Bronwyn), del aviar de llamas» (fie- caje. Una antigua carretera española lleza. Son poemas escritos en los años
asegurar su validez, es, en verdad, al- claustro d<? San Cugat del Valles «can- bre, fuego, virilidad doloroso). Pero, abierta entre los árboles espesos va cincuenta, 'que definen una actitud
go doblemente asombroso. Por el he- tan» un himno medieval (por la co- sobre todo, por su afirmación de que ganando cotas entre apretadas curvas poética, refrendada ahora con su de-
cho en sí, y por la apertura de espí- rrespondencia que existe entre los ani- cuando uno ve su propia alma (el hasta llegar al pueblo, en el fondo de dicación a la segunda ciudad de su
ritu que representa. El doctor Marius males reales o fabulosos en ellos plas- nánima» junguiana), personificada en un anfiteatro de montañas cortadas patria, en su libro «Canto a Ponce en
Sdhneider había venido a España, enmados y las notas) ya basta para «os- una bella desconocida, en una Melu- a pico: es él ámbito de un cráter geo- 26 estampas», que obtuvo para su
[ el invierno de 1943-1944, a propuesta curecer», unte muchos, cuanto de va- sina. ha llegado su final. Es la hora lógico de fascinante grandeza. Pasado autor el premio - de poesía «Primer
j de iriosén Higinio Anglés, para em- lioso puedan contener estas obras que de su muerte. Dicho en términos de el principal núcleo urbano, con su be- Centenario del Teatro La Perla», da
\ prender investigaciones folklóricas (y debieran haber sido traducidas a io- mística mazdeana: la hora del encuen- lla placita tan española, la carretera tanta solera artística en la ciudad.
\ desarrollar el hilo de sus propias teo-dos los idiomas, pues no ofrecen una tro con su Daena. sigue subiendo hasta La Pesa, uno de La ciudad de Ponce queda así ence-
\ nos). Fruto de su estancia aquí —que sabiduría libresca, sino vivida y vivi- sus barrios anejos, donde la impresión rrada, comprendida, en 26 sonetos de
\ debió cesar hacia 1951-1952, cuandoda. Cuando escribí mi primera, ver- Juan-Eduardo CIR10T del trópico domado y cultivado se re- entrañable sabor, con su ascendencia
> retornó a Alemania (Colonia)—, son sión del «Diccionario de Símbolos», fresca con la temperatura de su alti- renacentista empujando el pincel da
! el íibro antes citado y otro, no menos que le dediqué y le mandé ya a Co- De la Academia del Faro tud. Allí una hidalga casa de descen- la palabra sobre el óleo, acuarela,
i interesante, juzgado por su autor co- lonia, recibiendo su expresión de gra- de San Cristóbal dientes de asturianos, afincada en los apunte, del espacio de los catorce ver-
l mo' complemento del primero: «La cafetales desde el pasado siglo, fran- sos. Así, los dedicados a la Catedral,
I danza de espadas y la tarantela» quea sus puertas al visitante amigo: a la Universidad, al Museo, al Teatro
¡ (CSIC, Barcelona, 1948). Marius ESPÍRITU DE CONTRADICCIÓN una delicia de cordialidad y simpatía La Perla, a las plazas de la ciudad.
Schneider era alto y delgado, con el para un fin de semana. Y ese inicial soneto «Vuelvo a ti», qua
• cabello castaño. Dominaba el español La casa es un hermoso chalet, cons- comienza:
V su especialidad era la antropología
musical. De ahí que, en el fundamen-
to de todo su sistema cosmológico, la
música siempre se encuentre, tanto en
il aspecto del simbolismo de los ins-
TEORÍA Y PRACTICA truida en madera como muchas del
país. Sü color verde entona, en todo
con el paisaje que se contempla desde
la circundante galería. La pulcritud
Ponce. Perla del Sur. Ciudad amada.
Gentil, audaz, maravillosa y bella.
Olorosa a azahar. Halo de estrella.
trumentos (lira = tortuga) como en
el de las notas (Si-Fa = Muerte; Fa-
Do —Cielo, resurrección). De ahí
también que una combinación tan
DE LA CARNE de sus salones y mueblaje* se híácé más
íntima y bella con la música española
del tocadiscos. Allí sólo se oye música
española por voluntad del señor déla
finca. Y sorbiendo en la terraza un
Novia en el carrusel' de la alborada.
Siguen unos sonetos a algunos pon-
ceños ilustres, entre los cuales figura
don Augusto Malaret, llamado el lexi-
drástica como la simbología (dominio jjN verdad, si no fuese por el espíritu de contradicción que uno tiene pocilio de exquisito café prieto (ne- cógrafo de América, miembro de nu-
poto menos que inexplorado en Espa- de nacimiento y que luego íue perfeccionado por necesidad profe- gro) —esa palabra «pocilio» con que merosas Academias, académico de ho-
ña)-y música (de la que sólo saben sional o subsistencia^ los temas con que uno nutre sus colaboraciones, en los pueblos de Castilla se designa nor de la de Artes y Ciencias de Puer-
algo, a veces bastante) los profesio- tan poco nutritivas de por sí, si al mismo tiempo no se tiene espíritu al recipiente del chocolate— va trans- to Rico, y correspondiente de la Es-
nales' (muy escasos) creara el clima colaboracionista, resultarían palmariamente insuficientes, además de curriendo la mañana de un domingo pañola, fallecido hace un año. Y luego,
de, incomprensión total que rodeó y muy aburridas. En efecto, nada menos inspirador que estar perpetua- forestal, mientras hacia el sur con- esos sonetos al paisaje, al mar, a la
circunda aún, como oscura aureola, mente de acuerdo, siempre y cuando esta trabajosa bonhomía no se templamos las más altas montañas de playa, al río, al campo, al cielo da
m libros citados. utilice como feraz materia prima qué, ayudada por la cuquería y pa- la isla, que recuerdan entre la bruma Ponce.
Y, sin embargo, Marius Schneider sando por la adulación, termine en sinecuras bien retribuidas del sec- opalina las montañas de Asturias y La ciudad bien merece este tributo
poseía —aparté de una cualidad que tor público o privado; pues como la adulación consiste en decirle a Santander. Traspuestas esas cordille- del poeta, como éste tiene inequívo-
no sabría definir, y que le convertía cada cual lo que piensa de sí mismo, independientemente de lo que ras que forman el Bosque Nacional camente merecido el aplauso de lá ciu-
en algo que no era el erudito, ni el piensen los demás, el tema más insignificante resulta inagotable. del Caribe, el terreno va declinando dad. Si Arturo Gómez Costa pasó su
filósofo, ni el sabio: menos aún, el Desgraciadamente al que suscribe no le llamó Dios por ese camino, hacia Ponce, «la Perla del Sur». infancia en la Perla del Sur, hay una
técnico— dotes de gran «escritor». En sino por el de la contradicción por la contradicción misma, cosa tan •Ponce evoca el nombre de Juan poetisa, Ana-Inés Bonnín, de ascen-
sus obras hay pasajes de extraordi- inútil como el arte por el arte. Ahora se me dio por contradecir lo Ponce de León, el conquistador y pri- dencia mallorquína y de larga resi-
naria belleza, y conozco personas con que nos dan a creer sobre la carne, no sé si por reacción poscuares- mer gobernador de Puerto Rico. Se dencia en España, que nació en Ponca
la noble ingenuidad de reconocer que, mal o por un agravamiento personal de estado de perpetua y sigi- halla a ciento treinta y un kilómetros y es gala y honor de la poesía feme-
sin entenderlos, los leen por placer. losa abstinencia en que vivimos los españoles de todos los «hechos de San Juan y dispone de un amplio nina hispánica. Vaya para ella tam-
Toda la obra de Schneider, que, en diferenciales», que en esto no se diferencian nada. Como habrá ad- puerto ante una ancha bahía con va- bién mi recuerdo y mi homenaje has-
realidad, trata de «correspondencias vertido el lector, no me refiero a la carne como enemiga del hombre, rias isletas. ¡Qué resplandor lumínico ta la Ciudad Condal, donde Ana-Inés,
nósticas» entre diversos órdenes de la al lado del demonio y del mundo, sino a la de las carnicerías, que en aquellas costas del Caribe! ¡Esa autora teatral, además de poetisa egre-
realidad (estaciones del año, anima- bien mirada —que es lo único que podemos hacer con ella— puede luz, que parece un estuche donde la gia, desenvuelve su quehacer.
les, notas, instrumentos, utensilios, co- ser, como la «otra», asunto de la ascética: o sea, un gratísimo bien «Perla del Sur» brilla como en la pla- Ponce, la Perla del Sur, aumenta asi
lores, zonas o elementos de un paisa- apetecible y potencialmente poseíble, pero de uso nefando; con lo cidez de un sueño! Ponce, en la quie- sus encantos con los hijos que la hon-
je, etcétera) se basa en la creencia de cual —lo «cual» es el precio— esta carne que digo retorna a ser, tud solemne de su soiedad marítima, ran. Después de todo, una ciudad, por
q.ye, en el período megalítico (mile- por notoria evidencia escolástica, objeto de tentadora contemplación, es la segunda ciudad de Puerto Rico. muy bella que fuera, no lograría su
nios 111-11 a. J.) se difundió por el y al mismo tiempo entelequia inalcanzable: Sólo competiría con ella Mayagüez, «la gloria sin los nombres dé sus hijoa
mwndo, desde Irlanda a Oceanía, un Sea como fuere, el caso es que la inspiración carnal, que en esta Sultana del Oeste», con una sección de que la encumbran con los dones de la
sistema ideológico, qiie. según R. Hei- acepción nada tiene que ver con la primavera^ me sobreviene por la Universidad de Puerto Rico, tal co- poesía y del amor.
ne-Geldern y F. Speiser (citados por tercera vez, quiero decir por tercera colaboración, en una semana: mo Ponce luce su Universidad Cató-
Schneider) tenia como elementos do- tres artículos distintos sin apartarme de la vaca que debiera ser ver- lica y su Museo de Arte, donda su tope MATEO
Tmnantes: las construcciones ciclópeas, dadera y no sólo desarrollista que, según se va viendo, es casi lo
las piedras conmemorativas —consi- contrario de desarrollada a Los efectos de su normal adquisición e
deradas como residencia de las al- ingestión por el vecindario de medio pelo, que somos casi todos. Ca-
nas— la cacería de cabezas, los bar-
cos'funerarios, el ornamento en forma
ú ojos, la esvástica, los símbolos axia-
vilando sobre este insólito sobreabundar en el mismo tema, me pa-
rece que lo que ahora estimula mi espíritu de contradicción es esa
suavísima y más bien sólida matrona, especie de deidad geórgica y
Banco Hispano Americano
les (árbol, mástil, estaca del sacrifi- de quinta columna vegetariana e ictioíílica, que asoma diariamente BARCELONA
cio, escalera), los laberintos, etcéte- a la «tevé» para convencernos de la inexistencia de la carne, como
ra. Este período megalítico, por corres- lo demuestra, según cómputo, realizado por el abajo firmante, el ha-
Se convoca un concurso-oposición paro cubrir 60
ponder a la época en que el Hombre bernos dictado veintiséis menús seguidos sin nombrarla. Como se ve, plazas de auxiliares administrativos en nuestras ofi-
creó las primeras civilizaciones, marcó se trata de un dietética cartesiana y «comprometida», de un hambre
indeleblemente el espíritu humano, metódica, como si dijéramos de una duda metódica. En el orden sus- cinas de Barcelona, Badalona y Hospitalet, que serán
conservando el «inconsciente colecti- picaz, propio del espíritu de contradicción congénito, al infrascrito
vo» (Jung) o el «paideuma» (Frobe- le resulta muy difícil admitir que la sólida presencia tras la que se provistas a medida que se produzcan necesidades de
parapeta tan coadyuvante y amable consejera, haya sido erigida con esta clase de personal.
lechugas rusonianas o con esas desapacibles pescadilias de pensión que
por ser poco más que cola se sirven mordiéndosela. Y tampoco me re- Condiciones, sueldo y emolumentos: los que señala
sulta llevadero —y conste que estoy hablando en su homenaje— pen-
sar que las bonitas sumas que paga la «tevé» a los encargados de la Reglamentación Nacional de Trabajo en Va Banca
q inducirnos hacia esa difícil fe que consiste en no creer en lo que
Privada y el Convenio Colectivo vigente.
(Mi! Años de Historia) vemos, las vaya -J gastar en roer zanahorias o en distraer los jugos
Admire una maravilla de Cataluña gástricos con esas patatas tan publicitadas en tiempos de plétora y Se admitirán instancias en las oficinas del Banco,
Solicite folleto informativo a su lan silenciadas cuando andan por las nubes. V* ya veremos en otra
Agencia de Viajes. fecha el resto de este rninitratado dietético. Paseo de Gracia, 38 y 40, Sección de Personal, hasta
'Salida tfe Autocares cadefañügá
y Festivos. _ .A .
el día 12 de abril próximo.
Eduardo BLANCO-AMOR

BUENAS MOTICIAS. STOP,


COIECCIOHES CAMISAS-COBBATAS. SDOP. CAMISERÍA BOMBE. ARIBAÜ 3
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