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SUMARIO
I- INTRODUCCION
El objetivo del presente trabajo es abordar desde una visión integral el segundo párrafo
del art. 43 de la Constitución Nacional, y partiendo de allí, relacionar su desarrollo y
evolución a través de las diferentes leyes, normativa y legislación regulatoria a tales
efectos.
1
Abogado (U.C.C.). Notario (U.C.C.). Diplomado en DD.HH. (I.I.D.H.- AUSJAL). Docente Universidad
Católica de Córdoba (U.C.C.). Docente Universidad Empresarial Siglo 21 (U.E. Siglo 21).
1
La jurisprudencia empezó a aplacar los referidos reclamos. Así nace el amparo, como
una creación pretoriana o jurisprudencial que buscaba paliar los vacíos normativos
existentes en la materia.
Célebres son los casos “Siri” y “Kot”, en los cuales se empezó a dar cabida al instituto
del amparo.
En el caso “Siri” (1957) nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación afirmó que en
consideración al carácter y jerarquía de los principios de la carta fundamental
relacionados con los derechos individuales, debía apartarse de la doctrina
tradicionalmente declarada por el Tribunal en cuanto relegaba el trámite de los
procedimientos ordinarios, administrativos o judiciales, la protección de las garantías
comprendidas directamente en el habeas corpus.
Al año siguiente, la Corte acogió el amparo en el llamado caso “Kot” (1958), que
entrañó la novedad de otorgar tutela contra actos lesivos de derechos constitucionales
cuando dichos actos emanaban de particulares.
Posteriormente, en 1966 se dictó la ley 16.986, severamente criticada por gran parte de
la doctrina por considerar que implicaba una suerte de retroceso al respecto.
Basta mencionar al respecto las palabras de Sagüés, para quien la mencionada ley “hería
de muerte al amparo”.
2
Así las cosas, los arts. 41 y 42 configuran la base normativa de los derechos antes
mencionados, siendo el art. 43 el que otorga la legitimación procesal a tales fines.
Junto a ellos, encontramos la ley 24.240 (Ley de Defensa del Consumidor), ley de
carácter especial que establece las directrices más específicas en lo relativo a la
protección y defensa de los derechos del consumidor. Tal ley complementa y refuerza la
normativa constitucional, y junto a las leyes 22.802 (Lealtad Comercial) y 25.156 (Ley
de Defensa de la Competencia), completan la estructura o esqueleto normativo existente
al respecto.
En el desarrollo del presente trabajo, partiremos del art. 43, 2º párrafo de la C.N., y
procuraremos, desde allí realizar un análisis detallado y particular del instituto, para lo
cual analizaremos junto a tal art. los arts 41 y 42 C.N., y la parte pertinente de la ley
24.240, siguientes y concordantes.
Evolución
De este modo viene la Constitución Nacional a llenar el vacío que dejó el constituyente
al redactar el artículo 33, al preferir realizar una referencia general e indeterminada a los
“derechos y garantías no enumerados pero que nacen del principio de la soberanía del
pueblo y de la forma republicana de gobierno”, dejando a la interpretación de los
3
poderes constituidos el alcance de tan trascendente norma 2. Lo cierto es que la
interpretación fue, durante estos 134 años de vigencia del artículo 33 paupérrima, si
estamos a la voluntad del constituyente de 1860.
En efecto, si bien fue Sarmiento quien propuso incorporar el citado art. 33, lo hizo a
nombre de la Comisión Redactora, pero de un modo general e indicativo de la fuente
tomada en cuenta, que no fue otra que la Enmienda Novena de la Constitución de los
EE.UU. que rezaba “la enumeración de ciertos derechos en la Constitución no será
interpretada como la denegación o el menoscabo de otros retenidos por el pueblo”. A
partir de allí se abrió un debate en el cual terció el convencional Estévez Sagui quien
sostuvo que no era conveniente hacer referencia en la Constitución a derechos no
enumerados, en forma general e indeterminada, debido a que todos los derechos
individuales ya estaban consagrados en el art. 14 y demás de la parte dogmática de la
Constitución. Fue en ese momento donde intervino Bartolomé Mitre, quien le contestó a
Estévez Sagui diciéndole que no se trataba de nuevos derechos individuales sino de
aquellos que, en los tiempos modernos, se les reconoce a la sociedad como “ente moral
o colectivo”. Sin embargo, la doctrina judicial ha hecho tenaz ocultamiento de la
intención del legislador constituyente, no utilizando a la exégesis como método de
interpretación.
El segundo párrafo del art. 43, en efecto, incorpora ciertos amparos especiales, que
tienen por objeto garantizar los derechos de tercera generación y, en general, los
“derechos de incidencia colectiva”.
2
QUIROGA LAVIÉ, Humberto. El Amparo, el Habeas Data y el Habeas Corpus, pág. 135.
4
Es pacífica y conocida la utilización de la clasificación de derechos constitucionales en
generaciones correlativas. Así encontramos:
Derechos de Primera Generación (Civiles y Políticos), nacidos como
contrapartida de los regimenes absolutistas vigentes en los siglos XVII y XVIII,
sustentados en el principio de “libertad”.
Derechos de Segunda Generación (Derechos Económicos, Sociales y
Culturales), aparecidos a comienzos del siglo XX y basados en el principio de
“igualdad”
Derechos de Tercera Generación (Derechos colectivos y de la solidaridad),
nuevos, en constante evolución, y basados en el principio de la “solidaridad”.
La nueva norma constitucional viene a hacer explícito lo que quizás Mitre y demás
convencionales del ´60 pensaron que bastaba dejar implícito, dentro del amplio estándar
normativo de los derechos que nacen de “la soberanía del pueblo y la forma republicana
de gobierno”. El quid de la cuestión estaba en determinar, de un modo suficientemente
explícito, lo relativo a la legitimación procesal para estar en juicio en defensa de los
derechos públicos de la sociedad, aún a despecho de que no existiera un daño preciso
para un particular afectado. La nueva norma constitucional zanja definitivamente esta
cuestión: como veremos más adelante, quien sea titular de intereses legítimos, podrá
interponer la acción de amparo.
Del texto constitucional surge que el consumidor se ve protegido por dos tipos de
amparos distintos, uno es el individual que se encuentra plasmado en el primer párrafo y
el otro es el “Amparo colectivo” que solo procede cuando se está afectando un interés
difuso, es decir la co-titularidad de un interés por parte de una comunidad de personas
sobre un bien que no es susceptible de apropiación exclusiva e individual.
La jurisprudencia ha distinguido muy bien los dos supuestos de acciones y sus
consecuentes diferencias en la legitimación, así al analizar un caso en que es de
aplicación el párrafo primero del citado artículo 43 establece que “Se trata este de un
reclamo que tiene por finalidad la reparación de un daño esencialmente individual y
propio de cada uno de los presuntos afectados, que es exclusivo de cada afiliado de las
entidades contra las que se dirigen la acción. No estamos en presencia aquí de un
derecho de incidencia colectiva con el alcance que se le otorga en el art. 43 CN. para
5
legitimar a la actora. En efecto, cada uno de los afiliados, cuyos derechos se dicen
vulnerados por el accionar de la parte demandada, tiene en este caso un derecho
subjetivo, individual y exclusivo, y por lo tanto posee legitimación para reclamar el cese
del daño actual o inminente que pueda padecer. Es que, cuando no se afectan intereses
comunitarios o generales sino un derecho subjetivo, de modo que el damnificado se
encuentra en condiciones de reclamar judicialmente, las asociaciones como la aquí
actora no pueden invocar legitimación”
En tal sentido, debemos destacar que la protección de los derechos colectivos dispuesta
por la Constitución Nacional es notablemente más importante que la que registra el
Derecho Público provincial. No sólo porque la mayoría de las constituciones
provinciales no regulan en forma precisa la legitimación para estar en juicio ante los
tribunales en defensa de los derechos colectivos de la sociedad o de los grupos o
sectores que la integran, sino porque aún los textos que tiene alguna regulación en tal
sentido resultan notablemente insuficientes.
En lo que hace a nuestra provincia, la Constitución de Córdoba tiene una cláusula donde
se establece la “…legitimación para obtener de las autoridades la protección de los
intereses difusos, ecológicos o de cualquier índole, reconocidos en esta
Constitución…” (art. 53).
La legitimación es amplia, pero sólo en relación con los intereses difusos, y no en
relación con los derechos difusos, de forma tal que, al margen de tal pretensión, la
norma abre la posibilidad interpretativa negativa, por parte de la justicia, a tutelar
derechos colectivos, dando pie a considerar que sólo en sede administrativa puede un
habitante reclamar la tutela de un interés de los denominados difusos3.
Antes de haber sido receptado a nivel constitucional el amparo ya había sido reglado por
la Ley nacional 16986, sin embargo, ésta no se adapta totalmente a lo establecido en
nuestra carta magna.
La postura inicial fue considerar que la ley continuaba en vigencia salvo en aquellos
aspectos en que contradiga al texto constitucional pero a pesar de ello existe
jurisprudencia que, con un criterio mas restrictivo, considera que no son exigibles los
3
QUIROGA LAVIÉ, Humberto. Ob. cit., pág. 138.
6
requisitos de admisibilidad impuestos por las leyes inferiores en razón de la mayor
jerarquía de la protección constitucional.4
La conclusión que puede sacarse luego de este rápido análisis es que, siendo las
garantías constitucionales contenidas en la carta magna, ley suprema de la Nación (art.
31), no puede discutirse que las mismas son de aplicación directa en todo el territorio de
la Nación, sin que la autonomía provincial pueda invocarse como potestad no delegada
que no deba ceder frente a la superior y mejor protección de la Constitución federativa.
La regulación del amparo colectivo en la Constitución Nacional no ha venido a reiterar
un régimen de tutela ya consagrado en el Derecho Público Provincial, sino a mejorarlo
sustancialmente en aras de la mayor protección de los derechos públicos subjetivos de la
sociedad.
a) El Amparo colectivo
La acción de amparo genérico o individual como recurso rápido y eficaz para reparar
derechos de protección constitucional cuando se ven ilegal o arbitrariamente violados
por un acto de terceros, nació por iniciativa jurisprudencial en los años 1957 y 1958 y
hoy se encuentra prevista en el art. 43, que será sobre el cual efectuaremos el desarrollo
principal de esta exposición.
Dijo en el caso “Siri” (1957), nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación que en
consideración al carácter y jerarquía de los principios de la carta fundamental
4
BERSTEN, Luis Horacio. Derecho Procesal del Consumidor. La Ley, 2004 .
5
EKMEKDJIAN, Miguel Ángel. Tratado de Derecho Constitucional. Tomo I, pág. 65.
7
relacionados con los derechos individuales, debía apartarse de la doctrina
tradicionalmente declarada por el Tribunal en cuanto relegaba el trámite de los
procedimientos ordinarios, administrativos o judiciales, la protección de las garantías
comprendidas directamente en el habeas corpus.
Al año siguiente, la Corte acogió el amparo en el llamado caso “Kot” que entrañó la
novedad de otorgar tutela contra actos lesivos de derechos constitucionales cuando
dichos actos emanaban de particulares.
En 1966 se dictó la ley 16.986, que reguló el amparo contra actos estatales omitiendo la
regulación contra actos cometidos por particulares. La doctrina en general criticó
duramente la ley 16.986 por considerar que hería de muerte al amparo.
La reforma constitucional que dio origen a la recepción expresa del amparo en su texto,
según la redacción del actual art. 43, ha querido disipar al menos toda duda acerca que
el mismo procede contra toda violación a un derecho, se origine en la Constitución, en
los tratados internacionales o sea consecuencia de su reglamentación6.
El segundo párrafo del art. 43 ha ampliado decisivamente la legitimación procesal
activa incorporando el llamado amparo colectivo. Por consiguiente, tanto los derechos
difusos como los colectivos encuentran clara protección a partir de la reforma
constitucional.
b) La Acción Popular
6
AMAYA, Jorge Alejandro. Mecanismos Constitucionales de Protección al Consumidor. Editorial La
Ley, 2004.
8
Manrique Jiménez Messa define la acción popular y su naturaleza jurídica, explicando
que se trata de una “acción uti civies”, esto es, una acción para todos los ciudadanos
nacionales y extranjeros; sean personas físicas o jurídicas7.
A su vez, reconoce que la acción popular tiene sus propios límites materiales y
procesales:
a) Es indispensable que el ordenamiento jurídico sea la causa existencial.
b) Que el potencial actor tenga capacidad jurídica.
c) Que en el mismo ordenamiento se establezca el ámbito material y sustancial para el
ejercicio de tal acción.
d) Violación pública o privada a un bien jurídico tutelado por el ordenamiento jurídico.
En Colombia tiene gran aplicación la referida acción popular. Se protegen con ella los
derechos constitucionales fundamentales.
Como mecanismo subsidiario y residual, solo procede en ausencia de otros mecanismos
de defensa. No tiene el carácter de instancia adicional en la controversia de derechos,
como sí ocurre con el amparo.
7
JIMENEZ MESA, Manrique. Justicia Constitucional y Administrativa. 2º Edición, IJSA, Costa Rica,
1991.
9
En opinión de Amaya, de la simple lectura del 2º párrafo del art. 43 C.N. surge con
claridad que los constituyentes del ´94 al redactar el citado artículo no pensaron en una
acción popular8.
Si bien en el siglo XIX las acciones de clase estuvieron limitadas a los procedimientos
de equidad, durante el siglo XX las llamadas “class actions” se constituyen en un nuevo
punto de partida del instituto. A partir de entonces, su utilización ha ido in crescendo,
generando una importante disputa doctrinaria: mientras para algunos es considerado un
o de los recursos procesales de mayor utilidad, para otros constituyen una legitimación
del chantaje.
8
AMAYA, Jorge Alejandro. Ob. cit., pág. 269.
9
CUETO RUA, Julio César. La acción por clase de personas. La Ley, 1988-C, págs. 952 y sigs.
10
AMAYA, Jorge Alejandro. Ib ídem, pág. 272.
10
Sin embargo Quiroga Lavie al interpretar el sentido de la palabra “afectado” en el
segundo párrafo del art. 43 dice: “… dicha expresión esta institucionalizando al acción
de clase en nuestro texto constitucional…”11.
11
Rigen al procedimiento los principios de celeridad, sencillez, oralidad e inmediatez
entre las partes.
Este instituto constituye una innovación para el tratamiento de litigios relacionados con
los problemas de consumo y se asemeja mucho a los procedimientos que rigen en otros
países en materia de pequeñas causas12.
La norma hace referencia a “cualquier forma de discriminación”, de modo tal que será
directamente aplicable a las formas de discriminación prohibidas en el Pacto de San
José de Costa Rica, art. 1, o como asimismo, serán aplicables, a los efectos de
determinar hipótesis de discriminación racial prohibidas, todos los tratados regulados en
el art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional.
12
AMAYA, Jorge Alejandro. Ib ídem, pág. 275.
12
La Corte ha calificado a esta discriminación como “estigmatizante” o “persecutoria”, y
por ello, contraria al art. 16 de la Constitución Nacional.
Este es el núcleo del bien jurídico ambiental protegido por la acción de amparo.
Procederá el amparo cuando el Estado o los particulares afectaren la salud o el
equilibrio ambiental. En tal caso el juez deberá siempre, salvo supuesto de proceder el
rechazo in limine de la acción por inhabilidad formal de la misma, requerir un informe
al Estado o particular causante del daño ambiental.
En rigor, el rechazo in limine sólo procederá frente a un supuesto de falta de
legitimación procesal por parte del accionante: caso de un particular no afectado o de
una asociación no registrada.
13
Luego del informe el juez podrá apreciar, con suficiente fundamento, si hay mérito para
la medida de no innovar o si corresponde rechazar la acción por falta de mérito. Si del
cotejo del descargo surge la evidencia de la existencia de un daño ambiental, entonces
cabe la medida cautelar de no innovar, es decir de no continuar con los actos causantes
del daño ambiental. En tal caso se impondrá el estudio del impacto ambiental, como
pericia ineludible para poder determinar el tipo de medidas protectoras a ser cumplidas,
en forma necesaria, para poder seguir con la obra o explotación causante del deterioro o
del desequilibrio ambiental13.
El articulo 41 continúa, con la prescripción según la cual “el daño ambiental generara
prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley”. Debemos
entender q en este caso estamos frente a una norma de carácter programática, en el
sentido de que será la ley la que deberá primero reglar los casos y modalidades de la
recomposición ambiental.
Por supuesto que si la responsabilidad de los demandados no se encuentra
suficientemente probada, o si la recomposición ambiental resulta inviable (pues no es
factible la exigibilidad de prestaciones de cumplimiento imposible), toda obligación en
tal sentido quedará sin efecto.
Otra de las cuestiones sobre la que queremos hacer referencia es la de la procedencia del
amparo ambiental frente a casos donde sea necesaria una comprobación suficiente del
daño o impacto ambiental de la obra, empresa o actividad deteriorantes. No nos parece
propio que se sostenga que por tratarse de un caso de mayor sustentación de pruebas el
amparo no es procedente. La tutela debe ser rápida y expedita para determinar si cabe o
no el estudio de impacto.
Las restantes prescripciones contenidas en los parágrafos dos y tres del art. 41 tienen
carácter programático, no siendo el caso de utilizar el amparo como tutela directa de
obligaciones que allí se establecen.
13
QUIROGA LAVIE, Humberto. Ib idem, pág. 141.
14
duda alguna operativa, quedando solamente a criterio no discrecional sino a criterio de
prueba del juez lo concerniente a la potencialidad del peligro del residuo. En el caso de
los radiactivos, la prohibición es más terminante aún, en razón que no se exige que el
residuo sea peligroso, ni actual ni potencialmente: todo residuo radiactivo, en la medida
en que mantenga dicha condición, tiene velada la entrada al país.
14
MICELE, Mario R. La ley de defensa del consumidor. La Ley, tomo 1994-A, pág. 900.
15
La organización de las Naciones Unidas analizó la problemática de los consumidores.
También lo ha hecho, y profusamente, la Unión Europea, con numerosas directivas para
los Estados miembros.
15
BIDART CAMPOS, Germán. Tratado Elemental de Derecho Constitucional. Editorial Ediar, Buenos
Aires, 1995, pág. 306
16
El informe mayoritario de la comisión respectiva en el seno de la Convención
Constituyente, señaló la similitud existente entre el derecho laboral que pretendió
subsanar la debilidad intrínseca del trabajador, con los derechos del consumidor, que se
halla en una relación similar con el proveedor16.
Lo dicho en el primer apartado tiene carácter operativo. Los dos apartados siguientes
dependen de medidas implementadas por parte de las autoridades (segundo apartado) o
del dictado de una legislación que establezca procedimientos eficaces para la
prevención y solución de conflictos entre los consumidores, usuarios y proveedores
(tercer apartado).
Como se ha expresado más arriba, el art. 42 pretende proteger a la parte más débil de la
relación comercial, en las operaciones cotidianas. Es así que las empresas de servicios
públicos privatizadas actúan como si fueran el propio Estado, no dando explicaciones,
aumentando las tarifas sin oír a los usuarios, atendiéndolos mal, etc., en tanto que los
usuarios forman un mercado cautivo respecto del cual el concesionario se halla en una
posición dominante, lo que permite numerosos abusos, a los cuales el usuario no puede
oponerse, porque los contratos contienen cláusulas predispuestas y son leoninos a favor
del concesionario. Éstos cuentan con equipos de abogados de prestigio y, además, tienen
en sus manos el poderoso resorte de cortar el servicio. Todo esto impide al usuario una
defensa adecuada de sus derechos.
16
IRIGOYEN, Roberto. Fundamentos de la cláusula constitucional sobre defensa del consumidor. La
Ley, 1994-E, pág. 1020.
17
Esto es inevitable cuando el servicio se presta monopólicamente. Por ello es necesario e
imperativo que los servicios públicos sean prestados por distintas empresas, para romper
el monopolio, dando al usuario la posibilidad de elegir.
18
condiciones de trato equitativo y digno; e información adecuada y veraz. Se encomienda
a las autoridades proveer a la protección de esos derechos, a la educación para el
consumo, la defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de los mercados
y los monopolios; calidad y eficiencia de los servicios públicos y a la constitución de
asociaciones representativas.
Es importante destacar, la recepción constitucional que hace la norma de los “grupos
sociales intermedios” (asociaciones de consumidores y usuarios), creando expresamente
una nueva categoría de sujetos titulares de derechos constitucionales, a los que “se les
otorga la facultad de participación en los órganos de control de los servicios públicos y
en el 2° párrafo del artículo 43…se los legitima para interponer la acción de amparo en
defensa de los intereses que constituyen su objeto.
19
La ley rige en todo el territorio nacional desde el 15 de octubre de 1993, fecha de su
publicación en el Boletín Oficial.
La ley es una norma de orden público –art. 65- especial, cuyo fin específico es proteger
los intereses de los consumidores, razón por la cual no puede ser dejada de lado ni por
los partes ni por los jueces al resolver cuestiones en las cuales un consumidor sea parte.
Es menester resaltar que la ley sufrio una importante reforma por ley N° 26.361, en la
cual, si bien se mantuvo incolumes sus títulos y capítulos, se agregaron artículos de
particular relevancia, tales como las reformas a los arts. 1 y 2 (en lo atinente al concepto
y alcance de los terminos “consumidor” y “proveedor”); art. 3 (en cuanto a la
interpretación e integración normativa con otras regulaciones especiales); art. 4 (relativa
al derecho a la información); art. 10 ter (incorporado expresamente por la ley referida, y
referido a los modos de rescisión); art. 11, 25, y 27 (en lo vinculado con garantías,
constancias y registros de reclamos), arts. 31, 32, 34, 41, 42, 43, 45, 47, 49, 50, 52, 53,
54, 55, 59, 60,y 66.
Asimismo, debemos puntualizar la incorporación por ley N° 26.361 de dos articulos: el
art. 40 bis (que define, instituye y regule la imposición y resarcimiento de daño directo
por parte del proveedor o prestador del servicio a favor del usuario o consumidor); y el
art. 52 bis (que incorpora la figura del daño punitivo, estableciendo la posibilidad de
aplicación de una multa civil por parte de los jueces a favor del consumidor).
Desde el punto de vista de técnica legislativa, la ley de defensa del consumidor contiene
tres títulos, separando nítidamente el reconocimiento de los derechos de los
consumidores y las soluciones sustanciales del derecho de fondo (título I), de los
mecanismos instrumentales de implementación (títulos. II, y III, 1a parte).
Dentro del titulo I están comprendidos diez capítulos. El capitulo I sobre "Disposiciones
generales", regula el ámbito de aplicación y hermenéutica de la ley. El capitulo II, trata
20
sobre "Información al consumidor y protección de su salud". El capitulo III regula las
"Condiciones de la oferta y venta": carácter vinculante de la oferta al público y del
contenido de la publicidad, instrumentación de las ventas, etc. El capitulo IV, sobre
"Cosas muebles no consumibles". El capitulo V incorpora la regulación "De la
prestación de los servicios" y el capitulo VI, normas sobre "Usuarios de servicios
públicos domiciliarios". En el capitulo VII se introduce el régimen "De la venta
domiciliaria, por correspondencia y otras" y el capitulo VIII, "De las operaciones de
venta de crédito". Finalmente, el capitulo IX disciplina el sistema de control judicial y
administrativo "De los términos abusivos y cláusulas ineficaces". El capitulo X, sobre
"Responsabilidad por daños" fue incorporado por las leyes 24.999 y 26.361 e incorpora
la figura de la responsabilidad por daños y el daño directo.
21
virtualmente ilimitada, impidiendo la revisión de los contratos inequitativos, y las
conductas anticompetitivas o desleales carecían de un sistema de reacción expresa del
ordenamiento jurídico.
La tercera etapa se inicia en nuestro país con la vigencia de la ley Nº 24.240. Esta ley
de defensa del consumidor termina de consolidar la presencia de un sistema de
protección jurídica que, anteriormente, estaba fundado sólo en normas sustantivas y
adjetivas generales, no dirigidas directa y específicamente al amparo de los
consumidores (Códigos Civil, de Comercio y Procesal, leyes de abastecimiento, lealtad
comercial y defensa de la competencia, etc.).
22
c.4) Características de la ley 24.240
Las normas contenidas en la ley presentan las siguientes notas características:
a) Son normas de protección y defensa de toda persona que actúa como
consumidor.
b) Son normas específicas, porque las reglas generales que persiguen la equidad
en el derecho común (buena fe, abuso del derecho, etc.) siempre están sujetas a la
interpretación y aplicación cambiante de jueces y administradores. La ley 24.240 trae,
en cambio, repuestas concretas: nulidad de cláusulas abusivas; control de prácticas de
comercialización, etc., todo lo cual tiene ahora respaldo constitucional (art. 42,
Constitución Nacional).
c) Son normas preventivas en su mayor parte, porque el sistema tradicional sólo
genera la reacción jurídica frente al daño ya producido, lo cual es absolutamente estéril
en el ámbito de la protección del consumidor. La ley 24.240 admite actuaciones con
fines preventivos, cuando los intereses de los consumidores y usuarios "resulten
amenazados".
d) Procura soluciones colectivas, pues los intereses amenazados o afectados de
los consumidores habitualmente revisten una naturaleza supraindividual (colectivos o
difusos) y entonces la reacción jurídica debe arrojar una respuesta igualmente grupal, ya
que interesa a la generalidad de la población.
23
Corte Suprema de Justicia de la Nación ha denominado “convicciones fundamentales”.
Si, en cambio, la corte suprema llegara a darle otro sentido, la incorporación de este
segundo párrafo del art. 43 sería inútil, ya que el afectado seria únicamente el titular de
un derecho subjetivo, convirtiendo el segundo párrafo del art. en una reiteración del
primero18.
A juicio de Quiroga Lavié, esta es una de las reglas de más impacto social de la reforma
constitucional. La Argentina se caracterizó siempre por ser una sociedad individualista,
poco solidaria, donde cada habitante queda librado a sus propias fuerzas. Lo cierto es
que nunca desde la ley, menos aún desde la constitución, se ha venido a impulsar de un
modo tan imperioso, en participacionismo asociativo como técnica de protección de los
derechos colectivos.
La inclusión de los derechos de incidencia colectiva depende en su operatividad
constitucional de que la ley establezca los requisitos y formas de organización de las
asociaciones que propendan a la defensa de dichos intereses, así como a su registro.
Entre la consagración de estos derechos públicos que tiene la sociedad y la precisión de
quienes se encuentran habilitados para accionar en su defensa ante los estrados
judiciales, existe una simbiosis de carácter ineludible: el derecho no existe sin la
intimación para ejercerlo. De cara a nuestro futuro será de esperar que se reglamente
prontamente la ley sobre el registro, organización y requisito de funcionamiento de las
asociaciones que tengan por objeto la defensa de derechos de incidencia colectiva19.
18
EKMEKDJIAN, Miguel Ángel. Ib idem, pag. 74
19
QUIROGA LAVIÉ, Humberto. Ib idem pag. 146
24
Mitre donde hizo el reconocimiento explicito de la existencia de la sociedad de la
persona moral colectiva, titular de los derechos implícitos en la soberanía del pueblo.
Pero la cuestión no estaba aceptaba aun en razón de no haber acuerdo con respecto al
tema de la legitimación procesal para estar en juicio en relación con los derechos
colectivos. La primera posición del radicalismo fue defender la conveniencia de
institucionalizar la denominada acción popular, en cabeza de cualquier habitante, pero
dicha posición encontró severa oposición en los representantes del justicialismo quienes
liderado por el convencional Barra, sostuvieron que habilitar una legitimación abierta e
indiscriminada podía significa no solo una industria del juicio sino la posibilidad
concreta de que intereses económicos colisionaran en perjuicio de la competencia
económica.
Se adoptó en definitiva una postura donde se acercaron diferencias: el radicalismo
acepto la limitación de la legitimación y el justicialismo acepto la inclusión del
concepto del “derecho de incidencia colectiva” como forma suficientemente abarcadora
del Derecho Público en cabeza de la sociedad.
a) El afectado
Constituye la persona que tiene legitimación primordial para instalar la acción de
amparo y es aquel que actual o potencialmente es agraviado o perjudicado en sus
derechos.
Como la legitimación esta otorgada en el marco de los derechos colectivos, su titular no
puede ser un nombre individual sino, en forma equivalente a nombre de un grupo de
pertenencia. En el debate se sostuvo, de que la legitimación del titular de derechos
25
afectados se encontraba regulada en el primer apartado del art. 43. La apreciación es
correcta, pero ocurre que habiendo incluido esta apreciación en el segundo párrafo debe
entenderse que la regulación constitucional no esta haciendo reiteración de esa norma.
20
SAGÜES, Nestor. La ley de Amparo. Capítulo III. Editorial Astrea, 1997.
21
MORELLO, Augusto Mario. El amparo después de la reforma constitucional, en Derecho Privado en la
Reforma. Editorial Rubinzal Culzoni, pág. 240.
22
GOZAINI, Osvaldo. El Derecho de Amparo. Editorial Depalma, 1995, pág. 76.
23
BIDART CAMPOS, Germán. La legitimación procesal activa en el párrafo segundo del art. 43 de la
Constitución, en El Derecho, 06/02/1996.
26
en acciones que, aún cuando de naturaleza colectiva, han sido iniciadas por sus
legítimos interesados.
c) Asociaciones
Su legitimación proviene del mismo texto constitucional. Al decir “… asociaciones que
propendan a estos fines y se encuentren registradas conforme a la ley…”, nos remite a la
ley 24.240, art. 55, que contempla la posibilidad de que las asociaciones de
consumidores constituidas como personas jurídicas están legitimadas para accionar
cuando resulten objetivamente afectados o amenazados los intereses de los
consumidores, siempre cuando se respeten los requisitos establecidos en el mismo
texto.
24
MORELLO, Augusto Mario. Ob. cit., pág. 214.
27
d) El Ministerio Público
Su legitimación proviene del art. 52 de la ley 24.240, el cual fue reformado por ley
26.361 incorporando la legitimación del Ministerio Público.
Se prevé su intervención ya sea como parte, e incluso si no actúa en el proceso como
parte, debe hacerlo obligatoriamente como fiscal de la ley. Asimismo, en caso de
desistimiento o abandono de la acción por parte de las asociaciones de usuarios y
consumidores, la titularidad activa será asumida por el Ministerio Público Fiscal.
Si bien el referido dispositivo legal no hace referencia expresa sobre a que tipo de
procesos o acciones debe entenderse comprendida la posibilidad de intervención del
Ministerio Público, propugnamos que sea amplia, considerandose extensiva a la
legitimación activa del amparo colectivo y entendiendo a lo dispuesto por la ley 26.361
como complementario del plexo constitucional.
28
b) Beneficio de litigar sin gastos
El beneficio de litigar sin gastos forma parte de una garantía inexcusable del acceso a la
justicia en pos de la protección de los derechos de incidencia colectiva.
Pensamos que la consideración vale tanto en relación con los impuestos o tasas de
justicia como sobre los honorarios profesionales.
Se dirá que si la demandada gana el juicio debe resarcirse de los perjuicios
patrimoniales sufridos. Pero tratándose del interés público los argumentos patrimoniales
no pueden prevalecer. Respecto de impuestos y tasa de justicia es un costo que debe
asumir el Estado: la merma impositiva deberá ser afrontada por el erario público si
realmente el interés público tiene alguna prioridad para la sociedad generadora de su
organización.
Respecto de los honorarios profesionales, resultará apropiado crear un cuerpo de
abogados públicos para que se ocupen de estas defensas, sin perjuicio de que cada
particular pueda asumir los costos de una defensa de mejor calidad.
VI- CONCLUSION
Y por tal razón el derecho debe mutar, para no dejar de contemplar ese sinnúmero de
situaciones, relaciones y conductas que van surgiendo, cambiando o perfeccionándose
con el correr del tiempo.
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Con los casos “Siri” y “Kot” como punto de inflexión, ésta creación jurisprudencial
pedía a gritos ser contemplada explícitamente en nuestro ordenamiento madre: la
Constitución Nacional.
De esta forma surge el art. 43. Con él se viene a llenar el vacío dejado por el art. 33, y a
suplir las deficiencias que se le achacaban a la ley 16.986.
Junto a ello, destacamos otros dos arts. incorporados con la reforma del ´94 en el
capítulo de “Nuevos Derechos y Garantías”: los arts. 41 y 42.
Si el art. 43 establece la legitimación procesal para el ejercicio de la acción de amparo
(y en lo que hace a nuestro análisis, para el caso del amparo de los derechos de
incidencia colectiva), los arts antes mencionados establecen la plataforma fáctica para la
protección de los derechos del ambiente y de los usuarios y consumidores.
30
Los contratos no son consensuales, sino de adhesión, meramente formularios,
prestándose a grandes abusos e irregularidades.
Para enfrentar tal situación, se dictó en 1993, y como parte del proceso que derivó en la
reforma constitucional del ´94, la ley 24.240.
Esta ley busca regular de manera específica las pautas que nos brinda la Constitución
Nacional a través del art. 42. Junto a ella, las leyes 22.802 (Lealtad Comercial) y 25.126
(Ley de Defensa de la Competencia), complementan y completan el panorama
normativo.
Hay un proceso en marcha que puede y debe seguir evolucionando en pos de ofrecer
una protección integral al respecto. Como operadores jurídicos, nuestra misión es
profundizar y optimizar los procesos existentes.
El proceso está en marcha. Acompañemos su evolución como hombres de ciencia,
conciencia y compromiso.-
BIBLIOGRAFIA UTILIZADA
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párrafo del art. 43 de la Constitución, en El Derecho, 26/02/1996.
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